teresa de lisieux - historia de un alma

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Obra maestra de Sta Teresa del Niño Jesús

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  • SANTA TERESITA DEL NIO JESS

    HISTORIA DE UNALMA

    MANUSCRITOS AUTOBIOGRFICOS

    MANUSCRITO DEDICADO A LA REVERENDA MADREINS DE JESS

    mVersin Electrnica formato PDF por Morgan Software 2006

    morgan

  • Santa Teresita del Nio Jess HISTORIA DE UN ALMA

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    CAPTULO I ALENON (1873 1877) [2r] El cntico de lasMisericordias del Seor Rodeada de amor Viaje a Le Mans Mi

    carcter Yo lo escojo todoCAPTULO II EN LOS BUISSONNETS (18771881)Muerte de mam Lisieux Delicadezas de pap Primeraconfesin Fiestas y domingos en familia Visin profticaTrouvilleCAPTULO III AOS DOLOROSOS (1881 1883)Alumna en la Abada Das de vacacin Primera comunin deCelina Paulina en el Carmelo Extraa enfermedad La sonrisade la VirgenCAPTULO IV PRIMERA COMUNION EN EL COLEGIO(18831886)Estampas y lecturas Primera comunin ConfirmacinEnfermedad de los escrpulos Seora de Papinau Hija deMara Nuevas separacionesCAPTULO V DESPUS DE LA GRACIA DE NAVIDAD(18861887)La sangre de Jess Pranzini, mi primer hijo La Imitacin yArminjon Deseos de entrar en el Carmelo Confidencia a mipadre Mi to cambia de opinin Oposicin del superior Viaje aBayeuxCAPTULO VI EL VIAJE A ROMA (1887)Pars: Nuestra Seora de las Victorias Suiza Miln, Venecia,Bolonia, Loreto El coliseo y las catacumbas Audiencia conLen XIII Npoles, Ass, regreso a Francia Tres meses deesperaCAPTULO VII PRIMEROS AOS EN EL CARMELO(18881890)Confesin con el P. Pichon Teresa y sus superioras La SantaFaz Toma de hbito Enfermedad de pap Pequeas virtudesCAPTULO VIII DESDE LA PROFESIN HASTA LAOFRENDA AL AMOR Toma de velo Madre Genoveva deSanta Teresa Epidemia de la gripe Retiro del P. Alejo Priorato

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    de la madre Ins Entrada de Celina ESCUDO DE ARMAS YSU EXPLICACINCARTA A SOR MARA DEL SAGRADO CORAZNManuscrito BCAPTULO IX MI VOCACION: EL AMOR (1896) [1r] Lossecretos de Jess La Venerable Ana de Jess Todas lasvocaciones Arrojar flores El pajarillo El guila divina

    MANUSCRITO DIRIGIDO A LA MADRE MARIA DEGONZAGA Manuscrito C

    CAPTULO X LA PRUEBA DE LA FE Teresa y su priora Elascensor divino Primeras hemoptisis La mesa de los pecadoresLa vocacin misionera La caridad XI LOS QUE USTED ME DIO Novicias y hermanosespirituales Instrumentos de Dios El pincelito Poder de laoracin y el sacrificio Sor San Pedro Los misioneros Atreme,y correremos

    MANUSCRITO DEDICADO A LA REVERENDA MADREINS DE JESS Manuscrito A

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    CAPTULO I ALENON (1873 1877) [2r]J.M.J.T.

    Jess Enero de 1895 Historia primaveral de unaFlorecita blanca, escrita por ella misma y dedicada a laReverenda Madre Ins de Jess.

    El cntico de las Misericordias del Seor A ti, Madrequerida, a ti que eres doblemente mi madre, quiero confiar lahistoria de mi alma... El da que me pediste que lo hiciera,pens que eso disipara mi corazn al ocuparlo de s mismo;pero despus Jess me hizo comprender que, obedeciendo contotal sencillez, le agradara. Adems, slo pretendo una cosa:comenzar a cantar lo que un da repetir por toda la eternidad:Las misericordias del Seor !!!...

    Antes de coger la pluma, me he arrodillado ante laimagen de Mara (la que tantas pruebas nos ha dado de laspredilecciones maternales de la Reina del cielo por nuestrafamilia), y le he pedido que gue ella mi mano para que noescriba ni una lnea que no sea de su agrado. Luego, abriendoel Evangelio, mis ojos se encontraron con estas palabras:Subi Jess a una montaa y fue llamando a los que l quiso,y se fueron con l (San Marcos, cap. II, v. 13). He ah elmisterio de mi vocacin, de mi vida entera, y, sobre todo, elmisterio de los privilegios que Jess ha querido dispensar a mialma... El no llama a los que son dignos, sino a los que lquiere, o, como dice san Pablo: Tendr misericordia de quienquiera y me apiadar de quien me plazca. No es, pues, cosadel que quiere o del que se afana, sino de Dios que esmisericordioso (Cta. a los Romanos, cap. IX, v. 15 y

    16).

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    Durante mucho tiempo me he preguntado por qu tenaDios preferencias, por qu no reciban todas las almas lasgracias en igual medida. Me extraaba verle prodigar favoresextraordinarios a los santos que le haban [2v] ofendido, comosan Pablo o san Agustn, a los que forzaba, por as decirlo, arecibir sus gracias; y cuando lea la vida de aquellos santos alos que el Seor quiso acariciar desde la cuna hasta elsepulcro, retirando de su camino todos los obstculos quepudieran impedirles elevarse hacia l y previniendo a esasalmas con tales favores que no pudiesen empaar el brilloinmaculado de su vestidura bautismal, me preguntaba por qulos pobres salvajes, por ejemplo, moran en tan gran nmerosin haber odo ni tan siquiera pronunciar el nombre de Dios...

    Jess ha querido darme luz acerca de este misterio. Pusoante mis ojos el libro de la naturaleza y comprend que todaslas flores que l ha creado son hermosas, y que el esplendor dela rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violetasu perfume ni a la margarita su encantadora sencillez...Comprend que si todas las flores quisieran ser rosas, lanaturaleza perdera su gala primaveral y los campos ya no severan esmaltados de florecillas...

    Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es eljardn de Jess. El ha querido crear grandes santos, quepueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creadotambin otros ms pequeos, y stos han de conformarse conser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dioscuando mira a sus pies. La perfeccin consiste en hacer suvoluntad, en ser lo que l quiere que seamos...

    Comprend tambin que el amor de Nuestro Seor serevela lo mismo en el alma ms sencilla que no oponeresistencia alguna a su gracia, que en el alma ms sublime. Yes que, siendo propio del amor el abajarse, si todas las almasse parecieran a las de los santos doctores que han iluminado ala Iglesia [3r] con la luz de su doctrina, parecera que Dios no

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    tendra que abajarse demasiado al venir a sus corazones. Perol ha creado al nio, que no sabe nada y que slo deja ordbiles gemidos; y ha creado al pobre salvaje, que slo tienepara guiarse la ley natural. Y tambin a sus corazones quierel descender! Estas son sus flores de los campos, cuyasencillez le fascina...

    Abajndose de tal modo, Dios muestra su infinitagrandeza. As como el sol ilumina a la vez a los cedros y acada florecilla, como si slo ella existiese en la tierra, delmismo modo se ocupa tambin Nuestro Seor de cada almapersonalmente, como si no hubiera ms que ella. Y as comoen la naturaleza todas las estaciones estn ordenadas de talmodo que en el momento preciso se abra hasta la ms humildemargarita, de la misma manera todo est ordenado al bien decada alma.

    Seguramente, Madre querida, te ests preguntandoextraada adnde quiero ir a parar, pues hasta ahora nada hedicho todava que se parezca a la historia de mi vida. Pero mehas pedido que escribiera lo que me viniera al pensamiento,sin trabas de ninguna clase. As que lo que voy a escribir noes mi vida propiamente dicha, sino mis pensamientos acercade las gracias que Dios se ha dignado concederme.

    Me encuentro en un momento de mi existencia en el quepuedo echar una mirada hacia el pasado; mi alma ha maduradoen el crisol de las pruebas exteriores e interiores. Ahora, comola flor fortalecida por la tormenta, levanto la cabeza y veo queen m se hacen realidad las palabras del salmo XXII: ElSeor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hacerecostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara misfuerzas...

    Aunque camine por caadas [3v] oscuras, ningn maltemer, porque t, Seor, vas conmigo! Conmigo el Seorha sido siempre compasivo y misericordioso..., lento a la ira y

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    rico en clemencia... (Salmo CII, v. 8). Por eso, Madre, vengofeliz a cantar a tu lado las misericordias del Seor...

    Para ti sola voy a escribir la historia de la florecitacortada por Jess. Por eso, te hablar con confianza total, sinpreocuparme ni del estilo ni de las numerosas digresiones quepueda hacer. Un corazn de madre comprende siempre a suhijo, aun cuando no sepa ms que balbucir. Por eso, estoysegura de que voy a ser comprendida y hasta adivinada por ti,que modelaste mi corazn y que se lo ofreciste a Jess...

    Me parece que si una florecilla pudiera hablar, dirasimplemente lo que Dios ha hecho por ella, sin tratar deocultar los regalos que l le ha hecho.

    No dira, so pretexto de falsa humildad, que es fea y sinperfume, que el sol le ha robado su esplendor y que lastormentas han tronchado su tallo, cuando est ntimamenteconvencida de todo lo contrario.

    La flor que va a contar su historia se alegra de poderpregonar las delicadezas totalmente gratuitas de Jess.Reconoce que en ella no haba nada capaz de atraer susmiradas divinas, y que slo su misericordia ha obrado todo lobueno que hay en ella...

    El la hizo nacer en una tierra santa e impregnada todaella como de un perfume virginal. El hizo que la precedieranocho lirios deslumbrantes de blancura. El, en su amor, quisopreservar a su florecita del aliento envenenado del mundo; yapenas empezaba a entreabrirse su corola, este divino Salvadorla trasplant a la montaa del Carmelo, donde los dos liriosque la haban rodeado de cario y acunado dulcemente en laprimavera de su vida expandan ya [4r] su suave perfume...

    Siete aos han pasado desde que la florecilla ech racesen el jardn del Esposo de las vrgenes, y ahora tres lirioscontndola a ella cimbrean all sus corolas perfumadas; unpoco ms lejos, otro lirio se est abriendo bajo la mirada deJess. Y los dos tallos benditos de los que brotaron estas

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    flores estn ya reunidos para siempre en la patria celestial...All se han encontrado con los otros cuatro lirios que nollegaron a abrir sus corolas en la tierra... Ojal Jess tenga abien no dejar por mucho tiempo en tierra extraa a las floresque an quedan el destierro! Ojal que pronto el ramo delirios se vea completo en el cielo!

    Rodeada de amor Acabo, Madre, de resumir en pocaspalabras lo que Dios ha hecho por m.

    Ahora voy a entrar en los detalles de mi vida de nia. Smuy bien que donde cualquier otro no vera ms que un relatoaburrido, tu corazn de madre encontrar verdaderas delicias...Adems, los recuerdos que voy a evocar son tambin tuyos,pues a tu lado fue transcurriendo mi niez y tengo la dicha dehaber tenido unos padres incomparables que nos rodearon delos mismos cuidados y del mismo cario. Que ellos bendigana la ms pequea de sus hijas y le ayuden a cantar lasmisericordias del Seor...!

