turismo y cultura

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Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 21 T E M A D E L M E S Turismo y cultura , c o m p a ñ e ros de ruta Sumario 22 Por un turismo concertado Mike Robinson 24 Los pioneros Roy Malkin 26 Buenos tiempos para los viajes 1 Pueblos y turismo 28 Alta tensión en el Himalaya Myra Shackley 30 Indígenas anfitriones Garry Marchant 32 El despegue del ecoturismo Sylvie Blangy 34 De campesinos a operadores locales Leticia Gonzáles de Remoué 2 Salvar el patrimonio 35 Cultura y turismo: hacia una economía de mercado Valéry Patin 37 Poner orden en Pompeya Martine Jacot 38 Pequeña guía para vacaciones estudiosas 40 Petra y los nuevos invasores Christophe Ayad 42 Venecia: el turismo destronado Antonio Paolo Russo 44 Luang Prabang, un ejemplo estimulante Francis Engelmann 47 Marruecos: manos a la obra Mohamed Berriane 49 Europa central: de castillo en castillo Cynthia Guttman 51 Santiago de Compostela en el buen camino Lucía Iglesias Kuntz 3 Puntos de vista 53 Club Med, un imperio de arena Amy Otchet 54 Sigan al guía... Tony Wheeler 56 Turismo y buena conducta Cynthia Guttman S ector económico de peso, el turismo se diversifica y propone cada vez más “productos culturales”, de la visita de monumentos al descubrimiento de modos de vida singulares. Este entusiasmo puede contribuir a la restauración del patrimonio y a la supervivencia de las tradiciones. Pero un turismo incontrolado produce el efecto contrario. De ahí el dilema que abordamos en la introducción: el auge del turismo cultural es muy beneficioso para quienes lo practican y para sus anfitriones, pero un exceso de visitantes termina por degradar la cultura, hasta el punto de hacerle perder todo su atractivo. A continuación, presentamos casos precisos en los que los operadores turísticos y las poblaciones locales han tratado de sellar un pacto de intereses relativamente armonioso y estable. La misma ambivalencia se repite en nuestra segunda parte, con proyectos —exitosos o inquietantes—de explotación turística del patrimonio monumental o tradicional. Por último, dos destacadas personalidades del turismo de masas defienden la industria, que procura por lo demás dotarse de un código universal de conducta.

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Turismo y Cultura

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  • Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 21

    T E M A D E L M E S

    Turismo y cultura ,c o m p a e ros de rutaSumario22 Por un turismo concertado

    Mike Robinson

    24 Los pioneros Roy Malkin

    26 Buenos tiempos para los viajes

    1 Pueblos y turismo28 Alta tensin en el Himalaya

    Myra Shackley

    30 Indgenas anfit r i o n e sGarry Marchant

    32 El despegue del ecoturismoSylvie Blangy

    34 De campesinos a opera d o res localesLeticia Gonzles de Remou

    2 Salvar el patrimonio35 C u l t u ra y turismo: hacia una economa de

    m e rc a d o Valry Patin

    37 Poner orden en Po m p e y a Martine Jacot38 Pequea gua para

    vacaciones estudiosas

    40 Petra y los nuevos invasoresChristophe Ayad

    42 Ve n e c i a : el turismo destro n a d oAntonio Paolo Russo

    44 Luang Pra b a n g, un ejemplo estimulanteFrancis Engelmann

    47 M a r r u e c o s : manos a la obraMohamed Berriane

    49 E u ropa centra l : de castillo en castilloCynthia Guttman

    51 Santiago de Compostela en el buen camino Luca Iglesias Kuntz

    3 Puntos de vista53 Club Med, un imperio de are n a

    Amy Otchet54 Sigan al gua...

    Tony Wheeler

    56 Turismo y buena conductaCynthia Guttman

    Sector econmico de peso, e l

    turismo se divers i fica y pro p o n e

    cada vez ms p ro d u c t o s

    c u l t u ra l e s , de la visita de monumentos

    al descubrimiento de modos de vida

    s i n g u l a re s. Este entusiasmo puede

    contribuir a la re s t a u racin del

    patrimonio y a la supervivencia de las

    t ra d i c i o n e s. Pe ro un turismo incontro l a d o

    p roduce el efecto contra r i o.

    De ah el dilema que abordamos en la

    i n t ro d u c c i n : el auge del turismo cultura l

    es muy beneficioso para quienes lo

    p ractican y para sus anfit r i o n e s, p e ro un

    exceso de visitantes termina por

    d e g radar la cultura , hasta el punto de

    hacerle perder todo su atra c t i v o.

    A continuacin, p resentamos casos

    p recisos en los que los opera d o re s

    tursticos y las poblaciones locales han

    t ratado de sellar un pacto de intere s e s

    relativamente armonioso y estable. L a

    misma ambivalencia se repite en nuestra

    segunda parte, con proyectos exitosos

    o inquietantesde explotacin turstica

    del patrimonio monumental o

    t ra d i c i o n a l . Por ltimo, dos destacadas

    p e rsonalidades del turismo de masas

    d e fienden la industria, que pro c u ra por lo

    dems dotarse de un cdigo universal de

    c o n d u c t a .

  • 22 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    w Director del Centro Viaje yTurismo de la Universidad deNorthumbria,Reino Unido

    Por un turismo c o n c e r t a d ow M i ke Robinson

    D u rante mucho tiempo se pens que el turismo favorecera el entendimiento interc u l t u ral y la paz. En re a l i d a d , es fuente de numerosos confli c t o s. La solucin es un turismo s o s t e n i b l e .

    Las comunidades torajas de Clebes (Indonesia)tuvieron que adaptar sus ceremonias fnebressagradas al gusto de los turistas. Pero ello sus-cit tal resentimiento que a fines de los aos ochentaalgunos torajas negaron lisa y llanamente el accesoa dichas ceremonias a los visitantes extranjeros.

    Este ejemplo ilustra el dilema del turismo cul-t u r a l . Por un lado, los turistas se interesan cadavez ms, aunque paguen ms caro, por las expe-riencias y los espectculos culturales exticos y amenudo nicos en su gnero. Por otro, su sola pre-sencia puede atentar gravemente contra la culturalocal: existe el riesgo de que sta sea reinventadaesencialmente en funcin de los imperativos de laindustria turstica. El resultado no es satisfactorioni para las comunidades anfitrionas, que percibenel poder adquisitivo de los turistas como una ame-naza contra su cultura y sus tradiciones, ni para lost u ristas que, en vez de percepciones y experi e n c i a sricas y autnticas,obtienen una tradicin escenifi-c a d a ; desean descubrir una cultura extica y lo quese les ofrece es decididamente kitsch.

    Turistas versus anfitrionesCon mil millones de viajes internacionales pre-

    vistos para el ao 2000,el impacto del turismo sobrela cultura se ha hecho tan evidente que se plantea elsiguiente interr o g a n t e : Podemos continuar por la vaactual sin que nadie ceda en sus posiciones? Ele n t o rno natural ha suscitado enorme preocupacinen el debate sobre el desarrollo sostenible,pero se hanhecho curiosamente pocos esfuerzos para instaurarun turismo cultural s o s t e n i b l e . Una de las gr a n d e srazones de esta apata reside en nuestros postuladosfundamentales sobre el turi s m o.

    El primer axioma es que el turismo engendraa rmona cultural. Nacida de la tradicin romntica(y elitista) del viaje en los siglos X V I I I y X I X, esta ideaes consagrada actualmente por la OrganizacinMundial del Tu ri s m o, que se asigna explcitamentecomo misin, entre otras, la de promover la paz y elentendimiento mutuo. Es exagerado estimar que elt u rismo constituye un factor decisivo de paz: no estprobado que favorezca la cohesin mundial. L averdad es ms bien que numerosos conflictos cul-turales se han generado en torno a l.

    El anlisis de estas cuestiones elude a menudoel hecho de que el turismo constituye un vector dela mundializacin, capaz de provocar cambios radi-

    cales e irr e ve rsibles en la cultura de las comunidadesde acogi d a .Aunque de manera general se admite elprincipio del respeto de las culturas y los derechosc u l t u r a l e s , no se llega a pensar que hay que velar porsu preserva c i n , y tampoco se sabe muy bien de quculturas se est hablando.

    El conflicto entre el turista y el anfitrin esquizs el ms patente. Surge en parte de una dife-rencia radical en cuanto al objetivo perseguido: elp rimero se entrega a una actividad de esparci-m i e n t o, el segundo trabaja. El turista llega connumerosas expectat i va s ; las comunidades anfi-trionas a veces no tienen la menor idea de lo quepueden esperar del turista.

    Otro conflicto opone al pas de acogida con lospromotores y organizadores de viajes de la industri aturstica internacional (esencialmente de los pasesd e s a rr o l l a d o s ) , con su capacidad de persuasin y supoder econmico. El turismo puede transformar lasculturas locales en meros bienes de consumo. C e r e-monias religiosas, ritos y fiestas de carcter tnicosuelen empobrecerse y torn a rse anodinos pararesponder a las expectat i vas de los turi s t a s. Se llegaentonces a una etnicidad reconstruida, segn laexpresin de un investigador.

    Una de las causas de este conflicto es que la mer-cantilizacin de las culturas se inicia muy lejos desu terri t o ri o. Estas quedan reducidas al mundobidimensional de folletos en papel satinado quepresentan lugares idlicos y evocan las culturasmediante textos superficiales y perfectamente inter-c a m b i a b l e s. Los ingresos del turismo van a daresencialmente al mundo desarrollado, donde estsituada la mayora de las empresas tursticas, l oque crea un mar de fondo permanente.

    En otro nive l , existen conflictos entre los dive rs o ssectores de la comunidad anfitriona. Los que tra-bajan en la economa turstica pueden tener obje-tivos diferentes de los perseguidos por los agricul-t o r e s , por ejemplo. Los empleos del turi s m o,relativamente bien pagados en los pases en desar-rollo, son a veces el monopolio de ciertos grupossociales y tnicos.

    La pers p e c t i va de ganar divisas fuertes bastanterpido y a menudo con una inversin mnima( c o m p a r a d a , por ejemplo, con la que exigira lacreacin de una industria manufacturera) seducemucho a los gobiernos de los pases,desarrolladoso en desarr o l l o, que procuran fomentar el turi s m o.

    Elige a tuscompaeros antes deelegir tu camino.

    Proverbio rabe

  • Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 23

    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    Sin embargo, todos los antagonismos que ste creadeberan obligarnos a reconsiderar los fundamentosmismos del turismo cultural.

    Todos los esfuerzos para promover el turismocultural sostenible deben basarse absolutamenteen una cooperacin activa con las culturas locales.Ahora bien, hasta la fecha, sta sigue siendo muylimitada, casi un aadido formal a las considera-ciones econmicas y ecolgi c a s. En Nueva Zelandia,la participacin econmica de los maores en las acti-vidades tursticas fue estimada en menos de 1%.

    Las definiciones pueden diferir pero, a mi juicio,un turismo cultural sostenible no slo reconoce elvalor de la diversidad cultural, sino que consideraindispensable ofrecer a las culturas locales un forodonde puedan participar en las decisiones queafectan a su porve n i r. Dicho de otro modo, las cul-turas anfitrionas deben estar en condiciones dedecir no al turismo y, si lo aprueban,de imponerleprincipios rectores cuando as lo deseen.

    H ay casos en los que,gracias a una redistri bu c i nde los recursos tursticos y de los ttulos de dominio,los pueblos aborgenes empiezan a pasar de la condi-cin de proveedores de experiencias culturales a lade propietarios y administradores (como es el casode los amerindios del Canad y de los aborgenes deAustralia mencionados en las pginas 30 y 31).Esos ejemplos son estimulantes,aunque sean escasosy sigan bajo la influencia de los sistemas de va l o r e sde los pases desarr o l l a d o s. El reconocimiento de losderechos culturales, con la obligacin de respetarlosy de protegerlos, es inherente al desarrollo sostenibley debe serlo tambin a la idea de turismo sostenible.

