soberanía del consumidor y equilibrio económico | luis felipe de las casas grieve

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“Nuestro mundo económico deberá ser en el futuro no sólo telúrico sino cósmico, no será tridimensional sino cuatridimensional, relativista, alejado de conceptos absolutos, espiritual más que material, vale decir, avanzará hacia la plenitud del hombre. Esas metas no podrán ser alcanzadas por el liberalismo en cualquiera de sus conocidas formas.Como colofón de este capítulo, en el cual hemos tratado de presentar las teorías de la Economía Clásica y sus generalizadas premisas, queremos reproducir el juicio definitivo sobre los maestros del “liberalismo atómico”, cuyo autor es el gran economista de este medio siglo y ex discípulo de esa doctrina, John Maynard Keynes. “Los teóricos clásicosse asemejan a los geómetras euclidianos en un mundo no euclidiano que al descubrir que en la realidad las líneas aparentemente paralelas se encuentran con frecuencia, las critican por no conservarse derechas como único remedio para los desafortunados tropiezos que ocurren. No obstante en verdad no hay más remedio que tirar por la borda el axioma de las paralelas y elaborar una geometría no euclidiana. Hoy la economía exige algo semejante.”

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Fuente:DE LAS CASAS GRIEVE , Luis F. “Soberanía del consumidor y equilibrio económico” en Liberalismo económico. Mito y realidad de una doctrina hacia una síntesis de capitalismo y socialismo, Empresa Editora La Tribuna, Lima, Perú, Segunda edición, 1959, pp. 37-75.

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soberanía del consumidor y equilibrio económico

I.—La tesis del Capitalismo.II.—Origen del “liberalismo atómico”III. —El mito del mercado libre, los precios de competencia y el equilibrio económico.IV.—Monopolio y competencia.V.—Competencia y equilibrio económico.VI.—Competencia y mercados imperfectos.VII.—La economía y el mercado internacional no han sido ni son libres.VIII.—El capitalismo y sus contradicciones.X.—Presupuestos, observaciones y balance final.

Luis felipe de las casas grieve

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“Su principal objeto es ocuparse delas difíciles cuestiones de la teoría, ysólo secundariamente de sus aplica-ciones prácticas; porque si la econo-

mía ortodoxa está en desgracia, la ra-zón debe buscarse no en la superes-tructura, que ha sido elaborada congran cuidado por lo que respecta a

su consistencia lógica, sino en la fal-ta de claridad y generalidad de sus

premisas”.

J. M. Keynes

LA TESIS DEL CAPITALISMO

EL liberalismo filosófico y político de la Francia enciclopedista no sólo se extendió a la mayoría de los países de Europa y América, —principalmente a Inglaterra y sus colonias americanas—, sino que, inclusive invadió todos los campos del saber. Y, en ninguno otro más propicio que el de la Ciencia de la Economía, donde tuvo una repercusión trascendente. Fue así como el liberalismo francés, naturalista, de acuerdo con la filosofía y ética de Locke, interpretada por Jeremías Benthan y John Stuart Mill, en lo ético y, por Adam Smith, Malthus,Ricardo Jevons y Marshall, entre otros, en lo económico.

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La libertad económica aparece en la Historia como una hermana de la libertad política, dice Ripert, y agrega: Es una conquista de la Revolución Francesa que no puede ser combatida sin atacar a sus grandes principios”1. La Revolución Francesa fue la respuesta del liberalismo filosófico, como la democracia política por ella entronizada, lo fuera en lo jurídico, de un sistema económico basado en la libertad económica y la propiedad privada”. Al liberalismo como sistema político y régimen económico lo simboliza una civilización que llamamos Occidental y cuya vigencia o crisis es objetivo en nuestros días de acalorados debates en todos los campos.El sistema económico capitalista, expresión de esta civilización y cultura, se inicia hace muchos siglos. Los últimos cien años se han caracterizado por el predominio de este sistema y frente al cual se erigió como crítica o antítesis, el Comunismo de Marx y Engels, a mediados del siglo XIX, en 1848, con el Manifiesto Comunista. Para Fritz Sternberg, en su obra: “¿Capitalismo o Socialismo?”2, el desarrollo del Capitalismo se verifica en cuatro esferas y en el periodo de 1850-1914 como en ningún otro 1 Georges Ripert: “Aspectos Jurídicos del Capitalismo” ob. ant. cit. pag. 223.2 Fritz Sternberg: ¿Capitalismo o Socialismo? Editorial Fondo de Cultura Económica México, 1954. pág. 10.

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anterior o posterior. Dicha expansión se llevó a cabo principalmente, según el autor mencionado:1.— En países como la Gran Bretaña, donde estaba bien desarrollado, la destrucción de las formas precapitalistas se realizó rápidamente de modo que el capitalismo no tardó en ser la única forma prevaleciente de producción, en tanto que en los países donde su desarrollo había sido tardío, por ejemplo, en las naciones europeas en particular en las de Europa Occidental y Central, llegó rápidamente a serlo. Esto es válido sobre todo en lo que se refiere a Alemania.2.— Hacia el año 1850, el capitalismo penetró en países que apenas si habían desarrollado su industria, pero que, al paso que creaban sus sistemas capitalistas, conservaban su independencia política, por ejemplo Rusia y Japón.3.— Penetró asimismo en zonas incapaces de conservar su independencia política y que se convirtieron en colonias de las potencias imperialistas (principalmente europeas), por ejemplo, en amplias regiones de Asia y África. Así, en esas regiones, los intereses de las “madres patrias” capitalistas decidieron la conveniencia de ese desarrollo y el grado del mismo.

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4.— Por aquel entonces, el capitalismo se había desarrollado también en zonas escasamente pobladas, en particular en los Estados Unidos, pero también en el Canadá y en otras colonias blancas, es decir en países en que no era preciso destruir considerables vestigios feudales y precapitalistas para que se estableciera el nuevo sistema. La característica común del Capitalismo es: a) que su régimen de producción mercantil adquiere carácter predominante y universal, con la división social del trabajo, en virtud de lo cual, los diversos productores se especializan en la elaboración de distintos productos; b) la propiedad de los medios de producción son privados; c) los bienes y los servicios toman la forma de mercancía; y d) las relaciones de cambio se basan en el principio de la compra y venta.Si el capitalismo es la expresión del mercantilismo y de la fisiocracia en lo doctrinario, es al mismo tiempo en lo económico, la negación del sistema de producción feudal y agrario-minera. En el Perú, como en todos los países de Indoamérica, el liberalismo insurge con la emancipación política, pero sin destruir los sistemas feudales de la Colonia, ni los comunitarios aborígenes que habían subsistido a los siglos de la dominación Ibérica, como proyección de una realidad

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agraria de origen incaico. El liberalismo económico en nosotros no fue, ni es producto de una transformación económica de bases cualitativas. El Dr. Basadre en su ensayo “Perú: Problema y Posibilidad”3, sostiene que la emancipación política y la República instaurada fue “netamente urbana y no rural, burguesa o criolla y no indígena”. Nuestro proceso económico y nuestro liberalismo son en consecuencia distintos al que se desarrolla en Inglaterra, más tarde en los Estados Unidos y por último en los países industriales de la Europa Occidental. Las bases agrarias y mineras, nuestra calidad de países subdesarrollados y la supervivencia de diversas formas de desarrollo económico que va del industrialismo capitalista hasta el primitivo de las tribus amazónicas nos exime de prolongar las argumentaciones sobre nuestro liberalismo económico.Nos vamos a ocupar en consecuencia, en este capítulo, de la doctrina y las teorías del liberalismo económico, cuya influencia en la vida de los países occidentales, ha sido para muchos un dogma y una praxis. Porque las concepciones del liberalismo clásico son en última instancia, la tesis dialéctica de nuestro estudio. En sus principios, hoy en pleno remozamiento, se sostiene un 3 Jorge Basadre: “Perú: Problema y Posibilidad”. Biblioteca Peruana. Casa Editora Rosay, Lima, Perú 1931. pág. 24.

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“neoliberalismo” que, ya hemos titulado de “atómico’’, y calificado de diletante, por no responder a la nueva estructura que confrontamos. Con esta nueva versión del “liberalismo atómico”, se pretende responder al reto de un mundo cuyas contradicciones han ido desmoronando, precisamente, los supuestos de la doctrina naturalista y utilitarista del Liberalismo Clásico. Esa será la finalidad del análisis que a continuación iniciamos.

ORIGEN DEL “LIBERALISMO ATOMICO”

Es un lugar común, tanto para los economistas como para los profanos, considerar a Adam Smith, además de “Padre de la Economía Clásica”, como el “Mesías del individualismo y el liberalismo económico”. De su obra consagratoria “Una Investigación Acerca de la Naturaleza y Causas de las Riquezas de las Naciones”, aparecida en 17764 han hecho los liberales de todos los tiempos su Biblia. Pero, en el liberalismo económico, como entre sus fervorosos partidarios, 4 Adam Smith: “An Inquiry into the Nature and cause of the Wealth of Nations” más conocido: “Wealth of Nations”.

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hay que hacer diferencias. No debe identificarse a los llamados “clásicos” con los “optimistas”. Los clásicos y neoclásicos, complementaron los estudios teóricos de Smith, reconociendo al igual que su maestro, la necesaria e indiscutible intervención del Estado, en la creación de un mercado perfecto, con libre concurrencia pero sin monopolios ni privilegios de grupo o clase. Los más señalados representantes de la Escuela Clásica fueron David Ricardo y posteriormente Pigou, y de los neoclásicos, Marshall. En abierto y franco contraste con los clásicos y neoclásicos están los “Optimistas”, de la conocida Escuela de Manchester, que llevando al extremo la doctrina liberal, desnaturalizando las concepciones teóricas de Smith y de sus fieles discípulos sobre la libre concurrencia, no admitieron sino una libertad económica absoluta, sin restricciones, contándose entre sus más conocidos representantes a Bastiat en Francia, Mc. Culloch en Inglaterra, y Carey en los Estados Unidos.No se puede discutir que el Liberalismo haya ejercido una influencia decisiva a fines del siglo XVIII y la mitad del XIX en el pensamiento y la política económica. Las ideas de librecambio, con su teoría del valor, el trabajo salario, los costos comparativos, la división

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del trabajo, etc., significaron un salto cualitativo frente a los principios intervencionistas del Estado Patrimonial y del naturalismo fisiocrático del “dejar hacer”. Su concepción determinista del sistema económico estuvo sujeta a leyes propias comparables con el determinismo de las leyes naturales. Según este esquema la ciencia económica podía hacer cálculos y predicciones de los acontecimientos. Los “cuadros económicos”, de Quesnay fueron indudablemente un anticipo de lo que más tarde fuera la econometría. Pero lo más interesante del principio determinista económico del Liberalismo fue que involucraba los hechos económicos en una unidad. En este sistema cualquier alteración significa una cadena de cambios “interconectados”, los que en su forma y magnitud se expresaban en una serie de relaciones funcionales mediante ecuaciones que constituían la teoría clásica del valor, rasgo esencial y no puramente accidental de la Economía Clásica5.El “Liberalismo Atómico” de nuestros días no sigue en estricta doctrina, vale decir, teoría y política, ni a unos ni a otros. Pero en procura de una ubicación en el movimiento histórico liberal, del que dicen ser continuadores, podemos afirmar sin riesgo a 5 Maurice Dobb: “Economía política y capitalismo”. Fondo de Cultura Económica. México 1945. Versión española de Emigdio Martínez Adame, pág. 41.

