tuchê y automaton la carta robada
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Tuchê y AutomatonTexto de la in tervenc ión en e l seminar io in terno de la Escue la Ps icoana l í t i ca de la Sa lpétr iere
Fecha de puesta en línea Sábado 12 de marzo de 2005Autor o autora : Agnès SOFIYANA, Autor o autora : Margarita MOSQUERA Idioma de este artículo: français > Tuchê et AutomatonPalabras clave : Jacques Lacan
Para aquellos que se sorprenden o se maravillan ante las coincidencias en
repetición, las dos fases del asar distinguidas por Aristóteles tuché y
automaton, traicionan la supremacía del significante en el discurso y en el
acto del sujeto. Es lo que Lacan se propone ilustrar en el articulo que prologa
al Seminario sobre la carta robada, y que titula paradójicamente
Introducción, apoyándose en el juego del "par o impar" contado por Dupan en
el cuento de Edgar Alan Poe A. Sofiyana, Tuché y Automaton
"A la entrada del seminario sobre La Carta Robada Lacan expone claramente
su deseo de poner en evidencia el automatismo de repeticiónen la insistencia
de la cadena significante, caracterizada por el orden simbólico y, cuya
ambición siempre renovada es alcanzar, por desplazamientos del
significante, la carta olvidada, ocultada, que falta sin cesar en su lugar en lo
simbólico, y de la que lo inconsciente guarda el rastro, en lo real, sin que
saber alguno pueda de allí, expulsarlo."
Y puesto que "todo punto que pide reflexión se ofrece lo más favorablemente
posible al examen en la oscuridad" nos dice Lacan, retomando las palabras
de Dupin, nosotros examinaremos aquí el enigma de la búsqueda de la carta
en sufrimiento [1] a la luz oscura de la norma del tiempo lógico, expuesta por
Lacan en 1945.
Mi intervención de esta noche se refiere a la sesión pronunciada por Jacques Lacan el
26 de abril de 1955, durante su seminario sobre El más allá del principio de placer de
1954-55 (publicado en Seuil bajo el título El yo en la teoría de Freud y en la técnica del
psicoanálisis), sesión titulada Seminario sobre la Carta robada de Edgar Allan Poe
(1845), y publicada en vida de Lacan en apertura de los Escritos de 1966. ¡La
publicación de esta sesión [2] dio lugar a la escritura posterior de un texto titulado
Introducción, supuesto esclarecedor del seminario - supuesto ya que a la primera
lectura este texto hunde en general al lector en una niebla sin nombre, si está en la
repulsión [3]!
LA CARTA ROBADA - MIRADA Y TIEMPOS LÓGICOS
Casi todo el mundo conoce, sin por ello haberlo leído, la historia de la carta robada de
Edgar Allan Poe: sucede en efecto que, buscando un objeto (llave, sacacorchos,
calcetines, etc.) que falta en su lugar, se pone en juego el observar por todas partes
donde podría plausiblemente estar, para finalmente, después de casi haber
abandonado las investigaciones, cualquiera otro (esposo, esposa, hijos, colega, etc.)
encuentra el objeto en cuestión exclamando: "!pero si finalmente, estaba allí, bajo tu
nariz y no lo viste!" Entonces, ¿es posible que, habitados por un recuerdo deformado
del objeto buscado, el no poder ver lo que es visible, aunque el objeto esté al alcance
de la mirada?"
Al final del cuento de Edgar Allan Poe, la carta robada, un poco arrugada, se pone en
evidencia, al alcance de todas las miradas y no obstante, todas las miradas han fallado,
excepto la de Dupin, que no se engaña, y que no se deja deslumbrar por el recuerdo de
la gravedad de la carta.
La mirada tiene pues, consecuencias, aquí.
Recordemos los hechos: la historia pone en escena protagonistas que, como en el
juego de la silla musical [4], se intercambian sus papeles y repiten una misma escena
inaugural en que las miradas se velan o se revelan:
Primera escena: El rey (que no ve nada), la reina (que ve que al rey no ve nada y se
engaña de ser la unica que ve), el Ministro (que ve que lo que debe ocultarse esta al
descubierto y quiere de ello apoderarse).
Segunda escena: la policía (que no ve nada), el Ministro (que ve que la policía no ve
nada y se engaña de ser el único en ver), Dupin (que ve que lo que debe ocultarse es
al descubierto y quiere de ello apoderarse).
Lacan interpreta el primer robo de la Carta (El Ministro robando la Carta en las narices
de la reina, mientras que el rey está en posición ver) como la escena primitiva y el
segundo robo (Dupin rescatando la Carta en casa del Ministro y sustituyéndola por una
falsa carta, mientras que la Carta está en posición ser vista) como una repetición de
la escena primitiva.
Es pues "la intersubjetividad en la que las dos acciones se motivan que [Lacan quiere]
destacar, y los tres términos en que ella los estructura", en esto en que, en cada uno
de los robos, las acciones "responden a la vez a los tres tiempos lógicos por los que la
decisión se precipita, y a los tres lugares que [la Carta] asigna a los sujetos que
desempata." "(p.15)."
