sistema monetario europeo
TRANSCRIPT
SISTEMA MONETARIO EUROPEO
INTRODUCCION
Al introducirse el 1 de enero de 1999, el euro se convirtió en la nueva moneda oficial de
11 Estados miembros, sustituyendo a las antiguas monedas nacionales (tales como el
marco alemán o el franco francés) en dos etapas. En primer lugar se introdujo como
moneda virtual para los pagos no efectuados en efectivo y con fines contables, mientras
que las antiguas monedas siguieron empleándose en los pagos en efectivo, siendo
consideradas como divisiones del euro. Posteriormente, el 1 de enero de 2002, el euro
apareció físicamente, en forma de billetes y monedas.
El euro no es la moneda de todos los Estados miembros. Dos países (Dinamarca y el
Reino Unido) han optado por la cláusula de «exclusión voluntaria» contemplada en el
Tratado, que les exime de participar en la zona del euro, mientras que el resto (muchos de
los nuevos Estados miembros más Suecia) todavía no cumplen las condiciones para
adoptar la moneda única. Una vez que lo hagan, sustituirán su moneda nacional por el
euro.
HISTORIA DEL SISTEMA MONETARIO EUROPEO
LAS BASES DEL SISTEMA MONETARIO EUROPEO
La implantación de una moneda y una política monetaria única, como objetivo
comunitario, fue contemplada en una serie de proyectos e iniciativas incluso antes que en
el propio Tratado de la Unión Europea, pudiendo éstas ser consideradas como
antecedentes de la Unión Económica Europea.
Así, en el Tratado de Roma del 25 de marzo de 1957 (Tratado constitutivo de la
Comunidad Económica Europea) se ponía de manifiesto la conveniencia de cierta
coordinación en las políticas económicas y, en concreto, se establecía la creación del
Comité monetario para fomentar la coordinación de las políticas monetarias de los
estados miembros.
En la Conferencia de Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la
Comunidad Europea celebrada en la Haya en diciembre de 1969, encontramos el primer
pronunciamiento expreso a favor de la creación de una unión económica y monetaria,
reflejándose la necesidad de efectuar un estudio sobre las posibilidades de una evolución
de la Comunidad hacia tal unión.
Consecuentemente, por encargo del Consejo de Ministros de las Comunidades surge el
Informe Werner, más conocido como el Plan Werner realizado en 1970 por un Comité de
expertos financieros y monetarios, presididos por Pierre Werner, Primer Ministro y Ministro
de Hacienda de Luxemburgo. Este informe resaltaba la necesidad de una efectiva
armonización de las políticas económicas con objeto de mejorar el funcionamiento del
Mercado Común pues en su defecto sólo cabría esperar tensiones crecientes dentro del
mismo. Para atajar esa eventualidad, en el Plan se proponía como solución a esta
necesidad la implantación de una moneda única para los países de la Comunidad
Económica Europea; es decir, se especificaba en el Plan la necesidad de una "total e
irreversible unión de las monedas de la Comunidad”. Asimismo, procede destacar el
carácter anticipador que tuvo el Informe Werner reflejándose tanto en la caracterización
de este proceso como también en su previsión de un sistema de Bancos Centrales para la
Comunidad Económica Europea muy parecido al de la Reserva Federal en E.E.U.U.
Sin embargo, los progresos previstos en el Plan Werner – llegar a la unión en 1980- se
vieron bloqueados por los avatares que emergen a partir de 1971, empezando por la
inconvertibilidad del dólar y su primera devaluación, así como las políticas económicas
divergentes debidas a la primera crisis del petróleo, provocando que las aspiraciones
europeas se constriñeran a un objetivo más modesto consistente en conseguir una mayor
vinculación de las monedas de los países de la C.E.E. entre sí, con márgenes de máxima
fluctuación conjunta frente al dólar dando lugar a la denominada serpiente monetaria,
antecedente más inmediato del actual Sistema Monetario Europeo y que perseguía la
abolición gradual de la propia fluctuación.
Como consecuencia de la evolución del sistema Bretton-Woods, el Consejo de Ministros
de La Comunidad Europea decide limitar la banda de la fluctuación entre las seis
monedas de la Comunidad Europea a +/- 2.25 %. El Reino Unido, Irlanda y Dinamarca
acuerdan formar parte de la " serpiente monetaria" anticipándose a su ingreso en la
Comunidad Europea en 1973. Sin embargo, la libra esterlina, la libra irlandesa, el franco
francés y la lira italiana pronto se retiran. Así, la serpiente acabó reduciéndose al DM, las
monedas de Benelux y algunas escandinavas. Y de ésta y de otras circunstancias, es de
donde empieza a surgir el gran predicamento del Bundesbank y del DM, así como la idea
de una zona monetaria homogénea en Europa Central.
No obstante, por la gravedad de la crisis internacional y por la evidente imposibilidad de
retornar a una situación de Sistema Monetario Internacional regido por el Fondo
Monetario Internacional surge el Fondo Europeo de Cooperación monetaria (FECOM,
abril de 1973) de la C.E.E. Con personalidad jurídica propia y sede en Luxemburgo, al
Fondo se le asignó la misión de reducir progresivamente los márgenes de fluctuación de
las divisas comunitarias entre sí, a base de coordinar las políticas y la acción de los
Bancos Centrales, y, recurriendo, en caso necesario, a la intervención de los mercados de
cambio. Entre sus cometidos, estaba asimismo el de facilitar acuerdos a fin de lograr una
política concertada de reservas. Por tanto, pese a sus limitaciones operativas, el FECOM
sirvió para reforzar la política comunitaria, que desde antiguo contaba ya con un órgano
esencial, el Comité Monetario, creado por el Tratado de Roma. Pero las actividades del
FECOM, sin un entorno consistente, no colmaron las esperanzas inicialmente puestas en
él. Entre otras cosas, porque la serpiente monetaria no era ni oficial ni general.
En 1978, se retomó de nuevo la iniciativa de hacer de Europa una zona de estabilidad
cambiaria , siendo el máximo exponente de este proceso la creación del Sistema
Monetario Europeo, con un objetivo común al de la serpiente, pero con un soporte técnico
y, sobretodo político, mucho más importante. La decisión de crear el Sistema Monetario
Europeo se debió al entendimiento franco alemán, simbolizado en las personas de Valery
Giscard d’ Estaing y Helmut Schmidt, así como al euroentusiasmo del británico Roy
Jenkins, por entonces Presidente de la Comisión Europea. Así el 12 de marzo de 1979, el
Consejo Europeo reunido en París autorizó definitivamente la puesta en marcha del
Sistema Monetario Europeo, que entró en vigor al día siguiente.
La aprobación del Acta Única, en 1987, supuso un paso más en el proceso de
consecución de la Unión Económica y Monetaria, impulsando la cooperación de las
políticas económicas y monetarias. Dentro del contexto del Acta Única Europea, hay que
destacar las negociaciones de Nyborg-Basilea, en septiembre de 1987, que tenía como
objetivo fortalecer el Sistema Monetario Europeo, a través de un uso más flexible de los
instrumentos previstos para frenar las tensiones: intervenciones en los mercados de
cambio, movimientos de los tipos de interés, etc.
En la reunión de junio de 1989, en Madrid el Consejo Europeo aprueba el Informe Delors
que perfila un plan en tres etapas para el establecimiento de la Unión Económica y
Monetaria. La peseta se integra en el mecanismo de tipo de cambio con la banda de
fluctuación ampliada a +/- 6%.
Finalmente, la consagración de la Unión Económica Monetaria se llevó a cabo a través
del Tratado de la Unión Europea, aprobado por el Consejo Europeo de Maastricht en
diciembre de 1991 y firmado en esta misma ciudad el 7 de febrero de 1992. En este
Tratado se ratificó el proceso iniciado con el Informe Delors, si bien se modificaron
algunos aspectos, quedando el proyecto de la Unión Económica Monetaria definido por
una estrecha coordinación entre las políticas económicas de los distintos Estados
miembros y por la transición a una moneda única y una política monetaria común.
En abril de 1992 el escudo portugués ingresa en el mecanismo de tipo de cambio con una
amplia banda de fluctuación, 6%. Sin embargo, en septiembre, la libra inglesa y la lira
italiana se retiran del mecanismo del tipo de cambio.
En 1993 como consecuencia de la crisis monetaria en el Sistema Monetario Europeo, los
Ministros de Finanzas y los Presidentes de Bancos Centrales de la Unión Europea
deciden en Agosto ampliar las bandas de fluctuación de este sistema al 15%, excepto el
marco alemán y el florín holandés que continúan en el 2.25%.
La segunda etapa de la Unión Monetaria Europea comienza el 1 de enero de 1994
creándose el Instituto Monetario Europeo como precursor del Banco Central Europeo.
Concluir reseñando que en 1995 Austria y Finlandia se unen al mecanismo del tipo de
cambio. Sin embargo, Suecia mucho más euroexceptica no se ha propuesto ingresar en
el sistema Monetario Europeo. Asimismo, es este año como consecuencia de la debilidad
del dólar americano, en febrero y marzo, muchas monedas europeas se encuentran bajo
la presión del bloque del marco alemán. En marzo, la peseta y el escudo sufren una
devaluación en el Sistema Monetario Europeo.