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equivocarnos que es más “clásico’ que “optimista’. Y esta posición se justifica en la gravitante realidad que vivimos, donde las propias conveniencias de sus intereses, es explicable, no pueden convalidar con esa “libertad absoluta” de los “optimistas”, por eso no solo aceptan la intervención del Estado como el “gendarme vigilante del orden jurídico establecido, sino con todas aquellas disposiciones y medidas que éste adopta para “estimular la libre iniciativa privada. Pero lo más sorprendente es que, sin discreción y contrariando su origen liberal llegan en lo interno hasta a invocar la ayuda del Estado, sus llamados “buenos oficios”, para mantener los monopolios privados y eliminar los “nefastos” del Estado, se les otorgue subsidios, premios y primas a sus productos e industrias de exportación o de consumo interno. En cuanto a su política externa, exigen los liberales atómicos” la liberación y reducción de los impuestos a la exportación; que se eleven los aranceles “proteccionistas por tiempo indeterminado de los productos y artículos competidores; que se gestione por vía diplomática la ampliación de sus mercados de colocación y se les asegure buenos precios para sus productos de exportación; que se les fije mayores cuotas en la producción mundial, etc. En resumidas

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cuentas, invocan una muy egoísta y favorable interpretación del postulado fisiocrático del dejar hacer, dejar pasar”, sin reparar en el equilibrio económico y social, ni en el “mercado libre” que propugnan y defienden. En síntesis: solo se interesan en el beneficio de los menos, dando las espaldas a la miseria y necesidades de los más. Representan por todo ello el más sui géneris individualismo y librecambismo de la Historia Económica. A esta política que muy poco tiene de “libre” la llaman sus sostenedores de “libre cambio”, “comercio libre” o “mercado libre” y “libre empresa”. En su oportunidad nos encargaremos de probar que sus postulaciones y pretensiones antes señaladas están en abierta y franca contradicción con las bases teóricas del Liberalismo Clásico y del equilibrio económico que, como meta, dicen sóIo pueden alcanzarse con su “salvadora y redentora política de la libertad económica” en esta crisis multidimensional que enfrentamos.Las teorías y conclusiones del liberalismo económico, debemos anotar, han sido desde hace más de un siglo objetadas por numerosos economistas y escuelas económicas. Entre los primeros, por conocidos ex discípulos de Smith. En 1819, a sólo 43 años de publicada la obra fundamental del maestro, su ex

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discípulo, Sismondi, en sus “Nuevos Principios de Economía Política”, hizo una demoledora crítica a la libre concurrencia, demostrando la falsedad de que ésta tiende a establecer un equilibrio entre la producción y el consumo, conmovido por la grave crisis económica que había estallado a fines de la segunda década del siglo XIX. A Sismondi, le siguieron otros economistas, como Saint-Simon, Proudhon, Blanc, List, Marx, A. Wagner, Schmoler que llegó a declarar no sólo la bancarrota de la economía clásica, sino aún de la Escuela Socialista y, tantos otros, que sería extenso anotar. Hoy como ayer, nuestros “liberales atómicos” frente a nuestras críticas y el ataque de que es objeto su muy particular concepción de la vida económica moderna, como les dijera Bastiat hace más de un siglo, exclaman: ¡Utopías! y hasta nos negarán el carácter no sólo de la ciencia que les sirve de obstáculo sino también “la idea misma de una ciencia posible...”6

Para explicarnos mejor los serios reparos y atinadas observaciones tanto de orden teórico como práctico hechas al libre cambio, debemos previamente presentar en forma sintética, el esquema teórico de la Escuela Liberal Clásica, sin entrar en las consideraciones de orden filosófico sobre la libertad 6 Fréderic Bastiat: “Harmonies economiques” París, 1860. pág. 461.

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económica, sustentada en el Derecho Natural, común origen y punto de partida de fisiócratas y liberales7. Más bien, conviene precisar, al respecto, para no confundir, como suele suceder con frecuencia en ciertos “economistas liberales”, los conceptos de “libertad económica” y de “libre concurrencia”. La doctrina liberal clásica admitió, como ya lo puntualizamos anteriormente, límites a la libertad económica en el caso de los monopolios, aunque hoy se pretenda esgrimir una “libertad impoluta” por los entusiastas partidarios del “liberalismo atómico .

EL MITO DEL MERCADO LIBRE, LOS PRECIOS DECOMPETENCIA Y EL EQUILIBRIO ECONOMICO

La Escuela Clásica construyó su esquema teórico haciéndolo descansar, entre otros supuestos, en uno que es el “quid’ de la longeva controversia, entre “liberales atómicos” e “intervencionistas” el mercado debe ser libre8. En consecuencia, debemos precisar en primer lugar, qué es para los clásicos liberales un mercado libre y las relaciones que lo caracterizan. 7 Bresiani-Turroni: “Introducción a la Política Económica”, ob. ant. cit. págs. 32 y 33.8 Bresiani-Turroni, ob. ant. cit. pág. 39.

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En síntesis, puede describirse el mercado libre como el lugar de compras y ventas o la reunión de compradores y vendedores donde se produce la libre concurrencia de los factores productivos y donde los precios de los bienes y servicios se fijan de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda sin que por parte de un individuo o empresa cualquiera se pueda influir sensiblemente en la determinación de los mismos. Dicho en otras palabras el mercado libre es la puja que fija los precios entre los que venden y compran bienes y servicios sin que esté sujeta a influencias de ningún orden.De estas dos premisas sobre el mercado libre, podemos deducir los siguientes puntos: a) la fuerza reguladora y el ajuste automático es una resultante de la libre concurrencia; y b) el factor dinámico de la formación de los precios es la ley de la oferta y la demanda que en una economía de cambio con dichas características, es posible lograr la competencia perfecta, una mejor y total distribución de los factores productivos y consecuentemente el equilibrio económico como sostenían los clásicos. Analicemos la validez y vigencia práctica de este sistema teórico como lo sostienen y propugnan los “liberales atómicos”.

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Por los enunciados anteriores acerca del “mercado libre”, podemos colegir, en primer lugar, la existencia do la soberanía del consumidor. Sin la posibilidad de esta soberanía no habría libre concurrencia ni competencia perfecta ni mucho menos equilibrio económico. Al decir “soberanía”, nos referimos, de acuerdo con Bárbara Woolton, a la independencia para las decisiones de comprar y a la demanda que determina los precios9. Ahora bien, nos preguntaremos, al par que la autora citada ¿es compatible la soberanía de consumidor” con la libre concurrencia en los mercados? Ni el más “analfabeto económico”, como diría Alvin Hansen, podría responder de manera afirmativa y concluyente. En la economía de cambio del vigente régimen capitalista de producción han existido y siguen actuando con mayor intensidad, entre otros factores, la integración industrial de la sociedad, elementos perturbadores o factores friccionantes10 que interfieren en la libre determinación de los precios. Esas fuerzas influyentes son conocidas y se denominan genéricamente por todos, tanto técnicos como profanos, monopolios o elementos monopolistas.9 Bárbara Woolton: “Libertad con Planificación Fondo de Cultura Económica. México.10 Maurice Dobb, ob. ant. cit. Capítulo VI “Fricciones y Expectativas: algunas tendencias recientes de la teoría económica”.

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La teoría del monopolio no es una novedad de este siglo. En 1833 difundió Cournot, uno de los más célebres economistas, la teoría del monopolio en grandes lineamientos. En recientes años diversos economistas de la propia Escuela Clásica han enriquecido con nuevos estudios las diferentes formas que puede presentar el monopolio, ya sea puro o parcial, el duopolio y el oligopolio, cuyas incidencias sobre la libre concurrencia clásica son inobjetables en la teoría y en la práctica.El monopolio es un fenómeno económico inherente al régimen de la libre concurrencia, constituye su resultado práctico y es la síntesis del propio desarrollo de las industrias. Por eso sostenía Proudhon, en 1864, que “la concurrencia destruye la concurrencia”. Cualquier mercado con la “concurrencia” de estos elementos monopolistas deviene automáticamente en un mercado “imperfecto” y, lógicamente, no contribuyen a determinar los precios ni a formularlos de acuerdo con el esquema clásico. En otras condiciones, reconoce la ciencia económica, que la libre concurrencia conduciría a una competencia de naturaleza caótica. Tales serían los resultados desastrosos en los casos del “duopolio”, vale decir de un artículo producido por sólo dos empresarios, y del

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“oligopolio”, cuando son muy pocos los empresarios, que haciéndose recíprocamente la competencia, llevarían los precios en rebajas sucesivas hasta el límite por debajo del costo. Tan funesto epílogo de la competencia, sería aún menos perjudicial para las empresas que para la misma economía nacional, porque implicaría la paralización o cierre de las industrias que, a consecuencia de la competencia y obligadas a vender con pérdidas, arrojarían en sus balances saldos acumulativamente pasivos.Para evitar tan desastrosa competencia, los productores se han agrupado en los conocidos “Pools”, “Corners”, “Karteles”; y, las empresas industriales se han visto obligadas a fusionarse en los temibles “trusts”. Estas concentraciones de productos primarios y manufacturados, han absorbido e involucrado bajo su control en calidad do filiales a las empresas comerciales y financieras. Todos estos consorcios no tienen otra finalidad que fijar precios, determinar “contingentes” o cuotas de producción y, por último, distribuirse los mercados. “La competencia entre muy pocas empresas relativamente grandes que podría fácilmente poner los precios por debajo del coste, se evitará mediantes concentraciones industriales de las diversas clases”.

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La primera fuerza que actúa en todo este movimiento de concentración, particularmente característico de nuestro tiempo, es sin duda la tendencia a protegerse contra una competencia que produzca pérdidas, y fácilmente la ruina y asegurarse una formación de precios que cubra los gastos”11, nos dice Gustavo Cassel, el conocido economista de la teoría de los precios.

MONOPOLIO Y COMPETENCIA

El régimen de los monopolios —siempre combatido— no es un fenómeno económico de nuestros días, porque ya en 1785, por ejemplo, se organizó la primera “Conferencia Marítima”. Con posterioridad, estas “Conferencias Marítimas” se han multiplicado y hoy tres grandes organizaciones controlan el tráfico de los mares: a) la de Europa; b) la del Pacífico; y c) la del Atlántico y Golfo de México. Su finalidad no es otra que un convenio entre las compañías de navegación que operan en cada una de esas zonas para establecer un servicio regular sobre una ruta determinada, con 11 Gustavo Cassel: “Economía Social Teórica”. Edición española de M. Aguilar Madrid. Traducción de Miguel Paredes, pág. 137.