    Pero es indispensable que a esos derechos culturalesse sumen otros. Dotadas de tierr a s , de recursos y dederechos de propiedad intelectual, las comunidadesy las culturas podrn no slo influir en la ori e n t a c i ny el ritmo del desarrollo del turi s m o, sino tambinaceptarlo o rechazarlo.

    Salvo contadas excepciones, no estamos en elbuen camino. El turismo y los Estados y organiza-ciones que le dan carta blanca no pueden y seraposible probar que no quieren emprender unareorientacin estructural e intelectual radical,queconvertira a la idea de consentimiento cultural enel eje de un proceso de cooperacin.

    En el sistema actual, la industria turstica puedeestimular la participacin de la comunidad local enla administracin de los recursos tursticos, o aso-ciar a sus miembros a las decisiones sobre el desar-rollo de stos. El problema es que lo hace para serv i rlos objetivos econmicos de sus empresas y el sis-tema de valores dominante de los pases desarrol-lados que representa.

    Construir un turismo sostenible en torno a laidea de consentimiento cultural implica que la acti-vidad turstica pueda ser rechazada de plano.Es msprobable que, en el marco de una cooperacin msjusta, su carcter, su magnitud y su desarrollo seadapten a la necesidades culturales de la comu-nidad de acogida. El verdadero reto es instaurarmecanismos que hagan participar a las culturaslocales y les transfieran el derecho a decidir sobre eltipo y la envergadura del turismo que desean con laslimitaciones econmicas, e c o l gicas y culturalesque hayan fijado. n

    + l Una conferencia

    internacional,Turismo 2000:la hora de la celebracin,que se celebrar del 2 al 7de septiembre en Sheffield,Reino Unido, abordar losproblemas del turismosostenible. Para msinformacin dirigirse a:[email protected].

    Turistas en torno a un grupo de bosquimanos en el desierto de Kalahari, Namibia.

  • 24 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    El art e , como otras sustancias poderosas, d e b ec o n s u m i rse con moderacin. A esa conclusinl l e va la experiencia del novelista francs Stendhal( M a ri e - H e n ri Beyle,1783-1842) quien, al visitar Flo-rencia en 1817, sali de la iglesia de la Santa Crocesumamente conmov i d o :Fui presa de una suerte dextasis ante la idea de estar en Florencia y en compaade los grandes hombres cuyas tumbas acababa deve r.A b s o rto en la contemplacin de la belleza sublime,la vea de cerca, la tocaba por as decirlo. Alcanc eseestado de emocin en el que la sensaciones deliciosasque procura el arte se asemejan a sentimientos apa-s i o n a d o s. Al dejar la Santa Croce, se aceleraron losl atidos de mi corazn; sent que perda la vida, a lcaminar tena miedo de desplomarm e .

    Esta es la primera descripcin de lo que la psi-q u i atra florentina Graziella Magherini llam elsndrome de Stendhal, un profundo trastorn op s i c o l gico provocado por la contemplacin deuna obra de art e . Los sntomas pueden incluirva h d o s , prdida del sentido de identidad y deo ri e n t a c i n , depresin e incluso agotamiento fsico.Al parecer, esta dosis excesiva de cultura, para la cualel nico remedio es el reposo, afecta anualmente aun puado de turistas extranjeros en Florencia.Segn Magherini, que escribi un libro sobre elt e m a ,1 los ingredientes son una pers o n a l i d a di m p r e s i o n a b l e , el estrs del viaje y el descubri-miento de una ciudad como Florencia, donde sesiente la presencia de fantasmas de gr a n d e shombres, la muerte y la perspectiva histrica.

    El turismo a todo vaporEl sndrome de Stendhal no es la nica expe-

    riencia que comparten los turistas culturales modern o sy los viajeros del pasado. Las guas de viajes prolife-raron en la Grecia A n t i g u a , y las Siete Maravillas delMundo (m i ra b i l i a) son un ejemplo acabado del gustodel mundo griego por las atracciones tursticas.

    Tampoco la caza de recuerdos es un invento delos viajeros modern o s. Los griegos que consultabanel Orculo de Delfos o de Dodona, como los per-egrinos medievales que recorran los caminos deEuropa, adquiran reliquias que eran objeto de uncomercio floreciente.

    El efecto deshumanizador de los viajesm o d e rnos? Mucho antes de la existencia delautomvil y del Concorde, el escritor bri t n i c oJohn Ruskin condenaba los viajes en tren a 50 kmpor hora:Una experiencia a la que conviene renun-

    ciar rpidamente.Transforma a un hombre de viajeroen paquete viviente.

    El turista como personaje de stira? Qu decir dela Sra. Clack, en la obra de Samuel Foote Un viaje aC a l a i s ( 1 7 7 6 ) , que se asombraba de lo bien que los fran-ceses hablaban francs?

    Guas tursticas interactivas? Ya en 1840 Karl Bea-deker encareca a los lectores de sus manuales que leescribieran formulando sugerencias para futuras edi-ciones. La lista es interminable.

    Quin fue el primer turista cultural? Ulises? Ale-jandro Magno? Julio Csar? Tal vez ellos, como elmercader veneciano Marco Polo y los grandes viajerosdel Renacimiento europeo que emprendan expedi-ciones para fa b ricar cristianos y buscar especias, r e a-lizaban sobre todo viajes de negocios. El gran viajerorabe del siglo X I V, Ibn Bat t u t a , es un candidato alttulo con mayores posibilidades. R e c o rri unos 120.000km por los pases islmicos y lleg a puntos tan distantesde su patria como Tnger, China y Sumatra por elgusto de aprender sobre nuevos pases y nuevos pue-blos.

    H ay viajeros culturales ms recientes, como losvstagos de la aristocracia britnica que realizaban unagran gira por Europa continental, con un itinerari oflexible que sola incluir visitas a Pars y a las pri n c i p a l e sciudades italianas. Segn Thomas Nugent, autor de L aw Periodista del Correo de la UNESCO

    Los p i o n e ros w Roy Malkin

    En un principio hubo viajero s. L u e g o, en el siglo X I X,un fermento de cambio econmico y social anunci la revolucin turstica.

    Siempre se ha considerado que los turistas son responsables de la profanacin de losmonumentos que visitan.

  • Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 25

    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    gran gi ra ( 1 7 4 9 ) , esa costumbre tenda visible-mente a enriquecer la mente con conocimientos,rectificar juicios, eliminar los prejuicios de la edu-c a c i n ,a d q u i rir buenos modales, en pocas palabras,a formar un cumplido caballero. Otros se mos-traron ms escpticos frente a esta visin optimista.

    En las postrimeras del siglo XVIII la revolucini n d u s t rial cre un nuevo mercado para los viajes: a lmejorar las carreteras,la duracin de los trayectosdisminuy considerablemente; la expansin indus-t rial gener mayor riqueza y un nuevo contingentede viajeros potenciales. El trabajo con horari o sreglamentados trajo consigo las nociones de espar-cimiento y de va c a c i o n e s. El turista moderno es hijode la era del vapor en Europa y en Norteamrica.

    Los barcos de vapor empezaron a hacer elt r ayecto entre Dover y Calais en 1821, y en 1840 secalculaba que cien mil viajeros los utilizaban anual-m e n t e . Ese mismo ao, el navo B ri t a n n i a c ruz elAtlntico en catorce das. Los barcos empezaron asurcar el Rin en 1828,y el Rdano y el Danubio unosaos despus. Pero fue sobre todo la extensin de lared ferr ov i a ria lo que democratiz el viaje y aumentlas posibilidades de ir ms lejos y ms rpido.

    Con la gua en la manoLos nuevos turistas necesitaban ms ori e n t a-

    c i n ,a p oyo y organizacin que sus predecesores,m sindependientes y pri v i l e gi a d o s.Para ofrecerles form a sde viajar ms seguras, a mediados del siglo X I Xs u r gi una industria turstica que comprenda agen-cias de viajes, publicacin de guas, e x c u rs i o n e so r g a n i z a d a s ,h o t e l e s ,f e rr o c a rriles e itinerari o s.Tr e sfiguras desempearon un papel esencial: dos editores,el britnico John Murr ay (1808-1892) y el alemnKarl Beadeker (1801-1859), y un agente de viajes,el britnico Thomas Cook (1808-1892).

    Exista ya una abundante literatura sobre viajespara acompaar al turista que emprenda un largop e ri p l o, pero sta sola presentar digresiones u opi-niones personales de sus autores. Para los n u e vo s viajeros, esos escritos subjetivos resultaban total-mente anticuados. En la dcada de 1840 fueronreemplazados por las guas Murray y las Beadekercon tapas rojas, con una presentacin uniforme,actualizadas regularmente y de un tamao que per-mita llevarlas en la mano o en el bolsillo. B e a-d e k e r ,c u ya finalidad era facilitar a los viajeros infor-macin suficiente para dispensarlos de pagar loss e rvicios de guas (humanos), realiz viajes de inc-gnito para comprobar la fiabilidad de sus inform a-c i o n e s. Se vali tambin de e s t r e l l a s para calific a rlos sitios y los hoteles. De hecho, se reproch a lasguas rojas, como a algunas de sus modernas suce-s o r a s , presentar un pat rimonio monumental comoun conjunto de obras sin relacin con la vida real delpas y del pueblo que las haba creado y dotado designificacin.

    Las publicaciones de Beadeker, que abarcabanla mayor parte de Europa, se tornaron sumamentep o p u l a r e s. Se cuenta que el kiser Guillermo II deAlemania se asomaba a una determinada ventana desu palacio todas las tardes para respetar la Beadeker

    que deca que presenciaba el cambio de guardiadesde ese lugar y que la gente esperaba su apari c i n .

    Pero la figura emblemtica de una industri aturstica organizada con eficiencia burocrtica paras at i s facer un mercado turstico (relat i va m e n t e )democratizado es Thomas Cook.

    El Napolen de las excursionesEstimaba que visitar otros pases abra pers-

    pectivas insospechadas de enriquecerse cultural ym o r a l m e n t e . Empez en 1841 por organizar viajesb a r atos en ferr o c a rril para los trabajadores ingleses,pero en 1865 escoltaba a Italia a c l ri g o s ,m d i c o s ,banqueros,ingenieros civiles y comerciantes.

    A menudo se aludi a Cook como al N a p o l e nde las excurs i o n e s ,y la tonalidad militar e imperi a l i s t adel turismo moderno (inva s i o n e s , e j r c i t o s , h o r d a s )acompa su carr e r a .El turi s m o, a firmaban algunos,era como el imperi a l i s m o : poda producir dinero yb e n e ficios comerciales,pero tambin apoyaba un sis-tema de explotacin y de opresin.A s , la empresa deCook fue un agente decisivo de la autoridad militar ya d m i n i s t r at i va britnica en Egi p t o. Se deca que e lsoberano nominal de Egipto es el sultn; el ve r d a d e r oes Lord Cromer. El gobernador nominal es el jedive ;el verdadero es. . .Thomas Cook and Son.

    Cook y sus e x c u rs i o n i s t a s fueron tildados porlos tradicionalistas de observadores apresurados,representantes de una modernidad que lleva b amuchedumbres de intrusos a pueblos, ciudades yr e giones que antes eran autosufic i e n t e s , e nvo l v i n-dolos en una maraa de fuerzas econmicas y socialese x t r a n j e r a s. Dicho ms vulgarm e n t e , se estimaba quelos nuevos turistas eran, por el mero hecho de viajarde manera organizada, no slo incapaces de unareaccin esttica, sino en buena medida respon-sables de la profanacin de los monumentos quev i s i t a b a n . La velocidad se asociaba con la superfi-c i a l i d a d .

