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Trabajo de Grado Camilo Bonilla Pontificia Universidad Javeriana Asesor: Santiago Forero Diseño Editorial: Ana María Lozano 2016 “Sin título”

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Page 1: Trabajo de Grado “Sin título” Camilo Bonilla Pontificia

Trabajo de GradoCamilo BonillaPontificia Universidad JaverianaAsesor: Santiago ForeroDiseño Editorial: Ana María Lozano 2016

“Sin título”

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Previo al inicio del proyecto de grado, los miedos e inseguridades rondaban por mi cabeza, al tratar yo de cumplir con el requisito final para culminar esta etapa de estudio. Luego de cuatro años recibiendo una gran cantidad de información e ideas que debí entrelazar y entre las que debí discernir con el objetivo de producir “obras de arte”, llegaron a mi las inseguridades al pensar qué hacer para impresionar o al menos captar la atención del grupo de jurados en mi tesis. Esta situación, sin embargo, no era nueva; durante la carrera todas las entregas generaban este ambiente de incertidumbre. Al presentar los trabajos sólo procuraba resaltar sobre los demás estudiantes, pasando por encima de la misma obra que quería mostrar, descuidando lo que había hecho, olvidando por momentos la intención de la entrega. hNo obstante, todo eso cambió en el momento en que decidí darle un vuelco a la situación y enfocarme en lo que pasaba a profundidad en los procesos académicos. A partir de allí, mi obra debía cambiar, despreo-cupándome por un par de dígitos que aprobaba o desaprobaba lo que yo quería expresar. Para resolver esta inquietud no fue necesario ir muy lejos, ni hacer grandes incursiones en una biblioteca o citar a los grandes filósofos y pensadores sobre educación o arte. Bastó con darme cuenta de que mi interés aparecía al momento de depurar mis ideas e inconformi-dades en este proceso que estaba culminando.

Mi historia inicia en una clase de estética cuando apenas, junto con mis compañeros de carrera, nos empezábamos a encontrar con nuestros intereses reales, quitándonos el velo de la seguridad que nos hacía pensar que el paso por la universidad sería simplemente una afirmación de lo que ya creíamos saber. En esta clase, la profesora mencionó una escena de la película “Forrest Gump” en la que el protagonista decide correr sin importar sus limitaciones físicas y el artefacto al que está atado para “facilitar su movilidad”.

INTRODUCCIÓN

Algo dentro de mí empezaba a cocinarse puesto que no estaba cómodo con la manera en que se proponían las asignaturas que venía tomando. No se me facilitaba resolver las actividades planteadas, no por no querer desarrollarlas o subestimarlas, sino porque siempre me encontraba ante la pregunta de cómo hacerlo de una manera que fuera coherente con lo que yo tenía en mente. Terminaba siendo un terco y un necio, pasando por encima de las propuestas de los docentes, al igual que Forrest estaba corriendo, sobreponiéndose a lo que debía ser o cómo debía comportarse frente a determinadas situaciones. Yo no lo hacía a modo de rebeldía, estaba más bien buscando mis propios intereses, dándome satisfacción de manera que llegara un punto en el que las actividades fueran realmente mías en el proceso de educación y no una acumulación de tareas sin sentido.

Uno de los profesores más influyentes durante mi proceso educativo fue Gabriel Silva, con quien tomé más de tres asignaturas y con quien discutía por muchas razones, no sólo académicas sino personales, y con sus anotaciones siempre me indicaba que yo era un necio. Para muchas personas ese comentario era ofensivo y un calificativo muy incómodo, incluso al nivel de “desadaptado”, pero cuando él me lo dijo por primera vez entendí que era justo lo que yo necesitaba. Él no lo decía insinuando que yo fuera una persona con poca inteligencia, sino que quería hacerme ver que me aferraba a mis ideas y las llevaba hasta donde tuviera que llegar con ellas, sin dejar que las ideas de los demás se antepusieran a lo que yo, Camilo Pedraza, debía hacer; no me permitía a mi mismo ser un estudiante de artes, como un borrego dentro de un rebaño. Gabriel insistía en eso que él veía en mí, y me forzaba cada vez más a continuar con mi necedad.

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Camilo Pedraza“Sin Título”

Tiempo después llegó una clase que abrió la puerta al siguiente paso, Dibujo V, etapa en la cual los conflictos con el profesor llegaron al punto en que por momentos mis oídos se hacían sordos ante sus palabras, se activaba el modo de autoprotección emocional y mi mente se negaba a escuchar ese gran ¡NO! Todo lo que hacía era incorrecto para la clase, llegué hasta ejecutar los ejercicios tal cual eran dictados evitando poner mis intereses en ellos, trataba de dar “contentillo” al profesor pensando que el que estaba errado era yo y que nunca lo había notado hasta ese momento.

Finalmente llegó la gran pelea y los problemas se extendieron hasta los profesores externos a la clase. Mis palabras al profesor Diego Benavides fueron “haré mi entrega final sin contar con el profesor, haré lo que me parezca justo conmigo mismo”, en este punto no me interesaba la nota, porque sabía que por más que me esforzara por complacer las reglas de la clase, la materia ya estaba perdida. Diego no quería tomar partido, sólo era quien intentaba mediar en esta discusión.

Y tal como lo dije, empecé a trabajar en dicha entrega, solté mi brazo y comencé a hacer círculos uno sobre otro con la apertura de mi brazo hasta que ya no pudiera más. Quizá lo que quería era sacar esa sensación incómoda de mi pecho, una sensación igual a querer toser sin control, pero no hacerlo por no incomodar a quienes están cerca. Intentaba soltar esa pesada piedra que dicta qué es lo correcto o lo bueno; sólo pensaba: “igual ya la materia está perdida”. Un par de dígitos ya no podía dete-nerme de exhalar esa bocanada de aire caliente que recorría mi pecho, no esperaba nada a cambio, no intentaba conseguir la compasión de los demás, nadie tendría por qué entender o conocer lo que pasaba detrás de mis piezas, cada quien interpreta el resultado a gusto o a necesidad. Yo no sería el altavoz de la obra y mucho menos de la incomodidad por la que estaba pasando.

