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1 TRABAJO PRACTICO Tema: Escritores, Músicos y Actores de teatro en Paraguay NOMBRE: Alvaro Mora

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TRABAJO PRACTICO

Tema: Escritores, Músicos y Actores

de teatro en Paraguay

NOMBRE: Alvaro Mora

Profesora: CELESTE

Escuela San Vicente de Paul - Sexto Grado

“t.m.”

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AÑO: 2012

INDICE:

1) CARATULA…………………………………………………………….2) INDICE…………………………………………………………………

3) INTRODUCCION…………………………………………………….

4) LOS MUSICOS PARAGUAYOS……………………………………

9) LOS ESCRITORES PARAGUAYOS……………………………….

11) ACTORES Y DIRECTORES DE TEATRO DEL PARAGUAY….

17) CONCLUSION………………………………………………………..

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Introducción:

Folclore, este término general abarca creencias, costumbres y conocimientos de cualquier cultura transmitidos por vía oral, por observación o por imitación. Este conjunto de material se conserva y transmite de generación en generación con constantes cambios según la memoria, la necesidad inmediata o el propósito del transmisor.

Por medio de este trabajo, analizaremos nuestro folklore; el folklore paraguayo. Sin embargo, estudiaremos solo una parte de nuestra extensa cultura; la música, el teatro y los escritores paraguayos.

Esperamos satisfacer sus expectativas en cuanto a este proyecto, y que todos aprendamos a valorar, algo que como paraguayos nos pertenece y debemos enaltecerlo; nuestra cultura.

Desentrañaremos, en este trabajo los músicos, los escritores y actores de teatro paraguayos.-

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LOS MUSICOS PARAGUAYOS.-

La música paraguaya es uno de los aspectos más particulares de la cultura del país ya que siendo el único de Sudamérica donde la mayoría de los habitantes habla el idioma de origen nativo, su música es totalmente de origen europeo.

Esto se debe a la influencia que tuvieron los jesuitas durante los siglos XVII y XVIII al notar que los guaraníes poseían buen talento musical. De esta manera los interiorizaron en la música europea, aunque nunca compusieron.

Desde tiempos remotos, los guaraníes han utilizado instrumentos primitivos de viento y de percusión, principalmente flautas de carrizo, silbatos, sonajas y campanas. Las guitarras y arpas, introducidas por los españoles, son los instrumentos básicos de la música paraguaya contemporánea. Uno de los estilos más antiguos de música popular paraguaya es la polca; las baladas y otras canciones conservan gran parte de la historia y tradiciones del país. La guarania, canción de fluida melodía lírica introducida a principios del siglo XX, es la primera variación propia de la tradición colonial española.

Los instrumentos más populares son el arpa y la guitarra, el arpa tuvo mucha difusión y es conocida en muchos países del mundo.

La polka (purahéi) y la guarania son las expresiones musicales más populares. Los ritmos del primer género son una invitación a la danza. El segundo, desarrollado por José Asunción Flores cerca del año 1920, es más bien lento y melancólico. Algunos ejemplos son: “India”, “Recuerdos de Ypacarai”, “Mi dicha lejana”, etc. Las composiciones preferidas para ser ejecutadas en arpa son los onomatopéyicos y fuertes “Guyra Campana”, “Tren Lechero”, entre otros.

A continuación conoceremos, además a estos autores.

Luís Alberto del Paraná

Nació en Altos (Paraguay), el 21 de junio de 1926, a las 14:30 h., y fue anotado en el Juzgado de Paz el 14 de agosto de 1926, por su madre, Jacinta Mesa (no Meza). Hizo sus cursos primarios en Ypacarai.

"Nació para el Arte en 1942, durante el Primer Certamen de los Barrios; el mozalbete de dieciocho años*, de timbre de voz sorprendente, representó a Campo Grande, acompañado de Humberto Barúa, y otro nombre mayúsculo de la música paraguaya, el arpista Digno García. Allí en el viejo cine Rex, el público empezó a asombrarse con un jovencito que prestaba el servicio militar, entre tímido y decidido, a medio camino entre la parquedad del campesino y una sonrisa grande abierta hacia nuevos horizontes".

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Murió en Londres (Inglaterra), de derrame cerebral, el domingo 15 de septiembre de 1974, en el Prembridge Court Hotel (34 Prembridge Garden, Londres, W2 4DX Reino Unido), 1er. piso, habitación No.8, Edad: 48 años.

Remberto Giménez

Se puede considerar a Remberto Giménez como un pionero de la música culta entre los directores compatriotas. Organizó la primera orquesta sinfónica completa en el país, fue el primer paraguayo que dirigió una sinfónica europea y formó a muy buenos intérpretes. Entre sus alumnos se cuenta a su sobrino Herminio Giménez. Remberto nació en Coronel Oviedo el 4 de febrero de 1898. Como todo buen músico paraguayo, se inició en la Banda de la Policía, bajo la dirección de Nicolino Pellegrini y Salvador Dentice. Luego completó su formación con Vicente Macarrone.