    En la historia de mi alma, hasta mi entrada en elCarmelo, distingo tres perodos bien definidos. El primero, apesar de su corta duracin, no es el menos fecundo enrecuerdos. Se extiende desde el despertar de mi razn hasta lapartida de nuestra madre querida para la patria del cielo.

    [4v] Dios me concedi la gracia de despertar miinteligencia en muy temprana edad y de que los recuerdos demi infancia se grabasen tan profundamente en mi memoria,que me parece que las cosas que voy a contar ocurrieron ayer.Seguramente que Jess, en su amor, quera hacerme conocer ala madre incomparable que me haba dado y que su manodivina tena prisa por coronar en el cielo...

    Durante toda mi vida, Dios ha querido rodearme deamor. Mis primeros recuerdos estn impregnados de las mstiernas sonrisas y caricias... Pero si l puso mucho amor a milado, tambin lo puso en mi corazn, crendolo carioso y

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    sensible. Y as, quera mucho a pap y a mam, y lesdemostraba de mil maneras mi cario, pues era muy efusiva..Slo que los medios que empleaba, a veces eran raros, como lodemuestra este pasaje de una carta de mam:

    La nia es un verdadero diablillo, que viene aacariciarme desendome la muerte: "Cmo me gustara que temurieras, mamata...!" La rien, y me dice: "Pero si es paraque vayas al cielo! No dices que tenemos que morirnos parair all?" Y cuando est con estos arrebatos de amor, deseatambin la muerte a su padre. [5r] Y mira lo que el 25 dejunio de 1874, cuando yo tena apenas 18 meses, deca mamde m:

    Tu padre acaba de instalar un columpio. Celina estloca de contenta, pero hay que ver columpiarse a la pequea!Es de risa; se sostiene como una jovencita, no hay peligro deque suelte la cuerda, y cuando va demasiado despacio se ponea gritar. La sujetamos por delante con otra cuerda, pero apesar de todo yo no me siento tranquila cuando la veo colgadaall arriba.

    Ultimamente me ocurri una curiosa aventura con lapequea. Tengo costumbre de ir a la Misa de cinco y media.Los primeros das, no me atreva a dejarla sola; pero al ver quenunca se despertaba, me decid a hacerlo. La acuesto en micama y arrimo la cuna de manera que sea imposible que secaiga. Pero un da me olvid de acercar la cuna. Llego, y lapequea ya no estaba en la cama. En ese mismo momentoescuch un grito; miro y la veo sentada en una silla que habafrente a la cabecera de mi cama, con la cabecita apoyada en elrespaldo y durmiendo un mal sueo, pues estaba enfadada. Nopuedo explicarme cmo pudo caer sentada en aquella silla,pues estaba acostada. Di gracias a Dios de que no le hubierapasado nada; fue realmente providencial, pues debera habercado rodando al suelo. El ngel de la guarda ha velado porella, y las almas del purgatorio, a las que todos los das rezo

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    una oracin por la pequea, la protegieron. As me explico yolo sucedido..., t explcatelo como quieras....

    Al final de la carta mam aada:Ahora la nia ha venido a pasarme la manita por la cara

    y a darme un beso. Esta criatura no quiere dejarme ni uninstante y no se aparta de mi lado. Le gusta mucho salir aljardn, [5v], pero si yo no estoy all no quiere quedarse y seecha a llorar y no para de hacerlo hasta que me la traen... (Yste es un pasaje de otra carta):

    Teresita me preguntaba el otro da si ira al cielo. Yo ledije que s, si se portaba bien, y me contest: "Ya, y si no soybuena, ir al infierno... Pero s muy bien lo que har en esecaso: me echar a volar contigo, que estars en el cielo, ycmo se las arreglar Dios para cogerme...? T me apretarsmuy fuertemente entre tus brazos." Y le en sus ojos queestaba firmemente convencida de que Dios no podra hacerlenada mientras estuviese en brazos de su madre...

    Mara quiere mucho a su hermanita, y dice que es muybuena. No es extrao, pues esta criatura tiene miedo a darle elmenor disgusto. Ayer quise darle una rosa, pues s que legustan mucho, pero se puso a suplicarme que no la cortase,porque Mara se lo haba prohibido. Estaba excitadsima. Noobstante, le di dos y no se atreva a aparecer por casa.

    En vano le deca que las rosas eran mas: "Que no, decaella, que son de Mara..."

    Es un nia que se emociona con gran facilidad.Cuando hace algn pequeo desaguisado, todo el mundo tieneque saberlo. Ayer rasg sin querer una esquinita delempapelado y se puso que daba lstima, haba que decrseloenseguida a su padre. Cuando ste lleg, cuatro horas mstarde, ya nadie pensaba en lo sucedido, pero ella fue corriendoa decirle a Mara: "Dile enseguida a pap que he rasgado elpapel". Y estaba all como un criminal que espera su condena;

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    pero tiene su teora de que, si se acusa, la perdonarn msfcilmente.

    [4v sigue] Quera mucho a mi madrina.Pareca que no, pero me fijaba mucho en todo lo que se

    haca y se deca a mi alrededor, y me parece que juzgaba ya lascosas como ahora.

    Escuchaba muy atentamente lo que Mara enseaba aCelina, para actuar yo como ella. [6r] Despus que sali de laVisitacin, para obtener el favor de ser admitida en su cuartodurante las clases que le daba a Celina, me portaba muy bien yhaca todo lo que me mandaba. Por eso, me colmaban deregalos, que, pese a su escaso valor, me hacan mucha ilusin.

    Estaba muy orgullosa de mis dos hermanas mayores,pero mi ideal de nia era Paulina... Cuando estaba empezandoa hablar y mam me preguntaba En qu piensas?, larespuesta era invariable: En Paulina...! Otras veces pasabami dedito por el cristal de la ventana y deca: Estoyescribiendo: Paulina...! Oa decir con frecuencia queseguramente Paulina sera religiosa, y yo entonces, sin saber loque era eso, pensaba: Yo tambin ser religiosa. Es ste unode mis primeros recuerdos, y desde entonces ya nunca cambide intencin... Fuiste t, Madre querida, la persona que Jessescogi para desposarme con l; t no estabas entonces a milado, pero ya se haba creado un lazo entre nuestras almas...T eras mi ideal, yo quera parecerme a ti, y tu ejemplo fue loque me arrastr, desde los dos aos de edad, hacia el Esposode la vrgenes. Cuntos hermosos pensamientos quisieraconfiarte! Pero tengo que continuar con la historia de laflorecilla, con su historia completa y general, pues si quisierahablar detalladamente de sus relaciones con Paulina,tendra que dejar de lado todo lo dems...!

    Mi querida Leonia ocupaba tambin un lugar importanteen mi corazn. Me quera mucho. Por las tardes, cuando todala familia sala a dar un paseo, era ella quien me cuidaba...

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    An me parece estar escuchando las lindas tonadas que mecantaba para dormirme... Buscaba la forma de contentarme entodo; por eso, me habra dolido mucho darle algn disgusto.[6v] Me acuerdo muy bien de su primera comunin, sobretodo del momento en que me cogi en brazos para hacermeentrar con ella en la casa rectoral. Me pareca tan bonito serllevada en brazos por una hermana mayor toda vestida deblanco como yo...! Por la noche, me acostaron temprano, puesyo era muy pequea para quedarme al solemne banquete; peroan estoy viendo a pap trayndole, a los postres, a sureinecita unos trozos de tarta...

    Al da siguiente, o pocos das despus, fuimos con mama casa de la compaerita de Leonia. Creo que fue ese dacuando nuestra mamata nos llev detrs de una pared parahacernos beber un poco de vino despus de la comida (que noshaba servido la pobre seora de Dagorau), pues no queradejar en mal lugar a la buena mujer pero tampoco quera quenos faltase nada... Qu tierno es el corazn de una madre! Ycmo expresa su ternura en mil detalles previsores en los quenadie pensara...!

    Ahora me falta hablar de mi querida Celina, lacompaerita de mi infancia, pero son tantos los recuerdos, queno s cules elegir. Voy a extraer algunos pasajes de las cartasque mam te escriba a la Visitacin, pero no voy a copiarlotodo, pues sera demasiado largo...

    El 10 de julio de 1873 (ao de mi nacimiento), te deca:La nodriza trajo el jueves a Teresita. Se pas todo el

    tiempo riendo. La que ms le gust fue la pequea Celina. Serea con ella a carcajadas. Se dira que ya tiene ganas de jugar,no tardar en hacerlo. Se sostiene sobre las piernecitas, mstiesa que una estaca. Creo que pronto empezar a andar y quetendr buen carcter. Parece muy inteligente y tiene pinta depredestinada... [7r] Pero cuando mostr mi cario a miquerida Celinita, fue sobre todo despus de dejar a mi nodriza.

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    Nos entendamos muy bien; slo que yo era mucho msvivaracha y mucho menos ingenua que ella. Aunque tena tresaos y medio menos, me pareca que fusemos de la mismaedad.

    Este pasaje de una carta de mam te har ver lo buenaque era Celina y lo mala que era yo:

    Mi Celinita est decididamente inclinada a la virtud.Es sta una inclinacin profunda de su ser. Tiene un almacandorosa y siente horror al pecado. En cuanto al huroncillo,no sabemos lo que saldr de l. Es tan pequeo y tanatolondrado! Tiene una inteligencia superior a la de Celina,pero es mucho menos dulce, y, sobre todo, de una terquedadcasi indomable. Cuando dice "no", no hay nada que la hagaceder; aunque la metisemos un da entero en el cuarto de lostrastos, dormira all antes que decir "s"...

    Sin embargo, tiene un corazn de oro, es muy cariosay sincera. Es curioso verla correr tras de m para acusarse:Mam, he empujado a Celina, pero slo una vez, la he pegadouna vez, pero no lo volver a hacer. (Y as, en todo lo quehace). El jueves por la tarde, fuimos a dar un paseo hacia laestacin, y se empe en entrar en la sala de espera para ir abuscar a Paulina. Corra delante con una alegra que dabagloria verla.

    Pero cuando vio que tenamos que volvernos sin subir altren para ir a buscar a Paulina, se pas todo el caminollorando.

    Esta ltima parte de la carta me recuerda la dicha quesenta al verte volver de la Visitacin. T, Madre querida, mecogas en brazos y Mara coga en los suyos a Celina.Entonces yo te haca mil caricias y me echaba [7v] hacia atrspara admirar tu larga trenza... Luego me dabas una tableta dechocolate que habas guardado durante tres meses. Imagnatequ reliquia era eso para m...!