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Como bien lo ha dicho Eva Marxen “El arte es una de las maneras que hemos encontrado, a lo largo de los tiempos, para tratar con lo real, es decir, para bordear lo imposible, lo insoportable, la discor-dancia que está en el centro de la condición humana.”[1] Es así que muchos de los grandes artistas han recurrido al arte como escapatoria a las realidades en las que viven, ya sea por su entorno social o familiar. A mi modo de ver, el arte se convierte en regulador de las personas, tanto para quienes ejecutan como para quienes contemplan una pieza determinada, quizá incluso para grupos completos de personas. Las piezas se convierten en objetos de reflexión sobre sucesos determinados.

Como una muestra de ello podemos encontrar la obra “No Man’s Land” de Christian Boltanski, compuesta por piezas en donde las personas directamente afectadas por el asesinato de miles de personas durante el régimen Nazi, mal llamado “Holocausto”, pueden recordar a sus familiares caídos en una guerra de odios incesantes. En ella, in-cluso su mismo creador puede liberarse a sí mismo de la imagen y del horror que nos aqueja a quienes sólo tenemos las imágenes y relatos de dicha época.

El día de la entrega final llegó, presenté mi trabajo con orgullo sabiendo que el profesor haría cara de desagrado ante mi propuesta, mientras yo sentía que estaba haciendo lo que era justo conmigo mis-mo. El ritual de calificación inició como siempre, los estudiantes nos fuimos mientras los jurados revisaban los trabajos. El tiempo pasó y la retroalimentación llegó, lo inesperado sucedió; los comentarios fueron positivos, entendieron cada parte de lo que yo pensaba que sucedía con mis propuestas; dándome a entender que sólo cuando me desprendo de calificaciones o aprobaciones, mis intenciones llegan a ser más claras que cuando pretendía cubrirlas con cortinillas y tapujos del querer ser o querer cumplir. El artista debe ser honesto con su obra antes de pretender ser algo, o satisfacer a alguien más.

Cristian Boltanski “Tierra de Nadie”

[1] Diálogos entre arte yterapia. Del «arte psicótico» al desarrollo de la arteterapia y sus aplicaciones. Eva Mar-xen (Gedisa editorial, 2011)

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La artista japonesa Yayoi Kusama logró superar sus tendencias suicidas por medio de la liberación de millones de puntos de colores en sus piezas, actividad que no ha podido detener. No podría decir con certeza si para esta artista la terapia se encuentra en el momento de colocar los puntos en diversas superficies, o quizá en la ausencia de ellos.

El arte se convierte en ideas y experiencias individuales para cada quien, y afecta a los individuos de formas distintas dependiendo de la perspec-tiva, el entorno e incluso el estado de ánimo. Salvador Dalí propone el método paranoico crítico [2], en el cual las personas realizamos asociacio-nes entre una serie de elementos, aprovechando la potencia creativa en el delirio, generando lecturas a partir de estímulos, no solo visuales, sino también auditivos, olfativos e incluso la memoria del individuo.

Por otra parte, Milton Glaser se pregunta “¿Quién decide que determi-nado objeto es bello?”, estableciendo que los objetos que consideramos bellos no se constituyen a sí mismos bajo ideas o estructuras de belleza sino que, por el contrario, lo que verdaderamente lo denomina bello es el observador, que está precargado de contenidos sobre belleza tanto indivi-duales como grupales, que no están atados únicamente a lo visual. En mi opinión, no podemos crear mecanismos para clasificar o determinar los objetos según su belleza, y sus sinónimos. De esto se alimenta el arte y su apreciación, o su función en la sociedad.

[2] http://www.internet.com.uy/arteydif/SEM_UNO/

PDF/2015/PARANOI-CO%20CRITICO%20

DE%20DALI.pdf

Yayoi Kusama“Obsesión Infinita”

Luego de la Segunda Guerra Mundial, en Japón nace un grupo de artistas que desarrolló una especie de terapia para poder asumir las cicatrices que quedaban en sus vidas luego de la tragedia producida por la gran guerra. Las obras producidas por este grupo contienen un toque irónico sobre lo que se consideraba arte, o lo que se presume de él. Nacen así los happenings y nos preguntan por una temporalidad del arte, por una intención, y hasta por un elemento de capitalismo o intercam-bio monetario. Murakami rompiendo capas de papel con su cuerpo, Shimamoto lanzando recipientes con pintura a todos lados, Yasuo Sumi golpeando superficies con objetos y pigmentos, Shiraga revolcándose en lodo, y otras cuantas cosas extrañas para su momento, hacían parte de las metodologías de los artistas japoneses.

Este grupo no pretendía algo más que salir del mal momento que los acongojaba y encontraron en la expresión artística el mecanismo para hacer catarsis, ignorando las ideas de arte preconcebidas del mundo occidental, ignorando por momentos a la audiencia y ejecutando simple-mente lo que su mente y cuerpo les pedían. Estas situaciones al final se convirtieron en parte de las necesidades colectivas para quienes veían los resultados de las acciones, quitando de ellas la etiqueta de obra de arte, y acercándose a los espectadores, sacándose a sí mismos de los museos y las galerías. No existen calificativos para lo que se estaba haciendo, no existía la idea de conservarlo materialmente para la eternidad, solo trascendió la idea, la emoción y la exhortación a las personas a liberarse.

Han existido periodos del arte en los cuales se han generado rupturas en la línea de la historia. Muchas veces los artistas han sido rechazados por sus ideas, por parecer no tener sentido para el momento en que las presentan. No sé si Marcel Duchamp sabía ésto cuando presentó “La fuente” de “R. Mutt” en la convocatoria de 1927 y el mismo le permitió a la obra ingresar a la exposición: nadie sabía que el mismo Duchamp era R. Mutt. A mi modo de ver, de no ser así la fuente jamás hubiera sido conocida y las preguntas sobre la escultura se hubieran retrasado mu-cho tiempo. Quizá los artistas seguirían produciendo las mismas cosas, probablemente grandes prodigios de la escultura continuarán empleando técnicas ya dominadas sin la preocupación de ir más allá de los límites de sus disciplinas; esta idea no sólo afectaría a la escultura y a los escultores, la pregunta trascendió a todos los campos del arte, incluyendo a las insti-tuciones, lo que contribuyó a romper los límites entre vida y arte.