En 1920, becado por el gobierno, Remberto Giménez viajó a Buenos Aires, donde estudió en el Conservatorio Nacional con Alberto Williams, Andrés Gaós y Celestino Piaggio. En 1922 recibió su título de profesor superior de violín como mejor alumno.

En 1924 fue nuevamente becado por el gobierno, esta vez a Europa. Estudió en la Schola Cantorum de París, donde durante dos años ahondó sus conocimientos de violín. En La Sorbona estudió luego Estética e Historia de la Música. En 1927 estuvo en el Stern Ches Conservatorium de Berlín, donde perfeccionó sus conocimientos de violín y música de cámara.

En 1928 regresó al Paraguay y formó con Manfred Kamprad, Enrique Marsal y Erik Piezunka el Cuarteto Asunción, considerado el más importante grupo de cámara durante mucho tiempo. Ese mismo año, organizó el primer concierto con una sinfónica nacional, con motivo del centenario de Franz Schubert.

Remberto Giménez fue miembro del Ateneo Paraguayo, producto de la fusión - en 1934 - del Gimnasio y del Instituto Paraguayo. En 1940 fundó la Escuela Normal de Música, que se convirtió en el más importante centro de enseñanza musical del país. En 1957 la Municipalidad de la Capital creó la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA), de la que fue director hasta su muerte y al frente de la cual se mantuvo pese a las críticas por no permitir que ningún otro músico - paraguayo o extranjero - pudiera tan siquiera dirigir un ensayo.

En 1958 dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Bonn en la ejecución de su obra Rapsodia Paraguaya. Fue el primer paraguayo que dirigió una sinfónica europea. En 1963 condujo conciertos de la Orquesta Sinfónica Brasileña en el Teatro Municipal de Río de Janeiro y en el Teatro Tupí de Canal 7 de Säo Paulo.

Como compositor, se pueden señalar entre sus principales obras el ya citado poema sinfónico Rapsodia Paraguaya, el arreglo del Himno Nacional, las composiciones Kuarahy oike jave, Conscripto, Marcha del Mariscal López, Nostalgia del terruño, Ka'aguy ryakuä, Himno a la juventud, Canción de paz.

Remberto Giménez falleció en Asunción el 15 de febrero de 1977, pocos días después de haber cumplido 79 años de edad.

Mauricio Cardozo Ocampo

Mauricio Cardozo Ocampo, referente ineludible de la música paraguaya de la que es uno de los creadores más fecundos y difundidos, nació en Ybycuí el 14 de mayo de 1907. Sus primeros maestros en el arte fueron el flautista Eloy Martín Pérez y Juan J. Rojas, con quienes dio en Ybycuí los pasos iniciales para su posterior carrera. Luego continuó su aprendizaje en la Banda de Músicos de la Policía de la Capital con los maestros Nicolino

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Pellegrini y Salvador Dentice, forjadores de los mayores talentos musicales de nuestro país. Desde un primer momento los instrumentos preferidos de Mauricio fueron la flauta y la guitarra.

En 1928 Mauricio Cardozo Ocampo conoció a Eladio Martínez en el asiento de la Artillería Nº 1 de Tacumbú, en la movilización general tras los sucesos del Fortín Vanguardia. Surgió entonces el dúo Martínez-Cardozo. El 31 de mayo de 1931, Eladio y Mauricio se marcharon con la compañía teatral uruguaya de Héctor Cuore a una gira por provincias de la Argentina, Río Grande do Sul (Brasil) y Uruguay.

En este último país se instalaron por un tiempo y llegaron a actuar en la radio de S.O.D.R.E., en teatros, clubes y emisoras de radio.

De ahí partieron a Buenos Aires, que fue para ellos un gran campo artístico y donde iniciada la Guerra del Chaco se presentaron ante el ministro plenipotenciario de nuestro país, Vicente Rivarola, para enrolarse en las filas combatientes. El diplomático les pidió que se quedaran en la capital argentina y cooperaran con la Cruz Roja Paraguaya para recaudar fondos. Su cooperación fue muy valiosa en ese tiempo trágico que vivió el país.

En uno de los combates de Nanawa, Mauricio perdió a su hermano Bonifacio, en cuya memoria compuso su popular guarania Pueblo Ybycuí.

Tras la guerra, Cardozo Ocampo creó el conjunto Ñande Koga, compuesto ya por violines, violonchelo, contrabajo, flauta, clarinete, arpa, guitarra y canto. La música paraguaya lograba mejor estructura orquestal. Con este grupo grabaron cantores de la talla de Agustín Barboza, Rubito Larramendia, Chinita de Nicola, Teófilo Escobar, los hermanos Cáceres, Rivero-Echagüe, Luís Alberto del Paraná y otros.

