sujeto fabulado i notas

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psicoanalisis

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  • Marcelo Percia

    sujeto fabulado Inotas

  • Percia, Marcelo sujeto fabulado I : notas. - 1a ed. - Adrogu : Ediciones La Cebra, 2014. 352 p. ; 21,5x14 cm.

    ISBN 978-987-3621-04-8

    1. Ensayo Psicoanlisis Filosofa. I. Ttulo CDD 190

    Marcelo [email protected]

    Dibujo de tapa: Franz Kafka, Diarios, 1910.

    EditorCristbal Thayer

    Esta primera edicin de 1700 ejemplares de sujeto fabulado I. notas se termin de imprimir en el mes de agosto de 2014 en

    Encuadernacin Latinoamrica, Zeballos 885, Avellaneda

    Queda hecho el depsito que dispone la ley 11.723

    Marcelo Percia renuncia al cobro de los derechos de autor cuando este libro sea vendido para alumnas y alumnos de la Facultad de

    Psicologa de la Universidad de Buenos Aires

  • sujeto fabulado Inotas

  • 7Sujeto fabulado atiende diferentes empleos de la palabra sujeto y ejercita enunciados que se proponen desconcertar automatis-mos del sentido comn.

    Este libro no pretende a la filosofa ni al psicoanlisis, tampoco a la poesa ni a la literatura, practica una ficcin ensaystica y trata de responder ante urgencias clnicas.

    Intenta pensar usos del vocablo sujeto. No se propone una teo-ra de lo que concibe y captura la palabra sujeto, sino observa-ciones (no observancias) en lecturas clnicas.

    Trata de ir ms all de la idea de sujeto para probar qu pasa con el pensar.

    Ante la pregunta quin habla cuando alguien est hablando?, se podra responder: habla la culpa, habla el desafo, habla la moral, habla el herosmo, habla la ambicin, habla el abando-no, habla el dinero.

    No habla alguien que est antes del decir ni hablan personas que se vinculan entre s, sino figuras que habitan vidas hablantes creando la ilusin de existencias que sienten culpa, asumen de-safos, acarrean una moral, se comportan con herosmo, experi-mentan ambicin, sufren abandonos, se representan teniendo o no teniendo dinero.

    Protagonizamos vidas que no gobernamos. Un no dominio peculiar que nos hace creer que podemos mandar. Un no go-bierno que se presenta como libertad.

  • 8Tal vez estos tiempos asuman la tarea de terminar de despren-derse de las ideas de esencia, sustancia, fundamento.De agitar la inmovilidad de invenciones llamadas sujeto, ser, persona, identidad, yo, s mismo, interioridad, psiquismo.

    No se trata de salvar la nocin sujeto adosndole participios: dividido, estallado, fragmentado, debilitado, abismado.Los participios participan de la fbula: completan, auxilian o modifican algo que florece fortalecido.

    Los participios pasados sugieren una condicin o adosan una cualidad que se presenta como ya adquirida.

    Este libro interroga la soldadura ms o menos reciente de la palabra sujeto con la idea de ser humano. As como la propen-sin, de las criaturas hablantes, a ilusionar un ser ms all de la momentnea existencia viva.

    Interroga qu sucede si se intenta pensar, hasta las ltimas consecuencias, sin la fbula de sujeto?Cmo sera la vida sin las ideas de ser, identidad, s mismo, psi-quismo?, cmo sera sin relaciones de propiedad (mi cuerpo, mi pensamiento, mi vida) y sin relaciones de atribucin (heroico, seductora, psictico)?, cmo seran las proximidades y distan-cias entre dos, tres, veinte, miles, sin la idea de unidad?

    Pero, qu queda? Quedan velocidades que bocetan rostros/mscaras/cuerpos que suenan o hablan para otros rostros/ms-caras/cuerpos bocetados. Un rostro, una mscara, un cuerpo, son demoras de la velocidad. Escribe Saint Pol Roux (1940) Amor: dos velocidades que se pene-tran y se fijan (se detienen) en un beso.

  • 9Rostro/mscara/cuerpo que habla, pero no emite palabras des-de una interioridad ya hecha, sino que el hablar que se propaga afirma o crea la existencia de alguien al que le crecen odos para escuchar o nacer en lo que se est diciendo.

    Dice el Movimiento: El impulso no cesa.Dice la Rapidez: Primero, yo.Dice la Velocidad: En el momento fui lentitud; en el instante, inmovilidad.

    El emisor no precede al decir: cuando vibra lo dicho, inventa en ese vibrar un cuerpo/mscara/rostro que se apresura a hablar temblando. La memoria de un s mismo interior es resonancia de ese sonar que persiste.

    Cuando alguien camina, no camina la persona, ni el yo, ni la voluntad; ese lugar lo ocupa el caminar, el ir y el volver, el llegar a tiempo o arribar tarde, el espacio por recorrer, la huella por dejar, el alejarse de algo o de alguien y el acercarse ms, el encuentro posible y la partida, el movimiento que con-cita piernas y pies, brazos y cabeza, cuerpo que vive por ese movimiento.

    Miles de referencias no alcanzan para marcar un territorio en la inmensidad. Ensayo, ficcin, clnica, navegan lo inabarcable.

    Clnica como estado en el que se advierte que los pensamientos que parasitan y torturan la vida son los mismos que ayudan a vivir.

  • 10

    La idea de pensamientos que siendo los mismos son otros o que siendo otros son los mismos, est presente en Pierre Menard, autor del Quijote de Borges (1941). Explica que Menard no copia ni se identifica con Cervantes, sino que escribe el Quijote de Cervantes (palabra por palabra y lnea por lnea) trescientos aos despus, siendo Pierre Menard. Comenta Borges: El tex-to de Cervantes y el de Menard son verbalmente idnticos, pero el segundo es casi infinitamente ms rico.

    Entre algunos psicoanalistas, la idea de sujeto transporta la ilu-sin de un ser.

    La expresin ensayo ficcional derrama una idea sobre otra: cuan-do el ensayo copula con la ficcin, el pensamiento se resiste a re-flejar el sentido comn, a la vez que rehsa establecerse como sistema afirmado en s mismo.

    Ensayo clnico ficcional como recoleccin de ideas que flotan tras el naufragio, piezas dispersas de culturas que llegan a una orilla tras el hundimiento de la embarcacin, restos que sobre-viven al programa de la ilustracin universitaria.

    La escritura del ensayo, la prctica del psicoanlisis y el oficio del profesor tienen inclinacin a irse por las ramas.Asociacin libre no equivale a irse por las ramas. Asociacin libre nombra la astucia del psicoanlisis para burlar controles de la conciencia y acariciar el secreto de los sntomas hablando de (lo que parece) cualquier cosa. Perpleja y aturdida ante el vrtigo de conexiones sin necesidad, la conciencia se muestra (por un momento) como lo que obra no siendo: hue-co herido, multiplicidad de costuras labradas en el vaco, una nada que respira entre los labios del sentido.

  • 11

    Irse por las ramas supone desprenderse de la fijeza del tronco, practicar la diseminacin.

    El ensayo pierde inters incrustado en una clasificacin, mode-lo o gnero; el psicoanlisis aburre si se reduce a que alguien se refiera slo a lo que padece; del profesor universitario se podra prescindir si se limita a repetir un programa.

    Lo fragmentario del ensayo ficcional sigue el ritmo argumenta-tivo de lo inabarcable. Evita el blablabl macizo de lo resuel-to (incluso aquel disimulado por la fingida modestia de los condicionales). Lo fragmentario no es exageracin del punto y aparte, sino silencio; no es impotencia, sino impoder. Si impotencia es orgullo herido que pretende todo, impoder es potencia de lo limitado. Lo fragmentario comienza y se interrumpe como sorbo.Lo fragmentario no es pereza que se niega a trabajar en la arti-culacin de lo disperso, sino fascinacin y encantamiento por lo que se esparce.Lo fragmentario ofrece tambin una manera del pensar en co-mn que practica la momentnea proximidad de lo lejano, la reunin de lo que no se une, de lo que vive desunido.

    No hay un yo que piensa, el pensar acontece como rfagas, re-molinos, sacudidas de voces, muchas veces, inauditas.

    La audicin y expresin de esos vientos que hablan gustan de formas fragmentarias.

    El sentido comn disciplina y contiene audiencias, el pensar en comn destella, relampaguea, pulsa demasas: demasiada humanidad, la humanidad; demasiada historia, la historia; de-masiado pensamiento, el pensamiento.

  • 12

    Si el ser en comn inventa religiones, naciones, ciudades, clases sociales, escuelas, fbricas, redes, clubes, familias, el estar en comn seala la fatalidad de proximidades y distancias entre vivientes que hablan (casi siempre) lenguas diferentes.

    La escritura fragmentaria, en este libro, se corresponde con lecturas fragmentarias que toman, de aqu y de all, cosas to-madas por otros.

    Escribe Oscar Wilde (1891): El misterio del mundo es lo visible, no lo invisible. La pregunta es cmo se da a ver lo que se ve, cmo se da a pensar lo que se piensa. El misterio reside en cmo ha sido posible lo visible.Escribe Paul Klee (1940) No se trata de reproducir lo visible, sino de hacer visible lo invisible. Tal vez se trate de hacer visible lo visible. No ahogar ni clausurar su poder de insinuacin. Lo visible no importa como ya visto, sino como promesa de algo entrevisto.Escribe Foucault (1966) a propsito de Blanchot: la ficcin con-siste no en hacer ver lo invisible, sino en hacer ver hasta qu punto es invisible la invisibilidad de lo visible.La ausencia habita la presencia: la ausencia se da a la presencia sin dar toda su potencia.La ficcin ensaystica presenta una narrativa de ausencias por venir: potencia inminente.

    Lo invisible no es el reverso de lo visible, sino su promesa.

    Promesa sustrada de la finalidad, el porqu, la utilidad.

    Tiempo y movimiento habitan en lo visible como invisibilidad.

    Este libro no ofrece un catlogo de citas y fragmentos sobre la palabra sujeto en la historia de las ideas. El coleccionista hace alarde de las piezas que posee, a la vez que vive esclavo de tener que completar la serie.

  • 13

    Lo fragmentario se corresponde con un dilogo clnico siempre interrumpido, escuchante de lo que lo interfiere.

    El dilogo clnico des-piensa: intenta desprender, poner en entre-dicho o en narrativa opcional, eso que se piensa en la ilusin que llamamos nosotros mismos.Dilogo que, por momentos, imita el vrtigo del sueo.

    El fetiche de la impotencia late en la ereccin, su divisa el fra-caso, su pasin la envidia.

    El impoder practica la tirada de dados, el momento entusiasta de la posibilidad, la sugestin de lo posible.

    Pensar es arrojar los dados, escribe Deleuze (1972).

    Agito cinco dados en un cubilete, escucho el sonar de lo posible (lo posible suena como martillazos o cabezas que chocan con-tra las paredes del encierro).Antes de la tirada, se debaten nerviosas todas las combinacio-nes posibles.Una tirada de dados nunca abolir el azar (Un coup de ds jamais nAbolira le Hasard) de Mallarm (1897), termina con un verso que dice: Todo Pensamiento emite una Tirada de Dados.

    Clnica como deliberacin y como fuga, como invencin de argu-mentos que nos rescatan del tedio de las interpretaciones. Clnica (si no como experiencia de des-sujecin) como risa que desafa la solemnidad de las figuras que pretenden abolir al azar.

