sobre una semana de bondad
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Sobre Una semana de bondad de Max ErnstTRANSCRIPT
Una semana de bondad apareció por primera vez en 1934 en un formato de cinco cuadernos en los
que se reunieron los siete capítulos que conforman la obra. Cada capítulo corresponde a un día de la
semana, iniciando por domingo, y son distinguidos, además, por llevar el título de cada “elemento
capital” y su “ejemplo” acompañados de un epígrafe o varios.
El primer libro, “Domingo. Elemento: barro. Ejemplo: el león de Belfort”, se nos presentan
una serie de imágenes en las que hombres1 con cabeza de león (o felina), generalmente vestidos a la
manera militar, otras con ropas burguesas y otras menos como mendigos (curiosamente siempre
acompañados de insignias como medallas.), figuran en posiciones de autoridad, elitismo,
dominación, seducción, tortura e incluso crimen junto a hombres normales o mujeres sumisas
siendo agredidas, cautivadas y gratificadas sexualmente.
El elemento designado, el barro, tiene varias acepciones relacionadas con la creación de la
vida, ya Gastón Bachelard y Mircea Eliade hablan del “limo primigenio” donde, para la hilogenia,
nació la vida a partir de la fecundación del agua en la tierra. Por otro lado está la relación directa
con la escultura El león de Belfort2; el artista, el escultor, le da forma al barro y crea con él. La
unión del “elemento capital” con su “ejemplo” puede resultar obvia y ambigua a la vez, pero parece
acercarse más a la composición de las esculturas que justifican el poder (en todo sentido) y, por
ende, a todos sus múltiples extensiones.
“Lunes. Elemento: el agua. Ejemplo: el agua”, mujeres de cuerpos voluptuosos, dormidas o
desafiantes, destructoras de puentes y originadoras de naufragios son las protagonistas de esta serie.
El elemento agua es indiscutiblemente femenino3 y aquí se manifiesta como el placer sexual, el
goce del descanso y la venganza al hombre. Habitaciones empapadas de marea tempestuosa,
piscinas tranquilas que recuerdan las acariciantes olas de la Venus de Botticelli y la ciudad
devorada por las aguas, son los escenarios predominantes. El plenilunio del lunes, día consagrado a
su nombre, refleja, de igual forma el carácter femenino de este aparatado.
En el tercer libro “Martes. Elemento: fuego. Ejemplo: la corte del dragón”, asistimos a una
residencia en donde a hombres y mujeres les nacen alas, el fuego brota como musgo de las paredes,
los cuadros enseñan, al igual que espejos mágicos, visiones diferentes de la escena principal
representada, dragones, reptiles y murciélagos se pasean por la casa presumiblemente como
mascotas de los personajes que pelean, discuten o se besa apasionadamente. Martes, día atribuido al
dios de la guerra en la tradición grecolatina y que se desborda en el motivo del fuego y el dragón. Si
bien, es verdad que el último tiene múltiples simbolismos, al enmarcarlo (con el día, el elemento y
1 Aunque hay una donde una mujer lleva el rostro de león.2 Escultura heroica y gigantesca de Frederich Bartholdi que conmemora la resistencia de la ciudad francesa de Belfort durante la guerra franco-prusiana3 Bachelard
las escenas presentadas) es posible relacionarlo más con el aspecto que lo representa como el
adversario, el enemigo, la tentación, pero, en este caso, no un rival externo, sino interno, parte de
los personajes. Aventurar la idea de que se trata del deseo sexual o la represión no sería errada, lo
apoyarían los cuadros que muestran imágenes con las (posiblemente) verdaderas intenciones de los
personajes.
Cuarto libro “Miércoles. Elemento: la sangre. Ejemplo: Edipo”, hombres pájaro pueblan los
collages aquí presentados. El “elemento” y su “ejemplo” hacen referencia al complejo de Edipo
desarrollado por Freud así como el miedo, prohibición o atracción al incesto. Ojos desperdigados
observan a los personajes con mirada ponzoñosa, eco del clímax del mito de Edipo, quien,
avergonzado y desesperado de haber asesinado a su padre y casado con su madre, se arranca los
ojos con sus propias manos. Los hombres ave visitan a inocentes muchachas encerradas tras
barrotes y, luego de conquistarlas, las maltratan, las violan.
