theodore adorno

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426 Escrito: sociolégicos I . féf; l-» zooq . .5664 QLsW I. Av,-4. A '?'\.oPn,. ~. l A., x2 , 8-.. Contribucién a la doctrina de las idcologias1 I l Si queda esperanza en el mundo administrado, no sc halla ésta cn la mcdiacién, sino en los extremos. Donde la organizacién fuera nece- saria, en la configuracién de las condiciones materiales de vida y de las relaciones entre los hombres basadas en ellas, hay demasiado poca or- ganizacién y demasiado c 1 el émbito de lo privado, en el que se for- ma la conciencia. No se rrata de.que yo quiera sancionar la escisién en um esfera profesiond pmiblica y una privada: ella misma es expresién de la sociedad escindida, cuya fragmentacién alcanza a cada individuo. Pero una pragcis que vde para lo .mejor no puede negar la separacién establecida hisréricamente entre lo pxiblico y lo privado, sino que cen- dria que conectar con ella como con algo dado objerivamenre. El or- den racional de lo publico es representable sélo cuando en el orro ex- rremo, en la conciencia individual, se despierta la resistencia contra la organizacién a la vez sobredimensionada e incomplera. Sélo en los am- biros, por as( decir, rezagados de la vida, que alin esran libres de orga- nizacién, madura la comprensién de lo negativo del mundo adminis- trado y con ello la idea de un mundo mis humanamente digno. La indusrria cultural se ocupa de que el negocio no llegue a encadenar y oscurecer la conciencia. Necesaria seria, entre otras cosas, la emanci- pacién de los mecanismos encargados vlmicamenre de reproducir una vez mas, de forma conscience, en cada individuo la estulticia produci- bre a la ideologia actual que consiste en la dupliwdon de la vida a través de todos los secrores de la industria culturd. Una vacunacion de los hom- bres contra' la idiorez aguda en la que desernbocan toda pelicda, todo pro- grama de television, toda revista, seria ella rnisma un fragmento de pra- :ds transformadora. Puede que no sepamos lo que sea el hombre y lo que sea una correcta conliguracion de los asuntos humanos, pero lo que no debe ser y qué configuracion de los asuntos humanos es falsa, lo sabemos bien, y Unicamente en este saber determinado y concrero, se nos abre lo otro, lo Positivo. Se ve pe- 1953 El concepto de ideologia ha entrado de forma general demro del len- guaje cientlflco. <<S6lo tara va», escribia muy recientemenre Eduard Spran- ger, <<se sigue hablando de ideas e ideales. politicbs; Se habla por el con- trario con suma frecuencia de zklealagzhf politicas»'". A Lravés de la relacién con concextos motivaciondcs, las c0[1HguI8cioI]g$ inrelectudes se ven in- troducidas por el conocimiento dentro de la dinimica socid. netrada criticamente tanto la apariencia inalienable de su ser en si como su pretensién de verdad. La autonomia de los productos intelectudes, in- cluso la condlcién de su misma emancipacién, sepiensa, en nombre de la ideologia, conjuntamente con el movimiento histérico real de la so- ciedad. En ella se originan los producros y en ella ejercen su function. Vo- luntaria O involuntariamente van 3. estar al servicio de intereses particu- lares. lncluso su misma separacion, la eonstitueién de la esfera del espiritu, su trascendencia, se define a la vez como resultado socid de la division del trabajo. Ya incluso segifm su simple forma, esca trascendencia justifi- ca una sociedad escindida..La participacién en el eterno mundo de las ideas se le reserva M que se encuentra privilegiado por estar excluido del rrabajo Hsico. Modvos de esta especie, que resuenan por doquier alll donde se Habla de la icleologia, han estableeido el coneepto de la misma y la sociologia, que lo maneja, en oposicién a la filosoHa tradicional. Esta _#ir Zez'tgesr/:ir/JteZ (1954). pp. l Horkheimer. Schweppenhiuser su colaboracién. la Eduard SPRANGER, ~Wesen und Wert polirischer Ideologien», 118 ss. Esta contribucién cae demro dd concexto de colaboracién pcrmanente con Max El autor agradcce cordialmentc a los seflom Heinz Maus y Hermann g g 4

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Escritos de Sociología

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  • 426 Escrito: sociolgicos I . ff; l-zooq .

    .5664 QLsW I.Av,-4.

    A

    '?'\.oPn,. ~.

    l

    A., x2 , 8-..

