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T R I B U N A L S U P R E M O Sala de lo Penal SEGUNDA SENTENCIA Sentencia Nº: 317/2016 RECURSO CASACION :1351/2015 Fallo/Acuerdo: Sentencia Estimatoria Parcial Fecha Sentencia: 15/04/2016 Ponente Excmo. Sr. D.: Miguel Colmenero Menéndez de Luarca Secretaría de Sala: Ilma. Sra. Dña. Sonsoles de la Cuesta y de Quero Escrito por: ARB Blanqueo de capitales.-

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T R I B U N A L S U P R E M O Sala de lo Penal

SEGUNDA SENTENCIA

Sentencia Nº: 317/2016 RECURSO CASACION Nº:1351/2015 Fallo/Acuerdo: Sentencia Estimatoria Parcial Fecha Sentencia: 15/04/2016 Ponente Excmo. Sr. D.: Miguel Colmenero Menéndez de Luarca Secretaría de Sala: Ilma. Sra. Dña. Sonsoles de la Cuesta y de Quero Escrito por: ARB Blanqueo de capitales.-

Nº: 1351/2015 Ponente Excmo. Sr. D.: Miguel Colmenero Menéndez de Luarca Fallo: 06/04/2016 Secretaría de Sala: Ilma. Sra. Dña. Sonsoles de la Cuesta y de Quero

TRIBUNAL SUPREMO Sala de lo Penal

SENTENCIA Nº: 317/2016

Excmos. Sres.: D. Andrés Martínez Arrieta D. José Manuel Maza Martín D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca D. Luciano Varela Castro Dª. Ana María Ferrer García

En nombre del Rey

La Sala Segunda de lo Penal, del Tribunal Supremo, constituída por

los Excmos. Sres. mencionados al margen, en el ejercicio de la potestad

jurisdiccional que la Constitución y el pueblo español le otorgan, ha

dictado la siguiente

SENTENCIA En la Villa de Madrid, a quince de Abril de dos mil dieciséis.

En los recursos de Casación por infracción de Ley y de precepto

Constitucional así como por quebrantamiento de Forma, que ante Nos

penden, interpuestos por ROBERTO LEIRO SANTOS, NURIA LEIRO

SEÑORANS, MARIA TERESA SEÑORANS CORES, JOSEFINA

SEÑORANS CORES, JOSE SEÑORANS SEÑORANS, BALBINA

CORES PIÑEIRO, JUAN TORRES VALVERDE y MARIA DEL

CARMEN SEÑORANS CORRES, contra sentencia dictada por la

Audiencia Provincial de Pontevedra, Sección Segunda, con fecha

veinticuatro de Febrero de dos mil quince, en causa seguida contra Josefina

Señorans Cores, José Señorans Señorans, Balbina Cores Piñeiro, Maria

Tresa Señorans Corres, Nuria Leiro Señorans, Roberto Leiro Santos, Maria

del Carmen Señorans Corres y Juan Torres Valverde, por delito de

blanqueo de capitales, los Excmos. Sres. componentes de la Sala Segunda

del Tribunal Supremo que al margen se expresan se han constituido para

Votación y Fallo, bajo la Presidencia del primero de los citados y Ponencia

del Excmo. D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca, siendo parte

recurrente los acusados ROBERTO LEIRO SANTOS, representado por

el Procurador Sr. D. Nicolás Álvarez Real y defendido por el Letrado Sr.

D. José Manuel Fernández González; NURIA LEIRO SEÑORANS,

representada por el Procurador Sr. D. Nicolás Álvarez Real y defendida por

el Letrado Sr. D. José Manuel Fernández González; MARIA TERESA

SEÑORANS CORES, representada por el Procurador Sr. D. Nicolás

Álvarez Real y defendida por el Letrado Sr. D. José Manuel Fernández

González; JOSEFINA SEÑORANS CORES, representada por la

Procurador Sr. D. Nicolás Álvarez Real y defendida por el Letrado Sr. D.

Astor Prendes García; JOSE SEÑORANS SEÑORANS y BALBINA

CORES PIÑEIRO, representados por el Procurador Sr. D. Nicolás

Álvarez Real y defendido por el Letrado Sr. D. Astor Prendes García;

JUAN TORRES VALVERDE y MARIA DEL CARMEN SEÑORANS

CORRES, representados por el Procurador Sr. D. Nicolas Álvareal Real y

defendidos por el Letrado Sr. D. Manuel Fernández Pérez.

I. ANTECEDENTES

Primero.- En la Audiencia Provincial de Pontevedra, Sección 2ª, en el

rollo de sala número 4/2014, procedente del Juzgado de 1ª Instancia e

Instrucción número 1 de Villagarcía de Arousa, se dictó sentencia, con

fecha veinticuatro de Febrero de dos mil quince, que contiene los

siguientes HECHOS PROBADOS:

"PRIMERO.- El acusado Roberto Leiro Santos, mayor de edad, ha

venido dedicándose al tráfico ilícito de estupefacientes, lo que motivó

su condena como autor de un delito contra la salud pública en dos

ocasiones: la primera, por sentencia de la Sección Primera de la

Audiencia Nacional de 29-09-1997, firme el 23 -09-1999, por su

intervención formando parte de un grupo, en la introducción en

diciembre de 1995 de 36 toneladas de hachís a bordo del buque

Volga 1 en el puerto de Marín, imponiéndosele la pena de 4 años y 6

meses de prisión; la segunda por sentencia de la Sección Cuarta de

la Audiencia Nacional de 13-07-2010, firme el 3 -02-2011, en la que

se le atribuye el liderazgo en el año 2003 de un grupo de personas,

cuyo propósito era introducir cocaína en territorio español,

interviniéndose 2000kg de cocaína el 7-09-2003 y 3734 kg de cocaína

el 3-10-2003, imponiéndosele la pena de 13 años y 6 meses de

prisión. También resultó detenido por su presunta participación en

un delito de tráfico de drogas en el mes de diciembre de 2006, en las

DP 91/05 del Juzgado de Instrucción n° 1 de Llanes, Asturias, por

hechos consistentes en la venta de 848 grs de cocaína en abril de

2006, con un valor de 34.000 euros, condenándole la Audiencia

Provincial de Asturias, aunque esta sentencia resultó casada y fue

absuelto, por la STS de fecha 21/12/2010 (Rec 10927/2010P).

SEGUNDO.- Como consecuencia de la actividad de narcotráfico

anteriormente referida, Roberto Leiro Santos se ha venido

enriqueciendo con el producto de la venta de sustancias

estupefacientes y con la finalidad de ocultar el patrimonio obtenido

de las referidas actividades ilícitas, durante el período de tiempo

comprendido entre los años 1995 y 2003, se concertó con su esposa

María Teresa Señorans Cores, su hija Nuria Leiro Señorans y sus

suegros Jose Señorans Señorans y la esposa de éste Balbina Cores

Piñeiro, quienes, convoy) conocimiento de la procedencia de los

fondos con los que se realizaban los negocios jurídicos y la finalidad

de ocultar su origen, consintieron en aparentar y simular ser titulares

de los bienes muebles, inmuebles e inversiones que a continuación

serán referidas, cuyo auténtico titular era el acusado Roberto Leiro

Santos, dando así entrada en el tráfico mercantil licito a diversas

cantidades de activos patrimoniales, procedentes del tráfico de

drogas.

Por su parte, las hermanas de Teresa, Josefa y Maria del Carmen

Señorans Cores así como el esposo de ésta Juan Torres Valverde,

conociendo que Roberto Leiro había sido condenado por actividades

relacionadas con el tráfico de drogas y sin adoptar las más mínimas

cautelas acerca de la procedencia del dinero invertido en su

adquisición, consintieron en figurar como titulares de determinados

bienes cuyo verdadero propietario era Roberto Leiro, habiéndolos

adquirido con el dinero procedente del narcotráfico.

En concreto:

2.1.-En el mes de octubre del año 1998, la imputada Maria Teresa

Señorans Cores, mayor de edad, esposa de Roberto Leiro Santos,

puso en funcionamiento una tienda de deportes en la Avenida de

Madrid de la localidad de Cambados (Pontevedra), manteniendo esta

explotación hasta finales del año 2003. En el primer año de

funcionamiento del negocio (tres últimos meses del año 1998 y

primeros meses del año 1999), la imputada satisfizo unos gastos de

establecimiento de 15.000 euros que fueron abonados en metálico

con dinero procedente del narcotráfico, que a tal efecto aportó el

imputado Roberto Leiro Santos.

Al mismo tiempo, para el funcionamiento del negocio establecido,

la imputada María Teresa Señorans Cores, el día 1 de octubre de

1998, procedió a abrir la cuenta corriente del Banco de Galicia con

número 0097 8941 76 0600106910 en la que, con fecha 10 de

noviembre de 1998 realizó un ingreso de dinero en efectivo por

ventanilla por un importe de 30.050,61 euros, teniendo este dinero el

mismo origen ilícito en la actividad de narcotráfico de Roberto Leiro

Santos.

En esta misma cuenta corriente, durante los años 1999 y 2000, la

imputada realizó diversos ingresos de dinero en efectivo procedente

de la actividad ilícita de narcotráfico de su marido, aprovechando la

apariencia de licitud que podía generar la realización de ingresos de

dinero en efectivo dada la naturaleza del negocio desarrollado,

cuantificándose dicha cantidad, en 25.362,71 euros.

2.2.-Con fecha 1 de octubre de 1999, la imputada Maria Teresa

Señorans Cores, constituyó junto con sus dos hijos menores de edad

en ese momento, Nuria y Denis Leiro Señorans, la sociedad mercantil

SALNES SPORT S.L., con CIF B36343713, cuyo objeto social era el

comercio al por mayor y por menor de ropa y material deportivo,

pasando esta sociedad a regentar la explotación de la tienda de

deportes a la que se ha hecho referencia en el anterior ordinal.

En el mes de enero del año 2000, la nueva sociedad constituida

amplió su actividad mercantil con la apertura de otra tienda en la

plaza de Asorei n° 10 de la localidad de Cambados (Pontevedra),

local con referencia catastral 5575010NH1057N0007BA (en algún

documento identificado como calle Fonte de Fefiñans y en otros

como avenida de Madrid n° 7, muy próximo geográficamente al otro

local en el que se taba la primera tienda abierta a que antes se hizo

referencia.

Igualmente, con fecha 21 de septiembre de 2000 la actividad

mercantil de la sociedad se amplié con la apertura de una nueva

tienda en la calle Andrés Muruais, n° 8 de Pontevedra, local éste que,

como en el caso anterior, fue preciso acondicionar para iniciar la

actividad comercial posterior.

La imputada María Teresa Señorans Cores, aboné la cantidad

total de 190.239,36 euros para acondicionar y poner en

funcionamiento las dos nuevas tiendas abiertas, cantidad ésta a la

que habría que sumar el importe de 22.129,53 euros pagados durante

el año 2000 en concepto de alquiler de los tres locales comerciales,

lo que hace un total de 212.368,89 euros, que la acusada aboné, en

una importante parte con dinero en efectivo, con dinero procedente

de la actividad de narcotráfico de su marido Roberto Leiro Santos.

2.3.-El 16 de febrero de 2001, las imputadas Maria Teresa

Señorans Cores y su hija Nuria Leiro Señorans, ésta ya mayor de

edad, nacida el 9-07-1982, adquirieron de la mercantil Nuñez

Reboredo SA, una vivienda tipo dúplex, sita en la calle Valle Inclán

n° 18, en el piso 3° A, de la localidad de Cambados (Pontevedra),

junto con un trastero y dos plazas de garaje. El precio de la

compraventa fue de 78.131,57 euros, de los cuales, fueron pagados

12.020,24 euros al contado y los 66.111,33 euros restantes, mediante

la subrogación solidaria de las compradoras en un crédito

hipotecario a favor de la entidad bancaria Banesto SA. Los 12.020,24

euros, más el IVA correspondiente a la compraventa (5.469,21

euros)- en total 17.489,45-, fueron abonados por las acusadas con

dinero en efectivo procedente de la actividad de narcotráfico del

imputado Roberto Leiro Santos. Ese mismo año, además, las

imputadas pagaron un total de 44.915,12 euros con la finalidad de

amueblar el mencionado piso, también, con dinero en efectivo

procedente del narcotráfico a que el imputado -Roberto, se venía

dedicando.

2.4.-Con fecha 31 de octubre de 2000 la imputada Nuria Leiro

Señorans consintió en figurar como titular del vehículo marca" audi

modelo A3, con placas de matrícula 8689BCD que su padre, Roberto

había adquirido por importe de 21.442,45 euros, más 601,01 euros

abonados como señal de reserva a José María Arrojo, titular de la

mercantil Arrojo S.A., procediendo dicha cantidad, que fue abonada

con dinero en efectivo, de la actividad de narcotráfico a la que

Roberto Leiro Santos se venía dedicando, siendo consciente su hija

de ese origen ilícito del dinero y de la distracción del mismo que con

su actuación se producía.

2.5.-Los acusados José Señorans Señorans y su esposa Balbina

Cores Piñeiro, suegros de. Roberto Leiro Santos, consintieron en

figurar como adquirentes del local comercial denominado LOCAL F,

sito en el edificio señalado con el n° 7 de la Avenida de Madrid de la

localidad de Cambados (Pontevedra), aunque también identificado

como local situado en la plaza de Asorei n° 10 de Cambados, cuyo

verdadero adquirente era su yerno Roberto Leiro Santos que, con la

indispensable colaboración en la gestión de su esposa, María Teresa.

Señorans Cores, con fecha 16 de septiembre de 1998 lo

adquirió en virtud de un contrato privado con la mercantil Nuñez

Reboredo S.A. (NURESA), haciendo figurar como compradores a sus

suegros, abonando al tiempo de la firma de este contrato privado la

cantidad de 3.850.000 ptas. más el 16% de su IVA, - lo que hizo un

total de 4.466.000 ptas. (26.841,20 euros) y abonando al tiempo de

la firma de la escritura pública de compraventa el día 5 de

noviembre de 1998, la suma de 9.150.000 ptas. más el 16% de IVA,

lo que hacen un total de 10.614.000 ptas. (63.791,42 euros). Mientras

que esta cantidad de 10.614.000 ptas. (63.791,42 euros) se satisfizo

mediante la subrogación de quienes figuraban como compradores en

la hipoteca que pesaba sobre el local, la cantidad de 4.466.000 ptas.

