sherlock holmes y pierce

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    [13]

    Prefacio

    Cul es el intelecto ms original y polifactico que haya engendrado

    nunca Amrica? No cabe la menor duda, la respuesta es Charles S.

    Peirce, pues el segundo, fuera el que fuera, estara tan lejos de l queno valdra la pena mencionarlo. Matemtico, astrnomo, qumico,

    geodesta, topgrafo, cartgrafo, especialista en metrologa y espectrografa,ingeniero, inventor; siclogo, fillogo, lexicgrafo, historiadorde la ciencia, matemtico economista, estudiante de medicina a lolargo de toda su vida; crtico literario, dramaturgo, actor, escritor de

    cuentos; fenomenlogo, semitico, lgico, retrico, metafsico yahora, Sebeok aade detective!. Fue, para poner algunos ejemplos, elprimer siclogo experimental moderno de Amrica, el primer metrlogo

    que us una longitud de onda de luz como unidad de medida, eldescubridor de la proyeccin quincuncial de la esfera, el primero,conocido, que dise e ide la teora de una calculadora con un

    circuito de encendido elctrico, y el fundador de la economa deinvestigacin. Es el nico filsofo en Amrica con un sistema [14]formado que ha sido productivo y a la vez competente en lgica,matemtica y un amplio abanico de materias cientficas. En estesentido, si ha tenido iguales en la historia de la filosofa, no son ms de

    dos.

    Peirce (pronunciado Pers) naci en Cambridge, Massachusetts, en1839. Su padre era profesor de matemticas y astronoma en Harvard

    College. As, Charles creci en el crculo cientfico de Cambridge.Adquiri el grado de bachiller en Harvard en 1859, y se gradu enqumica con la calificacin de summa cum laude en el Lawrence

    Scientific School en 1863. Trabaj como, 1) investigador cientfico en laCoast and Geodetic Survey, 18591860, 18611891, y al mismo tiempotrabajaba en el observatorio del Harvard College, 18671875; 2) crtico,

    especialmente de libros cientficos, de filosofa y de matemticas enThe Nation, 18691908 (y paralelamente en el neoyorquino EveningPost, 18901908); y 3) lector de lgica en The Johns Hopkins University,

    18791884. Dio varios ciclos de conferencias en la Harvard Universityen 1865, 18691870, 1903 y 1907, y en el Lowell Institute de Boston en1866, 18921893 y 1903; uno de los cursos de las Cambridge Conferences

    en 1898; y, ocasionalmente, dio conferencias en otros lugares. Fueuno de los principales colaboradores de The Century Dictionary en seisvolmenes, 18891891 y del Dictionary of Philosophy and Psychology

    de Baldwin, en dos volmenes, 19011902. Fue elegido amigo de laAmerican Academy of Arts and Sciences en 1867, miembro de laLondon Mathematical Society en 1880. Debido a sus trabajos en la

    Coast and Geodetic Survey permaneci durante cinco temporadas alotro lado del Atlntico, sumando en total tres aos de los trece que vande 1870 a 1883. Represent a los Estados Unidos en el encuentro de la

    In[15]ternational Geodetic Association y de esta manera se convirtien el primer delegado americano de una asociacin cientfica internacional.Dirigi ms de un centenar de tesis doctorales, y escribi treinta

    libros y un millar de artculos y captulos relacionados con distintosaspectos de su trabajo. Las ediciones ms extensas de sus escritos son:

    1) los ocho volmenes de Collected Papers (Harvard University Press),

    los volmenes 16 editados por Charles Hartshorne y Paul Weiss, 19311935, y los volmenes 78 por Arthur W. Burks, 1958 (citados normalmentepor el nmero de volumen y prrafo);

    2) los cuatro volmenes de The New Elements of Mathematics (Mouton)editados por Carolyn Eisele, 1976; y 3) los tres volmenes deContributions to The Nation (Texas Tech Press. Lubbock) editados

    por Kenneth L. Ketner y James E. Cook, 19751979. El archivo mscompleto de manuscritos y correspondencia de Peirce se encuentra enThe Houghton Library de Harvard University; vase el Annotated

    Catalogue of the Papers of Charles Peirce de Richard S. Robin (Universityof Massachusetts Press, 1967) y The Peirce Papers: A Supplementary

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    Catalogue (Transactions of The Charles S. Peirce Society 7 :3757,

    1971). Los microfilms de la mayor parte de estos documentos sonaccesibles en el Harvard University Library Photoduplication Department.Existe, tambin, una edicin casi completa en microfichas de los

    escritos que el mismo Peirce public, acompaada de una Bibliographyimpresa, tanto bsica como especializada (Institute for Studies inPragmaticism. Texas Tech University, Lubbock), editada por Ketner y

    cois., 1977. La edicin en veinte volmenes de una nueva seleccin de

    escritos de Peirce, publicados e inditos, con ordenacin cronolgica,empez a publicarse en 1980 en la Indiana University Press. El [16]

    primer volumen cubre los aos que van de 1857 a 1866, y gran parte delos escritos se imprimieron por primera vez.

    El episodio de la vida de Peirce que llev a los autores de este libro a

    compararlo con Sherlock Holmes ocurri hace cien aos, en 1879,mientras Peirce estaba al servicio de la Coast and Geodetic Survey. Fueuno de sus siete aos ms productivos. Pongamos dos breves ejemplos:

    1) su Note on the Theory of the Economy of Research, que inauguruna nueva rama en la Economa, apareci en el informe anual de laSurvey hacia 1876 y se public en 1879. 2) A Quincuncial Projection of

    the Sphere apareci en el American Journal of Mathematics. (Durantela segunda guerra mundial, la Survey public una nueva y ms completaedicin del mapa titulado Peirces WorldQuincuncial Projection;era el mejor mapa internacional de rutas areas. Y en 1963, la Surveybot un barco de investigacin que actualmente est al servicio de la

    National Oceanic and Atmospheric Administration.)

    Benjamn Peirce, el matemtico ms importante del momento, quehaca poco haba sido nombrado superintendente de la Coast Survey,

    inici a Charles en los mtodos de la deteccin, doce aos antes, en laprimavera de 1867, a raz del caso del testamento de Sylvia Ann Howland.Fue uno de los casos ms famosos que nunca se llevara a juicio y,

    entre otras muchas cosas, el testimonio aportado por los Peirce fue elms clebre. El asunto en cuestin consista en saber : 1) si las firmasde Miss Howland que aparecan en las dos copias de la segunda

    pgina del codicilo de un testamento anterior, eran verdaderas ofueron falsificadas trazando su firma en el mismo testamento, y 2) en elcaso de ser verdaderas si el codicilo invalidaba el testamento posterior,

    mucho [17] menos favorable a su sobrina, Hetty H. Robinson. LosPeirce se enfrentaron con la primera de estas cuestiones. Bajo la

    direccin de su padre. Charles examin ampliaciones fotogrficas decuarenta y dos firmas verdaderas por las coincidencias que presentabanen la posicin de sus treinta pulsaciones. En 25830 comparaciones

    diferentes de pulsaciones, hall 5325 coincidencias, segn lo cual lafrecuencia relativa de las coincidencias era inferior a una quinta parte.Aplicando la teora de las probabilidades, su padre calcul que una

    coincidencia en las firmas verdaderas tan perfecta como la que se dabaentre las del codicilo, o entre cualquiera de ellas y las del testamento encuestin, slo se dara una vez de cada cinco a treinta comparaciones.

    El juez no estaba preparado para basar su juicio en la teora de probabilidades,aunque dictamin en contra de Miss Robinson en la segundacuestin planteada. (Sin embargo, sta se cas con Edward H. Green

    despus de 1867 y, como Hetty Green, estaba en camino de llegar a serla bruja de Wall Street.) En un largo artculo sobre The HowlandWill Case que apareci en la American Law Review (julio de 1870) se

    apunt: En el futuro, las fantsticas historias de Poe podrn considerarseinsignificantes imitaciones.

    Entre los manuscritos conservados de Peirce, la relacin ms tempranadel episodio de 1879 que pretendi publicar se hallaba en elborrador de un documento de 1904, On the Simplest Possible Branch

    of Mathematics. El resto de este documento apareci por primera vezen 1976, en The New Elements of Mathematics, vol. I, pgs. 158169.

    La relacin ms detallada del episodio, con mucho, y la nica publicadahasta el momento, apareci en un ensayo titulado Guessing,escrito durante la primavera de 1907, veintiocho aos despus de que

    [18] ocurriera. Se public por primera vez en la revista, de corta vida,

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    Hound and Horn en 1929, quince aos despus de la muerte de Peirce y

    cincuenta despus del acontecimiento. (Otros fragmentos de esteensayo se reimprimieron en Collected Papers 7.3648 en 1958, aunquese omiti esta parte central que tan slo se mencion brevemente en

    una nota editorial a pie de pgina.)

    Muy pocos especialistas en Peirce han consultado la Hound and

    Horn. As pues, se ha mantenido intacta para los autores del presente

    trabajo una centuria despus del episodio, para remitirnos al Guessing, y de esa manera presentar a Holmes a sus entusiastas como un

    gran filsofo, y al mismo tiempo dar la oportunidad a los admiradoresde Peirce de leer sus otros escritos con ojos nuevos.

    La extrema variedad del trabajo de Peirce responda a un propsito

    y tena un meollo. El meollo era la lgica, concebida primeramentecomo una rama de otra rama de la semitica pero, eventualmente, casicoextensiva con ella, aunque con un nfasis distinto al que hacen los

    semiticos que no son lgicos.

    El propsito era distinguir los distintos tipos de semiosis, o funciones

    signo, y a partir de ellas hacer el estudio ms completo posible deargumentaciones en particular y de sus funciones en las Matemticas yen las Ciencias. El descubrimiento sencillo, y el ms importante a la

    vez, fue que lo que l denominaba hiptesis primero, y abduccin oretroduccin despus, es un tipo de argumentacin diferente tanto de

    la deduccin como de la induccin, e indispensable tanto en lasMatemticas como en las Ciencias. Este descubrimiento, no posterior a

    1866, y uno de los puntos ms importantes del volumen I de la nueva

    edicin, nos pondr sobre los pasos que le llevarn a ello. [19]

    Prescindiendo del nombre tcnico y de la definicin de este tercer

    tipo de argumentacin y de su funcin exacta, aparte de las relacionescon los otros dos, su propia esencia es lo que permite que se lo denominecoloquialmente adivinar. Comparar al histrico Peirce con el

    ficticio Sherlock Holmes como detectives y como elaboradores de lateora de la investigacin detectivesca no es slo un pasatiempodivertido para los entusiastas de Holmes, sino tambin la mejor

    manera que existe para los lectores an no familiarizados con Peirce deintroducirse en su filosofa.

