tribunal superior del distrito judicial de bogotÁ d.c. … · 2019-04-17 · consejo directivo de...

24
TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BOGOTÁ D.C. SALA CIVIL DE DECISIÓN Bogotá D. C. Diecisiete (17) de noviembre del año dos mil nueve (2009) Referencia: Proceso ordinario Demandante: Oliva Buitrago Barrera Demandados: Bolsa de Bogotá S.A. Magistrado Ponente: ALVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO Procede el Tribunal a resolver el recurso de apelación invocado por la parte demandada en el proceso de la referencia, contra la sentencia proferida el 11 de agosto de 2006 por el Juzgado Dieciséis Civil del Circuito de Bogotá D.C. ANTECEDENTES Mediante apoderado judicial, la señora Oliva Buitrago Barrera instauró demanda en contra de la Bolsa de Bogotá S.A. para que previo el trámite de un proceso ordinario de mayor cuantía, en sentencia definitiva se hagan las siguientes declaraciones y condenas: 1°. Se declare, respecto suyo, la nulidad de las decisiones que se señalan a continuación: a. La Resolución No. 37 expedida el 14 de mayo de 1998 por la Cámara Disciplinaria de la Bolsa de Bogotá S.A. frente a la sanción que le fue impuesta. b. La Resolución No. 70 expedida el 18 de agosto de 1998 por la Cámara Disciplinaria de la Bolsa de Bogotá S.A. mediante la cual se confirmó la anterior al resolver el recurso de reposición interpuesto por la señora Oliva Buitrago Barrera. c. La Resolución No. 01 expedida el 8 de octubre de 1998 por el Consejo Directivo de la Bolsa de Bogotá S.A. que confirmó las decisiones adoptadas por la Cámara Disciplinaria. 2°. Que se condene a la Bolsa de Bogotá S.A. a pagar a su favor una cantidad no inferior a mil quinientos millones de pesos ($1.500'000.000,oo) a título de indemnización por daños materiales en sus aspectos de daño emergente y lucro

Upload: others

Post on 24-Apr-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE

BOGOTÁ D.C. SALA CIVIL DE DECISIÓN

Bogotá D. C. Diecisiete (17) de noviembre del año dos mil nueve (2009)

Referencia: Proceso ordinario Demandante: Oliva Buitrago Barrera

Demandados: Bolsa de Bogotá S.A.

Magistrado Ponente: ALVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

Procede el Tribunal a resolver el recurso de apelación invocado por la parte

demandada en el proceso de la referencia, contra la sentencia proferida el 11 de

agosto de 2006 por el Juzgado Dieciséis Civil del Circuito de Bogotá D.C.

ANTECEDENTES

Mediante apoderado judicial, la señora Oliva Buitrago Barrera instauró demanda en

contra de la Bolsa de Bogotá S.A. para que previo el trámite de un proceso ordinario

de mayor cuantía, en sentencia definitiva se hagan las siguientes declaraciones y

condenas:

1°. Se declare, respecto suyo, la nulidad de las decisiones que se señalan a

continuación:

a. La Resolución No. 37 expedida el 14 de mayo de 1998 por la Cámara Disciplinaria

de la Bolsa de Bogotá S.A. frente a la sanción que le fue impuesta.

b. La Resolución No. 70 expedida el 18 de agosto de 1998 por la Cámara

Disciplinaria de la Bolsa de Bogotá S.A. mediante la cual se confirmó la anterior al

resolver el recurso de reposición interpuesto por la señora Oliva Buitrago Barrera.

c. La Resolución No. 01 expedida el 8 de octubre de 1998 por el Consejo Directivo

de la Bolsa de Bogotá S.A. que confirmó las decisiones adoptadas por la Cámara

Disciplinaria.

2°. Que se condene a la Bolsa de Bogotá S.A. a pagar a su favor una cantidad no

inferior a mil quinientos millones de pesos ($1.500'000.000,oo) a título de

indemnización por daños materiales en sus aspectos de daño emergente y lucro

cesante y perjuicios morales, conforme a la tasación pericial que de ellos se haga y

con la actualización que corresponda hasta la fecha de la sentencia.

3°. Que se condene a la Bolsa de Bogotá S.A. a pagar a su favor intereses moratorios

desde la fecha de ejecutoria de la sentencia hasta cuando se verifique efectivamente

su pago, calculados sobre un valor equivalente al valor de la condena proferida.

4°. Se condene a la demandada al pago de las costas del proceso.

Las referidas pretensiones tienen como sustento, en síntesis, los hechos que en

seguida se relacionan:

Desde el 3 de noviembre de 1992 hasta el 15 de mayo de 1997, fecha en que se retiró

voluntariamente, la señora Oliva Buitrago Barrera estuvo. vinculada a la sociedad

comisionista de bolsa BNC Valores S.A. miembro de la Bolsa de Bogotá. Durante su

permanencia, desempeñó sucesivamente los cargos de 'trader, representante legal y

finalmente, jefe de la mesa, por espacio de dos meses.

Una comisión designada por la Bolsa de Bogotá S.A. adelantó una investigación

preliminar contra ia sociedad comisionista y contra varios de sus representantes

legales y 'traders' en relación con puntuales operaciones estructuradas para varios

clientes. Los resultados de dicho procedimiento se colocaron en conocimiento de la

Cámara Disciplinaria de la Bolsa de Bogotá el 21 de octubre y el 4 de noviembre de

1997, la cual dispuso elevar pliego de cargos contra diferentes personas, entre las

cuales se encontraba ella.

Como consecuencia de la investigación, la Cámara Disciplinaria expidió la resolución

37 de 14 de mayo de 1998 en la que impuso multa a la firma comisionista BNC

Valores S.A. por $25'000.000.oo; ordenó expulsar a los señores José Luis Acero, Juan

Carlos Ortíz Zarate, José María Vega Cordovez, Oliva Buitrago Barrera y José Luis

Heredia Palau; sancionó con amonestación a María Elvira Muñoz Ronderos y a

Andrés Uribe Cajiao y se abstuvo de sancionar para ampliar investigación en contra

de Johanna Pardo Muñoz.

La decisión anterior fue objeto del recurso de reposición que interpusieron la firma

comisionista y las personas naturales afectadas con ella, incluida la señora Oliva

Buitrago Barrera, el cual fue desatado a través de la resolución 70 de 17 de agosto de

1998, en la que se confirmó la decisión atacada y se concedió la alzada para ante el

Consejo Directivo de la Bolsa, formulada por los sancionados Acero Colmenares,

Ortiz Zarate, Vega Cordovez, Heredia Palau y Oliva Buitrago Barrera.

El Consejo Directivo, mediante la resolución 01 de 8 de octubre de esa misma

anualidad, avaló la motivación expuesta por la Cámara Disciplinaria y confirmó la

sanción de expulsar a la señora Oliva Buitrago Barrera por los cargos de

"desconocimiento de los comprobantes de liquidación de Bolsa"; "operaciones no

representativas de mercado"; "desconocimiento de la finalidad de las operaciones por

cuenta propia"; "realización de operaciones por fuera de Bolsa"; "mandato pernicioso

e inducción en error al cliente" y "no entrega de las liquidaciones de Bolsa", de

acuerdo con las normas que se le atribuyeron como trasgredidas y las cuales señala.

Durante la investigación disciplinaria se violaron las normas relativas al debido

proceso porque se practicaron pruebas a su espalda, sin otorgarle la oportunidad para

su contradicción; no se tuvieron en cuenta pruebas entregadas por la señora Oliva

Buitrago o documentos que obraban en poder de la Bolsa; se adelantó la primera

instancia por un órgano que carecía de creación estatutaria; se desconoció el principio

de doble instancia y la necesidad de un juez imparcial, pues el Presidente de la Bolsa,

funge al mismo tiempo como Presidente del Consejo Directivo (segunda grado de

decisión) y como Presidente de la Cámara Disciplinaria (primer grado de decisión),

de ahí que se incurriera en varias causales de nulidad que deben dar lugar a la

revocatoria de las decisiones.

Como consecuencia de su expulsión por parte de la Bolsa de Bogotá, la señora Oliva

Buitrago ha sufrido perjuicios materiales y morales derivados de su imposibilidad

para acceder a puestos de trabajo en el sector bursátil y financiero, dado el veto y

prohibición para ejercer actividades relacionadas con el mercado público de valores

que la han privado de las oportunidades laborales y profesionales que su buen nombre

y reputación le deparaban, viéndose obligada a renunciar el 15 de junio de 1998 a su

cargo de asesora financiera de la firma Serfinco S.A. de la Bolsa de Medellín, con lo

que dejó de contar con los ingresos que normalmente le reportaban a ella y a su

familia sus actividades en la Bolsa, además del daño moral que padeció al ver

sometido su nombre y reputación al escarnio público generado por la noticia de su

expulsión, patrocinado por la Bolsa de Bogotá en los más conocidos medios de

comunicación y en las demás Bolsas de Valores del país. Los perjuicios sufridos

superan la suma de mil quinientos millones de pesos (1.500.000.000.oo).