(26.841,20 euros), fue satisfecha con dinero procedente

de la actividad de narcotráfico de Roberto Leiro, que de este modo,

entraba en el tráfico mercantil lícito, con la consciente colaboración

de sus suegros.

2.6.-Con fecha 23 de febrero de 1995, los imputados María Teresa

Señorans Cores y Roberto Leiro Santos, adquirieron de Maria

Nogueira Souto la finca rústica conocida como "SALGUEIRAL",

destinada a monte y con una superficie de 20,48 áreas, ubicada en

Cornazo de arriba, Villagarcía de Arousa (Pontevedra), transmisión

patrimonial que aparece protocolizada con el n° 437/95 de D.

José Antonio Cortizo Nieto, notario de Villagarcia de Arosa. El

precio de la compraventa fue de 15.000.000 de pesetas (90.151.82

euros), que los imputados abonaron con el dinero procedente de la

actividad de narcotráfico de Roberto Leiro Santos.

En el mes de enero de 1996, Roberto Leiro Santos fue detenido por

la aprehensión a bordo del buque VOLGA I en el puerto de Marín de

36 toneladas de hachís (lo que posteriormente dio lugar a su condena

por sentencia de fecha 29 de septiembre de 1997) y con la finalidad

de ocultar el patrimonio que había adquirido con el dinero

procedente del narcotráfico, el día 8 de abril de 1996 simuló la venta

de la finca anteriormente DE JUSTICIA referida a sus cuñados, los

también acusados María del Carmen Señorans Cores y su esposo

Juan Torres Valverde, quienes, conociendo que Roberto Leiro había

sido condenado por actividades relacionadas con el tráfico de

drogas, consintieron, sin adoptar las más mínimas cautelas acerca de

la procedencia del dinero invertido en su adquisición, en figurar

como adquirentes y posteriores titulares de la referida finca,

conscientes de que en realidad continuaba perteneciendo al imputado

Roberto Leiro Santos.

Los acusados Roberto y su esposa María Teresa procedieron a

construir en la referida finca una vivienda unifamiliar, solicitando

para ello el día 4 de octubre de 2002 un préstamo hipotecario por

importe de 150.000 euros, en nombre de los titulares aparentes del

terreno, los acusados María del Carmen Señorans Cores y Juan

Torres Valverde, en virtud de un poder notarial que con fecha 22 de

julio de 1999, habían otorgado a los verdaderos propietarios del

terreno, Roberto y María Teresa, con el fin de que estos pudieran

disponer realmente del inmueble, sin perjuicio de seguir manteniendo

la falsa apariencia de la titularidad interpuesta.

Con anterioridad a lo obtención de este crédito hipotecario, los

imputados habían satisfecho ya la cantidad de 120.141,70 euros de

dinero en efectivo a la mercantil Granitos Turquesa , contratada

para dicha construcción, procediendo ese dinero de la actividad de

narcotráfico a la que el acusado, Roberto Leiro se venía dedicando.

Igualmente, con fecha 12 de mayo de 2003, la acusada María

Teresa Señorans abonó a la mercantil, Hermanos Míguez S.L., la

cantidad de 8.359,91 euros por la instalación de carpintería

metálica, en la vivienda que con su marido se estaba construyendo,

dinero éste que fue abonado en metálico, con origen en la actividad

de narcotráfico de Roberto.

2.7.-Con fecha 3 de febrero de 2003, la también acusada Josefina

Señorans Cores, cuñada de Roberto Leiro Santos, conociendo que

Roberto Leiro había sido condenado por actividades relacionadas

con el tráfico de drogas, consintió, sin adoptar las más mínimas

cautelas acerca de la procedencia del dinero invertido en su

adquisición, en figurar como adquirente del vehículo Volkswagen

Passat con matrícula 1693BWT que los acusados Roberto y su

esposa María Teresa, adquirieron de Talleres Aguin, por importe de

13.943,47 euros, habiendo sido satisfecho dicho importe con dinero

en efectivo procedente de la actividad de narcotráfico de Roberto.

TERCERO.- En el periodo temporal al que se refieren los

anteriores hechos, figuran a los acusados en las bases de datos de la

Agencia Estatal de la Administración Tributaria, las adquisiciones,

inversiones y movimientos de capital a que se ha hecho referencia y

como ingresos lícitos por todos los conceptos, que no pueden

justificar las inversiones realizadas, los siguientes:

RENTAS NETAS DEL TRABAJO. INGRESOS GRUPO FAMILIAR

(fuente BDC)

AÑO BENEFICIOS

EMPRESARIALES

SALNES SPORT

M. TERESA SEÑORANS

CORES

ROBERTO LEIRO SANTOS

NURIA LEIRO

SEÑORANS

JOSEFINA SEÑORANS

CORES

1998 ----- ----- ----- ----- ----- 1999 ----- 13.993,09 ----- ----- ----- 2000 1.271,24 6.663,97 ----- ----- ----- 2001 1.885,50 6.841,39 6.065,01 1.739,46 ----- 2002 2.179,79 6.840,64 8.561,10 6.674,97 ----- 2003 3.984,11 6.830,37 7.599,64 6.830,37 ----- 2004 2.514,12 6.674,52 908,89 6.674,52 ----- 2005 ----- 2.923,29 5.221,04 7.360,14 ----- 2006 ----- ----- ----- 17.244,36 -- ----- 2007 ----- ----- ----- 14.917,20 -- -----

RENTAS NETAS DEL TRABAJO. INGRESOS GRUPO FAMILIAR (fuente BDC)

AÑO JOSÉ SEÑORANS SEÑORANS

BALBINA CORES

PIÑEIRO

JUAN TORRES

VALVERDE

M CARMEN SEÑORANS

CORES

RENTAS TOTAL

FAMILIAR 1998 7.184,19 ----- ----- ----- 7.184,19 1999 7.313,51 ----- ----- ----- 21.306,60 2000 13.262,01 ----- ----- ----- 20.297,22 2001 13.037,91 ----- ----- ----- 29.569,27 2002 13.784,73 ----- ----- ----- 38.041,23 2003 14.173,19 ----- ----- ----- 39.417,68 2004 14.368,40 ----- ----- ----- 31.140,45 2005 9.894,52 ----- ----- ----- 25.398,99 2006 10.273,86 ----- ----- ----- 27.518,22 2007 9.865,77 ----- ----- ----- 24.782,97

Segundo.- La Audiencia de instancia en la citada sentencia, dictó la

siguiente Parte Dispositiva:

"Condenamos a los acusados, Roberto Leiro Santos y María Teresa

Señorans Cores, como autores responsables de un delito de blanqueo

de capitales procedentes del tráfico de drogas, sin que concurran

circunstancias modificativas de la responsabilidad, a las penas de

cinco años de prisión para-cada uno, con la accesoria de

inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el

tiempo de la condena y multas de 1. 600.000 euros para Roberto y de

1.500.000 para María Teresa.

Condenamos a la acusada Nuria Leiro Señorans, como autora de

un delito de blanqueo de capitales procedentes del tráfico de drogas,

sin que concurran circunstancias modificativas de la

responsabilidad, a la pena de tres años y seis meses de prisión, con

inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio

pasivo durante el tiempo de la condena, y multa de 170.000 euros.

Condenamos a los acusados, José Señorans Señorans y Balbina

Coreo Pifleiro, como autores responsables de un delito de blanqueo

de capitales procedentes del tráfico de drogas, a las penas de tres

años y seis meses de prisión para cada uno, con inhabilitación

especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el

tiempo de la condena, y multa dej 55.000 euros a cada uno.

Condenamos a la María del Carmen Señorans Corea y a Juan

Torres Valverde, como autores por imprudencia grave, de un delito

de blanqueo de capitales procedentes del tráfico de drogas, a la pena

de seis meses de prisión para cada uno, con inhabilitación especial

para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y

multa de 128.501 euros para cada uno.

Condenamos a Josefina Señorans Cores, como autora por

imprudencia grave, de un delito de blanqueo de capitales

procedentes del tráfico de drogas, a la pena de seis meses de prisión,

con inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio

pasivo durante el tiempo de la condena y multa de 13.944 euros.

Se acuerda el comiso definitivo y adjudicación al Estado, a través

del fondo procedente de bienes decomisados por tráfico de drogas y

otros delitos relacionados, de los vehículos Audi A3 8689BCD y

Volkswagen Passat 1693BWT así como del equivalente dinerario por

la suma de 590.682 euros.

Imponemos a los condenados las costas del proceso por iguales

partes(sic)".

Tercero.- Notificada la resolución a las partes, se dictó auto de

aclaración con fecha 25 de marzo de 2015, con la siguiente parte

dispositiva:

"Subsanar la omisión atinente a la falta de pronunciamiento

sobre la responsabilidad personal subsidiaria de los condenados, en

los siguientes términos:

No procede declarar responsabilidad personal subsidiaria para el

caso de impago de las multas a las que fueron condenados, Roberto

Leiro Santos y María Teresa Señorans Cores.

Respecto a la condenada Nuria Leiro Señorans, se establece una

responsabilidad personal subsidiaria de OCHO MESES DE

PRISIÓN para el caso de impago de la multa impuesta.

Respecto a los condenados José Señorans Señorans y Balbina

Cores Piñeiro, se establece una responsabilidad personal subsidiaria

de TRES MESES DE PRISIÓN para el caso de impago de la multa

impuesta.

Respecto a los condenados María del Carmen Señorans Cores y

Juan Torres Valverde, se establece una responsabilidad personal

subsidiaria de CUATRO MESES DE PRISIÓN para el caso de

impago de la multa impuesta.

Respecto a la condenada Josefina Señorans Cores, se establece

ua responsabilidad personal subsidiria de UN MES DE PRISIÓN

para el caso de impago de la multa impuesta."

Cuarto.- Notificado el auto a las partes se prepararon recursos de

casación por infracción de Ley y de precepto Constitucional, así como por

quebrantamiento de Forma, por las representaciones de ROBERTO

LEIRO SANTOS, NURIA LEIRO SEÑORANS, MARÍA TERESA

SEÑORANS CORES, JOSEFINA SEÑORANS CORES, JOSÉ

SEÑORANS SEÑORANS, BALBINA CORRES PIÑEIRO, JUAN

TORRES VALVERDE y MARÍA DEL CARMEN SEÑORANS

CORES, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala del

Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y

resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose los

correspondientes recursos.

Quinto.- El recurso interpuesto por la representación del recurrente

ROBERTO LEIRO SANTOS, se basó en el siguiente MOTIVO DE

CASACIÓN:

1.- PRIMERO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional del derecho a la tutela judicial efectiva de los jueces y

Tribunales (art. 24.1 CE) en relación con el derecho constitucional a

un proceso público con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española} lo que genera indefensión, al considerar esta

representación que la investigación decretada por el Ministerio Fiscal

interfirió instrucción judicial en curso seguida por el Juzgado de

Instrucción nó 1 de Villagarcía de Arousa en la Diligencias Previas

190/2002.

2.- SEGUNDO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional de presunción de inocencia (art. 24.2 de la

Constitución Española), al haberse producido la condena sin la

existencia de prueba de cargo suficiente (directa o indiciaria) y con

manifiesta contradicción/Infracción del principio in dubio pro reo.

Asimismo infracción del derecho constitucional a la tutela judicial

efectiva en su vertiente de falta de motivación. o en su defecto

deficiente motivación (art. 24.1 CE). en relación art. 9.3 y 120 CE.

que genera indefensión al recurrente.

3.- TERCERO. Por infracción de ley, al amparo del número 2°

del art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al entender esta

parte ha existido error en la apreciación de la prueba, lo que se

evidencia con documentos obrantes en autos que demuestran la

equivocación del tribunal, sin que ello resulte contradicho por otros

elementos probatorios. A los debidos efectos de lo preceptuado en el

art 855 de la Lecrim se señalan los siguientes documentos.

4.- CUARTO.- Al amparo del art. 851.1 L.ECr., por

quebrantamiento de forma, al consignar la sentencia como hechos

probados conceptos que. por su carácter jurídico. impliquen la

predeterminación del fallo.

Se renuncia.

5.- QUINTO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española). en relación con el art. 9.1 y 2 de la CE, que

garantiza el principio de legalidad i seguridad jurídica, por

DILACIONES INDEBIDAS (artículo 24.2 CE).

6.- SEXTO.- Por el cauce del art. 849.1 L.E.Cr. al violar la

sentencia recurrida el art. 301.1-2 y 5, 127 y 28 del Código Penal,

por aplicación indebida, por cuanto que de los hechos declarados

probados no resulta que la actuación reprochada en ellos a mi

representado se halle tipificada en el precepto sustantivo en cuestión.

7.- SEPTIMO.- Por el cauce del art. 849.1 L.E.Cr. al violar la

sentencia recurrida el art. 3�1.1.2 y 5 y 28 del Código Penal, por

aplicación indebida, en cuanto a su aplicación a hechos declarados

probados (apartado 2.6) que resultan anteriores a los hechos referidos

en la primera condena por tráfico de drogas. por lo que no resulta que

la actuación reprochada en ellos a mi representado se halle tipificada

en el precepto sustantivo en cuestión.

8.- OCTAVO.- Por el cauce del art. 849.1 L.E.Cr. por inaplicación

de lo dispuesto en los art. 131.1 y 132.1 CP y ss, por cuanto que se

condena al recurrente por hechos declarados probados

correspondientes al ario 1995, que se encontrarían prescritos al

momento de incoarse las Diligencias Previas 840/2006.

Sexto.- El recurso interpuesto por la representación del recurrente

NURIA LEIRO SEÑORANS, se basó en el siguiente MOTIVO DE

CASACIÓN:

1.- PRIMERO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional del derecho a la tutela judicial efectiva de los ,cueces y

Tribunales (art. 24.1 CE) en relación con el derecho constitucional a

un proceso público con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española) lo que genera indefensión, al considerar esta

representación que la investigación decretada por el Ministerio Fiscal

interfirió instrucción judicial en curso seguida por el Juzgado de

Instrucción n° 1 de Villagarcía de Arousa en la Diligencias Previas

190/2002.

2.- SEGUNDO.- Al amparo del art. 852 L.ECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional de presunción de inocencia (art. 24.2 de la

Constitución Española), al haberse producido la condena sin la

existencia de prueba de cargo suficiente (directa o indiciaria) y con

manifiesta contradicción/Infracción del principio in dubio pro reo.