    La mayor parte de la gente, incluso la que est familiarizada con losescritos de Peirce, conoce tan slo fragmentos sueltos de su obra. Loms probable es que un filsofo, por ejemplo, le conozca como el

    fundador del pragmatismo, y un semitico como el fundador (o comouno de los dos o tres fundadores) de la semitica actual. Pero ni losfilsofos ni los semiticos parecen darse cuenta de que su pragmatismo

    es un teorema de la semitica, y de que gran parte de sus estudiossobre semitica pretenden perfeccionar su prueba de aquel teorema. Laexposicin ms lcida de su argumento acaso sea la que escribi

    durante la primavera de 1907, en forma de extensa carta sin ttulo queenvi al editor de The Nation. Guessing es un vstago de aquellacarta que no pudo reducirse a su escala. Aproximadamente cuando la

    carta estuvo acabada, Peirce se enter de que a Bliss Perry, el editor deAtlantic Monthly le interesaba y se la envi junto con el Guessing. Nole aceptaron ni una ni otro. Peirce las recuper pronto y envi la carta

    a The Nation, ahora el editor era Paul Elmer More, sucesor de Wendell

    Phillips Garrison. La carta nunca se imprimi y, hasta donde nosotrossabemos, el autor nunca lleg a recuperarla. [21] Sin embargo,trescientas cincuenta pginas de borrador se conservan en el manuscrito318, y los editores de los Collected Papers ensamblaron dos borradores

    justo hasta antes de la ltima frase de CP 5.481 para formar lo quellamaron A Survey of Pragmaticism (CP 5.46496). Los mejoresfragmentos del manuscrito 318 continan inditos, y si bien buena

    parte de los lectores captan, tal vez, alguna relacin entre la semitica yel pragmatismo, no ocurre as con stos y el papel que desempea elGuessing en la investigacin detectivesca. As pues, la fragmentacin

    sigue.

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    Por dnde, pues, debera empezar un principiante? Le sugiero que

    lo haga por la presente obra, y luego que siga por CP 7.3648, por lamayor parte del Guessing; ya que, como apunta el epgrafe peircianode Sebeok: Debemos conquistar la verdad con conjeturas, o no

    podremos conquistarla.

    Max H. Fisch

    [23]

    1. C. S. Peirce Agencia de detectives

    El viernes 20 de junio de 1879, Charles S. Peirce se embarcaba en unvapor, el Bristol, de la Fall River Line, de Boston, en direccin a NuevaYork, donde deba asistir a una conferencia el da 21. A la maana

    siguiente, recin llegado a su destino, sinti en la cabeza lo que ldescribe como una sensacin extraamente borrosa; atribuy lacausa al aire viciado de su camarote. Se visti apresuradamente y

    abandon el barco. Con las prisas, olvid su abrigo y un reloj depulsera Tiffany que le haba regalado el gobierno de Estados Unidospor sus servicios en la Coast Survey. Pronto se dio cuenta de su distracciny se apresur a volver al barco con el nico propsito de recuperarlo que haba perdido; en ese momento, enfrentado con lo que pens

    que sera una deshonra profesional para el resto de su vida si noconsegua recuperar el reloj en las mismas perfectas condiciones enque lo haba recibido, nos cuenta que, habiendo entonces hecho venira todos los camareros de color, sin tener en cuenta a qu cubierta

    pertenecan, los haba hecho poner en fila... [24]

    Fui de un lado a otro de la fila y habl un poco con cada uno, tan dgag

    como pude, de cualquier cosa sobre la que l (el ladrn) pudierahablar con inters, pero lo que menos esperara de m era que sacarael tema, esperando que yo fuera tan loco como para ser capaz de detectar

    alguna pista que me indicara quin era el ladrn. Cuando yahaba ido de un lado a otro de la fila, me volv y me separ de ellos perosin alejarme, y me dije a m mismo no tengo ni la ms pequea luz

    hacia la que dirigirme. Pero, entonces, mi otro yo (pues los dos estn

    siempre comunicndose, dialogando) me dijo simplemente tienes

    que sealar a un hombre. No importa si no aciertas, debes decir quincrees que es el ladrn. Hice un pequeo rodeo en mi camino, lo queno me llev ni un minuto, y cuando me gir hacia ellos, toda sombra

    de duda se haba desvanecido. No hay autocrtica alguna, todo estfuera de lugar.1

    Tomando aparte al sospechoso, Peirce era incapaz de persuadirlo deque le devolviese lo que le perteneca, ni con la razn, ni con amenazas,ni siquiera prometindole cincuenta dlares. Entonces baj corriendo

    al muelle y un taxista le condujo tan rpidamente como pudo a laagencia Pinkerton. Quera ver a Mr. Bangs, jefe de la rama neoyorquinade esta famosa agencia de detectives, y nos describe la entrevista

    que sigui:

    Mr. Bangs, un negro de la Fall River Line, llamado tal y tal (le di su

    nombre) me ha robado el reloj, la cadena y un abrigo. El reloj es unCharles Frodsham y ste es su nmero. El ladrn huy del barco a la

    una en punto, e ir inmediatamente a empear el reloj, por el que ledarn cincuenta dlares. Quiero que se convierta en su sombra y quetan pronto como tenga en su poder la papeleta de empeo haga que loarresten. Mr. Bangs dijo: Qu le induce a pensar que es l quien le

    rob el reloj? Por qu? dije. No tengo ningn motivo para pensarlo;pero estoy totalmente convencido de que es as. Ahora bien, si lno fuera a [26] una tienda de empeo para librarse del reloj, como

    estoy seguro de que pretende hacer, se zanjara la cuestin y usted nodeber dar ningn paso ms. Pero s que pretende hacerlo. Le he facilitadoel nmero del reloj y aqu est mi tarjeta. Puede arrestarlo sin

    temor a equivocarse.2

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    Se asign un hombre de la agencia Pinkerton para este caso, pero se

    le haba dado rdenes de que actuara segn sus propias deduccionesy que no siguiera ciegamente las sospechas de Peirce acerca de quinera el culpable. El detective, tras haber revisado los antecedentes

    personales de cada uno de los camareros de la Fall River, empez avigilar a un hombre aunque no al sospechoso de Peirce. Fue una falsapista.

    As pues, cuando el detective lleg a un callejn sin salida en su investigacin,Peirce volvi a visitar al seor Bangs, quien le aconsej

    que enviara tarjetas de aviso a todos los prestamistas de Fall River,Nueva York y Boston, ofreciendo una recompensa si recuperaba elreloj. Envi las tarjetas por avin el 23 de junio. Al da siguiente, Peircey el agente de la Pinkerton recuperaron el reloj gracias a un abogado de

    Nueva York que les envi a un prestamista que haba contestado a suoferta de recompensa. El propio prestamista describi tan plsticamenteal individuo que haba empeado el reloj que no cupo la menor

    duda de que haba sido mi (el de Peirce) hombre.3

    Entonces Peirce y el detective se encaminaron hacia el alojamiento

    del sospechoso con la intencin de recuperar tambin la cadena y elabrigo perdidos. El detective estaba poco dispuesto a entrar en la casasin un suboficial, de modo que Peirce, disgustado ante la ineptitud delagente, entr solo, avisndole confidencialmente de que volveraexactamente al [27] cabo de veinte minutos con los objetos que le

    pertenecan. Peirce describe los acontecimientos que siguieron :

    Sub los tres pisos y llam a la puerta de la casa. Me abri una mujeramarilla; pero otra de aproximadamente la misma complexin estaba

    justo detrs de ella, sin sombrero. Entr y dije, su marido ahora mis[28]mo est camino de Sing Sing por haberme robado un reloj. S que

    la cadena y el abrigo, que tambin me rob, estn aqu y vengo a buscarlos. Acto seguido las mujeres empezaron a chillar amenazndomecon enviarme inmediatamente a la polica. No recuerdo exactamente

    lo que dijeron, slo s que yo actu con frialdad y les expliqu que seequivocaban si pensaban llamar a la polica, pues esto no hara sinoperjudicar a su marido. Porque desde ese momento yo saba exactamente

    dnde estaban mi cadena y mi abrigo y estaran en mi poderantes de que la polica llegara... En aquella habitacin no vi ningn sitiodonde pudiera estar la cadena, y entr en otra. Haba pocos muebles

    aparte de una cama de matrimonio y un bal de madera en el rincnms apartado de la cama. Dije, Bien, mi cadena est en el fondode aquel bal, bajo la ropa; voy a cogerla.... Me arrodill y afortunadamente

    el bal estaba abierto. Al ir sacando la ropa, iba acercndomea mi cadena. La at inmediatamente a mi reloj y mientras lo haca medi cuenta de que la segunda mujer (que no llevaba sombrero) haba

    desaparecido, a pesar del enorme inters que haba puesto al principioen mi manera de proceder. Ahora dije, tan slo me falta encontrarmi abrigo... La mujer mene los brazos de izquierda a derecha y

    dijo, Le invito a registrar toda la casa. Yo le contest, estoy en deudacon usted, seora, por este tan extraordinario cambio de tono queha experimentado desde que empec a hurgar en el bal y con ello me

    convence de que el abrigo no est aqu.... As pues, sal del piso y entoncesme di cuenta de que haba otra vivienda en el mismo rellano.

    Aunque no puedo recordarlo con exactitud, creo que estaba convencidode que la desaparicin de la otra mujer estaba relacionada

    con la visible complacencia de que yo buscara el abrigo en el piso del

    que haba salido. Ciertamente pensaba que la otra mujer no viva lejosde all. As pues, me dispuse a llamar a la puerta de enfrente. Dos jvenes

    amarillas, o amarillentas, me abrieron. Mir por encima de sushombros y vi un reservado, bastante respetable, con un hermoso piano.Y encima del piano haba un paquete bien hecho, con la medida

    exacta y forma justa para contener [29] mi abrigo. Le dije, he llamadoa la puerta porque aqu hay un paquete que me pertenece; oh s, ya loveo; slo pretendo cogerlo. De esta manera, cortsmente, las apart

    para poder entrar, cog el paquete, lo abr, encontr mi abrigo y me lopuse. Baj a la calle, y llegu hasta donde estaba mi detective aproximadamente

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    quince segundos antes de que mis veinte minutos hubieran

    transcurrido.4

    El considerable aplomo de Peirce adquiere encantadora expresin

    en una carta que envi al superintendente C. P. Patterson, de la CoastSurvey, el mismo da, un poco ms tarde:

    Debo decirle que al llegar aqu el pasado sbado me robaron el reloj,

    propiedad de la Survey... Al instante me puse manos a la obra para encontrarloy, felizmente, esta tarde lo he recuperado. Espero fervientemente

    capturar al ladrn maana por la maana antes de las siete...

    Al da siguiente, 25 de junio, Peirce escribi al superintendente Patterson:Los dos negros que robaron el reloj han sido llamados a juicio,

    hoy. Se ha recuperado todo. El ladrn es el mismo hombre del quesospechaba a pesar de la opinin contraria del detective.

