silvio frondizi - el peronismo

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  • 7/28/2019 Silvio Frondizi - El Peronismo

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    El peronismo

    Silvio FrondiziEl peronismo es fascismo? O tal vez constituye un movimiento revolucionario, nacional-

    popular, de orientacin socialista? Cmo entender al peronismo ms all del individuo Juan

    Domingo Pern? En este artculo el socilogo marxista Silvio Frondizi (asesinado por la Alianza

    Anticomunista Argentina-AAA) intenta descifrar la incgnita.

    [Nota introductoria]

    El socilogo marxista argentino Silvio Frondizi (1907-1974) salud calurosamente desde sus

    inicios la revolucin cubana. Incluso viaj a Cuba y a su regreso escribi La revolucin cubana.Su significacin histrica (diciembre de 1960). Su libro se abre planteando que La revolucin

    cubana ha destruido definitivamente el esquema reformista y, ms concretamente, el

    esquema reaccionario del determinismo, casi fatalismo geopoltico *...+. El mismo texto se

    cierra sosteniendo la misma idea: La revolucin cubana tiene como significacin histrica

    fundamental, la de haber roto definitivamente con el esquema reformista, y en particular con

    el estpido determinismo, casi fatalismo geopoltico.

    Junto a su texto sobre Cuba, Silvio Frondizi escribi muchos otros libros, entre los que se

    destacan La integracin mundial del capitalismo (1947); El Estado moderno (1954) y La

    realidad argentina (dos tomos, 1955-56).

    Adems de sus ensayos y sus clases, Silvio fue tambin abogado de los combatientes

    revolucionarios que enfrentaron a la dictadura militar argentina de 1966-1973. En esos aos se

    vincula al Partido Revolucionario de los Trabajadores y a su frente poltico de masas, el Frente

    Antiimperialista por el Socialismo (FAS).

    Todo eso le vale el odio sanguinario de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A),

    organizacin terrorista paramilitar de extrema derecha que lo secuestra y lo asesina por la

    espalda en 1974 acusndolo de comunista y bolchevique, fundador del ERP e infiltrador de

    ideas comunistas en nuestra juventud.

    Segn el testimonio del viejo dirigente poltico peronista y ex ministro de economa del general

    Pern, Antonio Cafiero: "Pern e Isabel saban que la Triple A eliminaba gente" (declaraciones

    al diario CLARN, Buenos Aires, 22 de abril de 2007).

    Los fragmentos siguientes de Silvio Frondizi fueron tomados de la respuesta a una encuesta

    sobre la izquierda argentina realizada hacia 1958-59: "Contesta el doctor Silvio Frondizi'', en

    Las izquierdas en el proceso poltico argentino, editorial Palestra, Buenos Aires, 1959, pp. 28-

    33, 40-46.

    [fin de nota introductoria de Nstor Kohan]

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    PERONISMO

    Para nosotros, el peronismo ha sido la tentativa ms importante y la nica de realizacin de la

    revolucin democrtico-burguesa en la Argentina, cuyo fracaso se debe a la incapacidad de la

    burguesa nacional para cumplir con dicha tarea.

    A travs de su desarrollo, el peronismo ha llegado a representar a la burguesa argentina en

    general, sin que pueda decirse que ha representado de manera exclusiva a uno de sus sectores

    industriales o terratenientes. Dicha representacin ha sido directa, pero ejercida a travs de

    una accin burocrtica que lo independiz parcial y momentneamente de dicha burguesa.

    Ello le permiti canalizar en un sentido favorablea la supervivencia del sistema, la presin de

    las masas, mediante algunas concesiones determinadas por la propia imposicin popular, la

    excepcional situacin comercial y financiera del pas, y las necesidades demaggicas del

    rgimen. Precisamente, la floreciente situacin econmica que viva el pas al trmino de la

    segunda gran guerra, constituy la base objetiva para la actuacin del peronismo. Este cont,

    en su punto de partida, con cuantiosas reservas acumuladas de oro y divisas, y esperconfiadamente que la situacin que las haba creado mejorara constantemente, por la

    necesidad de los pases afectados por la guerra y por un nuevo conflicto blico que se crea

    inminente.