    Volvamos al sndrome de Stendhal.Magherinidemostr que el contacto con obras maestras puedehacer resurgir experiencias emocionales y ahondaren el conocimiento de s mismo. No olvidemos,p u e s , que los viajes ms largos son, y sern siempre,los que se hacen en la mente. n

    1. La sindrome di Stendhal, Florencia, Ponte alle Grazie,2a.edicin,1996.

    De aqu a cien aosno valdr la penaviajar, porque elmundo es cada vezms uniforme.

    Paul Bowles (1911),escritor estadounidense

    Los aristcratas britnicos eran muy aficionados a los viajes culturales.

  • Buenos tiemposp a ra los viajes

    De Amrica a Europa 23,6

    De Amrica a Europa 44

    De Europa a Amrica 19,5

    De Europa a A m r i c a

    65

    De Africa a

    Europa 11

    De

    E u ropa a

    Africa 19

    De Europa a Oriente Medio 22

    De

    Eur

    opa

    a

    Afri

    ca

    6,9

    De Africa a Europa 3,5De Asia a Europa 14,3

    De Oriente Medio

    a Europa 1,9

    De Europa al Sudeste asitico y el Pacfico 10,4

    De Europa al Sudeste asitico y el Pa c fic o

    47

    Del Sudeste asitico y el Pacfico a Amrica 42

    De Amrica al Sudeste asitico y el Pacfico 20

    Del Sudeste asitico y el Pa c fico a Euro p a

    47

    De Europa a Asia 10

    De Asia a Amrica 10,1

    De Amrica al Sudeste asitico y el Pacfico 6,2

    De Asia al Sudeste asitico y el Pa c fico 1,3

    Principales corrientes tursticas intercontinentales (millones de viajeros) 1 9 9 7

    2 0 2 0

    26 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

  • Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 27

    Tourisme et culture : un mariage dintrts

    Si las previsiones de la Organizacin Mundial delTu rismo (OM T) son exactas, las llegadas det u ristas extranjeros a las fronteras van a pasar,d eaqu a 2020, de 625 millones a 1.600 millones. Yesos viajeros gastarn ese ao ms de 2 billones d edlares (frente a 445.000 millones en la actualidad),lo que conve rtir al turismo en la primera actividadeconmica del mundo. Estas proyecciones se basanen tasas de crecimiento anuales de 4,3% para las lle-gadas y 6,7% para los gastos, muy superiores pues alaumento mximo previsto para el PI B m u n d i a l :3% ala o.Ya en 1997, los ingresos del turismo representaronun poco ms de 8% de las exportaciones mundialesde mercancas y cerca de 34% de las de serv i c i o s.

    La posibilidad de reservar en lnea,el accesoa las tari fas reducidas de ltimo minuto y el pago dehoteles por Internet van a contribuir al auge delturismo.

    Pese a una tasa de crecimiento anual modesta( 3 , 1 % ) , Europa seguir siendo, por amplio margen,el punto de destino ms popular (se prev que reci-bir 717 millones de visitantes extranjeros en 2020,dos veces ms que en 1998), aun cuando la parteque le corresponde en el mercado mundial vaya adisminuir de 59% a 45%. En ese continente, loscampeones del crecimiento sern los pases deEuropa central y oriental, donde se espera que lasllegadas aumenten 4,8% al ao. Pa r a l e l a m e n t e ,casi la mitad de los turistas del mundo procedernde Europa. No cabe extraarse, entonces, de que

    Los 10 principales pases de destino n 1 9 9 8(en millones de visitantes)*

    n 2020 (pro y e c c i n )

    Francia 70

    Espaa 47,7

    Estados Unidos 47,1

    Italia 34,8

    Reino Unido 25,5

    China** 24

    Mxico 19,3

    Polonia 18,8

    Canad 18,7

    Austria 17,3

    China* 137,1

    Estados Unidos 102,4

    Francia 93,3

    Espaa 71

    Hong Kong** 59,3

    Italia 52,9

    Reino Unido 52,8

    Mxico 48,9

    Rusia 47,1

    Repblica Checa 44

    G a s t o s, 1 9 9 7 * I n g re s o s, 1 9 9 8 * (en miles de millones de dlares)

    seis pases europeos figuren entre los diez pri m e r o sdel mundo, tanto en materia de ingresos como degastos tursticos. Estados Unidos ocupa el primerlugar en ambos casos.

    Con un incremento de 7% al ao de las llegadasde extranjeros, la regin de Asia oriental y el Pa c fic ova a suplantar al continente americano en el segundolugar de los destinos ms populares: en 2020, s u sp a rtes en el mercado sern, r e s p e c t i va m e n t e , 27% y1 8 % . Pero se har todo lo posible por atraer al viajeroa s i t i c o, pues la regin Asia oriental y el Pa c fico sec o nve rtir en el segundo punto de partida de lasc o rrientes tursticas mundiales, con un ritmo de cre-cimiento anual de 7%, relegando as el continentea m e ricano al tercer lugar. Se estima que China va ac o nve rt i rse en el cuarto pas de origen de los turi s t a sa nivel mundial; actualmente ni siquiera figura entrelos veinte pri m e r o s. Tanto en mat e ria de llegadascomo de part i d a s ,A f rica (sobre todo la austral), e lO riente Medio y el Sudeste asitico deberan regi s-trar un crecimiento de ms de 5% al ao.

    Francia conserv su lugar de primer punto dedestino durante todo el decenio de 1990, pero serdestronada en 2020 por China (con exclusin deHong Kong).

    Pese a este fuerte incremento, el turismo es ysigue siendo el pri v i l e gio de unos pocos: la OM Tprev que slo 7% de los habitantes del planeta via-jarn al extranjero en 2020, dos veces ms que en1996 (3,5%). n

    *Excluido transporte. **Sin contar Hong Kong.Fuente:Organizacin Mundial del Turismo.

    * Turistas internacionales excluidos los visitantes del da.** Sin contar Hong Kong.Fuente:Organizacin Mundial del Turismo.

    *Sin contar Hong Kong.** Hong Kong es una regin administrativa especial de China desde 1997.Fuente:Organizacin Mundial del Turismo.

    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

  • 28 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    positivo administrativo adecuado, ni preocuparsepor la capacidad de acogi d a . Desde mediados de losaos noventa, la India permite el acceso a ciertossectores del A runachal Pradesh y a nuevas zonas delHimachal Pradesh. El Nepal ha abierto su fronteranoroeste a los que practican el senderismo hacia elT b e t , y facilita el acceso a los reinos budistas de laregin. Bhutn es el nico pas que ha establecidoun sistema de cuotas,que por lo dems rara vez sealcanzan.Un signo de apertura es que el gobiernode Bhutn permite ahora una mayor participacindel sector pri vado en la industria turstica, p e r osometindola a un control estricto.

    En Nepal, el rpido desarrollo del senderismo hatrado consigo un mejoramiento del servicio areoi n t e ri o r , la apertura de nuevos aeropuertos regi o n a l e sy la construccin de carreteras para facilitar el accesoa los monasterios y sitios religiosos ms remotos. E lviajero acaudalado que quiere visitar Khumbu oM u s t a n g, en el Nepal himalayo, puede ahora fle t a run helicptero para llegar a esos lugares en pocash o r a s , evitndose as va rias semanas de viaje. Pe r o,cualquiera que sea el medio de acceso escogi d o, l o sm o n a s t e rios budistas y las fiestas suscitan cada ve zms inters, reforzado por la importancia que seles da en los medios de informacin occidentales.

    Esas fiestas se prolongan va rios das, f i j a d o sgeneralmente en funcin del calendario lunar tibe-tano. Incluyen al menos un da de danzas ritualescon mscaras, ejecutadas por monjes en el patio delm o n a s t e ri o. Algunos operadores tursticos pro-ponen caminatas en pocas del ao que coincidencon esas fiestas. Cuanto ms fcil es el acceso alm o n a s t e ri o, m ayor es el nmero de visitantes ym ayor el riesgo de que su presencia perturbe eld e s a rrollo de las ceremonias. Las autori d a d e sm o n s t i c a s , deseosas de ganar algo de dinero, e s t i-mulan la afluencia de turistas y el empleo excesivode mquinas fotogr fic a s. La venta de entradas a lost u ristas y la reserva de asientos pueden producir pre-

    1 Pueblos y turismo

    Antes el Himalaya slo era conocido por losfanticos del t r e k k i n g ( s e n d e rismo) y del mon-t a i s m o.H oy la regin atrae a un nmero cre-ciente de visitantes que quieren empaparse de otrasc u l t u r a s.Y tal vez el xito del budismo en Occidentec o n t ri bu ya tambin a esta at r a c c i n . Durante sup e rm a n e n c i a , los n u e vos turi s t a s visitan los sitios,asisten a las fiestas y se fa m i l i a rizan con el estilo devida de las comunidades del Himalaya .

    Hasta ahora, el turismo internacional tenasobre todo repercusiones en el medio ambiente, at r avs de la contaminacin o la deforestacin. Pe r o,la afluencia de visitantes 2,5 millones al ao, d o sveces ms que hace una dcada crea tensiones quevan en aumento: los visitantes extranjeros y lascomunidades anfit rionas tienen aspiraciones antag-n i c a s , lo que se manifiesta especialmente en losmonasterios,los templos y las fiestas religiosas,ensu mayora budistas.

    Esas fie s t a s , con sus magnficas danzas con ms-c a r a s , cumplan antiguamente un papel esencial enel acercamiento de las comunidades aisladas.A h o r ahan pasado a ser a menudo productos culturalespara turi s t a s. En razn de su xito comercial, las prc-ticas tradicionales se han desvirtuado y la poblacinlocal les ha vuelto la espalda. Es difcil saber hoy dacmo podra inve rt i rse esta tendencia.

    Para aumentar sus ingresos de divisas, l o sgobiernos himalayos abren todos los aos nuevasr e giones al turi s m o, a menudo sin dotarlas de un dis-

    Alta tensin en el H i m a l a y aw Myra Shackley

    La vida y las tradiciones del techo del mundo atraen a un nmero cada vez mayor de curiosos. En cuanto a los habitantes de la re g i n ,algunos se quejan, o t ros se enriquecen.

    w Profesora de gestin de losrecursos culturales de la Escuelade Comercio de Nottingham(Reino Unido)

    Bhutn

    India

    China (Tbet)

    Nepal

    KATMAND

  • Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 29

    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    ciosas divisas,pero provocan el descontento de loslugareos. Suele ocurrir incluso que se modifiqueel programa de las fiestas y se acorte la duracin delas danzas para no cansar a los turistas occidentales.El mercado negro del arte religioso en especial lasestatuillas fcilmente transportables y las thankas(pinturas religiosas en seda) tambin se ha desar-rollado considerablemente.A s , un monasterio tuvoque instalar un sistema de seguri d a d , financiado conlos ingresos del turismo, para evitar los robos.

    Entre la aceptacin y el rechazoLas fiestas budistas no son las nicas que at r a e n

    al pblico.La mayor parte de los visitantes a los sitiosdel valle de Katmand, que figuran en la Lista delPat rimonio Mundial de la UN E S C O, se detienen enlas regiones bajas del Nepal para asistir a las fie s t a sy las danzas hindes con mscaras de Bhaktapur. E nla parte occidental del Nepal,la mayor parte de lapoblacin del reino de Ladakh est compuesta porbudistas mahaya n a s ,c u ya religin combina prcticast n t ricas y animistas prebu d i s t a s. Sus fiestas renena los fieles durante los meses rigurosos del inv i e rn o.Un mercado y tiendas se instalan en torno a losga m p a s ( m o n a s t e ri o s - f o rt a l e z a s ) , destacando asque el papel de la fiesta es reunir a comunidades dis-p e rs a s. Se presentan danzas con mscaras, y desdehace muchos aos los turistas occidentales asistena esas fie s t a s. En cambio, el Fe s t i val de Ladakh, e nla primera semana de agosto, fue creado reciente-mente por la Oficina de Tu rismo con el nico fin deatraer visitantes.

