suplemento semana santa 2014

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en FIESTA ANCESTRAL DE SABORES Y COLORES Suplemento Especial de Diario La Hora, Viernes de Dolores, 11 de abril de 2014 La Santa GUATEMALA: Semana

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Suplemento Semana Santa 2014

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FIESTA ANCESTRAL DE SABORES Y COLORES

Suplemento Especial de Diario La Hora, Viernes de Dolores, 11 de abril de 2014

LaSanta

GuATEmALA:Semana

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Suplemento Especial de Diario La Hora, Viernes de Dolores, 11 de abril de 2014

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D iario La Hora contr ibuye, una vez más,

a exaltar los valores sociales de la Semana Santa Guatemalteca, única e irrepetible en su contenido en Amé-rica Latina.

En tal sentido, Cua-resma y Semana Santa constituyen las expre-siones más profundas de la idiosincrasia del pensamiento y de la cultura guatemalteca desde tiempos inme-moriales.

Guatemala, más que religiosa, expresa un intenso sentido de sa-cralidad en todas sus manifestaciones coti-dianas. Ello nos define colectivamente como pueblo y nos hace ser excepcionales en el mundo occidental, ca-paces de elaborar las expresiones culturales más bellas y origina-les, fuente de identi-dad social.

Pocos pueblos como el guatemalteco para expresar todo su sen-tir colectivo en las conmemoraciones de la Pasión y muerte de Cristo, tan propias como la flor del coro-zo, las marchas fúne-bres y las alfombras de aserrín.

La Coordinación del Suplemento agradece a los académicos de la universidad de San Carlos de Guatemala, su decidida y desinte-resada colaboración.

Celso A.

Lara FigueroaCoordinador del

Suplemento

Presentación

El Sábado Santo es el día que se dedica a la oración y al recogimiento y es el

momento en el que un gran silen-cio envuelve al mundo. El dolor y la soledad también parecen paten-tes en todas partes porque el Rey de Reyes duerme: “un gran silen-cio envuelve la tierra; un gran si-lencio y una gran soledad. un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogi-da, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo” (Liturgia de las Horas II, 415). Es un día de serena expectación, de preparación orante para la resurrección. Cristo ha muerto, pero su muerte es como un sueño del que despertará en la mañana de Pascua.

Según se plantea en el pensa-miento católico, el Sábado Santo la iglesia permanece junto al sepulcro de Jesús, meditando su pasión y muerte, y se abstiene del sacrificio de la misa, razón por la que el al-tar permanece desnudo hasta las solemnidades de la vigilia noc-turna de la resurrección. En una publicación suya, Vincent Ryan anota: “Los salmos elegidos para la Liturgia de las Horas rezuman con-fianza y expectación. Parece como

LITURGIA E HISTORIA DEL SÁBADO SANTOEl Sábado Santo es el día en que la iglesia permanece junto al sepulcro de Jesús esperando con ansias el Domingo de Resurrección en el cual queda confirmada la fe católica. Hasta la reforma litúrgica de 1955 era deno-minado Sábado de Gloria, y constituye el tercer día del Triduo Pascual, que concluye con las segundas vísperas del Domingo de Resurrección.

ta a Adán, diciendo: “Levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, ima-gen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, por-que tú en mí y yo en ti formamos una sola e indivisible persona”. La Vigilia Pascual es, pues, la noche en que nos encontramos en el corazón de las celebraciones de la Semana mayor, durante la cual, además de bendecir el fuego, se prepara el Ci-rio Pascual, se bendice el agua y se encienden velas en señal del paso de la oscuridad a la luz con la resu-rrección del Señor, fundamento de la fe católica.

La liturgia de nuestro tiempo ha vuelto a descubrir el significado profundo de la Pascua y de la ce-

lebración del misterio pascual. Lo importante de estos días grandes de la cristiandad es que todos par-ticipamos del misterio del día sába-do, que San Pablo nos recuerda de la siguiente manera: “Fuimos, pues, sepultados, juntamente con Él por el bautismo en la muerte, para que, como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en nueva vida”. Concluido el pe-ríodo de los misterios del Viernes Santo y Sábado Santo, los llamados de la iglesia se refieren a la resu-rrección. En la iglesia primitiva, los catecúmenos adultos descendían a la pila bautismal que buscaban en las aguas signos de la muerte y se-pultura de Jesús significando cómo Cristo venció a la muerte.

Eduardo Díaz Reyna Universidad de San Carlos de Guatemala

si el mismo Cristo los estuviese recitando. El salmo 4 contiene este versículo: “En paz me acuesto y en seguida me duermo”, que se aplica a Cristo en la tumba esperando confiadamente la resurrección. También en el salmo 15 tenemos una maravillosa expresión de es-peranza: “No me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. me enseñarás el sen-dero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”.

La lectura de la Biblia (Heb 4, 1-13) nos habla del descanso sa-bático preparado para el pueblo de Dios después de las fatigas de esta vida. De ella se desprende esta conclusión: “un tiempo de descan-so queda todavía para el pueblo de Dios, pues el que entra en su des-canso descansa él también de sus tareas, como Dios de las suyas”.

En la homilía que hemos cita-do antes aparece un diálogo entre Cristo y Adán. Cristo entra en la morada de los muertos y despier-

Telón de fondo de un huerto de velación en La Antigua Guatemala

Santísima Virgen de Dolores de San Felipe (fotografía de Edgar Valdez)

Pintura renacentista del entierro de Jesús (atribuida al Greco)

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En 1774 se otorgó el per-miso correspondiente y la procesión se realizó nue-

vamente el martes Santo, sólo que en esta ocasión salió de la capilla del hospital de San Pedro debido a que los bienes de la ermita fueron trasladados a dicho hospital.

En 1780, la imagen de Jesús Na-zareno de la Santa Cruz del mi-lagro fue trasladada al Valle de la Virgen junto a la Venerada Cruz. En ese mismo año se notifica por medio de Cédula Real que se su-prime la Iglesia de la Cruz del milagro en la nueva ciudad, ra-zón por la cual la cofradía decide colocar a la imagen en el Beaterio de Indias de donde inicia un lar-go peregrinaje por varios templos, hasta que finalmente fue traslada-da a la iglesia de San José en donde ya en 1859 se tienen registros de la presencia de la Imagen en dicho templo.

Según documentos de la época para 1850, ya se celebraba la pro-cesión de Jesús Nazareno de la Cruz del milagro el día Domingo de Ramos y en 1896 se publicó el siguiente relato:

“A las 3 de la tarde, al mismo tiempo las campanas de San José tocaban á rogativa anunciando la próxima salida de Jesús de la Cruz del milagro. A las 4 de la tarde en efecto, salió de aquel templo pre-cedida de otras imágenes, entre ellas el Cristo Paciente, recorrió varias calles de la ciudad pasando frente a la Catedral, regresando a las 22:30 horas al templo de San José”

Durante la gestión del Señor Leopoldo Sáenz Castillo, en las

HISTORIA DE LA PROCESIÓN DEL DOMINGO DE RAMOSEn el año de 1736 Lorenzo de Paz donó una imagen de Jesús Nazareno en la ermita de la Cruz del Milagro con la condición de que se funda-ra una Cofradía para dicha imagen, con el nombre de Cofradía de Jesús Nazareno de la Santa Cruz del Milagro. En el mismo año la imagen de Jesús Nazareno fue incorpora-da a la procesión de la reseña que organizaba la Cofradía de la Santa Cruz del Milagro. Esta función se considera que se mantuvo en forma regular hasta 1773; debido a los terre-motos de Santa Marta fueron suspendidas las procesiones por razones de seguridad, entre ellas la procesión del Martes Santo.

primeras décadas de 1900, deci-dieron iluminar el anda que por-taba a Jesús Nazareno de los mi-lagros con 72 focos lo que le daba una majestuosidad a las andas del Señor, siendo una novedad para la época y nos da una idea de la vi-gencia que mantenía la devoción de la Imagen por medio del traba-jo e innovaciones que realizaba su Hermandad.

En la década de 1930 debido a la institución de la festividad de “Cristo Rey”, el Padre mariano de la Coronación Granados nombra a Jesús Nazareno con el título de “REY DEL uNIVERSO” el cual se puede observar en los faldones de las enormes andas en las que se procesiona actualmente.

Durante los primeros 50 años del siglo XIX, la procesión del Domin-go de Ramos fue una procesión

muy concurrida, pero modesta y no fue sino hasta 1953 gracias a la visión y dinamismo de un grupo de personas, se estrena un anda de 30 brazos hecha por el ebanista José Antonio Vázquez y de allí en adelante inició una transforma-ción vertiginosa en cuanto al gran crecimiento y desarrollo de la pro-cesión, gracias a una gran cantidad de modificaciones e innovaciones que cambiaron en muchos aspec-tos los patrones tradicionales de la Semana Santa guatemalteca.

En 1954, la procesión ya se con-sideraba como uno de los cortejos más importantes e imponentes de la Semana Santa. El Domingo de Ramos de 1955 se estrena un anda de 50 brazos para Jesús y otra de 26 brazos para la Virgen de Dolo-res; una aureola y corona de espi-nas labrada por el orfebre manuel

Barillas y el bello lienzo de Jesús Nazareno confeccionado por Pru-dencio Dávila, un estandarte de la Sentencia de Pilatos, pintado por el señor Elio Cuellar en un cuadro tallado por Brígido Rojas, POR PRImERA VEZ SE INCORPORA AL CORTEJO EL ESCuADRÓN DE ROmANOS, el cual desde en-tonces le ha dado un toque espe-cial, a la Procesión del Domingo de Ramos.

En 1957, el Soberano Señor de los milagros, sale por primera vez sobre un anda de 80 brazos.

En 1977, se estrena un anda de 80 brazos, color vino tinto, con aplicaciones de bronce y tallas do-radas que le dan el aspecto de un catafalco romano.

En 1984, se incrementa el nú-mero a 90 cargadores para Jesús Nazareno y la Santísima Virgen

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maría de los Dolores que fuera burilada por el insigne escultor Ventura Ramírez a mediados del siglo XIX, estrenó una nueva anda de 50 cargadoras.

En el año de 1991, se hacen tra-bajos de ampliación al anda de Jesús Nazareno, siendo sus nuevas dimensiones las siguientes: Longi-tud: 21 metros; ancho: 2.50 metros y 1.00 metro de altura.

