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Erika Olaya Mendoza Filosofía de las emociones Texto base: Prinz, Jesse “Embodied Appraisals” El escrito de Jesee Prinz “Embodied Appraisals” está dividido en dos grandes secciones. La primera sección, se encargará de mostrarnos que las emociones son como representaciones, y la segunda, tendrá por objeto señalar que el cuerpo y sus cambios están estrechamente ligados a esas representaciones, para de tal suerte, sostener una teoría que afirme que las emociones son “evaluaciones corporalizadas”. Prinz tiene como objetivo unir las dos posturas que han discutido sobre la naturaleza de las emociones: las teorías evaluativas, que sostienen que las emociones comprenden necesariamente representaciones de las relaciones organismo- ambiente con respecto al bienestar (52). Y las teorías somáticas que sostienen que las emociones no son sino cambios en los estados corporales. I. Emociones como representaciones 1. Lo primero que el autor hace es señalar, de la mano de la teoría de Fred Dretske algunos aspectos generales sobre las representaciones mentales. Estas son estados mentales que representan algo, y al hacer esa representación satisfacen dos condiciones: (a) llevan información y (b) se pueden aplicar de manera errada (53). Ahora, un estado lleva información sobre aquello que confiablemente causa que tal estado ocurra. Sin embargo, esa causación confiable, no implica una perfecta correlación. El fuego causa confiablemente la aparición de humo. Y eso significa que el efecto, en este caso el humo, lleva información, y con ello nos dice que hay un incendio.

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Erika Olaya MendozaFilosofía de las emocionesTexto base: Prinz, Jesse “Embodied Appraisals”

El escrito de Jesee Prinz “Embodied Appraisals” está dividido en dos grandes secciones. La primera sección, se encargará de mostrarnos que las emociones son como representaciones, y la segunda, tendrá por objeto señalar que el cuerpo y sus cambios están estrechamente ligados a esas representaciones, para de tal suerte, sostener una teoría que afirme que las emociones son “evaluaciones corporalizadas”.Prinz tiene como objetivo unir las dos posturas que han discutido sobre la naturaleza de las emociones: las teorías evaluativas, que sostienen que las emociones comprenden necesariamente representaciones de las relaciones organismo-ambiente con respecto al bienestar (52). Y las teorías somáticas que sostienen que las emociones no son sino cambios en los estados corporales.

I. Emociones como representaciones

1. Lo primero que el autor hace es señalar, de la mano de la teoría de Fred Dretske algunos aspectos generales sobre las representaciones mentales. Estas son estados mentales que representan algo, y al hacer esa representación satisfacen dos condiciones: (a) llevan información y (b) se pueden aplicar de manera errada (53).

Ahora, un estado lleva información sobre aquello que confiablemente causa que tal estado ocurra. Sin embargo, esa causación confiable, no implica una perfecta correlación. El fuego causa confiablemente la aparición de humo. Y eso significa que el efecto, en este caso el humo, lleva información, y con ello nos dice que hay un incendio.

Sin embargo, llevar información no es suficiente para la representación. Para que algo sea una representación, se necesita que el portador de la información tenga la función de llevar esa cierta información. Tener esa función es algo que es posible en la medida en que algo ha sido configurado de antemano. Y esas configuraciones se dan o bien por aprendizaje, como en el caso de los perros: después de varios encuentros con perros el estado mental se configura en virtud del encuentro con perros más que con cualquier otra cosa. Es decir, que aunque el concepto de perro pueda activarse con criaturas que no son

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perros, ha sido configurado como resultado del encuentro con perros (54). Otras configuraciones son puestas en su sitio por la evolución. Por ejemplo, ciertas células del sistema visual que heredadas de los antepasados que responden de manera exitosa a los bordes y han sido configuradas para eso. Sin embargo, esas células pueden ser activadas también al ver grietas. Dice Prinz que cuando las células se activan al ver grietas hay una representación incorrecta de una grieta como un borde.

Esto responde a la objeción de que no se puede asignar contenidos precisos a nuestros estados mentales. Aunque pueda haber varias causas de una misma representación, el contenido de la misma puede ser restringido averiguando para qué es que el organismo la usa o cómo es que llegó a tener tal representación (cómo y si llegó a ser herencia evolutiva, ejemplo de los sapos). El concepto de perro aunque pueda aparejar más información sobre otras cosas que no son perros, es un estado mental que fue configurado por el encuentro con perros y aparece cuando lo evocamos. A la luz de esto, podemos decir que una representación mental es un estado mental que es confiablemente causado por algo. Y lo que detecta a ese algo que causa la representación ha debido ser configurado y fijado por aprendizaje o por evolución. 2. ¿Las emociones representan cambios corporales?

