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TrompetaEvangelizadora
Día de la madre
Mayo 2014
Contenido
Trompeta Evangelizadora 05/2014 2
D I a D e l a M a D r e a S C e N C I O N
4 El altar familiar
La siembra del servicio sacerdotal en la familia trae ricos frutos.
5 El roble y la vid
13 Amor de madre
17 Carta de un hijo
Mensaje radial
18 La sincera fe Madres piadosas dan a sus hijos por medio de
una fe vivificada una valiosa ayuda para la vida en un mundo separado de Dios.
20 Una palabra amable
21 Los niños aprenden por el ejemplo
6 Él fue recibido en el cielo Este acontecimiento sobrenatural nos abre
una esperanza eterna.
7 La ascensión de Cristo
8 La gloriosa esperanza
9 Jesús regresará ¿Cómo y cuándo regresará Jesús?
Lo que mueve al corazón
10 No te disgustes ¿Es realmente posible no enojarse,
no
disgustarse?
Enseñanzas bíblicas, fáciles de comprender
12 La santificación de la vida ¿Qué significa “santificarse”?
Trompeta Evangelizadora 05/2014
3
Editorial
¡Estimado lector!
¡En muchas partes del planeta ha culminado el
invierno, y sus habitantes se alegran con un nuevo
despertar de la naturaleza!
Quisiera comparar los meses fríos, los helados meses
de invierno, con unos frívolos y odiosos corazones de
las personas, los cuales odiaron a Jesús,
sentenciándolo y crucificándolo en una cruz. El
Salvador ha soportado todo esto, orando al final por
los soldados romanos: “¡Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen!” (Lucas 23,34).
¡Con cuanto amor ha tolerado Jesucristo la vergüenza
y deshonra para redimirnos por medio de su sacrificio!
Si, nuestro Salvador le ha quitado el poder a la
muerte, trayendo vida e inmortalidad por medio del
Evangelio. Si, ¡Por medio de Él la humanidad puede
despertarse del sueño del pecado a una nueva vida!
Él, el Señor, es el vencedor y príncipe de paz. Es el
sol de justicia, y bajo sus alas hay amor y bondad para
cada uno que quiera venir a Él en fe. Si, Él es Señor
de señores, ascendido al cielo, sentado a la diestra
del Padre intercediendo por nosotros, si, para todas las
personas. Y esto, porque nos ama.
Su amor ilumina y aviva los corazones haciendo que
la vida valga la pena vivir. Si, su amor procrea amor,
y el amor de madre es un reflejo de este amor de Dios.
Isaías escribe en el capítulo 66, verso 13: “Como
aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a
vosotros.”
Estimado lector, has experimentado el verdadero amor
de madre, agradece a Dios y a tu madre de todo
corazón por ello. Y si no conoces el amor de madre,
debes saber esto, uno te ama siempre, ¡éste es
Jesucristo!
¡En este mes, recordamos en especial a nuestras
madres, deseándoles la gracia y gran bendición de
Dios!
H. D. Nimz
Página juvenil
14 La omnisciencia de Dios
15 Carta de una madre
Página familiar 22 Porque se rompen los matrimonios
Página infantil
24 Una madre rica 25 La foto de una madre
El honor le corresponde a mi madre
No contristar a la madre
16/26 Experiencias con Dios
27 Anuncios
Pie de imprenta
28 A ti, oh madre
Trompeta Evangelizadora 05/2014 4
DÍA DE LA MADRE
El altar familiar
Una y otra vez viene a mis recuerdos la visita que
una vez hice a una familia. Ya era tarde de noche
cuando llegué allí. Pero de inmediato y con gran
cordialidad se me mostró la habitación donde podía
descansar. La decoración era sencilla, pero muy
limpia y ordenada. A la mañana siguiente me
desperté temprano y me senté a la mesa con toda la
familia. Todos, padre, madre y niños, estos eran
todos pequeños, inclinaron sus cabezas mientras yo
oraba dando las gracias. Después del desayuno el
padre me dio la siguiente explicación: “Desde que le
entregamos nuestro corazón al Señor, nos
concentramos en el altar familiar. Tenemos nuestro
culto especial. Y si no te molesta, lo haremos de la
manera habitual.” Me alegré de que ellos fueran tan
abiertos, dándome una impresión de su vida familiar
más íntima.
El joven padre tomó la Biblia en sus manos y dijo
a los niños: “¡Por favor prepárense para la oración!”.
La madre tomó a la más pequeña en brazos y se
sentó y los otros niños se reunieron con reverencia a
su alrededor. El padre con la Biblia en manos, se
puso de pie y leyó con voz clara un pasaje de la
Biblia. De vez en cuando se detenía para explicar
algunas palabras a los niños que escuchaban
ansiosos, para que pudieran comprender mejor el
texto leído. Cuando terminó la lectura, el padre se
arrodilló con toda su familia y elevó una breve y
ferviente oración, seguidamente la madre y cada uno
de los niños que podía hablar. Todo el devocional
duro quizás unos quince minutos y ha dejado en mí
una impresión, que repetidamente es avivada.
Cuando estaba arrodillado con ellos, por poco mis
ojos se llenaron de lágrimas. Pero mi corazón se
llenó de gratitud. No pude evitar derramar mi
corazón ante el Señor. Tuve que dar gracias al Señor
por el privilegio, por la oportunidad que tuve de
experimentar una hora tan bendecida. Yo temo, que
en nuestros tiempos, nuestras jóvenes madres y
padres están demasiado ocupados como para tener
tiempo para las cosas de Dios. Qué gran estímulo,
encontrar aquí a un padre, como un verdadero
sacerdote de familia, que sirve fielmente en el altar
familiar. Tal país está a salvo, en el que “El fuego
del altar familiar” arde intensamente. Dicha
congregación, que tenga muchas madres y padres
como estos, crecerá y prosperará.
¡Qué importante es que cada padre y cada madre
elijan al Señor como el centro de su familia, para
servirle fielmente todos los días!
T.E.
Trompeta Evangelizadora 05/2014
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El roble
y la vid
En el bosque creció un áspero roble y muy cerca de él
una vid que envolvía sus vástagos al tronco del roble,
y sus hojas verdes se introducían entre los gajos.
Durante muchos años el roble sostuvo a la vid, y los
transeúntes notaban: “¡Que peso soporta el roble con
la vid!” Pero una noche hubo una violenta tormenta y
un rayo cayó sobre las ramas más altas del árbol, bajó
por el tronco y dividió al roble. Pero el roble no cayó.
A pesar de la violenta división, permaneció de pie, se
restableció de sus heridas y permaneció con vida. La
vid lo sostuvo en momentos de dificultades. En este
caso la vid fue la más fuerte y sostuvo el peso del
roble.
Lo mismo sucede en muchas familias. La mujer se
aferra al hombre y se apoya en su fuerza. El hombre
piensa que lleva toda su persona. Pero a veces él
encuentra la fuerza en la vid. Un joven de
extraordinaria resistencia y de buena forma se casó
con una chica de baja estatura, tierna y con una
marcada inclinación a apoyarse y confiar. Él se sentía
como el roble y a ella la consideraba como la vid.
Estaba orgulloso de su fuerza para cuidar de ella y
protegerla. Siempre fue consciente de que ella lo
necesitaba de apoyo. Pero de si mismo pensaba que era
lo suficientemente fuerte como para cuidarse. Y luego
vino el rayo. Él estaba en otro lugar, cuando de
repente le sobrevino una enfermedad. Su estado era
crítico, y el convocado medico le dijo con claridad,
que la recuperación sería lenta. Cuando se sintió un
poco más fuerte, volvió a la casa. Pareciera que sus
pies no podían llegar hasta su apartamento. Así llegó
cojeando como un anciano, enfermo en el cuerpo,
desanimado en espíritu y plagado por el dolor.
Su esposa lo vio llegar y corrió a su encuentro. Él
envolvió sus brazos alrededor de ella, así como vio
correr a sus hijos en los brazos de su madre. Se echó a
llorar. “Estoy en casa, pero no puedo hacer nada por
ti”, sollozó. “¡Pero estás aquí! y eso es lo más
importante”, dijo ella con ternura, y lo dirigió al
interior de la casa. Luego lo llevó a la silla más
cómoda, y se apresuró a darle algo vigorizante y darle
calor. Rápidamente preparó todo para una
restauradora noche de sueños. Así él se apoyó en su
fuerza, como el dividido roble se apoyó en la fuerza
de la vid. Eso también Dios tenía en mente cuando
dijo a Adán: “Yo le haré ayuda idónea”.
M.H.
Trompeta Evangelizadora 05/2014 6
ASCEN CIÓN
Él fue recibido en el cielo
¡Qué rápido nos acostumbramos, nosotros las
personas, a un buen amigo! Necesitamos consejo, si
se necesita ayuda en cualquier lugar, entonces no hay
problema, pues tenemos un buen amigo, que quiere
ayudar. Los discípulos habían encontrado en
Jesucristo no sólo un amigo, sino un Maestro, pastor y
hermano. Pero todo superaba la certeza: Jesús es el
Hijo de Dios. En su relación encontraron todo lo que
necesitaban. Él siempre sabía qué hacer. Él siempre
podía ayudar. Con él era simple “estar bien”.
Seguramente no pensaron en que el Señor los dejaría
un día. Ellos estaban dispuestos a ir juntos a todos
lados y a sacrificarse a si mismos. La crucifixión y la
muerte del Señor fueron una gran decepción para
todos los discípulos. Pero la resurrección trajo otra
vez nuevas esperanzas. Ahora el Señor se quedaría
siempre con ellos y no los abandonaría jamás. Pero
cuando el Señor los conduce hacia el monte, habla
con ellos y luego es llevado al cielo, allí no pueden
hacer otra cosa que seguirlo con la mirada. Tal vez
esperaban ser elevados ellos también, para poder estar
con Él. Seguramente sintieron que su Señor fue a
donde ellos no lo podían seguir con sus propias
fuerzas.
Allí aparecen dos hombres en vestiduras blancas y
ayudan a los discípulos a orientarse nuevamente.
¡Cómo provee el Señor para sus hijos! Él no los deja
abatidos y desamparados allí. Cuanto ama Dios a sus
hijos. Él envía ángeles para ayudar. “Varones
galileos”, así les fue hablado personalemente a los
discípulos, para que reaccionaran. Sus pensamientos
estan lejos de la realidad. Un hijo de Dios no debe
vivir en sueños. “¡Velad y orad! ¡Pelead la buena
batalla de la fe!”, en verdad, no es ningún
llamamiento al descanso. Alertas pueden estar
justamente sólo las personas que sirven a Dios de todo
corazón y que cuentan con Él en todos los momentos
de su vida. ¡Dejémonos advertir por medio del
llamado “varones galileos”! El Señor no quiere que
estemos ociosos. Él tiene una labor para nosotros.
Querido hijo de Dios, no sueñes con el pasado. Mira
que el Señor quiere utilizarte hoy. Él te quiere dar una
misión. Él quiere proveerte con fuerza. ¿Estás
preparado?
