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A Rossi Casa del estudiante
en
Chieti
¿Qué es hoy
la
tendenza? ¿En
qué
se ha convertido? Responder
a tales
preguntas exigiría ponerse previamen
te de acuerdo
en lo
qu e
fue,
hacer
menos
borrosos
los límites difundi
dos, precisamente,
por
su éxito,
por
su indiscutible influjo.
Nos
hacemos t al es preguntas
creo
que no tanto por l a d ispe rs ión de l
g rupo cuant o
por
el actual silencio
de l
qu e
fue
su
capitán, Aldo Rossi ,
que, habiendo renunciado a publicar
su esperado libro La
cittá
analoga
nos
daba
también, con la
presenta
ción
de l proyecto
de
residencia de
estud iant es en Chietti
un
definitivo
signo de silencio, de repliegue.
En
efecto, cr eo que
lo s
paneles
de la Bie-
na l
de Venecia del 76, que
presenta
ban su p royecto, nos inv it aban a pen
sa r que
Aldo
Rossi d ecid ía susp en
de r
su papel de
conductor ; e sto es,
qu e
dejaba
de
hacer una arquitec tura
casi como direc to e jemplo o emblema
de lo
que en
sus esc ri to s
nos con ta
ba un arquitectura c la si ci st a en
cuanto
interesada
en lo s u niv ersa
l e s para
replegarse a
una
arquitec
tura más libre
y personal -interesa
da en los part iculares- y que rozaba
sin
disimulo
el campo
de lo
gráfico,
ya
no como
definición
de
cómo la
ar
quitectura se
construye
sino como
campo art ís tico específico. Recuérde
se
cómo
para
Rossi
el
dibujo era ya
arquitec tura , en qu e c ua nto la cons-
truía a manera de producto de l pen
samiento,
recuerdo
necesario
para
percibir la diferencia q ue e n
aquellos
paneles vemos.
¿Podemos interpretar esto como un
ges to def in it ivo? ¿Debemos
concluir
que su pen samient o conducí a
inevita
blemente a
esta
dilución, a este con-
vertir la cittá
analoga en cuadro y la
residencia
d e Chi ett i
en
dibujo, por
el hecho de producirse él aho ra , más
que
como
arquitec to , como
el
prota
gonista más conceptual
de l arte,
ya
ta n abundante, que hace
pintura
y
obra grá fi ca con
un material figura
tivo,
procedente,
por cierto,
de la
bús
queda
formal en torno al reconoci
miento de la especificidad de la ar
quitectura? ¿O es, po r el
contrario,
CUMUN 1
TENDE
y
MODER
IDAD>
antón capitel
NOTAS
1
V Lotus International 15
Ibid
3 Ibid
También
2C
Construcción
de la
ciudad 10
4 Aldo
Rossi,
L architettura
de lla c it tá
Marsilio
Editori,
Padova,
966 Trad. casto
en
Gustavo
Gilí,
Barcelona,
9 7
5 Giorgio
Grassi,
La
costruzione
logica
della
architettura
Marsilio
Editori,
Padova,
967
Trad. casto
en
Colegio Oficial de Ar-
qui te ctos de Cataluña
Baleares,
Barcelo
A
Rossi La ciudad análoga
simple retirada,
de negat iva
a
seguir
conduciendo y afrontar
lo s
resultados
de
lo que, precisamente,
po r
su éxito,
parece convert Ir se
en
una
inaborda
ble
confusión?
Creo que ,
en
cualquier
caso, se
trata de un
gesto personal
con el que, al margen de las
razones
y de lo que
el
futuro reserve, Rossi
nos
ind ica que abandona
su papel , sin
qu e
esto
sea
poner en duda
su
obra
anterior
ni
lo que
ésta
significó y
acertó a
aglutinar.
Es ,
pues,
y sobre todo,
la desapari-
ción
de
Rossi la que
no s
hace
modi
ficar la pregunta que encabeza estas
notas, para
volver a enunciarla. Y así,
hoy l fijarnos qu e es por
encon
trar al
maestro
oculto,
silencioso,
cuando nos p regunt amos
po r el
gru-
p o
ver íamos ya
la identificación en-
tre la
tendenza
y Rossi como
cosa
aú n más clara.