Mauricio participó en la fundación de la Agrupación Folklórica Guaraní, la más importante sociedad artística paraguaya que hubo en Buenos Aires. En ella no había sólo músicos sino también escritores, actores, profesionales compatriotas. Estaba gente como Hérib Campos Cervera, Augusto Roa Bastos, Andrés Guevara, Jacinto Herrera, Osvaldo Chaves, Carlos Federico Abente, Concepción Leyes de Chaves y más.

En 1939 se separó el dúo Martínez-Cardozo. Eladio retornó a Asunción y Mauricio se quedó en Buenos Aires estudiando y ampliando sus conocimientos musicales con maestros como Isidro Maiztegui, Gilardo Gilardi y Jacobo Fischer.

En 1946 creó el club recreativo Rincón Guaraní, en el que desfilaron artistas del atalla de Félix Pérez Cardozo, Samuel Aguayo, José Asunción Flores, Herminio Giménez al frente de importantes orquestas sinfónicas, Sila Godoy y el pianista argentino Ariel Ramírez. Fundó luego la Banda Ocara (1954-1957). Dirigió grandes orquestas en presentaciones radiales, en clubes y teatros, siempre ejecutando música paraguaya.

En nuestro país fue socio fundador de APA, miembro de la Academia de Lengua y Cultura Guaraní, de la Asociación Indigenista del Paraguay, de la Asociación de Músicos del Paraguay, del APROFON (Asociación Paraguaya de Productores de Fonogramas).

Las composiciones de Mauricio Cardozo Ocampo son muchísimas y muy variadas, pero algunas son: Chokokue purahéi, Mensú resay, Chokokue kera yvoty, Paraguaya linda, Che morena'imi, Guavira poty, La carreta campesina, Mombyry guive, Morena, Mi destino, Sé que te perdí, Regalo de amor, Galopera, Kamba La Mercé, San Baltasar, Josefina.

Casado con Fidelina Fleitas en 1941, tuvo como descendientes a grandes valores musicales como Oscar, Amambay, Mauricio (hijo) y Aníbal.

Mauricio Cardozo Ocampo falleció en Buenos Aires el 5 de mayo de 1982.

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José Asunción Flores

Nació en Asunción el 27 de agosto de 1904, hijo de Ma. Magdalena Flores, una lavandera de un barrio marginal llamado Chacarita. Es probable que su afición por la música haya heredado de su padre, el guitarrista Juan Volta.

El propio maestro Flores refiere que su historia musical empezó "por robar un pedazo de pan" de un negocio de las cercanías de la parroquia de San Roque, donde, con otros niños, gustaba de corretear y jugar. Aquel mendrugo determinó que el niño fuera a parar a una comisaría y de allí, como "castigo", en el carácter de aprendiz en la Banda de Música de la Policía.

Su primera composición, una alegre polca dedicada a su padrino, "Manuel Gondra", data de 1922.

En 1925, experimentando sobre una vieja canción popular, Maerãpa reikuaase, logró llegar al género de la Guarania, ritmo que convierte al Paraguay en uno de los pocos países del planeta que tiene una música propia cuyo autor se conoce. El mismo Flores dirá, andando el tiempo, que "la Guarania es de mi pueblo, fue escrita para y por mi pueblo". En 1928 conoció al poeta guaireño Manuel Ortiz Guerrero quien sería el autor de los versos de sus más famosas obras e influiría de manera decisiva en la vida personal del músico. Un año después recibió de manos del presidente de la Rca. Argentina el premio al mejor instrumentista del certamen internacional de Bandas realizado en Buenos Aires.

En 1932 se alistó en defensa de su patria y combatió en el frente de batalla en la Guerra del Chaco contra Bolivia. Vivió en Buenos Aires, hacia la mitad de los años '30, ocasión en la que formó una agrupación propia, la "Orquesta Ortiz Guerrero" con la cual, en 1934, grabaría un disco absolutamente antológico. En 1936, cuando el triunfo de la Revolución del 17 de febrero, regresó al país y fue designado director de la orquesta Folklórica Guaraní. Se desempeñó asimismo como profesor de la Escuela de Enseñanza Primaria Musical. Por avatares políticos tan propios del turbulento Paraguay de aquel tiempo, volvió al exilio en la Argentina. En su país, mientras tanto, sus guaranias alcanzaban gran popularidad y difusión y, en este marco, "India", con letra inicial de Rigoberto Fontao Meza y luego con la definitiva de Ortiz Guerrero, se convertiría en "Canción Nacional" por decreto del año 1944.