En esta sección Prinz hace un recuento de las teorías somáticas de la emoción. Trae a colación los argumentos de James, Lange y posteriormente presenta a Damasio y lo critica. Algunos de los argumentos:

Argumento de la substracción: sostiene que si quitamos los síntomas corporales, lo único que queda es un juicio intelectual frío y neutral (James). Si uno está aterrorizado, y tiene el pulso normal, los movimientos precisos, los pensamientos claros, etc. entonces, pregunta Lange, ¿en dónde está el terror? Se supone que cuando uno está aterrorizado, tiene síntomas completamente diferentes a los mencionados, por ello, Lange señala, sin esos síntomas que usualmente ligamos al terror, ¿en dónde queda éste? El punto a señalar aquí es que “parece que la fenomenología de las emociones está en las sensaciones

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corporalizadas. Lo que sugiere que los cambios corporales son causas de la emoción más que efectos” (56).

La mente puede registrar cambios corporales. Si las emociones están constituidas por esos estados mentales (registro de cambios corporales), no se necesita postular otra facultad para explicar el fenómeno afectivo (James).

El cambio voluntario de los estados corporales impacta a las emociones (James).

Las emociones pueden ser influenciadas por las drogas pues estas producen cambios somáticos. Cuando alguien bebe alcohol, puede pasar de un estado de tristeza y pena a alegría y furor. Esto sostiene la conjetura de que las emociones registran cambios en nuestros estados, incluyendo nuestra neuroquímica.

Evidencia lingüística señalada por Lange que vincula las emociones con los estados corporales; muchas palabras para emociones también se refieren a cambios corporales, por ejemplo, estar “estremecido”, “febril”, “agitado”, “en shock” etc. Donde este patrón sugiere una fuerte correlación entre los estados emocionales y los estados del cuerpo.

Por otro lado, está el argumento de James de los casos patológicos. Algunos pacientes que reportaron insensibilidad emocional también reportaron una reducción en sus sensaciones corporales. Si las emociones registran cambios corporales, un individuo anestésico debería mostrar una respuesta emocional reducida. Recordemos que el médico de este paciente confirmó lo contrario, que el niño seguía manteniendo fuertes manifestaciones emocionales. James señala que el médico basó su conclusión en el comportamiento del paciente, más que en el testimonio introspectivo del mismo (57).

Llegado el turno de Damasio, que como vimos, ha armado un gran aparato basado en estudios1 y pruebas con mucha tecnología. Éste, de la mano con James cree no sólo que las emociones son experimentadas cuando hay actividad en los centros del cerebro que tienen la función

1 Damasio, nos dice Prinz, cita un estudio (Hohmann, 1966) en el que pacientes con lesiones en la médula espinal reportaron tener experiencias tenues de muchas emociones. Y encontraron que el grado de atenuación de la experiencia de las emociones es una función de donde la lesión de la espina está ubicada. Entre más grave la lesión, más grande es la reducción en el afecto.

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de detectar los cambios corporales (esos centros cerebrales podrían ser el correlato neural de nuestros estados emocionales). Sino además, que podemos tener sensaciones somáticas sin cambios corporales, gracias a las neuronas espejo (57).

Todos estos argumentos y evidencias, “sugieren que las emociones son consecuencias causales de cambios corporales. Éstas son estados que registran cambios corporales. Si este es el caso, entonces los cambios corporales deben ser capaces de causar emociones. Lo que no significa que toda emoción sea el resultado de perturbaciones previas en el cuerpo, pero sí sugiere que las perturbaciones corporales son causas confiables de las emociones.” (58).

De ahí que, si los cambios corporales causan confiablemente estados emocionales, entonces son candidatos para ser aquello que las emociones representan. Entonces, a lo mejor la ira representa a los vasos sanguíneos dilatados y el ceño fruncido.

Sin embargo, las cosas, dice Prinz, no son tan sencillas. En este punto introduce una útil distinción entre “registrar” y “representar”. Lo que debe señalarse es que el autor considera que las emociones registran los estados corporales, mas no los representan. Un estado mental registra lo que causa confiablemente que ese estado sea activado, pero aún sigue la pregunta por qué es lo que tales estados representan. Por analogía, se puede decir que un estado en el sistema visual registra una discontinuidad luminosa, pero que eso representa un borde (58). Recordando la teoría de la representación de Dretske, algo es una representación si además de llevar información y poder ser erróneamente aplicada, tiene una función. En el caso de los estados visuales éstos tienen la función de representar formas. Entonces, si la ira representa a los vasos sanguíneos dilatados, ésta debe tener la función de detectarlos.