    En Bhutn, el budismo tntrico Dru k p aKagyupa (religin oficial del pas) agrupa a cerca de5.000 monjes que viven en monasteri o s - f o rtalezas lla-madas d zo n g s, c u ya visita constituye el momento cul-minante de todos los circuitos tursticos. Pero nume-rosos d zo n g s slo pueden visitarse en la poca de lasfiestas anuales de danzas con mscaras (t s e c h u) .Hace algunos aos, los abusos de los fotgr a f o shicieron que va rios monasterios impidieran el accesode los visitantes. El turismo en Bhutn se resinti atal punto que muchos monasterios abrieron nueva-

    mente sus puert a s. H oy da los lugares y las fechasde las fiestas se difunden por Intern e t , a travs delcual puede hacerse la reserva corr e s p o n d i e n t e .

    Estos incidentes son reveladores de una cre-ciente dependencia respecto del turi s m o. S i ne m b a r g o, en ciertos casos los beneficios econ-micos que se obtienen han dado nuevo impulso a lasactividades religi o s a s. En Nepal, Tya n g b o c h e ,situado en la regin Solu Khumbu de los sherpas,se ha conve rtido en un importante centro turs-t i c o. Alberga una comunidad de ms de 40 monjes.Sin embargo, los religiosos lo haban abandonadoen los aos setenta para trabajar en el turismo. Unincendio lo destruy en 1988. Las danzas con ms-caras, practicadas en ese monasterio desde 1942solamente, atraen hoy da a cientos de visitantes alao a veces hasta 80% de extranjeros que pro-curan al monasterio los ingresos necesarios para sub-venir a sus necesidades. Actualmente cuenta con une d i ficio para alojar a los visitantes calefaccionado conenerga solar y una plataforma de aterrizaje parah e l i c p t e r o s. Los fondos procedentes de las entradass i rven tambin para financiar la renovacin y elmantenimiento de los trajes y mscaras, as comoprogramas de formacin para los monjes.

    No obstante, los habitantes de la regin sequejan de la falta de respeto de los visitantes por lossitios sagrados y al parecer se ha ido ms all delumbral de tolerancia. Algunos operadores turs-ticos han empezado a distribuir folletos sobre losri t o s , estableciendo ciertas reglas de conducta enqu lugar hay que colocarse y cundo evitar tomarfotos,por ejemplo.

    En una poca en que el turismo aumenta (de10% a 20 % en las zonas que escapan al sistema dec u o t a s ) , los visitantes han de aprender a adaptar susaspiraciones y sus comportamientos a los de lascomunidades locales. En caso contrario sembrarnel resentimiento: en Mustang, el reino budista delengua tibetana situado en el norte del Nepal, losancianos at ri bu yen la sequa que agobia al pasdesde hace cuatro aos a la presencia nefasta deturistas extranjeros. n

    El Himalaya, e s egigante dos vecesmayor que los A l p e s,tiene en sus alturasmedias huertos y frutoscomo los nuestros.Posee frescos bosques y,cerca de sus sublimesp i c o s, su clemenciasigue aceptando,t o l e r a n d o, la flora queen nuestros paisajesexpira diez mil metrosms abajo.

    Jules Michelet,historiador y

    escritor francs (1798-1874)

    Jvenes monjes en el festival Tenchi de Lo Mantang, Nepal.Con los ingresos del festival sefinancia la escuela monstica.

    El trekking es una actividad turistica que emplea a numerosos guas de la regin.Aqu,en Nepal.

  • 30 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    En las soledades heladas del Artico canadien-se, varios kabloonas (extranjeros, en inuit)cortan torpemente grandes bloques de hielopara fabricar un igl, bajo la mirada atenta de ungua inuit. En un desierto australiano, una jovende la ciudad aprende a paladear una golosina tpi-ca: el witchetty grub (larvas de coso, una mariposan o c t u rn a ) . Tambin en Canad, un pequeogrupo de turistas rodea a un gua amerindio enun parque natural frente a la costa del Pacfico:ste les explica las esculturas de un ttem conmujeres que gesticulan, pjaros-trueno y otrospersonajes mitolgicos.

    Estas escenas revelan una demanda cada ve zm ayor de los turistas descubrir y vivir las cul-turas indgenas, pero tambin un reto: e lcontrol de un sector en plena expansin del mer-cado turstico. De Iqaluit, capital del nuevo terri-t o rio canadiense inuit de Nunav u t , a Kalgoorlie(Australia occidental), son cada vez ms nume-rosos los empresarios indgenas que inv i e rten enactividades tursticas y exhiben su cultura paraobtener un benefic i o. Estamos lejos de esospases en que las comunidades locales slo ejer-cen un control escaso o inexistente sobre las hor-das de turistas que a veces transforman a fondosu cultura y su organizacin social. Pe rtenecemos a la profesin desde hace aos,aunque nos encontrbamos un poco al margen,a firma Barry Pa r k e r , presidente de la A s o c i a c i nNacional Canadiense de Tu rismo A b o ri g e n( AN C TA) . Se nos asociaba a los ritos o ceremo-nias del culto, o se nos relegaba al papel de guasde los cazadores o pescadores.

    Pero hoy da los empresarios autctonos no secontentan con montar espectculos de danzaadaptados al gusto de grupos de turistas con prisani se limitan a vender recuerdos fabricados enserie.Hoy trabajan activamente en el transporte yla hostelera; abren museos, restaurantes, teatros,e incluso sus propias casas. No todos los amerin-dios del Canad y aborgenes de Australia sonpartidarios del turismo. Pero muchos lo conside-ran una fuente importante de ingresos. La ANCTAbusca el beneficio, precisa Parker. Nuestroobjetivo es crear empleos y ganar dinero. Elturismo les permite tambin afirmar su culturaenseando sus tradiciones a los dems.

    En Canad, un millar de empresas tursticasson amerindias: pertenecen a amerindios o soncontroladas por ellos hasta un 51% del capital.Sus ingresos anuales se acercan a los 200 millonesde dlares y procuran unos 15.000 empleos detemporada y 7.500 al ao, segn el Ministerio deAsuntos Indgenas del Canad. Ese tipo de turis-mo ha cobrado tal importancia en ambos pasesque los gobiernos y los pueblos aborgenes hancreado varios organismos oficiales para promo-verlo y controlarlo. Incluso el terri t o rio deNunavut tiene su propia administracin tursticapara dar a conocer su cultura.

    En Australia,unas 200 empresas tursticas sonadministradas por aborgenes, indica GraemePriestley, responsable del servicio federal encar-gado del desarrollo del sector. Sus ingr e s o sanuales ascienden a 20 millones de dlares y lasventas de obras de arte y de objetos de artesanaa unos 130 millones de dlares, segn las estima-ciones de la Oficina Australiana de Turismo. Enopinin de Priestley, la actividad turstica podraproducir beneficios mucho mayores para losaborgenes.

    Familiarizar al turista con la cultura aborigen

    A juicio de los grupos que desean fomentar elturismo, el aumento de sus beneficios financierospara sus comunidades es un progr e s o. Pe r otodava les parecen insuficientes. La Comisin delTurismo Canadiense estima que si la parte de lospueblos amerindios en la economa turstica fueseproporcional a su peso demogrfico (4% de lapoblacin canadiense), esa actividad les permi-tira ganar mil millones de dlares al ao (cincoveces ms que en la actualidad) y proporcionarahasta 40.000 puestos de trabajo.

    Pese a los progresos alcanzados, los abor-genes de Australia suelen tropezar con algunosw Periodista canadiense

    Indgenas a n fit r i o n e sw Garry MarchantCiertas comunidades amerindias del Canad y algunos aborgenes de A u s t ralia controlan el turismo en sus territorios.

    Una galera de arte aborigen dirigida por aborgenes, en Darwin,en el norte de Australia.

  • Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 31

    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    obstculos graves al desarrollo del turismo. Susreivindicaciones sobre las tierras deben ser acog i-das por los tribunales: sin ttulos legales de domi-nio, les resulta difcil obtener prstamos bancariospara crear sus empresas. Faltan capitales, perotambin la competencia necesaria para la gestin.Para tratar de colmar esas deficiencias, el Estadoha adoptado, en colaboracin con las autoridadesaborgenes, diversas medidas de asistencia, quevan de subvenciones individuales a programas deformacin.

    Hazel Douglas, que forma parte de la tribu delos guguya l a n j i s , en el extremo norte delQueensland australiano, est muy al corriente deesas dificultades. Cuando lanc mi empresa(hace cinco aos), declar al peridico T h eAustralian, la gente dijo: Oh! Es una aborigen!Slo aguantar un da o dos Hoy, su NativeGuide Safari Tours, galardonado con varios pre-mios, permite descubrir a grupos de turistas elrudo entorno de Daintree, selva hmeda que

    figura en la Lista del Patrimonio Mundial de laUNESCO, as como el parque nacional de CapTri bu l at i o n . Adems de contarles leyendas yexplicarles la cultura tradicional, se interna conlos turistas en la selva y les ensea a calmar la sedcomiendo abdmenes de hormigas verdes anvivas, muy ricas en vitamina C, a curar las mor-deduras de serpientes con varec o a reconocer enel canto de los pjaros cerca del ro la seal de queun cocodrilo est agazapado en los alrededores. Ajuicio de Douglas, el turismo es ms que uncomercio: Lo importante es familiarizar a lagente con la cultura aborigen y preservarla.

    Dormir en un iglLa misin consiste tambin en responder a las

    expectativas estereotipadas de los turistas. Laspersonas se imaginan que seguimos viviendo en elpasado, confa Jeff Watts, miembro de la tribucanadiense de los tseshahts, que inaugur en1998 en Vancouver el senderismo de descubri-miento de la cultura amerindia.Cuando los turis-tas le piden que los lleve a un pueblo indgena,lespropone irnicamente que hagan seas al prxi-mo carromato.

    El turismo indgena ofrece mltiples posibili-dades. En Canad se puede, entre otras cosas,descubrir la cocina amerindia tradicional (un res-taurante de la casa comn de los amerindios hai-das sirve platos tales como varecs a la parrilla,esprragos de mar salvajes del Pacfico, costillas

    de chivo, carib); vivir con familias inuits en uncampamento de igls;residir en una reserva ame-rindia y dormir en un tipi; seguir la pista debisontes; o incluso aprender danzas ritmadas portambores. En Australia es posible visitar los terri-torios aborgenes, aprender a utilizar un bume-rang, escuchar la narracin de leyendas, visitar uncriadero de emes, o pasar un da en la selva bus-cando equidnas o canguros.

    Ser mirado como un pez en un acuario

    A menudo los visitantes han de aprender avivir como los indgenas, muy lejos de las como-didades modernas a las que estn habituados. Enel Canad tendrn que aceptar tal vez algunospelos de carib en un pan sin levadura; en lugaresrecnditos de Australia debern alojarse en cho-zas con suelo de cemento donde slo dispondrnde medios rudimentarios para lavarse. Con fre-cuencia, lo que los turistas esperan no correspon-de a la realidad, de ah la decepcin de stos y elasombro de los anfitriones ante la idea que deellos se hacen los extranjeros. Se cuenta que uncliente del Sur de Australia protest porque losaborgenes de la comunidad de Manyalluk lleva-ban camiseta y pantalones cortos en vez de untaparrabo.

    Muchos amerindios y aborgenes australianosson conscientes de los posibles efectos negat i vos delt u ri s m o. Algunos lo rechazan, otros limitan sud e s a rrollo y prohben el acceso a los sitios sagr a d o sy a ciertas ceremonias. Por lo general nuestrosm ayores exhiben con agrado algunos aspectos de suc u l t u r a , pero son intransigentes en un punto: su espi-ritualidad no est en venta, explica Parker, de laANCTA. Hay cosas que no pueden mostrarse nicompartirse. Si los turistas lo entienden, podrno r g a n i z a rse viajes autnticos, pero concebidos ycomercializados respetando las culturas.A nadie legusta ser mirado como un pez en un acuario ysoportar la invasin de su espacio vital. n

    N u e s t ros mayores exhiben cona g rado algunos aspectos de suc u l t u ra , p e ro son intransigentes en un punto: su espiritualidad

    no est en venta.Hay cosas que no pueden mostra rs e

    ni compartirs e.

