teoría sistémica en el derecho

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Page 1: Teoría sistémica en el derecho

A propósito del proceso sistémico de enseñanza-

aprendizaje del Derecho

María Teresa Vizcaíno López1[1]

Sumario: Introducción. 1. Perspectiva psicopedagógica. 2. Perspectiva

antropolítica. 3. Perspectiva ontoepistemológica. 3. Perspectiva

ontoepistemológica. 4. Perspectiva didáctica. Consideraciones finales.

Introducción

Los procesos de enseñanza-aprendizaje del Derecho cimentados en una

compleja serie de interacciones y de significados paradigmáticos, en los que

intervengan los dicentes, en la articulación de los contenidos de aprendizaje y el

docente renuncie a connotaciones individualistas, no son ficciones; empero,

implica (re)construir contextos de relación donde se privilegie la comunicación de

los agentes involucrados. De ahí que, resulta menester formular una propuesta

alternativa que supere los paradigmas fragmentarios del conocimiento jurídico.

No obstante, esperar una “propuesta alternativa” podría estimarse en vano, porque

si alguien propone ideas acordes con la lógica predominante, no tendrá nada de

“alternativa”; si propone ideas desde otra lógica, no se verán como viables y, por

1[1]

Candidata al grado de Doctorado en Interpretación de los Derechos y Libertades constitucionalmente reconocidos, por la Universidad de Castilla-La Mancha (Toledo, España), miembro del Consejo Editorial de la revista IUS-UNLA y profesora de asignatura “B” en el nivel licenciatura de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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ende, no será “propuesta”. Por tanto, para que surja una propuesta alternativa

viable, es menester mudar de la visión de contraponer el interés particular al

interés común, por una que adopte el interés común como parte del interés

individual; precisamente, desde esta lógica de la complejidad se plantea el

presente trabajo.

Ahora bien, el proceso sistémico de enseñanza-aprendizaje del Derecho,

como cualquier actividad humana que se realice con sistematicidad, exige de

componentes metodológicos. De esta suerte, los docentes debemos tomar en

cuenta, al realizar nuestra función (in)formativa, las cuatro perspectivas del

proceso sistémico de enseñanza-aprendizaje del Derecho: psico-pedagógica,

antropolítica, ontoepistemológica y didáctica, ya que éstas condicionan la

producción de los “saberes” jurídicos.

1. Perspectiva psicopedagógica.

La perspectiva psicopedagógica, recoge la fundamentación teórica

existente y la experiencia educativa adquirida en la práctica docente.

Un rasgo distintivo de la práctica pedagógica contemporánea es el número

elevado de corrientes y de teorías que, apoyándose en diferentes puntos de vistas

económicos, filosóficos, sociales y psicológicos, intentan explicar el largo y

complejo proceso de la educación del ser humano.

La preocupación por la calidad, la eficiencia, la productividad y la

competitividad, que existe hoy en día al interior de las universidades, es el

resultado de cambios internos y externos que las han afectado, fundamentalmente

en los últimos veinticinco años. Entre los elementos que caracterizan este nuevo

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entorno se encuentran los siguientes: la diferenciación institucional, la masificación

de la matricula, la restricción de recursos, el incremento de la competencia entre

instituciones de la educación superior, la diversificación de la demanda, la

transición hacia economías basadas en el conocimiento, la globalización de los

mercados y la competitividad y el cambio en la orientación de la valoración social.

La formación docente es una actitud continua y permanente de búsqueda

de conocimientos y comprensión sobre nuestra propia acción para asumir roles

específicos que respondan a necesidades educativas. Los ambientes de

enseñanza y aprendizaje se entienden como el escenario que integra las

condiciones físicas, psicoafectivas y materiales generadas en la interacción

humana que posibilita el intercambio, la creación y la transformación de

significados comunes en el contexto institucional en respuesta a un proyecto

histórico-político nacional.

2. Perspectiva antropolítica.

La perspectiva antropolítica, se refiere a las demandas sociales y

culturales; además, de la legitimación institucional.

La exigencia de contar con una educación de mayor calidad es una demanda

de la sociedad actual, un imperativo del exigente mundo en que estamos

inmersos, el cual ha creado la urgente necesidad de que el trabajo sea mucho

más eficiente, para lo cual se requiere de mayor preparación.

La preocupación por formar técnicos y profesionales útiles para la sociedad

mexicana ha conducido a la revisión de los planes y los programas de estudio. Sin

embargo, los cursos universitarios, por lo general, continúan siendo concepciones

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fragmentadas del conocimiento y discursos ideológicos ajenos a la realidad que no

le proporcionan al estudiante universitario, “herramientas” idóneas para entender

su entorno.

