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25 de noviembre (Día contra la violencia de género)TRANSCRIPT
TRES DENUNCIAS 25 de
noviembre de 2011
TRES DENUNCIAS 25 de
noviembre de 2011
Solo un amargo silencio.
Eres feliz, la más feliz, comienzas una nueva vida con ese príncipe
azul con el que siempre soñaste. Todo es perfecto, él te regala cada
día esas sonrisas que te mereces, tú le correspondes.
Pasan años y poco a poco observas como él cada día está más
distante… Tuviste que dejar tu trabajo para dedicarte a las labores
de la casa y a tus hijos. Mientras, él se pasa todo el día fuera de
casa, no sabes a dónde va, puesto que perdió su trabajo. Sólo
sabes que llega eufórico de rabia, con olores a alcohol, y te grita, te
grita, te insulta, y tú solo agachas la cabeza creyendo que él lleva la
razón. Cada día te sientes peor, ves como poco a poco envejeces,
como la vida pasa como una exhalación y no eres capaz de poner
una basta. Y entonces, llega el día que no sólo te insulta, te golpea
con tanta fuerza, que hasta pierdes el sentido. Te levantas, ves
como tu hijo enjugándose las lágrimas te pide que pongas fin. Y es
por él por quien decides que todo debe cambiar…
Pero ocurre que vuelve, te pide perdón….y como escusa te dice:
“Tengo un problema con el alcohol “. Te compra flores, te susurra
un” te quiero” al oído, y tú piensas que sigue siendo el príncipe azul,
que todos tenemos un mal día, y que te quiere a más no poder,
aunque realmente te dé miedo… Le aceptas de nuevo en tu vida, le
abrazas y le besas diciendo que no se preocupe, que sólo fue un
accidente.
Pasan los días, las semanas y nada cambia, cada día te sientes
más inferior, más desgastada por sus palizas, pero no quieres abrir
los ojos, sientes en tu corazón que todo va a cambiar, y no quieres
admitir que él no te merece, ni a ti, ni a nadie. No quieres llamar a la
policía, sientes miedo de que se entere y que de nuevo te haga
sentir culpable de todo lo malo de vuestra relación.
Y una noche cualquiera piensas en que otra vez te va a pegar, con
cualquier escusa, entonces, escuchas la puerta, y él te ve….,
Como no has podido dormir, no te has cambiado y has seguido con
la misma ropa de la tarde, él se piensa que has estado fuera de
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casa, y así te insulta como nunca lo había hecho, se acerca a ti , y
tú con un miedo que nunca habías sentido corres …
Entonces, te escondes y llamas a la policía que llega a tiempo.
Sabes que a partir de ese momento todo va a cambiar.
Y yo, omnisciente contadora de tú historia, entristezco al pensar que
este final pudo haber sido de muchas historias, pero no el de la
tuya… Creíste que esa paliza iba a ser como las otras, pero te
equivocaste, no llamaste a la policía…
Ya desaparecieron esas sonrisas sólo quedaron lágrimas y un
amargo silencio en aquel velatorio…
Carmen Gil (3º ESO A)
TRES DENUNCIAS 25 de
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"Violencia de género" de la pintora murciana M.J. Salinas
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Una canción.
Nos transmitíamos tanto con solo mirarnos,
que a veces las palabras sobraban para comunicarnos.
Creía plenamente en él y él creía plenamente en mí.
Pero un día faltaron hasta las palabras,
para decirte cómo me habías hecho sentir.
Te quería, pero ahora no te quiero,
mi amor se ha convertido en odio,
y no verte es lo único que deseo.
¿Qué sentir al mirarte a los ojos,
cuándo estos han estado tanto tiempo cerrados?
Ahora que los tengo abierto, prefiero volver a cerrarlos.
Tengo el dolor de tu mano guardado en mí,
las huellas de tus dedos pegadas a mí,
y el ruido de tu odio que no puedo parar de oír.
Mi cuerpo está cansado y tú no te cansas de humillarlo,
no hace falta que utilices tu fuerza,
si lo que pretendes es hacerme daño.
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Tengo que alejarme porque ya no puedo soportarlo,
no me preguntes por qué,
tú sabes mejor que yo porque lo hago.
Todos tenemos nuestro valor,
y todos tenemos derecho a ser valorados,
no por el precio que tenemos,
pero sí por el valor que mostramos.
Mónica Gerena (4º de ESO)
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¡BASTA! Ya no más, no puedo seguir siendo su esclava,
dependiendo de él, se acabó ya no más. Me marcho de aquí, lejos
muy lejos... quiero escapar a un lugar donde nadie mande en mí y
mucho menos ser maltratada por ningún hombre. Soy consciente de
que lo tendré que dejar todo, pero valdrá la pena, ya que lo primero
que se quedará a tras será él. Ya no habrá más dolor y ningún
miedo al ver su llamadas perdidas, no tendré que mentirle a mi
madre diciéndole que ese moratón me lo hice al darme un golpe
cuando en realidad fue él quien me golpeó. Vestiré como quiera,
saldré cuando quiera y con quien quiera, gastaré cuanto quiera,
seré libre.
Vale, lo admito, todavía lo quiero, pero poco a poco este amor se
está convirtiendo en odio, y llegará el día en el que me haré fuerte y
me iré de su lado como alma que lleva el diablo. No sé cómo ha
podido cambiar tanto, me acuerdo que cuando empezamos a
conocernos: todo eran sonrisas y promesas incumplidas, yo era una
reina para él, y ahora en cambio, soy la última y la más
insignificante de todas las mujeres. Más que su esposa, para él soy
su prisionera; y mi celda, la cocina. Le lavo, le plancho, le cocino y
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mil cosas más… y mi recompensa, a si, un golpe o como mínimo un
insulto que se clava en mi alma como mil puñales. Luego, todo lo
arregla con un “lo siento, no volverá a pasar, perdóname” y un beso,
pero más tarde, esa misma noche lo vuelve a hacer, después de
llegar a las mil y borracho, me saca de la cama de un bofetón y sin
saber por qué me quedo callada y lo sigo aguantando.
Cada mañana, leo el periódico, y no hay una semana en la que nos
se haga referencia a una mujer más, muerta a manos de su pareja.
Tras leerlas siento miedo, malos presentimientos invaden mi mente,
si no escapo o lo denuncio, un día será mi nombre el que venga en
estas noticias.
Y ahora aquí, en esta fría habitación de hospital, me lamento más
que nunca, todo podría haber acabado de otra manera, pero no. Por
lo que oigo de las personas que vienen a visitarme estoy en coma.
Escucho llorar a mi madre, maldiciendo a aquel maldito hombre que
por celos absurdos clavó una bala en mi celebro. El tiempo pasa, y
todavía estoy aquí, postrada en esta cama, queriendo hablar, pero
sin conseguirlo, sumergida en mis pensamientos y asimilando que
si en poco tiempo no despierto, todo habrá terminado… No sé
exactamente lo que va a pasar conmigo, pero lo tengo claro, si
algún día despierto, por muchos hombres que haya en mi vida,
ninguno será más que yo.
Thalía Flores (3º de ESO)