En 1997 se estrenó el nuevo Vía Crucis que portan los miembros del Escuadrón de Romanos, los cuales fueron elaborados por el pintor Roberto Ríos del Cid.

En los primeros años del siglo XXI se han realizado nuevos tra-bajos y mejoras a la procesión del Domingo de Ramos: se restaura-ron y laminaron en oro las águilas imperiales que reposan en los cua-tro costados de las andas de Jesús Nazareno y Virgen de Dolores, se estrenaron los estandartes de los Siete Dolores de la Santísima Vir-gen, también los estandartes de la Asociación de Jesús Nazareno y Virgen de Dolores y el nuevo resplandor y daga para la Santísi-ma Virgen. En el año de 2005, se incorporó nuevamente al cortejo procesional el palio que precede las andas de Jesús Nazareno, bor-dado por las monjas de la Casa Central a mediados de 1950.

Actualmente la procesión del Domingo de Ramos constituye una multitudinaria manifestación de fe y devoción a Nuestro Señor Jesús Nazareno de los milagros que, en sus monumentales andas de 114 brazos, es llevado por más de 14 mil cucuruchos y visto por una incalculable cantidad de fieles que acuden a las calles del Centro Histórico de la ciudad de Guate-mala, que como en Santiago de los Caballeros, desde que Lorenzo de Paz lo donara a la Ermita de la Cruz del milagro en el Barrio de Chipilapa, hace más de 200 años, hasta su traslado a la Iglesia de San José en el Barrio de los carboneros, donde permanece actualmente, ha sido el motivo de la devoción de varias generaciones y sigue es-tando en los corazones de quienes acuden a Él.

Asociación de la Muy Venerada Imagen de Nuestro Señor

Jesús Nazareno de los Milagros “Rey del Universo”

Protector Perpetuo de la Anti-gua Guatemala

Santuario Arquidiocesano del Señor San José

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La Cuaresma es una de las más importantes ceremonias de la cul-

tura occidental y que en el caso de Guatemala establece los ejes de la identidad de la sociedad nacional.

La Cuaresma es el lapso de cuarenta días que comienza a contarse a partir del miércoles siguiente al martes de Carna-val. Para los católicos ese pe-ríodo es ocasión para el ayuno y la penitencia, tiempo de aus-teridad y vigilia. Es una fecha móvil en el calendario.

El primer día de la Cuaresma

DOMINGO DE LAS PALMAS:HISTORIA Y SIMBOLISMO DE LOS RAMOS

Pueri hebraeorum, por-tantes ramos olivarum,obviaverunt Domino, clamantes et dicentes: “Hosanna in excelsis”.

Como puede apreciarse en la hagiografía de la Semana Santa, los ramos tienen importancia simbólica de primer orden desde los tiempos de los evangelios mismos. Eternizan la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén el primer Domingo de Ramos de la Historia.

Celso A. Lara FigueroaUniversidad de San Carlos de Guatemala

es llamado miércoles de Ceni-za por la práctica vigente desde el siglo IV, de colocar cenizas sobre la cabeza de los peni-tentes que acuden a los tem-plos para realizar ceremonias de expiación por los excesos cometidos durante el Carna-val. Antiguamente se rociaba cenizas sobre la cabeza de los fieles que, trajeados con hábi-tos de penitencia, debían acu-dir a los templos en esta fecha. Actualmente sólo se traza una cruz con cenizas sobre la fren-te de los cristianos que volun-tariamente acuden al templo. Las cenizas para llevar a cabo esta práctica se obtienen de la incineración de las palmas benditas, repartidas el Domin-go de Ramos del año anterior que son conservadas para este propósito. Son símbolo de pe-nitencia y de la brevedad de la existencia terrenal para los

católicos y con su aplicación sobre la frente se recuerda el texto del Génesis “Polvo eres y en polvo te convertirás”.

Antiguamente las observan-cias de la Cuaresma eran bas-tante rígidas en lo relacionado con el ayuno y la abstinencia, que debían ser cumplidos es-trictamente ya que durante el período se recuerdan los cua-renta días de ayuno y medita-ción que pasó Jesús en el desier-to. Sólo permitía una comida al día en la cual no se consu-mían carnes, huevos o pescado. Esto quizás podría explicar los excesos en el período anterior -el Carnaval- en conocimiento de las características de auste-ridad que tendría el tiempo que le sucedería. Paulatinamente la Iglesia ha ido modificando sus mandatos y se permitió el consumo de carnes de aves y de pescado, más no de carnes

rojas. Actualmente los cristia-nos se someten a abstinencia de carne sólo los días viernes de la temporada de Cuaresma, la cual sustituyen por pescado o carne de aves.

Como puede apreciarse en la hagiografía de la Semana Santa, los ramos tienen im-portancia simbólica de primer orden desde los tiempos de los evangelios mismos. Eternizan la entrada triunfal de Jesús a Je-rusalén el primer Domingo de Ramos de la Historia.

Jesús va a Jerusalén, en donde sabe que ha de morir dentro de pocos días, y hace su entrada solemne en la ciudad. Solem-ne, pero sencilla y humilde. En medio de la tristeza que respira toda la semana santa se oyen estos cánticos de alegría. La li-turgia católica desde el siglo IV ha organizado la procesión de las palmas y su respectiva ben-

dición al interior del templo, y luego ha repartido estas palmas a las “gentes del pueblo” que las portan acompañando la misa del Domingo de Ramos.

En el caso de Guatemala, el Domingo de Ramos es muy peculiar, lleno de alegría y co-lorido: Los ramos bendecidos por la iglesia provienen de una palma muy especial que se da en la costa occidental y en la bocacosta del país llamada Pal-ma Real o manaca (orbygnia cohune).

Durante la Semana de Do-lores, en los departamentos de Escuintla, Suchitepéquez y Quetzaltenango y en las mon-tañas de Sacatepéquez, se cor-tan las hojas de esta Palma Real y con ellos se elaboran “los ramos benditos”, cortando o “deshilachando” la hoja de palma. “Los ramos benditos” son adornados con flor de co-rozo, proveniente de la misma palma odorizante o bien con flores propias de la temporada cuaresmal, como la estaticia morada o claveles rojos y blan-cos. Las vendedoras de estos productos, que generalmente provienen de San Juan Sacate-péquez, hacen acopio de estos ramos y llegan el sábado en ho-ras de la noche a las distintas iglesias del país y de la ciudad para ser bendecidos por los sa-cerdotes, de tal manera que al alba del domingo, los ramos están consagrados.

Es práctica en la Nueva Gua-temala de la Asunción que en la ciudad se bendigan en la misa de cinco de la mañana en las distintas iglesias para des-pués acompañar a Jesús de “la Burriquita” de la iglesia San miguel de Capuchinas, que sale en procesión a recorrer los vie-jos barrios de la urbe.

La alegría de Jesús de las Pal-mas o de la Burriquita contras-ta con la solemnidad de Jesús de los milagros de la Iglesia de San José que con su cruz a cuestas recorre ancestrales ca-llejones.

Las calles de la ciudad y ve-redas de los pueblos se ven ornamentados con los ramos ese día, que se convierten en la

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Ramos ya bendecidos el Domingo de Ramos en el atrio de una iglesia en el interior del país.

Sacerdote bendice los ramos antes del inicio de la Procesión del templo de San Miguel de Capuchinas en la Ciudad de Guatemala.

gran puerta a la Semana mayor.La ceremonia de bendición

de los ramos, ahora muy sim-plificada, consiste en que el sacerdote investido de casu-lla y estola morada, conjun-tamente con los monaguillos salen al atrio de las iglesias a rociar los ramos que coloca-dos en canastos por los indí-genas de San Juan Sacatepé-quez y de otras regiones de Guatemala, con agua bendita, en tanto, ya sea en el órgano o el coro, al pie del altar entona la antiquísima antífona “Pueri hebraeorum, portantes ramos olivarum...”

Los ramos bendecidos santi-fican a la persona que los por-ta y consagra la casa donde se colocan.

En Guatemala los ramos del Domingo de Ramos se guardan en casa y se colocan en un lu-gar preferencial ya que según la tradición popular protegen de las tempestades y de los terre-motos.

Cuando una persona es asus-tada por alguna circunstancia, estos ramos son “apagados en las brasas” y esta infusión se da de beber al enfermo “le vuelve

el resuello”.Los ramos también son por-

tadores de buena suerte y se colocan a la entrada de la casa, para que siempre esté protegi-da de “las malas influencias”.

Estos ramos deben perma-necer en la casa durante el año completo. Al año siguiente, durante la semana de Lázaro o a más tardar en la de Dolores, estas palmas se llevan a las igle-

sias para que sean incineradas, ya que, como apuntamos, con sus cenizas, se colocan en la frente de los creyentes la ceni-za que simboliza los inicios de Cuaresma y Semana Santa.

De acuerdo a los evange-lios canóni-

cos la Procesión de Ramos es la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en medio de una gran multitud que lo adoraba como el Hijo de Dios.

El Domingo de Ra-mos conserva este hecho que se con-signa en el Nuevo Testamento de la Biblia. Evangelio de San mateo, Capítulo 21, 1-9; Evangelio de San marcos, Capí-tulo 11, 1-10; Evan-gelio de San Lucas, Capítulo 19, 28-40; Evangelio de San Juan, Capítulo 12, 12-19.

Antes de entrar a Jerusalén, Jesús se detuvo en Betania y en Betfagé, de don-de envió a dos de sus discípulos a una aldea cercana para recuperar un borri-co que había sido atado, pero nunca montado, diciéndo-les: “Si os preguntan, decid que el Señor necesita el borrico y que les será devuelto luego”.

Los Evangelio des-criben cómo Jesús entró a Jerusalén y cómo la gente al-fombraba su camino y cómo lo adornaba con pequeñas ramas de árbol.

SIGNIFICADO DEL DOMINGO

DE RAMOS

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Los religiosos doctrineros explicaron a las masas nativas el sacrificio de

Jesucristo muriendo en la cruz por los pecados de la Humanidad, aunque la mayoría comprendió bien ese mensaje, otros estable-cieron coincidencias en puntos específicos de las nuevas con las antiguas creencias, establecién-dose sincretismos; es decir una mezcla de valores cristianos con otros antiguos, con lo que se da una coexistencia de ellos; dos de esos puntos de coincidencia son las procesiones, y la valoración de la sangre como vida y manera de expresar sacrificio.