    Los viajesproporcionan una granapertura de espritu:se sale del crculo deprejuicios del paspropio y se estdispuesto a cargar conlos prejuicios ajenos.

    Montesquieu (1689-1755),escritor

    y filsofo francs

    Guas kaan,pueblo indgena de Columbia Britnica, Canad, explican a los turistas elsignificado de sus totems.

  • 32 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    En el corazn del bosque hmedo ecuat o ri a n o,a 45 minutos a pie de su aldea, un pequeogrupo de huaoranis, pueblo amerindio de laA m a z o n i a ,l e vant una cabaa con techo de palmapara ocho pers o n a s. Slo aceptan un grupo de visi-tantes durante dos a seis das al mes, pues temen queel turismo destruya su estilo de vida tradicional decazadores recolectores e introduzca hbitos nefa s t o sde consumo.

    Pero durante esa breve estancia rodean de at e n-ciones a los visitantes. Los representantes de lacomunidad los acogen cuando llegan y hablan conellos de sus problemas ecolgicos y sociales. E nesta primera reunin,los turistas pagan las nochesde alojamiento y el dinero se distribuye por partesiguales entre todas las fa m i l i a s. Las remuneracionesde los empleados (guas, encargados del manteni-m i e n t o, b a r q u e r o s ,e t c.) equivalen al doble de lo queganaran trabajando en las compaas petroleras,principal fuente alternativa de ingresos. Los guashuaoranis acompaan a sus huspedes y les hacendescubrir las plantas medicinales, la ecologa delbosque hmedo, la relacin que mantienen con elmedio ambiente y la artesana local.Al trmino desu estancia, se pide a los turistas que den a conoceren sus pases los esfuerzos que realizan los huaoranispara defender su tierra y su cultura. Esa iniciat i va hasuscitado donaciones, con las que la comunidad ha

    El despegue del e c o t u r i s m ow Sylvie Blangy

    Al desarrollar el ecoturismo, las comunidades indgenas de Amrica del Sur obtienen i n g resos y protegen su cultura y su entorno.

    financiado talleres de form a c i n , estaciones deradio y paneles solares.

    Este proyecto fue recompensado con el premioal mejor programa de ecoturismo en la Exposicinde Tu rismo de Berln en 1998. Los huaoranis n e c e-sitaron nueve meses de reuniones de orientacin yplaneamiento para elaborar una estrat e gia biend e fin i d a , en estrecha colaboracin con Tropic Eco-l o gical A d ve n t u r e s. Este tour operador, con unalarga experiencia de trabajo con comunidades ind-g e n a s , dio a conocer al mundo el conflicto existenteentre los huaoranis y la industria petrolera. Estacomunidad no slo ha definido sus propias reglassobre el turi s m o, sino que ha ganado, gracias a estafructfera asociacin, una vitrina indispensable enel mercado internacional de los viajes. La autoges-tin turstica les ha abierto nuevos hori z o n t e s , ya queantes slo podan elegir entre trabajar en las com-paas petroleras o en la explotacin forestal.

    Una clara dimensin ecolgica

    Numerosas comunidades indgenas estimanque el ecoturismo es el medio ms racional de pro-teger el bosque hmedo, de garantizar puestos detrabajo para los jvenes e ingresos para la educacin,la salud y los transportes, preservando al mismotiempo su integridad cultural. El Ecuador es un ve r-dadero laboratorio de ecoturismo comunitario. Ajuicio de algunos ecologi s t a s , los ingresos de turi s m oen la selva amaznica podran un da superar a losdel petrleo.

    Los cofa n , un pueblo ameri n d i o, han creado enZabalo (Ecuador) un modo de administracin bas-tante complejo, bajo la direccin de Randy Borm a n ,hijo de un misionero nort e a m e ricano que se cri con ellos y que cumpli un papel decisivo en suresistencia a los intentos de prospeccin de las com-paas petroleras en su terri t o ri o. En 1992, B o rm a ncre una compaa administrada por la comunidadcon diez socios cofa n ,c u yo aporte fue la constru c c i nde cabaas para los inv i t a d o s. Otros miembros de lacomunidad son remunerados por dive rsos trabajos yse ha abierto una cooperat i va de art e s a n o s. E s t a si n i c i at i vas producen para los cofan de Zabalo unos500 dlares por ao y por pers o n a . El proyecto tienetambin una clara dimensin ecolgi c a : la comunidadha asignado terri t o rios separados a la caza y al eco-

    w Responsable deldepartamento de ecoturismo deSeca,empresa francesa deasesoramiento especializada enproteccin y gestin de los sitiosnaturales.

    Turistas internndose en la selva, en los alrededores del ro Nichari, Venezuela.

  • + l E p l e r- Wo o d ,M e g a n , Meeting the global challenge of community participation in ecotourism:Case studies and lessons from Ecuador, US A I D, The Nature Conservancy, 1 9 9 8 .l K a r w a c k i , Ju d y, Indigenous ecotourism: O v e rcoming the challenge, The Ecotourism SocietyN e w s l e t t e r, primer trimestre 1999.l La Asociacin NAC O B TA de turismo con base comunitaria tiene la siguiente direccin electrnica:nacobta@ africa.com.nal D r u m m ,A n d y, New approches to community-based ecotourism management; Learning fromEcuador, Ecotourism, A Guide for planners and managers, v o l .2 , The Ecotourism Society, 1 9 9 8l El sitio de The Ecoturism Society (www.ecotourism.org) es sumamente rico y propone unitinerario virtual del explorador del ecoturismo.

    Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 33

    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    t u ri s m o, y se aplican multas a los que capturanc i e rtas especies part i c u l a rmente apreciadas por lost u ri s t a s , como los tucanes y los loros, o a quienes norespetan las cuotas en las zonas de caza.

    Esos proyectos exigen una relacin estrecha conun socio que conozca tanto el mercado de los viajescomo las formas de vida de las comunidades ind-g e n a s. Pe r o,a d e m s , para ser comercialmente viables,estos proyectos requieren tiempo: por lo menos cincoa o s , pues la clave del xito es una capacitacine fic a z . Es indispensable que ciertas nociones esen-c i a l e s , como la puntualidad y la higiene en la prepa-racin de los alimentos, sean debidamente entendidaspor la comunidad.Para que haya un autntico inter-cambio con los visitantes, es preciso que los guassepan explicar su modo de vida y el entorno nat u r a ly adaptarse al ritmo de los turistas cuando marchanen la selva . Una buena concertacin y la unin ent o rno a un jefe respetado son tambin requisitosi n d i s p e n s a b l e s.

    Otros pases y continentes procuran tambinreforzar su presencia en este sector del ecoturi s m o,cada vez ms atractivo para los viajeros norteame-ricanos y europeos. En Venezuela,por ejemplo, losindgenas pemon no vacilan en aceptar cien turi s t a sal da, que llegan en avin desde una playa en la islaM a r g a rita para visitar el Salto A n g e l , la cat a r at ams alta del mundo, en el sudeste del pas. L o sindgenas acompaan a los visitantes a la cat a r ata yles sirven una comida, pero tambin han constru i d ouna aldea de diez cabaas tradicionales (a una horade camino de la suya ) . Los ingresos del turismo (lospemon reciben unos 25 dlares por noche y por visi-tante y la excursin cuesta en total 70 dlares) hanp e rmitido abrir una escuela y un consultorio ycompensar la disminucin de la ayuda estatal.

    Los yekuanas obtuvieron del gobierno vene-zolano el derecho a controlar la ocupacin de lossuelos en una reserva forestal. El ingreso a unap a rte de sta, aislada por una barrera natural unac at a r ata del ro Caura, fue prohibido a los turi s t a s ;en la otra,construyeron cabaas y organizaron iti-n e r a rios para los visitantes, en cooperacin conNatura Raid,un operador turstico de Caracas.

    En el ltimo decenio se ha desarrollado laconciencia ecolgica y son cada vez ms nume-

    rosos los turistas que quieren saber cmo sus viajesde aventura y descubri m i e n t o pueden beneficiar alas comunidades indgenas. Estas reaccionan aunandoesfuerzos para dar a conocer sus proyectos y elaborarn o rmas comunes.En Ecuador, la CO N F E N I A E ( C o n f e-deracin de Nacionalidades Indgenas de la A m a z o n i aE c u at o riana) public directrices para hacer frente ale c o t u ri s m o. A fin de evaluar la poltica ambiental delos operadores tursticos, l a Asociacin Ecuat o ri a n ade Ecoturismo ha concebido mtodos que han sidoadoptados en otros pases lat i n o a m e ri c a n o s.En A f ri c a ,Namibia cre en 1995 una Asociacin Nacional deTu rismo con base Comunitaria (NAC O B TA) , q u ea grupa a 41 comunidades pertenecientes a gru p o stnicos muy dive rs o s. Esta asesora y prepara a las quedesean lanzar proye c t o s , y siempre est presente en lasf e rias internacionales de viajes.Numerosos expert o sestiman que la NAC O B TA c o n s t i t u ye uno de losmtodos ms eficaces de fomentar un tipo de turi s m oq u e , por defin i c i n , se practica en pequea escala y conun enfoque pers o n a l i z a d o.

    El reto consiste actualmente en concebir estra-tegias nacionales que hagan hincapi en la forma-c i n , el acceso a los mercados y a los capitales, y lasn o rmas de seguri d a d . Esos problemas figurarn enel orden del da de la asamblea general de The Eco-t u rism Society (TE S) , que se celebrar en diciembrede 1999 en Quito, por invitacin del gobierno ecua-toriano. Este gesto del Estado es una prueba de lai n fluencia que los pueblos indgenas han adqui-rido a nivel nacional, y el turismo no es ms que unode los medios de que disponen para hacer or su vo z .Como afirma un operador refirindose al ecotu-rismo ecuatoriano: A diferencia del petrleo, elturismo es una actividad sostenible. n

    Excursin en piragua con guas locales por el ro Caura,afluente del Orinoco, Venezuela.

    El turista es un hijodel siglo XX que sloviaja para confirmarsus prejuicios.

    Joaqun Luna, periodistaespaol

  • 34 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    w Arqueloga peruana,consultora y directora de SouthAmerican Destination

    De campesinos a o p e ra d o re sl o c a l e s

    La Unin Europea y el Estado peruano disean juntos un turismo alternativo que beneficie a las comunidades anfit r i o n a s.

    Am e n u d o, las guas de viaje y los paquetestursticos organizados no proponen las form a sms apropiadas de conocer la cultura de unp a s. Cuna de civilizaciones milenarias y activa scomunidades indgenas, el Per atrae a un cre-ciente nmero de viajeros vidos de ir ms all delviejo tpico de Conozca un pas en siete das y seisnoches. Pero, a pesar de que su turismo destacacada vez ms los atractivos culturales y arqueol-gi c o s , aspectos clave como la interaccin con lapoblacin local estaban hasta hace poco ausentes.

    Para remediarlo, la Unin Europea y la Comi-sin de Promocin del Per (PromPer) pusieronen marcha en 1996 un programa de un milln deeuros (algo ms de un milln de dlares ), c u yo retoera precisamente fomentar desde dentro los at r a c-tivos culturales tangibles e intangibles del pas.

    El proye c t o, bautizado P r o grama Integr a d ode A p oyo al Desarrollo del Sector Tu rismo en Pe r y codiri gido por la consultora belga Lieve Coppin,naci de la organizacin de seminarios con entidadespblicas y privadas, asociaciones locales y comu-nidades campesinas.

    Lo que haba por hacer no era un camino der o s a s. Realidades como el terr o rismo o una epi-demia de clera que asol el pas entre 1991 y1993 haban mermado su at r a c t i vo, al punto deprovocar la quiebra de muchas empresas de servi-cios y el deterioro de la industria turstica.

