sistemas de trabajo en méxico

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Contribuciones desde Coatepec Universidad Autónoma del Estado de México [email protected] ISSN (Versión impresa): 1870-0365 MÉXICO 2005 Silvana Elisa Cruz Domínguez SISTEMAS DE TRABAJO EN LAS MINAS DE PACHUCA, SIGLOS XVI-XVIII Contribuciones desde Coatepec, julio-diciembre, año/vol. V, número 009 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México pp. 33-67 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México

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Mita y yanaconazgo

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  • Contribuciones desde CoatepecUniversidad Autnoma del Estado de [email protected] ISSN (Versin impresa): 1870-0365MXICO

    2005 Silvana Elisa Cruz Domnguez

    SISTEMAS DE TRABAJO EN LAS MINAS DE PACHUCA, SIGLOS XVI-XVIII Contribuciones desde Coatepec, julio-diciembre, ao/vol. V, nmero 009

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico Toluca, Mxico

    pp. 33-67

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxico

  • 33Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-DICIEMBRE 2005

    Sistemas de trabajoen las minas de Pachuca,

    siglos XVI-XVIIISystems of work at the mines of Pachuca,

    XVI-XVIII Centuries

    Resumen. En este artculo se aborda el problema del abastecimiento de la mano de obra enlas minas de Pachuca, las modalidades que sta adquiri a lo largo de los tres siglos de laColonia. En Pachuca fueron tres las formas que adquiri el trabajo minero: la encomienda, elrepartimiento y la libre contratacin. Se discute la libertad en el trabajo de las minas, podahaber libertad cuando exista la coaccin, la obligacin de continuar con un patrn debido alas deudas concertadas; cuando se les pagaba con artculos a muy alto precio y no en moneda,cuando haba recogedores que encerraban a los operarios para que no se fueran?Palabras clave: trabajo en las minas, repartimiento minero, historia del trabajo.Abstract. This article broach the problem of the supplying of the manpower in the mines ofPachuca, the modalities that this one acquired throughout the three centuries of the Colony.In Pachuca there were three forms that the mining work acquired: the charge, the share out,and the free hiring. The freedom in the work of the mines is discussed, Could have freedomwhen the coaction existed, the obligation to continue with a pattern due to the arrangeddebts; when it was paid to them with articles to very high price and not in currency, whenthere were catchers that locked up the workers so that they did not go away?Key words: Work in the mines, mining Repartimiento, History of the work.

    El factor trabajo fue esencial en la organizacin econmica de la Amricacolonial. Por ello, fue prioridad del Estado espaol imponer en Amricaun sistema de trabajo ms o menos homogneo, aprovechando formas detrabajo prehispnicas de cada una de las distintas reas del continente. As, en laminera peruana y en toda el rea andina se impuso la mita, y en la novohispanaalgo parecido al coatequil que recibi el nombre de repartimiento. Desde luego,esta continuidad slo fue aparente.

    Son abundantes los testimonios coloniales que narran los excesos provoca-dos por los sistemas de trabajo impuestos en Amrica, a los que los autores de las1 Facultad de Humanidades de la Universidad Autnoma del Estado de Mxico. Correo electrnico:

    [email protected]

    SILVANA ELISA CRUZ DOMNGUEZ1

    PGINAS 33-67

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    tradiciones histricas consideran como una de las siete plagas que cayeron sobrelos indgenas. Pero no basta con sealar estos abusos, como advierte RuggieroRomano;2 es preciso explicar las causas que dieron lugar a este choque entre laconcepcin laboral de una y de otra cultura. No es que los indios fuesen perezosos,de lo que tantas veces se les tild, lo que suceda es que no deseaban establecerrelacin alguna con el grupo dominante ni pretendan coadyuvar al desarrollo deuna economa que no les brindaba beneficio alguno (Romano, 2004: 222).

    La mayora de las crnicas histricas narra la alegra con que los indgenasacudan al trabajo antes de la conquista; entonces, qu fue lo que sucedi? Porqu la renuencia de los indios a las formas de trabajo hispano en minas, obrajes,cultivo de cereales y caa de azcar, cuidado de ganado? El mismo Romanoencuentra la respuesta a estas interrogantes en el memorial de Alonso de Zorita,clebre jurista conocedor de la sociedad indgena americana, quien expuso que sedeba tener en cuenta el modo y el ritmo de trabajo que antes tenan los indios(Romano y Carmagnani, 1999). En efecto, Zorita escribi al respecto:

    Los das que en sus repblicas trabajaban y trabajan es dentro de sus mismospueblos, el trabajo era y es poco, eran y son bien tratados, no salan ni salen deentre sus casas y de entre sus mujeres e hijos y deudos: coman y comen suordinario y a sus horas concertadas, y hacan y hacen las obras de comn conmucho regocijo Salan de sus casas entrado el da, pasado el fro de la maana(Zorita, 1942: 37).

    Como podemos observar, el modo y el ritmo resultan factores de relieve: eltrabajo era poco; aunque los indios fuesen a trabajar permanecan cerca de susfamilias y no cambiaban de temple; eran bien tratados, coman a sus hora; y sushorarios eran flexibles, dependiendo ms bien de las condiciones del clima, delmedio ambiente en general. Lo contrario sucedi en la poca colonial, y se constataen las constantes quejas que engrosan los archivos de los virreinatos americanos.

    Ms tarde, la Corona dispuso que se pagara el trabajo que los indios realizabanen las minas y en toda clase de faenas, es decir, trat de incitarlos al trabajo pormedio de un pago monetario; pero esta medida era incompatible con la forma devivir de los indios pues, de acuerdo con Zorita, stos no se desvelan por adquirirriquezas, se conforman con tener para su sustento y tributo. En los tiempos

    2 Ruggiero Romano, excelente historiador italiano, especialista de la historia econmica y social,desarroll parte de su obra siendo investigador en la Escuela de Altos Estudios de Pars, y sobrepases de Amrica. En varios estudios cuestiona la difusin de la depresin econmica del sigloXVII de Europa occidental hacia Amrica.

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    antiguos y en la actualidad cuando trabajan para s mismos y para la comuni-dad la productividad [como diramos hoy] de los nativos es y era ciertamentebaja (Romano, 2004: 158). La desestructuracin del sistema de trabajo prehisp-nico tuvo lugar a partir de la feroz compulsin al trabajo que los hispanos emplea-ron con los indios, sin comprender las diferentes concepciones que prevalecanen una y otra cultura respecto de las condiciones del trabajo.

    La Corona, por su parte, no permaneci indiferente ante las noticias quereciba respecto a los excesos en la compulsin al trabajo de los indios; sin embargo,en este, como en otros aspectos, la Corona se debati entre el derecho, el hecho ysu propio inters. Es decir, emiti una legislacin protectora de los indios, perodespus haca concesiones especiales para ciertos mineros; as, las exencionesque un pueblo lograba obtener despus de un largo tiempo en el que se hacanlas averiguaciones correspondientes pronto eran derogadas por otras rdenesdictadas a peticin de los mineros, quienes insistan en el beneficio de los realesquintos. Por esto encontramos una legislacin contradictoria y diversa, puesaunque haba un cuerpo general de leyes para todas las Indias, haba normasespecficas (en ocasiones con una vigencia muy reducida) para cada virreinato yaun para ciertos pueblos ubicados en cada uno de ellos.

    Precisamente, el presente trabajo pretende mostrar las particularidades queadquiri el reclutamiento de trabajadores en las minas de Pachuca durante lossiglos XVI, XVII y parte del XVIII; la manera en que el descubrimiento de las minasalter la vida de los pueblos de indios que se encontraban o fueron ubicados en suentorno y de los que estaban ms alejados; la forma en que stos reaccionaronante las continuas demandas de los mineros, lo cual contribuy a modificar sudinmica y vida poltica; asimismo, pretende explicar las causas que motivaron latenaz resistencia de tales pueblos al repartimiento minero.

    El trabajo en las minas del centro de Nueva EspaaSin duda, la principal riqueza de las minas estaba constituida por la mano de obraindgena, tal y como varios mineros reconocieron a lo largo del periodo colonial.La fuerza de trabajo minera se obtena a travs de distintas vas: la esclavitud, laencomienda, el repartimiento y la libre contratacin. En la primera estabanimplicados los negros que se traan de frica y los indios renuentes a recibir elevangelio, en otras palabras, aqullos que resistieron la conquista. En el reino deNueva Espaa, fueron sometidos a esclavitud los indios chichimecos, algunosmayas y varias etnias del norte; estos indios esclavos se utilizaron en las minasnorteas de Zacatecas, Chihuahua, Nueva Galicia, Nuevo Santander, entre otras.

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    En cambio, en el rea central, al no presentar los indgenas fuerte resistencia, nose los convirti en esclavos, salvo en casos excepcionales; las instituciones queah prevalecieron fueron la encomienda, el repartimiento y la libre contratacin.

    Estas tres instituciones fundamentales en el desarrollo de la minera tuvieronun fuerte impacto en la entonces densa poblacin del rea central de Nueva Espaa:adems de contribuir a minar su forma de vida, tambin fueron la causa de sureacomodo territorial, lo que, de acuerdo con las tradiciones histricas, fue elprincipal motivo de que las epidemias afligieran a los naturales de forma tandevastadora. En efecto, desde los tiempos inmediatos a la conquista se localizaronalgunos yacimientos metalrgicos, los cuales fueron explotados gracias a la ayudabrindada por la sociedad india. Debido a que las faenas tanto en el interior comoen el exterior de las minas requeran de considerable ayuda, varios pueblos cercanosa las minas fueron congregados junto a ellas. De hecho las ordenanzas sobrecongregaciones civiles as lo estipulaban. Pero veamos la influencia de cada unade ellas.

    a) La encomiendaLa encomienda consista en entregar a un encomendero un grupo de personas,que poda ser un pueblo completo junto con su tlatoani; ellos deban pagar untributo en servicios, en especie y en dinero, a cambio l se encargara del bienespiritual y temporal de sus encomendados; sabemos que esto ltimo se convirtien falacia. Si el encomendero posea minas, entonces, el indio deba trabajar deforma gratuita en sus minas; si no las tena, de cualquier forma, era alquilado paraacudir a otras minas, mas lo obtenido por el alquiler quedaba en manos delencomendero.

    Un ejemplo de este tipo de encomenderos y mineros lo encontramos en elafamado Cristbal de Oate quien inici sus actividades mineras en Nueva Galicia,obtuvo las encomiendas de Culhuacn y Tacmbaro y culmin en Zacatecas y enIxmiquilpan. Este personaje utiliz tres tipos de trabajadores para sus minas: negrosesclavos, esclavos indios y a sus indios encomendados. Siguieron su ejemplo,entre muchos otros, Rodrigo de Rivera y Alonso de Villaseca, quienes poseanminas en Pachuca (Cubillo, 1991: 142-148).