    Samaniego (1781) relata una fbula sobre proyectos inteligen-tes que no se realizan. En el Congreso de los ratones se aprueba

  • 14

    por unanimidad echarle un cascabel al peor enemigo y de esa suerte / al ruido escaparan de la muerte. Pero, quin le pone el cascabel al gato? Uno por corto de vista, otro por muy viejo, otro por dolorido, ninguno de los presentes se anima a llevar a la prctica la maravillosa idea.

    La clnica pone el cascabel al gato? Trata de advertir (haciendo sonar) los modos en que las figuras que dominan una vida per-suaden la conveniencia de sus dulces tiranas.

    En el impoder reside el secreto de la potencia clnica.Cada encuentro clnico termina con un lmite (dejamos, por hoy, ac) y una promesa (seguimos la prxima). En el impoder vive el entusiasmo por lo que an no se puede pensar.

    Tiene ms de noventa y est internada en la sala de un hospital pblico. Dnde estn mis zapatos?, pregunta a la enfermera.

    Por qu, abuela, se piensa ir?

    No.

    Y, entonces, para qu los quiere?

    Los quiero porque s!A veces, el porque s del impoder sostiene la nica libertad posible.

    El psicoanlisis ofreci una gran posibilidad al pensamiento intelectual de los aos sesenta y setenta que se difunda en algunas ciudades de nuestro pas. Con el tiempo, toda gran posibilidad pone a la vista que supone, tambin, una gran li-mitacin. Este libro celebra esa gran posibilidad y soporta la gran limitacin.

  • 15

    Ensaystica clnica ficcional atiende sufrimientos que derivan de errores, desmesuras, injusticias de la civilizacin del lenguaje.

    Se intenta intervenir la idea de sujeto para advertir automatis-mos que se nos imponen para decir o pensar lo que nos pasa. Decime, qu te est pasando? El lenguaje con su cinta infinita envuelve la ficcin humana para que no nos pase la vida abusiva. No s qu me pasa. El extraamiento no es una ajenidad, sino un exceso.

    Quiere dormir, las horas no pasan nunca.

    Escribe Augusto Monterroso (1959): Cuando despert, el dino-saurio todava estaba all.

    Que somos sensibilidad de pasaje quiere decir que no somos antes, sino tras ese pasaje.Existimos no siendo.

    Algo que tras el paso de una intensidad estalla como sensibili-dad impresionada o sensibilidad que se sabe por el surco que deja esa intensidad. Las caricias del lenguaje abrevian el pasaje de la nada a lo humano.

    Somos nada, pero nada no significa nada (lo opuesto al ser), sino existencia ms all, no colonizada o auxiliada por el cuerpo del lenguaje (la lengua como historia viva de quienes hablan). Dice: Me pasa que la extrao, como si ella no dejara de pasar en sus pensamientos o visiones.

  • 16

    Se inquiere: Qu te pasa, quers pelear?, como si se adivi-nara en el otro la presencia de una maliciosa intencin que lo domina.

    La expresin sensibilidad de pasaje alude a una sensibilidad pen-sada sin la idea de interioridad, una sensibilidad que desborda permetros o compuertas de los cuerpos y las conciencias.

    En un grabado en madera que se llama Rind (corteza o cscara) de 1955, Escher propone una cinta que se eleva en forma de hlice creando un volumen que da idea de una cabeza, rostro, cuello, humanos. La envoltura, ceida en el aire como contorno de una corporeidad vaca: ilusin que abraza o rodea un hueco mullido de nubes o vapor de cielo.

    Escribe Elliot (1925) Somos los hombres huecos / los hombres relle-nos (We are the hollow men / We are the stuffed men).Vacos, huecos para ser llenados: obrados por palabras.

    Dgame, qu le est pasando?

    El enunciado sensibilidad de pasaje indica una sensibilidad que no posee lo que pasa por ella.La pregunta siempre ser cmo los cuerpos de las criaturas que hablan se ofrecen a ese pasaje.No se trata de que algunas criaturas vivan ms permeables que otras, sino de que lo que pasa por algunas sensibilidades es inmenso. Como si no fuera posible tanto o como si la esponja por la que pasan ocanos pensara (si le fuera dado pensar) en disolverse y, en seguida, quedara apresada por el terror de desaparecer.

  • 17

    La cultura de la Ilustracin europea llam sujeto a una inven-cin que hizo pasar por entraable realidad humana.

    De todas las desmesuras de la historia, la de sujeto dueo de s es una de las ms incisivas.

    El psicoanlisis atendi padecimientos por esa desmesura. Escuch cmo, aprisionada en esa hermosa creencia, la vida humana se consuma.

    La nocin de un individuo racional, varn, burgus, europeo, soberano, fabula la idea de sujeto moderno como ilusin de un dios humano.

    Mujeres, nias y nios, locas y locos, explotadas y explotados, la vida humana inclasificable, atestigua desde mediados del siglo diecinueve el malestar de esa fbula.

    Marx (1844) denuncia que el trabajador no es un hombre (o es un hombre que vive sin otra posibilidad de s) que slo existe como capital viviente que conserva su existencia si trabaja. En un mismo movimiento, el trabajador que produce el capital es producido por l. A la vez que se produce la ilusin de s mis-mo, es producido (antes que como hombre) como mercanca. Si el capital no lo disea como un actor necesario (con trabajo y con salario) deja de existir como trabajador. Sin esa existencia le queda hacerse sepultar o dejarse morir. Un trabajador sin trabajo es un fantasma que merodea fuera del mundo (capita-lista). La produccin no fabrica un hombre, sino una mercanca llamada trabajador. Una inexistencia nacida como existencia en tanto fuerza de trabajo, una plena nada transformada en f-bula social.

  • 18

    El deseo muerde anzuelos ofrecidos por el mundo social, pero a veces escapa con su boca desgarrada: no slo escapa insatis-fecho sino tambin herido por eso mismo que se ofreca como satisfaccin.

    Marx advierte que el capitalismo decide quin es quin. Clasificacin que habilita violencias y matanzas.

    No se trata de que el trabajador tenga derecho a ser hombre, sino de que liberndose de la condicin de mercanca fabricada por el capital, libere a todo lo viviente de la sangrienta clasifica-cin que instituye la idea de humanidad.

    La percepcin de que sufrimos por un error enraizado en el lenguaje est presente en la obra de Nietzsche.

    Se trata de pensar los usos del vocablo sujeto para despejar de qu modo el sufrimiento humano se compone o conjuga con ese automatismo de la lengua. La lengua no es slo la lengua.Un odo no slo percibe sonidos que salen de la boca de al-guien que habla, la fsica de la audicin y la acstica vibra en el cuerpo de una lengua que habla: el lenguaje deviene lengua que habla sola. Saussure (1913) distingue entre lengua y lenguaje: la lengua ex-presa estados de lenguaje hablados por la historia social.

    Suele advertirse el problema de la libertad cuando no se sabe cmo librarse de un sufrimiento. Incluso, se entiende en ese momento que no es fcil precisar qu nos hace sufrir. Eso que consideramos el motivo de nuestro sufrimiento tiene la cuali-

  • 19

    dad de implantarse como pertenencia personal: como posesin que nos posee.

    La necesidad de decir que la idea de sujeto es fbula, pulsa por todas partes: tambin en contacto con las psicosis internadas en los hospitales de la pobreza.

    Por el momento, en este libro se emplea la palabra psicosis para nombrar vidas arrasadas por intensidades que son demasa para un solo cuerpo. Intensidades que el cuerpo social no puede ni sabe alojar.Tambin se emplea la palabra psicosis para empujar el pensa-miento hasta el lmite de lo concebible.

    Psicosis como indicacin de algo que lleva a pensar ms all.

    Una de las paradojas de la civilizacin es que se da una so-ciedad para alojar intensidades que son demasiado para un solo cuerpo, a la vez que expulsa a quienes son sensibles a esas desmesuras.La locura es una sensibilidad solitaria.

    Dice la Muerte: Soy tu condicin trgica!

    Dice la Demasa: Soy el ocano pasando a travs de la esponja!

    Eso que insistimos en llamar sujeto no est en las mujeres y hom-bres que desvaran. No est en el yo que habla, en la conciencia que piensa, en la memoria que colecciona recuerdos y olvida. No est entre quienes viven aterrorizados por alucinaciones que se imponen o tomados por delirios que extravan. No est entre quienes se pierden en el alcohol y las pastillas. No est en la ilusin de una interioridad que se presenta devastada.

  • 20

    Esa vacancia insoportable es ocupada por el poder psiquitrico y las teoras psicolgicas, la ilusin qumica y las neurociencias, las rutinas disciplinantes de la enfermera, el dominio moral de una autoridad, el goce de la crueldad y la violencia.

    Las psicosis ponen a la vista que el lugar de sujeto puede pensar-se como territorio en disputa.

    Cuerpo social no es lo mismo que sociedad, tampoco equivale a la masa de un gigante formado por multitudes adhesivas. Este libro llama cuerpo social a la proximidad del desconocido que se da en la voz que dice cualquier cosa que necesite estoy ac.

    A veces, la figura que ocupa el lugar de sujeto en el encierro es la transa: excitacin de intercambios urgidos que siguen el mnimo cdigo de te doy, me das que abarca cigarrillos, yerba mate, dinero, drogas, sexo, proteccin.

    La transa no importa por la cosa que se intercambia, sino por la excitacin del intercambio.

    En la soledad de los campos de algodn, del dramaturgo francs Bernard-Marie Kolts (1987), pone a la vista la cuestin del de-seo como ansia que esclaviza.

    Dos nerviosismos se cruzan en medio de la noche, el personaje que se presenta como especie de dealer dice Si camina por la calle, a esta hora y en este lugar, es porque desea algo que no tiene, y ese algo, yo, puedo drselo. () Me acerco a usted, pese a ser la hora en que el hombre y el animal se lanzan salvajes uno sobre otro, me acerco, con las manos abiertas y las palmas giradas, con la humildad del que propone frente al que compra, con la humildad del que posee frente al que desea () dgame qu cosa desea porque yo puedo drsela, se la dar con

  • 21

    suavidad, casi con respeto, quiz con afecto; y tras haber colmado los huecos y allanado los picos que hay en nosotros, nos alejaremos uno de otro, en equilibrio sobre el delgado y plano hilo de nuestra latitud, satisfechos en medio de los hombres y los animales insatisfechos de ser hombres e insatisfechos de ser animales. El autor describe el encuentro como deal: transaccin que se realiza en un espacio prohibido o no controlado; en lugares neutros, indefinidos, no pensados para la cita entre un proveedor y un cliente; trato que se celebra mediante un entendimiento tcito o un cdigo de signos convenidos o un dilogo de doble sentido (con el fin de evitar la traicin o la estafa) a cualquier hora del da o de la noche.En la soledad de los campos de algodn (en el ttulo se hace referen-cia a los tiempos de esclavitud en el sur de los Estados Unidos a fines del siglo diecinueve) se encuentran dos nerviosismos: uno ofrece cualquier cosa y todo lo que el deseo puede anhelar, el otro vive empujado por impulsos que no sabe ni domina.