¿Cómo se puede probar que las emociones tienen la función de detectar los cambios corporales? Aquí Prinz evalúa esta suposición de dos maneras, por un lado, se fija si tal vez pudo haber sido una función fijada por la naturaleza, y por otro, examina lo que las emociones hacen en aquellos que las tienen, esto es, examina el uso que hace el

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organismo de la representación. Con esto, llega a la conclusión de que las emociones no son representaciones de estados corporales. Así las cosas, ver a las emociones (en tanto representaciones de estados corporales) como consecuencia de la selección natural, tenemos que: la evolución escoge cosas que dan ventajas a los individuos para sobrevivir. Si la naturaleza nos equipó con emociones para detectar cambios corporales, entonces, detectar los cambios corporales debe conferir una ventaja para sobrevivir. Sin embargo, no es claro, por qué el conocimiento de que mis vasos sanguíneos están dilatados o constreñidos es una ventaja (59). Y desde el punto de vista de cómo las emociones son “usadas”, nos encontramos con que promueven respuestas comportamentales. Corremos cuando estamos asustados, pero, si las emociones representan cambios corporales, el hecho de que corramos resulta ininteligible. Por otro lado, las emociones también juegan un papel importante en la toma de decisiones.Y para esa toma de decisiones no necesitamos, al contrario de Damasio, juicios o evaluaciones cognitivas como un plus a la propuesta de que las emociones son representaciones de estados corporales.Puede, más bien aceptarse que las emociones son percepciones corporales, pero negar que ellas representan cambios corporales. Las emociones detectan algo más que los cambios en el sistema vascular. De lo contrario, no serían una ventaja evolutiva, ni tendrían sentido los usos para los cuales han sido establecidas (60).

3. Lo que provoca la emoción

Prinz desea en este apartado mostrar que las emociones representan cosas externas a nosotros, zafándonos de la circularidad que unas primeras aproximaciones podrían sugerir.

Las condiciones externas deben causar confiablemente las emociones. Las causas externas de las emociones varían de manera importante. Para unos, lo que causa tristeza, puede causar dicha en otros y de este tipo hay numerosos ejemplos. A pesar de tantas discrepancias, todos nos asustamos por cosas que son aterradoras “para nosotros”, o nos ponemos bravos por cosas que nos ofenden. Tenemos como primera característica que las emociones son provocadas por cosas que se relacionan con nosotros. De hecho, puede decirse que representan las relaciones organismo- ambiente

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(recordemos las teorías evaluativas). Y sus ejemplos se encuentran entre nuestros estados perceptuales, conceptos y creencias (60). De la misma manera en que puedo percibir que algo está en frente de mí, porque estoy en una relación con un objeto que tiene esa característica, el miedo puede representar la propiedad de ser miedoso o asustador para mí.

Esta representación de propiedades así dicha es circular pues es decir que el miedo representa lo que sea que me cause miedo. Dada esta correlación precisa, es difícil que pueda llegar a asustarme de manera errónea o que otra cosa que no causa el miedo lo cause. Y debemos recordar la segunda condición de Dretske: una representación debe poder ser errónea.

Prinz señala dos maneras para salir de la circularidad.1. Argumentar que las emociones son cualidades secundarias. Esto

es, cualidades que tienen el poder de causar cierta clase de experiencia en nosotros. Esto sucede según Locke, con los colores. Las cosas rojas causan que tengamos experiencias de rojo en condiciones visuales normales. Y aquí la circularidad no cabe, pues podemos tener la sensación del rojo independientemente de que tal o cual cosa sea roja (61). Del mismo modo, puede decirse que el miedo, por ejemplo, representa una cualidad secundaria o la propiedad de causar experiencias de miedo en los humanos normales bajo condiciones normales.

Hay varias respuestas de Prinz a esto:

1.1. Que el miedo represente cosas que causan un cierto tipo de experiencia en nosotros, no revela nada sobre lo que esas cosas tienen en común, pues ¿por qué unas cosas y no otras causan miedo?

1.2. Hay una diferencia importante entre las experiencias de miedo y la experiencia de los colores. Cuando experimentamos los colores lo hacemos proyectando el color en las superficies de los objetos. El miedo, en cambio, no se proyecta en algún objeto externo, sino en un estado dentro de nosotros; el miedo no se siente en lo que nos da miedo, lo sentimos en nosotros.

