un día en el campo

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Relato,breve

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DE LA CIUDAD AL CAMPO: UN DÍA EN LA OLIVA

Capítulo 1: Cómo ir a la oliva y “no morir en el intento”

¡Hola! Soy una joven profesora que un día se casó con un agricultor y se fue a vivir a un

pueblo, en las montañas, y a él, sus gentes y sus costumbres tuvo que adaptarse, y creo

que lo consiguió, haciendo uso de su buen humor y luciendo siempre una sonrisa.

Voy a contaros cómo es un día recolectando aceitunas en la zona de La Serranía de la

Comunidad Valenciana, más concretamente en Alcublas, una pequeña población en la

montaña.

Existen varios requisitos indispensables que ahora pasaremos a enumerar:

1º El vestuario: Ir disfrazado. Todo cabe, todo es válido, gorros, pañuelos en la cabeza o

cuello, delantales, botas, guantes, incluso batines debajo de la chaqueta. También son

muy usadas las “bragas” tapando cara y cuello (aunque nunca entendí por qué no se

llaman…tapabocas. En cuanto a los pañuelos, existen varios modelos: de pirata (frente

tapada y atado detrás), a lo “pasiego” (frente tapada y atado atrás con el nudo escondido

y el pico a vistas), y de ancianita o castañera (frente descubierta y atado al cuello).

Todos ellos cubriendo la cabeza.

2º La herramienta: Es preciso aquí hacer un pequeño inciso, recuerdo que un día

hablando del tema con una amiga me dijo: “sí que es pesada la oliva, cuando yo era

pequeña “muníamos” las ramas con las manos y…¡qué daño! y …¡qué frío!”. Perpleja

quedé al oir sus palabras, levanté las cejas con cara de asombro y le expliqué que

aquello pasó a la historia, que ahora se coge “a saco”, “en plan industrial”. Las armas de

defensa utilizadas pueden ser, perfectamente, mochos, ¡sí!, palos de mocho, de

escoba…y…¡a varazo limpio, sin piedad! Algún tallo cae pero olivas también. El

inconveniente es que con tal fuerza algunas salen lanzadas al bancal (campo) de arriba o

abajo, o incluso entran directas al remolque o a la furgoneta, otras, menos afortunadas,

son deshuesadas en el acto. Es como jugar al golf pero seguido, “cascándole” sin parar.

Un problema de esta técnica puede ser recibir un olivazo en la cara o un varazo en la

mano, todo ello por gentileza del compañero de “batalla”. También hay que andar con

cuidado para no pisar las olivas de la lona (del suelo), si no ya llevas el aceite fabricado.

3º El “rancho”: No hay jornada campesina que se “precie” sin una buena “torraeta”, ese

tocino, esas “chullas”, ese embutido… Una buena hoguera y a zampar, y si hay

ajoaceite mejor. Luego un buen café con leche del termo, unas pastas y, para soportar el

largo y frío día, una buena mistela, no del terreno pero da igual. La garrafa del agua, si

hace buena temperatura, va menguando, pero si hace frío no es que bebamos mucho,

pero la paseamos.

4º El temporal: Comienza la recoleccción con días soleados, en los que incluso acabas

en manga corta trabajando y cuando ya te has confiado ¡zas! dos bajo cero a las ocho de

la mañana. Puede caerte nieve, granizo… Comienzas con guantes a coger olivas del

suelo, congeladas, tal cual cubitos de hielo, así que, cuando llevas un rato, los guantes

se han mojado, tus manos también y comienzas a no sentir que llevas dedos en los pies

y agachas la cabeza y dices “¡sí!, sigo llevando los pies ahí bajo”. Y no digamos si hace

viento, en cuyo caso además de arrastrar las lonas con las olivas has de llevar contigo

una piedra para ir colocándola en la esquina. Pero ya hablaremos otro día de los vientos,

que dan mucho de sí.

5º La forma física: El primer día que pasas cogiendo, a mano, una a una las olivas del

sueloacabas destrozado, el segundo no puedes ni levantarte de la cama, pero el

tercero… ya eres todo un veterano, puedes cruzarte el bancal a cuclillas avanzando

ágilmente (Aclaración: un bancal es un pequeño campo, arriba uno de otro, separados

por paredes de piedra). Y ya puestos en el tema: La primera vez que les dije a los

chiquillos-as de Alcublas que había pasado el día en el campo cogiendo olivas, se

rieron, me dijeron que en Alcublas ir al campo es ir de camping, de fiesta, y que ir a

trabajar era ir al monte.

6º Los Aseos: Hay que armarse de valor y encontrar un lugar oportuno donde no

aparezca, de repente, un cazador que te diga “¡Buenos días!”. Eso sí, no hace falta tirar

de la cadena, el papel higiénico es perfumado y el abono es ecológico, muy ecológico.

Por último otro aspecto a discutir es la denominación de los árboles. Sí, sí, existen

árboles pequeños, recién plantados, que se llaman plantones y luego están las

legendarias, las milenarias oliveras, aquellas que entre varias personas, con los brazos

abiertos, no abarcan el tronco. Pero ¿qué sucede con los árboles cuyo tronco no lo

abarco yo sola? Pues… los autóctonos lo llaman “plantón” y resulta que cuando llevas

un cuarto de hora dándole varazos y otras dos personas están haciendo lo mismo, al

mismo tiempo, tú te preguntas “¿Esto no será una olivera?”, y lanzas la pregunta al aire

y te responden: “¡Qué va, esto es un plantón!”, y tú dices ”pero… tendrá muchos años”,

y te contesta una persona de sesenta años “No tantos, éste lo vio plantar el abuelo”.

Podéis imaginar mi cara: boca abierta, cejas levantadas y ojos asombrados, y contesto

con ironía:¡AAAhhh! Sólo tendrá unos ochenta y cinco años, pero es plantón”.

Una vez todo esto tenido en cuenta es muy sencillo. La jornada comienza cargando la

furgoneta de ropa, comida, cajas (para llenar de olivas), varas, máquina del suelo,

máquina recolectora de arriba, gasolina, lonas, capazos y …¡gente!. Luego todo es muy

fácil, llegas, sacas todo, te pasas el día cogiendo, con ganas, para que cunda, media hora

para almorzar y una hora para comer (incluido el tiempo de “torrar”). Finalmente

comienzas a mirar al cielo a ver si el “puñetero” sol ya se esconde y …¡Por fín! Ahora

viene lo más divertido ¿Todo lo que hay esparcido por el suelo estaba dentro del

vehículo? Comienza a cargar las cajas llenas de olivas, mantas, capazos, agua, ropa,

gente…pero…si no cabe la máquina recolectora, a la cual primero hemos tenido que

quitar el brazo tras reniegos y esfuerzos (que no sale, que si aprieta, que lo haces al

revés) ¡Por fín!¡Furgoneta llena!¡Salgamos hacia el pueblo!

Por otro lado ahora llegas y …”¡Cambio de pareja!”, cambias de marcha pero sigues

“currando”: los niños, la casa… y lo peor de todo es que al día siguiente tienes que

volver. El capataz o cabeza de familia vacía lo innecesario y ¡ale! A hacer tres horas de

cola para descargar en la Cooperativa, eso si hay suerte, si no pueden ser más horas o

incluso puedes volverte a casa sin descargar.

Pero… tomas el aire y el sol, haces músculo, no se pierde la tradición y dicen que es

sano, muy sano, vivir en un pueblo.

¿Te vienes?