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  Suscribirme H enciclopedia es administrada por Sandra López Desivo © 1999 - 2013  Ami r Hamed ISSN 1688-1672  URBANO/POSURBANO - RAMA, ÁNGEL Ciudad letr ada: Ángel Ram a y la espacialización del análisis cultu ral* Gustavo Remedi El desplazamiento y parcial conversión de la ciudad letrada en la ciudad corporativizada, en la ciudad enchufada a los circuitos de circulación de información global, o en la ciudad tele-espectadora, poco o nada han significado en términos de un progreso social sustancial nunca se me había ocurrido pensar que cuando miramos una foto de frente los ojos repiten la posición y  la visión de l objetivo Julio Cortázar, Las babas d el diablo I. La re-territorialización del análisis cultural Con demasiada frecuencia el análisis de la producción estética y cultural de América Latina transcurre desligado y al marg en de la dimensión espacial que da cuerpo, que estruct ura y que legisla todo quehacer cultural. Intelectuales, intereses, t extos, teorías, símbolos, metáforas, sensibilidades, programas, no sólo han sido "desterritoriali zados", sino que parecen haber ing resado a una zona inmaterial, tierra de nadie, aparentemente sin forma ni estructura, suspendida encima de todos, y desvinculada del mundo, aparente mente ajena a la lógi ca social y materia l que rige la producción cultural (en la que la dimensión espacial juega un  papel clave ) . No sólo ajenos a la lógica espacial que gobierna el mundo físico y la vida cotidiana , sino incluso ajenos hasta de la matriz espacial que guía la percepción y que orienta el  pensamiento. Como si esto fuera poco, en la medida en que las culturas urbanas, las culturas nacional es y las culturas continental es tienden a mutar, transformándose en culturas post-urbanas, en culturas de bloques regionales y en la cultura global/transnacional, ello hace aún más necesario visualizar la estructura y funcionamiento de lo que P ierre Bourdieu llama "el campo de la producción cultural". Con esta preocupación en mente este trabajo persigue traer a un  primer plano l o que a mi entender es uno de los princi pales aportes de Rama a la comprensión del proceso cultural latinoamericano, y de su campo de producción cultural. Me refiero a su esfuerzo por captar su estructura y mecánica espacial, la dialéctica espacial que pone en movimiento los  procesos culturales, y cuyo a náli sis es obli gatori o a la hora de visualizar, comprender y transformar dicho proceso. A tales efectos me voy a centrar, principalmente, en la base teórica y conceptual sobre la que descansan sus dos últimos li bros: Transculturación narrativa en América Latina  (1982) y  La ciudad letrad a (1984). En el primero, Rama construye un aparato conceptual mediante el cual dar cuenta de la producción li teraria, atendiendo a rocesos ue ocurren a escala inter-  Búsqueda  web  H enciclopedia

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Sobre Rama

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    H enciclopedia

    es administrada por

    Sandra Lpez Desivo

    1999 - 2013

    Amir Hamed

    ISSN 1688-1672

    URBANO/POSURBANO - RAMA, NGEL

    Ciudad letrada: ngel Rama y laespacializacin del anlisis cultural*

    Gustavo Remedi

    El desplazamiento yparcial conversin de laciudad letrada en la ciudadcorporativizada, en laciudad enchufada a loscircuitos de circulacin deinformacin global, o en laciudad tele-espectadora,poco o nada hansignificado en trminos deun progreso socialsustancial

    nunca se me haba ocurrido pensar que cuando miramos una foto de frente losojos repiten la posicin y la visin del objetivo

    Julio Cortzar, Las babas del diablo

    I. La re-territorializacin del anlisis cultural

    Con demasiada frecuencia el anlisis de la produccin esttica ycultural de Amrica Latina transcurre desligado y al margen dela dimensin espacial que da cuerpo, que estructura y que legislatodo quehacer cultural. Intelectuales, intereses, textos, teoras,smbolos, metforas, sensibilidades, programas, no slo han sido"desterritorializados", sino que parecen haber ingresado a unazona inmaterial, tierra de nadie, aparentemente sin forma niestructura, suspendida encima de todos, y desvinculada delmundo, aparentemente ajena a la lgica social y material querige la produccin cultural (en la que la dimensin espacial juega unpapel clave). No slo ajenos a la lgica espacial que gobierna elmundo fsico y la vida cotidiana , sino incluso ajenos hasta de lamatriz espacial que gua la percepcin y que orienta elpensamiento.

    Como si esto fuera poco, en la medida en que las culturasurbanas, las culturas nacionales y las culturas continentales

    tienden a mutar, transformndose en culturas post-urbanas, enculturas de bloques regionales y en la culturaglobal/transnacional, ello hace an ms necesario visualizar laestructura y funcionamiento de lo que Pierre Bourdieu llama "elcampo de la produccin cultural".

    Con esta preocupacin en mente este trabajo persigue traer a unprimer plano lo que a mi entender es uno de los principalesaportes de Rama a la comprensin del proceso culturallatinoamericano, y de su campo de produccin cultural. Merefiero a su esfuerzo por captar su estructura y mecnicaespacial, la dialctica espacial que pone en movimiento losprocesos culturales, y cuyo anlisis es obligatorio a la hora devisualizar, comprender y transformar dicho proceso. A talesefectos me voy a centrar, principalmente, en la base terica yconceptual sobre la que descansan sus dos ltimos libros:Transculturacin narrativa en Amrica Latina (1982) y Laciudad letrada (1984). En el primero, Rama construye unaparato conceptual mediante el cual dar cuenta de la produccinliteraria, atendiendo a procesos que ocurren a escala inter-

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  • literaria, atendiendo a procesos que ocurren a escala inter-regional y transnacional, aun si mediados por la ciudad. En elsegundo, Rama se adentra en las ciudades latinoamericanas paraahondar en el papel transculturador de las culturas urbanas, y enparticular, para descubrir el mapa y la mecnica de la escenapblica, los lugares e instituciones que organizan la vida cultural,y el diverso papel que han jugado sus actores culturalesprincipales, los letrados: desde los primeros escribanos ycronistas de Indias, hasta "los escritores y la crtica que vive enla calle, en los diarios, en el mundo de las comunicaciones" ,pasando por la generacin de los fundadores de la escuelaobligatoria, los dspotas ilustrados, los modernistas, los claustrosuniversitarios, o la generacin crtica.

    Luego de mostrar el modo en que esto est presente en la obrade Rama, intento una discusin crtica del modo en que Rama"espacializa el anlisis cultural", de las categoras, nociones ymetforas espaciales que utiliza, y de la explicacin espacial delos procesos culturales que propone, buscando con esta crticarescatar y actualizar el aporte de Rama (actualizacin que l mismoempieza a plantear en "Ms all de la ciudad letrada" ).