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    Viaje a Le Mans Me acuerdo tambin del viaje que hicea Le Mans . Era la primera vez que iba en tren. Qu alegraverme viajar sola con mam...! Sin embargo, ya no recuerdopor qu, me ech a llorar, y nuestra pobre mamata slo pudopresentar a nuestra ta de Le Mans a un feo bichito todoenrojecido por las lgrimas que haba derramado en elcamino... No guardo ningn recuerdo de la visita al locutorio,a no ser del momento en que mi ta me pas un ratoncitoblanco y una cestita de cartulina llena de bombones, sobre losque campeaban dos preciosos anillos de azcar, justamente deltamao de mi dedo. Inmediatamente exclam: Qu bien!Ya tengo un anillo para Celina! Pero, ay dolor!, cojo lacesta por el asa, doy la otra mano a mam y nos vamos. A lospocos pasos, miro la cesta y veo casi todos los bombonesdesparramados por la calle, como si fueran los guijarros dePulgarcito... Miro ms atentamente y veo que uno de lospreciosos anillos haba corrido la suerte fatal de losbombones... Ya no tena nada que llevar a Celina...!Entonces estalla mi dolor, pido volver sobre mis pasos, peromam no parece hacerme caso. Aquello era demasiado! Amis lgrimas siguieron mis gritos... No poda comprender quemam no compartiese mi dolor, y eso acrecentaba todava msmi sufrimiento...

    Mi carcter Vuelvo ahora a las cartas en las que mam tehabla de Celina y de m. Es el mejor medio que puedoemplear para darte a conocer mi carcter. He aqu un pasajeen el que mis defectos brillan en todo su esplendor:

    [8r] Celina est entretenida con la pequea jugando alos dados, y rien de vez en cuando. Celina cede para aadiruna perla a su corona. Yo me veo obligada a reprender a estapobre nia, que coge unas rabietas terribles cuando las cosasno salen a su gusto y se revuelca por el suelo como unadesesperada pensando que todo est perdido. Hay momentos

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    en que es ms fuerte que ella, y se le corta la respiracin. Esuna nia muy nerviosa. De todas maneras, es un encanto, ymuy inteligente, y se acuerda de todo.

    Ya ves, Madre ma, qu lejos estaba yo de ser una niasin defectos! Ni siquiera se poda decir de m que fuesebuena cuando estaba dormida, pues de noche era todava msrevoltosa que de da. Mandaba a paseo todas las mantas, y(dormida y todo) me daba golpes contra los largueros de micamita; el dolor me despertaba, y entonces deca: Mam, mehe golpeado...! Nuestra pobre mamata se vea obligada alevantarse y comprobaba que, en efecto, tena chichones en lafrente y me haba golpeado. Me tapaba bien y volva aacostarse; pero al cabo de un momento yo volva a golpearme.De suerte que se vieron obligados a atarme en la cama. Todaslas noches, la pequea Celina vena a anudar las incontablescuerdas destinadas a evitar que el diablillo se golpease ydespertara a su mam. Esta medida dio buen resultado, ydesde entonces ya fui buena mientras dorma...

    Tena tambin otro defecto (estando despierta), del quemam no habla en sus cartas, que era un gran amor propio. Novoy a darte ms que dos ejemplos para no alargar demasiadomi narracin. Un da, me dijo mam:

    Teresita, si besas el suelo, te doy cinco cntimos.Cinco cntimos eran para m toda una fortuna, y para ganarlosno tena que bajar demasiado de mi altura, pues mi exiguaestatura no me separaba muchos palmos de suelo. Sinembargo, mi orgullo se rebel a [8v] la sola idea de besar elsuelo, y ponindome muy tiesa le dije a mam: No, mamata,prefiero quedarme sin los cinco cntimos...!

    En otra ocasin tenamos que ir a Grogny, a visitar a laseora de Monnier.

    Mam le dijo a Mara que me pusiese mi preciosovestido azul celeste, adornado de encajes, pero que no medejara los brazos al aire, para que el sol no me los tostase. Yo

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    me dej, con la indiferencia propia de las nias de mi edad;pero interiormente pensaba que habra estado mucho msbonita con los bracitos al aire.

    Con una forma de ser como la ma, si hubiera sidoeducada por unos padres sin virtud, o incluso si hubiese sidomimada por Luisa como Celina, habra salido muy mala, y talvez hasta me habra perdido... Pero Jess velaba por supequea prometida y quiso que todo redundase en su bien;incluso sus defectos, que, corregidos a tiempo, le sirvieronpara crecer en la perfeccin...

    Como tena amor propio y tambin amor al bien, encuanto empec a pensar seriamente (y lo hice desde muypequea), bastaba que me dijeran que algo no estaba bien paraque se me quitasen las ganas de hacrmelo repetir dos veces...Veo con agrado que en las cartas de mam, a medida que ibacreciendo, le daba mayores alegras. Como no tena ms quebuenos ejemplos a mi alrededor, quera seguirlos como la cosams natural del mundo. Esto es lo que escriba en 1876:

    Hasta Teresa quiere ponerse a veces a hacer prcticas...Es una nia encantadora, ms lista que el hambre, muyvivaracha, pero de corazn sensible. Celina y ella se quierenmucho. Se bastan solas para entretenerse. Todos los das, encuanto acaban de comer, Celina va a buscar su gallo y atrapaal primer golpe la gallina de Teresa. Yo no consigo hacerlo,pero ella es tan hbil que la coge a la primera. Despus se vanlas dos con sus animalitos a sentarse al amor de la [9r]lumbre, y as se entretienen un buen rato. (La gallina y elgallo me los haba regalado Rosita, y yo le di el gallo aCelina).

    El otro da Celina durmi conmigo y Teresa se acosten el segundo piso en la cama de Celina. Haba pedido a Luisaque la bajase abajo para vestirla, y cuando Luisa subi abuscarla encontr la cama vaca. Teresa haba odo a Celina yhaba bajado con ella. Luisa le dijo: O sea, que no quieres

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    bajar a vestirte? No, Luisa, no, nosotras somos como las dosgallinitas, que no pueden separarse. Y al decir esto, seabrazaban y se estrechaban la una contra la otra...

    Luego, por la tarde, Luisa, Celina y Leonia se fueron alCrculo Catlico y dejaron en casa a la pobre Teresa, queentenda perfectamente que ella era demasiado pequea parair, y deca: Si por lo menos quisieran acostarme en la cama deCelina...! Pero no, no quisieron... Ella no dijo nada y sequed sola con su lamparita. Al cuarto de hora estaba yaprofundamente dormida... Otro da, mam escriba tambin:

    Celina y Teresa son inseparables, no es fcil ver a dosnias que se quieran tanto. Cuando Mara viene a buscar aCelina para la clase, la pobre Teresa se queda hecha un mar delgrimas. Ay, qu va a ser de ella si se va su amiguita...!Mara se compadece y se la lleva tambin, y la pobre criaturase pasa dos o tres horas sentada en una silla. Le dan unascuentas para que las ensarte o algn trapo para que cosa; no seatreve a rebullir y lanza con frecuencia profundos suspiros.Cuando se le desenhebra la aguja, intenta volver a enhebrarla,y es curioso verla cuando no lo consigue y sin atreverse amolestar a Mara. Pronto se ven dos gruesas lgrimas correrpor sus mejillas... Mara [9v] la consuela inmediatamente y levuelve a enhebrar la aguja, y el pobre angelito sonre a travsde sus lgrimas... Recuerdo, en efecto, que no poda vivir sinCelina, y que prefera levantarme de la mesa sin terminar elpostre a no irme tras ella. En cuanto se levantaba, me volvaen mi silla alta, pidiendo que me bajasen, y nos bamos las dosjuntas a jugar.

    A veces nos bamos con la hija de gobernador, lo cualme gustaba mucho a causa del parque y de los preciososjuguetes que nos enseaba; pero ms que nada iba all porcomplacer a Celina, ya que prefera quedarme en nuestrojardincito raspando las tapias, pues quitbamos todas las

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    brillantes lentejuelas que haba en ellas y luego bamos avendrsela a pap que nos las compraba muy serio.

    Los domingos, como yo era muy pequea para ir a lasfunciones religiosas, mam se quedaba a cuidarme. Yo meportaba muy bien y andaba de puntillas mientras duraba lamisa. Pero en cuanto vea abrirse la puerta, se produca unaexplosin de alegra sin igual: me precipitaba al encuentro demi preciosa hermanita, que llegaba adornada como unacapilla..., y le deca: Celina, dame enseguida pan bendito!A veces no lo traa, porque haba llegado demasiado tarde...Qu hacer entonces? Yo no poda pasarme sin l, era mimisa... Pronto encontr la solucin:

    No tienes pan bendito? Pues hazlo! Dicho y hecho:Celina coga una silla, abra la alacena, coga el pan, cortabauna rebanada, y rezaba muy seria un Ave Mara sobre l.Luego me lo ofreca, y yo, despus de hacer con l la seal dela cruz, lo coma con gran devocin, encontrndoleexactamente el mismo gusto [10r] que el del pan bendito...

    Con frecuencia hacamos juntas conferenciasespirituales. He aqu un ejemplo que entresaco de las cartas demam:

    Nuestras dos queridas pequeas, Celina y Teresa, sonngeles de bendicin, tienen una naturaleza verdaderamenteangelical. Teresa constituye la alegra y la felicidad de Mara,y su gloria. Es increble lo orgullosa que est de ella. Laverdad es que tiene salidas de lo ms sorprendentes para suedad y le da cien vueltas a Celina, que tiene el doble de aos.El otro da deca Celina: "Cmo puede estar Dios en unahostia tan pequea?" Y la pequea contesto: "Pues no es tanextrao, porque Dios es todopoderoso". "Y qu quiere decirtodopoderoso?"

    "Pues que hace todo lo que quiere"...

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    Yo lo escojo todo Un da, Leonia, creyndose yademasiado mayor para jugar a las muecas, vino a nuestroencuentro con una cesta llena de vestiditos y de preciososretazos para hacer ms. Encima de todo vena acostada sumueca. Tomad, hermanitas nos dijo, escoged, os lo doytodo para vosotras. Celina alarg la mano y cogi un mazode orlas de colores que le gustaba. Tras un momento dereflexin, yo alargu a mi vez la mano, diciendo: Yo loescojo todo!, y cog la cesta sin ms ceremonias. A lostestigos de la escena la cosa les pereci muy justa, y ni a lamisma Celina se le ocurri quejarse (aunque la verdad es quejuguetes no le faltaban, pues su padrino la colmaba de regalos,y Luisa encontraba la forma de agenciarle todo lo quedeseaba).

    Este insignificante episodio de mi infancia es el resumende toda mi vida.

    Ms tarde, cuando se ofreci ante mis ojos el horizontede la perfeccin, comprend que para ser santa haba que sufrirmucho, buscar siempre lo ms perfecto y olvidarse de smisma. Comprend que en la perfeccin haba muchos grados,y que cada alma [10v] era libre de responder a las invitacionesdel Seor y de hacer poco o mucho por l, en una palabra, deescoger entre los sacrificios que l nos pide. Entonces, comoen los das de mi niez, exclam: Dios mo, yo lo escojotodo. No quiero ser santa a medias, no me asusta sufrir por ti,slo me asusta una cosa: conservar mi voluntad. Tmala,pues "yo escojo todo" lo que t quieres...!

    Pero tengo que cortar. No debo adelantarme todava ahablarte de mi juventud, sino de aquel diablillo de cuatro aos.