EL FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA MONETARIO EUROPEO
En diciembre de 1978 a través de una resolución del Consejo Europeo fueron definidas
las características básicas del Sistema Monetario Europeo, fijándose como fecha de su
entrada en funcionamiento el 15 de marzo del año siguiente e instándose al Consejo, a la
Comunidad Europea y a los Bancos Centrales a ponerlo en práctica.
El objetivo prioritario del Sistema Monetario Europeo, desde un principio, consistió en
estabilizar las relaciones de cambios entre las monedas imbricadas en el mismo; a fin de
garantizar un correcto funcionamiento del Mercado Común, y de ese modo contribuir a la
confianza de los inversionistas. Dicho de otro modo, su objetivo principal era hacer de
Europa un área de estabilidad cambiaria corrigiendo así la inestabilidad e incertidumbre
derivada de la variabilidad de los tipos de cambio, al mismo tiempo que se intentaba
conseguir una estabilidad interna fruto de la convergencia económica de los países, tanto
en precios como en costes.
A tales efectos, pueden sintetizarse los elementos principales componentes del Sistema
Monetario Europeo en tres: un mecanismo de tipos de cambio e intervención, una
moneda, el ECU, que opera como unidad de reserva e instrumento de liquidación, y el
Fondo Europeo de Cooperación Monetaria (FECOM), que fue disuelto a comienzos de la
segunda fase de la Unión Económica Monetaria, traspasando sus competencias al
Instituto Monetario Europeo.
Todos los países de la Unión Europea son miembros del S.M.E. aunque Grecia, Suecia y
Reino Unido no están sometidos al mecanismo de cambios e intervención que establece
para cada una de las monedas de un tipo central de cambio del ECU (pivote Central) y los
tipos de cambio centrales o paridades fijas de cada moneda respecto a las restantes
(pivotes bilaterales).
La llamada parrilla de paridades, considerada como la estructura básica y referencia de
estabilización de los tipos de cambio de mercado de las monedas participantes, está
constituida por todos los tipos de cambio bilaterales; existiendo un compromiso por parte
de los Bancos Centrales de intervenir para intentar mantener a sus respectivas monedas
dentro de la banda de fluctuación establecida en torno +/- 2.25% respecto al tipo Central
hasta el 2 de agosto de 1993 que pasó al +/- 15% como consecuencia de las turbulencias
monetarias acontecidas en el periodo que oscila entre agosto de 1992 y julio de 1993.
Para su consecución, era necesario que el Banco emisor de la moneda apreciada
vendiera su propia moneda a cambio de la moneda depreciada, y el Banco emisor de la
moneda depreciada, asimismo, debía retirar del mercado su moneda sustituyéndola por la
moneda apreciada, siendo las autoridades responsables de la moneda causante de la
desviación de los tipos de cambio de mercado de los pivotes bilaterales quienes deben
adoptar las medidas a seguir, en función de la debilidad o fortaleza relativa a una moneda.
La referencia para el mecanismo de cambios del S.M.E. es el ECU (European Currency
Unit, escudo en francés, o simplemente Unidad Monetaria Europea). La aparición del ECU
significó un principio de independencia inicial de los europeos frente al dólar de E.E.U.U.;
además, el ECU pasó a servir de unidad para los cálculos presupuestarios dentro de la
Comunidad Europea, empleándose, igualmente a partir de 1980, para emisiones de
capital como empréstitos públicos y privados en los países comunitarios; así como, en
cuentas bancarias, comercio exterior, tarjetas de crédito, entre otros efectos financieros.
El ECU cabe definirlo como la unidad monetaria del S.M.E. constituida por una cesta de
monedas formada por cantidades fijas de 12 monedas comunitarias; es decir, consiste en
la suma de cantidades concretas de cada una de las monedas de los estados miembros
de la Comunidad Europea. La cesta del ECU debía revisarse periódicamente, en principio
cada cinco años, a fin de adaptarla al peso comparativo de los países de la Comunidad
Europea, en función de tres elementos: PBI, comercio intracomunitario y cuota en el
FECOM. Sin embargo, desde 1993 se suprimió definitivamente por el artículo 109.6 del
Tratado de Maastricht.
Por último, reseñar como funciones principales del ECU:
a. Servir de unidad para los cálculos presupuestarios en la Comunidad Europea.
b. Medio de pago y reserva de los Bancos Centrales.
c. Magnitud de referencia en el sistema de tipos de cambio.
Aunque la creación del S.M.E., en general, se puede considerar globalmente positiva
pues además de conseguir el mantenimiento de una cierta estabilidad cambiaria y un
mayor grado de coordinación de las políticas económicas, afianzando, asimismo, la
cooperación entre Bancos Centrales y consiguiéndose un mayor nivel de convergencia en
términos de tipos de interés y de inflación; no obstante, no se puede olvidar que el S.M.E.,
desde sus comienzos, venía arrastrando la dificultad de garantizar la coexistencia de un
sistema de tipos de cambio cuasi fijos, en un entorno de creciente liberación de los
movimientos internacionales de capital y con unos mercados financieros minuciosos ante
las posibilidades efectivas de convergencia de las economías europeas.
Todo esto pone de relieve la necesidad de implantar una moneda única, desembocando
en una política monetaria común y una intensa coordinación en materia de política
económica, especialmente en lo referente a políticas presupuestarias, a fin de conseguir
un área donde se eliminarían el riesgo cambiario previamente existente entre las
monedas sustituidas por el EURO, así como unos menores costes de transacción en los
cobros y pagos exteriores, consiguiéndose eliminar todo obstáculo o limitación a la
movilidad de capitales.
PREVISIONES DEL ACTA ÚNICA EUROPEA
El Acta Única Europea para la creación del Mercado Único Europeo fue suscrita el 17 de
febrero de 1986 en Luxemburgo, entrando en vigor el 1 de julio de 1987; en ella, se
recogió el espíritu del Informe Tindemans, los trabajos que dirigió Alterio Spinelli, así
como las propuestas del Comité Dooge que se formó para el desarrollo efectivo de las
distintas ideas convergentes.
Tres grandes bloques de cuestiones fundamentales se integraron en el Acta Única
Europea. En el primer bloque se produjo la introducción de la reforma institucional, a fin
de agilizar la toma de decisiones en el Consejo, que se reforzó por un más amplio recurso
a la mayoría cualificada, y, ascendiéndose, los poderes del Parlamento, de la Comisión y
del Tribunal de Justicia.
El segundo bloque de asuntos, se dirigía a la definitiva formación de la consabida Europa
sin frontera; es decir, al Mercado Interior Único; y englobándose en este bloque todas las
cuestiones monetarias.
En el tercer y único bloque se abarcarán las políticas de investigación y desarrollo
tecnológico, medio ambiente y asuntos sociales, con programas comunes en el primer
caso, criterios concertados en el segundo y aspiraciones generales en el tercero.
En el Acta Única Europea se planteó que el logro de la Unión Monetaria requería de una
conferencia con su consiguiente traducción en un nuevo acuerdo intergubernamental.
Concretamente, la referencia al artículo 236 del Tratado de la Unión Europea que se
plantea en su artículo 102 A se determinó que a fin de garantizar la convergencia de las
políticas económicas y monetarias los Estados miembros cooperarían con diversos
objetivos comunes: Equilibrio de la balanza de pagos, estabilidad de precios, confianza en
la moneda y alto nivel de empleo haciendo hincapié en la aplicación de las disposiciones
contempladas en el artículo 236 del Tratado de la Unión Europea, en virtud del cual, el
gobierno de cualquier Estado miembro, o la Comisión, estarían facultados para someter al
Consejo de Ministros los necesarios proyectos de revisión del propio Tratado.
Como elemento de preparación de la conferencia intergubernamental, el Consejo Europeo
reunido en Hannover en junio de 1988, decidió la formación de un Comité formado por los
Gobernadores de los Bancos Centrales de los Estados miembros de la entonces C.E.E. y
por tres expertos independientes, bajo la dirección del entonces presidente de la Comisión
Europea, Jacques Delors, con el fin de anticipar las grandes líneas de lo que podría ser el
camino hacia la Unión Monetaria.
El resultado de esos trabajos, el Informe Delors se hizo público el 13 de abril de 1989
reiterándose la determinación de realizar progresivamente la Unión Monetaria,
acordándose comenzar su primera fase el 1 de julio de 1990, emprendiéndose, asimismo,
los trabajos preparatorios para la Conferencia Monetaria Intergubernamental Comunitaria.
En resumen, a partir del Acta Única Europea el Informe Delors significó una primera visión
de verosimilitud de la Unión Monetaria siendo ésto positivo para la reelaboración del
Tratado de la Unión Europea, Tratado que aprobó el Consejo Europeo de Maastricht en
diciembre de 1991, que introducía algunas modificaciones sobre el Informe Delors
referidas a la concepción de la segunda fase, que se iniciaría dos años más tarde de lo
establecido en aquel Informe y sin cesión de competencias al SEBC (Sistema Europeo de
Bancos Centrales) cuya creación estaba inicialmente prevista en esta fase.
