tÉcnicas para motivar al estudiante

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TÉCNICAS PARA MOTIVAR AL ESTUDIANTE La motivación es necesaria para conseguir una actitud positiva hacia el aprendizaje. ¿Por qué tengo que estudiar? ¿Para qué me sirve aprender esto? A algunos alumnos les cuesta mantener una actitud positiva hacia el aprendizaje. Lo consideran tan sólo una actividad obligatoria impuesta por los adultos. Las técnicas de motivación ayudan a familias y docentes a modificar esta conducta e incrementar el interés de los estudiantes por el proceso escolar. Reconocer las tareas, fomentar la autonomía y la autoestima o enseñarles a descubrir los conceptos por sí mismos son algunos pasos para erradicar la desmotivación. La falta de motivación es uno de los aspectos que se asocia con frecuencia al fracaso escolar. Un estudiante desmotivado muestra menor interés por aprender, no encuentra utilidad a los conocimientos y, en consecuencia, rechaza las vías de aprendizaje que la escuela pone a su disposición. Un alumno motivado, sin embargo, tiene más probabilidad de alcanzar las metas educativas, porque en su opinión el esfuerzo que implica adquirir las competencias escolares tiene sentido. ¿Quién es responsable de motivar a los alumnos? Los docentes y las familias tienen un papel fundamental en el fomento del interés de los niños y jóvenes hacia el estudio, pero esta disposición motivadora está relacionada con aspectos intrínsecos al estudiante, que nada tienen que ver con el contexto en el que se mueve. Los investigadores coinciden en que la motivación es una capacidad que se puede desarrollar si se aplican las estrategias adecuadas en casa y en el colegio. Motivación en el entorno familiar

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TÉCNICAS PARA MOTIVAR AL ESTUDIANTE

La motivación es necesaria para conseguir una actitud positiva hacia el aprendizaje.¿Por qué tengo que estudiar? ¿Para qué me sirve aprender esto? A algunos alumnos les cuesta mantener una actitud positiva hacia el aprendizaje. Lo consideran tan sólo una actividad obligatoria impuesta por los adultos. Las técnicas de motivación ayudan a familias y docentes a modificar esta conducta e incrementar el interés de los estudiantes por el proceso escolar. Reconocer las tareas, fomentar la autonomía y la autoestima o enseñarles a descubrir los conceptos por sí mismos son algunos pasos para erradicar la desmotivación. La falta de motivación es uno de los aspectos que se asocia con frecuencia al fracaso escolar. Un estudiante desmotivado muestra menor interés por aprender, no encuentra utilidad a los conocimientos y, en consecuencia, rechaza las vías de aprendizaje que la escuela pone a su disposición. Un alumno motivado, sin embargo, tiene más probabilidad de alcanzar las metas educativas, porque en su opinión el esfuerzo que implica adquirir las competencias escolares tiene sentido. ¿Quién es responsable de motivar a los alumnos? Los docentes y las familias tienen un papel fundamental en el fomento del interés de los niños y jóvenes hacia el estudio, pero esta disposición motivadora está relacionada con aspectos intrínsecos al estudiante, que nada tienen que ver con el contexto en el que se mueve. Los investigadores coinciden en que la motivación es una capacidad que se puede desarrollar si se aplican las estrategias adecuadas en casa y en el colegio. Motivación en el entorno familiar