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fletes uniformes y conseguir la eliminación de los llamados “buques tramps”.Es necesario entender que la concentración industrial no es sólo el producto de la mera competencia o el esfuerzo por dominar un mercado, ni la lucha lógica por obtener un equilibrio entre los precios y costos. Es más bien una consecuencia del factor dinámico de la producción mecanizada, vale decir de la industrialización. Los complicados procesos de fabricación de las grandes industrias altamente tecnificadas determinan nuevas necesidades, mejores elementos componentes y superiores relaciones funcionales, en armonía con la vida económica contemporánea. Las actuales técnicas de fabricación son procesos organizados de acuerdo a los dictados universales del principio: producción óptima a precio óptimo, que impulsa a un constante perfeccionamiento de los métodos técnicos que a su vez son estímulo para nuevos inventos. Este progreso es la técnología a intervalos cada vez menores, es de una mayor intensidad cualitativa y cuantitativa, de un nuevo orden: “cuatridimensional”. Su resultante ha sido la progresiva integración horizontal y vertical de las industrias afines y concurrentes. Hoy día las grandes empresas constituyen un sistema en

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cadena, de numerosas compañías y organizaciones industriales de todo género que concurren en la confección y distribución de innúmeros productos determinados, cuyos costos de fabricación son cada vez más bajos y dejan mayores utilidades, más por la cantidad que por la oportunidad, a los accionistas de sus importantes sociedades anónimas. Tales han sido, a manera de ejemplo, los casos de la industria siderúrgica en USA, controlada por el Trust Americano del Acero y de las empresas automovilísticas como la Ford Motors y General Motors. Estas grandes empresas son paradigmas de esta nueva fase industrial, no sólo en cuanto a la organización mecánica sino a la organización humana, como lo fue la producción de la bomba atómica durante la última guerra mundial, y luego, en la postguerra, el de las otras bombas: “H” y de cobalto. Porque no debe olvidarse que “la aplicación del principio de la producción en masa a la investigación científica hizo factible la bomba atómica, la cual no habría podido ser fabricada por ningún otro método”12. Precios, técnica e inventiva siempre renovados, son los elementos interdependientes que empujan día a día a la formación de los monopolios 12 Peter F. Duncker: “La Nueva Sociedad. Anatomía del orden industrial. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1954. Traducción de Marta Mercader, pág. 13.

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y éstos a la gran revolución industrial, pues vivimos el término y el comienzo de una era, de un mundo tridimensional a uno cuatridimensional: integrador y sintético.Pero el reparo más serio que se ha planteado al régimen de la libre concurrencia para la determinación de los precios es, de acuerdo a los principios y dictados de los clásicos y neoliberales, la naturaleza de los propios precios de no ser independientes. Todos y cada uno de los precios de las más variadas especies constituyen e integran un vasto y complejo sistema, difícil de controlar por la libre concurrencia. Así, el precio de un bien o servicio cualquiera es, a su vez, una función de los precios de otros bienes y servicios ofrecidos y demandados en un determinado tiempo en los mercados. Cualquiera alteración en algunos de ellos tiene inmediata y sensible repercusión en todo el sistema, como lo comprobara Walras en su teoría del equilibrio económico y al que más adelante nos volveremos a referir. El sistema de precios, en la libre concurrencia, casi siempre es de naturaleza indeterminada, tales son, por ejemplo, los casos donde opera el monopolio en sólo un producto o en gran cantidad y número de éstos. Por esta causa

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dinámica los precios en los mercados están en constante oscilación y cerca de ellos sólo podemos adelantar una tendencia o probalidad.El ejemplo más típico y difundido de todos y, a la vez, el más importante por sus alcances sociales, se tiene en la determinación de los salarios. Actualmente patrones y obreros organizados en asociaciones y sindicatos, respectivamente, representados por sus calificados directivos, discuten y fijan las escalas de precios de los diferentes servicios de una industria determinada. De conformidad a la teoría clásica, el precio de los servicios, salarios y sueldos debería ser determinado mediante la libre concurrencia de patrones y obreros en los mercados de trabajo y de acuerdo a la oferta y demanda. La realidad indica que los mercados de trabajo, hoy en día, están intervenidos tanto por los patrones o empresarios como por los sindicatos de trabajadores. Puede afirmarse que, al presente, no hay país ni localidad donde existan centros de trabajo en que las escalas diferenciales de precios de los servicios no se hayan estipulado en contratos de carácter colectivo y convenios, los mismos que son materia de revisiones o ajustes periódicos, con o sin participación del Estado.

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Analicemos ahora, en última instancia, si la libre concurrencia es el medio más eficaz para lograr o establecer el equilibrio económico, tomando en cuenta las interferencias ya anotadas en los acápites anteriores. Según la ciencia económica, para que se produzca el equilibrio es condición “sine qua non” que se cumplan, simultáneamente, tres requisitos que son independientes del régimen político y social imperante en cualquier lugar de la tierra. Estos requisitos estructurales son: a) que la demanda sea igual a la oferta o que ésta satisfaga a la demanda; b) que los precios sean iguales a los costos; y c) que los consumidores satisfagan sus necesidades en forma óptima.Las tres condiciones anotadas que, al decir de la teoría, conducen al equilibrio, son, en el régimen de la libre concurrencia, relativamente inalcanzables, porque la estructura del acontecer economíco ha determinado que: 1) el sistema económico capitalista se encuentra en permanente desequilibrio por las fluctuaciones internas y externas de los precios que tienen carácter recurrente; 2) las magnitudes económicas, o sean los datos, no son constantes, ya que la población en su número y los gustos de los consumidores son innovados sin tendencias previsibles; el desarrollo

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ni el monto de los capitales son determinables; el acelerado perfeccionamiento de los medios de producción cambia constante e incesantemente y, en consecuencia, la mayoría de los términos de las ecuaciones de equilibrio son variables y aleatorios; 3) el carácter interdependiente de estas magnitudes entre sí, sólo nos permite obtener el equilibrio en determinados casos por tanteos, o sea por una serie de sucesivos ajustes, tal como lo comprobara Walras y Pareto en el desarrollo de su teoría del “equilibrio económico”.Por último, antes de finalizar este breve examen debemos concluir afirmando, con el economista Bresiani-Turroni, que el mayor defecto de los “economistas clásicos” fue que “se limitaron a estudiar y resolver casos particulares de equilibrio, de modo que en ellos faltaba todavía una visión de conjunto totalitaria de los fenómenos económicos”13. A tan acertada observación de un neoliberalismo, agregaremos, en definitiva, el incontrovertible argumento contra la concepción clásica, de que la realidad económica no es estática sino dinámica, donde el factor tiempo no es cuantitativo sino cualitativo, de intensidad, e inseparable del espacio, 13 Bresiani-Turroni, ob. ant. cit. pág. 56.

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que parecen ignorarlo los entusiastas “liberales atómicos” y muchos de los “economistas puros”.En virtud de tales observaciones, las tres condiciones estructurales para el equilibrio no pueden producirse a la vez en una economía dinámica que actúe con el “mercado libre” de la teoría de los clásicos y mucho menos en el imaginado por los “liberales atómicos”.Un caso importante y particular se presenta cuando actúa un monopolio bilateral, vale decir, cuando la oferta y la demanda de una mercancía o servicio están controlados por una coalición de compradores y vendedores.

COMPETENCIA Y MERCADOS IMPERFECTOS

Los supuestos de la teoría liberal clásica que sirven de base para concebir el “mercado libre” y la “competencia perfecta” resultan inoperantes en la actual estructura económica que rige la vida y relaciones de los pueblos. Bástenos señalar los siguientes hechos, entre muchos otros, para demostrar nuestra aseveración de que el “mercadolibre” en realidad no funciona como tal:

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a) La incertidumbre de precios, que es su directa consecuencia,b) Las posibilidades de que la libre concurrencia devenga en competencia desastrosa, alcanzando un nivel de precios por debajo de los costos;c) La influencia de la elasticidad o inelasticidad de la función demanda;d) La interferencia de los elementos monopolistas y friccionantes; etc.

Estas contradicciones surgidas del choque entre principios teóricos y realidad, entre economía estática y dinámica, entre datos constantes y variables, determinables y aleatorios, han obligado a abandonar en la ciencia teórica económica los conceptos de “perfectos” por los de “relativos”. Así lo entendieron el maestro Alfred Marshall y Cecilio Pigou, entre los más sobresalientes neoclásicos. Para ellos como para nosotros, no hay ni cabe análisis posible sobre la base de una “competencia perfecta”, de un “mercado perfecto” y de un equilibrio estático. Todos estos supuestos han sido reemplazados por una concepción más realista de competencia y mercado imperfectos, como de un desequilibrio permanente cuyas consecuencias se trata de eliminar, pero, sin precisar, obtener o resolver el equilibrio total ni mucho menos duradero.

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Si el mercado y la competencia son imperfectos no es posible que los consumidores satisfagan sus necesidades en forma óptima. Ahora bien, nos preguntamos: ¿cómo es posible —técnicamente— esperarlo todo del automatismo regulador entre la oferta y la demanda, existiendo la competencia imperfecta? Lo evidente es que frente a la incertidumbre de precios de equilibrio, en mercados imperfectos, los empresarios acordarán reducir la cantidad producida por debajo de la posible demanda o en su defecto fijen un precio, predeterminado por una oferta restringida. Estos precios imperfectos, en nuestra economía capitalista, oscilan, matemáticamente hablando, entre dos límites: el máximo de los precios teóricos de una competencia perfecta y el mínimo, de los precios reales de monopolio.Esta predeterminación de los empresarios no es teórica, sino que acontece en las prácticas económicas del régimen actual, cuando por mantener precios “remunerativos” la casi totalidad de los grandes productores ha preferido, por ejemplo, echar al mar, incendiar o destruir en una palabra, bienes de consumo, cuya demanda en el mercado mundial era inelástica, por tratarse de productos de primera

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necesidad y hasta cierto punto insustituibles para los consumidores. El caso, al respecto, más conocido y aleccionador es el relativo al café. Brasil, primer productor y abastecedor del mundo, se vio “precisado” no sólo a crear un “Instituto de Defensa Permanente”, con el único objeto de “regular la oferta”, sino que en el año 1931 se vio también “obligado” a arrojar al mar y utilizar como combustible de barcos y transportes, miles de toneladas de café almacenado, —12 millones de sacos en un solo año— porque la oferta del Brasil sobrepasaba por sí sola al “consumo” mundial de una época14. Para información de quienes no lo conozcan, hoy existe una “Oficina Internacional del Café (International Coffee Bureau), que confecciona planes para la estabilización de precios.Este solo e inobjetable ejemplo, es, junto con muchos otros que podríamos acotar, prueba en contra de aquella afirmación del principio clásico liberal y de los “liberales atómicos”: “La demanda determina el volumen físico de la producción”. Resta igualmente eficacia a la valorización absoluta de los liberales, del poder sui géneris de la ley de la oferta y de la demanda, como mecanismo autorregulador, único e indispensabe. La libre concurrencia a despecho de lo 14 Charles Bodin: “Economía Dirigida-Economía Científica”. Editorial Ercilla, Santiago de Chile, 1937. Versión en castellano, págs. 32 y 37.