Las procesiones van a ser ac-

LAS PROCESIONES DE SANGRE EN LA CAPITAL DEL REINO DE GUATEMALA

FACSIMILE DEL MURAL PINTADO EN EL TEMPLO DE HUEJOTZINGO, MÉXICO DE PENITENTES DE UNAPROCESIÓN DE SANGRE.

Casi simultáneamente a la dominación española del actual territorio de Guate-mala se verificó la conversión al Cristianismo de loshabitantes originarios de es-tas tierras, la rica iconografía que el Cristianismo trajo hizo que ese proceso de conversión fuera llevado a cabo por los religiosos de mejor forma, teniendo en la figura de Je-sucristo en su pasión, muerte y resurrección el principal motivo de representaciones, despertando una especial atención la advocación de Jesucristo, sangrante y pen-diente de la cruz, así como las representaciones como Ecce Homo, Flagelado, de Nazare-no y Yacente.

Francisco: desde el año 1533 en que se funda esta cofradía se cono-ce de sus actividades devocionales en la Semana Santa. Esta cofradía tenía procesión la noche del Jueves Santo. Los participantes eran espa-ñoles y criollos.

-Procesión de la Veracruz de Candelaria: esta cofradía era de indígenas y tenia de sede la er-mita de Candelaria en el barrio de Santo Domingo, su fundación se remonta al tiemplo del obis-po Francisco marroquín (1538-1563), y sus integrantes salían en procesión de sangre la noche del día Jueves Santo por “... todas las yglesias de la ciudad…”. Estaba normado que usaran túnicas y se cubrieran el rostro a fin de evitar vanidosa notoriedad, este anoni-mato en más de una ocasión pudo propiciar en esta procesión o en otras que gente ajena a los usua-les participantes se integrara a la procesión. Aunque se conocen sus ordenanzas de cofradía del año 1665, no se tiene más detalles. Este barrio estaba constituido por indí-genas “mexicanos” que eran de los venidos con Pedro de Alvarado y Cakchiqueles.

-Procesión de sangre de la co-fradía de Nuestra Señora de La Esclavitud de La Merced: esta procesión salía cuando menos desde 1677 el cuarto viernes de Cuaresma. Los participantes eran fundamentalmente españoles y criollos.

-Procesión de sangre de la co-fradía de Ánimas de San Sebas-tián: salía el quinto viernes de Cuaresma. Al igual que la anterior los disciplinantes eran básicamen-te españoles, criollos.

Luego de proseguir la investiga-ción sobre el tema, a estas proce-siones se deben añadir las siguien-tes:

-Procesión de Sangre de la capilla Santa Ana de indígenas anexo al templo Franciscano: se sospecha que la cofradía de indí-genas llamada del Dulce Nombre de Jesús cuya sede estaba en este lugar efectuaba procesión de San-gre igualmente la noche del Jueves Santo.

-Procesión de sangre de la co-fradía de San Benito de Palermo del templo de San Francisco: en 1726 solicitaron sacar nuevamente su procesión que era efectuada el tercer viernes de cuaresma dado que después de la ruina de 1717 se había dejado de llevar a cabo. Al parecer esta actividad había sido autorizada en tiempo del obispo don Agustín de ugarte (1632-1642). Los participantes principa-les eran mulatos y negros.

-Procesión de sangre de la co-

fradía de San Nicolás Tolentino del templo de San Agustín: para el año 1698 se conoce que salía esta procesión y los cofrades de San Nicolás Joseph del Castillo y Francisco Xavier de Pas solicita-ron sacar en esa procesión la ima-gen del Señor del Prendimiento. Los participantes eran principal-mente españoles y criollos.

En el interior del Reino hubo en muchos pueblos similares proce-siones, por ejemplo en Escuintla se reportan para el año 1632 tres procesiones de sangre, para el pue-blo de Gotera en El Salvador para el año 1700 en las ordenanzas de la cofradía de las Benditas Animas se consigna una procesión de Sangre el lunes santo en la noche.

Es importante indicar que este tipo de procesiones debe estudiar-se y valorarse en el contexto histó-rico en que se desarrollaron, a fin de comprender estas prácticas de mortificación que la población, incluidos los indígenas asimilaron y practicaron ampliamente en la Colonia.

El religioso viajero Tomás Gage hizo ver alrededor del año 1630 que los españoles habían enseña-do a los indígenas el modo de dis-ciplinarse para la Semana Santa “… no solo los imitan sino que los exceden mucho en el rigor con que se castigan hombres y mujeres…”; Jesús Palomero en su investigación titulada: “La procesiones de Sangre en Sevilla y Nueva España. A propósito de una pintura mural en la iglesia conventual de Huexotzingo”, algo parecido hace ver al citar a fray Juan de Grijalva, religioso agus-tino quién en 1624 expresó acerca de la gran afición que tenían los españoles por las procesiones, ese interés era superado con creces por los indígenas. En los muros del templo fue pintada una pro-cesión de sangre alrededor del úl-timo cuarto del siglo XVI, en esa pintura aparecen disciplinantes azotándose, una representación que ilustra este tipo de procesiones que responden formalmente a lo preceptuado en muchas de las or-denanzas de cofradías que tenían este tipo de procesiones.

En Guatemala para las postri-merías del siglo XVIII y segura-mente para el XIX las procesiones de sangre fueron prohibidas, en parte porque ocasionaban que muchos oportunistas e irreveren-tes no cumplieran con los fines de este tipo de penitencias y porque al caminar con los rostro cubiertos, al igual que otras procesiones que no eran de sangre, el anonimato que ese atuendo proporcionaba se prestaba a la comisión de abusos.

Mario Alfredo Ubico CalderónUniversidad de San Carlos de Guatemala

tividades muy importantes en Cuaresma y Semana Santa desde el siglo XVI en muchos pueblos del Reino de Guatemala incluida su Capital y de otras partes de la América Española.

En el Viejo mundo cristianiza-do, las procesiones de disciplinan-tes y por ende de sangre, tienen origen en el medievo cuando se rogaba publica y colectivamente por el cese de la Peste Negra que asoló Europa en el siglo XIV, aun-que debió ser una práctica que esporádicamente se dio ante otras calamidades; este tipo de proce-siones tienen la característica que sus participantes con túnicas y rostros cubiertos recorren calles y plazas efectuando ruegos y oracio-nes al Altísimo y simultáneamen-te ocasionándose dolor y efusión de sangre por medio de diversos procedimientos, entre los cuales están los azotes, carga de pesados maderos, uso de espinas, cilicios y cadenas que entorpecían el libre movimiento al caminar, de tal ma-nera que hubiese realmente sacri-ficio y de esa manera coadyuvar a la expiación de culpas.

En la América prehispánica, se cuenta con antecedentes antiguos donde la sangre cobraba especial significación ritual, los españoles que venían de dominar la capital azteca de Tenochtitlan habían ob-servado prácticas de este pueblo donde por medio de victimas de sacrificio se ofrendaba sangre a deidades antiguas en el contexto de complicadas ceremonias lleva-das a cabo en los templos de esa urbe; al proseguir en su derrote-ro de sometimiento arribaron a éstas tierras con el sentimiento que aquí se verificaban costum-

bres similares, sin embargo en Guatemala esas prácticas, aunque no desconocidas del todo, eran notoriamente escasas, la domi-nación hispánica de estas tierras trajo consigo el Cristianismo y un mensaje nuevo: un solo Dios misericordioso que no requería sacrificios de vidas humanas que propugnaba la hermandad entre las personas; sin embargo, esto úl-timo tan importante, en la prácti-ca no se llevó a cabo enteramente, como hoy día, prevaleciendo las paradojas.

La conversión a la nueva fe fue el inicio del final de la muerte ritual de personas y otras prácti-cas asociadas donde los partici-pantes sin llegar a morir efectua-ban suplicios y derramamiento de sangre propiciatorios a los di-versos dioses, sin embargo éstas últimas prácticas, unas más que otras, se perpetuarían en el tiempo aunque se atenuarían, desapare-ciendo unas y cambiando de rea-lización otras.

No obstante, la penitencia cristiana de aquel entonces impli-caba la mortificación de la carne, que se consideraba foco de debi-lidades pecaminosas, durante la Cuaresma y Semana Santa no sólo se practicaban ayunos y abstinen-cias sino había rigores en forma de azotes y otras maneras cruentas de ocasionar incomodidad, do-lor y heridas. Este era otro punto de coincidencia con las antiguas practicas prehispánicas donde el ayuno, la abstinencia y los ritos sangrientos siempre fueron valo-rados como expresiones de acer-camiento a las deidades antiguas, ahora es en el contexto cristiano una forma de expiar pecados y mejorar el comportamiento para enfrentar de mejorar manera las tentaciones.

Sin duda las procesiones de sangre fueron muy populares en la Colonia tanto para españoles, mulatos, ladinos e indígenas y la figura de Jesucristo en suplicio sangrante evocaría una valoración trascendental para las mentalida-des de éstos últimos.

En la Capital Santiago, en los días en que se conmemora la pa-sión, muerte y resurrección de Jesucristo fueron llevadas a cabo procesiones de sangre, actividades públicas de mortificación extre-ma, siendo importante consignar las siguientes conocidas, cuya información se dio este servidor hace algunos años en la revista Tradiciones 54-2000 del Centro de Estudios Folklóricos de la univer-sidad de San Carlos de Guatemala:

-Procesión de sangre de la cofradía de la Veracruz de San

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BIBLIOGRAFÍA EN TORNO A LOS TEMAS CUARESMALES

En el siglo XX, estos escritos iniciaron en un proceso más aca-

démico con la obra de Víctor miguel Díaz en 1934, que pese a los señalamientos negativos formulados en torno a la mis-ma, es pionera en la historia del arte de Guatemala. Incluye nu-merosas referencias de piezas de la época cuaresmal y fue el primero en llamar la atención en forma más precisa a esta temática. Paralela a la misma, fue editado un catálogo de las imágenes de la época de pasión de gran devoción existentes en Quetzaltenango.