    No obstante, la encomienda no lograba atender todas las demandas del altonmero de empresarios que surgieron en Nueva Espaa hacia mediados delsiglo XVI, poca en la que empezaba el florecimiento de las estancias de ganado,grandes campos de cultivo, talleres textiles, curtiduras, panaderas y otros tiposde empresas. Adems, el descubrimiento de vetas metalrgicas se haca mayor a

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    medida que avanzaba el siglo y los dueos de la fuerza de trabajo de los indioscontinuaban siendo los encomenderos, quienes slo en ocasiones accedan aalquilar a sus indios, debido a lo excesivo de la demanda.

    Ante las continuas solicitudes y protestas de los empresarios por elmonopolio de la fuerza de trabajo, y con objeto de frenar el poder de losencomenderos, se expidi una cdula en 1549 que de modo definitivo prohibael tributo en forma de trabajo. As, los indios de la encomienda deberan percibirremuneracin monetaria por sus servicios, aunque sta fuera entregada a sus propiosencomenderos; con ello se pretenda terminar con los tributos en forma de serviciopersonal. Esto fue lo que se notific al virrey Velasco en 1550; la real cdulatambin agregaba que los indios deban ser convencidos por los religiosos paratrabajar pero, que si su labor fallaba, seran instados por oidores visitadores(Verlinden, 1970). Esta disposicin regulaba el sistema de reclutamiento de trabajoforzoso, rotativo y remunerado: el repartimiento. En teora, esta nueva forma deincorporacin al trabajo deba ser de utilidad pblica, lo que oblig a los nuevosempresarios a tratar de justificar sus actividades como si lo fuesen; los mineros yaqullos que cultivaban trigo lo consiguieron. Sin embargo, lo cierto es que elrepartimiento fue utilizado en la mayora de los casos para beneficio de particulares(Gibson, 1991: 227-234; Garca Castro, 1999: 218-221).

    b) El repartimiento mineroEn realidad, el repartimiento no era una institucin nueva; desde el periodo antillanose trat de establecer un sistema de trabajo voluntario y asalariado, pero el absolutorechazo de los indios a la forma de trabajo hispano, aunque fuese pagado, obliga forzarlos a trabajar. La Corona slo permita la labor del indio con una mismapersona por un tiempo mximo de tres aos, despus deba otorgar sus servicios aun nuevo patrn, para evitar cualquier semejanza con los siervos, que servanperpetuamente a un seor y no podan ser considerados vasallos del rey (Romano,2004: 165-167).

    En la Nueva Espaa, Hernn Corts fue uno de los primeros en utilizar estaforma del repartimiento; de acuerdo con Garca Castro, el conquistador orden alos caciques de Toluca le entregasen 60 indios para trabajar en las minas de Taxcoy Sultepec, los cuales deban renovarse cada 20 das. Esta forma de labor perdurdurante quince aos; muchos eran los pueblos obligados a entregar el repartimiento,algunos incluso encomendados a otros conquistadores (Garca Castro, 2000). Esdecir, aun antes de que se emitiese la real cdula, ya se utilizaba en Amrica estesistema de trabajo, slo que no era libre, lo mismo que el formal repartimiento. La

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    diferencia entre el nuevo repartimiento y el antiguo consista en que ste ltimoinclua la prestacin de servicios de un cacique, o uno de sus subordinados, contodos los indios que gobernaba (Verlinden, 1970).

    El repartimiento minero era especialmente penoso por varias razones: laprincipal era lo difcil de las condiciones de trabajo; la segunda, la compulsinutilizada para sacar a los indios de los pueblos las disposiciones virreinalespermitan el nombramiento de alguaciles para sacar a los indios por cualquiermedio; la tercera, tambin de suma importancia y que contribua al apremio deautoridades y mineros, era que la economa colonial se nutra en gran medida dela explotacin minera. Por ello, la legislacin emita rdenes suscitadas por lasquejas de los indios aunque de forma paralela dictaba otras en favor de los mineros.

    En sus inicios, el reclutamiento para el repartimiento corresponda al alcal-de mayor, quien reuna y llevaba a los indios a los mineros que solicitaban elrepartimiento; posteriormente, el alcalde nombraba oficiales que se encargabande ir a cada uno de los pueblos de su jurisdiccin, para tomar el cuatro por cientode los tributarios. Aunque el nmero de trabajadores a que cada pueblo estabaobligado vari durante el siglo XVI, a fines de esa centuria se aprob que elrepartimiento para minas sera de cuatro trabajadores por cada cien tributarios,menos cinco por ciento para exceptuar del servicio a los principales, mandones,viejos, lisiados y a aqullos que estaban destinados a las obras pblicas. Como eltrabajo era rotativo, a cada indio corresponda laborar durante tres semanas alao, a excepcin de los jvenes de 15 aos quienes trabajaban cuatro semanascada cuatro meses; la semana laboral era de siete das (Zavala y Castel, 1972: 3,VI-VII). Esta rotacin de trabajo, tres semanas al ao, pareca bastante tolerable;pero se cometieron demasiados abusos: un pueblo poda encontrarse en la lista devarios repartimientos; los jueces, alguaciles y los propios mineros les infliganvejaciones. Entre otras cosas: eran golpeados y retenidos ms tiempo del que lescorresponda; los llevaban a climas diferentes del de sus pueblos; los hacan trabajarde da y de noche; no les daban de comer ms que una tortilla; y en ocasionesno les pagaban su trabajo.

    De acuerdo con Jos Miranda, el repartimiento minero fue la causa de ladespoblacin de varios lugares:

    La despoblacin debida al tributo fue motivada especialmente por los excesivosservicios personales, sobre todo por los de minas y de acarreo. Durante losprimeros tiempos se ocup en ambos quiz a la mayora de los indios; y si tenemosen cuenta que eran pocos los naturales acostumbrados a faenas rudas, no puedeextraarnos que el penoso trabajo en las minas los diezmara rpidamente. A lo

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    cual tambin contribuiran en gran medida los cambios de clima el paso dezona fra a caliente y viceversa impuestos por los desplazamientos, la deficientealimentacin que se les daba en las minas y el hambre que padecan en el camino(Miranda, 1952: 240).3

    En 1582, el virrey Conde de la Corua quien supona que la funcinasignada a los alcaldes mayores multiplicaba su cometido y era causa de variosproblemas dispuso que se nombraran jueces para el repartimiento de indios.As, los virreyes nombraban directamente a estos jueces y determinaban el salarioque deban recibir. En el caso del repartimiento minero, por cada indio que sereparta semanalmente los mineros beneficiados pagaran un cuartillo de plata; asu vez, los jueces deban pagar a los alguaciles medio real por cada indio quellevaban. Estas cantidades eran el doble de lo que pagaban los labradores u otrosfavorecidos, lo que pone de relieve la dificultad y la competencia por llevartrabajadores a las minas. Aos ms tarde se expidi una orden que estipulaba unsalario fijo para los jueces. Otra de las prerrogativas de los jueces repartidores eratomar algunos indios para su propia necesidad, como sus cultivos y la construccinde sus casas (Zavala y Castel, 1972: 4, XII-XV). Adems, el ttulo de juez repartidorlo facultaba a entrar en los pueblos y utilizar la coaccin en ocasiones concrueldad para llevar a los indios a las minas.

    Hacia la segunda mitad del siglo XVII, el repartimiento de las minas fueregulado por ensima vez; ahora, para otorgarlo se tendra en cuenta la importanciade los metales; no se concedera el servicio a minas pobres; a cada minero se ledaran nicamente los indios que habra de ocupar; se negara el repartimiento apersonas que quisieran vender indios a los dueos de minas; slo se daran indiosde repartimiento a las personas que actualmente y por su cuenta beneficiaran lasminas y los ingenios que tuviesen en propiedad o en arrendamiento (Zavala yCastel, 1972: 6, XIX, XX). Estas disposiciones se explican por la dramticadisminucin de la poblacin, provocada por las epidemias de fines de la centuriaanterior, y por las quejas de importantes mineros, quienes vidos de la fuerza detrabajo barata no dudaron en formular estas exigencias, sin importarles perjudicara los menos favorecidos.

    La jornada para los indios de repartimiento sera de sol a sol, se les daratiempo para almorzar y una hora para comer, no deban trabajar de noche y no seles hara entrar en las minas ni barretear, ni sacar metales; los mineros que3 Ntese que el autor se percat de lo que sealbamos al inicio, el modo y el ritmo del trabajo de

    la poblacin indgena, en contraposicin al hispano; adems, de todas las causas que hacaninsoportable el trabajo minero.

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    infringieran esta orden seran penados con cien pesos de oro comn y la privacinde indios por un ao. Como se ve, la legislacin velaba por el bienestar de losindios de repartimiento y prohiba tenerlos dentro de las minas; sin embargo,muchos de ellos fueron utilizados para el desage y otras actividades igualmentepeligrosas dentro y fuera de la mina.

    En efecto, los indios de repartimiento no tumbaban el mineral para lo quese requera cierta especializacin que ellos no lograban adquirir por ser trabajadorestemporales pero s deban realizar tareas inherentes a la extraccin y beneficiode la plata: arrear a los animales de las norias para desaguar las minas; sacar el mineral,transportarlo a las haciendas de beneficio generalmente alejadas de los yaci-mientos; colocar el mineral bajo los mazos para su trituracin; pisotear las tortasresultantes de la mezcla del mineral con mercurio. (Von Mentz, 1999: 193-195)

    Las reales rdenes que prohiban la utilizacin de los indios de repartimientopara el desage de las minas se repitieron a lo largo del periodo colonial, lainsistencia del gobierno hispano era notoria. Pero los virreyes, cercanos a la presinejercida por los mineros, quienes solicitaban indios para esa actividad, otorgaronmandamientos para solucionar la problemtica continua de las minas. As,dispusieron que hubiese repartimiento extraordinario, exclusivo para el desage;ste era aparte del obligado del cuatro por ciento. Haba, pues, indios repartidosespecialmente para el desage (tapixques) ellos slo se ocupaban del desagey estaba prohibido utilizarlos para cavar o sacar metales a cuestas, y otrosrepartidos oficialmente para el beneficio minero (Zavala y Castel, 1972: 5, XXI-XXXII).