LA ACTUACIÓN PROCESAL

El Juzgado admitió la demanda mediante auto proferido el 23 de febrero de 2001 y

dispuso el trámite del proceso ordinario, ordenó la notificación personal a la

demandada y el traslado de ley en debida forma.

A la demandada se le notificó el referido auto mediante su representante legal, quien

oportunamente contestó la demanda oponiéndose a sus pretensiones y formulando las

excepciones de mérito de "competencia de la Cámara Disciplinaria"; "existencia de

las conductas sancionadas"; "la Cámara es competente para calificar en una

investigación determinada si existe una operación no representativa de las

condiciones del mercado"; "la sanción se ajustó a los reglamentos de la Bolsa";

"observancia del debido proceso" y "prescripción".

Además, la Bolsa de Bogotá S.A. llamó en garantía a ABN AMRO Seguros

(Colombia) S.A. con fundamento en el contrato de seguro celebrado entre ellos al

que se denominó "Global Comercial de Manejo".

La llamada en garantía se opuso a su convocatoria al juicio con las excepciones de

mérito de "delimitación contractual de la responsabilidad del asegurador";

"carencia de cobertura de la póliza" y "cobro de lo no debido".

A su vez, la llamada en garantía denunció el pleito a la Aseguradora Colseguros S.A. y a

Liberty Seguros S.A. en virtud de la existencia de la Póliza global de entidades

financieras No. 200603, emitida por la Compañía de Seguros Colmena S.A.

La aseguradora Liberty Seguros S.A. se opuso a la denuncia aduciendo la

"inexistencia de la obligación del asegurador por cuanto la hipotética

responsabilidad del demandado no es objeto de cobertura por ninguna de las dos

pólizas" y dentro del término previsto en la ley, la llamada en garantía no logró

convocar al juicio a la también denunciada Colseguros S.A.

Fracasada la conciliación, se definió lo relacionado con las pruebas aportadas y

solicitadas por las partes, y una vez precluída la etapa para practicarlas, consideró

el a-quo cumplido el tratamiento previo a la decisión de fondo que determinara lo

relacionado con las pretensiones, por lo que dispuso el traslado para que las partes

alegaran de conclusión, facultad de la que hicieron uso las partes, la llamada en

garantía ABN AMRO Seguros (Colombia) S.A. y la denunciada Seguros Liberty S.A.

LA SENTENCIA APELADA

El juzgado de conocimiento profirió el fallo de fondo, que es apelado, en el que

declaró no probadas las excepciones de mérito propuestas por la demandada,

declaró la nulidad de las resoluciones Nos. 37 de 14 de mayo de 1998 y 70 de 18

de agosto de 1998, expedidas por la Cámara Disciplinaría de la Bolsa de Bogotá

S.A. y la resolución 01 de 8 de octubre de 1998 dictada por el Consejo Directivo

de la Bolsa de Bogotá. Condenó a la demandada al pago de los perjuicios causados

con las referidos decisiones, en cuantía de SI.216' 162.672.oo. corregidos

monetariamente hasta el 31 de julio de 2006, disponiendo la actualización

posterior de la referida suma conforme a lo previsto en el artículo 308 del Código

de Procedimiento Civil.

Adicionalmente, declaró probadas las excepciones de "carencia de cobertura de la

póliza" y "cobro de lo no debido" planteadas por la llamada en garantía, por lo que

negó las pretensiones de ese llamamiento y se abstuvo de resolver sobre la

denuncia de pleito, condenando a la demandada, finalmente, a pagar las costas del

proceso frente a la demandante y a la aseguradora ABN AMRO Seguros

(Colombia) S.A.

Para llegar a las decisiones precedentes, la juzgadora de primer grado destacó que

la Cámara Disciplinaria de Bogotá no fue creada estatutariamente por la Bolsa de

Bogotá como así le era imperativo en virtud del mandato establecido en el literal

c) del artículo 2° de la ley 27 de 1990, omisión que, en su criterio, determinaba que

no tuviera competencia para investigar y sancionar las conductas desplegadas por la

demandante y al ser creado ese órgano por el Consejo Directivo de la Bolsa y no en

los estatutos de dicha sociedad, se veía afectado el principio de independencia en la

función de impartir justicia, siendo además que a la señora Oliva Buitrago se le

investigó y sancionó por unas conductas que fueron convalidadas en la misma Bolsa,

de ahí que también implicaban responsabilidad para las personas encargadas de las

operaciones financieras en esa entidad, por no detectar las anomalías y aprobar los

actos realizados.

Descartó la defensa propuesta por la demandada relativa a la prescripción de la

acción, porque al no establecerse un término específico para que se configure dicho

fenómeno frente a la nulidad de las decisiones de la Cámara Disciplinaria, se impone

la aplicación del artículo 2536 del-Código Civi!. co:::or::;e a- cual ia acción fue

promovida en tiempo, dado que el tiempo allí previsto es de veinte (20) años y si se

atendiera la reforma introducida por la ley 791 de 2002, el término prescriptivo, en

todo caso, sería de diez (10) años que se colarían de nuevo desde la promulgación de

la ley.

Frente al llamamiento en garantía concluyó que la póliza contratada con ABN AMRO

Seguros (Colombia) S.A. tenía cobertura respecto de actos derivados de la prestación

normal de los servicios financieros a cargo de la Bolsa de Bogotá, característica que

no tienen los actos alegados en la acción judicial por tener su origen en las decisiones

de la Cámara Disciplinaria frente a miembros de la Bolsa, de modo que la

aseguradora no tenía obligación de garantía y por ello no se detuvo a estudiar la

denuncia de pleito que la llamada hizo a Liberty Seguros S.A, pues ello resultaba

innecesario al determinar que la denunciante no estaba llamada a responder.

En punto de los perjuicios, en cuanto atiende al lucro cesante, dado que no se

efectuó reclamación por concepto de daño emergente, acogió la tasación pericial

de los mismos, por encontrar debidamente fundamentada la prueba, sin que en su

contra se formulara reparo por alguna de las partes y con la metodología empleada

por el auxiliar de la justicia, calculó las sumas que correspondían a los períodos no

tasados. Por faltar la prueba de los perjuicios morales resolvió negarlos.

LOS RECURSOS DE APELACIÓN

Inconforme con lo resuelto, la parte demandada interpuso el recurso de alzada, al cual

adhirió la demandante.

La apelante reclamó la revocatoria de la decisión de la juez de primera instancia

para en su lugar se nieguen las pretensiones de la demanda y en subsidio, para que

se revoque la decisión en cuanto aceptó las excepciones de la llamada en garantía

para acoger, en su lugar, el llamamiento y ordenar a la aseguradora que le pague el

valor que corresponda de acuerdo con la póliza, o en últimas para reducir la

condena impuesta.

La censura se fundamenta en que al referirse la Ley 27 de 1990 a los estatutos de

las Bolsas de Valores en los que se debe prever la existencia obligatoria de órganos

sociales de dirección (Consejo Directivo) y de fiscalización y vigilancia de sus

miembros (Cámara Disciplinaria), no se concreta a los que regulan a la sociedad

como tal que son sólo una especie de los denominados "estatutos", sino que dentro

de ese concepto también se comprenden los reglamentos que la misma ley impone

y por cuyo mandato en ellos se deben establecer los casos en que procede el retiro no

voluntario o expulsión, el procedimiento y órgano competente para determinarlo,

siendo que la Comisión Nacional de Valores (hoy Superintendencia de Valores)

aprobó los reglamentos de la Bolsa en que se contempla la existencia de la Cámara

Disciplinaria, sus funciones, integración y el procedimiento que aplica y ha

reconocido expresamente su existencia y siendo que el poder sancionatorio en el

ámbito privado puede crearse convencionalmente, aún si la Cámara no fue prevista en

los estatutos sociales de la Bolsa, ello no afecta la posibilidad de que existiera ese

poder disciplinario, al cual voluntariamente se sometió la demandante al tomar

posesión de su cargo y jurar acatar los reglamentos de la institución y las resoluciones

del Consejo Directivo y de la Cámara de la Bolsa.

Refutó la participación de funcionarios de la Bolsa en las conductas en las conductas

recriminadas a la demandante, porque fue un cuidadoso análisis el que dio lugar a

concluir que se presentaron irregularidades en su actuar, por ello la entidad no podía

reaccionar en forma inmediata y menos puede afirmarse que hubiera cohonestado su

conducta y aún de haberse cometido un error al no apreciar el vicio de la operación,

ese hecho no puede restar eficacia al poder disciplinario.