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que suelen afirmar los entusiastas propagandistas del “mercado libre” no puede distribuir mejor ni en forma más conveniente entre los factores productivos, la riqueza incorporada en las economías locales o nacionales.Otro inconveniente que presenta el régimen de la “libre concurrencia” y de la “libre competencia”, es que permite la especulación en todas las actividades económicas. De no ser así ¿cuál sería el origen de que los productores, industriales y comerciantes, principalmente estos últimos, almacenen y acaparen en determinadas épocas los productos y las mercancías objeto de demanda? Aunque consideramos que la respuesta es obvia, vamos a precisarla, como un agregado más, a nuestras argumentaciones y objeciones al sistema que comentamos.En cualquier régimen económico, tanto el que rige en los países “occidentales” como en los “orientales”, en que los precios de los bienes y servicios se determinan por su escasez relativa, “los mercados libres” serían inoperantes para controlar la oferta o demanda, porque para producir sus beneficios deberían basarse en la soberanía del consumidor. Soberanía que, ya hemos visto, es poco probable, inclusive en lo que respecta a la participación de

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pequeños productores y empresarios. De esta manera el sistema de “libertad” no satisface las necesidades colectivas y deviene, como lo ha sido, en beneficio de unos pocos empresarios con sujeción para la gran mayoría de los individuos y grupos sociales.Aquí encontramos uno de los factores de la desigualdad creciente en la distribución de las riquezas que es fácil apreciar en todos los países donde rige y que ha reforzado la argumentación de su contrapartida “comunista”.Los enunciados teóricos del régimen de libre concurrencia, tan aparentemente elementales, sencillos y prácticos, insistimos, no han tenido ni podrán tener vigencia en la estructura y ritmo de la economía de los países “grandes” y, con mayor razón, en los “pequeños”. Y es una lástima que todavía existan “economistas” que crean sinceramente o sostengan interesadamente que este sistema sea aplicable y el mejor medio para determinar precios óptimos a los productores y consumidores como para lograr un equilibrio económico. ¡Bendita sea la discrepancia de quienes son contrarios a nuestros puntos de vista! No faltarán entre ellos algunos que inquieran el por qué de nuestra categórica afirmación. Más aún cuando para ellos constituirá este sistema el mal menor para la economía “popular”.

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Nosotros observamos esta “economía y política” con fundadas razones prácticas y de oportunidad. Porque mientras los intereses de los que actúan en los mercados sea el estímulo o “incentivo” de mayores ganancias, y el espíritu de lucro, los empresariosse verán empujados siempre a una reducción de la producción, de la oferta, para Obtener mayores precios y utilidades sólo alcanzables en mercados donde se produce menos. Porque mientras imperen, dirijan y gobiernen los especuladores de la oferta de bienes y servicios los que siempre han campeado e interferido en los mercados, no hay posibilidades de competencia perfecta, ya que de producirse ésta hará disminuir sus beneficios.Pero estas razones prácticas no son todo. Lo contradictorio de este régimen individualista, hedonista y utilitarista liberal es que el interés privado y las reacciones del “homo economicus”, casi siempre no coinciden con el interés colectivo y social, permanente, de las clases populares. La iniciativa privada, de por sí y para sí, actúa a diferente ritmo en relación con las necesidades de los demás hombres. Este conflicto entre el individuo y la sociedad, de lo racional y lo irracional no lo percibió ni supuso Adam Smith y sus más caracterizados discípulos.

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La paradoja de liberalismo es que la “libre empresa” nos ha hecho vivir en una mayor escasez y miseria. Artificial situación, pues las posibilidades de nuestro mundo económico son cada día mayores con grandes producciones, lo cual ha hecho que un economista denomine al libre cambio el régimen de la “miseria en la abundancia”. Bien vale, al respecto que no olvidemos el crack en la Bolsa de Valores de New York, en 1929, cuando la especulación en los valores bursátiles y el pánico consiguiente, produjeron en pleno auge la más grande depresión económica, que lo es también del liberalismo. Esta catástrofe dio la medida acerca de la incapacidad del sistema para frenar sus propias crisis, e hizo sembrar la duda en cuanto a la omnipotente y omnisapiente iniciativa privada y el individualismo positivista.

LA ECONOMIA Y EL MERCADO MUNDIALNO HAN SIDO NI SON LIBRES

Nuevos y mejores elementos de juicio para nuestra crítica nos aportará un breve análisis del mercado y el comercio internacional. Sus prácticas y usos

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nos demuestran que el llamado “mercado libre” es un mito, una discutida teoría o sea una irrealidad incontrastable. En consecuencia, debemos salimos de los estrechos límites del mercado interior o de una economía cerrada, mercado local o nacional, para estudiar y analizar las relaciones de cambio entre varias y diferentes economías que suponemos independientes teóricamente, vale decir: analizar la doctrina librecambista en el comercio o mercado internacional. Por supuesto, la concepción del comercio exterior libre de todo elemento monopolista es tan abstracta como la concepción de la “libre competencia” en el comercio interior y tan raro el uno como la otra15.La teoría clásica del comercio internacional fue sintetizada y enriquecida por el profesor F. W. Taussig que reunió en un todo orgánico los elementos dispersos en más de un siglo de los economistas liberales (16). Histórica y económicamente, la teoría clásica u ortodoxa fue “un paso gigante”, una sana y beneficiosa reacción contra la ultra nacionalista doctrina y política mercantilista del siglo XVIII sustentada en el dinero-riqueza y en la balanza comercial, antecedente del imperialismo 15 F. W. Taussig: “International Trade”. Editorial Mc. Millan. New York, 1928. Consultar los capítulos I-X y XII-XIV.

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moderno. Pero su mérito radica, somos los primeros en reconocerlo con el profesor P. T. Ellsworth, en su “intento de responder a dos preguntas: Primera, la de cómo explicar la especialización y el comercio internacional —¿por qué algunas mercaderías objeto del comercio internacional se producen en determinados países y otras en otros?— Segunda, ¿qué es lo que gobierna los términos en que tiene lugar tal intercambio internacional de mercadería?, o en otras palabras, ¿cuáles son las fuerzas que determinan los precios internacionales?16. Y para no dejar inconclusa la explicación nosotros agregaremos una tercera pregunta: ¿cómo se ajustan las perturbaciones del equilibrio en el Comercio Internacional?La teoría clásica responde a las tres primeras preguntas esgrimiendo ingeniosamente los siguientes argumentos: 1) la teoría de los costos comparativos de David Ricardo; y 2) la teoría de la “demanda recíproca” o de la “ecuación de la demanda internacional” deJohn Stuart Mill, enriquecida por otros economistas, entre ellos por J. E. Cairnes y el maestro neoclásico Alfred Marshall17.16 F. T. Ellsworth: “Comercio Internacional” (Teoría y Política) Fondo de Cultura Económica. México, 1942 pág. 47. (Edición en dos tomos).17 David Ricardo: “Principles of Political Economy”, John Stuart Mill: “Principios de Economía Política” Fondo de Cultura Económica. México. Libro III. Capítulo XVIII.

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En el afán de simplificar nuestro estudio analítico, condensaremos la teoría clásica y sus agregados neoclásicos: la del equilibrio propugnada por Walras y Pareto; que procura explicar las causas determinantes del comercio entre los países y las normas a que tales relaciones están sujetas en un régimen teórico de libre cambio. Esta teoría parte del supuesto que en dos países objeto del comercio internacional, rige la política de “puertas abiertas”, vale decir, sin limitaciones de ninguna especie, tanto en lo que respecta a los movimientos de la mano de obra así como al capital, y al tráfico de mercaderías y servicios. En este caso —eminentemente teórico— los términos del intercambio están basados en las ventajas de los costos comparativos que crean la llamada especialización internacional del trabajo. Cada país, por efecto de la demanda recíproca liquida todo su pasivo mediante sus exportaciones y los desequilibrios a favor o en contra que hubieren se corrigen con las transferencias de oro (divisas) y con las alteraciones en los precios de ambos países.En esta forma, la teoría clásica amplió el concepto restringido de la Balanza Comercial por la Balanza de Pagos, la que considera además de la Balanza Comercial como una mera partida, las otras no

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menos importantes partidas del movimiento de capitales, intereses transportes, y principalmente, la conocida partida de las operaciones invisibles, que hoy conforman los diferentes sistemas de pagos de todos los países del mundo. Para los liberales clásicos, neoclásicos y atómicos creadores unos y auspiciadores otros de la política del libre cambio entre las naciones, esta teoría tan reñida con la práctica, es el único medio que permitirá a cada país dedicarse a la producción para la que está más capacitado —especialización internacional del trabajo—, y que haría máximo el producto total. En nuestro entender la aplicación de estos conceptos clásicos, sólo ha producido el dominio del mercado internacional por unos pocos países altamente desarrollados que han imposibilitado la industrialización de los países económicamente más débiles.Entre las más serias objeciones y críticas, que se hacen al cambio internacional, tanto de orden teórico como práctico, figuran principalmente las siguientes:

a) La inmovilidad de los factores productivos;b) La imposibilidad de la libre circulación de las mercaderías y productos entre los diferentes países y zonas;c) Los inconvenientes de considerar el comercio

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internacional solo en forma bilateral, olvidando que las relaciones de intercambio son de carácter multilateral; d) El efecto diferente de los cambios en el valor del oro las divisas y las monedas en todos los países;e) Los desequilibrios permanentes en las Balanzas de Pagos de la gran mayoría de los países;f) Los elementos monopolistas “friccionistas”.

Pero como en todas las teorías clásicas su defecto e inoperancia esta en haber sido edificadas sobre cimientos abstractos, artificialmente supuestos, irreales, que en el caso del comercio internacional sería el de suponer “las puertas abiertas”, en todos los países al tráfico internacional de bienes y servicios sin reglamentos, controles, aranceles, cuotas de internamiento, etc.Las medidas proteccionistas existentes hoy en todas las naciones, con la única excepción de los puertos libres, que resultan una singularidad, confirmatoria de la regla. Al respecto, como en la mayor parte de lo que venimos analizando, es un hecho la inseparabilidad de la teoría y de la política económica, que en el vasto escenario mundial tiene aún mayor importancia en relación con el de una economía cerrada.

