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Page 1: Trabajo, consumismo y nuevos pobres Web viewservicio militar obligatorio; todo esto es con referencia a los hombres, puesto que en esa época las mujeres simplemente tenían que estar

En un principio, el libro trata de hacernos ver cómo ha ido evolucionando la sociedad con respecto al trabajo, la economía, la forma en cómo se concibe el trabajo ahora y como se entendía antes, explica la sociedad de consumo en la que nos encontramos y explica lo que se entiende por nuevos pobres, término que hace referencia tanto a las personas de la actualidad como las de la época de la aparición de la industrialización.

En primer lugar la aparición del trabajo surge con la necesidad de cubrir los puestos que se ofrecían debido al nacimiento de la industrialización, es decir, la aparición de fabricas llevo a la creación de puestos de trabajo en los cuales se necesitaba mano de obra poco cualificada; las personas que trabajan para estas fabricas lo hacían simplemente por el hecho de adquirir un sueldo mínimo para subsistir, para alimentarse ellos y a sus familias, pero no tenían ningún afán de superación ni nada parecido, la ética del trabajo se refería a esto, el simple hecho de trabajar ya es decoroso, pero la ética del trabajo dice que cuanto más puedas alcanzar y satisfacer es mucho mas honroso, por lo que ya el simple hecho de no trabajar te catalogaba como una persona que no merecía más que la indiferencia, el rechazo y la marginalidad.

La ética del trabajo traería consigo, o eso creían, la resolución de dos problemas del momento: por una parte y como he mencionado antes, la creciente demanda laboral de la industria naciente, y por otra parte atendería las necesidades de aquellos que no sabrían o no podrían adaptarse; desafortunadamente esta segunda premisa fue más difícil de llevar a cabo, ya que daba a entender que podrían deshacerse de los indigentes o aquellas personas que no aportaban nada a la sociedad, pero esto no fue tan fácil. Como apuntó Thomas Carlyle en 1837: “si se les hace la vida imposible, necesariamente se reducirá el número de mendigos”; se llega incluso a compararlos con ratas.

En la época en la que surge el concepto de “ética del trabajo”, surge también medios o recursos por los cuales se podría reconocer a las personas que no favorecían a la sociedad, los mendigos, y marcarles o marginarles para intentar que se extinguieran. Aunque las personas que elegían vender su fuerza de trabajo a cambio de un sueldo insuficiente, estaba claro que perdían su voluntad de elegir, ya que estaban obligados de cualquier manera si no querían ser marginados socialmente.

Para entonces daba igual el espectro político, ya que el objetivo principal de aquella sociedad era alcanzar el empleo absoluto, -cosa que se sigue pensando, y que es imposible de conseguir- puesto que la situación de desempleo era algo anormal, el trabajo era el eje de la vida, ya que aseguraba el sustento individual, te daba una posición social y mantenía la regulación del orden social, esto último junto con el

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servicio militar obligatorio; todo esto es con referencia a los hombres, puesto que en esa época las mujeres simplemente tenían que estar al servicio de su hogar, era impensable que la mujer trabajara fuera de casa. Y desde luego para entonces se intentaba deshumanizar a los obreros con respecto a su trabajo para que no fueran conscientes y no pudieran llevar a cabo razonamientos ni tener sentimientos, simplemente necesitaban “piezas” de engranaje para sus medios de producción.

Vamos a pasar ahora a hablar de la estética del consumo, aspecto que deriva de la ética del trabajo. En principio vamos a describir o definir qué es el consumo: apropiarse de algo destinado al consumo, es decir, pagar por esas cosas y de esta manera convertirla en algo propio y exclusivo, e impidiendo que otras personas puedan usarlo sin nuestra autorización. Es un hecho indiscutible que vivimos en una sociedad consumista o capitalista, pero debemos aclarar que nos referimos a una sociedad consumista partiendo de la base de que nos referimos a la sociedad que nace de la industrialización. Esa sociedad podemos calificarla como “productora” y ha ido derivando a esta sociedad que conocemos como “consumista”, en qué radica la diferencia entre una y otra, en que la primera sus obreros llevaban a cabo un trabajo con el fin de poder subsistir, en cambio la sociedad del consumo es una sociedad en la que vale más quien más puede consumir, y quien tiene la libertad de hacerlo.

Esta sociedad de consumo es una sociedad que se encarga de darle a sus consumidores constantemente un incentivo para que no cese su necesidad o ansia por consumir, ya que es imprescindible tener siempre presente que el principal objetivo es el consumo. Pero para poder generar consumidores necesitan que estos se sientan desarrollados profesionalmente, es decir, que tengan la posibilidad de decidir a qué quieren dedicarse y posteriormente emprender una carrera profesional, la cual les va a dar la posibilidad de obtener lo que el mercado les ofrezca para consumir. El problema que aquí se plantea es que hoy los empleos y las carreras profesionales no están ligados a la vocación, esto quiere decir que la mayoría de empleos funcionan con contratos temporales y que es prácticamente imposible para la mayoría de la gente construir una identidad para toda la vida sobre la base del trabajo. En definitiva la base del consumo no está en consumir una mayor cantidad de elementos, sino en las posibilidades de elección que están a su alcance, es decir, tener esa libertad de elección.