    Contribucin a la doctrina de las idcologias1

    I

    l

    Si queda esperanza en el mundo administrado, no sc halla sta cn

    la mcdiacin, sino en los extremos. Donde la organizacin fuera nece-

    saria, en la configuracin de las condiciones materiales de vida y de lasrelaciones entre los hombres basadas en ellas, hay demasiado poca or-

    ganizacin y demasiado c 1 el mbito de lo privado, en el que se for-ma la conciencia. No se rrata de.que yo quiera sancionar la escisin en

    um esfera profesiond pmiblica y una privada: ella misma es expresin

    de la sociedad escindida, cuya fragmentacin alcanza a cada individuo.

    Pero una pragcis que vde para lo .mejor no puede negar la separacin

    establecida hisrricamente entre lo pxiblico y lo privado, sino que cen-

    dria que conectar con ella como con algo dado objerivamenre. El or-

    den racional de lo publico es representable slo cuando en el orro ex-

    rremo, en la conciencia individual, se despierta la resistencia contra la

    organizacin a la vez sobredimensionada e incomplera. Slo en los am-

    biros, por as( decir, rezagados de la vida, que alin esran libres de orga-

    nizacin, madura la comprensin de lo negativo del mundo adminis-

    trado y con ello la idea de un mundo mis humanamente digno. La

    indusrria cultural se ocupa de que el negocio no llegue a encadenar y

    oscurecer la conciencia. Necesaria seria, entre otras cosas, la emanci-

    pacin de los mecanismos encargados vlmicamenre de reproducir una

    vez mas, de forma conscience, en cada individuo la estulticia produci-

    bre a la ideologia actual que consiste en la dupliwdon de la vida a travs

    de todos los secrores de la industria culturd. Una vacunacion de los hom-

    bres contra' la idiorez aguda en la que desernbocan toda pelicda, todo pro-

    grama de television, toda revista, seria ella rnisma un fragmento de pra-

    :ds transformadora. Puede que no sepamos lo que sea el hombre y lo que

    sea una correcta conliguracion de los asuntos humanos, pero lo que no

    debe ser y qu configuracion de los asuntos humanos es falsa, lo sabemos

    bien, y Unicamente en este saber determinado y concrero, se nos abre lo

    otro, lo Positivo.

    Se ve pe-

    1 953

    El concepto de ideologia ha entrado de forma general demro del len-guaje cientlflco.

  • gez

    Cllntribzlcirz a /zz doctrina de las idevlogias 429428 Escritos socialdgiror I

    l

    4

    permanente c immutable.

    prefacimo compar a la sociologia con un ladrn saltabalcones.

    u. Los mnifies-

    tos antidogmticos Para la liberacin de la razn de Francis Bacon

    pregonan la lucha contra los

  • 450 [:`scn`tas socioln Contribucidn a la docrrina de las ideologzhs431

    \

    prejuicios de los grandes, se lee en Helvtius, son las leyes de los pe-

    quexios", y en otra obra:

  • 432 Efmfay :ocioldgzkos I Contribucidn a La doctrine de /as idea/ogzhr 433

    cer las ventajas e inconvenientes `de la diferentes legislaciones8. Por poco

    lu 'cidas que puedan ser estas proposiciones, y por mucho que en ella seconfunda la doctrina del derecho natural de la Revolucin Francesa con

    la posterior llsiologia de la conciencia, resulta en cualquier caso claro que

    Napolen inruy el pcligro _para una posiriwklad de cualquier anlisis de

    la conciencia, peligro que le parecia mejor sintetizado y superado en el

    corazon. En el pronunciamiento de Napoleon se perfila tambinese usolingiiisrico posterior que emplea, en nombre de la

  • 434 Bcrito; socioldgicox I Contribzlcidn a la dactrina de las ideologzhs 435

    objetiva de lo espiritud y su mero ser-para-orro, conuadiccin que noes capaz de resolver el pensamiento tradicional, habria que deiinirla comoafectando a la cosa, no como simple insuficiencia del mtodo. Dado que

    hoy me interesa msla evolucin estructural y el cambio de Funcin dela ideologia y de su concepto, quisiera abordar, en lugar de ello, otro mo-memo, la relacin de ideologia y carcter civil. Los motivos intelectua-les, procedentes de la prehistoria del concepco de ideologia, que les he