FASES DE LA UNIÓN MONETARIA
Los requisitos sobre las tres fases sucesivas de construcción de la Unión Europea se
fijaron en el articulado del Tratado de la Unión Europea, concretamente en el Título VI, del
artículo 102.A al 109.M, así como en una serie de protocolos sobre:
a. Estatutos del Sistema de Bancos Centrales (SEBC) y del Banco Central Europeo
(BCE).
b. Estatutos del Instituto Monetario Europeo (I ME).
c. Procedimiento aplicable en caso de déficit externo.
d. Criterios de convergencia del artículo 109.I.
e. Condiciones para la transición a la tercera fase de la Unión Monetaria.
PRIMERA FASE
Esta primera etapa, que se inició el 1 de julio de 1990 y culminó el 31 de diciembre de
1993, aparece definida en el Informe Delors. Sus objetivos fundamentales fueron:
a. Alcanzar el mayor grado posible de convergencia económica, comprometiéndose
cada estado miembro a adoptar un programa plurianual, destinado a garantizar la
necesaria convergencia hacia la Unión Económica Monetaria.
b. Acabar el proceso de construcción del Mercado Interior, eliminando las barreras
físicas, técnicas y fiscales que impiden su pleno desarrollo.
c. Eliminar cualquier clave de restricciones en lo referente a la libre circulación de
capitales y servicios financieros.
Consecuentemente, el Consejo de Ministros de la Unión Europea, basándose en los
informes previos de la Comisión, asumió la tarea de evaluar los progresos realizados en
materia de convergencia, tanto respecto de cada uno de los Estados miembros como a
escala general; en particular, en lo concerniente a la estabilidad de precios y al
saneamiento de las finanzas públicas.
Esto originó en España el surgimiento de los programas de convergencia del gobierno de
1992 y 1994.
SEGUNDA FASE
Esta etapa comenzó el 1 de enero de 1994, siendo uno de sus aspectos clave, desde el
punto de vista de la Unión Monetaria, la creación del Instituto Monetario Europeo, embrión
del futuro Banco Central Europeo, que tiene como principal función organizar el paso a la
tercera fase.
El IME tiene personalidad jurídica propia; y se administra y gestiona por un Consejo, que
integran su Presidente y los Gobernadores de los Bancos Centrales de los Estados
miembros de la Unión Europea. Los miembros del Consejo del IME actúan con absoluta
independencia, es decir, sin ninguna clase de mandato imperativo, existiendo sólo una
cierta coordinación observable en ciertos hechos como que el Presidente del Consejo de
Ministros Comunitario y un miembro de la Comisión participan, sin derecho a voto, en las
reuniones del Consejo del IME o, cuando, se invita al Presidente del IME a las reuniones
en que el Consejo de Ministros de la Unión Europea haya de debatir asuntos relacionados
con los objetivos y funciones del IME.
El Consejo del IME se reúne al menos diez veces por año, y en general decide por
mayoría simple de sus miembros. Sin embargo, los dictámenes, recomendaciones,
decisiones y directrices, necesitan de mayorías cualificada de dos tercios de los
representantes.
El IME tiene una serie de atribuciones, que se detallan minuciosamente en el Tratado de
Maastricht, y en los Estatutos del propio Instituto, que figuran en un protocolo anejo al
Tratado de la Unión Europea. Sin embargo, de forma resumida cabe destacar las
siguientes funciones sustantivas e inmediatas del IME:
a. Reforzar la cooperación entre los Bancos Centrales de los países miembros.
b. Mejorar la coordinación de las políticas monetarias de los Estados miembros, a fin
de asegurar la estabilidad de precios.
c. Supervisar el funcionamiento del Sistema Monetario Europeo, junto con la
Comisión Monetaria.
d. Celebrar consultas sobre asuntos competencia de los Bancos Centrales, cuando
afecten a los Mercados Financieros.
e. Facilitar la utilización del ECU en toda clase de operaciones y supervisar su
desarrollo; incluyendo la buena marcha del sistema de compensación entre
Bancos Centrales.
f. Fomentar la armonización de las estadísticas en el ámbito monetario y financiera.
g. Promover la eficacia de los pagos transfronterizos, eliminando las costosas
barreras que subsisten.
h. Preparar la Unión Monetaria.
Además, en esta segunda etapa, en lo referente a política monetaria, cada Estado debe
garantizar la independencia de su Banco Central, pasando éste a gozar de completa
autonomía, especialmente en lo referente a la fijación del tipo de interés básico.
Asimismo, en esta etapa, se definieron una serie de objetivos a cumplir, destacándose:
a. Mayor control del déficit público.
b. Prohibición de la financiación privilegiada al sector público
c. Cumplimiento de los criterios preparatorios de la convergencia, en base
a los cuales se decidirán los países que accedan a la tercera fase.
Así, concluyendo, destacar que desde el 1 de enero de 1994, entraron en vigor una serie
de disposiciones necesarias para la consecución de los elementos esenciales de esta
segunda
Fase; a saber:
• Para lograr la limitación de las operaciones de crédito quedó prohibida la concesión de
cualquier tipo de créditos, o la autorización de descubiertos, por parte de los Bancos
Centrales a favor de instituciones u organismos comunitarios, Gobiernos, autoridades
regionales o locales, u otros poderes públicos u organismos de Derecho Público o
empresas de los Estados miembros; igualmente sucedió con la adquisición directa de
deuda emitida por todas esas Entidades. Asimismo, se decidió impedir el acceso
privilegiado del sector público a cualquier clase de Entidades Financieras distintas de los
Bancos Centrales y la propia Unión Europea se comprometió a no responder mediante
aval de las obligaciones contraídas por los sectores públicos en los Estados miembros.
• Se establecieron como condiciones para presupuestos dos criterios básicos plenamente
exigibles en la tercera fase de la Unión Monetaria:
a. La proporción entre el déficit público y el PIB no ha de superar un valor de
referencia- inicialmente el 3%- a menos que el exceso descienda de modo
sustancial y continuado hasta llegar a un nivel que se aproxime al valor de
referencia o el valor de referencia se sobrepase sólo temporalmente y de
manera leve.
b. La proporción entre la deuda pública acumulada y el PIB, no rebasará un
valor de referencia–inicialmente el 60% - salvo que el exceso evolucione a
un ritmo satisfactorio para su ajuste.Si un Estado miembro no cumple con
estos criterios, la Comisión tiene potestad para elaborar un informe en el que
habrá de tener en cuenta otro criterio, concretamente que el déficit no
supere los gastos públicos de inversión.
• Para el paso de la segunda a la tercera fase se requiere el cumplimiento, por parte de
los Estados miembros que aspiran a ingresar en la Unión Monetaria, de las llamadas
condiciones de convergencia – criterios de Maastricht- tales condiciones son:
a. Contar con una tasa de inflación como máximo del 1.5% por encima de la media
(aritmética) de los tres Estado miembros con la inflación más baja.
b. Situar los tipos de interés dentro de un margen de dos puntos por encima de la
media (aritmética) de los tres Estados miembros con los tipos más bajos.
c. No tener un déficit fiscal superior al 3% del PIB.
d. No llegar al 60% en ratio deuda pública/ PIB
e. Presentar una razonable estabilidad de cambios en el Sistema Monetario Europeo.
Todas estas condiciones pueden quedar traducidos en los siguientes criterios: estabilidad
de precios, sostenibilidad de unas finanzas públicas saneadas, mantenimiento de los tipos
de cambio en los márgenes de fluctuación normales que establece el mecanismo de tipos
de cambio del Sistema Monetario Europeo y, por último, convergencia de los tipos de
interés a largo plazo.
TERCERA FASE
Esta fase supone la culminación del proceso de creación de la Unión Económica
Monetaria. El 1 de enero de 1999 es la fecha fijada en el Consejo de Madrid de diciembre
de 1995 para su inicio. En esta fecha, el Consejo de la Unión Europea adoptará el tipo de
cambio fijo
e irrevocable al cual el EURO sustituirá a las monedas nacionales y el BCE, en sustitución
del IME, y el SEBC iniciarán plenamente el ejercicio de sus funciones.
Dentro de la tercera fase cabe distinguir tres etapas para la introducción de la moneda
única:
a. Del 1-1-1999 al 31-12-2001: el Euro no se encontrará disponible en forma de
billetes y monedas, siendo utilizadas para los cobros y pagos físicos las monedas
nacionales, como divisiones del Euro. Sin embargo, el Euro sí podrá ser usado
para denominar operaciones financieras y mercantiles, aunque para realizar los
cobros y pagos físicos que las mismas impliquen se deberán convertir los importes
en Euros a moneda nacional, a un tipo de conversión fijo e irrevocable. El inicio de
esta fase supondrá la adopción de una política monetaria común para todos los
países que accedan a la misma.
b. Del 1-1-2002 al 30-6-2002, como fecha límite: comienza la circulación de billetes y
monedas en Euros, que coexistirán con las monedas y billetes nacionales. Durante
este período se prevé la sustitución paulatina de las monedas nacionales por la
moneda única.
c. A partir del 1-7-2002, a más tardar. Los billetes y monedas en Euros se convierten
en los únicos de curso legal para los países que hayan accedido a la tercera fase
de la Unión Económica Monetaria.