Lacan hace aquí alusión a su artículo titulado El tiempo lógico y el aserto de
certidumbre anticipada, que data de 1945 (o sea 10 años antes de este seminario).
Han sido claramente referenciados pero no desarrollados los tres tiempos identificables
en cada escena, y es lo que haré aquí ahora:
Tres tiempos lógicos pues en la escena primitiva: el momento de mirada (el Ministro
ve que el rey no ve), el tiempo para comprender (el Ministro ve que la reina ve la
carta y que ve que el rey no ve la carta) y el momento de concluir (el Ministro oculta
la carta bajo la mirada de la reina que no puede hacer nada so pena de llamar la
atención del rey sobre la carta).
Y en la escena repetida, los tres tiempos se reproducen de manera casi idéntica,
sustituyendo al rey por el policía, la reina por el Ministro y el Ministro por de Dupin. ¡La
única cosa que permanece en su lugar, es la carta, cuyo papel puede ser representado
por un pivote o un eje de rotación, o incluso una silla musical, en torno de la cual los
protagonistas giran, no dejando al mismo tiempo de lanzar un reojo con el fin de
aprovechar la oportunidad de sentarse, sobre la silla, !no sobre la carta!
Así pues, los desplazamientos de los tres protagonistas están determinados por el
lugar que viene a ocupar el puro significante que es la carta robada, en su
trío" y es precisamente esta persistencia del significante lo que permite a Lacan
ver allí un automatismo de repetición, en el sentido freudiano."
Sin ir demasiado lejos en nuestro desarrollo, digamos, por el momento, que la Carta
tiene el lugar del significante puro, que se oculta al mismo tiempo que la repetición
pretende acceder allí. Y este ocultamiento del significante puro es consecuencia
ineludible de la determinación simbólica.
COMPULSIÓN DE REPETICIÓN - TUCHE Y AUTOMATON
Es lo que la Introducción va a mostrarnos, pero antes de profundizar en el meollo de la
cuestión, y puesto que, a menudo, lo que sigue esclarece lo que precede, aclaremos
pues lo que Lacan llama el automatismo (u compulsión o dificultad) de repetición
(Wiederholungszwang) y sus relaciones con la red de significantes, leyendo por una
parte al seminario del Yo en la teoría de Freud y en la técnica del psicoanálisis
(1954-55) y otro más tardío, el de los Cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis, de 1963-64.
En EL Yo en la teoría de Freud, Lacan había precisado que la repetición está más allá
del principio del placer; en otros términos la repetición no es simplemente
consecuencia del deseo de reproducir o encontrar un placer último y/o perdido.
Pero, entonces, ¿qué es la repetición?
El 26 de enero de 1955, durante el seminario sobre El Yo en la teoría de Freud, Lacan
dice que la repetición es "algo que debemos concebir como vinculada a un proceso
circular en el intercambio de la palabra, a un circuito simbólico exterior al sujeto, que
es necesario literalmente pensar por estar vinculado a un determinado grupo
(digamos) de apoyo humano, de agentes humanos [...] pequeño círculo que está
implicado en lo que se llama el destino del sujeto, [... ] y en el cual el sujeto está
incluido indefinidamente, hasta que finalmente el sujeto comprenda." y prosigue
diciendo que, en este intercambio simbólico de palabras, "algo escapa al sujeto y
continúa, volviendo y encuentra su camino para volver de nuevo, insiste,
vuelve de nuevo, se declara siempre listo para volver a entrar en la danza del
discurso interior.". Podemos delimitar algo allí que viene a legitimar, sin que Lacan
se de cuenta, el proceso analítico, donde precisamente el sujeto tiene la posible
oportunidad de escuchar, en el sentido de comprender, "en qué redondel del discurso
está tomado y al mismo tiempo en qué otro redondel [5] es incitado a entrar."
Son pues los intercambios simbólicos, exteriores e interiores, que conducen a lo que se
llama nuestro destino.
Y hay también todos estos felices o desafortunados acontecimientos : incidentes,
accidentes, circunstancias, oportunidades, ocasiones, imprevistos o contratiempos,
contingencias, coincidencias y encuentros que siembran sobre nuestro camino
elecciones, posibilidades o alternativas que también conducen nuestro destino. Lo que
los deterministas llaman el destino o la fatalidad y que otros nombran suerte, fortuna o
también azar de la existencia - lo que me hace asociar libremente sobre la inquietante
extrañeza [6]... pero allí volveremos.
¿Entonces el azar existe fuera de toda subjetividad? La cuestión había ya titilado en el
espíritu de Aristóteles, que había dividido el azar [7] en tuché y automaton.