    Para vigilar que no se utilizaran en otras faenas a los indios tapixques, lospropios mineros contrataban veedores. Por ejemplo, en 1599, Sebastin Hernndez,minero de Pachuca, solicit que se le otorgaran indios de Ixmiquilpan y Actopanpara el desage de las minas e ingenio que tena en Pachuca, para lo cual nombrcomo veedor a Gaspar Navarro, para verificar que los indios tapixques trabajenslo en la obra del ingenio y tornos (AGN, 1599b). Lo mismo ocurri en 1602cuando se orden:

    Por tiempo de seis meses primeros siguientes se den para el desage de las dichasminas de Pachuca treinta y cinco indios cada semana: del pueblo de Atotonilconueve, del pueblo de Guesqueseloya uno y medio, que se entiende una semanauno y otra dos, del pueblo de Acatln uno, de Singuiluca dos, de Tepeapulcoocho, de Cempoala dos, de Tlahulilpa dos, de Espazoyuca cuatro, de Pachuca,tres, de Tezontepec uno y de Tornacustla uno y medio, dems del servicio queestn obligados a dar del cuatro por ciento (AGN, 1602).

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    Todo esto nos muestra los dilemas a que se enfrentaban las autoridades vi-rreinales, pues si la legislacin real insista en que los indios no entraran a lasminas, la realidad les impona ceder en su cumplimiento dada la problemticapermanente de las minas.

    Condicin para entregar indios de repartimiento era que los favorecidosfuesen propietarios o arrendatarios de minas y que tuviesen haciendas de metales,pues esto implicaba una gran inversin, y exclua de la asignacin a minerospobres, buscadores y gambusinos. El nmero de indios distribuidos deba serproporcional a la produccin de las minas, ya que el repartimiento pretenda unadistribucin equitativa y proporcionada a la importancia de cada empresa (Zavalay Castel, 1972: 4, VI). Para ello, el juez repartidor deba hacer las pesquisasnecesarias para actuar en consecuencia, aunque tambin lo haca con apego a suspropios intereses: beneficiaba a quienes le dieran ddivas, informando unanecesidad extrema de trabajadores aunque la decisin final corresponda al virrey.

    La preocupacin del monarca por las constantes quejas de los indios obliga la expedicin de reiteradas rdenes estipulando el pago de jornales justos a losindios, su buen tratamiento, el pago del tiempo que utilizaran en trasladarse a lasminas y regresar a sus lugares de origen, que durmiesen bajo techo y se les dieranalimentos, que se les proporcionaran los bastimentos necesarios a preciosmoderados en el lugar donde estuviesen los operarios. Estas disposiciones raravez se cumplan pero por lo menos servan a los indios como estrategia y defensacontra el apremio de los mineros; veremos un caso as ms adelante.

    Quienes deseaban obtener el beneficio presentaban sus peticiones a losdiputados de minera y stos, despus de decidir sobre el requerimiento, lasinscriban en el repartimiento general. La mayora trataba de evitar esta va derepartimiento porque, cuando se asignaban los trabajadores, corran el peligro deno recibir. Preferan enviar su solicitud directamente al virrey quien por lo generalacceda a la demanda, previa informacin sobre la necesidad real de indios ysiempre y cuando pagaran lo correspondiente a repartidor y alguaciles. Elrepartimiento directo, como llamaban a esta asignacin, afectaba a quienesesperaban indios del repartimiento general por lo que se emiti una nueva ordendisponiendo no se diesen ms indios a los mineros que ya tuvieran (Zavala yCastel, 1972: 4, XI-XVII). Esto tampoco se cumpli, como lo demuestra el casosuscitado en las minas de Pachuca, donde, en 1579, el poderoso Alonso de Villasecacon 70 indios ya asignados cada semana, solicit 40 indios ms y el virrey accedi!Pero, al protestar la diputacin de mineros de Pachuca slo se le dieron 19, apesar de todas las contradicciones que hubiere (AGN, 1579). El conjunto deordenanzas, mandamientos y reales cdulas para el repartimiento minero,

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    constituye una prueba irrefutable de la contradiccin y divergencia en las que sedebatieron las autoridades hispanas.

    La demanda de repartimiento minero fue intensa en todo el centro de NuevaEspaa, durante todo el periodo colonial, sobre todo en Taxco, Sultepec,Temascaltepec, Guanajuato y Pachuca. No obstante, en la tercera dcada del sigloXVII hubo una disminucin en la cuota que cada pueblo deba entregar, comoconsecuencia de la catstrofe poblacional. Cuando se volva a insistir en ello, loscabildos indgenas alegaban que muchos indios haban muerto por el cocolistle.Pero a fines de ese mismo siglo, la poblacin empez a recuperarse y los mineros,siempre vidos de mano de obra barata, reclamaron con mayor urgencia el repar-timiento, lo que provoc una extraordinaria resistencia de los pueblos.4

    c) La libre contratacin en las minasUna forma ms de reclutamiento de trabajadores para minas y otras faenas era lalibre contratacin. Desde los tiempos inmediatos a la Conquista, haba indiosque alquilaban su fuerza de trabajo; reciban el nombre de naboros o laboros,gaanes, tlaquehuales o peones voluntarios (Verlinden, 1970: 235). Sin embargo,a pesar de llamarse libres o voluntarios, estuvieron expuestos a condicionessimilares a las de indios repartidos. Por ejemplo, en 1532, se expidi una ordenque exiga el buen trato a naboros, lo cual significa que desde entonces ya existamaltrato y agravio contra ellos. Ms tarde, en 1550, se orden a los curas de laparroquia de la ciudad de Mxico vigilar el pago justo a los indios naboros yque no fueran maltratados ni forzados a servir a un patrn de quien deseabansepararse (Verlinden, 1970: 235). Como puede observarse, este tipo decontratacin desde sus inicios present caractersticas que hacen dudar de sucualidad de libre: la propia formulacin de la ley demuestra, a contrario, lainexistencia de la libertad evocada.

    Verlinden afirma: los virreyes tenan grandes dudas respecto a qu actitudtomar ante la gaana, ya que se daban cuenta de que su triunfo sera la ruina delrepartimiento. Sin embargo, cabra preguntarse si en verdad los virreyes deseabanconservar el repartimiento, puesto que las rdenes emitidas por la Corona a favordel establecimiento de un sistema de trabajo libre apuntaban ms bien hacia ladesaparicin del trabajo por compulsin. Adems, Verlinden agrega que los indiosno podan alquilarse directamente sino que deban pasar por el lugar de

    4 En efecto, los tumultos por la nueva coaccin para sacar a los indios de repartimiento se sucedieronen todo el centro del reino, como lo han demostrado Laura Prez Rosales para Taxco; BrgidaVon Mentz para Sultepec y Temascaltepec, y Brading para el caso de Guanajuato.

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    contratacin, porque as lo estipulaban las rdenes virreinales. Asimismo, en-cuentra que ambos sistemas (repartimiento y libre contratacin) eran muy se-mejantes; las nicas diferencias consistan en que en la libre contratacin losindios, en lo sucesivo, podran escoger a su patrn y que los pueblos no deberanpagar ms que 2% de la mano de obra fijada por el impuesto. Un ejemplo docu-mental, ya de fin de siglo, aportado por Verlinden muestra el funcionamiento realdel sistema pues seala que, en 1599, el labrador Alonso Gonzlez tena una labor enel valle de Toluca, explotada con la ayuda de gaanes del pueblo de Zinacantepec,y que el gobernador de ese lugar los haca ir doce veces al ao a las minas deTemascaltepec (Verlinden, 1970: 237). Este documento demuestra que no habalibertad para elegir patrn ni haba disminuido la tasacin del repartimiento.

    Son muchos los estudiosos que afirman la existencia de la libre contrata-cin. Por ejemplo, al referirse a los naboros de las minas de Pachuca, Gilda Cubilloexpresa que el trabajo libre de los naboros nace como una consecuencia natural,como una respuesta a la condicin social y econmica de aquel momento histri-co que prepara las condiciones de su aparicin (Cubillo, 1991: 241). No duda-mos que la bonanza de las minas atrajese a ejrcitos de trabajadores ansiosos portrocar su suerte, como en Zacatecas, Santa Eulalia, Guanajuato y Pachuca donde,de acuerdo con Bakewell, Langue, Hadley, Brading y Cubillo, este sistema detrabajo fue uno de los ms utilizados (Bakewell, 1976). Pero tambin es ciertoque la crisis en la produccin de las minas provocaba su abandono, lo cual serauna prueba indirecta de la libertad en el trabajo. Sin embargo, lo importante serobservar si se utilizan o no formas de coaccin extraeconmicas. Entonces,descubrimos mecanismos, por lo menos en el centro de Mxico, para mantenercautiva la fuerza laboral minera en los periodos en que la riqueza de las minasdisminua.

    En efecto, la libertad en el trabajo de las minas del centro de Nueva Espaaes muy cuestionable. Habra que verificar la ausencia de todo tipo de coaccin.Acaso las deudas por adelanto de salario no implicaban menoscabo de la libertadpara el trabajador? Ruggiero Romano sugiere hacerse este tipo de interrogantesantes de afirmar la existencia del trabajo libre. Libertad en el trabajo no solamentesupone no ser encomendado, repartido o esclavo, implica tambin libertad decontrato de entrada y de salida; un salario en dinero y no en especie; la adquisicinde artculos a precios justos; y, principalmente, elegir sin apremio a excepcin delestrictamente personal la decisin de si se trabaja o no (Romano, 2004: 188).

    Ciertamente esto no suceda en Pachuca durante los ltimos aos del sigloXVI, ni tampoco en el XVII y menos en el XVIII, es decir, en todo el periodo colonial,segn veremos en los siguientes testimonios. En 1606, los mineros de Pachuca

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    manifestaron al virrey que muchos de los indios naboros que tienen en sus ha-ciendas se han ido y ausentdose de ellas e dose a los pueblos circunvecinos adiferentes jurisdicciones, amparndose de las justicias de ellos; por esta causano podan sacar plata de sus minas, pues con la ausencia de ellos y haber picadoel cocolistle entre ellos estos das, estn las haciendas con grande desavo (AGN,1606a). Adems hicieron alusin a otro mandamiento emitido por el Conde deMonterrey, de 15 de septiembre de 1597, para que los indios naboros que sehubieran ido y ausentado con deuda que les debieren en la cantidad que les estabapermitido, las justicias de las partes donde fuesen hallados los hiciesen volver(AGN, 1606b).

    Podemos observar, entonces, que la coaccin exista. Los indios libreseran apremiados por los mineros para asegurar su trabajo, pues los trabajadoreseran escasos debido a la baja poblacional; aunque los operarios intentaban moverselibremente hacia otros lugares, donde ofrecan su trabajo, eran obligados a volverde los lugares donde estuvieran hasta desquitar su deuda, donde por supuestopodran ser vueltos a endeudar. Era tan urgente la necesidad de mano de obra queen ocasiones los nuevos patronos pagaban el dbito y as los trabajadores queda-ban nuevamente enganchados. Otros mineros recurrieron a distintas estrategias,como ofrecer mejores condiciones de trabajo a los operarios de otras minas;si stos se iban, los mencionados mineros eran acusados ante el virrey por losmineros que haban perdido a sus operarios, de haber sonsacado a sus tra-bajadores. Esto explica la expedicin virreinal de mandamientos que prohiban alos mineros el sonsaque de indios naboros (Cubillo, 1991: 241; Von, 1998:173-195).

