semiologia de abdomen

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II CATEDRA DE PATOLOGIA Y CLINICA QUIRURGICA Prof. Titular: Dr. Antonio Brahin U.N.T SEMIOLOGIA DE ABDOMEN PRACTICO Nº 1 Dr. ENRIQUE MUÑIZ

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observaran una sintesis

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Page 1: Semiologia de abdomen

II CATEDRA DE PATOLOGIA Y CLINICA QUIRURGICA

Prof. Titular: Dr. Antonio Brahin U.N.T

SEMIOLOGIA DE ABDOMEN

PRACTICO Nº 1

Dr. ENRIQUE MUÑIZ

Page 2: Semiologia de abdomen

II Cátedra de Patología y Clínica Quirúrgica.

Prof. Titular: Dr. Antonio Brahin

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SEMIOLOGIA DE ABDOMEN

Desde el punto de vista del examen del abdomen, conviene tener presente las

estructuras que están contenidas en él y la forma de reconocerlas: su ubicación, tamaño

y las alteraciones que pueden presentar.

En el abdomen se ubica gran parte del sistema digestivo, estómago, intestino,

hígado, vesícula, páncreas; los riñones y estructuras urológicas; las glándulas

suprarrenales, el bazo; y en la mujer, su sistema reproductivo, incluyendo ovarios,

trompas y útero. Cada una de estas estructuras tiene una ubicación y tamaño,

desempeña funciones y es fuente de alteraciones y enfermedades. El detalle conviene

revisarlo en textos de anatomía y fisiopatología.

El abdomen se separa del tórax por el músculo diafragma y en la superficie por

una línea que pasa a nivel del 6to

. espacio intercostal. En su extremidad inferior se

confunde sin límites con la región pelviana.

Tiene forma de cilindro aplanado por lo que podemos encontrar una cara

anterior, una lateral y una posterior. Un techo formado por el diafragma y un base que

corresponde al piso pelviano o periné.

La cara anterior del abdomen se divide topográficamente en 9 regiones, por 2

líneas verticales que corresponden a la prolongación de las líneas medio claviculares o

también la que parte del punto medio del ligamento inguinal en forma vertical hacia

arriba y 2 horizontales, una superior tangencial al reborde costal y una inferior que une

ambas espinas ilíacas antero-superiores.

Estas regiones son:

HIPOCONDRIO EPIGASTRIO HIPOCONDRIO

DERECHO IZQUIERDO

FLANCO REGION FLANCO

DERECHO UMBILICAL IZQUIERDO

FOSA FOSA

ILIACA HIPOGASTRIO ILIACA

DERECHA IZQUIERDA

En cada una de estas regiones se representa el grupo de órganos

correspondientes y se presentará en ella las manifestaciones semiológicas de su

patología:

Hipocondrio derecho: lóbulo hepático derecho, vesícula biliar, parte del riñón derecho,

glándula suprarrenal, ángulo hepático del colon.

Epigastrio: estómago, duodeno, páncreas, parte del hígado, aorta, vena cava inferior.

Hipocondrio izquierdo: bazo, cola del páncreas, ángulo esplénico del colon, polo

superior del riñón izquierdo, glándula suprarrenal.

Flanco derecho: parte del riñón derecho y del colon ascendente.

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Región umbilical: porción inferior del duodeno, intestino delgado, aorta, vena cava

inferior.

Flanco izquierdo: parte del riñón izquierdo y del colon descendente.

Región ilíaca derecha: ciego, apéndice, extremo inferior del íleon, ovario,

desembocadura del uréter, canal inguinal.

Región del hipogastrio o suprapúbica: útero, vejiga, colon sigmoides.

Región ilíaca izquierda: colon sigmoides, ovario, desembocadura del uréter, canal

inguinal.

las regiones lumbares son la continuación de los flancos y se extienden desde

las 12vas

costillas hasta el tercio posterior de las crestas ilíacas. Los riñones son órganos

ubicados en el retroperitoneo y su parte más superior queda a la altura de las dos

costillas flotantes. En el ángulo costovertebral, que se localiza entre el borde inferior de

la 12vª costilla y las apófisis transversas de las vértebras lumbares altas, se puede

reflejar dolor proveniente de los riñones.

Para realizar la semiología del abdomen debe recordarse que el mismo debe

estar completamente descubierto desde la región mamaria hasta la raíz de los miembros

y que la misma debe comprender todas las caras del mismo.

INSPECCION

Esquemáticamente debemos observar:

1.- Configuración general: según el ángulo que forma el reborde costal a nivel del

cartílago xifoideo; Recto: normolineo; agudo: longilineo; obtuso: brevilineo.