Del daño invocado en la demanda, señaló que no reúne los requisitos legales para que

sea indemnizado, pues no aparece como cierto, dado que no se acreditó la

incapacidad laboral de la demandante, además de ello no existe relación causal entre

la sanción impuesta y el daño reclamado cuando no-puede afirmarse que esa persona

profesional no podía obtener trabajo, pues su profesión no se limita al mercado

bursátil.

Por último, del llamamiento en garantía sostuvo que la juzgadora no podía deducir la

falta de cobertura del seguro contratado cuando de las estipulaciones del mismo se

desprende que el riesgo sí estaba cubierto, teniendo en cuenta que el amparo

responde, si se trata de una responsabilidad profesional de la Bolsa, a un reclamo

hecho dentro de la vigencia de la póliza y el riesgo tiene origen en las actividades

comerciales del asegurado, presupuestos que concurren al caso.

La demandante, en escrito presentado en el trámite de la segunda instancia, desistió

del alzamiento.

A solicitud de la apelante se surtió la audiencia prevista en el artículo 360 del Código

de Procedimiento Civil, en la cual participaron los apoderados judiciales de las partes

y de la aseguradora Liberty S.A. En dicho acto y en sus escritos de resumen, los

intervinientes insistieron en los argumentos que soportan sus posiciones.

CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL

Entendidos los presupuestos procesales como los requisitos necesarios para que el

juez pueda entrar a pronunciarse sobre el asunto sometido a su consideración por el

demandante, se evidencia que éstos confluyen plenamente al sub-lite.

Lo primero que debe advertir el Tribunal para desatar la cuestión que se somete a su

conocimiento por la vía de la alzada interpuesta por la parte demandada -única que

subsiste tras el desistimiento de la presentada por lademandante- es que la discusión

debe circunscribirse al examen de los elementos que estructuran responsabilidad por

parte de la bolsa de Bogotá al emitir unas resoluciones que considera ilegales, como

que las pretensiones y hechos de la demanda se dirigen a establecer aquélla, desde

que se atribuye a la demandada haber causado perjuicios materiales y morales, cuya

indemnización se persigue. Téngase en cuenta que la señora Oliva Buitrago no tiene

relación laboral con la demandada, más bien se trata de una vinculación

reglamentaria, que la obligaba de todas formas a cumplir unas obligaciones y no

realizar otros hechos, pero se reclama que se le impuso una sanción sin competencia

y violando las formas legales.

Ahora, no se trata de la impugnación que se puede plantear contra actos o decisiones

de asambleas de accionistas o de juntas directivas o de socios, de sociedades civiles o

comerciales, controversia de la que conoce la jurisdicción a través del trámite

previsto en el artículo 427 del Código de Procedimiento Civil en concordancia con el

canon 191 del Código de Comercio, sino que, atacadas las resoluciones 37 de 14 de

mayo de 1998 y 70 de 18 de agosto de 1998, dictadas por la Cámara Disciplinaria de

la Bolsa de Bogotá S.A. y la resolución 01 de 8 de octubre de 1998, emanada del

Consejo Directivo de la Bolsa, por incurrir en presunta nulidad, tratándose de

decisiones emitidas por una entidad privada, el juicio de legalidad y validez es el que

se puede verificar respecto de los actos jurídicos de los particulares, aunque en este

caso son de indiscutible interés público por la naturaleza de la actividad que

desarrollaban tanto la demandante como la accionada.

La demandante denuncia como causales de nulidad respecto de las decisiones de la

Cámara Disciplinaria de la Bolsa de Bogotá y del Consejo Directivo de dicho

organismo, las que a continuación se relacionan:

a. Incompetencia legal del órgano disciplinario, porque la ley 27 de 1990 en su

artículo 2° determina que los estatutos deben prever la existencia de órganos sociales

de dirección (Consejo Directivo) y de fiscalización y vigilancia de las actividades de

sus miembros (Cámara Disciplinaria de la Bolsa) y deberán consagrar una

participación razonable y significativa de miembros externos tanto en el Consejo

como en la Cámara, que integren a los emisores de valores inscritos, a los

inversionistas institucionales y a otros gremios y entidades vinculadas a la actividad

bursátil. Sin embargo, la Cámara Disciplinaria fue creada por el Consejo Directivo de

la Bolsa de Bogotá y sus estatutos no se reformaron para que fuera de creación

estatutaria dando cumplimiento a la norma, y en la ley ese órgano es autónomo y no

auxiliar del Consejo Directivo.

b. Violación de los artículos 36 y 37 del Reglamento de la Cámara Disciplinaria, por

cuanto a la demandante se le impuso una sanción desproporcionada que no atiende

los principios que orientan la graduación de aquélla, como son la gravedad de los

hechos, los perjuicios ocasionados con la infracción y los antecedentes del infractor

(ningunos para el caso de la demandante), esto además en comparación con la

sanción impuesta a la firma comisionista BNC Valores, para la cual trabajaba, a la

que se le impuso apenas una multa de $25'000.000,oo cuando las operaciones

cuestionadas a ésta y a sus representantes legales y traders alcanzó la cantidad de

$1.300'000.000,oo.

c. Falta de aplicación y errónea interpretación de las normas relativas a la realización

de operaciones no representativas de las condiciones del mercado, dado que dicha

calificación no la otorga la finalidad de la operación, sino las características de la

misma, pues es no representativa en tanto aquellas no coincidan con las tendencias

del mercado y el artículo 8°, numeral 4° del Decreto 1182 de 1980 prohibe las

actividades que a juicio de la Comisión Nacional de Valores (hoy Superintendencia

de Valores) no sean representativas de las condiciones del mercado, por lo que la

Cámara Disciplinaria de la Bolsa no tenía la competencia para calificar las

operaciones realizadas por la comisionista.

d.Interpretación errónea de las normas legales relacionadas con las operaciones por

cuenta propia, en tanto las operaciones de bolsa censuradas por una mala utilización

de la posición propia de la firma comisionista, correspondieron en realidad a

operaciones con recursos propios, las cuales son permitidas y validas: Señaló además

que no se ocasionaron perjuicios a los clientes (comitentes); que la demandante no

tenía manejo sobre la cuenta de operación por posición propia y que este es un cargo

netamente institucional por el cual sólo se podía sancionar a la firma comisionista.

e. Apreciación indebida de las normas sobre desconocimiento de los comprobantes de

bolsa, porque la diferencia en los valores registrados en los comprobantes y las de las

operaciones obedecen al servicio de asesoría comercial pactado con los clientes y no

registrar dicho monto en los comprobantes no altera el precio de registro de los títulos

que es el dado a conocer en el mercado público de valores y no el precio de venta en

que se incluye la asesoría. Adicionalmente, las operaciones fueron pasadas por Bolsa

sin reparo ni censura de su parte.

f. Aplicación indebida de las normas sobre operaciones por fuera de bolsa, dado que

no se trató de actos de ese tipo, sino de una labor de mensajería que cumplió la

demandante, según lo certificaron las sociedades involucradas, esto es, Expocafé y

Credisocial, pero la Cámara Disciplinaria incurrió en error de derecho en la

valoración de esa prueba que no determinaba una operación por fuera de bolsa sino la

gestión aludida en la transacción libremente efectuada entre dos sociedades.

g. Aplicación indebida de las normas sobre mandato pernicioso e inducción en error

al cliente, porque la entidad presuntamente afectada con la operación censurada en

este cargo, es decir, la sociedad Confianza S.A. no sufrió ningún perjuicio ni pérdida,

como se apreciaba en su propia contabilidad y la demandante no recibió ningún

beneficio, como tampoco la comisionista.

h. Aplicación indebida de normas sobre no entrega de las liquidaciones de Bolsa,

porque la entrega de dichas liquidaciones es una obligación que le corresponde a la

firma comisionista y no a la demandante que tenía la condición de "trader" y no

existe ninguna disposición que le impusiera la obligación de verificar que las

liquidaciones de bolsa sean entregadas por la comisionista a los clientes.

La juzgadora de la primera instancia encontró probada la primera de las causales

denunciadas, esto es, la falta de competencia del órgano disciplinario, por el

incumplimiento de lo previsto en el literal c) del artículo 2° de la Ley 27 de 1990,

pues la Cámara Disciplinaria no fue creada conforme a la normatividad, esto es, por

los estatutos de la Bolsa de Bogotá y en esas condiciones carecía de competencia para

juzgar a la señora Oliva Buitrago Barrera, advirtiendo además que tratándose de un

órgano establecido por el Consejo Directivo de la Bolsa, dicha circunstancia afecta el

principio de independencia del decisor y debía valorarse también que la Bolsa tuvo

responsabilidad en los hechos de que hizo responsable a la señora Oliva Buitrago,

porque no detectó las operaciones anómalas oportunamente e incluso las aprobó.

