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SOBRE EL TEXTO De la lectura y la escritura Prof. JOEL OTERO ÁLVAREZ Ps icólogo- Psicoanalis ta Universidad de San Buenaventura - Cali TAPIZ FRANCO FLAMENCO. NARBONA. FRANClA rs. XVI) UN TEXTO DE NIETZSCHE SOBRE ,.. LA ENSENANZA y LA ESCRITURA * INTRODUCCiÓN arecerá distante -e injustificable, por ende- relacionar un texto de Nietzsche a propósito de la Pedagogía", con el asunto escritural. Pero es así: este escrito versa, en realidad, sobre la Escritura. Es más: a pesar de ser un corto esbozo no sólo aspira a la promoción de la Escritura; quisiera -más allá aún- guiar hacia algunas precisiones de base, indispensables en la reflexión a propósito del abordaje de lo contemporá- neo. Por supuesto, resultaría ambicioso hasta lo imperdonable pretender asu- mir una tarea tan exigente desde un trabajo, de entrada reconocido, como escueto y, a partir de un lugar, en más de un sentido, restringido. Pues bien: nada excluye que ello sea factible; incluso, paulatinamente generalizable. Se impone sí reconocer que abordar el asunto de la Escritura no resulta original; al menos, si se reconoce el aporte de la obra de Derrida"-; asu- miendo que es aplicación de una teoría (aunque se incomode con sólo obligarle a jugarse al interior de la tradición psicoanalítica"): -sí se piensa • Se impone una aclaración: este trabajo empezó a escribirse hace más de tres años. Ha sido reiteradamente corregido; y, es esa la razón por la cual incluye un punto de partida desde el Psicoanálisis y una derivación inocultable del lado de, cuando ha sido apelado por el autor, la Clínica de lo Social. Cf. Nietzsche, F. "Sobre el porvenir de nuestros establecimientos de enseñanza". OBRAS COMPLETAS. Tomo V. Aguilar, Ed. Buenos Aires, 1967. Es claro que para la lectura de este documento conviene conocer esl escrito de Nietzsche. 2 Cf. Derrida, J. "De la Gramatologia". Siglo XXI, Ed. Buenos Aires, 1971. 3 Salvo si se atiende a la última producción de este autor, donde se evidencia una posición menos hostil frente al Psicoanálisis (Cf. Derrida, J. "Resistencias del Psicosrdlisis", Paidés, Ed. Buenos Aires, 1997). REVISTA COLOMBIANA DE PSlCOLOGIA 245

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SOBRE EL TEXTO

De la lectura y la escritura

Prof. JOEL OTERO ÁLVAREZPs icólogo- Psicoanalis taUniversidad de San Buenaventura - Cali

TAPIZ FRANCO FLAMENCO. NARBONA. FRANClArs. XVI)

UN TEXTO DE NIETZSCHE SOBRE,..LA ENSENANZA y LA ESCRITURA *

INTRODUCCiÓN

arecerá distante -e injustificable, por ende- relacionar un textode Nietzsche a propósito de la Pedagogía", con el asuntoescritural. Pero es así: este escrito versa, en realidad, sobre laEscritura.

Esmás: a pesar de ser un corto esbozo no sólo aspira a la promoción dela Escritura; quisiera -más allá aún- guiar hacia algunas precisiones de base,indispensables en la reflexión a propósito del abordaje de lo contemporá-neo.

Por supuesto, resultaría ambicioso hasta lo imperdonable pretender asu-mir una tarea tan exigente desde un trabajo, de entrada reconocido, comoescueto y, a partir de un lugar, en más de un sentido, restringido.

Pues bien: nada excluye que ello sea factible; incluso, paulatinamentegeneralizable.