    Como resalt mucho ms tarde en una carta a su amigo y discpuloWilliam James (18421910), filsofo y siclogo en Harvard, este episodiosirvi para ilustrar la teora de por qu esta gente conjetura

    En cuanto a su omnipresencia,Peirce escribe: [30]

    acertadamente tan a menudo. Este singular instinto a conjeturar5 ola inclinacin a abrigar una hiptesis, ms comnmente llamada por

    Peirce abduccin6 o retroduccin, se describe como una peculiarensalada... cuyos principales ingredientes son su falta de fundamento,su omnipresencia y su valiosa confianza.7

    En esta maravillosa maana de primavera veo a travs de la ventanauna azalea en plena floracin. No, no!, esto no es lo que veo; pero esde la nica manera que puedo describir lo que veo. Esto es una proposicin,

    una frase, un hecho. Pero lo que percibo no es una proposicin,ni una frase, ni un hecho sino slo una imagen que hago inteligible, enparte, mediante una declaracin sobre el hecho. Esta declaracin es

    abstracta, pero lo que veo es concreto. Hago una abduccin siempreque expreso en una frase lo que veo. La verdad es que la fbrica denuestro conocimiento, en su totalidad, es un espeso filtro de pura

    hiptesis confirmada y limada por la induccin. El conocimiento nopuede dar ni el ms pequeo paso adelante con slo la observacin,debe hacer a cada momento abducciones.8

    As, cualquier nuevo conocimiento depende de la formacin de unahiptesis; sin duda alguna, al principio no parece haber, en absoluto,

    espacio para la cuestin que le da soporte, puesto que de un hechoactual slo se infiere un puedeser (puedeser y puede noser). Peroexiste una tendencia hacia el lado afirmativo y la frecuencia con que

    esto deja de ser un hecho actual es... la ms sorprendente, casi, de lasmaravillas del universo.9 Si comparamos nuestra capacidad deabduccin con las facultades musicales y aeronuticas de un pjaro,

    podemos afirmar que aqulla es para nosotros como stas para ellos, el

    ms alto de nuestros poderes simplemente intuitivos.10 Peirce dice

    que la retroduccin aumenta las posibilidades de que exista suficienteafinidad entre la mente del razonador y la naturaleza sobre la que seconjetura de manera no totalmente intil, considerando que cada

    conjetura se restringe al compararse con la observacin.11

    En otra parte, Peirce sostena que la habilidad de un polluelo recinsalido del cascarn para picotear la comida, eligiendo la manera depicotear, y pico[31]teando lo que se propone picotear, aunque norazona porque no acta intencionadamente, es desde todos los

    puntos de vista excepto ese... exactamente como una inferencia abductiva, y, ms adelante, hace remontar las ciencias fsicas y sociales a losinstintos animales para conseguir comida y reproducirse, respectivamente.

    12 La retroduccin es un tipo de comportamiento instintivo, dosejemplos clsicos del cual son la migracin de los petirrojos y lascolmenas de las abejas. Peirce denominaba il lume naturale al comportamiento

    aparentemente inteligente de los animales menos evolucionadosy lo consideraba indispensable para la retroduccin.13 Peirce

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    trat del instinto racional, animal y vegetal. Como Maryann Ayim

    apunta,14 todos los niveles de la actividad instintiva comparten esterasgo diferenciador la actividad atiende a la supervivencia y bienestarde las especies como conjuntos, permitiendo a los miembros de

    stas reaccionar apropiadamente ante las condiciones ambientales.Esta afirmacin es vlida para el hombre cientfico.

    Hoy en da, en la opinin popular del mundo victoriano, el hombre

    cientfico se identifica, antes que con cualquier otro, con SherlockHolmes, el primero que puso en prctica el mtodo de la deteccin del

    crimen cientfico y el inventor de la celebrada Ciencia de la deducciny el anlisis. Refirindose a Holmes, Norwood Russell Hanson hizouna interesante observacin: A menudo, la fuerza del comentario de

    Holmes elemental, querido Watson [sic]15 significa que el razonamientoen cuestin proviene de lo aceptado previamente a lo que sepoda esperar. Pero, precisamente por eso los cientficos y matemticos

    argumentan a partir del final para llegar al principio de la pgina.16Esta es una de las cosas que Peirce identificaba con la retroduccin. Se[32] parte de una anomala inesperada para ir hacia un grupo de

    premisas, la mayor parte de las cuales son ya aceptadas.

    Un objeto determinado presenta una extraordinaria combinacin decaractersticas de las que deberamos obtener una explicacin. El queexista alguna explicacin sobre ellas es pura suposicin; y si existe, no

    es sino un hecho oculto. Adems, acaso exista un milln de posibilidadesdiferentes de explicarlas, a no ser que todas ellas sean, desgraciadamente,falsas. En las calles de Nueva York se encuentra un hombreapualado por la espalda. El jefe de polica puede abrir la gua telefnica,

    sealar un nombre cualquiera y suponer que aqul es el delasesino. Hasta qu punto tal conjetura tendra valor? Pero el nmerode nombres de la gua no se aproxima a la multitud de posibles leyes

    de atraccin que podra haber tenido en cuenta Kepler para su ley delmovimiento planetario y, adelantndose a la verificacin por las prediccionesde las perturbaciones, etc., lo habran tenido en cuenta para

    perfeccionarlo. Newton, ustedes lo saben, supuso que la ley deba serslo una. Pero qu es esto sino una acumulacin de conjeturas? Seguramente,en la naturaleza hay, con mucha diferencia, ms fenmenos

    complejos que simples... No hay mayor justificacin para plantear[una abduccin] que una interrogacin.17

    Abduccin, es decir, retroduccin nombre simple, segn confiesael propio Peirce es, de acuerdo con una de las formulaciones ms

    tardas de ste, quien parece debe mucho al filsofo britnico GeorgeBerkeley (16851753), un medio de comunicacin entre el hombre y suCreador, un privilegio divino que debe cultivarse.18 Para Peirce, de

    acuerdo con la doctrina de los cambios, sera prcticamente imposiblepara alguien adivinar, por pura casualidad, la causa de un fenmeno,y por tanto supone que no puede existir ninguna causa razonable para

    el hecho de que la mente humana, habindose desa[33]rrollado bajola influencia de las leyes de la naturaleza, piense algo que est fuera delas normas de la naturaleza.19 Es evidente escribe, que si el

    hombre no poseyera una luz interior tendente a conjeturar... demasiadoa menudo acertadamente (por lo que no puede pensarse en el azar),hace tiempo que la raza humana habra sido extinguida de la faz de la

    tierra por su incapacidad en la lucha por la existencia...20

    Adems del principio segn el cual la mente humana, como resultadode procesos evolutivos naturales, est predispuesta a conjeturaracertadamente sobre el mundo, Peirce propone otro principio conjeturalpara explicar parcialmente el fenmeno de hacer conjeturas, a

    saber, que a menudo, de las deducciones extraemos fuertes indicacionesde la verdad, sin que podamos especificar qu circunstanciasobservadas nos llevaron a tales indicaciones.21 Volviendo a la historia

    del reloj perdido, Peirce era incapaz de determinar conscientementequ camarero de la Fall River era el culpable. Durante su breve entre-

    Peirce describe laformacin de una hiptesis como un acto de penetracin, de sugestin

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    abductiva que se nos acerca como un relmpago. La nica

    diferencia entre un juicio perceptivo y una deduccin abductiva es queel primero no est sujeto al anlisis lgico, al contrario que la ltima.vista con cada uno de ellos se mantuvo, como pudo, en un estado

    pasivo y receptivo22 y tan slo cuando tuvo que formular lo quepareca una conjetura ciega se dio cuenta de que, de hecho, el ladrnhaba dejado algunas pistas inconscientemente y de que l mismo

    haba percibido las seales reveladoras, habiendo hecho, inconscientemente,

    una discriminacin y habindolo reconocido como un juicioreal aunque ciertamente era una discriminacin genuina.23 Los

    procesos mediante los que nos formamos ideas sobre el mundo dependen,segn la concepcin de Peirce, de los juicios de la percepcin, quecontienen tales elementos generales que las proposiciones universalespueden deducirse de ellos. Basado en su trabajo experimental de

    sicologa de la percepcin, [34] dirigido en Johns Hopkins Universitycon el siclogo Joseph Jastrow (18631944), por aquel entonces alumnosuyo,24 Peirce mantena que estos juicios perceptivos son el resultado

    de un proceso, aunque de un proceso no suficientemente conscientecomo para ser controlado, o, para decirlo con ms precisin, nocontrolable y por tanto no totalmente consciente.25 Los distintos

    elementos de una hiptesis estn en nuestra mente antes de queseamos conscientes de haberla formulado, pero es el hecho de ensamblarlo que antes nunca habamos soado ensamblar, lo que enciendela sugestin antes de nuestra contemplacin.2627

    La deduccin abductiva se confunde con el juicio perceptivo sin ningunalnea de separacin delimitada entre ellos; o, en otras palabras,nuestras primeras premisas, los juicios perceptivos, deben entenderse

    como un caso extremo de deducciones abductivas, de las que difierenpor estar absolutamente ms all de la crtica.28

    En relacin con el mtodo cientfico, la abduccin es, segn Peirce,meramente preparatoria, o el primer paso del razonador cientfico.29 Los otros tipos fundamentalmente diferentes de razonamiento

    en la ciencia son la deduccin y la induccin.30 En resumen, la adopcinde una hiptesis o una proposicin que pueda llevar a la prediccinde que parecen ser hechos sorprendentes se llama abduccin. El

    camino por el que se trazan los probables y necesarios resultadosexperimentales de nuestra [35] hiptesis se llama deduccin. Induccines el nombre que Peirce da a la prueba experimental de la hiptesis.

    Peirce tambin llama a la abduccin Argumento original ya que

    es, de las tres formas de razonamiento, el nico tipo de argumentocon el que surge una idea nueva,31 y, en realidad, su nica justificacines que si alguna vez queremos entender totalmente las cosas, debe

    ser a partir de l.32 De igual manera, la deduccin y la induccinnunca pueden aportar la ms mnima informacin a los datos de lapercepcin ; y... las meras percepciones no constituyen ningn conocimiento

    aplicable a ningn uso prctico o terico. Lo que hace que elconocimiento se presente por la va de la abduccin.33

    La abduccin es un instinto que se apoya en la percepcin inconscientede conexiones entre aspectos del mundo, o, en otros trminos,

    comunicacin subliminal de mensajes. Tambin aparece asociada o,mejor dicho, produce, segn Peirce, un cierto tipo de emocin, que lo

    diferencia tanto de la induccin como de la deduccin.

    La hiptesis viene a cambiar una complicada maraa de predicadossobre un tema por una concepcin simple. En un momento, se da una

    sensacin peculiar unida al acto de pensar en la que cada uno de lospredicados estn implicados en el tema. En una inferencia hipottica,esta sensacin compleja tan frecuente es reemplazada por una nica

    sensacin de mayor intensidad, que pertenece al acto de formular laconclusin hipottica. Ahora bien, cuando nuestro sistema nerviosoest excitado de manera compleja, existiendo relacin entre los diferentes

    elementos de la excitacin, el resultado es una nica perturbacinarmoniosa que se llama emocin. De este modo, los sonidos varios

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    que emiten los instrumentos de una orquesta afectan al odo, y el

    resultado es una peculiar emocin musical, bien distinta de los propiossonidos. Esta emocin es esencialmen[34]te la misma que seproduce en una inferencia hipottica, y cada inferencia hipottica supone

    la formacin de tal emocin. Sin embargo, podemos decir que lahiptesis aporta el elemento sensual de pensamiento, y la induccin elelemento habitual.34

    De ah, la sensacin de una cierta confianza y conviccin de exactitudque Peirce relaciona con su trabajo como detective.