    Una circunstancia excepcional y transitoria ms, contribuy a nutrir ilusiones sobre las

    posibilidades de progreso de la experiencia peronista. Nos referimos a la emergencia de una

    especie de interregno en el cual el imperialismo ingls vio disminuir su control de la Argentina,

    sin que se hubiera producido todava el dominio definitivo y concreto del imperialismo

    norteamericano sobre el mundo y sobre nuestro pas. Ello posibilit cierto bonapartismo

    internacional correlativo al que se practic en el orden nacional, y engendr en casi todaslas corrientes polticas del pas grandes ilusiones sobre las posibilidades de independencia

    econmica y de revolucin nacional.

    La amplia base material de maniobras permiti al gobierno peronista, en primer lugar, planear

    y empezar a realizar una serie de tareas de desarrollo econmico y de recuperacin nacional,

    con todas las limitaciones inherentes a un intento de planificacin en el mbito capitalista. La

    estructura tradicional de la economa argentina no sufri cambios esenciales; las races de su

    dependencia y de su deformacin no fueron destruidas. Al agro no lleg la revolucin, ni

    siquiera una tibia reforma. Fueron respetados los intereses imperialistas, a los cuales incluso se

    llam a colaborar, a travs de las empresas mixtas. Tampoco se hicieron costear las obras dedesarrollo econmico al gran capital nacional e imperialista. El Primer Plan Quinquenal, en la

    medida, que se realiz, fue financiado, ante todo, con los beneficios del comercio exterior. Por

    otra parte, a consecuencia de una serie de factores, aquella fuente primordial de recursos

    pronto se torn insuficiente, y debi ser complementada con las manipulaciones

    presupuestarias y el inflacionismo abierto. A travs de la inflacin, los costos de la planificacin

    econmica peronista no tardaron en recaer tambin sobre la pequea burguesa y el

    proletariado de las ciudades.

    Pero durante su primer periodo de expansin y euforia, el peronismo tuvo tambin

    realizaciones en los distintos aspectos de la economa. En materia de transportes, senacionalizaron los ferrocarriles y se incorpor nuevo material; la marina mercante argentina

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    fue aumentada en sus efectivos y en el tonelaje total transportado. Hacia la misma poca se

    fue dando gran impulso a la aviacin, se complet la nacionalizacin de puertos, etctera.

    Otra realizacin recuperadora del peronismo en su periodo de auge ha sido la repatriacin de

    la deuda pblica externa. Se pretendi solucionar el problema de la energa en general y del

    petrleo en particular, pero sin atacar las cuestiones de fondo. Se tomaron una serie demedidas favorables a la industria y se apoyaron los rudimentos de una industria pesada

    estatizada, heredados del gobierno precedente, aumentando la participacin estatal en la

    industria. La intervencin directa del Estado en la industria tuvo una doble finalidad: tomar a

    su cargo tareas econmicas necesarias que la endeble burguesa nacional no era capaz de

    realizar por s sola y proporcionar a la burocracia bonapartista un nuevo resorte de poder y

    una importante fuente adicional de beneficios. La generosidad del crdito estatal fue otra de

    las formas de favorecer al capitalismo nativo-extranjero. El mantenimiento de un grado

    apreciable de paz social ha sido una de las contribuciones ms importantes del Estado

    peronista a la prosperidad de la burguesa agroindustrial argentina durante el primer periodo

    de expansin. La propia prosperidad general fue factor fundamental en la atenuacin

    transitoria de las luchas clasistas argentinas. A ello se agreg la accin del Estado, que por un

    lado promova una poltica de altos salarios, a la vez que subsidiaba a las grandes empresas

    para evitar que stas elevaran exageradamente sus precios, y por otra parte encerraba a los

    trabajadores en un flexible pero slido y eficiente mecanismo de estatizacin sindical.

    Este balance realizado que es nuestra posicin desde hace varios aos nos ha evitado caer

    en los dos tipos de errores cometidos respecto al peronismo: la idealizacin de sus

    posibilidades progresistas, magnificando sus conquistas y disimulando sus fracasos, y, por el

    otro lado, la crtica negativa v reaccionaria de la "oposicin democrtica", que, v.gr., tach al

    peronismo de fascismo.