    Las psicosis hospitalizadas en la pobreza narran devastacio-nes de la esclavitud: persistencias esclavas de deseos que no se poseen. Existencias humanizadas por transas que inyectan nerviosis-mos y crean la ilusin de ser alguien que desea para otro que promete algo para satisfacer ese deseo.

    Lo humano se conforma como hueco que se ofrece para ser colmado o llevarse como desdicha que pesa in-colmada.

    Cuando el cuerpo social se vuelve cuerpo paranoico, la sensibili-dad que dice esto es mucho para m, se vuelve loca.

  • 22

    La idea de una interioridad con elevaciones y profundidades, con llanuras y bosques, con desiertos y poblados, imita las for-mas con las que se piensa la tierra.

    Este libro llama cuerpo social paranoico a la proximidad que ase-dia a quienes viven habitados por sufrimientos inmensos.

    La satisfaccin es pariente de la finalidad.

    La finalidad ocupa el lugar de autoridad a la que, tarde o tem-prano, llegan mendigantes las acciones humanas.

    Dice el Cuerpo Social: Ofrezco relevo sin importar a quin!Inquiere el Cuerpo Paranoico: Identifquese!

    Casi no duerme, no puede parar de hablar, pasa de una cosa a otra sin terminar una idea. Ese nerviosismo trata de adormecer, confundir o distraer pensamientos que amenazan con matarlo.

    Las psicosis testimonian qu queda de una vida sacrificada al poder de un Amo. Ponen en escena la contencin y la tirana de figuras que se aduean de una vida. La tenacidad imperativa de sus voces alucinadas.Las figuras que nos hacen sufrir no se presentan slo como dspotas, autoritarias, abusadoras; se imponen seductoras, fascinantes, protectoras.

    Las psicosis permiten percibir que cuando la vida es asaltada por fantasmas o figuras que no se detienen, las energas que habitan los cuerpos vivientes, se enferman.

  • 23

    Dice la Crueldad: Dame ms, dame ms, ms!

    Las psicosis ayudan a advertir la locura como hemorragia de intensidad (apenas) sosegada por figuras de crueldad.

    A veces, la crueldad es la nica compaa confiable en la desolacin.

    La expresin sujeto fabulado anticipa que esa invencin fabulosa derrapa hacia la desmesura.No sujeto fabulador, ni sujeto que fabula, ni sujeto de la fbula, sujeto fabulado (sin artculo el) como ilusin de una civilizacin de in-dividuos libres que niegan, as, las condiciones de su sumisin.

    Sujeto fabulado como composicin o ensamble de un desvaro.Sujeto fabulado como existencia que carga figuras que dominan una vida a la vez que dan ilusin de s.

    Sujeto fabulado por el pensamiento europeo de la Ilustracin. Fabulacin como irradiacin y propagacin de una lengua. Sujeto: pliegue fastuoso en la nada. Mgica y fascinante resulta la insinuacin de un pliegue en lo que, si no, sera una inmensa superficie lisa.

    Pliegue como inflexin que sugiere una interioridad que no tiene. Belleza de lo que se ahueca o simula cavidad: las arru-gas en las sbanas y las mantas que quedan en la cama, dan a entender el trajn de los cuerpos.

    Enigma sutil de un movimiento debajo de la alfombra. Deleuze (1988 a) observa que el pliegue es un estado de la po-tencia. Envoltura que no encierra ni cubre: abraza como tela o piel de agua. Escribe: El despliegue no es, pues, lo contrario del pliegue, sino que sigue el pliegue hasta otro pliegue.

  • 24

    En La Ola del grabador japons Hokusai (1760-1849) el mar, en plena tempestad, alza una gran mano que amenaza con envol-ver a una frgil embarcacin humana.

    El mar se extiende ondulante entre el horizonte y la orilla. Cada tanto una elevacin que se arquea hace un hueco, cavi-dad, cilindro, en su propia curvatura que simula una cortina de espuma o de s, hasta disolverse, esparcirse, extenderse, sin aviso, en un estallido que se difunde hacia los costados de esa onda que se alarga hasta cesar caprichosa en otro movimiento que la prolonga. Curvatura de una extensin que traza en el aire la sugerencia de una interioridad que no tiene o tiene la vida de un instante.

    Cubre la tierra con la fina extensin de un cuerpo de agua, cuando se retira la orilla burbujea.

    No hay interioridad humana, sino incesantes movimientos que ahuecan como abrazos de agua en el aire.

    La coleccin de esos movimientos se conoce como memoria, identidad, historia personal.

    La fbula de sujeto alucina un lugar soporte o sostn que carga con invenciones y fantasmas de un lenguaje (que casi por su cuenta) impone enunciados que existen para reinar sobre las vidas humanas.

    La fatalidad de la carga est en el lenguaje.

    Digenes recomendaba vivir slo con aquello que se podra cargar en un largo viaje.

  • 25

    Se atribuye a Chuang Tzu (siglo II a. C.) esta idea: el hombre sabio lleva su bote vaco.Nietzsche (1883) advierte que el hombre como el camello se arrodilla y se deja cargar bien.

    Se advierten en este texto diferentes inclinaciones o mpetus: glosas de pensamientos, ficciones clnicas, pruebas de cmo se dira.

    Por momentos, este libro rene fragmentos que precisan una idea de sujeto como disponibilidad que puede ser ocupada por diferentes figuras que asumen una posicin de Amo.

    Tal vez, no pensar en trminos de (el) sujeto, sino de figuras que ocupan ese lugar, ayuda a desprenderse de la pertinaz fbula moderna.

    Gustavo von Aschenbach, el personaje de La muerte en Venecia de Thomas Mann (1912) se desvanece, antes de morir, sentado frente al mar, cautivo de la hermosura de un muchacho que ama en silencio: Aquel que ha contemplado la belleza est condena-do a seducirla o morir.Mann concluye que quien vivi para alcanzar una belleza ex-cepcional, slo admite descansar ante lo que parece perfecto.

    La belleza ocupa el lugar de sujeto en la novela de Thomas Mann.

    Por ahora, se conserva en este libro la idea de sujeto no como nombre de un supuesto ser, sino como disponibilidad que pue-de ser tomada.

  • 26

    No se trata de sustituir una idea por otra. Superponer una creencia encima de otra. No se propone tapar la idea de ser con la de vaco ni la de sujeto con la de figuras que nos gobiernan, sino de hacer lugar a la pregunta de cmo sera la vida sin esas ideas.

    Por momentos, este volumen agrupa pasajes que presentan formas de decir lo que pasa por esa ficcin que llamamos s mismo, modos de expresin sin el imperio de la idea de sujeto.

    Razn, Conciencia, Yo, son formaciones que tratan de entroni-zarse en la posicin de sujeto. El lugar de sujeto suele estar ocupado por figuras que arman tiendas de negocios (ms fijas que provisorias) en un desierto.

    Diferentes figuras se disputan esa disponibilidad.

    Sujeto, Yo, Identidad, Mismidad son delirios de grandeza de la individualidad.

    El modesto inters que presenta el empleo de la idea de figuras (en plural) es el de aliviar la vergenza de seguir escuchando hablar de el sujeto con tanta ligereza.

    En la fbula de sujeto late una de las mayores arrogancias de la modernidad europea: por donde se la mire, parece megalmana.

  • 27

    Sujeto fabulado como delirio de grandeza, como pensamiento que alucina el mundo y las cosas, como amo de todos los seres vivos, como tirano posesivo del deseo del otro.

    Cmo incinerar un pensamiento sin hacer arder la cabeza?

    Recuerda que, cuando despert, en la cocina reluciente, el cuerpo de la madre colgaba de un cinturn que le apretaba el cuello. Tena once aos.

    El hombre slo alcanza alguna tranquilidad en la suciedad. Vive en una casa llena de gusanos. Manchas grasientas, polvos mugrientos, restos de comida en platos y ollas sin lavar y des-perdicios conservados en estado de descomposicin, se ense-orean en el espacio que habita. El olor pestilente de lo que se pudre inunda el ambiente. La suciedad, por momentos, ofrece lo que las drogas no consiguen: acallar pensamientos que ase-dian. Impulsos que emiten rdenes que enceguecen el entendi-miento y encienden el cuerpo que no conduce: se vuelve loco cada vez que ve o presiente la silueta de una nia. Entonces, se encierra en su casa sin ver a nadie. Permanece envuelto en una manta nauseabunda. La suciedad que cultiva, se impone a la suciedad que lo esclaviza. Expresa la voluntad de que, tras su muerte, el cadver sea reducido a cenizas. Imagina que, tal vez, las cenizas venzan a los gusanos que, si no, brotaran de un organismo que sobrevivira sin control.

    No habitada por la palabra, por la ilusin de ser, por la ficcin de identidad: la vida, qu vida?

    As como una mujer o un hombre sin trabajo piden (en el mun-do capitalista) ser explotados para seguir viviendo, necesita-mos de las palabras, el ser, la identidad.

    El problema no reside en esas pertenencias necesarias, sino en el culto de la propiedad. Pertenencias como circunstancia de quien dice pertenezco a este tiempo.

  • 28

    Este libro trata de sustraer la idea de sujeto y seguir pensando alrededor de ese vaco, con el vrtigo de ese abismo y el alivio de no tener que llevar esa carga.

    Si el lenguaje proyecta un Amo perfecto que crea la libertad que esclaviza; entonces, habra que liberarse del lenguaje y no del capitalismo?

    Liberar a la humanidad del lenguaje? Cuando todas las cria-turas vivientes que hablan gocen de las invenciones y fantas-mas de todas las lenguas; entonces, recin entonces, se podra hablar de liberar a la humanidad del lenguaje?

    En el lenguaje reside la productividad incesante de la injusticia humana, pero la exclusin de las posibilidades del lenguaje es una de las fuentes de esa injusticia.Liberar a la humanidad del lenguaje podra querer decir exi-mirla de cargar con el afn posesivo y de dominacin que imponen algunas gramticas. Posibilitar porosidades que no regulen, coleccionen, ni declaren, ni pongan compuertas al pensar. Iniciar una porosidad sin yo que, sin embargo, conserve la indignacin por la injusticia?

    Cuando la lucha por ser (sujeto de derecho) sea una conquista de todas las existencias, comenzar el tiempo de estar en la vida sin figuras de mando y de dominio, sin locuras posesivas, identidades, promesas eternas?

    Se iniciar el tiempo del instante, el final de la fbula?El final de la fbula, ese ansiado descanso, no sera la muer-te, sino la vida liberada, no impedida por la voracidad pose-siva que, por momentos (largos momentos) coloniza la vida humana.

    Una metafsica no teolgica: una metafsica sin dios.

  • 29

    No se trata de reconocer la muerte ni de volver a matar a dios, tampoco de advertir que nos ha abandonado o que se ha vuelto olvidadizo, sino de pensar sin la idea de dios, sin la idea de ser, sin la idea de verdad, sin la idea de sujeto. (Algo as como andar sin pensamiento).Los fragmentos de este texto hacen ese intento.

    Cuando alguien mira, no mira el yo, la persona, la voluntad; mira el mirar, las luces y las sombras, la extensin de lo abierto y lo cerrado, los colores, los matices, las cosas nombradas que chocan contra la percepcin (que la abren, apabullan, encan-tan). Sin olvidar las existencias que son vistas sin que se las sepa, intuya, imagine.

    La idea de sujeto se ha esparcido, por todas partes.