    Recuerdo un sueo que deb tener por esta edad, y que seme grab profundamente en la imaginacin. Una noche soque sala a dar un paseo, yo sola, por el jardn. Al llegar al piede la escalera que tena que subir para llegar l, me par,sobrecogida de espanto. Delante de m, cerca del emparrado,

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    haba un bidn de cal y sobre el bidn estaban bailando doshorribles diablillos con una agilidad asombrosa a pesar de lasplanchas que llevaban en los pies. De repente, fijaron en msus ojos encendidos y luego, en ese mismo momento, como siestuvieran todava ms asustados que yo, saltaron del bidn alsuelo y fueron a esconderse en la ropera, que estaba allenfrente. Al ver que eran tan poco valientes, quise saber loque iban a hacer y me acerqu a la ventana. All estaban lospobres diablillos, corriendo por encima de las mesas y sinsaber qu hacer para huir de mi mirada; a veces se acercaban ala ventana mirando nerviosos si yo segua all, y, al verme,volvan a echar a correr como desesperados.

    Seguramente este sueo no tiene nada de extraordinario.Sin embargo, creo que Dios ha querido que lo recuerdesiempre para hacerme ver que un alma en estado de gracia notiene nada que temer de los demonios, que son unos cobardes,capaces de huir ante la mirada de un nio...

    [11r] Voy a copiar aqu otro pasaje que encuentro en lascartas de mam.

    Nuestra pobre mamata presenta ya el final de sudestierro:

    Las dos pequeas no me preocupan. Estn muy bienlas dos, son naturalezas privilegiadas; sin duda alguna, sernbuenas. Mara y t podris educarlas perfectamente. Celinano comete nunca la menor falta voluntaria. Tambin lapequea ser buena; no dira una mentira ni por todo el oro delmundo. Tiene una agudeza como no la he visto en ninguna devosotras.

    El otro da estaba en la tienda con Celina y con Luisa.Hablaba de sus prcticas y discuta animadamente con Celina.La seora le pregunt a Luisa: Qu es lo que quiere decir?Cuando juega en el jardn, no se oye hablar ms que deprcticas? La seora de Gaucherin se asoma a la ventana para

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    tratar de entender qu significa esa discusin sobre lasprcticas...

    Esta criatura constituye nuestra felicidad. Ser buena,se le ve ya el germen: no sabe hablar ms que de Dios, y pornada del mundo dejara de rezar sus oraciones. Me gustaraque la vieras contar cuentos, no he visto nunca cosa msgraciosa. Encuentra ella solita la expresin y el tonoapropiados, sobre todo cuando dice: "Nio de rubios cabellos,dnde crees que est Dios?" Y cuando llega a aquello de"All arriba, en lo alto del cielo azul", dirige la mirada hacia loalto con una expresin angelical.

    No nos cansamos de hacrselo repetir, resulta tanhermoso! Hay algo tan celestial en su mirada, que uno sequeda extasiado... Madre ma querida, qu feliz era yo a esaedad! Empezaba ya a gozar de la vida, se me haca atractiva lavirtud y creo que me hallaba en las mismas disposiciones quehoy, con un gran [11v] dominio ya sobre mis actos.

    Ay, qu rpidos pasaron los aos soleados de mi niez!Pero tambin qu huella tan dulce dejaron en mi alma!Recuerdo ilusionada los das en que pap nos llevaba alPabelln. Hasta los ms pequeos detalles se me grabaron enel corazn...

    Recuerdo, sobre todo, los paseos del domingo, en losque siempre nos acompaaba mam... An siento en miinterior las profundas y poticas impresiones que nacan en mialma a la vista de los campos de trigo esmaltados de acianos yde flores silvestres. Me gustaban ya los amplios horizontes...El espacio y los gigantescos abetos, cuyas ramas tocaban elsuelo, dejaban en mi alma una impresin parecida a la quesiento hoy todava a la vista de la naturaleza...

    Con frecuencia, durante esos largos paseos, nosencontrbamos con algn pobre, y Teresita era siempre laencargada de llevarles la limosna, cosa que le encantaba. Peroa menudo tambin, parecindole a pap que el camino era

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    demasiado largo para su reinecita, la llevaba a casa antes que alas dems (muy a su pesar); y entonces, para consolarla, Celinallenaba de margaritas su linda cestita y, a la vuelta, se las daba.Pero, ay!, la pobre abuelita pensaba que su nieta tenademasiadas y coga una buena parte de ellas para su Virgen...Esto no le gustaba a Teresita, pero se guardaba muy bien dedecir nada, pues haba adquirido la buena costumbre de noquejarse nunca. Incluso cuando le quitaban lo que era suyo ocuando la acusaban injustamente, prefera callarse y noexcusarse, lo cual no era mrito suyo sino virtud natural...Qu lastima que esta buena disposicin se hayadesvanecido...!

    [12r] S, verdaderamente todo me sonrea en la tierra.Encontraba flores a cada paso que daba, y mi carcter alegrecontribua tambin a hacerme agradable la vida.

    Pero un nuevo perodo se iba a abrir para mi alma.Tena que pasar por el crisol de la prueba y sufrir desde miinfancia, para poder ofrecerme mucho antes a Jess. Igual quelas flores de la primavera comienzan a germinar bajo la nievey se abren a los primeros rayos del sol, as tambin la florecitacuyos recuerdos estoy escribiendo tuvo que pasar tambin porel invierno de la tribulacin...

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    CAPTULO II EN LOS BUISSONNETS(18771881)

    Muerte de mam Todos los detalles de la enfermedad denuestra querida madre siguen todava vivos en mi corazn.Me acuerdo, sobre todo, de las ltimas semanas que pas en latierra.

    Celina y yo vivamos como dos pobres desterradas.Todas las maanas, vena a buscarnos la seora de Leriche ypasbamos el da en su casa. Un da, no habamos tenidotiempo de rezar nuestras oraciones antes de salir, y por elcamino Celina me dijo muy bajito: Tenemos que decirle queno hemos rezado... S, le contest, y entonces ella se lo dijomuy tmidamente a la seora de Leriche, que nos respondi:Bien, hijitas, ahora las haris. Y dejndonos solas en unahabitacin muy grande, se fue... Entonces Celina me mir ydijimos: Ay, no es como con mam...!

    Ella nos haca rezar todos los das... Cuando jugbamoscon las nias, nos persegua de continuo el recuerdo de nuestramadre querida. Una vez que a Celina le dieron un albaricoque,se inclin hacia m y me dijo muy bajito: No lo comeremos,se lo dar a mam. Pero, ay!, nuestra pobre mamata estabaya demasiado enferma para comer las frutas de la tierra. Yaslo en el cielo podra saciarse con la gloria de Dios y bebercon Jess el vino misterioso del que l habl en la ltima cenacuando dijo que lo compartira con nosotros en el reino de suPadre.

    Tambin la impresionante ceremonia de la uncin de losenfermos se qued grabada en mi alma. An veo el lugardonde yo estaba, al lado de Celina. Estbamos las cincocolocadas por [12v] orden de edad, y nuestro pobre papatoestaba tambin all sollozando...

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    El da de la muerte de mam, o al da siguiente, mecogi en brazos, dicindome: Ve a besar por ltima vez a tupobre mamata. Y yo, sin decir nada, acerqu mis labios a lafrente de mi madre querida...

    No recuerdo haber llorado mucho. No le hablaba a nadiede los profundos sentimientos que me embargaban... Miraba yescuchaba en silencio...

    Nadie tena tiempo para ocuparse de m, as que vimuchas cosas que hubieran querido ocultarme. En undeterminado momento, me encontr frente a la tapa del atad...Estuve un largo rato contemplndolo. Nunca haba vistoninguno. Sin embargo, comprenda... Era yo tan pequea,que, a pesar de la baja estatura de mam, tuve que levantar lacabeza para verlo entero, y me pareci muy grande... y muytriste...

    Quince aos ms tarde, me encontr delante de otroatad, el de la madre Genoveva . Era del mismo tamao queel de mam, y me pareci estar volviendo a los das de miinfancia...! Todos los recuerdos se agolparon en mi mente.Era la misma Teresita la que miraba; pero ahora haba crecidoy el atad le pareca pequeo: ya no necesitaba levantar lacabeza para verlo, tan slo la levantaba para contemplar elcielo, que le pareca muy alegre, porque todas sus pruebas sehaban terminado y el invierno de su alma haba pasado parasiempre...

    El da en que la Iglesia bendijo los restos mortales denuestra mamata del cielo, Dios quiso darme otra madre en latierra, y quiso que yo misma la eligiese libremente. Estbamosjuntas las cinco, mirndonos entristecidas.

    Tambin Luisa estaba all, y al vernos a Celina y a m,dijo: Pobrecitas, ya no tenis madre! Entonces Celina seech en brazos de Mara, diciendo: Bueno, t sers mimam! Yo estaba acostumbrada a [13r] imitarla en todo; sinembargo, me volv hacia ti, Madre ma, y como si el futuro

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    hubiera rasgado ya su velo, me ech en tus brazos,exclamando:

    Pues mi mam ser Paulina! Como ya dije antes, apartir de esta poca de mi vida entr en el segundo perodo demi existencia, el ms doloroso de los tres, sobre todo tras laentrada en el Carmelo de la que yo haba escogido para quefuese mi segunda mam. Este perodo se extiende desde laedad de cuatro aos y medio hasta la de catorce, poca en laque recuper mi carcter de la niez, a la vez que entraba en loserio de la vida.

    Tengo que decirte, Madre, que a partir de la muerte demam, mi temperamento feliz cambi por completo. Yo, tanvivaracha y efusiva, me hice tmida y callada yextremadamente sensible. Bastaba un mirada para queprorrumpiese en lgrimas, slo estaba contenta cuando nadiese ocupaba de m, no poda soportar la compaa de personasextraas y slo en la intimidad del hogar volva a encontrar mialegra. Sin embargo, segua rodeada de la mas delicadaternura.. El corazn tan tierno de pap haba aadido al amorque ya tena un amor verdaderamente maternal... Y t, Madre,y Mara no erais para m las ms tiernas y desinteresadas delas madres...? No, si Dios no hubiese prodigado a su florecillaesos sus rayos bienhechores, nunca ella hubiera podidoaclimatarse a la tierra, pues era todava demasiado dbil parasoportar las lluvias y las tormentas, y necesitaba calor, el suaveroco y las brisas de primavera. Nunca le faltaron [13v] todasesas ayudas, Jess hizo que las encontrase incluso bajo lanieve del sufrimiento.

    Lisieux No sent la menor pena al dejar Alenon; a losnios les gustan los cambios, y vine contenta a Lisieux. Meacuerdo del viaje y de la llegada al anochecer a la casa de mita. An me parece estar viendo a Juana y a Maraesperndonos a la puerta... Me senta muy feliz de tener unas

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    primitas tan buenas. Las quera mucho, lo mismo que a mi tay, sobre todo, a mi to; slo que l me daba miedo y no mehallaba tan a gusto en su casa como en los Buissonnets, dondemi vida s que fue verdaderamente feliz...

    Por la maana, t te acercabas a m, preguntndome sihaba ofrecido ya mi corazn a Dios; luego me vestas,hablndome de l, y a continuacin rezaba mis oraciones a tulado.

