tarrow. oportunidades y restricciones politicas

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  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    1/14

    CAPTULO 5

    OPORTUNIDADES Y RESTRICCIO ES POLTICAS

    Por qu la gente corriente se echa en ocasiones a la calle, arriesgando su vida

    y

    su seguridad para reclamar sus derechos? La cuestin ha fascinado a los

    observadores y atemorizado a las elites desde la Revolucin Francesa. Escan-

    dalizados por los excesos de las masas

    y

    las dislocaciones de la sociedad indus-

    trial, los primeros estudiosos vieron la accin colectiva como la expresin de

    una mentalidad de masa, de anomia

    y

    privacin. Pero incluso un vistazo

    superficial a la historia moderna muestra que las explosiones de accin colec-

    tiva no pueden atribuirse al nivel de necesidad de la gente ni a la desorgani-

    zacin de sus sociedades. Estas condiciones previas son ms constantes que

    los movimientos que supuestamente generan. Lo que vara ampliamente con

    el tiempo

    y

    el lugar son el nivel

    y

    el tipo de oportunidades que la gente expe-

    rimenta, las restricciones a su libertad de accin y las amenazas que perciben

    sobre sus intereses y valores.

    , En este captulo defiendo que los movimientos sociales estn ms nti-

    mamente relacionados con las oportunidades para la accin colectiva y/

    ms limitados por las restricciones sobre ella- que con las estructuras socia-

    les o econmicas subyacentes. La accin colectiva prolifera cuando la gente _

    adquiere acceso a los recursos necesarios para escapar a su pasividad habitual

    .

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    2/14

    110 EL PODER E MOYlMIEl TO

    amenazados por costes que no pueden soportar o que ultrajan su sentido de

    la justicia.

    Los descontentos encuentran oportunidades favorables para reclamar sus

    demandas cuando se abre el acceso institucional, cuando emergen conflictos /

    entre las elires, cuando pueden conseguir alianzas y disminuye la capacidad ---

    represora del Estado. Cuando todo esto se combina con una percepcin ele- /

    vada de los costes que supondra la inaccin, las oportunidades dan lugar a

    episodios de accin poltica colectiva.

    Por supuesto, hay que contemplar las oportunidades cambiantes junto

    con elementos estructurales ms estables -como la fuerza o debilidad del

    Estado y las formas de represin que ste emplea (Kriesi

    et al.

    1995)-, los

    cuales condicionan la accin colectiva. Y, adems, las oportunidades externas

    no producen necesariamente movimientos sociales duraderos. Ese proceso

    requiere el uso de repertorios conocidos de accin colectiva por parte de los

    descontentos que encuadren dinrnicarnente sus mensajes, y que les permi-

    tan construir o acceder a estructuras de movilizacin unificadas (vanse los

    captulos 6, 7 y 8). Adems, al mostrar a los aliados

    f

    exponer la debilidad

    de los enemigos, las oportunidades comunican una informacin vital para la

    creacin del movimiento.

    No slo eso: al comunicar informacin sobre lo que hacen, una vez cons-

    tituidos, los movimientos crean oportunid~des para su~,seguidor~s, terceras/

    partes, partidos y elires. Lo hacen difundiendo la accin colectiva y mos-

    trando la posibilidad de crear coaliciones, creando espacio polt ico para /

    movimientos ernparentados y contramovirnientos e incentivos para que res-

    pondan las elires y terceras partes. Los rebeldes que aprovechan las opOrtu-

    nidades polticas que ofrecen los huecos estructurales son los catalizadores de

    los ciclos de protesta y los movimientos sociales, y en ocasiones de las revo-

    luciones y las rupturas democrticas.

    Las amenazas son el antimonio lgico de las oportunidades, y pocos rebel-

    des arriesgaran su vida o su integridad fsica si no temieran a su vez la inac-

    cin. Pero las amenazas pueden dar lugar tanto al resentimiento sombro como

    a la accin colectiva; slo cuando las amenazas vienen acompaadas de la per-

    cepcin de oportunidades para la accin y se considera que sus efectos son

    potencialmente irreversibles si no se detienen, los descontentos se arriesgarn

    a llevar adelante lo que a menudo resulta un heroico fracaso (Golden, 1997)

    l

    Importancia de las oportunidades

    El concepto de oportunidad poltica se remonta, como gran parte de las reo-

    OPORTUNIDADES Y RESTRlCCIO 'ES POLTICAS

    111

    \

    vulsin de Occidente: la dcada de los sesenta. Muchas personas se sorpren-

    dieron, en Europa y los Estados Unidos, del modo en que los cambios en la

    sociedad moderna estaban ampliando los incentivos para la accin colectiva.

    En Europa Occidemal, el paradigma dominante -basado en los trabajos de

    Habermas y la Escuela de Frankfurt- se centr en la necesidad de crear nue-

    vos espacios vitales producto del Estado del bienestar capitalista; en los

    Estados Unidos, se pens que la mayor prosperidad y la tendencia postma-

    terialista que fomentaba desencadenaran nuevos movimientos sociales

    entre aquellos cuya riqueza personal estaba lo suficientemente asegurada

    como para pensar ms all de los bienes materiales (Habermas, 1981; Ingle-

    hart, 1977, 1990).

    Mientras que la Escuela de Frankfurt aport una perspectiva cultural de

    lo s

    movimientos sociales, la de

    lo s

    defensores del postrnaterialisrno apro-

    vech el paradigma individualista conocido habitualmente como decisin

    racional. Ambas perspectivas contribuyen a la comprensin de las razones

    de las movilizaciones; pero ninguna consigui explicar por qu algunas per-

    sonas apoyaron estos movimientos durante determinados periodos de la his-

    toria ni por qu algunos pases occidentales -una extensa rea de prosperi-

    dad y relativa homogeneidad cultural- experimentaron protestas colectivas

    ms generalizadas en la dcada de lo s sesenta que otros. Para resolver esas

    cuestiones sera necesario averiguar el modo en que las estructuras sociales

    subyacentes y el potencial de movilizacin llegan a transformarse en

    accin

    2.

    El papel de las oportunidades y las restricciones polticas es crucia~

    en esta transformacin. Sirva como ejemplo las diferencias de las moviliza-

    ciones de la clase trabajadora en distintos pases occidentales en la dcada de

    lo s treinta.

    En igualdad de condiciones, es ms probable que los trabajadores se decla-

    ren en huelga durante un periodo de bonanza que durante una depresin

    3.

    La lgica de la conexin es rneridianamenre clara. La prosperidad econmica

    aumema la demanda de mano de obra por parte del empresario, del mismo

    modo que

    lo s

    mercados laborales cerrados reducen la competencia por el tra-

    bajo. Los trabajadores, al tomar conciencia de esto, exigen salarios ms eleva- /

    dos, menos horas o mejores condiciones de trabajo. Como resultado, la tasa

    de huelgas sigue la curva ascendente del negocio cuando el declive del ejrci-

    to de desempleados hace de los empresarios presa del mercado de trabajo, y

    una curva descendente cuando se reduce la demanda de mano de obra 4.

    La depresin econmica de los aos treinta dio lugar a una serie de rnovi-

    mi~tos sociales en Europa y Estados Unidos. Normalmente sera de esperar

    que las crisis econmicas y el desempleo generalizado redujeran la accin

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    3/14

    112 EL PODER EN MOV1MIENTO

    OPORTU IDADES Y RESTRICCIONES POLTICAS

    113

    hicieron huelgas, se manifestaron y ocuparon las fbricas en respuesta a des-

    pidos y reducciones de paga, mientras que en otros no lo hicieron o se deja-

    ron reprimir. As como los trabajadores britnicos languidecieron durante la

    mayor parte de la Gran Depresin, y los obreros alemanes fueron brutal-

    mente reprimidos por los nazis, los franceses y estadounidenses reaccionaron

    ante la crisis con un volumen de acciones colectivas sin precedentes.

    Cmo podemos explicar el aumento de conflictos laborales entre los

    obreros de Francia y Estados Unidos sometidos a gran presin, mientras que

    en Alemania y Gran Bretaa los trabajadores aceptaban su parte? Creo que

    la respuesta reside en los cambios en la estructura de las oportunidades y las

    restricciones polticas que rodeaban a las diferentes clases trabajadoras. En los

    aos treinta hubo oleadas de huelgas en Francia y Estados Unidos, y no en

    Alemania o Gran Bretaa, porque las administraciones reormistas que ha-

    ban accedido al poder (en 1936 en Francia y en 1933 en ortearnrica) se

    mostraron dispuestas a introducir innovaciones en las relaciones poltico-

    econmicas y reticentes a respaldar la represin obrera . Fueron las oportuni-

    dades abiertas por el Frente Popular francs y el

    New Deal

    americano y la

    relajacin que propiciaron en la represin del movimiento obrero las cau-

    santes de los conflictos laborales en estos pases, y no la gravedad del des-

    contento en los trabajadores o la abundancia de sus recursos.