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Otra importante objeción digna de subrayarse en relación con la teoría clásica, neoclásica y de los actuales “liberales atómicos”, es la de analizar y presentar casos particulares de economía estática, sin tomar en cuenta el conjunto y los factores dinámicos, tiempo y espacio, sus variables aleatorias, que intervienen en las relaciones económicas. La confirmación de este reparo de fondo la hallamos en forma meridiana, cuando recurrimos a la Historia Económica. En la Historia Económica Moderna, Inglaterra y los Estados Unidos, son dos casos típicos. Mientras el primero es un caso excepcional en que se haya aplicado la política de “puertas abiertas” o mercado libre, el segundo en cambio, lo es del proteccionismo.La lucha de la Gran Bretaña por liberar a su comercio de las trabas mercantilistas comenzó en 1820, cuando el petitorio de los comerciantes de Londres al Parlamento. Pero el éxito se coronó sólo después de un cuarto de siglo, gracias a los esfuerzos de los primeros ministros Peel y Gladstone, en 1846, al derogarse definitivamente las Leyes de Granos. Al borrarse de los códigos las Leyes de Navegación de Oliver Cromwell en 1849, permitieron durante su etapa mercantilista convertir a Inglaterra en la primera potencia naval. Por último, en 1852, con la aprobación del primer

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presupuesto librecambista que contenía derechos aduaneros meramente rentísticos y que sirvió después de modelo a muchos países. Hasta 1931, con excepciones de las interrupciones provocadas por la Primera Guerra Mundial, la Gran Bretaña fue el único país librecambista. En 1860, Francia e Inglaterra celebraron el tratado Cobden-Chevalier que abrió el mercado francés a Gran Bretaña. Este ejemplo de los “Dos Grandes” lo siguió en 1822 el Zollverein alemán. Se puede decir que ese ambiente de intercambio de mercaderías y servicios sin restricciones, sólo tuvo vigencia en Europa en el cuarto de siglo comprendido entre 1850-75. El caso de Inglaterra librecambista se debió a que fue “el primer país fabril del mundo, no sólo a principios de la revolución industrial, sino después: aún en el decenio de los setenta, en el tiempo de la guerra franco-prusiana, cuando su industria pesada y algodonera era mayor que el resto del mundo en conjunto”18 En el volumen mundial del comercio internacional en 1840, el Reino Unido tenía el 32%, mientras Francia lo era en el 10%, Estados Unidos en sólo el 8% y los otros 50% correspondían al resto del mundo. En 1880, Inglaterra sólo tiene el 23%, Francia el 11%, Estados Unidos el 10%, 18 Fritz Sternberg, ob. ant. cit. consultar todo el capítulo VI.

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Alemania el 9% y el resto del mundo el 47 por ciento.En los Estados Unidos de Norteamérica, desde los días iniciales de su independencia política de Inglaterra, a iniciativa de Alexander Hamilton y de su concepción de la “industria naciente”, se implantó un régimen proteccionista que con ligeras modificaciones rige hasta nuestros días19. Régimen proteccionista que le permitió transformarse de país agrícola en la primera potencia industrial y financiera del mundo. El caso de los Estados Unidos es muy aleccionador, pues, este país obtuvo su independencia económica de Inglaterra en corto tiempo a pesar de los pronósticos en contra y, sobre todo, elevarse a potencia rectora del mundo occidental en menos de un siglo. La política económica de los Estados Unidos abiertamente proteccionista fue el producto de una lógica autodefensa y emulación frente al desarrollo industrial y al dominio comercial adquirido por Inglaterra en el siglo XVIII.Sí tuviéramos que escoger entre ambos casos y apreciar por los resultados es indudable que el librecambismo inglés, caso particular, fue superado y negado por el proteccionismo norteamericano. De esa experiencia valiosa fue la conversión del gran economista liberal alemán Federico List, que 19 Gustavo Cassel, ob. ant. cit. pág. 567.

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devino durante su exilio en los Estados Unidos, en el creador de la Escuela Histórica que preconizó el proteccionismo y la unión económica de Alemania. El partidario y adicto de la Escuela Clásica se transformó en intervencionista “educativo”, nos expone su renovado pensamiento en sus obras fundamentales que vale la pena indicar20.Esas obras son: “Das Nationale System du Politischen Oskonomie”, (Stutgart, 1841) el Corán de la Escuela Histórica y el “Zollvereins Blatt”, que lo es, de las medidas unionistas y proteccionistas (1843), contrariaron el individualismo, la libre concurrencia y el libre cambio iniciado por Inglaterra, e inclusive fueron ganando ambiente en los propios políticos ingleses de esa época como Peel y Palmerston. En esta última obra, “Zollvereins Blatt”, List combate a los tratadistas clásicos por no haber reconocido la importante función del Estado entre el individuo y la humanidad.El proteccionismo se extendió y propagó por casi todos los países del mundo hasta 1930, limitando el libre cambio inglés, sin suprimirlo del todo. Pero, a partir de esa fecha fue decisiva la derrota y eliminación de la política preconizada por la Escuela 20 La obra de List sobre la experiencia norteamericana y que fuera su primer trabajo de economía se tituló en inglés: “Outlines of American Political Economy” (1827).

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Liberal “como consecuencia de la crisis económica y de la creciente amenaza de una próxima guerra”21.A propósito del comercio y el mercado internacional debemos recordar que en los años siguientes a la “primera guerra mundial” afloro una corriente neomercantilista cuyos enunciados tomaron cuerpo después de 1930. Fue una atinada réplica a las condiciones precarias del comercio internacional, después de la extraordinaria y brusca caída de los precios en el mercado mundial, como secuela del Crack de 1929.A partir de 1930, en la totalidad de los países occidentales y en los de América Latina, se abandonó el clásico sistema monetario del patrón oro, se desvalorizaron sus monedas, se concibieron e implantaron los Controles de Cambio, se fijaron precios, se elevaron los aranceles, se impusieron prohibiciones, contingentes, así como el sistema de licencias y clerings. Pero, con anterioridad a esta época crucial de la economía de cambio capitalista en la esfera mundial, el mercado había sido intervenido de hecho por los grandes monopolios internacionales que perturbaron el comercio y la paz entre los grandes y pequeños países de todos los continentes. 21 Bresiani-Turroni, ob. ant. cit. pág. 260.

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Entre los más famosos casos que registra la Historia Económica Mundial, no podemos dejar de mencionar, el de los petroleros de los conocidos consorcios de la Royal Dutch Shell y la Standard Oil22. La primacía mundial por la conquista de los yacimientos y de los mercados, tuvo el carácter de una guerra fría entre las potencias de Inglaterra y Norteamérica. Más que una singular competencia agresiva derivada del predominio de tan valiosa materia prima lo fue para la economía de paz y de guerra del mundo entero. La política agresiva, por y para las grandes potencias, se manifestó en el uso de los llamados dumpings, vale decir, de una competencia de bajos precios, al margen y sin consideración de los costos y con la única finalidad de dominar el mercado internacional con el desalojo desleal de sus más serios rivales. Otro de los casos más típicos de estas guerras contra la libre concurrencia fue la del trigo. La URSS, vendió trigo al grano a fines de la segunda década de este siglo, a precios sin competencia.La libra esterlina que hasta esa misma data fuera la divisa más dura y universal de pagos, fue primero superada para luego quedar circunscrita a una área limitada de pagos. Surgieron nuevas divisas fuertes, 22 Glyn Roberts: “Deterding”. Editorial Claridad. Buenos Aires, 1944.

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pero, ninguna otra como el dólar americano. Cada divisa fuerte creó y dominó una área de influencia y su propio sistema de pagos y convertibilidad. Tales fueron a grandes rasgos las consecuencias del debilitamiento del mercado libre inglés después de la guerra del 14 y de las sucesivas desvalorizaciones a que se viera sometida la libra esterlina.En otro campo económico, no menos importante, se operó una reacción “mercantilista” cuando el Fascismo en Italia y el Nazismo en Alemania, se consideraron fuertes y rectores. Ambos países pusieron de moda una nueva “concepción económica”, más allá del capitalismo clásico y del socialismo, aunque marcadamente corporativa, demagógica y populista, auspiciando la Autarquía o régimen de autosuficiencia, en lo interno y sus conocidos trueques de productos y artículos industriales, en lo externo. Se inició una antagónica política comercial entre el sistema inglés del patrón oro y el alemán, con la firma de Convenios de Comercio Bilaterales, en los que actuaban sólo las cuentas bancarias nominales y sus saldos se compensaban con importaciones-exportaciones, en la mayoría de los casos, o en otros, con el pago en oro. La política comercial de los países del histórico Eje Berlín-Roma dislocó el comercio internacional y

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compitió con más éxito que la de los países anglo-sajones en los mercados de la América productora de materias primas.Durante todo el período comprendido entre 1930 a 1947 se hizo esfuerzos encaminados a lograr una organización monetaria y financiera internacional en procura de un mayor incremento del comercio internacional, con la neutralización de los Carteles y la eliminación de los “dumpings”. Entre los más importantes organismos creados y los certámenes internacionales realizados, consignaremos los siguientes, por orden cronológico:

a) Creación del Comité Financiero de la extinguida Liga de las Naciones;b) El Banco de Regulación de Basilea (1930);c) La Conferencia Económica Mundial de Londres (1933);d) El convenio de Dusseldorf, (1939) realizado entre la “Federation of British Industries” y la “Reichsgrupps Industrie”, que constituye un documento excepcional de las tendencias prevalecientes, por cuanto, bajo el rótulo de un sistema más ordenado de comercio mundial se exhibía claramente un plan de prácticas

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restrictivas y métodos agresivos de estos dos carteles23.e) La Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz (Conferencia de Chapultepec, México, 1943). En su declaración de principios se propiciaba: “Buscar una protección, por convenios entre los gobiernos para impedir que los “carteles” u otros arreglos comerciales particulares obstruyan el comercio internacional, sofoquen la competencia y se interpongan a la eficiencia máxima de la producción, así como para lograr precios de competencia leal para los consumidores”;f) La Conferencia Monetaria y Financiera de Bretton Woods (1944), la más importante de todas históricamente, de las realizadas hasta hoy, que dio origen al Fondo Monetario Internacional para la Estabilización de los Cambios y el Banco de Reconstrucción y Fomento para la ampliación del crédito encaminado a robustecer las economías de los países24;

23 Adalber Krieger: “Los Carteles y el Comercio Internacional”, estudio aparecido en fragmentos en el Boletín mensual del Banco La República Oriental del Uruguay: Temas Económicos No. 12 y 126, correspondiente a Mayo-Junio de 1953. 24 El Banco de Reconstrucción y Fomento y el Fondo Monetario Internacional tienen sus Estatutos y Directivas Ejecutivas. Para conocer su mecanismo y funcionamiento puede consultarse entre otras obras la de Bresiani-Turroni, en su libro tantas veces citado en este ensayo, pags. 333 adelante. En forma más sencilla el Almanaque Mundial de 1950 publicado por Selecciones del

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g) La Conferencia de La Haya, que redactó la Carta para la Organización del Comercio internacional, en cuyo capítulo V se trata específicamente de los Carteles.