    Despus vena la clase de lectura. La primera palabraque logr leer sola fue sta: cielos. Mi querida madrina seencargaba de las clases de escritura, y t, Madre, de todas lasdems. No tena gran facilidad para aprender, pero s buenamemoria. El catecismo, y sobre todo la Historia Sagrada, eranmis asignaturas preferidas, las estudiaba con verdadero placer;en cambio la gramtica me hizo derramar muchas lgrimas...Te acuerdas del masculino y el femenino?

    En cuanto terminaba la clase, suba al mirador parallevarle a pap mi condecoracin y mis notas. Qu feliz mesenta cuando poda decirle:

    Tengo un 5 sin excepcin, Paulina lo dijo laprimera...! Pues cuando te preguntaba yo si tena 5 sinexcepcin y t me contestabas que s, era para m comoobtener un punto menos. Tambin me dabas vales, y cuandohaba reunido un cierto nmero de ellos consegua unrecompensa y un da de asueto. Recuerdo que esos das [14r]se me hacan mucho ms largos que los otros, cosa que a ti teagradaba pues era seal de que no me gustaba estar sin hacernada.

    Delicadezas de pap Todas la tardes me iba a dar unpaseto con pap. Hacamos juntos una visita al SantsimoSacramento, visitando cada da una nueva iglesia. Fue ascomo entr por vez primera en la capilla del Carmelo. Papme ense la reja del coro, dicindome que al otro lado haba

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    religiosas. Qu lejos estaba yo de imaginarme que nueveaos ms tarde iba a encontrarme yo entre ellas...!

    Terminado el paseo (durante el cual pap me comprabasiempre un regalito de cinco o diez cntimos), volva a casa.Haca entonces los deberes, y despus me pasaba todo el restodel tiempo brincando en el jardn en torno a pap, pues nosaba jugar a las muecas. Una cosa que me encantaba erapreparar tisanas con semillas y cortezas de rbol queencontraba por el suelo; luego se las llevaba a pap en unalinda tacita; nuestro pobre papato suspenda su trabajo y,sonriendo, haca como que beba, y antes de devolverme lataza me preguntaba (como a hurtadillas) si haba que tirar elcontenido; algunas veces yo le deca que s, pero la mayora deellas volva a llevarme mi preciosa tisana para que me sirviesepara ms veces...

    Me gustaba cultivar mis florecitas en el jardn que papme haba regalado.

    Me entretena levantando altarcitos en un hueco quehaba en medio de la tapia; cuando terminaba, corra a buscar apap y arrastrndole detrs de m le deca que cerrase bien losojos y que no los abriera hasta que yo se lo mandase. El hacatodo lo que yo quera y se dejaba conducir ante mi jardincito.Entonces yo gritaba: Pap, abre los ojos! El los abra [14v]y, por complacerme, se quedaba extasiado, admirando lo que am me pareca toda una obra de arte...

    Si quisiera contar otras mil ancdotas de esta ndole quese agolpan en mi memoria, nunca terminara... Cmo relatartodas las caricias que pap prodigaba a su reinecita? Haycosas que siente el corazn y que ni la palabra ni siquiera elpensamiento pueden expresar...

    Qu hermosos eran para m los das en que mi reyquerido me llevaba con l a pescar! Me gustaban tanto elcampo, las flores y los pjaros! A veces intentaba pescar conmi caita. Pero prefera ir a sentarme sola en la hierba florida.

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    Entonces mis pensamientos se hacan muy profundos, y sinsaber lo que era meditar, mi alma se abismaba en unaverdadera oracin... Escuchaba los ruidos lejanos... Elmurmullo del viento y hasta la msica difusa de los soldados,cuyo sonido llegaba hasta m, me llenaban de dulce melancolael corazn... La tierra me pareca un lugar de destierro ysoaba con el cielo...

    La tarde pasaba rpidamente, y pronto haba que volvera los Buissonnets.

    Pero antes de partir, tomaba la merienda que haballevado en mi cestita.

    La hermosa rebanada de pan con mermelada que t mehabas preparado haba cambiado de aspecto: en lugar de suvivo color, ya no vea ms que un plido color rosado, todorancio y revenido... Entonces la tierra me pareca an mstriste, y comprenda que slo en el cielo la alegra sera sinnubes...

    Hablando de nubes, me acuerdo que un da el hermosocielo azul de la campaa se encapot y que pronto se puso arugir la tormenta. Los relmpagos hacan surcos en las nubesoscuras y vi caer un rayo a corta distancia. Lejos deasustarme, estaba encantada: me pareca que Dios [15r]estaba muy cerca de m...! Pap no estaba en absoluto tancontento como su reinecita; no porque tuviese miedo a latormenta, sino porque la hierba y las grandes margaritas (quelevantaban ms que yo) centelleaban de piedras preciosas ytenamos que atravesar varios prados antes de encontrar uncamino; as que mi querido papato, para que los diamantes nomojasen a su hijita, se la ech a hombros a pesar de su equipode pesca.

    Durante los paseos que daba con pap, le gustabamandarme a llevar la limosna a los pobres con que nosencontrbamos. Un da, vimos a uno que se arrastrabapenosamente sobre sus muletas. Me acerqu a l para darle

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    una moneda; pero no sintindose tan pobre como para recibiruna limosna, me mir sonriendo tristemente y rehus tomar loque le ofreca.

    No puedo decir lo que sent en mi corazn. Yo queraconsolarle, aliviarle, y en vez de eso, pens, le haba hechosufrir. El pobre enfermo, sin duda, adivin mi pensamiento,pues lo vi volverse y sonrerme. Pap acababa de comprarmeun pastel y me entraron muchas ganas de drselo, pero no meatrev. Sin embargo, quera darle algo que no me pudierarechazar, pues senta por l un afecto muy grande. Entoncesrecord haber odo decir que el da de la primera comunin sealcanzaba todo lo que se peda. Aquel pensamiento meconsol, y aunque todava no tena ms que seis aos, me dijepara m: El da de mi primera comunin rezar por mipobre.

    Cinco aos ms tarde cumpl mi promesa, y espero queDios habr escuchado la oracin que l mismo me habainspirado que le dirigiera por uno de sus miembros dolientes...

    [15v] Amaba mucho a Dios y le ofreca con frecuenciami corazn, sirvindome de la breve frmula que mam mehaba enseado. Sin embargo, un da, o mejor una tarde delmes de mayo, comet una falta que vale la pena contar aqu.Esta falta me ofreci una buena ocasin para humillarme ycreo que he tenido de ella perfecta contricin.

    Como era demasiado pequea para ir al mes de Mara,me quedaba en casa con Victoria y haca con ella misdevociones ante mi altarcito de Mara, que yo arreglaba a mimanera. Era todo tan pequeo, candeleros y floreros, que doscerillas, que hacan de velas, bastaban para alumbrarlo.

    En alguna que otra ocasin, Victoria me daba la sorpresade regalarme dos cabitos de vela, pero raras veces. Una tarde,estaba todo preparado para ponernos a rezar, y le dije:Victoria, quieres comenzar el Acordaos? Voy a encender.Ella hizo ademn de empezar, pero no dijo nada y me mir

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    rindose. Yo, que vea que mis preciosas cerillas seconsuman rpidamente, le supliqu que dijese la oracin. Ellacontinu callada. Entonces, levantndome, le dije a gritos queera mala y, saliendo de mi dulzura habitual, empec a patalearcon todas mis fuerzas.... A la pobre Victoria se le quitaron lasganas de rer, me mir asombrada y me ense los cabos devela que haba trado...Y yo, despus de haber derramadolgrimas de rabia, llor lgrimas de sincero arrepentimiento,con el firme propsito de no volver a hacerlo nunca...

    En otra ocasin me ocurri una nueva aventura conVictoria, pero de sta no tuve que arrepentirme, pues conservperfectamente la calma. Yo quera un tintero, que estaba sobrela chimenea de la cocina. Como era muy pequea paracogerlo, le ped muy amablemente a Victoria que [16r] me lodiese, pero ella se neg, dicindome que me subiese a unasilla.

    Cog una silla sin replicar, pero pensando que ella nohaba sido nada amable que digamos. Y queriendo hacrselosaber, busqu en mi cabecita el insulto que ms me ofenda.Ella, cuando estaba enfadada conmigo, sola llamarmemocosa, lo cual me humillaba mucho. As que, antes debajarme de la silla, me volv hacia ella con gran dignidad y ledije:

    Victoria, eres una mocosa! Y me escap corriendo,dejndola que meditase las profundas palabras que acababa dedirigirle... El resultado no se hizo esperar, pues pronto la ogritar: Seorita Mara..., Teresa acaba de llamarmemocosa! Vino Mara y me hizo pedirle perdn, pero lo hicesin contricin, pues me pareca que si Victoria no habaquerido estirar su largo brazo para hacerme un pequeo favor,mereca bien el ttulo de mocosa...

    Sin embargo, Victoria me quera mucho, y yo tambin aella. Un da me sac de un gran aprieto, en el que yo habacado por mi culpa. Victoria estaba planchando y tena a su

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    lado un cubo de agua. Yo estaba mirndola, balancendome(como de costumbre) en una silla. De repente, me fall la sillay ca, pero no al suelo, sino dentro del cubo...!!! Estabatocando la cabeza con los pies, y llenaba el cubo como unpollito llena el huevo... La pobre Victoria me mirabaenormemente sorprendida, pues nunca haba visto cosa igual.Yo no vea la hora de salir del cubo, pero imposible, la prisinera tan justa que no poda hacer el menor movimiento.

    Con cierta dificultad, Victoria me salv del gran aprieto;lo que no pudo salvar fue mi vestido y todo lo dems, y se vioobligada a cambiarme, pues estaba hecha una sopa.

    Otra vez me ca en la chimenea. Por suerte el fuego noestaba [16v] encendido, y Victoria no tuvo ms trabajo que elde levantarme y sacudirme la ceniza que me cubra de pies acabeza. Todas estas aventuras me sucedan los mircoles,mientras t y Mara estabais en el canto.

    Primera confesin Fue tambin un mircoles cuandovino a visitarnos el Sr. Ducellier. Cuando Victoria le dijo queno haba nadie en casa, ms que Teresita, entr a la cocinapara verme, y estuvo mirando mis deberes. Me sent muyorgullosa de recibir a mi confesor, pues haba hecho pocoantes mi primera confesin.

    Qu dulce recuerdo aquel...! Con cunto esmero mepreparaste, Madre querida, dicindome que no era a unhombre a quien iba a decir mis pecados, sino a Dios! Estabaprofundamente convencida de ello, por lo que me confes congran espritu de fe, y hasta te pregunt si no tendra que decirleal Sr. Ducellier que lo amaba con todo el corazn, ya que eraa Dios a quien le iba a hablar en su persona...

    Bien instruida acerca de todo lo que tena que decir yhacer, entr al confesonario y me puse de rodillas; pero al abrirla ventanilla, el Sr.