Conectando con lo que acabo de explicar, entendemos por sociedad de consumidores a un grupo que se rige por pautas de conducta grupales, pero el hecho de consumir podemos atribuírselo a una sola persona, aunque lo haga en grupo, ya que como hemos dicho antes la sociedad consumista se rige por la capacidad de elección que tiene una persona y esto va a establecer su estratificación social, le va a situar en una clase social

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o en otra. Con respecto a esto, está claro que al encontrarnos en una sociedad de consumo, las pautas por las que se rigen estas personas las marca la sociedad, es decir, y voy a intentar ejemplificarlo fácilmente, una persona vale más si puede consumir más cosas, en el menor tiempo posible y si con sus elecciones hace que el resto de personas lo envidien, esto le va a convertir en un consumidor ejemplar. Nos guiamos por la estética y no por la ética.

Para cuando surgió el concepto de ética del trabajo, no existían trabajos que dieran una satisfacción mayor o menor por el hecho de ser realizados, no existía el concepto de gratificación con respecto al trabajo, ya que el trabajo simplemente humanizaba, hacia mejores a las personas, y a los que no tenían un trabajo les hacia peores personas; este concepto ha cambiado, porque ahora los trabajos se les puede evaluar en función del grado de satisfacción que otorguen a quien lo realiza, es decir, hay dos tipos de trabajos: los de primera categoría, que son los que se consideran interesantes, y por otro lado los de segunda categoría, que son los que se consideran aburridos; esto significa que los consumidores experimentados son los que pueden elegir su “vocación”, es decir, ese trabajo que les aporte experiencias enriquecedoras, y que estos se verán obligados a aceptar un trabajo sin vocación en el único caso en que sean despojados de su identidad como consumidor. En conclusión podemos afirmar que el trabajo como vocación se ha convertido en marca distintiva de unos pocos.

Como ya he explicado anteriormente, la ética del trabajo traía consigo de forma implícita el establecimiento de unas normas, y esto significa que también establecía lo que quedaba fuera de estas normas, por ejemplo, si la norma universal era el trabajar y eso era lo normal, lo anormal entonces seria no tener trabajo. Esto significa que no tener trabajo conlleva a un estado físico y psicológico de anomalía, ya que la incapacidad de ser un consumidor aceptable viene dado tanto por la posibilidad de tener un trabajo o no y por el estatus social que se tiene debido a ese consumo, por lo que si no se tiene la opción de consumir el estatus de la persona se va a ver degradado. Uno de los términos que más me llaman la atención es “consumidores imperfectos”, que es el término que se les atribuye a los pobres dentro de una sociedad de consumo, ya que no tienen esa capacidad de elección. Posteriormente, Peter Kelvin y Joanna E. Jarett concluyeron, en un estudio sobre los efectos psicosociales del desempleo, que para estas personas hay algo en común y que es muy difícil de llevar: la aparición de un tiempo libre que parece no tener fin, ya que ese estado físico de no tener trabajo les lleva al estado psicológico de verlo todo negativamente y no aprovechar el tiempo. Pero en contraposición, podemos ver como Freud aclaró que la felicidad no existe como estado, es decir, en el momento en que satisfacemos una necesidad surge el aburrimiento, y posteriormente la

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necesidad de cubrir otro estado, en eso consiste el consumismo. Como consecuencia de estar en una sociedad consumista, la adoración de aquellas personas que conseguían triunfar por su esfuerzo, su dedicación, su valentía, y mil adjetivos más han pasado al olvido, ya que ahora lo que se adora es la riqueza en sí misma, no la forma en la que se obtiene.

Vamos a pasar a hablar ahora del Estado benefactor, es decir, lo que conocemos como Estado de bienestar. Este concepto se entiende de tal forma que el Estado tiene la obligación de garantizar a sus ciudadanos la situación de bienestar, es decir, una supervivencia con dignidad; aquí entra en contradicción la ética del trabajo con el Estado benefactor. Esta traía consigo la capacidad para dar a sus ciudadanos la posibilidad de elegir entre trabajar o no, hecho que con la ética del trabajo era impensable. William Beveridge, impulsor del Estado benefactor británico, propuso un proyecto en el cual se podrían llevar a cabo esas ayudas sociales para quienes lo necesitaran, para que pudieran llevar una vida digna, pero esto produjo en gran medida contraposiciones, porque la comunidad quedaba dividida entre quienes dan sin conseguir nada a cambio, y los que consiguen sin dar.