De la enumeración y breve análisis de todos estos esfuerzos en el campo internacional contra los obstáculos que se levantan al comercio mundial, de los carteles, por la estabilidad de las monedas, etc., que bien merecerían un estudio a fondo de nuestra parte, pero que lo evitamos para la mayor concreción del ensayo, se desprende que: el “comercio y el mercado libres no han sido tales ni hay asomos de su vigencia en nuestros días”. Igualmente no pecaríamos de aventurados si sostenemos que de todos estos esfuerzos se ha obtenido muy poco. Ni las ideas bien inspiradas de los economistas y gobernantes, después de 10 años, han despejado los obstáculos del mercado internacional ni han abierto un campo de mayores posibilidades para que afinquemos esperanzas en el “mercado y comercio libre”. Los fines limitados que perseguimos en este estudio, repetimos, nos impiden abordar con más amplitud y detalles todos los aspectos que presenta el contradictorio panorama actual del comercio de bienes y servicios, en los Reader’s Digest, pág. 230.

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mercados internos y externos. La lección es valiosa y la respuesta categórica de todas maneras: Que hemos obtenido muy poco con las teorías clásicas, al ser éstas superadas por una desconcertante realidad. La simple relación de esos esfuerzos estériles nos comprueban en forma inobjetable y concluyente de que la “libre concurrencia y el mercado libre” son los símbolos de un mito con muchos o pocos creyentes sinceros.En el mundo actual, dislocado por una crisis estructural y otras amenazantes depresiones económicas, desintegrándose por reñidas desigualdades y oportunidades industriales, no es razonable hablar y menos sostener mitos ya arcaicos. La técnica se ha propagado en forma lenta y, en consecuencia, sus beneficios, su productividad, sus rendimientos y beneficios, son expresados elocuentemente en los coeficientes del ingreso “per cápita” en cada uno de los pueblos y países. Estos números significativos no son uniformes ni proporcionales. Más bien, son índices doblemente relativos o indicadores de las profundas e insalvables diferencias entre altos ingresos en unos pocos países y de bajos e infraconsumos en casi la totalidad de ellos. Esta apreciación nuestra es ajena a cualquiera intención de carácter doctrinario y académico por provenir del análisis

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de frías estadísticas más o menos bien llevadas. Investigaciones practicadas por las Naciones Unidas, respecto al cálculo de la Renta Nacional de sus países miembros, ha permitido determinar la renta media mundial. A base de estos datos, resultó que la renta media mundial “per cápita” para 1949 fue de 230 dólares. De esta misma investigación se dedujo que no menos del 70 por ciento de la población mundial percibía una renta inferior a la media mundial.Las presentes dificultades en el comercio y en el mercado mundial se reflejan objetivamente en la denominada “escasez de dólares”. Esta creciente “escasez” o “disponibilidad” de la divisa fuerte o dura, es debida en gran parte, a la elevada productividad y el retardo en retrasmitir los impulsos importadores de los centros cíclicos. Específicamente lo es hoy día el mercado y la economía de los Estados Unidos. El mayor centro cíclico del mundo occidental no posee, en la actualidad, la misma fuerza expelente de oro que recibe de los países de la periferia, como lo fuera el otrora importante mercado inglés. Los Estados Unidos, no guardan proporcionalmente un alto coeficiente de importación y, en consecuencia, devuelve los impulsos con tardanza a los países de la periferia, creando así un proceso acumulativo

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de importaciones necesarias diferidas. “A causa de lo cual y de la acción de otros factores analizados en ocasión anterior, el oro tiende a acumularse en los Estados Unidos, creándose de este modo el problema de la “escasez de dólares”25. Esta creciente y acumulativa “escasez de dólares” se debe también, no sólo a la elevada productividad del centro cíclico y a su retardo retransmisor, sino, en gran parte, al contradictorio régimen económico de los Estados Unidos. Si la alta productividad es, paradójicamente, uno de los mayores impedimentos para las relaciones normales con los países de la periferia, caso específico de nuestra América, tampoco deja de ser funesta la doble política económica de los Estados Unidos. Porque mientras preconiza y practica la “libre concurrencia”, dentro de sus fronteras es proteccionista en cuanto a sus relaciones con los países del exterior, manteniendo para aquéllos cuotas de importación y altos aranceles. “Es una ironía, dice bien Peter Drucker, que el único país que oficialmente profesa y fomenta la doctrina del libre cambio, los Estados Unidos, es también el único país cuya propia economía contradice todas 25 “Estudio Económico de América Latina: 1949”, elaborado por la Secretaría de la CEPAL Naciones Unidas. Departamento de Asuntos Económicos New York, 1951. Vale la pena estudiar todo el informe por su contenido tanto teórico como de política económica. En cuanto a la cita, pág. 42.

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las presuposiciones principales de los economistas del libre cambio”26.Sobre el pasado, presente y futuro del comercio y el mercado internacional, y sus características peculiares actuales, nos permitimos recomendar a los no especialistas, un trabajo de información recientemente publicado en la revista norteamericana “Life”, edición en español, titulado “Plan Audaz para liberar el Comercio a fin de enriquecer al Mundo Libre”, cuyos autores John Knox Jessup y Michael A. Heilpeinn, en forma muy objetiva y precisa, nos relevan de mayores análisis y críticas acerca de la teoría y praxis de la doctrina clásica del comercio internacional27.

EL CAPITALISMO Y SUS CONTRADICCIONES

Es innegable que la doctrina liberal “clásica”, “neoclásica” y “atómica”, tienen por común denominador, por sobre el tiempo y el espacio, más allá de la evolución de los países, centros cíclicos, o periféricos, que ya hemos esbozado en 26 Peter F. Drucker, ob. cit. pág. 356.27 Revista LIFE, edición en español del 15—2—1954, págs. 44 y 45.

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nuestro análisis precedente y caracterizado en sus más saltantes aspectos. Pero a nuestro entender, lo más sobresaliente de esta doctrina naturalista y utilitarista, es que ha formado una escuela económica que, a su vez, ha sido copartícipe en la implantación y sostenimiento de un régimen social y político, cuyas bases económicas y jurídicas han sido y siguen siendo alabadas y combatidas. Este régimen económico, político y social, es el que conocemos como capitalista, con propiedad del “Capitalismo”, término que fuera usado en sus obras por el economista alemán Werner Sombart.El capitalismo ha adquirido el rango de categoría social-cultural e implica, en consecuencia, una estructura económica, política y social. En lo económico, se caracteriza por la propiedad privada, su complicado sistema financiero y su expansión en la forma de imperialismo económico. En lo político, por el régimen de los tres poderes, dos de los cuales vienen de una “democracia cuantitativa”. En lo social, por una comunidad humana .dividida en dos sectores antagónicos: el de los ricos y el de los pobres, de los “explotadores y explotados”.El régimen económico del capitalismo en su primera fase o etapa inicial es eminentemente individualista

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y liberal, para devenir más tarde, a comienzos de este siglo, con la creación e importancia de las sociedades anónimas, con la influencia de los Bancos en las industrias y en la producción, en un sistema plutocrático e indeterminado; y, por último, en nuestros días, con la vigencia de un nuevo tipo de “sociedad industrial”, en los grandes países, por encima de esos combatidos capitalistas, que actualmente ya no son dueños y señores absolutos de sus industrias. Esta “sociedad y unidad social creada es de índole socializante y de calidades revolucionarias. Si, es revolucionaria, aunque algunas mentalidades colonialistas de la llamada derecha y de la otrora izquierda no lo consideren así, sino antes bien como una “evolución” del propio sistema. Y afirmamos que la nueva sociedad industrial ha revolucionado al capitalista clásico porque está dando término al dualismo marxista entre capitalista y trabajador. La técnica de la sociedad industrial “no es una distribución de las potencias físicas, es un principio de ordenamiento social28. Ha creado dos nuevas clases que no existían 70 años atrás: “el nuevo grupo rector de los ejecutivos y dirigentes gremiales y la nueva clase media”29.28 Peter F. Drucker, ob. cit. pág. 36.29 Peter F. Drucker, ob. cit. pág. 63.

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Históricamente, la mayoría de los economistas se han ocupado sólo del “capitalismo avanzado” y sitúan su origen en la Inglaterra del siglo XVIII, entonces caracterizado por los rasgos siguientes: a) el maquinismo implanta la industria, aplicando las leyes físicas de Newton; b) descubre y aplica nuevas fuentes de energía: el vapor, el carbón, el petróleo y la electricidad; c) conforma una división del trabajo al margen de los capitalistas, empresarios y obreros, e impone la especialización, la sustitución de las manufacturas por la fábrica y al anacrónico taller de origen medioeval.Para otros economistas, como Pigou, el capitalismo “nace en los siglos XII y XIII”. Mientras que el jurista Ripert en su obra fundamental, “Aspectos Jurídicos del Capitalismo Moderno”, sostiene que: “Fue necesaria una revolución política para hacer posible su implantación”30. La revolución política a la que se refiere Ripert no es otra cosa que la determinante Revolución Francesa, iniciada en 1789 y simbolizada en la diosa Razón, pero confirmada por la Ley No. 2 del 17 de Marzo de 1791 (art. 7) y que tomó valor de regla constitucional, en la Constitución de la Montaña (art. 17) de 179331.30 Georges Ripert, ob. cit. pág. 12.31 Georges Ripert, ob. cit. pág. 223.

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En lo que estamos todos de acuerdo con Sombart, ya seamos economistas, juristas o sociólogos, es que, el “Capitalismo Industrial” fue una revolución económica que dio al mundo una fisonomía nueva frente al humanismo de la “edad media o medioevo”, jalonando una era mecanicista en la historia del mundo occidental, “que no tiene nada de común con ninguna de las épocas pasadas”32. En esta era debemos involucrar las etapas que impropiamente han titulado “eras” algunos economistas, de acuerdo con la industria dominante, tales como las llamadas del “algodón”, del “acero fundido”, de la “locomotora y del barco de vapor”, de la “electricidad”, del “petróleo”, e incluso, de una manera más general, de la “química” o de la “banca”.En el proceso histórico económico del capitalismo se pueden distinguir tres grandes periodos cuyas características más saltantes señalaremos a continuación. El primer período comprende casi todo el siglo XIX, hasta el año 1870; es eminentemente individualista y liberal y la clase burguesa detenta las riquezas y ejerce el poder político. En este período, el capitalismo sale fortalecido y triunfante de la primera crisis y revolución social que confronta en 1848, 32 W. Sombart: “L’apogée du capitalismo”, Tomo I, pág. 12.