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R. Mutt (Marcel Duchamp)“La Fuente”

Las primeras muestras de arte preservado hasta la actualidad son las cavernas de Altamira (España) y Lascaux (Francia), en ellas se preservan dibujos de las escenas del momento en que fueron creados, sus autores recreaban su cotidianidad, quizá para explicar a las siguientes genera-ciones, quizá para expresarse entre ellos, quizá contenían misticismo; las especulaciones e ideas alrededor de esto abundan, sin embargo, no podemos saber con certeza lo que hacían en ese momento. La huma-nidad avanzó, desarrollando técnicas distintas de expresión, los grupos humanos cada vez llegaban a más territorios, el lenguaje mutaba, del mismo modo que las artes y las costumbres, los desarrollos tecnológicos en su carrera por lograr hasta lo imposible, y de igual forma el hombre y su expresión. ¿Qué pasa cuando el artista deja de procurar encajar en un sistema? Muchas veces nos encontramos con la pregunta de cuál es el verdadero papel o función del artista en la sociedad; para cualquier persona es más fácil responder cuál es la función de un médico o de un abogado pero, ¿qué pasa con la profesión del artista? Desde mi punto de vista, el cons-tructo social es un engranaje de actividades que encajan, cada quien em-pujando a los otros, cada quien con su actividad da solución a distintos problemas. Sin embargo, el artista se “resiste” a ser encasillado dentro del sistema. La sensibilidad del artista no está condicionada a mecanismos o fórmulas matemáticas, por tal razón no hay formas correctas de definir su rol dentro del conjunto y la sociedad le tiene miedo a lo desconocido, a lo que no logra definir o clasificar.

Me gustaría referirme a la palabra “resistencia”. Busqué su significado y encontré muchas acepciones, dentro de las cuales fue imposible sacar de mi mente la imagen de la resistencia eléctrica, ya que era una de mis propuestas para la imagen de la exposición titulada “Alter-no”, exposi-ción de la que hablaré más adelante. No obstante, me pareció curiosa una imagen que creo me puede servir para empezar.

Más allá del contexto de la imagen, me gusta imaginar a los artistas de esta manera; sujetos que se atreven a oponerse a las fronteras, reglas, limitaciones y condicionamientos sociales. Más que personajes producto-res de imágenes, son quienes cuestionan los establecimientos. Y es donde me pregunto por ¿cuál es la real y actual posición de los estudiantes de arte frente a la sociedad en la que están inmersos?

La resistencia a ver el arte como objeto de comercio fue uno de los principales objetivos del movimiento Fluxus, que con apoyo de los happenings; artistas vinculados como Nam June Paik, vincularon nue-vos lenguajes y perspectivas sobre los objetos de observación y temas de enfoque, autoproclamandose como movimiento artístico sociológico. A ellos, se sumaron los movimientos Hippies en Norteamérica que, a su vez, se resistían a las guerras de Vietnam y al estilo de vida tradicional, tomaban el amor, la paz y la libertad como valores fundamentales, dando paso a otros tipos de resistencia como en la música de Janis Joplin y, más adelante, de los Rolling Stones.

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Muy pocas veces escuché en el contexto académico de la universidad manifestaciones de los jóvenes sobre sus preocupaciones e incomodidades respecto a su entorno, salvo tímidos comentarios en los pasillos referentes al costo de la matrícula, los servicios de alimentación o la falta espacios adecuados. Difícilmente escuché manifestaciones u opiniones sobre el proceso de paz, los niños muriendo de hambre en la Guajira o los nueve mil millones de pesos que según la revista Semana [3] se gastó el Departa-mento Nacional de Planeación tratando de poner en cifras qué tan felices somos los colombianos.

Sería mentiroso afirmar que en Colombia no contamos con referentes artísticos políticos. Uno de ellos, muy importante no solo para la cicatrización de las crisis por las que pasado Colombia sino también para presentar la realidad del país en el exterior, es Doris Salcedo. Su carrera ha estado marcada por muchos de los sucesos trágicos del país del sagrado corazón, en especial relacionados con la política y violencia. El miércoles 6 de noviembre de 1985 la artista se encontraba en su taller, ubicado cerca al Palacio de Justicia, ese mismo día se presentó la toma del Palacio a manos del M19, día en que la visión de la artista y su mensaje al mundo sobre la realidad de Colombia serían transformados, según cuenta la historiadora de arte Marina Valcárcel . [4]

Desde mi perspectiva, podría decir que Doris Salcedo por medio de su trabajo ha sido una de las más importantes artistas y retratistas de la realidad Colombiana, aún cuando en el medio universitario poco se habla de ella. Lo que sí puede escucharse con bastante frecuencia, sin embargo, es sobre la vida amorosa de los demás compañeros y algunos profesores, algunos artículos tecnológicos o el último sitio nocturno de moda; cualidades de un atmósfera de lo efímero, en donde lo fácil, práctico y placentero parecen ser la felicidad y la verdad duradera.

Las perspectivas y enfoques de las facultades y de los estudiantes pueden estar ligadas al entorno socioeconómico, por lo que puede llegar a ser enriquecedor confrontar las facultades de artes de las distintas universida-des. Natalia Muñoz, estudiante de la facultad de artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, cuenta que los temas tratados en la mayoría de los trabajos de sus compañeros son temas introspectivos, los problemas de ser gay, la psicodelia y el terror; siempre con un tinte hippie, “pues siempre quieren como parchar, tomar alcohol o fumar marihuana, casi no salen a bares sino es mas como en parques o casas” dice Muñoz.