En el quinto libro se agrupan los días jueves, viernes y sábado. Además, jueves tiene dos
ejemplos, el primero “Jueves. Elemento: el negro. Ejemplo: la risa del gallo”, asistimos a las orgías,
violaciones, torturas y homicidios más crueles de la novela. Aquí, hombres gallo dan rienda suelta a
su lujuria que desemboca en perversiones atroces y macabras. Mujeres recostadas en altares o en
camas-ataúd son víctimas dispuestas a sacrificios rituales. Entre los atributos simbólicos del gallo,
se encuentra la de anunciador o heraldo del día, incluso, de la vida, curioso es que esta serie de
collages presentan exactamente lo opuesto: gallos monstruosos anunciando la muerte.
El segundo, “Jueves. Elemento: el negro. Ejemplo: la isla de Pascua” actúan en él hombres
con rostros de las monumentales cabezas de la famosa Isla de Pascua y que han intrigado a la
humanidad desde su descubrimiento en 1722. Aquí, no como supuestos antepasados protectores,
sino como dignos señores adinerados, portando trajes y asistiendo a prostíbulos o como borrachos
consuetudinarios en la cantina de la esquina. Impenetrables gestos de piedra que se mueven en un
ligero eje narcisista entre el vouyerismo y el exhibicionismo. Mirar al otro es contemplarse a uno
mismo.
“Viernes. Elemento: La vista. Ejemplo: El interior de la vista” contiene tres poemas
visuales hechos con la ayuda del poeta Paul Eluard. El primer poema muestra una serie de ready-
mades en los que se combinan huesos humanos (brazos, antebrazos, manos, omóplatos, fémures,
húmeros, etc.) y tallos de plantas, hojas y ramas; cuerpos humanos descarnados y coronados de
flores; mujeres descabezadas naciendo de cajas torácicas, revestidas de creaturas marinas y finos
pétalos, acopladas en una desnudez intrigante enmarcadas en naturaleza fósil o amenazantes
nopales.
El segundo poema inicia con una imagen divina de un niño-anciano sin ojos de sonrisa
turbadora, su aureola circundante hace pensar en un sol en el eclipse. Un par de manos,
presumiblemente las del niño, resguardan un cuaderno en un paisaje costero. Las siguientes
imágenes, enseñan aves de rapiña devorando serpientes; formaciones rocosas de figura humanoide
en un llano desolado; zapatos apilados de tal forma que es posible encontrarle semejanza con un
cisne.
El tercer poema visual enseña una especie de plataforma en la que se enfilan un grupo de
manos entrelazadas en saludo y ojos mirándose mutuamente, remitiendo a la fraternidad, la
solidaridad y la empatía humana.
El último capítulo “Sábado. Elemento: desconocido. Ejemplo: la llave de los cantos” revela
una sucesión de collages donde mujeres en pijama o camisón caen estrepitosamente de las alturas;
en otra, una dama comparte cama con un muchacho en edad púber desnudo; otra más presenta a una
joven en una posición que emula una crucifixión, pero en este caso clavada a una columna
vertebral. Una interpretación del significado de estas imágenes puede especularse del “ejemplo”, la
llave de los cantos, entendiendo el canto como un acto liberador y catártico que se manifiesta en el
goce sexual, la llave de los cantos es la llave al placer.
Bataille, Georges. El erotismo.
3ª edición, Tusquets editores, Barcelona, España: 1979
Ernst, Max. Tres novelas en imágenes.
1ª edición, Ediciones Atlanta, España: 2008
*recuerda poner la bibliografía de
Una semana de bondad
Leonora y Max
El libro ese del surrealismo y los manifiestos
Historia de las vanguardias de Guillermo de la torre
Etc.
saludos
El erotismo
En el libro El erotismo de Georges Bataille, el autor hace un estudio detallado sobre lo que este
concepto significa y su manifestación en el ser humano, profundizando en las aristas menos
conocidas pues vulgarmente se piensa que sólo está vinculado al acto sexual, haciendo uso
indiscriminado de la palabra al momento de hablar de pornografía, sin embargo el erotismo va más
allá, es “la aprobación de la vida hasta en la muerte”4.