    [39]

    2. Sherlock Holmes Centro de semitica

    La explicacin que da Peirce del mtodo con el que recuper su relojrobado se parece sorprendentemente a las descripciones que el doctor

    Watson hace de Sherlock Holmes cuando acta, aunque no hayaningn indicio directo, que sepamos, de que Peirce hubiera ledoalguno de los relatos sobre Holmes, ni de que hubiera conocido a Sir

    Arthur Conan Doyle. Es probable, sin embargo, que Peirce hubieraodo algo, al menos, sobre los primeros relatos de Holmes. A Study inScarlet* fue publicado en Nueva York por Ward, Lock en 1888, y en1890 The Sign of Four** apareci en Lippincotts Magazine, principalcompetidor de Atlantic Monthly, que sabemos que Peirce haba ledo.

    Adems, Doy le estaba ya de moda en los Estados Unidos hacia 1894,cuando los escritores famosos pasaban en aquel pas dos meses dandouna serie de conferencias y visitando a sus colegas americanos. Peircehaba crecido tanto junto a escritores y artistas cuanto a hombres de

    ciencia. En una carta del 31 de enero de 1908 escribi: [40]

    Mi padre era un hombre liberal, ramos amigos ntimos de literatos.

    William Story, el escultor, Longfellow, James Lowell, Charles Norton,Wendell Holmes, y de vez en cuando Emerson, aparecen entre misprimeros recuerdos.35

    Peirce, ya adulto, est al tanto de la literatura contempornea puestoque menciona con frecuencia, en sus reseas en The Nation,36 tanto a

    * Estudio en escarlata. [T.]

    ** El signo de los cuatro. [T.]

    autores europeos como americanos de su tiempo. Edgar Allan Poe

    (18091849), adems, parece haber sido uno de sus autores favoritos.37

    Peirce, a juzgar por sus referencias a The Murders in the Ru Morgue***

    de Poe, era aficionado a las narraciones policacas. Por supuesto,se suele reconocer que Sherlock Holmes est, en parte, basado en elDupin de Poe,38 pero J. L. Hitchings, en su artculo sobre Holmes como

    lgico, apunta certeramente que a diferencia de Dupin, hijo delingenio de un matemtico y un poeta, Sherlock Holmes, incluso en sumomento ms terico, es el descendiente del talento de un mdico,

    tiene siempre los pies firmemente en el suelo.39 Adems de su especializadaeducacin mdica, Arthur Conan Doyle se siente absorbido porel entusiasmo general que la ciencia despierta en la Inglaterra de su

    tiempo. Hacia la mitad del siglo XIX, la ciencia haba llegado a ser unaparte esencial, a todos los niveles, del pensamiento ingls y en general,

    exista una corriente dominante de racionalismo positivista.40 Elmismo Conan Doyle nos informa de que debe recordarse que stoseran los aos en que Huxiey, Tyndall, Darwin, Herbert Spencer y JohnStuart Mill eran nuestros principales filsofos, y que incluso el hombre

    de la calle sinti la fuerte corriente arrolladora de su pensamiento....41[42]

    Hitchings compara explcitamente la lgica de Holmes con la deMill: el mtodo habitual (de Holmes) para resolver estos problemasdifciles es su propia versin ampliada del mtodo de los residuos de

    Mili.42 Hitchings se equivoca, sin embargo, cuando seala que lamayora de los razonamientos de Holmes son casuales, citando la

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    *** Los crmenes de la calle Morgue. [T.]

    observacin del propio detective: el razonamiento de efecto a causa es

    menos frecuente y por tanto ms difcil que el de causa a efecto.43

    En la saga de Sherlock Holmes hay frecuentes referencias al detective

    como sabueso, particularmente en A Study in Scarlet, The Dancing

    Men, The BrucePartington Plans y The Devils Foot. Por ejemplo, enThe Boscombe Valley Mystery**** Watson escribe :

    Cuando estaba lanzado por una pista fresca todava, como aqulla,Sherlock Holmes se transformaba. Difcilmente le habran reconocidoquienes nicamente conocan al sosegado pensador y hombre lgico

    de Baker Street. Su rostro se acaloraba y ensombreca. Contraa las cejashasta dibujar con ellas dos lneas duras y negras, por debajo de lascuales centelleaban sus ojos con destellos acerados. Inclinaba la cara

    hacia el suelo, encorvaba los hombros, apretaba los labios y las venasde su cuello, largo y fornido, sobresalan como cuerdas de ltigo. Lasventanillas de su nariz parecan dilatarse con un deseo de caza puramente

    animal, y su inteligencia se concentraba tan de lleno en el problemaque tena delante, que cualquier pregunta u observacin que sele hiciera resbalaba en sus odos, o, a lo sumo, originaba como respuestaun gruido impaciente.

    Refirindose a este pasaje. Pierre Nordon comenta: aqu vemos aun hombre transformado, rpida[43]mente, ante nuestros propiosojos, en un sabueso, incluso parece casi haber perdido el habla, limitndosea emitir sonidos44 y, atendiendo a su instinto, a poderes no

    verbales de percepcin y abduccin.

    **** Misterio del valle de Boscombe. [T.]

    Es mediante su intuicin como Holmes puede formular sus hiptesis,aunque tiende a subsumir tanto el proceso perceptivo como el

    hipottico bajo el trmino de Observacin, como en el siguientepasaje del captulo titulado The Science of Deduction en The Sign ofFour, donde Holmes y Watson discuten sobre un detective francs

    llamado Franois le Villard:

    [Holmes]: posee dos de las tres cualidades necesarias para ser un detective

    ideal. Tiene poder de observacin y deduccin. Carece slo deconocimiento...

    [Watson]: ... pero usted habl hace un momento de la observacin ydeduccin. Seguramente una implica, hasta cierto punto, a la otra.

    [Holmes]: Por qu?, difcilmente... Por ejemplo, la observacin medemuestra que ha estado usted en la oficina de correos de WigmoreStreet esta maana y la deduccin me permite saber que una vez all

    envi un telegrama.

    [Watson]: Correcto!... pero confieso que no entiendo cmo ha llegado

    hasta aqu.

    [Holmes]: Es muy sencillo... es tan absurdamente sencillo que cualquier

    explicacin es superfina; y ya puede servir para definir los lmitesde la observacin y de la deduccin. La observacin me informa de

    que tiene usted una mancha un poco rojiza en el empeine del pie.Exactamente enfrente de la oficina de Wigmore Street han levantadoel pavimento y echado tierra, que se encuentra en el camino de talmanera que es difcil evitar pisarla al entrar. La tierra tiene un peculiar

    tinte rojizo que no se encuentra, que yo sepa, en ninguna otra partedel vecindario. Esto es observacin, el resto deduccin.

    [Watson]: As pues, cmo logr deducir lo del telegrama?

    [Holmes]: Porque, desde luego saba que no haba [44] escrito ninguna

    carta, ya que estuve sentado frente a usted toda la maana. Adems,en su mesa de despacho abierta, all, veo que tiene una hoja de sellos y

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    un grueso haz de postales. As pues, para qu entr en la oficina de

    correos sino para enviar un telegrama? Elimine todos los otros factoresy el que queda debe de ser la verdad.

    Luego, Watson obsequia a Holmes con una empresa incluso msdifcil y, cuando el detective se luce otra vez, le pide que explique elproceso de su razonamiento. Ah replica Holmes, es buena suerte.

    Slo puedo decirle cules eran las posibilidades. No esperaba ser tan

    exacto. Cuando Watson pregunta: eran meras conjeturas?, Holmescontesta no, no, nunca hago conjeturas; es un hbito peligroso para la

    facultad lgica y atribuye la sorpresa de su compaero a que no siguela sucesin de mi pensamiento, ni observa los pequeos hechos de losque pueden depender las grandes inferencias.

    A pesar de tales negaciones, los poderes de observacin de Holmes,su extraordinario genio para la minuciosidad, tal como Watson lodefine, y los de deduccin estn basados, en la mayora de los casos, en

    una complicada serie de lo que Peirce habra llamado conjeturas. En elcaso anterior, por ejemplo, Holmes slo puede aducir que habaprobabilidad de que Watson entrara realmente en la oficina de correos,

    a que slo paseara frente a ella. Adems, Watson pudo haber entradoen la oficina de correos, slo para arreglar algunos asuntos, paraencontrarse con un amigo, etc.

    Que Holmes est convencido de la importancia de estudiar los detalles

    para llevar a buen trmino una investigacin se ve en el siguientepasaje de A case of Identity: [45]

    Me pareci que observaba usted en ella muchas cosas que eran

    completamente invisibles para m le hice notar.

    Invisibles, no, Watson, sino inobservadas. Usted no supo dnde mirar,

    y por eso se le pas por alto lo importante. No consigo convencerlede la importancia de las mangas, de lo sugerentes que son las uasde los pulgares, de los problemas que se solucionan por un cordn de

    los zapatos. Vamos a ver: qu dedujo usted del aspecto exterior de esamujer? Descrbamelo.

    Bien, llevaba un sombrero de paja, de alas anchas y de color pizarra,con una pluma de color rojo ladrillo. Su chaqueta era negra, adornadacon abalorios negros con una orla de pequeas cuentas de azabache.

    El vestido era de color castao, algo ms oscuro que el caf, con unapequea tira de felpa purprea en el cuello y en las mangas. Sus guantestiraban a grises, completamente gastados en el dedo ndice de la

    mano derecha. No prest atencin a sus botas. Ella es pequea, rechoncha,con aretes de oro en las orejas y un aspecto general de personaque vive bastante bien, pero de manera vulgar, cmoda y sin

    preocupaciones.

    Sherlock Holmes palme suavemente con ambas manos y se ri por lo

    bajo.

    Por mi vida, Watson, que est usted haciendo grandes progresos. Lo

    ha hecho usted pero que muy bien. Es cierto que se le ha pasado poralto todo lo importante, pero ha dado usted con el mtodo y posee

    una visin rpida del color. Nunca confe en las impresiones generales,amigo, concntrese en los detalles. Lo primero que miro de una

    mujer son las mangas. En el hombre, quiz, tenga ms importancia larodillera del pantaln. Segn ha podido usted advertir, esta mujer lucafelpa en las mangas, y la felpa es un material muy til para descubrirrastros. La doble lnea, un poco ms arriba de la mueca, en el sitio

    donde la mecangrafa hace presin contra la mesa, estaba perfectamentemarcada. Las mquinas de coser movidas a mano dejan unaseal similar, pero slo sobre el brazo izquierdo y en la parte ms delgada

    del dedo pulgar, en vez de marcarla cruzando la parte ms ancha,como la tena sta. Seguidamente, mir su cara, y descubr enambos lados de la nariz la seal de unas [46] gafas de pinza, todo lo

    cual me permiti aventurar mi observacin sobre la cortedad de vistay la escritura, lo que pareci sorprender a la joven.

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    Tambin a m me sorprendi.