[3] http://www.semana.com/nacion/articulo/encues-ta-de-la-felicidad-no-tuvo-nin-gun-costo-adicional-segun-pla-neacion-nacional/489858

[4] http://www.alejandradear-gos.com/index.php/es/com-pletas/8-arte/406-doris-salce-do-el-arte-como-cicatriz

Entre lo que hablamos en primer semestre se encontraba la razón por la cual aplicamos para estudiar artes en la Javeriana; ninguna de las razones tenía relación con el programa, algunos aplicaron a varias universidades, estudiaron al final a la universidad que los recibiera, la mayoría había aplicado para la Universidad Nacional y, en efecto, no lograron clasificar; todos sabían que las posibilidades de entrar a esa universidad eran pocas, sin embargo había que intentarlo. En mi caso, la Javeriana fue la única universidad a la que me presente, no sólo por la universidad en sí misma, mi madre y mi pareja consideraban que era la mejor opción; pues como buenos egresados debían promocionar su institución. El programa era adecuado para lo que yo quería, luego de haber cursado unos cuantos semestres de publicidad, y eso al parecer era lo menos importante para los demás estudiantes. Siempre me había negado a la opción de estudiar artes, quizá por miedo, pero nunca fue contemplada esa posibilidad. Según mi opinión es falso que los estudiantes de artes, por lo menos en la Javeriana, tomen la decisión de estudiar esta carrera basados en el programa académico, ya que ninguno sabía las materias que debíamos ver; todo se fue descubriendo con el paso de los días. Desde mi perspectiva, una de las razones por las que, en ese momento, los nuevos estudiantes se inscribieron en la carrera de artes en la Pontificia Universidad Javeriana fue su despampanante edificio, que apareció en importantes revistas de arquitectura y diseño. Es falso, desde mi experiencia, afirmar que los estudiantes toman lo académico o las materias como referencia para decidirse entre una universidad u otra, sino que más bien son la situación económica o el estatus social los factores determinantes para tomar esta decisión.

Afortunadamente pude estar en todo el proceso desde la demolición de los antiguos talleres hasta la culminación de la “mole” y, en el entre-tanto, aprendí a acoplarme a los espacios cerrados y las sillas no aptas para estar sentados por horas. Aprendí a respirar adecuadamente para no ahogarme con los gases de los químicos en los talleres de pintura y escultura, y adquirí músculos cargando materiales por escaleras y pasillos estrechos, entre muchas otras cosas incómodas que resultan relevantes al final de este proceso para aprender a tener paciencia y trabajar con las uñas, a pasar por encima de las incomodidades y no rendirme por las dificultades del entorno, trabajar espalda contra espalda en los talleres o hasta inventar herramientas con basura.

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Como humanos pretendemos buscar salidas alternas, ir de un punto A a un punto B es lo que generalmente hacemos en la vida, acudimos a métodos para evitar o esquivar problemas, buscamos situaciones en las cuales podamos medianamente tener el control. Ir de la universidad a la casa necesita de un plan específico; saber en dónde localizarse, qué bus tomar, incorporarse adecuadamente en el momento justo en que pase el transporte específico, en el caso de un bus, saber qué ruta recorre, y saber el lugar correcto en donde bajarse, e incluso saber cuánto tarda en llegar al destino. En algunos casos sabemos las horas de menor congestión; nunca estamos exentos de que algo suceda como manifestaciones, accidentes y catástrofes climáticas que pueden alterar drásticamente nuestros planes. Pocas veces aprovechamos dichos inconvenientes para descubrir y aprender de cada situación que se va dando en la alteración de nuestros caminos.

El programa académico se presenta como una continuación de materias, una detrás de la otra, que inicialmente se muestra a sí mismo como de libre escogencia; gráfico, audiovisual o plástico, podía escoger una de las opciones, dos de ellas o incluso, si era muy osado, las tres; yo escogí plástico. La libertad de escogencia de una especialidad parecía algo maravilloso, adicionalmente podía ver electivas de las otras especiali-dades. Entre compañeros nos preguntamos cuáles habían sido nuestras elecciones y, con ello, al parecer nos atribuimos una investidura que se convertiría en un saco de ladrillos con el que debíamos cargar a cuestas a lo largo de 5 años o más. Ya en marcha nos enfrentaríamos a nuestras elecciones, nadie pensó en escoger la más fácil, a mi modo de ver, pensábamos en cual llenaba más nuestras expectativas.

Siempre me imaginaba la vida como una escalera, una escalera eléctrica que va hacia abajo mientras nosotros vamos subiendo los escalones, de manera que nunca podemos llegar al tope. Sin embargo, con el tiempo logré entender que no existe tal escalera eléctrica y que la vida es, más bien, como una enorme telaraña de posibilidades, en la cual decidimos tomar determinadas vías con la idea de llegar a un lugar específico, una salida del túnel. Dicha telaraña puede llevarnos de regreso al punto de partida o tal vez hacernos dar vueltas una y otra vez por el mismo lugar. Todo va a depender de la astucia que tengamos para reconocer los lugares recorridos.

Al inicio de este proyecto, comencé haciendo ejercicios de reconocimien-to, acciones sin un fin determinado, simplemente acciones que salían de la nada, sin sentido alguno, impulsos de la mente o quizá del cuerpo. Dibujar con un carboncillo pegado al extremo de un palo, pintarme la cara con témpera negra y una brocha, beber un litro de cerveza directo de la botella en el menor tiempo posible, entre otras. Parecían ser acciones no muy astutas, no buscaba algo específico, se trataba entonces de encontrar qué se escondía tras los impulsos y las reflexiones; los signi-ficados llegaron uno detrás del otro, relaciones con obras de otros artistas emergieron, de nuevo las conexiones caprichosas se hacían presentes, por qué “sí” y por qué “no”. Justificar este proceso ante otras personas no era necesario, al final debían aparecer piezas que representaran el entorno al cual hacía referencia. Mostrarle a los otros por medio de objetos ideas contenidas en este proyecto, no era cualquier tarea, era la conclusión de todo un proceso académico.

Escribir este texto no parecía difícil en un principio, en el momento previo a hacerlo parecía “pan comido” hasta que me senté a digitar. Las palabras desaparecieron de mi mente, algunas llegaron a ser escritas y luego juzgadas fuertemente bajo la idea de ser las correctas para ser parte de una tesis, tener el nivel adecuado para lo que se me estaba pidiendo, ser las palabras que demostraban que luego de cinco años de prepara-ción merecía el título de Artista Visual. En muchos momentos me olvidé de mí mismo y de las cosas en las que creo, me convertí en un número más, convenciéndome de decir las cosas de la forma correcta, fórmulas matemáticas para escribir una tesis; llegué al punto de querer buscar un libro de “cómo escribir una tesis de grado para dummies”, una amiga me recomendó encontrar la pregunta a la cual dar respuesta por medio del texto, con referentes, textos e investigaciones que se relacionarán con mi idea, investigar qué han dicho otros acerca de lo que yo proponía.

