shaken mazaya moreno fajardo - colombia...

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34 COLOMBIA CUENTA

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34 CO LO M B I A C U EN TA

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CONCURSO ESPECIAL 10 AÑOS

" GANADOR DE GANADORES"

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Ya! Chao. Te tengo que colgar. ¡Tengo un nuevo inicio!—Pero, Ana, no creo que debas…Colgó el teléfono. Lo dejó rápidamente acomodado. Mi-

ró la hora en el reloj y subió corriendo a su habitación. Allí estaba ella, con otra idea en la cabeza. Sus ojos miraban fija-mente la pantalla de la computadora. Una hoja en blanco, con una línea titilante, estaba a la espera de una de sus inconclusas obras, mientras ella, con la cabeza vuelta líos, dudaba de la conveniencia de empezar a teclear.

Estaba enfrente de aquel brillante recuadro, decidida a hacerlo, a dejarlo todo. Digitaba sus imaginarias historias como si no hubiera mañana, con una velocidad que casi igua-laba a la de la luz. Se sentía viva, real. Su única forma de expresarse estaba en aquel lugar, en letras Arial, tamaño 9 —sus favoritas—, con las que escribía más en menos espacio.

Con cada figura y cada párrafo la temperatura aumentaba, no solo la de su relato, también la de su cuerpo. Le empezaba

—¡

Metamorfosisde un escritor

ShAKENMAzAYAMORENOFAJARDO

PrimersemestredeDerecho

UniversidaddelosAndes-bogotá,Colombia

Valledupar,Cesar

CAtEGORíA 2:JÓVENES(12A17AÑOS)

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36 CO LO M B I A C U EN TA S H A KEN M A Z AYA M O REN O FA JA RD O

a doler la cabeza. Su mente no procesaba la misma cantidad de información. Sus ojos se cerraban al ritmo del tictac. Nue-vamente aparecían los síntomas de aparente cansancio. Sus manos dolían, como si miles de agujas le atravesaran los hue-sos. Era hora de detenerse, descansar y pensar.

Nuevo día. Las manecillas marcaban la hora de la reali-dad. Rayos de luz entraban en sus ojos, los fi rmes candados que encerraban su ser. No recordaba mucho, solo que había fallado en su enésimo intento de escribir. Su frustración la encolerizaba y la llevó nuevamente a ponerse cita en su cuarto a las diez de la noche. Llegó la hora y era ella, con su cajita de letras y su cofre sellado de emociones, ella mirando nueva-mente la computadora.

Empezó, como siempre, a dejar salir lo que sentía, que su emoción prorrumpiera por los pequeños orifi cios que los golpes de la vida le habían dejado, decepcionada de tener que crear un nuevo inicio y un nuevo destino. Sus dedos bailaban al compás de sus pensamientos, dedos que eran para ella lo que un pincel para Botero y lo que el póquer para Amarillo Slim. Su velocidad aumentaba, al igual que la noche anterior. La felicidad de verse cerca de desatar el nudo era infi nita.

De repente, después de muchas vueltas del minutero, su temperatura empezó a aumentar, su cabeza a doler, su mente a enlentecer y sus ojos a cerrarse. Nuevamente saboreó esa malteada de decepción con diez gramos de frustración que tanto había probado en su vida. Pero no. Hoy no. Esta noche sería diferente. Su ser luchaba contra su cuerpo, contra su na-turaleza. Faltaba poco, estaba cerca. Tic tac, tic tac. Continuó, como si de dolor no se tratase. Su cabello empezaba a caer. Hace rato no llegaba a ese punto. Sus uñas se partían en mi-limétricos fragmentos. Pero Ana seguía; estaba decidida. Su

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37S H A KEN M A Z AYA M O REN O FA JA RD O

piel se inundó y sus piernas se aletargaron. Su cuerpo estaba ido. Sus manos aún contaban con la voluntad de seguir y sus infalibles oídos aún la mantenían al tanto del bendito reloj.

Llegó al último párrafo. Las letras se alineaban, como si de militares se tratase. No se devolvía, no había cabida para erro-res, por lo menos no había espacio para borrarlos. Estaba en su última frase. La última palabra. Terminó. Sus ojos, convertidos en rojas mariposas, miraban con orgullo aquello que había sido creado. Su boca, ya insensible, pero emocionada, esbozó una sonrisa, de esas débiles que hacemos cuando llueve. Allí esta-ba, listo. Tic tac, tic tac. Cerró los ojos mientras su existencia expiraba, al ritmo del reloj, justo cuando escribió el punto fi nal.

Su cuerpo tendido fue hallado en un cuarto, blanco como su piel, cubierto por un silencio inquebrantable en el que solo fue encontrada su computadora, en cuya pantalla se leía al principio de una página: “Metamorfosis de un escritor: inten-to 135”. ■

ShAKENMAzAYAMORENOFAJARDO

VALLEDUPAR,CESAR

Dios muchas veces nos da más de lo que merecemos, tan solo observando a mis padres me doy cuenta de eso. Siempre están para mí y son lo mejor que puedo tener, les agradezco por sus incansables esfuerzos. A mi familia por recibirme siempre con una sonrisa y palabras de aliento, a mi Gimnasio del Norte en Valledupar donde están los que-ridísimos Pedro y Bere, y al universo infi nito por arreglár-selas cada día para lograr sacarme una sonrisa, una lágrima o una carcajada, pequeñeces donde se encuentra el sentido de la vida. Agradezco a RCN y MEN por organizar este concurso y a cada una de las personas de sus equipos que siempre están atentas y dispuestas a ayudar.