    Sin embargo, saltaba a la vista. Me sorprendi mucho, tras esto, y

    me interes, al mirar hacia abajo, el observar que, a pesar de que lasbotas no eran de distinto nmero, s que estaban desparejadas y amedio abrochar; no significa gran cosa el deducir que sali con mucha

    prisa.

    Y qu ms? le pregunt.

    Advert, de pasada, que haba escrito una carta antes de salir de casa,pero cuando estaba ya totalmente vestida. Usted se dio cuenta deque el dedo ndice de la mano derecha de su guante estaba roto, pero

    no se fij, por lo visto, en que tanto el guante como el dedo estabanmanchados de tinta violeta. Haba escrito con mucha prisa, y habametido demasiado la pluma en el tintero. Esto debi de ocurrir esta

    maana, pues de lo contrario la mancha de tinta no estara fresca en eldedo. Todo esto resulta divertido, aunque sea elemental, Watson.

    Sherlock Holmes tiene tanto xito en sus descubrimientos no porqueno haga nunca conjeturas sino por lo bien que las hace. De hecho,sigue, inconscientemente, el consejo de Peirce para elegir la mejorhiptesis.45 Tengo una vieja mxima declara Holmes, cuando seha excluido lo imposible, lo que queda, aunque improbable, tiene que

    ser la verdad (The Beryl Coronet; vase The Sign of Four, The BlanchedSoldier, The BrucePartington Plans). Era la misma mxima dePeirce: los hechos no pueden explicarse por una hiptesis ms extraordinariaque ellos mismos; y, de varias hiptesis, debe adoptarse la

    menos extraordinaria.46 Parafraseando la discusin de Peirce podramosdecir que la mejor hiptesis es la ms simple y natural, la ms fcily sencilla de probar, y, a pesar de esto, es la que contribuir a la

    comprensin del ms amplio grupo posible de he[47]chos. En elepisodio de la oficina de correos, las conjeturas que hace Holmes de losactos de Watson eran las ms razonables en aquellas circunstancias.

    Adems, le permiten con el mnimo bagaje lgico, alcanzar un puntodesde el cual, tras ulteriores observaciones, poder probar algunas de

    las predicciones extradas de su hiptesis y de esta manera reducir elgrupo de conclusiones posibles. En otras palabras, Holmes no sloelige las hiptesis ms sencillas y naturales sino que adems desmenuza

    una hiptesis en sus ms pequeos componentes lgicos yarriesga, cada vez, slo uno de ellos; el procedimiento posterior es loque Peirce describe como el secreto del juego de las veinte preguntas

    .47 Partiendo de la hiptesis de que Watson entr en la oficina de

    correos para tramitar algn asunto postal, Holmes deduce (en el

    sentido que Peirce da al trmino) que tal gestin podra consistir enenviar una carta, o comprar sellos y/o postales, o enviar un telegrama.Entonces, examina sistemticamente cada una de estas posibilidades y

    llega pronto a lo que resulta ser la correcta. Cuando son posibles variasexplicaciones se examina prueba tras prueba hasta que una de ellas essuficientemente convincente. (The Blanched Soldier.)

    Uno de nosotros48 ha discutido las reflexiones de Peirce sobre lasconjeturas en el contexto de algunos juegos infantiles, por una parte, y

    en ciertas ilusiones escnicas, por otra. El juego de las veinte preguntases el equivalente verbal exacto del juego caliente y fro, en el que el

    componente verbal es mnimo. El componente no verbal, emitidoinconscientemente, conduce al actor al objeto buscado en ciertos tiposde actos mgicos, donde las pistas verbales estn excluidas por completo.Esta comunicacin no verbal, o feedback, tambin explica

    fenmenos apa[48]rentemente tan ocultos como el movimiento deuna tabla Ouija y la escritura automtica, y es la base de varios tipos deactos mentales, conocidos en el mundo de la magia de distinta forma,

    como escritura muscular o lectura de la mente. El espectadorpiensa que el mago lo est guiando, pero, de hecho, el ejecutantepermite que el espectador le gue con inconscientes tensiones musculares.

    49 Los mejores mentalistas pueden encontrar lo que estnbuscando con tan slo observar las reacciones de los espectadores de

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    una habitacin.50

    Tal como ya hemos apuntado, Peirce sostena que una hiptesisdebe considerarse siempre como una pregunta, y, mientras todo

    conocimiento nuevo proviene de conjeturas, stas son intiles si no seprueban en la investigacin. Holmes, tambin, hace notar a Watson en

    The Spekied Band cuan peligroso es siempre razonar con datos

    insuficientes. El detective tambin est de acuerdo con Peirce51 en quelos prejuicios, o hiptesis que nos resistimos a someter a la prueba de

    la induccin, son el principal obstculo con el qu topa el razonamientocorrecto. Holmes, por ejemplo, anota insisto en no tener nuncaprejuicios (The Rigate Puzzle; vase The Abbey Grange, The NavalTreaty). La admiracin que siente Peirce por las grandes figuras de la

    historia cientfica, tales como Kepler, procede precisamente de suextremada capacidad para mantener la cadena conjeturapruebaconjetura.

    Justo en este punto, sobre el mantenimiento de la objetividad en loshechos de un caso, tanto Holmes como Peirce en la historia que abre

    este libro, se encuentran enemistados con los policas, o, en el caso dePeirce, con los detectives de la agencia Pinkerton.52 En El misterio delvalle de Boscombe, por ejemplo, Holmes intenta dar algunas pistas aldetective [49] de Scotland Yard, el inspector Lestrade, quien, comosiempre, no es capaz de ver la relacin entre los detalles descubiertos

    por Holmes y el crimen que se est investigando. Cuando replica nopuedo sino seguir escptico, Holmes contesta tranquilamente: Apliqueusted su propio mtodo, que yo aplicar el mo. Ms tarde,Holmes describe esta conversacin a Watson tal como sigue:

    Mediante el examen del terreno, consegu los insignificantesdetalles sobre la personalidad del criminal y se los comuniqu al

    imbcil de Lestrade.

    Y cmo los obtuvo?

    Ya conoce usted mi mtodo, que se basa en la observacin de lospequeos detalles.

    Lo que tan a menudo extrava a la polica en los relatos de Holmes esque, al principio de la investigacin de un crimen, tienden a adoptar la

    hiptesis ms probable para explicar unos pocos hechos sobresalientes,ignorando los pequeos detalles y rehusando despus tener en cuentadatos que no apoyan la posicin que ha tomado. No hay nada ms

    engaoso que un hecho obvio, dice Holmes en El misterio del valleBoscombe. La polica tambin comete la gran equivocacin deteorizar antes de tener evidencias (Un estudio en escarlata). El resultado

    es que, inconscientemente, empiezan a retorcer los hechos paraque se adecen a la teora, en lugar de retorcer las teoras para que seadecen a los hechos (Un escndalo en Bohemia). La mutua desconfianza

    que crea esta diferencia esencial en los mtodos empleadosimpregna las historias de Holmes. En The Roigate Puzzle, Watsonseala a un oficial del pas, el inspector Forrester, he visto que, por lo

    general, hay mtodo en su locura, a lo que el inspector replica :alguien podra decir que hay locura en su mtodo.53 [50]

    No somos los primeros en apuntar la importancia de las conjeturasen el mtodo de investigacin de Sherlock Holmes. Rgis Messac, por

    ejemplo, hablando de la interpretacin hecha por Holmes de la mentede Watson en The Cardboard Box (obsrvese que la escena aparece casiidntica en algunas de las ediciones de The Resident Patient) anota quehay un milln de cosas que Watson podra estar pensando mientras

    mira el retrato del general Gordon o el de Henry Ward Beecher, y que

    Holmes, de hecho, est conjeturando.54 Messac est en lo cierto cuando

    seala que, aunque Holmes admite ocasionalmente que una especie deinstinto para las conjeturas est implcito en su trabajo (por ejemplo,admite, en Un estudio en escarlata que sus curiosas dotes de instinto y

    observacin son debidas a una especie de intuicin, un sentimiento,repite en El signo de los cuatro y en The Problem of Thor Bridge), l

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    siempre afirma la realidad de la deduccin.55 Messac arguye

    tambin que las deducciones de Holmes no son, en absoluto, ni verdaderasdeducciones, ni inducciones propiamente dichas, sino que msbien los razonamientos estn basados en un hecho particular y conducen,

    por medio de circunvalaciones ms o menos complejas, a otrohecho particular.56 Y Nordon concluye diciendo que debe decirse queen la prctica [Holmes] obtiene resultados mucho ms concluyentes de

    la observacin que de los procedimientos lgicos.57

    Marcello Truzzi,58 en un minucioso artculo sobre el mtodo de

    Holmes, se adelant a nuestro presente trabajo al apuntar las similitudesentre las tan famosas deducciones del detective, o inducciones, ylas abducciones de Peirce, o conjeturas. De acuerdo con el sistemalgico de Peirce, adems, las observaciones de Holmes son, por s

    mismas, una forma [51] de abduccin, y sta es un tipo tan legtimo deinferencia lgica como la induccin y la deduccin.59 De hecho, Peircemantiene que:

    Nada ha contribuido tanto a proporcionar ideas caticas o errneas dela lgica de la ciencia como el fracaso al distinguir, en su esencia, las

    diferentes caractersticas de los distintos elementos del razonar cientfico;y una de las confusiones ms comunes consiste en concebir la

    abduccin e induccin, tomadas juntas (a menudo confundidas tambincon la deduccin), como un solo argumento.60

    Peirce admite que l mismo, en casi todo lo que public antes deprincipios de este siglo... confundi, en alguna medida, la hiptesis conla induccin,61y rastrea la confusin de estos dos tipos de

    razonamiento en la concepcin de la inferencia demasiado estrecha yformalista de los lgicos (como formular, necesariamente, juicios desus premisas).62

    La abduccin e induccin, evidentemente, llevan a la aceptacin deuna hiptesis, ya que los hechos observados son tal como se produciran

    necesaria o probablemente como consecuencia de aquella hiptesis. Pero:

    La abduccin parte de los hechos sin, al principio, tener ninguna teoraparticular a la vista, aunque est motivada por la idea de que senecesita una teora para explicar los hechos sorprendentes. La induccin

    parte de una hiptesis que parece aconsejarse sin, al principio,tener ningn hecho particular a la vista, aunque necesita de los hechospara sostener la teora. La abduccin persigue una teora. La induccin

    anda buscando los hechos. En la abduccin la consideracin delos hechos sugiere la hiptesis. En la induccin el estudio de la hiptesissugiere los experimentos que sacarn a la luz los verdaderos

    hechos a los que la hiptesis ha apuntado.63 [52]