    El siguiente documento muestra la concepcin que tenan los mineros, casidos siglos despus, acerca de la libertad de los trabajadores. En 1724, cuando lapoblacin empezaba a recuperarse de la grave crisis demogrfica del siglo XVI, lospropietarios de las minas de la veta Vizcana en Real del Monte comunicaron alvirrey que haban hecho una carta de compromiso para el desage de ellas, peroque su nico problema era conseguir operarios porque:

    Muchos lo huyen en el todo y otros lo apetecen por temporadas, slo en la minao minas que descubren riqueza por el espacio que les dura. Esta dificultad provienede que por mirarse libres se juzgan incapaces de apremio y compulsin al trabajoy por esto si los recogedores pretenden precisarlos se resisten con desahogo,valindose de las armas que continuamente cargan A todo esto se debe ocurrircon el remedio as con el desengao de la obligacin que tienen de servir comocon la prohibicin de armas, ejecutndose luego el castigo de azotes para los

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    contraventores Asimismo debemos esperar se digne de tener a bien el apremiode todos los operarios aunque estos sean de condicin libre, se pueden sujetar altrabajo sin vulnerarles la libertad, porque ni dejaran de ser cabezas de sus fami-lias, ingenuos sus hijos y todos dueos de lo que ganan y as el obligarlos atrabajar no podr decirse que proviene de esclavitud, si no de otros motivos quelos fundan obligados No es tampoco opuesto a la libertad el apremio, porqueaunque esta sea una facultad de hacer cada uno lo que quisiere se limita cuandohay fuerza que lo resista o derecho que lo prohba (AGN, 1724).

    El motivo por el que los operarios estaban obligados a trabajar, de acuerdocon la argumentacin de los mineros, era que los indios, mestizos, negros y mulatosoperarios de minas estaban exentos de pagar tributo; al negarse a trabajar sejustificaba el apremio, amn que no se daaba su libertad, pues no se agravia aquien se precisa a que pague lo que debe.

    Este documento tambin evidencia la existencia de recogedores que, cum-pliendo funciones similares a los jueces repartidores, utilizaban la coaccin parallevar operarios a las minas. Iban por los lugares de ocio como las tabernas y lasplazas para practicar la leva, o sea, obligar a los trabajadores a acudir a lasminas. Haba un recogedor por cada mina, aunque en la escritura de obligacinlos mineros acuerdan que no habr recogedores particulares por cada mina,sino nicamente los que se hubiesen de nombrar por el administrador de la minala Joya. Por otra parte, se constata que, a decir de los mineros, los posiblestrabajadores estaban armados para defenderse de los recogedores. Como se ve,lo anterior no muestra que hubiera libertad de trabajo. Por el contrario, elprocedimiento del apremio tuvo tan buenos resultados que se prohibi impedirloa todos los funcionarios reales de Pachuca. As, pues, sta era la libertad de losoperarios de las minas: podan ser apremiados al trabajo sin que, de acuerdo conlos mineros, se disminuyera su libertad. Un ejemplo ms de la batalla entrelibertad y compulsin lo hallamos a fines del siglo XVIII, en las minas de Pachuca:los operarios vivan remontados en los cerros y escondidos en las barrancas endonde por lo comn fabrican sus casillas con el fin de que los recogedores nopuedan fcilmente sacarlos (Velasco, 1980: 285).

    Con todo esto no trato de afirmar de forma categrica que no hubo libertaden el empleo en las minas de Pachuca, sin duda hubo trabajo libre, pero en quporcentaje y a quines estaba reservado? El trabajo realmente libre correspondaa los administradores de las minas y a algunos operarios con un alto grado deespecializacin, derivado de la experiencia los que, sin duda, eran muy apreciados,bien tratados y bien remunerados. El nmero de estos trabajadores privilegiados

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    constitua el ms bajo porcentaje; enseguida estaban los indios de repartimiento;en el ltimo lugar se encontraban los trabajadores libres, los operarios coaccio-nados. Esta situacin se modific despus de la catstrofe poblacional de finesdel siglo XVI; al disminuir la poblacin indgena, hubo menor cantidad de indiospara el repartimiento, entonces, los mineros tuvieron que pagar a los trabajadoreslibres, pues era la nica fuerza de trabajo disponible, de tal forma que stospasaron a ocupar el segundo lugar en trminos numricos.

    Es indiscutible que las condiciones salariales en las minas de los indios,naboros por un lado y de repartimiento por otro, eran distintas, pues algunos delos naboros tenan derecho al partido o pepena. Esta consista en la parte demineral a que tena derecho el barretero si lo descubra mientras trabajaba msall de su horas de jornada; no deba sorprender que en ese tiempo extra elbarretero encontrara trozos de alta ley. Sin embargo, no todos los naboros podanalcanzar el grado de especializacin que tena el barretero. Por lo pronto podemosadelantar que, durante el siglo XVII y parte del XVIII, la remuneracin de los indiosnaboros fluctu entre tres y cuatro reales nominales por da.

    Tambin es innegable que, de acuerdo con la legislacin emitida, la inten-cin del gobierno hispano era llegar a un sistema laboral libre, donde el patrn oel indio dependeran nicamente de su voluntad para contratar los servicios opara renunciar a un empleo y dirigirse a otro; esto habra significado llegar a unsistema de trabajo regido por la oferta y la demanda. Es dudoso que esto se hubie-ra alcanzado en las minas del centro de Mxico, aunque todo parece indicar que sse estableci en las minas de Zacatecas y Santa Eulalia, en Chihuahua, debido aque no haba en esos territorios asentamientos estables de poblacin indgena. Deacuerdo con Frderique Langue, en Zacatecas al parecer no hubo que recurrir alpeonaje por deudas (Langue, 1991).

    El trabajo en las minas de PachucaComo ya se dijo, las formas de trabajo en todas las minas de Nueva Espaa fueronla esclavitud, el repartimiento y la contratacin libre, modalidades presentes enlas minas de Pachuca.

    Las minas de Pachuca fueron descubiertas en 1552; las vetas fueron encon-tradas en una estancia de cabras en Tlaulilpa, cerca de los cerros de la Magda-lena y de San Cristbal; este hallazgo propici el descubrimiento de las minas deAtotonilco el Chico, Real del Monte, Real de Arriba, tambin conocido como elCerezo. La poblacin llamada Tlaulilpa estaba sujeta a Pachuca, pero desapare-

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    ci; segn Gilda Cubillo, se fusion con Pachuca como efecto de las congrega-ciones, suposicin que parece bastante plausible (Cubillo, 1991: 35-36).

    Inmediatamente despus de los descubrimientos, la produccin argentferade Pachuca como era de esperarse fue abundante. Para fines de siglo, Pachucase encontraba en tercer lugar de la produccin de plata del reino, precedidanicamente por Zacatecas y Taxco; se calcula que en aquellos tiempos elrendimiento anual de plata, beneficiada por el mtodo de amalgamacin, era deunos 100,000 marcos, es decir, alrededor de 850,000 pesos.5 Posteriormente laproduccin fue disminuyendo en la medida que el metal ya no estaba en lasuperficie y los tiros fueron hacindose ms profundos; para 1610 el rendimientode las minas decay hasta cincuenta por ciento, pues slo se recolectaban 45,000mil marcos; no obstante esta decadencia, la Corona reciba 30,000 pesos por elmercurio y 50,000 por los derechos del quinto y diezmo (Cubillo, 1991: 35, 109,185-186).

    Es evidente que toda esta plata fue extrada y beneficiada con la considerableayuda de los indios y mestizos, pues los negros y mulatos esclavos eranrelativamente pocos. De acuerdo con las cifras que presenta Gilda Cubillo, basadasen la demografa de Miguel Othn de Mendizbal, en 1610, haba en Pachucaslo 16 negros y 236 mulatos (Cubillo, 1991: 298). En cambio, los indiosabundaban y brindaban una mano de obra barata. As que se recurri a dosestrategias para obtenerlos: el repartimiento y la libre contratacin.

    Durante el siglo XVI, la poblacin decae sin cesar como efecto de lasobligaciones impuestas a los pueblos de indios los excesivos tributos y serviciospersonales pero especialmente por las epidemias. En efecto, en un primermomento el descenso en la poblacin indgena redujo el total de indios que dabanlas poblaciones comarcanas de Pachuca. Un mandamiento virreinal, fechado enseptiembre de 1580, dice a la letra:

    Por cuanto est mandado acudiesen ciertos pueblos de la comarca de las minasde Pachuca con cierta cantidad de indios para los edificios y otras cosas anexasal beneficio de las minas y metal y despus, por haber sucedido mortandad en losdichos pueblos y haberse tasado nuevamente, se les fue bajando la dicha cantidadcomo se sigue (AGN, 1580a):

    5 En esta cantidad no est incluida la plata de fundicin.

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    Hasta poco antes de la epidemia, los mineros de Pachuca reciban ms demil indios de repartimiento; de acuerdo con lo asentado por Cubillo, haba enPachuca aproximadamente 50 mineros, a los que correspondan 20 indios de re-partimiento a cada uno, cantidad nada despreciable, comparada con lo que obten-dran pocos aos ms tarde. Este hecho difcilmente sera olvidado por los dueosde las minas; en sus posteriores reclamos, para que se les otorgara este tipo deservicios, haran alusin a l, lamentndose por el olvido en que se les tena yculpando a esa situacin del decaimiento de la produccin argentfera. La nuevatasacin slo se redujo treinta por ciento, sin contar a los pueblos que no estabanincluidos en esta tasacin y que, en 1580, aparecen como obligados al reparti-miento en otros mandamientos, como Cempoala y Actopan, que no estaban con-

    Cantidad Cantidadque daba que dar

    Axacuba 196 100Atotonilco 200 140Acayuca 28 28Epazoyuca 53 33Zapotln 9 4Zacualpa 32 18Tecaxic y Chiocabasco 6 3Guaquelipa 15 12Ylitecomatl 14 4Pachuca 27 15Tezontepec 29 22Tornacustla 31 22Texpilpa 32 18Teoquilpa 34 18Toltayuca 38 22Zinguilucan 36 26Ixcuintlapilco 175 90Acasuchitln 46 46Tiguautla, sujeto de Tezontepec 40Texcatepec y Tesontlalpa 31

    PUEBLOS

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    49Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-DICIEMBRE 2005

    sideradas en la lista; entonces, la disminucin del repartimiento no fue significa-tiva en 1580.