    habla aun sociedad industrid desarrollada alguna, en el que apenas sehacia sentir laduda respecto a si con la constitucin de una iguddad na-cional formal se dcanzarfa tambin de hecho la libertad. En la medida

    cieclad, en todas esas doctrinas ilustradas el ocuparse de la ideologia po-

    see su tango egpgda1g se cree que bastaria poner la conciencia en orclen

    para poner en orden la sociedad. Sin embargo, esta creencia no es solo

    burguesa, sino que constituye la esencia de la ideologia misma. En tan-to que conciencia objetivamente necesaria y a la va 1lsa, en tanto quemezcla de lo verdaclero y lo falso que se diferencia tanto de la verclad

    completa como de la simple mentira, la ideologia pertenece a una eco-nomia de mercado, si no meramente a la moderna, sl en cualquier casoa una urbana desarrollada. Pues id80/0812z es justificacfdn. Requiere asi-

    mismo la experiencia de una situaein social ya problemtiea, que hayque defender, como por otra parte la idea de la 1usticia misma, sin la queno existiria semejante necesidad apologtica, y que dene su-modelo enel intercambio de lo comparable. Donde dominan relaciones de poderinmediatas, no hay en redidad ideologia dguna. Los pensadores de la

    restauracion, panegiristas de las relaciones feudales o absolutistas, son ya

    por la simple forma de la lgica discursiva, del argumentar, que encie-rra en si un elemento igualitario, antijerarquico, burgueses, y se limitanpor ello a socavar siempre lo que glorilican. Una teoria racional del sis-rema monarquico que deba fundamentar la propia irracionalidad del mis-

    cipio monarquico sigue siendo sustancial: la fundamentacin del poderpositivo mediante la razn sintetiza eventudmente, superandolo, el prin-cipio del reconocimiento de lo existente. De acuerdo con ello, la cri-tica ideolgica, en tanto que confrontacin de la ideologia con su propiaverdad, es solo posible en la medida en que aqulla contiene un elemen-

    to racional en el que la critica puede emplearse a fondo. Esro vale para

    ideas como la del liberalismo, el individualismo, la identidad de espiri-cu y realidad. Si se quisiera, sin embargo, criticar tambin, por ejemplo,la denominada ideologia del nacionalsocialismo, se incurriria en una in-genuidad impotente. No es s6lo que el nivel de los escritores Hitler yRosenberg se burla cle toda critica. Su falca de nivel, triunfaf sobre la cualse encuentra entre las alegriaxms moclestas, es simoma de una situa-

    cin para cuya captacin no sitve ya de forma inmecliata el concepto deicleologia, de conclencla necesariamente falsa. En semejante ideario no

    se refleja ningtin espiritu objetivo, sino que esta ' pensado en elave ma-nipuladora, es simple medio de dominio, del que, en el fondo, nlngunser humano, tampoco ningun ptohombre ha esperado que se creyera o setomara en serio como td. lnstantneamente se remite al poder: empleauna sola vez tu razon en contra y ya veras a donde llegas; la absurdidadde las tesis parece con frecuencia que apunta a lntentar poner a prue-ba que a los seres humanos no se les puede Cxlgll' todo mientras perci-

    ben tras las frases la amenaza o la promesa de que dgo del botin les cae-

    ra a ellos. Alli donde las ideologias se vieron sustituidas por los ucasesde la cosmovisin aprobada; ha de reemplazarse de hecho la critlca ideo-logica por el anilisis del cui bono. Cabe desprender de ello lo poco quela critiea ideologica puede hacer con ese relativtlsrno con el que tan gus-tosamente se la mezcla. Esta critica es, en sentido hegeliano, negacion

    determlnada, confrontacin de lo espiritud con su redizacion, y tienepor presupuesto tanto la diferenciacion entre lo verdadero y lo falso den-tro del juicio como`la pretension de verdad en lo criticado. La criticaideolgica no es relativista, sino que lo son el absolutismo de la especietotalitaria, los decretos de Hitler, Mussolini y Zhdanov, que, no en vano,

    denominan . ideologia a sus propias enunciaciones. La critica de las ideo-logias totalitarias no tiene que refutarlas, pues stas no pretenden en ge-neral la autonomia y la consistencia, o solo lo hacen de un modo muyleve. Mucho mas procedente de cara a ellas es andizar sobre qu dispo-siciones de los hombres especulan, qu intentan provocar en stos, y elloes radicalmente diferente de las declamaciones oficiales. Queda ademaspor preguntar por qu y de qu modo produce la sociedad moderna hom-bres que responden a esos estimulos, que precisan de tales estirnulos y

    cuyos ponavoces son en gran medida caudillos y demagogos de todaslasealidades. Necesario es el desarrollo que condujo a semejante trans-formacion de las ideologias, pero no su contenido y su estructura. Lastransformaciones antropolgicas segun las cudes se configuran las ideo-