En las décadas subsiguientes los aportes fueron mínimos, se limitaron a revistas, folletos y mención en diarios de la épo-ca. En los años 60 hubo enfo-ques espirituales de José García Bauer, incluyendo historias sin base documental de algunas las imágenes de pasión de mayor trascendencia, pero dejando una mención importante de las mismas.

La antesala de estudios pro-fesionales fue la tesis de Elena mendoza de Reyes. Rescató información de los talleres de los imagineros tradicionales al final de los 70, relacionándolos con sus maestros del siglo XIX. Incluyó datos de Nazarenos y Dolorosas.

Al inicio de los años 80, mi-guel Álvarez dio a conocer un enfoque más integral acerca

Los aportes bibliográficos en torno a la temática de la historia y el arte de la época cuaresmal en Guatemala son variados. Los antecedentes están en las crónicas indí-genas escritas a mediados y fines del siglo XVI y los relatos anotados por los cronistas del período hispánico quie-nes dejaron evidencias de la forma en que eran conmemo-rados los oficios y ceremonias de la época. A ellos se unen los viajeros del siglo XIX que dejaron relatos de lo que observaron en la temporada en la ciudad y el interior de lo que hoy es Centroamérica.

Haroldo Rodas EstradaUniversidad de San Carlos de Guatemala

de la imagen del Nazareno de la merced, con motivo del bi-centenario de su traslado de La Antigua a la Nueva Guate-mala, confirmando nombres del escultor y pintor. En este mismo período se agregó su escrito acerca de las Imágenes de la Virgen maría en el arte guatemalteco, en el cual inclu-yó datos acerca de la Dolorosa del manchén de San Sebastián y Nuestra Señora de la Piedad del Calvario, reproducido reciente-mente en el libro del fotógrafo Flores en torno a los retratos de la Virgen maría en Guatemala.

Luis Luján muñoz formuló en ese período el libro Tradi-ciones de Cuaresma en Guate-mala, editado con el apoyo de la Esso. Brindó una referencia cultural y artística de la Cuares-ma en toda Guatemala Aportó datos acerca de las imágenes de

gran veneración de esta temporada. Hasta ahora es el estu-dio con mayor información al respecto.

El historiador Celso Lara, también ahonda en este campo sobre temas históricos, musica-les y legendarios de la Semana Santa, paralelo a los mencio-nados, surgió también con un interés personal el inolvidable don Héctor Gaytán, quien a través de su programa La calle donde tú vives y sus cuadernos de divulgación general y re-vistas que editó dejó un fuerte contenido de relatos en torno a la Cuaresma y Semana Santa guatemalteca. Sus relatos son coloquiales y amenos para la generalidad.

En la misma época se sumó el trabajo de Jesús de Candela-

ria de miguel Álvarez, cuyo objetivo era acercar al lector a

las propuestas de orígenes y de-sarrollo de esta escultura, pero no usó mayor aporte documen-tal. más adelante un tratado de la misma imagen de Josefina Alonso de Rodríguez, quien abordó otros aspectos artísticos cuaresmales en su monumen-tal obra acerca de la Platería de Guatemala, cuyos tres últimos tomos están pendientes de ser editados. En base a ello ubicó en el archivo eclesiástico el in-ventario de la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores del Cerro y reconoció el autor y la época de trabajo de esta escultura del Nazareno hoy ubicado en Can-delaria.

Otro enfoque indirecto al respecto es el libro Imágenes de Oro de Luis Luján y miguel

Álvarez donde exaltaron las imágenes domésticas y niños de la pasión en el medio. Esta expresión había quedado a la saga de la mención en los libros anteriores.

En el periodo de los ochenta fueron formulados algunos es-critos por personas vinculadas a la historia e interesados en rescatar datos acerca de la his-toria de algunas de las imáge-nes cuaresmales de la ciudad de Quetzaltenango.

En la década de los 90 hubo relatos generales acerca de los Nazarenos de Guatemala de Ál-varez y Gerardo Ramírez, con sus trabajos de Ramos a Pascua y de Días de Gloria respectiva-mente. mario ubico centró su producción en las tallas exis-tentes en la Antigua Guatemala,

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Portada de libros relacionados con la Cuaresma guatemalteca.

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Página 8-Suplemento Especial de Diario La Hora, Viernes de Dolores, 11 de abril de 2014

Portada del libro His-toria de las bellas artes en Guatemala de Victor Miguel Díaz. El primer texto científico que se escribe sobre la Semana Santa guatemalteca a principios del siglo XX.

desde un orden documental y archivístico, dejando un sólido contenido, hasta ese momento dejado al margen por la mayo-ría de historiadores del arte.

Se suma la visión estética del Señor Sepultado de Santo Do-mingo de Federico Phral hacia final de la década en mención, junto al trabajo del autor de este artículo acerca de Jesús de las Tres Potencias, venerado en la Parroquia Vieja, colocando estos elementos como valores de las etnias a las que pertene-cieron, dando a conocer tam-

bién el nombre de los artistas que lo ejecutaron a fines del siglo XVII. Del mismo autor Encuentro y Rencuentro con el Nazareno del Calvario de Gua-temala, fijando fechas y autoría del mismo. Esto permitió acre-centar la presencia de devotos en ambas iglesias y colocar sus cortejos en un orden más pre-ferencial.

Intercalada en estas edicio-nes, fue impresa por Haroldo Rodas la serie Nazarenos de Guatemala, con un resumen histórico de las imágenes de

pasión. Los datos están acom-pañan los dibujos de rostros y detalles realizados al carbón por Luis Alberto de León.

Suman en esta misma épo-ca los enfoque académicos con más de tres autores en formato de revista, entre estos, la publi-cación de aniversario del Señor Sepultado de Santo Domingo, las ediciones de la Asociación de Jesús de las Tres Potencias y el Nazareno de La merced de La Antigua. Últimamente han surgido otras, como El Gólgo-ta con artículos coloquiales,

y los suplementos de algunos diarios, reiterando lo formu-lado por autores citados, aun-que muchas veces lo hacen sin mencionar las fuentes de donde toman los datos.

En este mismo reglón se agrupa el libro de la Semana Santa Guatemalteca editado en el año 2002 por el museo de la Semana Santa, en el que integró aportes de Celso Lara, Gerardo Ramírez y maría Elena Schei-singer todos integrados con lenguaje fluido y ameno con sustento académico.

También en este campo el libro Contemplaciones, histo-ria arte y cultura de la Semana Santa en Guatemala con escri-tos de 13 especialistas que abar-can aspectos históricos, artísti-cos y culturales de la Semana Santa en Guatemala. Incluyó por primera vez la mención de las artes aplicadas y pintura con esta temática. También el libro homenaje al 350 aniversario de Jesús de la merced, con referen-cias estéticas, retratos pintados y altares y procesiones dedica-dos a lo largo de la historia para dicha talla. Ambos son resulta-dos de dedicados estudios reali-zados por historiadores, histo-riadores del arte, antropólogos, arqueólogos y arquitectos.

Entre los trabajos más recien-tes, compilados con artículos de varios autores está El Cal-vario de la Antigua Guatemala coordinado por miguel Torres, con participación de ocho es-pecialistas. Incluyó mención de obras artísticas inspiradas en la pasión de ese recinto.

También han surgido revistas de hermandades, siguiendo la huella mercedaria, que a tra-vés de Carlos Díaz del Cid dejó anotadas una serie de anéc-dotas y leyendas en torno a la imagen del nazareno.

Entre los aportes a nivel de tesis, están el historial de la cofradía, y de las imágenes de Jesús de la merced y el Niño de la Demanda escrita por Gerar-do Ramírez, con abundantes datos del archivo mercedario, hoy conservados en el templo de Capuchinas. Los trabajos de

Walter Gutiérrez, con un catá-logo razonado de esculturas y pinturas de los Resucitados en Guatemala y otra del Rescate y restauración del Niño de la De-manda del templo mercedario de Guatemala de Luis manuel muñoz, con parámetros esté-ticos y documentales. Este úl-timo mereció reconocimiento de la Facultad de Humanidades de la universidad de San Car-los. Estas se sumaron a algunos aportes en torno a imágenes de pasión vertidas por graduandos en la Landívar y San Carlos.

Entre las impresiones recien-tes está el trabajo fotográfico de José Carlos Flores en torno a los rostros de imágenes de los Na-zarenos de Guatemala y La An-tigua Guatemala, que se consti-tuye en el mejor logro artístico para captar las características de algunas de las principales imágenes de gran devoción en torno a la pasión de Guatemala. El escrito en torno a las mismas está formulado en un lenguaje muy coloquial, ya que el objeti-vo fue artístico y las referencias históricas ni siquiera tuvieron citas, ni mención bibliográfica, constituyendo casi un plagio.

miguel Álvarez, aportó el año antepasado un nuevo pilar a la historia y el arte de la épo-ca cuaresmal en Guatemala, fortaleciendo los fundamentos bibliográficos con rigor acadé-mico en el medio. También el año recién pasado Jacobo Quan concentró su orden fotográfico en la formulación de un libro editado por el Banco Industrial en torno a la cuaresma y Sema-na Santa en la Antigua Guate-mala. Las gráficas son de alta calidad y están acompañadas de textos de Johann melchor, integrando así un mensaje ar-tístico con un fundamento his-tórico basado en documentos primarios.

Ese mismo año Fernando ur-quizú y mario ubico agregaron sus Crónicas y recuerdos del Santo Cristo Yacente del Cal-vario de la Nueva Guatemala de la Asunción, donde se une un aporte histórico gráfico in-tegrado por urquizú y culmina

Viene de la página 7

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con la reproducción del artícu-lo en torno a los sepultados del Calvario de La Antigua escrito por ubico.

A fines del año pasado ur-quizú presentó un texto don-de agrupó reproducción de los turnos y mención de los reco-rridos y adornos de andas del Nazareno de Candelaria durante el siglo XX en base a relatos pe-riodísticos. De este mismo pe-ríodo un trabajo antropológico y económico de la Semana Santa, donde se hizo leve referencia de aspectos históricos coordinado por Julio Solórzano Foppa.