Sin embargo, para la Sala, en el análisis que incumbe a la instancia, antes que

profundizar en las causales de invalidación alegadas y aceptadas, en la que encontró

fundada la juez de primer grado, es preciso establecer el alcance que puede tener la

jurisdicción sobre el control de las decisiones proferidas por la Cámara Disciplinaria

y el Consejo Directivo de una bolsa de valores y de qué forma pueden ser éstas

atacadas por vía de nulidad, determinando cuáles serían entonces las causales o

motivos que viciarían dichas decisiones y sobre las que se pueda pronunciar la

justicia ordinaria para resolver finalmente si las puede invalidar, pues no es posible

ignorar que se trata de actos que los particulares realizan bajo la égida del principio

de la autonomía privada con vocación de ser válidos en tanto no contraríen el orden

público y afecten derechos fundamentales, o de cualquier forma vulneren la legalidad

de los actos jurídicos, agregando que no son actos de interés puramente privado sino

que tienen a su vez interés general sin ser actos públicos. Así lo establece el artículo

335 de la Constitución Política de Colombia: "Las actividades financiera, bursátil,

aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento e

inversión de los recursos de captación a las que se refiere el literal d) del numeral

19 del artículo 150 son de interés público y sólo pueden ser ejercida previa

autorización del estado, conforme a la ley, la cual regulará la forma de

intervención del gobierno en esta materias y promoverá la democratización del

crédito."

En este aspecto es necesario advertir que como el a quo se limitó a estudiar y

reconocer la primera de las causales alegadas, es decir la incompetencia del órgano

disciplinario, en caso de revocarse la decisión frente a dicha causal, debe proceder la

sala a estudiar las demás invocaciones que se hicieron en la demanda para reclamar la

nulidad de las resoluciones en defensa de la legalidad.

En efecto, fuera de la incompetencia, la actora alegó que en la expedición de las

resoluciones sancionatorias se incurrió en estas otras irregularidades, con fundamento

en las cuales reclama la nulidad:

-Violación de los artículos 36 y 37 del Reglamento de la Cámara Disciplinaria, por

cuanto a la demandante se le impuso una sanción desproporcionada que no atiende

los principios que orientan la graduación de aquélla, como son la gravedad de los

hechos, los perjuicios ocasionados con la infracción y los antecedentes del infractor.

-Falta de aplicación y errónea interpretación de las normas relativas a la realización

de operaciones no representativas de las condiciones del mercado, y que la Cámara

Disciplinaria de la Bolsa no tenía la competencia para calificar las operaciones

realizadas por la comisionista.

-Interpretación errónea de las normas legales relacionadas con las operaciones por

cuenta propia, en tanto las operaciones de bolsa censuradas por una mala utilización

de la posición propia de la firma comisionista, correspondieron en realidad a

operaciones con recursos propios, las cuales son permitidas y validas, pero además,

que no se ocasionaron perjuicios a los clientes.

-Apreciación indebida de las normas sobre desconocimiento de los comprobantes de

bolsa, porque la diferencia en los valores registrados en los comprobantes y las de las

operaciones obedecen al servicio de asesoría comercial pactado con los clientes y no

registrar dicho monto en los comprobantes no altera el precio de registro de los títulos

que es el dado a conocer en el mercado público de valores y no el precio de venta en

que se incluye la asesoría, pero además, que las operaciones fueron pasadas por Bolsa

sin reparo ni censura de su parte.

Aplicación indebida de las normas sobre operaciones por fuera de bolsa, dado que

no se trató de actos de ese tipo, sino de una labor de mensajería que cumplió la

demandante, según lo certificaron las sociedades involucradas, esto es, Expocafé y

Credisocial, pero la Cámara Disciplinaria incurrió en error de derecho en la

valoración de esa prueba que no determinaba una operación por fuera de bolsa

sino la gestión aludida en la transacción libremente efectuada entre dos

sociedades.

-Aplicación indebida de las normas sobre mandato pernicioso e inducción en error al

cliente, porque la entidad presuntamente afectada con la operación censurada en este

cargo, es decir, la sociedad Confianza S.A. no sufrió ningún perjuicio ni pérdida y la

demandante no recibió ningún beneficio, como tampoco la comisionista.

-Aplicación indebida de normas sobre no entrega de las liquidaciones de Bolsa,

porque la entrega de dichas liquidaciones es una obligación que le corresponde a la

firma comisionista y no a la demandante que tenía la condición de "trader" y no

existe ninguna disposición que le impusiera la obligación de verificar que las

liquidaciones de bolsa sean entregadas por la comisionista a los clientes.

Recuérdese que si bien a la actividad bursátil se le califica como de interés público y

es objeto de intervención por el Estado para garantizar que se desarrolle en

condiciones de igualdad, transparencia y que no se coloque en peligro, ni se lesione el

interés público y particularmente el interés de los inversionistas, en ella participan

sujetos particulares y organizaciones privadas a quienes se les ha reconocido el poder

de autorregulación, dentro del cual se encuentra la facultad disciplinaria respecto de

sus miembros, que se ejerce "sobre los aspectos relacionados con la actividad de

intermediación de valores ". (Super Valores. Concepto 2006034168-002).

Esa facultad de autorregulación no es extraña a la legislación nacional, pues como lo

ha destacado la Corte Constitucional, ha sido admitida legalmente en diversos

sectores y actividades. Así, por ejemplo, "(i) los artículos 641 y 642 del Código Civil

reconocen el poder disciplinario de toda asociación privada sobre sus miembros, al

disponer que: los estatutos de una corporación tienen fuerza obligatoria sobre ella, y

sus miembros están obligados a obedecerlos bajo las penas que los mismos estatutos

impongan", aclarando además que "toda corporación tiene sobre sus miembros el

derecho de policía correccional que sus estatutos le confieren, y ejercerá este

derecho en conformidad a ellos " (Sent. C-692 de 5 de septiembre de 2007. M.P. Dr.

Rodrigo Escobar Gil; exp. D-6572).

Así, en el escenario bursátil se ha entendido que la autorregulación viene a ser una

actividad "por la que los participantes del mercado de valores se imponen a sí

mismos normas de conducta y operativas, supervisan su cumplimiento y sancionan su

violación, creando un orden ético y funcional de carácter gremial complementario al

dictado por la autoridad formal" (Sent. C-692/07).

Precisamente, en el aludido mecanismo se ha visto "uno de los pilares fundamentales

de la estructura de los mercados de valores" (Super Valores. Concepto 9512913-3 del

29/09/95), en tanto se muestra como "valioso, flexible y eficiente para mantener

mercados organizados, seguros, correctos v transparentes, con lo cual se logra la

protección de los intereses de los inversionistas y la promoción de la confianza de la

comunidad en las operaciones bursátiles, en cuanto en dicha confianza reposa la

integridad de los mercados de valores " (Super Valores. Concepto 9402990-3 del

3/03/95 sobre Autorregulación en el mercado de valores. Finalidad, alcances y

aplicaciones).

Sobre la atribución que tienen los organismos autorreguladores del mercado de

valores, ha explicado la Superintendencia de ese ramo:

"...No cabe duda entonces, que la potestad que poseen las Bolsas de Valores sobre

sus miembros, así como la existencia de las Cámaras disciplinarias, devienen de la

misma naturaleza y funciones de las Bolsas... y corresponde a una atribución que se

ha considerado necesaria a la función de organización de los servicios que presta y

de dirección del mercado, incluyéndose dentro de estas la supervisión en relación

con la transparencia de las operaciones que allí se realizan. "(Super Valores. Resol.

110 de 1994).

Téngase en cuenta que de conformidad con el Decreto 2969 de 1960, las bolsas de

valores tienen como funciones las de "mantener el funcionamiento de un mercado

bursátil debidamente organizado, que ofrezca a los inversionistas y negociantes en

títulos valores y al público en general, condiciones suficientes de seguridad,

honorabilidad y corrección" y "velar por el estricto cumplimiento de las

disposiciones legales y reglamentarias por parte de sus miembros, evitando

especulaciones perjudiciales para los valores inscritos o para la economía nacional"

y en el cumplimiento de estas funciones es que se desarrolla y se funda el poder

sancionatorio de la organización, de allí que se dieran sus propios reglamentos y

contaran con órganos disciplinarios.

La norma es posterior a la fundación de la Bolsa que data de 1928, pero reconoce

las funciones que ya estaban cumpliendo esos organismos, porque la

autorregulación bursátil no tiene su fuente en la ley, sino en la experiencia de los

agentes que participan en esa actividad, guiados por la necesidad de mecanismos para

la protección efectiva de los derechos de quienes intervienen o participan en el

mercado de valores, de allí que hayan sido las bolsas, las entidades que asumieron esa

función para mantener el mercado de capitales debidamente organizado y operando

bajo los principios de seguridad, honorabilidad y corrección de sus miembros,

adoptando una serie de normas internas y estableciendo órganos encargados de velar

por su cumplimiento.