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1.3. Las cualidades secundarias son propiedades dependientes de la respuesta en un sentido estricto. “Una propiedad dependiente de la respuesta, P, es una que no debería existir sin ser representada como P por una experiencia humana, un juicio o cualquier otro estado mental” (61). Algo no puede ser representado como rojo si no es representado como rojo (bajo condiciones ideales). Desde esta postura, algo puede asustar solo si es representado como miedo.

Veamos la alternativa de Prinz a la visión de la cualidad secundaria:

Se puede encontrar, un tema común a las cosas que provocan cualquier emoción. Una lista de cosas pueden causar tristeza, sin embargo, todas ellas tienen un tema común que las engloba. Los eventos que la causan pueden diferir por ser triviales o profundos, sin embargo, en el caso de la tristeza, todos los eventos que la causan tienen en común que son la pérdida de algo valioso. En últimas, lo que representa la emoción es un tema. Esto se puede ver mejor a través de la distinción de los objetos de la emoción.

Las emociones tienen dos clases de objetos: formales y particulares. Los objetos particulares son los eventos en sí mismos, por tomar el ejemplo de Nussbaun, la muerte de su mamá. Sin embargo, lo que causa la tristeza es la pérdida de algo valioso. Aunque hay múltiples objetos particulares capaces de incentivar la emoción, la representación de ésta no es una representación del objeto en particular, sino la representación del tema que engloba al objeto particular.

Esta salida que ofrece Prinz se salva de la circularidad que se le achacaba a la propuesta que dice que lo que causa la tristeza o el miedo era lo que para nosotros causaba esas sensaciones. Más bien, se puede decir que la tristeza representa pérdida de algo valioso (e incluso varias disyunciones de otras propiedades relacionadas con la pérdida: la eliminación, la privación, la derrota). También pone de manifiesto que las emociones no representan propiedades dependientes de la respuesta. Como se dijo, para que una propiedad sea tal, debe ser el caso que sea percibida juzgada o atrapada por cualquier estado mental, pero sólo ellas puede suscitar su percepción (en condiciones normales). La tristeza representa la pérdida de algo valioso, y la pérdida es una propiedad relacional; relaciona (valga la redundancia) a un objeto

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valioso, y a mí, como aquel que sufre la eliminación del objeto. No obstante, el ser valioso, es una propiedad dependiente de la respuesta: algo no puede ser valorado sin ser el objeto de un estado mental, a saber, ser valorado por mí. Sin embargo, que algo sea valorado por mí, no significa que sepa que lo perdí, y cuando pierdo algo valioso, ese algo tiene esa propiedad independientemente de si me doy cuenta de que la tiene (63).

Lazarus, comenta Prinz, considera que los temas relacionales básicos, es decir, aquello que las emociones suelen representar, no son sólo las condiciones externas que provocan emociones, sino que éstos también se corresponden con juicios internos que hacemos a la llegada de las emociones. Prinz está en completo desacuerdo con ello. Los temas relacionales básicos son apenas las condiciones externas que provocan emociones, no capturan la estructura interna de nuestras emociones ni de ninguna otra representación mental. Aunque la tristeza represente lo que un juicio sobre la tristeza representa, lo hace de manera diferente.

Una representación no tiene por qué describir aquello que representa, es decir, no tiene que describir los temas relacionales básicos que la causan. Son como el beep que suena cuando hay policías cerca: el beep carece de estructuras, representa a los radares policíacos porque es confiablemente causado por ellos y ha sido configurado para ese propósito. Del mismo modo, la tristeza puede representar pérdida irrevocable (en términos de Lazarus), pero ninguna parte de ella representa la irrevocabilidad, por un lado, y la pérdida, por otro (65).

Las emociones, desde esta perspectiva cumplen hasta ahora dos de las tres condiciones de la representación de Dretske. Por un lado, es un estado mental que lleva información: el objeto formal. Es susceptible de equivocarse, pues pese a que son confiablemente causadas por su objeto formal, a veces se dan si él: a veces estamos tristes, pero no hemos tenido pérdida alguna.

2. De la información a la representación

En este segmento, Prinz debe mostrar cómo es que las emociones tienen la función de ser causadas por temas relacionales, esto es mostrar que ellas deben ser configuradas para tal propósito.

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La tercera condición de Dretske se cumple pues evolutivamente nuestros genes diseñaron las emociones para representar los temas relacionales básicos. El miedo, por ejemplo, fue configurado y fijado por situaciones de peligro. Los organismos necesitan saber estas cosas, pues, los temas relacionales que representan las emociones están directamente ligadas con el bienestar del organismo; es una relación organismo-ambiente la que se pone en funcionamiento cuando una emoción representa su objeto. Además, si las emociones han sido fijadas para detectar temas relacionales básicos, hacen un mejor trabajo explicando la conducta (66).