De la pregunta de los ángeles suena un reproche:
“¿Por qué estáis mirando al cielo?” ¡Pero
inmediatamente llega una magnífica promesa! – Así
es siempre con el Señor. En efecto, Él reprende, no
pasa nada por alto, - Él no quiere dañar. Quiere
ayudar. “¡Este mismo Jesús vendrá nuevamente!” fue
la más hermosa promesa para los discípulos. Vean lo
que provocó en ellos: ¡Ellos regresaron a Jerusalén
con gran alegría! Justamente eso quiere lograr el
Señor en ti y en mí: ¡la gran alegría! Prestemos
especial atención a sus promesas, a su palabra. Su
palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a
nuestro camino. Este hecho nos deja ser alegres y
confiados, también en la dificultad más grande y en el
tiempo más oscuro.
Pero el motivo perdurable de su alegría era la
certeza de que este Jesús volverá. Esperaban
diariamente por Él. Ellos vivían, trabajaban,
ofrendaban y sufrían en la seguridad: ¡El Señor viene
pronto! Ellos procuraban negociar con el talento,
ganar personas para el Señor y ser hallados como
siervos fieles. El Señor no estaba lejos de ellos, no, Él
estaba en medio de ellos. Tan viva era su espera por
Él. Él estaba ahora en la gloria. Sentado en el trono del
poder. A Él le era dada toda potestad en el cielo y en la
tierra. Ellos eran sus siervos, si, incluso Él los había
llamado hermanos. Hasta hoy permanece la ascención
de nuestro Señor como la poderosa fuerza de nuestra
fe. En el mundo tenemos temor. En el mundo tenemos
que luchar y sufrir. Pero, ¿qué significa eso, cuando
sabemos que nuestro señor Jesucristo tiene toda
potestad?
Estimado lector, ¿lo entendemos correctamente?
¿podemos comprenderlo? A Él no le será dada toda
potestad, no, él tiene toda potestad, justo ahora en este
momento. Justo ahora, cuando estamos amenazados
por el miedo, Él tiene toda potestad. Esta certeza nos
deja dar gritos de júbilo por la alegría. Ella nos llena
con una fuerza indescriptible. Ahora podemos
nuevamente vencer ampliamente por medio de
nuestro Señor y Salvador. ¿Quién nos separará del
amor de Dios, que está en Cristo Jesús? Él tiene todo
el poder y sólo permite lo que nos acerca más a Él.
El ateismo va en aumento. El malo se irrita y está
furioso. Muchos se desvían de la fe y toman gusto al
mundo. Pero nosotros esperamos a nuestro Señor.
Queremos servirle fielmente y obrar con fervor,
porque sabemos, Él ascendió y regresará. ¡Él es y
permanece vencedor! “El príncipe de este mundo,
cuan terrible se ponga - ¡él está sentenciado, una
palabra lo puede destruir!” Esta certeza nos ayuda una
y otra vez a luchar con nuevos ánimos y nuevas
fuerzas la buena batalla de la fe.
Hijo de Dios, ¿estás muy atormentado? ¿Te
fastidian dudas y desánimo? ¡Mira hacia tu Señor!
¡Déjate regalar nuevas fuerzas! Piensa solamente en
ésto: ¡Él vendrá y junto con Él nuestro galardón!
¡Imgínatelo una vez, cómo nuestros corazones
temblarán, cuando veamos al gran Rey en su gloria!
Obremos fielmente. Busquemos ser hallados dignos
en aquel gran día glorioso. ¡Sólo ánimo, querida alma,
el gran día ya no está lejos!
Fritz Friedrich (1928-2002)
La ascensión de Cristo
“Se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo”.
Con estas pocas palabras nos describe Lucas la
ascensión de nuestro Señor. Es notable que Jesús no
ascendiera inmediatamente después de resucitar.
Permaneció todavía cuarenta días el resucitado sobre
la tierra. Los discípulos necesitaban esto, en este
intervalo, en sus reiteradas apariciones para tener la
certeza de su resurrección. Ellos necesitaban esto,
este intervalo, para que el Señor les hable y enseñe
acerca del reino de Dios. Ahora comenzaron a
entender lo que aún no habían entendido. Para los
discípulos era un bendecido tiempo de crecimiento en
la fe y en el conocimiento.
También el lugar donde se llevó a cabo la ascensión
es notable. “Él los sacó fuera hasta Betania”, en este
lugar tranquilo, donde no había bullicio de gente,
donde no había presencia del enemigo que desvíe la
atención de los discípulos y disperse sus
pensamientos. Aquí debían ser testigos de su gloriosa
ascensión. En presencia de todos sus discípulos el
Señor fue elevado al cielo. Con las manos levantadas
sobre ellos los bendijo y los dejó. Ellos lo vieron
ascender solemnemente en el aire, cada vez más alto,
hasta que una nube lo recibió ante sus ojos. “Se sentó
a la diestra de la Majestad en las alturas”. Allí vive,
reina y gobierna en majestad y un día Él volverá en
esta su gloria.
La ascensión del Señor dejó una profunda
impresión en los discípulos. Sobre los apóstoles dice
primeramente: “Ellos lo adoraron”. Mientras estaba
con ellos, incluso después de su resurrección, no
escuchamos que ellos cayeron de rodilla ante Él para
adorarle. Su resurrección en relación a su ascensión,
demostró inmediatamente lo que el Señor había
prometido. Después de que ellos lo vieron ascender
al cielo, recibieron esta poderosa impresión,
postrados de rodillas en el aposento adoraron al
glorioso Maestro.
Además dice de los discípulos: “volvieron a
Jerusalén con gran gozo”. Este gozo era el fruto de su
fe y la certeza de que Él era el Señor, y todo lo que Él
les había prometido se cumplirá. Por ello no se
preocupaban y ya no tenían temor, porque todo lo
que estaba delante ellos, descansaba en el poder y la
gracia de Jesucristo su Señor.
En fin, dice de los discípulos: “Estaban
constantemente en el templo, alabando y glorificando
a Dios”. Ellos no desaprovechaban la fe viva que
estaba en ellos, sino que se fortalecían en
comunión, oración y crecimiento en la palabra de
Dios. Ellos no buscaban más lo terrenal, sino lo
celestial donde está Cristo. Por lo tanto también dice
para nosotros: ¡Corazones en lo alto! Por el ejemplo
de los apóstoles y de los primeros cristianos, no
temeremos a la muerte, que es el último enemigo del
hombre, y tendremos gozo en el día del Hijo de
Hombre.
T.E.
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ASCEN CIÓN
La gloriosa esperanza
Antes de su padecimiento y muerte, el Señor Jesús
habló a sus discípulos con palabras alentadoras. Él
sabía, que los futuros acontecimientos los
conmoverían hasta lo más profundo. Ellos testificaron
al Señor su fe con las palabras: “Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros
hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente” (Juan 6,68-69). Y ahora sus
seguidores se enfrentan a la prueba más difícil de su
fe. Por lo cual le dice Él: “¡No se turbe vuestro
corazón; creéis en Dios, creed también en mí!”,
poniendo en claro que su camino era necesario para
prepararles un lugar con el Padre. Agregando una
maravillosa promesa: “vendré otra vez, y los llevaré
conmigo, para que donde yo esté, también ustedes
estén.” Indicando la eterna unidad con Él. Pero antes
de esto, debía cumplirse su muerte en la cruz.
Después de su resurrección el Señor tuvo comunión
con sus discípulos, pero un día subió con ellos al
monte de los olivos. Mientras les daba
recomendaciones específicas y les bendecía, fue
llevado con una nube al cielo ante sus ojos. Lucas
reportó sobre ello en su evangelio: “Ellos, después de
haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran
gozo.” ¿Qué les colmó de felicidad? Ellos recibieron
la promesa más maravillosa, y basada en ella, les fue
abierto el cielo. Estaban al abrigo de Dios por medio
de Cristo, en medio de un mundo perverso. Él es su
Dios y tiene toda potestad en el cielo y en la tierra.
Si bien Cristo fue separado de ellos, vivía en ellos
esta esperanza de la promesa eterna. Le dijo clara y
determinadamente: “vendré otra vez, y los llevaré
conmigo.” Ellos vieron como fue llevado al cielo, por
lo tanto sabían que el cielo es el lugar donde Él los
llevará. También le oyeron decir en la oración
sacerdotal: “Padre, aquellos que me has dado, quiero
que donde yo estoy, también ellos estén conmigo.”
Esta esperanza dio y da a los hijos de Dios valentía y
fortaleza, para soportar lo más complicado, si, incluso
ir a la muerte con alegría. Porque saben que las
aflicciones del tiempo presente no son comparables
con la gloria venidera que en ellos ha de manifestarse.
Desde siempre, la esperanza ha desarrollado un rol
muy importante en la vida de las personas. Un joven
entra en la vida llevando sobre sí cargas y
responsabilidades, con la esperanzas de alcanzar su
objetivo. El enfermo tiene esperanza en la salud, el
prisionero en la libertad, y esta esperanza le mantiene
interiormente firme. Un hombre de Dios escribió una
vez lo siguiente: “De que existe una vida, que sólo es
mantenida por la esperanza, lo han experimentado
millones de nosotros en el cautiverio. Vivíamos bajo
las condiciones más difíciles, solo para un día: el día
de regreso al hogar. Nuestra vida tenía solamente un
significado: ver nuevamente el hogar. Teníamos
solamente un tema de conversación: la vida en el
hogar. Toda nuestra vida estaba determinada en la
esperanza y voluntad, de llegar al hogar. Mientras
esta esperanza estaba viva, el prisionero de guerra era
capaz de un servicio inaudito en las dificultades más
duras. Si la esperanza desaparecía, se cerraba como
un cortaplumas. Buenas noticias del hogar le
fortalecían nuevamente, dándole nueva esperanza,
nuevo coraje, nuevas fuerzas. Por medio de ello era
literalmente nacido de nuevo para una esperanza viva.
Cualquiera que haya experimentado esta inmensa,
conservadora e impulsora esperanza inalterable entre
los extraños en el cautiverio, éste ha tenido algo de
esta fortaleza que estaba viva en los primeros
cristianos. ¡Con qué fuerzas serían llenados los
cristianos de hoy, si en ellos habría esa esperanza que
tenían en aquél entonces! Si viven con el impulso de
la esperanza viva en la meta eterna. ¡Estar impulsado
por la herencia imperecedera, con el deseo de
alcanzarla! Queda esto: Verdadero cristianismo es
una vida de esperanza.”
Estimado lector, ¿Tienes esta esperanza del cielo, la
cual no avergüenza? ¡Ven a Jesús, Él te la quiere
regalar!
Gustav Sonnenberg (1898-1980)
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Jesús regresará
Jesús vendrá una vez más. Él le dijo a sus discípulos:
“Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y
os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis” (Juan 14,3). Después de la
ascención del Señor Jesús, el ángel dijo a los
discípulos que estaban allí, completamente
abrumados, y que observaban a su Señor: “Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo
Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1,11).