Asimismo infracción del derecho constitucional a la tutela judicial

efectiva en su vertiente de falta de motivación, o en su defecto

deficiente motivación (art. 24.1 CE). en relación art. 9.3 y 120 CE.

que genera indefensión al recurrente.

3.- TERCERO.- Por infracción de ley, al amparo del número 20

del art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al entender esta

parte ha existido error en la apreciación de la prueba, lo que se

evidencia con documentos obrantes en autos que demuestran la

equivocación del tribunal, sin que ello resulte contradicho por otros

elementos probatorios.

4.- CUARTO.- Al amparo del art. 851.1 L.ECr., por

quebrantamiento de forma, al consignar la sentencia como hechos

probados conceptos que, por su carácter jurídico, impliquen la

predeterminación del fallo.

Se renuncia.

5.- QUINTO.- Al amparo del art. 852 L.ECr. y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española), en relación con el art. 9.1 y 2 de la CE, que

garantiza el principio de legalidad y seguridad jurídica. por

DILACIONES INDEBIDAS (artículo 24.2 CE).

6.- SEXTO.- Por el cauce del art. 849.1 L.E.Cr. al violar la

sentencia recurrida el art. 301.1-2 y 5, 127 y 28 del Código Penal,

por aplicación indebida, por cuanto que de los hechos declarados

probados no resulta que la actuación reprochada en ellos a mi

representado se halle tipificada en el precepto sustantivo en cuestión.

Séptimo.- El recurso interpuesto por la representación del

recurrente MARIA TERESA SEÑORANS CORES, se basó en el

siguiente MOTIVO DE CASACIÓN:

1.- PRIMERO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional del derecho a la tutela judicial efectiva de los jueces y

Tribunales (art. 24.1 CE) en relación con el derecho constitucional a

un proceso público con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española) lo que genera indefensión, al considerar esta

representación que la investigación decretada por el Ministerio Fiscal

interfirió instrucción judicial en curso seguida por el Juzgado de

Instrucción n° 1 de Villagarcía de Arousa en la Diligencias Previas

190/2002.

2.- SEGUNDO.- Al amparo del art. 852 L.ECr. y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional de presunción de inocencia (art. 24.2 de la

Constitución Española), al haberse producido la condena sin la

existencia de prueba de cargo suficiente (directa o indiciaria) y con

manifiesta contradicción/Infracción del principio in dubio pro reo.

Asimismo infracción del derecho constitucional a la tutela judicial

efectiva en su vertiente de falta de motivación, o en su defecto

deficiente motivación (art. 24.1 CE), en relación art. 9.3 y 120 CE,

que genera indefensión al recurrente.

3.- TERCERO.- Por infracción de Ley, al amparo del número 2º

del art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al entender esta

parte ha existido error en la apreciación de la prueba, lo que se

evidencia con documentos obrantes en autos que demuestran la

equivocación del Tribunal, sin que ello resulte contradicho por otros

elementos probatorios.

4.- CUARTO.- Al amparo del art. 851.1 L.ECr., por

quebrantamiento de forma, al consignar la sentencia como hechos

probados conceptos que, por su carácter jurídico. impliquen la

predeterminación del fallo.

Se renuncia.

5.- QUINTO.- Al amparo del art. 852 L.ECr. y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española), en relación con el art. 9.1 y 2 de la CE, que

garantiza el principio de legalidad y seguridad jurídica, por

DILACIONES INDEBIDAS (artículo 24.2 CE).

6.- SEXTO.- Por el cauce del art. 849.1 L.E.Cr. al violar la

sentencia recurrida el art. 301.1-2 y 5, 127 y 28 del Código Penal,

por aplicación indebida, por cuanto que de los hechos declarados

probados no resulta que la actuación reprochada en ellos a mi

representado se halle tipificada en el precepto sustantivo en cuestión.

Octavo.- El recurso interpuesto por la representación del recurrente

JOSEFINA SEÑORANS CORES, se basó en el siguiente MOTIVO DE

CASACIÓN:

1.- PRIMERO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional del derecho a la tutela judicial efectiva de los jueces y

Tribunales (art. 24.1 CE) en relación con el derecho constitucional a

un proceso público con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española) lo que genera indefensión, al considerar esta

representación que la investigación decretada por el Ministerio Fiscal

interfirió instrucción judicial en curso seguida por el Juzgado de

Instrucción n° 1 de Villagarcía de Arousa en la Diligencias Previas

190/2002.

2.- SEGUNDO.- Al amparo del art. 852 L.ECr.. y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional de presunción de inocencia (art. 24.2 de la

Constitución Española), al haberse producido la condena sin la

existencia de prueba de cargo suficiente (directa o indiciaria) y con

manifiesta contradicción/Infracción del principio in dubio pro reo.

Asimismo infracción del derecho constitucional a la tutela judicial

efectiva en su vertiente de falta de motivación, o en su defecto

deficiente motivación (art. 24.1 CE), en relación art. 9.3 y 120 CE,

que genera indefensión al recurrente.

3.- TERCERO. Por infracción de ley, al amparo del número 2° del

art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al entender esta parte

ha existido error en la apreciación de la prueba, lo que se evidencia

con documentos obrantes en autos que demuestran la equivocación

del tribunal, sin que ello resulte contradicho por otros elementos

probatorios.

4.- CUARTO.- Al amparo del art. 851.1 L.ECr., por

quebrantamiento de forma, al consignar la sentencia como hechos

probados conceptos que, por su carácter jurídico. impliquen la

predeterminación del fallo.

5.- QUINTO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de lo

Ley Orgánica del Poder Judicial. por infracción del principio

constitucional a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española), en relación con el art. 9.1 y 2 de la CE, que

garantiza el principio de legalidad y seguridad jurídica, por

DILACIONES INDEBIDAS (artículo 24.2 CE).

6.- SEXTO.- Por el cauce del art. 849.1 L.E.Cr. al violar la

sentencia recurrida el art. 301.1-2 y 5, 127 y 28 del Código Penal,

por aplicación indebida, por cuanto que de los hechos declarados

probados no resulta que la actuación reprochada en ellos a mi

representado se halle tipificada en el precepto sustantivo en cuestión.

Noveno.- El recurso interpuesto por la representación del recurrente

JOSÉ SEÑORANS SEÑORANS y BALBINA CORES PIÑEIRO, se

basó en el siguiente MOTIVO DE CASACIÓN:

1.- PRIMERO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional del derecho a la tutela judicial efectiva de los jueces y

Tribunales (art. 24.1 CE) en relación con el derecho constitucional a

un proceso público con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española} lo que genera indefensión, al considerar esta

representación que la investigación decretada por el Ministerio Fiscal

interfirió instrucción judicial en curso seguida por el Juzgado de

Instrucción n° 1 de Villagarcía de Arousa en la Diligencias Previas

190/2002.

2.- SEGUNDO.- Al amparo del art. 852 L.ECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional de presunción de inocencia (art. 24.2 de la

Constitución Española), al haberse producido la condena sin la

existencia de prueba de cargo suficiente (directa o indiciaria) y con

manifiesta contradicción/Infracción del principio in dubio pro reo.

Asimismo infracción del derecho constitucional a la tutela judicial

efectiva en su vertiente de falta de motivación, o en su defecto

deficiente motivación (art. 24.1 CE), en relación art. 9.3 y 120 CE,

que genera indefensión al recurrente.

3.- TERCERO.- Por infracción de ley, al amparo del número 2°

del art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al entender esta

parte ha existido error en la apreciación de la prueba, lo que se

evidencia con documentos obrantes en autos que demuestran la

equivocación del tribunal, sin que ello resulte contradicho por otros

elementos probatorios.

4.- CUARTO.- Al amparo del art. 851.1 L.ECr., por

quebrantamiento de forma, al consignar la sentencia como hechos

probados conceptos que, por su carácter jurídico, impliquen la

predeterminación del fallo.

Se renuncia.

5.- QUINTO.- Al amparo del art. 852 LECr., y artículo 5.4 de la

Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del principio

constitucional a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 de la

Constitución Española), en relación con el art. 9.1 y 2 de la CE, que

garantiza el principio de legalidad y seguridad jurídica, por

DILACIONES INDEBIDAS (artículo 24.2 CE).

6.- SEXTO.- Por el cauce del art. 849.1 L.E.Cr. al violar la

sentencia recurrida el art. 301.1-2 y 5, 127 y 28 del Código Penal, por

aplicación indebida, por cuanto que de los hechos declarados

probados no resulta que la actuación reprochada en ellos a mi

representado se halle tipificada en el precepto sustantivo en cuestión.

Décimo.- El recurso interpuesto por la representación del recurrente

JUAN TORRES VALVERDE y MARÍA DEL CARMEN SEÑORANS

CORRES, se basó en el siguiente MOTIVO DE CASACIÓN:

1.- Al amparo de lo previsto en el art. 5.4 de la LOPJ, por cuanto la

Sentencia objeto del presente recurso infringe el derecho fundamental

a la presunción de inocencia consagrado en el art. 24.2, en relación

con el 53.1, de nuestro Texto Constitucional.

2.- Al amparo de lo dispuesto art. 849.2° de la LECrim. por cuanto

en la Sentencia que se recurre existe un error de hecho en la

apreciación de la prueba, según resulta de documentos que

demuestran la equivocación del Tribunal y que no resultan

desvirtuados por otras pruebas.

3.- Al amparo de lo previsto en el art. 849.1º de la LECrim. por

indebida aplicación del art. 301.1-2 y 3 del Código Penal.

4.- Al amparo de lo previsto en el art. 849.1° y 852 de la LECrim.

tanto por infracción de ley (art. 131 y 66 y 70 del C.P.), como por

vulneración de preceptos constitucionales (art. 24.2); en relación con

la prescripción del delito y su derecho a un proceso sin dilaciones.

Undécimo.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos

interpuestos, por parte del mismo solicita la inadmisión de los recursos de

casación interpuestos, o subsidiariamente su desestimación, por las razones

vertidas en el escrito que obra unido a los presentes autos; quedando

conclusos los autos para señalamiento de Fallo cuando por turno

correspondiera.

Duodécimo.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró el

mismo prevenido para el día seis de Abril dos mil dieciséis.

II. FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- Todos los recurrentes han sido condenados como autores

de un delito de blanqueo de capitales procedentes del tráfico de drogas, en

algunos casos, en su modalidad imprudente, a distintas penas privativas de

libertad y de multa, acordándose además el comiso de dos vehículos y del

equivalente dinerario correspondiente a las inversiones realizadas con

dinero procedente del tráfico de drogas, por la suma de 590.682 euros.

Contra la sentencia interponen recurso de casación.

Recurso interpuesto por Roberto Leiro Santos

En el primer motivo, al amparo del artículo 852 de la LECrim y 5.4 de

la LOPJ, denuncia la vulneración del derecho fundamental a la tutela

judicial efectiva en relación con el derecho a un proceso con todas las

garantías, causando indefensión, en tanto que considera que la

investigación del Ministerio Fiscal en la presente causa interfirió la

investigación judicial seguida por el Juzgado de Instrucción nº 1 de

Villagarcía de Arosa en las D. Previas nº 190/2002. Argumenta que las D.

Previas de la presente causa, nº 840/2006, fueron incoadas por auto de 8 de

setiembre de 2006, tras querella presentada por el Ministerio Fiscal, el cual

había recibido un informe del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) el

29 de diciembre de 2005, en el cual ya se señalaba que los agentes habían

actuado con autorización judicial en el marco de las D. Previas 190/2002

del mismo Juzgado nº 1 de Villagarcía de Arosa, a pesar de lo cual el

informe, en lugar de remitirse a la autoridad judicial que lo ordenó, se

entregó al Ministerio Fiscal, que abrió Diligencias Informativas cuando

sobre los mismos hechos ya existía un procedimiento judicial, lo cual

determinaba la ausencia de legitimación para llevar a cabo una

investigación diferente. Así pues, afirma que la actuación del SVA no fue

correcta y que la investigación del Ministerio Fiscal en este caso supuso la

vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva y a un proceso con

todas las garantías. Sostiene que, en consecuencia, el proceso es nulo desde

su principio pues se han aportado numerosas pruebas para cuya obtención

no estaba legitimado el Ministerio Fiscal, ya que correspondía autorizarlas

al Juez instructor de las D. Previas 190/2002.

1. El artículo 5 del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, Ley

50/1981, de 30 de diciembre, modificada por la Ley 24/2007, de 9 de

octubre, le autoriza para llevar a cabo u ordenar aquellas diligencias para

las que esté legitimado según la Ley de Enjuiciamiento Criminal, (las

cuales no podrán suponer la adopción de medidas cautelares o limitativas

de derechos) para el esclarecimiento de los hechos denunciados o que

aparezcan en los atestados de los que conozca, estableciendo que tales

actuaciones estarán inspiradas en los principios de contradicción,

proporcionalidad y defensa.

La LECrim, en el artículo 773.2, luego de regular estas actuaciones

preprocesales del Ministerio Público, dispone que el Fiscal cesará en sus

diligencias tan pronto tenga conocimiento de la existencia de un

procedimiento judicial sobre los mismos hechos.

Esta previsión legal impide, por lo tanto, la existencia de unas

actuaciones del Ministerio Fiscal que afronten de forma completa la misma

investigación que ya está llevando a cabo un órgano judicial. Esto no

impide al Ministerio Fiscal aportar los medios de prueba concretos de los

que pueda disponer, como se desprende del apartado 1 del mismo artículo

antes citado, lo cual implica la posibilidad de que practique diligencias en

su búsqueda, bien practicándolas directamente o bien encomendándolas a

la policía judicial.

Resulta imprescindible, pues, la identificación de los hechos objeto

de las actuaciones judiciales y de los que constituyen el objeto de la

pesquisa del Ministerio Fiscal, para que pueda afirmarse que este último

debe cesar en sus diligencias.

Por otro lado, la ley procesal no establece una sanción de nulidad

para el caso en que el Fiscal no cese en su investigación cuando conozca la

existencia de un procedimiento judicial por los mismos hechos. Por ello,

teniendo en cuenta que, como se ha dicho, el Fiscal puede aportar medios

de prueba (artículo 773.1 LECrim) y que puede hacerlo por sí mismo u

ordenarlo a la policía judicial (artículo 773.2 LECrim), será preciso

examinar en cada caso cuáles han sido las diligencias practicadas por el

Ministerio Fiscal, y cuáles las que pretende aportar o ya han sido aportadas

al procedimiento, al objeto de decidir si en su obtención o aportación se ha

vulnerado algún derecho y si, por lo tanto, pueden ser incorporadas a la

causa a efectos de su posible valoración posterior.