    Volviendo al presente, podemos apreciar que las oportunidades polticas

    son aprovechadas y transformadas por diferentes tipos de rebeldes bajo con-

    diciones muy diversas. Comenzaremos clasificando la magnitud de las opor-

    tunidades que contribuyen a configurar losmovimientos, para despus mos-

    trar el modo en que interseccionan con las tres principales dimensiones del

    Estado: su fuerza, sus estrategias dominantes y la represin que ejerce. Pero

    antes de centramos en estas tareas de anlisis, veamos cmo puede usarse el

    concepto de oportunidades y restricciones cambiantes para comprender uno

    de los mayores hitos de la accin colectiva de los ltimos aos: el nacimien-

    to de un movimiento de democratizacin en la antigua Unin Sovitica.

    taciones pacificas, huelgas y marchas de protesta, aunque a veces adopt tam-

    bin formas violentas. La figura 5.1 muestra las averiguaciones de Beissinger,

    resultado de su anlisis de los acontecimientos de los ltimos aos de la

    Unin Sovitica.

    Cmo pudo hacerse realidad esa sbita oleada de accin colectiva en un

    rgimen tan centralizado y tan controlado policialrnente? Tal y como lo

    expuso Tocqueville, como la gente acta cuando tiene oportunidad de hacer-

    lo, el momento ms peligroso para un mal gobierno es aquel en el que

    intenta corregir sus mtodos (1995: 176-177). Tocqueville escriba en rela-

    cin con la cada del Antiguo Rgimen francs; si hubiera estado presente

    doscientos aos despus, bien podra haber aplicado su teora a la Unin

    Sovitica. All, como en la Francia de la dcada de 1780, un poder interna-

    cional enfangado en la corrupcin y el letargo e incapaz de competir con una

    sociedad ms dinmica orientada hacia el mercado (Bunce, 1984-1985;

    Skocpol, 1979) pretenda reformarse desde dentro. El secretario del partido

    entrante, Mijai l Gorbachov, estaba convencido de que su pas no podra

    N MER O DE MA NIFE STAC IONE S DE PROTESTA

    Liberalizacin

    y

    accin colectiva en la antigua

    Unin Sovitica

    1 mero de sucesos por mes

    220~~~.~.~.~..~. ~~~~~~ ~~~~~ ~

    : : : i H H H H r ; H r : j t U r :

    : : : . . . J . . . I . I i

    r

    120

    100

    80

    60

    40

    20

    Or r r r n nT or r r r h h r r n nnTo r r r r r r h r t r t

    135791113579111357911135791113579111357911

    I

    1987

    I

    1988

    I

    1989

    I

    1990

    I

    1991

    I

    1992

    I

    =

    6,644

    A finales de la dcada de los ochenta irrumpi la accin colectiva en el lugar

    ms improbable del mundo: la muy centralizada antigua Unin Sovitica

    controlada estrictamente por la policia y el partido. Las investigaciones del

    politlogo Mark Beissinger han documentado este aumento de la accin

    FIGURA 5.1. MoviLizaciones deprotesta en maniftstaciones en la antigua

    Unin Sovitica 19871992.

    FUENTE:Mark Beissinger, Evenr Analysis in T ransirional Socieries: Proresr Mobilizarion in rhe For-

    mer Soviet Union, en Dierer Ruche, Ruud Koopmans y Friedhelm Neidhardr (eds.), Acts o/Dis

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    4/14

    114 EL PODER EN MOVIMIENTO

    OPORTUNIDADES Y RESTRICCIONES POLTICAS

    115

    sobrevivir como potencia mundial sin reformarse. A finales de los ochen~a

    se enzendr un proceso de liberalizacin que provoc una explosin de acn-

    o .

    vidad poltica organizada al margen del Estado (FISh,

    1995: 32).

    La liberalizacin comenz desde arriba, como resultaba inevitable en un

    sistema tan centralizado, con un cambio en la poltica oficial relativa a las

    asociaciones. Se propuso un concepto modesto de pluralismo socialista, que

    equivala a tolerar

    de f o cto

    la formacin de algunas pequeas organizaciones

    no estatales de ciudadanos (Fish,

    1995: 32).

    Pero no pasara mucho tiempo

    antes de que se crearan nuevas posibilidades para que asociaciones legales

    estimularan la formacin de agrupaciones ms independientes, como por

    ejemplo un grupo llamado Memorial, dedicado a investigar los crmenes

    del estalinismo, y otro llamado Dignidad Ciudadana, para la promocin

    de los derechos humanos (p. 32). Las nuevas oportunidades de acceso per-

    mitidas desde arriba ofrecieron huecos para que grupos menos legales se

    organizaran.

    Hasta cierto punto, el deseo de liberalizacin de Gorbachov se basaba en

    la idea de estimular un debate ms abierto

    glasnost ).

    Pero prontO se dio

    cuenta de que, sin una renov~~in de ~a cl~s~ poltica: sus planes se ~eran /

    obstaculizados por la obstruccin o la inactividad oficial, y que podna per-

    der el poder completamente. Para evitarle transform las elecciones al Con-

    greso Popular de los Diputados, habitualmente formalistas, en las primeras

    elecciones nacionales parcialmente abiertas y competitivas de la historia de la

    Unin Sovitica (Fish,

    1995: 35-36).

    Aunque la normativa electoral reserva

    una tercera parte de los escaos a representantes nombrados por el partido,

    ororz

    a unos cuantos individuos elegidos independientemente el manto de

    la le~itimidad. Tal vez lo mejor de la votacin -escribe Steven Fish- fue

    que engendr lo ms parecido a una campaa electoral real que el pueblo

    haba conocido (p.

    35).

    Pero los reformistas eran pocos y estaban desorganizados: a falta de recur- ,

    sos internos, unidos por vnculos dbiles y poca confianza mutua, pronto se /

    dividieron en un conjunto de facciones y partidos en competencia (Fish,

    1995: 35 y ss. ). Se beneficiaron, sobre todo, de apoyo externo, como el que

    les concedieron cuando el secretario del Comit Moscovita del Partido

    Comunista, Boris Yeltsin, aprob informalmente una conferencia de grupos

    de debate poltico llamada Iniciativa Social para la

    Perestroika

    (p.

    32).

    Las

    contribuciones externas llegaron tambin en forma de las huelgas promovi-

    das en 1989 por los mineros de carbn de Kuzbass y Donbass, y del Este de

    Europa, donde las reformas de Gorbachov -especialmente la retirada de la

    amenaza de intervencin del Ejrcito Rojo- desencadenaron una oleada de

    ambos conscientes e involuntarios, incrernent enormemente la confianza de

    los insurgentes en que era posible una autntica reforma.

    Esta posibilidad se hizo ms factible cuando comenzaron las grietas en la

    direccin del Partido Comunista. Al mismo tiempo que el Soviet Supremo

    aprobaba en noviembre de 1989 un proyecro de ley de apertura de los

    medios de comunicacin y legalizacin del uso libre de imprenta por indivi-

    duos privados, se suspenda un popular programa de televisin, Vz gliad

    (punto de vista), y unidades especiales de polica continuaban reprimiendo

    las manifestaciones pblicas. Tales inconsistencias comenzaban a revelar

    una tensin profunda y sistemtica entre [... ] el pluralismo poltico y la

    esencia centralista y monopolista del rgimen (Fish, 1995: 40-41). A

    comienzos de la dcada de los noventa, esta contradiccin se agudiz con el

    nacimiento de un movimiento de reforma en el interior del Partido Comu-

    nista, la Plataforma Democrtica, cuyos miembros eran partidarios de un

    programa de reformas ms sistemtico dentro del partido y reclamaban el

    establecimiento de una democracia parlamentaria al estilo occidental (pp.

    41-42).

    Como reaccin, los conservadores del partido crearon organizacio-

    nes ttere para buscar apoyo entre el pblico (p. 40).

    Al inicio de la dcada de los noventa, estos acontecimientos vinieron

    acompaados por una disminucin en la capacidad -e incluso en la volun-

    tad- del Estado para reprimir la disidencia, exacerbada por luchas internas

    . entre los dirigentes que condujeron a la divisin. Una de las expresiones ms

    asombrosas de esta disminucin fue la tolerancia mostrada ante las huelgas de

    los mineros y la aceptacin de los sindicatos independientes que stas crea-

    ron, al igual que la permisividad frente a las manifestaciones a gran escala de

    las ciudades (Fish,

    1995: 45).