    Un ejemplo de que no estaban anotadas todas las poblaciones que dabanrepartimiento es la solicitud presentada por Melchor Lpez de Castellanos, mine-ro de Pachuca, quien manifest al virrey, en 1580, que tena muchas minas ygruesa hacienda donde se beneficiaba mucha cantidad de plata y metales desubida ley; y que, sin embargo, por habrsele muerto los esclavos e indios na-boros no poda ser extrada como antes, por lo que solicitaba se le dieran 18indios de Cempoala, que era de donde los tena asignados. Hecha la averiguacin,los indios accedieron a irse con este patrn que les daba buen trato, porque con elque estaban los trataba mal. (AGN, 1580b)

    Ntese que ya se daba la lucha por la mano de obra: un minero le quitaba aotro los indios de repartimiento. Todava estaban por sentirse ms devastadoresefectos de las epidemias pues, antes de 1580, como sealan Cook y Borah, en lasminas de Pachuca se reclutaban 1,108 trabajadores; despus, en 1611 se redujerona 350, y en 1661 slo se incorporaron al trabajo compulsivo 19 indios (Borah yCook, 1996: 247-249). Estas cifras han sido muy discutidas, dado que elreclutamiento de trabajadores no da elementos confiables para hacer un clculode poblacin; no obstante, debido a que se sustentan en mandamientos virreinales,sirven aqu para demostrar dos cosas: el decaimiento de la poblacin indgena y elhorror que representaba para los naturales el repartimiento minero, pues no sloalegaron la disminucin de la poblacin, tambin buscaron mil excusas para serexonerados de l: el cambio de clima, la necesidad de construir obras pblicas ensus pueblos, tales como puentes e iglesias nuevas, o cultivos y rebaos para laiglesia y las cofradas.

    El repartimiento no era tan equitativo como se anota arriba; a algunos minerosles corresponda mayor nmero de indios que a otros, lo cual dependa de ladimensin de las minas, como el caso del poderoso Alonso de Villaseca expuestoantes. De cualquier forma, el que un solo minero tuviese casi cien indios derepartimiento, cuando ya se sentan los efectos de la epidemia, da nocin del poderoeconmico y social que adquirieron algunos de ellos. Otro ejemplo, en 1599, es el deAgustn Guerrero de Luna, propietario de la mina la Duquesa en Real del Monte,mina muy rica, que no poda explotarse debido a la cada de un frontn.

    De que resultaba mucho dao no solamente a l pero a la real hacienda, porquepor ser la dicha mina muy rica, se daba de aprovechamiento en cada un ao a sumajestad, as de azogues consumidos como de quintos y diezmos, ms de cincuentamil pesos (AGN, 1599a).

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    Por ello, solicita 80 indios del pueblo de Actopan que tena en encomienda yya estaban repartidos en otras haciendas. El virrey orden hacer averiguacin,as del acontecimiento y dao, como de la necesidad de remedio y de dndehabr comodidad de darse [los indios] para que no se desaven del todo lashaciendas donde van. El poder del encomendero permita tratar de quitar,abiertamente, los indios a otros patronos; y en este caso eran nada menos que 80.Ntese que para esta poca ya se haban agudizado los sntomas de la declinacinde la poblacin indgena. Por otra parte, de ser ciertas las cifras que manifestabasignificara que aportaba casi el doble de lo que la Corona recibira en 1610,cuando Pachuca aportaba 30, 000 pesos. Tal vez por ello el virrey fue cauteloso.

    Por otro lado, los mineros estaban muy pendientes del nmero de tributariosde los pueblos de indios a que corresponda enviar el repartimiento para las minasde Pachuca, como don Gaspar de Rivadeneyra, rico minero de la regin, quienmanifest al virrey en 1587 que el pueblo de Actopan estaba tasado en 4853tributarios, de donde resultaban 194 indios para el repartimiento de los reales dePachuca y Zimapn, correspondiente al cuatro por ciento obligado, y solicit seotorgar este nmero, ya que por cierta relacin siniestra que hicieron los indiosdel dicho pueblo, les haba sido por m [el virrey] mandado que solamente diesen127 indios. Ante esta peticin el virrey modific su decisin anterior y dispusose cumpliera lo pedido por el minero, olvidndose de la siniestra relacinpresentada por los indios de Actopan. Este pueblo fue uno de los que ms sedistingui en la lucha contra el repartimiento minero, su territorio fue escenariode varios tumultos provocados por esta causa.

    La expansin del radio de accin del repartimientode las minas de Pachuca (1590-1610)

    Desde mediados del siglo XVI y hasta aproximadamente 1590, es decir, hastadespus de que se hicieron sentir los estragos de las epidemias en la poblacinindgena, el radio de accin del repartimiento fue bastante corto. Se limitaba a lazona comarcana, diez leguas, de las quince que estipulaban las ordenanzas, pero apartir de la ltima dcada del siglo XVI, el rea de influencia se ampli ms all de20 leguas, hasta la alejada regin de Zacatln y Huauchinango. En el siguientemandamiento de 1607 se indica la razn de tal disposicin:

    Por cuanto para socorro y avo de las haciendas de las minas de Pachuca, nobastando los indios que tiene de repartimiento ordinario, por ser mucha mayor sunecesidad, precediendo para esto informaciones y otras diligencias, las mand

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    socorrer con cierto nmero de ellos de pueblos circunvecinos y entre ellos el deZacatln y sus sujetos de la encomienda de don Antonio Carvajal, el cual tomandola voz y defensa por ellos, pretendiendo que no diesen el servicio que se les habarepartido (AGN, 1607e).

    En efecto, la ampliacin de la zona de influencia del repartimiento se encontrcon la resistencia de los pueblos y de sus encomenderos. Como mencionamosantes, los encomenderos deban solicitar, como todos los dems, el servicio de losindios que le estaban encomendados al virrey; les estaba prohibido disponer deellos a su libre albedro e incluso deban recibirlos de manos del juez repartidor ypagar sus salarios y los derechos correspondientes. Asimismo, les estaba vedadointervenir si los jueces incluan a los indios de su encomienda en el repartimientoa otros patronos. En contravencin a esta orden, pues no era fcil renunciar a susantiguos privilegios, Antonio de Carvajal y otros encomenderos de los pueblosincluidos en la expansin del radio de accin del repartimiento para las minas dePachuca, se convirtieron en aliados de sus indios y protestaron junto a ellos por elexcesivo repartimiento.

    Tal oposicin al repartimiento de los indios se encontr con la apremiantenecesidad de la diputacin de minera de Pachuca, la cual, en 1607, representadapor el minero Alonso Domnguez Guerrero, present varias contradicciones paraque los indios de Zacatln, Tututepec, Huachinango y Meztitln no fuesenreservados (AGN, 1607g). Pero el poderoso encomendero de Zacatln logr quefinalmente, despus de mltiples averiguaciones, se les concediera la reserva porser los indios miserables, pobres y mal vestidos y de diferentes temples del delas dichas minas (AGN, 1607c). Adems, consigui un segundo mandamiento enque se exoneraba a los indios de Zacatln del repartimiento para Pachuca, a pesarde la resistencia de la diputacin.

    En cambio, los de Tututepec, Huauchinango, Meztitln, Huayacocotla yTianguistengo, no lograron la reserva, a pesar de presentar argumentos con lamisma contundencia que el encomendero de Zacatln: las minas de Pachuca estabanbastante retiradas, a seis das de camino de ida y vuelta; el cambio de clima lesresultaba pernicioso (Garca Martnez, 1987: 252-253; AGN, 1607b). Sin duda ellose debi a la fuerte resistencia de los mineros de Pachuca, quienes en 1607solicitaron al virrey para el avo y beneficio de sus haciendas, dems del servicioordinario que se les daba, cierto nmero de indios de algunos pueblos comarcanosy entre ellos los de Tutututepec, Meztitln, Guachuinango, Tianguistengo yGuayacocotla quienes pretenden ser relevados (AGN, 1607f).

    En el mismo ao, Cristbal Prez Payn manifest al virrey la necesidad deindios en Pachuca por ser uno de los principales instrumentos para sacar la plata,

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    52 Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-SEPTIEMBRE 2005

    porque de los 1,100 indios que antes se les daban, cuando las haciendas eran untercio menor, no iban ahora sino 350 indios, por haber venido en disminucin yhaberse quitado otros con reservas que se han dado de los pueblos de donde vienen,solicita se le den indios de Tututepec Huauchinango.

    Aunque la reserva no fue concedida, algunos pueblos buscaron estrategiaspara evitar el repartimiento de las minas de Pachuca. En el siguiente ejemploveremos cmo el cabildo indgena de Meztitln, con gran astucia, logr al finquitarse la molestia que representaba el apremio de los mineros al repartimiento;para ello se sirvieron de la legislacin emitida en su favor. En 1607, expusieron alvirrey que estaba ordenado que sus sujetos diesen indios de repartimiento para lasminas de Pachuca, donde deban permanecer 15 das y se les pagaran la ida y lavuelta a razn de un tomn por seis leguas y se les diese de comer la estada yvuelta; mas los mineros no lo quisieron cumplir:

    Porque no les dan de comer y cuando lo hacen les dan una tortilla sin otra cosa ydems de esto los hacen trabajar de da y de noche metindolos en las minas yocupndolos en otros ministerios diferentes y dems de esto no se les paga sutrabajo sirvindose de ellos en que les traigan agua y lea y otras cosas

    Por eso pidieron que se les pagara la comida en dinero, para que elloscompren a su voluntad y su jornal por entero, sin escalfarles los domingos yfiestas. Entonces, el virrey dispuso tal y como lo pidieron los indios, aadi quese les pagara un real por cada seis leguas y medio tomn por cada da, de estamanera:

    A los de San Agustn Tepatetipan, que est trece leguas de las dichas minas, trespesos y tres tomines y medio a cada uno, los quince reales de su jornal y servicioen las minas, ocho reales y medio de la comida de diecisiete das, a medio tomncada da, los quince que estn en las minas y dos de vuelta, y cuatro tomines dela ida y vuelta a un tomn por cada seis leguas (AGN, 1607d).

    Y as, con cada uno de los pueblos, que eran cinco; aunque no se especificala cantidad de indios con la que deban contribuir, es obvio que tal gastorepresentaba para los mineros una considerable erogacin: tres pesos y tres tominespor cada indio. De acuerdo con lo que estaba estipulado y con lo que manifiesta elpropio documento, se les pagaba en estas fechas un real por da, tal vez por ellodisminuy la presin del repartimiento para los pueblos ms alejados. Llama laatencin en este documento la perspicacia y el conocimiento de las leyes que

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    53Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-DICIEMBRE 2005

    tena cabildo el indgena del pueblo de Meztitln o de su procurador. Al parecer elargumento funcion y, sin duda, fue retomado por los otros pueblos en susposteriores alegaciones.