    Las palabras no tienen origen, tienen historia.

    Se escuchan historias en las palabras no reducindolas al uso y significado habitual.

    Los diccionarios imponen condiciones no siempre confiables, pero pueden avivar la imaginacin.

    No se trata de constatar qu significan las palabras, sino de pensarlas. Hablar en contra de la inercia que dice sin pensar lo que se est diciendo.

    Los sentidos de una palabra flotan en el aire desprendiendo vapores.En cada vocablo llaman multitudes de bocas que suenan en lenguas diferentes.La palabra se mira y se escucha desendola, aunque no se vea ni oiga nada.La palabra se piensa leyendo a sus amantes.

  • 30

    El vocablo sujeto suele decirse en singular.Expresa estados de arrojo (mpetu de acciones que se salen de s) y estados de lo arrojado (de lo que se echa debajo de algo y se ofrece o somete a soportarlo).Imprudencia expansiva y destino sostenedor.

    Vocacin adyacente (extendido hacia las inmediaciones) y vo-cacin subyacente (retenido detrs o cargando otra cosa).

    El mar descansa de s en las orillas?

    La orilla traza la lnea irregular de una adyacencia. Una zona que se mueve, cambia, vive, sin pertenecer al mar ni a la tierra.

    No se trata de proponer o demandar que los nios sean (como se dice) sujetos de derecho, sino de interrogar cmo el derecho aloja el devenir nio, nia, hablante cuidado, viviente no obli-gado a una determinada identidad de gnero.

    Para los griegos clsicos la idea de sujeto no vive soldada a la de existencia humana: eso que llamamos hombre puede o no estar en ese lugar.

    El vocablo (antes de establecerse como idea moderna) anduvo involucrado en cuestiones ontolgicas, lgicas, gramaticales.

    La lgica narra el paisaje quieto del deseo de nombrar que los griegos llamaban logos: en lgica, sujeto localiza aquello sobre lo que se afirma o niega algo.

    En una relacin de atribucin entre dos trminos (S es P), el lugar de sujeto carga con la asignacin de un predicado.

  • 31

    El razonamiento lgico inmoviliza, por un momento, a la vida para ordenarla.

    La idea de sujeto alude tanto a lo que yace debajo (que no equi-vale a lo oculto) como a lo que soporta o sostiene acciones y atributos.La paradoja de lo que yace sosteniendo late en la palabra sujeto.

    Lgica, dialctica, dilogo, son modos argumentales que disci-plinan a los hablantes de la razn occidental.

    En nombre de esa razn se mata, se muere.

    Lgica y gramtica tienen improntas jerrquicas.

    Conservan huellas de las relaciones de poder que imperan en las sociedades humanas.

    La palabra sujeto lleva consigo anuncios.Una de sus primeras filiaciones es con la idea de supuesto (sup-sito): aquello de lo que habla el predicado y lo que lo precede. La atribucin supone (suppositio, accin de poner debajo) un lu-gar sobre el que asentarse y da por sentado que ser sostenida.

    La suposicin incita a los predicados a dejarse caer en ese soporte.La suposicin, tambin, se emparenta con la imaginacin y la conjetura: posible asiento de la fantasa.

    Ilusin de algo cierto desde donde zarpar sin horizonte.

    La gramtica ama a la lgica, como la lgica a las matemticas; pero todas pierden la cabeza por la metafsica. Habr que es-perar a que Rubens (1630-1635) pinte los exuberantes cuerpos

  • 32

    desnudos de Las tres Gracias para tener una visin de la dicha de tales amoros.

    De la particin nacen muchas cuestiones.

    La divisin signa a la palabra sujeto: comienza por designar una parte de la proposicin lgica y (tambin) una parte de la proposicin gramatical.

    La palabra sujeto es una de las traducciones del vocablo griego hypokemenon que alude a aquello que soporta y sustenta a las categoras que, as, se posan sobre un nombre.

    Categoras es un texto breve (que se conoce incompleto) en el que Aristteles clasifica modos posibles de predicar algo sobre las cosas.

    La razn humana realiza atribuciones que asumen formas acu-satorias (el rbol es alto, el perro es flaco, la piedra no camina), acta como si existir no designado fuera la deshonra del mundo.

    Acusativo en gramtica refiere al caso de la declinacin latina y de otras lenguas que, en general, equivale en espaol al objeto directo del verbo.

    Aristteles emplea la palabra hypokemenon para designar uno de los sentidos de la categora que llam sustancia (que se tra-duce tambin como esencia o entidad).

    En sus comienzos, la palabra que hoy se emplea para nombrar la ilusionada libertad humana individual, era sitio ocupado por el persistente dominio de predicados.

  • 33

    Eduardo Sinnott (2007) recuerda (observacin hecha por mu-chos helenistas clsicos) que la palabra que Aristteles emplea para la categora que llama sustancia es ousa.La categora sustancia a diferencia de las otras (cantidad, cuali-dad, relacin, lugar, tiempo, posicin, posesin, accin, pasin) no slo alude a una clase de predicados, sino tambin a lo que se llama sujeto (cosa individual y concreta, que representa al referente ltimo en que arraiga la actividad predicativa toda).Seala Sinnott que, si bien se suele sugerir que para Aristteles la palabra sujeto (hypokemenon) oscila o vacila entre un valor gra-matical y un valor ontolgico, el trmino designa una suerte de polo ideal de predicaciones.

    La idea de sujeto viene para realizar un trabajo: soportar categoras.

    Sujeto como explanada de la cualidad y la cantidad, del espacio y del tiempo, de la accin y de la pasin.

    Sujeto como tierra prometida de los atributos. Sujeto como sustento de la vida caballo, de la vida rbol, de la vida planta, de la vida sentimiento, de la vida alma, de la vida belleza. Sustento de lo que se da la vida sin darse a otra cosa.Sujeto como excusa que tienen algunas categoras para erguirse.Sujeto como lo que se ofrece para estar debajo de algo que luce.Sujeto como pedestal o podio de categoras. Lugar no clausurado por ninguna y, sin embargo, condenado a esperarlas.

    Si no se supone algo que est antes de la atribucin, se podra pensar que las categoras inventan ese algo que las soporte para poder reinar. O se inventan a s mismas a la vez que inventan un soporte para que sus potencias puedan actuar designando. Las categoras flamean potencias de designacin.

  • 34

    La cultura griega se arrog, entre otras cosas, la facultad de legarle al mundo una metafsica.Se lee en la Metafsica de Aristteles: Sujeto (hypokemenon) es aquello sobre lo que se dicen las dems cosas, sin que ello, por su parte, se diga sobre otra. Si las cosas que se dicen caen sobre algo, hypokemenon se pre-senta como aquello que no se apoya en nada, que no recae sobre otra cosa: lo que se sostiene sosteniendo.

    Hypokemenon se ofrece como espera que no slo no sabe lo que espera, sino que ni siquiera sabe que espera hasta que algo no le llega: espera que acontece como espera de lo que, de pronto, le est llegando.

    Ser es un nombre que se da a algo siempre supuesto, suposi-cin de la cpula misma, posibilidad de conexin entre trmi-nos que nacen de esa posibilidad.

    Trmino traducido al latn como subiacens, que alude a estar echado, colocado o situado debajo de, estar sometido, subordinado. Subiacens equivaldra a subyacente.

    Ante la maravillosa contundencia de la vida, la humanidad pudo el mito y la razn.

    El lenguaje hace de la vida una ficcin estricta y razonada.

    Tambin hace ficciones locas, inusitadas, intiles.

    El nombre nace como sbdito del verbo: debajo de o sometido a la atribucin que se le impone.

    Se predica (en sentido lgico o gramatical) algo que se atribuye a un nombre.

  • 35

    Se predica (en sentido ontolgico) algo que se adhiere al nom-bre como accidente.No hay necesidad: puede adherir o no. Algunas categoras se llevan por delante el lugar de sujeto.Sujeto, sitio propicio para las adherencias: para que se le pe-guen categoras

    Sujeto, espacio de paredes inexistentes, aptas para que se ad-hieran figuras como ventosas.

    Las categoras avanzan con sus jugos viscosos: mientras la atribucin parece enunciativa, la adherencia sugiere la pegajosidad.

    Este libro trata de adherencias que se prenden en las paredes de una ausencia. Las figuras parasitan la generosidad de esa ausencia.

    La idea misma de divisin entre amos y esclavos se corresponde con la divisin lgica entre sujeto y predicado o la ontolgica entre sujeto y categoras. Una vez dividido el mundo, se legitima que una parte pueda necesitar y hasta abusar de otra para vivir.

    Habr que esperar a la cinta de Moebius (1858) para pensar un recorrido sin separaciones, divisiones, ni trminos, que se rela-cionen entre s.

    En los siglos dos y tres despus de Cristo se establecen los nombres de subiectum y praedicatum como partes de la proposi-cin lgica simple.

  • 36

    La palabra castellana sujeto deriva de la expresin latina subiec-tum que significa arrojado, lanzado, puesto debajo de, sometido: lo destinado a soportar y sostener.Procedencia que tambin tienen los vocablos sujet en francs, soggeto en italiano, sujeito en portugus, Subjekt en alemn, sub-jet en ingls.

    Los escritores latinos emplean el trmino en forma verbal como subiectum est (fue sometido), de modo adjetival como homo subiectum (esclavo sometido) o como sustantivo, subiectum (el sometido).

    La palabra subiectum designa uno de los dos trminos que com-ponen el juicio en la lgica tradicional.

    El sujeto lgico designa la posicin de soportar lo dicho: aquello sobre lo que se dice algo.

    Los trminos subiectum y praedicatum (sujeto y predicado) fueron empleados en lgica antes que en gramtica.

    En tratados de gramtica medieval se utiliza la palabra suppo-situm (supuesto antes que sujeto) para designar aquello de lo cual hablamos y se utiliza la palabra appositum (para los lgicos praedicatum) para designar aquello que se dice sobre otro.

    Apuleyo, autor de El Asno de oro, la novela latina del siglo dos que relata la historia de un joven que se transforma en burro conservando su capacidad de pensar, analiza el enunciado Apuleyo diserta. Advierte que esa preposicin predicativa se compone de una parte declarativa que consta de un verbo (diserta) y una parte que designa como subiectiva o sbdita que consta de un nombre (Apuleyo).

  • 37

    La palabra subiectum designa tambin una esencia que es por s misma, soporte sustentador de accidentes que slo pueden ser en una esencia.

    Es difcil imaginar, en este tiempo, algo que se sustente a s mismo, un lugar esencial o sustancial.

    Y, sin embargo, la cultura renueva una y otra vez esa ilusin.

    Las promesas del consumo se adhieren a las paredes de la ausencia propagando cuerpos que viven subyugados por esas promesas.Esa disponibilidad de soportar lo que sea, la ocupan mercan-cas: maravillosos fetiches que sujetan modelando lo sujetado.

    Dice el Vaco: Soy plenitud (Franois Cheng).Dice la Ausencia: Sin m la presencia no tendra lugar.Dice la Nada: Sostengo la ilusin de un ser.

    Toms de Aquino (1274) presenta no slo la nocin lgica de subiectum, sino tambin la ontolgica, en cuanto substrato de los accidentes.Piensa subiectum como sustentante o substrato de accidentes o categoras.