    Producir una imagen espacial del proceso cultural tiene porobjeto recuperar la materialidad de la actividad intelectual, de la

    produccin y circulacin cultural, de modo de poner enevidencia los vnculos entre la produccin esttica y simblica ysu soporte material, los procesos y actores sociales a los queresponde, los modelos poltico-econmicos especficos que loenmarcan. A modo de ejemplo: pese a la comentada virtualidadde los lugares imaginarios que pueblan el "ciberespacio" -mundos que hoy estn siendo explorados, cartografiados ycolonizados por cientos de millones de visitantes- es necesario,paralelamente, captar su materialidad: el mundo compuesto poruna red de monitores terminales, cables, mdems, telfonos,mquinas de fax, impresoras lser, fotocopiadoras, cuentasbancarias, usinas, satlites, centros de computacin,universidades, operadores, participantes, tcnicos, vigilantes,etc., todo lo cual constituye el soporte de esos espaciosrepresentados -soporte, a su vez, resultado de una lgicamaterial, social, econmica, poltica, y hasta militar, que logobierna .Por si ello no fuera ya razn suficiente para apreciar el esfuerzode Rama por captar la estructura y dinmica espacial delproceso cultural latinoamericano, tal tarea se hace hoy muchoms necesaria debido a los cambios en el campo de laproduccin esttica y cultural. Asistimos a la emergencia de unaespacialidad diferente a la que gobern la produccin culturaldurante el s. XIX o la primera mitad del s. XX.

    El sistema espacial actual es intrincado, sofisticado, complejo,no siempre visible a una observacin cartesiana -aunque nonecesariamente arbitrario, misterioso o ilgico. Este orden, sulgica social y poltica, su mecnica, enmarca el acontecercultural.

    Dicho cambio de orden cultural es resultado de mltiplesfactores: cambios polticos, emigraciones, inmigraciones,distensin de fronteras, reforzamiento de otras, formacin debloques regionales, establecimiento de unos puentes einterrupcin de otros, pero, sobre todo, cambios tecnolgicos,aparicin de nuevos medios de representacin y comunicacin,y en relacin a lo anterior, la importancia alcanzada por todootro conjunto de usinas y actores dinamizantes de procesosculturales, que desde mltiples posiciones, y formando nuevas

  • culturales, que desde mltiples posiciones, y formando nuevasconstelaciones espaciales, para bien y para mal, reemplazan alos antiguos letrados, a los transculturadores, y hasta a la ciudad,como actores y loci fundamentales del campo de produccin

    cultural.

    En cualquiera de sus apariencias -escritura, oralidad, imagen,gesto, msica- la expresin y flujo de significados tiene lugargobernada por un complejo diseo de nodos, dispositivos,circuitos, crculos y exclusas cuya estructura y funcionamientoes necesario revelar, lo mismo que los actores e institucionesque intervienen en su puesta en funcionamiento, y en suadministracin.

    II. Las bases espaciales de la transculturacin narrativa

    En la primera parte de Transculturacin narrativa en AmricaLatina, de ndole terica y multi-disciplinaria, Rama se dedica aplantear una hiptesis de la lgica dinamizante del procesocultural latinoamericano. Tal planteo se organiza sobre la basede una historia de tensiones entre movimientos opuestos:colonizacin e independencia, falta de identidad cultural propia yoriginalidad, regionalismo y vanguardismo, tradicionalismo ycosmopolitismo, lo local y lo universal, de(s)culturacin-aculturacin y neoculturacin. Esta cadena dialctica, que diosus frutos, encontr su punto de agotamiento y esterilidad amediados del siglo, y habra encontrado su resolucin, sutrascendencia, en la respuesta o gesto transculturador, el cual vams all y deja atrs la serie de bipolaridades conflictivaslistadas, y traslada el conflicto al terreno de lo poltico.

    En la construccin de tal planteo se destacan un conjunto decategoras y nociones de corte espacial, que inaugura el propiosufijo trans- en la nocin de transculturacin que Rama toma deFernando Ortiz (va Darcy Ribeiro) y que traslada del anlisisantropolgico del proceso cultural latinoamericano al anlisis desu narrativa -como una parte del proceso cultural general. ParaOrtiz, la transculturacin es un proceso "de paso" de una culturaa otra, y como resultado de lo cual, se adquieren partes de otrasculturas, se pierde parte de la cultura precedente, y se sintetizauna cultura nueva. Partiendo del concepto de Ortiz yrestringindose al mbito de la produccin de novelas, Ramahabla de "transculturadores narrativos" para referirse a unconjunto de escritores que a su juicio no se dedican simplementea copiar o a difundir la cultura hegemnica, la cultura extranjera,o las vanguardias literarias, ni a reproducir la cultura tradicional

    regional o local, sino que realizan "un proceso de seleccin,descarte, rescate, descubrimiento, combinacin y sntesis deelementos de la cultura ajena tanto como de la propia". Estovale tanto para su contenido como para los medios expresivos ylas formas de estructuracin de los que se vale todo productorde cultura (lenguajes, tecnologas de comunicacin, gnerosrepresentacionales, cosmovisiones, mitologas, conjunto de metforas,

    figuras, etc.). Dice Rama,

    Cuando hago una distribucin de los escritores del boom, pienso que elacierto que ha hecho la popularidad de Gabriel Garca Mrquez consiste enque ha manejado un repertorio de formas artsticas que no las ha tomado dela vanguardia europea. l ley a Joyce, a Woolf, a Kafka, pero eso no es loque est en Cien aos de soledad; lo que est es un repertorio de formas,no solamente de temas, sino de formas, de maneras de expresarse. Laconstruccin del gag, del chiste, el modo fragmentario de la elaboracinartstica que pertenecen a los modos tradicionales de la lengua y del habla de

  • artstica que pertenecen a los modos tradicionales de la lengua y del habla de

    un costeo colombiano.

    Sin embargo, como Garca Mrquez indica, su trabajo noconsisti solamente en hacer uso del habla del costeo (tomadacomo materia prima), sino que trabaja sobre la base de unaproduccin cultural anterior a l -la cultura del vallenato-realizada en la esfera o campo de la produccin cultural popular.Por eso, a pesar del excesivo nfasis que Rama pone en lapalabra escrita, en el medio literario y novelesco comomecanismo expresivo privilegiado -y por lo tanto, en ladesmaterializacin y desterritorializacin cultural que estoconlleva-, es claro que la transculturacin -si la pensamos desdeel anlisis antropolgico del que proviene- no se reduce a unacombinacin de diversas construcciones simblicas,cosmogonas y maneras de pensar aplastados sobre papel, sinotambin de diversos "modos de produccin" esttica y simblica-siendo la literatura (de corte europeo) apenas uno de ellos.

    Aqu reside el drama de Jos M Arguedas por novelar "la perade los pobres", as como el de tantos otros intelectuales, que alquerer transcribir y trasladar sus culturas interiores para darlesun lugar en la cultura urbana, nacional, metropolitana ouniversal, encuentran que estas culturas ofrecen resistencia a suescritura, a su traduccin, y a su consecuentedesmaterializacin, desterritorializacin y transmutacin en otracosa (libro, fotografa, videoclip, curso, biblioteca). O al menos, que tal

    literaturizacin es demasiado parcial, injusta, dejando fueraquizs lo esencial de la otra cultura -que posiblemente no sea niliteraria, ni literaturizable. No es acaso ste el lmite quetambin encuentra Alejo Carpentier, cuando se enfrenta a latarea de narrar literariamente el barroco americano, o la culturaafro-americana? O los lmites que encuentra Julio Cortzar enEl libro de Manuel al querer captar y narrar lo horrendo, loautntico, lo simultneo, lo Lonstein, al querer dejar testimoniode su mundo, esa otra cara del mundo, a Manuel, a sus lectoreseuropeos, a sus lectores de clase media? La escritura tiene suslmites representacionales; y toda produccin cultural tiene unlmite ms all del cual no puede ser desmaterializada,trasladada, a riesgo de pulverizarse. La estticadesterritorializada, universalizada, sin cuerpo, de lo escrito y loleido, si bien tiene su punto fuerte en la difusin de informaciny en el estmulo de la imaginacin, encuentra aqu sus lmitesestticos, sensuales, y naturalmente, polticos.