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    Ducellier no vio a nadie: yo era tan pequea, que micabeza quedaba por debajo de la tabla de apoyar las manos.Entonces me mand ponerme de pie. Obedec en seguida, melevant y, ponindome exactamente frente a l para verle bien,me confes como una persona mayor, y recib su bendicincon gran fervor, pues t me habas dicho que en esosmomentos las lgrimas del Nio Jess purificaran mi alma.Recuerdo que en la primera exhortacin que me hizo meinvit, sobre todo, a que tener devocin a la Santsima Virgen,y yo promet redoblar mi ternura hacia ella.

    Al salir del confesonario, me senta tan contenta y ligera,que nunca haba sentido tanta alegra en mi [17r] alma.Despus volv a confesarme en todas las fiestas importantes, ycada vez que lo haca era para m una verdadera fiesta.

    Fiestas y domingos en familia Las fiestas...! Cuntosrecuerdos me trae esta palabra...! Cmo me gustaban lasfiestas...! T, Madre querida, sabas explicarme tan bien todoslos misterios que en cada una de ellas se encerraban, que eranpara m autnticos das de cielo. Me gustaban, sobre todo, lasprocesiones del Santsimo. Qu alegra arrojar flores al pasodel Seor...! Pero en vez de dejarlas caer, yo las lanzaba loms alto que poda, y cuando vea que mis hojas deshojadastocaban la sagrada custodia, mi felicidad llegaba al colmo...

    Las fiestas! Si bien las grandes eran raras, cada semanatraa una muy entraable para m.: el domingo. Qu da eldomingo...! Era la fiesta de Dios, la fiesta del descanso.Empezaba por quedarme en la cama ms tiempo que los otrosdas; adems, mam Paulina mimaba a su hijita llevndole elchocolate a la cama, y despus la vesta como a una reinecita...

    La madrina vena a peinar los rizos de su ahijada, que nosiempre era buena cuando le alisaban el pelo, pero luego se ibamuy contenta a coger la mano de su rey, que ese da la besabacon mayor ternura an que de ordinario.

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    Despus toda la familia iba a misa. Durante todo elcamino, y tambin en la iglesia, la reinecita de pap le daba lamano. Su sitio estaba junto al de l, y cuando tenamos quesentarnos para el sermn, haba que encontrar tambin dossillas, una junto a otra. Esto no resultaba muy difcil, puestodo el mundo pareca encontrar tan entraable el ver a unanciano tan venerable con una hija tan pequea, que la gentese apresuraba a cedernos el asiento. Mi to, que ocupaba losbancos de los mayordomos, gozaba al vernos llegar y decaque yo era su [17v] rayito de sol...

    No me preocupaba lo ms mnimo que me mirasen.Escuchaba con mucha atencin los sermones, aunque noentenda casi nada. El primero que entend, y que meimpresion profundamente, fue uno sobre la pasin, predicadopor el Sr. Ducellier, y despus entend ya todos los dems.

    Cuando el predicador hablaba de santa Teresa, pap seinclinaba y me deca muy bajito: Escucha bien, reinecita, queest hablando de tu santa patrona. Y yo escuchaba bien, peromiraba ms a papa que al predicador. Me deca tantas cosassu hermoso rostro...! A veces sus ojos se llenaban de lgrimasque trataba en vano de contener. Tanto le gustaba a su almaabismarse en las verdades eternas, que pareca no pertenecerya a esta tierra... Sin embargo, su carrera estaba an muy lejosde terminar: tenan que pasar todava largos aos antes de queel hermoso cielo se abriera ante sus ojos extasiados y de que elSeor enjugara las lgrimas de su servidor fiel y cumplidor...

    Pero vuelvo a mi jornada del domingo. Aquella alegrejornada, que pasaba con tanta rapidez, tena tambin su fuertetinte de melancola. Recuerdo que mi felicidad era total hastaCompletas. Durante esta Hora del Oficio, me pona a pensarque el da de descanso se iba a terminar, que al da siguientehaba que volver a empezar la vida normal, a trabajar, aestudiar las lecciones, y mi corazn senta el peso del destierro

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    de la tierra... y suspiraba por el descanso eterno del cielo, porel domingo sin ocaso de la patria...

    Hasta los paseos que dbamos antes de volver a losBuissonnets dejaban en mi alma un sentimiento de tristeza. Enellos la familia ya no estaba completa, pues pap, por dargusto a mi to, le dejaba a Mara o a Paulina la tarde de losdomingos. [18r] Slo me senta realmente contenta cuandome quedaba yo tambin. Prefera eso a que me invitasen a msola, pues as se fijaban menos en m.

    Mi mayor placer era or hablar a mi to, pero no megustaba que me hiciese preguntas, y senta mucho miedocuando me pona sobre una de sus rodillas y cantaba con vozde trueno la cancin de Barba Azul...

    Cuando pap vena a buscarnos, me pona muy contenta.Al volver a casa, iba mirando las estrellas, que titilabandulcemente, y esa visin me fascinaba... Haba, sobre todo, ungrupo de perlas de oro en las que me fijaba muy gozosa, puesme pareca que tenan forma de T (poco ms o menos estaforma ). Se lo enseaba a pap, dicindole que mi nombreestaba escrito en el cielo, y luego, no queriendo ver ya cosaalguna de esta tierra miserable, le peda que me guiase l. Yentonces, sin mirar dnde pona los pies, levantaba bien alta lacabeza y caminaba sin dejar de contemplar el cielo estrellado...

    Y qu decir de las veladas de invierno, sobre todo delas de los domingos? Cmo me gustaba sentarme con Celina,despus de la partida de damas, en el regazo de pap...! Consu hermosa voz, cantaba tonadas que llenaban el alma depensamientos profundos..., o bien, mecindonos dulcemente,recitaba poesas impregnadas de verdades eternas.

    Luego subamos para rezar las oraciones en comn, y lareinecita se pona solita junto a su rey, y no tena ms quemirarlo para saber cmo rezan los santos...

    Finalmente, bamos todas, por orden de edad, a dar lasbuenas noches a pap y a recibir un beso. La reina iba,

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    naturalmente, la ltima, y el rey, para besarla, la [18v] cogapor los codos, y ella exclamaba bien alto:

    Buenas noches, pap, hasta maana, que duermasbien. Y todas las noches se repeta la escena...

    Despus mi mamata me coga en brazos y me llevabahasta la cama de Celina, y yo entonces le deca: Paulina, hesido hoy bien buenecita...?

    Vendrn los angelitos a volar a mi alrededor ? Larespuesta era siempre s, pues de otro modo me hubiera pasadotoda la noche llorando...

    Despus de besarme, al igual que mi querida madrina,Paulina volva a bajar y la pobre Teresita se quedabacompletamente sola en la oscuridad.

    Y por ms que intentaba imaginarse a los angelitosvolando a su alrededor, no tardaba en apoderarse de ella elterror; las tinieblas le daban miedo, pues desde su cama noalcanzaba a ver las estrellas que titilaban dulcemente...

    Considero una autntica gracia el que t, Madre querida,me hayas acostumbrado a superar mis miedos. A veces memandabas sola, por la noche, a buscar un objeto cualquiera enalguna habitacin alejada. De no haber sido tan bien dirigida,me habra vuelto muy miedosa, mientras que ahora es difcilque me asuste por nada...

    A veces me pregunto cmo pudiste educarme con tantoamor y delicadeza, y sin mimarme, pues la verdad es que nome dejabas pasar ni una sola imperfeccin. Nunca mereprendas sin motivo, pero tampoco te volvas nunca atrs deuna decisin que hubieras tomado. Tan convencida estaba yode esto, que no hubiera podido ni querido dar un paso si t melo habas prohibido. Hasta pap se vea obligado a someterse atu voluntad. Sin el consentimiento de Paulina, yo no sala depaseo; y si cuando pap me peda que fuese, yo responda:Paulina no quiere, [19r] entonces l iba a implorar graciapara m. A veces Paulina, por complacerlo, deca que s, pero

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    Teresita lea en su cara que no lo deca de corazn y entoncesse echaba a llorar y no haba forma de consolarla hasta quePaulina deca que s y la besaba de corazn.

    Cuando Teresita caa enferma, como le suceda todos losinviernos, es imposible decir con qu ternura maternal eracuidada. Paulina la acostaba en su propia cama (mercedincomparable) y le daba todo lo que le apeteca. Un da,Paulina sac de debajo de la almohada una preciosa navajitasuya y se la regal a su hijita, dejndola sumida en unarrobamiento imposible de describir. Paulina!, exclam,as que me quieres tanto, que te privas por m de tu preciosanavajita que tiene una estrella de ncar...? Y si me quierestanto, sacrificaras tambin tu reloj para que no memuriera... No slo sacrificara mi reloj para que no temurieras, sino que lo sacrificara ahora mismo por verte prontocurada. Al or esas palabras de Paulina, mi asombro y migratitud llegaron al colmo...

    En verano, a veces tena mareos, y Paulina me cuidabacon la misma ternura. Para distraerme y ste era el mejor delos remedios, me paseaba en carretilla alrededor del jardn; yluego, bajndome a m, pona en mi lugar una matita demargaritas y la paseaba con mucho cuidado hasta mi jardn,donde la colocaba con gran solemnidad...

    Paulina era quien reciba todas mis confidencias ntimasy aclaraba todas mis dudas... En cierta ocasin, le manifestmi extraeza de que Dios no [19v] diera la misma gloria en elcielo a todos los elegidos y mi temor de que no todos fueranfelices. Entonces Paulina me dijo que fuera a buscar el vasogrande de pap y que lo pusiera al lado de mi dedalito, y luegoque los llenara los dos de agua. Entonces me pregunt cul delos dos estaba ms lleno. Yo le dije que estaba tan lleno el unocomo el otro y que era imposible echar en ellos ms agua de laque podan contener. Entonces mi Madre querida me hizocomprender que en el cielo Dios dara a sus elegidos tanta

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    gloria como pudieran contener, y que de esa manera el ltimono tendra nada qu envidiar al primero. As, Madre querida,poniendo a mi alcance los ms sublimes secretos, sabas t dara mi alma el alimento que necesitaba...

    Con qu alegra vea yo llegar cada ao la entrega depremios...!

    Entonces como siempre, se haca justicia, y yo no recibams recompensas que las que haba merecido. Sola y de pieen medio de la noble asamblea, escuchaba la sentencia, que eraleda por el rey de Francia y Navarra. El corazn me lata muyfuerte al recibir los premios y la corona..., era para m comouna imagen del juicio...! Inmediatamente despus de laentrega, la reinecita se quitaba su vestido blanco, y seapresuraban a disfrazarla para que tomara parte en la granrepresentacin...!

    Visin proftica Qu alegres eran aquellas fiestasfamiliares...! Y qu lejos estaba yo entonces, viendo a mi reyquerido tan radiante, de presagiar las tribulaciones que iban avisitarlo...!

    Un da, sin embargo, Dios me mostr, en una visinverdaderamente extraordinaria, la imagen viva de la pruebaque l quera prepararnos de antemano, pues su cliz se estabaya llenando.

    Pap se encontraba de viaje desde haca varios das, yan faltaban dos [20r] para su regreso. Seran las dos o lastres de la tarde, el sol brillaba con vivo resplandor y toda lanaturaleza pareca estar de fiesta.