2. En el caso, no consta el contenido exacto de las D. Previas

190/2002 del Juzgado de Instrucción de Villagarcía de Arosa, por lo que no

puede afirmarse que la actuación investigadora del Ministerio Fiscal se

orientara al esclarecimiento de los mismos hechos que estaban siendo

objeto de las diligencias judiciales. En sentido contrario, existe un dato que

indica de forma concluyente que se trataba de hechos distintos, pues,

presentada la querella por el Ministerio Fiscal, el Juzgado de instrucción al

que correspondió, no consta que acordara la acumulación, por

antecedentes, con las D. Previas nº 190/2002 que el mismo juzgado

instruía, sino que procedió a incoar nuevas diligencias. Y tampoco consta

que nadie solicitara la acumulación.

El recurrente, por otra parte, no precisa, ni se deduce tampoco del

contenido del motivo, en qué medida la actuación del Ministerio Fiscal

pudo interferir ilegítimamente en las D. Previas nº 190/2002, o de qué

forma pudo vulnerar sus derechos o, concretamente, provocarle

indefensión en las diligencias judiciales en las que luego resultó acusado.

En consecuencia, el motivo se desestima.

SEGUNDO.- En el segundo motivo denuncia vulneración de la

presunción de inocencia al haber sido condenado sin prueba de cargo

suficiente, con infracción del derecho a la tutela judicial efectiva por falta

de motivación. Se queja de que en los hechos probados no constan los

indicios sobre los que se construye la inferencia, pues, dice, la sentencia se

limita a señalar que las adquisiciones de bienes y las inversiones realizadas

se hicieron con dinero procedente del tráfico de drogas, sin establecer las

pruebas o indicios que amparan dicha consideración, sin que se establezcan

pruebas directas o indiciarias a partir de las cuales la defensa pueda

conocer el proceso de inferencia. Entiende que la defensa no motiva las

razones de la condena, pues se limita a referirse al informe del SVA, sin

precisar qué aspectos son relevantes y por qué los considera acreditados.

En cuanto a la vinculación del recurrente con el tráfico de drogas, señala

que la adquisición de la finca El Salgueiral tiene lugar en febrero de 1995,

antes de que según la sentencia se dedicara al tráfico de drogas, por lo que

el dinero empleado en la adquisición no podía proceder de esa actividad,

según los propios hechos probados. Y se queja de la mención a la sentencia

en la que fue absuelto. En la argumentación desarrollada en el motivo,

afirma, en primer lugar, que la sentencia no motiva la valoración de la

prueba, sino que se limita a mencionar distintos folios de la causa sin

precisar en qué medida su contenido resulta incriminatorio; y, en segundo

lugar, trata de rebatir, con su valoración de las pruebas, la contenida en la

sentencia en cuanto a la acreditación de los hechos que se declaran

probados.

1. El derecho a la presunción de inocencia reconocido en el artículo 24

CE implica que toda persona acusada de un delito o falta debe ser

considerada inocente hasta que se demuestre su culpabilidad con arreglo a

la Ley, y, por lo tanto, después de un proceso justo, (artículo 11 de la

Declaración Universal de los Derechos Humanos; artículo 6.2 del

Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades

Fundamentales, y artículo 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles

y Políticos), lo cual supone que se haya desarrollado una actividad

probatoria de cargo con arreglo a las previsiones constitucionales y legales,

y por lo tanto válida, cuyo contenido incriminatorio, racionalmente

valorado de acuerdo con las reglas de la lógica, las máximas de experiencia

y los conocimientos científicos, sea suficiente para desvirtuar aquella

presunción inicial, en cuanto que permita al Tribunal alcanzar una certeza

objetiva, en tanto que asumible por la generalidad, sobre la realidad de los

hechos ocurridos y la participación del acusado, de manera que con base en

la misma pueda declararlos probados, excluyendo sobre los mismos la

existencia de dudas que puedan calificarse como razonables. El control

casacional se orienta a verificar estos extremos, validez y suficiencia de la

prueba y racionalidad en su valoración, sin que suponga una nueva

valoración del material probatorio, cuya práctica no se ha presenciado.

No se trata, por lo tanto, de comparar la valoración probatoria efectuada

por el Tribunal y la que sostiene la parte que recurre o cualquier otra

posible, sino, más limitadamente, de comprobar la regularidad de la prueba

utilizada y la racionalidad del proceso argumentativo.

Esta forma de proceder en el control de la racionalidad del proceso

valorativo no implica, por lo tanto, que el Tribunal que resuelve el recurso

pueda realizar una nueva valoración de las pruebas cuya práctica no ha

presenciado, especialmente las de carácter personal. Se trata, solamente, de

comprobar que el Tribunal de instancia se ha ajustado a las reglas de la

lógica, no ha desconocido injustificadamente las máximas de experiencia y

no ha ignorado los conocimientos científicos, y que, por lo tanto, su

valoración de las pruebas no ha sido manifiestamente errónea, absurda,

caprichosa o absolutamente inconsistente.

Por otro lado, en cuanto a la prueba indiciaria, la STS nº 220/2015, de 9

de abril, recogía el contenido de la STC 128/2011, de 18 de julio, la cual,

enlazando con ideas reiteradísimas, sintetiza la doctrina sobre la aptitud de

la prueba indiciaria para constituirse en la actividad probatoria de cargo

que sustenta una condena: “A falta de prueba directa de cargo, también la

prueba indiciaria puede sustentar un pronunciamiento condenatorio, sin

menoscabo del derecho a la presunción de inocencia, siempre que: 1) el

hecho o los hechos bases (o indicios) han de estar plenamente probados;

2) los hechos constitutivos del delito deben deducirse precisamente de

estos hechos bases completamente probados; 3) se pueda controlar la

razonabilidad de la inferencia, para lo que es preciso, en primer lugar,

que el órgano judicial exteriorice los hechos que están acreditados, o

indicios, y, sobre todo que explique el razonamiento o engarce lógico entre

los hechos base y los hechos consecuencia; y, finalmente, que este

razonamiento esté asentado en las reglas del criterio humano o en las

reglas de la experiencia común o, "en una comprensión razonable de la

realidad normalmente vivida y apreciada conforme a los criterios

colectivos vigentes" (SSTC 300/2005, de 21 de noviembre, FJ 3; 111/2008,

de 22 de septiembre, FJ 3 y 70/2010, FJ 3). Asumiendo "la radical falta de

competencia de esta jurisdicción de amparo para la valoración de la

actividad probatoria practicada en un proceso penal y para la evaluación

de dicha valoración conforme a criterios de calidad o de oportunidad"

(SSTC 137/2005, de 23 de mayo, FJ 2 y 111/2008, de 22 de septiembre, FJ

3), sólo se considera vulnerado el derecho a la presunción de inocencia en

este ámbito de enjuiciamiento cuando "la inferencia sea ilógica o tan

abierta que en su seno quepa tal pluralidad de conclusiones alternativas

que ninguna de ellas pueda darse por probada" (SSTC 229/2003, de 18 de

diciembre, FJ 4; 111/2008, de 22 de septiembre, FJ 3; 109/2009, de 11 de

mayo, FJ 3; 70/2010, de 18 de octubre, FJ 3; 25/2011, de 14 de marzo, FJ

8).

También ha señalado esta Sala que la prueba indiciaria, indirecta o

circunstancial presenta dos perspectivas relevantes para el control

casacional: a) desde el punto de vista formal, deben constar los indicios o

hechos-base plenamente acreditados que permitan acceder mediante un

juicio de inferencia al hecho-consecuencia; el razonamiento de inferencia

también ha de ser debidamente explicitado en la sentencia; y b), desde un

punto material, el control casacional se contrae a la verificación de que

existan varios indicios plenamente evidenciados, o uno de singular

potencia acreditativa, de naturaleza inequívocamente incriminatoria, que

no estén destruidos por contraindicios, que se refuercen entre sí, y que

permitan obtener un juicio de inferencia razonable, entendiendo tal

razonabilidad como "enlace preciso y directo según las reglas del criterio

humano", en términos del art. 1253 del Código Civil (SSTS. 1085/2000, de

26-6; 1364/2000, de 8-9; 24/2001, de 18-1; 813/2008, de 2-12; 19/2009,

de 7-1; y 139/2009, de 24-2; 322/2010, de 5-4; y 208/2012, de 16-3, entre

otras).

También se ha afirmado que el examen de los indicios no debe hacerse

de forma aislada, analizando el poder de convicción de cada uno de ellos,

pues no se trata de pruebas sino de elementos indiciarios. Por el contrario,

lo procedente es el examen conjunto, pues la fuerza de la prueba indiciaria

procede precisamente de la interrelación y combinación de los diferentes

indicios, que convergen y se refuerzan mutuamente cuando todos ellos

señalan racionalmente en una misma dirección (SSTS 1088/2009, de 26-

10; 480/2009, de 22-5; y 569/2010, de 8-6, entre otras).

2. En el caso, de la lectura de la sentencia resulta la inexactitud de lo

afirmado por el recurrente. El Tribunal señala en los distintos apartados de

su resolución los datos o elementos obrantes en la causa que, como prueba

documental, en ocasiones ratificada en su significado por las testificales

que menciona, ha tenido en cuenta para declarar probadas las distintas

operaciones comerciales, adquisiciones o inversiones realizadas por los

acusados, que, además, como en la misma sentencia se refleja, no han sido

discutidos por los propios acusados en su mera realidad objetiva.

Además, valora expresamente algunas pruebas testificales practicadas a

su presencia, ratificando y precisando lo declarado ya en la fase de

instrucción. Igualmente valora algunas declaraciones de los acusados en el

plenario, poniéndolas en relación con lo declarado en la causa de forma

inobjetable, cuando existen contradicciones.

Y, finalmente, razona respecto del valor probatorio de todos esos

elementos para alcanzar conclusiones respecto de la participación del

recurrente en los hechos que le imputa y de la procedencia del dinero, que

considera probada en el tráfico de drogas al considerar acreditada esa

dedicación, y no apreciar la existencia de fuentes lícitas suficientes para

ello. Y en un detenido análisis, que no es preciso reproducir aquí

textualmente, examina las pruebas existentes respecto de cada uno de los

hechos que ha declarado probados y que constan en los distintos apartados

numerados desde el 2.1 hasta el 2.7.

El recurrente se queja de que existían otras fuentes de ingresos, que

considera suficientes para justificar las distintas inversiones. Sin embargo,

en la mayoría de los casos, y con independencia de lo que se dirá en

relación con cada uno de los hechos, afirmando que el hecho de que no

hayan sido declarados a la Hacienda pública no implica necesariamente su

inexistencia, se limita a utilizar en su argumentación la posibilidad de que

tales ingresos existieran, sin considerar en ningún caso los gastos

necesarios para la obtención de esos hipotéticos ingresos y los propios de la

vida ordinaria.

Es cierto, sin duda, que la ausencia de un adecuado cumplimiento de los

deberes constitucionales de contribuir a los gastos públicos mediante el

pago de impuestos, no implica la prueba de la inexistencia de ingresos.

Pero cuando se acredita en una causa penal la disposición de cantidades

importantes de dinero y no consta la declaración de las fuentes de tales

ingresos, es necesario acreditar la existencia de otras fuentes alternativas

suficientes, para evitar que la acreditada vinculación del sujeto al tráfico de

drogas, actividad delictiva que puede dar lugar a grandes beneficios como

es bien sabido, conduzca a la razonable conclusión de que esa actividad es

precisamente el origen del dinero dispuesto.

3. Aunque, como se ha dicho, no es precisa una reproducción textual de

los argumentos de la sentencia de instancia, puede señalarse lo que sigue.

En relación con los hechos de los apartados 2.1 y 2.2, el recurrente

sostiene que las tiendas que explotaba directamente la esposa del recurrente

daban altos beneficios, lo que justifica la existencia del dinero. Se apoya,

en una argumentación que no es preciso reproducir aquí, en la prueba

pericial aportada por la defensa.

El Tribunal ha rechazado la prueba pericial por las razones que constan

en la sentencia. Pero, aun así, del análisis de la facturación que se hace en

la misma solo resultarían, en el mejor de los casos, unos beneficios de

207.000 euros en cuatro ejercicios, lo que supone unos 51.750 euros al año

cuando las tres tiendas estaban en funcionamiento. Sin perjuicio de que es

posible un análisis más detallado, es claro que al abrir la primera de las

tiendas en octubre de 1998, la esposa del recurrente no podía disponer de

ninguna cantidad proveniente de la explotación, por lo que el dinero

empleado en su apertura y el ingresado en cuenta el 10 de noviembre de

1998, es decir, los 15.000 euros y los 30.050,61, o su equivalente en

pesetas, necesariamente tenían que tener otra procedencia. Y cuando abre

la segunda y la tercera en enero y setiembre del año 2000, el dinero

empleado en su acondicionamiento y puesta en funcionamiento, que según

se declara probado ascendió a 190.239,36 euros, o su equivalente en

pesetas, no podía proceder de los beneficios de la explotación de la primera

tienda abierta, que resultarían notoriamente insuficientes para ello si se

extrapola el cálculo anteriormente mencionado.

No puede llegarse a la misma conclusión respecto de los ingresos en

efectivo en cuenta bancaria durante los años 1999 y 2000 por importe total

de 25.362,71 euros, o su equivalente en pesetas, teniendo en cuenta su

escasa importancia si se considera el tiempo total y se distribuye en

periodos mensuales. No se expresan pruebas que conduzcan de forma

lógica a otra conclusión, pudiendo aceptarse como razonable que su

procedencia fuera lícita.

Para justificar aquellos gastos pretende el recurrente que sus fuentes de

ingresos consistían en la explotación de dos bateas de mejillones, cuya

producción vendía sin declarar a la Hacienda Pública. Sin perjuicio de

algunas cantidades menores en relación con las antes mencionadas, lo

cierto es que la argumentación del recurrente se basa en la mera posibilidad

de que sucediera como dice, sin acreditar la existencia de ventas por

importes relevantes a los efectos señalados y sin tener en cuenta los gastos

necesarios para la obtención de los ingresos ni tampoco los derivados del

mantenimiento de la vida ordinaria de una familia.