    El resultado de tal balance es la entrega del capitalismo nacional al imperialismo, a travs de su

    personero gubernamental, el peronismo. En efecto: transcurridos los primeros aos de

    prosperidad, entr a jugar con toda fuerza el factor crtico fundamental de los pases

    semicoloniales: el imperialismo. Este logr por diversos medios (dumping, relacin de los

    trminos de intercambio, etctera) ir estrangulando paulatinamente a la burguesa nacional y

    su gobierno. Los diversos tratados celebrados con el imperialismo verdaderamente lesivos

    para el pas culminaron el proceso de entrega. En fin, el balance de la experiencia nacional-

    burguesa del peronismo ha sido la crisis: estancamiento y retroceso de la industria, la cada de

    la ocupacin industrial y de los salarios reales, el crnico dficit energtico, la crisis de la

    economa agraria y del comercio exterior, la inflacin, etctera.

    Yendo ahora a su aspecto poltico, el rasgo fundamental del peronismo estuvo dado por su

    aspiracin de desarrollar y canalizar simultneamente la creciente presin del proletariado en

    beneficio del grupo dirigente primero y de las clases explotadoras luego. De aqu que nosotros

    hayamos calificado al peronismo como bonapartismo, esto es, una forma intermedia,

    especialsima de ordenamiento poltico, aplicable a un momento en que la tensin social no

    hace necesario an el empleo de la violencia, que mediante el control del aparato estatal

    tiende a conciliar las clases antagnicas a travs de un gobierno de aparente equidistancia,

    pero siempre en beneficio de una de ellas, en nuestro caso la burguesa.

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    El capitalismo, frente a la irrupcin de las masas populares en la vida poltica, y sin necesidad

    inmediata de barrer con la parodia democrtica que la sustenta, trata de canalizar esas fuerzas

    populares. Para ello necesita favorecer, por lo menos al comienzo, a la clase obrera con

    medidas sociales, tales como aumento de salario, disminucin de la jornada de trabajo,

    etctera. Pero como estas medidas son tomadas, por definicin, en un periodo de tensin

    econmica, el gran capital no est en condiciones materiales y psicolgicas de soportar el peso

    de su propia poltica. Lgico es, entonces, que lo haga incidir sobre la clase media, la que

    rpidamente pierde poder, pauperizndose. Con ello se agrega un nuevo factor al proceso de

    polarizacin de las fuerzas sociales.

    La poltica de ayuda obrera referida se realiza, en realidad, en muy pequea escala, si es que

    alguna vez se realiza, dndosele apariencia gigantesca por medio de supuestas medidas de

    todo orden.

    Las consecuencias de este demagogismo son fcilmente previsibles: dislocan an ms el

    sistema capitalista, anarquizndolo y por lo tanto, acelerando su proceso crtico. Adems, lapoltica demaggica relaja la capacidad de trabajo de los obreros, lo que explica que cuando el

    capitalismo necesita readaptarlos para el trabajo intenso, tenga que emplear mtodos

    compulsivos. sta es una nueva causa que explica el totalitarismo y una nueva demostracin

    de que, en el actual periodo, el Estado Liberal carece tanto de posibilidad como de valor

    operativo.

    El proceso demaggico presenta algunos resultados beneficiosos, particularmente en el orden

    social y poltico. Al apoyarse en el pueblo, desarrolla la conciencia de clase poltica del obrero.

    Creemos que el aspecto positivo fundamental del peronismo est dado por la incorporacin de

    la masa a la vida poltica activa; en esta forma la liber psicolgicamente. En este sentidoPern cumpli el papel que Yrigoyen en relacin a la clase media. Hizo partcipe al obrero,

    aunque a distancia, en la vida pblica, hacindole escuchar a travs de la palabra oficial el

    planteamiento de los problemas polticos de fondo, tanto nacionales como internacionales.

    Estos aspectos representados por el peronismo fueron los que lo volvieron peligroso a los ojos

    del gran capital De aqu que nosotros hayamos dicho en el primer tomo de La realidad

    argentina, escrito en 1953, que Estados Unidos "necesita un gobierno de personalidades ms

    formales" que las peronistas, permitindonos predecir "que llegado este momento (de

    profundas convulsiones sociales) el general Pern, instrumento del sistema capitalista en una

    etapa de su evolucin, ser desplazado".