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conocida en la Historia de los trabajadores, como la de “Commune du Paris”. A esta primera reacción, de los llamados componentes del “cuarto estado”, se le ha querido dar el carácter de “comunista” o de primer encuentro entre las clases capitalista y proletaria.El segundo período, es el de su mayor éxito económico, con cierta abundancia e intenso comercio, llamado el de la madurez, que abarca de 1870 hasta 1914. A consecuencia de este auge se produjo la implantación del sufragio universal, la agrupación lícita de los trabajadores en los sindicatos obreros, asociaciones de funcionarios y las Conferencias Nacionales e Internacionales de Trabajadores. Hasta ese momento el capitalismo “soporta sin quejas excesivas la mayor actividad del Legislador” que, en nombre del Estado, limita su poder político del primer período y, sobre todo, merma tributariamente sus grandes utilidades. El tercer período, que podemos llamar de crisis de su doctrina y relajamiento de su sistema, es el comprendido entre las dos guerras mundiales, y en el cual pueden distinguirse tres fases determinantes de su crisis y contradicciones dialécticas. La primera se inicia con la guerra de 1914 y se proyecta hasta 1929. Durante todo este intervalo el Estado interviene en la vida económica en defensa de la Nación para

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asegurar un mínimo al pueblo, más consumidor que productor, más asalariado que libre. El Parlamento concede grandes atribuciones y poderes al Ejecutivo y éste regula la vida económica porque el capitalismo no ha sabido prevenir ni vencer la crisis de su sistema de “competencia, mercados y precios libres”.El capital privado y el Estado se asocian constituyendo importantes empresas mixtas. La Revolución Rusa, la insurgencia del Fascismo en Italia y el Nacismo en Alemania, ponen énfasis en el sector trabajo y los trabajadores consiguen levantar nuevas estructuras económicas, políticas y sociales. Como corolario de esta situación, triunfan las Legislaciones Sociales y Códigos del Trabajo, a la vez que se organiza la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), con la participación del Estado, de los patrones y los trabajadores. La segunda fase se inicia con la más grande crisis del Capitalismo, la de 1929-32 y que se proyecta hasta 1939 en el umbral de la más grande guerra de la historia. Esta guerra, mirada desde el punto de vista económico, se desarrolla doctrinariamente entre “neomercantilistas y liberales entre países autárquicos y librecambistas. En lo político es la lucha entre el Totalitarismo y la Democracia PolíticaEn síntesis, es la contienda entre dos tipos de

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Imperialismos: el Economico-politico, de filosofía fascista y racista y el financiero, utilitarista y democrático”. Como secuela de la crisis económica 1929-32 se destruyo un ídolo y su mito: el Becerro de Oro, o sea el clásico Patrón de Oro que era una de las piedras fundamentales del sistema. Se inició a continuación del crack, las devaluaciones en las monedas rectoras y duras, de la esterlina y el dólar. El comercio internacional se intensifica más por el lado de Alemania e Italia con merma del inglés y americano, gracias a los trueques y convenios de compensación bilaterales, primero, y multilaterales después. La última fase es la que se inicia en 1940 y se provecta hasta nuestros días por lo que merece analizarse aparte.La guerra mundial de 1939-1945 y la postguerra tienen vital trascendencia en la explicación de la crisis actual, así como en la revolución producida en la estructura misma del sistema capitalista, completamente diferente al que la teoría clásica liberal, individualista y hedonista se imaginaron. Los seis años de guerra cruenta comportaron negativamente destrucción, muerte y caos en la gran mayoría de los países de nuestro planeta por el poder de las bombas, que el 6 y 9 de agosto de 1945 fueron lanzadas sobre el Japón.

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Pero tras el aspecto destructivo de tan tremenda y dolorosa experiencia, ésta ha contribuido en sentido positivo porque permite conquistas tan valiosas de incalculables alcances, como fueron: a) la utilización de la energía nuclear que, hasta el 2 de diciembre de 1942 era una teoría experimental sin el debido y conveniente control de sus reacciones en cadena, y b) que la organización y producción en masa hizo posible durante la guerra la confección de la misma bomba atómica y puso término a la misma. Ambas conquistas de la guerra, por la guerra y para la guerra, son hoy dialécticamente los elementos constitutivos principales de afianzamiento de la paz, por la paz y para la paz. Tal es así que la humanidad ha determinado a través de conferencias, etc., que ese poder potencial debe industrializarse para fines de convivencia y desarrollo entre los pueblos de la comunidad universal. De lo contrario, mejor sería no hablar, pues la energía atómica devendría en la asesina del hombre, en la destructora de sus culturas y en el envenenamiento de sus esencias espirituales. Con la aplicación de la energía atómica se inicia una nueva era más trascendente que todas las anteriores que se iniciaron con el vapor, el carbón, el petróleo y la electricidad.

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La restructuración económica que se preveía en pleno conflicto para la postguerra y los organismos que durante ella se planearon para confrontarla, ya lo hemos visto, han sido y siguen siendo incompetentes. Se consideró que el primer año normal de postguerra sería el año 1948 y eso no sucedió33.En la esfera económica mundial, desde 1945 existía un estancamiento en el volumen total del tráfico internacional. Los índices de productividad no lograron, pese a los cálculos y estimaciones, alcanzar niveles proporcionales con respecto a los de la situación prebélica. De otro lado, a despecho de los “librecambistas”, se consolidan los sistemas de control que pasaron de transitorios y emergentes a ser definitivos.El Estado interviene en la economía en forma permanente y decisiva en la gran mayoría de los países capitalistas y semicapitalistas. La característica de esta “fase” crítica del capitalismo es el resurgimiento de la planificación y la política marcadamente proteccionista. La economía “intervenida por las necesidades” reemplazó las decisiones del sector privado en los “mercados libres”. Los precios son en la actualidad controlados, homologados o 33 William H. Beveridge: “Ocupación Plena”. Fondo de Cultura Económica México, 1947. Apéndice C., pág. 469.

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fijados por el Estado34. La política económica del Estado suple a la iniciativa privada en la mayoría de los países principalmente con sus medidas “anticíclicas” y en el desarrollo económico-social de los menos industrializados. Entre los grandes países industrializados, pasaremos ligera revista a los casos de Inglaterra y Estados Unidos.Inglaterra salió de la segunda guerra mundial con una economía destrozada. El Partido Laborista subió al poder en 1945 e inició su programa de nacionalizaciones, las cuales abarcaron desde el Banco de Inglaterra, las industrias eléctricas y carbonera hasta los transportes. En 1950 se nacionalizó la industria siderúrgica y se puso en marcha el programa de seguros sociales basado en el Plan Beveridge. La vuelta de los conservadores al poder en 1951 mantuvo parte de estas reformas económicas y sociales porque no pudo presentar ningún nuevo plan.El impacto de la última guerra en la economía norteamericana fue diferente al de Inglaterra porque ni su territorio, población ni industrias sufrieron al no haber sido zonas de combate. Pese a su gran capacidad económica, resultante de su alto índice de 34 Aquiles Dauphin: “Evolución Actual de la Economía Europea”, artículo aparecido en Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, enero de 1953. No 37—XX.

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productividad y por propender una “economía libre dirigida por las necesidades” los Estados Unidos aprobaron en 1946 la Ley del Empleo. Su importancia reside en el mecanismo que estableció y en los nuevos poderes que otorgó al Gobierno. Por virtud de esta Ley se crearon dos grupos consultivos: el Consejo de Economistas, que asesora al Presidente, y el Comité Conjunto sobre el Informe Económico que funciona en el Congreso de la Unión, grupos ambos de asesores técnicos para el Ejecutivo y el Legislativo. Por virtud de esta Ley, el Estado puede influir poderosamente en la economía norteamericana. Entre sus fines tenemos el relacionado con el mantenimiento de la estabilidad económica por medio del control ejercido por la Junta de la Reserva Federal que regula todo el sistema bancario central de la nación. El Gobierno tiene facultades para aumentar o disminuir sus gastos, modificar los tributos, los subsidios de precios de los productos agrícolas y realizar obras públicas cuando se produzca desocupación. El seguro gubernamental contra el desempleo produce automáticamente un efecto estabilizador, al par que la de los Salarios Mínimos. En los últimos años el control indirecto del Estado a través de los informes económicos ha contrarrestado las variaciones y fluctuaciones

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que en una economía estrictamente librecambista dependen de la absoluta iniciativa privada.En cuanto a Indoamérica se refiere, el cuadro es de por sí más aleccionador. Bastaría que reprodujéramos, “in extenso”, el ya citado “Estudio Económico de América Latina, 1949” y los que le siguen, elaborados por la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas. Estos estudios ratifican nuestras afirmaciones precedentes sobre la inoperancia del sistema liberal y el quebranto del régimen capitalista regulado de acuerdo con el esquema de los clásicos y neoclásicos.

PRESUPUESTOS, OBSERVACIONES Y BALANCE FINAL

El liberalismo, como respuesta a las interrogaciones de una era cultural, y por ende, a los factores económicos, políticos y sociales de Occidente, sería pueril negarlo, fue una concepción y doctrina valiosa. Su mérito singular es haber contribuido poderosamente a fortalecer la ciencia y la política económica, pues ha aportado teorías y principios

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cuya vigencia relativa son innegables, cualquiera que sea el régimen político vigente y futuro. Como todos los valores culturales, los de la escuela liberal son universales en lo que tienen de componentes del conocimiento, esencialmente teórico y científico, para el presente y el porvenir. Pero, de allí a querer sostener la vigencia plena de sus postulados teóricos o pretender su implantación mediante un régimen y una política económica es absurdo. Quienes lo intentaran irían contra las leyes del progreso y la evolución en suma, contra el proceso histórico de la humanidad. Sería descender de los planos superiores del conocimiento humano, que en nuestros días ha alcanzado alturas insospechadas; volveríamos a una etapa ya superada y negada dialécticamente.Consecuentes con el criterio que informa nuestro estudio en el sentido de objetivizar y sintetizar el problema económico de nuestro tiempo, consideramos necesario, a manera de balance final, establecer nuestras conclusiones sobre estas bases: a) los presupuestos: concepción del mundo en que vivimos; b) las observaciones: explicación de la realidad económica; c) las normas: la conducta racional, de la doctrina liberal y de los que dicen seguirla, cualquiera que sea el matiz o nombre que adopten.