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La familia es el entorno en el que comienza la educación del niño. El hogar es el principal modelo de valores y conductas que marcarán el desarrollo cognitivo y afectivo del futuro estudiante. Los progenitores tienen la oportunidad de guiar a sus hijos hacia una actitud de motivación y prepararles para que se interesen y disfruten con el aprendizaje. Todo debe empezar por educar con el ejemplo. Los padres que muestran interés y entusiasmo por sus tareas o su trabajo y manifiestan su curiosidad por adquirir nuevos conocimientos trasmiten a sus hijos esta actitud de forma natural. Jesús Alonso Tapia, autor de 'Motivar en la escuela, motivar en la familia', afirma que el comportamiento de los progenitores puede influir en la motivación o desmotivación de sus hijos por aprender. Del mismo modo, es importante adoptar esta disposición en el tiempo de ocio con ellos. Enseñarles a buscar la respuesta a sus preguntas, participar en sus actividades con ilusión y demostrar satisfacción cuando consiguen logros significativos son algunos aspectos que fomentan la motivación. El ambiente en el hogar también debe incitar al esfuerzo y valorar éste por encima de los resultados. Para que el niño se sienta motivado en sus tareas, es necesario que se adecuen a sus capacidades y que la dificultad aumente a medida que adquiere nuevas competencias. Si se le obliga o incita siempre a realizar acciones para las que todavía no está capacitado, es fácil que se desmotive al comprobar que su esfuerzo no ha valido la pena. Si el niño fracasa o no consigue el objetivo propuesto, es necesario enfocar la solución hacia la superación por medio de la constancia y el trabajo y mostrar confianza en sus aptitudes.Respecto al aprendizaje formal, Alonso Tapia manifiesta que los padres también pueden influir en la motivación de sus hijos con la forma en que les ayudan con las tareas escolares, de modo que se les enseñe a enfrentarse a los problemas y en la relación que establezcan con sus profesores. Un contacto fluido en el que se compartan objetivos y estrategias favorece el interés de los hijos por aprender. Motivar en la escuela

En el ámbito escolar, el docente adquiere un papel primordial. Para conseguir que sus estudiantes muestren una disposición positiva hacia el aprendizaje, su actitud no se debe limitar a la transmisión de conocimientos, sino que debe poner énfasis en cómo lo hace. Para ello, cuenta con distintas estrategias para aplicar en el aula, hacer sus clases más atractivas y despertar el interés de los estudiantes por los contenidos curriculares, de modo que al finalizar se sientan satisfechos de haber aprendido algo nuevo. José Escaño y María Gil de la Serna, autores entre otras obras de 'Cinco hilos para tirar de la motivación y el esfuerzo', afirman que los profesores "tienen en el medio escolar la posibilidad de transmitir motivos a los alumnos para esforzarse". Según estos expertos, las intervenciones más importantes que pueden realizar los docentes deben enfocarse a cinco puntos: crear un proyecto personal, despertar interés por el tema de trabajo, fomentar el sentimiento de competencia, mostrar apoyo docente y sentir el apoyo de los compañeros. Para lograr el objetivo de motivación, Escaño y Gil de la Serna proponen una serie de actuaciones en el aula: •Relacionar los objetivos de las explicaciones con los objetivos y proyectos de los alumnos. •Llevar al aula información sobre el mundo real, que trate aspectos laborales y académicos de interés para los estudiantes. •Comenzar las clases con preguntas, incógnitas o datos que despierten el interés por el tema. •Fomentar la participación de los estudiantes para que piensen en los temas que ya conocen y muestren su opinión sobre el contenido.

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•Ayudar a reconocer y superar la ansiedad y frustración, reconocer sus capacidades y adaptar las tareas a ellas. •Personalizar el trato con el alumno, dedicarle un tiempo exclusivo para hablar con él sobre temas académicos o extraescolares. •Proponer trabajos en grupo para favorecer que se ayuden entre sí y aprendan a valorar la labor conjunta de un equipo.

jueves, 10 de marzo de 2011

¿Cómo aprender a estudiar?

La falta de organización y concentración son algunos de los errores que dificultan el aprendizaje"Es muy listo, pero no aprueba", "estudia mucho, pero luego suspende". Sentencias como éstas se escuchan a padres cuyos hijos en edad escolar no obtienen los resultados académicos deseados. Las causas de este bajo rendimiento no hay que buscarlas siempre en la capacidad o en la inteligencia de los estudiantes. A menudo, el origen del problema es diferente: no saben estudiar.

En su libro "Aprender a estudiar, no es imposible", el profesor Joaquín Almela define el término "estudiar" como una situación en la que el estudiante debe "situarse adecuadamente ante unos contenidos, interpretarlos, asimilarlos y retenerlos para después poder expresarlos en una situación de examen o en la vida práctica". El problema surge cuando el alumno tiene dificultad para llevar a cabo una o varias partes de este proceso de forma efectiva.