En 1949 rechazó la condecoración "Orden Nacional del Mérito" en protesta contra el asesinato del joven estudiante Mariano Roque Alonso. Este hecho le valió, bajo el mote de "traidor a la patria" la imposibilidad absoluta de regresar al país durante el gobierno de Alfredo Stroessner (1954-1989). El ingreso se le negó incluso cuando ya muy enfermo y en los últimos años de su vida pidió retornar y establecerse en un pequeño rancho. Fue designado miembro del Consejo Mundial de la Paz. En 1954 comenzó una etapa de "jerarquización de la guarania" a partir del trabajo sinfónico sobre sus principales obras ya escritas y creando sus célebres poemas sinfónicos, Víctima del mal de Chagas, falleció José Asunción Flores en Buenos Aires, el 16 de mayo de 1972, tres meses antes de cumplir 68 años.

Entre sus obras: Arribeño Resay, Nerendápe aju, Jejuy, Gallito Cantor, India, Ñane Aramboha, Ñasaindýpe, Kerasy, Nde ratypykua, Ñemitÿ.

Indiscutiblemente uno de los más grandes músicos que tuvo el Paraguay. Nació en La Chacarita (Bo Ricardo Brugada). Ingresó a la Banda de la Policía de la Capital a los 11 años de edad. Tuvo la suerte de contar con un instructor como Félix Fernández.

Estudió teoría y solfeo, ejecutaba trombón y violín. Su genio de compositor brindó a nuestro país la Guarania, en el año 1925. A partir de unos arreglos que Flores hace a la polca Maerãpa reikuaase de Rogelio Recalde nace este nuevo género musical. La primera

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guarania fue Jejúi, posteriormente Arribeño resay, India y Ka'aty, cuyas letras fueron escritas por Rigoberto Fontao Meza. La letra que actualmente se conoce de India fue escrita más tarde por Manuel Ortiz Guerrero, quien también escribió los versos de Panambí Vera, Ne rendápe ayu, Paraguaýpe, cuya música también se debe a José Asunción Flores.

Por decreto gubernamental India y Cerro Corá (esta última de Herminio Giménez y Félix Fernández) fueron declaradas "música oficial" el 24 de julio de 1944.

Otras obras incluyen: Nde Ratypykua (Tus Hoyuelos), Salud, Kerasy, Obrerito, Gallito cantor, Purahéi paha, Mburikao, Ñande Aramboha, Choli, Musiqueada che ámape.

Compuso también 12 sinfonías, entre éstas Pyhare pyte, Ñande Ru Vusu y María de la Paz.

Este maestro compatriota fallece en el exilio, en la ciudad de Buenos Aires el 16 de mayo de 1972.

Fue repatriado en 1991. Descansa en la plaza que lleva su nombre y el de su amigo Manuel Ortiz Guerrero en la ciudad de Asunción.

Manuel Ortiz Guerrero

Nacido en la capital del Guairá en 1894, su infancia fue acunada por los sones milenarios de la brisa  del Yvytyrusú, y la poesía del paisaje enmarcado por los cerros, fue palabra para pintar un paisaje, fue verbo para el amor y fue alegato que marcó un camino, cuando exhortó a atreverse siempre, pues es ese un culto que pocos profesan.

La lírica de Manuel Ortiz Guerrero es un marco referencial para estudiar a todos los poetas líricos connacionales. Su vida fue rara y embellecida mezcla de grandeza y dolor. Cuando madura el poeta y sus versos brotan a borbotones como un acto fisiológico de vivir; cuando el  alma viste el ropaje de la virtud y el talento, la carne sufre el látigo de una enfermedad incurable y el destino sella la fatalidad de una  temprana muerte.

Loca, Delirio de Pizzicato, Endoso Lírico, La amarga plegaria de unos labios en flor, Suma de Bienes, La Amada Inefable, junto a las letras musicalizadas de Canción del Soldado, Paraguaýpe, Ne Rendápe Aju, Panambi Vera, la segunda letra de India (que es la versión conocida universalmente), son flores de un vergel que aún perdura con su aroma lírico en la poesía paraguaya. Además, es justo reconocer la talla de artista, la solidaridad en la lucha por fortalecer la producción cultural, cuando decididamente alienta a José Asunción Flores a seguir creando, a sobreponerse de los embates de los descreídos y al desaliento de una crítica inmisericorde, incentivándolo a proseguir la lucha, continuar creando.

Ese es otro de los méritos que,  en justicia, acreditamos al poeta del Guairá, quien tempranamente, a los 39 años, apagó su vida en Asunción, cuando corría el año 1933.

Se suma al aporte poético-cultural de Manuel Ortiz Guerrero, sus obras para teatro escritas en verso, destacándose El Crimen de Tintalila, tragedia en tres actos, escrita en Asunción en el año 1922, y Eireté, en Villarrica, en 1920. Ortiz Guerrero fue hijo de Vicente Ortiz, Juez de Paz de distintos pueblos, y doña Susana Guerrero, fallecida al dar a luz a Manuel, quien fue confiado a la crianza de su abuela paterna, doña Florencia Ortiz.