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Estas conclusiones son, en rigor teórico así como práctico, las siguientes: a) El liberalismo es esencialmente una concepción naturalista, tanto en lo económico como en lo político. Esta concepción del mundo socioeconómico está basada en la creencia de un orden económico previsto por la naturaleza e impuesto por ella. Este orden natural racionalmente considerado constituye para sus sostenedores, el más benéfico para la sociedad y el individuo, por lo cual, el papel del economista y el del político, debe ser contentarse con interpretarlo en leyes e instituciones que garanticen su plena vigencia.De esta concepción naturalista del mundo surgió en lo económico así como en lo político el principio de la libertad, amparada en los conocimientos científicos de los siglos XVII y XVIII, en el Derecho Natural de los enciclopedistas y las constituciones de los convencionales de la Revolución Francesa. La libertad económica se elevó en esta forma a la categoría de Dogma. Anteriormente, los fisiócratas en Francia habían sostenido su conocido lema: “Dejar hacer, dejar pasar”. Pero, la sistematización fue realizada más tarde por los clásicos de la Escuela Liberal en Inglaterra, de donde volvió a su lugar de origen, fortalecida para robustecer el movimiento insurreccional del tercer

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Estado. Convertida de teoría en norma jurídica en todos los países de la América Sajona y Latina, a fines del siglo XIX, fue incorporado al derecho positivo en sus Constituciones, Códigos y Leyes.b) Esta concepción naturalista, tanto en lo económico como en lo político, fue la resultante de los conocimientos científicos sobre el mundo físico del siglo XVIII. El naturalismo estuvo presente en el análisis de todas las ciencias y la economía no podía ser una excepción a la regla. Así, a la par del astrónomo italiano Montanini, del médico inglés Petty, de los filósofos Descartes y Malebranche, entre muchas otras personalidades de la época, debemos considerar a los economistas que como Cantillón sostuvo que “el hombre obra sólo con miras al interés personal”, a Quesnay, el economista-médico, fundador de la “secta de los economistas” que integraron la Escuela Fisiocrática, y por último a Smith, el “padre de la Economía Política” y fundador de la Escuela Clásica y a sus discípulos.c) El naturalismo económico se basó en el “hombre económico” y en el principio rector de la ciencia económica del máximo rendimiento con el menor esfuerzo. La doctrina liberal gira y se apoya en los pivotes del “homo economicus” y en el principio

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“hedonístico”, cuyas reacciones y relaciones sistematizaron las diversas teorías del liberalismo. Estos fueron los principios motores de un mundo económico, teórico, mecanicista, racional, lineal y tridimensional. Por eso no pudo ni puede plantear una solución o “equilibrio total” frente a los integrales, dinámicos y variables fenómenos económicos. Se contentó con “equilibrios parciales’ y “estáticos” no pudiendo elevar su esquema a la categoría de verdad incontrovertible en la ciencia económica. Fue una primera aproximación que sujeta a las probabilidades, ajustes y confrontaciones “a posteriori”, ha demostrado que el mundo económico no es absoluto ni exclusivamente “naturalista” y “racional”.d) El liberalismo económico por su esencia naturalista y utilitarista, ha sostenido y sostiene que, en consecuencia, los factores de la “libre competencia” y “la libre iniciativa privada” son inherentes a la estructura del mundo. Esta concepción del mundo económico lo ha convertido en una “jungla” donde la supervivencia del más fuerte y el aniquilamiento de los más débiles, es su característica. Dividió a los hombres en burgueses y proletarios, en ricos y pobres, en explotadores y explotados.

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La “libre competencia”, el “libre comercio y la libre empresa” en forma absoluta es un mito y su idea misma carece de claridad, como ya lo hemos visto, “porque, tal como lo concibe la teoría clásica, no garantiza una formación de los precios según el principio del costo”35.e) El dogma individualista de la doctrina liberal y clásica, así como la “atómica”, no es coincidente entre la solución instintiva y la solución racional de los problemas económicos. Dio y da lugar, por un camino u otro, para que “el hombre resista en forma irreductible a estas soluciones liberales que, a pesar de ser económicamente racionales, no respetan su instintiva aspiración a la igualdad de posibilidades o a su aspiración instintiva a la libertad, o a la distribuciónproporcionada a los méritos, o al bienestar suyo y de sus familiares o al bienvivir según una concepción fundamentalmente espiritualista aunque burdamente expresada o sentida”36.f) El liberalismo en su afán de lograr la “competencia perfecta” y el “mercado perfecto” ha proclamado el “dejar hacer, dejar pasar”. La experiencia de más de un 35 Arthur Cecil Pigou: “La Economía del Bienestar”, M. Aguilar, Madrid, 1946. Edición en español. Traducción del inglés por F. Sánchez Ramos pág. 106.36 Amitore Fanfani: “Economía”. Editorial Fides. Buenos Aires, 1954. Traducción y prólogo de Francisco Valsechi. págs. 107 y 108.

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siglo nos ha demostrado incontrastablemente que esa “libertad y ese mercado” son relativos e imperfectos. Que la “libertad absoluta” generaría la anarquía en la producción acentuando las desigualdades económicas y dando origen a la opulencia de unos cuantos y a la miseria de la gran mayoría.En el plano internacional, según lo afirmara List, ha convertido a los países más desarrollados, no en tutores de los países atrasados, sino, en patrones incapaces para retransmitir los impulsos importadores de aquéllos y de condicionar sus economías a las alternativas de sus ciclos, con repercusiones más que proporcionales en intensidad que en cantidad, durante las fases de las depresiones y auges de sus fluctuaciones comerciales. Estos ciclos económicos del sistema liberal-capitalista son la mejor comprobación del fracaso del “laissez faire, laissez passer”, de la existencia y posibilidades de competencias y mercados perfectos, del automatismo regulador de la oferta y demanda, etc.g) El liberalismo dinamizó un sistema para una estructura que no podía interpretar en su totalidad, la del Capitalismo, en la forma que todos conocemos. Este sistema, ha sufrido al margen de la doctrina y de las teorías liberales, una “evolución” para unos o

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“revolución” para otros, insospechada, que podemos calificar mejor de salto cualitativo silencioso. Porque tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos, se ha operado una transformación de orden cuantitativo-cualitativo, de carácter acategórico y trascendental. Desapareciendo diferencias, antagonismos y dualismos, como el del Capital y Trabajo, a medida que revolucionan los medios de producción industrial.Por eso, es frecuente oír hablar en los Estados Unidos de un “capitalismo del pueblo” porque más de las tres cuartas partes del total de la renta nacional la reciben las clases obreras, en salarios, primas, seguros sociales, etc.El obrero norteamericano en la actualidad tiene un poder adquisitivo, en bienes y servicios, que es tres veces superior al que gozaba en 1900. El proceso productivo está altamente tecnificado. Tendencia que se manifiesta en la marcha acelerada hacia el “ultra-automatismo”, con la aplicación cada vez mayor de procedimientos automáticos, en la “industria y los negocios, donde ya se emplean máquinas y cerebros electrónicos que fiscalizan o manejan otras máquinas”37. El hombre ya no “produce” determinados artículos, sólo trabaja en la confección de aquéllos.37 (39) Seroy Pope: “Revolución de Tipo Diferente”, artículo periodístico, aparecido en el diario “El Comercio” Lima, 2—8—1955.

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Este nuevo tipo de revolución “pacífica o silenciosa”, no es aparente ni ocasional. Es fruto de la experiencia de medio siglo de producción en “serie y en masa” dentro de la industria. En síntesis, proviene de la dirección científica y de sus planeamientos, así como de la fiscalización cada vez mayor por el Estado y los trabajadores de las grandes y pequeñas industrias.h) La concepción clásica u ortodoxa pretendió que el Estado adoptara una posición neutra en el acontecer económico frente a la actividad de las fuerzas e intereses que operan en la vida económica de los pueblos. Sostenían los liberales que cualquier influencia o intervención del Estado por laudables que sean los propósitos perseguidos envolvía un riesgo perturbador al “equilibrio” y producía trastornos lógicamente más graves que, resultados beneficiosos. Por lo tanto, las finanzas del Estado debían ser “neutras” y obligaban al sector público a una moderación en sus gastos y a liberar de cargas al sector privado. El Estado sólo “debía” realizar los gastos indispensables para el sostenimiento de los servicios de seguridad nacional, interna y externa; la administración de justicia, la salud pública, etc. El Estado “debía” absorber un mínimun de la Renta Nacional.

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Se ha comprobado a la luz de la Historia Económica y de las experiencias de más de un siglo, que la intervención del Estado ha sido y es por el contrario cada vez mayor. Su papel “neutral” ha caducado por la ineficacia y las complejidades de la vida moderna, por la inoperancia de la ley de la oferta y la demanda y su automatismo equilibrador. Ahora el Estado es factor decisivo en la determinación de los precios, influyendo directa o indirectamente en sus niveles. De manera que ha fijado los salarios y sueldos, ha monopolizado ciertos servicios económico-sociales y ha llegado a competir con el sector privado en la actividad productiva. Nadie puede negar que cada día es mayor la recaudación y los gastos que el Estado hace tomándolos de la Renta Nacional. Las finanzas públicas constituyen uno de los medios más efectivos para la redistribución de las rentas, evitar la desocupación, subsidiar a los propios productores y mantener precios bajos en los artículos de primera necesidad en defensa del pueblo consumidor38. El Estado “gendarme” de la libre empresa es en nuestros días el más importante promotor de la actividad y desarrollo económico. Maneja un volumen de recursos considerables y los invierte de acuerdo con sus planes en obras de gran aliento. Bastaría para 38 Aníbal Pinto S. C.: “Finanzas Públicas” Mitos y Realidades. Editorial del Pacífico S. A., Santiago de Chile, 1951.

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comprobarlo enumerar las obras llevadas a cabo antes y después de la última guerra mundial en Inglaterra y Estados Unidos, países capitalistas por excelencia. En nuestros días, la ocupación plena y la distribución óptima, constituyen los fines de la intervención y la política económica del Estado. Este nuevo concepto y función del Estado en la economía, destruye la mecánica naturalista del mundo económico artificialmente construido por los liberales. Sostener o pretender lo contrario es sencillamente anacrónico.i) El liberalismo quiso hacer del hombre un ser dependiente de la naturaleza, pero éste se ha valido de ella para la satisfacción de sus necesidades en forma veloz y total. La economía es hoy una ciencia al servicio del bienvivir y no del simple bienestar. Está llamada a darle al hombre y a los grupos humanos medios y satisfacciones no sólo naturales sino fundamentalmente espirituales y culturales. La “civilización capitalista” nos está anunciando el fin de una era socio-económica en la cual la desintegración de sus primigenios fundamentos han sucumbido ante una nueva estructura. Pero, esta crisis es también el alba de una nueva sociedad sin individualismos, utilitarismos y naturalismos absolutos como la imaginada por los liberales y en la que no pocos aún

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siguen soñando. Nuestro mundo económico deberá ser en el futuro no sólo telúrico sino cósmico, no será tridimensional sino cuatridimensional, relativista, alejado de conceptos absolutos, espiritual más que material, vale decir, avanzará hacia la plenitud del hombre. Esas metas no podrán ser alcanzadas por el liberalismo en cualquiera de sus conocidas formas.Como colofón de este capítulo, en el cual hemos tratado de presentar las teorías de la Economía Clásica y sus generalizadas premisas, queremos reproducir el juicio definitivo sobre los maestros del “liberalismo atómico”, cuyo autor es el gran economista de este medio siglo y ex discípulo de esa doctrina, John Maynard Keynes. “Los teóricos clásicos se asemejan a los geómetras euclidianos en un mundo no euclidiano que al descubrir que en la realidad las líneas aparentemente paralelas se encuentran con frecuencia, las critican por no conservarse derechas como único remedio para los desafortunados tropiezos que ocurren. No obstante en verdad no hay más remedio que tirar por la borda el axioma de las paralelas y elaborar una geometría no euclidiana. Hoy la economía exige algo semejante39.

39 John Maynard Keynes: “Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero”. Fondo de Cultura Económica. México, 1951. Versión española de Eduardo Hornedo. pág. 29.

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