Estas dificultades pueden residir en características personales del alumno, como la falta de atención o la mala memoria, en actitudes hacia el estudio, como el desinterés o la desmotivación, en cuestiones organizativas, como la falta de método, técnicas y estrategias de aprendizaje, o en aspectos ambientales, como la carencia de un lugar adecuado para estudiar o la abundancia de distracciones en el entorno. Todas estas dificultades se pueden corregir de forma sencilla, lo importante es hacerlo a tiempo para que no se conviertan en un hábito que marque la trayectoria académica del estudiante durante su vida escolar.

Analizar la situación El primer paso que deben dar los progenitores, junto con los propios estudiantes, es analizar de forma detenida los diferentes problemas que detecta el alumno al estudiar. El escolar que obtiene bajas calificaciones no es el único que tiene dificultades, también puede tenerlas quien, a pesar de conseguir buenos resultados, ha tenido que realizar un esfuerzo mayor para alcanzarlos.

En este proceso de análisis deben intervenir los docentes o los tutores. Las dificultades pueden originarse en el momento de abordar el estudio en casa, pero también pueden tener de base

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una actitud errónea en clase. Estos profesionales son un apoyo esencial para obtener recomendaciones sobre estrategias, técnicas y recursos idóneos para estudiar de forma efectiva.

Errores habituales Cada estudiante es único, pero en función de sus dificultades de estudio pueden definirse varios perfiles: quien estudia mucho y no aprueba, quien estudia bien pero falla en los exámenes, quien no quiere estudiar... Según estas tipologías, las dificultades o los errores pueden residir en unos u otros aspectos:

Método de estudio: como afirma Ramón González Cavanach, en su obra 'Estrategias y técnicas de estudio', una de las razones por las cuales un alumno no es un buen estudiante puede ser "abusar de técnicas y estrategias simples centradas en la repetición y el repaso, en detrimento de otras más complejas como la elaboración de esquemas o la construcción de supuestos". Los especialistas recomiendan revisar este aspecto metodológico, sobre todo, en los casos de alumnos cuyo rendimiento al estudiar no se refleja en los resultados. Un uso adecuado de las principales técnicas de aprendizaje permite diminuir el tiempo de estudio y aumentar la habilidad para comprender la información.

Concentración: en ocasiones, el alumno tiene voluntad de estudiar, pero no es capaz de concentrarse en sus tareas. En estos casos, hay que revisar y eliminar los elementos de distracción que pueden provocar esta falta de concentración y proporcionarle un lugar de estudio adecuado alejado de las disrupciones.

Planificación: la abultada agenda de actividades extraescolares que atienden cada día muchos estudiantes impide que cuenten con el suficiente tiempo para organizar su estudio. Un alumno tachado de perezoso, en ocasiones es tan solo un alumno cansado, sin ganas de estudiar después de una jornada agotadora. Es necesario que los padres y alumnos planifiquen un horario realista, adaptado a la edad del niño y su perfil, que le permita adoptar una rutina de estudio eficiente.

Comprensión: algunos estudiantes son incapaces de estudiar de forma eficiente porque carecen de la base necesaria para entender la materia. Estos casos, más frecuentes en alumnos que cambian de nivel o de centro, necesitan una intervención del tutor o docente, que oriente a los padres y al alumno sobre los contenidos que debe reforzar para ponerse al día en la asignatura.

Motivación: la falta de interés y una actitud negativa hacia los estudios es una de las principales causas del fracaso escolar. Desde el entorno familiar, los progenitores pueden motivar a sus hijos si muestran interés por sus tareas, participan en ellas y expresan satisfacción ante sus logros. Por otra parte, los docentes en el ámbito académico pueden utilizar distintas estrategias motivadoras que ayuden a despertar el interés del alumno por las materias y fomente el sentimiento de competencia.

Ansiedad: distintas actitudes mentales como la inseguridad, el nerviosismo y la ansiedad pueden provocar que un buen alumno sea incapaz de demostrar sus conocimientos en el momento de enfrentarse a un examen. Se debe enseñar a estos estudiantes a preparar la mente para el examen, fomentar la confianza y seguridad en sí mismos y evitar que cometan errores frecuentes, como estudiar de forma desmesurada el día anterior, dormir poco o alimentarse mal.