Se impone sí reconocer que abordar el asunto de la Escritura no resultaoriginal; al menos, si se reconoce el aporte de la obra de Derrida"-; asu-miendo que es aplicación de una teoría (aunque se incomode con sóloobligarle a jugarse al interior de la tradición psicoanalítica"): -sí se piensa

• Se impone una aclaración: este trabajo empezó a escribirse hace más de tres años. Ha sidoreiteradamente corregido; y, es esa la razón por la cual incluye un punto de partida desde elPsicoanálisis y una derivación inocultable del lado de, cuando ha sido apelado por el autor, laClínica de lo Social.Cf. Nietzsche, F. "Sobre el porvenir de nuestros establecimientos de enseñanza". OBRASCOMPLETAS. Tomo V. Aguilar, Ed. Buenos Aires, 1967. Es claro que para la lectura de estedocumento conviene conocer esl escrito de Nietzsche.

2 Cf. Derrida, J. "De la Gramatologia". Siglo XXI, Ed. Buenos Aires, 1971.3 Salvo si se atiende a la última producción de este autor, donde se evidencia una posición

menos hostil frente al Psicoanálisis (Cf. Derrida, J. "Resistencias del Psicosrdlisis", Paidés, Ed.Buenos Aires, 1997).

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SOBRE EL TEXTO

Desde la perspectiva del Psicoanálisis conviene co-menzar a repensar esa cuestión, tan gruesa y decisiva,que es la Escritura.

O sea: el Psicoanálisis no sólo asumido en tanto posi-ble oferta de aplicación; a partir de la lectura puntualde un filósofo y un texto suyo; por supuesto sin olvidar,niveles tan precisos y decisivos como la práctica tera-péutica misma.

Pero: no siendo, aparentemente, obligatoria laimplementación de la escritura para el hacer terapéuti-co- se hace imperiosa, precisamente, cuando se trata deladecuado registro de la aplicación psicoanalitica (quees una forma inconveniente de apelar a la Clínica, unavez remonta las restricciones espaciales que comportael diván).

Si bien se ve, es allí donde se da la real diferencia.Al menos en principio cabe distinguir, un Psicoaná-

lisis que se asume en elpuro ejercicio de lo escritural; y,otro que, al parecer, no lo demanda de un modo tandecisivo.

Pues bien: si se incluye el componente escritural, elPsicoanálisis será otra cuestión distinta de aquella quele escinde entre una terapéutica y una teoría de la Cul-tura que recalca en el malestar.

Sólo que resulta difícil se reconozca la Escritura defi-niendo allí donde -con cierto «psicologismo» fundador-siempre se trató del libre ejercicio de la asociacion",

Pero équíén podrá negar que, sólo al hacerse Escritu-ra, el Psicoanálisis remonta la escueta esfera de lo ínti-mo; que, sólo al tornarse texto, accede a la posibilidadde su universalización?

De otra parte, permitirá este texto mostrar que «lopsicológico» no necesariamente alude a «lo individual»;o -tanto más inconvenientemente aún- a lo ya resaltadocomo «lo íntimo»; que cabe ahí, sencilla y gravemente,donde se da escritura, así, no siempre, se le quiera ver.

Pues, más que la presencia de «un Sujeto» que ***subtiende el hacer escritural, se trata de un texto; texto En efecto, este conjunto de conferencias del joventan determinante que decide, en cambio, al Sujeto, en- Nietzsche sobre lo educativo forma parte del paquetetendido éste tal cual, corrientemente, se le asume a par- de escritos póstumos que las Obras Completas de la Edi-tir de la disciplina psicológica. ción de Aguilar reúne, extrañamente, al lado del -Ori-

O sea, en otras palabras: que el Sujeto es en tanto gen de la Tragedia».texto. y, sólo por ello, re- 4 No se discute la asociación libre en sí; se lamenta que 10sulta siendo «psicoanali- escritural resulte por sólo ello, excluido de allí. Contra todazable-, tradición, ha de decirse que, un buen tratamiento debe resol-

verse siempre en escritura: es allí donde hay real "final de aná-

además que, de todos modos, cabe plantearlo, a pesarde que se corran inevitables riesgos; y, si se aclara que seaspira a verle operar primero a nivel de las gestionesmás inmediatas y particulares.

***

Pero,ade~,estandecisiva la Escritura que <<10

lisis".5 Cf. Nietzsche, F. Op. Cit.