    Aunque la represin segua presente aqu y all,

    la necesidad que tena Gorbachov de convocar elecciones que renovaran la

    clase poltica legitim la discusin y el debate populares. Todava ms que en

    las elecciones de 1989, los comicios para elegir representantes para las rep-

    blicas,

    ob last ,

    ciudades y distritos de 1990 fueron un momento de manifes-

    taciones masivas en buen nmero de ciudades rusas (p. 43).

    Estas elecciones, y las discusiones y manifestaciones que provocaron, lle-

    varon a la formacin de una serie de nuevos partidos y movimientos. Como

    concluye Fish: .

    La

    direccin y el partido podan impedir obstruir y coaccionar; pero ya no po-

    dan ni siquiera

    preesnder

    iniciar crear y convencer [... ] U n conglomerado abiga-

    rrado de organizaciones sociales autnomas a la vanguardia de un movimiento

    popular por la democracia haba puesto el. poder al descu?ierto [...] Al hacerlo

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    5/14

    116

    EL PODER EN MOVIMIENTO

    Pero la aparicin de episodios de accin colectiva generalizados no .cons-

    tituye por s misma un movimiento social. A falta ~e ~na red de lazos I.nter- /

    personales o de una identidad colectiva, estas org~mzaclOnes no ~onsIgU1eron

    ni la unidad ideolgica ni el temperamento orgamzanvo necesanos para crear

    un movimiento social sostenido. Hacia 1992, el rgimen se desmoron,

    fruto de la descomposicin ideolgica y territorial, pero en su cada los opo-

    sitores se dividieron y un antiguo miembro del

    aparato

    Boris Yeltsin, surgi

    por encima de los dems. Los opositores que actuaron entre 1989

    y

    1991

    haban creado oportunidades para aquellos que estando dentro del SIstema

    tuvieran la voluntad y la capacidad para aprovechadas.

    La breve descripcin de los acontecimientos que dieron lugar al naci-

    miento de la accin poltica colectiva en la antigua Unin Sovitica no slo

    muestra la impo~t~nc~~ de las ~~ort~nidades pol~i,cas para transfor~a~ el /

    potencial de movilizacin en accion, sino que tambin nos ayuda a delimitar

    el concepto y a identificar algunas de sus dime~s~one.s, bsicas. Las ms /

    importantes son:

    1

    la apertura del acceso a la partlC1paClOn de nuevos acto- /

    res; (2) las pruebas de nuevas alianzas polticas en el seno del gobierno; (3) la/ .

    aparicin de aliados influyentes; (4) la aparicin de divisiones entre los diri- /

    gentes; y (5) una disminucin en la capacidad o la voluntad del Estado de

    reprimir la disidencia. En la siguiente seccin examinaremos sucesivamente

    cada una de estas dimensiones.

    f

    \

    r

    1

    I

    Dimensiones de las oportunidades

    Al hablar de estructura de las oportunidades polticas me refiero a dimensio-

    nes consecuentes -aunque no necesariamente formales o perman.e~tes- /

    del entorno poltico que ofrecen incentivos para que la gente partlC1pe en

    acciones colectivas al afectar a sus expectativas de xito o fracaso (Gamson y

    Meyer, 1996). En comparacin con los tericos de la movilizacin de recur-

    sos , con quienes a menudo se les confunde, los seguidores de la tradicin de

    las oportunidades polticas hacen hincapi en la movilizacin de recursos /

    externos

    al grupo

    5.

    Adems, la mayora se concentran en los elementos de

    oportunidad

    percibidos

    por los rebeldes, ya que los cambios esrructurales que

    no se experimentan difcilmente podrn afectar al comportamiento de la

    gente, excepto de forma indirecta. '

    En ocasiones, las oportunidades polticas se abren para ciertos grupos y se

    cierran para orros, tal y como muestran los ejemplos que siguen, extrados de

    la dcada de los treinta, del mismo modo que las oportunidades para la pro-

    OPORTUNIDADES Y RESTRICCIONES POlTICAS

    117

    ,\

    (Agnew,

    1997:

    iv). No obstante, a pesar de estas diferencias, los movimien-

    tos emergen gracias al aumento, experimentado por la poltica en general, de

    las condiciones favorables para la movilizacin, como fue el caso cuando los

    movimientos pacifistas, estudiantiles y feministas en Norteamrica a finales

    de los sesenta aprovecharon un ensanchamiento generalizado de la estructu-

    ra de las oportunidades. Algunos sectores del movimiento se ven particular-

    mente afectados por estos cambios en las oportunidades, como le ocurri al

    movimiento por la paz en la dcada de los ochenta (Meyer, 1990), pero ms

    frecuentemente las oportunidades que alcanzan a algunos estn disponibles

    tambin para los dems. En los sesenta, la mayora de los activistas se refe-

    ran slo a

    el

    movimiento.

    Las oportunidades polticas pueden no resultar aparentes a primera vista

    para todos los potenciales participantes de la accin colectiva. De hecho, una

    de las ventajas que aporta el concepto es que nos ayuda a comprender el modo

    en que las movilizaciones se contagian a partir de grupos con profundos agra-

    vios y abundantes recursos a otros con menores quejas y recursos. Los prime-

    ros en plantear desafos a las elires y las autoridades ponen al descubierto la

    vulnerabilidad de quienes ostentan el poder y les hacen accesibles a los ataques

    de actores colectivos ms dbiles. Por el mismo motivo, estos grupos se hun-

    den ms fcilmente cuando se les cierran las oportunidades, dado que carecen

    de los recursos necesarios para mantener la accin colectiva. Esto significa que

    -aunque el trmino estructura se ha utilizado con frecuencia como carac-

    terstica de las oportunidades polticas _a mayora de las oportunidades y

    de las restricciones dependen de la situacin y no permiten compensar a largo

    I

    plazo la escasez de recursos culturales, ideolgicos y organizativos.

    El incremento del acceso

    Las personas racionales no suelen atacar a oponentes bien pertrechados cuan-

    do las oportunidades estn cerradas, es el acceso parcial a la participacin lo

    que les ofrece los incentivos para hacerlo. Son entonces ms proclives a

    emprender acciones colectivas las personas que disfrutan de todos los dere-

    chos polticos? Peter Eisinger sostiene que la relacin entre protesta y opor-

    tunidad poltica es curvilnea: ni el acceso total ni su ausencia fomentan el

    grado mximo de accin colectiva. Siguiendo los pasos de Tocqueville, Eisin-

    ger (1973: 15) escribe que la protesta es especialmente probable en sistemas

    caracterizados por una mezcla de factores abiertos y cerrados

    7.

    Donde ms obviamente se expresa la expansin del acceso es en las elec-

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    6/14

    118

    EL PODER EN MOVIMIENTO

    OPORTUNIDADES Y RESTRlCCIONES POLfTICAS

    119

    fundo norteamericano en la dcada de los cincuenta ampli las oportuni-

    dades de los electores negros (1977). Esto se repiti en 1992. cuando un

    infiltrado como Ross Peror cre un movimiento para apoyar su campaa

    electoral a la Presidencia. De modo similar, las elecciones de 1994 en Italia

    vieron nacer un nuevo movimiento encabezado por el magnate de la infor-

    macin Silvio Berlusconi. Las elecc iones son un paraguas bajo el que a

    menudo se forman los nuevos oponentes.

    En los sistemas democrticos, las elecciones son eventos rutinarios, domi-

    nados habitualmente por los partidos constitucionales, que aprueban las

    leyes necesarias para mantener su monopolio de representacin. Pero en los

    sistemas no democrticos, las nuevas posibilidades de acceso pueden desen-

    cadenar la accin colectiva, como mostraba nuestro ejemplo de la Unin

    Sovitica. En Checoslovaquia, al mismo tiempo, la aparicin de un Centro

    Estudiantil de Prensa e Informacin ofreci a los estudiantes' de Praga un

    recinto donde podan ponerse en contacto y la seguridad de que la accin

    poltica sera tolerada (van Praag, 1992). En la antigua Yugoslavia, los futu-

    ros nacionalistas ya estaban situados de tal modo que pudieron aprovechar el

    periodo postsovitico para realizar reformas constitucionales que les otorga-

    ran mayores recursos institucionales (Bunce, en preparacin). Cuanto ms

    estrechos son los caminos de participacin preexistentes, ms probable resul-

    ta que cada nueva apertura produzca nuevas oportunidades para la accin

    poltica colectiva.

    paso de los votantes afroamericanos a las ciudades incrementaron los incen-

    tivos para que los demcratas buscaran el apoyo de la poblacin negra. Con

    su reducidsimo margen electoral, la Administracin de Kennedy se vio obli-

    gada a dejar de hacer remilgos y tomar la iniciativa en favor de los derechos

    humanos.