    Con lo anterior quiero poner de relieve que la nocin de latransculturacin, a la que con acierto recurre Rama, supone unconjunto de operaciones culturales en y a travs del espacio.Primeramente, supone un agente cultural situado en un lugar x(centro, ciudad, villorrio) ["Borges ve el mundo entero desde ese Aleph quees Buenos Aires, en cuanto que Arguedas desde una comunidad indgena, a

    ver si la puede salvar" ], pero tambin habitante de una serie deotras zonas: comunidad, regin, nacin, continente, culturaeuropea o metropolitana, cultura universal.

    Luego, supone un adentro o un interior, y un afuera, el exterior.En un plano continental, existen a su vez polos culturales:"Mxico, Brasil, Argentina son los tres polos en que funcionatoda nuestra cultura y literatura" . Este proceso de produccincultural, segn Rama, est constituido, a su vez, por un sistemade "pulsiones" (que provienen de orbes, centros y polos) y "respuestasa esas pulsiones" . En tal escenario el agente transculturadoroficia de "mediador entre dos orbes culturales desconectados" y

  • oficia de "mediador entre dos orbes culturales desconectados" yde orquestador de respuestas ("el principio mediador se introduce en lapropia obra; el Riobaldo de Gran Serto: veredas es yagunzo y letrado,papel que asimismo ocupa Grivo de Carade-Bronze que transporta [...] el

    nombre de las cosas" ).

    La ciudad-capital, la ciudad-puerto o la ciudad-fronteriza -zonade desembarco, pillaje y extraccin, cabeza de playa militar,

    zona de choque, zona de contacto entre dos o ms culturas- sevuelve as un filo, un borde, una frontera, una muralla, unavitrina -no siempre de doble faz-, entre dos culturas: unainterior, regional, rural, provinciana, pueblerina, y otra exterior,metropolitana, avasallante, babilnica, global y universal (ofalsamente universal). Habitante de esa ciudad lugar y no-lugar,espacio y borde, morada y lugar de trnsito, el agentetransculturador va a transformar la ciudad filo, borde, frontera,muralla, vitrina, en: cable, tubo, puente, llave, vlvula, arteria,conexin, transmisin -encuentro en la calle, saln de clase,escenario, plaza, burdel, caf.

    En resumen, todas y cada una de estas nociones -orbe, frontera,regin, nacin, ciudad, comunidad, continente, metrpolis, polo,zona, interior, exterior, pulsin y respuesta, choque ymediacin- pueblan y se repiten en el aparato conceptual y en eldiscurso analtico al que echa mano Rama para explicar elproceso de transculturacin narrativa. Labor que, en sntesis,persigue (a) dar respuesta a la tragedia del proceso en dostiempos de la de(s)culturacin y la aculturacin -caractersticode la colonizacin cultural y de la dependencia culturalresultante-, pero tambin (b) ofrecer una alternativa a la opcincosmopolita que Rama ilustra con la postura y actitud de JorgeL. Borges, situado en una Buenos Aires mundana perosimultneamente, y a pesar de estar en Amrica Latina, deespaldas a Amrica Latina en una forma extravagante.

    En cualquier caso -volveremos sobre esto ms adelante- lascategoras espaciales que utiliza Rama para dar cuenta de lalgica que dinamiza el proceso de produccin cultural quizsnecesiten ser revisadas, actualizadas y pensadas en sus detalles.Atendiendo, primero, la forma espacial y a los modos concretosen que hoy tiene lugar la vinculacin y circulacin cultural entre"el interior" (comunidad, provincia, ciudad-interior, nacin, regin), "laciudad" ("ciudad-capital, ciudad-borde, o ciudad-puerto"), y "elexterior" (tambin organizado en zonas, polos y circuitos), y a partir delo cual ir cobrando nitidez la red de actores e institucionesprincipales involucrados en la administracin de la produccin ycirculacin cultural (los que conectan y desconectan usinas y circuitos,abren y cierran puentes y canales, dan o no dan la energa, la infraestructura,

    o las autorizaciones necesarias).

    Segundo, atendiendo a dnde se localiza y a la foma que adopta

    dicho campo de produccin/circulacin cultural una vez queahondamos en sus detalles al nivel de la escala urbana.

    No describo nada, trato ms bien de entender. Julio Cortzar, Las babas del diablo

    III. La Ciudad Letrada: lugar del cogollito cultural

    En La ciudad letrada, Rama ensaya un mapa de los sucesivosmodelos culturales que se escalonan en el proceso histrico-cultural en Amrica Latina, desde la conquista y colonizacinhasta la segunda mitad del s. XX -largo perodo post-revolucionario que sigue a la Revolucin Mexicana y que

  • revolucionario que sigue a la Revolucin Mexicana y queculminara en la ola de dictaduras militares, estados autoritariosy gobiernos neoliberales de este fin de siglo.

    All Rama intenta englobar y reconstruir el proceso histrico ycultural atendiendo al complejo conjunto de niveles de prcticasy actores que conforman la cultura. Por esta razn, y pese a queluego Rama va ahondar en el "campo de la produccin literaria",la base o primer plano de su exposicin no la ocupa la literatura,sino la produccin simblica, ideolgica, cultural en su conjunto:ensenadas y caminos, mapas y planos, ciudades, catastros yregistros, legislaciones, burocracias, nomenclaturas, cdigos,relatos histricos, etc. Los escritores y la produccin literariaocupan un lugar principal en su relato, aunque siempre dentro dela labor de un conjunto ms amplio de actores - los letrados-,conjunto o clase de actores culturales que circulan, operan yhabitan una configuracin de focos y circuitos localizados en elcentro de las ciudades. Son ellos, como conjunto, los principalesconstructores, distribuidores, administradores y guardianes delenguajes, discursos, gramticas, vocabularios, representaciones,conceptos, smbolos, metforas, formas, explicaciones,justificaciones, leyes y sentidos.

    A su vez, Rama va dibujando y definiendo la labor de losletrados conjuntamente con el seguimiento de otros dosprocesos: el proceso poltico, econmico y social, por un lado, ypor otro, el proceso urbano, pivot en torno al cual se vertebra laorganizacin espacial de la vida econmica, social y poltica, yque, obviamente, se extiende mucho ms all de la ciudad.