    \

  • 436 Esrritos socioldgicos I Canzri/zucidn a la daczrina de Ia; ideologias 437

    \

    3

    logias cordirarias se siguen de transformacioncs estructurdes de la so-

    ciedad, pero slo cn eso, no en lo que afirman, son de algmin modo sus-

    tancides. La ideologia es hoy el estado de couciencia c inconsciencia de

    las masas en tanto que espiritu objetivo, no los productos miserables que

    lo imiran y lo venden a menor precio para reproducirlo. Para la ideo-

    logia, en sentido propio, se precisa incluso de relaciones de poder opa-

    cas, mediadas y en esa 'rhdjda tambin amortiguadas. Hoy, la sociedad,

    censurada injustamente por su complejidad, se ha convertido en dema-

    siado transparente para ello.

    Pero justo esto es lO que se reconoce eu Ultimo lugar. Cuanto me-

    nos ideologia y cuanto mas cruda sea su herencia, tanto mas investi-

    gacion de las ideologias, que promete ajustarse a la multiplicidad de

    los fenmenos a cuenta de la teoria de la sociedad. Mientras que en el

    bloque del Este el concepto de ideologia se ha convertido en un ins-

    trumento de tortura que, junto al pensamiento rebelde, sorprende aaquel que se atreve a pensarlo, se ha reblandecido entre nosotros con

    el desgaste del mercado cientiflco y ha sacrificado su contenido criti-

    co y con l la rela(:i6n.con la verdad. Aproximaciones al respecto se

    encuentran ya en Nietzsche, quien desde luego tenia otra concepcin

    y queria golpear en la cara al orgullo que semtia lalimitada razn bur-

    guesa por su dignidad metaHsica. Luego Max Weber puso en tela de

    juicio, como lo hace hoy en general la sociologia positivista, la exis-

    tencia o al memos la cognoscibilidad cle una estructura ford de la so-

    ciedad y su relacion con el espiritu, y piclio que con la ayuda de los ti-

    pos ideales que no estn someticlos a principio alguno, solo al inters

    investigador, se diluciclara, sin prejuicios, lo que seriaprimario y se-

    cundario en cada caso. En este punto conHuye con los afanes de Pa-

    reto. Si Max Weber limit el concepto de ideologia a la documenta-

    cin de dependencias concretas, y de este modo lo redujo de una teoria

    sobre el conjunto de la sociedad a una hipotesis sobre hdlazgos con-

    cretos, cuando no incluso a una acategoria de la sociologia comprensi-

    va, del mismo modo Pareto lo extcndio, con igual efecto, mediante su

    clebre doctrina de los derivados, de tal modo que no contiene ya di-

    ferencia especifica alguna. De la explicacion social de la fdsa concien-

    cia resulta el sabotaje de la conciencia en absoluto. Para Max Weber el

    concepto de ideologia es un prejuicio que se debe examinar en cada caso,

    para Pareto todo lo inrelectual es ideologico - en arnbos el concepto se

    ve neutralizado. Pareto extrae de ello como consecuencia total el rela-

    tivismo sociolgico. Al mundo intelecmal, en la medida en que sea mis

    que ciencia natural mecnica, se le niega todo carcter dc verdad; se

    disuelve en meras raciondizaciones de conjuntos de intereses, justiH-

    caciones de todos los grupos socides imaginables. La critica de la ideo-

    logia se ha convertido en una ley de la selva del espiritu: la verdad, en

    mera funcin del poder que se impone en cada caso. Pareto se seme-

    ja en ello, a pesar de todo el radicalismo aparente, a la primera doc-

    trina de los idolos, que no posee propiamenre un concepto de histo-

    ria, sino que impuca de forma absoluta las ideologias, los

  • 438 Evcritos sociolgicos IContribucidn a la doctrina de las ideologias 439

    i

    I

    I

    bria que distinguir entre

  • 440

    -,_-q

    441Escritos socioldgicas I Conzribucidn a la doctrina de las ideologzhs

    coral indcpendencia de la individualidad... etc. Si se las conociera perfec-

    tamentc y se las concibiera en su surgimiento necesario a partir del estrato

    de las clases, constituirian enronces directamente una nueva didcrica de

    li sociologia del conocimiento, que quisiera designar, en analogia con la

    doctrina baconiana de los idolbs.. como

  • 442 Efcrifos socioldgicos I Contribucidn n la a'octrina de las idenlogzkzs 443

    I

    ponan como si se hubieran realizado ya.