La segunda venida de Cristo tendrá un gran
contraste con su primera venida a este mundo. En
aquel entonces vino como un niño pequeño en un
establo. Él vino en pobreza y humildad. Vino para dar
su vida como el cordero de Dios, quien lleva el pecado
del mundo. A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. Fue despreciado, rechazado y finalmente
crucificado entre dos asesinos como un ordinario
delincuente. Cuando Él regrese, vendrá con gran poder
y gloria como el Hijo de Dios. Él vendrá como un
juez, quien está sentado en un gran trono blanco y ante
el cual todos se arrodillarán. Algunos creen en un
milenio, pero nosotros creemos en el reinar con Cristo,
de quien se habla en la Biblia, lo cual ya acontece
ahora. Cristo reina en el corazón y en la vida de los
redimidos. Con la segunda venida de Cristo viene el
fin del mundo. Jesús dijo a los fariseos que su reino
está ahora en los corazones de las personas
(Lucas 17,21 y Juan 18,36). Jesús también dijo
claramente que su reino ya existía cuando él estuvo en
la tierra. “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde
entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se
esfuerzan por entrar en él” (Lucas 16,16).
Desde que Jesús obraba en la tierra, hasta el día
de hoy, personas accedieron al reino de Dios.
Ellos entran mediante el verdadero arrepentimiento y
la vívida fe en Cristo. Y personas entrarán al reino de
Dios hasta el fin de los tiempos, hasta el momento del
regreso de Cristo. Entonces también acabará el tiempo
de gracia.
Vamos a examinar algunas de las claras enseñanzas
bíblicas con respecto a la venida de Cristo para el
juicio. Él vendrá de repente y sin que su segunda
venida sea primero anunciada especialmente. Ningún
ser humano conoce el momento o la hora de su
regreso. Jesús nos dice esto claramente en Marcos
13,32. Ya muchas veces personas anunciaron la
segunda venida de Cristo para cierto momento. Esto
no es bíblico, las Escrituras nos dicen que es
imposible para las personas saber el momento
exacto de su venida. La segunda venida de Cristo será
completamente inesperada (Mateo 24,44). El regreso
de Cristo ocurrirá tan repentinamente, que es
comparado con el centellear de un rayo. Y como no
sabemos ni tiempo ni hora del regreso de Cristo, la
Palabra de Dios nos exhorta a estar preparados
(Marcos 13,33).
Con frecuencia algunos hablan de la segunda venida
de Cristo como de un acontecimiento por venir que
está atrasado. Pero yo no creo que este gran
acontecimiento llegará con retraso. Llegará justo en el
momento en el que Dios, el Padre, ha decidido.
Cuando su momento llegó, Dios guió y sacó a los
hijos de Israel de Egipto. En su momento Él guió al
pueblo de Israel a la tierra de Canaán. Cuando se
cumplió el tiempo, Jesús nació de la virgen María.
Dios siempre supo lo que hacía. Él lo hace todo a su
tiempo. Y Jesús regresará en el momento determinado
por el Padre. Cuando Jesús regrese, todos lo verán.
También aquellos que lo crucificaron lo verán
entonces (Apocalipsis 1,7). Todos aquellos que
estaban presentes en la crucifixión del Señor Jesús
están muertos y enterrados hace mucho tiempo. Para
ver al Señor Jesús en su segunda venida, tienen que
ser resucitados, como lo leemos en Hechos 24,15. En
Juan 5,28 y 29 leemos clara y determinadamente de
una resurrección. Existe solamente una resurrección
de los muertos. Cuando Cristo venga, todo ojo le
verá. No lo puedo explicar, cómo todos los millones
que vivieron y aquellos que aun entonces vivan
cuando venga el Señor, le podrán ver en un abrir y
cerrar de ojos. Pero Él dijo que cuando el venga
nuevamente, todas las personas le verán, y yo confío
en su omnipotencia. T.E.
C. W. N AYLOR - LO QUE MUEVE AL CO RAZÓN
No te disgustes
Cuán poco es a menudo necesario para sacarnos de equilibrio o para influenciar
negativamente en nuestras emociones. Y es notable, que nosotros mismos nos causamos
innumerables problemas. La Palabra de Dios nos enseña a vivir una vida feliz.
Estar “disgustado” significa: estar indignado,
enojado, inquieto y preocupado, estar molesto por
algo. Jesús nos ha prometido descanso y nosotros
podemos tomar esto como un derecho. Pero lo
dejamos de lado si damos lugar en nuestra vida a la
ira y las preocupaciones. Justamente en las
adversidades Dios quiere darnos calma y la
tranquilidad del alma. Él dijo: “Mi paz os doy. No se
turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14,27).
No es la voluntad de Dios, que estemos
constantemente preocupados. En el mundo no todo es
como debería ser. Sin embargo, para vivir alegre y
sin preocupaciones, debemos adaptarnos a las
circunstancias y aprender a ser feliz pese a todo lo
malo. Las condiciones nunca serán ideales. El
disgusto es como la arena en los engranajes. Trae
problemas consigo y emplea fuerzas, las cuales
nosotros hubiésemos utilizado en otro lugar. Él nos
desgasta mental y espiritualmente y nos quita el
equilibrio. El disgusto perturba nuestra paz y la
armonía de nuestras oraciones.
Algunas personas están constantemente interesadas
en las malas acciones de los demás. Se enojan por
ello y se preocupan. No logran eliminar el tema de su
mente y corazón. La Biblia dice: “No te impacientes
a causa de los malignos” (Salmo 37,1). Muchas
personas toman malas decisiones haciéndose daño a
sí mismos y a los demás, incluidos a los hijos de
Dios. Por supuesto no podemos alegrarnos por esto,
pero no debemos permitir que esto dañe nuestra
alma. No debemos molestarnos, sino preocuparnos y
contribuir en una forma y manera adecuada por su
salvación. Debemos orar por ellos con toda seriedad
y hacer todo lo que esté a nuestro alcance, para lograr
que se replanteen. En esto radica la gran diferencia.
Si nuestra mirada siempre se dirige a la malicia de los
demás, y estamos tristes por ello, no tenemos tiempo
para una vida alegre y consagrada.
El Salmo 37 contínúa diciendo: “No te alteres con
motivo del que prospera en su camino, por el hombre
que hace maldades” (verso 7). Debemos confiar en
Dios, que solo Él es capaz de soportar sus
responsabilidades. La primera parte del versículo nos
dice lo que debemos hacer: “Guarda silencio ante
Jehová, y espera en él”. Si los impíos parecen tener
éxito y les va bien, no debe molestarnos. Eso es
asunto de Dios. Vemos cuantas cosas malas pasan
ante ellos y nos gustaría detenerlos. Nuestro espíritu
se entristece – esto es comprensible. Pero no
debemos apenarnos. Hay una gran diferencia entre
“preocupaciones espirituales” y “preocupaciones
humanas”. Debemos aprender claramente a distinguir
una cosa de la otra. Traer estas cosas en ferviente
oración ante Dios, es muy bueno, pero si por ello nos
disgustamos, nos preocupamos e irritamos, esto es
algo muy diferente. No debemos permitir que esto
estropee nuestro equilibrio. Dios quiere que
tengamos paz y seamos agradecidos, justo aquí en
medio de la maldad.
¿Por qué no debemos disgustarnos? Dios dice: “[...]
No te excites en manera alguna a hacer lo malo”
(verso 8). En nuestro disgusto tendemos a dudar de
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11
Dios y de su sabiduría. Como es natural para nosotros
pensar que si tuviéramos el poder de hacerlo,
podríamos prevenir toda injusticia. Comenzamos a
murmurar y el descontento se extiende. Nos
desanimamos y la dulzura desaparece de nuestro ser.
El gozo en la comunión con Dios disminuye, por lo
tanto sufrimos daño espiritual.
Quizás pensamos, que con nuestra indignación
damos lo mejor, pero no es así. Tal vez somos de la
opinión, no hay nada que puede guiar nuestra
conducta, pero tampoco es así. Debemos dominarnos
y depositar la carga de la responsabilidad a Dios. Si
le damos, Él nos aliviará. Debemos decidirnos a ser
felices, sin importar lo que sucede a nuestro
alrededor; independientemente del comportamiento
de las personas, sin importar los obstáculos que ellas
puedan poner en nuestro camino, o cuales sean las
cargas que puedan arrojar sobre nosotros. Debemos,
a pesar de todo ser felices, porque es el propósito de
Dios para nosotros. Si algo va mal, debemos llevar
esta carga a Dios y decir: “Señor, por favor toma tú,
porque mis hombros no fueron creados para esta
carga. Las cargas son tuyas. Yo te las entrego a ti. Si
debe cambiar la situación, debes hacerlo tú.”
Entonces debemos soltar y encargar la situación a
Dios.
Luego dice Dios: “Ni tengas envidia de los que
hacen iniquidad “(verso 1). Es fácil pensar en los
ricos, que no usan sus riquezas para Dios: “¡Oh si yo
tuviera su dinero, cuanto bien podría hacer!” o tal vez
vemos en el mundo a personas con talento y decimos:
“Oh si tuviera yo su talento, lo usaría para el Señor”.
Dios no quiere que pensemos así, porque esto es
envidia. No es objetable, desear más oportunidades
financieras o mayores talentos, para poder utilizarlo
para el Señor, pero es un error, tener envidia. Solo la
idea de querer poseer más, es pérdida de tiempo. Lo
que realmente es importante, es usar lo que tenemos.
Si nos centramos en la falta de amor y nos
preocupamos e irritamos, que es perpetrada sobre
nosotros, inspiramos a otros primero, hacernos difícil
la vida. Vemos un ejemplo adecuado en la vida de
Ana. Elcana tenía dos esposas. Penina tenía muchos
hijos, pero Ana no tenía hijos. Penina aprovechó la
oportunidad para hacer daño a Ana. Esta escrito: “Su
rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola” (1.
Samuel 1,6). Algunas personas disfrutan, hacer pasar
por ridículo a otras personas. Se burlan a causa de un
defecto físico o de alguna debilidad. Si se nos nota el
enojo, esto es a menudo la ocasión para continuar con
la provocación. He oído decir a alguien: “Me gusta
molestar a fulano, porque él no lo soporta”. Los
cristianos, por supuesto, nunca deberían actuar de
esta manera, sino más bien tener consideración por
los sentimientos de los demás. Pero es de esperar que
personas impías actúen de esta manera. Es aún más
importante aprender a no estar disgustado, presentar
nuestras preocupaciones a Dios y soportar
pacientemente la situación.
No te disgustes. No te sirve, pero te dificulta.
Entrégale a Dios y deposita tus cargas sobre Él. No
trates de asumir las tareas de Dios, sino aprende a ser
feliz ante tus dificultades. Mantén tu vida espiritual
lejos de todo estrés y Dios te ayudará a tener éxito. Él
te manda: “¡No te disgustes!“ Él te dará esta gracia.
“Estad quietos, y conoced
que yo soy Dios”
(Salmo 46,10)
Trompeta Evangelizadora 05/2014 12
EN SEÑ AN ZAS BÍBLICAS - FÁCILES DE COMPREN DER │LECCIÓN 35
La santificación de la vida
¿Qué significa “santificarse”?