Alrededor de dos años atrás, soñé una noche con que yo hacía un performance en el cual estaba sentado en el suelo con las manos extendidas en mis piernas y en mi boca abierta al máximo un montón de piedras. No era la incomodidad de esos elementos en mi boca lo que me acongojaba, era la sensación en mi pecho que intentaba sacarme lágri-mas, sensación de miedo por no poder hablar, por no poder expresar mis miedos; no era una barrera lo que había en el camino de mi voz, toda la basura que había dicho en el pasado me estaba ¿pesando?, ¿llenando? la boca, basura sobre las seguridades del pasado que ahora eran rocas insípidas, con las que tenía que cargar.

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Programa de Materias dentro de una Carrera de Artes

Seis dibujos, dos pinturas, cinco filosofías, seis historias del arte, cinco esculturas, cuatro fotografías, unas muchas de medios digitales, entre otras materias, cada cual con sus temas y ejercicios dentro de un listado que presenta cada profesor a la facultad y a los estudiantes, son las cosas que vi durante mi paso por la facultad de artes. Cada profesor decide qué deben ver los estudiantes en su clase según los parámetros estipulados en el programa dictado por la universidad: un tema tras el otro en una forma lineal que supone la idea de adquisición de conoci-miento para el estudiante que, además, será calificado con dos dígitos que se computan con los demás ejercicios, luego con las demás materias y con los demás semestres. Y, al final, cinco años de tu vida equivalen a una nota y un diploma.

En Colombia, la primera facultad de artes fue establecida hacia el año 1965 en la Universidad Nacional, aunque luego de la independencia ya se hablaba de la necesidad de las bellas artes como elemento civilizatorio. En la actualidad, para enseñar en Colombia a nivel universitario, es in-dispensable tener como mínimo el título de pregrado de la carrera y una especialización en el tema específico de la asignatura a dictar. ¿Qué pasó mientras las carreras de arte apenas emergían y los docentes no tenían dichas certificaciones?.

Las personas interesadas buscaban por sus medios lo que querían hacer o producir, sin contar con una aprobación especial de sus títulos o definiéndose por alguien que los nominaba como artistas y que, años más tarde, ayudaría a otros y les daría un título que ellos no necesitaron en su momento para transmitir el conocimiento a otros que pagarían por recibirlo. ¿Acaso funciona la producción artística como un puente, en donde una falla puede dar muerte a cientos de personas? O tal vez, ¿el propósito del título universitario es decirle a la sociedad “soy una persona educada y aquí lo dice”?.

En Colombia se pone en tendencia el: “¿usted no sabe quién soy yo?”, ¿es ésta una pregunta retórica o una amenaza? Somos personas ante la sociedad cuando nos acredita una escuela o una universidad y entre más paguemos por esa educación creemos ser más que los demás o por lo menos ese es el ideal social que aceptamos. El estudiante de artes entra a una facultad para que le acredite que es “artista”, pero aun así nece-sita de la aprobación de alguien que, de igual forma, fue aprobado por alguien más en su momento.

Jean-Michel Basquiat“Six Crimee”

Francis Bacon, Jimmy Hendrix, José Saramago, Jean Basquiat entre otros reconocidos artistas modernos, han tenido gran relevancia en la sociedad y la historia del arte siendo autodidactas y, en efecto, sin titulación alguna. Basquiat, un joven revoltoso que buscaba algo mejor que ser comprendido, a mi modo de ver, auto-expulsandose de las escuelas por donde pasó, se preguntó justamente sobre esas estructuras académicas, por lo que regresó en el tiempo y estudió el dibujo primario, dejando de lado las ideas impuestas sobre técnicas en la construcción de una pieza. Ésto, de manera sutil, nos hace preguntarnos por esa dicha “modernidad”. Encuentra en el graffiti el vehículo perfecto para abordar distintos puntos de vista, pintando las paredes de los subterráneos, los vagones del metro de Nueva York, llamando la atención de las galerías que se encontraban justo encima de esos lugares que él intentaba alterar. El niño necio de la sociedad, terminaría no sólo alterando paredes sino también los cuestionamientos mismos del arte a nivel mundial.

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Jackson Pollock“Ritmo de Otoño”

Los artistas que mantienen esa llama de las artes encendida son aquellos que no se limitaron a una academia o a un certificado para producir lo que su naturaleza les impulsaba crear. Para la ejecución de “Ritmo de otoño” Jackson Pollock no necesitó un curso de dripping que le permitie-ra dominar la técnica y crear relevantes series, sino que bastó con aban-donar el miedo a no encajar o conformarse con lo que las tradiciones europeas dictaban sobre el arte. Dio paso a la liberación de los artistas de sus complejos y temores sobre lo que es el arte y dio pie, con ello, a un arte de identidad en los Estados Unidos y el mundo en general. Ya no se trataba simplemente de una imagen, se inició un pensamiento sobre el proceso de creación, la captura de un suceso, de un momento o estado de ánimo del productor. Los procesos creativos no podían quedar ocultos en los reversos de las obras, debían ser mostrados como parte importante en ellas, refrescar su temporalidad, su corporalidad y hasta su espiritualidad. Ésto, transformó la idea sobre los límites del arte y rompió las fronteras permitiendo un nuevo universo de posibilidades.

¿Está la academia realmente involucrada con los nuevos mecanismos o ideas de producción de arte? Es claro que el conocer la historia es impor-tante, sin embargo, dentro de mi contexto de la academia, parece ser que estamos estancados en un momento histórico en el que no sabemos lo que hacemos ni para dónde vamos. Como estudiantes, sólo repetimos lo que vemos en clase, las “tareas” y ejercicios propuestos en cada materia, hay quienes repiten los estilos de los profesores, imitando su manera de crear obra pensando que es la vía al éxito. Algunos profesores prefieren no mostrar nada de su trabajo permitiendo el libre desarrollo de la técnica de los estudiantes; intentos de dibujos realistas, esculturas figurativas, pinturas sobre controladas, instalaciones extrañas a las que les buscamos sentido de último momento procurando impresionar al profesor y a los demás estudiantes.

En medio de la carrera por un “5”, vemos con mirada altiva a quienes no logran la calificación máxima o convertimos en referentes a quienes se hacen con las notas más altas sintiendo, por el contrario, lástima por quienes son asignados con las calificaciones más bajas. En Estados Uni-dos existe una nueva tendencia de calificación basada en el honor, en la cual es el estudiante quien asigna su propia nota. La responsabilidad, la ética y la honradez que se ven aplicados a todo tipo de actividades académicas, así como la escala de notas que se comparan entre los trabajos dando la nota máxima al mejor resultado y colocando a los otros en orden, hacen que, según lo observado, en estos procesos los estudiantes aumenten su competitividad, el interés por sus proyectos y el gusto en generar calificaciones independientes de las incidencias particulares del grupo.