    Como demuestran los levantamientos campesinos en los sistemas no

    democrticos, la inestabilidad fomenta la accin colectiva no slo en los sis-

    temas representativos. Los campesinos son especialmente proclives a rebelar-

    se ante las autoridades cuando en el muro de su subordinacin aparecen ven-

    tanas de oportunidad. Esto es lo que descubri Eric Hobsbawm al examinar

    la historia de las ocupaciones de tierras en Per (1974). Lo mismo podra

    J

    decirse de los campesinos que ocuparon ciertas partes de los latifundios del

    sur de Italia tras la Segunda Guerra Mundial. Su hambre de tierra y su resen-

    timiento por los abusos de los terratenientes se remontaban a tiempos inme-

    moriales; pero fueron la cada del rgimen fasci sta de Mussolini, la presencia

    de los ocupantes americanos -propensos a la reforma- y los cambiantes

    alineamientos de los partisanos los que transformaron su resentimiento habi-

    tual en una lucha por la tierra (Bevilacqua, 1980; Tarrow, 1967). En los pa-

    ses menos democrticos, la ausencia de competencia rutinaria convierte cual-

    quier signo de inestabilidad poltica en una seal y una fuen te de accin

    colectiva.

    Elites dividida s

    Alineam ie n to s i ne st ab le s

    Un segundo aspecto de la estructura de las oportunidades que foment la

    accin colectiva en la Unin Sovitica fue la inestabilidad de los alinearnien-

    toS polticos, indicada en los sistemas pluralistas por la inestabilidad electo-

    ral. La cambiante fortuna de los partidos del gobierno y la oposicin, espe-

    cialmente cuando se basan en nuevas coaliciones, crea incertidumbre entre

    los seguidores, anima a los desafectos a intentar ejercer un poder marginal y

    puede inducir a las elites a competir en busca de apoyo fuera del estamento

    poltico.

    La importancia de los realinearnientos electorales a la hora de abrir opor-

    tunidades polticas puede apreciarse en el movimiento americano por los

    derechos civiles. Durante los aos cincuenta, los exclusionistas raciales del

    ala surea del Partido Demcrata se vieron debilitados por las fugas al Par-

    tido Republicano, mientras que el nmero de inclusionistas fue fortale-

    Como ya vimos cuando surgi una faccin reformista en el Partido Comu-

    nista de la Unin Sovitica, los conflictos en el interior de la direccin o

    entre dirigentes estimulan los brotes de accin colectiva. La divisin entre

    las elites no slo aporta incentivos a los grupos con escasez de recursos para./

    que asuman los riesgos de la accin colectiva, sino que tambin animan a

    una parte de esa elite apartada del poder a adoptar el papel de tribunas de

    pueblo.

    La historia proporciona numerosos ejemplos de que la divisin entre la

    clase dirigente aporta recursos a los movimientos emergentes. En el Antiguo

    Rgimen francs , personas como Lafayerre y Mirabeau rompieron los vncu-

    los con su propia clase para hacer causa comn con e bajo clero y e tercer

    estado. Doscientos aos ms tarde, e divorcio entre los dirigentes desempe-

    un papel fundamental en Europa Central , especialmente despus de que

    Gorbachov advirtiera a los Estados comunistas de la regin de que e Ejrci-

    -

    -.

    - . .

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    7/14

    I

    i

    120 ELPODER E MOY1MIENTO

    OPORTUNIDADES Y RESTRICCIONES POLTICAS

    121

    los grupos insurgentes como una seal para organizarse y por muchos diri-

    genres como un incentivo para cambiarse de bando. Las divisiones internas

    fueron tambin importantes en la transicin hacia la democracia de pases

    autoritarios como Espaa y Brasil, en las dcadas de los setenta y ochenta,

    cuando las diferencias entre quienes defendan una lnea blanda o una lnea

    dura crearon aperturas que los movimientos de oposicin pudieron explotar

    (Bermeo, 1997; O'Donnell y Schmitter, 1986: 19).

    izquierda tradicional, ms receptivos a movimientos distributivos (Kriesi et

    al 1995: cap. 3). Los partidos de la derecha se ven influidos por los nuevos

    movimientos religiosos, como la Coalicin Cristiana, y por los grupos eco-

    nmicos de inters, aunque los primeros quizs cuenten con un mayor poder

    marginal debido a su capacidad para movilizar votantes de todas las clases

    socioeconmicas.

    Los aliados influyentes han resultado ser especialmente importantes para

    los 'nuevos movimientos en los sistemas no democrticos, donde apenas tie-

    nen acceso a recursos internos. Por ejemplo, en Amrica Central los movi-

    mientos campesinos se beneficiaron de sus aliados externos, especialmente

    trabajadores religiosos, organizadores sindicales, guerrillas revolucionarias,

    activistas de partidos polticos y cooperantes (Brockert, 1991: 258). En Polo-

    nia: ~aIglesia catlica contribuy a incubar la resistencia y a proteger a los

    acuvisras de represalias en los aos setenta y ochenta (Osa, 1995). Los alia-

    dos .dentro del sist:ma son un recurso externo del que en ocasiones pueden

    servirse actores sociales por lo dems carentes de recursos, especialmente en

    entornas autoritarios y represivos.

    AL ia d os i nfluyentes

    Un cuarto aspecto de las oportunidades polticas, evidente en la aparicin de

    la accin colectiva en la antigua Unin Sovitica, fue la presencia de aliados

    influyentes en el interior de la direccin del Partido Comunista. Los disi-

    dentes se sienten animados a par ticipar en acciones colectivas cuando po-

    seen aliados que pueden defenderles frente a los tribunales, protegerles fren-

    te a la represin o negociar favorablemente en su nombre. Tanto gracias al

    aparente apoyo con que Yeltsin contaba para sus iniciativas como a las acti -

    vidades independientes de los mineros y disidentes de laEuropa Oriental, los

    opositores de la Unin Sovitica adquirieron confianza y modelos para la

    accin colectiva.

    El libro de William Gamson sobre accin colectiva en los Estados Unidos

    (1990) aporta pruebas histricas de procesos similares en los sistemas demo-

    crticos. Sus investigaciones muestran una correlacin entre la presencia de

    aliados influyentes y el xito de un movimiento. En los cincuenta y tres gru-

    pos de conflicto que estudi Gamson, la presencia o ausencia de aliados

    polticos dispuestos a ayudarles estaba nt imamente relacionada con el xito

    o el fracaso de los grupos (1990: 64-66). CraigJenkins y Charles Perrow des-

    cubrieron una correlacin similar cuando estudiaban los movimientos de los

    trabajadores agrcolas norteamericanos en los aos cuarenta y sesenta: la ven-

    taja de la United Farm Workers en los sesenta resida en la presencia de par-

    tidarios externos de los que sus predecesores de los cuarenta carecan (1977).

    Una de las razones para el largo mayo elstico de Ital ia fue la presencia del

    Partido Socialista en el gobierno, caracterizado durante un tiempo por defen-

    der a quienes quedaban fuera del sistema (Tarrow, 1989a).

    Los partidos polticos son importantes aliados de los disidentes en los sis-

    temas representativos. En general los partidos de la izquierda suelen ser ms

    favorables a los descontentos que los partidos moderados o conservadores; y

    dentro de la izquierda, los partidos de la Nueva Izquierda, como los Verdes

    Re presin y ja ciLitacin

    Segn la definicin de Charles Tilly, la represin es cualquier accin por

    parte de un grupo que eleva el coste de la accin colectiva del conrendienre.

    Una accin que reduce el coste de la accin colectiva es una forma de facili-

    racin

    (1978: 100). El desarrollo de los Estados modernos produjo podero-

    sas herramientas para la represin de la poltica popular, si bien algunos

    aspectos del desarrollo del Estado facilitaron la aparicin de movimientos,

    como vimos en el captulo 4.

    Es fcil entender por qu la represin es un destino ms probable de los

    rnovirnienros que exigen cambios fundamenrales y suponen una amenaza

    para las elites que de los que se limitan a solicitar mejoras (Gamson, 1990,

    cap. 4). Y tambin es obvio que, si bien los Estados autoritarios reprimen los

    movimientos sociales, los representativos los facilitan. No obstante, existen

    aspectos de los Estados represivos que fomentan la accin colectiva y carac-

    tersticas de los representativos que privan a los movimientos de su aguijn.

    os extenderemos mucho ms sobre la represin y la facilitacin posterior-

    mente.

    Estos aspectos de la estructura de las oportunidades y las restricciones

    polticas cambiantes estn dispuestos diferencialmenre en los diversos sisre-

    . 1--

    J_

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    8/14

    122 ELPODER EN MOVIMIENTO OPORTUNIDADES YRESTRlCCIONES POLTICAS

    123

    los otros, pero a veces en ntima conexin. Las divisiones entre elires y los

    realineamienros polticos pueden actuar conjuntamente para inducir a las eli-

    res insatisfechas, o incluso a los gobiernos, a buscar el apoyo de los de fuera.