    s

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    x

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    3

    4

    E

    x

    3

    dculacin precisa. En cl vacio que media se picrde cl problema didc-rico de las ideologias: que stas son ciertameme falsa cgnciencia, pero

    que no son slo fdsas. El velo que se encuentra necesariamente entre la

    sociedad y la inteleccin que sta intenta de su propia esencia, expresa

    ala vez tambin, en virtud de semejante necesidad,_esta misma esencia.

    Las ideologia propiamente dichas $610 se convienen en falsas a travs

    de su relacin con la redidad existenre. Pueden ser verdaderos

  • 444 Excrizos socioldgicos IContribucin a la doctrine de la: ia'eo!ogm 445

    mientras que a la vez

    1

    s

    esta ideologia, en si bastante uniforms, no sean nuevos en comraste

    con muchas tcnicas de su difusin, que muchos se encuentren ver-

    daderamente petriflcados. La ideologia conecta con la distincin tra-

    dicional, que ya apuntaba en la.Antigi1edad, entre una esfera culmral

    superior y una inferior, donde la inferior se ve racio nalizada e inregradacon restos devaluados del espiriru superior. A los esquemas de la ac-

    tud industria cultural se les puede seguir historicamente la pista sobre

    todo hasta los primeros tiempos de la literatura vulgar inglesa en tor-

    no a 1700. Em dispone ya de la mayoria de los esrereotipos que hoynos sonrien desde las pamdlas de cine y television. La consideraein

    social del fenmeno cualitativamen[e nuevo no debe dejarse engaiar, sin

    embargo, por la indicacin de la honorable antigiiedad de sus compo-

    nentes y por el argumento, basado en ella, de la sarisfaccin de necesi-d3dcs primigenias. Pues no depende de estos componentes y tampoco

    ran constantes a lo largo de las eras de una hurhanidad menor de edad,

    sino que depende de que hoy se los Eontrole a todos ellos, de que apartir de su totalidad haya surgido un sistema cerrado. A duras penas

    se tolera ya una huida, los hombres se encuentran rodeados por todaspanes, y con los logros de una psicologia social pervertida o, como se

    la ha denominado acertadamente, de un psieoanalisis inverso, se fo-

    mentan las tendencias regresivas que libera de todas foimas la crecientepresion social. La sociologia se ha aduenado de esta esferabajo la eti-

    queta de la communication research, del estudio de los medios de ma-

    sas, yl a puesto especial nfasis en las reacciones de los consumidores

    y en la esrructura del cambio entre stos y los productores. A seme-.

    jantes investigaciones, que dificilmenre ocultan su procedencia del es-

    tudio de mercados, no se les puede negar ciertamente su valor cog-

    noscitivo, pero parece mas importante tratar los medios de masas en

    el sentido de la eritica ideologica que eontentarse con su mera exis-tencia. Su reconocimiento tcito mediante el analisisdescriptivo cons-

    tituye l mismo un elemento de la ideologia.En vista de la violencia indescriptible que tales medios ejercen hoy

    sobre los seres humanos, entre los que se encuentra por lo demas tam-bin en un sentido mas amplio el deporte, hace tiempo convertido en

    ideologia, resulta absolutamente urgente la determinacin concreta de

    su contenido ideologico. Este apunta a las identificaciones sintticas

    de las Ifl3s3.s con las l'101'lT13S y relaciones que se hallan, aunque sea de

    i

    forma annima, detras de la industria cultural, o son propagada cons-

    cientemente por sta. SC ejerce la censura con todo lo que no concuerda,se ejercita el conforrnismo hasta con las emociones mas sutiles del alma.