Cursó la primaria y parte de la secundaria en Villarrica. Fueron sus compañeros, relevantes figuras de las letras paraguayas, como Natalicio González, Leopoldo Ramos Giménez, Facundo Recalde. Sus restos descansan en Villarrica.

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LOS ESCRITORES PARAGUAYOS:

Como ejemplo tenemos las mejores obras escritas por paraguayos:

Los mejores libros paraguayos son: Yo el Supremo (Augusto Roa Bastos), Hijo de hombre (Augusto Roa Bastos), La Babosa (Gabriel Casaccia), En busca del hueso perdido (Helio Vera), Angola y otros cuentos (Helio Vera), Casa Blanca (Helio Vera), El tranvía (Mario Ferreiro), El invierno de Gunter (Juan Manuel Marcos), El peluquero francés (Guido Rodríguez Alcalá) y Antología poética (José–Luis Appleyard).

También otras obras entre las que se destacan Verdades y mentiras sobre el Paraguay, de Jorge Rubiani; Fiesta patronal, de Alcibiades González Delvalle; Entonces era siempre, de José–Luis Appleyard; y Foso de palabras, de Esteban Cabañas.

Además, Madame Sui, de Augusto Roa Bastos; La lucha por la tierra en el Paraguay, de Carlos Pastore; e Ideología autoritaria, de Guido Rodríguez Alcalá.

La lista continua con Cuentos completos, de Augusto Roa Bastos; Cuentos completos, de Josefina Plá; Ditirambos para Flauta y Coro, de Ramiro Domínguez; y El amigo de Hortensia, de Pedro Servín Fabio.

La querida, de Renée Ferrer; Cuadernos del Bicentenario, de Jorge Rubiani, Desde el encendido corazón del monte, de Renée Ferrer; Tiempo de Chivatos, de Margarita Prieto Yegros; El secreto de la Madame Lynch, de Antonio Salum–Flecha; En este memorial, de William Bécker; y Juego de sábanas, de Mabel Pedrozo, son otros títulos que completan la lista.

MÁS OBRAS ELEGIDAS. Ademas otros títulos como Consonante, de José Pérez Reyes; Los Huertas, de Gabriel Casaccia; Madejas de Clío, de Gloria Muñoz Yegros; y Alcaesto, de Irina Ráfols. Fuego que no se apaga, de Milia Gayoso; El jardín de la mirada, de Nila López; El secreto de Madame Lynch, de Antonio Salum–Flecha; Una vida y mil recuerdos, de Ana María Rivarola Matto; y El dolor paraguayo, de Rafael Barrett. Caídas y resurgimiento de un pueblo, de Rubén Bareiro Saguier; Música y músicos del Paraguay, de Juan Max Boettner; Aldea de penitentes, de Pepa Kostianovsky; Código Araponga, de Maribel Barreto; Un collar sobre el río, de Carlos Garcete; y El júbilo difícil, de Carlos Villagra Marsal, entre muchos otros.

YO EL SUPREMO

Augusto Roa Bastos

Retrata la figura y mano de hierro del dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia. Es, sin duda, una de las novelas fundamentales del panorama narrativo hispanoamericano.

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ACTORES Y DIRECTORES DE TEATRO DEL PARAGUAY

TEATRO PARAGUAYO CONTEMPORÁNEO:

 FERNANDO OCA DEL VALLE

 El teatro paraguayo contemporáneo, escasamente conocido y divulgado -como casi el total de la literatura de este país-, presenta creaciones singulares como las de Josefina Pla, Augusto Roa Bastos, Mario Halley Mora, Alcibiades González Delvalle, Roque Centurión Miranda, Ricardo Lago, Gloria Muñoz y Edda de los Ríos. Generalmente, la práctica escénica fue un medio de divulgación importante a lo largo de la historia del país. En épocas como la de la dictadura de Stroessner, era un instrumento de lucha contra las ideas institucionalizadas por el poder. Producto de ello, la censura tenía sus ojos muy cerca de las representaciones, como lo prueba el caso de la prohibición en 1975 de la creación titulada San Fernando de Alcibiades González Delvalle, que, por su talante impugnador de la

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historia oficial mitificada, fue censurada, y también al inicio de la transición democrática después del golpe del general Rodríguez, en 1989. De ahí que a lo largo de la historia, el poder viera al género teatral como un enemigo por su facilidad para divulgar ideas y hábitos en la población paraguaya, y lo condenara a una concepción de arte declamatorio por encima de su carácter de catalizador de ideas y conciencias.