Aristóteles distinguía por una parte lo que se deriva de la espontaneidad (automaton),
de una causalidad sin objetivo, y dependiendo de la necesidad, como los
acontecimientos accidentales de la naturaleza: una pared que se hunde, una tormenta
que se declara, un seísmo, un depredador cazando su presa, etc. y por otra parte lo
que constituye para nosotros la verdadera casualidad del encuentro (tuché) y que no
puede incluirse sin la intervención de nuestra libertad: coincidencias y otras
contingencias, que implican lo irregular, lo aleatorio, y hasta lo imprevisible.
Lacan retoma estos dos conceptos aristotélicos en los cuatro conceptos fundamentales
del psicoanálisis. Dice que automaton es cercano de lo arbitrario, Willkür, mientras que
tuchê está próximo al azar, Zufall (4CF, p. 48).
El automaton es la red de significantes.
El azar de la naturaleza es en efecto arbitrario, como nos lo demuestran las
matemática, física, química y biología con sus numerosas ecuaciones que regulan la
naturaleza, el organismo humano o animal. "Nada, en efecto, puede estar fundado en
el azar - cálculo de oportunidades, estrategias -que no implique al principio una
estructuración limitada de la situación, y eso en términos de significantes." (4CF,
p.48)."
Es obviamente también el caso en todos los ámbitos donde la matemática sirve de
herramienta de predicción o anticipación, por ejemplo en psicometría, en teoría de los
juegos (y de la Bolsa), en sociología, donde las situaciones se examinan en términos de
probabilidades, u por lo tanto de oportunidad de aparición, y donde el significante es
amo en su residencia, porque a partir de los datos iniciales de un problema, se puede
elaborar la carta de posibilidades con la certeza que se alcanzan exhaustivamente las
salidas.
Esto es lo que Lacan introduce cuando nos afirma que "Cuando la teoría moderna de
los juegos elabora la estrategia de los dos socios, éstos se encuentran con las
oportunidades máximas, cada uno, de triunfar a condición de, cada uno, razonar como
el otro" (4CF, p. 48)
El automaton es pues la red de significantes, soporte de la palabra y del discurso. El
discurso que se repite debe entonces situarse del lado del automaton, sin objetivo,
regulado como una ecuación, aunque este discurso tuviera las calidades de una
asociación libre, es decir, casi llevado por la casualidad del pensamiento.
Sin embargo, incluso si matemáticas son muy potentes suceden a pesar de todo, las
catástrofes, los imprevistos, el puro azar. Cuando estos imprevistos aparecen en el
discurso, se los nombra a veces lapsus. Aristoteles, los calificaba de tuché.
La Tuchê es el encuentro de lo real
La Tuchê debe aproximarse a la inquietante extrañeza [8], contradice el determinismo
e introduce la dimensión del aleatorio en la causalidad del sujeto. La tuchê es el puro
azar, lo que no puede conjeturarse de antemano, ni ser predicho, aún menos calculado.
Además, la tuchê tiene también un vínculo con la repetición, como nos lo dice Lacan (p.
65): "lo que se repite es algo que todavía se produce - la expresión nos dice
suficientemente su relación a la tuché -como aleatoria [9]".
En efecto, Lacan nos dice que "no hay por qué confundir con la repetición ni el volver
de las señales, ni la reproducción o la gradación por la conducta de una clase de
rememoración actuada": la repetición no es ni un rememoración, ni una reproducción,
sino se inscribe más bien en la resistencia del sujeto analizante: porque hay resistencia
al análisis, es decir, a la aprehensión de lo real, la repetición se sostiene y persevera.
"la repetición es algo que, su verdadera naturaleza, es siempre velada en el análisis,
debido a la identificación de la repetición y a la transferencia en la conceptualización
de los analistas" (4CF, p.64).
En efecto, lo que se juega en la repetición, al contrario que en la transferencia, es la
continuación ilimitada de lo real: "la función de la tuché, de lo real como encuentro -
encuentro en tanto que puede faltar, ella esencialmente es el encuentro fallido - es en
primer lugar presentada en la historia del psicoanálisis bajo una forma que, por sí sola
ya, basta para despertar nuestra atención - la del traumatismo", traumatismo
aparentemente accidental, por lo tanto contingente, por lo tanto azarosa [10]. (4CF, p.
64)
El trauma tiene un rol específico en la compulsión de repetición puesto que es en
referencia al trauma que la repetición se manifiesta. Y es de la resistencia del
sujeto al encuentro de lo real que se prorroga la repetición.
Por último, el automaton debe inscribirse del lado de lo necesario, de lo que no
deja de escribirse mientras que la tuchê debe reconocerse del lado de lo
contingente, de lo que no deja de no escribirse.
Finalmente, es necesario añadir que, aunque tuchê y automaton se entrelacen
íntimamente uno con otro en el discurso y en los actos del sujeto, tuchê está más allá
del automaton y cristaliza el encuentro de lo real, a través de una dura repetición
de la red de significantes, repetición casi condenada al imposible de su hallazgo.
Entonces, se comprende mejor ahora por qué Lacan ve un automatismo de repetición
en la persistencia de la carta robada en el centro de las peregrinaciones de los
personajes del cuento de Edgar Allan Poe.