    Tras casi dos aos de trabajo de campo, se iden-t i ficaron seis zonas de interve n c i n r e p a rt i d a sentre la regin sur (Barrio de San Blas, U ru b a m b ay Ollantaytambo) y el norte (Olleros-Chav n ,

    Tcume y Cajamarca). Del centenar de propuestasrecibidas de esos lugares, se seleccionaron 31. E l a-borar guas tursticas, editar afic h e s , folletos o planosde los sitios y dotar de pginas web a comunidadesq u e , en algunos casos, apenas hablaban espaol,fueron algunos de los cometidos ms urgentes lle-vados a cabo por el progr a m a , que destin a cadap r oyecto entre 20.000 y 40.000 dlares.

    El resultado son productos tursticos que incor-poran cri t e rios como el fortalecimiento de la iden-tidad cultural, el respeto al medio ambiente, l ai n t e rvencin activa de las comunidades locales y, p o rqu no, la rentabilidad. Se trata de giras tituladasPosada Amazonas (Explore junto a los nativosEseeja la selva de Ta m b o p ata y disfrute de lascomodidades de su albergue ecolgico) o W i l l o c,arte y cultura inca viviente (Comparta con unafamilia indgena el arte de tejer con los hilos delpasado el tapiz del presente) o Per Llama Tr e k (Sern los propios campesinos y sus llamas quienesle lleven al origen de la cultura andina).

    En otros casos, se aprovech el at r a c t i vo de sitioscomo Machu Picchu para desarrollar el turismo enlas comunidades cercanas.A s , las salinas de Maras,a poco ms de una hora de la antigua ciudad inca,atraan a muy pocos turi s t a s. El proyecto bautizado Tu rismo part i c i p at i vo en Uru b a m b a i n t e n t aextender su zona de influencia con la interve n c i nde la comunidad para que los visitantes part i c i p e nguiados por los campesinos en tareas como la extra-ccin de sal utilizando tecnologas ancestrales.

    A la hora de comercializar los destinos, los pro-motores chocan con cierta reticencia de algunos touro p e r a d o r e s , que los consideran competidores enpequea escala. Este inconve n i e n t e , junto a la falta decontrol del producto y al riesgo que esto implicafrente a una legislacin internacional que protege alt u rista consumidor, podr solucionarse si hay unm ayor flujo a lo largo de la cadena de comercializacin.

    La ltima etapa pasa por que las autori d a d e sconsideren el turismo como la actividad econmicapor excelencia.Slo as se conseguir la insercin deestos proyectos en un plan de mediano y largo plazo,con el que el Per podr cumplir con el lema rectorde su proye c t o, ofrecer un Tu rismo con identidad.Para bien del viajero curioso y, lo que es quiz msi m p o rt a n t e , de las comunidades locales. n

    w Leticia Gonzles de Remou

    + l [email protected] [email protected]

    En las salinas de Maras, en los alrededores de Machu Picchu,los turistas participan en lastareas de extraccin de sal.

    Creo que los turistasson muy tiles en el mundo moderno:es muy difcil odiar alas personas que seconoce.

    John Steinbeck(1902-1968), novelista

    estadounidense

  • Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 35

    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    El viaje suele cumplir una funcin ambiva l e n t ecuando su objeto es visitar sitios arqueolgi c o sy monumentales o museos. Por un lado, e sconsiderado un factor pri v i l e giado de educacin y des o c i a b i l i d a d : c o n t ri bu ye a que el viajero entiendamejor las part i c u l a ridades culturales de las comu-nidades que lo acogen. Por otro, se ve en l unaamenaza import a n t e , sobre todo tratndose de sitiose x c e s i vamente visitados, de aquellos que son frgi l e s(pinturas rupestres) o de lugares poco o mal habili-tados para las visitas. Algunos denuncian la explo-tacin turstica exagerada de los sitios, que puedellegar a despojar a las comunidades de acogida de susreferencias culturales tradicionales y al pat ri m o n i ocultural de su autenticidad, incluso de su signific a-c i n . Ello sucede cuando se procura sat i s facer atoda costa al visitante apresurado o inquieto porno haber visto todo lo que haba que ve r .

    Pero resolver el problema de la ambivalencia conun enfoque exclusivamente cultural ya no basta: s t eno tiene en cuenta las nuevas funciones econ-micas que desde hace unos quince aos se hanvenido asignando paulatinamente al pat ri m o n i oa r q u e o l gi c o, monumental y musestico por la pre-sin de la demanda turstica.

    Para hacer frente a este auge del turi s m o, m u c h o spases han realizado esfuerzos considerables a fin demejorar y dive rs i ficar la presentacin de su pat ri-m o n i o. Se han mejorado las instalaciones de losm u s e o s. Ms de 1.100 millones de dlares se inv i r-tieron en la renovacin del Museo del Louvre.N u e vos sitios han nacido: los museos de art em o d e rno de San Francisco,B a r c e l o n a ,R o m a ,To k i o,H o n g k o n g, B i l b a o. Se han rehabilitado centrosh i s t ricos y restaurado monumentos prestigi o s o s ,como el Palacio Grassi y la Ca Rezzonico en Ve n e c i a .El nmero de grandes exposiciones ha progr e s a d o

    n o t a b l e m e n t e . Estas han recibido regularmente msde 500.000 visitas (Ve rmeer en La Haya , Monet enC h i c a g o, Czanne y Georges de La Tour en Pa r s ) .La exposicin de Monet presentada en Londres en1999 bati el rcord de entradas a una exposicintemporal con ms de 8.500 visitantes por da.

    Esas medidas de valorizacin han contado conel apoyo de los medios de comunicacin. Para lam ayor parte de los visitantes, el pat rimonio hapasado a ser un objeto de consumo familiar, fcil-mente accesible y capaz de provocar sorp r e s a ,d e s-canso y placer. El fuerte aumento de la oferta turs-tica cultural en forma de permanencias breves lodemuestra, que asocia por lo general una entradacon reserva en una o varias manifestaciones cultu-rales (exposiciones, p e r a ) , un transporte (tren,avin) y alojamiento en un buen hotel.

    Por consiguiente,en quince aos el turismo hac o n t ri buido en gran medida a integrar el pat ri-monio cultural en el unive rso econmico. Esta ten-dencia ha provocado dive rsas modificaciones del sis-tema tradicional de proteccin y valorizacin delpatrimonio, trtese tanto del papel de las institu-ciones como de las modalidades de inversin.

    En la mayora de los pases tursticos receptores(fuera de Estados Unidos y el Reino Unido), los sitiosculturales son administrados desde hace aos por ins-tituciones pblicas. Los ingresos tursticos quegeneran se reutilizan por lo general en su propiob e n e fic i o. Estos pueden complementarse con otrasf o rmas de financiamiento pblico o pri va d o. Pe r o,en ciertos casos, los recursos procedentes de laexplotacin de los sitios se utilizan con fines dife-rentes de su preservacin o su va l o ri z a c i n .La situa-cin econmica de algunos pases puede justifi-c a r l o. Pero una poltica semejante conduce a unaexplotacin excesiva de los recursos pat ri m o n i a l e s

    w Doctor en sociologa,administrador del comitinternacional de turismo culturaldel Consejo Internacional deMonumentos y Sitios (ICOMOS)

    2 Salvar el patrimonioC u l t u ra yt u r i s m o : hacia unaeconoma de merc a d ow Valry Pa t i n

    Incluso si se mantiene su ritmo actual de desarro l l o, el turismo puede constituir un elemento favorable para el patrimonio, p e ro siempre que lasleyes del comercio se apliquen con prudencia.

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    adems de reducir las inve rsiones necesarias para sup r e s e rvacin y su presentacin. Y, lo que es msgr ave , puede provocar la creacin de estru c t u r a st u r s t i c a s , en particular hoteleras,q u e , cuando estnmal situadas o son de baja calidad arquitectnica,perjudican gr avemente el nivel y la autenticidad delos paisajes culturales. Los planes de gestin de lossitios permiten por lo general limitar esas desvia-c i o n e s , aunque su aplicacin no sea fcil cuando hayintereses financieros en juego. Las dificultades ques u r gieron para elaborar y aplicar los programas dehabilitacin de los sitios de Angkor (Camboya) oPetra (Jordania) lo demuestran.

    El aumento del turismo, en la medida en quecreaba posibilidades de ingr e s o s , llev a veces a lasinstituciones culturales a desarrollar y reorientaralgunas de sus actividades. En Francia, la Reuninde los Museos Nacionales (RM N) , responsable de laadministracin de los museos del Estado, a d q u i ri as un estatuto comercial en 1990, que le permitepercibir derechos de entrada, editar libros de arte y,sobre todo, comercializar objetos deri va d o s. L aRM N realiza una cifra de negocios de unos 125millones de dlares. En el Reino Unido, los ingr e s o sanexos del National Tru s t , administrador pri vado dems de 500 edificios histricos y sitios naturales,superan 75 millones de dlares. En Nueva Yo r k ,l o si n gresos anexos del Metropolitan Museum seacercan a 110 millones de dlares. En muchosp a s e s , los poderes pblicos se han organizado paraaumentar apreciablemente las intervenciones delsector privado.

    Generar empleos y riquezaCon suma frecuencia existe una cooperacin

    entre las instituciones culturales y las empresastursticas, sobre todo mediante convenios de aso-c i a c i n . Pero sus relaciones suelen ser tambinc o n fli c t i va s. So pretexto, por lo dems muy real, d eque el turismo es la fuente esencial de los derechosde entrada y de los ingresos anexos, la OficinaNacional de Tu rismo de Tnez hizo valer hace pocoque poda legtimamente aspirar a administrar losm o n u m e n t o s , museos y sitios nacionales. Fue nece-s a ria una decisin presidencial para confirmar queesa misin corresponda a las instituciones cultu-rales.

    En materia de inversiones se advierte que,porlo general, los fondos pblicos o pri vados dedi-cados a la proteccin del pat rimonio (conserva-cin y restauracin) tienden a disminuir en prove c h ode los dedicados a la va l o ri z a c i n .1 Ahora bien,estos ltimos son sometidos cada vez ms a unenfoque econmico: deben producir empleos yri q u e z a s. Actualmente suele exigi rse un estudio deviabilidad econmica cuando se trata de aprobar unaoperacin financiera destinada a va l o rizar un sitio,un monumento o un museo.

    Y, lo que es ms signific at i vo, el otorgamiento de

    ayuda estatal para operaciones de proteccin y de va l o-rizacin debe justific a rse por una finalidad e c o n -m i c a c l a r a , que se apoya las ms de las veces en argu-mentos tursticos. As sucede con los programas de laUnin Europea bautizados Leader II, I n t e rreg o Phare.Esos programas fueron dotados de unos 1.900 millonesde dlares entre 1994 y 1999, mientras que en el mismoperiodo la dotacin del programa Raphal el nicode la Unin Europea dedicado especficamente a la sal-vaguardia y la va l o rizacin de bienes culturalesascendi a 38 millones de dlares.

    Como conclusin, el turismo seguir siendo un ele-mento favorable para el pat rimonio siempre que se man-tenga una poltica cultural que afirme su independenciafrente a las consideraciones econmicas, pero que sepaa d a p t a rse a stas. Ello implica la existencia de mediosl e gi s l at i vos y reglamentari o s , el mantenimiento de ciert o sfinanciamientos pblicos, una apreciacin realista delas limitaciones y las ventajas de la economa turstica porresponsables culturales. Ello supone tambin que setengan ms en cuenta las competencias de gestin de quedispone sin duda el sector pri vado comercial, en lamedida en que sabr ajustar sus prcticas a las carac-tersticas especficas de los sitios y monumentos quehan adquirido el estatuto de objetos de consumo.