    Si en Transculturacin narrativa..., para captar y problematizarel trabajo de Arguedas ech mano, fundamentalmente, de la

    antropologa, en La ciudad letrada lo har del urbanismo.Informado por historiadores, antroplogos, arquelogos yestudiosos de la ciudades (Parry, Braudel, Quintero, Ribeiro, Geertz,Hardoy, Mumford, Argan) Rama descubre la necesidad de "excavar"y "exponer" las fundaciones del modelo cultural: la constelacin,la mandala, la partitura que lo regula, la forma del laberinto, sufigura sistmica, completa, total. Se capta desde all que lo quedinamiza el proceso histrico-cultural americano -"el procesocivilizatorio", en trminos de Ribeiro- y de los grandes giroscivilizatorios, reside en parte en cambios tecnolgicos que hacenposible la conquista y modificacin del espacio: los sistemas deirrigacin y cultivo, la mquina de vapor, el dinero, el telgrafo,el tren, los rifles de repeticin, los caones, la electricidad, laradio, el telfono, el satlite, la imprenta, el avin, el misil, lacomputadora, etc.

    La construccin de los estados-nacin modernos, por ejemplo,descansan sobre el telgrafo, el tren, el barco, el puerto, losrifles. Tales innovaciones implican, por sobre todo, un mayorcontrol de la materia y sus dimensiones: el tiempo y el espacio.La ciudad, el sistema espacial regional, el conjunto especializadoy jerarquizado de espacios articulados y desplegados sobre elglobo, se convirti as para Rama en un punto de acceso, unaleph desde el cual visualizar y exhibir al desnudo el ordencolonial primero, y el modelo cultural neo-colonial despus, contodos sus rasgos principales y sus contradicciones. All aparecetambin el sistema de ciudades, plantos, vas ferroviarias,minas, caminos, mercados, barracones, puertos, cuarteles,teatros, burdeles, oficinas, cantegriles: su textura sensual ymaterial, su textura simblica, su textura imaginaria, todo lo cual-convertido en contexto americano- regula, da forma y sentido ala vida y a la fantasa en Amrica.

  • la vida y a la fantasa en Amrica.

    me qued al acecho, seguro de que atrapara por fin el gesto revelador, laexpresin que todo lo resume, la vida que el movimiento acompasa pero que

    una imagen rgida destruye al seccionar el tiempo si no elegimos laimperceptible fraccin esencial

    Julio Cortzar, Las babas del diablo

    IV. Los lenguajes de las ciudades

    En la construccin de La ciudad letrada se destaca laimportancia adjudicada por Rama a las ciudades. De all el ttulode cada captulo de esa historia, y sobre todo, la naturaleza delprimer captulo -la ciudad ordenada. Para que un modelocultural funcione y se mantenga en el tiempo precisa apoyarsesobre una organizacin espacial, y debe ordenarse desde elprincipio.

    Rama cita una instruccin real en la que se expresa,precisamente, que los lugares que de nuevo se hacen dando laorden en el comienzo sin ningn trabajo ni costa quedanordenados e los otros jams se ordenan. (Rama 6) Sobre el orden, y la expresin material de ese orden -la ciudad-descansa tanto el proyecto econmico, poltico y social colonial,as como su historia cultural, la cadena de significados, su ordensimblico, tema del libro. Por otra parte, es dentro de ese orden-ciudad -"colocacin de cosas en el lugar que les corresponde"(Rama 5)- que es posible conceptualizar la ciudad letrada, laconfiguracin espacial dentro de la cual habitan, se mueven yoperan los letrados.

    La ciudad, en tanto organizacin espacial de la sociedad y de laactividad cultural, adquiere un valor explicativo -hermenutico-fundamental del proceso histrico-cultural. La ciudad, sin embargo, no es para Rama una sola cosa, sinomuchas: es signo, es caja, es plan. Vista desde un primer ngulo,la ciudad es un texto: esfinge, relato fabuloso o mticoconstruido en piedra, proveedor de explicaciones y significados,signo tridimensional que expresa en qu consiste el orden/laorden en ese lugar, cmo se debe vivir, quin es quin, qu sepuede o se debe hacer, etc. En segundo lugar, dada lamaterialidad, escala y forma de ese Gran Signo o emblema, laciudad tambin es un artefacto habitable, una maquinaria deproduccin social y cultural donde tienen lugar las dinmicassociales, ordenadas y ritualizadas. Dice Rama,

    Las ciudades despliegan suntuosamente un lenguaje mediante dos redesdiferentes y superpuestas: la fsica que el visitante comn recorre hastaperderse en su multiplicidad y fragmentacin, y la simblica que la ordena yla interpreta, aunque slo para aquellos espritus afines capaces de leer comosignificaciones los que no son nada ms que significantes sensibles para losdems, y merced a esa lectura reconstruir su orden. Hay un laberinto de las

    calles y un laberinto de los signos. (38)

    En ambos sentidos la ciudad desarrolla -y reproduce- unagramtica: "toda ciudad puede parecernos un discurso quearticula plurales signos-bifrontes de acuerdo a leyes que evocanlas gramaticales" (Rama 38). Como todo lenguaje, se correspondecon una estructura de poder y con un modelo cultural: "la formade la ciudad es la forma de su orden social", advierte LewisMumford (Rama 3). As mismo, para Clifford Geertz, "el plano

  • Mumford (Rama 3). As mismo, para Clifford Geertz, "el planode la ciudad es el mejor ejemplo del modelo cultural" (Rama 9).

    Resulta entonces que una de las cualidades singulares delsistema de espacios es que adems de ser un escenario quesomete y regula la actividad social, constituye un lenguaje, "unmedio de comunicacin masivo" , y en tanto tal, uno de loslenguajes en que est escrita la historia, las narrativasfundacionales, los valores de la colectividad, las instrucciones de"cmo vivir", etc. Calles, patios, oficinas, ventanales, terrazas,fachadas, rincones, zaguanes son -en trminos modernos-artefactos o mquinas de habitar, pero adems tambin sontextos que, como propone Edward T. Hall , expresan en un"lenguaje silencioso e invisible". Adems de significar una cosa/otras cosas mediante carteles,dibujos, palabras, smbolos o conos, la ciudad tambin noshabla de otras maneras. Sus signos tienen espesor, masa, altura,brillo, textura, funcin: son habitaciones, portones, muros,vidrieras, autopistas, paradas de mnibus, fbricas, escalinatas,esquinas. Este abecedario extico -hecho de arena, de piedra, demadera, de vidrio, de hierro-, as como los textos que secomponen a partir de l, establecen con los cuerpos humanosuna relacin sensual muy distinta a la letra escrita sobre papel, oa la lectura solitaria y reposada de los libros.

    Construyen un relato singular en que los cuerpos lectores somoslos personajes; y el narrador, nos enteramos al final, nosotrosmismos.