Las escenas de la Carta robada se repiten casi al idéntico, ritmadas por un automaton
azaroso y obstinado mientras que la Tuchê hace su obra, al faltar irremediablemente a
su encuentro con la carta, puesto que jamás se conocerá su contenido. La carta robada
es como esta otra carta de la novela de Georges Perec (la desaparición, Gallimard, el
imaginario, 1969): no se deja de hablar de desaparición, pero uno nunca se da cuenta
de lo que, bajo nuestra mirada, hace su obra, incluso ni en el epílogo.
Automaton y tuchê alternan uno a otro en la compulsión de repetición, lo que Freud
había llamado Wiederholungszwang pero, contrariamente al automaton, no se
puede programar la tuchê o forzar la casualidad del encuentro a manifestarse.
Es lo que vamos a ver ahora, a partir del juego del que Dupin informa en el cuento y
vamos a ver cómo las reglas bien elaboradas del automaton de la red de los
significantes pueden pervertirse y dejar aparecer una desaparición o una pérdida,
finalmente, una tuchê, es decir, un encuentro con este imperceptible real.
INTRODUCCIÓN
Lacan se inspira entonces en el juego "par-impar" contado por Dupin: "Conocí un niño
de ocho años, cuya infalibiildad en el juego del par o impar era de universal
admiración. Este juego es simple, se juega con bolas. Uno de los jugadores tiene en su
mano una serie de bolas, y le pide al otro: "par o no?" Si éste conjetura exactamente,
gana una bola; si se equivoca, pierde una. El niño del que hablo ganaba todas las bolas
de la escuela. Naturalmente, tenía un método de adivinación, el cual consistía en la
simple observación y en la valoración de la finura de sus adversarios." (Carta robada)."
Por supuesto, el niño no es adivino... es suficientemente astuto para haber desarrollado
una estrategia que se asemeja mucho a los tiempos lógicos desarrollados por Lacan en
su artículo de 1945 (Los tiempos lógicos y la aserción de certeza anticipada).
Este juego hace asociar libremente a Lacan sobre la relación binaria
ausencia/presencia que Freud había situado en sus pequeños hilos y que llamamos en
adelante el fort/da. Y pues el juego, es también la apuesta de la confrontación al azar,
como en los juegos de casino o incluso la apuesta de la elección entre la Bolsa o la
vida. Lacan nos indica en efecto que "la apuesta está en el centro de toda cuestión
radical referente al pensamiento simbólico. Todo se lleva al "to Be or not to be", a la
elección entre lo que va a salir o no, al par primordial del más y del menos."
Este juego, esta apuesta o esta elección lleva en sí la marca irreducible de la
afirmación y la negación, o más generalmente de dos contrarios, dos contrarios o dos
inversos el uno del otro.
"Pero tanto presencia como ausencia connotan ausencia o presencia posibles. En
cuanto el propio sujeto viene al ser, lo debe a un determinado no-ser sobre el cual
eleva su ser. Y si no es, si no es algo, es obviamente de alguna ausencia que da
prueba, pero seguirá siendo siempre deudor de esta ausencia, quiero decir que tendrá
que hacer la prueba, a falta de poder hacer prueba de la presencia."(Él Yo en la teoría
de Freud)."
Todo juego lleva en sí una dualidad esencial: fracaso o éxito, vel exclusivo donde uno
excluye al otro y viceversa, generando pues una pérdida. El juego pues, y en particular
el juego de azar, es totalmente adecuado para demostrar la insistencia de la dimensión
de la pérdida en la repetición simbólica.
Ya que la repetición es necesariamente repetición simbólica, aquí lo que nos informa
Lacan de su lectura de Freud. "El hombre literalmente sacrifica su tiempo en desplegar
la alternativa estructural donde la presencia y la ausencia toman una de la otra su
llamado. Es en el momento de su conjunción esencial, y por decirlo así, en el punto
cero del deseo, que el objeto humano cae bajo el efecto de la captura, que, anulando
su propiedad natural, lo somete desde ese momento en adelante a las condiciones del
símbolo " (p. 46)."
Lacan lleva aquí la atención sobre la idea que el orden simbólico no es constituido por
el hombre pero lo constituye, asi como la estructura del deseo corresponde a una
lógica de la lengua y abre a las elecciones del sujeto ciertas combinaciones de
significantes al mismo tiempo que le prohibe otras.
Entonces, hagamos juntos el pequeño ejercicio de Lacan e inscribamos una sucesión
de tiradas distribuidas aleatoriamente [11] (entre comillas en el texto) de + y de - que
simbolizan la presencia y la ausencia, única alternativa fundamental del significante,
de ser o de no ser en la palabra.
Y para comprender mejor, tomemos un ejemplo:
+ + + - + - - + - + + - - - + - - - -
PRIMERA SINTAXIS
Lacan nos dice que la sintaxis constituye al sujeto, al mismo tiempo que lo escapa, y
estaría pues en relación con lo Inconsciente o quizá con su estructura (Inconsciente
estructurado como una lenguaje).