El teatro paraguayo sufrió una renovación importantísima a partir de los años treinta del siglo XX, con la aparición de Julio Correa. En el ambiente paraguayo de los años cuarenta, había dos grupos claramente distinguidos. Por un lado estaba la corriente de José Arturo Alsina, partidario de un teatro universal, que sin huir de lo particular no cayera en el folclorismo, y cuyo drama de resonancias pirandellianas, al decir de Teresa Méndez-Faith, El derecho de nacer (1925) es el mejor ejemplo de su creación; por otro, la del teatro en guaraní, cuyos antecedentes se remontan a 1926, aproximadamente, con Francisco Martín Barrios, Rigoberto Fontao Meza y Félix F. Fernández, cuya expansión y el éxito llegaría en la década de los treinta con Julio Correa, considerado por los críticos como el impulsor del teatro marcadamente popular, que tendía a la oralidad, a la técnica intuitiva y a los condicionamientos lingüísticos. Este autor impulsó una suerte de teatro que llegaba mayoritariamente al público por el simple motivo de que reproducía la situación oral bilingüe del país. Los asistentes a las representaciones entendían sus obras, por el componente decisivo de la lengua guaraní, y participaba en ellas en mayor grado que en las puestas en escena de obras de otras vertientes, ya que, generalmente, el conjunto del teatro paraguayo de esa época se encontraba bastante anquilosado en un posromanticismo vacuo y en procedimientos con olor a naftalina, a pesar de los intentos de Alsina. Es importante, además, porque se percibía un fondo social al que atendía el público con interés.

En los años cuarenta del siglo pasado, Roque Centurión Miranda y otros nombres emprendieron la renovación definitiva del teatro paraguayo y se acercaron a las instituciones con el fin de asentarlo. En esta renovación participaron dos españoles: Josefina Pla (1903-1999) y Fernando Oca del Valle (1893-1972). Josefina Pla, cuya labor teatral no ha sido excesivamente estudiada, marchó al Paraguay en 1928 con quien fue su marido, el escultor y ceramista Julián de la Herrería, a quien conoció en España, probablemente en Villajoyosa (Alicante) mientras él disfrutaba de una beca para ampliación de conocimientos artísticos. Parte importante de sus peripecias durante finales de los años veinte y hasta ya bien entrada la guerra civil de 1936 discurrió en Valencia, donde Josefina conectó por medio del prelado Guerra-Galvany, seguramente tío suyo, con algunos poetas. Entre ellos, se encontraba José María Bayarri, tan recordado hoy en día por su obra El perill català como por su poesía. Julián de la Herrería moldeó algunas piezas y esculturas de cerámica que figuran en los fondos del Museo de Cerámica «González Martí» de Valencia. Durante esta estancia, y dada la presencia de Josefina Pla como participante y espectadora en actos culturales, pudo impregnarse de la experiencia teatral del grupo «El Búho», aunque no tan concienzudamente como en el ámbito poético. La actividad de «El Búho», junto a otras experiencias, le permitiría desarrollar sus conocimientos dramáticos años más tarde en el Paraguay, una vez estableciera su residencia definitiva en Asunción, en 1938.

El segundo nombre español a destacar en la renovación del teatro paraguayo contemporáneo es el del exiliado Fernando Oca del Valle. Éste, a diferencia de Josefina Pla, comenzó su destierro posterior a la guerra civil española en la capital paraguaya en 1940. Fue uno más de la diáspora que concluyó su periplo en las acogedoras tierras americanas. Nunca fue un creador y no se conoce ninguna obra escrita por él, aunque sí presenta alguna atribución como coautor. Sin embargo, fue un director reconocido y, sobre

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todo, uno de los pedagogos teatrales más recordados en Paraguay, aunque tampoco se conserven tratados suyos. Dentro de la escena española anterior al exilio del 39, desarrolló su labor teatral más importante como actor y director en el colectivo teatral «La Farándula», además de su conocimiento de la actividad teatral española de los años treinta adquirido como espectador de la escena madrileña. Ello se demuestra en que aplicó los conocimientos que había puesto en práctica los teatros de vanguardia e itinerantes, y en concreto, los grupos «La Barraca», «El Búho» y las «Misiones Pedagógicas» de Alejandro Casona, además del suyo, «La Farándula». Esta afirmación se fundamenta en el carácter de su pedagogía, que desarrolló a partir de su llegada al país guaraní, donde impulsó la Compañía de Comedias del Ateneo Paraguayo.

A diferencia de otras autores teatrales exiliados en América, no llegó al país donde se establecería con creaciones propias escritas, representadas o con fama en el mundo escénico. Tampoco había desarrollado actividades de renombre, aunque conociera a fondo la labor del director por su experiencia. Es la antítesis de José Ricardo Morales, por citar un nombre del teatro del exilio en América, en el campo creativo. Sin embargo, comparte con Morales la experiencia en el teatro de vanguardia, y el aspecto pedagógico y de creación de escuelas dramáticas, lo que se traduce en una influencia decisiva en el desarrollo y en la evolución del panorama dramático de las naciones que les acogieron. No olvidemos que José Ricardo Morales fue impulsor del crucial Teatro Universitario Chileno, con Pedro de la Barra. De la misma forma, Fernando Oca del Valle tuvo una aventura teatral en Paraguay digna de subrayar, como pretendemos en este trabajo.