    As, la ampliacin del radio de accin del repartimiento minero de Pachucadur muy poco tiempo, aproximadamente 20 aos, por lo menos, eso es lo queindican los documentos virreinales. Quiz en esto jugaron las terribles condicionesque narraron los pueblos que iban a las minas sus tormentos del camino de iday vuelta y de su estada en ellas, pero sin duda tambin la sagacidad de sualegato por la exoneracin, como mencionamos antes. Aunque no ha sido posibleseguir el desenlace de esas peticiones, ya que no encontramos las sentencias finales,otros documentos proporcionan elementos para hacer esta afirmacin.

    En 1661, los diputados de minera de Pachuca volvieron a insistir para obtenerindios de repartimiento; las razones que declararon fueron que Pachuca era unode los centros mineros mas corrientes y abundantes en sacar plata por comprendercinco reales en su distrito en que hay cuarenta y cuatro haciendas de moler metalesy a los que iban ms de mil indios de repartimiento de Mextitln, Zacualtipan,Guayacocotla, Tututepec, Actopan, Ajacuba. Tezontepec, Cempoala, Tepeapulco,Apam, Tulancingo y Zacatln. Todos estos pueblos entraban en la orden generalde 15 leguas en torno de las minas, y entonces slo iban 19 indios de repartimiento;solicitaron que todos los dichos pueblos, para que sin embargo de cualesquierareservas que tengan, acudan con el repartimiento que a cada uno toc en suprincipio. Para ello presentaron la relacin de tributarios, el virrey pas la peticinal fiscal, quien en su respuesta declar:

    No hay cdula que prohba el fomento de las minas, antes todas las solicitan porser tan precisas para la conservacin de las monarquas y as habiendo visto lacertificacin del contador de tributos, se podrn dar del pueblo de Mestitln veinteindios, del de Guayacocotla dos, del de Tulancingo seis, del de Octupa 15, del deApa uno, del de Axacuba otro, del de Tututepec doce, que hacen el nmero decincuenta y siete indios, y stos se entiendan con calidad que dichos pueblos notengan otras cargas (AGN, 1661).

    Esta ensima solicitud parece no haber encontrado respuesta, pues nohallamos registros posteriores a los primeros aos del siglo XVII que hablen sobreel repartimiento de estos pueblos a las minas de Pachuca a excepcin de Actopany Tulancingo. Al parecer triunf la intensa resistencia de estos lugares, aduciendorazones pecuniarias manifestadas, la distancia y el cambio de clima, airoso y frode Pachuca.

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    54 Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-SEPTIEMBRE 2005

    La diputacin de las minas de Pachuca jugaba un papel bastante relevanteen el repartimiento. Recordemos que a instancia suya se estipul que no se dieserepartimiento a los mineros pobres ni a los que no tuviesen minas con hacienda debeneficio. Esta aguerrida institucin desempe un rol sumamente importante noslo en el repartimiento y en la libre contratacin, sino que tambin particip enfuertes tensiones con los alcaldes mayores, oficiales reales, contra los propiosmineros y con los jueces repartidores; un ejemplo es la peticin que presentaronen 1599, para que los dos diputados de cada congregacin de minas se hallenpresentes con el juez repartidor al hacer el repartimiento de los indios, para que sehaga con igualdad y como conviene. Volvieron a insistir en 1607, esto indica queel repartidor asignaba los indios sin su presencia, lo que causaba la molestia delos diputados, como lo representaron al virrey:

    Que de no hacerse el repartimiento de los indios que estn asignados y sealadospara el avo y beneficio de las haciendas de ellas [las minas] sin intervencin delos dichos diputados, como est mandado, se siguen muchos inconvenientes,pues el intento principal se dirige y encamina a que no haya fraude ni encubiertaen el dar de los dichos indios (AGN, 1607a).

    En cualquier peticin de indios de repartimiento, y tambin en la asignacin,participaba la diputacin. Empero, a pesar de la intensa lucha que present paraque los repartimientos de indios de las zonas ms alejadas no se detuvieran, fracasen su intento pues para la Corona fueron ms poderosas las razones de stos; porello la expansin del radio de accin fue de muy corta duracin.

    El repartimiento, la libre contrataciny la desintegracin de los pueblos

    La disminucin de la poblacin indgena oblig a mineros y autoridades a tomarmedidas para contrarrestar sus efectos en la produccin metalrgica, aunque estasvariables, poblacin y produccin, parecen no estar relacionadas. La compulsinutilizada con los pueblos de indios de la comarca para obtener el repartimiento sehizo ms enrgica y se tomaron medidas contra gobernadores y alcaldes.

    Los descendientes de los antiguos tlatoque, los nuevos caciques y goberna-dores, se debatan entre el buen gobierno de los indios y ser competentes en susnuevos cargos de eleccin, es decir, en el servicio de los espaoles. Esto constitu-y una de las principales causas de la desintegracin de la dinmica poltica ysocial de los pueblos. Durante la poca prehispnica, los dos sectores de la pobla-

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    55Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-DICIEMBRE 2005

    cin indgena, gobernantes y gobernados, se encontraban unidos por fuertes lazosde cohesin que implicaban respeto y obediencia. El nuevo papel que desempe-aron unos y otros en la etapa colonial contribuy al rompimiento de esos lazos.Las luchas por el poder entre principales y tlatoques, la intromisin de funciona-rios hispanos, tanto civiles como religiosos en el gobierno indgena, los tributos yla coaccin utilizada para la obtencin de estos ltimos fueron las causas queprovocaron el fin de la cohesin. sto se manifest primero en el descontentocontra las autoridades de los cabildos indios; a ello sigui la destitucin degobernadores y oficiales de repblica, hasta culminar en daos a stos, tumultosy, por lo menos en uno de los pueblos, con el asesinato del gobernador.

    Las autoridades de los pueblos indios utilizaron las medidas impuestas porlos hispanos para reclutar el nmero de indios para el repartimiento quecorresponda a cada pueblo. Y cmo no se iba a utilizar la fuerza en ello, si encaso de no cumplir les esperaba la prisin. En efecto, en 1587, cuando los minerosde Pachuca expusieron ante el virrey que los gobernadores y alcaldes de los pueblos:

    No quieren acudir con los dichos indios, respecto de no ser apremiados a ello,porque la prisin que se les hace cuando usan de remisin [es] en su propiopueblo y en saliendo el alguacil que va por ellos, los sueltan y se van a sus casasy de esta manera no tienen temor ninguno de hacer semejantes faltas y me pidieronmandase que en semejantes ocasiones los dichos gobernador y alcaldes se llevasenpresos a las dichas minas de Pachuca por no cumplir por entero con los que estnobligados a dar para el dicho servicio (AGN, 1587).

    El virrey permiti lo que pedan los mineros, pero insisti en que fueranapresados nicamente los alcaldes y gobernadores, hasta que cumplieran con loque estaban obligados. As que, de no reunir el nmero de indios de repartimiento,seran llevados a la prisin de Pachuca. Aparte de la vejacin que implicaba laprisin, estaba otra, tal vez de mayor gravedad: los agravios de que eran objeto almomento de ser apresados y conducidos a Pachuca, frente a todos los indios queles deban respeto y obediencia. Este respeto se deba, entre otras cosas, al poderque los cabildos lograban para derogar las disposiciones en contra de sus pueblos;acaso estos hechos no socavaban el sentimiento de respeto y obediencia con-venientes, adems para los hispanos que los naturales tenan por sus autorida-des?

    Este documento brinda la oportunidad de entender el porqu de la gran can-tidad de peticiones de los cabildos indgenas para solicitar reservas del reparti-miento; de que se buscaran mltiples pretextos para no acudir a l; as tambin,

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    posibilita la comprensin de los motivos que sus funcionarios tuvieron para ac-tuar, en ocasiones hasta con crueldad, en el reclutamiento de los trabajadores. Eratan coercitiva y obligatoria la tarea de llevar indios al repartimiento que, cuandolos alguaciles dejaban de llevar algunos, ellos tenan que realizar el trabajo de losfaltantes; se comprender, entonces, la fuerza que stos utilizaban para llevar alos indios al repartimiento.

    Otra disposicin que atent directamente contra la integridad de los pueblosfue la real cdula emitida en 1582, por medio de la cual el rey reservaba de pagarel tributo a los indios que viven en congregaciones de minas. En atencin a estacdula, el virrey Conde de la Corua hizo publicar un documento que deca:reservo y he por reservados a todos los indios que viven y residen por naborosde las dichas minas y a los que adelante se fueren a ellas por tales naboros, decualesquier tributos y servicios personales (AGN, 1582). Esto implicaba unainvitacin al desarraigo, pues los indios que se iban como naboros ya no regresabana sus lugares de origen y adems se llevaban consigo a toda su familia. Por otraparte seguan siendo considerados en el padrn de tributarios y servicios personales,lo cual perjudicaba a la poblacin en su conjunto, pues la exigencia era la mismaaun cuando ya no permanecieran ah. La actitud de los alguaciles y de los propiosfuncionarios de los cabildos, derivada de la gran presin a que estaban sujetos,provoc la huida de muchos tributarios hacia otros lugares donde no estuviesenexpuestos a tan difciles condiciones. Entonces se produjeron las insistentesdemandas de los pueblos a causa del repartimiento.

    Son mltiples las peticiones de los cabildos para que se hiciera un nuevopadrn o para que se les exonerara, debido a que muchos haban muerto y otroshuido. Por ejemplo, en 1634, el gobernador y oficiales de repblica de Tulancingo

    Me han hecho relacin, por diversos memoriales, que de la gran peste que les hasobrevenido ha resultado morirse y enfermar muchos naturales, con que estnimposibilitados legtimamente de acudir al servicio personal que dan a las minasde Pachuca, que cuando vuelven de l caen malos y a los convalecientes compelena que vayan a trabajar a las dichas minas, de que resulta morirse por los caminossin sacramentos, y que estn tan minorados que, aunque vayan los oficiales derepblica al dicho servicio no les ser posible cumplir el nmero de indios que seles ha repartido (AGN, 1634).

    Por lo que solicitaron se les reservara por el tiempo que el virrey considerara.Es posible que la relacin est exagerada, sobre todo en lo que respecta a morirsepor los caminos sin los santos sacramentos. Sin embargo, hay que entenderlo

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    como un cambio en la mentalidad de los indios, quienes utilizaban como recursopara su defensa aquello que haba sido la causa de su sometimiento: la religin.Varios de los pueblos arguyeron razones semejantes, relacionadas con la religin,para quejarse por los agravios del repartimiento: los mineros no los dejaban ir amisa los domingos y das de fiesta, permanecan encerrados y adems,descuidaban a sus familias y no vigilaban su asistencia a misa.