Es cierto que corresponde a la acusación acreditar los elementos del

tipo delictivo. Pero también lo es que si la acusación dispone de pruebas

consistentes, como ocurre en relación con los hechos enjuiciados, para que

la absolución sea procedente es exigible que, al menos se haya suscitado

una duda razonable. Y en el caso, y esta consideración es aplicable a lo que

se dirá seguidamente, los elementos manejados por el recurrente no dan

lugar a esa clase de duda, en tanto que, frente a los datos objetivos

consignados en la sentencia, se basan en simples posibilidades.

4. En cuanto a los hechos consignados en el apartado 2.3, el recurrente

afirma que Nuria disponía de unos 54.000 euros que había obtenido de la

venta de un campo de cultivo marino que le habían donado, poco antes, sus

abuelos. Y aporta como justificante un contrato privado de 10 de julio de

2000, en el que consta la venta a terceros por tal importe, que fue

reconocido en el plenario por el comprador. El Tribunal rechaza la validez

de tal contrato. Además de las razones consignadas en la sentencia, ha de

tenerse en cuenta que ni tal clase de contrato ni la declaración del otro

contratante, acreditan la fecha en que fue suscrito ni la veracidad de su

contenido, pues en definitiva no viene a ser otra cosa que una

manifestación documentada por los mismos que afirman su existencia. No

existe otro elemento externo de corroboración de esa realidad, pues nada

acredita o indica de forma consistente la preexistencia del dinero en poder

de los compradores o su recepción por parte de los vendedores. Por lo que

la cantidad de 17.489,45 euros, o su equivalente en pesetas, entregado en

efectivo como señal para la compra de la vivienda debía tener otra

procedencia. Además, ello concuerda en su significado con el hecho de que

el recurrente reconoció haber entregado como señal la cantidad de 500.000

pesetas, cuyo origen en otras fuentes tampoco se ha podido suscitar como

posibilidad razonable, y que en ese mismo año Nuria y Teresa, hija y

esposa del recurrente, entregaron en también efectivo la cantidad de

44.915,12 euros para el pago de mobiliario.

En lo que se refiere a la adquisición del vehículo Audi A3, hechos del

apartado 2.4, es cierto que la entrega del precio se hizo mediante

transferencia, pero la mecánica de la misma, según se acreditó mediante

prueba testifical valorada expresamente en la sentencia, se concretó en la

comparecencia del recurrente en la entidad bancaria con el dinero en

efectivo, que fue entregado al banco y efectuada la transferencia a favor del

vendedor. Nuevamente, la utilización de dinero en efectivo, dentro de su

contexto, es indicativa de la utilización de un dinero cuya procedencia se

trata de ocultar.

Respecto de los hechos consignados en el apartado 2.5, adquisición del

local comercial de la calle Asorei, 10, de Cambados, en setiembre de 1998,

donde se abre luego en el año 2000 una de las tiendas explotadas por la

esposa del recurrente, sostiene en el motivo que no ha tenido intervención

ilícita en el hecho, dado que el dinero invertido, aunque haya sido

entregado por él materialmente, procedía de extracciones realizadas desde

hacía años por parte de sus suegros, que aparecen como compradores y lo

son realmente, de sus cuentas bancarias, donde tenían el dinero de sus

pensiones españolas y belgas, y el correspondiente a un premio de lotería

por importe de dos millones de pesetas. Sin embargo, como se razona en la

sentencia, no se discute que el dinero, 4.466.000 pesetas, fue entregado por

el propio recurrente en metálico; que el contrato privado está firmado por

el recurrente y por su suegra, sin que lo haya firmado su suegro ni en el

momento de la venta ni posteriormente; y que en el mismo documento

aparece el teléfono del recurrente. Es cierto que también aparece el del

comprador, lo cual no resulta extraño, pero no tiene justificación aparente

que lo haga el del recurrente, aun cuando hubiera colaborado en alguna

clase de gestión. Además, desde el primer momento, las cuotas de la

hipoteca son pagadas por la esposa del recurrente, a pesar de que no

arrienda el local hasta el año 2000. Por otro lado, aunque es cierto que en

las fechas que se dicen en el recurso los suegros del recurrente realizaron

extracciones por importe de 8.155.000 pesetas, también lo es que ese

periodo abarca desde el año 1995 hasta setiembre de 1998, y aunque se

alegue poca confianza en los bancos, no resulta razonable que se proceda a

extraer esas cantidades sin finalidad alguna desde tres años antes a la

decisión y ejecución de una operación de compra. Por otro lado, como se

ha dicho en relación con otros aspectos, el razonamiento del recurrente no

tiene en cuenta la necesidad de proveer a los gastos propios de la vida

ordinaria, por lo que no puede entenderse que todo el dinero extraído del

banco se ocultara en la vivienda a la espera del momento de realizar un

pago importante como el antes referido.

Distinta consideración merecen los hechos mencionados en el apartado

2.6, relativos a la adquisición de la finca conocida como El Salgueiral.

Pues, con independencia de otras posibles consideraciones, es lo cierto que

no puede considerarse probado que el dinero que se dice empleado en su

adquisición proceda del tráfico de drogas cuando en los mismos hechos

probados se declara que el recurrente se dedicaba a esa actividad ilícita

desde diciembre de 1995 y la adquisición tuvo lugar en febrero de ese

mismo año, es decir, con anterioridad a su inicio. Tampoco puede

considerarse probado, por lo tanto, que los acusados María del Carmen

Señorans Cores y su esposo Juan Torres Valverde pudieran saber que la

finca había sido adquirida con dinero de esa procedencia. Esa cantidad,

pues, deberá excluirse de la suma total de dinero invertido y se acordará la

absolución de los anteriores.

No es la misma la conclusión respecto de la inversión de cantidades

para la construcción de una vivienda en esa finca. Ningún aspecto delictivo

relacionado con el delito de blanqueo de capitales se desprende de la

obtención del préstamo hipotecario. Sin embargo, el dinero invertido con

anterioridad, por importe de 120.141,70 euros, que se declara probado que

fue entregado por el recurrente y su esposa a la empresa constructora, no

podía tener otro origen que el tráfico de drogas, por las mismas razones

antes expuestas, es decir, la inexistencia de otra fuente de ingresos que

pudiera considerarse como una alternativa razonable. El Tribunal tiene en

cuenta también la prueba testifical, pues la gerente de la empresa

constructora manifestó que el recurrente entregó en metálico la cantidad de

10.000.000 pts. al aceptar la obra, y que controlaba la ejecución de la

misma junto con su esposa. Como es bien sabido, no es posible valorar

nuevamente una prueba testifical sustituyendo la valoración efectuada por

el Tribunal que presenció su práctica.

Esta última operación no afecta a los citados María del Carmen

Señorans Cores y su esposo Juan Torres Valverde, pues no se declara

probado que la conocieran y que intervinieran en la misma. En cuanto al

préstamo hipotecario, no tienen otra intervención que el otorgamiento de

un poder tres años antes a favor del recurrente y de su esposa, y dado que

no podían entender que la finca había sido adquirida con dinero procedente

del tráfico de drogas, porque en el momento de la adquisición no se ha

probado que se hubiera iniciado tal actividad delictiva, no puede existir

participación en un acto de blanqueo por el hecho de facilitar al recurrente

y a su esposa, mediante el mencionado poder, la disposición sobre la finca

y la obtención de un préstamo hipotecario sobre la misma. Actos que,

como sugiere el propio recurrente, pudieran haber tenido encaje en otras

figuras delictivas, en cuanto pudieran suponer la ocultación de bienes ante

la posibilidad de un embargo por la acción de la Justicia, pero en no en el

blanqueo de capitales.

Finalmente, en cuanto a la adquisición del vehículo a nombre de

Josefina Señorans, aun cuando el dinero procediera del tráfico de drogas

llevado a cabo por el recurrente, no se describe en el hecho ninguna

intervención del mismo.

Por todo lo dicho, el motivo se estima de modo parcial, exclusivamente

para excluir de los hechos probados que la cantidad que se dice invertida

en la adquisición de la finca El Salgueiral y los 25.362,71 euros ingresados

en cuanta en los años 1999 y 2000 procedieran del tráfico ilegal de drogas.

Y se estima igualmente en lo que se refiere a la condena de los acusados

María del Carmen Señorans Cores y su esposo Juan Torres Valverde, que

serán absueltos en segunda sentencia.

TERCERO.- En el tercer motivo, al amparo del artículo 849.2º de la

LECrim, denuncia error en la apreciación de la prueba, designando una

amplia serie de documentos, numerados hasta el nº 42, de los que extrae,

en el desarrollo del motivo, conclusiones distintas de las consignadas en la

sentencia impugnada.

1. Los requisitos que ha exigido la reiterada jurisprudencia de esta Sala

para que este motivo de casación pueda prosperar son los siguientes: 1) ha

de fundarse, en una verdadera prueba documental, y no de otra clase, como

las pruebas personales aunque estén documentadas en la causa; 2) ha de

evidenciar el error de algún dato o elemento fáctico o material de la

Sentencia de instancia, por su propio poder demostrativo directo, es decir,

sin precisar de la adición de ninguna otra prueba ni tener que recurrir a

conjeturas o complejas argumentaciones; 3) que el dato que el documento

acredite no se encuentre en contradicción con otros elementos de prueba,

pues en esos casos no se trata de un problema de error sino de valoración,

la cual corresponde al Tribunal; y 4) que el dato contradictorio así

acreditado documentalmente sea importante en cuanto tenga virtualidad

para modificar alguno de los pronunciamientos del fallo, pues si afecta a

elementos fácticos carentes de tal virtualidad el motivo no puede prosperar

ya que, como reiteradamente tiene dicho esta Sala, el recurso se da contra

el fallo y no contra los argumentos de hecho o de derecho que no tienen

aptitud para modificarlo.

Consecuentemente, este motivo de casación no permite una nueva

valoración de la prueba documental concretamente designada, ni

aisladamente ni en su conjunto con el resto del material probatorio, ni hace

acogible otra argumentación sobre la misma que pudiera conducir a

conclusiones distintas de las reflejadas en el relato fáctico de la sentencia,

sino que exclusivamente autoriza la rectificación del relato de hechos

probados para incluir en él un hecho que el Tribunal omitió erróneamente

declarar probado, cuando su existencia resulte incuestionablemente del

particular del documento designado, o bien para excluir de dicho relato un

hecho que el Tribunal declaró probado erróneamente, ya que su

inexistencia resulta de la misma forma incuestionable del particular del

documento que el recurrente designa.

Como indica la STS núm. 356/2015, de 10 de junio, no se trata de que

los documentos a los que se alude pudieran dar pié, ocasionalmente, a unas

conclusiones probatorias distintas de las alcanzadas por el Tribunal de

instancia, sino que, en realidad, lo que el motivo exige es que se produzca

una contradicción insalvable entre el contenido de aquellos, de carácter

fehaciente e inevitable, y las afirmaciones fácticas a las que llega la

Sentencia recurrida, de modo tal que se haga evidente el error de éstas, que

no pueden apoyarse en otras pruebas, de la misma fuerza acreditativa, que

desvirtúen válidamente la eficacia de aquellos documentos (STS nº

491/2015, de 23 de julio).

2. Los documentos que el recurrente designa le permiten una

interpretación y valoración de las pruebas practicadas, que le conducen a

sostener unas conclusiones, respecto al posible origen de las cantidades

invertidas en la forma descrita en los hechos probados, distintas a las

alcanzadas por el Tribunal de instancia, que las ha valorado de forma

expresa y razonable. El Tribunal considera, en síntesis, que, aunque pueda

aceptarse que en el periodo temporal acotado en el relato fáctico los

recurrentes han obtenido algunos ingresos lícitos, no son suficientes para

alcanzar el importe de las cantidades invertidas que, necesariamente,

habrían de tener otro origen diferente, que razonablemente vincula a la

actividad delictiva de tráfico de drogas por la que ha sido condenado el

recurrente.

Por otro lado, algunos de los documentos designados, como los

consignados bajo los números 1, 3, 6, 11, 12, 14, 15, 22, 23, 28, 29, 30, 31,

38, carecen de carácter documental a los efectos del presente motivo; bien

por tratarse de informes policiales o diligencias y actuaciones judiciales

pertenecientes al mismo procedimiento; bien por ser contratos privados,

que solo acreditan entre las partes que se suscribieron, cuando han sido

reconocidos por los contratantes, pero que no demuestran la veracidad de

su contenido; bien por tratarse de sentencias dictadas en otras causas o, al

ser fotografías carentes de garantía en cuanto al momento y lugar de su

toma.

En otros casos, números 33, 34 y 35, la forma genérica de designación

invalida su relevancia a los efectos de esta clase de motivo de casación

Así, en cuanto a los documentos señalados como 1, 12, 34, 38, 39 y 40,

aunque relacionen al recurrente con la actividad de bateas, no acreditan los

ingresos obtenidos ni menos aún lo que pudiera considerarse beneficio, una

vez descontados los gastos, entre ellos los pagos a las personas que se dice

que trabajaban en las mismas cuando el recurrente no podía hacerlo, ni

tampoco las cantidades que el recurrente, en función de su nivel de vida,

pudiera haber destinado a inversiones como las descritas en los hechos

probados.

En cuanto a los señalados como 2, 4 y 26, la escritura de separación de

bienes no acredita otra cosa que los cónyuges así lo acordaron, pero no cuál

fue su comportamiento con posterioridad, lo cual tampoco resulta de la

solicitud y obtención de un préstamo por parte de la esposa del recurrente.

El documento número 5 solamente acredita que los acusados José

Señorans y Balbina Cores suscribieron a su nombre una inversión en

fondos por valor de 2.999.999 pts., en fecha 16 de marzo de 2001, pero no

demuestra el origen del dinero. Aún así, ha de tenerse en cuenta que en la

sentencia no se cuestiona el origen lícito, que pudiera relacionarse con la

obtención de un premio de lotería por importe de 2.000.000 pts. en mayo

de 1997. En ningún caso ese documento demuestra que los 4.466.000 pts.,

pagados en setiembre de 1998, a los que se refiere la sentencia en los

hechos del apartado 2.5, pertenecieran a los mencionados y tuvieran una

procedencia lícita.

El documento nº 6 solamente podría acreditar el traspaso de una de

las tiendas en momento posterior a los hechos enjuiciados, pero no la

precedencia lícita del dinero invertido con anterioridad.

El documento nº 7 acreditaría que la recurrente María Teresa

Señorans, alquiló un local en setiembre de 1998, pero no que abrió el

negocio en esa fecha. Por lo tanto, con independencia de su irrelevancia, no

demuestra un error del Tribunal al afirmar que el negocio se abrió en

octubre.

