John corre a través de la plaza del centro del pueblo. Cuando llega a donde hay John corre a través de la plaza del centro del pueblo. Cuando llega a donde hay un mapamundi le da unos pisotones extras a Australia y piensa en su padre. Ya un mapamundi le da unos pisotones extras a Australia y piensa en su padre. Ya solo falta un día para que regrese a casa de su viaje. Después de cuatro meses, solo falta un día para que regrese a casa de su viaje. Después de cuatro meses, dos semanas y un día por fin se va a encontrar con su padre. John sabía que dos semanas y un día por fin se va a encontrar con su padre. John sabía que tenía algo que ver con el trabajo, pero de todas maneras le había parecido tenía algo que ver con el trabajo, pero de todas maneras le había parecido innecesario que se fuera. Trabajar, lo podía hacer en Suecia, ¿no?innecesario que se fuera. Trabajar, lo podía hacer en Suecia, ¿no?

La excursión de pesca de JohnUna historia de Evelina y Jeanette de Suecia

Desde que él se fue, John le había escrito varias cartas a la semana. El solía sentarse en la playa y ansiosamente mirar hacia el horizonte. Desde allí iba a llegar su padre. Su querido padre... Cuando John llega a la casa no puede encontrar a su hermano. Él le llama lo más alto que puede pero nadie está en casa. ¿Dónde estará? Se suponía que tenían que pescar juntos hoy. Resignado coge su caña y la de su hermano y empieza a caminar hacia la playa.

Cuando llega a la mitad del camino y va a pasar por debajo de la línea eléctrica, oye voces; suenan como las de su hermano y sus amigos. John los ve en el polideportivo. ¡Pues qué bien, asi puede acompañarlos a pescar de todas maneras! Él va caminando a lo largo de la valla, buscando la verja para poder entrar. De pronto, las voces se alzan. Ahora John está tan cerca, que ve que no está solamente el grupo de su hermano, si no también unos chicos mayores.

Sus voces suenan amenazantes y John entiende que su hermano y los amigos tienen cosas que hacer, antes de que llegue la medianoche. Después se van. John llama a su hermano. “Michael, tu tenías que acompañarme a pescar!” Su hermano lo ve y corre hacia el cercado. “¡No puedes estar aquí! Vete a casa, y espérame allí, yo voy después.”

Michael regresa con sus amigos que se unen haciendo un círculo y empiezan a cuchichear agitadamente entre ellos. John ve que están preocupados por algo. Hacen la señal de la pandilla y después se van corriendo.

John suelta las cañas de pescar que tiene en las manos y les sigue a escondidas. Van hacia la estación de trenes y se paran detrás del almacén del quiosco. Miran ansiosamente a su alrededor antes de juntarse para romper la puerta. Dos de los amigos de Michael se quedan afuera y los demás entran.

John se esconde en el parque, detrás de un arbusto para poder ver lo que hacen. Se demoran y se empieza a aburrir. Él coge un diente de león que está entre las malas hierbas y lo sopla. De pronto todo se pone negro. Alguien le tapa la boca tan fuertemente que casi no puede respirar. Comienza a patear con desesperación para liberarse, pero las fuerzas se le acaban cuando le empieza a faltar el aire.

Cuando se despierta se encuentra en un campo de avena, sus pies están atados al igual que sus manos y tiene puesta una mordaza. Él oye voces, se acurruca y se pone lo más tieso posible. Una de las voces se acerca y lo llama. ¡Es Michael! John intenta liberarse y al final consigue soltarse las manos. Se quita la mordaza de la boca y lo llama de vuelta. Él no consigue levantarse, pero levanta el brazo y hace una señal. Entonces Michael lo encuentra y lo levanta. “Vamos para la casa” dice él.

Temprano a la mañana siguiente están sentados en el puerto esperando al padre. “¿Cómo me encontrasteis?” le pregunta John a su hermano cuando pasa un rato. “Bueno, como comprenderás... Los chicos mayores con los que tú viste que estábamos hablando en el polideportivo... Nos amenazaron. Nos obligaron a buscarles cocaína. Para estar seguros de que no se la daríamos a la policía, te cogieron como rehén. Teníamos que darles la cocaína para volverte a ver.” Justo cuando él había dicho esto vieron las velas del barco que habían estado esperando tanto tiempo.

Durante la cena por la tarde hablan sobre el trabajo científico en Australia. El papá está moreno como una galleta de jengibre y su pelo está más claro. Pero el tiempo pasa volando y como hay escuela al día siguiente John tiene que irse a acostar. Él rodea la mesa y le da a su padre un gran abrazo de buenas noches. Entonces el padre le pasa algo a escon-didas por debajo de la mesa. John, junto al borde de la misma, mira lo que es. Un billete para ir a Vemdalen, y su padre tiene el otro. ¡Sólo ellos dos en la sierra una semana entera!

Ellos partieron el sábado de esa misma semana. Cogieron su equipaje y fueron caminando hacia la urbanización de casas de campo, para buscar la cabaña donde tenían que dormir. Allí dejaron sus cosas y se fueron para una cabaña de After-ski para cenar. Lo primero que ven al entrar es un piano viejo y lleno de polvo. La música festiva se va silenciando cuando el padre de John empieza a tocar el piano. De pronto una niña comienza a cantar. John piensa que esta podría ser la mejor semana de toda su vida...