Bataille afirma que el hombre vive con un sentimiento de hastío o angustia por la
inmovilidad de la vida. El contacto y la comunicación con otras personas es muy difícil, algunas
veces, imposible o falaz, por lo que siente que “entre un ser y otro hay un abismo, una
discontinuidad”5. La continuidad sólo es dada, en apariencia, en dos momentos: durante el acto
sexual y en el proceso de la muerte. Estos momentos están unidos por una característica en común,
la violencia. No necesariamente se habla de golpes, la penetración, por más ternura que el amante
procure, es una acción violenta. Pero, en cualquier caso, este dinamismo brusco, procura un placer,
una fascinación: “la violencia y la muerte que la significa, tienen un sentido doble: por un lado el
horror nos aleja, vinculado al apego que inspira la vida; por otro, un elemento solemne, al mismo
tiempo que aterrador, nos fascina e introduce un trastorno soberano.”6
El hombre conoce pues la gratificación de la continuidad, pero ésta no puede regir
completamente su vida porque entonces reinaría el caos y su supervivencia sería imposible. Ya en
los albores de la humanidad, esto fue obvio, conduciéndonos a crear fronteras y espacios exclusivos
para el goce, relegándolo a la fiesta, a la intimidad y protegiendo el espacio del trabajo; hay también
4 Bataille, Georges. Pág. 235 Ibid. Pág. 256 Ibid. Pág. 67
una separación del animal que no razona, que realiza todo por instinto y se lanza velozmente a la
reproducción de su fin. Las exclusiones creadas por el hombre, definidas por Bataille, se llaman
interdictos y son prohibiciones como el asesinato, la crueldad, el canibalismo, el sexo durante la
menstruación y durante el parto, el incesto, la orgía, la corrupción de la carne, etc. Resumiendo: la
violencia. En ocasiones, los interdictos pueden ser levantados, pero en la mayoría de los casos se
trata de transgresiones. Atracción y rechazo al erotismo, un constante ir y venir nos define.
Una semana de bondad, la “novela” de Max Ernst, aborda desde diferentes ángulos el
erotismo. Utilizando la técnica del collage y los postulados del surrealismo, Ernst exhibe una serie
de imágenes que retratan toda clase de perversiones. Los protagonistas son en su mayoría hombres
(y mujeres muy escasamente) con cabezas animales (leones, aves, gallos, creaturas marinas) y
objetos inertes (estatuas de la Isla de Pascua) que perpetran en hermosas doncellas insinuaciones
sexuales, violaciones, maltratos, torturas y homicidios.
Por otro lado, por los espacios dónde suceden estas escenas y la vestimenta de los
personajes, es posible intuir que se trata de una crítica a la sociedad burguesa de clase alta, la elite
militar y la aristocracia, grupos sociales que retienen el poder y dictan el modus vivendi de los
grupos inferiores. Bien dice Bataille que los interdictos fueron creados para separar la razón del
desenfreno y el trabajo de la fiesta. Las elites, separadas de labores exhaustivas de horarios largos,
tienen mucho tiempo de ocio, y, de acuerdo a lo propuesto anteriormente, son acosados por ese
sentimiento de hastío, de discontinuidad, con más intensidad.
En la muerte, en la emulación de ella, en la violencia, en la vertiginosidad, en el caos, en el
desorden, los monstruos de Ernst encuentran la liberación, el retorno a la animalidad, pero un
retorno elegido, con todo consentimiento y conciencia:
“en el movimiento de los interdictos, el hombre se separaba del animal. Intentando
escapar del juego excesivo de la muerte y de la reproducción (de la violencia), en cuyo
poder el animal se encuentra sin reserva.
Pero en el movimiento secundario de la transgresión, el hombre se aproximó al
animal. Vio en el animal lo que se escapa de la regla del interdicto, lo que permanece
abierto a la violencia (al exceso que rige al mundo de la muerte y de la reproducción).”7
Podrá argumentarse que es “absurdo buscar una interpretación” a la obra de Ernst, ya que se
trata de un producto surrealista, sin embargo hay motivos, símbolos y temas que son demasiado
recurrentes para encontrarse de manera arbitraria, además los arquetipos son inherentes en el
7 Ibid., págs. 116-117
hombre. Además, esta interpretación se trata de una propuesta ya que Una semana de bondad es una
obra abierta y admite millares de lecturas.