No es novedad que una de las mayores dificultades para un profesor en cualquier carrera es calificar de manera objetiva y, en especial, si se trata de calificaciones cualitativos, los cuales no pueden ser reflejados por medio de dígitos. Por otra parte, los estudiantes de arte presentan intereses individuales, metodologías de aprendizaje diferentes y, sobre todo, procesos de producción muy distintos entre sí. En una entrevista Lucas Ospina, profesor de la Universidad de los Andes de la facultad de artes, habla sobre el tiempo que dedican los estudiantes en las clases de su facultad y considera que el tiempo de las clases debería ser inferior al actual, ya que los estudiantes necesitan administrar su tiempo y decidir cuánto invertir en sus actividades creativas.

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Preguntarse por qué es lo que “yo hago” lo que se convierte en lo que “yo soy” es complicado cuando en los programas académicos se tiene en cuenta el número de horas de las clases, en donde los estudiantes quedan atareados de información y actividades, pero muy difícilmente reflexio-nan sobre su obra para encontrar sus intereses; los estudiantes trabajan para las clases y muy pocas veces las clases trabajan para los estudiantes. Durante la mayor parte de nuestra formación son los profesores quienes proponen actividades específicas, sin embargo, en el momento en que se da libertad al estudiante para crear, todos quedamos en la nebulosa, pensado en qué es lo que queremos hacer en determinada oportunidad.

El ecosistema dentro de los programas educativos crea confianzas ficticias, hace sentir a las personas pisando terrenos sólidos ya que las di-rectrices no permiten un error o una alteración riesgosa en la finalidad de las actividades. No obstante, estas cortezas de confianza que se generan tampoco permiten el real descubrimiento sobre los materiales y las verdaderas fijaciones; solo en el momento de la interacción con los elementos de interés podemos empezar a hacer autocrítica, ver que no nos satisface y hasta donde queremos llegar con lo que hacemos, rompiendo con las barreras de estabilidad que las clases delimitan.

De manera errónea la sociedad nos inculca ideas de éxito y fracaso, eres exitoso en la medida en que consigues menciones especiales en los medios de comunicación y prosperidad económica, o te conviertes en un elemento relevante dentro del grupo social al que perteneces, esquivamos a los que consideramos fracasados y hasta sentimos lástima por ellos. En una ocasión, el maestro Ricardo Toledo en su clase de Arte en Latinoa-mérica, comentaba sobre la preocupación de algunos estudiantes en conseguir el éxito; lo cual se fija como fin único en la vida del artista, sin embargo, la preocupación de los artistas debería estar más en el ahora, en la producción y reproducción de su actualidad.

Captura de pantalla de la pagina principal de Google.com“el arte de hacer”

Toledo comenta:

“la noción de “artistas del montón”, entendiendo que la historia del arte se ha construido con los genios o los prodigios, pero se me ocurre que si contemplamos a los “artistas del montón” tendríamos más de cerca a los que verdaderamente han dialogado con la vida doméstica de personas comunes”

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De acuerdo con lo anterior, no podría existir una manera de clasificar y separar a los artistas bajo ideas de buenos o malos. La denominación de “artista” va mucho más allá de hablar de productor de arte. A mi parecer, en la actualidad, esta denominación está sobrevaluada, lo cual ha llevado a que existan y se autodenominen muchas personas, actividades o establecimientos bajo el rótulo ARTE. Sin embargo, se olvida el trasfondo que esta denominación conlleva, tratando de “potenciar” determinada actividad comercial. Al buscar en Google “El arte de hacer...” aparecieron cientos de posibilidades, con y sin relación directa con el “arte”. “El arte de hacer empanadas” fue uno de los resultados más peculiares arrojados por la búsqueda lo que puede hacer referencia a la sofisticación y la relación con actividades típicas o cultura-les. De cualquier forma, denominaciones de arte son apropiadas por di-versos tipos de actividades económicas en sus nombres o procesos, lo que se demuestra al conocer que a septiembre de 2016, un total de 243 signos distintivos que contienen la palabra “Art” en su nominación conjugada, están registrados ante la Superintendencia de Industria y Comercio. [5]

[5] La Superintendencia de Industria y Comercio es un organismo técnico, de carácter administrati-vo, adscrito al Ministerio de Comercio Industria y Turismo, cuya actividad está orientada a fortalecer los procesos de desarrollo empresarial y los niveles de satisfacción del consumo colombiano. (http://www.redconsumidor.gov.co/publicaciones/super-intendencia_de_industria_y_comercio_pub).

APROBACIÓN Y DESAPROBACIÓN

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En la actualidad, se han presentado distintos grupos que se preguntan por temas relacionados con la educación o la titulación en las artes. Uno de estos y muy sonado por estos días es “El Validadero Artístico”; su programa educativo culmina con la “acreditación” como “Maestro en Artes del Espacio-Tiempo”. Es importante saber que dentro de este proceso no hay ninguna intervención del estado, entendiendo que por acreditación según lo define El consejo Nacional de Acreditación, (CNA) es “La Acreditación es el acto por el cual el Estado adopta y hace público el reconocimiento que los pares académicos hacen de la comprobación que efectúa una institución sobre la calidad de sus programas académi-cos, su organización y funcionamiento y el cumplimiento de su función social.”. Este establecimiento pasa por alto los protocolos y realiza actividades que no necesitan ser reconocidas, convalidadas o comparadas con otros entes educativos.

Poster de la exposición: “XV Salón javeriano” y “VII Bienal de profesores”2015

Poster de la exposición:“Alter-No!” 2015

ALTER-NO15

Lugar: Casa Común (Carrera 27 #71B - 23)

Del 16 al 23 de Octubre

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La facultad de artes de la Universidad Javeriana, organiza cada año el Salón Javeriano de Artes Visuales (S.J.A.V), para el cual se convoca a los estudiantes de la carrera de artes visuales de todos los semestres. Los par-ticipantes deben enviar sus propuestas a la facultad (fotos, dimensiones y un breve comentario sobre la propuesta) y luego del cierre se convoca a ciertos profesores para ser los jurados del evento. Un tiempo después se emiten dos listados; en el primero, se encuentran los aceptados para par-ticipar en la exposición y en el segundo listado, en efecto, los participan-tes que no ingresan; en algunas ocasiones ese segundo listado contiene las razones por las cuales no se acepta la propuesta.