CAMPO INTERNACIONAL La historia del arte cuaresmal

de Guatemala también ha me-recido interés en el plano in-ternacional con el enfoque de la canadiense Alena Robin, en su obra Devoción y patrocinio: El vía crucis en Nueva España, donde incluyó datos acerca de nuestro país. Las tesis docto-rales de Fernando urquizú y Johann melchor tituladas Las nuevas formas de expresión del arte en el siglo XX en las proce-siones de Pasión en Guatema-la, y Destrucción y traslado de obras de la Antigua a la Nueva Guatemala, los tres graduados en la universidad Autónoma de méxico.

Las mexicanas Consuelo maquivar y Clara Barguellini, en catálogos de exposiciones internacionales y del mismo país, Francisco Vidargas con parangones entre esculturas de Guatemala y otras naciones. También los trabajos del espa-ñol Pablo Amador y de méxi-co, Patricia Díaz, interesados en un conocimiento formal de la escultura de Guatema-la del período colonial, entre los cuales incluyen datos acer-ca de las imágenes de pasión. Recientemente en revistas de hermandades españolas fueron incluidos escritos de Haroldo Rodas, también autor de un enfoque del Nazareno y la ex-presión étnica en Guatemala en un seminario internacional de los itinerarios de práctica uso y función de la imagen celebrado

en méxico hace cinco años. Esta es una visión general de

la bibliografía en torno al tema, que es necesario ampliar para dar conocer nuevos aspectos en torno a los resultados his-tórico-artísticos del escenario cuaresmal en Guatemala, basa-dos en investigaciones de archi-vos, que permitan proyectar el aporte de la actual generación hacia el futuro. Hasta ahora los logros son documentales, y con cierto orden estético compara-tivo, pero hace falta fortalecerlo con una mejor apreciación es-tilística y análisis de la forma para concretar un enfoque in-tegral al que deberá sumarse la tradición oral, y finalmente el aporte de las artes aplicadas, vi-suales y auditivas para brindar una visión más completa de la cuaresma y semana santa gua-temaltecas.

LA MUSICA CUARESMALLos escritos en torno a la

música de orden cuaresmal en Guatemala son reducidos. Se han introducido al tema Celso Lara y Gerardo Ramírez , agre-gándose aportes aislados en revistas, entre las que destacan El legado musical en la Semana Santa Guatemalteca, editados por Edgar Haroldo Cabnal San-ta Cruz. Sin embargo, en nece-sario ahondar un poco más al respecto, ante todo definir cla-ramente los principios al res-pecto y finalmente, destacar la vida y obra de variados compo-sitores de esta rama para exal-tar estos valores y lograr resal-tarlos frente a la invasión que se ha hecho últimamente de las variantes musicales españolas que llenan los espacios proce-sionales nacionales, haciéndo-les perder la vitalidad propia y la identidad.

Queda aún un gran vacío al respecto: las interpretaciones musicales a capella o de sopra-nos acompañadas de un cuer-

país, donde se combinan tra-diciones únicas que fortalecen la identidad de los pueblos del interior de Guatemala.

El camino por recuperar todo esto es muy largo, y más nece-sario es aún la formación de especialistas humanistas que fortalezcan este sentido de la historia local, en el que se une relato, tradición, historia, arte para fortalecer el imaginario guatemalteco.

No se trata únicamente de tener una intención o de escri-bir lo que ya está dicho, sino de brindar nueva información para fortalecer estos campos. Esto sólo quedará en manos de los especialistas, y de la buena disposición y la colaboración de todos para alcanzar nuevas metas que dejen la evidencia del paso de todos los que de-sean reconstruir el pasado de la Cuaresma y Semana Santa con verdad histórica y riqueza ancestral.

po de músicos que casi ha des-aparecido, pero que merecen un lugar en este campo, como la soprano Blanca Estévez, el barítono René Cordón y una de sus últimas valiosas intér-pretes, la soprano Carmen de Reyes, quien caminó recien-temente hacia el sueño de la eternidad, culminando casi este capítulo, ya que era usual escuchar en las calles, durante el paso de las procesiones ante determinadas casas la inter-pretación de plegarias y melo-días que exaltan los pasajes de la pasión a la manera de saetas pero con un sentido muy par-ticular que destacaba el aporte nuestro en las conmemoracio-nes cuaresmales.

A esta falta se une también los escasos escritos en torno a la cuaresma y semana santa de Quetzaltenango, y del occi-dente en general, así como a las conmemoraciones de esta épo-ca en el oriente, sur y norte del

Texto interior del libro de Víctor Manuel Díaz sobre Juan de Aguirre.

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También se ha dicho que sus comidas se sacralizan, por ar-

ticularse a la conmemoración de un hecho divino. Si bien a veces se preparan fuera de los tiempos cuaresmal o pascual, ello es ajeno a la mística de la dimensión sagrada. Dentro de ella, la connotación sacra hace que se fijen a tradiciones y cos-tumbres populares.

Es tanta, tan sabrosa e irre-sistible la comida de Cuaresma que desafía la norma de guar-dar mesura en el comer. Casi nadie repara en la exigencia, o come bajo cargo de conciencia a sabiendas que comete peca-

COMIDA, AYUNO Y ABSTINENCIAS DE CUARESMA

Más de una y más de dos veces se ha hablado de la Cocina de Cuaresma. Y los guatemaltecos, al escu-charlo, evocan pescado seco, pan dormido, miel de abejas, garbanzo en miel, torrejas, molletes, curti-dos, chocolate. Manjares que junto al olor a corozo e inciensos crean el escena-rio sensitivo de la época.

Es tanta, tan sabrosa e irresistible la comida de Cuaresma

que desafía la norma de guardar mesura en el comer. Casi nadie repara en la exigencia, o come bajo cargo de conciencia a sabiendas que comete pecado. De tan mayúscula disyunción tratan I. Doménech y F. Martí en Ayunos y abstinencias (Cocina de Cuaresma), obra publicada en Madrid en 1914 con autorización eclesiástica. Me place comentarla con los lectores.

do. De tan mayúscula disyun-ción tratan I. Doménech y F. martí en Ayunos y abstinencias (Cocina de Cuaresma), obra publicada en madrid en 1914 con autorización eclesiástica. me place comentarla con los lectores.

La comida, señalan, “es de las sutilísimas redes en que quedan envueltas toda clase de personas. Cosa lícita el comer y de atractivo para el hombre; y de ordinaria providencia, ne-cesario a la conservación de la vida y de las fuerzas corpora-les. Necesidad de cada día, no se puede prescindir de ella. Sin techo fijo, sin amigos, sin ho-nores, sin vestidos preciosos, se puede vivir; pero no sin comer ni beber.”

Ante la tentación de sobrepa-sarse, ¿cómo contenerse en el justo límite?: “Dos medios te-nemos para conseguirlo: tem-planza y ayuno. La templanza se funda en la recta razón: comer para vivir y no vivir para comer, o según San Ignacio de Loyola en Ejercicios Espirituales, con-siste en quitar lo superfluo”. También citan a San Francisco de Sales y su Introducción a la vida devota: “Comer lo necesa-

rio para mantener y conservar la vida es bueno, santo y man-dado. Comer sólo para saciar el apetito es tolerable, pero no laudable. Cuando lo que excita a comer no es ni aun el simple apetito sino el exceso, enton-ces es desorden, y acción más o menos vituperable, según sea el exceso mayor o menor...”

Recuerdan que el P. Luis de la Puente S.J. expresó en sus Meditaciones Espirituales que “en la templanza hay que guar-dar cinco reglas. 1) El precep-to: observando los ayunos y abstinencias. 2) La calidad: graduada según la persona y posición social; no buscando lo más apetitoso; no miran-do dar contento al paladar. 3) El tiempo: no anticipando por gula la hora de comer. 4) La cantidad: la suficiente; no sea tanta que exceda; ni tan poca que no sustente; en licores ser muy parco. 5) El modo: sin de-masiada afición; sin saborear por solo deleite; sin inmodestia ni apresuramiento”.

Ante abundante comida y bebida, el católico afronta el reto de limitarse. De ello tratan Doménech y martí: “como el cuerpo humano con sus pasio-

Luis Villar AnleuUniversidad de San Carlos de Guatemala

Pan y vino, de elevado simbolismo cuaresmal, figuran aquí en una alfombra procesional hecha totalmente de comestibles.Foto L. Villar Anleu, Jocotenango, Sac. 23.03.2014

de la Real Academia, el ayuno consiste en no hacer más que una sola comida al día y en abs-tenerse de ciertos manjares. Y conforme se indica en el Cate-cismo de Pío X, el precepto del ayuno es doble: uno que mira a la cantidad, o sea a la única comida, y otro que mira a su calidad, o sea a la abstinencia... La abstinencia puede ser: De carne, y es abstinencia propia-mente tal. De promiscuación, cuando se concede comer car-ne. De huevos y lacticinios, que no rige en América.”

Señalan reglas de la Iglesia: “para el objeto de la abstinen-cia, son carne los animales que viven o respiran en la tierra. Hay, entre otros: los de carne roja, los de carne blanca, las aves de caza, las aves de corral y los de caza menor, como co-nejo, liebre. El nombre de car-ne comprende: La parte mollar de dichos animales. La sangre, médula de los huesos, cerebro, la grasa y la manteca de los ani-males expresados. Los manja-res cocidos con carne, como el caldo, y los condimentados con carne o grasa”... Los huevos y lacticinios, “aunque frutos de dichos animales, no se consi-deran carne... Se consideran pez los animales que viven o respiran en el agua...”

“Las bebidas, como son para apagar la sed o ayudar la diges-tión, no quebrantan el ayuno; tales son: el agua, el vino, la cerveza, el té, el café, aunque

nes y con el deseo insaciable de placeres trata de seducir o de subyugar al espíritu, con más o menos frecuencia hay que apli-car el ayuno que tiende a quitar por penitencia lo conveniente y a veces algo de lo necesario, mientras (como observa pru-dentemente San Ignacio en los Ejercicios) no se corrompa el sujeto ni se siga enfermedad notable.”

Agregan: “El ayuno o la absti-nencia (usados sin distinción) empezó en el Paraíso terrenal con la privación del fruto pro-hibido, y lo han practicado to-dos los pueblos así judíos como gentiles, así cristianos como herejes. ¡Y cuántas veces los mismos hombres se imponen preceptos de esta clase! El mé-dico manda al enfermo la die-ta que es un ayuno y una abs-tinencia absolutos. un padre ordena o impide a su familia el uso de ciertos manjares o bebi-das. Y todos, con más o menos frecuencia, nos prohibimos algo que nos agradaría permi-tirnos.”