    La prdida de la base material de maniobra del pas y del peronismo rest a ste la posibilidad

    de continuar con su poltica, y fue la que condujo, en ltima instancia, a su cada.

    La acusacin de fascismo lanzada contra el rgimen peronista carece de tanto fundamento

    como la posicin que consider a ste un movimiento de liberacin nacional. Para demostrar

    que el mismo fue bonapartista y no fascista, ser suficiente con indicar que se apoy en las

    clases extremas, gran capital y proletariado, mientras la pequea burguesa y en general la

    clase media, sufri el impacto econmico-social de la accin gubernamental.

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    Por el contrario, en el fascismo, la fuerza social de choque del gran capital, est constituida por

    la pequea burguesa. Esta circunstancia explica que las persecuciones contra el proletariado

    bajo el rgimen fascista, encierren tanta gravedad, ya que la accin represiva est a cargo de

    toda una clase. Es necesario distinguir entre dictadura clasista y dictadura policial.

    La torpe y reaccionaria acusacin de fascismo, parti de la Unin Democrtica, de tristerecuerdo. Las fuerzas ms oscuras de la poltica argentina, coaligadas en la Unin Democrtica,

    en la que no falt el apndice izquierdista, no quisieron o no supieron comprender en su hora

    toda la importancia del nuevo fenmeno representado por el peronismo, y de su desprestigio

    e incapacidad cosech ste para conquistar el poder. As, nosotros pudimos predecir el triunfo

    del coronel Pern, en nuestro trabajo "La crisis poltica argentina".

    El gran odio que le profes la "oposicin democrtica" se debi a que su rgimen destap la

    olla podrida de la sociedad burguesa, mostrndola tal cual es. La juridicidad burguesa y la

    sacrosanta Constitucin Nacional perdieron su virginidad poniendo al descubierto su carcter

    de servidoras de una situacin. Se destruy la unidad del ejrcito y se colabor en ladescomposicin de los partidos polticos, etctera. En efecto, no fueron los rasgos negativos

    del peronismo los que verdaderamente separaban a la "oposicin democrtica", como se ha

    visto despus: el aventurerismo y la corrupcin poltica, administrativa, etctera, la

    "pornocracia"; la estatizacin y burocratizacin del movimiento obrero; la legislacin

    represiva, hoy en vigor con ms fuerza que nunca, etctera. Asimismo, con la cada de Pern

    no se trat de corregir esos defectos, sino terminar con los excesos, de su demagogismo,

    demasiado peligroso ya en un periodo de contraccin econmica. El golpe de Estado de !955

    cumple ese objetivo del gran capital nativo-extranjero [...]

    Creemos que en Latinoamrica estn dadas las condiciones para una revolucin socialista,pero nos faltan todava algunas condiciones subjetivas. Claro est que el anlisis de esta

    situacin significa resolver el grave problema tal vez el ms grave que enfrenta la revolucin

    socialista en el mundo sobre las relaciones entre masa, partido y direccin.

    El M. I. Revolucionaria (Praxis) ha enfrentado y buscado solucionar estos problemas, mediante

    la formacin de cuadros medios obreros, manuales e intelectuales, que puedan llegar a ser

    grandes conductores sociales. En esta forma, si algn da llega como llegar el ascenso

    revolucionario en el pas, no se ir al fracaso, tal como sucedi en Bolivia por ejemplo, en el

    que las condiciones objetivas estn maduras y poco o nada se hizo por la ausencia de una

    direccin numerosa y consciente.

    El primer requisito de una direccin consciente reside en la firme creencia en la jerarqua de la

    masa obrera y en la necesidad de acatar los dictados de la magnfica capacidad creadora de las

    masas populares.

    Debemos ahora dedicar la atencin a los elementos de las otras clases que pueden integrarse

    con el proletariado en la lucha por la liberacin del hombre. Ante todo, corresponde el estudio

    de la pequea burguesa pauperizada.

    Esta sufre directamente las consecuencias de la concentracin econmica monopolista. La

    situacin de esta subclase debe ser tenida especialmente en cuenta, por cuanto su posicin

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    intermedia la hace apta para cualquier desplazamiento social. Es necesario hacerle

    comprender que su porvenir est ligado a los intereses del proletariado, que puede liberarla

    de la opresin econmica y social que sufre.