Dentro de las facultades de autorregulación de las Bolsas de Valores, se encuentran

las relacionadas con el ejercicio del poder disciplinario que hace alusión a

"reglamentar las actuaciones de sus miembros (letra d.); velar por el estricto

cumplimiento de las disposiciones legales y reglamentarias por parte de sus

miembros, evitando especulaciones perjudiciales para los valores inscritos o para la

economía nacional (letra e.); establecer reglas sobre la admisión y exclusión de sus

miembros (letra h.) y velar porque los representantes legales y accionistas reúnan las

más altas condiciones de honorabilidad, profesionalismo e idoneidad (letra j.)"

(Super Valores. Concepto 9512913-3 del 29/09/95 sobre Bolsas de Valores.

Autorregulación, alcance de la facultad sancionatoria frente a los emisores de

valores).

El poder disciplinario, entonces, no deviene de la autonomía de las partes, sino que

surge en razón del interés general que envuelve la actividad, habiéndose confiado

históricamente a la entidad que agrupa a quienes participan directamente en la Bolsa

(Super Valores. Concepto DJ/P/193.87), pues ello permite inmediatez y conocimiento

directo respecto de los miembros, lo que posibilita "evaluar más fácilmente los

previsibles resultados de disposiciones generales o de medidas concretas que se

pretendan adoptar, así como de la flexibilidad de los procedimientos usuales en las

bolsas para dictar o modificar normas y ejercer actos de control y disciplina, al igual

que del carácterrealmente vinculante que genera la adopción al interior de los

agentes que intervienen en el mercado de códigos de ética que rijan la realización de

las operaciones bursátiles " (Super Valores. Concepto No. 9402990-3 del 3/03/95),

siendo que el órgano de fiscalización y vigilancia de las actividades de los miembros

de la Bolsa ha sido la Cámara Disciplinaria creada desde la misma configuración de

la estructura de las bolsas, como lo reconoció la Superintendencia de Valores en su

concepto No. 9402990-3 de 3 de marzo de 1995.

Tal potestad de los órganos autorreguladores como las Bolsas de Valores es

independiente y distinta de la de inspección y vigilancia ejercida por el Estado a

través de la Comisión Nacional de Valores en primer lugar, luego de la

Superintendencia de Valores y ahora de la Superintendencia Financiera de Colombia.

Por ello se dice que "la naturaleza de la facultad radicada en cabeza de las bolsas y

la que corresponde a la Superintendencia de Valores, no sólo es diferente en cuanto a

los fines y objetivos; para las bolsas, asegurar el funcionamiento de un mercado

organizado y sólo en relación con las conductas de sus miembros vinculadas

directamente con las operaciones allí efectuadas, y la de inspección y vigilancia de la

Superintendencia de Valores de carácter general sobre todos los agentes que

intervienen en el mercado publico de valores, dentro del ámbito que determina la ley,

sino también por su naturaleza, la cual como ya se indicó es de orden constitucional.

" (Super Valores. Resol. 110 de 1994), pero también se asegura que debe existir

cooperación y asistencia mutua entre las bolsas de valores como organismos

autorreguladores y las agencias del Estado (Super Valores. Concepto 9402990-3).

De la misma manera, se ha explicado que los actos realizados por las organizaciones

privadas del mercado público de valores en el marco de la autorregulación, no

constituyen ejercicio de función pública o administrativa.

Así lo expresó la Superintendencia Financiera en concepto de 6 de octubre de 2006:

"Si bien por mandato del artículo 335 de la Constitución Política, las actividades

financiera, bursátil y cualquiera otra relacionada con el manejo, aprovechamiento e

inversión de los recursos del público, son calificadas como de interés público, ello no

determina que los organismos que desarrollen una actividad del mercado de valores

como la de autorregulación, adquieran por esa sola circunstancia la naturaleza

jurídica de entidades públicas, como tampoco que su función pueda ser considerada

como pública, o que presten un servicio público o que su disciplina tenga carácter

judicial o administrativo.

De manera alguna puede llegarse a la conclusión de que los organismos

autorreguladores cumplen funciones administrativas y que en tal virtud están

facultadas para expedir actos administrativos equiparables a los que emite la

Superintendencia Financiera de Colombia en ejercicio de su facultadsancionatoria".

(Concepto 2006034168-002).

Queda claro entonces, que las decisiones proferidas por los organismos

autorreguladores del mercado público de valores como la Bolsa de Bogotá que es una

organización privada, no constituyen actos administrativos, ni ejercicio de función

pública, tampoco simples convenciones entre particulares, son determinaciones, se

repite, adoptadas dentro de la potestad disciplinaria que les es reconocida, cuyo

propósito es "propender por la honorabilidad y corrección en las actuaciones de sus

miembros y las personas vinculadas a éstos, de lo cual se deriva la obediencia y

exigencia del cumplimiento de las normas que regulan el mercado de valores", por

eso se reprenden las conductas que "vayan en contra del ejercicio idóneo y adecuado

de la profesión y de la actividad de intermediación de valores" (Super Valores.

Concepto 2006034168-002).

Desde luego que el poder sancionador de las bolsas de valores no es ilimitado,

pues debe respetar dos linderos fundamentales, que son el orden público y la

finalidad perseguida por los miembros de la organización para ella misma, lo que

legitima y da operatividad a las reglamentaciones y decisiones proferidas (Super

Valores. Resol. 397/91).

Sentadas las anteriores premisas, la cuestión que se plantea en el juicio, debe

considerarse dentro del preciso marco que le corresponde, cual es el de

responsabilidad por la validez de los actos emitidos, como atrás se dejó explicado,

en tanto la demandante acusa que le fueron irrogados perjuicios de índole material

y moral con su expulsión de la Bolsa de Bogotá, pero atendiendo desde ya que las

Bolsas de Valores han sido reconocidas como organismos autorreguladores que

tienen la potestad de dictar sus propias normas de conducta, siendo obligatorio

acatarlas para que quienes participan en ella, con el fin de asegurar mercados

seguros, correctos y eficientes, para proteger los intereses de los inversionistas y

preservar la confianza de la comunidad en las operaciones bursátiles.

La anterior circunstancia determina que, aunque el Tribunal no es otra instancia

dentro del proceso disciplinario, sí le está atribuida dentro de su órbita de

jurisdicción ordinaria, la facultad de calificar si los actos fueron emitidos

válidamente, o si por el contrario, al expedirlos en forma ilegal se incurrió por

parte de la Bolsa en la responsabilidad que se le endilga.

Es preciso atender, entonces, que dentro de las reglamentaciones de la bolsa de

valores es imperativo consagrar y especificar el procedimiento por el cual ha de

adelantarse la investigación, así como establecer el órgano o dependencia

competente para determinar la responsabilidad del investigado, sujeto a ese

régimen disciplinario y las etapas, mecanismos y oportunidades através de los

cuales éste puede ejercer su derecho de defensa. Además, si es posible acudir a un

segundo grado de conocimiento, una vez que sea emitida la decisión.

Ahora, de acuerdo con el decreto 1172 de 1980, los estatutos y reglamentos de la

bolsa se presumen conocidos: "1°) Por los comisionistas inscritos en ella, y 2°) Por

las personas que negocien valores a través de comisionistas inscritos en bolsa". La

primera presunción se hace extensiva a quienes trabajan para las sociedades

comisionistas de bolsa, bien en la calidad de corredores, representantes legales o jefes

de mesa y que en tal condición participan en la bolsa y allí negocian títulos para sus

clientes.

Así, pues corresponde a la Sala examinar si los órganos de la Bolsa de Bogotá que

sancionaron con expulsión a la señora Oliva Buitrago Barrera, tenían la potestad de

adoptar ese tipo de decisión en su contra; si las faltas imputadas a ella contaban con

definición previa y si se ciñeron al procedimiento establecido para adelantar la

actuación disciplinaria, determinando si con esa actuación y la decisión finalmente

emitida, la Bolsa de Bogotá incurrió en la responsabilidad que se acusa en la

demanda.

Es bien sabido que en el derecho civil hay responsabilidad cada vez que una persona

debe reparar el perjuicio o daño sufrido por otra. Consiste en procurar que todo daño

inferido a la persona o propiedad de otro, sea resarcido, vale decir, fija los límites en

que cada individuo no pueda ejercer impunemente su actividad. De manera que, es

necesario establecer si hay responsabilidad en la parte demandada que la obligue al

pago de la indemnización impetrada, o sea, que no admite la menor discusión, desde

el punto de vista jurídico, que el hecho antijurídico y culpable es fuente de

obligaciones conforme lo expresa el artículo 1494 del Código Civil.