Fijada la lista de los socios de la Unión Monetaria se constituirá formalmente el Banco
Central Europeo a modo de órgano ejecutivo del SEBC. El SEBC se compondrá del
conjunto del Banco Central Europeo y de los Bancos Centrales de los Estados miembros,
siendo su objetivo esencial mantener la estabilidad de precios en una "Economía de
Mercado abierta y de libre competencia, favoreciendo una eficiente asignación de
recursos". Este será el órgano monetario federal actuando como poder regulador,
coordinando la emisión de los billetes y la acuñación en Euros, de curso legal en los
países integrados en la Unión Monetaria.
El Banco Central Europeo tendrá tres órganos de gobierno: comité Ejecutivo, Consejo de
Gobierno y consejo General.
LA TRANSICIÓN AL EURO
El EURO comenzará a existir como moneda única de curso legal en los países que
accedan a la tercera fase de la Unión Económica Monetaria al ingreso de la misma,
prescrito para el 1 de Enero de 1999: desde esta fecha el EURO será la moneda utilizada
para incrementar la política monetaria común de los países participantes en la tercera
fase.
Sin embargo, hasta el 1 de enero del 2002, como fecha límite, el Euro no se encontrará
en forma de billetes de banco y monedas para el uso al por menor, por lo que se utilizará
para esas transacciones los billetes y monedas nacionales, como admisiones temporales
no decimales del Euro. En consecuencia, en este período de tres años el Euro tan solo
será utilizable en operaciones de tipo financiero, de política monetaria y como referencia
contable en las relaciones contractuales.
La necesidad de un período transitorio de tres años reside en la imposibilidad técnica de
fabricar en menos tiempo la gran cantidad de billetes y monedas necesarias para el tráfico
mercantil en los países que accedan a la tercera fase. Además, este período permitirá a
las entidades financieras, Administraciones Públicas y empresas no financieras la
realización de los cambios necesarios en sus sistemas de información, gestión y
organización, así como que el público en general adquiera un mayor conocimiento de la
moneda única y de sus manifestaciones en billetes y monedas.
Por tanto, este sistema de transición lenta y gradual significa un intervalo de tres años
(1999-2002) en él coexistirán las antiguas monedas nacionales (mn) y el nuevo EURO;
hasta que a partir del día 30 de junio de 2002, el EURO quede en solitario con su pleno
carácter de papel moneda. En consecuencia, los Bancos Centrales comenzarán a retirar
las monedas nacionales el 1 de enero del 2002 y transcurrido el tiempo de canje, 1 de
enero al 30 de junio del 2002, esas mn dejarán de tener fuerza liberadora en los pagos.
Así, con este sistema lento, la transición resultará más ordenada en el sistema informático
y en todo el negocio financiero; permitiéndose que una operación realizada en cualquiera
de las dos monedas (en monedas nacionales y Euros) sea procesada por los
intermediarios financieros mediante los Sistemas Interbancarios de transferencia de
Fondos, con ajustes que permitirán incorporar el tipo de conversión irrevocable al sistema
informático. Consecuentemente, desde el 1 de enero de 1999, con la infraestructura del
sistema de pagos deberá garantizarse el correcto funcionamiento del Euro en el mercado
único. Para ello, el IME y el SEBC, habrá de supervisar el proceso de transición e inculcar
suficiente confianza en los usuarios en cuanto al efectivo mantenimiento del poder de
compra de la nueva moneda; incluso entre quienes residan fuera del área del Euro.
Por tanto, a fin de facilitar el estudio y comprensión se plantea seguidamente, de forma
esquemática y desglosada por años, la cronología de la transición a la moneda única. Así:
AÑO 1995
Consejo Europeo de Madrid. Adopción del escenario de introducción de la moneda única
y anuncio de la fecha de conclusión del proceso de transición y del nombre de la nueva
moneda.
AÑO 1996
a) El Consejo Europeo de Ministros de Economía y Finanzas adopta formalmente las
decisiones de la Cumbre de Madrid.
b) Todos los Estados miembros comienzan campañas de información a continuación
de la Mesa Redonda celebrada en enero y de la consiguiente puesta en marcha,
en el ámbito nacional de los acuerdos alcanzados en la misma.
c) El Instituto Monetario Europeo tendrá que especificar antes de que acabe el año la
regulación y estructura logística y organizativa necesarias para que el Banco
Central Europeo y el Sistema de Bancos Centrales Europeos lleve a cabo su
cometido en la tercera fase de la Unión Monetaria.
d) La Comisión Europea propondrá la legislación necesaria para el cambio de las
monedas nacionales al Euro.
e) Los Estados miembros tratarán de hacer convergente su desarrollo económico el
objeto de alcanzar los criterios durante el crucial año 1997.
AÑO 1997
Fecha económica decisiva para que los Estados miembros alcancen los cinco criterios de
convergencia.
AÑO 1998
a) El Consejo Europeo decidirá sobre los Estados miembros participantes en la
tercera fase de la Unión Económica Europea.
b) Nombramiento del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (mínimo cuatro
miembros, máximo seis) por ocho años no renovables.
c) Asimismo, fijarán el día para la introducción de los billetes y monedas en Euros, a
más tardar el 1 de enero del 2002.
d) Comienzo de la acuñación de monedas en euros por el Consejo Europeo y los
Estados participantes.
e) Preparativos finales para la fase operativa del SEBC y BCE que tendrá que definir
su política monetaria.
f) Adopción de la legislación europea y nacional para la introducción del Euro
(pautas para la suscripción de capital propio del Banco Central Europeo, recogida
de información estadística, reservas mínimas, consultas del BCE).
g) El 31 de diciembre concluirá la segunda fase de la Unión Económica y Monetaria.
AÑO 1999-2001
a) El 1 de enero de 1999 comenzará la tercera fase de la Unión Monetaria Europea.
b) Fijación irrevocable de los tipos de convergencia entre las monedas participantes y el
Euro. El ECU deja de existir como cesta de monedas y se convierte, bajo el nombre de
Euro, en una moneda de pleno derecho.
c) Entrada en vigor del Reglamento que define la "Ley monetaria" del Euro y de las
monedas nacionales de los países participantes en la Unión Monetaria Europea durante el
período de transición, tres años y medio como máximo.
d) El SEBC formula y ejecuta la política monetaria única en el área Euro.
e) El BCE realiza sus operaciones en los mercados de cambio en Euros.
f) Comienzo del funcionamiento del sistema de pagos TARGET.
g) Comienzo del funcionamiento del nuevo mecanismo de tipos de cambio.
h) Emisión de nueva deuda pública a medio y largo plazo exclusivamente en Euros.
i) Cambio al Euro de los mercados al por mayor (interbancario, monetario, de cambios y
de capitales); asimismo, bajo el impulso del BCE y de las autoridades nacionales, el
cambio al Euro de los sistemas de pagos al por menor (transferencias, cheques, tarjetas
bancarias, etc.).
j) Anuncio del calendario para la utilización del Euro por las Administraciones Públicas, si
no se ha hecho antes.
k) Cambio entre divisas nacionales con tipos de cambio irrevocablemente fijos-
l) Control del proceso de cambio en el sector bancario y financiero. Asimismo, asistencia a
todos los sectores no financieros para una transición ordenada.
AÑO 2002
a) Los billetes y monedas en Euros comenzarán a circular a principios de año como muy
tarde.
b) Comenzará la retirada de los billetes y monedas nacionales participantes.
c) El conjunto de cuentas bancaria será transformado en Euros.
d) Finalizará la consideración como monedas de curso legal de las monedas nacionales
participantes, no más tarde del 1 de julio.
e) No más tarde del 1 de julio se procederá al cambio completo de la administración
pública.
LOS IMPACTOS DE LA UNION MONETARIA EN EL SECTOR FINANCIERO Y EN LAS
EMPRESAS
SECTOR FINANCIERO
Las entidades financieras tendrán un importante papel durante el período de transición al
Euro; es decir, entre el 1 de enero de 1999 al 1 de julio del 2002, como máximo, momento
en que las monedas nacionales pierden su poder liberatorio, dejando de ser monedas de
curso legal. Todo este proceso se iniciará desde que el Consejo de la Unión Europea, en
su formación de jefes de Estado y de Gobierno, confirme los Estados miembros que
vayan a participar en la tercera fase de la Unión Económica Monetaria.
A partir del 1 de enero de 1999, el Euro se introduce como moneda oficial de los Estados
miembros participantes, y la política monetaria será ejecutada por el SEBC en Euros, que
podrá ser utilizado como unidad monetaria, pero no en metálico o efectivo, las cuentas
que las entidades financieras mantengan en el Banco de España y en el SEBC se
denominarán en euros, y el sistema de pagos TARGET también operará en Euros.
Durante este período, los agentes económicos podrán utilizar indistintamente el Euro y las
monedas nacionales en los negocios jurídicos, el tráfico mercantil o en cualquier
transacción que no requiera la utilización de efectivo.
El ritmo al que se vaya produciendo la sustitución de pesetas por Euros dependerá de la
decisión de cada agente económico, probablemente las entidades crediticias comenzarán
a introducir activamente el Euro en toda su operativa, en la medida en que sus clientes así
lo soliciten.
El papel de las entidades financieras en la fase de conversión será crucial y muy activo,
como agentes del Banco de España en el cambio físico de la moneda. Estos deberán
adaptar sus sistemas contables, informáticos, etc. Y se enfrentarán a multitud de
problemas prácticos, ya que tanto el Euro como la peseta podrán ser utilizados como
medio de pago en efectivo, y en toda la información que revista una expresión monetaria
habrán que recurrir a la doble indicación (en euros y en pesetas).