Hablar
entonces
de lo
que hoyes la
tendenza
de
lo que fue
de
ella, será,
en primer lugar,
hablar
de Rossi. Y no
por
ningún personalis
mo, sino
por
reconocer cómo el pen-
samiento,
la
arquitectura
y la actitud
de Aldo Rossi fueron los auténticos
~ t ~ i z o r e s de un proyecto, hoy ya
mexlstente,
que
ha tenido una gran
inf luencia en
l a cul tu ra arquitectóni
ca europea
y,
concretamente, en
la
e spañol a. Aunque t al
vez
sea éste el
momento
para
recordar
a ese
otro
l íder a lterna tivo que, en el aspecto
intelectual,
tuvo la tendenza ese otro
Rossi
que fue Giorgio Grassi. Y
cuan
do , después
de observar la res idencia
de
Chietti
de Rossi, miramos la de
Grassi
3,
es tamos tentados a decir, al
ve r
al último,
impasible, proseguir
su
línea, que hoy la tendenza parece se r
él , qu e
para él
m ás
ajeno
a
éxitos
y a la s vicisitudes de l grupo nada
parece
en
sustancia haber cambiado.
No
tanto
examinar cuanto apuntar
el
a lc ance de
esta
influencia
va
a se r
el
objeto
de
est as not as ,
que,
por
lo
ya
di cho, se
dividirán en
dos
partes.
La que corresponde al
propio Rossi
como intelec tua l y
como
arquitecto
y la que corresponde a la tenclenza
entendida
como
proyecto
cultural que
él aglutinó y que, po r ello, heI1 os lle-
gado, en
extremo,
a identificar
con
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A Cantafora 973
herencia intelectual que
nos
deja: ve r
qué es
hoy
la tendenza
Ro s s i
en
cuanto é sta se halla
ya
en nuest ra s
mentes.
Y
luego intentaremos
apun
ta r t ambién qué es hoy la tendenza
en un sen tido más l it eral : dónde ,
de
un modo u otro, f ruct if icó la semil la ;
dónde está
hoy
en un
sentido
real y
ope ra ti vo , di cho esto
un
poco vaga
mente-
aquella escuela.
Pienso
que
Rossi
debe
entenderse,
en primer
lugar, desde la
Arquitec-
tura
de la ciudad
allí
se halla con
densado
lo más importante
de
su
pensamiento y es lo que hoy aun-
que ta l
vez
ya
a
algunos
les
parezca
poco nos
sigue
aún
interesando, lo
que ha
convertido
a su libro en un
clásico
que permanece desde enton
ces de lectura obligada.
Pero Rossi no hubiera sido el mis
mo n o
hubiera recibido
la
misma
atención, ni si qui era
como
ensayis
t a
de
no haber
«construido» con
el
dibujo pues
pocas veces
pudo ha
cerIo con
la
materia r ea l una
serie
de
a rqui te cturas que fue ron s iempre
ejemplo o
contrapunto
de
sus
pala
bras.
Hasta
t al ext remo que creo que
su obra t a l y
como
él ambiciona
b a no puede comprender se si no
es
en la consideración
paralela
de am
bas
cosas:
de la coherencia que
querían alcanzar obra escrita y obra
proyectada. Entonces, cuando
cono
cimos sus proyectos, cuando fuimos
viendo aparecer sus distintas respues
tas,
no era tanto un proyecto cual
quiera
aquel
que interesaba, sino
el
proyecto
capaz de ver te r un
discurso
paralelo con su análi si s de
l a c iudad
y su entendimiento
de
la arquitectu
ra como discipl ina
que
l a const ruye ;
de
generar,
por encima de la solu
ción
arquitectónica
concreta,
un dis
curso teórico.) Ahora y al margen
de
la coherencia
o no
que medie
en
tr e
el las
podríamos
llegar
a
su
obra
de otro modo y examinarla
como
ar
quitectura y, esta vez, con un
bisturí
quizá
más fino. Y si
seguimos con
las
«vidas
paralelas», recordaremos
también el libro de Giorgio
Grassi
La
construcción
lógica de la arquitectu-
_
p ~ ~ l i c d o
..c?mo el de ~ o s s i en
do, como
sabemos,
en establecer una
lectura de la
ciudad
mediante la
vi
sión del campo que
cree
más perti
nente
la
arquitectura), Grassi
exami
na
ésta en la
intención
de compren
derla
como discipl ina lógica
-enten
diendo qu e momento lógico-analítico
y momento
creativo coinciden
en ex
tremo, son
una
misma cosa y que
debe
entende rs e en
el interior del
continuum
histórico
que forman las
arquitecturas
en que se
apoya
para
argumentarla. Pero como Rossi, Gras
si hacía también
una obra dibujada
o
también,
raras veces,
construi
d a
con el
propósito
de
ejemplificar
su pensamiento, viniendo a demostrar
tantas veces la
cercanía y,
diríamos,
la complementariedad de
las
obras de
ambos en el doble campo en
que
ope
raban. Tal
vez su
momento
más cer
cano
fuera, precisamente, el que po
dríamos
llamar
de
fundación
cuando
ambos l ib ro s se
publican,
sus
auto
re s
realizan,
jun tos, uno de sus más
hermosos,
y
entonces i luminadores,
proyectos: el conjunto de
San
Rocco
en
Monza
1966).