    Si se aplicara la ley del mercado sin limitaciones,e x i s-tira el riesgo de que se desarrollaran s u p e rm e r c a d o s del pat ri m o n i o, con publicidad en los medios de comu-n i c a c i n , u n i f o rmizados y adaptados a la demanda.Ycuando el pat rimonio autntico se preste poco paraesta forma de va l o ri z a c i n , nada impide imaginar lacreacin de copias concebidas no para protegerlo, s i n opara favorecer una mayor rentabilidad. Esta hiptesis hasido prevista por los promotores del nuevo complejo cos-tero de Yasmine Hammamet (Tnez). Han progr a-mado la construccin de una falsa medina de 55.000 m2,que no plantear los problemas de acceso,de circulaciny de gestin de las medinas autnticas. n

    1 . Esta tendencia es difcil de cifrar: los datos financierosno permiten separar claramente los fondos destinados a lapreservacin de los destinados a la valorizacin delpatrimonio.

    Un casino-hotel decorado a la egipcia en Las Vegas, Estados Unidos.

    El aspecto dePompeya es de loms sorprendente;ese brusco saltoque nos llevadiecinueve sigloshacia atrssorprende inclusoa los espritus msprosaicos y menoscomprensivos.

    ThophileGautier, escritor francs

    (1811-1872)

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    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    Poner orden en Po m p e y aw Martine Ja c o t

    La antigua ciudad romana est amenazada por una afluencia incontrolada de turistas.Pe ro la segunda re s u r reccin de Pompeya parece bien encaminada.

    w Periodista del Correo de laUnesco.

    A dos pasos de Npoles, Pompeya, la ciudadromana sepultada bajo las cenizas del Ve s u b i oen el ao 79 y resucitada intacta gracias ae x c avaciones iniciadas oficialmente en 1748, e s t a b anuevamente amenazada de muerte, pero esta vezms lenta. Los c u l p a b l e s i nvo l u n t a rios eran nume-r o s o s. En primer lugar de la lista, una aflu e n c i aincontrolada de visitantes, c u ya cifra anual aumentde 863.000 en 1981 a cerca de 2 millones en 1998;una falta de guardianes efectivamente presentes enel sitio para impedir el deterioro (o robo) de las pin-turas murales, f r e s c o s ,m o s a i c o s , esculturas y objetosfrgiles; y una administracin en el mejor de loscasos inoperante. El responsable anterior del sitiose encuentra actualmente sometido a proceso pormalversacin de fondos.

    A esta enumeracin hay que aadir los estragosdel tiempo y de las intemperies, agravados por elhecho de que las autoridades han preferido amenudo proseguir las excavaciones en lugar develar por una buena proteccin de las construc-

    c i o n e s. H oy da 49 de las 64 hectreas del sitio hansido excava d a s , pero los visitantes, que en 1956podan visitar 64 moradas o edificios de la ciudada n t i g u a , slo tienen la posibilidad de ver 16, ya quedesde hace varios aos los dems estn cerradoscomo medida de proteccin.

    De todas partes se alzan voces de alarm a . D i e zaos ms a este ritmo y no quedar gran cosa quever en Po m p e ya , exclam en 1995 Andrea Caran-d i n i , eminente arquelogo italiano. En 1996, l afundacin nort e a m e ricana World Monuments Fund(WMF) incluy a Pompeya en la lista de sitios msamenazados del planeta. Y desde 1998 figura en laLista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

    En 1996, las autoridades italianas nombraronSuperintendente de Pompeya a un respetadoe s p e c i a l i s t a , Pietro Giovanni Guzzo. Al aosiguiente, el Parlamento italiano aprob una leyque otorga al sitio una amplia autonoma finan-ciera.Anteriormente,los ingresos procedentes delas entradas, por ejemplo, iban a dar a los minis-terios, que asignaban a los sitios presupuestosfluctuantes. Desde mi designacin, me he dedi-cado a consolidar este modo de administracinautnomo y sobre todo a luchar contra la degra-dacin de los monumentos arqueolgicos de laciudad, dice Pietro Giovanni Guzzo, quien inau-gur su primer itinerario temtico sealizadopara encauzar a los visitantes a travs de esteextenso sitio. Dispone de un presupuesto de unos11 millones de dlares, tres cuartas partes de loscuales proceden de la venta de billetes y recuer-dos. Pero para salvara Pompeya se requiere unainversin de 310 millones de dlares...

    Se ha establecido o desarrollado la colaboracincon museos y unive rsidades italianas o extranjeras,y tambin con el WM F. En 1998, este ltimo decididedicar 600.000 dlares durante tres aos a fin a n-ciar una evaluacin general del estado del sitio y adictar normas precisas en mat e ria de restauracin.

    Para incrementar los recurs o s , la ley de 1997 dis-pone tambin que empresas pri vadas deseosas dep a rticipar en la restauracin pueden obtener ve n t a j a sfiscales en ciertas condiciones.Han circulado losrumores ms descabellados sobre la p r x i m a transformacin del sitio en un parque temticocon guas at aviados con togas romanas. Guzzo lo hadesmentido categricamente. n

    Diez aos ms a este ritmo y no quedar gran cosa que ver en Po m p e y a .

    En Pompeya se proyecta limitar el nmero de visitas a los monumentos. Aqu,la Villa de losVetti.

  • 38 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    ARTE Y ARQUITECTURAl El Instituto per lArte e ilRestauro Palazzo Spinelli proponedurante el verano cursillos de dos acuatro semanas sobre arte italiano:restauracin de frescos, de cuadros,de cermicas, de materiales dep i e d r a , restauracin arqueolgica,de papel, de vitrales, de alfombrasy de telas, de madera; l a santigedades y el comercio de s t a s ; dibujo y pintura; g r a fis m op u b l i c i t a r i o ;g r a fismo conc o m p u t a d o r a ; decoracin dei n t e r i o r e s ; diseo y concepcin dej a r d i n e s ; lengua italiana.Sitio internet: www. spinelli.itTel.: (39) 55 246001.Fax: (39) 55 240709. Direccinpostal: Borgo S. Croce, 10,50122 Florencia, Italia.l El Instituto Allende de SanMiguel de Allende, Mxico, ofrececursos breves de pintura, platera,dibujo, litografa y grabado,serigrafa,cermica,multimedia,escultura,tejidos tradicionales,historia del arte mexicano, lenguaespaola, hierro forjado.Correo electrnico:i a l l e n d e @ i n s t i t u t o - a l l e n d e. e d u . c o mTel.: (52) 415 20190.Fax: (52) 415 24538.Direccinpostal:Ancha de San Antonio20, San Miguel de Allende,Guanajuato, Mxico.l Adventures in Pe r s p e c t i v e,organismo con sede en W i s c o n s i n(Estados Unidos), rene a artistasm a y a s, mexicanos ynorteamericanos que ensean,desde sus culturas respectiva s,p i n t u r a ,c e r m i c a ,b a t i k ,t a m b o r,cocina y arte de narrar. Los cursillosde una semana tienen lugar en lar e s e r va de biosfera Sian Kaan( Pennsula de Yu c a t n , M x i c o ) .

    Correo electrnico:[email protected].: (1) 715 779-9503.Direccinpostal: P.O. Box 874,Bayfield, Wisconsin 54814,Estados Unidos.l Sua Bali propone cursillos dedos semanas o ms de pinturabatik,msica tradicional,cocina,plantas medicinales y lenguaindonesia.Los cursos se dictan ensiete casas tradicionales, en zonasrurales, al sur de Ubud, Bil.Correo electrnico:[email protected] Tel.: (62) 361 941-050.Fax: (62) 361 941-035. Direccinpostal: Sra.Ida Ayu Mas, P.O.Box 155,Gianyar 80500, Bali,Indonesia.

    ARQUEOLOGAl La revista Current Archaeologypublica todos los aos en laprimavera el anuario de laarqueologa britnica,que agrupaa ms de 700 sociedades,universidades y equiposprofesionales. Algunos abren suscampos de excavaciones los finesde semana,o varias semanas enverano.Sitio internet:www.currentarchaeology. comTel.: (44) (0) 171 435-7517.Fax: (44) (0) 171 916-2405.Direccin postal: CurrentArchaeology, 9 NassingtonRoad, London NW3 2T,Reino Unido.l El centro de formacinpermanente de la Universidad deAberdeen organiza una escuelaprcticade arqueologa en treslugares de Escocia en julio y enagosto.

    Correo electrnico:[email protected] Tel.: (44) (0) 1463 718718.Fax: (44) (0) 1463 714794.Direccin postal: B5 EtiveHouse, Beechwood Park,Inverness, Escocia, IV2 3BW.l En Antigua (Antillas) se estejecutando un proyecto pararestaurar la plantacin de caa deazcar Bettys Hope, que tiene 350aos. Los voluntarios participan enlas excavaciones arqueolgicas yen las investigaciones en losarchivos;aprenden a situar,exhumar, tratar, catalogar yconservar los objetos descubiertos,a explorar los archivos y a prepararinformes.Sitio internet:w w w. i n t e r i m p a c t . c o m / e x p e d i t i o nTel.: (1) 819 682-0562.Fax: (1) 819 682-8001. Direccinpostal: Cultural ExpeditionsMEC Canada Inc., Westgate PO35012, Ottawa, Canad.l En Ecuador, arquelogosaficionados exhuman objetosprehispnicos en el valle deGuayllabamba.Aprenden aetiquetarlos y a lavarlos en ellaboratorio.Correo electrnico:[email protected] Arquelogos aficionadosaprenden acerca de los hopis deArizona (Estados Unidos).Enequipos de cuatro personas(dirigidas por un estudiantediplomado),exhuman, lavan,clasifican,catalogan y fotografanlos objetos arqueolgicos.Correo electrnico:[email protected]

    CULTURAl Se pueden obtener datos sobrecursos para descubrir una culturaescribiendo a la Oficina Nacionalde Turismo del pascorrespondiente.El sitio internet www.towd.comda la direccin de todas lasoficinas de turismo del mundo yde todas sus agencias locales.

    LENGUASl Por intermedio de losE u r o c e n t r o s, es posible encontrarnumerosos cursos de verano dei d i o m a s, de dos o tres semanas ded u r a c i n , que combinan un estudioserio de la lengua con va c a c i o n e spara jvenes y adultos (a partir de16 aos). Los estudiantes se alojanen familias y participan en la vidad e p o r t i va y cultural y en otrasactividades de esparcimiento.Pueden aprender japons enK a n a s a wa (en Honshu, la islaprincipal del Ja p n ) ; francs en Pa r s,A m b o i s e, la Rochela y Lausana; r u s oen la Universidad Lingstica deM o s c ; e italiano en la ScuolaLeonardo da Vinci en Siena, p o re j e m p l o. Los cursos de ingls enEstados Unidos se dictan enWashington (D C) ,N u e va Yo r k ,E a s tLansing (Michigan), San Diego( C a l i f o r n i a ) , y en Canad, en To r o n t o(Ontario) y Vancouver (ColumbiaB r i t n i c a ) .Sitio internet:www.eurocentres.com Tel.: (41) 1-485-5040.Fax: (41) 1-481-6124.Direccin postal: FondationCentres Europens Langues etCivilisations, Seestrasse 247, CH-8038 Zurich, Suiza.

    N u m e rosas agencias organizan viajes para los aficionados al arte o a la arq u i t e c t u ra y para quienes desean participar en excavaciones arqueolgicas o colaborar con investigacionesc u l t u ra l e s. La finalidad de la lista que fig u ra a continuacin no es recomendar un organismo ouna iniciativa en particular, sino presentar una breve resea de esas mltiples posibilidades.