    Asistimos al uso de la figura de sujeto como disponibilidad (lu-gar o espacio), suposicin sustentante.

    Una vez inventadas la culpa, el reconocimiento, el miedo, las pasiones, qu haran esas figuras si no encontraran en dnde posarse?

    Cmo nacera un quin si no como soporte de esas figuras?

  • 38

    La idea de sustrato da al vocablo sujeto profundidad, stano, entrepiso. Aunque la representacin de interioridad tendr que esperar mucho despus de Shakespeare para ser requerida.

    En el siglo trece Toms de Aquino recupera ideas de Aristteles, escribe: La sustancia que es sujeto (...) se dice que subsiste, en cuan-to existe por s y no en otro. Tambin escribe: Todo accidente denomina o da nombre a su sujeto.Refirindose a Aristteles, escribe: Y porque principalmente trata de la enunciacin, que es el tema (subiectum) de este libro, en cualquier ciencia deben conocerse con anterioridad los principios del tema.

    La palabra sujeto se utiliza para indicar un tema.Se dice sujeto del libro para sealar el tema sobre el que trata el libro.(Con el asunto del correo electrnico volvimos a familiarizarnos con este sentido del vocablo sujeto que, sin embargo, gobierna varias centenas de la historia y todava est vigente en otras lenguas).

    Escribe Duns Scoto, tambin en el siglo trece: Acerca de lo primero, sujeto suele tomarse en mltiples sentidos, como aparece en estos versos A propsito de nuestro tema, se toma en el ltimo sentido, esto es, en el de aquello acerca de lo cual el intelecto especula en la ciencia, que debe llamarse con ms verdad objeto que sujeto.Duns Scoto emplea el trmino sujeto como metonimia sobre la cual especula el intelecto cientfico.

  • 39

    Escribe Guillermo de Ockham en Suma de lgica, en el siglo catorce: De lo cual puede colegirse que algo se llama sujeto porque realmente est debajo de otra cosa que se le adhiere y a la cual adviene realmente.La palabra adherencia nombra una resistencia tangencial que acontece entre cuerpos que practican contactos o cuando uno de ellos intenta deslizarse sobre otro.

    En la orilla se dan contactos sin adherencias. Momentnea incertidumbre (la absorcin del agua en la arena, el retiro del mar, el viento, la intensidad del sol) de fuerzas que se acarician.

    Diferentes sentidos del vocablo sujeto: el ontolgico, como sustancia sustentante de los accidentes y como materia sus-tentante de la forma; y el lgico, como trmino que soporta predicaciones.

    La navaja de Ockham corta por lo sano: dada la proposicin el hombre es animal, la palabra hombre ocupa el lugar de sujeto porque se puede predicar de un hombre que es animal, pero si se dijera el animal es hombre, podra prestarse a confusin porque de todo animal no se puede predicar que es hombre. Slo ser vlido emplear la palabra sujeto para preposiciones verdaderas o demostradas.

    Qu lejos la criatura humana de esa condicin!

    La humanidad misma consiste en advenir de la ilusin de otro antes de advenir como ilusin de s.

    Si la idea de sujeto proviene de la de sustancia (siendo sustan-cia la que subsiste por s misma), la humanidad fabulada no soporta la idea de sujeto ni la de sustancia: no subsiste por s

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    misma, necesita advenir pensada (alimentada) por otra ficcin, a su vez pensada por otra y as como en el relato de las ruinas circulares.

    Esa condicin parsita de los accidentes que destaca la historia de la filosofa, es la condicin de las figuras que (en estas pgi-nas) se dice que ocupan el lugar de sujeto.

    Los argumentos de este libro no siguen indicaciones de los dis-cpulos cartesianos de la lgica de Port-Royal. La afirmacin que dice: el cuerpo es redondo, supone que la redondez no podra subsistir sin la existencia previa del cuerpo al que hace redon-do; pero en estas pginas se sugiere otro disparate o exceso: la redondez se expresa haciendo nacer (en ese acto) un cuerpo redondo.

    Las vidas humanas se sustentan en figuras que, sin las energas de los vivientes que hablan, no tendran sustento.

    Cuando este libro presenta la palabra energa, no se refiere a una energa mecnica ni una energa psquica.

    Qu importante fueron las distinciones entre instinto y pulsin, necesidad y deseo, significado y sentido! Dice el Instinto: Es as! Dice la Pulsin: Soy el Sentimiento que no puedes parar! Dice la Necesidad: Volver y ser moral o estadstica! La moral instruye modos de comportarse y frmulas para per-tenecer a un grupo. Dice el Deseo: Siempre estoy ms all!

    Instinto y necesidad ofrecen modos de proceder: saben de dn-de vienen, a dnde van y cmo conducirse. Pulsin y deseo se

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    ofrecen aconteciendo sin saber. Instinto y necesidad alardean con la ilusin de pureza.

    Dice el Instinto: Soy la vida! Dice la Pulsin: Y a m qu me importa!Instinto y necesidad arreglan con la evolucin. Pulsin y deseo no reconocen reglas en sus embrollos. Instinto y necesidad la-ten en automatismos y reflejos. Lacan sugiere que en la escena preferida del deseo hay una madre, un nio, un espejo.

    Dice la Necesidad: Quiero pan! Dice el Deseo: Quiero una mirada!Como casi siempre pulsin y deseo andan obnubilados, los poderes sociales tratan de reinar en esas confusiones.Dice el Significado: Los diccionarios consagran lo posible! Dice el Sentido: Inventar a Joyce!Instinto, necesidad, significado, cultivan determinaciones y cosechan respuestas.Dice la Enfermedad: Me ro del instinto, de la necesidad y del signi-ficado. Me ro, tambin, de la pulsin, el deseo y el sentido.La angustia adviene en esas carcajadas.Dicen muchas Figuras que dominan las vidas que viven las criaturas que hablan: Te salvaremos de la enfermedad! Te evitaremos una mala muerte!La significacin carga con la memoria del poder, el sentido respira en el instante.Dice el Significado: Estoy escrito! Dice el Sentido: Me escurro entre la palabra y el odo!

    En lugar de volver a repetir sujeto aquello sobre lo que se afirma o niega algo y atributo aquello que se afirma o niega, se dir: sujeto, lugar en el que se enseorea una afirmacin o negacin que goza de la existencia de una vida humana (que adviene como vida gozada por esa negacin o esa afirmacin).

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    Este libro emplea las palabras energa, fuerza, intensidad, para rodear (respetuoso) el silencio que irradia la vida.

    Descartes (1642) emplea la palabra sujeto para designar la capa-cidad que un cuerpo tiene de sustentar calor. Un cuerpo se ofrece para que el calor caliente o el calor hace arder o entibia un cuerpo dndole existencia ardiente o tibia?

    En el siglo diecisiete, para Leibniz (dado un sujeto, encontrar su predicado; dado un predicado, encontrar su sujeto) las palabras su-jeto y predicado, aunque enlazadas, viven buscndose una en la otra.Son tiempos en los que, por momentos, tambin se describe con el vocablo sujeto el modo de las causas y con el trmino objeto el modo de los efectos.Aprovechando la ocurrencia, en este libro se dir que las figu-ras que ocupan el lugar de sujeto se ofrecen como causas de una vida: como motivos o comandos de un obrar.

    La idea de sujeto se concibe tras la divisin del mundo entre cosas que se atribuyen a algo capaz de soportarlas.

    La relacin entre sujeto y persona aparece en Leibniz a propsito de la cuestin del derecho y las obligaciones jurdicas, aunque tambin considera sujeto de derecho a dios, los ngeles, los muertos, las cosas.

    La expresin criaturas vivientes que hablan (que no alude a las aves cantoras) enlaza las ideas de vida, lenguaje y criaturas concebidas para soportar ese enlace.

  • 43

    Deleuze (1980-1981) en las clases sobre Spinoza advierte a los estudiantes que, si se imaginan siendo seres sustanciales, no lean a Spinoza. Aclara que no tiene nada de malo que alguien diga: Yo me siento un ser, pero que estara perdiendo el tiempo asistiendo a su curso. Recomienda, en ese caso, ir a escuchar a quienes creen de verdad que somos seres, a quienes reafirman una sensibilidad aristotlica, cristiana, cartesiana.

    Lo que la filosofa entre Aristteles y Kant piensa como acci-dente, circunstancia, adherencia, se puede concebir como figu-ras que ocupan (en un momento) el lugar de sujeto.Donde se razona que el alma y el cuerpo estn enfermos, se podra pensar que la enfermedad inventa un alma y un cuerpo enfermos.Enfermedad no tanto como accidente, circunstancia, asistente, adherencia, sino figura que coloniza una vida.

    Durante siglos se llam sujeto a lo que nosotros llamamos ob-jeto. Indiferencia que interesa como condicin mimtica que ambas palabras conservan. Vendr Kant a restituir los contrarios y romper esa promiscuidad.

    El alma (ese fulgor ntimo que yace en la idea de sujeto) de pronto se vuelve objeto de transaccin: se puede vender el alma al diablo.

    En una carta, Dante (1316/1317) explica cmo piensa la escri-tura de la Divina Comedia: Seis, por tanto, son las cosas que en el principio de una obra doctrinal hay que investigar, vale decir: el tema (subiectum), el personaje, la forma, la finalidad, el ttulo del libro y el gnero filosfico.

  • 44

    Segn Dante el sujeto de la obra es el estado simple de las almas despus de la muerte.La cita dice as: Vistas estas cosas, es manifiesto que el tema (su-biectum) acerca del cual discurran uno y otro sentido es doble. Y por ello hay que examinar el tema de esta obra (de subiecto huius operis), tomado al pie de la letra, despus el tema percibido en sentido ale-grico. As, pues, el tema de toda la obra (subiectum totius operis), tomado tan solo en sentido literal, es el estado simple de las almas despus de la muerte.Dante, como era comn en su tiempo, emplea la palabra subiec-tum para referir la materia o tema de su obra.

    Ese fue el sentido usual de la palabra subiectum en las len-guas derivadas del latn y en las germnicas que adoptaron el trmino. Diccionarios de la lengua castellana guardan la memoria de este uso: suelen presentar como segunda acepcin de la pala-bra sujeto la idea de asunto o materia sobre que se habla o escribe. En este ltimo sentido se emplea todava en francs (sujet) y en ingls (subject). En italiano (sogetto) y en alemn (Subjekt) la palabra soport en otros tiempos la acepcin de examen, pero dej de emplearse.

    En el lenguaje medieval se llamaba subiectum a lo que llama-mos objeto en el sentido del objeto de una ciencia o el objeto de una obra o exposicin.

    Guzmn (2003) cita un fragmento de Nicolas dOrbellis (telo-go y filsofo franciscano estudioso de la obra de Duns Scoto, que muere en 1475) en el que enumera ocho modos en los que se emplea la palabra sujeto: como tema o materia, como servi-dor o sbdito, como aquello que se pone bajo otro, como lugar que se ofrece a las adherencias o que provee de apoyo a los accidentes, como lo que copula con el predicado o lo abraza para que no se desvanezca en los aires, como lo que soporta

  • 45

    atributos, cualidades y sueos de ser, como cosa inferior res-pecto de otra superior o como lugar que carga con el peso de otra cosa, como objeto de las artes y las ciencias.

    Antes de Kant (1785) no se emplea la idea de sujeto para desig-nar al yo, la conciencia, el ser que piensa. Escribe: Persona es aquel sujeto cuyas acciones son capaces de imputacin.

