tras las huellas del negativo
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Arqueología, técnicas de análisis, arqueometríaTRANSCRIPT
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Aldebarán Vásquez Grueso
Maestría en Arqueología
Colegio de Michoacán A.C
Profesora Dra Blanca Maldonado
Asignatura Naturaleza de La Complejidad Social
09/08/2015
TRAS LAS HUELLAS DE LA CERÁMICA AL NEGATIVO, A PROPÓSITO
DE LA TRANSMISIÓN TECNOLÓGICA PREHISPÁNICA
El interés principal es examinar críticamente los argumentos que proponen la
cerámica como índice de transmisión cultural entre áreas culturalmente distintas,
así como la metodología empleada. Como caso de estudio se examinarán los
supuestos contactos entre el Occidente de México y Sudamérica en la época
prehispánica en base a tipos cerámicos similares con énfasis especial al negativo.
Este último por ser una técnica decorativa sumamente elaborada que requiere de
una alta especialización artesanal y por haberse registrado en contextos
arqueológicos prehispánicos, así como en su elaboración actual en lugares de
Michoacán como Zinapécuaro.
Como punto temporal de inicio de esta posible interacción se toma el
período llamado como Formativo Temprano, 2000 a.C- 1300 a.C, siendo necesario
agregar que tal interacción pudo haber durado hasta la llegada de los españoles a
América, ocurrida en el siglo XV (Rieff 2006). La cerámica al negativo aparece en
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Ecuador, durante la fase Valdívia 4, con una antigüedad estimada de entre 2000 a
2500 a.C. (Marcos 1999).
La indagación de posibles elementos arqueológicos sudamericanos en el
Occidente de México es importante para una mejor comprensión en torno a varios
registros materiales, tales como tumbas de tiro, metalurgia, cerámica, y objetos
elaborados con concha Spondylus, que aparecen en ambas zonas siendo más
antiguos en Sudamérica (Albiez 2013; Beltrán1994; De Grinberg1990; Fiedel 1996
[1987]; Hosler 2005; Olsen1994; Rieff 2006; Williams1992), para el caso
particular de la cerámica, se toma como fecha de origen en América una
antigüedad de entre 3000 a 4000 años a.C. Hasta ahora los registros más antiguos
han sido encontrados en Ecuador y Colombia (Fiedel 1996 [1987]; Filini y
McEwan 2009; Raymond et al. 1994), esto permite poner en consideración una
posible migración tecnológica desde estas zonas hacia Centro América.
Lo anterior se sustenta en similitudes de formas y estilos, (Alvarado 2004)
Fiedel 1996 [1987]; Kelly 1980) sin embargo, hasta el momento no se han llevado
a cabo análisis arqueométricos comparativos entre la tecnología de ambos
conjuntos cerámicos, así como de la composición de pastas, lo cual es un punto
flaco para este modelo.
En cuando a la cerámica al negativo, esta se puede definir desde las
palabras de Shepard como una técnica en la cual el pigmento no está presente y los
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motivos contenidos en la cerámica resaltan (Shepard 1956: 206) Los primeros
lugares donde se tienen registros arqueológicos de la aparición de ésta cerámica se
ubican en Sudamérica en particular en Ecuador y Perú, y un poco después en
Colombia (Alvarado 2014; Filini y McEwan 2009; Krickeberg 2003[1953];
Oliveros 2009), en cuanto al rango temporal, éste ronda en un estimado de 2000
años a.C. Para el caso de Virú, Perú, se tienen estimados de una antigüedad entre el
2000 a.C. y el 1250 a.C. (Larco1966); para el contexto ecuatoriano se toma como
punto de origen el periodo de transición entre las fases Valdivia 4-7, con una
antigüedad de 2600- 2000 a.C. Al respecto, Marcos comenta:
Se encuentran unos pocos ejemplos de vasijas en que se destaca el uso del
ahumado controlado para crear diseños en negativo, mostrando un primer
intento exitoso en la producción de la decoración polícroma (ante-rojo-
negro). En la decoración plástica destacan vasijas que presentan plantas de
maíz con sus mazorcas (Marcos 1999: 137).
Para el caso mexicano esta cerámica aparece en el Occidente, Michoacán,
en contexto del Formativo (Oliveros 2009), un poco más tarde que en Sudamérica,
en el sitio arqueológico de El Opeño (Oliveros 2009). Vale la pena decir que para
el contexto mesoamericano hacen falta más estudios sobre la técnica de
manufactura y la decoración de esta cerámica, como lo afirma Filini (2014:221),“
Hasta la fecha no se han realizado estudios arqueométricos que eluciden esta
técnica pobremente definida”.