Por otra parte, en los cuatro conceptos fundamentales (p. 36), Lacan nos precisa que
"el inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del sujeto - de
ahí resurge un hallazgo, que Freud asimila al deseo". Entonces, la tuchê, encuentro de
lo real, es también cita con un hallazgo o un reencuentro, que no puede revelarse sino
en el corte, modo de acción del significante.
Vamos pues a intentar obligar lo real a librársenos, y para esto, vamos a cortar nuestra
serie para darle una primera sintaxis susceptible de dejar emerger una estructura que
da acceso a este algo ocultado que Lacan llama el hallazgo, como dice "unico agujero
que valga [12]".
Si se consideran los grupos de dos símbolos, caemos inmediatamente en una tirada de
cuatro salidas (+ +, + -, - +) que no aporta ningún elemento suplementario de
estructura, nos dice Lacan.
Por el contrario, si se consideran secuencias de a tres términos, entonces aparecen
posibilidades e imposibilidades de sucesión que toman sentido, respecto al tiempo
lógico. Y sólo con el último tiempo, el momento de concluir, una secuencia toma
sentido. Es lo que Lacan nos recuerda en el tiempo lógico (1945, p. 202): "Pero
entender en la gradación del tiempo la función misma por dónde cada uno de estos
momentos, en el pasaje al siguiente, se reabsorbe, solo subsistiendo el último que los
absorbe; es restituir su sucesión real e incluir realmente su génesis en el movimiento
lógico."
Es lo que llamaremos más tarde la Regla del Tiempo Lógico, RTL, donde para aplicarla,
nos basta examinar tres tiempos y concluir en el tercer tiempo sobre lo que se produjo.
Nombremos entonces (1) las secuencias definidas por la simetría de la constancia (+ +
+, - - -), (3) aquéllas definidas por la simetría de la alternancia (+ - +, - + -) y (2)
aquéllas definidas por la disimetría o el impar (en inglés odd, que Baudelaire traduce
como rara en la Carta) (+ + -, + - -, - + +, - - +) e indiquemos en nuestro ejemplo las
sucesiones de secuencias, sabiendo que es siempre el tercer tiempo el que indica la
naturaleza de la secuencia, según RTL:
+ + + - + - - + - + + - - - + - - - - 1.2.3.3.2.2.3.3.2.2.2.1.2.3.2.1.1
PRIMERA LEY
Al mismo tiempo que las secuencias de + y de - se eligen al azar, resulta de esta
notación en tres tiempos, las posibilidades e imposibilidades de sucesiones. En efecto,
al comenzar por ejemplo por una secuencia (1), + + +, uno + da una secuencia (1) y
uno - da una secuencia (2). Si se siguen observando las distintas posibilidades, uno se
da cuenta que después de una secuencia (1), un número uniforme de secuencias (2)
por ejemplo + + + - - + + (1-2-2-2-2) implica dos casos posibles: el + da una secuencia
(1) y uno - da una secuencia (2). Así, partiendo de una secuencia (1), un número par de
secuencias (2) hace posible una secuencia (1) o (2) y muestra así mismo que un
número impar de secuencia (2) hace posible una secuencia (3) o (2).
Se construye así un gráfico orientado de posibilidades, en el cual la escritura de (2)
arriba y (2) en la parte baja es necesaria para dar cuenta exactamente de las
posibilidades e imposibilidades de sucesión, habida cuenta de las propiedades
gramaticales de la cadena:
Este gráfico indica pues la existencia de una relación de la memoria a la ley: la ley es
subordinada a la sucesión de los símbolos + y - equivale a decir que el número de la
secuencia (2), par o impar, influye sobre la posibilidad de la secuencia siguiente; en
otros términos, los significantes se acuerdan siempre de su última posición (par o
impar aquí), que el Inconsciente guarda en memoria a espaldas de la memoria.
Lacan parte pues de una sucesión aleatoria de + y - que define una sucesión binaria.
Por construcción de las secuencias y al solo considerar el tercer tiempo, el que coincide
con el momento de concluir, pasa a una sucesión ternaria (1,.2 y 3) y logra así una
primera ley, generada por el corte de la RTL y define así algunas imposibilidades de
conclusión.