No necesitamos agentes que reproduzcan diseños jurídicos anacrónicos,

más bien, nuestra realidad social nos plantea la necesidad de formar

profesionales del Derecho con un alto compromiso social que estén conscientes

de las problemáticas que se presentan en su entorno y, con la capacidad de crear

nuevos esquemas normativos que armonicen a la sociedad. La transformación de

los procesos de enseñanza-aprendizaje jurídicos incidirán en la generación de una

ideología que permitirá reconstruir al Derecho; éste dejará de ser un instrumento

de control y opresión social para transformarse en una pieza ordenadora de

nuestra colectividad, que deberá cimentarse en el respeto a la dignidad humana y

en la consolidación de la "unidad, solidaridad e integridad" social.

De esta suerte, la educación, como utopía orientadora, permite afrontar el

futuro, generar espacios de calidad humana y de convivencia pacífica; no

obstante, en la actualidad nos enfrentamos a diversos retos que sólo través de los

cuatro pilares de la educación (aprender a conocer, aprender a actuar, aprender

a vivir juntos y aprender a ser) podremos superar2[2].

3. Perspectiva ontoepistemológica.

La perspectiva ontoepistemológica, comprende aquellos conocimientos

científicos que integran las correspondientes áreas o materias curriculares.

2[2]

Vid. Los cuatro pilares de la educación. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI (Presentación introductoria de Ezequiel Ander-Egg). Buenos Aires, Magisterio del Río de la Plata, 1997.

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En la enseñanza del Derecho se han subsanado las posibles coyunturas y

disyuntivas teóricas que obligan a la reflexión y sólo se limita a la asimilación de

conceptos formales; la labor de los docentes se ha centrado, en el mejor de los

casos, en la exposición magisterial de nociones jurídico-positivistas3[3] y en la

erradicación, en la mayor medida posible, de conocimientos propios de las

asignaturas que permitan la comprensión de aspectos materiales.

Pedagógicamente, ha implicado que los planes y los programas de estudio se

centren en el aprendizaje “casi memorístico” de definiciones y conceptos

dogmáticos4[4].

Tomando como base que la educación jurídica se enmarca en la diversidad

de matices e interpretaciones, es necesario construir modelos pedagógicos

inclusivos e integradores de la diversidad, de modo que el concepto de “proceso

educativo” articule el saber reflexionar, valorar, organizar, seleccionar e integrar lo

que puede ser mejor y que se sistematice en la valoración continua para erradicar

reduccionismos y que, a la par, no incidan en el totalismo del Derecho; por ende,

implica construir una propuesta de aplicación flexible según la situación concreta

en que se desarrolle el proceso de enseñanza-aprendizaje del Derecho.

3[3]

El positivismo jurídico, decía Bobbio, puede entenderse como modo de aproximarse al estudio del Derecho, como teoría del Derecho y como ideología sobre el Derecho; al respecto, Vid. Ruiz Miguel, Alfonso. Política, Historia y Derecho en Norberto Bobbio (col. Biblioteca de Ética, Filosofía del Derecho y Política, núm. 34). 2ª ed., México, Fontamara, 2000, pp. 71-72. 4[4]

“Dogmatismo y escepticismo se han presentado como escollos de la razón en su camino hacia el conocimiento; pueden verse también como posturas, de sentido contrario, que impiden la observación de las normas éticas acerca de la creencia. Podemos intentar imponer creencias insuficientemente fundadas como si tuvieran una justificación adecuada: es la actitud dogmática; podemos, por el contrario, rechazar creencias adecuadamente justificadas, por considerarlas insuficientemente fundadas: es la actitud del escéptico.” VIlloro, Luis. Creer, saber, conocer. 13ª ed., México, Siglo Veintiuno editores, 2001, p. 291.

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En este contexto, cualquier aproximación holística del Derecho constituye

un ciclo metodológico integrado por diversas fases y dimensiones5[5].

4. Perspectiva didáctica.

La perspectiva didáctica, se relaciona con los procesos de desarrollo y de

aprendizaje de los alumnos.

Diversas instituciones de educación han generado espacios para la

formación y actualización docente; no obstante, el rol eficaz del “profesor” no sólo

se logra por el dominio de la Didáctica sino en el manejo de actitudes positivas de

la enseñanza y en valorar al alumno como persona: un individuo con metas,

objetivos, conflictos, cualidades y defectos que forma parte de un grupo escolar.