El estudio de las hipotéticas relaciones entre el Occidente y Sudamérica se
ha basado en la comparación de cierto grupo de elementos de manera poco
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sistemática, algunos ya referidos. Esto permite que se haga una crítica al modelo
difusionistas: en sí, sigue sin explicar, más allá que de agrupar rasgos en categorías
y fundar sobre esto su “explicación”. Otro criterio que tampoco está claro es el
referido a que tipos de regularidades se deben hallar para sugerir, postular, o
afirmar, que entre algunos elementos materiales existe una relación. En este
sentido, resulta pertinente retomar lo expuesto sobre el tema por parte de Meggers:
Una o dos semejanzas llamativas pueden ser explicadas como convergencias o
invenciones independientes, pero varias docenas de rasgos no pueden ser así
interpretados sin que se destruya todo el armazón teorético dentro del que operan
los antropólogos. La conclusión que estas semejanzas sugieren es, en
consecuencia, que debió haber existido contacto directo entre ambas áreas, que los
puntos de origen y recepción variaron, y que las posibilidades de la difusión
cultural difirieron según los gustos de los individuos que realizaron los viajes
(Meggers1969: 131).
Si se mira un poco más detenidamente la cuestión, se notará que en el fondo
del asunto podremos encontrar dos posturas antagónicas: por un lado la invención
paralela, con escaso o nulo contacto entre la zona y otra ( Alvarado 2014; Cerrillo
s.f); mientras la otra plantearía un tipo de relación en la cual se ingresan a una
cultura elementos materiales de otra, por variados motivos, y estos pasan a ser parte
de esta, por medio de una negociación y asimilación paulatina (Meggers 1985;
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Hodder 1994), lo cual ayudaría, hasta cierto punto, a sortear el interrogante en
torno a un posible contacto entre culturas.
La tecnología, como lo recuerdan Cerillo (sf:131) y Meggers (1985:83)
también puede y debe ser vista como un indicador de interacción entre grupos. Sin
embargo, este uso trae consigo el problema de caer en la mirada hiperdifusionista ,
lo cual es algo para mirar con calma y hacer un uso responsable de este tipo de
explicaciones (Howland 1966: 335- 337), esto es, con datos acomodados a fecha
similares y contexto específicos (Alvarado 2014). En lo indagado hasta el momento
es esta la crítica más fuerte que se hace a este tipo de planteamientos, lo cual
permite tener presente la imperiosa necesidad de trabajar con materiales
contextualizados. .
Los datos que tenemos, hipotéticos hasta este momento, para la elaboración de la
cerámica al negativo prehispánica hablan básicamente de cera de abejas, y
pigmentos de origen natural (Shepard 1956; Filini 2014), como la base de su
proceso. Kojima (2000), por su parte, en un contexto etnohistórico, nos presenta
unas pautas un poco más claras, lo cual nos guía hacia la búsqueda de elementos
como la misma cera, y tinturas por medio de plantas. A lo cual vale la pena
agregarle su observación de que la pieza no es pintada si no bañada.
El escenario que presenta la cerámica al negativo en cuanto a sus posibles
relaciones entre las dos poblaciones cerámicas de referencia, Sudamérica y
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Occidente de México, se parece un poco al debate entre las poblaciones cerámicas
de Puerto Hormiga, Colombia, y Valdivía, Ecuador, siendo las más antiguas del
continente. Para Raymond et al.(1994) luego de llevar a cabo análisis de pastas,
engobes, temperaturas, y atemperantes, se pudo concluir que ambas cerámicas
venían de tradiciones diferentes, y por tanto no había relación alguna.
Debate parecido se dio en Bucio et al. (2005:6) en cuanto a la cerámica
anaranjado delgado de Cuitzeo. Se usaron técnicas como PIXE (emisión por
partículas inducidas de rayos X), y XRD (difracción de rayos X), con las cuales se
pudieron hallar los elementos de la arcilla a nivel general y particular. Con estos
datos se pudo comprobar los orígenes locales de las de las materias primas, dando
como resultado una copia de la cerámica de Teotihuacan. En relación
Para nuestros análisis tenemos pensado hacer uso de variadas técnicas, tales
como: raman, micro raman, microscopio electrónico de barrido, PIXE (emisión por
partículas inducidas de rayos X), XRD (difracción de rayos X), TSM (Microscopía
de secciones delgadas), fluorescencia de rayos X, rayos X, espectroscopia
Mössbauer y por último activación neutrónica. Con esto se esperan indagar tanto
los materiales cerámicos, analizando sus composiciones, como las tecnologías de
elaboración, esperando tener resultados con los cuales refutar o comprobar la
hipótesis de una posible relación entre la tecnología cerámica del negativo del
Occidente de México y la de Sudamérica.
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