Pero
volvamos a la rquitectura de
la ciudad pues
creo
que
nos pone en
camino
de pasar
ya
concretamente a
nuestro
tema.
Si
se
piensa que en
el
año
1966
la
cultura
arquitectónica
empezaba a estar
definitivamente
in
vadida po r cosas tales como
Archi-
gram y sus epígonos
europeos
y ame
ricanos, po r las teorías de
Alexander,
por la obsesión tecnológica
y por
las
metodologías rebuscadas más
allá
de
la arquitectura, etc., no podemos en
contrar
más lúcido y oportuno el li
bro de Rossi . Pienso que el
olvido
de
finitivo
de
tantos
falsos problemas se
debe
en gran parte a
nuestro perso
naje,
a
la influencia
de
su
obra, a la
tendenza en fin. En el tiempo de las
utopías adisc ip linares, de la crisis
real
del
urbanismo moderno
d e
tan
ta s
otras crisis-, Rossi nos habla de
la ciudad
como
algo que podemos en
tender
en términos de arquitectura:
que sólo así, incluso, podremos real
mente
comprenderla. Y declarando
que la arquitectura es el instrumento
p r e ~ ~ ~ o por ser
~ m } o propio:
es-
en el
hecho
de abandonar aquello que
son sus
fundamentos,
sus principios.
La
arquitectura es, pues, un campo
de pensamiento no enteléquico, no
vicario,
que en el
t iempo const ruye
l a c iudad.
Y es
esta observación
de
la construcción de la
ciudad
en el
t iempo la que le permite pasar a l aná
lisis
y explicarnos cómo l a c iudad se
edifica con
eementos
primarios y en
áreas, surgiendo la noción
de
la
ciu-
dad por partes la
que
le hace enun
ciar
un
lúcido sentido
del monUlnento
como
elemento primario, ligado a las
instituciones
y a los acontecimientos,
como
punto
fijo
de la
estructura
ur
bana, como permanencia y memoria
colectiva;
entender l a c iudad
y su cre
c imiento como dialéctica de la per
manencia y
de l
cambio; contemplar
el
t ipo como principio const itut ivo
de
la arquitectura y de
la ciudad; hablar
nos de la ciudad como hecho
univer
sa l
siempre singularizado, intentando
la noción de
«1ocus»...,
todas
ellas
contribuciones operativas para dar
les
el
calificativo
desdeñosamente uti
lizado
por
Tafuri)
y críticas,
útiles
al
menos
para
un
debate aún
no del
todo
clausurado.
Y
así
el
análisis
de
Rossi está
ya
en nuest ra cultura, in
cluso sin
ninguna
polémica,
pues
es .
ya
en realidad la base de la forma
de
pensar de
muchos,
en tanto otros
s e a
sólo para negarlo-
necesitan
ineludiblemente, conocerlo.
Su arquitectura,
aun
por
encima
de
relatarnos de
otro modo su pensa
miento más
general,
tuvo un interés
fifYurativo y
composi tivo muy
influ
yente. La
simplicidad y el esquema
tismo, la
simetría,
la pregnancia v -
sual,
la reducción
de los
elementos
arquitectónicos al
mínimo
conjunto
lógico y
tantas
veces- a su propio
esquema,
el
acercamiento
del
modelo
al
tipo,
el
interés
po r el
espacio pers
pectivo,
el
valor de la monotonía,
el
desprecio po r la invención
y
la
nove
dad, el
aprecio
por la técnica pero
a l pensar en la
constructiva- su
subordinación a lo que
entiende
es
trictamente arquitectónico,
etc.,
son
temas que evidenciaban en su obra
a lgunos de los
mecanismos que
se en-
.