Dicen: “Saquemos en con-secuencia, que si esos vetos y privaciones no son inútiles ni ridículos por aconsejarlos la razón del bien común o par-ticular, no será prudente, ni racional, ni cristiano zaherir a la Iglesia cuando nos manda abstenernos en ciertos días y en ciertas horas de alguna clase de manjares.

“¡Y cuánto hemos de agrade-cer la divina mediación de la Iglesia! El Legislador supremo, después del pecado de Adán y Eva, promulgó en el Paraíso terrenal la ley de la penitencia, y viviendo en siglos posteriores revestido de nuestra humani-dad, nos enseñó de palabra y con el ejemplo su parte inte-grante que es el ayuno; y para prevenir disputas sobre su al-cance y para evitar dudas so-bre su cumplimiento, encargó la reglamentación del mismo a la Iglesia, compuesta, no de es-píritus angélicos, sino de hom-bres que sienten la necesidad de alimento.”

Hablando de la calidad del ayuno, dicen que “según la Teo-logía moral y el Diccionario

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Los cortejos procesionales de Cuaresma invariablemente son acompañados por chucherías que la gente disfruta con gusto.

El Pan de Semana Santa, o pan dormido, puede tener su forma normal, o por simbolismo modelarse en cuerpo de lagarto.

Foto L. Villar Anleu, Jocotenango, Sac. 23.03.2014

Foto L. Villar Anleu, La Antigua Guatemala. 22.03.2014

sean heladas, y aunque anti-guamente se prohibían”... “En los comienzos del uso del cho-colate, los sacerdotes católicos abrigaron dudas respecto a si esta bebida pudiera tomarse en los días de ayuno; pero queda-ron disipadas gracias a la diser-tación: «De uso et potu choco-latan diatriba», publicada en el año 1660 por el Padre Brancac-cio, quien en este memorable trabajo designó el chocolate como un líquido y estableció la conclusión: «Los líquidos son permitidos durante la cuares-ma y en los días de ayuno.»

La Iglesia, dicen, enseña que: “el ayuno libra de pecados, preserva de enfermedades y favorece a la salud... el ayuno eclesiástico data de los tiem-pos apostólicos... la abstinencia obliga desde los siete años y el ayuno de veinticinco a sesen-ta... el ayuno y la abstinencia son bajo pena de pecado mor-tal, aunque admiten parvedad de materia... la malicia de tal pecado está en el desprecio que se hace de la ley dada por la Iglesia con divina autori-dad, como el pecado de Adán no consistió en la fruta del ár-bol, sino en la desobediencia al único precepto que Dios le impuso... siendo esta ley hu-mana y la Iglesia humanitaria y razonable, no obliga en caso de impotencia o de grandes di-ficultades... para comer carne en ciertos días de ayuno de-ben tenerse las Bulas de Vivos y de Carne... los pobres, que no tienen facultades para mante-nerse todo el año, ni aún con estrechez, y se ven precisados a ganar el pan con el trabajo de sus manos y con el sudor de sus rostros, aunque no tomen las dos Bulas, ni siquiera la de Vivos, gozan del privilegio de comer carne, huevos y lactici-nios, debiendo rezar aquel día un solo Padrenuestro (Pío VII en el Breve de 1801)...”

Gran conflicto moral deviene de desear los manjares, guar-dar ayuno y cumplir abstinen-cias cuaresmales. Casos hay de quienes han hecho rigurosa privación del comer y beber. Nos recuerdan Doménech y martí que “en la época en que anualmente el cristianismo conmemora la pasión y muerte del mártir del Gólgota, el ritual religioso y la costumbre deter-mina los ayunos y abstinencias para el menú... Han pasado

aquellos tiempos en que San marcos permanecía toda la Cuaresma sin dormir casi, sin beber y sin comer otra cosa más que una hoja de repollo cruda cada domingo”. No todas las personas están en capacidad de guardar tan rigurosa obedien-cia. Los mismos autores refie-ren que “el dulcísimo Obispo de Ginebra, San Francisco de Sales, en la Introducción a la Vida devota, escribe que debe-mos mirar con gran reverencia el encargo del divino Salvador a sus discípulos: comed lo que

os pongan delante (Luc. X, 8). El venerable P. Claret en su Colegial Instruido aconseja al seminarista que al hallarse con la Comunidad en el refecto-rio diga interiormente: Señor, estamos aquí por obediencia, pues nos habéis llamado y nos habéis dicho como a los após-toles: venid y comed (Juan, XXI, 1. 2.). El Doctor de las gentes, San Pablo, recomienda a los fieles de Corinto (2.a, X, 31), ora comáis, ora bebáis ... hace-dlo todo por la gloria de Dios. Se dice de San Felipe Neri que

una de sus máximas favoritas, era: comer bien y ser santo...”

¡Deliciosa comida, deliciosa obrita! Así pues, el justo me-dio ha de ser efectiva tablilla de salvación al tener frente a no-sotros la regia comida cuares-mal de Guatemala. Sacralizada se ha hecho parte de una dieta de tradición; mas no debemos olvidar que toda comida tras-ciende lo material, se rodea de protocolos sociales, y la reli-giosidad también se ocupa de ella al articularla como vínculo entre nosotros y la Iglesia.

Luis Villar Anleu es el autor del Libro La Cocina

Popular Guatemalteca. mitos. Hechos y Anéc-dotas. Nació en Panaja-chel, Sololá por lo que siempre se encontró rodeado de naturaleza y de la notable cultura maya kaqchikel. Du-rante su niñez se inclinó al cultivo de la mente teniendo cerca una bi-blioteca pública que generosa y ricamente dotada le brindó una cultura envidiable.

Se crió en un núcleo familiar de maestros de escuela, habiéndolo lo-grado serlo en el Institu-to Nacional para Varo-nes Antonio Larrazábal, de la Antigua Guatema-la. Esto marcó una vida ulterior dedicada a la docencia universita-ria, como graduado en ciencias biológicas de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia de la universidad de San Carlos de Guatemala.

Actualmente es Profe-sor adhonorem de la Es-cuela de Historia, Área de Arqueología. De ese contacto con las cien-cias sociales ha surgido una definida propen-sión por los temas que competen a la identidad cultural guatemalteca.

Se refleja en varios ensayos escritos para el Centro de Estudios Fo-lklóricos, reportajes de prensa y ocho libros pu-blicados en la que va del siglo XXI.

Cocina Popular Guatemalteca

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Al periodo comprendi-do entre la tarde del Jueves Santo hasta la

madrugada del Domingo de Resurrección, diversas denomi-naciones cristianas le denomi-nan el Triduo Pascual, porque son tres espacios de tiempo continuo en el que Cristo sufre lo que los profetas del Antiguo Testamento habían dicho, acer-ca de la misericordia de Dios para con el mundo pecador. Desde la Última Cena, en la que anuncia de manera simbólica la relación de su cuerpo y su san-gre con el pan y el vino, como

REPRESENTACIÓN DE UN CORTEJO PROCESIONAL EN LA SEMANA SANTA GUATEMALTECA

La conmemoración de la pasión, muerte y resu-rrección de Cristo, forma parte de la cultura cristiana católica, la cual fue ins-taurada por la dominación colonial hispana en Améri-ca, desde el siglo XVI. Está conformada por una serie de actividades litúrgicas y paralitúrgicas, dentro de las cuales se desarrollan las procesiones de imágenes de culto devocional. Varios son los cronistas coloniales que nos relatan los rituales de las ceremonias que conme-moran los eventos narrados por el Nuevo Testamento, concernientes a la condena, vía crucis, crucifixión y muerte de Jesús, en Jerusa-lén, el día viernes antes del domingo de Pascua, por lo que se reelabora la celebra-ción judía a través de una nueva alianza de Dios con su pueblo, enviando a su hijo único, Dios también, para que son su padeci-miento y deceso lavara los pecados del mundo, abriendo las puertas de la vida eterna. Es por ello que se habla del gran suceso cristiano de la redención, y la nueva religión –el cris-tianismo y su Iglesia- inter-pretarán los días de víspera pascuales judíos, como días santos: Jueves Santo, Vier-nes Santo, Sábado Santo, Domingo de Resurrección.

El guatemalteco representa a cabalidad la pasión de Cristo con las fanfarrias romanas tomadas del compositor checo Miklos Rozsa.

representación de un nuevo pacto entre Dios y la humani-dad, hasta la promesa cumplida de resucitar de entre los muer-tos al tercer día de su muerte, Cristo se convierte en el cor-dero pascual que transforma el rito judaico a un fundamento teológico universal, que se con-vierte en la centralidad del cris-tianismo: la redención de todos los pecados y la prueba de que habrá vida eterna, junto a Dios, después de la muerte corpórea.

Siendo esta la base de la cris-tiandad, se transmite dentro de la cultura colonial hispana como centralidad de la evange-lización, porque también es una de las partes esenciales del sus-tento ideológico, simbólico y fi-losófico de la dominación sobre los pueblos originarios ameri-canos. A través de la transmi-sión de estos eventos narrados por los cuatro evangelistas, in-terpretados por la Iglesia cató-lica a lo largo de su historia, y tomados como propios por la tradición oral hasta el punto, inclusive, de modificarlos en la

base de la religiosidad popular, el ideario español en sus colo-nias americanas se afianzó.

Las imágenes de pasión, siendo éstas esculturas y pin-turas, representan el sufrir de Jesucristo durante los días del Triduo Pascual, así como de su madre, la Virgen maría, y algunos de sus discípulos que lo acompañaron hasta la cruz en el monte Calvario. Es por ello que a lo largo y ancho del continente americano, se en-cuentra todo un conjunto de obras artísticas que datan desde el siglo XVI hasta el XIX, en las cuales se plasmaron distintas representaciones de la pasión, muerte y resurrección de Cris-to, haciendo énfasis en las dos primeras, con el objetivo de dimensionar la idea del gran sacrificio que Dios hizo por los seres humanos, y que por lo tanto debe existir respeto, oblación, obediencia y subor-dinación a la Iglesia porque es a través de ella, como autori-dad establecida y legitimada en las relaciones sociales desde la

Mauricio José Chaulón VélezUniversidad de San Carlos de Guatemala

Edad media, que se llega a Dios y a sus misterios teológicos.