Las empresas y particulares requerirán información acerca del modo en que se efectúe el
canje, y las implicaciones que dicho cambio pueden tener sobre cartillas de ahorro,
cuentas de crédito, hipotecas, seguros, valores de renta fija o variable, facturación de
recibos, y todo tipo de productos financieros. Es necesario que la operativa y el capital
humano se hallen preparados para atender las necesidades de información y
asesoramiento que la sociedad va a demandar del sistema financiero.
En general, el Euro provocará un aumento de la competencia, al aportar una mayor
transparencia en la formación de precios, ya que las comparaciones en el seno de la
Unión Monetaria Europea no se verán distorsionadas por el efecto del tipo de cambio o
importantes diferenciales de inflación.
Para las empresas financieras, el nuevo entorno traerá consigo, además, la disminución
de parte de su negocio tradicional (transacciones en divisas y cambio de moneda) y una
mayor presencia extranjera.
La capilaridad de la red comercial española y el propio conocimiento del mercado pueden
actuar como freno del impacto que va a desencadenar la puesta en marcha de la moneda
única en cuanto a una mayor implantación de entidades extranjeras. Sin embargo, es muy
probable que la mayor competencia se establezca entre las entidades nacionales para
mantener o incrementar su actual cuota de mercado, y dará lugar, en un entorno
económico caracterizado por inflación y tipos de interés bajos y estables, a márgenes y
comisiones menores y más estrechos, y a una mayor preocupación por ofrecer servicios a
la clientela que sean competitivos no sólo a nivel de precios, sino también a nivel de
calidad.
Para las empresas no financieras, la situación no diferirá demasiado a lo expuesto.
Además de facilitar las comparaciones de precios, el Euro traerá consigo una disminución
de los costes transaccionales de operar con los países integrados en la Unión Monetaria
Europea y la eliminación de la incertidumbre de los tipos de cambio, y, por tanto, de los
costes de cobertura derivados de la existencia previa de diversas monedas que serán
sustituidas por el Euro, favoreciendo la afluencia de productos del exterior, y poniendo de
relieve las deficiencias en las estructuras productivas menos competitivas.
La introducción del Euro no cambiará ni el tipo de interés ni el valor original de los saldos
de los depósitos, cuentas de ahorro o imposiciones. El importe de los depósitos a tipo de
interés fijo se convertirá a la tasa de cambio que se fije para el Euro, y el tipo de interés se
mantendrá en el nivel acordado. En los depósitos y otros activos con un tipo de interés
variable referenciado a un índice del mercado (Mibor, etc.), en el caso en que este índice
de referencia desapareciera, pasarán a estar basados en un tipo equivalente en Euros,
adaptándose a la evolución de los mercados.
SECTOR EMPRESARIAL
La puesta en marcha de la moneda única supondrá, desde el inicio de la tercera fase de
la Unión Económica Europea, un nuevo marco para la fijación de los tipos de interés y de
los tipos de cambio en los países participantes de la misma, lo cual debe influir muy
directamente sobre las decisiones financieras que adopten las empresas. Así, unos tipos
de interés más bajos y más estables deben hacer más deseable que las empresas se
financien con endeudamiento a largo plazo, ya que se reduce el riesgo de tipos de interés
y, por tanto, la necesidad de cubrirlo. Por otro lado, el previsible mayor desarrollo de un
mercado de renta fija privada suficientemente líquido puede hacer que las empresas de
cierta dimensión se financien mejor emitiendo deuda en los mercados de valores.
La misma reducción de los tipos de interés y su mayor estabilidad harán más atractiva la
renta variable frente a la fija, lo que significa que las empresas, especialmente las que
coticen en bolsa, pueden tener más facilidades para incrementar su capital social en
forma de nuevas ampliaciones de capital y, por tanto, de robustecer su estructura
financiera.
La desaparición del riesgo de cambio entre los países que accedan a la Unión Monetaria
Europea no sólo suprime la necesidad de cubrirlo, y, por tanto, la posibilidad de que
emerjan diferencias de valoración de moneda extranjera que pueden elevar el coste
financiero efectivo de una empresa que se ha endeudado en divisas, sino que puede dar
a las empresas un mayor acceso a los mercados de capitales de otros países
participantes.
La moneda única también debe influir sobre el área comercial de las empresas, no sólo en
lo que se refiere a la forma de reflejar los precios de sus productos o servicios o a la
manera de efectuar los correspondientes cobros. En general, el área comercial de las
empresas se ve sometida, con la introducción de la moneda única, a nuevas
posibilidades, pero también a mayores retos.
La ampliación de los mercados, junto con la evolución socio-económica, deben generar
nuevas oportunidades de productos o servicios, que, con un mercado más reducido,
podrían tener mayores dificultades. El propio proceso de transición a la moneda única
generará una mayor demanda de nuevos productos o servicios, como cajas registradoras
o expendedoras, cajeros automáticos, paquetes informáticos, servicios de asesoramiento
y consultoría, etc.
Sin embargo, no debe olvidarse que la moneda única por sí misma so supone la
desaparición de otro tipo de barreras, que, en la práctica, contribuirán a la segmentación
de los mercados en mayor o menor medida, como el idioma, las diferencias culturales, la
existencia de distintos canales de distribución, la posible influencia de normativas que no
estén totalmente armonizadas a nivel comunitario, como pueden ser algunos aspectos de
las leyes fiscales, etc.
En el tema de los servicios jurídicos, el 1 de enero de 1999 entrará en vigor un reglamento
comunitario confirmando la continuidad de los contratos; y, en lo relativo a
la fiscalidad decir que no se pagará más o menos, sino lo mismo. En cuanto a los
porcentajes de las tarifas, se aplicarán a los montos convertidos a Euros; y los forfaits se
expresarán ex novo en Euros.
De todo lo antedicho se deduce que la inmensa mayoría de los cambios que pueda
ocasionar la conversión al Euro a las empresas son perfectamente previsibles siendo
importante la adaptación rápida de los managers a través de la llamada estrategia de
anticipación.
LOS COSTES DE LA UNION EUROPEA
El sistema bancario será uno de los más afectados por las consecuencias de la Unión
Monetaria, enfrentándose a costes directos como indirectos en el proceso de transición al
Euro. Los principales efectos cabrían resumirse en los siguientes puntos:
• Gran parte de los costes materiales del tránsito a la tercera fase, recaerán directamente
en el sector, comprimiendo sus márgenes operativos.
• La desaparición de las comisiones de cambio, influirá notablemente en la cuenta de
resultados, obligando a buscar nuevas áreas de negocio.
• El futuro de los mercados financieros a escala europea, se presenta incierto. La
homogeneización debida al Euro, generará una reducción en el número de empleos. Y
sólo por la aparición de nuevos productos, o mediante la potenciación de actividades en
mercados internacionales, podrán recolocarse excedentes de personal.
• Bancos y cajas habrán de mejorar sus redes de distribución.
• Los particulares y empresas, no se circunscribirán a sus mercados domésticos, sino que
buscarán financiación e inversión en el vasto MIU bancario europeo; dentro de lo que será
un proceso muy rápido de desnacionalización de los sistemas crediticios.
• La globalización del mercado financiero y el aumento consiguiente de la competencia,
reducirá los márgenes, pudiendo llegar a expulsar del mercado a las entidades más
débiles o que no sepan adaptarse a los nuevos tiempos.
Destacar que el proceso de transición a la moneda única no debe contemplarse sólo en
términos de costes, sino también de beneficios, sobre todo por lo que se refiere a la
mayor demanda que pueda generar de productos y servicios financieros.
Para el comercio sobretodo minorista el coste de la Unión Monetaria es considerable y se
traduce como consecuencia de las operaciones de doble marcado, etiquetado, etc.,
necesarios durante los tres años de la tercera fase; además, están los capítulos
correspondientes a los cambios de ordenadores, entrenamiento de personal, información
al público y otros. Obviamente, estos costes deberán ser financiados por los empresarios,
bien estrechando los márgenes o bien con la repercusión, a base de aumentar los
precios, a los consumidores, provocando esto indudables efectos inflacionistas y
disminución de la capacidad de compra. Por tanto, dos vías desaconsejables,
desembocando al final, que el Estado y en definitiva los contribuyentes serán quienes
asumirán parte del coste del ajuste.
A modo de conclusión destacar que de la Unión Monetaria, obviamente, se desprenderán
una serie de consecuencias clasificadas como favorables o desfavorables dependiendo
de la perspectiva en la realización de su estudio. Así, de forma sintetizada, se destacan
como puntos argumentados a favor los siguientes:
ESTABILIDAD DE PRECIOS
La Unión Monetaria favorecerá una cultura de estabilidad de precios, pues la supervisión
del Banco Central Europeo, desde su independencia institucional, implicará para los
gobiernos una disciplina presupuestaria adecuada, al exigirse bajos déficit (por el Plan de
Estabilización y Crecimiento que no permitirá déficit excesivos), lo cual va a llevar a una
fuerte contracción de la deuda pública respecto al P.I.B, en un efecto realimentador de la
disminución de las tradicionales inercias deficitarias.