Los documentos 8 y 28 acreditarían que la acusada Nuria Leiro

vendió un parque de cultivo a otras personas, pero no demuestran que

recibiera 9.000.000 pts. como pago del mismo. Se trata de un documento

privado que, como se ha dicho, una vez reconocido por las partes

contratantes, y con independencia de su valor probatorio entre las mismas,

no podría demostrar la veracidad de lo que ellas afirman en el documento y

reiteran en sus declaraciones personales. Como ya se ha dicho, no existe

ninguna prueba documental relativa a la preexistencia del dinero en poder

de los compradores ni de su recepción material por la vendedora. De otro

lado, la cantidad referida no coincide con los 62.404,57 euros pagados por

la entrada, impuestos y el mobiliario, tal como se relata en los hechos

probados.

El documento nº 9, escritura notarial de compraventa del local de

Cambados, demuestra que los acusados José Señorans y Balbina Cores

figuraban como compradores, pero no que lo fueran realmente o que el

dinero fuera de su propiedad y no procediera del tráfico de drogas, pues en

ese aspecto el Tribunal llega a conclusiones diferentes tras valorar otras

pruebas, entre ellas la imposibilidad de que dispusieran de ese dinero, el

hecho de que se entregara en metálico sin constancia de su origen y la

intervención del recurrente en la operación.

El documento nº 10, relativo a la devolución al recurrente de la

señal del piso adquirido por Nuria Leiro no demuestra que esta fuera la

verdadera adquirente del mismo ni la procedencia del dinero invertido.

En cuanto a los documentos de los números 11, 18, 25 y 37, sin

perjuicio de que, como informe policial, como declaración de un testigo y

como reclamación particular de uno a otro contratante, carecen de

naturaleza documental a los efectos de esta clase de motivo de casación,

solo pueden demostrar que se efectuaron unos determinados pagos a la

empresa constructora, pero no que esos fueran los únicos excluyendo a

otros posibles, que resultan acreditados, a juicio del Tribunal, mediante

pruebas testificales.

En cuanto al documento nº 13, demuestra que la acusada María

Teresa Señorans procedió a realizar declaración por el IRPF en los

ejercicios a los que se refiere, pero no que esa declaración se ajustara a la

verdad, ni, lo que resulta de mayor interés, que el dinero del que

dispusieron tuviera un origen lícito en su dedicación comercial o

empresarial.

El documento nº 14, como informe policial, carece de naturaleza

documental al efecto de este motivo de casación, y, en cualquier caso, el

que los acusados José Señorans y Balbina Cores percibieran una pensión

del Estado belga, no demuestra el error del Tribunal al declarar probado

que el dinero que formalmente invirtieron en la adquisición del local de

Cambados, pertenecía en realidad al recurrente Roberto Leiro y tenía su

origen en el tráfico de drogas.

El documento nº 15, contrato privado de compraventa del local de

Cambados, es designado en cuanto que en su carátula figura el nombre y

teléfono de José Señorans, lo que omite la sentencia cuando se refiere a que

en ese mismo lugar aparece el nombre y el teléfono del recurrente Roberto

Leiro. Con independencia de que se trata de un contrato privado que no

acredita la realidad de su contenido, en la valoración del Tribunal, lo que

resulta significativo no es que aparezca el nombre y el teléfono de quien

aparece como comprador, sino que aparezcan los datos de alguien que se

pretende que no tiene relación alguna con la operación.

Los documentos 16 y 17 acreditan que el 29 de mayo de 1997, en la

cuenta de José Señorans y Balbina Cores se hace un ingreso de 2.000.000

pts., que provienen de lotería, y cantidades correspondientes a sus

pensiones procedentes del Estado belga. Pero no acredita el destino de ese

dinero, ni menos aún que fuera empleado en setiembre de 1998 en pagar,

en metálico, parte de la adquisición del local de Cambados. Igualmente, los

apuntes bancarios acreditan que en las fechas correspondientes se hicieron

extracciones de la cuenta corriente, pero nada dicen acerca del destino de

ese dinero, especialmente si se gastó, si se invirtió en cualquier otra

finalidad o si se guardó para hacer pagos posteriores en metálico. El

documento no excluye esas conclusiones, pero no acredita la realidad de

ninguna de ellas, por lo que no demuestra el error del Tribunal.

El documento nº 19 solamente acreditaría la existencia de distintos

trabajadores en la entidad Salnes Sport, S.L.. Ello indica la existencia de

gastos derivados de salarios y costes sociales, pero nada dice acerca de los

beneficios obtenidos ni del destino de los mismos. Por lo tanto, no puede

demostrar un error del Tribunal al declarar probado que los más de 200.000

euros invertidos en poner en marcha las tiendas segunda y tercera

procedían del tráfico de drogas.

Los documentos 20 y 21 acreditarían la recepción de distintas

cantidades, pero además de que son inferiores a las cantidades invertidas,

según la sentencia impugnada, los documentos no demuestran el destino

dado a las mismas, por lo que no acreditan un error del Tribunal.

Los documentos 22, 23 y 29, acta de entrada y registro, solicitud de

devolución de documentos AZ y comparecencia para devolución de

documentos, carecen de naturaleza documental. De otro lado, el Tribunal

no cuestiona que en el registro se incautaran archivadores ni que se

solicitara su devolución, ni que parte de ellos se devolvieran.

En cuanto a los documentos 24, 35 y 36, tablas sobre recaudación,

contenido de los archivadores AZ y prueba pericial, como ya se ha dicho,

el Tribunal los ha valorado de forma racional, en cuanto de la pericia, que

examina los otros documentos designados, no resulta que los negocios de

la recurrente María Teresa Señorans resultaran beneficios que justificaran

la procedencia del dinero invertido en la forma que se declara probado en

la sentencia, por lo que no puede apreciarse que acrediten un error del

Tribunal al afirmar tal cosa.

Por todo lo expuesto, el motivo se desestima.

CUARTO.- En el motivo quinto, renunciado el cuarto, al amparo de los

artículos 852 de la LECrim y 5.4 de la LOPJ, denuncia la vulneración del

derecho a un proceso son todas las garantías, en relación con los principios

de legalidad y seguridad jurídica, respecto a la existencia de dilaciones

indebidas, que entiende que debería apreciarse como muy cualificada.

1. El derecho fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas, que

aparece expresamente reconocido en el artículo 24.2 de la Constitución, no

es identificable con el derecho al cumplimiento de los plazos establecidos

en las leyes procesales, pero impone a los órganos jurisdiccionales la

obligación de resolver las cuestiones que les sean sometidas, y también la

de ejecutar lo resuelto, en un tiempo razonable. El artículo 6.1 del

Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades

Fundamentales, se refiere expresamente al derecho de toda persona a que

su causa sea oída dentro de un plazo razonable. Se trata de un concepto

indeterminado cuya concreción se encomienda a los Tribunales. En función

de las alegaciones de quien lo invoca, puede ser preciso en cada caso el

examen de las actuaciones, a fin de comprobar si, teniendo en cuenta la

duración total del proceso, efectivamente ha existido un retraso en la

tramitación de la causa debido a paralizaciones sin explicación o a la

práctica de diligencias de evidente inutilidad, o, en definitiva, que no

aparezca suficientemente justificado, bien por su complejidad o por otras

razones; que sea imputable al órgano jurisdiccional y que no haya sido

provocado por la actuación del propio acusado. En particular debe

valorarse la complejidad de la causa, el comportamiento del interesado y la

actuación de las autoridades competentes (STEDH de 28 de octubre de

2003, Caso González Doria Durán de Quiroga c. España y STEDH de 28

de octubre de 2003, Caso López Sole y Martín de Vargas c. España, y las

que en ellas se citan).

La jurisprudencia ha relacionado la atenuación con la necesidad de

pena, debilitada si el transcurso del tiempo es relevante y si las

particularidades del caso lo permiten. (En este sentido la STS nº

1432/2002, de 28 de octubre; la STS nº 835/2003, de 10 de junio y la STS

nº 892/2004, de 5 de julio). También con el perjuicio concreto que para el

acusado haya podido suponer el retraso en el pronunciamiento judicial

(STS nº 1583/2005, de 20 de diciembre; STS nº 258/2006, de 8 de marzo;

STS nº 802/2007, de 16 de octubre; STS nº 875/2007, de 7 de noviembre, y

STS nº 929/2007, de 14 de noviembre, entre otras). Ambos aspectos deben

ser tenidos en cuenta al determinar las consecuencias que en la pena debe

tener la existencia de un retraso en el proceso que sea extraordinario y que

no aparezca como debidamente justificado.

Esta Sala ha venido exigiendo, además, que se especifiquen por el

recurrente los plazos de paralización que considera injustificados o las

diligencias que entiende inútiles.

Salvo casos excepcionales, caracterizados por una total arbitrariedad en

la actuación de los órganos jurisdiccionales, no puede valorarse, a los

efectos de la atenuante de dilaciones indebidas, el tiempo empleado en la

tramitación, el estudio y la resolución de las pretensiones de las partes en el

proceso, siempre que se respeten los límites razonables y la actuación

procesal pueda considerarse dentro de la normalidad, atendiendo a los

estándares habituales, pues no se tratará entonces de un retraso que pueda

calificarse de indebido ni extraordinario, como exige el artículo 21.7ª del

Código Penal.

En la regulación expresa que de esta causa de atenuación aparece en el

artículo 21.6ª del Código Penal tras la reforma operada por la Ley Orgánica

5/2010, se exige para su aplicación con efectos de atenuante simple que se

trate de una dilación extraordinaria e indebida en la tramitación del

procedimiento, lo que excluye los retrasos que no merezcan estas

calificaciones; y, además, que no sea atribuible al propio inculpado y que

no guarde proporción con la complejidad de la causa. A estos efectos, ha

de tenerse en cuenta que la tramitación de una causa penal no consiste en la

sucesión ininterrumpida de trámites procesales yuxtapuestos de manera que

cada uno venga seguido de forma inmediata por el siguiente. Por el

contrario, ordinariamente, y en función de la complejidad de los hechos

investigados, el desarrollo correcto de la tramitación requiere de la

dedicación de tiempo de reflexión y estudio antes de la toma de decisiones,

así como de las gestiones necesarias para hacerlas efectivas.

Su apreciación como muy cualificada requerirá de una paralización que

pueda ser considerada superior a la extraordinaria, o bien que ésta, dadas

las concretas circunstancias del penado y de la causa, pueda acreditarse que

ha ocasionado un perjuicio muy superior al ordinariamente atribuible a la

dilación extraordinaria necesaria para la atenuante simple. En este sentido,

(STS nº 981/2009, de 17 de octubre) deben valorarse como muy

cualificadas aquellas circunstancias atenuantes que alcanzan una intensidad

superior a la normal de la respectiva circunstancia, teniendo en cuenta las

condiciones del culpable, antecedentes del hecho y cuantos elementos o

datos puedan detectarse y ser reveladores del merecimiento de pena

asociado a la conducta del inculpado. En la misma línea argumentativa, la

STS nº 692/2012, de 25 de setiembre.

2. En el caso, el Tribunal rechazó la pretensión de las defensas

amparándose en la complejidad de las cuestiones a examinar, con

numerosa documentación que exigía la dedicación de un tiempo para su

análisis y valoración. Y valora además, que dos de los acusados residían en

el extranjero lo que requirió de comisiones rogatorias con el consiguiente

empleo de tiempo.

Es cierto que, como se alega en el motivo, los hechos se inician en el

año 1995, la causa en el año 2006 y el juicio tiene lugar en 2015. Pero

también lo es que la naturaleza y características del delito investigado no

pueden ser ignoradas. El delito de blanqueo de capitales no suele venir

configurado por una acción de ejecución instantánea, sino por un proceso

que se inicia en la comisión de otro delito que produce beneficios

económicos, y continúa su desarrollo mediante acciones muy variadas,

espaciadas en el tiempo y directamente tendentes a la ocultación, a través

de actos de apariencia lícita, de la procedencia del dinero empleado en

ellas. Es preciso, pues, el descubrimiento del delito que da lugar a los

beneficios y, a continuación, realizar una investigación, generalmente

compleja, acerca de las actividades desarrolladas tiempo antes con la

finalidad de ocultar la procedencia delictiva. Ordinariamente, la

complejidad de las maniobras de ocultación es proporcional a la que es

atribuible a la organización delictiva, lo que supone que las dificultades de

investigación son mayores cuanto más compleja sea ésta. Si se relaciona la

atenuante de dilaciones indebidas con la necesidad de pena, carece de

sentido que la mayor capacidad delictiva de una organización criminal,

traducida en una mejor ocultación del carácter delictivo de sus actos,

resulte premiada con una atenuación que tiene su origen, precisamente, en

la dificultad de investigar y acreditar la realidad de la conducta punible.

La cuestión, por lo tanto, no es tanto especificar el empleo de un tiempo

determinado en la duración de la causa, sino principalmente determinar si

tal forma de proceder ha estado justificada por las características y

circunstancias que rodean tanto la comisión de los hechos como la

investigación de los mismos. Y especialmente, si han existido periodos de

paralización injustificados.

En el caso, es cierto que, aunque ha de tenerse en cuenta la duración

total del proceso, y en el caso es un elemento relevante, la regulación legal

de la atenuante exige que el retraso no guarde proporción con la

complejidad de la causa. La pluralidad de imputados, la variedad y el

número de hechos que era preciso investigar, la complejidad inherente a la

investigación del origen del dinero empleado en acciones ejecutadas varios

años antes, el volumen de la documentación a reclamar, examinar y

valorar, la necesidad de pruebas periciales, la necesidad de recurrir a

comisiones rogatorias, entre otros extremos, justifican que el tiempo

empleado se haya extendido más allá de lo que puede ser ordinario

respecto de otra clase de actos delictivos.

Consiguientemente, el motivo se desestima.

QUINTO.- En el motivo sexto, al amparo del artículo 849.1º de la

LECrim, denuncia la infracción del artículo 301 del C. Penal, por cuanto de

los hechos declarados probados no resulta que la actuación reprochada al

recurrente esté tipificada en dicho precepto. Argumenta que la sentencia es

parca en la descripción de los hechos atribuidos al recurrente, lo que

impide el derecho de defensa, pues no se establecen pruebas directas o

indiciarias a partir de las cuales se pueda conocer el proceso de inferencia.

No se establecen en los hechos probados hechos sobre los que sea posible

conocer el juicio de inferencia. Por otra parte sostiene que al atribuirse

hechos cometidos en 1995, como la venta de la finca conocida como El

Salgueiral, debería aplicarse el C. Penal de 1973.