    A un nivel, la ciudad es como Las Vegas de Venturi , "apenas"una instalacin de iconos y smbolos. En este nivel, la ciudadnos interpela mediante un lenguaje obvio: los posiblessignificados de sus smbolos conocidos. Simultneamente, ycomo instalacin -en el sentido de estrategia de representacinvanguardista- la ciudad es una escena que produce susprotagonistas, sus posiciones, sus situaciones; sistema -o

    laberinto- de cajas, carriles, exclusas, distancias, rugosidades,filtros dentro del cual transcurre la vida, y en el que se cultivan ycosechan cuerpos y vidas. En este otro sentido -menos obvio- laciudad es un aparato ortopdico, una maquinaria monstruosaque tortura/educa los cuerpos; un lenguaje tirnico, subliminal,una lgica o fuerza que usualmente no vemos, y que ms quehablarnos o contarnos historias, nos enjaula, nos encorseta y nosmoldea a la fuerza. Winifred Gallagher habla de cmo loslugares ejercen un poder, y de cmo lo que nos rodea "moldea"nuestros pensamientos, emociones y conductas .

    Cada ciudad obliga a vivir y a ser de ciertas maneras -pero no deotras-, "a los empujones" y "a los porrazos", por medio deveredas, tabiques, puertas, volmenes, semforos, cerraduras,formas, sensaciones, tamaos, paisajes, aromas, texturas, sillas,colchones, vehculos, oscuridades, soledades. Este doble nivel del lenguaje urbano y edilicio, por un lado comoinstalacin de signos, escasamente sensual, y por otro, "golpesde martillo" -puramente esttico-, que moldea los msculos, loshuesos, los rganos, la mente, los sentimientos, las actitudes, lasrelaciones -pero que no es del todo legible y comprensible- es loque hace a la ciudad, al despliegue y ordenamiento espacial delos procesos sociales y culturales, uno de los pilares sobre el quedescansa toda esttica, y por consiguiente, de todo anlisisesttico y cultural.

    De la misma manera, cada tipologa edilicia o urbana, cadasolucin tcnica, cada ciudad en tanto texto colectivo, vehiculiza

  • solucin tcnica, cada ciudad en tanto texto colectivo, vehiculizay almacena una cultura, una memoria, un saber, una narracinde su historia. Con conciencia o sin ella, toda organizacinespacial de cosas, personas y actividades es "un sistemamonumental", propagandstico.

    En su estudio en torno a la tradicin clsica, ocultista yhermtica del arte de la memorizacin, Frances Yates explicaque uno de los mecanismos mnemotcnicos ms comunesconsiste en la organizacin espacial del conocimiento y de lamemoria -en imgenes, diagramas, figuras antropomrficas,sistemas geomtricos, series numricas y cbalas, murales,frisos, e incluso mapas, sistemas de calles y edificios. De estemodo se establecen relaciones entre lugares y memorias, y seproducen hermenuticas secretas, que no son otra cosa queestrategias para acceder y descifrar, mediante un desplazamiento

    espacial, el almacn de la memoria, y dando pie de esta maneraa insospechables procesos comunicativos y de documentacin.

    En tanto "sistema de asociaciones" entre lugares, rutinas eimgenes, por un lado, y conceptos, valores, normas,instrucciones y memorias, por otro, la arquitectura de la ciudades un mecanismo de almacenamiento, as como un mecanismocognitivo que nos orienta y nos lleva de la mano,automticamente, sin tener que tomar conciencia de esa rutinahipntica que impone. En los trminos de Rama, "mediante sussignos bifrontes", su orden primario y profundo, su doblelenguaje "simultneamente fsico y simblico" -ms de una vezen conflicto-, "la ciudad dicta todo lo que uno debe pensar, lofuerza a uno a repetir su discurso".

    En un esquema triangular, (a) cada cosa-mueble-lugar-edificiohace posible el ritual que evoca y reproduce el mito, (b) cadamito hace necesario el ritual que a su vez hace necesario el altar-la cosa-el entramado de pequeos monumentos que empapelanla vida cotidiana-el lugar construido a tales efectos, y (c) hbitosy ritos cotidianos refuerzan el orden de las cosas y reactualizanel mito. Es por esto que el tamao de la mesada de la cocina, lageometra de la mesa del comedor, las mesitas de luz, el tamaode la baera, los muebles y la forma del lugar de trabajo, laaltura del marco de la ventana, las proporciones de las calles, acada paso, en cada perspectiva, en cada lugar, en su estructura,nos recuerda sus posibilidades, nos confiesa su orden, lasactividades que all son posibles/imposibles,deseables/indeseables, permitidas/prohibidas.

    No ha de sorprender, por lo tanto -al contrario-, la insistencia deRama al referirse una y otra vez a Las ciudades invisibles deItalo Calvino, y en particular, al dilogo que tiene lugar entreMarco Polo y su anfitrin, el Kublai Kan. Si para Arguedas, opara Eduardo Galeano (en Memorias del fuego), los mitos y lasleyendas "resumen" una cultura entera (hiptesis asentada en elcampo de la antropologa), para Calvino, lo mismo que para Rama,las ciudades toman el lugar y funcin del mito, siendo estas lasque resumen y revelan la cultura. Cuando Marco Polo quierecontarle al emperador las culturas que ha encontrado en sucamino, o las culturas que forman parte de sus dominios yvecindades, Marco Polo habla de ciudades, y eso parecealcanzar, y sobrar:

    El viaje nos lleva a la ciudad de Tamara. Uno le entra por suscalles espesas de carteles y signos que chorrean su paredes. Elojo no ve cosas sino imgenes de cosas que significan otrascosas. [...] El dibujo de una pinza indica la casa del dentista, el

  • cosas. [...] El dibujo de una pinza indica la casa del dentista, eldibujo de una balanza el almacn, un barril, la taberna [...] Otrasseales avisan lo que est prohibido en determinados lugares, ylo que est permitido, lo recomendable [...] Si un edificio notiene ningn cartel o figura su forma y la posicin que ocupa enel orden de la ciudad es suficiente para indicar su funcin [...]Las mercancas en Tamara tampoco valen en s mismas sinopor lo que significan. Unos tomos de Averroes, el conocimiento;una pulsera para el tobillo, la voluptuosidad [...] El ojo recorre laciudad como si fueran pginas escritas, la ciudad dicta todo loque uno debe pensar, lo fuerza a uno a repetir su discurso [...](13-l4)

    En sus casos ms extremos, la ciudad es una espesa cscara sintextura, sin masa, sin cuerpo, que seala a una realidad, unsentido, que se escapa, a la que nunca se llega: "Lo que hay o seoculta debajo de la espesa capa de signos hace que uno se vayade Tamara sin poder haberla descubierto"(l4). Y sin embargo,pese a su invisibilidad o inaccesibilidad, a un nivel de actuacinsubyacente, la ciudad continua gobernando, dictando,ordenando, empujando a ciertos actividades, a ciertos tipos derelaciones, saboteando, clausurando o prohibiendo otras.

    En Isaura, la ciudad cuyo paisaje circular, frondoso y verderepite la silueta de su mundo interior, de su lago subterrneo,"un paisaje invisible condiciona el visible; todo lo que se muevea la luz del sol es dinamizado por las superposiciones de las olasy los ros encerrados debajo de un cielo de rocas calcreas"(Calvino 20). Al volverse visibles por medio del relato, lasciudades -Las Vegas, Pars, Lima, Tamara, Isaura, ...-revelan lacultura entera de un pueblo, la forma de ser y de pensar de sugente. Unas veces, como Zaira, las ciudades son una palmaabierta en la que podemos leer y descubrir su pasado en lasformas y en las medidas de sus espacios. Otras veces, comoZora, la ciudad es una colmena cuyas celdas y esquinasalmacenan los recuerdos.