2.- Deformaciones: que pueden ser generalizadas como un abdomen distendido o

excavado, etc. o localizadas como ser la presencia de una tumoración (Colecistitis),

vólvulo, etc.

3.- Piel: describiremos el aspecto de la misma, su coloración, la presencia de nevus

manchas, etc. observaremos la presencia de cicatrices operatorias o accidentales. Según

su dirección se las clasifica en a) verticales, b) horizontales y c) oblicuas. Según su

relación con el ombligo serán supra, infra o supra-infra umbilicales y en relación a la

línea media pueden ser medianas o paramedianas, izquierdas o derechas. También

referiremos la presencia o no de circulación colateral y sus variantes: centrífugas

ascendentes o descendentes.

4.- Ombligo: pondremos atención en observar su ubicación (normalmente equidistante

del pubis y apéndice xifoideo), su forma, presencia de secreciones o tumoraciones, etc.

5.- Movimientos: se pueden encontrar:

a) Latidos relacionados con el pulso arterial aórtico, normal o patológicos (aneurismas)

y con la diástole cardíaca que se manifiesta como un latido negativo en epigastrio.

b) Movimientos respiratorios (muy importante, ya que su ausencia nos hace sospechar

la presencia de un abdomen agudo).

c) Movimientos intestinales que corresponden al peristaltismo intestinal que se observa

en caso de oclusión intestinal o emaciación extrema con adelgazamiento de la pared

abdominal.

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d) Movimientos fetales en caso de embarazo.

No debe olvidarse de observar la región posterior o lumbar donde podemos

observar deformidades de la columna lumbar (escoliosis, lordosis o xifosis),

tumoraciones de los tejidos (lipomas miomas etc.) o tumoraciones herniarias.

Debe realizarse una inspección activa pidiéndole al enfermo que intente

incorporarse y oponernos a ello con una mano en la frente. De esa manera lograr un

aumento de tensión del contenido abdominal que se traduce en la aparición de

tumoraciones herniarias que de otra manera pasan desapercibidas o la desaparición de

tumoraciones previamente observadas y que de esta manera nos hace sospechar que

corresponden a tumoraciones del contenido abdominal.

PALPACION

1.- Superficial o amansamiento: consiste en deslizar la palma de la mano y dedos

suavemente por toda la piel del abdomen sin hacer presión de manera de lograr la

confianza del paciente y obtener algunos datos como la temperatura, presencia de

tumoraciones o sensibilidad exagerada (hiperestesia cutánea, signo de peritonitis).

2.- Mediana:

a) Tensión superficial: realizando la flexión de la articulación metacarpo falángica de

la mano exploradora colocada paralela a la línea media del abdomen y comenzado

desde la fosa ilíaca hacia arriba y luego comparando zonas simétricas, se obtiene una

noción de la resistencia que ofrece la pared abdominal. (Está aumentada en caso de

ascitis, tumores, peritonitis etc.).

b) Defensa y contractura: lo primero cuando el enfermo contrae los músculos de una

región por la presencia de una víscera enferma y lo segundo cuando la contracción

muscular es involuntaria es un reflejo víscero-sensitivo y es expresión de peritonitis

(abdomen en tabla).

c) Puntos dolorosos: son la expresión localizada de la inflamación visceral. Se obtiene

presionando con los dedos firmemente en la zona correspondiente y de acuerdo a la

intensidad del dolor se dice positivo +, ++, +++, ++++. Los mas comunes son:

1) APENDICULARES: Mac Burney: en la unión del tercio externo con los dos

tercios internos de una línea que va del ombligo a la espina ilíaca antero superior;

es positivo en las apendicitis originadas en un órgano en posición normal. Lanz:

en la unión del tercio derecho con los dos tercios izquierdos de la línea que une

ambas espinas ilíacas; es positivo en las apendicitis de localización pelviana.

Lecene: a dos traveses de dedo por encima y detrás de la espina ilíaca antero

superior derecha; cuando el órgano inflado se encuentra en posición retrocecal.

Signo de Metzer o maniobra del psoas: consiste en colocar la mano en el punto de

Mac Burney y solicitar al paciente que eleve el miembro inferior derecho en

forma lenta y progresiva sin flexionar la rodilla. De esta manera se contrae el

músculo psoas y se comprime el apéndice entre él y la mano; si está inflamado

duele y la maniobra es positiva; se da en las apendicitis retrocecales.