• _ l _ , _ _1 __ 1 __
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A. Rossi y G Grassi. Unidad residencial en
Monza, 1966
COMUN 1
Universidad de Moscú.
los que se operaba, para
conseguir
un
fin arquitectónico
y
urbano,
po r
medio
de la razón.
La arqui tectura,
pues,
como
disci-
plina
autónoma
concepto
debatido
en muchas
discusiones inútiles,
pero
esencialmente claro a pesar
de
lo res-
baladizo de sus bordes exac to s, d e
sus
límites que encuentra su depósi-
to y sus
textos
en la historia. Y es al
llegar
a esta palabra, la historia , cuan-
do estaríamos tentados de
pensar que
l a mayor con tr ibuc ión de Rossi
a
la
cultura arquitectónica contemporánea
fue
la
clarificación
ante la
historia
de
la arquitectura que o frec ió con
sus entonces
subversivos
puntos
de
vista. Puede
decirse
que l a v is ión
de
la
historia
de la arquitectura como
constante avance y perfecc ión en el
que cada vez que
se
produce un nue-
vo
paso,
éste
vuelve i legí timo
y ab-
surdo el anterior
recibió
su
má s
cer-
tera punti lla en los escritos de Aldo
Rossi
y su arquitectura nos guste o
n o fue s iempre c la ro e jemplo del
modo en
que la
historia
l
disci-
pl in pod ía ser utilizada.
No
necesitamos compartir
el
senti-
do de la historia propio
de
Rossi
los
monumentos romanos, los palacios
del renacimiento, los castillos, las ca-
tedrales góticas, constituyen
la
arqui-
tectura; son parte de
su
construcción.
Conto tales, volverán siempre no sólo
o
tanto como historia y memoria, sino
como elementos del proyectar
para
reconocer
su
clarificación,
la deuda
que con él
tenemos
y
no sólo,
ta l
vez en este
campo.
Olvidar lo s avances figurativos y ti-
pológicos evidenciándolos falso me-
dio
de progreso
y
causa de
la diso-
lución disciplinar;
negar el lenguaje
est il ís tico como medio desde el que
se comprende la
arquitectura;
conde-
narla
como mediadora de la
creación
personal para valorar su papel s u
capacidad de
se r
proyecto- en
el in-
terior de lo urbano a modo de res-
puesta colectiva;
revalorar
o
volver
a entender autores y períodos del mo-
vimiento moderno
no moderno
falsamente
evaluados
en la historia
por
e l e xc es iv o peso concedido a lo
figurativo
en
l a obses iva
persecución
de un inútil «lenguaje
moderno»;
de-
nunciar
las act itudes moral is tas que
disuelven la arquitectura implicándo
la en funciones
y
significados _ ~ n a ~ c a l
NOTAS
6 Bonfanti y otros, rchitettura razionale,
XV Triennale di Milano. Sez ione In terna -
zionale di Architettura, Franco
Angeli Edi-
tore, Milano,
973
7
V G io rg io G ra ss i, « Li ce nz a d el l ov vi o» ,
en
Lotus, 5 Trad. casto
en
2C Construc-
ción de la ciudad, 1
s Expres ión de Juan Navarro Baldeweg
en
el
texto para
la
exposición
de
dibujos
de
cuarenta arquitectos
ingleses
en la
ga-
ler ía Buades,
Madrid, 976 cito l a fr as e de
memoria .
9
lUdo Ross i cito
de
memoria .
disciplina,
en un
confuso
y
destruc
tivo
entendimiento de ésta
y de
sus
posibilidades
y funciones; plantear,
en consecuencia, la
falsedad. de en-
contrar
relac iones biunívocas
entre
ideología
y
lenguaje,
entre
ideología
y
artequitectura;
valorar el
t ipo como
principio
de la
arquitectura eviden-
ciando
la
falsa
y tonta trayectoria
de l
funcionalismo ingenuo; buscar la
con-
tinuidad entre palabra y obra en t re
pensamiento y arquitectura- en be-
neficio
de
una arqui tectura
pensada
desde la ra zón y no desde e l e qu ív o-
co
concepto de
racionalidad
que tan-
to tiempo fue
opinión
convencional;
entender el trabajo del arquitecto co-
mo
un oficio
ilustrado
que no
puede
justificarse
en
otro
medio
que el
de
su misión. física... Tales
son
algunas
de las
ideas
que
hoy
siguen
siendo
netas,
que
están
ya
entre
nosotros,
y que sólo
pueden
se r
entendidas
en
la lectura
de
l a h is toria de la arqui
tectura de
l a h is toria de la const ruc
ción
de
l a c iudad en el tiempo . Y ta-
les
ideas -insinuadas
o
enunciadas
a lgunas de el la s en la
Arquitectura de
la
ciudad
pertenecen ya
a un avan-
zado estado
de
la
tendenza:
al mo-
mento
más
polémico
y coherente que
fue su presentac ión pública «oficial»
d ig mos
en
el marco
de la
Sec-
ción Internacional
de
la XV
Trienal
de Milán
en 1973. De
todo
el lo es ade-
cuado
testimonio otro libro:
Archi-
tettura razionale
6.