    Valga apuntar aqu que no es otro el motivo por el cual tantoFredric Jameson, David Harvey o Mike Davis se lanzan a lacrtica ideolgica del espacio. Debido a esta dimensin

    encapsuladora, narrativa, significante y transmisora de cultura dela ciudad, de sus lugares, de las posiciones y conductas quefavorece o que impide, y bastante antes que la historia que noscuenta Galeano a propsito del Heymarket de Chicago, o elGrupo de Estudios Urbanos en Una ciudad sin memoria, oDavid Harvey sobre la Baslica del Sagrado Corazn en Pars, oGuillermo Fernndez en torno a la conversin de la crcel dePunta Carretas en un Shopping borrando as la memoria de todolo que all ha ocurrido , y aconsejando "cmo se deben gobernarlas ciudades despus de ser ocupadas", Maquiavelo recomienda"la destruccin de las ciudades" -so pena, en su defecto, de serdestruido por ellas- puesto que si sus habitantes no son"separados" y "dispersados", y si sus ciudades no son"arruinadas", sus habitantes mantendrn vivos sus recuerdos, yen consecuencia, firme su identidad, su psiquis, sus deseos, y serebelarn.

    Como plantean Carina Perelli y Juan Rial, en relacin alcontexto uruguayo reciente, quien administra el olvido y lamemoria colectiva es capaz de controlar los procesos deformacin y destruccin de identidades colectivas, y por lotanto, de asegurarse el poder. No slo en estos ltimos aos,sino a lo largo de toda la historia, la tarea de formulacin deideas, valores, smbolos, metforas y retricas, la tarea de

  • ideas, valores, smbolos, metforas y retricas, la tarea deapropiar la realidad -tanto al nivel imaginario y simblico comoal nivel prctico y sensual- est ligada a otra tarea ms violenta,traumtica y duradera, muchas veces invisible e irrepresentablecomo advierten los siclogos sociales que es la deldisciplinamiento a que se refiere Barrn en su Historia de lasensibilidad, la produccin del equipamiento sensual/sexual, laproduccin de los cuerpos-espacios necesarios, de las amnesias,los miedos , las mutilaciones y las callosidades necesarias, enfin, la produccin histrica de los cuerpos humanos. Esto noshabilita a hablar de la produccin de sensibilidades y estticas , yque Rama ha traducido e intentado captar mediante unasucesin de ciudades: la ciudad ordenada, la ciudad letrada, laciudad modernizada, la polis politizada, la ciudad revolucionada,... la ciudad post-moderna? la ciudad neoliberal?

    Existe por ltimo un tercer nivel de la ciudad como proyecto oplan de un "sueo de (un) orden" (Rama 11) inexistente, deseado,ptimo, ideal, el cual debe construirse y hacerse realidad, y quea poco de alzados algunos muros, la ciudad se convierte ella

    misma en promesa: promesa de lo por venir. Esta es la ciudaden el plan, la ciudad prometida, realidad inacabada, siempre amedio construir -...y a poco de comenzar, ya en ruinas! EnAmrica Latina siempre resulta tan difcil distinguir entre lasciudades que emergen y las que se van degradando: siempre amedio construir, a medio terminar o a medio desmoronarse -metfora que organiza la pelcula Rodrigo D: No Future, deVctor Gaviria, filmada en los "barrios nuevos" de las laderas deMedelln.

    Esta tercera dimensin, la ciudad como plan de un "sueo de(un) orden", inaugura una historia que habr de repetirse hastanuestros das: la del "sueo [y construccin] de otro orden"(11),negacin y superacin del anterior, y que al no lograrlo del todo,se agrega -sin renunciar a su deseo hegemnico- a la ciudadlatinoamericana: sumatoria de trozos de un sinmero deproyectos soados y promesas realizadas a medias, y prontoabandonadas.

    Las tres dimensiones de la ciudad -signo/clave, cosa/cauce,deseo/plan- dinamizan y dan forma a la vida cultural,estructuran la sensibilidad, la mentalidad y la labor de losletrados, y en consecuencia, el perfil de las culturas nacionales yregionales.

    V. Relacin entre la ciudad y la Ciudad Letrada

    Cada perodo del proceso histrico-cultural se corresponde conun tipo de ciudad. A modo de contrapunto, los cambios en laorganizacin espacial de la vida productiva, social y cultural secorresponden a alteraciones y reconfiguraciones de la ciudadletrada, la cual adquiere o pierde papeles y valores en funcin decmo se posiciona dentro de cada ciudad: "la ciudad bastin, laciudad puerto, la ciudad pionera de la frontera, la ciudad sedepoltica y administrativa" (Rama 24), ... la ciudad-enclaveindustrial informal, la ciudad-cuartel, la ciudad-gran feria. Puestoque cada ciudad dicta la forma de vida, las formas de relacinsocial y sensual, toda una serie de emociones, sensibilidades,valores, actitudes y modos de comportamiento, da lugar a laformacin de una conciencia y una esttica urbana particular.

    La ciudad letrada est, pues, ntimamente ligada a la vidaparticular de cada ciudad, estando parcialmente involucrada en

  • su construccin, pero al mismo tiempo, siendo la ciudad letradamisma transformada en tal proceso. Es decir, por un lado, todomodelo cultural se basa en la zonificacin y ordenamientoespacial de la actividad sociales. Ello conduce a tener queimaginar, disear y producir sus espacios , sus formas,funciones y significados especficos, as como a tener quelegislarlos, asignarles propiedad y encargados responsables de sugobierno, funcionamiento e integridad. Esto deriva en laconstruccin de esferas, circuitos y locales generadores decultura.

    Por otro lado, si bien los letrados participan de esta empresafundadora, administrativa y modernizadora de la ciudad -y elsistema espacial que esta conecta/vertebra a modo de pivot-, susefectos estn fuera de su control, llegando incluso a alterar ymodificar el modelo cultural en su conjunto, y en consecuencia,la propia configuracin, composicin y papel de la ciudadletrada.

    A modo de ejemplo, Rama destaca que parte del proyecto demodernizacin en el s. XIX consisti en la construccin de"puentes" y locales -caso de la Universidad- cuya funcin eraformar los equipos de poder (81). Ms tarde, ante la subversincultural y poltica que resultaba de la inmigracin, la influenciafrancesa o los nacionalismos, una respuesta de los intelectualesfue su reagrupamiento y el fortalecimiento de sus lazos conEspaa mediante la construccin de locales, burocracias,circuitos y usinas culturales -tales como las Academias deLengua-, que los letrados usaran para nuclearse y ejercer sudominio cultural (83).

    Como resultado de las transformaciones espaciales ocurridas porel proceso de modernizacin dirigido desde el Estado, losletrados tambin deban domesticar, inscribir y significar talestransformaciones en el nivel simblico. El modo en que setrabaj conceptual y simblicamente el tema de la naturaleza yde la vida urbana (Rama 83) -transformadas por las sucesivas olasinmigratorias, las campaas del desierto, los vaciamientos deindios, las guerras civiles, el cultivo moderno- se convirti en ejey sustento de las propuestas estticas, literarias e ideolgicas dels. XIX. El cambio de la planta fsica de las ciudades acomienzos del s. XX signific la redistribucin de los espaciosde trabajo y de residencia, cre un nuevo marco de encuentrosy desencuentros, e hizo posible el modelo cultural del s. XX.