    Cuando las facciones minoritarias de la elite se convierten en aliados influ-

    yentes de los rebeldes, los desafos exteriores al cuerpo poltico se combinan

    con la presin interior para crear grandes ciclos de accin colectiva. No obs-

    tante, todos estos cambios deben examinarse en el contexto de los aspectos

    ms estables de las oportunidades y las restricciones.

    seal que sus dirigentes se trasladaban estratgicamente de un nivel a Otro

    del sistema federal, y lo mismo proponan reformas constitucionales que sis-

    temas de organizacin locales (1997). Los Estados ms centralizados facilitan

    en menor medida la prctica de esa estrategia flexible y esa multiactividad.

    Los contrastes que presentan el movimiento estudiantil francs y el nor-

    teamericano de la dcada de los sesenta probablemente tienen su orizen en

    la diferente escala de centralizacin de ambos Estados. El primero no ~stall

    hasta los comienzos de 1968, se extendi inmediatamente y enseguida se

    traslad al ruedo poltico, desencadenando una convulsin que lleg a ame-

    na~ar a la Q~inta Repblica Francesa (vase el captulo 10). El segundo pro-

    dUJOuna sene de campaas de protesta mucho ms largas y descentralizadas

    en los campus universitarios de todo Estados Unidos, para verse finalmente

    diluido en los diversos afluentes de la Nueva Izquierda (Tarrow, 1989a).

    Tambin las diferencias en el grado de fortaleza del Estado influyeron en

    el desigual ritmo y progreso de las revoluciones de la Europa socialista. Polo-

    nia, un Estado que nunca lleg a estalinizarse por completo, cre el movi-

    miento pionero y fundamental en las huelgas de Solidaridad de la dcada de

    los ochenta, mientras que Checoslovaquia, sometida a un control estalinista

    brutal a partir de 1968, fue de las ltimas en rebelarse. La precocidad pola-

    ca ~ e~ retraso checoslovaco estaban relacionados con la fuerza respectiva del

    socialismo de Estado de los dos pases.

    En contextos autoritarios, si bien es cierto que la represin aplasta las ini-

    ciativas de resistencia en la mayora de las circunstancias, la centralizacin del

    poder ofrece a los disidentes una ventaja peculiar: un campo de batalla uni-

    ~cado y un blanco centralizado al que atacar cuando el sistema se debilita.

    Esta es una de las razones que contribuyeron al rpido desmoronamiento del

    socialismo de Estado en Europa del Este a partir de 1989. En aquellos luga-

    res donde el poder est centralizado y las circunstancias homogeneizadas, una

    vez que se abren las oportunidades, como ocurri cuando Gorbachov inici

    las reformas, se facilita la estrucruracin y la organizacin de los movimien-

    tos sociales. Valerie Bunce afirma que, en esos sistemas, el arma de los dbi-

    les es que poseen muchas cosas en comn (1991: 6).

    Si consideramos exclusivamente el concepto de fuerza del Estado como

    gua para la accin, ste resulta algo rgido y falto de operatividad. Algunos

    Estados, sean fuertes o dbiles, utilizan una estrategia predominante inclu- /

    yente contra quienes les desafan, consistente en responder a sus demandas

    absorbindolas y facilitando su incorporacin a la poltica (Gamson, 1990:

    cap 2). Otros, sin embargo, utilizan estrategias excluyentes. Hansperer

    Kriesi y sus colaboradores consideran que estas estrategias predominantes

    ~ ~

    ~:----..I_: ~_ 1__

    J:c-

    100

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    9/14

    124

    EL PODER EN MOVIMIENTO

    OPORTUNIDADES Y RESTRlCCIONES POLTICAS 125

    Las estrategias predominantes se relacionan con la fuerza de los Estados de

    una manera interesante. Cuando investigaron sobre actos de protesta en cua-

    tro pases europeos, Kriesi y sus colaboradores averiguaron que Suiza (pas

    que consideran dbil y que usa una estrategia inclusiva) contaba con un

    nivel alto de movilizacin y un nivel bajo de violencia y confrontacin. Al

    otro extremo se encontraba Francia (que Kriesi utiliza como ejemplo de Esta-

    do fuerte y con estrategias exclusivas), con un nivel menor de moviliza-

    cin y mayor de confrontacin (1995: 49)

    l0.

    Consideremos los otros dos

    casos: Suecia, con un Estado socialdemcrata fuerte, mantiene una estrategia

    ms inclusiva frente a la accin colectiva (Kitschel, 1986), mientras que Ita-

    lia, al menos hasta la dcada de los noventa, era un Estado dbil con una

    estrategia excluyente hacia la izquierda. Estas inrerrelaciories entre la fuerza de

    un Estado y su estrategia predominante se muestran en la figura 5.2.

    entran en juego protestas cvicas protagonizadas por la clase media- ha sido

    generalmente muy exclusivo frente a los ataques a la propiedad privada.

    Como resultado de esta diferencia, Estados Unidos presenta una puerta abier-

    ta a los grupos que persiguen metas modestas -los llamados movimientos de

    consenso estudiados por McCarthy y Wolfson (1992)- pero levanta una

    barricada contra aquellos que desafan al capital o a la seguridad nacional.

    Adems, ni la fuerza del Estado ni las estrategias predominantes son

    independientes de otros factores polticos, que varan como resultado de las

    guerras, las elecciones, las nuevas coaliciones de partidos y los cambios en

    la opinin pblica. Un Estado fuerte en manos de una mayora poltica

    unificada se debilita rpidamente cuando esa mayora se divide o crece la

    oposicin contra ella. Un Estado que es fuerte cuando disfruta de la con-

    fianza del mundo de los negocios se debilita cuando se dispara la inflacin

    y el capital escapa al extranjero. Cuando aparece un nuevo actor colectivo

    -como el fundamentalismo islmico en Irn a finales de los setenta-, un

    Estado aparentemente fuerte como el del sha puede marchitarse a toda

    velocidad.

    Las divisiones entre la elite son una fuente de debilidad poltica que se

    puede confundir fcilmente con un Estado estructuralrnente dbil. As, hasta

    la Guerra Civil, la elite norteamericana, regionalmente dividida, limitaba la

    fuerza del Estado central. Con la derrota militar y poltica del Sur, el Estado

    se fortaleci considerablemente, convirtindose en un Leviatn yanqui, en

    palabras de Richard Bensel (1990). Por el contrario, el fuerte Estado fran-

    cs gobernado por el general de Gaulle se debilit cuando asumi el poder el

    presidente Chirac, menos carismtico y cuyos seguidores estaban ideolgica-

    mente divididos.

    FUERZA DEL liSTADO

    ESTRATEGIA PREDOMINANTE DEL ESTADO Esrados dbiles

    Esrados fuertes

    Inclusiva Esrados Unidos

    Excl usiva Italia

    Suecia

    Francia

    FIGURA

    5.2.

    Fue rza d el E sta do

    y

    estrateg ia s p re do min an te s c om o p rin cip i os e s tr u ct ur a Le s

    para la a c ci n coLect iva en aLg u na s d e m oc r ac ia s o c ci d en ta L es .

    FUENTE:Adaprado de Hanspeter Kriesi, R. Koopmans,

    J

    V. Duyvendak y M. G. Giugni, The Po l it i cs

    ofNew SocialMovements in Western Europe

    (Minneapolis, U niversiry of Minnesora Press , 1995), p. 37.

    Aunque la tipologa de Kriesi resulta til, debemos evitar el esquernatis-

    mo. Sera ms sencillo utilizar la fuerza del Estado como un modo global

    para predecir la accin colectiva si fuera realmente una constante. Pero tanto

    la fuerza como la debilidad son valores relativos que varan para los dife-

    rentes sectores y niveles del Estado. Cuando los activistas por la templanza

    de Ann Marie Szymanski consideraron que el Estado nacional era demasia-

    do fuerte para resquebrajarse, adoptaron la estrategia de pensar globalmen-

    te, actuar localmente. Es el Estado norteamericano fuerte o dbil? Depen-

    de del lugar al que se ataque; por ejemplo, Peter Eisinger constat que las

    protestas urbanas eran mucho ms habituales en las ciudades no reforma-

    das, dirigidas por un alcalde y un consejo municipal, que en las reformadas,

    gobernadas por un gestOr y un consejo (1973).