Hemos demostrado en la lección anterior, la
santificación como obra de Dios en el hombre: El
bautismo del Espíritu Santo. En esta lección,
queremos considerar la santificación como la tarea del
hombre.
Pablo escribe a los Tesalonicenses: “Por lo demás
hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús
(que de la manera que aprendisteis de nosotros, cómo
deben conducirse, y agradar a Dios), así abunden más
y más” (1.Tesalonicenses 4,1). Y a los Romanos:
“Más ahora que estáis libre de pecado y hechos
siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto, la
santificación, y como fin la vida eterna”
(Romanos 6,22). Los términos “abunden más y más”
y “ser santos”, nos muestran que se trata aquí de un
proceso progresivo. Este proceso se encuentra en el
panel de tareas de las personas. El “ser santos”, o
como dice la traducción según Schlachter 2000
“santificación” es “vuestro fruto”. Así que cuando el
Nuevo Testamento habla de “santificarse” entonces se
trata aquí de un desarrollo. De un valor en nosotros
que nos lleva a esta evolución. ¿Qué valores y
desarrollos se entienden aquí?
1. El deseo de tener más de lo divino Pablo escribe más adelante: “Pero acerca del amor
fraternal, no tenéis necesidad de que os escriba,
porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios
que os améis unos a otros. Y también lo hacéis así con
todos los hermanos que están por toda Macedonia.
Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más
y más y procuréis tener tranquilidad [...]”
(1. Tesalonicenses 4,9-11).
El instó a los hermanos a que abunden en el amor
fraternal y que procuren tener tranquilidad. Deben
tener el deseo de crecer en estas cosas. Y aprovechar
las oportunidades que Dios da para crecer en él.
Deben alentarse mutuamente en el amor y las buenas
obras (Hebreos 10,24). Por lo tanto, se trata de contar
con un deseo de las cosas que vienen de Dios o
agradan a Dios. Tenemos que llegar a estas cosas y
luchar en oración acerca de como obtener más de él.
2. Separación y purificación de todo lo impío A los Corintios Pablo escribe: “Así que, amados,
puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de
toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios”
(2. Corintios 7,1). ¿Qué promesas incluye aquí? Él
escribió en el capítulo anterior: “Yo habitaré y andaré
entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos,
dice el Señor, y no toquéis lo inmundo y yo os
recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me
seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”
(2. Corintios 6,16-18).
Con esta promesa en mente (y con la condición
asociada) hemos de purificarnos de esta mancha de la
carne y el espíritu.
La fornicación no tenía nada de malo a los ojos de
los antiguos. Así como la pornografía ante los ojos de
los hombres de nuestro tiempo no es nada malo. Pero
eso no debe ser así con nosotros. Tenemos que
separarnos. Tenemos que “limpiarnos de la
inmundicia del cuerpo”.
La idolatría era normal en la sociedad en la que
vivió Pablo. Así como la idolatría hoy es normal. No
tenemos en nuestra sociedad pequeñas estatuas en el
patio delantero, donde hacemos ofrendas, como es
común, por ejemplo en la India. Tenemos otros
ídolos. Es una carrera, en la que se sacrifica la
familia. Es un hobby, al que se sacrifica todo el
dinero. Es el egoísmo, en el que las relaciones hacia
nuestros seres queridos son sacrificadas. Lo peligroso
es que estos ídolos son invisibles. Pero esta idolatría
mancha la mente. Y debemos limpiarnos de esta
profanación.
El objetivo aquí es aborrecer las cosas impías.
Separarse de ella. Resistirles cuando tales cosas
quieren introducirse en nuestras vidas. Arrepentirnos
si han encontrado entrada en nuestras vidas. Con
ello debemos entender, que es el Espíritu Santo el que
muestra lo impío, o la falta de lo divino en nuestras
vidas. Sigue siendo nuestra tarea purificar eso.
Santificarse quiere decir, vivir constantemente para
que seamos hallados santos y puros delante de Dios.
Como personas que han sido apartadas para el
servicio, que han consagrado su vida a servir a Dios,
llevando fruto para su gloria.
Querido lector, ¿es este el objetivo de tu vida?
¿Vives en la voluntad de Dios? ¿En la santificación?
¡Dios lo quiera!
Robert Witt, Gifhorn (DE)
Amor de Madre
Cuando yo estaba en Joroco así contaba la abuela -
vivía allí una mujer sola. Su marido había muerto y el
hermano de éste fue a buscar a sus dos hijos. Eso casi
le había arrancado el corazón, pero ella no pudo
evitarlo. Esto es así en muchos lugares en África. Los
niños pertenecen al padre, y cuando éste muere, su
hermano tiene el derecho de determinar lo que se hará
con ellos. Simplemente ellos le pertenecen a él. Este
tío ahora encontró que él podría necesitar muy bien de
esos dos niños para trabajar, y por eso se los llevó.
La madre estaba muy triste. Ahora ella estaba al
acecho por la gente que venía de esa zona, donde
vivía el tío. Quedaba muy lejos, y sin embargo, de
esta manera recibía de vez en cuando noticias de sus
jovencitos. Lo que oyó le pesó en el corazón. Sus
hijos no lo tenían bien. Tuvieron que trabajar más allá
de sus fuerzas, y con frecuencia eran golpeados.
María Rosa no sabía cómo ayudarse. Sólo podía orar
y suplicar: “¡Tú, grandioso Dios, quiero a mis hijos
nuevamente conmigo!” Un día se enteró de que el tío
había alojado a los niños con una familia extranjera
cerca de Banga. Cuando se enteró de que el misionero
quería emprender un viaje a esa zona, ella le pidió que
le permitiera acompañarlo. “Sí, si estás aquí a la
cinco de la mañana”, dijo él. Ella fue puntual, se sentó
en la parte trasera de la camioneta y se mantuvo en
silencio. Por la tarde llegaron a Banga., “Yo
continuaré a pie”, dijo María Rosa, “¿cuándo vas a
regresar?” “Mañana por la mañana”, fue la respuesta.
“Bueno, voy a estar aquí”, prometió y siguió su
camino. Ella otra vez caminó hasta bien entrada la
noche. En el pequeño pueblo aun seguía ardiendo el
fuego de cocinar. La cansada madre entró en una
choza extraña. En la segunda mitad de la noche salió
de la misma con un niño de la mano y otro más
grandecito a su lado. Nadie sabe cómo lo ha logrado.
“Dios me ha ayudado”, se limitó a decir cuando se le
preguntaba al respecto.
Los tres tuvieron que andar veinte kilómetros hasta
llegar a Banga. Cuando el misionero estaba
preparándose para partir a la mañana, ya los tres
estaban sentados sobre la carrocería del auto. Sin
decir palabra, María Rosa descubrió la espalda de
Samuel y señaló la gran cicatriz que fue causada por
los golpes que había recibido el pequeño. Al
misionero le producía lágrimas en los ojos. ¡Qué
grande es el amor de esta madre!, pensaba él en el
camino. ¡Qué todo no ha soportado ella por recuperar
a sus hijos! Allí sentada, él la veía por el espejo
retrovisor. En medio María Rosa, un niño de cada
lado, y los mantuvo así abrazados con brazos fuertes.
La Biblia dice que el amor de Dios es aún más
grande que el amor de una madre. ¡Qué todo ha
soportado el Salvador para traernos de vuelta al
Padre! Nada era demasiado para Él. Y este amor tiene
valor para ti y para mí y no tiene descanso, hasta que
seamos llevados a casa en sus brazos.
H. Schilling
Trompeta Evangelizadora 05/2014
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Trompeta Evangelizadora 05/2014 14
LA OMNISCIENCIA DE DIOS
Si tratamos los atributos de Dios, somos colmados con
gran reverencia. Tenemos un Dios que es eterno,
omnipotente, omnipresente y omnisciente. Queremos
enfocarnos en la omnisciencia de Dios, su
conocimiento de todas las cosas. Dios siempre estuvo
allí. Él lo creó todo y “Dios le da a conocer todo esto
desde tiempos antiguos” (Hechos 15,18). Dios conoce
al hombre, quien es corona de su creación. Leemos en
1. Crónicas 28,9: “El Señor escudriña los corazones de
todos, y entiende todo intento de los pensamientos” El
profeta Jeremías describe como Dios se denomina:
“Yo, el Señor que escudriño la mente, que pruebo el
corazón” (Jeremías 17,10). Debido a que Dios conoce
nuestros corazones y pensamientos, será un juez justo
en el día postrero. En Hebreos 4,13 leemos: “Y no hay
cosa creada que no sea manifiesta en su presencia;
antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a
los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”
La Palabra de Dios nos muestra que todas las
personas de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo)
son igualmente omniscientes. Antes que Jesús enseñara
a sus discípulos a orar dijo: “Vuestro Padre sabe lo que
necesitáis antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6,8).
Porque él conoce nuestras peticiones secretas, nuestro
Padre celestial debe ser omnisciente. Al igual que su
Padre, Jesús el Hijo de Dios, es omnisciente. Varias
veces algunos, como por ejemplo los escribas y
fariseos, trataron de encontrar una manera de atrapar a
Jesús en sus palabras. Leemos en Lucas 6,8: “Pero él,
conociendo sus pensamientos.” ¿Quién conoce los
pensamientos de los hombres? Sólo aquel que es
omnisciente. Pablo hace evidente la omnisciencia del
Espíritu Santo en 1. Corintios 2,11: " Porque ¿quién de
los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu
del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
Para algunos, la idea de que Dios lo sabe todo es
inquietante. Esto es especialmente cierto para los que
quieren ocultar sus pecados ante Dios. Las personas son
fácilmente engañadas, porque no pueden descubrir los
corazones y los pensamientos de los demás. ¡No
olvidemos que no podemos engañar a Dios! Lucas 12,2
nos advierte: “Porque no hay nada encubierto que no
haya de descubrirse; ni oculto que no haya de saberse.”
Los hijos de Dios por medio de la omnisciencia de
Dios sentirán consuelo y paz. Dios conoce los peligros
físicos y espirituales que existen a nuestro alrededor.
Nada pasa en la tierra ni en el cielo, que Dios no lo
permita. Todo está en su mano y él conoce nuestras
limitaciones.
Si Dios lo sabe todo, incluso las decisiones que
haremos, ¿todavía tenemos libre voluntad? Si, el
hombre tiene libre alberdío para hacer lo que quiere.
Pero, Dios es consciente de nuestros pensamientos y
conoce nuestra reacción en cualquier situación. Dios
permite que tomemos nuestras propias decisiones, pero
él tiene un plan perfecto y lo llevará a cabo con medios
divinos, pero nunca contra la libre voluntad de la
persona. Un ejemplo de esto encontramos en la historia
de Israel. Faraón no quiso dejar ir al pueblo. Dios dijo a
Moisés: “Y yo endureceré el corazón de Faraón y
multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis
maravillas, y Faraón no os oirá” (Éxodo 7,3-4). Faraón,
en lugar de ablandar su corazón ante la presencia y el
poder de Dios, lo ha endurecido. La presencia y
cercanía de Dios se pueden comparar con el calor.