    Junto a los elementos sociales examinados, debemos tener en cuenta tambin a sectores o

    individuos de la intelectualidad, que han esclarecido el problema social y se pasan al camporevolucionario.

    La toma del poder por el proletariado con la colaboracin de los dems elementos sociales

    tratados, produce un salto cualitativo. Aunque esta opinin es suficientemente clara, no

    siempre es bien comprendida, por la deformacin social, intelectual y moral realizada a travs

    de toda suerte de propaganda que empieza en la escuela primaria y acompaa al individuo

    durante toda su vida. De aqu que, cuando se piensa sobre las posibilidades y consecuencias de

    un cambio social, se lo hace dentro de los viejos moldes mentales y de acuerdo a las

    acostumbradas posibilidades. Y no es as: la toma del poder por el proletariado produce un

    salto cualitativo que abre inmensas posibilidades, no dadas en la formacin anterior.

    La clase obrera puede realizar dicha transformacin gracias a su mayor independencia frente a

    la deformacin producida por la sociedad capitalista. Por otra parte, el proletariado, al no

    compartir ciertas ventajas de la sociedad burguesa, tiene la suerte de no compartir muchas de

    sus deformaciones; tal es el caso de los convencionalismos sociales, que por ejemplo, aplastan

    la vida de la pequea burguesa.

    Debemos indicar un elemento ms: la tremenda y creciente alienacin sufrida por los

    trabajadores bajo el capitalismo, crea en ellos una legtima y a menudo inconsciente

    resistencia a todo posible esfuerzo productivo o creador, aun cuando ello implique mejorasinmediatas.

    La transicin a la nueva sociedad socialista encierra un problema importante, porque es

    evidente que en el pas no se han cumplido todos los aspectos de la revolucin democrtico-

    burguesa. Establecida esta conclusin, y la de que la burguesa ha caducado como fuerza capaz

    de realizarla y que es el proletariado como fuerza rectora el que debe encargarse esta misin,

    el problema se resuelve pensando que ya no se trata de realizar la revolucin democrtico-

    burguesa como etapa cerrada en s misma, como fin, sino de realizar tareas democrtico-

    burguesas en la marcha de la revolucin socialista.

    Entre esas tareas inmediatas figura: la lucha contra el imperialismo, que slo puede ser

    realizada por un partido marxista revolucionario que se fundamente en las masas. Adems,

    ser necesario resolver los graves problemas que impiden el desarrollo industrial y agrario del

    pas. En el primer aspecto, debern colocarse las grandes fuentes de produccin en manos de

    la colectividad, dando en esta forma poderoso impulso a la acumulacin econmica. En el otro

    aspecto, el agrario, las fuerzas socialistas debern realizar, no ya un paso o un salto adelante,

    sino la revolucin agraria integral, cuya primera manifestacin es la nacionalizacin de los

    latifundios. Esta nacionalizacin deber realizarse, no para distribuirlos en forma de pequea

    propiedad, sino para ser colectivizados, medida que permitir, entre muchas otras cosas, el

    empleo masivo de la maquinaria agrcola.

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    Por supuesto, para la realizacin de tales tareas se requiere un cambio cualitativo en el

    aparato estatal. ste no podr estar en manos de un sector privilegiado de la sociedad, sino en

    manos de la colectividad social como tal; en otras palabras, implica el cambio del Estado por la

    Comunidad.

    Solamente una organizacin socialista podr resolver el problema de la libertad de conciencia,separando efectivamente la Iglesia del Estado, impidiendo que los intereses confesionales se

    entrometan, como lo pretenden, en los problemas poltico-sociales, en una tentativa de

    imposible regresin a la Edad Media.

    En fin, la organizacin socialista de la sociedad es la nica que puede asegurar al hombre su

    libertad, que no ha podido ser dada por los partidos tradicionales, ni al pas ni a sus propias

    organizaciones. Para ello la nueva fuerza tendr que asegurar al hombre la libertad poltica y

    espiritual.

    Pero la revolucin socialista tiene un sentido ms, que es su internacionalizacin. Esto esimportante porque distintas tendencias de izquierda propugnan aparentemente lo mismo,

    pero en realidad con un contenido y resultado totalmente distintos.