TIPOS DE INTERES
Con la Unión Monetaria, los tipos de interés serán muy parecidos en toda la zona Euro,
con lo cual desaparecerá la prima de riesgo que ha venido castigando hasta ahora a las
monedas más débiles respecto al marco alemán, entre ellas significativamente la peseta.
El BCE será el que para todo el espacio de la Unión Monetaria fijará el precio del dinero, y
habrá un tipo intercambiario común (el Euroibor). Se alentarán así las inversiones, y será
posible la reducción del paro vía creación de nuevo empleo.
AHORRO
Con el Euro como moneda única para todos los países socios, desaparecerán las
llamadas barreras cambiarias, que todavía hoy se manifiestan en la necesidad de atender
las comisiones de cambio a pagar a los bancos y a otras entidades financieras a la hora
de importar bienes y servicios, o en el momento de cambiar los ingresos obtenidos por
Exportadores. La supresión de esas comisiones –que oscilan entre el 3 y el 10% de las
cantidades cambiarias, según los casos- se estima que representará para las empresas y
consumidores un importante ahorro anual.
INTERNACIONALIZACION
La desaparición de las barreras cambiarias -costes de transacción- también supondrá una
mayor internacionalización de las entidades financieras que ganarán en dimensión. Así, la
competencia bancaria hará más intensa, al coincidir además, con nuevas fórmulas de
banca telefónica y por ordenador, que permitirán la prestación de servicios financieros sin
necesidad de la actual red de sucursales y agencias locales. De ese modo, es de esperar
que los créditos se concedan a tipos de interés más bajos. Como también cabe la
expectativa de un fuerte aumento del comercio intracomunitario que refuerce el Mercado
Interior instaurado en 1993.
MONEDA DE REFUGIO
Sin ningún género de dudas, el Euro va a ser mucho más que un simple negocio europeo,
pues se convertirá en un medio de pago de los más importantes del mundo, que podría
llegar al nivel del dólar, y que con toda seguridad va a ponerse por encima del yen.
Pasará a ser moneda de reserva, de refugio, y de denominación de precios de productos
básicos. Papeles, los tres, que internacionalmente hoy están reservados sobre todo al
billete verde de Estados Unidos.
COMPETITIVIDAD
Es seguro que después de entrar en funcionamiento la Unión Monetaria subsistirán
diferencias muy notables en precios, salarios, etc., entre los distintos países de la Unión,
tal como de hecho sucede hoy en Estados Unidos. En ese contexto, los países menos
competitivos de la Unión Europea habrán de introducir importantes reformas en sus
sistemas de organización; empezando por el mercado de trabajo –más flexibilidad de
contratación, regulación de empleo más económico, prestaciones más controladas a la
desocupación- un tema en el que, de manera inevitable, hay fuerte desacuerdo entre
empresarios y sindicatos.
PERDIDA DE SOBERANIA
La primera desventaja se basa en la idea de que al desaparecer las viejas monedas
nacionales, el presunto poder soberano del cambio exterior de los países socios se verá
eliminado. Pero frente a ese posicionamiento, cabe argumentar que tal soberanía de
hecho ya no existía, por la gran fuerza del marco alemán y del poderoso Bundesbank. Y
sobre todo, por el funcionamiento de los mercados, que no premian ni el derroche, ni la
inflación. Esos mercados son los mismos que ya apuestan, en el mejor sentido de la
expresión, por la efectiva culminación del Euro. La tan traída y llevada soberanía del
cambio exterior de la peseta, hay que decirlo sin ambages ¿Para qué se utilizó en España
entre 1992 y 1995? Exclusivamente para de tiempo en tiempo recurrir a las llamadas
devaluaciones competitivas. A la postre, fueron un reconocimiento del fracaso de políticas
más creativas y potenciadoras a medio y largo plazo, que son las actuantes sobre la
productividad real del sistema, la calidad, el marketing, la presencia internacional, los
servicios posventa, etc.
AUTONOMIA PRESUPUESTARIA
La segunda de las grandes desventajas que sus detractores asignan a la Unión Monetaria
es la pérdida de la autonomía presupuestaria. Se trata más bien de nostalgias infundadas
del pasado, y no de pérdida efectiva de posibilidades verdaderas de cara al futuro, pues
ya no cabe insistir por más tiempo en la afirmación de que un fuerte gasto público significa
mayor nivel de empleo, porque la evidencia internacional –en igualdad de condiciones de
otras variables también importantes-, demuestra más bien lo contrario: Japón, con el 30%
de gasto público, sólo tiene un 3% de paro; Estados Unidos con el 35% de gasto,
presenta una desocupación del 4,7%. En tanto que la Unión Europea, con un promedio
del 47% del PIB de recursos gastados por el sector público, se sitúa en el 11% de paro.
No es extraño, pues, que haya todo un clamor en cuanto a la necesidad de incentivar al
sector privado, como verdadero creador de empleo productivo, y no burocrático, lo cual
llevará a compactar el sector público.
LA UNION ECONOMICA Y MONETARIA
Todos los Estados miembros de la UE forman parte de la Unión Económica y Monetaria
(UEM), la cual puede definirse como una fase avanzada de integración económica basada
en un mercado único que implica una estrecha coordinación de las políticas económicas y
fiscales y, en el caso de los países que cumplen ciertas condiciones, una política
monetaria única y una moneda única: el euro.
El proceso de integración económica y monetaria de la UE se desarrolla paralelamente a
la propia historia de la Unión. Cuando se fundó la Comunidad Económica Europea en
1957, los Estados miembros se centraron en el establecimiento de un «mercado común».
Con el tiempo resultó clara la necesidad de una cooperación económica y monetaria más
estrecha para un mayor desarrollo y florecimiento del mercado interior. Sin embargo, el
objetivo de lograr una plena unión económica y monetaria y una moneda única no se
consagró hasta el Tratado de Maastricht de 1992 (Tratado de la Unión Europea). Dicho
Tratado establecía las normas básicas para la introducción de la moneda única y
determinaba los objetivos de la UEM, las responsabilidades de cada protagonista y las
condiciones que deben cumplir los Estados miembros para poder adoptar el euro. Estas
condiciones se conocen con el nombre de «criterios de convergencia» (o «criterios de
Maastricht»), y consisten en una inflación baja y estable, un tipo de cambio estable y unas
finanzas públicas saneadas.
El Banco Central Europeo tiene el derecho exclusivo de autorizar la emisión de billetes en
euros por los bancos centrales nacionales de la zona del euro, que comparten la
responsabilidad de emitirlos y ponerlos en circulación. Las monedas son emitidas por los
Estados miembros de la zona del euro, con unos volúmenes aprobados cada año por el
BCE, y su acuñación se encarga a las fábricas de la moneda nacionales.
CREACION DE LA MONEDA
Como cualquier moneda, el euro tiene un nombre y un símbolo:
• El nombre —el euro— fue elegido por el Consejo Europeo reunido en Madrid en 1995 en
el marco de los preparativos de la moneda única.
• El símbolo del euro (€) se inspiró en la letra griega epsilón (Є). También representa la
primera letra de la palabra «Europa» en el alfabeto latino, mientras que las dos líneas
paralelas significan estabilidad. La Comisión Europea organizó un concurso interno para
seleccionar el símbolo del euro. Se consideraron aproximadamente 30 propuestas —10
de las cuales se pusieron a prueba ante el público— y el diseño final fue seleccionado en
1995 por el entonces presidente de la Comisión, Jacques Santer, y el Comisario Yves
Thibault de Silguy a partir de dos propuestas finalistas.
TIPO DE MONEDA
Los diferentes tamaños, colores y relieves de los billetes en euros ayudan a los
ciudadanos— incluidas las personas con discapacidades visuales— a reconocer las
distintas denominaciones. Los billetes tienen siete denominaciones diferentes: 5, 10, 20,
50, 100, 200 y 500 euros. Los billetes tienen varias características de seguridad, tales
como una marca de agua, un hilo de seguridad y un holograma, con el fin de evitar la
falsificación y ayudar a reconocer los auténticos billetes.
Para las monedas también se diseñaron especificaciones técnicas avanzadas que hacen
extremadamente difícil su reproducción ilegal, especialmente en el caso de las monedas
de 1 y 2 euros. Las denominaciones de las monedas se distinguen entre sí por el tamaño,
el color y el grosor. Hay ocho denominaciones diferentes: 1, 2, 5, 10, 20 y 50 céntimos y 1
y 2 euros.
FECHAS DE INTRODUCCION DEL EURO EN LOS ESTADOS MIEMBROS
|1999| Bélgica, Alemania, Irlanda, España, Francia,Italia, Luxemburgo, Países bajos,
Austria, Portugal y Finlandia
|2001| Grecia
|2002| Introducción de los billetes y monedas en euros
|2007| Eslovenia
|2008| Chipre y Malta
TRATADO DE MAASTRICHT SOBRE LA UNION EUROPEO
El Tratado de la Unión Europea (TUE), firmado en Maastricht el 7 de febrero de 1992,
entró en vigor el 1 de noviembre de 1993. Este Tratado es el resultado de elementos
externos e internos. A nivel externo, el hundimiento del comunismo en Europa del Este y
la perspectiva de la reunificación alemana dieron lugar al compromiso de reforzar la
posición internacional de la Comunidad. A nivel interno, los Estados miembros deseaban
prolongar los progresos realizados por el Acta Única Europea a través de otras reformas.