    Pequea gua de

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    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    vacaciones estudiosasINMERSIN CULTURALl Asian Overland Servicesorganiza un circuito de aventuratropical de cinco das en diversasregiones de Malasia. Con las tribuslocales se aprende cmo cazan,a t r a p a n , pescan y recogen plantascomestibles o medicinales. Tr a b a j o sp r c t i c o s : construccin de refugios yconfeccin de trampas.Correo electrnico:[email protected] Tel.: (60) 03-452 9100 o 451 9840.Fax: (60) 03-4529 800 o 451 4001. Direccin postal:Lot 39/40c, Jln Memanda 9,Ampang Point, 68000 Ampang,Selangor, Malasia.l Wind and Stand & Stars,agencia de turismo britnica,organiza expediciones de ocho dasen el desierto del Sina, a lomo decamello:los turistas viajan y vivencon los beduinos. Propone tambincircuitos bblicos de ocho das.Correo electrnico:[email protected].: (44) (0) 171 433-3684;Fax: (44) (0) 171 431-3247.Direccin postal: JaninaMacdonald, 2 Arkwright Road,London NW3 6AD,Reino Unido.

    MSICAl Los musiclogos aficionadospueden ayudar a constituirarchivos para las comunidadesmusicales irlandesas grabarmanifestaciones musicales envideo, fotografiarlas, interrogar alpblico sobre lo que piensa de lamsica celta e irlandesa tradicionalen festivales, conciertos privados opubs. Esos voluntarios recibenalojamiento y desayuno en laciudad universitaria o en casas decampo.Correo electrnico:[email protected] El circuito Instantes sonorosdel Norte, visita musical deFinlandia, Dinamarca,Noruega ySuecia, comprende variosprogramas:clsico, canto coral,pera o jazz.El circuito folklricoEl tambor del chamn, enFinlandia y en Suecia,se centra en

    los festivales folklricos, la msica,la danza y el teatro.Correo electrnico:[email protected] Tel.: (1) 973 729-8961.Fax: (1) 973 729-6565. Direccinpostal: Scandinavian SpecialInterest Network, P.O. Box 313,Sparta, New Jersey 07871-0313,Estados Unidos.

    PARA SABER MSl El Instituto Earthwa t c h , con sedeen Estados Unidos, financia lainvestigacin cientfica enviando apersonas de 16 a 85 aos aparticipar en 130 proyectos en elmundo entero. Muchos tienen temasculturales : grabar las tradicionesculturales de A f r i c a , por ejemplo, oe x c a var vestigios mayas. L o sequipos son reducidos y no se exigeninguna preparacin previa. S u sintegrantes pagan su viaje hasta ell u g a r, alojamiento y comida, a d e m sde un derecho de participacin en elp r o y e c t o.Sitio internet:www.earthwatch.org

    Tel.: (1) 617 926-8200.Fax: (1) 617 926-8532.Direccinpostal: 680 Mount Auburn St.,P.O. Box 9104, Watertown, MA02471 Estados Unidos. Hayoficinas en Oxford (ReinoUnido), Tokio (Japn) y Ottawa(Canad).l La Specialty Travel Guideincluye a las agencias de viajecomerciales que proponen unaamplia gama de excursiones ycursos, pero a un precio a veceselevado.Sitio internet:www.infohub.com Tel.: (1) 510 505-0931.Fax: (1) 510 505-0732. Direccinpostal: InfoHub Inc., 38764Buckboard Common,Fremont, California,Estados Unidos 94536.l El boletn de informacinEducated Traveler informa tambinsobre viajes con un tema preciso.Correo electrnico:[email protected] Sitio Internet:www.educated-traveler.com

    Tel.: (1) 800 648-5168 o (1) 703471-1063; Fax: (1) 703 471-4807. Direccin Postal: P.O. Box220822, Chantilly, Va.20153,Estados Unidos.l Tourism Concern,unaorganizacin no gubernamentalcon sede en Londres que hacecampaa por un turismoresponsable, da la lista de lasagencias de viajes del mundoentero que proponen estancias encasas de familia y ofrecenposibilidades de intercambioshumanos reales.Sitio internet:w w w. g n . a p c. o rg / t o u r i s m c o n c e r nTel.: (44) (0) 171 753-3330;Fax: (44) (0) 171 753-3331.Direccin Postal:Stapletonhouse, 277-281Holloway Road, London N78HN,Reino Unido

    Clase de botnica en la selva tropical del monte Camern.

    Julio/Agosto 1999 - El Corre0 de la UNESCO 39

  • 40 El Corre0 de la UNESCO - Julio/Agosto 1999

    P etra ha cambiado ms en quince aos queen catorce siglos.Ahmed Salamin sabe dequ habla: o riundo de Wadi Musa, la loca-lidad ms prxima al famoso sitio jordano, fue sualcalde antes de conve rt i rse en director generaladjunto del PR P C (Consejo Regional de Planea-miento de Pe t r a ) . Hace catorce siglos, e x p l i c a ,u n aserie de temblores ocasionaron graves daos a laantigua capital del reino de los nabat e o s , ese pueblorabe que controlaba el comercio caravanero entreArabia y el Mediterrneo en la A n t i g e d a d , antes desometerse a Roma en el ao 106.

    H oy no son ni las fuerzas de la naturaleza ni elI m p e rio Romano quienes hacen temblar a Petra y alos enamorados de este sitio, i n s c rito en 1985 en laLista del Pat rimonio Mundial de la UN E S C O por sus800 monumentos tallados en arenisca color rosa. S o nlas legiones de turistas que lo visitan: su nmero pasde 100.000 a fines de los aos ochenta a 400.000 seisaos despus, antes de disminuir leve m e n t e . L a srecientes tensiones regionales provocadas por elc o n flicto con Irak y la interrupcin del proceso de pazhan disuadido momentneamente a los turistas en particular israeles y nort e a m e ricanos de visitaralgunos pases del Oriente Medio.

    Un vasto plan de salvaguardiaFrente a la afluencia de visitantes y al creci-

    miento anrquico de Wadi Musa, la reina Noor deJordania dio la voz de alarma desde comienzos de losaos nove n t a .R e c u rri a la UN E S C O, que envi unamisin de expertos a Petra en 1992. El resultado fueel Plan de Gestin del Parque Nacional de Pe t r a ,u nimpresionante catlogo de medidas que van desdela conservacin y la restauracin de los monu-m e n t o s , la habilitacin del sitio, la mejora de lasi n f r a e s t ru c t u r a s , el alojamiento de los 25.000 habi-tantes de la regi n , hasta la proteccin del medioa m b i e n t e .

    De conformidad con sus recomendaciones,en1995 las autoridades jordanas crearon el PRPC, unorganismo de coordinacin que agrupa a todos loss e rvicios que deben interve n i r. Presidido por elMinistro de Turismo, incluye a representantes ded i ve rsos ministerios y servicios gubern a m e n t a l e s ,d elas colectividades locales, etc. Financiado con unadeduccin de 25% de los ingresos generados por elsitio, le incumbe examinar y dar su visto bueno atodas las actividades que afecten a ste. Pero se

    w Periodista en El Cairo (Egipto)

    Pe t ra y los nuevos invasore sw Christophe A y a d

    La antigua capital de los nabateos enfrenta una gran afluencia de turistas.An no se ha ganado la batalla para preservar este sitio del patrimonio mundial.

    El Siq,desfiladero que conduce a la suntuosa Khazn o Casa del Tesoro, en Petra.

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    Turism0 y cultura , c o m p a e ros de ruta

    plantean varios interrogantes: el PRPC tiene pesopoltico suficiente para controlar todas las medidastomadas en su zona de competencia? (900 km2)Cmo no someterse a los dictados de los interesestursticos, cuando ese sector produce cerca de milmillones de dlares al ao y representa 17.500puestos de trabajo?

    Hasta ahora no se ha cometido ningn acto deextrema gr avedad en Petra y la promesa de mayo r e singresos tursticos ha sido un estmulo para que seadopten algunas disposiciones indispensables. En1996 se estableci con ayuda del Banco Mundial unplan de accin pri o ri t a rio de 27 millones de dlares.Permiti, entre otras cosas,iniciar obras de sanea-m i e n t o, ya que los desechos y aguas servidas solana rr o j a rse en cualquier parte sin respeto por el medioa m b i e n t e . Las terrazas de la poca nabat e acomienzan a restaurarse y se ha limpiado el lecho delos ued. Una vez concluidas las obras hidrulicas, l a sa u t o ridades renovarn la red de carr e t e r a s , en espe-cial en el centro de Wadi Musa,congestionado porlos autobuses y los taxis. Se estn plantando olivosy pinos,a fin de atajar la desertificacin. Esta refo-restacin p e rmitir absorber el agua cuando seproduzcan lluvias torrenciales y embellecer ell u g a r , se felicita Zeidun al-Muheisen, d i r e c t o rgeneral del PRPC. Y es el mejor freno contra lasconstrucciones incontroladas que se han multi-plicado en los ltimos aos.

    Esta amenaza procede, en parte, de las activi-dades de los bduls, beduinos que vivan en lasruinas de Petra hasta 1985.All cultivaban y cri a b a ncabras, antes de ser expulsados e instalados en laaldea de Um Seyhun, junto al parque arqueolgi c o.En su mayora viven del turismo:alquilan caballoso venden baratijas. Pero la tribu no ha cesado deaumentar y los bduls, que se consideran perjudi-c a d o s , sienten que en su nueva aldea les fa l t ae s p a c i o. Haba 40 familias de bduls en 1985; h oyson 350, a f i rma Ahmed Salamin. Los nuevo shabitantes vinieron de la regin de A q a b a , at r a d o s

    por el auge del turismo. Si quieren instalarse aqu,no tienen ms que comprar tierras.

    Pero carecen de los medios necesarios parahacerlo y los precios de los terrenos se han ido a lasn u b e s. Por eso, replican los bduls, se ven obligadosa aadir pisos a sus casas, visibles ahora desdePetra, adonde siguen llevando a sus rebaos. Laaldea Um Seyhun puede extenders e , pero slohacia el nort e : el este queda reservado para la refo-r e s t a c i n , el sur est ocupado por el sitio arqueol-gico y el norte forma parte del parque natural quese est creando. Se estima que este sector, s o m e t i d oa una reglamentacin muy estri c t a , c u b rir 264km2 para formar una vasta zona tampn en tornoal sitio nabateo. Pero el asunto todava est en elp a p e l . Debera contar, de aqu a fin de ao, con unequipo de gestin formado por el Servicio deParques Nacionales de Estados Unidos.

    Los hoteles que han proliferado en Wadi Musac o n s t i t u yen otro factor de degr a d a c i n . A c t u a l-mente son unos sesenta, frente a menos de cincohace diez aos.El PR P C no exista cuando se otorgla mayor parte de los permisos de construccin,deplora Ahmed Salamin. Velaremos por que en elfuturo no se constru ya nada que pueda menos-cabar el sitio. Se refiere probablemente al anties-ttico restaurante Mvenpick que se alza a pocos

    metros del sitio arqueolgico y a los seis hoteles quedominan el lugar desde las alturas de la aldea deTay b . Pero no hay que criticar solamente al sectorp ri va d o. Dos importantes edificios pblicos selevantan a la izquierda de los portillos de Petra: lasala de deportes de Wadi Musa y nada menos quela futura sede del PRPC.

    Para penetrar en la ciudad nabat e a , h ay quepagar una entrada de 20 dinares (30 dlares). E s t atarifa exorbitante, que la convierte en uno de lossitios ms caros del mundo, no parece justificarse.Es cierto que hay algunos obstculos difciles des a l va r: para llegar al centro de Petra es precisoavanzar por un desfiladero de 800 metros de largoexcavado en la piedra,el Siq,que desemboca en lasuntuosa Khazn (Casa del Te s o r o ) . El at a s c oresulta entonces inevitable.

    Otras medidas han mejorado el confort de los visi-t a n t e s :b a o s , limpieza cuidadosa del sitio, a gru p a c i nde los vendedores de recuerdos, en espera de poderinstalarlos fuera del lugar. En cambio, el Centro deI n f o rmacin Tu r s t i c a , demasiado pequeo,s i rve casie x c l u s i vamente para exponer objetos art e s a n a l e sconfeccionados por las mujeres de la regi n , bajo la gida de la Fundacin Noor al-Hussein. La seali-zacin es mnima: pocos planos, ninguna explica-c i