Tuve la oportunidad de participar en la exposición dos veces; me sentía orgulloso de estar dentro del certamen que presenta “lo bueno” de los estudiantes de la carrera, pero sólo la tercera vez que me presenté fui rechazado. Esta situación me forzó a pensar qué era lo que se mostraba ahí, mi zona de confort fue sacudida, de otra forma no habría sabido qué era ser rechazado de una muestra de estudiantes, -la tercera fue la vencida-.

Sin mucho ruido decidimos, con otros dos compañeros, generar el Al-ter-No!, una exposición que invitaba a los estudiantes que participaron en la convocatoria del S.J.A.V. y que fueron rechazados a exponer con noso-tros, ¿acaso por ser rechazados no podíamos exponer? La palabra malos no podía ser tomada para referirse a un artista. Las denominaciones negativas sobre lo que estábamos haciendo no se demoraron en llegar; “el salón de los rechazados” o “los ardidos”. Yo sólo podía reírme ante la situación, pues era bastante extraño que quienes lo decían eran nuestros propios compañeros e incluso personas que también habían participado en la convocatoria y fueron “rechazados”.

La acogida a nuestra convocatoria contra reloj no fue muy bien recibida por las directivas de la carrera, que sin explicación alguna no quisieron responder a nuestras invitaciones. Sin embargo, seguimos adelante y logramos reunir a alrededor de veinte estudiantes que participaron con más de treinta obras, la mayoría obras gráficas, lo que tiene sentido al observar el plan educativo de la universidad que da prioridad a los pro-cesos gráficos o, por lo menos, a las propuestas bidimensionales. Previo a la exposición, varios profesores de la carrera estuvieron de acuerdo con nuestra propuesta, al punto de generar preguntas sobre el Salón Javeria-no y todo lo que gira alrededor, las tareas conformes que sacaban notas de 5, quedaban limitadas a las clases en las que eran desarrolladas y nunca confrontadas en el mundo real.

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Muro principal exposición “Alter-No!”

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Ya en el trabajo de montaje, convocamos a todos los participantes a que opinaran acerca de cómo debería realizarse la disposición de las obras. El espacio escogido era una casa tradicional en el barrio 7 de agosto de la ciudad de Bogotá; una sala, un garaje, un baño y un patio eran los espacios que nos habían alquilado durante 10 días, contando días de montaje y desmontaje de la exposición. Una de las conclusiones de los participantes fue que no querían tener formalismos dentro de la muestra; “es nuestro salón, son nuestras reglas”.

Las estructuras formalistas estaban siendo destruidas, no había obras más relevantes que otras, dando como resultado un montaje más llama-tivo, una retícula de diversos trabajos bidimensionales, creando nuevos diálogos entre las obras. Las fichas técnicas no harían estorbo entre los trabajos, sólo creamos un pequeño diagrama al que los asistentes podrían recurrir al interesarse por una obra específica que, finalmente, no fue necesario, pues los éstos preguntaban a los expositores sin pudor alguno, generando conversaciones y nuevas relaciones entre las personas. Esta interacción se convirtió en una de las ganancias más importantes del evento, ya que entre los asistentes había profesores de la facultad, parti-cipantes del salón oficial, padres de los expositores y gente que se enteró del evento por los medio de difusión.

“No hay texto.

No hay texto porque no queremos tener uno.

No hay texto que edifique la estructura de nuestra exposición.

No hay texto que logre decir o acercarse a nuestras sensaciones.

No hay texto que nos ayude a decir lo que hemos logrado.

No hay texto que describa nuestros pasos dados hasta este momento.

Simplemente, ¡no tenemos un texto!” . [6]

[6] Texto Curatorial Salón Alter-No! Octubre 16 al 23 de 2015

La tarea se había logrado, rompimos con ese cubo blanco de los “bien portados”.

Con el Alter-No! no pretendíamos generar ampolla o molestia en los demás estudiantes, nunca se trató de competir con el Salón Javeriano o la universidad, simplemente nos resistirnos a quedarnos con los brazos cruzados ante lo que encontrábamos en ese momento como suplemen-to para hacer algo. Nuestro único parámetro para participar era el ser rechazado de la convocatoria de la facultad a la que pertenecemos, no importaba cual era la pieza, había espacio para todos, ninguno más que el otro, tampoco existía un premio. En primer lugar, no había cómo calificar, no creíamos en eso y, en segundo lugar, no teníamos los medios.

La mayor ganancia fue saber que nuestra iniciativa trascendió en el pensamiento de los estudiantes y los llevó a preguntarse sobre sus mismas propuestas; ¿hasta dónde estoy satisfecho con mi trabajo?, preguntarse por las calificaciones y las competencias; lo competitivo no debe mani-festarse en la relación con los demás, sino que debe estar dentro de cada uno, logrando ir más allá de lo que se hizo en la oportunidad anterior, los límites personales son los reales parámetros de competitividad en las artes, no conformarse con el ser el mejor de la clase, o entrar a una exposición, no quedarse con lo que alguien más nos dice que está bien o está mal, es de mostrar o es de desechar.

A pesar de que Colombia ya cumplió 200 años de independencia de la colonización de los Españoles, siguen siendo para nosotros un referente en muchos aspectos de nuestra cultura, lenguaje y religión, que fueron los elementos más importantes impuestos en dicha época y a los cuales poco nos hemos resistido. Nuestro país sigue siendo gobernado por ideascatólicas que, para la fecha, ya caducaron, lentamente vamos abriendo los ojos de nuestra verdadera independencia. Las Artes, considero, de-berían ser un impulsor de esa ruptura de ideas conformistas; pese a que romper con esos mecanismos colonizadores no ha sido una tarea fácil.