    Igual cautela debe mostrarse sobre el uso del conceptO estrategias predo-

    n 1 . 1 r:

    J_ __ _ : __ __ : __

    1 _ : . _ _ ....J~

    Fo rm as de r epresin

    La represin puede deprimir la accin colectiva o elevar el coste de la orga-

    nizacin y movilizacin de la opinin pblica (Tilly, 1978: 100-102). Aun-

    que la supresin sea una medida ms brutal y temible, est comprobado

    que el aumento de los costes de organizacin y movilizacin es una estrate-

    gia ms efectiva a largo plazo. Por ejemplo, al comparar las ciudades sure-

    as que utilizaban los tribunales para bloquear las iniciativas de los activis-

    tas por los derechos civiles con aquellas que usaban a la polica para repri-

    mirlos, Steven Barkan descubri que las primeras pudieron resistirse a la

    integracin racial ms tiempo que las ltimas (1984). Igualmente, durante

    1 .. , 6 .. .. . . . . .. .. .. . . . . o 1 \f ,......r - ....., ..................... ... . .. . . . . . . . . . . . .. . . .. . ... r .l .....~o.

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    Cpnr;lr\ ;nrrp,pnt~r

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    10/14

    127

    PORTUNIDADES Y RESTRICCIO ES POLTICAS

    126 EL PODER EN MOVIMIENTO

    el coste de afiliacin al Partido Comunista que prohibir las huelgas o las

    manifestaciones.

    Sin embargo, no siempre es fcil eliminar las condiciones previas de la

    accin colectiva. Como el aumento de los cos tes de organizacin es una

    variable no selectiva, el primer impedimento es el coste, tanto financiero

    como administrativo. El segundo es que la represin no selectiva tambin

    silencia la crtica constructiva y bloquea el flujo de informacin hacia arriba.

    Finalmente, en condiciones de depresin organizativa generalizada, cuando

    llega a materializarse la accin colectiva, sta deja de ser un arroyo para trans-

    formarse en un torrente a medida que la gente descubre que otros como ellos

    han tomado las calles (Kuran, 1991).

    El encarcelamiento de los sublevados y de los revoltosos en potencia

    sigui siendo la principal respuesta a la accin colect iva hasta despus de la

    Segunda Guerra Mundial, cuando primero los ciudadanos de la regin ocu-

    pada de Ruhr, en Alemania, posteriormente Gandhi y, despus, los lderes

    del movimiento americano por los derechos civiles inventaron la desobe-

    diencia civil. Descubrieron que llenar las crceles hasta los topes y ganarse las

    simpatas del pblico eran formas de presin eficaces (Ackerman y Kruegler,

    1994; Sharp, 1973). Desde entonces, la desobediencia civil no violenta se ha

    convertido en una de las armas polticas fundamentales dentro del conjunto

    de la acc in colectiva (vase el captulo 6).

    En respuesta al creciente xito de las protestas no violentas de la dcada

    de los sesenta, tanto en Estados Unidos como en Europa, la polica y los tri-

    bunales comenzaron a aceptar como legtimas formas de accin que previa-

    mente se haban considerado amenazas para el orden civil. As pues, las sen-

    tadas, que haban sido casi universalmente castigadas con la crcel cuando

    empezaron a utilizarse, fueron cada vez ms toleradas en la dcada de los

    sesenta como una forma de discurso', extendindose entre los grupos progre-

    sistas y liberales, antes de ser adoptadas por sus enemigos ideolgicos, como

    el movimiento contra el aborto, cuando ste se consolid en la dcada de los

    ochenta (Staggenborg, 1991).

    La tolerancia con la accin directa no violenta es, no obstante, un arma de

    dos filos. Por una parte, ofrece un medio relativamente libre de riesgos para

    reunir a un gran nmero de personas y darles la sensacin de que estn

    haciendo algo significativo en nombre de sus convicciones. Por otra, priva a

    los organizadores del arma poderosa de la indignacin. Resulta ms sencillo

    movilizar gente contra una polica violenta y arbitraria que arroja a la crcel a

    unos jvenes y sinceros manifestantes que contra unas autoridades pblicas

    razonables que organizan seminarios para los manifestantes y protegen su

    I 1 1:- .. :-_ '-~_~~ ~ _ _ ~_~_~_~~_

    (-1~1l~n~_~ _ 1)0:.0> , ()(17)

    La facilidad con que puede organizarse la opinin en los sistemas repre-

    sentativos y encontrar canales legtimos para su expresin persuade a muchos

    movimientos a acudir a las elecciones. La dinmica funciona ms o menos as :

    un movimiento organiza manifestaciones masivas para exigir sus demandas; el

    gobierno permite e incluso facilita su expresin continuada; el crecimiento

    numrico de quienes apoyan la causa provoca la eleccin de candidatos para

    cargos pblicos; a partir de ese momento, el movimiento se convierte en un

    partido o se incorpora a uno ya existente para influir en su programa.

    Esta secuencia llev a los movimientos feministas norteamericanos a una

    alianza permanente con el Partido Demcrata en las dcadas de los setenta y

    los ochenta (Cosrain y Costain, 1987). La misma lgica dividi a la extrema

    izquierda italiana a mitades de los setenta, cuando algunos de sus integrantes

    abandonaron la accin colectiva para formar los partidos de la Nueva

    Izquierda (della Porta, 1995; Tarrow, 1989a). El mayor

    x ito

    de esta estrate-

    gia electoral fue la formacin de los partidos verdes en algunos pases del

    norte de Europa, que se integraron rpidamente en el juego parlamentario de

    la poltica. En Suiza, el uso de instituciones democrticas directas parece

    moderar la accin de los movimientos sociales y favorecer los movirnien-

    tos moderados a expensas de los dems (Kriesi y Wisler, 1996).

    Par ado jas represivas

    Que los Estados autoritarios desincentivan la poltica popular va implcito en

    su definicin. Pero el xito de la represin puede producir una radicalizacin

    de la accin colectiva y una organizacin ms eficaz de los oponentes al tiem-

    po que los disidentes moderados abandonan la lucha y los ms militantes

    ocupan una posicin central. Despus de todo, no fue en la Gran Bretaa

    democr~ica ni en la Francia republicana donde los anarquistas del siglo

    XI X

    emprendieron el camino del terrorismo, sino en la Rusia autocrtica y en las

    semiconstitucionales Italia y Espaa. Y sabemos cmo la atmsfera represiva

    de la Rusia zarista contribuy a la radicalizacin y el cierre sobre s misma de

    la socialdemocracia de aquel pas (Bonnell, 1983).

    No todos los Estados represivos suprimen con la misma eficacia las opor-

    tunidades para la accin colectiva. Por ejemplo, en la Italia fascista hubo

    grupos en el seno de la Accin Catlica italiana que se organizaron para la

    resistencia bajo el paraguas de legitimidad del Concordato fascista con el

    Vaticano (Webster, 1960, caps. 10 y 11). En la Polonia comunista, los libros

    y artculos de los escritores de Solidaridad siguieron publicndose incluso

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  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    11/14

    128

    EL PODER EN MOVIMIENTO

    La represin sistemtica de la accin colectiva en los sistemas no repre-

    sentativos otorza una coloracin poltica a actos ordinarios. La palabra v E

    R D

    h

    pintarr~jeada en las paredes de Miln e~ 1848 no haca. referencia ~

    compositor nacionalista, sino que era el acrm~o de l~ consigna

    Vittorio

    Emmanuele Re

    d Ita li a

    (Vctor Manuel rey de Italia). Las pintadas en las pare-

    des de los edificios durante la dcada de los ochenta comunicaban a todo el

    que supiera leer hasta qu puntO se senta ajena a su gobierno la sociedad rusa

    (Bushnell, 1990)

    11.

    En Estados menos decididamente autoritarios, incluso el modo en que la

    gente saluda con el sombrero o se dirige a otros puede indi.car disensin,

    como descubri James Scott en su investigacin sobre Malasia (1985: cap.

    7). Estas transcripciones ocultas rara vez producen acciones colectivas, pero

    pueden minar el consenso de un modo difcil ~e. reprimir, ya q~e. ~ingn

    caso aislado cruza la frontera que va del resennmlento a la OpOSlclOn. Los

    Estados represivos reprimen la accin colectiva de tipo convenci?nal y con:-

    bativa, pero se muest ran abiertos a las movilizaciones discretas. Estas consn-

    tuyen seas de solidaridad, que se convierten en un recurso cuando surge la

    oportunidad.

    Si bien los Estados autoritarios reprimen sistemticamente la accin colec-

    tiva, la ausencia de canales habituales para la expresin de opiniones convier-

    te incluso a los disidentes moderados en opositores del rgimen, obligndoles

    a plantearse el problema de su derrocamiento como condicin para la refor-

    ma. Como escribi Marx en 1843 acerca de la diferencia entre la monarqua

    francesa, relativamente liberal, yel represivo Estado prusiano: En Francia, la

    emancipacin parcial es la base de la emancipac in universal. En Alemania,

    la emancipacin universal es la

    conditio sine qua non

    de cualquier emancipa-

    cin parcial (1967: 262-263). Esto resulta par ticularmente cierto cuando la

    represin apunta a la supervivencia colectiva de los grupos amenazados.