Pienso, no
obstan
te,
que
ya la coherencia del libro
er a
sólo aparente y
que si ilustraba con
claridad el «proyecto» de la
tendenza,
estaba ya
allí el germen
de
lo equí-
voco. Frente a los textos, frente a la
claridad
de
la
antología
en torno al
movimiento moderno,
ta l vez la tramo
pa
de lo f igurat ivo prende a los que
tanto
cuidaban
evitarla.
Y así, por un
lado, las
arquitecturas
que más nos
interesan -Rossi , Grassi, Polesello,
Reichlin
y Reinhart,
Charters,
Bi-
s og ni , l os e j er ci ci os de las escuelas
exhiben
tan
gran fidelidad
a
ciertos
mecanismos de composición y figu-
ración que, si bien lograban explicar
cosas
que
por
otro
medio no
s e evi-
denciaban,
escondieron la realidad
el
anhelo- de
que
la
tendenza
no era una
s impl e cues tión de
estilo,
desplazando
a
tantos observadores
que, interesados en aquella forma de
pen sar, no
se reconoc ían en éste
y
:
fn
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G Grassi y
Monestiroli . Casa del estudiante en Chieti.
mas que casi
en seguida una
gran
s recogIeron gustosos una no
edosa
e
incensa
fIguracIón para
se r
en los n1eJores casos
como
para
realIzar
ejerciclOs
de
es
Ilo y en los
más
par a a rr opar ba
o i nt en cl On es
arqUltectóni
s divorciadas de
su
distinto traje.
por otro lado al añadir al gru
o algunos o tros a rqui tectos lo s
Krier
los i ive, Ungers
conseguía demost ra r que
no hay
e
proyectar
como
Rossi par a e sta r
de sus intenciones de su teo
sino tan sólo introducir
contra
que con el tiempo se
harían
y
así hoy siguen
parecién
más auténticamente rossianos
s proyectos de Garniel , de
Taut
de
Bottoni de Schmidt de
d ... , y la ca sa de la Michaelerplatz
Karl
Marx Allee de Ber lín o la Uni
r si dad de Moscú nos
explican
me
r
que
la propia tendenza
lo
que ésta
pretender eliminando el pro
estilístico
como tema
básico.
l m ismo Rossi advertía en l a int ro
del
libro
u n texto a
mi
jui
o capital para
entender
el « pr oy ec
del grupo y
qu e
contiene
la
me
r
síntesis
de sus ideas aceptadas o
por
nosotros-
que en la exposi
ión se ha buscado dar la máxima im
tancia al
momento
f igurat ivo de la
teniendo en cuenta tam
el valor
autónomo
del
producto
n sí del proyecto arquitectónico.
es, que lo figurativo no
er a
algo
olvidar o despreciar pues como mo
f ina l de la
arquitectura
se con
en rost ro
de ella. Pero que no
bía así
interpretarse
ta l
rostro
más
e
como
lo que
era: como
la
apa
última de unos princ ip ios que
alcanzar que
entre aparien
a y realidad
entre
superficie y fon
no
hubiera
fisuras;
que
fueran
n intermediario una misma cosa.
En
r el ac ión con
lo anterior Rossi
para la arqui
el
componente
autobiográfico
e l peso del autor en definit iva
sería
desde
esta ópt ica
llevada
al
t remo donde se nos
most ra rí a s u
de
Chietti
en
el
que
el
conductor
otras
veces de los
que
se
piensan
pertinen
s
para
el
proyecto
parece
actuar
fico, en el olvido de sí mismo soste
niendo la
condición analítica
como
estructura
lógica de la arquitectura
como el
soporte de
las relaciones sin
tácticas en
las
que
se
basa su
autó
nomo
constituirse
su «construcción».