    Tomando un ejemplo que podra haber sido sacado de uno de los

    casos de Holmes, Peirce nos ofrece la siguiente prueba de la diferenciaentre estos dos tipos de razonamiento:Cierto escrito annimo est sobre un pedazo de papel rasgado. Se sospecha

    que el autor es cierto individuo. Se registra su despacho, al queslo l ha tenido acceso, y en l se encuentra un pedazo de papel, elpedazo exacto al que se acopla, en todas sus irregularidades, aquel papel

    en cuestin. El hecho de deducir que el sospechoso, de hecho, erael autor, es una inferencia hipottica justa. La base de esta inferencia

    es, evidentemente, que sera extremadamente improbable que los dospedazos de papel coincidieran por casualidad. No obstante, de un elevadonmero de inferencias de este tipo, excepto una pequea proporcin,seran engaosas. La analoga entre la hiptesis y la induccin

    es tan fuerte que algunos lgicos las han confundido. A la hiptesisse le ha llamado induccin de caracteres. Una cantidad de caracteresque pertenecen a cierta clase se encuentran en cierto objeto; de

    donde se deduce que todos los caracteres de esta clase pertenecen alobjeto en cuestin. Ciertamente, esto implica el mismo principio quela induccin; ya de forma diferente. En primer lugar, los caracteres no

    son susceptibles de ser enumerados simplemente como los objetos; ensegundo lugar, los caracteres se clasifican por categoras. Cuando

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    formamos una hiptesis como la del pedazo de papel, examinamos solamente

    una lnea de los caracteres, o tal vez dos o tres, y no tomamosninguna muestra de las otras. Si la hiptesis no fuera sino una induccin,todo lo que podra justificarse al concluir, en el ejemplo anterior,

    sera que los dos pedazos de papel que se acoplan con irregularidadestales como las examinadas podra considerarse que se acoplan enotras, digamos insignificantes irregularidades. El inferir la procedencia

    del papel por su forma es, precisamente, lo que distingue la hiptesis

    de la induccin y la convierte en un paso ms atrevido y peligroso.64 [53]

    Holmes reconoce indirectamente que la hiptesis es de naturalezams peligrosa cuando defiende el uso de la imaginacin (The RetiredColourman, Silver Blaze), intuicin (El signo de los cuatro) y especulacin

    (The Hound of the Baskervilles). Uno debe querer imaginarlo que pasa y actuar sobre tal suposicin, y esto le llevar a la regindonde sopesamos las probabilidades y elegimos la ms probable. (The

    Hound of the Baskervilles.)

    Holmes es conocido por sus oscilaciones entre la firmeza casi frentica

    del sabueso en el rastreo de su presa, y una especie de sueoletrgico, una combinacin que John G. Cawelti llama vitalizacinestereotipo,65 una imaginativa sntesis de la figura tipo I.I. Revzin loapod fusin, con una referencia especfica a la ficcin detectivesca.66 El legado, en este contexto, deriva sin duda del ambiguo Dupin de

    Poe. Watson apunta, en el siguiente pasaje de The RedHeaded League,que esta ltima actividad es tambin importante para las averiguacionesde Holmes:

    Mi amigo era un msico entusiasta, siendo l mismo no slo un msicomuy hbil sino tambin un compositor de no poco mrito. Estuvotoda la tarde sentado en la butaca, arropado por la ms perfecta felicidad,

    moviendo lentamente sus largos y delgados dedos siguiendo elritmo de la msica, mientras su dulce cara sonriente y su mirada lnguiday soadora eran absolutamente distintas a las de Holmes, el detective

    sabueso, Holmes el implacable, el de mente aguda, el agentecriminal siempre preparado; eran tan distintas como pueda imaginarse.La naturaleza dual de su carcter singular se justificaba a s misma

    alternativamente, y su extremada precisin y astucia representaban,tal como he pensado en alguna ocasin, una reaccin contra la mane-

    ra de ser potica y contemplativa que ocasionalmente predominaba enl. La oscilacin de su naturaleza le llevaba de una extremada languidez[54] a una energa desenfrenada; y, como yo muy bien s, nunca

    fue tan verdaderamente formidable como cuando, durante das y das,estaba holgazaneando en su silln entre sus propias improvisaciones ysus ediciones en letra gtica. Entonces yo saba que el anhelo de la

    persecucin le invadira repentinamente, y que su brillante poder derazonamiento ascendera al nivel de la intuicin, hasta el punto de queaquellos que desconocan sus mtodos le miraran con recelo como a

    un hombre cuyo conocimiento no es el mismo que el de los otros mortales.Cuando lo vi tan concentrado en la msica en St. Jamess Hallesta tarde, present que a aquellos a quienes pensaba atrapar les esperaba

    un mal momento.

    Peirce tambin ha hablado de la relacin entre tales actividades

    mentales y algunas prcticas ms mundanas. La mente escribe,tiene una ocupacin agradable que... no persigue ningn propsito

    salvo desechar toda proposicin seria y a la que he estado, algunasveces, medio tentado de llamar sueo, con alguna reserva; pero para laestructura de una mente tan opuesta al vaco y ensueo, tal designacinsera poco apropiada. De hecho es un Puro Juego.67 Un tipo de

    Puro Juego, un animado ejercicio del propio poder, sin ningunaregla, excepto la de la libertad, la llamada Musement, que define comoun proceso mediante el que la mente busca alguna conexin entre

    dos de los tres Universos de Experiencia (a saber, el de las Ideas, el dela Realidad en bruto y el de los Signos),68 con la especulacin queconcierne a su causa.69 El Musement

    empieza bastante pasivamente al beber de la impresin de algn rincn

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    de uno de los tres Universos. Pero, de la impresin se pasa pronto

    a la observacin atenta, de la observacin a la meditacin, de la meditacina un vaivn entre uno y otro, unidos. Si las observacio[56]nesy reflexiones de uno se especializan mucho, el Juego se convierte en

    estudio cientfico...70

    El crimen, nota Peirce, se acomoda especialmente a la aplicacin del

    Musement. Recordando la observacin de Dupin en The Murders in

    the Rue Morgue de Poe (el juicio: segn creo, el misterio se considerainsoluble por la misma razn que debera considerarse de fcil solucin,

    es decir, por el carcter extravagante de sus detalles), Peirceseala que los problemas que a primera vista parecen totalmenteinsolubles, lo parecen a causa de unas pistas que son las ms adecuadaspara su solucin. Esto lo equipara particularmente al Juego de

    Musement.71 Comprense las observaciones de Holmes: Ya le heexplicado que lo extraordinario es, normalmente, ms una pista que uninconveniente (Un estudio en escarlata); la singularidad es, casi

    invariablemente, una pista (El misterio del valle de Boscombe); Elincidente ms estrafalario y grotesco es el ms interesante para serexaminado cuidadosamente, y el quid de la cuestin que parece

    complicar un caso se convierte, cuando es debidamente considerado ycientficamente manejado, en el nico apropiado para resolverlo (TheHound of the Baskerviltes); y, slo el caso menos interesante, sinincidentes notables es el realmente desesperado (Shoscombe OldPlace).

    As pues, estamos de acuerdo, aunque por diferentes razones, con laopinin de Nordon: La creacin de un doctor empapado por elpensamiento racional del perodo, el ciclo holmesiano, nos ofrece por

    primera vez el espectculo de un hroe que triunfa repetidamentegracias a los recursos de la lgica y el mtodo cientfico. Y la proeza delhroe es tan maravillosa como el poder de la ciencia, en la que [57]

    mucha gente confa para que pueda guiar el proceso material y espiritualde la condicin humana. El primero en hacerlo fue Conan Doyle.72

    [59]

    3. Enfermedad, crimen y semitica

    Las races de la semitica entroncan con los antiguos tratados de

    medicina,73 teniendo esto en cuenta se aclara la idea de Peirce segn laque: Hablando en un sentido amplio, aproximado, se puede decir quelas ciencias han venido desarrollndose separadas de las artes tiles, o

    de las artes que se suponen tiles. De la misma manera que la astronomase ha desarrollado separada de la astrologa, y la qumica de laalquimia, la fisiologa lo ha hecho considerando la medicina como

    una ciencia separada de la magia.74 Peirce se muestra buen conocedorde la historia y la teora de la medicina. Su familia lo consideraba biencapacitado para seguir una carrera de qumica, y le hizo accesible la

    biblioteca de medicina de su difunto to Charles que haba sido mdico.75 En al menos una ocasin,76 Peirce hace una lista de algunos de loslibros de historia de la medicina que haba consultado. En 1933, en una

    entrevista con Henry S. Leonard (estudiante graduado en Filosofa enHarvard, al que haban enviado a casa de Peirce en Milford, Pennsylvania,tras la muerte de su viuda, Julliette Peirce, para recopilar algunos

    de los manus[60]critos conservados), el ltimo mdico que atendi aPeirce, G. Alto Pobe, afirmaba que:

    Peirce saba de medicina ms que yo. Cuando iba a visitarlo, estabacon l, ms o menos, de media a una hora. Me gustaba conversar conl. A menudo, cuando llegaba, me contaba todos los sntomas y daba

    el diagnstico de su enfermedad. Seguidamente me contaba la historiacompleta del tratamiento mdico de esta enfermedad. Entonces me

    deca lo que se le debera prescribir en aquel momento. No se equivocabanunca. Me dijo que tena que preguntarme para poder extenderlas recetas ya que no tena la licenciatura en Medicina.77

    Peirce admite que, en cuanto a problemas estadsticos sobre el

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    muestreo y la induccin, los mdicos... merecen un tratamiento

    especial porque desde Galeno han tenido una tr adicin lgica propia,y en su trabajo contra el razonamiento posthoc, ergo propter hoc,reconoce, aunque confusamente, la funcin de la induccin que

    afirma que primero debemos decidir para qu carcter nos proponemosexaminar la pista, y slo tras esta decisin examinarla.78 Por otrolado, Peirce reconoce que la medicina, esa profesin materialista,79

    presenta una dificultad adicional, adherida a otra mxima de la induccin,

    la cual requiere que las muestras no sean pequeas:

    Transgrediendo esta mxima, los nmeros engaan. Concretamentelas estadsticas mdicas son, en general, despreciablemente pequeasy por otra parte se duda de que puedan hacerse.

    Estoy hablando ahora de las estadsticas de los mdicos acreditados.En medicina es extremadamente difcil recoger muchos hechos relacionadoscon algn punto oscuro, y es an ms difcil evidenciar que

    estos hechos sean una representacin justa de la serie general deacontecimientos. Esto explica el lento avance de la ciencia mdica apesar del inmenso estudio [61] que se le ha dedicado, y los grandes

    errores que a menudo pasan de un mdico a otro. Probablemente noexiste ninguna rama de la ciencia que resulte tan difcil desde todoslos puntos de vista. Realmente se requiere un gran cerebro para llegara hacer una induccin mdica. Es demasiado obvio para exigir pruebas.Hay tal cantidad de influencias que perturban idiosincrasias

    personales, mezcla de tratamiento, influencias accidentales y desconocidas,peculiaridades de clima, raza y estaciones del ao que esespecialmente necesario que los hechos sean muy numerosos y se escruten

    con ojo de lince para detectar engaos. Y adems, es particularmentedifcil recoger hechos en medicina. La experiencia de un solohombre puede rara vez ser decisiva, y en medicina nadie puede juzgar

    materias ms all de su conocimiento personal, debe confiar en losjuicios de otros. Segn esto, mientras en esta ciencia ms que en cualquierotra una muestra debe ser ms general y ms cuidadosamente

    elegida, es a sta a la que le es ms difcil cumplir estos requisitos.