    Yo estaba sola, asomada a la ventana de una buhardillaque daba a la huerta grande. Miraba al frente, con el almaocupada en pensamientos risueos, cuando vi delante dellavadero, que se encontraba justamente all enfrente, a unhombre vestido exactamente igual que pap, de la mismaestatura y con la misma forma de andar; slo que estaba

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    mucho ms encorvado... Tena la cabeza cubierta con unaespecie de delantal de color indefinido, de suerte que no lepuede ver la cara. Llevaba un sombrero parecido a los depap. Lo vi avanzar con paso regular, bordeando mijardincito... De pronto un sentimiento de pavor sobrenaturalinvadi mi alma; pero inmediatamente pens que seguramentepap haba regresado y que se ocultaba para darme unasorpresa. Entonces le llam a gritos, con voz trmula deemocin: Pap, pap...! Pero el misterioso personaje nopareci orme y prosigui su marcha regular sin siquieravolverse. Siguindole con la mirada, le vi dirigirse hacia elbosquecillo que cortaba en dos la avenida principal. Esperabaverlo reaparecer al otro lado de los grandes rboles, pero lavisin proftica se haba desvanecido...!

    Todo esto no dur ms que un instante, pero se grab tanprofundamente en mi corazn, que an hoy, quince aosdespus..., conservo tan vivo su recuerdo como si la visinestuviese todava delante de mis ojos...

    Mara estaba contigo, Madre ma, en una habitacin quetena comunicacin con aquella en la que yo me encontraba.Y al orme llamar a pap, tuvo una sensacin de pavor ypens, segn me dijo despus, que deba estar ocurriendo algoextraordinario. Disimulando su emocin corri junto a m,preguntndome qu me pasaba para estar llamando a pap queestaba en Alenon. [20v] Entonces le cont lo que acababa dever.

    Para tranquilizarme, Mara me dijo que seguramentehabra sido Victoria, que, para meterme miedo, se habacubierto la cabeza con el delantal.

    Pero al preguntarle, Victoria asegur que ella no habasalido de la cocina.

    Adems, yo estaba bien segura de haber visto a unhombre y de que ese hombre tena todas las trazas de pap.Entonces fuimos las tres al otro lado del macizo de rboles, y

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    al no encontrar la menor huella de que alguien hubiese pasadopor all, t me dijiste que no pensara ms en ello...

    Pero no pensar ms en ello era algo que no estaba en mipoder. Mi imaginacin me representaba una y otra vez laescena misteriosa que haba visto... Muchas veces tambinintent levantar el velo que me ocultaba su significado, puesen el fondo del corazn abrigaba la ntima conviccin de queesta visin tena un sentido que algn da se me iba a revelar...

    Ese da se hizo esperar largo tiempo, pero catorce aosms tarde Dios mismo rasg ese velo misterioso. Estbamosen licencia sor Mara del Sagrado Corazn y yo, y hablbamoscomo siempre de cosas de la otra vida y de nuestros recuerdosde la infancia. Yo le record la visin que haba tenido a laedad de seis a siete aos, y de pronto, al contar los detalles deaquella extraa escena, comprendimos las dos a la vez lo quesignificaba... Era a pap a quien yo haba visto, caminandoencorvado por la edad... Era l, llevando en su rostrovenerable y en su cabeza encanecida el signo de su pruebagloriosa... As como la Faz adorable de Jess estuvo veladadurante su Pasin, as tena que estar tambin velada la faz desu fiel servidor en los das de sus sufrimientos, para que en lapatria celestial pudiera resplandecer junto a su Seor, el Verboeterno... Y desde el seno de esa gloria inefable, nuestroquerido padre, que reina ya en el cielo, nos ha alcanzado lagracia de comprender la visin [21r] que su reinecita habatenido a una edad en la que no era de temer que sufriera unailusin. Desde el seno de la gloria, nos ha alcanzado el dulceconsuelo de comprender que, diez aos antes de nuestra grantribulacin, Dios quiso mostrrnosla ya, como un padre hacevislumbrar a sus hijos el porvenir glorioso que les tienepreparado y se complace en considerar por adelantado lasriquezas incalculables que constituirn su herencia...

    Pero por qu Dios me concedi precisamente a m estarevelacin? Por qu mostr a una nia tan pequea algo que

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    ella no poda comprender, algo que, de haberlo comprendido,la hubiera hecho morir de dolor? Por qu...? Es ste, sinduda, uno de esos misterios que comprenderemos en el cieloy que ser para nosotras causa de eterna admiracin...!

    Qu bueno es el Seor...! El acompasa siempre suspruebas a las fuerzas que nos da. Como acabo de decir, yonunca hubiera podido soportar ni tan siquiera la idea de losamargos sufrimientos que me reservaba el porvenir... Eraincapaz hasta de pensar, sin estremecerme, que pap pudiesemorir...

    Una vez, estaba subido a lo alto de una escalera, y comoyo quedaba justamente debajo de l, me grit: Aprtate,chiquitita, que si caigo te voy a aplastar. Al or eso, mesublev interiormente, y, en vez de apartarme, me pegu ms ala escalera, pensando: Por lo menos, si pap se cae, no tendrel dolor de verle morir, pues yo morir con l.

    Me es imposible decir lo mucho que quera a papa.Todo en l me causaba admiracin. Cuando me explicaba susideas (como si yo fuese ya una jovencita), yo le decaingenuamente que seguro que si deca [21v] todas esas cosasa los hombres importantes del gobierno, vendran a buscarlopara hacerlo rey, y entonces Francia sera feliz como no lohaba sido nunca... Pero en el fondo me alegraba (y me loreprochaba a m misma como si fuese un pensamiento egosta)de que no hubiese nadie ms que yo que conociese bien apap, pues saba que si llegara a ser rey de Francia, seradesdichado, porque sta es la suerte de todos los monarcas; y,sobre todo, ya no sera mi rey, un rey slo para m...!

    Trouville Tena yo seis o siete aos cuando pap nosllev a Trouville. Nunca olvidar la impresin que me causel mar. No me cansaba de mirarlo. Su majestuosidad, elrugido de las olas, todo le hablaba a mi alma de la grandeza ydel poder de Dios.

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    Recuerdo que, durante el paseo que dimos por la playa,un seor y una seora me miraban correr feliz junto a pap y,acercndose, le preguntaron si era suya, y dijeron que era unania muy guapa. Pap les respondi que s, pero me di cuentade que les hizo seas de que no me dirigiesen elogios...

    Era la primera vez que yo oa decir que era guapa, y megust, pues no crea serlo. T ponas gran cuidado, Madrequerida, en alejar de m todo lo que pudiese empaar miinocencia, y sobre todo en no dejarme escuchar ningunapalabra por la pudiese deslizarse la vanidad en mi corazn. Ycomo yo slo haca caso a tus palabras y a las de Mara, yvosotras nunca me habais dirigido un solo piropo, no dimayor importancia a las palabras y a las miradas deadmiracin de aquella seora.

    Al atardecer, a esa hora en la que el sol parece quererbaarse en la inmensidad de las olas, dejando tras de s unsurco luminoso, iba a sentarme, a solas con Paulina, en unaroca... Y all record el cuento conmovedor de El surco deoro...

    Estuve contemplando durante mucho tiempo aquel surcoluminoso, imagen de la gracia que ilumina el camino que deberecorrer la barquilla de airosa vela blanca... All, al lado dePaulina, hice el propsito de no alejar nunca mi alma de lamirada de Jess, para que pueda navegar en paz hacia la patriadel cielo...

    Mi vida discurra serena y feliz. El cario de que vivarodeada en los Buissonnets me haca, por decirlo as, crecer.Pero ya era, sin duda, lo suficientemente grande para empezara luchar, para empezar a conocer el mundo y las miserias deque est lleno...

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    CAPTULO III AOS DOLOROSOS (18811883)

    Alumna en la Abada Tena yo ocho aos y mediocuando Leonia sali del internado y yo ocup su lugar en laAbada.

    He odo decir muchas veces que el tiempo pasado en elinternado es el mejor y el ms feliz de la vida. Para m no lofue. Los cinco aos que pas en l fueron los ms tristes detoda mi vida. Si no hubiera tenido a mi lado a mi queridaCelina, no habra aguantado all ni un mes sin caer enferma...

    La pobre florecita haba sido acostumbrada a hundir susfrgiles races en una tierra selecta, hecha expresamente paraella. Por eso se le hizo muy duro verse en medio de flores detoda especie, que tenan a menudo races muy poco delicadas,y obligada a encontrar en una tierra ordinaria la savia quenecesitaba para vivir...

    T me habas educado tan bien, Madre querida, quecuando llegu al internado era la ms adelantada de las niasde mi edad. Me pusieron en [22v] una clase en la que todaslas alumnas eran mayores que yo.

    Una de ellas, de 13 a 14 aos de edad, era pocointeligente, pero saba imponerse a las alumnas, e incluso a lasprofesoras. Al verme tan joven, casi siempre la primera de laclase y querida por todas las religiosas, se ve que sinti envidiamuy comprensible en una pensionista y me hizo pagar de milmaneras mis pequeos xitos...

    Dado mi natural tmido y delicado, no saba defenderme,y me contentaba con sufrir en silencio, sin quejarme nisiquiera a ti de lo que sufra. Pero no tena la suficiente virtudpara sobreponerme a esas miserias de la vida y mi pobrecorazoncito sufra mucho...

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    Gracias a Dios, todas las tardes volva al hogar paterno,y all se expansionaba mi corazn. Saltaba al regazo de mirey, dicindole las notas que me haban dado, y sus besos mehacan olvidar todas las penas...

    Con qu alegra anunci el resultado de mi primeracomposicin (una composicin sobre la Historia Sagrada)!Slo me falt un punto para llegar al mximo, por no habersabido el nombre del padre de Moiss. Era, por lo tanto, laprimera de la clase y traa un hermosa condecoracin de plata.

    Como premio, pap me regal una preciosa monedita deveinte cntimos que ech en un bote destinado a recibir casitodos los jueves una nueva moneda, siempre del mismovalor... (De este bote sacaba yo dinero en determinadas fiestassolemnes, cuando quera dar de mi bolsillo una limosna para lacolecta de la Propagacin de la Fe u otras obras parecidas.)Paulina, encantada con el triunfo de su pequea alumna, leregal un [23r] aro muy bonito, para animarla a seguir siendotan estudiosa.

    Buena necesidad tena la pobre nia de estas alegras dela familia. Sin ellas, la vida del internado habra sidodemasiado dura para ella.

    Das de vacacin Los jueves por la tarde nos dabanasueto. Pero no era como los asuetos de Paulina, y no lospasaba con papa en el mirador... Tena que jugar, no con miCelina, cosa que me gustaba mucho cuando estbamos las dossolas, sino con mis primitas y con las pequeas Maudelonde.Era para m un verdadero martirio, y como no saba jugarcomo las dems nias, no era una compaera agradable. Sinembargo, haca todo lo posible por imitar a las otras, sinconseguirlo, y me aburra enormemente, sobre todo cuandohaba que pasarse toda la tarde bailando cuadrillas. Lo nicoque me gustaba era ir al jardn de la estrella. All era laprimera en todo: como coga flores en cantidad y saba

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    encontrar las ms bonitas, despertaba la envidia de miscompaeras...