Sus proyectos e l de Chietti t am
bién como ya
vimos
o
casi cualquier
o t ro
aspiran
a l a presencia de
una
arquitectura
sin
autor
a
un a licenza
dell ovvio tan claramente expresada
por
las
a rqui tecturas rurales que
pone de ejemplo
7.
La herencia
de
Rossi d e la ten·
denza
positiva o gravosa es, pues
grande.
Y si he
de seguir
actuando
de
albacea
pasaría
a dec ir que la con
sidero
sustancialmente positiva.
Pues
el pensamiento y la
arquitectura
de
Rossi
han
Venido a
clausurar
defini
tivamente a resolver
la
crisis endé
mica en que a partir
de
la
segunda
guerra
mundial se movían los pre
supuestos del movimiento moderno.
Crisis y debate que paso a paso fue
ron llevadas por la cultura
arquitectó
n ic a ita lia na desde despué s de l a gue
rra y
que
ahora cuando Rossi desapa
rece y
la tendenza
s e di luy e, ta l vez
concluya
su
n o siempre reconoci
d o protagonismo
intelec tual sobre
la cul tura arqui tectónica europea.
Después
de Rossi el movimiento
mo
derno es un episodio his tórico más y
nuestra
relac ión con él, a salvo de
su
mayor cercanía será como con
cual
quier
otro. La amb igüedad de la
ten
denza con el movimiento moderno
aquel valorar tantas cosas
frente a
la confusión
pero
negar muchos de
sus
principios denunciar
sus equívo
cos ya nos había sido anunciada.
Así, si hoy va a
quedar
definitiva
mente guardado en el hangar «aquel
tren
de poderoso
ritmo»
-como
que
rí a y decía Juan Navarro _ y
hoy
debemos
empezar
a llamarnos según
muchos
ya
dicen posmodernos la
fuerza que
nos
conduce a bautizar
nos con un
nombre
cuya
dependencia
indica bien
nuestra
falta de
identi
dad y nuestra poca fe
en
que a
pesar
de
todo hayamos superado
el
pasa
do, es, s in duda la inf luencia del mo
vimiento
cultural
que
comentamos.
Nue stro s ya nuevos ojo s sob re
la s
co
sas sobre la h is tor ia sobre el papel
de
la arquitectura
se deben funda
tura sajona
qu e protagonizó
la
ton
ta
confusión
de
lo s
años
sesenta- y
a
pesar
de
la
americana. La «pos
modernidad»
hija
en reali dad de
tantas
cosas
anuncia
ya
su
condlición
diversa,
aquella
qu e al enunciarla pa
rece
dejarnos la
situación aclarada
pero que
después
de pronunciada
nos
muestra
l a duda la poca confian
za que tenemos en desentrañar su s
muchos significados: el eclecticismo
con
su rost ro
ta l
vez de
mil
caras
que
el próximo futuro parece prometer
nos y que acaso
podía
haberse adivi
nado
como
producto
del modo de ver
las
cosas propio de la tendenza, cuyo
res tr ic tivo est ilo se basaba en
un
en
tendimiento de
la
arquitectura
de
la
disciplina que comprende la historia
como
«un
crepúsculo estático que
baña
con igual tono de luz todas las
épocas todos l os est il os» 9.
La
tendenza
hoy s i entendemos
ahora la expresión en
su
sentido
di
recto e iniciamos así
la prometida
se
gunda p r te es, en primer
lugar
todos aquel los a los que alcanzó di
rectamente
su
fuerza
y que, dentro
de la variedad que el con junto de la
cul tu ra posmode rna p romete tener
mantienen
con
mayor
o
menor
fide
lidad los presupuestos
rossianos
in
terpretados la s más de
las v eces des
de los propios problemas locales
o
personales-o No es preciso señalar:
en cua lqui er revis ta que hoy
se
abra
en
cualquier
concurso que
se celebre
aparecerá inevitablemente la tenden
za menor la pretensión de l os di scí
pulos diríamos desconocidos. Y
hoy
que ya
la moda
abandona
po r
desgas
tada la figuración «tendenciosa» es
cuando
la
colaboración de discípulos
<<libres» nos parece más auténtica:
cuando és to s
desarrollan lo qu e la
tendenza
pretendía
según su propio
modo de entender
las
c os as , cons i
guiendo
así
aquel la más d il at ada ar
quitectura que responde a sus pri n
cipios
sin
necesidad de obediencias
puro-estilísticas,
ta l
y
como
el
grupo
o
Rossi-
pudieron
ambicionar años
antes.