Algunas de las cosas, como la mantequilla, se derriten
cuando se calientan. Otros, como la arcilla, se
endurecen. Cuando al mandato de Dios, Moisés se
dirigió a Faraón para la partida, éste le respondió:
“¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz y deje ir a
Israel? No conozco al Señor, ni tampoco dejaré ir a
Israel” (Éxodo 5,2). Faraón endureció su corazón en la
presencia de Dios. El Señor vio la dureza de su corazón
y supo cuál sería su reacción. Pero seguía siendo la
propia decisión de Faraón.
Querido lector, ¿qué sentimientos despierta la
omnisciencia de Dios en ti? ¿Vergüenza o consuelo?
John Reimer, Barrhead (CA)
PÁGINA JUVENIL
SERIE: LAS PROPIEDADES DE DIOS
I JUSTICIA II VERDAD
III OMNISCIENCIA
Trompeta Evangelizadora 05/2014
15
Mi querido hijo,
Es muy temprano de madrugada, no son las tres de la
mañana aún. Mientras estoy acostada en mi cama,
mis pensamientos están en ti, porque he acabado de
orar por ti. No es extraño que una madre despierte a
medianoche, cuando está preocupada por alguno de
la familia. A veces pasan por mis pensamientos en
estas horas, toda tu niñez, o al menos aquello que
quedó grabado en mi mente. Tu vida es realmente
corta todavía. Hace más o menos diecisiete años,
cuando la enfermera te trajo a mi habitación, vestido
sólo con pañal y una camiseta. Para mí tú eras el niño
más hermoso que había nacido en nuestra ciudad.
Como tu padre en ese entonces, viajaba mucho para
realizar cultos, ambos tuvimos mucho tiempo para
estar juntos.
Recuerdo todavía, cuando tenías aproximadamente
cuatro años, preferías sentarte conmigo en la
mecedora para “leer”. Era antes de pascua. Te leía de
la Biblia ilustrada, como los amigos de Jesús se
durmieron mientras Él oraba. Después huyeron,
cuando él más los necesitó. Tú siempre me mirabas,
para ver mi expresión. La antigua y conocida historia
y las conocidas imágenes me conmovían
interiormente de tal manera, que no podía contener
las lágrimas, cuando abría la página de la imagen de
la cruz pensando en el dolor y sufrimiento de Jesús.
¿Recuerdas aún lo que me dijiste aquella vez? –
“¡Mami, yo no me hubiera escapado, yo ayudaría a
Jesús!” Sí, mi hijo, yo se que en aquél entonces
realmente ayudarías a Jesús si te fuera posible. Ibas
con alegría a los cultos y a la escuelita dominical. Y
en la casa tenías tu “pequeña iglesia” con los osos de
peluche y los perros de juguete, y a tu pequeño
hermano contabas lo que habías oído el domingo por
la mañana. Tú entregaste tu vida a Jesucristo a muy
temprana edad. Él era tu mejor amigo y ejemplo.
Entonces aconteció algo en tu vida, lo cual recuerdo
a menudo. Viniste a mí en la cocina, te sentaste en el
taburete amarillo, para hablar conmigo.
“Mamá” así comenzaste, “Yo he tenido un sueño
extraño.” - “¿ h sí?” “Mamá, era muy raro. Yo
estaba en la cocina, y estaba taaan sediento. Fui a una
cañilla, pero era muy pequeño, y no había nadie allí,
para levantarme. Y yo tenía demasiada sed. Entonces
alguien me tomó de atrás. No podía ver quién era,
pero sus brazos eran fuertes como los de papi. La
potente voz me dijo: ‘¡bebe!’ y yo obedecí y bebí.
Sabes mami, de repente era grande y estaba parado
sobres mis pies y yo era pastor.”
Algo así no se puede olvidar, pero lo he guardado en
algún lugar de mi memoria con todos los otros
acontecimientos, lo que me decías o realizabas para
mi sorpresa. Siempre estuve orgullosa por ti cuando
lograbas algo. Por supuesto, cada uno de ustedes tres
tiene un lugar especial en mi corazón, cada uno a su
modo.
Pero en este momento, mi hijo, me estoy
preocupando por ti, cuando veo, como te alejas
lentamente de Dios. Puesto que has crecido
rápidamente en el último tiempo, de repente me di
cuenta, que te sientas en la última fila en el culto e
incluso sales de vez en cuando. También me pesa en
el corazón, al ver que no asistes a la reunión de
jóvenes para ir en tus propios caminos. Tú has
entregado en una oportunidad tu vida a Jesús. Por
favor, ¡no te alejes tanto de Él, que ya no puedas
escuchar su voz! Estoy consciente de que estás en
una edad, en la cual debes aprender a tomar tus
propias decisiones. Acerca de tus informes de la
escuela, no tengo quejas. Tus responsabilidades en el
hogar cumples. Pero, ¿Por qué estoy siempre
acostada, despierta y pensando en ti? Tal vez, porque
escucho tu voz, como decía una vez: “Mami, yo no
huiría, yo ayudaría a Jesús.” - Nuestro Señor Jesús
volverá pronto. ¿Te hallará durmiendo cuando venga,
o estarás huyendo de Él?
Mi deseo y oración es, que hagas una entrega total a
Jesús. Entonces se mezclará la feliz gratitud de una
madre con las alabanzas de los ángeles, porque ella
ha experimentado personalmente la verdad y las
promesas bíblicas: “Instruye al niño en su camino, y
aun cuando fuere viejo no se apartará de él”
(Proverbios 22,6).
Tu madre
A
Trompeta Evangelizadora 05/2014 16
Experiencias con Dios
“Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al
Altísimo; E invócame en el día de la angustia; Te libraré y tú me honrarás.”
(Salmos 50,14-15)
Con este testimonio quiero alabar a Dios y
agradecerle por toda la ayuda maravillosa que me ha
dado en la vida.
En primer lugar doy gracias al Señor, que desde muy
pequeña pude visitar los cultos de la Iglesia de Dios,
en la cual fui familiarizándome con las verdades
divinas y por lo tanto, tempranamente pude
convertirme a Dios. En tanto, han pasado muchos
años y le doy gracias a Dios, por los caminos que Él
tuvo conmigo en mi vida.
Hasta mis sesenta años pude disfrutar de mi salud.
Pero después de hacer una prueba de sangre, (yo no
tenía dolores) resultó que tenía insuficiencia renal
crónica. Esta enfermedad no se podía retroceder, se la
podía detener con dieta y tratamiento médico. Así
transcurrió hasta que la función renal fue tan lenta,
que el médico aconsejó hacer diálisis. Así que durante
casi dos años y medio estuve cada noche, mientras
dormía, durante 9 horas conectada a la máquina de
diálisis.
Durante ese tiempo tuve el deseo de que me ungieran
y oraran por mí.
Cuando en una fiesta se extendió la invitación, la
tomé. El Señor no me ha sanado, pero como dice en
las escrituras: “El enfermo se sentirá mejor”, así lo
pude experimentar. El Señor me ha ayudado
maravillosamente en ese tiempo. Pude llevar una vida
normal y no tenía dolores y fui conservada aún contra
inflamación. Dios también me ayudó, que esta nueva
vida no la tomara tan trágicamente, sino agradecida
porque me iba bastante bien.
Durante ese tiempo me preguntó mi médico, si yo
quisiera poner mi nombre en la lista de trasplante
renal. Ya que mi estado de salud era bastante bueno,
sería buena candidata para eso, dijo Él. Sin embargo
podría tardar 7 u 8 años. Estuve de acuerdo. Mi
oración fue: Señor, como tú guías, está bien. No
quiero afianzarme sobre eso.
¡Como nos sorprendimos, cuando el 24 de noviembre
del 2013, (luego de aproximadamente dos años y
medio de hacer diálisis) una mañana, las 5.30 horas,
recibimos una llamada del sanatorio, que fuera lo más
rápido posible al mismo, porque había un riñón
compatible para mí de un donante cadavérico,
desconocido para mí.
La cirugía se llevó a cabo. A Dios sea la gloria y la
honra. Porque la cirugía transcurrió muy bien. El
riñón comenzó a funcionar, ¡qué milagro! Estuve 12
días en el hospital. A veces hubieron contratiempos,
pero eso era de esperarse. El cuerpo tuvo que
acostumbrarse a este cuerpo extraño (el riñón nuevo).
Hoy, después de unas diez semanas me he recuperado
bien. Solo puedo agradecer a Dios, que tuve la
oportunidad de espera de un tiempo tan corto, que
pude conseguir un riñón sano y le confío a él mi
salud.
Yo estaba muy extaciada al saber que muchos
hermanos y hermanas estaban orando por mí, esto
también lo compartí con mi médico. Agradezco a
todos los queridos hermanos y creo que la oración
unida fue respondida por Dios, también soy
consciente de que no es coincidencia que todo sucedió
bien hasta ahora. ¡A Dios sea la gloria por ello!
Vuestra hermana en el Señor
Edith Roesler, Toronto (CA)
Trompeta Evangelizadora 05/2014
17
Mi querida madre,
Nuevamente es día de las madres, te quisiera alegrar con mi carta. ¡Qué triste sería este día si no te tuviera
más! Pero para muchas, muchas personas es así. Tú mismo ya no tienes a tu madre desde hace mucho, pero
estoy muy agradecido a Dios que todavía te tengo.
Cuando pienso en tu amor por mí, mis pensamientos se dirigen inmediatamente al gran Dios. El puro y
abnegado amor de una madre solo proviene de la fuente del Todopoderoso. Todo pensamiento de una madre,
que fielmente con dedicación atiende y cuida a su hijo, solamente proviene del corazón de Dios. ¡Y así una
madre él me dio!
Querida madre, hace más de 50 años que me bendices con inalterable amor. Me amaste desde el primer
momento que te diste cuenta que está creciendo un niño en tu vientre. Desde bebé me protegiste en tus brazos,
con todo amor y dedicación me proveíste. Estoy agradecido que desde los primeros días de mi vida me has
llevado a la casa de Dios, y desde entonces puedo estar allí casi todos los domingos y los miércoles de mi
vida.
Que maravillosa infancia tuvimos en el entorno familiar, con una madre que siempre estuvo ahí para
servirnos. Podía llegar a ti con todo dolor y angustia y tú lo llevabas todo al Salvador. Cuando crecí y tenia
entendimiento me enseñaste a orar. Nunca olvidaré esos momentos sagrados que te busqué y escuché a la
puerta de tu dormitorio que estabas de rodilla y orabas. Como se conmovía mi corazón cuando escuchaba mi
nombre. Nunca quise decepcionarte, pero a menudo lo hacía. Pero me seguías amando.
Gracias madre, que tú y papá fueron un ejemplo para nosotros como hijos, de fidelidad al servicio de Dios.