La evangelización, uno de los pilares y objetivos fundamen-tales de la dominación espa-ñola y de su correspondiente presencia en el llamado por ellos Nuevo mundo (América), utilizó distintos medios para llevarse a cabo. Las imágenes de pasión fueron uno de ellos, ya que los pueblos originarios –organizados socialmente por la

administración hispana como “pueblos de indios”-, así como grupos mestizos empobrecidos, no tuvieron acceso a la alfabe-tización en idioma castellano, por lo cual resultó más factible la transmisión de conocimiento doctrinario evangelizador con el uso de obras de arte escultó-ricas y pictóricas.

La tradición de imaginería y pintura renacentista y barroca en España (siglos XV, XVI y

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Suplemento Especial de Diario La Hora, Viernes de Dolores, 11 de abril de 2014

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XVII), era muy fuerte, por lo que se formaron artistas en los virreinatos y reinos america-nos, destacándose escuelas de arte religioso como las de mé-xico, Guatemala y Quito. Obras magníficas del manierismo y el barroco, así como del arte po-pular, forman parte ahora del patrimonio cultural tangible de este país, y fueron elaboradas en aquella temporalidad, sobre todo durante los siglos XVII y XVIII, encontrándose con-centradas la mayor parte en el centro y occidente de la repú-blica, aunque en todos los de-partamentos y regiones existen muestras de este tipo de arte.

muchas de estas imágenes empezaron a ser procesiona-das, con la idea de que se reme-morase el camino de Cristo al Gólgota, para que se cumpliese con la profecía del sacrifico de Dios por el mundo. Así, Jesús Nazareno de la merced, Jesús Nazareno de Candelaria y las imágenes escultóricas del Santo Entierro de Jesús del templo de Santo Domingo, destacándose en ellas la Virgen de la Soledad, comenzaron a ser procesiona-das en la antigua Ciudad de Santiago de Guatemala, capital del Reino. Consta en archivos del siglo XVII y en testimonios de cronistas como Agustín Dá-vila Padilla en el mismo siglo (Historia de la fundación y dis-curso de la provincia de San-tiago de México por las vidas de sus varones insignes de la Orden de Predicadores. Tomo II.) y Francisco Ximénez en el XVIII (Historia de la Provin-cia de San Vicente de Chiapa y Guatemala.)los rituales en el Virreinato de la Nueva España (méxico) y en el Reino de Gua-temala, respectivamente, para representar la pasión y muerte de Cristo en Jueves Santo, Vier-nes Santo y Sábado Santo.

Históricamente, entre 1545 y 1563, se desarrolló el Concilio de Trento, en el cual se estable-cieron las normativas para los cultos litúrgicos y paralitúrgi-cos, configurándolos desde lo que la Iglesia ha considerado como los misterios teológicos universales de la redención, porque son las mismaspa-ra todo el mundo de creencia cristiana-católica, y que se re-glamentan de forma conciliar dentro del momento histórico de lucha de poder entre la Santa Sede y las coaliciones católicas,

contra la Reforma protestante en Europa. Dentro de dicho proceso, en 1585 se publicó el Concilium mexicanum Provin-ciae III (Tercer Concilio mexi-cano), el cual, junto al Concilio de Lima, llevaron adelante y administraron el normativo del Concilio de Trento. A partir de estos normativos eclesiásticos, se autorizaba a utilizar escultu-ras de Cristo, la Virgen maría y otros santos,, que representa-sen la pasión y muerte de Jesús, como imágenes de cuerpos con medidas normales adecuadas a las de un ser humano, consoli-dándose, así, la puesta en esce-na de rituales aprobados por el papa de Roma, y que servirían para la evangelización en las colonias españolas, como difu-sión del cristianismo católico más allá de Europa.

Todos los cortejos procesio-nales de pasión pueden repre-sentar tres eventos dentro de la tradición ritual religiosa del misterio teologal de la reden-ción: el camino de Cristo al monte Calvario, con la cruz a cuestas (vía crucis), el entierro de Cristo (Santo Entierro) al ser bajado del madero donde fue crucificado, y la soledad de la Virgen maría, la madre de Je-sucristo, con el profundo dolor profetizado por Simeón por la muerte de su hijo, también hijo de Dios. Por lo tanto, la orga-nización de las procesiones de Semana Santa debecorrespon-dera representar, a través de una escenificación, el contexto, los personajes y los aconteci-mientos inherentes al hecho histórico de la pasión y muerte de Cristo.

Histórica y antropológica-mente hablando, podemos de-cir que debido al énfasis puesto en los rituales de Semana San-ta por la dominación colonial hispana desde los siglos XVI y XVII ya explicados arriba, se construyó un proceso cultural histórico de larga duración, que se evidencia en la magnitud de los cortejos procesionales de la Semana Santa guatemalteca. Con el paso del tiempo, se han ido modificando las representa-ciones que conforman a su vez las escenas que se observan en una procesión guatemalteca.

La cruz alta flanqueada con dos ciriales, como apertura de cualquier procesión católica intra o extramuros, permanece como uno de los elementos más

antiguos, ya que representa la autoridad de la cruz como sím-bolo y signo central cristiano. Los estandartes de la cofradía, hermandad o asociación, tam-bién son elementos antiguos que siguen formando parte del cortejo procesional, represen-tando la continuidad histórica de estas entidades como orga-nizaciones de importancia para la Iglesia católica.

Los pasos de las es-taciones del vía crucis, repre-sentan el camino que Cristo llevó hasta su muerte, desde su captura y sentencia, y nos re-cuerdan su pasión. En algunos cortejos de Viernes Santo, que conmemoran el Santo Entie-rro de Jesús, este vía crucis es representado por medio de es-culturas de tamaño natural, en pasos que son rodados o carga-dos, haciendo todo un conjun-to escultórico que vuelve más grande la procesión en exten-sión. Ejemplos son la procesión del Señor Sepultado de Santo Domingo y la del Cristo Yacen-te del templo del Calvario, en la Ciudad Capital, y el cortejo de la Escuela de Cristo en la Anti-gua Guatemala.

Las filas de cucuruchos y de-votas cargadoras, con trajes morados, negros o blancos, según el género y la procesión, representan la devoción peni-tencial de quienes acompañan, como acto de fe, estos cortejos como actividades paralitúrgicas de conmemoración del miste-rio de la redención, como cen-

tralidad del cristianismo.En algunos casos, se repre-

senta el contexto histórico-geo-gráfico en el cual ocurrieron los hechos de la pasión y muerte de Cristo, a través de persona-jes como los soldados romanos y palestinos, quienes a su vez portan estandartes, vía crucis, y en el caso de quienes esceni-fican a las centurias de Roma, armas de aquel tiempo como lanzas, espadas y escudos.

El escuadrón de romanos de la procesión de Jesús Nazare-no de los milagros, del templo de San José en la Ciudad de Guatemala, fundado en 1955 a iniciativa de directivos como los señores mario Ruata As-turias y Armando Arce Abdo (quien fue el primer jefe de la escuadra), es muy significati-vo dentro de la Semana Santa guatemalteca, ya que existe un normativo para pertenecer al grupo, el cual contempla medi-das corporales y trabajo dentro de la Asociación.

Igualmente representati-va ha sido la Centuria Romana del templo del Calvario, tam-bién en la Ciudad Capital, la cual también colabora dentro del cortejo procesional de Jesús Nazareno de la Caída, del tem-plo de San Bartolomé Becerra, en la Antigua Guatemala, el Quinto Domingo de Cuaresma. En esa misma línea, el grupo de palestinos de la procesión de Jesús Nazareno de Candelaria, representa el contexto de la re-gión de Judea y Palestina, en el

medio Oriente, solamente que utilizando vestimenta ya mo-dificada a telas y diseños mo-dernos, pero que se aproxima al antiguo código vestuario de la época de Cristo.

La banda de música, ejecu-tando composiciones fúnebres y sacras, representa la dedi-cación del arte musical que acompaña el movimiento de las andas procesionales, como inspiración de compositores que en su fe y devoción han de-dicado distintas marchas a las imágenes de pasión en Guate-mala, España y otros lugares del mundo cristiano católico, como por ejemplo Italia y Francia.

Asimismo, en las andas pro-cesionales, se representa por medio de las imágenes escul-tóricas, el elemento central: la pasión y muerte de Cristo, y el sufrimiento de su madre y discípulos que la tradición oral dice que acompañaron a Jesús hasta el sepulcro, al mismo tiempo que en la alegoría del anda, por medio del adorno, se representa un mensaje evange-lizador.

En síntesis, los cortejos proce-sionales de pasión en la Semana Santa guatemalteca, represen-tan el hecho histórico de la re-dención con los acontecimien-tos que le componen, así como los símbolos de autoridad de la Iglesia católica y las manifesta-ciones de religiosidad popular, como base de la cultura, la fe y la devoción del pueblo creyente en los dogmas del catolicismo.

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Históricamente santa maría magdalena es reconocida como una pecadora arre-

pentida, sin embargo tal y como nos lo presentan las Sagradas Escri-turas, esto no fue así, es en el siglo VI en que se le atribuye un pasado licencioso a esta santa, dejando de lado su condición de discípula fiel, pero sobre todo su papel como apóstol y su misión evangelizadora.

Dentro de los Evangelios en sí es muy poco lo que se habla acer-ca de santa maría magdalena y su relación con Jesús y con los após-toles, plenamente identificada la encontramos en pasajes previos a la pasión de Cristo únicamente en san Lucas, quien habla sobre ella al referirse al grupo de muje-res que acompañaban a Jesús en su ministerio (Lc. 8, 1-3). Pero algo muy importante que el evangelista nos dice en este pequeño pasaje es que: “En el tiempo siguiente anduvo caminando por ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del reino de Dios, y con Él los Doce, y también algunas mujeres, que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades: María, la llamada Magdalena, de la cual ha-bían salido siete demonios…”, de-jando asentada así la identidad de esta santa.

Luego de esto es hasta los pasa-jes que nos hablan sobre la cruci-fixión, muerte y posterior sepultu-ra de Cristo, en donde volvemos a tener noticias de maría magdalena, mencionada así en los cuatro Evan-gelios (Lc. 23, 49-56.; mt. 27, 55-6.; mc. 15, 40-47.; Jn. 19,25.), ubicán-dola al pie de la cruz y en el sepul-cro al momento del enterramiento.