    El nombre es sbdito del verbo, se pone debajo de lo que la accin declara?

    La palabra sujeto narra cmo los nombres nacen para ser some-tidos por verbos o acciones que recaen con demandas o tareas sobre ellos. Los sustantivos soportan atribuciones lgicas, locas, caprichosas.

    El yo, orgulloso de s, no se da cuenta de que destella como ficcin que nada sabe de su ilusionada persistencia.

    El yo parece el asno o el camello de los que habla Nietzsche, pero asno o camello que se ve a s mismo como len: el yo es el po-deroso ms sumiso, el autoritario ms obediente, la fortaleza ms dcil.

    Haciendo alarde de libertad dice: Yo soy sin advertir que el verbo ser llega para cargarle obligaciones: ser hombre, ser hete-rosexual, ser judo, ser latinoamericano, ser marxista, ser bueno, ser sano. Qu alivio que el psicoanlisis separara, por lo menos, la idea de yo de la de sujeto!

  • 46

    El lenguaje humano instaura una larga historia de sometimien-tos: el nombrar subordina a lo nombrado, el atributo subordina a quien que soporta lo atribuido.La atribucin a la vez que da, obliga a cargar.

    El lenguaje hace la gracia y desgracia humana.

    Escribe Pizarnik (1962): explicar con palabras de este mundo / que parti de m un barco llevndome.La voz latina arca alude a lo que contiene o guarda. En hebreo, la palabra thebah que se traduce por arca significa tanto nave como palabra, de modo que la instruccin que Dios da a No de construir el Arca, puede interpretarse como men-saje de entrar en la palabra.

    Insinuar interesa ms que nombrar. La insinuacin sugiere y da qu pensar, mientras que el nombre impone, designa, identifica.

    La insinuacin respeta el secreto de las cosas. No porque ellas se guarden sus claves, sino porque el deseo de algo secreto e inviolable resguarda sus encantos.No se trata de insinuar para no profanar la verdadera natu-raleza de algo. El error consiste en creer que la palabra est para nombrar una naturaleza verdadera. Se dice rbol, pero no para designar, sino para insinuar con ese nombre mgico una insistencia que est ah, ms all de cualquier nombre.

    El deseo de nombrar, lo que no se puede, agasaja a las cosas: si no la cadena significante ahoga el cuello de lo vivo.

    A veces, el pensamiento cultiva la precaucin de los nombres, celebra el lado impreciso de las palabras, atiende lo que no so-porta vivir etiquetado, toma la fiebre de las emociones, pero apoya su palma en una frente gaseosa.A veces, el pensamiento no precisa un sentido, ofrece una cons-telacin de sugerencias y un tropel de sensaciones.

  • 47

    Recuerda Mallarm que la poesa consiste en dar la iniciativa a las palabras. Alguien llega a lo que dice como conciencia o reflejo tardo.

    Se asla para no hablar ni escuchar a nadie. As, espera que los pensamientos que lo agobian se olviden de las palabras.

    Cuando se emplea la expresin sujeto de derecho, se designa a un ciudadano sobre el que recaen atribuciones, derechos, de-beres, obligaciones.

    Atribuir formas, causas, sentidos, a las cosas (incluso llamar cosas a las presencias vivas) constituye una fatalidad humana.

    Hablemos del mar (el mar en el lugar de sujeto?): qu puedo decir de l?, qu le atribuyo?, a qu lo someto?

    Mar: extensin celeste, inabarcable caudal de agua salada.

    Piedra: lisa, dura, pulida, pequea, porosa, filosa.

    Dice la voz que predica: Te declaro un hermoso da.No son el mar ni la piedra las figuras que ocupan el lugar de sujeto, sino la arrogancia atributiva.

    Este libro dice que algo (que suele llamar figura) ocupa el lugar de sujeto cuando se apodera de una disponibilidad.

    El predicado sentencia a las cosas.Cuando atribuyo palabras al mundo, hago lo que las palabras han hecho con esa existencia que, ahora, reconozco como ma: incrustar la ilusin de ser, hacer nacer la creencia de una mis-midad que se piensa y piensa el mundo.

  • 48

    El nombrar, a veces, consigue subyugar o cautivar a las cosas?

    Borges (1958) comienza El Golem as: Si (como el griego afirma en el Crtilo) / el nombre es arquetipo de la cosa, / en las letras de rosa est la rosa / y todo el Nilo en la palabra Nilo. La arbitrariedad de los nombres es mejor que nada. Peor que el parecido entre los sonidos y las cosas nombradas, sera nada?

    A veces, la vida preferira nada.

    Hermgenes discute con Crtilo si las palabras nacen de las co-sas. O, como se comenzar a pensar despus, si las cosas nacen de las palabras.

    En los versos finales de otro poema, El ingenuo, escribe Borges (1976): A m slo me inquietan las sorpresas sencillas. / Me asombra que una llave pueda abrir una puerta, / me asombra que mi mano sea una cosa cierta, / me asombra que del griego la eletica saeta / instan-tnea no alcance la inalcanzable meta, / me asombra que la espada cruel pueda ser hermosa, / y que la rosa tenga el olor de la rosa.

    Las correspondencias entre lenguaje y vida no son fatales ni necesarias.La omnipotencia de una lengua se asocia a la arbitrariedad del poder, la violencia, la insatisfaccin; el impoder de las palabras suscita algaraba y asombro.

    A la palabra impoder se le pide que debilite la soldadura entre poder y potencia: se trata de admitir un no poder hacer nada que libera potencias del obrar clnico.

    Borges alguna vez dijo que la mejor metfora de la rosa es la palabra rosa: acepta la rosa con felicidad llamarse rosa?

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    La rosa (como el mar o la piedra) permanece indiferente a los nombres que le damos.

    Se puede querer agasajar la belleza de la vida nombrando e identificando sus destellos, pero el lenguaje, al cabo, es policial.

    Lenguaje y poder se entienden en casi todo.Es lo que percibe Orwell en 1984 cuando imagina la invencin de una nueva lengua al servicio total del poder. Una lengua que reduzca el vocabulario a lo imprescindible para comunicar conductas cotidianas, que termine con la exuberancia de nom-bres y cualidades, que excluya ambigedades, tonalidades, reverberaciones o burbujeos de las palabras.

    Nadamos en el mar, navegamos en l, pescamos en l, le canta-mos, le escribimos, lo contaminamos.

    El mar es inmenso, impetuoso, navegable. Los atributos o predicados cambian, caducan, pero el mar (eso que llamamos as) permanece o subyace como disponibilidad de carga.La cosa viviente titila como existencia sin capturar por los atri-butos que la ocupan: nombrar es aduearse de una cosa con esa falsa autoridad que una lengua se arroga. Lo ms extraordinario es que esa presencia marina vive indife-rente respecto de lo que se le atribuye.

    La llamada humanidad se compone de criaturas vivas afectadas por predicaciones y atributos que circulan en las sociedades que habitan.

    Se adviene hablante cargando atribuciones como si formaran parte de una identidad.

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    No se conocera el nombre de Mark Chapman si no fuera por cargar con dos atributos que se ensamblan en esa vida: uno, leer la novela de Salinger El cazador oculto; otro, haber asesina-do con cinco disparos en la espalada a John Lennon el 8 de di-ciembre de 1980, confundido con el protagonista de la historia.

    Las cosas subyacen bajo las lpidas de los predicados.

    Los hablantes graban inscripciones en las piedras.Lo subyacente, sin embargo, no yace como un todo capturado, tiende ms all de las palabras.

    El pliegue ofrece astucia a las cosas: reserva de lo inaudito.

    La lgica del lenguaje incita a la avaricia posesiva: nombrar equivale a aduearse de las cosas. Lo que vuelve pattico al personaje de El avaro de Molire (1668) es la vejez.

    La proposicin El mar es hermoso consuma violencias. Primero: la del nombre. Brutalidad atributiva del lenguaje humano que pende letreros en las presencias y movimientos vivos. Segundo: a la atribucin de un nombre se le aade un gnero (podra ser la mar) y una idea de unidad (podran ser los mares o las aguas). El artculo aparece como carcelero que lo esposa al destino de esa unidad cerrada. Enseguida viene el verbo copulativo ser (el peor de todos) a sentenciar o dictaminar que esta existencia es: como si, al enfrascarla, en el verbo, se la au-torizara a existir. El mar es insina la amenaza vedada de que, si el lenguaje se retirara podra no ser o ser en una forma que Kant llamara cosa en s. Adems, eso que llamamos mar debe-ra agradecer al lenguaje la posibilidad de tener una existencia ontolgica. Incluso el lenguaje cree estar hacindole un favor o un homenaje al mar dedicndole sus ciencias y poticas. El

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    mar no necesita reconocimiento. El lenguaje alucina tenerlo, poseerlo, incluso hasta hacerlo su amigo.

    Todava se lo somete a las pruebas del ser: el mar persistira an si nadie lo percibiera y nombrara? Puede ser visto, toca-do, estudiado y pueden extraerse de l peces y otras historias fabulosas?

    Tercero: al atribuirle hermosura, se termina de enclaustrarlo en la funcin de ser disfrutado como espectculo y confinado al deber de calma que inhibe y disciplina su capacidad de bravu-ra, maremoto, tifn, o cualquier otra locura que atentara contra la civilizacin del lenguaje (que no obstante se halla prevenida como lo prueban la existencia de las palabras bravura, maremo-to, tifn y locura).

    El mar, as, entra en el mundo de hypokemenon: se vuelve so-porte de cosas que se predican.

    Pero tambin el mar se vuelve asunto o cuestin o problema, su-jeto, sobre lo que trata la ciencia oceanogrfica. O tema, sujeto, inspirador del amor, la soledad, la pesca, los deportes acuti-cos, la melancola. O asunto, sujeto, de proyectos y desarrollos inmobiliarios. O argumento del descanso del capitalismo urba-no que inventa la idea de playa.

    Escribe Heidegger (1938): Naturalmente, debemos entender esta palabra subiectum, como una traduccin del griego hypokemenon. Dicha palabra designa a lo que yace ante nosotros y que, como funda-mento rene todo sobre s. En un primer momento, este significado metafsico del concepto de sujeto no est especialmente relacionado con el hombre y an menos con el Yo. Pero si el hombre se convierte en el primer y autntico subiectum, esto significa que se convierte en aquel ente sobre el que se fundamenta todo ente en lo tocante a su modo de ser y su verdad.

  • 52

    En la palabra sujeto todava late algo del trmino griego hypoke-menon: lo que subyace (ser-yecto / puesto por debajo) como funda-mento, que permanece invariable, siempre presente. El ser en s como absoluto, en contraste con lo que cambia inestable sin atributos ni propiedades establecidas.

    La filosofa medieval tradujo hypokemenon por la palabra lati-na subiectum, trmino que todava no guardaba relacin con la nocin moderna de sujeto. Subiectum significa lo que subyace, el ser en s soporte de propiedades, el ser de las cosas que no guarda ninguna relacin con el ego. Subiectum es, en la edad media, todava el ser de las cosas en s (la casa, el rbol, el cielo) que existen independientemente de la percepcin del yo, mien-tras que objectum designaba lo puesto delante, ante los ojos.