    Amenazas y oportunidades

    Hasta ahora hemos hablado principalmente de las oportunidades para la

    accin colectiva y de sus restricciones. La percepcin de estos cambios indu-

    ce a gente que de otro modo habra permanecido en casa a participar en

    acciones colectivas costosas, frustrantes y posiblemente peligrosas. Pero hay

    en juego otra serie de variables, de las que conocemos mucho menos, que

    lgicamente estimulan a su vez la accin colectiva: las amenazas a los

    intere- //

    ses, los valores y, a veces, la propia supervivencia que diferentes grupos e indi-

    OPORTUNIDADES Y RESTRICCIONES POLTICAS

    129

    Podemos empezar por considerar la lucha popular como un problema de

    accin colectiva que debe enfrentarse con una serie de costes y obstculos.

    Desde el punto de vista de la simple movilizacin de recursos, ser ms pro-

    bable que participen en la accin colectiva aquellos que tienen menos que

    perder, ya que poseen mayores recursos. Pero desde el punto de vista de

    quin intenta atrapar las oportunidades externas, son quienes ms tienen que

    perder quienes participarn con ms probabilidad, ya que la inaccin les

    resulta ms amenazante.

    Vamos a considerar la expansin de los asentamientos judos alrededor de

    Jerusaln, anunciada por el primer ministro israel etanyahu a comienzos

    de 1997, en abierta oposicin a los acuerdos de Oslo que su gobierno haba

    jurado mantener; esta decisin amenazaba la integridad del futuro Estado

    palestino y no poda sino desencadenar una respuesta indignada por par te de

    los residentes rabes de Jerusaln y la recientemente creada Autoridad Pales-

    tina. La amenaza de verse asfixiados por la tenaza de los hechos consuma-

    dos israeles fue un incentivo fundamental para la protesta palestina. De

    hecho, podra decirse que la escandalosa decisin de etanyahu proporcio-

    n una oportunidad para la protesta popular que el gobierno de Yasser fua-

    fat no habra sido capaz de organizar por s solo.

    Una manera de teorizar sobre la importancia de las amenazas a la hora de

    desencadenar la accin colectiva nos la ofrece la teora de las posibilidades

    del ya fallecido psiclogo de Stanford Amos T versky (vase Quatrone y

    Tversky, 1988). Tversky y sus colaboradores sostenan que los individuos

    reaccionan de maneras diferentes frente a la posibilidad de ganancias y de

    prdidas y que emplean distintas heursticas para tomar decisiones contex-

    tualmenre contingentes. La actitud de un individuo ante el riesgo depende

    de si los posibles resultados se perciben como prdidas o como ganancias, en

    relacin con el punto de referencia (p. 722).

    Aplicando la perspectiva de Tversky a la teora de la accin colectiva, Jef-

    frey Berejikian defiende que ganancias y prdidas tienen un potencial dife-

    rente para provocar la confrontacin, y que el coste -o la amenaza- poten-

    cial proporciona mucha ms energa que la esperanza de obtener ganancias

    (1992). Aunque no se ha realizado ningn trabajo de campo para probar esta

    hiptesis, Berejikian interpreta una serie de casos histricos en apoyo de su

    tesis. En concreto, defiende que hay ms posibilidades de que la accin

    colectiva revolucionaria se dispare por la amenaza de prdidas. Escribe que

    los campesinos que atraviesen transformaciones de la estructural social que

    conduzcan, por ejemplo, a una mayor vulnerabilidad ante las crisis de sub-

    sistencia [... ] consideraran una opcin que favorezca el statu quo no como

    __ .. _ .. _ _ :. ._. . Jo 1

    I rC ....

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    12/14

    13 EL PODER E MOVIMIENTO

    OPORTUNIDADES Y RESTRlCCIONES POLfTICAS

    131

    No obstante, debemos realizar tres advertencias ante la hiptesis de Bere-

    jikian. En primer lugar, existen una serie de casos bastante obvios e~ los que

    la accin colectiva fue organizada, sin que hubiera amenaza inmediata, por

    personas que no perseguan ganancias en su estatus o posicin: la mayora ~e

    los blancos de norte de pas que se trasladaron al sur para ayudar al mov-

    miento norteamericano por los derechos civiles no lo hacan ante una ame-

    naza para su vida o su propiedad. Por e contrario, al participar en la accin

    colectiva, aumentaban sustancialrnente sus riesgos (McAdam, 1986).

    En segundo lugar, no est claro si las ganancias y prdidas (por ejem-

    plo, en trminos rverskianos, e punto de referencia de individuo) pueden

    llezar a definirse y observarse objetivamente. El campesino que se encuentra

    ocupando

    las tierras de un te rrateniente lo hace buscando una ganancia, ya

    que se trata de propiedad de otro la que ocupa, o recuperando una prdida,

    ya que puede pretender que la tierra en cuestin le fue arrebatada a su abue-

    lo? Si no podemos distinguir objetivamente entre la posibil idad de obtener

    una ganancia y la amenaza de sufrir una prdida, estaremos a la merced de

    anlisis realizado por unos actores colectivos cuyas reivindicaciones no puede

    tomarse en sentido literal.

    Finalmente, la mayor objecin que levanta e argumento de que e temor

    a las prdidas provoca ms acciones colectivas que la expectativa de ganan-

    cias es que la teora de T versky presupone incentivos individuales para la

    accin colectiva. Cuando estudiemos los movimientos transnacionales

    recientes en e captulo 11, observaremos que muchas movilizaciones se pro-

    ducen a causa de las preocupaciones de los ciudadanos por lo que Dieter

    Rucht l lama asuntos lejanos, para los que la cuestin de prdidas o ganan-

    cias personal no resulta apenas relevante (Rucht, 1998a).

    La implicacin ms importante de las teoras de Tversky no es su expli-

    cacin de la conducta de los individuos, sino lo que Berejikian llama estruc-

    turacin de las organizaciones revolucionarias. Si determinada poblacin

    responde con mayor facil idad frente al miedo a sufrir prdidas que ante las

    expectativas de ganancias, entonces la primera tarea de una organizacin

    revolucionaria es adoptar una cosmologa que transmita a los campesinos la

    conviccin de que las condiciones de la estructura social actual son peores

    que las de otro pasado normal (Berejikian, 1992: 653). Retornaremos

    estas cuestiones de la estructuracin en e captulo 6.

    ofreciendo incluso a los grupos de escasos recursos oportunidades que su res-

    p~ctiva posicin en la sociedad les negara. Esto ocurre cuando los grupos

    pioneros plantean exigencias a las elires que pueden ser uti lizadas por aque-

    llos que carecen de su audacia y sus recursos. Adems, la accin colectiva

    pone al descubierto los puntos dbiles de los oponentes que quiz no fueran

    evidentes antes de desafo. Tambin puede revelar la existencia de aliados

    insospechados o anteriormente pasivos, tanto dentro como fuera del sistema.

    Finalmente, puede forzar la apertura de barreras institucionales, a travs de

    las cuales penetrarn las reivindicaciones de otros.

    Una vez lanzada una accin colectiva en una parte de un sistema, en nom-

    bre de un tipo de objetivo y por un grupo en particular, el enfrentamiento

    entre ese grupo y sus antagonistas ofrece modelos para la accin colectiva,

    ma~cos maestros y estructuras de movilizacin que dan lugar a nuevas opor-

    t~,ll1dades. Estos efe.ctos secundarios adoptan tres formas generales: expan-

    sien de las oportunidades de grupo y de grupos afines, la dialctica entre

    movimientos y contramovimientos y la creacin de oportunidades para las

    elites y autoridades.

    Expansin de las oportunidades de los otros

    Una de las caractersticas ms notables de la accin colectiva es que expande

    las oportuni~ades para los dems. Los grupos de protesta introducen en la

    agenda cuestiones con las que se identifica otra gente y demuestran la utili-

    dad de la accin colect iva, que otros pueden copiar o innovar. Por ejemplo,

    como veremos en e prximo captulo, e movimiento americano por los

    derechos civiles difundi la doctrina de los derechos, que se convirti en el

    marco de referencia de los aos sesenta

    y

    setenta (Harnilton, 1986). La

    accin colectiva encarna y plasma las reivindicaciones en formas que mues-

    tran a otros e camino.

    Esta expansin de las oportunidades no slo influye en e sistema de

    alianzas de un movimiento; afecta tambin a sus oponentes potenciales o

    reales. Un movimiento que ofende a grupos influyentes puede generar un

    contramovimiento (Meyer y Staggenborg, 1996). Los movimientos que

    emplean la violencia invitan a la oposicin fsica y aquellos que plantean rei-

    vindicaciones polticas extrernistas pueden ser desbancados por grupos que

    plantean las mismas reivindicaciones de una forma ms aceptable. Cuando el

    xito de un movimiento amenaza a otro grupo en el contexto de grandes

    movilizaciones, puede llevar a contraprotestas ms virulentas. Por ejemplo, la

    PVrp,...,., ...