Hemos aprendido desde la niñez a poner las cosas de Dios en primer lugar. Seguramente habrán pasado por
tormentas y desilusiones, pero como hijos nunca hemos sentido una disminución en el servicio a Dios. Que
bendición fluye hasta estos días de esta fidelidad, en la cual todos tus hijos siguen este camino. Gracias madre,
que ustedes como padres no nos han permitido todas las cosas. Por más que en el tiempo de la adolescencia se
tornaba difícil, hoy lo estimo de mucho valor. Gracias por no ensanchar el camino angosto. ¡Qué grande fue tu
alegría cuando me convertí a Dios en mi juventud! Gracias que en los momentos de luchas y pruebas en los
años de mi juventud he tenido a mis padres que estaban a mi lado y buscaban lo mejor para mí.
Que hoy puedo servir a Dios de corazón y como siervo de Dios puedo predicar el Evangelio, agradezco a Dios
junto a ustedes querido padre y querida madre. A menudo me conmueve y me fortalece pensar: mis padres
oran por mí. Gracias madre porque a menudo me lo dices. Gracias que no solo oras íntimamente para mí, sino
que para mí querida esposa e hijos. Cuanto te alegras al escuchar la voz de cada uno de ellos por teléfono o
skype. Gracias por el gran gozo que tienes en poder hacer siempre lo mejor para nosotros.
Querida madre, imborrable es la imagen de lo bien que has cuidado con tanto amor a tu madre hasta su
muerte. Ahora estás tú con edad avanzada y luchas constantemente por tu salud. La difusión del evangelio
distanció nuestros caminos, no puedo estar a menudo contigo, pero quiero alegrarte con ser un hijo que te da
alegría y honra. ¡Agradezco tanto a Dios por ti!
Con agradecido amor,
tu hijo.
Trompeta Evangelizadora 05/2014 18
Mensaje Radial Mensaje de Salvación Friedrich Krebs, Kitchener (CA)
La sincera fe
“Sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones […] deseando verte […]. Para llenarme
de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero
en tu abuela y en tu madre, y estoy seguro que en ti también” (2. Timoteo 1,3-5).
Timoteo era un cercano colaborador del apóstol
Pablo. Lo denominaba como “su amado hijo”, por el
cual daba gracias a Dios sin cesar. Pero el gozo y la
merced que tenía de Timoteo no eran por méritos
propios solamente, evidentemente provenían de su
madre y abuela. ¡Y todo lo que tenían en común con
este hijo, provenía de la fe! Lo llamativo aquí es que
se recalca la calidad de fe. Lutero menciona una fe
“no fingida”. Otros la traducen como una “sincera” o
“leal” fe. Así real, pura y sin adulterar. Esto es
realmente un “gran tesoro en vasos de barro”, como
leemos en 2. Corintios 4,7. ¡Cada familia y cada hijo
han de desear tales padres y tales abuelos!
Somos conscientes de que en nuestro tiempo se
caracteriza un profundo y creciente alejamiento de
Dios. La fe, que tiene un buen fundamento en nuestra
vida, nos sostiene y nos da la necesaria orientación, se
considera ampliamente inútil y sin valor. Por el
contrario debemos tener en cuenta como Jesús valora
la verdadera fe: “creéis en Dios, creed también en mí”
- le fundamentó en el corazón de los discípulos. Esto
se justifica con las palabras: “¡por la fe tendréis vida!”
A personas que con fe buscaban y encontraban ayuda
en Él, decía en repetidas ocasiones: “¡tu fe te ha
salvado!”
A Pedro le dijo: “¡Yo he rogado por ti, que tu fe no
falte!” Así el Maestro introdujo a sus discípulos y a
otros en la importancia de la fe. ¡Él asigna un
considerable valor sobre eso! No es de sorprender que
pidieron inminentemente al Maestro: “¡Señor,
auméntanos la fe!” (Lucas 17,5).
Sin fe no se puede encontrar a Dios, y sin fe nadie
puede entrar en el ámbito de la luz divina. Esa es la
razón de aquellos que están en gran desventaja por no
creer. ¡Y aquí está el motivo de grandes y lamentables
problemas familiares! Es por eso que se necesita
padres, madres y abuelos que tengan una fe “no
fingida”, para que puedan transmitir con eficacia en la
vida de los hijos. Todos podemos dar solamente lo
que poseemos, ¿no es cierto?
En un pequeño devocional diario leí como una
madre sustituta buscaba entusiasmar a los hijos que
tenía a cargo a disfrazarse para el carnaval. Casi sin
excepción, los padres estaban de acuerdo con esto, y
sin pensar, en que introducen a los hijos en un
carácter supersticioso y de corrupción. Pero al final de
este devocional hubo una importante pregunta que les
quiero transmitir aquí: “Una vez que estén ancianos y
enfermos ¿quisieran ser cuidados por aquellos cuyo
pensamiento está dominado por espíritus de
hechicería y maldad, o para aquellos que temen a Dios y
tienen fe?” - ¡Si esto tiene algo que decir, debe
volverse a la verdadera fe y sin falta transmitirlo a
otros!
Aquí un ejemplo: En Ruhrgebiet un hombre sabio
estaba delante de una multitud y trató de probar que
Dios no existe. Apoyado por los repetidos aplausos,
habló durante casi dos horas. Entonces se le dio al
público la libre opinión. Al parecer nadie tenía el
valor de decir algo. Luego del fondo se levantó una
abuela y se dirigió con valentía hacia el escenario.
“Señor disertante”, comenzó ella. “Usted ha hablado
durante dos horas sobre su incredulidad. Permítame
hablar ahora solo cinco minutos de mi fe.” Entonces
ella relataba de sus dolorosas experiencias, y como el
Señor le había ayudado. Como su fe le ha llevado a
través de grandes dificultades y penumbras. “Ahora
estoy vieja y mi fin está cerca. Pero sé que pertenezco
a Jesús y pronto subiré al cielo y entraré al hogar
celestial. Todo esto me concedió el Señor por mi fe.
Pues ahora le pregunto: ¿Qué hizo su incredulidad por
usted?” - Avergonzado se acerca el orador, le dio unas
palmaditas en el hombro y dijo: “¡Oh, a una anciana
no queremos quitar su fe en absoluto!” - “No, no, dijo
la anciana, usted no puede venir así a mi”. “¡He hecho
una pregunta y esta no fue respondida!” - ¡Y así
culminó la noche!
Volvamos una vez más a nuestro texto. Aquí todos
pueden ver con gratitud y alegría por el precioso fruto
de fe, que se había hecho visible en la vida del joven
Timoteo. Según Hechos 16, Pablo lo encontró en
Derbe justo donde él también había sufrido una severa
persecución. Siendo Timoteo tan joven tenía una
considerable reputación en este entorno. Para Pablo,
él significaba un buen apoyo y ayuda en el servicio.
De él escribió el apóstol más tarde: “Pues a ninguno
tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se
interese por vosotros.” ¡Es simplemente admirable
como la verdadera fe, no fingida, de la madre y de la
abuela había actuado aquí! Quiera el Señor fortalecer
en fe a las madres en nuestro tiempo, por medio de
este ejemplo alentarlas, y darles sabiduría y gracia
para influenciar a los hijos de este modo.
Respecto a esto, una pequeña indicación: todos
sabemos que cada hijo nace sin saber un idioma, y sin
embargo tiene la capacidad de aprender el idioma de
sus padres. ¡Esto nos muestra un verdadero milagro!
Cada idioma tiene su valor. ¡Pero el mejor idioma es
el lenguaje de Dios! Por lo tanto, preocupémonos de
que nuestros hijos se familiaricen con este lenguaje,
como fue en el caso de Timoteo. ¡En este sentido
deseamos a todas las madres y abuelas un grato y
bendecido día de las madres!
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DÍA DE LA MADRE
Una Palabra Amable
Con que frecuencia estamos ocupados en nuestra vida cotidiana con nosotros
mismos, nuestras preocupaciones y dolores. Con ello no nos percatamos, que
nuestro prójimo necesita de nuestro apremio.
Andreas Stelzer viene una noche a casa cansado del
trabajo. Ha trabajado duramente todo el día, y la
esposa también en la casa. Por eso tiene también el
derecho de estar cansada como él.
“Una mujer alegre y un hogar alegre - ¡que paraíso
sería!” - pensó Andreas, mientras sacaba la mirada de
la cara no tan alegre de su esposa y se sienta un poco
gruñón.
No se habla ni una palabra. La señora Stelzer trae la
cena con pasos cansados hacia adelante.
Finalmente dice “Esposo”. Solamente en la palabra,
en el tono de su voz no está la invitación. Andreas se
levanta inmediatamente y va a la mesa. Está por decir
una palabra fuerte pero se detiene. No le agrada que
su esposa sea tan hermética, pero le viene a la mente
que tal vez él podría ser el culpable de que ella no
esté alegre y feliz. La comida estaba excelente. Pero
estaría gozoso si se hubiese mostrado un poco de sol
en el rostro de su esposa. Él se dio cuenta que ella
no come. - ¿No estás bien, Marie? - Estas palabras
están en sus labios, pero no las pronuncia. El rostro de
su esposa está poco amigable, piensa él. Así están
ambos sentados, se puede decir, en un profundo
silencio ahí, uno frente al otro, hasta que Andreas
terminó de comer. Luego la esposa limpia la mesa,
extiende un mantel verde sobre la misma y deja al
marido solo con sus sombríos pensamientos.
“¡Pero esto ya es insoportable!” se dice Andreas a sí
mismo, y va con las manos en los bolsillos,
caminando cabizbajo de un lado al otro de la
habitación. Después de un rato saca un papel del
bolsillo y se sienta a la mesa a leerlo. Con asombro
lee en la hoja las palabras: “¡Alaba a tu esposa!” - “Si,
si” - piensa – “¡esto también es necesario! ¿Por qué?”
- pero sigue leyendo: “¡Alaba a tu esposa para
animarla un poco!”
Él levantó la vista y murmuró: “¡Eso ya es correcto!
Alabar no cuesta nada, pero ¿cómo voy a alabar a una
esposa gruñona? ¿No hace justamente desagradable el
hogar con su rostro sombrío?” Continuó leyendo:
“Ella hizo tu hogar cómodo y agradable para ti, y si
esto no es mucho, alábala de todos modos. Busca y
encuentra algo digno de alabanza. Le hará bien a ella
y - ¡a ti también!”
¿No esta esto escrito exactamente para nuestro
Andreas? El sigue leyendo. Su conciencia se
despierta, porque Marie le ha hecho el hogar bonito y
agradable, pero él nunca le dio las gracias. Y tampoco
nunca fue elogiada, solo reprendida de vez en cuando.
Viene de la cocina, toma su cesto de trabajo y se
sienta a la mesa de coser. Ella toma justamente una
camisa, tiene algo que arreglar en ella, Andreas sabe
que es para él.
“Pero eso haces realmente muy bonito, Marie”
comentó ligeramente. Ella no respondió nada, pero las
arrugas en su rostro se alisaron, mientras la aguja se
movía con diligencia. “Escucha” dice él “en realidad
mis camisas, son las más limpias y más prolijas del
negocio.” “¿En serio?” pregunta la mujer. Todavía no
alzaba la vista, pero siente que el hielo ya se rompió.