Después en los pasajes sobre la Resurrección, nuevamente es re-ferida la santa, tomando aquí un papel protagónico, el cual ha sido relegado en la Iglesia Occiden-tal, ante su imagen de pecadora arrepentida, no así en la Iglesia Oriental.

Los cuatro Evangelios nos la presentan como una de las prime-ras testigos de tal acontecimiento (mt. 28, 1-10.; mc. 16, 1-11.; Lc. 24, 1-11; Jn. 20,1-18.), pero es san marcos, quien nos remite a la refe-rencia hecha por san Lucas, men-cionada líneas arriba, sobre que es ella la mujer de la que había expul-sado siete demonios (mc. 16, 9).

Es así que son los mismos evan-gelistas quienes nos proporcionan la información más certera de

SANTA MARÍA MAGDALENA COMO PERSONAJE HISTÓRICO

“Resucitado, pues, temprano, el primer día de la semana, se apareció primeramente a Ma-ría la Magdalena, de la cual había echado siete demonios.” (Mc. 16, 9)

quien era maría magdalena, siendo san Juan quien la coloca en un lu-gar preponderante al relatar el en-cuentro que tuvo con el resucitado, dándole así el papel más importan-te que desempeño esta santa den-tro de la historia del cristianismo, el haber visto y haber proclamado a Jesús resucitado, es decir, el ser la primer testigo de la resurrección, la constituye –tal y como nos lo refie-ren algunos autores- como evange-lista de la misma, apóstol de los y las apóstoles de Jesús.

En los pasajes de los Evangelios que hemos visto hasta ahora, maría magdalena es plenamente identifi-cada. A pesar de ello, desde hace varios siglos atrás, se le ha relacio-nado con otras mujeres que apare-

cen en los Evangelios y las cuales no han sido identificadas del todo, así podemos mencionar a la mujer penitente que unge los pies de Je-sús (Lc. 7, 36-50.; mt. 26, 6-13.; mc. 14, 3-9.; Jn. 12, 1-8.) o bien la mujer adúltera del Evangelio de san Juan (Jn. 8, 1-11.), más no es lo mismo pecador que poseso.

Es durante la Edad media en que surge y se desarrolla la imagen de santa maría magdalena como una pecadora arrepentida, aunque todo esto es el resultado de una inte-gración con los Evangelios, no se puede decir que la pecadora que san Lucas menciona en su capítu-lo 7, es ella, ya que en el siguiente capítulo la menciona de forma explícita, y no dice que se trate de

la misma persona. Por otro lado, tampoco se le puede identificar con maría de Betania, ya que san Juan en su Evangelio, las distingue por sus nombres maría magdalena y maría, hermana de Lázaro (Jn. 11, 1-44.), igualmente lo hace san Lucas en su respectivo Evangelio (Lc. 10, 38-42.). La relación entre ellas surge en que maría de Beta-nia unge a Jesús antes de su Pasión (según el relato de san Juan), mien-tras que maría magdalena va a la tumba el primer día de la semana luego de la crucifixión, también a ungirlo. Durante los primeros si-glos los escritores y pensadores de la época hacen referencia a maria magdalena por su papel y el poste-rior testimonio que dio acerca de la

Julio Rolando Martínez MansillaUniversidad de San Carlos de Guatemala

Grabado parisino de M. Delange, que reproduce la escena conocida como “Noli me tangere”, incluido en el periódi-co “Del Correo de Ultramar”, No. 677, publicado en 1866. Este es de los pocos grabados que se pueden localizar en nuestro país que reproducen el pasaje del encuentro de santa Maria Magdalena con Jesús resucitado. (“Colección de impresos en otros países”, Museo del Libro Antiguo, fotografía Julio R. Martínez, año 2007.)

resurrección de Cristo, como por ejemplo san Gregorio de Nisa.

Por su parte, hacia finales del si-glo IV y principios del V, san Agus-tín, no la relaciona con otra de las muchas mujeres anónimas que aparecen en los Evangelios, aunque sugiere que la mujer que san Lucas menciona y que unge a Jesús, po-dría ser maría de Betania, al mis-mo tiempo que resalta el papel de magdalena como primer testigo de la resurrección. En san Ambrosio, se presenta la misma incógnita so-bre la identidad de la santa de mag-dala y las de las otras marías y mu-jeres anónimas que se mencionan en las Sagradas Escrituras.

Es hacia el siglo VI, que el papa san Gregorio I (conocido como san Gregorio magno) dejó esta si-tuación muy bien establecida para los siglos venideros. Fue él quien le atribuyó una misma identidad a las tres mujeres que se mencionan en los Evangelios, es decir, la mu-jer anónima que unge los pies de Jesús, maría de Betania -hermana de marta y Lázaro-, y maria mag-dalena, asociándola incluso con la mujer adúltera de la que hace men-ción san Juan.

Según la escritora Amy Wel-born, en su libro “Descodificando a María Magdalena (Verdad, le-yendas y mentiras).”, es hacia el año 521, según se cree el 21 de septiem-bre, en que dicho santo predicó una de sus homilías más conoci-das en la Basílica de San Clemente en Roma, a la misma se le conoce como Homilía 33, y en la cual hace referencia a la mujer arrepentida que menciona san Lucas en el ca-pítulo 7 de su Evangelio, identifi-cándola como maría magdalena, mostrándola así como ejemplo de penitencia y su consecuente per-dón. Esto iba dirigido a una so-ciedad en la que la idea acerca del pecado era algo que estaba muy presente, y por lo mismo era nece-sario volverse a Dios, colocándola como un modelo para la gente de la Edad media.

Es así como a magdalena se le asocia con una vida pasada de pe-cado, y se le une a maría de Beta-nia, surgiendo así los relatos sobre su posterior vida contemplati-va, de la cual hace referencia san Gregorio magno en otra de sus homilías y la cual relaciona con la narración del capítulo 10 de san Lucas, en el que habla acerca de marta y maría. La iglesia Griega Ortodoxa, por su lado, nunca las identificó como una sola persona, sino que más bien definió a tres mujeres totalmente diferentes, lo cual se refleja claramente en el he-cho de que sus fiestas se celebran en días distintos (refiriéndome a santa maria magdalena y maria de Betania), lo cual las coloca como santas plenamente identificadas de forma individual.

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Suplemento Especial de Diario La Hora, Viernes de Dolores, 11 de abril de 2014

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Posteriormente al daño ocasionado a la imagen, es el

religioso Fray Anselmo de las

LA PROCESIÓN DEL SANTO CRISTO DE TRUJILLO EN SANTIAGO DE GUATEMALA

SANTO CRISTO DE LA CLEMENCIA (1603)Catedral de Sevilla, España. Escultor: Juan Martínez Montañez

Santa Cabeza del Cristo de Trujillo

Fotografía original: F. Delgado B.

Fotografía original: F. Delgado B.

En la revista Tradiciones 54-2000 del Centro de Estudios Folklóricos de la Universidad de San Carlos de Guatemala este servidor publicó en el año 2000 un artículo titulado “Procesiones poco conocidas en Santiago Capital del Reino de Guatemala en la Época Colonial” consignando la procesión del Santo Cristo de Trujillo del templo francisca-no; en esa ocasión, tomando información del cronista don Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán quién escribió su obra “Recordación Florida” hacia el año 1689 da cuenta del atrevimiento de piratas holandeses en el año 1642 al atacar la ciudad de Trujillo en Honduras dedicándose al pillaje y cometiendo toda clase de tropelías, destacando la mutilación ocasionada a una devota imagen de Cristo Crucificado existente en esa población; acerca de este mismo hecho el cronista franciscano Fray Francisco Vázquez fecha la tropelía en el año 1643.

jubileos y una devotísima y edi-ficativa procesión, el Miércoles Santo…” es decir que además de las actividades devociona-les en el interior del templo había una procesión para edi-ficación de los pobladores de Santiago de Guatemala. Para esta Ciudad, no se conoce otra procesión de similares caracte-rísticas, es decir que es la Santa Cabeza la que colocada en su trono recorría en hombros de sus cofrades, las calles de la

Capital del Reino.Esta procesión debió desapare-

cer luego de la ruina de la Ciudad el 29 de julio de 1773 y en la Nue-va Guatemala de la Asunción ya no saldría más. Hoy día estas re-liquias, Santa Cabeza y brazo, se encuentran en la primera capilla Sur cuando se ingresa al templo franciscano.

Se ha mencionado en más de una ocasión la filiación estilís-tica que tiene esta Santa Cabe-za con obras del escultor espa-

ñol Juan martínez montañez (1568-1649), en esta ocasión se adjunta una fotografía del rostro del Santo Cristo de la Clemencia a fin que el amable lector pueda observar algunas características de ambas imá-genes, sin embargo es nece-sario un estudio más detalla-do adicionando otras obras documentadas del aludido escultor, de tal manera que se puedan establecer filiaciones consistentes.

Mario Alfredo Ubico CalderónUniversidad de San Carlos de Guatemala

Huertas quién trae a la Capi-tal del Reino dos invaluables reliquias: la cabeza y un brazo de la obra mutilada; pronta-mente los feligreses del tem-plo franciscano, lugar en que finalmente fueron depositadas las reliquias, rindieron cul-to a tan venerables despojos, por lo que conformaron una cofradía para el efecto llama-da de la “Santa Cabeza”, de tal manera que en poco tiempo las reliquias estuvieron en el altar mayor del templo y para el día miércoles Santo se le designó para su “Reseña” y procesión, para esa ocasión y dentro del templo, la Santa Cabeza era colocada en un trono espe-cialmente decorado con luces, y dada la semioscuridad que prevalecía en el interior del mencionado recinto, hacía que destacara aún más, generándo-se un ambiente de misticismo que debió de conmover a los piadosos feligreses. Esta cofra-día fue importante en la Colo-nia al grado de ser beneficiada por el papa Inocencio XI con indulgencias.

Cuando escribe el cronista Vázquez hacia el año 1714 esa tradición proseguía, mien-tras que es el también cronis-ta Fuentes y Guzmán quien habla de la devoción: “… con sagrados y piadosos cultos, con

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