    Otra cosa que tambin me gustaba era quedarme solacon Mara, lo cual slo ocurra por casualidad: como entoncesno tena a Celina Maudelonde que la arrastrase a juegoscorrientes, me dejaba elegir a m, y yo elega algunototalmente nuevo. Mara y Teresa se convertan en ermitaas,que no tenan ms que una pobre cabaa, un pequeo campode trigo y unas pocas legumbres que cultivar. Su vidatranscurra en continua contemplacin; o sea, una de lasermitaas reemplazaba a la otra en la oracin cuando habaque ocuparse de la vida activa. Todo se haca con tal armona,con tal silencio y con un estilo tan religioso, que resultabaperfecto. Cuando nuestra ta vena a buscarnos para ir a dar unpaseo, continubamos el juego tambin en la calle. Las dosermitaas rezaban [23v] juntas el rosario, sirvindose de losdedos para no exhibir su devocin ante un pblico indiscreto.Pero un da, la ms joven de las ermitaas se olvid: le habandado un pastel para la merienda, y ella, antes de comerlo, hizouna gran seal de la cruz, lo que hizo rer a todos los profanosdel siglo...

    Mara y yo nos entendamos a la perfeccin. Hasta talpunto tenamos los mismos gustos, que una vez nuestra uninde voluntades se pas de la raya. Volviendo una tarde de laAbada, yo le dije a Mara: Guame, voy a cerrar los ojos.Yo tambin quiero cerrarlos, me respondi. Dicho y hecho.Cada una hizo su propia voluntad sin discutir... Ibamos por laacera, por lo que no tenamos por qu temer a los coches. Trasun delicioso paseo de varios minutos, y de saborear el placerde caminar a ciegas, las dos pequeas atolondradas cayeronsobre unas cajas colocadas a la puerta de una tienda, o, mejordicho, las tiraron al suelo. El tendero sali, todo furioso, arecoger su mercanca. Las dos ciegas voluntarias selevantaron ellas solas y escaparon a todo correr, con los ojos

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    bien abiertos y perseguidas por los justos reproches de Juana,que estaba tan enfadada como el tendero...

    En consecuencia, como castigo, decidi separarnos, ydesde aquel da Mara y Celina fueron juntas, mientras que yoiba con Juana. Eso puso fin a nuestra excesiva unin devoluntades y no les vino mal a las mayores, que nunca estabande acuerdo y se pasaban todo el camino discutiendo.

    De esa manera, la paz fue completa.

    Primera comunin de Celina An no he dicho nada demi ntima relacin con Celina. [24r] Si fuera a contarlo todo,nunca acabara...

    En Lisieux se cambiaron los papeles: Celina se convirtien un travieso diablillo y Teresa ya no era ms que una niitamuy buena, pero excesivamente llorona... Eso no eraobstculo para que Celina y Teresa se quisiesen cada da ms.A veces haba entre ellas pequeas discusiones, pero no eranada serio, y en el fondo estaban siempre de acuerdo.

    Puedo decir que nunca mi querida hermanita me dio elmenor disgusto, sino que fue para m como un rayo de sol, unafuente continua de alegra y de consuelo... Quin podr decircon qu intrepidez me defenda en la Abada cuando alguienme acusaba...? Se preocupaba tanto por mi salud, que a vecesme cansaba. De lo que no me cansaba era de verla jugar.

    Pona en fila a toda la tropa de nuestras muecas y lesdaba clase como una maestra consumada; slo que tenamucho cuidado de que las suyas se portasen siempre bien,mientras que a las mas las echaba a menudo de clase por sumala conducta...

    Me contaba todas las cosas nuevas que aprenda enclase, lo cual me diverta mucho, y la tena por un pozo deciencia.

    Me haba dado el ttulo de hijita de Celina, y as,cuando se enfadaba conmigo, su mejor muestra de que estaba

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    enojada era decirme: Ya no eres mi hijita, se acab, meacordar por toda la vida...! Entonces yo no tena msremedio que echarme a llorar como una Magdalena,suplicndole que me volviese a admitir como su hijita.Inmediatamente me besaba y me prometa que ya no sevolvera a acordar de nada... Y para consolarme, coga una desus muecas y le [24v] deca: Cario, besa a tu ta. Unavez, la mueca tena tanta prisa por besarme tiernamente, queme meti sus dos bracitos por la nariz... Celina, que no lohaba hecho adrede, me miraba estupefacta, viendo a lamueca colgndome de la nariz. La ta no tard mucho enrechazar las efusiones demasiado tiernas de su sobrina, y seech a rer con todas las ganas ante tan singular aventura.

    Lo ms divertido era vernos comprar las dos a la vez, enla tienda, los aguinaldos. Nos escondamos cuidadosamente launa de la otra. Con slo

    50 cntimos tenamos que comprar, por lo menos, cincoo seis objetos diferentes, y la cuestin era quin comprara lascosas ms bonitas.

    Encantadas con nuestras compras, esperbamos conimpaciencia el primer da del ao para poder ofrecernos una aotra nuestros magnficos regalos. La primera que sedespertaba se apresuraba a felicitarle a la otra el ao nuevo.Luego nos entregbamos los aguinaldos y las dos nosquedbamos extasiadas ante los tesoros que la otra habaconseguido con

    50 cntimos...Esos regalitos nos causaban casi tanto placer como los

    ricos aguinaldos de mi to.Por lo dems, eso no era ms que el principio de nuestras

    alegras. Aquel da nos vestamos a toda prisa y estbamos alacecho para saltar al cuello de pap. En cuanto sala de suhabitacin, toda la casa se llenaba de gritos de alegra ynuestro papato se mostraba feliz de vernos tan contentas...

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    Los aguinaldos que Mara y Paulina daban a sus hijitasno eran de gran valor, pero les causaban tambin una granalegra... Y es que en esa edad an no estbamos embotadas;nuestra alma, en toda su lozana, se abra como una flor, felizde recibir el roco de la maana... Un mismo soplo mecanuestras corolas, y lo que haca gozar o sufrir a [25r] unahaca gozar o sufrir a la vez a la otra.

    S, nuestras alegras eran comunes. Lo comprob muybien el da de la primera comunin de mi querida Celina. Yono iba an a la Abada, pues slo tena siete aos; peroconservo en mi corazn el dulcsimo recuerdo de lapreparacin que t, Madre querida, le hiciste hacer a Celina.Todas las tardes la sentabas en tu regazo y le hablabas del actotan importante que iba a realizar. Yo escuchaba, vida deprepararme tambin, pero muy frecuentemente me decas queme fuera porque era todava demasiado pequea. Entonces mepona muy triste y pensaba que cuatro aos no erandemasiados para prepararse a recibir a Dios...

    Una tarde, te o decir que a partir de la primeracomunin haba que empezar una nueva vida. En ese mismomomento decid no esperar a ese da, sino comenzarla almismo tiempo que Celina...

    Nunca supe cunto la quera como durante su retiro detres das. Era la primera vez en mi vida que estaba lejos deella y que no me acostaba en su cama... El primer da meolvid de que no iba a volver, y guard un manojito de cerezas,que pap me haba comprado, para comerlo con ella; cuandovi que no llegaba, sent mucha pena. Pap me consoldicindome que al da siguiente me llevara a la Abada paraver a mi Celina y que podra darle otro manojo de cerezas...

    El da de la primera comunin de Celina me dej unaimpresin parecida a la de la ma. Al despertarme por lamaana, yo sola en aquella cama tan grande, me sentinundada de alegra. Es hoy...! Ha llegado el gran da...

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    No me cansaba de [25v] repetir estas palabras. Me parecaque era yo la que iba a hacer la primera comunin. Creo queese da recib grandes gracias, y lo considero como uno de losms hermosos de mi vida...

    Paulina en el Carmelo He vuelto un poco atrs paraevocar este delicioso y dulce recuerdo. Ahora quiero hablartede la dolorosa prueba que vino a destrozar el corazn deTeresita cuando Jess le arrebat a su querida mam, a suPaulina a la que tan tiernamente quera...!

    Un da, yo haba dicho a Paulina que me gustara sersolitaria, irme con ella a un desierto lejano. Ella me contestque se era tambin su deseo y que esperara a que yo fuesemayor para marcharnos. La verdad es que aquello no lo dijoen serio, pero Teresita s lo haba tomado en serio. Por eso,cul no sera su dolor al or un da hablar a su querida Paulinacon Mara de su prxima entrada en el Carmelo...?

    Yo no saba lo que era el Carmelo, pero comprend quePaulina iba a dejarme para entrar en un convento, comprendque no me esperara y que iba a perder a mi segunda madre...Cmo podr expresar la angustia de mi corazn...? En uninstante comprend lo que era la vida. Hasta entonces no mehaba parecido tan triste, pero entonces se me apareci en todosu realismo, y vi que no era ms que un puro sufrimiento y unacontinua separacin. Llor lgrimas muy amargas, pues anno comprenda la alegra del sacrificio. Era dbil, tan dbil,que considero una gracia muy grande el haber podido soportaruna prueba como aquella, que pareca muy superior a misfuerzas... Si me hubiese ido enterando poco a poco de lapartida de mi Paulina querida, tal vez no hubiera sufrido tanto;pero [26r] al saberlo de repente, fue como si me hubieranclavado una espada en el corazn.

    Siempre recordar, Madre querida, con qu ternura meconsolaste...

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    Luego me explicaste la vida del Carmelo, que mepareci muy hermosa.

    Evocando en mi interior todo lo que me habas dicho,comprend que el Carmelo era el desierto adonde Dios queraque yo fuese tambin a esconderme... Lo comprend con tantaevidencia, que no qued la menor duda en mi corazn. No eraun sueo de nia que se deja entusiasmar fcilmente, sino lacerteza de una llamada de Dios: quera ir al Carmelo, no porPaulina, sino slo por Jess... Pens muchas cosas que laspalabras no pueden traducir, pero que dejaron una gran paz enmi alma.

    Al da siguiente, confi mi secreto a Paulina, quien,viendo en mis deseos la voluntad del cielo, me dijo que prontoira con ella a ver a la madre priora del Carmelo y quetendramos que decirle lo que Dios me haca sentir...

    Se escogi un domingo para esta solemne visita, y miapuro fue grande cuando supe que Mara G. deberaacompaarme, por ser yo an demasiado pequea para ver alas carmelitas. Sin embargo, yo tena que encontrar la formade quedarme a solas con la priora, y he aqu lo que se meocurri. Le dije a Mara que, ya que tenamos el privilegio dever a la madre priora, debamos ser muy amables y educadascon ella, y que por eso debamos confiarle nuestros secretos;as que cada una tendra que salir un momento, y dejar a la otraa solas con la Madre. Mara crey lo que le deca, y, a pesarde su repugnancia a confiar secretos que no tena, nosquedamos a solas, una despus de otra, con la madre Mara deGonzaga.

    [26v] Despus de escuchar mis importantesconfidencias, la Madre crey en mi vocacin, pero me dijo queno reciban postulantes de nueve aos, y que tendra queesperar hasta los diecisis... Yo me resign, a pesar de misvivos deseos de entrar cuanto antes y de hacer la primeracomunin el da de la toma de hbito de Paulina...

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