 Sin embargo, dada la carencia de archivos y materiales extensos sobre el teatro paraguayo de esta época, y al no haber transcurrido un amplio lapso temporal, hemos partido de testimonios orales preferentemente para reconstruir la figura de Oca del Valle. Entre ellos, destacan los que nos han facilitado el intelectual Raúl Amaral y la estudiosa del teatro Edda de los Ríos. Partamos de lo establecido en los manuales y trabajos del país guaraní, en el momento en que Oca de Valle llega tras la derrota republicana, a un país que precisamente no destacó por acoger a demasiados exiliados españoles, posiblemente porque los regímenes políticos de la época eran marcadamente progermánicos hasta que el rumbo de la Segunda Guerra Mundial varió. Junto a Oca del Valle, en 1940, como figuras mínimamente relevantes, solamente llegaron al Paraguay el jurista Guillermo Cabanellas de Torres, quien se instaló en Buenos Aires tres años después, y el ingeniero José Marcos, padre del escritor, crítico y profesor de Literatura, Juan Manuel Marcos, quien fue empresario del Teatro Municipal y apoyó a Oca del Valle, además conseguir la presencia de Margarita Xirgu en Paraguay.

Fernando Oca del Valle fue profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción, y participó activamente en la reestructuración y en las tertulias del Ateneo Paraguayo, donde, a decir de Amaral en carta personal, «comandaba, diz que no muy democráticamente, el área teatral». Entró en el ambiente teatral asunceño como director, y renovó el anquilosado repertorio posromántico. Hasta su renovación, en Asunción se representaban con el calificativo de «últimas» producciones, obras como Flor de un día de Camprodón y Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Sustituyó esta producción por otros trabajos más «modernos», que, aunque no se correspondieran con todas las tendencias teatrales que surgían en otros países, incluso vecinos, sí que en Paraguay suponían un paso adelante para lograr un mayor grado de actualización del teatro. Esos más «modernos» eran los autores de la escena madrileña -Benavente- y los que él había representado -Casona- fundamentalmente. Eran los autores que él había representado y dirigido en «La Farándula»; populares en la España anterior a la Guerra Civil.

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OTROS ACTORES y DIRECTORES:

Juan Manuel Frutos Pane

Nombre completo Juan Manuel Frutos Pane

Nacimiento20 de enero de 1906

Asunción, Paraguay

Fallecimiento1990

Asunción Paraguay

Nacionalidad Paraguaya

ÁreaPoesía Teatro

Periodismo

Juan Manuel Frutos Pane fue un poeta, autor teatral, periodista, y ensayista paraguayo. Fue un conocido creador de obras teatrales, comedias musicales y zarzuelas.

Vida

Nació el 20 de enero de 1906 y es oriundo de la ciudad de Asunción. Fue un hombre de ilustre ascendencia; su padre fue el doctor Juan Manuel Frutos, quien fuera Presidente de la Corte Suprema de Justicia y Presidente Provisorio de la República; su madre fue la señora Ana Matilde Pane, era hermana del ilustre parlamentario, poeta y maestro, doctor Ignacio A. Pane. Es bachiller por el Colegio San José, truncó sus estudios universitarios pero se forjó una sólida cultura autodidacta.

Periodista por vocación y condiciones naturales, ejerció con relevancia simultáneamente con sus funciones políticas y culturales. Fue muy joven, Jefe de Redacción del periódico “La Unión”. Fue además director de “El Colorado”, “El Pynandi” y miembro del Consejo de Redacción de Patria. Secretario General de la Presidencia de la República, fue también Director General de Correos, miembro del Consejo del Teatro Municipal y Presidente de la Comisión Paraguaya de Teatro, filiar de la Unesco de la Embajada del Paraguay en Buenos Aires y Embajador ante el gobierno de Venezuela.

La zarzuela origen paraguaya que fue creada por Juan Manuel Frutos Pane fue una genuina novedad, que en una feliz conjunción del arte extrajo del acontecer nacional: su historia y sus leyendas, su fauna y su flora, las imágenes de su folklore y de su quehacer cotidiano, que permitió constituir y subir a escena numerosas obras que constituyen retazos vívidos y palpitantes de la vida campesina paraguaya en particular.

Manuel Frutos Pane se casó con la señora Ana Vaesken, con la que tuvo un hijo, el doctor Alexis Frutos Vaesken, que fue miembro de la Corte Suprema de Justicia, y una hija Ana Maria Frutos Vaesken.

Este gran artista paraguayo falleció en Asunción el 11 de octubre del año 1990.

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El Espacio de las Artes Escénicas del Centro Cultural de la República "El Cabildo" realizó un concierto de homenaje a los creadores de la zarzuela paraguaya, Juan Carlos Moreno González y Manuel Frutos Pane.