    En efecto, los representantes de las corrientes pequeoburguesas, ya sea en el campo burgus

    o en el marxista, sostienen tambin la tesis de la integracin latinoamericana. El problema se

    circunscribe a saber si tal tarea puede ser realizada por las burguesas nacionales o por el

    contrario es tarea que cabe exclusivamente a las fuerzas que actan en la revolucin socialista.

    Sostenemos la ltima alternativa, dado que: desde el punto de vista general, las burguesas

    nacionales son, por definicin, nacionales, y han nacido, vivirn y morirn como tales. Y esto es

    tanto ms vlido en nuestra poca, en que las burguesas, para poder sobrevivir, deben luchara dentelladas entre ellas. A esta accin disociadora debe agregarse la funcin disolvente del

    imperialismo, creando o avivando antagonismos. Adems de lo dicho, podra agregarse el

    aspecto histrico, es decir, la no realizacin de ninguna unidad internacional en manos de la

    burguesa, dado su carcter fundamentalmente competitivo.

    La nica posibilidad de realizar la unidad latinoamericana est dada por la toma del poder por

    las fuerzas socialistas. Solamente una clase libre de los intereses nacionales e internacionales

    que envuelven a la burguesa, puede realizar tal tarea. Tanta importancia asignamos a la

    internacionalizacin de la revolucin para la supervivencia de un intento de socialismo en

    cualquier pas latinoamericano, que creemos que debe ser una de las tareas centrales de todarevolucin. Buena parte de sus energas y recursos debe ser destinada a esta finalidad. Los

    recursos que las burguesas nacionales y sus Estados sustraen a la comunidad y despilfarran sin

    sentido, deben ser destinados por la primera revolucin socialista para la extensin y el triunfo

    revolucionario en los dems pases latinoamericanos.

    No es posible indicar dnde o en qu pas se iniciar la lucha, pero es evidente que esta lucha

    ha de comenzar pronto. En cualquier forma nuestro pas tiene una tarea importante y decisiva

    que cumplir: la consolidacin de la revolucin socialista latinoamericana se producir, en

    efecto, con la revolucin argentina. Esto ser as, por el poderoso desarrollo relativo y l

    consiguiente peso especfico que hemos adquirido en todos los rdenes de la actividadeconmica, ideolgica, etctera. En este orden de ideas, pinsese solamente en lo que

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    significarn las vastas praderas argentinas, junto con las zonas montaosas ricas en

    yacimientos minerales de Brasil, Chile, Bolivia, Per, etctera, y se tendr una idea de las

    enormes posibilidades que tiene esta parte del mundo para realizar una integracin de

    carcter econmico. Y decimos integracin, porque, al quedar suprimida la competencia,

    tiende a ir dejando de funcionar la ley del desarrollo combinado.

    Dicha integracin econmica centuplicar las fuerzas originales de los pases que la realizarn.

    Por otra parte, todo nuevo pas que se va sumando a! proceso revolucionario asesta un golpe

    mortal al imperialismo desde varios puntos de vista. Lo obliga a dividir los recursos financieros

    y militares disponibles para la represin internacional. Le reduce el mercado para la

    produccin e inversin, agudizando sus contradicciones sociales y polticas internas al restarle

    las bases materiales para el equilibrio relativo que varios imperialismos han gozado, en distinto

    grado durante dcadas.

    Tal es, a grandes rasgos, la perspectiva estratgica determinante de la enorme tarea que se ha

    impuesto el MIR (Praxis), a la que ha dado principio de ejecucin mediante un trabajo prcticoy terico incansable. Creemos que es hora ya de que la izquierda, abandonando viejas

    rivalidades y falsas posiciones, se decida a formar por fin, un gran frente para librar la batalla

    definitiva contra la opresin capitalista.

    Si las viejas direcciones, que durante dcadas han marchado separadas del proletariado

    argentino, insisten en optar, no entre los movimientos de izquierda, sino entre las distintas

    fracciones de la burguesa, llmense stas Unin Democrtica, peronismo o frondizismo, sern

    entonces sus propias bases las que les den la espalda, cansadas de seguir dando vuelta a una

    noria que no conduce a ninguna parte. El dilema de la hora es bien claro: o socialismo

    revolucionario o dictadura burguesa. Que cada uno elija su lugar en la lucha.