La responsabilidad civil supone siempre una relación entre dos sujetos de los cuales

uno ha causado un daño y otro lo ha sufrido, bien por el incumplimiento de un

contrato o simplemente por los hechos. En el caso que se estudia, existe una relación

reglamentaría entre la Bolsa de Bogotá y la señora Oliva Buitrago Barrera,

reglamento que obliga tanto a la demandante a cumplir los reglamentos, como a la

entidad a aplicar los correctivos en legal forma, de donde puede surgir

responsabilidad si la Bolsa aplica sanciones no contenidas en los reglamentos o por

órganos que no sean competentes, lo que daría lugar en consecuencia a la obligación

del autor de reparar el perjuicio causado. Por estas razones se advierte que se resuelve

en todos los casos en una obligación de indemnización.

Como ya se dijo, para que resulte comprometida la responsabilidad de una persona

natural o jurídica se requiere que haya incurrido en culpa y que de esta sobrevengan

perjuicios al reclamante, es decir, la concurrencia de los tres elementos que la

doctrina predominante ha sintetizado bajo las denominaciones de culpa, daño y

relación de causalidad.

Por daño debe entenderse aquel menoscabo que sufre un sujeto de derecho en su

persona o patrimonio y para que sea indemnizable debe ser directo y cierto, además

debe ser susceptible de resarcimiento.

La culpa se presenta cuando el actor prevé el daño que puede ocasionar con un acto

suyo, pero confía evitarlo; o cuando simplemente no lo prevé pudiendo hacerlo; así

mismo cuando actúa con negligencia o imprudencia.

El nexo causal apunta a que el daño generado debe ser producto de la realización de

aquella conducta culposa endilgada a quien se señaló como responsable, esto es, que

debe ser la consecuencia de ella, pues no existiendo hecho dañoso o si éste se realizó

sin mediar culpa, el nexo en comento se rompe y en tal caso, el demandado no está

llamado a indemnizar.

Ahora bien, todo lo relacionado con el daño causado, así como la causa de los

mismos y la indemnización, debe ser debidamente probado en el proceso según la

regla tradicional onus probandi incumbir actoris, teniendo en cuenta los postulados

del artículo 177 del Código de Procedimiento Civil, el que en asocio del artículo 1757

del Código Civil, indica a quien corresponde esa carga, máxime de atender que los

hechos expuestos por la demandante como generadores de responsabilidad no son de

aquellos exceptuados de prueba, por lo que la presunta víctima no está dispensada de

aportar prueba de la imprudencia, descuido o violación de reglamento de la persona

jurídica de quien demanda la reparación.

Con el anterior marco, hay que verificar si en el caso de la señora Oliva Buitrago

Barrera concurren los presupuestos axiológicos de la responsabilidad, entendiéndose

que quien la alega tiene la carga no sólo de afirmar la presencia de tales presupuestos,

sino de probarlos.

En torno del primero de los elementos referenciados, esto es, del hecho al que se

acusa de generar perjuicios, estaría dado por la sanción impuesta a la demandante que

consistió en expulsarla de la Bolsa de Bogotá, pero no basta la decisión adoptada,

sino para que de ella se derive responsabilidad de la demandada, debe atribuirse una

calificación a ese proceder, y que la actora demanda como actividad realizada sin la

competencia legal.

Sin embargo, lo que encuentra el Tribunal es que la señora Oliva Buitrago Barrera no

demostró que la Bolsa de Bogotá S.A. hubiera observado un comportamiento

contrario al que debiera haber desplegado, que sea merecedor de la calificación de

desviado por torpeza, negligencia, imprevisión u otro motivo semejante, menos

aún probó que en su actuar hubiera mediado la intención positiva de inferirle

injuria.

En efecto, en el procedimiento que adelantó la Cámara Disciplinaria de la Bolsa de

Bogotá y luego el Consejo Directivo de dicha institución, no puede entreverse una

intención de causar daño o generar perjuicios a la demandante, como tampoco hay

lugar a pregonar que el actuar de la demandada fue negligente o descuidado.

Debe aceptarse que tratándose de una organización privada que cumple función de

autorregulador del mercado público de valores, su actuación se ciñó a la potestad

ya instituida desde la propia organización de ese mercado, la cual ha sido

reconocida como antecedente de la reglamentación legal, de ahí que al referirse al

tema, la Corte Constitucional anotara que su origen "se remonta a los comienzos

del siglo pasado, con la creación de la Bolsa de Bogotá en 1928. En dicha

oportunidad, los agentes del mercado de valores, sin existir regulación sobre la

materia, optaron por crear un mercado organizado mediante la expedición de

normas de funcionamiento y la creación de un órgano capaz de velar por su

cumplimiento". (Sent. C-692 de 2007).

Luego, debe aceptarse que la autorregulación bursátil tuvo un origen contractual y

posteriormente la ley recogió los principios de aquella figura, por demás, utilizada

a nivel mundial, para desarrollarlos en norma positiva, lo que, por supuesto, no

puede implicar desconocimiento de la práctica que ya se había asentado y que no

contraría el orden público, por el contrario, se destaca como buena práctica de

comercio que busca dotar de seguridad y transparencia al mercado de valores, así

como incrementar los estándares de profesionalismo y honorabilidad de sus

miembros, de ahí que las actuaciones de autorregulación adelantadas dentro de ese

marco convencional primigenio no se podrían comprender como inválidas.

En el Decreto Ley 2969 de 1960, se estableció la obligación de las bolsas de valores

de darse su propio reglamento y se les exigió que vigilaran el cumplimiento de dichas

reglas y para ello se previo la existencia de un órgano de vigilancia (art. 33). Después,

la ley 27 de 1990 consagró como obligación de las bolsas tener un órgano especial de

fiscalización y vigilancia de las actividades de sus miembros, el cual correspondía a

la Cámara Disciplinaria (art. 2). Así pues, la legislación recogió lo que ya era una

práctica y estableció la autorregulación como obligatoria para que se acatara por

todas las bolsas de valores, pero ello de modo alguno puede llevar a concluir que las

Cámaras Disciplinarias ya creadas para entonces se tornaban inexistentes o no podían

seguir funcionando, como que la ley no determinó tal cosa, como tampoco obligó a

las operantes a que fueran objeto de nueva creación, esta vez por los estatutos

sociales. Al fin y al cabo, dicho órgano ya estaba creado, por lo menos en la Bolsa de

Bogotá se instituyó en el año 1929 y su reglamentación con cada una de las reformas

introducidas fue aprobada por la Comisión Nacional de Valores y luego por la

Superintendencia de Valores, sin que dichos organismos estatales hubieran requerido

la eliminación de la Cámara para que fuera creada, esta vez en los estatutos de la

sociedad y no por el Consejo Directivo y así fue porque no tiene justificación una

exigencia de ese talante, dado que lo que exigía la ley era algo que ya estaba

operando en la Bolsa y es la existencia de un órgano de dirección (Consejo Directivo)

y otro de fiscalización y vigilancia de la conducta de los miembros (Cámara

Disciplinaria), integrados con la participación de personas externas, esto es,

diferentes de la administración de la Bolsa y de las firmas comisionistas.

En efecto, en el literal c) del artículo 2° de la ley 27 de 1990 se establece que los

estatutos de las Bolsas de Valores "deberán prever la existencia obligatoria de

órganos sociales de dirección (Consejo Directivo) y de fiscalización y vigilancia de

las actividades de sus miembros (Cámara Disciplinaria de la Bolsa). Los estatutos

así mismo deberán consagrar una participación razonable y significativa de

miembros externos en el Consejo Directivo y en la Cámara Disciplinaria, que

representen a las entidades emisoras de valores inscritos, a los inversionistas

institucionales, y a otros gremios y entidades vinculadas a la actividad bursátil".

De lo anterior resulta, sin que se pueda darle más alcance, que las sociedades de

valores además de tener la estructura societaria prevista en la ley, debían contar los

dos tipos de órganos señalados y que en su composición era necesario tener en cuenta

que los miembros externos (representantes de entidades emisoras de valores inscritos,

inversionistas institucionales y gremios y entidades vinculadas a la actividad bursátil)

tuvieran una participación significativa y razonable, requerimiento que se satisfacía

en la Bolsa de Bogotá si se tiene en mente que el reglamento de la Cámara

Disciplinaria había sido reformado y contemplaba la participación de 3 miembros

externos en un total de 6 participantes y antes de eso, en el reglamento aprobado en el

año 1990 se preveía la participación de 2 personas externas dentro de un total de 5

integrantes (fl. 502 cdno. 1).