La Zarzuela

La zarzuela es un género musical de estilo comedia, sobre temas del folklore nacional. Está inspirado en la zarzuela española. Los comienzos de este tesoro cultural paraguayo se remontan a principios de este siglo con la obra: Tierra Guaraní con el texto de Fermín Domínguez y la música de Nicolino Pellegrini, que fue estrenada en 1913.

Oficialmente nació como zarzuela paraguaya recién en el año 1956 por la iniciativa y el talento del compositor Juan Carlos Moreno González y el autor teatral Manuel Frutos Pane. Estos dos artistas crearon ese año, y en posteriores temporadas, las siguientes zarzuelas paraguayas: Las Alegres Kygua Vera, Korochire.

La Tejedora de Ñandutí, que sólo en su primera temporada realizó nada más y nada menos que un total de 37 presentaciones y María Pakuri, que se convirtieron más tarde y hasta hoy en los mayores éxitos de taquilla en la historia del teatro paraguayo. Más tarde llegaron: “Pañuelitos de Ñanduti”, “Vals de la Tejedora”, “Vals de la Chiperita”, “Ñasaindy Javente”, “Mujer Paraguaya” y “Tus lindos ojos”, entre otras.

La zarzuela paraguaya, lastimosamente, fue perdiendo popularidad a principios de la década del 70. Esto fue, principalmente, debido a la baja calidad de la música, los libretos, y sobre todo al nivel corriente de las producciones. A esto se suma la popularidad de otro tipo de músicas, de letras vulgares y contenido pobre que acaparó la atención de las nuevas generaciones dejando al olvido la verdadera riqueza de sus raíces. Todo esto redujo la zarzuela a simples revistas musicales de perfil comercial, hasta que fue desapareciendo con los años de los grandes escenarios.

Obras

Lo más trascendente del aporte cultural de Frutos Pane está dado en el orden literario, como autor de obras teatrales y hermosas letras como:

“La Carreta”, “Che Burrito Lambaré”, “Chiricoé”, “Tus lindos ojos”, “Mujer Paraguaya”, “Chiperita”, con música de varios autores. Y fundamentalmente como autor de argumento y letras, que con música de Juan Carlos Moreno González, dio origen a la denominada zarzuela paraguaya.

El primer gran éxito de Frutos Pane, en este género, fue con “La tejedora de Ñandutí”, zarzuela que fue estrenada en el año 1956 y posteriormente renovada (en escena) unas tres veces más.

El éxito fue el mismo con “María Pacuri”. A éstas siguieron, entre otras, “Corochiré”, “Las alegres Kyguaverá” y “Paloma Pará”, todas con música del maestro Juan Carlos Moreno González. Tiene además distintas piezas en colaboración con otros grandes compositores como la comedia musical “Raida Poty”, que fue elaborada con música de Eladio Martínez, como también la zarzuela “Sombrero Pirí”.

Es autor de un poema sinfónico denominado Minas Cué, musicalizada por el maestro Florentín Jiménez, éste es un poema sinfónico, coral y narrativo. Es, también, autor de otras piezas teatrales como: “Amor imposible”, puesta en escena en 1955, “Pacholí”, “La lámpara encendida”, “Una imagen en el espejo”, “El tesoro de los pobres” y “Pa'i Ernesto”, una obra que ganó el primer premio en el concurso realizado en 1958 por el "Año de

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Sacerdocio". Esta obra recoge y transmite la ejemplar trayectoria de un sacerdote paraguayo; el salesiano Pa'i Pérez.

Su estilo

Su padre, Juan Manuel Frutos fue presidente de la Corte Suprema de Justicia y Presidente Provisorio de la República. Fue un hombre de basta cultura y de una importante participación política dentro del país desde su adolescencia. Podría decirse que Frutos Pane heredó el don de la escritura, de su padre, ya que éste dirigió varios periódicos de su época y escribió obras de trasfondos políticos. Juan Manuel Frutos fue autor de obras como: “¡Luchad!” y desarrolló sus habilidades periodísticas trabajando en “General Caballero”, “El Colegiado” y “El Sufragio”. Por esto, Frutos tuvo que sufrir persecuciones y hasta permanecer en prisión en varias ocaciónes.

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Conclusión

Gracias a este trabajo, hemos podido analizar diversos puntos acerca de nuestra música y cultura paraguaya.

Hemos visto acerca de las distintas ramificaciones de nuestra música, entre ellos, la polka, la guarania, la galopa, la polka canción, y otros. Así mismo, estudiamos a los distintos precursores de nuestra cultura musical.

En cuanto al teatro, aprendimos acerca de los directores, sus orígenes, entre otros aspectos.

Esperamos, que se haya sacado el máximo provecho de este trabajo y que hayamos podido mostrarles lo lindo de nuestra cultura, con el fin de valorar lo que nos pertenece y poder ponerlo bien en alto.