El Tratado de Maastricht representa una etapa determinante en la construcción europea.
Al instituir la Unión Europea, al crear una unión económica y monetaria y al abrir la
integración europea a nuevos ámbitos, la Comunidad accede a una dimensión política.
Conscientes de la evolución de la integración europea, de las ampliaciones futuras y de
las modificaciones institucionales necesarias, los Estados miembros incluyeron en el
Tratado una cláusula de revisión. A tal efecto, el artículo N prevé la convocatoria de una
Conferencia Intergubernamental en 1996.
Esta conferencia desembocó en la firma del Tratado de Amsterdam en 1997.
MODIFICACIONES APORTADAS AL TRATADO
El Tratado de Amsterdam (1997) ha permitido ampliar las competencias de la Unión con
la creación de una política comunitaria del empleo, la comunitarización de una parte de
las materias que antes correspondían a la cooperación en el ámbito de Justicia y Asuntos
de Interior, las medidas destinadas a aproximar la Unión a sus ciudadanos y la posibilidad
de cooperación más estrecha entre algunos Estados miembros (cooperaciones
reforzadas). Por otra parte, amplía el procedimiento de codecisión y el voto por mayoría
cualificada, y realiza una simplificación y una renumeración de los artículos de los
Tratados.
El Tratado de Niza (2001) se dedica esencialmente a los «asuntos pendientes» de
Amsterdam, es decir, a los problemas institucionales vinculados a la ampliación que no se
resolvieron en 1997. Se trata, en concreto, de la composición de la Comisión, de la
ponderación de votos en el Consejo y de la ampliación de los casos de voto por mayoría
cualificada. También simplifica el recurso al procedimiento de cooperación reforzada y
aumenta la eficacia del sistema jurisdiccional.
SERIE COMPLETA DE ACTIVIDADES
Por su parte, la Comisión realiza una serie de actividades, con dos objetivos globales:
aumentar el conocimiento que tienen los ciudadanos del euro y su apoyo al mismo en
aquellos países en los que ya es la moneda oficial y ayudar en sus preparativos a los
miembros de la UE que adoptarán el euro en el futuro.
• La Comisión realiza un seguimiento del estado de la opinión pública mediante las
encuestas del Eurobarómetro, que se realizan una vez al año en la zona del euro y dos
veces al año en los nuevos países de la UE. Los resultados se publican en el sitio web
«Europa».
• La Comisión contribuye al establecimiento de «programas de hermanamiento» entre
países de la zona del euro y países no pertenecientes a la misma a fin de fomentar la
transferencia de conocimientos y experiencia sobre los preparativos prácticos. Desde
2005 se han desarrollado 10 programas de hermanamiento.
• En 2006, en 10 de los nuevos Estados miembros se creó una red de conferenciantes
independientes sobre cuestiones relacionadas con el euro («Equipo del euro»), que
actúan como embajadores del euro en sus respectivos países, sin tener vínculos
institucionales o financieros con la Comisión.
• Con el fin de satisfacer una demanda creciente de conferenciantes especializados en
cuestiones relacionadas con el euro, la Comisión también ha creado, en Bruselas, un
grupo de funcionarios de las instituciones europeas que pueden realizar presentaciones
sobre el euro a grupos de estudiantes, visitantes y audiencias especializadas.
• Por último, la Comisión desarrolla sus propios productos, tales como publicaciones y
sitios web, y organiza conferencias, seminarios y exposiciones itinerantes, tanto para los
países de la zona del euro como para los países no pertenecientes a la misma.
Todas las actividades de la Comisión, desde las asociaciones hasta sus propias
publicaciones, quedan cubiertas por el presupuesto del Programa de información del
ciudadano europeo (programa PRINCE), establecido en 1996 para garantizar la
asignación de fondos a actividades de información prioritarias, tales como las relativas al
euro. La Comisión informa dos veces al año al Parlamento Europeo acerca de las
actividades financiadas por la parte del presupuesto del programa PRINCE asignada al
euro y a la UEM.
VENTAJAS DEL EURO
Las ventajas del euro son diversas y los ciudadanos, las empresas y las economías en su
conjunto las perciben en diferente grado. Entre estas ventajas cabe destacar:
• Mayores posibilidades de elección y unos precios más estables para los consumidores y
los ciudadanos.
• Más seguridad y más oportunidades para las empresas y los mercados
• Mayor estabilidad y crecimiento económicos
• Mercados financieros más integrados
• Mayor peso de la UE en la economía mundial
• Signo tangible de la identidad europea
Muchas de estas ventajas están interrelacionadas. Por ejemplo, la estabilidad económica,
que es positiva para la economía de un Estado miembro ya que permite al Gobierno
planificar el futuro, también beneficia a las empresas, dado que reduce la incertidumbre y
las estimula a invertir. Ello, a su vez, redunda en beneficio de los ciudadanos, en forma de
un mayor volumen de empleo y unos puestos de trabajo de más calidad.
La moneda única proporciona nuevas oportunidades derivadas de la integración y la
escala de la economía de la zona del euro, lo que aumenta la eficiencia del mercado
único.
Antes de la introducción del euro, la necesidad de realizar operaciones de cambio de
moneda implicaba riesgos y costes adicionales y una falta de transparencia en las
transacciones transfronterizas. Al existir una moneda única, resulta menos costoso y
menos arriesgado realizar actividades comerciales en la zona del euro.
La posibilidad de comparar fácilmente los precios estimula el comercio transfronterizo y la
inversión para todos los agentes económicos, desde los consumidores, que buscan
productos al más bajo coste, pasando por las empresas, que adquieren servicios más
rentables, hasta los grandes inversores institucionales, que pueden invertir más
eficientemente en toda la zona del euro sin soportar el riesgo de unos tipos de cambio
fluctuantes. En la zona del euro hay un gran mercado integrado en el que se utiliza la
misma moneda.
VENTAJAS A ESCALAS MUNDIAL
El alcance de la moneda única y la dimensión de la zona del euro también proporcionan
nuevas oportunidades a la economía mundial. Una moneda única hace de la zona del
euro una zona atractiva para los operadores económicos de terceros países, fomentando
así el comercio y la inversión. La prudente gestión económica hace del euro una atractiva
moneda de reserva para terceros países y confiere a la zona del euro un mayor peso en
la economía mundial.
La escala de la zona del euro y una gestión prudente también proporcionan estabilidad
económica a esta zona, haciéndola más resistente a los cambios económicos repentinos
que puedan aparecer fuera de la zona del euro y perturbar la evolución de las economías
nacionales, tales como subidas del precio de petróleo a nivel mundial o turbulencias en
los mercados de cambios mundiales. El tamaño y la fortaleza de la zona del euro le
confieren más capacidad para absorber dichas perturbaciones exteriores sin sufrir
pérdidas de empleo o reducciones del crecimiento.
EURO EN EL MUNDO
Dentro de la zona del euro, la moneda única, el euro, es el medio que emplean los
gobiernos, empresas y particulares para el pago y el cobro de bienes y servicios. También
se emplea para acumular y crear riqueza para el futuro a través del ahorro y la inversión.
Por otra parte, el tamaño, la estabilidad y la solidez de la economía de la zona del euro —
segunda economía más grande del mundo, después de la estadounidense— hace cada
vez más atractivo el euro, incluso fuera de sus fronteras.
Los sectores público y privado de terceros países adquieren y utilizan el euro con diversos
fines, en particular para transacciones comerciales y como moneda de reserva. Por esta
razón, el euro es actualmente la segunda moneda internacional más importante después
del dólar estadounidense.
La extendida utilización del euro en el sistema financiero y monetario internacional
demuestra su gran presencia a escala mundial:
• El euro se emplea cada vez más en todo el mundo en las emisiones de deuda pública y
de deuda de las empresas. A final de 2006, el euro representaba aproximadamente una
tercera parte del mercado internacional de deuda, mientras que el dólar representaba el
44%.
• Los bancos con proyección mundial conceden un gran volumen de préstamos
denominados en euros por todo el mundo.
• El euro es la segunda moneda más negociada en los mercados de divisas, utilizándose
en aproximadamente el 40% de las transacciones diarias.
• El uso del euro es extendido en facturaciones y pagos del comercio internacional, no
sólo entre la zona del euro y terceros países, sino también, aunque en menor medida,
entre terceros países.
• El euro se utiliza ampliamente, junto con el dólar, como importante moneda de reserva
para poder afrontar posibles emergencias monetarias. Al final de 2006, más de la cuarta
parte de las reservas de divisas a nivel mundial se mantenían en euros, frente al 18%
registrado en 1999. Los países en desarrollo se encuentran entre los países que más han
aumentado su reservas en euros, que pasaron del 18% en 1999 a alrededor del 30% en
2006.
• Varios países gestionan sus monedas vinculándolas al euro, que actúa como moneda
ancla o de referencia.
El estatus del euro como moneda mundial, junto con el tamaño y el peso económico de la
zona del euro, están llevando cada vez más a las organizaciones económicas
internacionales, tales como el FMI y el G-8, a considerar la economía de la zona del euro
como una entidad. Esto permite a la Unión Europea tener una mayor influencia en los
foros internacionales.