Los docentes debemos armonizar los objetivos personales y los colectivos

encaminando nuestra labor a fomentar la creatividad y la vocación de los alumnos;

es decir, tender a facilitar el aprendizaje significativo del Derecho. Por lo tanto, el

proceso de enseñanza-aprendizaje del Derecho debe estar sustentado en los

5[5]

En un nivel exploratorio, sólo se aproxima a nociones generales del Derecho, generando las

primeras líneas problematizadoras; en el descriptivo, se identifican las características esenciales

del Derecho; en el comparativo, se precisan las diferencias y semejanzas existentes entre

diversos órdenes normativos con respecto al Derecho; en el analítico, se pretende encontrar las

relaciones intrínsecas del Derecho; en el explicativo, se busca comprender las relaciones

ontológicas y teleológicos del Derecho; en el predictivo, se orienta por anticipar situaciones

jurídicas concretas; en el proyectivo, se diseñan propuestas encauzadas a resolver determinadas

situaciones jurídicas; en el interactivo, se orienta a modificar situaciones jurídicas concretas a

través de la aplicación individualizada de la norma válida; en el confirmatorio, se indaga acerca

de las posibles causas y efectos en las relaciones jurídicas y, en el evaluatorio, se plantea el

descubrimiento de la (in)eficacia del Derecho. Las dimensiones de la aproximación holística

del Derecho son: 1) histórica (tiene que ver con el devenir del Derecho), 2) metodológica

(comprende el conjunto de actividades y procedimientos que el jurista lleva a cabo para dar

respuesta a su problema jurídico), 3) trascendente (se expresa en el impacto que cada proceso

tiene sobre el resto de las dimensiones jurídicas) y 4) cuántica (se desprende del principio de

posibilidades jurídicas abiertas).

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siete saberes necesarios para la educación del futuro6[6]. Los principios para

pensar complejamente el Derecho implican aproximarse a un conocimiento

dialógico, recursivo y hologramático sustentado en los siete saberes

necesarios para la educación jurídica del futuro que permitan superar limitaciones

de facto y de jure, pues desde estos principios podemos unir la causa y el efecto,

entonces el efecto volverá sobre la causa por acción refleja, el producto será

también productor7[7].

Consideraciones finales.

Una propuesta alternativa de la educación jurídica debe permitir, la

explicación y la fundamentación de las diferentes expresiones para el

perfeccionamiento de los dicentes y, al mismo tiempo, poder particularizarse en

cada sujeto de forma tal que se pueda alcanzar un proceso de formación y

proyección del profesional, que corresponda a satisfacer las demandas y

necesidades del entorno socio-económico.

Por tanto, aprender a aprender el Derecho implica el uso adecuado de

estrategias y modelos conceptuales. El objetivo último de las estrategias es

"enseñar a pensar" el Derecho; las estrategias hologógicas, que podrían

6[6]

La hiperespecialización de las disciplinas ha producido la desintegración de los siete saberes necesarios (conocimiento pertinente, significado del ser humano, identidad terrenal, afrontar incertidumbres, comprensión y ética del ser humano) y sólo a través del pensamiento complejo será posible llenar los siete vacíos existentes en la educación actual y formar integralmente al ser humano, sobre una sólida base de valores. Por ello, es necesario erradicar las cegueras del conocimiento, bien dice Edgar Morin, en Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, es indispensable “bien pensar”, con apertura hacia los demás e interiorización de la tolerancia; presupuestos que resultan básicos para la formación del profesional del Derecho. 7[7]

Vid. Morin, Edgar. La mente bien ordenada. Repensar la reforma, Repensar el pensamiento.

(trad. de Mª José Buxó-Dulce Montesinos). Barcelona, Seix Barral, 2000, pp. 115-128.

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coadyuvar al docente a alcanzar tal objetivo, son: de recirculación de la

información jurídica, de elaboración de aprendizaje significativo del Derecho, de

organización de la información jurídica, de recuperación de información jurídica, de

argumentación y contra-argumentación del Derecho y, de meta-cognición del

Derecho. En conjunto, implica modelar estrategias alternas que integraran los

diversos accidentes en el proceso sistémico de enseñanza-aprendizaje del

Derecho; mismas que a través del modelo de enseñanza estratégica son viables

implementar en nuestro ámbito para superar el monismo metódico que hasta la

fecha ha prevalecido. Sólo así, se logrará la transformación de la enseñanza y

aprendizaje del Derecho; además, podrán “formarse” los profesionales jurídicos

que se requieren en el presente y que el futuro exige.