    La palabra sujeto es rara en las alcobas del amor.(Salvo que se pida sujetame los brazos en lugar de agarrame fuerte o se piense me estoy acostando con un sujeto raro o que se aclare antes de ir a la cama este encuentro est sujeto a que nos casemos o a que mi marido no lo sepa o que no se lo cuentes a tus amigas).

    Cuando alguien escucha, no escucha el yo, la persona, la vo-luntad, sino el escuchar, la voz y la palabra, el ruido que hacen las cosas al frotarse entre s, latidos y sonidos que emanan de la vida, el silencio.

    La propensin a ilusionar un ser como sujeto sugerido por el yo que piensa suele situarse en la filosofa de Descartes.

    En la idea de sujeto (tal como suele emplearse entre psiclogos y psicoanalistas) late una ilusin: el ser como esencia de lo que es, de lo que late en el fondo de una existencia, antes de todo, fuera de cualquier accidente o cambio.

  • 53

    El ser como sustancia que subyace en cada cual: jugo ntimo y primordial.

    Esencia guarda el secreto imaginado en las cosas.La idea de verdad cultiva la de fondo. Se dice en el fondo de mi corazn o en el fondo de mi alma como lugar en el que reside lo autntico. El adentro humano fluye en el agua.

    En el segundo siglo de los tiempos cristianos, Tertuliano em-plea la palabra latina mundus, escribe mundo se llama al cielo, la tierra, el mar y el aire.Atribuir secretos al mundo supone sospecharle una voluntad. Arrancar secretos al mundo supone una violencia.Llueve, pero la lluvia no se propone regar la tierra.

    La proposicin: La naturaleza ama esconderse de Herclito si no se cae en la supersticin de un ser de la naturaleza (con metas, fines, causas), puede leerse como vida que ama la insinua-cin, el movimiento de lo que se oculta dndose.

    La vida gusta ocultarse no porque se rehse o se sustraiga, sino porque da lo secreto como inminencia de lo que est ms all. El estallido da la ausencia como potencia que no termina de dar.

    El mar no ama, no gusta esconderse, no estima manifestarse. No guarda el secreto de la sal, de la inmensidad, de la espuma, de las mareas, de la calma, de la furia. No oculta ensambles con la luna, la rotacin de la tierra, la posicin del sol. No esconde el secreto del tiempo ni de todas las vidas que viven en sus tibiezas y sus ondulaciones heladas. El mar ni siquiera es el

  • 54

    mar, podra ser la mar o mar a secas, o la voz mapuche lauquen, o llevar otros nombres que no tiene ni lleva.

    El azar rene sus fuerzas y espera agazapado en las vsperas de lo que vendr.

    La vida no sabe lo que puede: ese no saber es reserva amorosa de la potencia.

    El lenguaje necesita la idea de secreto, resguardo de lo que no puede decir, para no endurecerse y descascarar sus paredes de aire.

    La idea de sujeto participa de la dicha y el sufrimiento de cargar con una identidad: la invencin del uno mismo es una ficcin lograda de la cultura humana.

    Una variante de ser uno es ser nico.Dice el Ego gustoso de s: Soy nico, sin igual!Dice el Ego posesivo: Te quiero slo para m!Dice el Ego desprendido de s: Vivo la dicha de este momento. Dice el Paramecio: Soy uno!

    Escribe Musil (1942): Como si una querencia sin esencia y to-talmente libre no hiciera ms que jugar con las personas. De golpe, Ulrich se atemoriz, creyendo ver con toda claridad que el secreto del amor es precisamente ste: no ser uno.

    El secreto del amor no reside en reiterarse ni empecinarse en la unidad. No consiste en calcular conveniencias y riesgos.

  • 55

    Ni completarse o sentirse entero a travs de otro. No ser uno: abismarse entre lo uno y lo otro, diseminarse como polvo ena-morado. Quin puede algo as?

    El enamorado puede conseguir que lo quieran por los modos en que se entrega como esclavo de las figuras que mandan en l.

    Se piensa ser nico como ser amado o especial para otro; ser nico como diferencia desgraciada o como distincin que hace de alguien el mejor.El momento nico no es un ser, acontece sin pertenecer a alguien o volverlo extraordinario.

    El momento nico acaricia lo fugaz.La fotografa no captura el momento, apresa la inmovilidad.

    La sabidura del lenguaje no consiste en nombrar, sino en rozar lo fugitivo.

    Escribe Barthes (1980): Lo que la fotografa reproduce al infinito nicamente ha tenido lugar una sola vez: la fotografa repite mecni-camente lo que nunca ms podr repetirse existencialmente.

    La fuerza del instante reside en lo incapturable. No en la pena de lo irrepetible, sino en el despilfarro de su momentnea belleza.

    An tocando y tocado por lo fugaz, el instante vive una con-tinuidad arrasadora que pulveriza cualquier mecanismo humano.

    Se carga una identidad y se vive cargado por ella; la identidad que pesa, tambin sostiene.

  • 56

    Sin la idea de uno mismo no se puede pensar la vida y la idea de uno mismo es un obstculo para pensar la vida.Pensar la vida no quiere decir ponerle un espejo delante para sumirla en un reflejo ni cavar hendiduras en lo visible.

    Pensar la vida, vivirla en el cuerpo que late y respira, agasajarla con el lenguaje que la delira.

    La vida no pide ser pensada, el pensamiento concibe una ex-centricidad que la vida no demanda. El pensamiento puede celebrar la vida y puede destruirla.

    Colgamos nombres a las cosas, llamamos cosas a las arrugas del mundo, nombramos mundo a la vida representada como cielo, tierra, mar, aire.

    Hablamos atropellados por los nombres que llevan colgadas las cosas (que relucen como cosas colgadas a esos nombres) y, as, imitamos voces que dicen cielo, tierra, mar, aire.

    Pensar supone estados de comunidad: en la fingida unidad que piensa, hablan multitudes.

    Escuchar voces, si no se piensa como sntoma de las llamadas esquizofrenias, acontece como recepcin desbordada por esos estados hablantes.

    La expresin estar colgado (si no queda confiscada por la idea de no poder volver a apoyar los pies sobre la tierra tras el con-sumo de sustancias ni avisa que alguien pende de un lazo al cuello) describe el pensar sostenido por voces que se extienden como enredaderas que sueltan sus lianas ceidas en el aire.

    El lenguaje consuma el absurdo de pegar etiquetas sobre la frente de las cosas. As considera Wittgenstein (1922) sus proposiciones.

  • 57

    Pensar ayuda a salir de los nombres a travs de los nombres, se lee (casi al final) en el Tractatus: arrojar la escalera despus de haber subido por ella.

    Tambin colgado como saturado de voces hablantes (como deci-mos de un sistema operativo que no responde al recibir distintas rdenes a la vez).

    En sus diarios, Kafka (1910) piensa la vida como un ejercicio de equilibristas japoneses que suben a una escalera slo sostenida por los pies levantados de un compaero acostado en el suelo sin apoyo en ninguna pared.

    El lenguaje se ofrece como la escalera de Wittgenstein: la pala-bra cielo sube los peldaos desapareciendo detrs de una nube.

    La comunidad de los hablantes est hecha de lenguaje: sin len-gua en comn no habra comunidad.

    Una comunidad slo sostenida en el lenguaje carecera de encanto. Encanto es eso que se dice en la lengua sin ser lenguaje.

    An sin haber ledo el Discurso del mtodo (1637), la frmula cogito ergo sum nos respira, nos habita, nos piensa.

    Se conoce un retrato de Descartes realizado por Jan Baptist Weenix (1649) en el que se ve al pensador francs de pie con un saco oscuro, mirando de frente al observador mientras sostiene un libro abierto en el que se lee la leyenda Mundus est fabula.

  • 58

    En un poema que se llama Descartes, Borges (1981) enhebra en primera persona (como si fuera el filsofo) cosas de su vida y la obra: Soy el nico hombre en la tierra y acaso no haya tierra ni hombre. / Acaso un dios me engaa. / Acaso un dios me ha condenado al tiempo, esa larga ilusin. / Sueo la luna y sueo mis ojos que perciben la luna. / He soado la tarde y la maana del primer da. () He soado mi enfermiza niez. / He soado los mapas y los reinos y aquel duelo en el alba. / He soado el inconcebible dolor. / He soado mi espada. / He soado a Elizabeth de Bohemia. / He soado la duda y la certidumbre.

    El poema de Borges golpea el centro de la fbula humana: pre-senta al hombre de la razn pensante como reunin de sueos improbables: Soy el nico hombre en la tierra y acaso no haya tie-rra ni hombre.

    A partir del retrato de Descartes de Weenix en el que se lee la sentencia Mundus est fabula, escribe Nancy (1979): El Sujeto, la pura propiedad del s mismo, es una fbula.Llamamos mundo a eso que soporta la imposicin humana de ser un mundo.En este libro no se dira que el sujeto es una fbula ni que el sujeto se fabula a s mismo, sino que la ficcin de sujeto fabula un s mismo que hasta admite la posibilidad de ser una fbula.

    El pensamiento puede estar tanto dominado por la ilusin como por la certeza. No se trata de la existencia de alguien que dispone de la ilusin o de la certeza, sino de alguien que nace inspirado por la idea de algo imaginado o razonado como cierto.Ilusin y certeza son figuras que se disputan el lugar de sujeto. Escribe Borges: He soado la duda y la certidumbre. No se trata de alguien que suea sino de un quin que adviene soado por la duda y la certidumbre.

  • 59

    No se pretende volver a declarar que un yo fabula el mundo (lo inventa, lo crea, lo modela), sino de sostener que el pensar fabula un yo que inventa, crea, modela, duda.

    Dios no crea el mundo, la figura de la creacin divulga la idea de un dios creador del mundo.

    Escribe Nancy (1979): El sujeto puede adquirir o reconquistar la posicin de un fundamento: pero de un fundamento que no podr ya desde ahora no estar afectado de su propia extremidad.Si sustraemos del prrafo la idea de sujeto, quin puede adqui-rir o reconquistar la posicin de fundamento desde su extremi-dad? Se trata de un quin que no es alguien. Extremidad que no pertenece a una existencia previa, sino que obra como insistencia que late en el lmite.

    Pero, quin es ese quin que no es alguien? No es un ser, ni una identidad, ni un espritu especial, tal vez se trata de una corporeidad que adviene, tras la pregunta, como momentnea comunidad de ensambles. La pregunta por el quin no solicita la idea de sujeto ni la de subjetividad, concita una potencia afectada y afectante de la posibilidad.

    En este libro, por momentos, la palabra quin no se emplea como pronombre relativo, sino como interrogacin de lo que no tiene existencia, como suspiro de una ausencia: el acento ortogrfico, en este caso, rasga sobre la letra como herida de una pregunta sin respuesta.El quin presenta eso que est por acontecer como llamado antes que como pronombre que designa una ilusin ya conso-lidada, como pregunta que se posa en una ausencia antes que como sustituto de una referencia determinada.

  • 60

    All en donde Nancy (1979) escribe el encantamiento delibe-rado del Sujeto hacia su propia extremidad, si se suspende la idea de sujeto, se podra sugerir que el encantamiento fabula un ser encantado.