SEGUNDA SINTAXIS
. . 1 2 3 3 2 2 3 3 2 2 2 1 2 3 2 1 1
Consideremos el salto efectuado desde el primero hasta el tercer tiempo e instalamos
una segunda sintaxis con el fin de leer desde otro punto de vista la secuencia aleatoria
inicial:
Llamemos a (signo griego alfa) los cuatro saltos que permiten pasar de una simetría
a una simetría: 1 a 1, 1 a 3, 3 a 1 y 3 a 3 (notamos que hay exactamente cuatro casos
que definen un a: 1-1-1, 1-2-3, 3-2-1, 3-3-3).
llamemos b (beta) los dos saltos que permiten pasar de una simetría a una
disimetría: 1 a 2 y 3 a 2 (hay cuatro casos exactamente: 1-1-2, 1-2-2, 3-3-2, 3-2-2).
llamemos g (gama) al salto que permite pasar de una disimetría a una disimetría: 2 a
2 (hay exactamente cuatro casos: 2-3-2, 2-1-2, y dos casos 2-2-2 según si el primer (2)
está arriba o abajo del grafo).
llamemos d (delta) los dos saltos que permiten pasar de una disimetría a una
simetría: 2 a 1 y 2 a 3 (hay exactamente cuatro casos: 2-3-3, 2-2-1, 2-1-1, 2-2-3).
Esta nueva sintaxis instaura una equi-probabilidad de los cuatro saltos a, b, g, d, (letras
griegas), puesto que cada una de las cuatro letras griegas es realizable según cuatro
casos favorables. Apliquemos a continuación la RTL a esta sintaxis y escribamos lo que
de eso resulta en nuestro ejemplo:
SEGUNDA LEY
A la serie binaria del conjunto + , - , se asoció pues, una serie ternaria del conjunto
1,2,3, y a esta nueva serie se asocia ahora una serie cuaternadia del conjunto a, b, g,
d. (letras griegas) Analicemos de más cerca las posibilidades de sucesión de estas
cuatro letras griegas, a fin de dar cuenta de l aexistencia de una segunda ley, ligada al
corte engendrado por la segunda sintaxis.
A fin de lograr cualquier ley referente a la aparición de las a -a- d (alfa a delta)
debemos proceder de manera organizada y seguir sobre el gráfico de la primera ley las
posibilidades de sucesión de las secuencias 1,2, y 3.
Por ejemplo, si la serie comienza por un alpha (a, letra griega), cuatro saltos
favorables, ¿cuáles son las letras a -a- d (alpha a delta) que pueden seguir? Al
comenzar pues por alpha: 1-...-1, puede seguir, segun el gráfico, o un 2 o un 1. Si el 2
siguió, quiza sigue o un 3 o un 2, de ahí la aparición de un salto alpha (letra griega) o
de un salto beta (letra griega). Idem para el caso en que 1 sigue 1.
Se puede así construir las sucesiones posibles con Beta, gama y delta de primeras.
Ahora bien, parece, puesto que se escriben todas las eventualidades, que un salto
cualquiera a, b, g (alpha, beta, gama) o d(delta), puede ser seguido por cualquiera otro
salto, mientras que el salto siguiente no deja lugar más que a dos casos posibles
excluyendo los otros dos. En efecto, en el ejemplo detallado aquí, el salto alpha (letra
griega) puede ser seguido de un alpha, un beta, un gama o u delta, mientras que en la
tercera posición, en el tercer salto no aparecen sino las alpha, o las beta.
Luego de haber efectuado las verificaciones sobre las otras posibilidades de saltos
asociados a cada letra, saca (lacan) una ley que es la siguiente: "se somente al
encuentro del tercer tiempo, dicho de otra forma el tiempo constituyente binario, está
sometido a una ley de exclusión que quiere que a partir de un alpha o de un delta, se
pueda obtener solo un gama o un delta. Lo que Lacan retranscribe bajo la forma de
cocientes en el repertorio A D (triangulo).
Esta segunda ley, excluyente en el tercer tiempo de dos posibilidades, no es recíproca
sino retroactiva, en el sentido en que al fijar el tercer tiempo, dos letras se encuentran
irremediablemente entonces, excluidas del primer tiempo.
A partir del intercambio de información (retroacción) de esta segunda ley, Lacan se
interesa en lo que pasaría si se fijara el primer tiempo y el cuarto tiempo de una
sucesión posible de las cuatro letras griegas. Al fijar el primero y el cuarto término de
una sucesión, el primer lugar determina dos elecciónes en el tercer lugar y en el cuarto
lugar, excluye dos posibilidades del segundo lugar.
Hemos vuelto a hacer los cálculos y hemos elaborado un cuadro que recapitula los 64
casos posibles, fijando el primer y cuarto tiempo, (a tener en cuenta que si no hubiera
habido imposibles, habría habído 4 x 4 x 4 x 4 = 256 casos posibles de sucesión, ahora
bien aquí no existe sino un cuarto, es decir, que tres cuartos de las posibilidades son
imposibles!) :
En las columnas ’excluidas’ se indica en la primera línea la letra excluida
simultáneamente del 2º, 3º y 4º lugares y en la segunda línea las dos letras restantes
excluidas respectivamente del 2º y del 3º lugar.