El reglamento de la Cámara que forma parte de los reglamentos de la Bolsa, fue

aprobado por la Comisión Nacional de Valores a través de la Resolución 486 de 1° de

agosto de 1990 (fls. 499 a 517 cdno. 1), cuando ya se hallaba en vigencia la ley 27 de

1990 (promulgada y publicada el 20 de febrero de 1990) y el hecho de que el órgano

disciplinario no fuera de creación estatutaria no fue reprochado para la aprobación.

Ahora, la demandante no puede pretender ignorar que tenía conocimiento de la

existencia de la Cámara Disciplinaria de la Bolsa de Bogotá, en la cual intervenía

como corredora, representante legal y por un corto tiempo como jefe de mesa de la

comisionista BNC Valores. Así lo expresó en la declaración de parte que rindió, al

referirse al curso de operación bursátil en los siguientes términos: "en el curso supe

de que se trataba la Cámara Disciplinaria que básicamente vigila las operaciones

realizadas por las firmas comisionistas operaciones que realizamos los corredores"

(fl. 823 vto., cdno. 1). Además, la señora Buitrago Barrera había tomado posesión

ante la Bolsa de Bogotá como representante legal de la sociedad comisionista Digital

de Valores S.A, prometiendo formalmente, "bajo su palabra, cumplir con lealtad y

decisión la ley, los estatutos, el reglamento de la Institución y todas aquellas

resoluciones dictadas dentro de sus atribuciones por el Consejo Directivo, por la

Cámara de la Bolsa o por las demás autoridades " (fl. 305 cdno. 3; fl. 12 cdno. 16;

fl. 19 cdno. Tribunal).

De acuerdo con la certificación emanada del liquidador de la Bolsa de Bogotá, la

demandante trabajó para Digital de Valores S.A. (posteriormente BNC VALORES)

como representante legal con facultades para actuar en rueda hasta el 16 de mayo de

1997 y el 25 de junio de ese año ingresó en la misma calidad a la firma Promotora

Bursátil, desempeñando ese cargo hasta el 24 de marzo de 1998 y para cuando fue

sancionada por la Cámara Disciplinaria, se desempeñaba como representante legal en

la firma BNC Valores S.A. (fl. 495 cdno. 16).

De la misma manera, en el testimonio rendido por la señora María Consuelo Muñoz

Leiva, representante legal de la firma comisionista Promotora Bursátil S.A. que luego

pasó a ser BNC Valores S.A, ella sostuvo que la señora Oliva Buitrago como

representante legal de la firma "se posesionó ante la Bolsa de Bogotá y ante la

Superintendencia de Valores ", explicando que el compromiso que allí se adquiere es

"de acogerse a la ética para los negocios, a seguir el código de conducta, los

estatutos de la Bolsa de Valores, las normas legales de la Superintendencia de

Valores, nuestro ente regulador, y el hecho de ser representante legal comercial, lo

involucra a título personal en cualquier problema que llegare a ver (sic) dentro de

algún negocio... " y destacó que en el curso de operación bursátil, necesario para ser

representante legal comercial "se aprende la parte legal, operativa, financiera de

ética de moral, todo lo que abarca las operaciones de bolsa" (folio 437 cuaderno 1)

Lo anterior fue ratificado por el deponente Jorge Ignacio Lewin Figueroa, quien se

desempeñó como Gerente de la firma Digital Valores S.A. y contrató a la demandante

en el año 1992 para trabajar en el puesto de Bolsa. Al referir sobre la posesión ante la

Bolsa manifestó: "los compromisos de un representante legal y desde luego de OLIVA

BUITRAGO, era los de cumplir con un código de ética inspirado por la Bolsa de

Bogotá y avalado por las firmas comisionistas de Bolsa" y señaló luego: "(•••) Los

representantes legales que se posesionan ante la Bolsa deben cumplir con todos los

requisitos y se acogen a las sanciones y a los requisitos de la Cámara " (fl. 438 vto.

cdno. 1) y hay que precisar que, de acuerdo con la declaración del señor Figueroa, "la

persona tiene que ser representante legal para comprometer la sociedad y sin

limitaciones de cuantía" (fl. 438 vto. cdno. 1), con lo que se corrobora que la señora

Buitrago Barrera tenía esa calidad.

Es claro que la señora Oliva Buitrago Barrera no sólo conocía de la existencia del

órgano disciplinario, sino que además había prometido acatar sus reglamentos y

entendía que podía ser sujeto de sus determinaciones al intervenir en operaciones de

Bolsa, comprendiendo que era la Cámara Disciplinaria la competente para juzgarla en

sus actuaciones bursátiles y al interior de la Bolsa de Bogotá.

Así pues, el procedimiento disciplinario que se adelantó en contra de la demandante

fue conocido por los órganos fijados como competentes para ello dentro del

reglamento de la Bolsa de Bogotá S.A. y en particular, con acatamiento de las

actuaciones e instancias previstas en los reglamentos de la Cámara Disciplinaria,

aprobados por la Comisión Nacional de Valores y la Superintendencia de Valores

(Resol. 486 de 1990, fls. 883 a 902; Resol. 0367 de 1996, fls. 905 a 907; Resol. 0199

de 1998, fls. 908 a 913 cdno. 1), siendo posible con base en ellos imponer la sanción

de exclusión a los corredores de bolsa. No se aprecia, entonces, la falta de

competencia declarada por la juzgadora de primera instancia, pues esa cualidad al

órgano disciplinario se la habían dado los mismos miembros de la organización,

quienes ingresaban la aceptaron, y la existencia del órgano como tal no pugna con lo

dispuesto en la Constitución Política y en la ley, en particular con lo previsto en la ley

27 de 1990, en tanto, la Bolsa de Bogotá contaba con un órgano que vigilaba la

conducta de sus participantes y sancionaba su obrar irregular o contrario a normas

legales y reglamentos preexistentes y conocidos por ellos. De otro lado, la

composición respetaba los parámetros fijados por el legislador y se trataba de un

órgano autónomo en el que no tenía poder de decisión la administración de la Bolsa.

No hay lugar a desconocer que la actuación disciplinaria o sancionatoria tiene como

objetivo profesionalizar el mercado en tanto busca introducir los más elevados

estándares en el ejercicio de la actividad de intermediación de valores, preservar los

buenos usos de sus participantes y velar por la integridad del mercado y la protección

de los inversionistas, de ahí que protege normas fundamentales de carácter ético y

profesional, examen que al surtirse validamente, con seguimiento del trámite

instituido y agotamiento de las instancias predeterminadas, no puede ser objeto de

revisión sustancial o de nueva valoración de hecho y probatoria en la acción ordinaria

a la que se acude.

Según se desprende de las pruebas documentales allegadas al proceso, en especial el

reglamento de la Cámara Disciplinaria y las resoluciones emitidas por la

Superintendencia de Valores mediante las cuales se aprobó su reforma así como las

decisiones sancionatorias de primera y segunda instancia, para el momento en que se

desarrolló el proceso disciplinario en contra de la demandante, se hallaban en

vigencia algunas de las reformas, como la aprobada mediante la Resolución 367 de

17 de mayo de 1996 de la Superintendencia de Valores en relación con las sanciones

y los criterios para su determinación y ello determinaba un nuevo régimen

sancionatorio al que se acogían los miembros de la Bolsa y en el que el principio de

la independencia del decisor que encontró vulnerado la juez a-quo no tenía

afectación, como también se hallaba establecida la integración de la Cámara con

miembros no integrantes de la Bolsa.

De acuerdo con el artículo 20 del reglamento de la Cámara, antes de la reforma

introducida por las actas 728 y 2200 de 24 y 12 de febrero de 1998, aprobada por la

Superintendencia en la Resolución 199 de 25 de marzo de 1998, el procedimiento

disciplinario se iniciaba por disposición de la Cámara cuando tuviera conocimiento

de una situación que ameritara su intervención e iniciada la actuación, al involucrado

se le informarían los cargos y se le escucharía en descargos, teniendo éste la

posibilidad de solicitar la práctica de pruebas y aportar las que tuviera en su poder.

Finalizado el procedimiento, la Cámara decidía si existía o no mérito para imponer

sanción. Según los artículos 24 a 27, contra las decisiones de la Cámara procedían los

recursos de reposición ante ella y de apelación ante el Consejo Directivo, teniendo la

posibilidad el recurrente de aportar nuevas pruebas al proceso (fl. 506 cdno. 1). Las

sanciones a imponer son las previstas en el artículo 36 del Reglamento (íls. 6 a 13

cdno. 3) y se determinan siguiendo lo previsto en el artículo 37, esto es, la gravedad

de los hechos, los perjuicios causados y los antecedentes del infractor.