    Nada, sin embargo, muestra la ligereza con que la gente en general

    discurre, ni nada es ms lastimoso que la prontitud con que nueve decada diez personas se pronuncian acerca de las virtudes de un medicamentopartiendo de la ms limitada, la ms inexacta y la ms parcial

    experiencia a la que no se puede llamar, de ninguna manera, experiencia.Cualquier anciana que haya notado alguna mejora tras laadministracin de un medicamento, en una docena de casos, sin que

    se parezcan en absoluto uno a otro, no dudar en considerarlo una curainfalible para cualquiera que se le parezca en algo a cada uno de losdoce. Es chocante. Pero lo que an es peor es que se recomendar el

    tratamiento siempre, incluso a partir de rumores comprobados enuno o dos casos.

    Observad, os lo pido, la combinacin de falacias implicadas en talproceder. En primer lugar, ninguna induccin puede, con propiedad,dibujarse a menos que una prueba haya sido tomada de alguna clase

    definida. Pero estas criaturas necias que piensan que tan slo pasandoun rato en una habitacin de enfermo se han convertido en galenosson totalmente incapaces de definir la enfermedad en cues-

    tin. La supo[62]nen difteria [sic] por ejemplo. Cmo saben que es

    difteria teniendo como nico sntoma una garganta inflamada? Susmuestras, en realidad, no son de ninguna clase definida.

    En segundo lugar, la cantidad de casos es apenas suficiente para la

    ms simple de las inducciones. En tercer lugar, los casos, probablemente,proceden de rumores. Y adems de la inexactitud que correspondea este tipo de evidencia, estamos ms dispuestos a escuchar cosas

    extraordinarias relacionadas con su frecuencia que cosas ordinarias.As que tener en cuenta tales casos es tomar muestras. En cuartolugar, el predicado que corresponde a todos los ejemplos es, por lo

    general, totalmente vago. En quinto lugar, una deduccin se hacenormalmente respetando un caso concreto sin considerar cuidadosamente

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    si realmente procede de la clase de la que la muestra ha sido extrada.

    En sexto lugar, es ms apto ser predicado de un caso concretoque haberse fundado en ejemplos previos. Todas estas falacias estncombinadas en una especie de argumento que apenas se puede pasar

    una semana sin or uno.80

    Revisando la gran cantidad de ejemplos de diagnstico mdico que

    aparecen en las historias de Holmes, especialmente enfermedades de

    corazn y enfermedades tropicales, Maurice Campbell, especialista decorazn, concluye que desde el punto de vista mdico, Watson parece

    estar excelentemente informado.81 Es interesante apuntar que mientrasWatson sigue con xito el mtodo lgico de diagnstico en cuestionesde patologa del cuerpo, es singularmente inepto para traspasareste mtodo a la resolucin del crimen, y proporciona un ejemplo de

    alguien que est slo parcialmente versado en lo que Peirce denominalgica docens (vase pg. 73, ms adelante).

    Hasta tal punto el propio Sherlock Holmes practica los mtodos dela Medicina, que un elemento de arte y magia se transforma poco apoco en la lgica [63] del descubrimiento cientfico que persigue. En

    nuestra opinin, esto es lo que separa a Holmes como personaje delms puro mtodo lgico del detective Dupin de Edgar Allan Poe.82

    Sabemos que Conan Doyle, que se dedicaba a la medicina hasta quelos relatos de Holmes le hicieron lo suficientemente rico para renunciar

    a su trabajo, cre a Sherlock Holmes basndose en su profesor, eldoctor Joseph Bell, de la Royal Infirmary of Edinburgh. Sin embargo, elque Conan Doyle tomara a un mdico como modelo, responda a unpropsito consciente de introducir un mtodo cientfico ms riguroso

    en las detecciones criminales usadas hasta el momento.

    Messac observa correctamente que Doyle segua a Bell en el examen

    de los diagnsticos aplicados a la personalidad entera y vida delpaciente, y que aquel diagnstico no es nunca absolutamente riguroso;implica irresoluciones, errores. La deteccin del crimen, al igual

    que la medicina, es una especie de pseudociencia.83 Al principio deUn estudio en escarlata, Doyle apunta que:

    Gaboriau me haba atrado bastante por su perfecto ensamblaje de losargumentos, y el autoritario detective de Poe, el caballero Dupin,haba sido en mi juventud uno de mis hroes. Pero, podra aadir algo

    de m mismo? Me imagino a mi viejo profesor Joe Bell, su caraaguilea, sus curiosas maneras, sus misteriosos modos de encontrarlos detalles. Si fuera un detective, seguramente habra convertido este

    arte fascinante pero desorganizado en algo muy cercano a una cienciaexacta.84

    Doyle estaba impresionado por la excepcional habilidad de Bell parahacer los diagnsticos, no slo de las enfermedades sino tambin delas ocupaciones y el carcter del paciente. Fue secretario de Bell [64]

    para los pacientes externos, lo que quera decir que tena que ocuparsede los pacientes que no estaban ingresados, escribir sencillas notassobre sus casos, y seguidamente entrar a enserselas, una por una, en

    una ancha habitacin en la que Bell estaba sentado, rodeado de estanterasy estudiantes.85 El joven estudiante de medicina era muyafortunado al poder estudiar sus mtodos [los de Bell] y al aprender

    que a menudo poda saber ms del paciente con una simple ojeada86que con la serie de preguntas que Doyle formulaba a los pacientes

    antes de entrevistarse con el doctor.

    A veces los resultados eran muy espectaculares, aunque en ocasionestambin meta la pata. En uno de sus mejores casos, dijo a un paciente

    civil:

    Bien, amigo, usted ha servido en la Armada.

    S, seor.

    No hace mucho que le han licenciado, verdad?

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    No, seor.

    Estuvo en un regimiento de montaa?

    S, seor.

    Era un oficial no combatiente?

    S, seor.

    Estaba destinado en las Barbados?

    S, seor.

    Vean, seores quiso explicar, este hombre es un hombre educado,y sin embargo no se quit el sombrero. En la Armada no lohacen, pero debera haberlo aprendido de las normas de educacin

    social si hubiera hecho tiempo que estaba licenciado. Tiene aire de autoridady evidentemente es escocs. En cuanto a las Barbados, adolecede elefantiasis, enfermedad propia del oeste de la India y no de Inglaterra.

    A la audiencia de Watson todo esto le pareca bastante milagroso hasta

    que se le explicaba y a partir de ese momento todo se volva suficientementesencillo. No es extrao que tras el estudio de tal carcter

    yo usara y amplificara sus mtodos cuando, ms tarde, quise crear undetective cientfico que solventara [65] casos por sus propios mritosy no por la locura del criminal.87

    Mientras el dilogo sobre las Barbados era el nico ejemplo quetenamos de la habilidad de Bell para la observacin y deduccin,aprobado por el propio Doyle, otros varios ejemplos de las significativas

    actuaciones de Bell, aportados por mdicos, estudiantes de medicinacon Doyle en Edimburgo, o amigos del doctor y la seora Bell, hansido publicados y estn siendo revisados por Trevor Hall.88 William S.

    BaringGould ha reproducido una de las ancdotas menos conocidas(del Lancet, 1 de agosto de 1956):

    Una mujer con un nio pequeo le invit a entrar. Bell le dio los buenosdas y ella le respondi con el mismo saludo.

    Cmo le ha ido la travesa, seora Bumtisland?

    Estuvo bien.

    Haba un largo trecho hasta Inverleith Row?

    S.

    Qu hizo usted con el otro cro?

    Lo dej con mi hermana en Leith.

    Y usted an estar trabajando en la fbrica de linleo, no?

    S.

    Ven ustedes, seores?, cuando ella me dio los buenos das me di

    cuenta de su acento pfano y, como saben, la ciudad ms prxima a Fifees Bumtisland. Se pueden dar cuenta de que tiene arcilla roja en losbordes de las suelas de sus zapatos. Y esta clase de arcilla se encuentraa veinte millas de Edimburgo, en los Jardines Botnicos. Inverleith

    Row bordea los jardines y es el camino ms rpido desde Leith. Puedenobservar que el abrigo que ella sostiene es demasiado grande parael nio que va con ella y por tanto quiere decir que se march de casa

    con dos nios. Finalmente, tiene dermatitis en los dedos de la manoderecha, caracterstica peculiar entre los trabajadores de la fbrica delinleo de Bumtisland.89 [66]

    O pinsese en el siguiente relato de una entrevista con Doyle, en

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    junio de 1892, publicado por primera vez en un artculo de Harry How,

    titulado A Day with Dr. Conan Doyle, que apareci en la StrandMagazine en agosto del mismo ao:

    En Edimburgo, conoc a la persona que Sherlock Holmes me habaaconsejado... cuyos poderes intuitivos eran sencillamente maravillosos.Caso n. 1, se acerca. Bell dijo: Veo que tiene sed, incluso lleva un

    frasco en el pecho, en el bolsillo interior de su abrigo. Otro caso seguira

    a ste inmediatamente: Zapatero, verdad? Entonces se volverahacia los estudiantes, y les sealara que las rodillas de los pantalones

    del hombre estaban gastadas por dentro. La razn de ello eraque el hombre haba apoyado all la piedra faldera, peculiaridad propiatan slo de los zapateros.90

    Hall observa, tambin, que Doyle reconoce su deuda con Bell en ladedicatoria que le pone en Las aventuras de Sherlock Holmes.91 Msadelante. Hall cuenta que, en una carta del 4 de mayo de 1892, enviada

    a Bell, Doy le explicaba:

    Soy totalmente consciente de que le debo Sherlock Holmes a usted, y a

    pesar de que en las historias tengo la ventaja de poder emplazar [aldetective] en toda clase de situaciones teatrales, no creo que este trabajoanaltico sea, ni mucho menos, una exageracin de algunos efectosque le he visto producir en la seccin de pacientes no ingresados.Gira alrededor del centro de la deduccin, la inferencia y la observacin

    que le he visto inculcar. He querido crear un personaje que llegaralo ms lejos posible a veces incluso ms lejos y estoy muy contentode que los resultados le satisfagan a usted que es el crtico conms derecho a ser severo.92

    Ciertamente, el siguiente pasaje de El intrprete griego recuerda, engrado sumo, algunas de las anc[68]dotas relacionadas con Joseph

    Bell. Holmes y su hermano Mycroft estn sentados en una terraza93 delDiogenes Club, cuando Mycroft dice:

    Para cualquiera que desee estudiar el gnero humano, ste es el lugarindicado... Mira a esos magnficos tipos! Mira a esos dos hombresque se acercan a nosotros, por ejemplo.

    El marcador de billar y el otro?

    S, sos. Qu piensas del otro?

    Los dos hombres se haban parado frente a la ventana. Algunas manchas

    de tiza en el bolsillo del chaleco de uno eran las nicas sealesdel billar que yo [Watson] pude ver. El otro era un personaje muy bajito,oscuro, con el sombrero echado para atrs y algunos paquetes bajo

    el brazo.

    Un antiguo soldado, por lo que veodijo Sherlock Holmes.

    Y hace muy poco que ha sido licenciado seal el hermano.

    Servicio en la India, por lo que veo.

    Y un oficial no comisionado.