1. Hemos reiterado que este motivo de casación, referido a la corriente

infracción de ley, solamente permite verificar si el Tribunal de instancia ha

interpretado y aplicado correctamente los preceptos pertinentes, pero

siempre en relación con los hechos que se han declarado probados, sin

prescindir de ninguno de ellos y sin añadir otros diferentes.

Las cuestiones relativas a quebrantamientos de forma o a la presunción

de inocencia encuentran en la ley otros cauces diferentes y no pueden ser

examinadas al amparo de este motivo.

2. Las cuestiones relativas a la existencia de pruebas de los hechos que

se declaran probados en la sentencia de instancia, ya han sido examinadas

en anteriores fundamentos jurídicos de esta sentencia de casación.

El recurrente no cuestiona la concurrencia de los elementos del tipo

objetivo o subjetivo en los hechos que se declaran probados, sino que se

queja de la falta de constancia de los hechos en los que el Tribunal basa su

razonamiento inferencial para concluir que el recurrente empleó el dinero

obtenido con su actividad delictiva, concretada en el tráfico de drogas, en

las inversiones y gastos que se describen.

Pero, además de que, si constan en la sentencia las bases fácticas en las

que apoya su razonamiento y éste es suficientemente inteligible, ello no

conduciría a la nulidad de la condena, lo cierto es que, en el caso, en los

hechos probados, se afirma que el recurrente se dedicaba al tráfico de

drogas, y se explican después las razones de tal afirmación, concretadas en

la existencia de condenas anteriores por esa actividad delictiva. Se

describen toda una serie de gastos e inversiones, en ocasiones de

importantes cantidades de dinero, a veces a nombre del propio recurrente y

otras a nombre de algunos familiares, y se examinan las posibilidades de

que ese dinero tuviera procedencia en actividades lícitas. Para ello, en la

fundamentación jurídica se valoran expresamente, respecto de cada uno de

los hechos, las fechas en las que se hacen las correspondientes

disposiciones y los datos disponibles acerca de los ingresos de las personas

acusadas.

La lectura de la sentencia conduce a afirmar que la decisión del

Tribunal es perfectamente entendible y que en la sentencia constan los

aspectos fácticos en los que se basa el razonamiento inferencial.

3. En cuanto a la aplicación del C. Penal de 1973, resulta improcedente

en tanto que parte de los hechos que integran un solo delito de blanqueo se

cometieron bajo la vigencia del Código de 1995. De otro lado, el hecho

consistente en la adquisición y posterior venta, que en la sentencia se

considera simulada, de la finca El Salgueiral, ha quedado excluido de los

considerados delictivos al estimarse parcialmente el motivo primero del

recurso.

El motivo se desestima.

SEXTO.- En el séptimo motivo, nuevamente con amparo en el artículo

849.1º de la LECrim, denuncia la infracción del artículo 301 del C. Penal al

aplicarlo a los hechos cometidos en 1995, antes de los hechos a los que se

refiere la primera condena por tráfico de drogas.

En el motivo octavo, por la misma vía, alega la infracción de los

artículos 131 y 132 del C. Penal en tanto que los hechos consistentes en la

adquisición y venta de la finca El Salgueiral estarían prescritos al iniciarse

la causa en setiembre de 2006.

Ambos motivos quedan sin contenido al estimarse parcialmente el

motivo primero y excluir, de los hechos considerados delictivos, la

adquisición y posterior venta, que en la sentencia se considera simulada, de

la finca El Salgueiral.

Recurso interpuesto por Teresa Señorans Cores

SEPTIMO.- En la sentencia de instancia ha sido condenada como

autora de un delito de blanqueo de capitales procedentes del tráfico de

drogas a la pena de cinco años de prisión y multa de 1.500.000 euros.

Los motivos primero al sexto, hasta el apartado tercero de este último, y

los motivos séptimo y octavo, coinciden textualmente con los formalizados

en el recurso interpuesto por Roberto Leiro, por lo que se da por

reproducido lo dicho ya en anteriores fundamentos jurídicos de esta

sentencia. Se estima, pues, parcialmente el motivo segundo, quedan sin

contenido el séptimo y el octavo y se desestima lo demás.

En el apartado tercero del motivo sexto, se queja de que en la sentencia

impugnada no se explica por qué se aplica la pena por la modalidad dolosa

de blanqueo y no por imprudencia. Aunque insiste en su inocencia y en la

procedencia del dinero en la actividad comercial realizada con las tres

tiendas abiertas, considera defendible que la recurrente creyera que la

actividad de bateas a la que se dedicaba su esposo diera beneficios que

justificasen las inversiones realizadas

1. El delito de blanqueo de capitales es un delito doloso en la medida en

que las conductas típicas deben estar presididas por un doble elemento. De

un lado, un elemento cognoscitivo referido a la procedencia de los bienes

que proceden de una actividad delictiva, en la redacción actual del artículo

301 del C. Penal; y otro de carácter tendencial, consistente en la finalidad

de ocultar o encubrir aquel origen ilícito. A pesar de ello, el artículo. 301.3

del Código Penal prevé la modalidad culposa “si los hechos se realizaran

por imprudencia grave", en cuyo caso la pena será de prisión de seis meses

a dos años y multa del tanto al triplo.

Según las sentencias 974/2012, de 5 de diciembre, y 279/2013, de 6 de

marzo, citadas por la STS nº 749/2015, de 13 de noviembre, sobre el

conocimiento de que el dinero procede de un delito previo, el referente

legal lo constituye la expresión "sabiendo", que en el lenguaje normal

equivale a tener conciencia o estar informado. No implica, pues, saber (en

sentido intenso) como el que podría derivarse de la observación científica

de un fenómeno, o de la implicación directa, en calidad de protagonista,

en alguna conducta; sino conocimiento práctico, del que se tiene por razón

de experiencia y que permite representarse algo como lo más probable en

la situación dada. Es el que, normalmente, en las relaciones de la vida

diaria permite a un sujeto discriminar, establecer diferencias, orientar su

comportamiento, saber a qué atenerse respecto de alguien (STS

2545/2001, de 4 enero).

La STS 257/2014, de 1 de abril señala que la infracción grave del deber

de diligencia no está relacionada con ese elemento tendencial –la finalidad

de ocultar o encubrir el origen ilícito de los bienes o de ayudar a las

personas que hayan participado en las infracciones–, sino con el

conocimiento del origen ilícito de los bienes que han sido objeto de

transformación, en el presente caso, las importantes cantidades de dinero

que financiaron adquisiciones mobiliarias e inmobiliarias.

Así, en los supuestos de dolo eventual se incluyen los casos en que el

sujeto no tiene conocimiento concreto y preciso de la procedencia ilícita de

los bienes, pero sí es consciente de la alta probabilidad de su origen

delictivo, y actúa pese a ello por serle indiferente dicha procedencia. En la

imprudencia se incluyen los supuestos en los que el agente actúa sin

conocer la procedencia ilícita de los bienes, pero por las circunstancias del

caso se encontraba en condiciones de sospechar fácilmente la ilícita

procedencia y de evitar la conducta blanqueadora sólo con haber observado

la más elemental cautela, es decir sus deberes de cuidado (STS nº

749/2015, de 13 de noviembre).

2. En el caso, el Tribunal declara probado que la recurrente sabía

que el dinero empleado en los actos que se declaran probados procedía del

tráfico de drogas. Así, la recurrente conocía que su esposo Roberto Leiro

había sido condenado por tráfico de drogas, llegando a ampliar un crédito

hiopotecario para pagar una fianza, y que es desde el primero de los hechos

de tráfico y la primera de las condenas, cuando comienzan a realizar

inversiones de importantes cantidades de dinero que con anterioridad no

habían sido posibles con el producto de sus dedicaciones habituales. Por

otro lado, de los mismos hechos resulta que la actividad de la recurrente en

todo el periodo acotado en el relato no ha sido esporádica o puntual, sino

mantenida en el tiempo mediante actos especialmente relevantes.

No existen, por lo tanto, razones que avalen la tesis según la cual la

recurrente no conocía la procedencia del dinero.

El motivo se desestima.

Recurso interpuesto por Nuria Leiro Señorans

OCTAVO.- En la sentencia de instancia ha sido condenada como

autora de un delito de blanqueo de capitales procedentes del tráfico de

drogas a la pena de tres años y seis meses de prisión y multa de 170.000

euros. Contra la sentencia interpone recurso de casación. Los motivos

primero, segundo, en lo que se refiere a la recurrente, tercero, quinto,

apartado primero del sexto, coinciden sustancial e incluso textualmente,

con los formalizados por el recurrente Roberto Leiro, por lo que ha de

darse por reproducido lo dicho en anteriores fundamentos jurídicos de esta

sentencia de casación.

1. En cuanto a la presunción de inocencia, la recurrente afirma que

tenía ingresos lícitos que justificaban la procedencia del dinero empleado

en la adquisición de la vivienda, que el vehículo Audi A3, fue un regalo de

su padre, y que no tenía por qué conocer la procedencia del dinero. Sin

perjuicio de lo ya dicho, ha de señalarse que la conclusión del Tribunal es

razonable. No existe ningún dato objetivo que demuestre que el contenido

del documento privado de venta del campo de cultivo marino, aunque sea

coincidente con las declaraciones de los que intervienen en él, se ajusta a la

verdad, pues, a pesar de que se trata de una cantidad importante, no consta

que los compradores tuvieran a su disposición el dinero que se dice

pagado; no consta ningún elemento probatorio respecto a que el dinero

fuera entregado, ni en la parte inicial, que se dice que ascendía a seis

millones de pesetas, ni respecto de los otros tres que faltarían por pagar,

pues ni existe documentación bancaria, ni de ningún otro tipo, relativa a

uno u otro aspecto, ni tampoco siquiera un recibo del segundo pago.

Además, tampoco esa cantidad alcanzaría para cubrir todos los pagos que

se ha probado que se hicieron tanto por la entrada del piso como por los

muebles. Finalmente, aun cuando se acepte que la recurrente en esa época

ya trabajaba en las tiendas de su madre, ningún dato avala que ello le

permitiera un ahorro significativo o que no gastara en absoluto.

En cuanto al vehículo, la recurrente no disponía del permiso de

conducir en esa época, por lo que el gasto difícilmente se justifica como un

regalo, condenado, al menos de momento, a la inutilidad. En cualquier

caso, aun cuando pudiera entenderse que se trataba de un regalo, ello no

suprime que la recurrente sabía que el dinero procedía del tráfico de drogas

y se prestó a poner el vehículo a su nombre.

Y en lo que respecta al conocimiento de la procedencia del dinero,

sin perjuicio de lo ya dicho, la recurrente sabía que su padre había sido

condenado por tráfico de drogas, así como que esa alta disponibilidad de

dinero solamente había aparecido tras sus contactos con esa actividad

delictiva.

2. En el apartado segundo del motivo sexto plantea la posibilidad

de que la condena sea por la modalidad imprudente. Sin perjuicio de lo ya

dicho más arriba, de los hechos probados se desprende que la acusada sabía

que la disponibilidad de dinero que tenían sus padres había aparecido

vinculada con la condena por su actividad anterior de tráfico de drogas, y

no en relación con las bateas o con cualquier otra dedicación que pudieran

tener. Como ya se ha expuesto, la disposición de mas de 200.000 euros en

el montaje y puesta en marcha de tres tiendas es anterior a la obtención de

beneficios de la explotación de las mismas, por lo cual necesariamente

habría de tener otro origen, sin que además conste la parte destinada a

pagar los gastos necesarios para la obtención de tales cantidades ni

tampoco lo empleado en los gastos de la vida ordinaria de una familia. Ese

dinero se invirtió con anterioridad al desembolso de las cantidades

invertidas en el piso que la recurrente adquiere formalmente, de manera

que, conociendo aquella inversión en tanto que trabajaba con su madre,

tenía que saber que el dinero invertido en el pis0o tenía el mismo origen

delictivo, pues no se podía justificar con el trabajo lícito de sus padres.

Así pues, todos los motivos se desestiman.

Recurso interpuesto por José Señorans Señorans y Balbina Cores

Piñeiro

NOVENO.- Han sido condenados en la sentencia de instancia

como autores de un delito de blanqueo de capitales procedentes del tráfico

de drogas a la pena de tres años y seis meses de prisión y multa de 55.000

euros. Contra la sentencia interponen recurso de casación.

El motivo primero coincide literalmente con el primero del recurso

interpuesto por Roberto Leiro, debiendo por ello ser desestimado por las

mismas razones contenidas en el fundamento jurídico primero de esta

Sentencia.

En el segundo motivo alegan vulneración del derecho a la presunción

de inocencia. Sus argumentaciones, en lo que tiene relación con los hechos

en los que se declara probada su participación, coinciden textualmente con

el contenido del motivo segundo del recurso interpuesto por Roberto Leiro.

1. En tanto que las alegaciones de los recurrentes son coincidentes

con las ya examinadas respecto del correcurrente Roberto Leiro, deben ser

desestimadas por las mismas razones expuestas en el segundo fundamento

jurídico de esta sentencia.

Los recurrentes afirman que el Tribunal no señala las pruebas o indicios

que amparan su conclusión según la cual el verdadero adquirente era

Roberto Leiro y siendo así, el dinero empleado tenía que proceder del

tráfico de drogas al carecer de otras fuentes suficientes de ingresos. No es

cierto lo que afirman los recurrentes. El Tribunal tiene en cuenta que no

constan ingresos suficientes en poder de los recurrentes; que la cantidad de

4.466.000 pts., es satisfecha en metálico; que no consta que esa cantidad

estuviera depositada en ninguna entidad bancaria ni en ningún otro sitio

que lo pudiera certificar; que el coacusado Roberto Leiro es quien hace la

entrega material del dinero aunque se trate de justificar diciendo que José

Señorans estaba enfermo el día de la firma, rechazándolo el Tribunal al

considerar que bien podía haber hecho la entrega Balbina; que el nombre y

el teléfono de Roberto Leiro aparecen anotados al margen en el documento

privado que suscribieron, lo cual carecería de explicación si no tuviera

intervención alguna en la operación; que es Roberto Leiro y no José

Señorans quien firma el contrato privado; que el vendedor declaró que solo

vio a los que figuran como compradores cuando se compró el local y al

otorgar la escritura pública, haciendo los trámites y gestiones María Teresa

Señorans; que los recurrentes ignoraban las condiciones de la hipoteca

suscrita para financiar parte de la adquisición del local; que meses después

de la venta es alquilado formalmente por Teresa Señorans; que a pesar de

que el local se adquiere en octubre de 1998 y no se alquila hasta enero de

2000, las cuotas de la hipoteca eran pagadas con dinero entregado por

María Teresa Señorans y no por los recurrentes; y que en el domicilio de

Roberto Leiro y María Teresa Señorans fueron encontrados documentos

relacionados con el local y el pago de las cuotas de la hipoteca.