Con la reforma mencionada, esto es, la aprobada por la Superintendencia de Valores

con la Resolución 199 de 25 de marzo de 1998, el procedimiento se inicia de oficio o

a petición de cualquier interesado, por disposición de la Cámara, "mediante

comunicación escrita en la cual se expondrán los hechos pertinentes, se determinará

de manera preliminar las normas vulneradas y se solicitarán las explicaciones del

caso... ". Luego, los implicados deben rendir las explicaciones requeridas dentro de

los cinco días hábiles bursátiles siguientes al recibo de la comunicación de la Cámara

y puede acompañarse de las pruebas documentales pertinentes (art. 21). Analizadas

las pruebas, la Cámara determina si existe mérito para imponer una sanción y de ser

así, la impondrá disponiendo que la notificación se efectúe de forma personal (art.

22). Se contempla ahora, la existencia de un recurso de reconsideración. Sin embargo,

de acuerdo con el reglamento son aplicables las disposiciones vigentes para el

momento de la formulación de cargos, por lo que se aplicaron las disposiciones

anteriores a la modificación señalada.

Estipula el artículo 38 de la reglamentación aludida que habrá lugar a la imposición

de sanciones cuando "se incurra en violación de la ley, de los reglamentos, o cuando

se incumplan cualesquiera de las demás obligaciones v deberes que tienen las

sociedades comisionistas, los miembros de su Junta Directiva, sus representantes

legales y todas aquellas personas que, sin tener la representación legal de la firma

comisionista, promuevan negocios en su nombre" (ñ. 13 cdno. 3).

Al parágrafo 1° del artículo 18 del reglamento de la Cámara se fija que el Presidente

de la Bolsa, quien hace parte de ese órgano, "sólo votará en los casos de empate " y

en el parágrafo 2° se señala que "los miembros internos tendrán voz, pero, en ningún

caso, tendrán derecho a voto" (fl. 5 cdno. 3), disposición presente incluso en el

reglamento que fue aprobado por la Comisión Nacional de Valores en la Resolución

486 de 1990 (fls. 883 a 902 cdno. 1).

En ese orden, no se advierte que el procedimiento disciplinario adelantado en contra

de la demandante hubiera desconocido los parámetros fijados para el mismo de forma

anterior a la actuación, de tal forma que se observó y respetó la garantía de debido

proceso. En la primera instancia, la señora Buitrago Barrera presentó una declaración

libre y espontánea de los hechos; en la formulación de cargos se especificaron las

conductas realizadas y las normas que infringía, con lo que se respeta el principio de

legalidad de la falta y se le concedió la oportunidad para que solicitara pruebas y una

audiencia ante la Cámara, luego rindió descargos sin pedir la práctica de pruebas ni

audiencia y finalizada la actuación se le impuso las sanciones que ella estima como

generadoras de perjuicios, las cuales hallan justificación y razonabilidad en uno de

los propósitos del mercado de valores que es elevar los estándares profesionales y

velar por un mercado íntegro y transparente donde exista libre formación de precios y

condiciones adecuadas de seguridad para los inversionistas y para el público en

general, obligación que también se consagró en el artículo 11 del Decreto 2016 de

1992 como de las bolsas de valores al establecer que debían velar porque sus

representantes legales reunieran las más altas condiciones de honorabilidad,

profesionalismo e idoneidad.

Adicionalmente, la demandante contó con la garantía de doble instancia, de manera

que contra la decisión adoptada, pudo interponer el recurso de reposición y en

subsidio el de apelación conforme a los artículos 24 a 27 del Reglamento de la

Cámara (fls. 29 a 30 cdno. Tribunal), del cual conoció el Consejo Directivo.

En cuanto a la independencia de las instancias, la sola circunstancia de la creación de

la Cámara Disciplinaria por el Consejo Directivo no se puede estimar como

afectación de dicho principio, sin una prueba real que haga evidente la dependencia o

el control de un órgano al otro (del Consejo a la Cámara) y es que dentro del

procedimiento disciplinario, además, según se evidencia del reglamento de la

Cámara, el Presidente de la Bolsa por regla general no tiene voto dentro de las

decisiones del órgano, pues de acuerdo con el artículo 18, citado en párrafos

anteriores, únicamente vota en caso de empate (lo que ya estaba fijado desde el año

1990 cuando la Comisión Nacional de Valores aprobó el reglamento de la Cámara en

la Resolución 486), pero en el caso de la demandante no se presentó, por lo que no

participó en la decisión.

A eso hay que agregar que no existe la confusión entre las instancias que se alegó en

la demanda como quiera que el Presidente de la Bolsa no es el presidente del Consejo

Directivo en virtud del artículo 34 de sus estatutos (fl. 942 vto. cdno. 1), cuya

integración se modificó en las actas 108 y 110 de 26 de marzo y 29 de mayo de 1990

de la Asamblea General de Accionistas de la Bolsa, reforma aprobada por la

Comisión Nacional de Valores en la Resolución 452 de 16 de julio de 1990 (fls. 496 a

498 cdno. 1), de manera que el Presidente de la Bolsa tiene voz pero no voto en las

deliberaciones del Consejo (fls. 942, 1084 vto., 1108 vto., 1135 cdno. 1, fl. 28 cdno.

tribunal), circunstancia que se evidencia en el mismo cuerpo de las decisiones

censuradas.

De este modo, la lesión que la demandante afirmó que le había sido producida, no se

puede tener como consecuencia de la conducta de la enjuiciada, o al menos como una

consecuencia ilegal que diera lugar a un nexo de causalidad entre un hecho o acto del

cual se derivaría responsabilidad y los perjuicios que la actora reclama, pues los actos

que dan origen a las consecuencias que alega la demandante como sufridas por ella

no resultan ilegales y por tanto no pueden ser causa de las indemnizaciones

reclamadas.

En las condiciones anotadas, fallan los presupuestos requeridos para estructurar la

responsabilidad civil como fuente de indemnización de perjuicios, por lo que es claro

que no podía proferirse condena en contra de la Bolsa de Bogotá S.A. dado que la

demandante no cumplió la carga que recaía sobre sí para la demostración de los

elementos axiológicos de la responsabilidad que imputó.

Para el Tribunal es claro que no se configuró la falta de competencia alegada en la

Cámara Disciplinaria, y por el contrario, como se dio cuenta en las consideraciones

precedentes, ese órgano era el competente conforme a los reglamentos de la

institución para adelantar el procedimiento sancionatorio y fueron respetadas las

garantías de debido proceso, defensa y contradicción de la demandante como fue

explicado, tema al que se halla referida la causal de nulidad que fue aceptada por el a

quo para imprimir responsabilidad en su sentencia de primera instancia, pero que

considera esta sala que tampoco se probó como no lo hizo con el desconocimiento o

la afectación del principio de independencia, como ya se analizó en apartes

anteriores, por lo que no se advierte que la demandada hubiera incurrido en la

responsabilidad que se le atribuye y por eso no podía la jurisdicción acceder a las

pretensiones de nulidad formuladas por la demandante, como no podía el juzgado a-

quo acoger la petición indemnizatoria.

Por lo explicado, tampoco se encuentra demostrada, como pretende la demandante, la

interpretación errónea de las normas relativas a la realización de operaciones de

bolsa, o las operaciones por cuenta propia o el desconocimiento de los comprobantes

o liquidaciones de bolsa, ni importa para el caso que no se hubiera sufrido perjuicio

por parte de los clientes, ni que hubiera o no beneficio por parte de la comisionista,

pues las normas de interés público violadas obedecen más a un criterio ético que

económico y a la necesidad de confianza de los clientes y de la sociedad en general

en quienes realizan tales actividades, que en el daño realmente realizado.

No se encuentra pues demostrada ninguna de las causales que la demandante invoca

para reclamar la nulidad de los actos sancionatorios, de ahí que la decisión del a quo

debe ser revocada para, en su lugar, negar el petitum de la demanda, tornándose

innecesario el estudio de las excepciones propuestas por la sociedad demandada y el

llamamiento en garantía y denuncia del pleito.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, el TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO

JUDICIAL DE BOGOTÁ D.C., en Sala Civil de Decisión, Administrando justicia

en nombre de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE

Primero: REVOCAR la sentencia apelada por la parte demandada, dictada el 11 de

agosto de 2006 por el Juzgado Dieciséis Civil del Circuito de Bogotá D. C, de

acuerdo con las razones expuestas en la parte considerativa de esta providencia, y en

consecuencia, NEGAR las pretensiones de la demanda.

Segundo: COSTAS de ambas instancias a cargo de la parte demandante. Tásense.

NOTIFIQUESE Y CÚMPLASE ALVARO

ÍDO GARCÍA RESTREPO Magistrado

JOSÉ ALFONSO ISAZAPAVILA

Magistrado LIANA AÍDA LIZARAZO VACA

Magistrada Proyecto discutido y aprobado en sala civil de decisión del día 16 de septiembre del año 2009