    Tan grave se presentaban la situacin para los pueblos que se solidarizaroncon ellos algunos religiosos y funcionarios reales. Como lo demuestra unmandamiento de 1600 que, aunque se refiere a las minas de Zimapn, sirve paraargumentar lo antes dicho. El alguacil recogedor de indios del repartimiento deZimapn se quej porque cuando iba a los pueblos de Misquihuala y Tlacotapilco,a cobrar los que son obligados a dar a las dichas minas, se lo impiden los justiciasy ministros de doctrina por sus particulares intereses (AGN, 1600). Es posibleque intervinieran otros intereses en la defensa que los ministros de doctrina hacan,pero pudo haberse dado el caso de que la situacin de los pueblos conmoviera auno que otro religioso. Tambin se daba el caso opuesto.

    Son demasiados los documentos que tratan sobre peticiones y quejas de lospueblos en cuanto al repartimiento; veamos un argumento ms. Actopan fue unode los pueblos que era requerido de manera frecuente para el repartimiento de lasminas de Pachuca y tambin fue uno de los que present una notable resistencia yparticip en varios tumultos. Los siguientes documentos bastarn para dar unaidea del rechazo por ste y otros pueblos al repartimiento minero. Por ejemplo, en1619, el cabildo de Actopan se quej porque su alcalde mayor les peda cadasemana nueve indios tapixques y una molendera, diciendo son para el serviciode su casa, lo cual no era cierto sino que los reparta a otras personas donde losmolestan y maltratan, dndoles por ocho das tres tomines a cada uno, mereciendoa nueve reales. Alegaron que esos indios hacan gran falta para el repartimientode las minas de Pachuca (AGN, 1619).

    Aunque pareciera que nicamente tratan de acusar al alcalde mayor y queaceptan el repartimiento, en realidad estn preocupados por el nmero de indiosque deban entregar para las minas de Pachuca y tambin, desde luego, por elsalario, que era importante para pagar el tributo que para estas fechas consista enservicios personales (el repartimiento) y en dinero; de no entregar tanto uno comootro, eran llevados a prisin.

    En los archivos del gobierno virreinal se encuentran mltiples documentossobre este aspecto y otros que sin duda estn relacionados: la invasin de tierrasde los pueblos de indios por parte de los mineros; pleitos sobre aguas, elementoesencial en la minera y para la subsistencia de los pueblos tambin; juicios sobre

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    58 Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-SEPTIEMBRE 2005

    deudas; quejas sobre intervencin de religiosos y civiles en las elecciones de go-bernadores y alcaldes. Mas, por ahora, slo quiero apuntar el efecto del trabajominero en los pueblos.

    Actopan e Ixmiquilpan: los sntomas de la resistencia

    Hemos hablado ya sobre la renuencia de la mayora de los pueblos para acudir alrepartimiento minero. Entre todos los pueblos que estaban obligados a darrepartimiento a las minas de Pachuca, destacaron por su rechazo Ixmiquilpan yActopan, este ltimo de la jurisdiccin de Tulancingo, ambos otomes. Es precisodestacar su filiacin tnica, porque quiz ello explique tal y como lo mencionuno de los fiscales su belicosa reaccin al apremio laboral.

    Pero no fueron nicamente estos dos pueblos, la mayora de los de esajurisdiccin rechazaron el repartimiento. Como ya se anot, la resistencia alrepartimiento culmin en desintegracin de pueblos, en tumultos y en el asesinatodel gobernador de Ixmiquilpan. En efecto, a partir de la segunda mitad del sigloXVII, es notable la multiplicacin de las solicitudes para pedir la exoneracin delrepartimiento, por diversas causas: reduccin de la poblacin a causa de lasepidemias; construccin de alguna obra pblica de urgente necesidad en sus pueblos(puentes y principalmente iglesias); dedicacin al cultivo de magueyes. Cuandosus peticiones ya no funcionaron recurrieron a otras estrategias: la huida y lostumultos.

    En diciembre de 1676, el cabildo de Actopan se quej ante el virrey porqueel alcalde mayor de Pachuca haba apresado a uno de sus alcaldes a causa delatraso en el repartimiento para las minas; el virrey orden la libertad del alcalde ysolicit un informe sobre lo que stos estaban obligados a dar. En ausencia delalcalde mayor, contest el teniente y dijo que los indios de Actopan, desde hacavarios aos, deban otorgar 22 indios de repartimiento pero cada vez se tardabanms en llevarlos a las haciendas donde estaban repartidos, as que se apres alalcalde por los rezagos y, aunque alegan que no tienen gente por la ltima tasaciny cuenta que se ha hecho de dicho pueblo, parece haber habido ms tributariosque los de antes, con que es siniestro y contra la verdad el decir dichos naturalesno tienen gente para su cumplimiento (AGN, 1676). Posteriormente el alcaldemayor, que tambin ocupaba el cargo de juez repartidor de minas, abund:

    Con la falta del pueblo de Octupa, de dos meses a esta parte, se hallan los minerossin poder dar corriente a sus haciendas, atrasndose en el beneficio de los metales,que les pierden de ley con la dilacin de darles el beneficio que necesitan y

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    59Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-DICIEMBRE 2005

    adems de esto, los indios de dicho pueblo de Octupa, en las reconvenciones quedijeron habrseles hecho para que no falten con la gente que es de su obligacin,se disculpan con que el alcalde mayor de aquel partido, se los suelta y asimismolos espaoles vecinos de aquella jurisdiccin les embarazan el enviar la gente aque cumplan con su obligacin, quitndoles en el camino los indios, por decirson laboros suyos, estando en primer lugar el gremio de la minera (AGN,1676).6

    El virrey envi el expediente al fiscal, quien se refiri al rechazo constanteal repartimiento y a la naturaleza aguerrida de los otomes

    Tiene obligacin la jurisdiccin de Octupa de dar veintids indios de repartimientopara el servicio de las haciendas de minas de dicho real, a cuya obligacin, parecese asiste con poca puntualidad, que ser as por las causas que representa elgobernador, de malos tratamientos y defectuosa paga, como tambin por lasrazones que expresa el alcalde mayor, pues me consta por haber estado dos mesesen dicha jurisdiccin de Octupa, lo hurao e irreducible de aquellos indios otomitesy cuan fcilmente se huyen de cualquier gnero de repartimiento, como se haexperimentado en esta ltima obra del desage, pues siendo la paga tan puntual,hecha en mano propia por los seores ministros nombrados que asistieron a lasuperintendencia de ella, sin embargo los indios del dicho pueblo de Octupa y sujurisdiccin, se huyeron repetidas veces, siendo as que ningn otro pueblo seausent (AGN, 1676).

    El fiscal, que particip en otras consultas y conoca a los otomes, porqueestuvo durante dos meses recibiendo las quejas de ellos contra los mineros, tambinrecomend: que se haga buen tratamiento a dichos indios y que las pagas seancon toda puntualidad, sin permitir que de las haciendas de metales los pasen a lalabor de las minas, en contravencin de las ordenanzas; y se refiri tambin altraspaso que los mineros hacan con los indios de repartimiento: se haexperimentado diversas veces que usan de ellos para alquilarlos a otros mineros ydueos de hacienda, sin tener facultad para ello, en que reciben los indios muchoperjuicio y muy malos tratamientos.

    6 Este es el nico documento que he localizado en el que se explicita la violacin a la ley queprohiba los repartimientos a los labradores. Recordemos que stos se haban extinguido y slose permitan en la minera. Aunque los mineros impedan que se los llevaran, porque de acuerdocon ellos eran indios naboros, es decir, libres.

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    Pocos aos despus, en 1681, nuevamente el cabildo de Actopan presentuna peticin en la que declararon que el teniente de alcalde mayor de Pachucalleg al pueblo para solicitar la cantidad de coatequiles que deban dar a lasminas de Pachuca; que ello caus gran extraeza, porque desde haca cinco aosque no daban y que el domingo inmediato no asisti a misa ni a doctrina ningnindio ni india, que abandonaron sus casas y se fueron al monte, huyendo de losdaos que representaba el trabajo en las minas, donde nicamente los ocupabanen el magistral, lo que les produca enfermedades y muerte. Adems, losencerraban en la crcel para que los mineros diesen un peso por ellos y se losllevaran a trabajar con tal que si el indio tiene el peso sale. De ah entendan quelo que importaba era la ganancia del alcalde mayor y no tanto la necesidad deellos.

    Dijeron tambin que en las minas no los requeran porque muchos indios desu pueblo y de otros cercanos iban como naboros y volvan, debido a que nohaba en qu ocuparlos. Agregaron que algunos preferan ir como naboros, puesde esa forma no experimentan las extorsiones de los que van por repartimiento,ya que mientras los naboros reciban tres reales de salario por cada da a los derepartimiento slo les daban un real.

    Los de Tetitln, sujeto de Actopan, alegaron razones similares; expresaronque a los de repartimiento los tenan:

    Sin darles de comer, padeciendo muchos trabajos, as de estar encerrados denoche y de da y que muchas veces por dilatarse ms de los quince das en que sellevan los segundos repartimientos de remuda, dndoles soltura se volvan sin lapaga, por la ansia de verse libres y en sus casas y que en otras ocasiones haacaecido salir de los morteros tan enfermos, del polvo que tragan, que se hanmuerto en los caminos, resultando de esto haberse aniquilado los naturales ydestrudose su pueblo, como acaece en Iscuintlapilco, Santa Mara Temoaya ySan Agustn y ahora los oficiales temen que suceda lo que aconteci hace cuatroaos con el gobernador de Ixmiquilpan, que por obligar a los naturales al mismorepartimiento le mataron (AGN, 1681).