Una de las consecuencias que apuntan en el libro de la desaparición del Estado benefactor es que se deja de lado aquella fuerza laboral educada, sana y segura que se producía en los tiempos de Estado benefactor, porque actualmente con el incremento de trabajos de tiempo parcial y los cuales no requieren ninguna preparación o capacitación, cualquier persona puede optar a ellos. Otra de las consecuencias de la desaparición del Estado benefactor es que las empresas se están deshaciendo de su mano de obra, ya que con la actual modernización y la aparición de la tecnología tan avanzada, cuantas menos personas tenga una empresa mayor beneficio sacara. Una de las medidas propuestas por el Estado benefactor es la investigación de ingresos para poder decidir quiénes son las personas que realmente necesitan esa ayuda, pero esta propuesta también tiene sus consecuencias: uno de ellos es el deterioro de la calidad de los servicios sociales, ya que si van dirigidos a un sector social que no necesita mucho para subsistir, se le aportara lo justo y necesario para mantenerlos al margen. Otra de las consecuencias es la estigmatización para los que obtienen dicha ayuda, ya que si tienen la necesidad de pedirla es porque se encuentran en una situación anormal y diferente a la del resto de la sociedad, es decir, reconocer el fracaso. Comparando por lo tanto al Estado benefactor con el consumismo llegamos a la conclusión de que son incompatibles.

La clase marginada es aquella clase en la que se encuentran las personas que tienen asumido e interiorizado que no van a salir de ese estrato, ya que no hacen nada por que se produzca lo contrario; son personas que no realizan contribución alguna para la vida

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de los demás, y según el texto, tiene algo en común, y es que los demás no encuentran razón para que existan. Posteriormente se hace una clasificación de las personas o grupos de personas que pertenecen a dicha clase marginada, por ejemplo, madres solteras, mendigos, drogadictos, etc.… Como bien dice el autor, constituye un ejercicio de elección de valores, no una descripción sociológica el clasificar a una persona u otra dentro de ese grupo, ya que personalmente creo que por ejemplo las madres solteras no son o no tienen porque pertenecer a ese grupo de marginalidad. Esta clase, marginada socialmente y también laboralmente, lo han buscado ellos, es decir, ha sido algo que, al no hacer nada al respecto, ellos han decidido pertenecer a esa clase de la cual nadie los puede sacar, ya que se les trata como enfermos. Creo que es un concepto un tanto exagerado, ya que estoy de acuerdo que son personas a las que hay que reinsertarlas socialmente, pero creo que es la sociedad la que los empuja a llegar hasta ese grado de marginalidad, no lo eligen ellos mismos, exceptuando algún caso. Aunque según el texto, -y en parte también comparto esa opinión- la clase marginada es la suma de muchas elecciones individuales erróneas. Lawrence C. Mead señala esa incapacidad de una buena elección como la causante principal de la existencia de pobreza.

Como explicaba antes, la necesidad de tener que cubrir constante y continuamente nuevos deseos hace que el estilo de vida y lo que se inculca sea una educación basada en la obtención material de las cosas, es decir, una persona obtendrá mayor felicidad en su vida si obtiene un mayor número de deseos por cumplir, ya que tendrá la capacidad de ir saciando esos deseos que van surgiendo a medida que los cubre y los alcanza. Pero otro aspecto que no nos deja ver ese complejo estilo de vida, es, que el principal problema de las personas pobres no es simplemente el hambre, ya que encontrarse en ese estrato social encubre otros aspectos de la pobreza como por ejemplo, malas condiciones de vida, enfermedades, analfabetismo, violencia, familias desestructuradas, ausencia de futuro, etc.

Finalmente hace una reflexión acerca de lo que realmente significa “elección”, que finalmente se reduce a dos imposiciones, un orden y una norma para todos, es decir, si se elige algo, es porque está dentro de unos patrones establecidos. Estos dos conceptos nacen de la imperfección del mundo, ya que se acepta que el mundo está en constante cambio y que las cosas no pueden dejarse como surgen. Pero de lo que nos somos conscientes es que estos dos conceptos llevan implícitos la marginalidad, ya que si una persona no se adapta o sigue la norma establecida está entrando en lo anormal, por lo que se estará excluyendo del resto que si sigue esa norma.

Volviendo al Estado benefactor, se entiende a este como una conquista seguida por los pobres y desamparados, ya que el establecimiento de este Estado iba a contribuir a que

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pudieran seguir en esa situación de no contribuir a la sociedad. Por lo que si se busca la desaparición del Estado benefactor, se busca posiblemente también la desaparición de esas personas que no se adaptan a la sociedad e intentan ganarse la vida trabajando.

Finalmente y en mi opinión, creo que “Trabajo, consumismo y nuevos pobres”, es un texto de gran interés, en principio porque explica cómo evoluciona el concepto de trabajo y lo que esto conlleva, a continuación hace un critica a la sociedad consumista en la que nos encontramos y en la que, -cosa que estoy totalmente de acuerdo- le damos más valor a lo material, sin tener en cuenta el valor de los aspectos morales. Y finalmente hace una reflexión sobre lo que se entiende por pobreza, clase marginada y otros conceptos relacionados, los cuales hacen reflexionar sobre lo que realmente ocurre con las clases sociales en la actualidad, y que aunque se intente realizar cualquier cambio en la estructuración del sistema o de las sociedades, siempre va a existir una clase perjudicada y una beneficiada, en conclusión, siempre va a existir consumistas y pobres.

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