    Las figuras que encantan vidas, contribuyen a la creencia de que cada cul tiene una vida.Dice el Encantamiento: Har de la vida, tu vida. La tendrs para ti, sentirs deseos de conservarla, temor de perderla. Te dar as el deseo y el temor, te dar la magia de una creencia. Concibo y declaro tu ser. Nunca te abandonar y existirs para siempre gracias a m.Sujeto fabulado por el encantamiento, hechizado por el canto de las palabras, casi siempre cautivas del poder.

    El encanto se ofrece sin que se pueda poseer.

    Qu significa decir que alguien est fuera de s? La idea de fuera de s difunde la ilusin de interioridad.Cuando un quin (la ilusin de un quin que provoca la existen-cia de una corporeidad hablada) est fuera de s, tal vez (en ese instante de apertura o fuga) se celebre la ficcin de mismidad como pista de despegue.

    Donde Nancy dice el sujeto de la ficcin, este libro prefiere decir la ficcin que ocupa el lugar de sujeto.Dice la Ficcin: Eso que te pasa es el pensar. Te dir: piensas, luego existes. Te nombro esa cosa que piensa, esa ser tu verdad. Debes du-dar de todo, pero ese pensar que duda ser la prueba de tu existencia.

    Las figuras hablan como dioses.

    No son dioses, son figuras: condensan ideas morales, instruc-ciones sociales, modos histricos de persuasin, deudas con el poder.

  • 61

    Donde suele decirse un sujeto de la enunciacin, este libro pre-fiere preguntar quin o qu ocupa el lugar de la enunciacin.Dice la Enunciacin: Hago que eso que sale de tu boca sean tus pensamientos. Escucha, te enterars qu piensas. Pero, debes saberlo (Freud y Lacan se dieron cuenta): soy lo que digo y soy lo que subyace en lo que digo, soy el decir mismo independizado de lo dicho. Te doy lo que piensas en parte y te tengo en lo que te doy sin que lo sepas.

    All donde suele afirmarse el sujeto tiene lugar en tanto decir, este libro prefiere enunciar que el decir ocupa el lugar de sujeto, produciendo un quin que puede o no, luego, apropiarse de lo dicho.Se trata de un quin que adviene tras el decir, un quin solicita-do en el transcurso de la accin de hablar.

    Ese quin no preexiste al enunciado o al obrar, aunque delire embriagado por las ideas de libertad, decisin, responsabilidad.

    Escribe Descartes (1642) en la segunda de las Meditaciones metafsicas: Esta proposicin: Yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera todas las veces que yo la pronuncio o que yo la concibo en mi espritu.Dice el Ser: Sin m no seras nada, soy tu existencia individual, ni-ca, personal. Soy tu esencia, tu fundamento, tu razn. Soy tu yo y soy tu espritu.

    La prueba de existencia (su verdad) requiere, para Descartes, vigilancias permanentes. Si fuera concebible una conciencia que no descansara nunca, an as no podra con las fuerzas de la vida.

    Las figuras que ocupan el lugar de sujeto son fuerzas enuncia-tivas de ocupacin, mpetus colonizadores.

  • 62

    Figuras que ofrecen una ilusin de ser: una identidad que en-sambla identificaciones.

    Dicen las figuras: Mi amor, mi vida, mi tesoro: te abrazar, no deja-r que sientas hambre, fro, soledad.Las figuras se presentan como enunciados amorosos que co-pian tonos de las madres cuando comienzan a humanizar cria-turas recin nacidas.

    Escribe Nancy (2007): Yo soy no enuncia nada que est dado antes de la enunciacin.Los enunciados yo soy, yo siento, yo pienso, son comienzos del relato fabuloso que instala la ficcin de una subjetividad.

    Una piedra en la arena, tiene forma de corazn o la forma de corazn da la ilusin de tenerla en una forma?

    Pienso, luego existo se compone como un silogismo abreviado (entimema). Ergo, en latn, es una conjuncin ilativa. A las conjunciones subordinantes se las llama ilativas porque simulan practicar la ilacin o la inferencia razonable, mientras imponen dominios y sumisiones: luego, entonces, en consecuencia, por lo tanto, son auxiliares del amo.

    Escribe Descartes (1642): As, pues, hablando con precisin, no soy ms que una cosa que piensa, es decir, un espritu, un entendimiento o una razn. () Soy, entonces, una cosa verdadera y verdaderamen-te existente. Mas qu cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa. Y qu ms? Excitar an mi imaginacin, a fin de averiguar si no soy algo ms. No soy una reunin de miembros llamada cuerpo humano; no soy un aire sutil y penetrante, difundido por todos esos miembros; no soy un viento, un soplo, un vapor, ni nada de cuanto pueda fingir e imaginar, puesto que he dicho que todo eso no era nada.

  • 63

    Descartes llama espritu, entendimiento, razn, a la existencia humana anegada de lenguaje, impregnada del habla colectiva que nos piensa.Soy una cosa que piensa? La idea de ser una cosa que pien-sa permite asentarse en una ilusin: afirmarse en una verdad ficcional.

    No soy soplo divino, pero el viento del habla penetra el cuerpo que habito inventndome como habitante de esa sensibilidad hablada.Como vapor de habla, estoy en el aire, en la tierra, en el cuerpo; sin ser en ninguna parte: estoy en la palabra.Estar en la palabra no remite a la proposicin de Heidegger (1947) que dice la palabra es la casa del ser: se est en la palabra como sobre una cuerda floja.

    Dice Descartes: Soy una cosa que piensa.Dicen Homero y Virgilio: Primero hay que saber sufrir, despus amar, despus partir y al fin andar sin pensamiento....

    Cuando alguien recuerda, no recuerda el yo, la persona o la vo-luntad que evoca; recuerda el recordar. La memoria y el olvido son figuras que ocupan el lugar de sujeto. Acontecen como re-lmpagos de deseo, de amor, de odio. El relato de algo vivido se impone a un quin que recuerda. Recuerda la ausencia y la espera. A veces recuerda la alegra, otras el dolor.

    La asociacin entre las ideas de sujeto y ser humano se trama despus de que Gutenberg concibe la imprenta (la tipografa de caracteres mviles) en 1440. Invencin que posibilita el pa-saje del relato oral en situacin de grupo a la soledad de una lectura que, tras separar los cuerpos de los hablantes, contribu-ye a la ficcin del pensamiento como acto individual.

    Sin embargo, la lectura silenciosa no es silenciosa: evoca y en-carna voces ajenas.

  • 64

    Si leer no se confunde con acatar una autoridad, sera entrar en un recinto de hablantes que viven en argumentos que no cesan; sera participar (por un momento) de ese bullicio que piensa la vida, entre combates y hogueras, injusticias y dolores.

    La ilusin de ser uno mismo es adicta a las mentiras.

    En el prrafo trece del primer tratado de Genealoga de la moral, Nietzsche (1887) recuerda que el lenguaje petrifica la creencia de que las acciones humanas responden al poder de un agente que llamamos sujeto, escribe: Tal sustrato no existe; no hay nin-gn ser detrs del hacer, del actuar, del devenir; el agente ha sido ficticiamente aadido al hacer, el hacer es todo.

    La idea de que hay algo detrs conviene a la intriga. La intriga sazona con encantos y desdichas la vida. No alcanza con ha-blar, se necesita participar de la potencia intrigante que trans-portan las palabras.

    Entre los griegos de la antigedad clsica Poseidn es el dios que gobierna los mares: el que custodia la paz y la calma de las aguas, el que est detrs de tempestades y tormentas.

    Todo lo que es profundo ama la mscara (Alles, was tief ist, liebt die Maske), as comienza Nietzsche (1886) el fragmento nmero cuarenta de Ms All del bien y del mal. Mscara y disfraz son modos de la representacin.

    Lo irrepresentable ama la representacin que trata de expresar eso que no puede.El problema de la representacin no es lo irrepresentable, sino su locura mesinica, su delirio de grandeza, su imposicin como verdad, su complicidad con el poder.

  • 65

    Escribe Eliot (1925): Permtanme tambin que lleve disfraces convenientes.Propone vestirse con la piel de una rata, con las plumas de un cuervo, comportarse como el viento.

    Griegos y romanos del teatro clsico daban el nombre de per-sona a la mscara que portaba un actor para entonar palabras de otro.La palabra persona se relaciona con el verbo latino personare que significa sonar, hacer sonar a travs de, amplificar una voz o sonido.El cuerpo hablante como mscara amplificadora de sonidos de la historia.

    Las palabras sujeto y persona, antes de ser empleadas por la filo-sofa, fueron trminos de uso jurdico.

    Persona jurdica no es un individuo humano (persona fsica), sino una institucin o sociedad a la que se le asigna la cualidad de ser sujeto de derechos y obligaciones.

    Simone Weil (1957) advierte que la nocin de derecho tiene algo de comercial, pero esa experiencia de regateo (que recuer-da a las astucias entre vendedores y compradores) se resuelve a favor de quien tiene ms poder. Anota: El derecho es por na-turaleza dependiente de la fuerza.Recuerda que ese derecho que viene del imperio romano com-prendi (como lo supo Hitler) que la fuerza aumenta su efica-cia revestida de ideas.Escribe: Loar a la antigua Roma por habernos legado la nocin de derecho es singularmente escandaloso. Porque si se quiere examinar ah lo que fue esta nocin en su origen, para discernir su especie, se ve que la propiedad estaba definida por el derecho de usar y abusar. Y, en realidad, la mayor parte de esas cosas que todo propietario tena derecho de usar y abusar eran seres humanos.

  • 66

    Derecho, propiedad, persona, traman una narrativa de guerra: apelan a la razn, con los ojos en la fuerza.

    Roberto Esposito (2011) seala que la idea de persona tiene su auge a fines de la Segunda Guerra Mundial como reaccin ante las desembozadas prcticas genocidas del rgimen nazi, llegando a su mxima intensidad con la Declaracin Universal de Derechos Humanos en 1948.

    Tras citar una serie de autores (Bergson, Deleuze, Merleau-Ponty, Simondon, Canguilhem, Foucault), escribe: Para todos ellos, a pesar de las profundas diferencias de formulaciones y lxicos, lo que llamamos sujeto o persona, no es ms que el resultado, siem-pre provisorio, de un proceso de individuacin o de subjetivizacin, completamente irreductible al individuo y sus mscaras.

    No hay rostro detrs de una mscara, las mscaras atenan la ausencia. Ms que la idea de presencia, la de ausencia propone una des-mesura sin referencias. Demasiada inmensidad la ausencia para las criaturas que hablan.Tener un rostro es aprender a llevar una mscara. Muchas ge-neraciones de miradas componen la mmica de un rostro.

    La asociacin entre las ideas de sujeto y ser humano se trama despus de que el pintor italiano Giuseppe Arcimboldo (1527-1593) retratara rostros como minuciosos ensambles de flores, frutas, verduras, peces, libros, animales terrestres, plantas.

    Los rostros de Arcimboldo recuerdan que lo humano se com-pone del mismo humus que el resto de lo viviente. Incluso los libros.

  • 67

    Borges recordaba un poema de Rafael Cansinos Assens en que se dice el amor as: ser como un tigre de ternura. Las metforas mienten para habitar diferentes mundos a la vez (como el de la ferocidad y el de la ternura).Ser un tigre de ternura equivale a obsequiarse siendo lo que no se es.El fanatismo del ser odia las metforas.Toda potencia necesita una mscara.

    Acto, entonces me afirmo.

    La Tesis XI sobre