    El documento contiene varios aspectos del repartimiento, las actitudes demineros y alcaldes mayores, salarios y condiciones de los naboros y de los indiosde repartimiento y de la reaccin de stos ltimos. Un reflejo de que los pueblosya haban llegado al lmite de lo que podan soportar fue el asesinato del gobernadorpor tratar de obligarlos al repartimiento. Desde luego, se podr objetar que ste esuno ms de los muchos testimonios de los pueblos, en su rechazo al trabajo en las

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    61Contribuciones desde Coatepec NMERO 9, JULIO-DICIEMBRE 2005

    minas. Lo interesante de este expediente es la respuesta del fiscal de la audiencia,quien en un hecho inusitado emiti su parecer a favor de los indios:

    El ao pasado de mil seiscientos setenta y cinco o setenta seis, se alteraron losindios de Ixmiquilpan con tanto desorden que mataron alevosamente a sugobernador y poco despus de eso, habiendo ido juez comisario a pedir elrepartimiento de indios al partido de Octupan, que est inmediato al deIxmiquilpan, se amotinaron tambin los indios y por estar los de este partidototalmente alzados y ser circunvecinos de los de Octupan pareci conveniente yconnivencia con stos, por un tiempo, para que fuesen templando la conmocin

    De manera que el tumulto de Ixmiquilpan y Actopan, sucedido poco despusde que se apresara a uno de los alcaldes, contribuy a exonerarlos del repartimientodurante un periodo de cinco aos; el nuevo intento presagiaba una reaccinsemejante. El fiscal agreg que los indios de Actopan tenan razn porque losmineros trataban muy mal a los indios de repartimiento: no les pagaban sus jornalespuntualmente y los retenan ms all de los quince das. Esto lo saba por habersido testigo presencial pues era el mismo fiscal que haba estado en Actopan:

    El fiscal, por haber estado dos veces en las minas de Capula y Pachuca y dehaber asistido ms de dos meses continuados en el partido de Octupan, dondecada da me han venido a representar las mismas quejas y extrajudicialmente serciertas muchas de ellas y tambin que al real de Capula, donde no hayrepartimiento, asistan muchos indios extravagantes y voluntariamente dems delas cuadrillas a hacer conciertos con los mineros por jornal, de que se manifiestaque el horror que tienen a dicho repartimiento no es tanto por el sumo afn conque es el trabajo en las minas, cuanto por la nula paga y muchas vejaciones queles hacen los mineros (AGN, 1681).

    Esta declaracin de un funcionario real parece inusitada. Los fiscales en sumayora escuchaban lo que los mineros expresaban, pero ste dijo en su parecerque se poda obligar a los pueblos al repartimiento siempre y cuando los mineroslos trataran bien; que de no ser as deban ser castigados. Tal vez la estancia enActopan le haba dado una perspectiva ms acertada sobre los abusos a que seprestaba el repartimiento.

    En 1722, don Nicols de Ura, porcionero y administrador de la mina ElJacal, present varios mandamientos que obligaban a algunos pueblos del rea aenviar indios de repartimiento forzoso a su mina. Las penas, en caso de no cumplir

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    con el repartimiento, incluan azotes y 100 pesos de oro comn. Seguramenteesto ocasion nuevamente el malestar de los pueblos, pues participaron en eltumulto los de Chirabasco, Actopan, Zempoala y Tulancingo (AGN, 1722; VonMentz, 1998: 291-309). La relacin de los acontecimientos es bastante minuciosa;para abreviar dir que apedrearon la casa del gobernador de Actopan, entraronpor todas partes cuadrillas de hombres y mujeres con tambor, banderas, arcos,flechas, hondas, piedras, palos tiznadas las caras, disfrazados con frazadas ycubierto todo el cuerpo, descubriendo slo la vista. Los curas calmaron los nimos,se restableci el orden y se atrap a los cabecillas.

    Pero fue en 1757 cuando Actopan particip en un tumulto que obligara alvirrey a ordenar que se hiciera una extensa averiguacin en las minas y en lashaciendas de Pachuca, Real del Monte, Capula y Atotonilco. En efecto, cuandodon Pedro Romero de Terreros intent hacer efectivas las rdenes que tena paraobtener 4% de repartimiento de varios pueblos de la regin, los naturales deActopan se sublevaron nuevamente el 27 de abril de ese ao: con el motivo de lasaca de indios para el trabajo y laboro de las minas de don Pedro Terreros. Deigual forma se calmaron los nimos y se apres a algunos de los lderes. El virreyorden de forma perentoria:

    Mando que de los indios que hay y que en adelante hubiere, segn las futurastasaciones y se vayan aprobando por el real acuerdo, de cada ciento vayan cuatroen cuadrillas o tandas a trabajar quince das en las minas y haciendas de metalesde Pachuca, Real del Monte, Atotonilco y Capula y que no se impida a los demsque quisieran ir espontneamente por su propia conveniencia, entendindose sinperjuicio de los dems indios de cada ciento, de suerte que quedandocomprendidos en el nmero de los ciento que les tocare, si llegaren a ser de loscuatro que debieren de sacarse, segn la distribucin de sus gobernadores, hande ir en cumplimiento de esa asignacin y no por su espontaneidad (AGN, 1757a).

    El virrey, conocedor de los maltratos que los mineros infligan a los indios,dispuso tambin que:

    Los mineros y sus administradores den buen tratamiento a los indios, pagndolesen tabla y mano propia, por los das de su trabajo, ida y vuelta, su justo jornal,segn la costumbre, en reales y no en ningn descuento, por ningn pretexto yno injurindolos, ni dndoles excesivo trabajo, ni desproporcionado a su naturalezay fuerzas y a la conservacin de su salud. Y que ninguna persona impida quevayan a las minas los indios, destinados o de espontneo arbitrio, ni los maltraten

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    como ni tampoco los mandones y dems sirvientes de las minas y haciendas,pena de mil pesos y no teniendo bienes de un presidio o obraje por el tiempo decuatro aos (AGN, 1757b).

    Asimismo, puso nfasis en que no se cobrara a los indios del cabildo derechoalguno, que la tanda deba cambiarse cada quince das y que deban irse a suscasas hasta que llegara la otra tanda. Ante este mandamiento, en julio del mismoao, el cabildo de Actopan hizo una larga representacin al virrey, en la que seexpres que ellos:

    acuden a dar cada quince das veintids indios de repartimiento al real y minasde Pachuca y con la falta que hay de naturales, por haberse muerto muchos yausentadose otros, no pueden dar tan crecido repartimiento, porque adems deeste, dan otros seis para la fbrica de las salinas, que hacen veintiocho y que conlos malos tratamientos y vejaciones que reciben en dichas minas, se han ausentadomuchos naturales con sus familias, despoblando los pueblos, pues habiendocumplido los quince das del tequio, cuando van a dichas minas, trabajando enellas, desde las cinco de la maana hasta las cinco de la tarde, tratndolos mal losmineros a quien les cabe, con tan tenue sustento como el que les dan, que destoy el trabajo que tienen les ocasionan una grave enfermedad, de que mueren muchosy lo que ms es que si no va con puntualidad la tanda que se sigue por la remuda,a los que estn en el trabajo los detienen en prisin, llevndoles costas y sinpagarles ms que su trabajo personal, que es a un real cada da, y si el gobernadory algunos de los alcaldes van a llevar los indios del tequio, sucede de tardarse enenterarlos, los prende y causa costas, hacindoles cargo por la tardanza de rezagos(AGN, 1757b).

    Adems, dijeron que en muchas ocasiones no les pagan su jornal, con elpretexto de que han huido, adems de que los dueos de las minas envan a susmayordomos y otras gentes a dichos pueblos a sacar los indios y los llevanaprisionados, y no hallando alguno llevan a las mujeres y ante la ausencia deindios que vayan al repartimiento solicitan dar nicamente 14 y medio, porquedan otros seis para las salinas. El virrey no accedi a esta peticin, por lo que losindios volvieron a oponerse, por ello se orden al alcalde mayor de Pachuca haceruna indagacin exhaustiva sobre la gente de Actopan que trabajaba en las minas.De esta investigacin result que slo haba 41 operarios de Actopan (AGN, 1757c).Este nmero parece ser muy reducido, pues la mayor parte de las minas y haciendasse encontraban en la jurisdiccin de Tulancingo; es probable que en la investigacin,

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    los operarios mintieran sobre su lugar de origen, temiendo alguna represalia porparte de las autoridades, pues era muy reciente el tumulto.

    Todo este voluminoso expediente, que por otra parte es una fuente invaluablepara el estudio de la minera en Pachuca, fue originado por la constante resistenciade Actopan e Ixmiquilpan, donde la poblacin era otom, grupo tnico que desdelos tiempos prehispnicos tuvo fama de belicosa. Como hemos observado, sesublevaron ante las rdenes de repartimiento desde el siglo XVII; su firmeza parano acudir a trabajar en las minas en calidad de indios repartidos, les caus gravescastigos, pero no cejaron en su empeo de no acudir al oneroso repartimiento. Encambio s accedieron a ir por su propia voluntad, ello con el objeto de recibirmejores salarios.

    De acuerdo con Brgida Von Mentz, los tumultos en las minas de Pachuca yotros lugares se debieron a la bonanza de las minas, lo cual obligaba a solicitarmayor cantidad de indios de repartimiento (Von Mentz, 1998). Difiero de estaexplicacin porque la prosperidad de las minas tena la virtud de atraer a losindios gaanes, espaoles, mestizos y aventureros. Opino que no eranecesariamente el auge de la produccin lo que originaba una mayor demanda deindios de repartimiento, aunque tal vez eso era lo que manifestaban las peticionesal virrey; pienso que las demandas ms apremiantes se deban a la inundacin delas minas y al afn de los administradores de ellas por abaratar los costos de laproduccin

    Considero que los tumultos deben su origen a que se termin la resistenciaantes pasiva de estos pueblos, a la ira acumulada durante tantos aos debido a lasvejaciones sufridas por su condicin de indgenas, con toda la serie de obligacionesa que estaban sujetos y no a la bonanza de las minas. Es posible tambin que dealguna forma se enteraran de otros tumultos ocurridos en otras partes del reino.Para esta poca ya conocan el funcionamiento de la burocracia, sus peticiones nofueron escuchadas y decidieron dar cauce a su clera. El primer objeto de suataque fue el gobernador del pueblo, personaje con el que hubo cierta identificacina mediados del siglo XVI, pero que para esta poca slo representaba al gobiernohispano.

    Otra hiptesis relativa a las rebeliones es la que sustenta Silvio Zavala: lasminas con mayor produccin, cuyos dueos eran connotados personajes, fueronlas que provocaban las rebeliones; mas, en el caso visto arriba, la mina El Jacal noreuna ninguno de estos dos requisitos. Seguramente, Zavala lleg a esa conclusinpor lo ocurrido en las minas de Taxco hacia la misma poca y aos ms tarde enlas de Real del Monte, ambas con vetas famosas por su produccin, cuyos dueosfueron, asimismo, afamados por sus grandes fortunas: Don Francisco de la Borda

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    y don Pedro Romero de Terreros. De cualquier manera, lo comn era que lostumultos se dieran en las minas cuyos dueos tenan el poder para presionar a lasautoridades virreinales, quienes a su vez ejercan mayor coaccin para elrepartimiento.

    Si bien estos tumultos no lograron terminar con el repartimiento, salcanzaron, por lo menos para el pueblo de Tulancingo, la exoneracin del servicio;por otros tumultos se consiguieron reformas a la legislacin y ordenanzas queinsistan en su bienestar.

    Conclusiones

    El rgimen de trabajo que predomin