    Por un lado, hizo posible la industrializacin, y la divisin sociala que da lugar. Tambin favoreci el acercamiento ycomunicacin entre periodistas, escritores, clase poltica ycuadros obreros (aunque ya de por s no era raro el arquetipo delintelectual simultneamente involucrado en la academia, la prensa, el arte y la

    poltica), en tanto que "la gente decente" se traslad [se refugi] enurbanizaciones y colonias alejadas -playas, balnearios, suburbiosy prados. Tercero, urbaniz la pobreza rural, introdujo lamiseria obrera y la marginacin social, e hizo posible el trasladode la explotacin de la fbrica a la casa, y el traslado de larepresin en la calle a los centros de interrogacin y tortura.

    En el centro urbano -en la city (156)- era sin embargo donde seacumulaban las instituciones principales de este modelo cultural:las piezas donde vivan los escritores, las redacciones de losperidicos, las oficinas de gobierno, los estudios jurdicos, losprostbulos, los escenarios para el paseo, la presentacin enpblico y el encuentro, los Ateneos y cafs, las mueblerasdonde se exponan las obras de arte, los locales del Correo, eltelgrafo, la Biblioteca, los Archivos, la Universidad, las sedes y

  • telgrafo, la Biblioteca, los Archivos, la Universidad, las sedes yasambleas de los partidos, gremios y sindicatos, los teatros y laslibreras que canalizaban los productos culturales ["las novedades"]de Europa (155-157) o de Amrica del Norte.

    "Ir al centro" se convirti en una necesidad para quienes vivanen barrios residenciales sin centros propios -molestia para unos,ocasin de entrar en contacto con la sociedad, con la vidapoltica y cultural, con el mundo, para otros. Sin embargo, y sibien esta centralizacin puede tambin leerse como resultado deuna distribucin cultural desigual, en tanto lugar de laacumulacin cultural y ncleo del modelo cultural, relativamentevisible, cercano, tangible y abierto, la existencia de aquel centro,tal como era y funcionaba, permita acceder a la vida social,cultural y poltica de una forma indita hasta ese momento.

    No es casual que aquel modelo cultural coincida con laemergencia y protagonismo social, cultural y poltico de lasclases medias y de las clases trabajadoras -as como de sualianza-, o que favorezca tendencias democratizantes. "En elRo de la Plata, un reducido permetro entrecruzaba todas lasactividades sociales" (155) "favoreciendo las comunicacionesmutuas entre los intelectuales" (154) as como entre ellos y lasociedad civil en general:

    Cuando se revisan esos estratgicos puntos sobre el plano, loque se encuentra es el viejo casco, ese cuadriltero de [apenas]diez manzanas por lado donde transcurra la vida activa de laciudad y que era el saln pblico de la sociabilidad, ese espacioen que, segn la mecnica de las novelas de la poca, lospersonajes siempre se encontraban, casualmente! (Rama 157)

    Es claro aqu el papel que Rama asigna a la funcin delordenamiento espacial en la actividad social, en las relacioneshumanas, en la administracin de la produccin de sentidos ysensibilidades -materia prima conceptual y esttica de lasrepresentaciones artsticas en sus diversas formas-, y en laimplementacin y mantencin de un modelo cultural en suconjunto.

    VI. Reconfiguracin del campo de produccin culturalglobal

    Si bien las proposiciones generales del planteo de Rama enTransculturacin... y en La ciudad letrada siguen siendoapropiadas en cuanto a su apoyatura y direccin, necesita sercontinuado y actualizado para dar debida cuenta del modelocultural actual.

    Primeramente, porque el trabajo de Rama se detiene en ladcada de los aos setenta. En este sentido, todava no hemosemprendido una cartografa de la ciudad letrada durante lasdictaduras, durante las transiciones; ni tampoco el modo en queel exilio reconfigur aspectos de la ciudad letrada y del propioproceso de la transculturacin, ni el modo en que la cultura seproduce y se administra dentro del modelo cultural neoliberalglobal.

    Segundo, porque en esta era de grandes reestructurasgeogrficas, de poderossimas corporaciones que dominan laindustria cultural global, de la instalacin de nuevas redes decomunicacin, de simulacros y manipulaciones de la imagen -todo lo cual pretende disimular su forma y materialidad, escapar

  • todo lo cual pretende disimular su forma y materialidad, escaparal relevamiento espacial-, necesitamos visualizar lasimplicaciones culturales, estticas y simblicas de talestransformaciones, especialmente, el nuevo campo de produccin

    cultural resultante -sus polos, instituciones, actores principales,canales, crculos, puentes de contacto.

    Como suele ocurrir con casi todas las transformacionesculturales, estticas, emocionales y sentimentales de las culturasperifricas, estos cambios son resultado de la accin combinadade actores que operan a nivel local, as como por lo que Ramadenomin "las pulsiones externas" o "el marco internacional", yque implica un grado de prdida de participacin, comprensin ycontrol del proceso cultural (eslabones muchos de los cuales selocalizan en centros lejanos).

    Por eso, dichas transformaciones se perciben como violentas,apresuradas, desparejas, equvocas, sumamente desorientadorasy traumticas, generando la sensacin y la idea de su falta delgica, de su naturaleza catica y desarticulada, espontnea,aleatoria, auto-generada, indescifrable, siempre dando laimpresin de colapso, de inevitabilidad, o de renovacinconstantes. Y el panorama cultural de este fin de siglo -suapariencia, sus coordenadas, sus lgicas motoras y articulantes-se presenta pues, tambin en un primer momento, esquivo -sublime-que cuesta reconocer, y en el que estamos un pocoperdidos. No podemos ya discernir su figura, ni comprender suspartes, su orden, su mecnica.

    A la hora de explicar la actual produccin cultural, de hecho,muchas explicaciones tradicionales no funcionan. Muchos de losmapas e instrumentos que usbamos para situarnos y actuar enaquella realidad social, poltica o cultural, ya no coinciden condicha realidad. Muchos signos ya carecen de referentes; haycosas para las cuales todava ni siquiera hemos encontradonombres. No slo carecemos de una imagen de la realidad sinoque tampoco sabemos bien cmo representarla. Esto desorientay produce ansiedades; nos convertimos en extranjeros denuestro propio mundo, mirando el mapa de una ciudad que yano es la que el dibujo pronostica. La situacin se agrava encuanto adems sabemos que estos cambios son los que siguen auna derrota, a una imposicin. Sobreviene entonces unsentimiento de angustia y de post-modernidad.