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Hacia 1920, luego de un largo y complicado recorrido, llegaron a Colombia proveniente de Europa un sin número de réplicas muy emblemáticas de las esculturas del mundo antiguo y moderno de África y Europa. Las piezas fueron producidas por grandes museos de Francia e Inglaterra, en una colección traída por Roberto Pizano siendo uno de los más grandes promotores de las artes en Colombia para la época, inspirado por sus recorridos por las academias y museos en Europa desde temprana edad. Este artista considera que una de las mejores maneras de educar a los estudiantes de artes en Colombia, es llevar este museo de réplicas de lo que se consideraba arte en épocas como la de la Roma antigua, entre otras, convirtiéndolas en referentes para estudiar y admirar la imagen, la técnica e incluso el pensamiento de “los padres de nuestra cultura”. No lo digo en vano, teniendo en cuenta que nuestrosmecanismos de justicia están supremamente ligados a los mecanismos planteados en la Antigua Roma.

Con el pasar de los años y los cambios generacionales, la colección de réplicas se fue destruyendo y desapareciendo hasta llegar al olvido en distintas bodegas de la Universidad Nacional. Pero este proceso no fue gratuito, pues esas generaciones se adoptaron lentamente los desarrollos tecnológicos; las reproducciones logradas con ayuda de la fotografía; poco a poco nos alejamos tanto estudiantes como profesores de las obras de arte en las que se fija el estudio, la apreciación y la observación. Desde las filminas hasta llegar a las pantallas de celular, pensamos que son la mejor forma de educar, dejando a un lado la experiencia misma del espectador frente a la obra de arte.

Recuerdo la clase de arte del medioevo con la maestra Tatiana Ropain, a quien todos temíamos porque en promedio por clase debíamos memo-rizar cerca de 20 o 30 imágenes. No era culpa de la profesora tener que apretar y casi que embutir todo ese contenido por clase; ella misma era consciente de que no era tarea fácil. La emoción que ella sentía sobre las obras lograba ser transmitida a nosotros, eso ayudaba a entender la obra, más allá de ver la proyección de las imágenes en un tablero blanco que hacía dudar que las imágenes tuvieran esos colores o dimensiones; estaba en juego nuestra imaginación y la capacidad de sentir sólo con las palabras que Tatiana decía sobre las obras, debíamos transportarnos a los lugares y a los momentos históricos a lo que hacía referencia.

Tiempo después tuve la oportunidad visitar el museo metropolitano de Nueva York, en donde pude completar mi experiencia educativa respecto a muchos de las temas abordados en la asignatura de medioevo e incluso del arte antiguo, lo que cobró importancia real sólo en el momento de la experiencia sobre las obras, observarlas; poder entender las dimensiones y la escala transformaría todo, ya no eran rumores o historias que alguien decía en un salón de clase, esas aproximaciones cobraban vida y sentido.

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NOTA FINAL

Los artistas, a través de la historia de la humanidad, han sido el reflejo de sus sociedades, algunos de ellos unos pasos atrás en el tiempo procurando no olvidar y otros, afortunados, pudiendo ir unos pasos adelante llevando la batuta y marcando el camino a siguientes generaciones. Las reflexiones sobre lo que se hace deberían ser la tarea principal dentro de la producción y la exposición del arte; la reflexión sobre la actualidad del mundo que nos rodea es, a mi modo de ver, el primer paso para la construcción y evolución de la sociedad.

En la actualidad, la educación universitaria parecer ser la única manera de formar “artistas”, pero ¿quiénes son esos “artistas”?, ¿son las personas que consiguen una titulación? o ¿personas que producen obras de arte?, ¿personas que produjeron imagenes, acciones o reflecciones sin pensar que lo que hacían podría ser considerado como arte?. Para nadie es un secreto que para producir arte no necesitamos un cartón que diga que podemos o no hacerlo, pero pareciera que el principal objetivo de los estudiantes universitarios fuera conseguir ese diploma para salir al mundo profesional y ejercer lo aprendido. No los culpo, sin embargo no podemos olvidar nuestro principal objetivo. ¿Cuál es el principal objetivo de las facultades de artes? Para quienes decidi-mos entrar a una carrera profesional, sabemos que al entrar a un programa estamos limitados medianamente por los parámetros o estructura que un grupo de personas organizaron sin tener en cuenta los intereses de cada persona interesada en ingresar y tomar el programa como propio. Más allá de hablar de obligaciones, nuestro objetivo es pensar en lo que podemos ha-cer con nuestra experiencia universitaria o el provecho que saquemos para nosotros mismos del salón de clase; al final del día, no hay modo de tener a cada persona totalmente satisfecha.

Algunas personas comentan que “las mejores obras de los artistas se rea-lizan cuando están fuera del el ambiente universitario” y, a mi modo de ver, es un comentario con mucho sentido en la medida en que los artistas toman sus propias decisiones obviando opiniones externas, por lo cual los detalles están direccionados únicamente por el artista; los tiempos de producción no están atadas a cronogramas apretados y por el contrario toman el tiempo que necesitan para sí mismos y, por último y no menos importante, la fuente de donde producen las obras se extiende a las expe-riencias del productor, desatado de los intereses colectivos y competitivos del salón de clase, remitiéndose simplemente al aprovechamiento de los conocimientos tecnicos y teoricos adquiridos en la academia.

No creo que que exista una única y verdadera forma de aprender y enseñar las artes, al final del día los artistas aprenden por medio de experiencias y toma de decisiones, al observar su entorno y potenciar su sensibilidad. Las formas de producción artística cada vez abarcan más espacios y plataformas, haciendo cada vez más amplios los alcances del arte. Sin embargo, con el paso del tiempo se van olvidado y apartando a las personas del común, eliminando los puentes de comunicación entre la obra y el observador, envolviendo y forrando a las obras bajo discur-sos extraños que anulan incluso al objeto en sí mismo. A mi parecer, las escuelas de arte deberían estar menos en función de la sobreproducción y las discusiones excesivas, para evitar que muchas personas pierden el interés por las artes.

Finalmente, me gustaría creer que este texto es una oportunidad para reflexionar sobre lo que nos rodea y lo que hacemos como artistas, los mecanismos que usamos y lo que podemos hacer para potenciar la fun-ción del arte mismo en la sociedad; sacar a los estudiantes del salón, que lleguen a las calles y se pierdan un poco en la ciudad y la realidad, que como estudiantes y profesores no nos conformemos con lo que está a la mano, que escarbemos incluso en nuestras mentes.

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BIBLIOGRAFÍA

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