“Sí, Marie” dijo. “He escuchado más de una vez
comentarios como: este debe tener una mujer
talentosa.”
Ahora ella levanta la vista y mira al marido. Sus ojos
brillan. Pero hay algo en su expresión, que inquieta al
hombre. “¿Tú crees también eso?” Pregunta ella
cortante “¡Que pregunta!” responde, y se acerca
“¿Cómo puedes hacer esa pregunta, Marie?” Repitió
el, estando delante de ella. “¿Realmente piensas tú
así?” Es todo lo que ella dice. “Si querida” -
respondió en tono íntimo, se inclina hacia ella y la
besa.
Ahora ella se pone de pie, apoya la cabeza en el pecho
de su marido y llora en silencio. “Qué raro que hagas
esta pregunta” susurra Andreas. “Oh, si podrías
decirme esto de vez en cuando Andreas, me haría
bien.” Una luz brillante resplandece al esposo
también. Nunca le había dado ni siquiera la mínima
gratitud a su esposa por el amor que le demostró a
diario. Las dudas sobre el amor de su esposo habían
tomado el corazón de ella, y le habían deteriorado
toda la alegría.
“¡Tú eres tan buena y fiel, Marie! Te amo. ¡Tu
felicidad me hace gozoso y feliz! Si tú estás alegre,
entonces ¡nuestro hogar es para mí el lugar más grato
de la tierra!” “¡Andreas!” dice Marie a través de las
lágrimas y sonriendo “tus palabras son bálsamo para
mí. Cuando pienso en ellas, nunca puedo estar triste.
¡Y el trabajo se hace más fácil para mí!”
Sin embargo que fácil fue encontrar lo que Andreas
estaba buscando. De repente se rasgó la cortina que
ocultaba la felicidad de su hogar. De repente el sol
resplandeció sobre su casa, y esto trajo un pequeño
reconocimiento. Una palabra amable, a menudo obra
un efecto agradable. En este acontecimiento se puede
ver, que la culpa no está siempre de un lado, si en el
hogar no está todo como debe ser.
T.E.
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Los niños aprenden
por el ejemplo
Allí está él delante del juez, un tímido y miedoso
adolescentes. El no parece ser el mismo que la policía
había detenido hace unos días cuando robaba una
tienda. No le quedaba nada de su convicción. Ahora
está delante del juez con la cabeza gacha.
Encarcelamiento, fue la sentencia. Sus padres lloran.
La madre exclama a gran voz: “¿Qué he hecho?
¿Cómo puede Dios ser tan cruel? ¡Ahora no puedo
creer más en él!” Pero, ¿Cómo aprendió el joven a
realizar las perversidades? Su padre trabajaba en una
fábrica. Cuando regresaba por la noche a su casa, a
menudo traía con él cuidadosamente oculto,
herramientas especiales, cables eléctricos y lámparas.
Su hijo no podía ver gran diferencia entre hurtar los
bienes de una fábrica y desvalijar una tienda. Hacía
años aconteció que el joven fue apresado por la
policía, cuando llevaba con un amigo suyo, autopartes
de la chatarrería de un vecino. La policía llevó al joven
a casa de sus padres. Lo primero que hizo el padre, fue
al vecino diciendo que cómo se le ocurrió denunciarlo.
El padre debería agradecer por la lección que recibió
su hijo. Habría sido una oportunidad para él, comenzar
una nueva vida con su hijo y la familia.
Estos pueden ser sólo dos incidentes cotidianos. No
obstante ellos, incluyen en ellos el destino de un
tímido y tembloroso joven, el cual era demasiado
joven para estar en prisión. En estos incidentes, que
aparentan no ser graves, encontramos la verdadera
razón de su delito: Los hijos aprenden por el ejemplo.
¡Que Dios nos ayude como padres y nos dé sabiduría y
gracia para vivir decente y honestamente!
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PÁGINA FAMILIAR
Porque se rompen
los matrimonios
Parte 2
En la primera parte vimos que peligroso es cuando los hijos de Dios descuidan a Cristo en su
matrimonio. Muy relacionado con esto hay otra angustia, tener valores incorrectos en el
matrimonio y la familia. Porque aquí también vale la promesa divina, que Dios se preocupa por
nuestras necesidades, si nosotros buscamos primeramente el reino de Dios.
En esta parte también son nombrados otros peligros, sin embargo, sin que la “lista de peligros”
esté totalmente incluida.
La negligencia en el cumplimiento del deber de
alguno de los cónyuges provoca la rotura de algunos
matrimonios. Básicamente somos todos iguales. La
mayor necesidad de las personas es el amor, el
reconocimiento, la seguridad y el deseo de lograr
algo. Puedes decir a tu cónyuge: “te amo”. Puedes
demostrar este amor de mil maneras. Puedes mostrar
tu amor con pequeñas sorpresas y servicios de amor
que le deleiten, en cuanto permaneces paciente a sus
errores. Pero no destruyas las cosas con auto-
compasión y decepción, si tu cónyuge no reacciona
de la misma manera. Tal vez no le enseñaron en su
infancia a expresar sus sentimientos sensible y
tiernamente. Sin embargo, tú sabes que te ama. Sé
satisfecho y enséñale a expresarse mejor. Estima a tu
cónyuge y lo que hace. Alábale por un trabajo bien
hecho, por el descubrimiento de un nuevo talento.
Anímale también en tiempos de fracaso. Tú cometes
un grave error si una y otra vez indicas sus errores y
fallas. Pero si en los pequeños éxitos despiertas y
estimulas la confianza en sí mismo, lo ayudas a hacer
lo mejor.
Mientras un hombre se distingue con un buen
trabajo en el negocio, o es distinguido en su
ocupación, y recoge un signo de confianza, una mujer
puede tener la sensación de que a su desempeño no se
le da ningún reconocimiento. También ella produce
algo, así sea por el trabajo doméstico o por otros, sus
dones y talentos equivalen a productividad dentro o
fuera del hogar. Peligros hay, cuando una madre o
esposa descuida su hogar, su marido y sus hijos. Ella
debe aprender a mantener sus límites, con su trabajo
adicional que realiza fuera del hogar.
Se requiere una gran cantidad de trabajo en 25 años
para preparar 27.378 comidas, poner la mesa y
limpiarla; para mantener las sábanas y la ropa en
orden y preparar a los niños para la escuela. Todo
esto requiere mucha oración. Pero vale la pena.
Todos los esfuerzos del padre y la madre tienen su
recompensa. Si la mujer se esfuerza por mantener el
cuidado de la casa con sabiduría y de la mejor
manera, encontrará en ella a diario su más alta
satisfacción. Ella puede repetirse siempre: “¡solo lo
mejor de mí es bueno para Dios!” Esto es válido
tanto para la cocina como la conducción del
devocional familiar.
En cuanto a la sensación de seguridad que todos
necesitamos, debemos mantener permanentemente en
orden nuestra relación con Dios. Cuando estamos en
una relación correcta con Dios, podemos construir
una fe que sea suficientemente fuerte y suficiente
para cualquier situación. Esta seguridad es entonces
más fuerte si ambos, marido y mujer, la poseen. Nos
sentimos seguros en una armónica comunión en la
familia, en la iglesia, hacia el pastor y con los demás
cristianos. Y todo esto es posible alcanzarlo.
Otro destructor del matrimonio feliz es el desarrollo
de la mala costumbre y el desacuerdo. Dos personas que
se aman, nunca deben asumir el riesgo de caer en el
hábito de acusarse uno al otro, pelear, disputar, detectar
fallas, culpar, etc. Sin embargo, eso puede ocurrir
fácilmente en tu matrimonio si no te refrenas, y no te
comportas como adulto, sino como un niño malcriado y
obstinado. Roces entre los suegros y los esposos traen
también desacuerdos en el matrimonio. Conquistar el
cariño de tu suegra, significa mucho para ella como
para ti.
Aunque los niños deben ser el vínculo entre los
padres, a veces son la causa de la fricción. Surgen
problemas sobre la disciplina. La madre amenaza a los
niños con contar al padre sus malos comportamientos, o
ella toma una postura contra él. También puede ocurrir
que cuando la madre pone toda su atención a los hijos,
el marido se siente abandonado y hay celo hacia los
niños. Le corresponde a la esposa y madre preocuparse
de que su marido sea un respetado y amable padre y
esposo. Y él, como señor de la casa, debe compartir la
responsabilidad de los niños y no dejar esto solo a la
madre.
Una muy estrecha amistad con otros, también puede
ser una destrucción del matrimonio. Actualmente está a
la orden del día, que muchos cónyuges se roban la
benevolencia de otros hombres y mujeres. Ninguna
amistad entre el hombre y la mujer es segura, si el
cónyuge no está incluido. Dos familias pueden disfrutar
de una amistad y experimentar maravillosos tiempos de
compañía. Pero demasiada intimidad no es buena. No se
debe jugar con fuego. Se puede propagar rápidamente y
destruir hogares. Cada familia debe mantener sus
asuntos en privados. Los otros deben ser considerados
como huéspedes.
Oremos por la salvación y la perseverancia de las
familias, porque nuestro pueblo y país dependen de las
familias cristianas. ¿Quieren ustedes, marido y mujer,
mejorar y perfeccionar su matrimonio, consultar y orar?
Entonces díganse amablemente uno al otro: “¡Estoy
contento y feliz de haberme casado contigo. Te
necesito. Te amo!”
A pesar de todas las cosas externas que tratan de
destruir su hogar, un matrimonio sigue existiendo,
mientras cada cónyuge se siente útil y amado.
Verna Jainer
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PÁGINA INFANTIL
Una madre rica
Hace algún tiempo mientras viajaba en un tranvía
que estaba ocupado casi en su totalidad, subió al
mismo una pequeña y frágil mujer, humildemente
vestida, a ella le seguían seis niños. El más
pequeño tendría unos cuatro años. Uno de los niños
mayores miró apresurado en los vagones y gritó
entusiasmado: “¡Allí hay un lugar libre; mamá ven,
justamente hay un lugar para ti!” La madre se sentó
y dijo: “uno de ustedes puede sentarse en el
medio.” Pero todos los niños negaron con la
cabeza. La hija mayor dijo: “tienes que tener
suficiente espacio para estar cómoda, nosotros
podemos estar parados.” “Entonces al menos Pablo
puede sentarse sobre mi regazo”, mencionó la
madre y tomó al pequeño de la mano. Pero él se
negó y argumentando dijo, mirando inquisitivo a su
hermana: “Mamá eso te cansaría, y yo ya soy
grande, ¿no es verdad Marta? Marta asintió y dijo a
su madre: “yo lo sostengo fuerte para que no se
caiga.” La madre se echó hacia atrás y cerró los
ojos. “Mamá está cansada” dijo Marta a sus
hermanos “Ella tendrá que acostarse cuando
lleguemos a casa”. – “Haremos la cena solos” dijo
uno de los niños. “Yo lavo los platos”, prometió
otro. “Marta, yo también puedo ayudar,” dijo el
más pequeño mientras miraba a su hermana.