2. Es cierto, como dicen los recurrentes, que no se acusa de blanqueo

por el pago de las cuotas de la hipoteca. Probablemente porque se haya

entendido que los ingresos habituales, procedentes de actividades lícitas,

podrían ser suficientes para hacer esos pagos, aunque en ningún caso lo

fueran para hacer pagos de importantes cantidades, como las satisfechas en

el momento de la compra.

Aunque los recurrentes no coincidan con el Tribunal en la apreciación

del significado probatorio de estos datos, lo cierto es que el Tribunal los

consigna y los valora expresamente en la sentencia. Por otro lado, esta Sala

entiende que esa valoración se ajusta a las reglas de la lógica y a las

máximas de experiencia y que por lo tanto no se ha vulnerado la

presunción de inocencia.

Por todo ello, el motivo se desestima.

DECIMO.- En el motivo tercero, al amparo del artículo 849.2º

denuncia error en la apreciación de la prueba.

En el motivo quinto denuncia la inaplicación indebida de la

atenuante de dilaciones indebidas como muy cualificada.

En el motivo sexto, al amparo del artículo 849.1º de la LECrim,

denuncia la infracción del artículo 301 del C. Penal, por cuanto de los

hechos declarados probados no resulta que la actuación reprochada al

recurrente esté tipificada en dicho precepto. En el apartado segundo,

suscita la posibilidad de que se aprecie imprudencia grave en lugar de

conducta dolosa, con los consiguientes efectos en la pena, pues entienden

que pudieron suponer que la actividad de bateas era el origen del dinero

empleado en la compra.

1. Los motivos quinto y sexto, apartado primero, coinciden con los

correlativos del recurso interpuesto por Roberto Leiro, por lo que deben ser

desestimados por las mismas razones ya expuestas en los anteriores

fundamentos jurídicos de esta sentencia respecto de aquellos.

2. En cuanto a la conducta imprudente, sin perjuicio de reiterar lo

ya dicho más arriba, de los hechos probados resulta que los recurrentes

conocían sobradamente la situación económica de su yerno, el coacusado

Roberto Leiro, y su condena por tráfico de drogas, así como la importancia

de la inversión que éste realizaba al adquirir el local en el que su esposa

instalaría meses más tarde una de sus tiendas. Inversión que, dadas sus

características, junto a los gastos necesarios para la instalación de la tienda,

superaba las posibilidades económicas que tenían el yerno y la hija de los

recurrentes, en tanto se derivaran de sus actividades lícitas.

Por lo tanto, el motivo se desestima.

Recurso interpuesto por Josefina Señorans Cores

UNDECIMO.- Ha sido condenada como autora de un delito de

blanqueo de capitales por imprudencia grave a la pena de seis meses de

prisión y multa de 13.944 euros. Contra la sentencia interpone recurso de

casación. El primer motivo es coincidente con el formalizado en primer

lugar en el recurso interpuesto por Roberto Leiro, por lo que debe ser

desestimado por las mismas razones contenidas en el fundamento jurídico

primero de esta sentencia de casación.

En el motivo segundo denuncia vulneración de la presunción de

inocencia. Las alegaciones contenidas en el mismo coinciden

sustancialmente, e incluso de forma literal, con las ya examinadas respecto

del motivo formalizado en segundo lugar en el recurso interpuesto por

Roberto Leiro.

1. En la sentencia impugnada se declara probado que la recurrente,

sabiendo que Roberto Leiro había sido condenado por tráfico de drogas, sin

adoptar cautela alguna acerca de la procedencia del dinero, consintió

figurar como propietaria de un vehículo Volkswagen adquirido por María

Teresa Señorans y su esposo Roberto Leiro por 13.943,47 euros el 3 de

febrero de 2003, pago que fue realizado en efectivo.

El Tribunal tiene en cuenta que el vendedor declaró que el vehículo

se vendió a María Teresa Señorans, que fue con la que contactó para la

venta y quien realizó el pago en efectivo, aportando toda la documentación

para ponerlo a nombre de la recurrente.

2. La participación de Roberto Leiro la extrae el Tribunal de sus

propias manifestaciones en la fase de instrucción, aunque luego fueran

rectificadas. Y además del hecho de haber sido observado por agentes

policiales usando dicho vehículo, aunque este dato por sí solo sea

escasamente significativo. En cualquier caso, por razones relacionadas con

todo lo que ya se ha dicho, especialmente en relación con los ingresos

obtenidos de la explotación de las tiendas por María Teresa Señorans, y

además por el hecho de que el pago se hizo en efectivo, el Tribunal ha

entendido probado que ese dinero procedía del tráfico de drogas. Desde esa

afirmación, los datos relativos a la conducta de la recurrente, que tanto ella

misma como la coacusada María Teresa Señorans, han reconocido, en

cuanto que ambas sabían que quien adquiría el vehículo era la segunda,

conducen a afirmar que las bases fácticas del delito por el que ha sido

condenada están adecuadamente acreditadas, pues al dato anterior se añade

que la recurrente sabía de la relación del coacusado Roberto Leiro con el

tráfico de drogas, por lo que no ha existido vulneración de la presunción de

inocencia.

Consiguientemente, el motivo se desestima.

DUODÉCIMO.- En el motivo tercero, al amparo del artículo

849.2º de la LECrim, denuncia error de hecho en la apreciación de la

prueba.

En el motivo quinto denuncia la indebida inaplicación de la

atenuante de dilaciones indebidas como muy cualificada.

En el sexto motivo, al amparo del artículo 849.1º de la LECrim,

denuncia la infracción del artículo 301 del C. Penal, por cuanto de los

hechos declarados probados no resulta que la actuación reprochada al

recurrente esté tipificada en dicho precepto.

Los tres motivos son reiteración de las mismas alegaciones ya

desarrolladas en los correlativos motivos del recurso formalizado por

Roberto Leiro, por lo que deben ser desestimados por las mismas razones

que lo fueron aquellos que se dan aquí por reproducidas.

Recurso interpuesto por Juan Torres Valverde y Maria del Carmen

Señorans Cores

DECIMOTERCERO.- En la sentencia de instancia han sido

condenados como autores de un delito de blanqueo de capitales por

imprudencia grave a la pena de seis meses de prisión y multa de 128.501

euros. Contra la sentencia interponen recurso de casación. En el motivo

primero denuncian vulneración de la presunción de inocencia. Alegan que

no podían tener conocimiento de la actividad delictiva de Roberto Leiro.

1. Aunque por razones distintas de las alegadas por los recurrentes,

y que ya han sido expuestas en el fundamento jurídico segundo de esta

sentencia de casación, el motivo debe ser estimado y los recurrentes

absueltos, pues dados los hechos probados en el momento en el que se

adquiere la finca El Salgueiral por parte de Roberto Leiro, aun no había

comenzado sus actividades relacionadas con el tráfico de drogas, según

resulta de los hechos probados.

2. Y siendo así, no puede establecerse que tal adquisición se hiciese con

capitales procedentes de esa actividad delictiva, lo que implica que, como

hecho inexistente, no puede afirmarse tampoco que fuera conocido, o que

debiera haberlo sido, por parte de los dos recurrentes cuando aceptan

figurar como compradores, y por lo tanto, propietarios de la mencionada

finca en el año 1996. Aunque en esa fecha supieran que el coacusado

Roberto Leiro había sido ya detenido por un delito de tráfico de drogas, y

aunque aceptaran colaborar en situar esa finca fuera de la posible acción de

la justicia, ello no supone la comisión de un delito de blanqueo de

capitales, y si bien pudiera constituir otra figura delictiva, de ella no han

sido acusados.

Por lo tanto, el motivo se estima sin que sea preciso el examen de los

demás motivos formalizados en el recurso.

III. FALLO

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS HABER LUGAR

PARCIALMENTE al recurso de casación interpuesto por ROBERTO

LEIRO SANTOS y MARÍA TERESA SEÑORANS CORES.

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS HABER LUGAR al

recurso de casación interpuesto por Juan Torres Valverde y por María del

Carmen Señorans.

Con declaración de oficio de las costas procesales de ambos recursos.

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER

LUGAR a los recursos de casación interpuestos por Nuria Leiro Señorans,

José Señorans Señorans y Balbina Cores Piñeiro y por Josefina Señorans

Cores.

Condenando a dichos recurrentes al pago de las costas ocasionadas en

sus respectivos recursos.

Comuníquese dicha resolución a la mencionada Audiencia, con

devolución de la causa en su día remitida.

Así por esta nuestra sentencia que se publicará en la Colección

Legislativa, lo pronunciamos, mandamos y firmamos

D. Andrés Martínez Arrieta D. José Manuel Maza Martín D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca D. Luciano Varela Castro Dª. Ana María Ferrer García

1351/2015 Ponente Excmo. Sr. D.: Miguel Colmenero Menéndez de Luarca Fallo: 06/04/2016 Secretaría de Sala: Ilma. Sra. Dña. Sonsoles de la Cuesta y de Quero

TRIBUNAL SUPREMO Sala de lo Penal

SEGUNDA SENTENCIA Nº: 317/2016

Excmos. Sres.: D. Andrés Martínez Arrieta D. José Manuel Maza Martín D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca D. Luciano Varela Castro Dª. Ana María Ferrer García

En nombre del Rey

La Sala Segunda de lo Penal, del Tribunal Supremo, constituída por

los Excmos. Sres. mencionados al margen, en el ejercicio de la potestad

jurisdiccional que la Constitución y el pueblo español le otorgan, ha

dictado la siguiente

SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a quince de Abril de dos mil dieciséis.

El Juzgado de Instrucción número 1 de Villagarcía de Aorusa incoó

Procedimiento Abreviado número 43/2012, por un delito de Blanqueo de

Capitales contra Josefina Señorans Cores, con DNI núm. 35.451.549 Q,

natural de Vilanova de Arousa, nacida el 2 de mayo de 1954, hija de José y

Balbina, sin antecedentes penales,José Señorans Señorans, con DNI núm.

35.332.725 X, natural de Vilanova de Arousa, nacido el 12 de octubre de

1928, hijo de Joaquín y Elvira, sin antecedentes penales, Balbina Cores

Pitibiro, con DNI núm. 35.403.211 W, natural de Vilanova de Arousa,

nacida el 24 de septiembre de 1933, hija de Manuel y de Palmira, sin

antecedentes penales, María Teresa Señorans Cores, con DNI núm.

35.446.046 X, natural de Vilagarcía de Arousa, nacida el 1 de marzo de

1961, hija se José y Balbina, sin antecedentes penales, Nuria Leiro

Señorans, con DNI núm. 35.466.543 Z, natural de Vilagarcía de Arousa,

nacida el 9 de julio de 1982, hija de Roberto y María Teresa, sin

antecedentes penales, Roberto leiro Santos, con DNI núm. 35.442.541 R,

natural de Vilanova de Arousa, nacido el 8 de abril de 1962, hijo de José y

de Josefa, con antecedentes penales, María del Carmen Señorans Cores,

con DNI núm. 76.649.904 T, natural de Vilagarcía de Arousa, nacida el 10

de enero de 1957, hija de José y de Balbina, sin antecedentes penales, en

situación de libertad por esta causa, Juan Torres Valverde, con DNI núm.

74.646.867 E, natural de Aren (Huesca), nacido el 7 de octubre de 1955,

hijo de Heliodoro y Antonia, sin antecedentes penales, y una vez concluso

lo remitió a la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra

que con fecha 24 de febrero de 2015, dictó Sentencia que fue recurrida en

casación ante esta Sala Segunda del Tribunal Supremo por la

representación legal del acusado y que ha sido CASADA Y ANULADA

PARCIALMENTE, por lo que los Excmos. Sres. Magistrados anotados al

margen, bajo la Presidencia del primero de los indicados y Ponencia del

Excmo. Sr. D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca, proceden a dictar

esta Segunda Sentencia con arreglo a los siguientes:

I. ANTECEDENTES

ÚNICO.- Los de la sentencia de instancia. Se excluye de los hechos

probados que la cantidad que se dice invertida en la adquisición de la finca

El Salgueiral y los 25.362,71 euros ingresados en cuenta durante los años

1999 y 2000, procedieran del tráfico ilegal de drogas.

II. FUNDAMENTOS DE DERECHO

ÚNICO.- Por las razones expuestas en nuestra sentencia de casación

procede absolver a los acusados María del Carmen Señorans Cores y su

esposo Juan Torres Valverde del delito de blanqueo de capitales por

imprudencia por el que venían condenados.

Y teniendo en cuenta las cantidades invertidas mencionadas en la

sentencia como procedentes del tráfico de drogas, procede establecer el

comiso del equivalente dinerario en la suma de 475.166,88 euros.

Se ajustan las multas teniendo en cuenta el máximo imponible en

atención a la cantidad anterior y al valor de los vehículos decomisados.

III. FALLO

Debemos ABSOLVER Y ABSOLVEMOS a los acusados MARÍA

DEL CARMEN SEÑORANS CORES y JUAN TORRES VALVERDE

del delito de blanqueo de capitales por imprudencia por el que venían

condenados.

Deben dejarse sin efecto cuantas medidas se hubieran acordado contra

ellos.

Se establece el comiso del equivalente dinerario en la suma de

475.166,88 euros.

Las multas impuestas a Roberto Leiro Santos y a María Teresa

Señorans, se sustituyen por multa al primero de 1.500.000 euros, y multa a

la segunda de 1.400.000 euros.

Se mantienen los demás pronunciamientos de la sentencia de instancia

no afectados por el presente.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección

Legislativa, lo pronunciamos, mandamos y firmamos

D. Andrés Martínez Arrieta D. José Manuel Maza Martín D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca D. Luciano Varela Castro Dª. Ana María Ferrer García

PUBLICACIÓN .- Leidas y publicadas han sido las anteriores sentencias por el Magistrado Ponente Excmo. Sr. D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca, mientras se celebraba audiencia pública en el día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Letrado/a de la Administración de Justicia, certifico.