    La industria cultural puede en ello hacerse pasar por espiritu absolu-

    [O en la medida en. que conecta en cada caso con tendencias antropo-

    logicas que se encuentran al acecho en lo por ella suministrado. La in-

    dustria cultural hace suyas estas tendencias, las refuerza y conlirrna,

    mientras que todo lo insubordinado o bien queda fuera o bien es re-

    chazado de forma expresa. La tigidez inexperta del pensamiento pne-

    dominante en la sociedad de masas se ve endurecida siempre que es

    posible por esta ideologia, un afilado pseudo-rrealismo, que en todo lo externo suministra la copia exacta de la rea-

    lidad empirica, impide que lo permitido se pueda entender como algoya preformado en el sentido del control social. Cuanto mas ajenos .te-sultan para los hombres los bienes culturales fabricados, tanto masse

    les persuade de que stos tienen que ver con ellos mismos y con su pro-

    pio mundo. Lo que se ve en las pantallas de television se parece a lo muyhabitual, mientras que, sin embargo, los contrabandos de consignas,

    como lade que todos los extranjeros son sospechosos o que el xitoyel hacer carrera serian lo mas importante en la vida, se introducen de

    mature como algo dado de una vez por todas. Si se pretendiera com-

    primir en una frase eso a lo que va a parar en realidad la ideologia dela cultura de masas, habria que presentarla como parodia de la sentenda:

    sconvirtete en eso que eres; como duplicacin peraltada y justifica-cin de la situacin existente de todas formas, incluyendo todatras-

    cendencia y toda critica. En la medida en que el espiritu socialmente

    activo se limita a poner una vez mas ante los ojos de los hombres lo

    que consrituye de todas formas la condicin de su existencia, pero pro-

    clama a la vez esta existencia como su propia norma, se ven stos afe-rrados a la pura existencia con una creencia descreida..Como ideologia no queda nada mas que el reconocimiento de lo evds-

    tente mismo, modelos de una conducta que se somete a la prepotenciade las circunstancias. No es casual que las metafisicas boy mas activas se

    adhieran al trmino existencia, como si fuera la duplicacin del mero

    ser-ahi mediante las supremas deliniciones abstractas que se extraen de

    l, sinnimas de su sentido. Con este sentido se corresponde en amplia

    medida el estado de las cabezas de los seres humanos. Estos no aceptan

    ya la absurda situacion -que, en vista de la abierta posibilidad de fortu-

    f

  • I446 Escritos .focioldgifas I ;

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    3

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    i

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    s

    3!II'

    s

    Sobre la situacin actualde la investigacin social empirica en Alemania

    1

    na, amenaza cada dia con la catsrrofe evitable- como expresin de una

    idea, tad como seguirian queriendo percibir el sistema burgus de los Es-

    tados nacionales, pero SC conforman con lo dado en nombre delrealis-

    mo. Previamente los individuos se experimenran a si mismos como B-

    gum de ajedrez y se rranquilizan con ello. Pero desde que la ideologia

    apenas dice sino que las cosas son como son, se contrae y reduce su pro-

    pia fadsedad ad dbil axioma segun el cual las cosas no podrian ser mis

    que como son. Mientras que los hombres se doblegan a esta fadsedad, la

    entienden secreramente a la vez. Glorilicacion del pocler e irresisribili-

    dad de la simple exisrencia son simultaneamenre la condicin de su de-

    sencantamicnto..La ideologia no es ya ningun velo encubridor, sino sim-

    plemenre el semblance amenazanre del mundo. Pasa a ser terror no solo

    en vinud de su entrelazamiento con la propaganda, sino por su propiaforma. Dado que ideologia y realidad se impulsan de este modo la una

    a la orra; dado que la readidad, a falra de roda otra ideologia convincen-

    te, se conviene en ideologia de si misma, se precisaria solo de un pequerio

    esfuerzo del espiriru para arrojar de si la apariencia ilusoria a la vez to-

    dopoderosa y nimia.

    1954

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    i

    Me ha tocado en suerte la tarea de contarles algunas cosas sobre la

    situacin de la sociologia empirica cn Alemania. En la medida en quese trata del estado de la investigacin misma, de las instituciones que se

    ocupan'de ella, de mtodos y problemas cien[illcos y tambin de cues-

    tiones de organizacin, estas jornaclas de trabajo les_van a proporcionar

    una idea concreta. No quisiera por ello adelantarles de forma general

    cosas que conoceran mejor a travs de las contribuciones especiflcas.

    Mas bien me gustaria hablar de la siruacin de la invesrigacin socid

    empirica en la conciencia publica, en su relacin con rendencias del pre-

    seme, y de objecioues criticas que le salem al paso una y orra vez. Lo

    que me interesa en este contexto podria caracterizarlo como