    Real Artillera, imagino dijo Sherlock Holmes.

    Y viudo.

    Pero con un hijo.

    Hijos, amigo mo, hijos.

    Venga! dije riendo, esto ya es demasiado.

    Seguramente respondi Holmes, no es difcil ver que un hombre

    con este porte, expresin de autoridad y piel dorada es un soldadoy que el lugar donde estuvo destinado no estaba muy lejos de la India.

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    Que no ha abandonado el largo servicio es evidente porque an llevabotas de artillera, como se las llama observ Mycroft.

    No tiene la zancada de caballera, an lleva el sombrero a un lado,segn muestra la piel ms blanca de aquella parte de la cabeza. Su pesono le permite ser un zapador. Est en Artillera.

    Ahora bien, su completo luto muestra, evidentemente, que ha perdidoa alguien muy querido. El hecho de que haya hecho su propia

    compra parece demostrar que se trata de su mujer. Ha estado comprandocosas para cros, como te habrs fijado. Entre estas [69] cosasse encuentra un sonajero, lo cual muestra que uno de ellos es muy pequeo.Probablemente la mujer muri en el parto. El hecho de que lleve

    un cuaderno de pintura bajo el brazo demuestra que tiene otro chicoen quien pensar.

    El mismo Bell subraya el parecido entre el crimen y la enfermedaden el siguiente pasaje, escrito en 1892 y citado por Vincent Starrett:

    Intenta aprender las caractersticas de una enfermedad o herida, caballero,con la misma precisin que conoces las caractersticas, la manerade andar, los hbitos, las costumbres de tu ms ntimo amigo, al

    que, incluso en una multitud, puedes reconocer al instante. Puede seruna multitud de hombres vestidos todos iguales, y cada uno tener sus

    caractersticas propias, ojos, nariz, pelo y miembros. En cada cosaesencial uno se parece al otro; slo difieren en nimiedades y, a pesarde ello, conociendo sus nimiedades bien, le reconoces o haces el diagnsticocon facilidad. De igual manera ocurre con la enfermedad de

    la mente o cuerpo o costumbres. Peculiaridades raciales, acento, ocupacino carencia de ella, educacin, ambiente de todo tipo, pequeasimpresiones triviales, gradualmente puedes moldear o tallar al indivi-

    duo y olvidar las huellas digitales o las marcas de cincel que el expertopuede detectar. Las amplias caractersticas que de un vistazo se pueden

    reconocer como indicativas de una enfermedad de corazn o tisis,embriaguez crnica o continua prdida de sangre, son las caractersticasque los principiantes, los ms, en medicina pueden detectar, mientras

    que para los expertos en su arte hay miradas de seales elocuentese instructivas, pero que necesitan el ojo educado para descubrirlas...La importancia de lo infinitamente minsculo es incalculable.

    Envenenar un pozo en la Meca con el bacilo del clera, con el aguasanta que los peregrinos llevan en botellas, infectara todo un continente.Los andrajos de la vctima de una plaga aterrara a todos los

    puertos de la Cristiandad.94 [El subrayado es nuestro.]

    La manera de examinar los sntomas como carac[70]tersticas distintivas

    de la identidad de una enfermedad, que a partir de este momentose trata como a una entidad concreta, recuerda un pasaje de unmanuscrito indito de Peirce,95 donde explicando que el conocimiento

    que poseemos de la mayor parte de los conceptos generales nos llegade la misma manera que el conocimiento de una persona concreta,censura la sentencia del filsofo francs Claude Bernard (18131878)

    segn la cual: la enfermedad no es una entidad; no es sino un conjuntode sntomas. Peirce mantiene que, antes que en una doctrinafisiolgica, esta afirmacin se basa en una lgica falsa. Pero a la luz de

    los descubrimientos positivos de Pasteur y Koch, y teniendo en cuentalas teoras de Weissmann, vemos que en tanto que incluye las enfermedades

    cimticas, o sea infecciosas, stas existen como existe el ocano...[un] conjunto de sntomas no es slo una entidad sino necesariamentealgo concreto... As lo haba entendido Bemard, Peirce contina

    diciendo que l mismo podra haber decidido trabajar provechosamentepara obtener algn nuevo conocimiento en aquel campo.

    Sherlock Holmes, claro, practica lo que Bell predica. Hace un diagnstico, eso es, la identificacin de una patologa criminal, a partirde una serie de percepciones diminutas, enlazadas por hiptesis, y

    adems, normalmente acaba por tratar un caso pasado como a un viejoamigo. Consideremos, por ejemplo, el siguiente relato, citado tan a

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    menudo, de Holmes leyendo la mente de Watson en The Cardboard

    Box:

    Viendo que Holmes estaba demasiado absorbido en sus pensamientos

    para conversar, apart bruscamente el papel en blanco, y, apoyndomeen mi silla, me puse a pensar distradamente. De repente, la voz demi compaero irrumpi en mis pensamientos. [71]

    Est en lo cierto, Watson dijo, me parece una manera muy absurdade saldar una disputa.

    La ms absurda! exclam, y entonces, de repente, dndome cuentade que l se haba hecho eco del pensamiento ms ntimo de mi alma,me incorpor de la silla y le mir con atnita sorpresa.

    Qu es esto, Holmes? grit; esto sobrepasa cualquier cosa quehubiera podido imaginar... Estaba sentado en la silla, quieto, qu pistas

    le he podido lanzar?

    Comete una injusticia consigo mismo. Las apariencias del hombre

    expresan sus emociones y las suyas son sirvientes fieles.

    Quiere decir que lee mis pensamientos a partir de mi aspecto?

    De su aspecto y especialmente de sus ojos. Tal vez usted no pueda

    recordar cmo comenz su ensimismamiento.

    No, no puedo.

    Entonces se lo contar. Despus de que apartara bruscamente elpapel, cosa que me llam la atencin, se sent medio minuto con expresindistrada. Despus sus ojos se posaron sobre el cuadro del general

    Gordon, que haca poco haba arreglado, y yo vi por la alteracinde su rostro que sus pensamientos haban empezado a brotar. Pero nofue muy lejos con ellos. Sus ojos se posaron en el retrato, que an no

    haba arreglado, de Henry Ward Beecher, que estaba sobre sus libros.Entonces mir la pared; su propsito era obvio. Estaba pensando quesi el retrato estuviera arreglado ocupara exactamente aquel espacio

    vaco y coincidira con el cuadro de Gordon que haba encima.

    Me ha seguido maravillosamente! exclam. Tan de cerca que

    apenas poda extraviarme. Sus pensamientos volvieron a Beecher y ustedlo mir intensamente como si estuviera estudiando su carcter atravs de su aspecto. Entonces dej de fruncir las cejas pero continu

    mirando el retrato y su cara tena una expresin pensativa. Estaba recordandoel incidente de la carrera de Beecher. S bien que no puederecordarlo sin pensar en la misin que emprendi en nombre del Norte

    y durante la Guerra Civil; recuerdo [72] que expres su apasionadaindignacin porque fue recibido por nuestra gente ms turbulenta. Estole afect tanto que yo saba que no poda tampoco pensar en Beecher

    sin pensar en ello. Cuando un momento despus vi que sus ojosse desviaban del cuadro, sospech que en aquel momento su mentehaba vuelto a la Guerra Civil, y cuando vi sus labios comprimidos, sus

    ojos chispeantes y sus manos apretadas, supe a ciencia cierta que es-

    taba pensando en la valenta que mostraron los dos bandos en aquella

    desesperada contienda. Pero entonces, de nuevo, su rostro se entristeci.Usted sacudi la cabeza. Estaba pensando en la tristeza y el horror

    y en la intil prdida de vidas que produjo. Su mano se pos sobre suvieja herida y una sonrisa se dibuj en sus labios, cosa que me mostrque el ridculo lado de este mtodo de establecer preguntas internacionalespor fin se ha incrustado en su mente. En este momento asent

    con usted y le dije que eso era absurdo, y me alegr al darme cuentade que todas mis deducciones eran correctas.

    Totalmente correctas! dije. Y ahora que usted lo ha explicadotodo, confieso que estoy tan maravillado como al principio.

    Al examinar una hiptesis como si de la identidad de una persona setratara a partir del conjunto de pistas que ofrece la apariencia fsica del

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    individuo en cuestin, manera de hablar, y cosas por el estilo, involucra

    cierta cantidad de conjeturas, de ah que Peirce lo llame induccinabductiva.

    Pero supongamos esto, mientras estoy viajando en tren, alguien mellama la atencin sobre un hombre que est cerca de nosotros y mepregunta si no tendr nada que ver con un sacerdote catlico. Empiezo

    a dar vueltas a mi cabeza sobre las caractersticas observables de

    los sacerdotes catlicos normales, para ver cuntas comparte esehombre. Las caractersticas no se pueden contar o medir. Su significado

    relativo, referente a la pregunta formulada, slo puede estimarseimprecisamente. Adems, la pregunta en s misma no admite respuestaexacta. Sin embargo, si el estilo en el ves[73]tir botas, pantalones,abrigo y sombrero, es el de la mayor parte de los sacerdotes catlicos

    americanos, si sus movimientos les son caractersticos, delatandoun similar estado de nerviosismo, y si la expresin del rostro,resultado de una determinada y larga disciplina, puede serlo; aunque

    hay una caracterstica muy poco propia de un sacerdote romano: llevaun emblema masnico. Puedo afirmar que no es un sacerdote, pero loha sido o ha estado a punto de serlo. Este tipo de induccin vaga, la

    llamo una induccin abductiva.96

    En el ejemplo anterior, la pregunta que se ha formulado a Peirce es,ella misma, una hiptesis, parecida en algunos aspectos a la inferenciaapuntada en un pasaje autobiogrfico de otra obra de Peirce, donde

    escribe que:

    En cierta ocasin desembarqu en un puerto de una provincia de Turquay sub, paseando, a una casa que iba a visitar. Encontr a un

    hombre encima de un caballo, rodeado de cuatro jinetes que sostenanun dosel sobre su cabeza. El gobernador de la provincia era el nicopersonaje que puede tener tan gran honor, por tanto infer que aquel

    hombre era l. Esto era una hiptesis.97

    Los ejemplos citados ilustran lo que Sherlock Holmes quiere decir

    cuando se refiere a razonar hacia atrs (vase retroduccin dePeirce), una habilidad que, si por una parte, es similar en muchospuntos de vista al tipo de pensamiento en que el hombre comn ocupa

    su vida cotidiana, requiere un cierto grado de formacin especializada:

    Al resolver un problema de este tipo, lo maravilloso es poder razonar

    hacia atrs. Es un logro muy til, y muy fcil, pero la gente no lo practicademasiado. En los asuntos que ocupan nuestra vida cotidiana esms til razonar hacia delante, y de esta manera, se descuida el otro

    proceso de razonar. Por cada persona que puede razonar analticamente,hay cincuenta que pueden hacerlo sintticamente. [74]

    Confieso dijo [Watson] que apenas puedo seguir sus pensamientos.

    Apenas esperaba que lo hiciera. Djeme intentar presentrselo msclaramente. A la mayora de la gente, si se les describe una serie de sucesos,

    son capaces de decir cul ser el