Pero al
margen
de
esta
tendenza
li-
bre, podemos apuntar lo qu e
hoy
son
algunas de
las
actitudes de los anti
guos miembros. Es en el Borgo Tici
no donde encontramos hoy ta l vez lo
8/17/2019 Tendenza y PostModernidad.pdf
http://slidepdf.com/reader/full/tendenza-y-postmodernidadpdf 5/5
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E
M.
Garan y J. l. Linazasoro. Escuela en Irún, 1975
deben merece rnos la a tenc ión
y
que
se :;Iguen aglupanCío alreCíeCíor
Cíel
re
conOCImIentO a la lucIdez y a la
amISWCí- Cíel maestro.
En
algunas
revIStas 10 podemos ver los proyectos
y
las
obras
íe
.t<.eIcnlm y .Kemnart,
Durisch, Galfett i, Ruchat
Roncati
y
Truempy, rllario Botta,
etc.
Aunque,
naturalmente, será en Ita
lia donde la
semilla
haya p rend ido
más
veces y
donde Braghieri,
Bonical
zi, Vita le, Sav i,
Polesello
... , S io la, Bi
sogni
..., Stella y Ricatti,
Baldiserri,
Grossi
y
Minardi , Cornoldi,
Rosa y
Sajeva... y
tantos otros nos hagan
comprender
que
la
arquitectura
mo
derna
en
Italia es, sobre todo, aque
ll a
arquitectura
heredada
de la ten-
denza y
en donde -como en
e l Borgo
Ticino- la
actitud hacia
el movimien
to moderno sigue siendo
parecida
l a
misma diríamos-
a
la del principio:
la fidelidad a
las
líneas modernas con
las
que el grupo
quiso
entroncarse en
una
difícil
continuidad
que necesitó
como solución la d efin itiva
condena
de tantas ideas tenidas
como
propias
de la ortodoxia de lo moderno.
Giorgio Grassi (y
los que se
reco
nocen en su alrededor, como
son los
arquitectos vascos Garay y Linazaro
so)
forman otro
grupo afín que a mí
se me antoja de dis tinto mat iz . Pues
ya
vimos
cómo
este otro
maestro e n
el
que siempre
estuvo presente
la
am
bigüedad entre
el paralelismo y la al
ternativa
a Aldo
Rossi -
no partía
tanto
o
sólo
de la
fidelidad
o conti
nuidad con determinadas líneas
del
movimiento moderno cuanto
del
en
troncarse
con la completa línea clá
sico-racional de l a h is to ri a entendida
como
capaz
de definir la arquitectura
como «construcción» 11 lógica. Acaso
podemos permitirnos
elegir por
su
emblema a
Heinrich Tessenov,
el ar
qui tecto que
Grassi redescubrió para
la
cultura europea,
y cuya
imagen
puede
se r
ahora capaz
de hacernos
ve r
bien
cómo Grass i fue, a mi
juicio,
el que desde el principio señalaba lo
que podía ser una posmodernidad de
tendencia.
Los hermanos
Krier, por
ejemplo,
fue ron desde
el
principio
más
unos
arquitectos unos
artistas-
revitali
zados por la tendenza que estricta
mente fieles al amplio significado de
ésta y que, con
ta n
ilustres «compa
ñeros»
como
Ungers o el mismo Stir
ling, vienen a señalarnos la>inmensa
fuerza
que en Europa alcanz6 'el ros-
sianismo;
tal que
llegó incluso a la
inatenta
Ing la te rra, que debe recono
cer
hoy
que
pesar de Banham, a
pesar
de
Jencks- no
fue
suficiente
el viaje de Iñigo Jones o la a tenc ión
a
Piranesi
y al settecento para
dejar
de interesarse
por l a cul tura
arquitec
tónica
italiana.
Cuando hoy -después del
Stuttgart
de Robert Krie r 1 2 _ León Krier
patro
cina,
bajo
los auspicios
del
belga
Cullot, el
libro
Architecture ration-
nelle 13, que ya desde su mismo t ít ulo
NOTAS
10 V.
Louts,
15
y L Architecture d aujourd-
hui, 190 abril
de
1977.