Lacan hace hincapié en este concepto de anterioridad:
"Esto podría figurar un rudimento del curso subjetivo, poniendo de manifiesto que se
funda en la actualidad que tiene en su presente el futuro anterior." Que en el inervalo
de este pasado que ya es a esto que proyecta, un agujero se abre que constituye un
cierto caput mortuum del significante [... ], he aquí que basta suspenderlo en la
ausencia, para obligarlo a repetir su contorno."(p. 50)"
El futuro anterior es un tiempo utilizado cuando se habla en el presente, de dos
acciones que se producirán en el futuro, una luego de la otra: la primera acción está en
el futuro anterior y la segunda acción está en el futuro simple. El futuro anterior se
conjuga siempre con los auxiliares ser y tener [13]:
La policía encontrará la carta robada cuando ella haya jugado al juego del par y del
impar / Cuando hayas terminado tus deberes, podrás jugar al playstation/ Mañana por
la mañana, cuando te hayas despertado, yo seré parte de/ Cuando hayas dormido 12
horas, tu estarás descansado/
El hecho de fijar el primer tiempo y el último hace que se utilice el futuro anterior
inicialmente, para proyectar en el futuro simple el cuarto tiempo, creando así lo que
Lacan llama un agujero, situado en el intervalo delimitado por este dos tiempos,
agujero en el cual el significante se descabeza y este tuche, encuentro fallido, renueva
la repetición.
EPÍLOGO
(1)
En El Yo en la teoría de Freud y la técnica del psicoanálisis (Seuil, p. 228), Lacan nos
dice:
"Ven las posibilidades de demostración y teorematización que se desprende del simple
uso de estas series simbólicas." Desde el principio, e independientemente de todo
compromiso en pro de un vínculo cualquiera de causalidad supuesta real, ya el símbolo
juega, y genera por sí mismo sus necesidades, sus estructuras, sus organizaciones. Es
bien de esto que se trata en nuestra disciplina, siempre que consista en sondear en su
fondo cuál es, en el mundo del sujeto humano, el alcance del orden simbólico."
Y parece que haya hecho aún aquí una demostración a fin teoremático... como dice. El
orden simbólico, comúnmente significado por la estructura del discurso, se impone a
nosotros: ¡No hay el YO HABLA en mi discurso, sólo hay ESO HABLA!
Es la Ley simbólica del significante que habla cuando el Hombre se pone a hablar. El
inconsciente está estructurado como un lenguaje, nos decía a Lacan, y se toma, como
prisionero, en la autonomía de significante.
(2)
Lacan añade más tarde "se ve pues desprenderse de lo real una determinación
simbólica que, por cerrada que sea para registrar toda parcialidad de lo real, sólo
produce mejor las disparidades que aporta con ella" (p. 51). Luego: "solamente los
ejemplos de conservación, indefinida en su suspensión de las exigencias de la cadena
simbólica [... ] permite concebir dónde se sitúa el deseo inconsciente en su persistencia
indestructible." "(p. 52)"
Es de comprender que en una serie debida al ’azar’, si se efectúan cortes sintácticos
vinculados al tiempo y a los lugares de los significantes en la estructura, entonces
aparecen leyes definidas por las ausencias de algunos significantes, aunque se
intentara acceder fijando anteriormente lo que se proyecta alcanzar. Estos
significantes elocuentes por su ausencia introducen inevitablemente el automatismo
de repetición.
En la asociación libre, los significantes se encadenan los unos luego de los otros, según
una casualidad que no tiene nada que ver con lo aleatorio, sino que transpira la
determinación simbólica vinculada a un real que se falta (se rate) y que no puede
decirse diferentemente que por la insistencia de su ausencia, hasta el significante
primero mismo. La repetición es el señuelo simbólico ya que lo que brilla por su
ausencia sigue siendo imposible de encontrar en la serie de la casualidad y se falta (se
rate) a cada golpe de suerte.
El encuentro con el real, tuche, en la red de los significantes, automaton, es un
encuentro fallido, retée, faltado, siempre remitido, aplazado para más tarde,
aleatoriamente de un futuro anterior (ser o tener) que podría preceder a un futuro
simple.
"Lo que se oculta sólo es lo que falta a su lugar" y es bien allí el punto crucial que debe
hacernos prestar nuestra atención sobre la certeza de no ver o no encontrar lo que
está con todo, allí, bajo nuestros ojos y que nos es invisible, tal como ocurre con la
Carta Robada. El lugar del objeto, como el del significante, en lo imaginario y en lo
simbólico, decide de los cortes y de los cambios de sintaxis que son la esencia de la
determinación simbólica. Ésta no está constituida por el halante sino que lo constituye,
de manera subjetiva.
Por último, no se puede forzar el azar... y obligar lo real a mostrarse, salvo si se admite
que lo real se presenta como un hallazgo listo para ocultarse de nuevo, introduciendo
así la dimensión de la pérdida. Lo real no es finalmente más que un agujero,
perceptible solamente por sus bordes. Y lo que se oculta no es sino lo que falta en su
lugar en lo simbólico, ya que en lo real, está todavía, en su lugar.