    ; 7 , . . . , ; .., . . .

    .. ... . . . . . 1 0...0... J _ : 1 : .0 ; on r n rp {f \rnr ,_

    Creacin

    y

    difusin de oportunidades

    Al contrario que las formas convencionales de participacin, la accin colee-

    1 1 1 1 1 l 1 l 1 _ -_ __

    : J

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    13/14

    132

    EL PODER EN MOVIMIENTO

    OPORTUNIDADES Y RESTRICCIONES POLTICAS

    133

    mente en la dcada de los sesenta, generando campaas terroristas desde

    ambos extremos en los setenta (della Porta y Tarrow, 1986).

    La espiral de conflicros entre los movimientos por. la libre eleccin y a

    favor de la vida en Norteamrica en los ochenta y comienzos de los noventa

    es un ejemplo de cmo los movimientos crean o~ortunidades para los O?O-

    rientes. El derecho al aborto, decretado por el Tnbunal Supremo a corruen-

    zos de los aos setenta, galvaniz a los catlicos y los protestantes funda-

    mentalistas. que se organizaron contra las clnicas donde se practicaba~ ~~or-

    tos. Este movimiento pro vida lleg a ser tan dinmico que se convirtio en

    una fuerza relevante en la derrota de la Enmienda por la Igualdad de Dere-

    chos (Equal Rights Amendrnent) en losochenta (Mansbridge, 1986). CO~,el

    tiempo, una rama radical del movimiento antiabortista ll~ada Ope~aclOn

    Rescate Operation Rescue) utiliz tcticas directas tan radicales a comrenzos

    de los noventa que estimul una campaa de contramovilizacin por p.arte

    de las fuerzas en favor de la libertad de eleccin, habitualmente legallstas

    (Meyer y Staggenborg, 1996).

    sentaba en el extranjero el racismo estadounidense (Piven

    y

    Cloward, 1977:

    cap.

    4 .

    Cundo es ms probable que los partidos y grupos de inters aprovechen

    las oportunidades creadas por los movimientos sociales? Fundamentalmente,

    parecen hacerla cuando un sistema esdesafiado por una gama de movirnien-

    ros, y no cuando unas cuantas organizaciones individuales del movimiento

    convocan campaas fciles de reprimir o aislar. Es decir, los resultados refor-

    rnistas se ven posibilitados especialmente cuando las oportunidades polticas

    han producido confrontaciones generales entre los descontentos, las elites y

    las autoridades, como en los ciclos de accin colectiva que sern examinados

    en el captulo 9.

    Declive de las oportunidades

    La creacin de oportunidades para las elites

    La apanClOn de oportunidades polticas genera recursos externos para la

    gente que carece de recursos internos, resquicios donde antes slo haba un

    muro, alianzas anteriormente inviables y realineamientos que parecen capa-

    ces de aupar a nuevos grupos al poder. Pero como estas oportunidades son

    externas ycomo pasan tan rpidamente de los grupos de protesta iniciales

    a sus aliados

    y

    oponentes, y finalmente a las elites y las auroridades-, las

    oportunidades polticas son un amigo voluble. El resultado es que las opor-

    tunidades de reforma se cierran rpidamente o permiten que descontentos

    con diferentes objetivos atraviesen los portones que las vanguardias han

    derribado anteriormente.

    As, las revoluciones de Europa del Este en 1989, que muchos creyeron

    traeran la democracia a una parte del mundo que llevaba largo tiempo pri-

    vada de libertad, produjeron unas pocas democracias funcionales, varios

    Estados neocomunistas

    y

    una serie de pases que no tardaron en desintegrar-

    se en conflictos tnicos, Incluso en Alemania del Este, rpidamente integra-

    da en una democracia occidental estable, el Foro Cvico democrtico que

    abri el camino de la reunificacin en 1989 fue rpidamente barrido por los

    partidos establecidos, mientras que el sucesor del antiguo Partido Comunis-

    ta sigue siendo una fuerza electoral. Los movimientos son evanescentes por-

    que provocan cambios polticos que precipitan su propia desmovilizacin.

    La naturaleza efmera y cambiante de las oportunidades polticas no sig-

    nifica que no tengan importancia para la formacin de movimientos socia-

    les. Del mismo modo que fue una oportunidad poltica lo que llev a los bol-

    cheviques al poder en Rusia en 1917, fueron las oportunidades ofrecidas por

    1_ ..L __L I__ _ L : TT_:.._C __.:...(

    Finalmente, los grupos de protesta crean oportunidades pol ticas para las eli-

    res tanto en un sentido negativo, cuando sus actos suministran motivos para

    la represin, como positivo, cuando los polticos oportunist~s aprovechan la

    ocasin creada por los descontentos para auto proclamarse tribunos del pue-

    blo. Como veremos en el captulo 10, tal vez el resultado ms duradero del

    movimiento del Mayo Francs fue una reforma educativa en la que los que

    protestaban tuvieron slo un mnimo impacto. Los descontenros, por s mis-

    mos, rara vez tienen poder para influir en las prioridades polticas de las eli-

    tesoEsto obedece tanto a que sus protestas a menudo adoptan formas expre-

    sivas como a que es improbable que se pueda convencer a las elires de que

    introduzcan cambios contrarios a sus intereses. La reforma es ms probable

    cuando los desafos desde el exterior del sistema poltico ofrecen a las elites

    pertenecientes al mismo una ocasin de primar sus carreras y programas

    (vase el captulo 10).

    El oportunismo poltico no es monopolio de la izquierda, ni de la dere-

    cha, ni de los partidos del movimiento, ni de los partidos conservadores. La

    Administracin conservadora de Eisenhower respondi al movimiento por

    los derechos civiles esencialmente del mismo modo que la Administracin

    liberal de Kennedy, por el sencillo motivo de que a ambos les preocupaba el

    1 .1. __.. __ : .. :. __ : . _1 ....1:_: ............. .

    0 0

  • 7/21/2019 Tarrow. Oportunidades y Restricciones Politicas

    14/14

    134 ELPODER EN MOVIMIENTO

    tica y en la Europa del Este en 1989. Pero si las o~o~tunidades emigran de

    los primeros descontentos a sus aliados, de los mO~ImIentoS a l.o~contramo-

    virnientos y de los mrgenes de la poltica convencIOnal a l~s dlflg~~teS y los

    partidos de sta, har fa lta algo ms duradero para conv~rtlr l~ aCCIOncolec-

    tiva en movimien tos sociales sostenidos. Para ello se reqUIere di sponer de t res

    tipos de recursos: el repertorio de accin colectiva que la gente emplea para

    conseguir apoyo e imponer su voluntad ante s~ s ~ponentes, los. marcos de

    dicha accin, que dignifican y justifican los mOVImIentOS, y las estr~cturas de

    movilizacin que refuerzan la presi.r;en la primera lnea y que vInc~la~ el

    centro con la base del movimiento. Estos son los poderes de los rnovimien-

    tos que se analizarn en los tres captulos siguientes.

    CAPTULO

    LAACCIN COLECTIVA

    fU ~U

    B i n 4 k l t e c a

    El regImen nacionalista serbio de

    Slobodan

    Milosevic ha sido probable-

    mente el ltimo cuyos cimientos han sido socavados por un movimiento

    social. Milosevic era un astuto leninista que supo olfatear bastante antes de

    1989 los vientos de cambio que soplaran por todo el este de Europa y que

    arruin lo que quedaba de la unidad yugoslava instigando la guerra con

    Croacia y atacando el vulnerable Estado de Bosnia-Herzegovina a travs de

    sus agentes, los serbo-bosnios. Cuando Occidente reaccion ante los horro-

    res del genocidio bosnio, Mi losevic hizo un trato con los norteamericanos y

    los europeos occidentales que dej a sus secuaces bosnios a merced del tern-

    poral '.

    Debido al control que mantena sobre el ejrcito y los medios, la posicin

    poltica de Milosevic slo se debilit cuando los costes de la guerra contra

    Bosnia se hicieron evidentes. Pero gracias a su astucia despiadada, al control

    ~fl~.Lrfll0,~-,ie la.Rr~ay al apoyo de los restos del aparato comunisra,-MJfo~

    sevic se mantuvo en el poder hasta noviembre de 1996, cuando los partidos

    de la ;)pOSiCIn, divididos hasta entonces, .organizaron una coalicin electo-

    ral,

    Za jedno

    un tos), para los comicios locales de 1996. Cuando triunfaron

    en catorce circunscripciones, incluyendo la capital del pas, el gobierno

    ,l~~l __

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