2) VESICULARES: Punto cístico: localizado en la intersección del reborde costal

con la inserción del músculo recto derecho o mejor donde el reborde costal es

cortado por la línea bisectriz del ángulo formado por dos líneas perpendiculares a

nivel del ombligo. Es una maniobra estática. Maniobra de Murphy: con el dedo

colocado en el punto cístico se invita al enfermo que realice una inspiración

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profunda, de manera que al descender el hígado junto a la vesícula, chocan con el

dedo y se despierta el dolor. Zona pancreático coledociana de Chauffard: se

forma un ángulo con la línea media y otra transversal que pasa por el ombligo. se

traza la bisectriz del mismo y el ángulo interno así formado, dos traveces de dedo

por encima del ombligo se obtiene una zona que es dolorosa a la presión en caso

de patología de colédoco o cabeza de páncreas.

3) RENALES: superior y medio y la puño percusión lumbar.

Es importante también buscar el dolor a la descompresión que refiere el enfermo

cuando bruscamente se libera la mano que palpa; Puede ser localizado en la zona de

Mac Burney y se llama signo de Blumberg o generalizado a todo el abdomen: signo de

Gueneau de Mussy; es característico de las peritonitis.

3.- Palpación profunda:

Ya sea con una mano o con las dos estas ambas activos o una activa y otra

pasiva se procede a la palpación de las vísceras abdominales con dos técnicas:

a) mano al asecho en la cual el examinador coloca su mano en forma pasiva y

espera palpar la víscera que se mueve con la respiración. Se usa para palpar

las vísceras que tienen contacto con el diafragma y son sólidas (hígado, bazo,

riñón).

b) deslizamiento profundo cuando se efectúan maniobras de bamboleo desde la

superficie hacia la profundidad y de derecha a izquierda o viceversa con los

dedos de manera de lograr palpar el órgano en estos momentos.

Es importante recalcar que el examinador debe permanecer sentado

cómodamente a la par del enfermo para obtener la mejor información posible y el

paciente debe guardar la posición que cada técnica semiológica requiera. De esta

manera se palpa el hígado, bazo, riñón, estómago ciego, colon sigmoideo etc.

También se palpan los tumores describiendo su localización, tamaño, forma

adherencia a los planos profundos y/o superficiales, peloteo lumbar, etc..

PERCUSION Permite detectar percutiendo suavemente zonas dolorosas más específicas que

con la palpación. Podemos además descubrir:

a) Matidez en caso de ascitis, tumores o vísceromegalia;

b) Timpanismo generalizado en caso de íleo o localizado cuando el mismo es

segmentario o hay derrame de aire en la cavidad peritoneal por perforación

de una víscera hueca (signo de Jobert: desaparición de la matidez hepática).

AUSCULTACION

Con el estetoscopio detectamos los ruidos hidroaéreos que se producen con la

actividad intestinal normal. Su ausencia (íleo) 0 su exacerbación (oclusión intestinal)

son patognomónicos. Es muy importante para diagnosticar el comienzo de la actividad

intestinal en el postoperatorio inmediato.

Siempre que esté indicado debe completarse la semiología abdominal con el

tacto rectal y/o vaginal.

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Pueden realizarse maniobras complementarias para el diagnóstico como la

colocación de una sonda nasogástrica o vesical, la punción evacuadora que se realiza en

el punto de Villafañe (igual que el de Mac Burney pero a la izquierda) o por el fondo

de saco de Douglas (vaginal).

Formulación de una hipótesis diagnóstica.

¿Cómo surgen los diagnósticos?.

Es muy posible que los alumnos que están comenzando su práctica clínica

queden asombrados cómo sus docentes se orientan rápidamente y con unas cuántas

preguntas logran formarse una idea de lo que le ocurre al paciente. Ellos, en cambio,

sienten que deben recorrer una larga lista de preguntas que los hace saltar de un tema o

otro, sin que les quede muy claro qué es lo más importante.

La diferencia está en los conocimientos sobre cómo se presentan las distintas

enfermedades y cuáles son las manifestaciones principales o más importantes. Dentro

de esta ordenación juegan un papel importante los siguientes aspectos:

conocer las posibles causas de los distintos síntomas y signos como:

Dolor abdominal

Disfagia

Vómito

Diarrea

Constipación

Ictericia

Melena

Hematemesis

Proctorragia

Distensión abdominal

Reacción peritoneal

saber agrupar los síntomas y signos en síndromes.

Al poder plantear las posibles causas de un determinado síntoma o signo,

automáticamente se van esbozando algunas hipótesis diagnósticas.