FINALMENTE
Stéphane Mallarmé escribía en 1897 el poema que comienza por Un golpe de suerte
nunca suprimirá el azar y que termina por "Todo pensamiento emite un golpe de
suerte". Ahora bien las leyes de la determinación simbólica son previas a toda
comprobación real del azar, en el sentido en que no se elige nunca una cifra
aleatoriamente: incluso si existen extrañas coincidencias que se podrían creer
vinculadas al destino o incluso si existen leyes matemáticas reales que permiten
predecir la probabilidad de aparición de un símbolo en una serie terminada, solamente
el corte genera la ley y no es sino al exhibirla en lo simbólico que este corte puede
hacer surgir el anudamiento con lo real.
Así pues puede suceder que se tenga la íntima convicción de poder imitar la
casualidad, porque las leyes de lo aleatorio nos son conocidas matemáticamente, que
éstas no son sino cálculos y predicciones y que al conocer bien las normas del tiempo
lógico y las tablas de multiplicación, están seguramente en condiciones de comprender
lo que se nos escapa y de anticipar el movimiento del otro. Ahora bien, el corte que
inhala el analista en el momento incluso dónde ésta certeza se afianza en el simbólico,
va desordenar [14] la ley que se había inscrito y vuelve a poner los contadores en cero.
El corte tiene pues el poder de despertar la tuchê, desconcertando la ley del
automaton.
Y está bien lo que el analista Jacques Lacan acaba de hacer ante nosotros
remotamente: un corte. Su mirada singular sobre la estructura del Inconsciente,
regulada por la ley de significante, inhala este corte que nos permite, a nosotros aquí,
evitar el malentendido tomando conciencia de la supremacía de la ley de los
significantes en nuestros discursos, supremacía que nos constituye como
palabreanteser ’parlêtre’.
Por último, terminado por esta cita de Lacan en Los cuatro conceptos fundamentales:
"El lado formado por la relación entre el accidente que se repite y este sentido que es
la verdadera realidad y que nos conduce hacia el Trieb, la pulsión, he aquí lo que nos
da la certeza, que hay otra cosa para nosotros, en el análisis, a dárnos como objetivo
de desmistificar (desengañar) el artefacto del tratamiento que se llama la
transferencia, para traerlo a lo que se llama la realidad supuestamente muy simple de
la situación." "(4CF, febrero de 1964)"
Esto para insistir en lo que Lacan repitiera a menudo: la transferencia, entre analista y
analizante, no es la repetición de un afecto (amor u odio) inscrito en el pasado del
analizante, pero la transferencia puede dar lugar o no a una repetición simbólica, y el
analista es el suejto supuesto dotado con un determinado conocimiento, seguramente
el de distinguir el automaton del tuche, es decir, reconocer, en la profusión automática
de la red de los significantes del discurso del analizante, lo que puede cortarse o ser
agarrado al vuelo y que se sostiene del encuentro con lo real.
En otros términos, lo que debe descubrirse no es lo que se repite, sino al contrario lo
que se oculta sistemáticamente y la transferencia psicoanalítica es una vía quizá (una
voz) que permite este acceso imposible.
P.-S.
Texto de la intervención pronunciada el miércoles 12 de enero de 2005, al seminario
interno de la Escuela Psicoanalítica del Salpétrière.
Notas
[1] N.T. lettre en soufrance: se dice de una carta que habiendo salido de su
punto de emergencia aún no llega a su destinatario, es decir, está en su
trayecto de recorrido a cumplir anter de llegar a su destino, y aun no llega...
[2] N.T. séance
[3] N.T.En física es un fenómeno en el que dos cuerpos o dos moléculas se
repelen mutuamente. Del psicoanálisis nos recuerda la resistencia.
[4] N.T. Descripción del juego: Las sillas (1 por persona) son ubicadas en círculo
a cuyo alrededor los jugadores se ubican, también en círculo. Una vez que la
música comienza, éstos giran en el sentido de las agujas del reloj, alrededor de
las sillas. Cuando la música se detiene, cada jugador ha de encontrar su silla
en no más de 15 segundos y sentarse tal que sus pies no toquen el suelo. En la
medida en que el juego avanza, se quita una silla cada vez. Los jugadores
cuyos pies toquen el suelo, serán eliminados, El juego termina cuando solo
queda una silla y en ella, el jugador ganador. Material: 1 silla por persona, 1
grabadora, CD o casetes.
[5] N.T. rond: de figura circular, puede ser traducido por círculo pero dado lo
borromeo de la interpretación lacaniana opto por este redondel que además
recuerda el juego de la silla musical que la autora nos trae aquí
[6] N.T. l’inquiétante étrangeté, que es como los franceses traducen lo
umheimlich, lo ominoso, freudiano
[7] N.T. la casualidad
[8] leer nota de traducción, sobre el umheimlich
[9] N.T. au hasar: al azar, aleatorio
[10] N.T. hasardeuse, azaroso, peligroso, ominoso
[11] (al azar)
[12] seul trou qui vaille
[13] (en frances tanto como en español)
[14] (chambouler)