Entrecomillo
la
palabra construcción
para entenderla como obrar de acuerdo a
una razón
y evitar
así
la
confusión no
sólo
con
edificar,
fabricar,
sino
también con ma-
terializar un pensamiento.
Traslado
de
la
precisión de R. Moneo en el
trabajo
citado
en la
nota
14. ,
12
Robert Krier} Stuttgart . Teoría y prác-
tica de los espacios urbanos.
En casto
en
Gustavo Gilí, Barcelona, 1976.
13
Architecture rationnelle, Archives d'Ar
chitecture
Moderne,
Bruxelles,
1978.
14 Rafael Moneo, La idea de arqui te ctura
en Rossi y el cementerio de Módena, publi
cac iones de l a Escuel a
de
Arquitectura
de
Barcelona, 1974.
Reproducido
en Opposi-
tions, 5 1976.
15 Josep Quetglas, Rossi: dos «construc-
tura razionale, el tema
no
nos coge
desprevenidos. Y cuando, sin referen
cia
ninguna al movmuento moderno,
el
papel
qu e
éste
hacía
en
el
libro
«modelo»
es ahora representado por
los
proyectos más
«rancios»
-funda
cionales- de Aldo 'Rossi y de los ge
nuinos y originales
«tendenciosos»,
ya
lo entendemos todo. Pues, para LeÓn
Krier
y los
que le
siguen,
la tendenza
Ro s s i parece
se r
el medio
que
les
permite
de forma definitiva
superar
lo moderno y volar libremente. La
«posmodernidad», en lo que tiene de
más
indefinido y confuso, de
más
ecléctico, invade ya el
libro
belga.
Y
así, cuando vemos hoy a
León
Krier
hacer
ejercicios neopiranesianos, pro
poner obsesivamente
personales «ciu
dades
análogas» como
propuestas que,
al margen
de toda declaración,
am
bicionan
se r
realidad, apadrinar
ejer
cicios de est il o y cuadros de
objetos
valorados «neo-scolarianos»,
pensar
que la ciudad
debe
se r un espectácu
lo espacial tardo-barroco,
confundir
las
aportaciones
del movimiento mo
derno e
interpretarse
inconsciente
mente
a sí
mismo
como
arquitecto
al
margen de
«aquel tren
de poderoso
ritmo» ...,
es cuando pensamos que
León Krier nos interesa ya menos,
cuando su
probado
ta lante parece so
lamente a
nuestro
servicio
para que
interpretemos mejor nuest ra cultura.
O ta l
vez,
simplemente, para colgar
un
dibujo
suyo
en
nuestra
sala
de
estar.
Quedaría,
por
último,
hablar de
Es
paña,
esto es,
del país que
después
de Italia
ha sufrido
la
más
profunda
influencia de la tendenza. Nadie hoy
que s e a some a las escuelas de arqui
tectura, a las revistas, puede ignorar
la.
En España
fue
donde se traduje
ron
por
primera
vez los libros
de
Rossi,
donde
existe
una
revista
doctri
nal
2C Const rucción de la Ciu-
dad
incluso
donde
se
han
publica
do dos de los mejores
textos escritos
sobre Rossi: el
de
Rafael Moneo,
La
idea de arqui tect ura en R ossi
y
el ce-
menterio de Módena 14, y el de Josep
Quetglas es ta
vez
desde la
crítica
marxista
radical-,
Dos construccio-
nes
15. No hace fal ta
seguir. Todo el
mundo conoce l a inf luenci a
rossiana
en Cataluña e n donde el papel do
cente
de Rafae l
Moneo
y la
revista 2C
compa rten la mayor responsabilidad,
en el
País
Vasco, en Galicia, en Se
via, en Madrid. Y para comprobarlo
baste recordar no
sólo
la revista 2C
sino
Arquitectura, lano y,
para
Ma
drid,
leer
el recién
aparecido
número
de Arquitectura bis.
Es ésta
una
historia ya más fami
liar que incumbe incluso a uno mis
mo
y cuyo, inevitablemente,
minu
cioso
relato no encuentra
aquí
su
me
jo r ocasión.
Tal vez baste, a título de colofón,
reproducir las palabras de
Luis Bu
rillo
el
otro
día,
cuando pensábamos
juntos que
sin Rossi, sin
la
tendenza,
acaso la arquitectura
-como
tantos