Por ejemplo, si se toma el síntoma Melena, se plantea si el paciente tiene una

afección gástrica o no. Si es por la primera causa, interesará conocer si existen

antecedentes de gastritis, ingesta de medicamentos, etc., o si junto a la melena se

presenta mareos, acidez retroesternal, pérdida de peso.

La conversación con el paciente no es recorrer una lista de preguntas de acuerdo

a un esquema que aparezca en un libro, sino que es un proceso activo en el cual, en

relación a cada respuesta, se analiza en qué medida se han aclarado las dudas y qué

nuevas interrogantes han surgido. De esta forma las distintas hipótesis diagnósticas se

van reafirmando o descartando, quedando al final sólo las más probables.

Esta dinámica implica que, aunque en clase se les enseña a los alumnos revisar

primero la anamnesis próxima, y luego los antecedentes mórbidos, o familiares, o sus

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hábitos, o los medicamentos que ingiere, a lo largo de la conversación las preguntas

apuntan en una u otra dirección, según lo que en cada momento parece más adecuado

preguntar. Cuando llega el momento de presentar la información o escribir la ficha

clínica, los datos se presentan de acuerdo a un orden establecido y usando los términos

que correspondan.

A veces, con dos o tres preguntas basta para lograr una orientación bastante

precisa y el resto de la conversación se orienta a completar la información para

corroborar la impresión inicial. En otras ocasiones, el problema es más difícil, y es

posible que incluso habiendo llegado al final del examen físico, todavía no sea posible

saber bien qué está pasando. En estos casos será necesario efectuar algunos exámenes

de laboratorio complementarios para ampliar la información.

En general un síntoma o un signo no es un diagnóstico. Decir que una persona

tiene tos, es decir poco. O que presenta fiebre, o que tiene ascitis, no permite explicar

lo que realmente está pasando. Más que un diagnóstico, son problemas.

Cuando no se tiene idea del diagnóstico, por lo menos es un buen comienzo

poder identificar cuáles son los problemas. La próxima aproximación será intentar

plantear cuál o cuáles síndromes son los más probables. La precisión será mayor una

vez que se logre identificar las enfermedades que afectan al paciente.

El enfrentamiento "plano" versus la investigación con una orientación determinada.

La complejidad de las personas puede obligar a tratar de identificar la prioridad

de los problemas para "no perderse en el bosque". En todo momento es muy

conveniente tener claro qué es lo más importante, qué es lo que tiene un riesgo más

vital, qué puede poner en peligro la vida del paciente, o qué le produce más molestias o

lo limita más. Incluso es aceptable que exista un esfuerzo mayor para descubrir

diagnósticos que son tratables y que tienen buenos resultados terapéuticos, ya que el no

haber precisado diagnósticos que no tienen tratamiento no tendrá la misma implicancia

para el enfermo.

Esta misma necesidad de fijar prioridades puede determinar que el tiempo que

se tiene disponible para atender al paciente se dedique de preferencia en atender

aquellos problemas más importantes o más urgentes. Si es necesario, se puede

planificar otra reunión.

La aproximación al paciente no puede ser "plana", o sea, siguiendo un esquema

fijo. Si el problema es abdominal, habrá una mayor concentración en el sistema

Digestivo; si es cardiológico, nefrológico, neurológico, etc., la dedicación se orientará

en el sentido que corresponda. Esto no debe significar que se deje de efectuar una

revisión general, aunque sea somera. Cuando no se sabe lo que al paciente le ocurre, la

revisión debe ser muy completa tratando de encontrar una veta que permita llegar al

diagnóstico correcto.

A los alumnos se les trata de enseñar todo el universo en el cual pueden

encontrar información útil. Tienen que ser capaces de revisar la anamnesis actual, los

distintos antecedentes, hacer el examen físico general, el segmentario y exámenes

específicos. Efectuar todo esto en cada paciente puede tomar una gran cantidad de

tiempo.

Es necesario balancear la problemática del enfermo, la necesidad de

concentrarse en los problemas más importantes y el tiempo del cual se dispone en un

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momento dado. Mientras más experiencia se tiene, se gana en velocidad, se es más

eficiente, se sabe seleccionar mejor las preguntas, y por lo tanto, en tiempos muy

razonables se puede llegar a conocer al paciente en forma muy completa. Esto hace que

los alumnos dispongan de tiempos casi ilimitados en sus primeras aproximaciones a los

pacientes y a medida que avanzan a cursos superiores, deben aumentar su eficiencia.

Aunque al paciente se le mire bajo la perspectiva de las enfermedades que lo

aquejan, no se debe dejar de captarlo y verlo como una persona, con su personalidad,

sus fortalezas, sus debilidades, su entorno y sus preocupaciones.