“Seguro” afirmó ella, “tu acomodarás las sillas.”
Los niños habían convenido afanosamente, sus
mejillas estaban sonrojadas y les brillaban los ojos.
Habían ofrecido a los demás pasajeros una
entrañable y encantadora imagen familiar.
T .E.
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La foto de una madre
Hace muchos años atrás cuando en un buque de guerra
americano involucrado en un conflicto bélico en las
cercanías de Manila. Se escuchó la voz del comandante:
“¡Preparaos para la batalla!” en ese momento a un
se le cayó la chaqueta del barco del almirante al agua.
Inmediatamente saltó hacia adelante para tratar de
rescatar su abrigo del agua. Pero lo agarraron con
fuerza cerrándole el paso. “¡Prohibido!” le gritaron.
Entonces corrió hacia la baranda opuesta, saltando por
sobre la barandilla se zambulló por debajo del barco
logrando rescatar del otro lado su chaqueta. Cuando
regresó al buque, fue esposado por su desobediencia.
El alto mando tenía el famoso almirante Dewey,
quien era muy reconocido en América por sus heroicos
actos. Después de la batalla debía juzgar al joven por su
desobediencia. Por lo general, la desobediencia en una
situación tan peligrosa como esa, tendría como
consecuencia varios años de prisión. El comandante
dejó que el acusado se presente. “¿Que fue lo que te
llevó a desobedecer en un momento tan crítico?” el
joven del barco se quedó en silencio. Luego lentamente
metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó una
foto. Se la alcanzó a su juez. Con lágrimas en los ojos
el almirante abrazó al joven. Se volvió a los que estaban
presente y dijo: “¡Hijo mío, quien arriesga su vida por
salvar la foto de su madre, también lo hará por la patria.
El es un pequeño héroe que no debe estar encarcelado!”
Dándole la libertad al joven.
La Biblia ordena que los hijos deban honrar a su
madre. Para ello siempre hay muchas ocasiones. El que
honre a su madre, Dios mismo lo recompensará por
ello.
El honor le corresponde a mi madre
Un estudiante había culminado sus exámenes y fue
honrado en una ceremonia como el mejor. Luego de ser
nominado debía dar un breve discurso, se paró frente al
grupo reunido de profesores, padres, alumnos y dijo:
“Lo que he logrado hasta hoy, se lo agradezco a mi
madre. Mi padre ha fallecido hace muchos años. Así que
mi madre tuvo que trabajar incansablemente día tras día.
Ella trabajó como doméstica en la casa de otras
personas, para que a mí me fuera posible estudiar.”
Con las palabras: “¡A ella le corresponde este
reconocimiento!” dejó el atril. A grandes pasos cruzó el
salón. En la última fila se encontró con una mujer
sobriamente vestida, que a causa del trabajo pesado
caminaba encorvada. Él le entregó su premio y la llevó
del brazo. Todos los testigos de este suceso estaban
profundamente conmovidos y enormemente felices.
No contristar a la madre
Cuando era un hombre joven, el presidente
americano George Washington quería ir al mar.
Todo estaba listo, su equipaje ya a bordo de la
embarcación. Regresó una vez más para despedirse
de sus padres, pero su madre estaba allí sentada
llorando. Sin mediar palabras dejó la habitación y
regresó al barco para buscar su equipaje. Entonces
le dijo a su madre: “yo no quiero partir si tú te
acongojas por ello.”
El sabía como un hijo debe honrar a su madre.
Dios lo ha bendecido ricamente por ello.
joven
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Experiencias con Dios
A mi Dios sea dado gracias y honra. Él me sostiene,
guía y ama. Creer esto, aun confiar de que todas las
cosas me ayudan para el bien, lo que en los estos
últimos años no fue fácil para mi. Sí, para eso se
requiere la real y verdadera fe. El significado de la fe
dice “creer en lo que no se ve ni se siente”. La
oración no estuvo exenta en mí en los últimos años:
“¡Señor, ayudame a creer!”
Mi deseo es compartir, para la gloria de Dios,
algunas experiencias de los años que pasaron. El
Señor puso sobre mi corazón escribir un testimonio
para la trompeta evangelizadora, lo cual quiero
hacerlo con gozo.
Desde el primer día del año 2012, satanás tenía en
mente quitarme el entusiasmo. Yo era su objetivo.
Me atacó duramente durante todo el año, venía un
golpe tras otro. Rara vez me recuperaba del anterior
golpe, cuando ya acontecía otro. Mientras tanto me
sentía abrumada, que dicho humanamente, casi
perdía el sentido. Si la oraciones de los hermanos no
me hubieran apoyado yo me hubiera desesperado y
ahogado en el sedimento. Pero gracias a Dios,
siempre ha habido personas que han orado para mi.
Y el objetido de Satanás era que yo desfallezca, pero
no se cumplió.
El mensaje radial del 6 de octubre “El más valioso y
gran testimonio” fue de gran bendición. En los
siguientes días me quedó la pregunta en la mente:
“¿Qué testimonio me da el Señor a mí?” Una noche
me arrodillé ante el Señor y le pedí que Él diera
respuesta a mi pregunta. Él lo hizo, y mucho más de
lo que yo me había imaginado. A veces tomo en
mano mi Biblia en inglés, así tambien lo hice esta
vez. Cuando abrí mi Biblia, mi vista quedó sobre
Isaias 44,21: “Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e
Israel, porque mi siervo eres tú. Yo te formé, siervo
mío eres tú; Israel, no me olvides.” No hay palabras
para describir mi alegría. Agradezco a Dios bajo
lágrimas. Era una alegria saber, que soy su sierva y
que Él no me ha olvidado. Una experiencia similar
he tenido unos días después, porque esta tentación
fue particularmente fuerte. Pero el Señor me dio
nuevamente una palabra que se ajustaba
exactamente a mi situación. Que agradecida estoy a
mi amado Padre celestial, porque Él me consoló.
“Como aquel a quien consuela a su madre.”
(Isaías 66,13).
Mi salud padecía por las grandes luchas. En octubre
se agravó, que tuve que asistir al médico, parecía
que nada ayudaba. Estaba tan debil que apenas podía
cumplir con mi trabajo. Cuando murió mi padre el 6
de diciembre, en mi interior hubo un alivio, porque
sabía que él se fue al cielo y yo estaba feliz. Pero
con esto, mi fuerza psicológica estaba destruida. Mi
pulso estaba cada vez más débil y le pregunté al
Señor, qué tenía en mente conmigo. Si Él quiere
llevarme a su hogar yo estaría encantada. Pero si Él
quiere usarme todavía en su obra, entonces estaba
dispuesta a trabajar para Él.
Con el fin de recuperarme, estuve fuera de casa por
casi dos semanas. El 31 de diciembre estaba en
comunión con Dios por mucho tiempo. Me
aconteció como una vez a Jacob: “No te dejaré, sinó
me bendices.” Una hermana me dijo en una
oportunidad que cuando las dificultades son tan
grandes, que casi llegan a la desesperación, estos
son los ataques de satanás y que debía resistirlo en
el nombre de Jesús. Esto lo hice. He pasado de
rodillas esperando, hasta que, poco antes de la media
noche el Señor me consoló y me dió la alegría, que
en el año nuevo me ayudaría. Sentí haber recibido.
una reanimación.
El primero de enero estaba feli y tuve alegría a la
vida. Me puse metas que ahora las cumplo.
Tan pronto como volví de viaje y tuve más trabajo,
parecía que mi salud fracasaba nuevamente. ,
Fue así que el 19 de enero, otra vez me sentí
miserable, que le dije a mi madre: “debería dejarme
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La TROMPETA EVANGELIZADORA es una escritura cristiana que se presenta clara y decididamente para la plena salvación en Cristo, la unidad de los hijos de Dios, y revelar todas las verdades de la Santa Palabra. Publicado en intereses de la Iglesia de Dios. Editor responsable: Hans-Dietrich Nimz (CA) Colaboradores: Sieghard Schulz (CA), Ron Taron (CA), Dieter Jeske (DE), Hermann Vogt (DE) Los editores se reservan el derecho de resumir o no publicar los artículos recibidos. Preguntas o sugerencias pueden ser enviadas a: [email protected]
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La Trompeta Evangelizadora es distribuida gratuitamente. Los costos se sustentan por donaciones.
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PIE DE IMPRENTA Año 120
ungir.” Luego hablamos sobre esto, que Dios tambien puede hacer un milagro,
cuando clamamos a Él fervientemente. Necesitaba a la siguiente semana mi
salud indefectiblemente, porque tenía ante mi un gran trabajo. Así lo hicimos.
Después de mi siesta me levanté saludablemente y desde entonces mi dolor en
el corazón no ha vuelto.
Estoy agradecida a mi amado Dios poque Él me sanó divinamente. Me ha
dado nuevamente valentía y alegría para cumplir con mis obligaciones. Varias
experiencias ya pude tener este año. Su paz y sosiego en mi alma son un
valioso tesoro para mí. El poder del Espíritu Santo es más fuerte que todo el
poder del mundo, sí, más fuerte que satanás. Las bendecidas horas en oración
y en la lectura bíblica son mi alimento. Los mensajes radiales y los mensajes
de aqui del lugar son de gran bendición para mí. Una y otra vez siento el poder
del Espíritu Santo a travez de estos acontecimientos. Mi profundo deseo es,
ser fiel a mi Señor toda mi vida y servirle hasta que me lleve a su hogar.
Lena Thiessen, Neustadt, México
A N U N C I O S
Congresos 2014
A l e m a n i a
7 al 9 de Junio 2014
Lugar: 32051 Herford, Templo Zimmerstrasse 3
Comienzo: Sábado 07.06.2014 a las 10:00 horas
Otras informaciones en: www.gemeinde-gottes-herford.de
o al Tel. 05221/342934
3 al 8 de Agosto 2014
C a n a d á
17 al 19 de Mayo 2014
28 al 29 de Junio 2014
2 al 4 de Agosto 2014
Conferencia de Pentecostés en Herford:
Días bíblicos juveniles en Tunningen:
Congreso en Winnipeg:
Congreso en Aylmer:
Congreso y 60 aniversario en
Chilliwack:
11 al 13 de Octubre 2014 Congreso en
Edmonton:
A ti, oh madre Tu imagen se impregnó en mí oh madre déjame decirte; Mientras mi corazón late aquí, siempre latirá para ti. Tu brazo fiel me ha cuidado. ¿Cómo te lo puedo agradecer? El amor agitó tu corazón, hasta que tus brazos desfallecieron. Tu tierna mirada me reanimó en silencio me bendijo. Las veces que en tus ojos miré me he llenado de felicidad. Tu piadoso sentido ha distanciado muchos males del alma. Sujetaste con fe mis manos en todos las sendas de la vida. ¡Oh madre, cuando tus ojos se cerrarán tú no has vivido en vano. Dios te dará en su divina luz la corona de vida eterna!
Año 120