un mundo de caos... perdón y reconciliación
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Quiénes somos/Pertinencia
Un mundo de caos, inseguro y con rabia
Problemas estructurales que están transformando negativamente la sociedad
mundial. Primer problema: la brecha descomunal entre crecimiento económico de
unos pocos y bajísimos niveles de redistribución del ingreso y de las oportunidades.
Segundo problema: para el año 2050 el centro de gravedad económico mundial no
estará exclusivamente en Estados Unidos. Tercer problema: la religión generará
otro dilema: fundamentalismo o ecumenismo. Cuarto problema: se urbaniza el
hambre, la insalubridad, el desempleo, la inseguridad. Quinto problema: la crisis
medioambiental generará conflictos. A tan grandes problemas se suman otros: falta
de alimentos, migraciones masivas y escasez de recursos energéticos; en el año
2050 la población mundial habrá a 9.200 millones, y gran parte vivirá en los países
más pobres, propensos a conflictos y violencias.
La rabia que la pobreza y la explotación genera en quienes la padecen, junto a las
crecientes manifestaciones de violencia social y política, configurarán el escenario
del mundo. Será necesario superar constructivamente las diferencias económicas,
sociales, étnicas, religiosas y políticas y abandonar el recurso fallido de la guerra o
la violencia.
La cooperación y el diálogo son recursos indispensables para evitar el choque de
generaciones. La guerra y la violencia tendrán que ser etapas superadas por una
humanidad consciente de la necesidad de elevarse a niveles superiores. El gran
problema de la humanidad no consiste es la escasez de recursos, el verdadero
problema radica en su inadecuada distribución. John Sobrino sugiere que la única
salida consiste en recuperar y promover lo más puro de la humanidad, la capacidad
para amar.
Seguridad y violencia
El fenómeno de la seguridad privada y el impresionante desarrollo que ha tenido
(cuatro millones de guardias privados en Latinoamérica, el doble de los agentes
públicos) son hechos preocupantes, agravados por altos niveles de desconfianza
ciudadana en las instituciones de justicia y policía, a causa del abuso de la fuerza y
la corrupción. Personas y comunidades prefieren tomar justicia por mano propia y
proveer su propia seguridad. Además, se ha convertido el control del delito en
estrategia de manipulación de la sensibilidad en procesos electorales, con un alto
nivel de autonomía policial. Estos dos factores ignorados de violencia e inseguridad
indican la necesidad de considerar con atención los factores subjetivos en el manejo
de la seguridad y la convivencia. No obstante que la prevención del delito y sus
causas es la estrategia más eficaz y menos costosa, una tendencia dominante es su
represión.
Los expertos insisten en la urgencia de favorecer políticas de construcción de
ciudadanía y de fomento de la convivencia e inclusión social. La construcción de
ciudadanía en la solución de conflictos debe incluir tratamientos adecuados de la
venganza y la multiplicación de resentimientos. La seguridad pública no puede
convertirse en un bien que se compra y se vende. Es un derecho ciudadano y, a la
vez, un deber de quienes administran la cosa pública. La seguridad ciudadana debe
constituirse en el espacio en el cual el Estado garantiza el libre ejercicio de la
democracia. La seguridad ciudadana se da en forma colectiva o no es seguridad.
Los privilegios en la seguridad generan otras violencias.
La seguridad y la convivencia
Garantizar la seguridad ciudadana es uno de los retos más preocupantes para la
gobernabilidad democrática en Latinoamérica. De hecho, la debilidad del Estado
multiplica los niveles de inseguridad, conflicto y violencia. La seguridad está entre
los temas preferidos de los líderes políticos, que en su mayoría prometen
respuestas represivas (aumento de la policía, del ejército y de las instituciones
judiciales) para la prevención y control del delito. Estos esfuerzos son insuficientes
y en algunos casos, paradójicamente, se convierten en causa de mayor inseguridad
y violencia. Latinoamérica padece conflictos interestatales graves. Las migraciones
humanas, el narcotráfico, la contaminación, las cuestiones fronterizas y los choques
ideológicos están en el orden del día). A pesar de que la región ostenta el menor
gasto per cápita en armamento y defensa, posee sin embargo graves conflictos
violentos internos y niveles de exclusión social, política y económica que ponen en
peligro la convivencia pacífica, la seguridad, el ejercicio de la democracia y el
Estado de derecho. Las escandalosas diferencias económicas entre ricos y pobres
generan sentimientos de marginación y exclusión. Problema agravado, entre otros
factores generadores de la crisis, por el fenómeno de la inmigración
desplazamiento, las dificultades en el acceso al mercado de trabajo, los nuevos
usos sociales del espacio público, la diversificación de los modelos familiares, los
cambios en el ciclo económico, la explotación inadecuada de los recursos naturales,
los problemas energéticos y la deuda ilegítima.
La seguridad y los gobiernos
La globalización se ha convertido en el factor de mayor incidencia en los sistemas
de actores y agentes económicos, políticos, sociales y culturales. Los procesos de
integración son una exigencia de la globalización. No hay país que pueda pensar su
desarrollo aislado del entramado de la globalización, y menos podría pensarse en
adelantar acciones aisladas contra la violencia y la inseguridad. Los países
latinoamericanos en el espectro internacional aparecen fragmentados, expuestos a
sufrir las decisiones de otras naciones y al impacto negativo de la globalización y
sus guerras.
¿Cómo generar diálogo y posibilidad de pactos? ¿Cuáles son los mecanismos que
garantizan más asociación e integración? El incremento de la desigualdad y la falta
de cohesión social hacen perder el apoyo a la democracia. La seguridad pública y el
Estado de derecho están erosionados por el accionar del crimen organizado y el
incremento de la violencia en diversas expresiones. Se cierne sobre Latinoamérica
el peligro de liderazgos mesiánicos y los bajos niveles de confianza entre países,
situación que dificulta el desarrollo de agendas conjuntas y acciones políticas de
fuerza continental. Entre los desafíos más preocupantes para los países de la región
sobresale la urgencia de generar mecanismos de confianza recíproca, consolidar la
democracia participativa y la cooperación en materia de seguridad ciudadana.