II. Trayendo de vuelta al cuerpo

Algunas representaciones no tienen una estructura, a pesar de representar propiedades complejas. Prinz llamará a esas representaciones “indicadores”. Otras representaciones sí tienen una estructura en virtud de que tienen partes significativas. Reciben el nombre de “detectores”.Los detectores o indicadores pueden estar diseñados para identificar la apariencia o la esencia de una cosa. Las emociones son detectores de apariencias, porque no rastrean la esencia de los temas que representan sino sus consecuencias, esto es, los estados del cuerpo. Así como con el concepto de perro, si bien para que algo sea un perro esta cosa debe tener propiedades biológicas complejas. Nosotros como individuos, somos incapaces de representarnos el genoma del perro (propiedad esencial: contenido real). No obstante, nos podemos representar a los perros mediante otras características (contenido nominal) y esto, incluso antes de que genomas y otras cosas fueran inventadas. Nosotros rastreamos a los perros por apariencias.Los temas básicos correlaciónales son el contenido real de las emociones, es decir, la esencia de las mismas. Sin embargo, los contenidos corporales de esos estados son nominales. El miedo rastrea peligro vía palpitaciones del corazón. Los cambios corporales ocurren porque ellos nos preparan para responder al tema relacional básico. El ritmo cardiaco se acelera, la respiración aumenta, la sangre fluye, etc. El registro de los cambios del cuerpo es lo que nos prepara para huir o pelear.

1. La objeción de la adrenalina

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Para decirlo rápidamente, este experimento consistía en inyectar con adrenalina a distintos sujetos y se los ubicó en diferentes contextos emocionales. Cuando se evaluaron las respuestas a cómo se sentían. En el caso de Schalachter y Singer las respuestas emocionales variaron según la situación. Pero Prinz critica este experimento señalando el momento en que todos los participantes contestaron que estaban felices aun después de encontrarse en situaciones bastante diferentes (contestar un cuestionario insultante y ver a un títere hacer monerías). Los investigadores concluyeron otro resultado sobre bases mal fundadas, a saber, que según ellos, los participantes querían complacer a los investigadores. Los supuestos que asumieron estos investigadores son dos: el primero consiste, en que quienes muestran distinto comportamiento emocional están en un estado emocional distinto. El segundo, es que los sujetos que mostraron distinto comportamiento emocional, estaban en el mismo estado fisiológico. La crítica de Prinz al segundo supuesto es que si bien ambos grupos de gente inyectada con adrenalina estaban en el mismo estado fisiológico al comienzo, la adrenalina los pudo hacer susceptibles a cambios internos dependiendo de la situación en la que se encontraban. La crítica al primer supuesto es que los sujetos pudieron haber tenido el mismo comportamiento pero su estado fisiológico interno pudo ser distinto (70).

Ahora, en lo que respecta a la fisiología de la emoción, Prinz sostiene que las emociones son patrones de estados corporales, no estados corporales definidos. Esos patrones de estados corporales son prototipos de esos estados. Esto es son una representación mental compuesta de partes que corresponden a un rango de “características de diagnóstico”, las cuales proveen buena evidencia para algo pero que no siempre es esencial para esa cosa. La habilidad de ladrar es una característica diagnóstica de ser un perro, aunque algunos perros no ladren, sin embargo, puede decirse que muchas cosas que ladran son perros.

Así sucede también con las emociones: una representación de miedo se convierte en activa cuando un número suficiente de muchos cambios corporales que pueden ocurrir en una situación peligrosa son detectados y quedando bajo el control de los temas.

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Y ya para terminar, Prinz comenta que las emociones son causadas a veces por percepciones directas del exterior y a veces son causadas por pensamientos. Sin embargo, las emociones causadas por pensamientos no deben volverse en ninguna circunstancia el caso paradigmático de causalidad emocional. Éste es más bien un caso que pudo haberse aprendido por asociación de pensamientos con percepciones externas en el que cuando se presentaban esas percepciones, éstas eran acompañadas de ciertos pensamientos y luego esas percepciones causaban la emoción. Posteriormente, de manera asociativa, los sujetos aprendieron a causar la emoción con los pensamientos que causaban las percepciones (76).

Prinz, J. (2004). Gut Reactions: a perceptual theory of emotions. Oxford: Oxford University Press.