    Particularmente dramticos han sido los cambios al nivel de lascomunicaciones en la medida que, los letrados, histricamenteposeedores del saber y del control de la tecnologas de lacomunicacin e intermediacin (entre clases, entre naciones, entre

    mundos), de la representacin del mundo, de la asignacin desentidos, de la movilizacin social, se han visto seriamentedesplazados. La televisin por cable, las casas de video, laglobalizacin de las networks de TV, el crecimiento de losimperios de las comunicaciones que comandan el terreno de latelevisin, los peridicos, las radioemisoras, el cine, el video(Disney, General Electric, Westinghouse, TCI, News Corporation, Viacom,

    Time-Warner-Turner, DreamWorks, etc.); el surgimiento de lascadenas de mega-libreras y mega-distribuidoras de video, latendencia a la monopolizacin y a la reparticin de los mercadosentre tales corporaciones, las redes de Internet y lacomputarizacin, el tendido de redes de satlites y telfonos, eluso masivo del avin por parte de los grupos tcnicos,administradores y de encargados de las decisiones, hablan de unmundo indito, de una espacialidad indita, muy lejana ya a laesfera pblica burguesa en sus comienzos, o a la escena urbana

  • esfera pblica burguesa en sus comienzos, o a la escena urbanadentro de la que operaba la ciudad letrada hasta hace poco.

    Este desplazamiento y parcial conversin de la ciudad letrada enla ciudad corporativizada, en la ciudad enchufada a los circuitosde circulacin de informacin global, o en la ciudad tele-espectadora, poco o nada han significado en trminos de unprogreso social sustancial. El nuevo modelo cultural no haalterado -sino que ha agudizado- la tendencia a la fragmentacindel espacio social y cultural en varias esferas y circuitos aisladosentre s y jerrquicamente ordenados, ni tampoco hadesmantelado los muros que impiden el acceso y manejo de losdistintos espacios y tecnologas (resultado de la lgica de integracin yexclusin sobre la que descansa el modo de produccin), los cualessiguen cumpliendo tareas de mantencin y perfeccionamiento enla administracin de la produccin, la divisin social del trabajo,y la asignacin desigual de beneficios y excedentes.

    Aunque ms no haya sido para permitir la modernizacin delmodo de produccin, la organizacin espacial del quehacercultural cambi. Han cambiado los lugares, locales y nodos deproduccin e intercambio cultural; han cambiado las zonas,redes y terminales de circulacin cultural; han cambiado losagentes culturales, sus papeles, sus circuitos y esferas deactuacin. Por ltimo, la experiencia esttica de este fin de sigloha sido transformada.

    Estas "transformaciones culturales" fueron resultado de procesos

    y motivaciones diversas. Algunas, como ya lo ha explicado JosJ. Brunner en La cultura autoritaria en Chile, fueron elresultado de la fundacin del modelo cultural modernizadorneoliberal llevado a cabo por las dictaduras militares, yadministrado hoy por gobiernos de corte burocrtico,tecnocrtico o autoritario. Otras son el resultado de la lgicapoltico-econmica neoliberal subsiguiente, que realiza unaagresiva campaa de privatizacin de las instituciones culturalespblicas, transformndolas en empresas con fines de lucro,accesibles a un crculo ms reducido que el pblico, y que actaen contra de la ciudad y de la calle en favor de quedarse encasa, y de cambiar la esfera pblica por mega-espacioscontrolados por corporaciones.

    O son consecuencia de pulsiones del mercado local ointernacional que obligan a los empresarios y comerciantes decultura a realizar una operacin de adaptacin para sobrevivir yderrotar a sus competidores, y que acta en contra del cine y enfavor de los videos, en contra del teatro o la poesa en favor delbaile, de la radio y de los discos, o en contra del libro y losperidicos en favor de la televisin y los juegos electrnicos.Aun otras transformaciones culturales resultaron de los cambiosabruptos en la calidad y forma de vida de la poblacin, de latransformacin del perfil econmico y cultural de los distintossectores sociales, de la consolidacin de la cultura de masasglobal y el consumo masivo de nuevas tecnologas, y no menosimportante, de violentos procesos de integracin, emigracin einmigracin, a raz de lo cual se reactualizan, una vez ms -ansi con variantes y en otros lugares- las situaciones dede(s)culturacin, aculturacin, neoculturacin y transculturacin.

    Cercanas a los planteos de Rama, tanto Beatriz Sarlo en "TheAesthetics of Domination" como Jean Franco en "What is left ofthe Latin American Intelligentsia?" tambin reconocen "losdramticos cambios en la forma de la ciudad" y cmo esto estrepercutiendo y transformando "el paisaje ciudadano familiar"-la

  • repercutiendo y transformando "el paisaje ciudadano familiar"-laeducacin pblica, los peridicos, las libreras, los cafs, loscines y teatros del centro, los espacios pblicos, las institucionessociales y polticas tradicionales- en circuitos anacrnicos,rincones marginales, tugurios, "lugares de pesadilla urbana".

    Tales cambios espaciales estn ntimamente conectados, en elcaso de Sarlo, a la dominacin por medio de la implantacin deuna esttica televisiva (una manera de situarse y relacionarse con el

    mundo) funcional a tales fines, y en el caso de Franco, a ladesaparicin o desplazamiento de la "intelligentsia" tradicional aun segundo o tercer plano (y la consecuente asuncin de un nuevoequipo ligado a los nuevos modos de produccin y circulacin cultural).

    VII. Direcciones

    El proyecto de actualizacin de Rama no puede ser en estetrabajo ms que un planteo, una direccin para la investigacin,y una propuesta de enfoque del anlisis cultural. Tal proyectobusca rescatar un aspecto clave de la obra de Rama ignorado odejado de lado -la base espacial de su planteo, "la problemticaespacial" que organiza el proceso cultural en sus dos libros aqutratados.

    Persigue as mismo contrapesar la tendencia a reducir el anlisisesttico/cultural a una reflexin histrica -a lo largo del eje deltiempo-, o a una reflexin en torno a la estructura de poderinstitucional -vertical- pero que, a causa de lo que Edward Sojallama "la ilusin de la opacidad" y "la ilusin de la transparencia", no presta atencin a la estructura y a la dinmica "horizontal"que articula el proceso histrico, el modelo cultural, el campo deproduccin cultural, quedando de este modo muchos fenmenosculturales sin poder ser visualizados, o sin poder ser explicados.

    A la hora de contrapesar las tendencias mencionadas, cuatrocuestiones necesitarn ser tomadas en cuenta. Primero, la nuevalgica productiva del capitalismo tardo a nivel global, y en elcontexto especfico de Amrica Latina, la fundacin del modelocapitalista neoliberal perifrico. Segundo, el reordenamientoespacial a que obliga la puesta en marcha de tal modelo socio-cultural, y dentro de dicho orden espacial, el campo deproduccin cultural. Tercero, los cambios en la constitucin ypapel de los equipos letrados principales en el marco de dichomodelo (es decir, de aquellos productores culturales que hoy ocupan ycontrolan las zonas claves, los locales centrales, los circuitos principales, las

    vlvulas vitales). Cuarto, sus consecuencias conceptuales,simblicas, emocionales y sensuales, en otras palabras, la lgicaesttica del neoliberalismo perifrico.

    * Publicado originalmente en Angel Rama. Estudios crticos, MabelMoraa, Editor. (pp. 97-122) (Pittsburgh: Univ. of Pittsburgh-InstitutoInternacional de Literatura Iberoamericana (IILI), Serie Biblioteca deAmrica )

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