Para beneficiarse de este mayor peso, y contribuir eficazmente a la estabilidad financiera
internacional, la zona del euro está hablando cada vez más con una sola voz en
importantes foros económicos internacionales.
Ello es el resultado de una estrecha coordinación entre los Estados miembros de la zona
del euro, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea durante las reuniones
económicas internacionales.
Algunos terceros países y regiones están más estrechamente vinculados al euro. El
estable sistema monetario del euro hace de éste una atractiva «moneda ancla» para ellos,
especialmente para aquellos que tienen acuerdos institucionales especiales con la UE,
tales como acuerdos comerciales preferenciales. Al vincular su moneda al euro, estos
países transmiten más certidumbre y estabilidad a sus economías nacionales.
El euro también se emplea ampliamente en terceros países y regiones vecinos de la zona
del euro, como, por ejemplo, en el Sureste de Europa, mientras que otros países —
Mónaco, San Marino y la Ciudad del Vaticano— lo utilizan como moneda oficial en virtud
de acuerdos monetarios específicos celebrados con la UE y pueden emitir sus propias
monedas en euros dentro de determinados límites cuantitativos.
LIBRA ESTERLINA
La libra esterlina (Pound sterling en inglés) es la moneda del Reino Unido así como de
las Dependencias de la Corona y Territorios Ultramarinos Británicos. En sus demás
territorios coloniales se usan diferentes divisas pero fijadas a la esterlina: la libra
gibraltareña, libra malvinense y libra de Santa Helena Su símbolo monetario es £ y
proviene del latín libra, que se refería a la unidad de masa. Un libra se divide en
cien peniques.
El nombre oficial completo, libra esterlina (en plural libras esterlinas), es usado sobre todo
en contextos formales y también cuando es necesario distinguir la moneda que se usa en
el Reino Unido de las que se utilizan en otros países y que tienen el mismo nombre. El
nombre de la divisa, pero no los nombres de sus unidades a veces es abreviado
solamente a "esterlina", particularmente en los mercados financieros de venta al por
mayor; por ejemplo "pago aceptado en "esterlinas", pero no "eso cuesta cinco esterlinas".
Las abreviaturas "ster." o "stg." son usadas ocasionalmente. El término libra británica es
usado comúnmente en situaciones menos formales, aunque no es un nombre oficial de la
divisa.
GOBIERNO BRITÁNICO
El 30 de octubre de 1997 el Gobierno británico notificó al Consejo que no preveía adoptar
la moneda única el 1 de enero de 1999. El Reino Unido puede modificar su decisión en
cualquier momento e introducir la moneda única a condición de que cumpla las
condiciones siguientes:
• El Gobierno y el Parlamento británicos adoptan una decisión en ese sentido,
acompañada o no de un referéndum según las disposiciones nacionales;
• El Reino Unido debe cumplir los criterios de convergencia establecidos por el Tratado
constitutivo de la Comunidad Europea.
El Consejo, a petición del Reino Unido, tras examinar un informe de la Comisión y del
BCE y previa consulta al Parlamento Europeo, así como tras un debate en el Consejo con
los Jefes de Estado o de Gobierno, decidirá por mayoría cualificada si se cumplen las
condiciones.
LAS CINCO PRUEBAS ECONÓMICAS
El Gobierno británico anunció que un posible paso a la tercera etapa de la UEM
dependerá de una evaluación de cinco pruebas económicas:
• Convergencia de los ciclos económicos: Los ciclos económicos de la zona euro y del
Reino Unido deben ser compatibles. Este examen se basará en indicadores económicos
como inflación, tipos de interés, divergencia de producción y tipo de cambio efectivo real
para garantizar una convergencia a largo plazo.
• Flexibilidad: La economía británica debe ser lo suficientemente flexible para que
posibles choques asimétricos puedan ser absorbidos, por ejemplo mediante la flexibilidad
y la movilidad del mercado laboral y la política fiscal.
• Inversión: La adhesión del Reino Unido a la moneda única debe a largo plazo promover
la inversión (extranjera o interior).
• Servicios financieros: La UEM debe mejorar la posición competitiva del sector de los
servicios financieros en el Reino Unido y particularmente de Londres.
• Crecimiento económico, estabilidad y empleo: La UEM debe tener efectos positivos para
la tasa de empleo y el crecimiento económico, medidos por los efectos sobre el comercio
exterior británico, las diferencias de precios y la estabilidad macroeconómica.
Según el Gobierno británico, estas condiciones suplementarias deben cumplirse antes de
que el Reino Unido solicite la adhesión a la tercera fase de la UEM. Tales condiciones se
añaden a los criterios formales del Tratado. La evaluación de estos criterios por el
Ministerio de Hacienda británico en junio del 2003 dio como resultado que desde 1997 el
Reino Unido ha hecho progresos reales para alcanzar los criterios de las cinco pruebas.
Sin embargo, aunque los beneficios potenciales (mayores inversiones, servicios
financieros, crecimiento económico y creación de empleo) parecen claros, el Ministerio no
puede concluir aún definitivamente que la convergencia será duradera y que la flexibilidad
es suficiente para hacer frente a eventuales dificultades en la zona euro. Por ahora una
decisión sobre la adopción de la moneda única no redunda por lo tanto en el interés
nacional británico, según el informe.
DINAMARCA: CLAUSULA DE EXENCION DE LA UEM
En el Tratado de Maastricht de 1992, Dinamarca obtuvo una cláusula de exención,
denominada «opt-out»: significa que el país no está obligado a entrar en la tercera fase de
la Unión Económica y Monetaria (UEM) y, en consecuencia, a introducir el euro.
El Protocolo sobre determinadas disposiciones relativas a Dinamarca, anexo al Tratado
constitutivo de la Comunidad Europea, garantiza a Dinamarca que el paso a la tercera
fase de la UEM no se efectúe automáticamente aunque se cumplan los criterios, ya que la
Constitución danesa exige un referéndum sobre esta cuestión.
DISPOSICION DEL PROTOCOLO
El Protocolo especifica que:
• El Gobierno danés notificará al Consejo su posición relativa a la participación en la
tercera fase antes de que el Consejo haga su evaluación de los criterios de convergencia;
en caso de que Dinamarca notificara que no participa en la tercera fase, Dinamarca
disfrutará de una excepción, lo que significa que serán aplicables todas las obligaciones
del Tratado y el estatuto del Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC) que hacen
referencia a una excepción; el procedimiento para poner fin a la excepción sólo se iniciará
a petición de Dinamarca.
Si se deroga la excepción, dejarán de ser aplicables las disposiciones del presente
Protocolo.
REFERENDUM SOBRE EL TRATADO DE MAASTRICHT (1992)
El Parlamento danés adoptó el Tratado de Maastricht en mayo de 1992 con 125 votos a
favor y 25 en contra. La Constitución danesa contempla un referéndum para todo proyecto
de ley que autorice una transferencia de poderes a autoridades supranacionales.
El Tratado de Maastricht se presentó al pueblo danés en un referéndum el 2 de junio de
1992. El Tratado fue rechazado por un 50,7 % de los votos.
SUECIA
La Comisión Europea hace balance de los progresos alcanzados por Suecia, Estado
miembro acogido a una excepción, en el cumplimiento de sus obligaciones para la
realización de la Unión Económica y Monetaria (UEM).
Independencia del Banco de Suecia: Las enmiendas entradas en vigor el 1 de enero de
1999 pusieron fin a las principales incompatibilidades en materia de independencia del
Banco de Suecia. Sólo la cuestión de la distribución de los beneficios y la influencia
parlamentaria sobre esta cuestión plantean aún problemas. Este tema se confía por el
momento al Parlamento sueco a fin de que se tome una decisión. El BCE ha recordado la
necesidad de una aclaración de estas normas internas.
Integración del Banco de Suecia en el SEBC: La ley sueca no prevé por el momento la
plena integración del Banco de Suecia en el SEBC. Por lo tanto, la legislación nacional no
es compatible con las exigencias del Tratado. El problema de la incompatibilidad aparece
en una serie de disposiciones de los estatutos del Banco de Suecia y requerirá una nueva
actualización a fondo de la legislación sueca antes de la adopción de la moneda única.
Las incompatibilidades e imperfecciones se refieren en particular a:
• La obligación del Banco de Suecia de informar previamente al Gobierno de toda
decisión de gran importancia;
• Los poderes del Banco de Suecia en materia de política monetaria;
• El monopolio de emisión de billetes de que disfruta el Banco de Suecia;
• La imposición de reservas obligatorias a las instituciones financieras;
• La política de cambio;
• Las normas de acceso a los documentos públicos.
CONCLUSION
La moneda única proporciona nuevas oportunidades derivadas de la integración y la
escala de la economía de la zona del euro, lo que aumenta la eficiencia del mercado
único.
Bibliografía:
http://ec.europa.eu/economy_finance/the_euro/index_es.htm?cs_mid=2946
http://europa.eu/legislation_summaries/economic_and_monetary_affairs/
introducing_euro_practical_aspects/index_es.htm
http://europa.eu/legislation_summaries/economic_and_monetary_affairs/institutional_an