246No. 7 AÑO MCMXCVlIIu. NACIONAL DE COLOMBIABOGOTÁ, D.C.

tecnológico» -modelo indiscutible de diferenciación delo más contemporáneo- si resulta ser algo, será precisa-mente, en tanto se decide en últimas como texto puro;incluso, como escritura desmembrada de «un sujeto» res-ponsable que le subtienda; al menos, en el sentido con-vencional que da, a este último, como alguien que habladesde un lugar «personal», «intencional»;«Individualizado», por ende; y -épor qué no?- factible dealimentarse en «la intimidad» de su insoslayable registro.

No: si cabe allí el Sujeto será porque es texto abiertoque repudia cualquier dimensión de corte tradicional;porque el registro de lo textual subordina, tajantemen-te, todo otro convencional registro. Hace, de todo cuantoel humano toca, Escritura.

Para no llevar las cosas más lejos y decir, ya desdeuna perspectiva de una Clínica de lo Social, que loescritural ingresa en la dimensión del acontecimiento,una vez se inscribe en el predominio decisivo que daparticularidad a esta época: la primacía del terrorismo; osea, cuando "eso" estalla para que emerjan textos ímpre-vistos.

EL ESCRITO DE NIETZSCHE

Si cabe pues aquí lo psicoanalítico habrá de ser, ne-cesariamente, por la vía de una Clínica de Aplicaciónque devele «lo sintomático», en el más freudiano senti-do del término.

Pero sería improcedente creer que, con ello, se apuntachatamente a diagnosticar, desde una Clínica a secas-dese por caso- la demencia de un sujeto específico, ocosa parecida.

Se impone, en cambio al Psicoanálisis -en el otroextremo, donde el método clínico soporta y da nombrea la armazón teórica de conjunto- partir del reconoci-miento de una falta en la especificidad de un escrito;que, no por puntual, resulta secundaria. y, en este casoque sirve de paradigma ilustrativo, la falta estará inevita-blemente ubicada a nivel de la pura resultante escritural.

Sólo entonces podrá retomarse al asunto más parti-cular, sin resultar siendo simplificante.

sePor ello, antes de referir-a la Filosofía de

Nietzsche; previo, incluso, alabordaje de un texto suyo",se trata aquí de una específi-

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JOEL OTERO ÁLVAREZ UN TEXTO DE NIETZSCHE SOBRE LA ENSEÑANZA Y LA ESCRITURA

caparticularidad compositiva.Más aún: interesan los enlaces entre un Prólogo

-evídenternente escrito a posteriori y no ofrecido en pú-blico-; la Introducción, y el grueso de las Conferenciaspropiamente dichas.

Sin duda, Nietzsche después de reunir las cinco di-sertaciones -realízadas en Basilea entre el 16 de enero yel 23 de marzo de 1872- escribió la Introducción, al pa-recer nunca leída, si nos atenemos al paréntesis que leacompaña: «(Proyectada)».

Tiempo después, al sumarse al conjunto de la obra,debió escribir el Prólogo; la fecha, también entre parén-tesis -»(1871-72)>>-es tan genérica que así lo delata.

Reunidos ahora, tal cual han sido reordenados losescritos, se evidencian cuestiones que, inicialmente, hu-bieran podido pasar desapercibidas.

Faltaría resaltar una cuarta escritura «de boceto» quese anexa al final y sobre la cual no se tratará aquí másque en enlace con el grueso de las Cinco Conferencias.

LA ESCRITURA DE PERIFERIA.

El esfuerzo del texto de Nietzsche por resolver encorto espacio niveles de cobertura progresiva, obliga arealizar la ya mencionada reflexión introductoria -eví-dente escritura de transición- y el Prólogo. Por ello, losasuntos que se abordan en una y otro, resultan disímilesy de variado interés.

Si tiene sentido esta propuesta de abordaje, renun-ciando a tantas interesantes opciones posibles es, preci-samente, porque expresa, a nivel formal, lo más decisi-vo. y porque permite, por sí sóla, una célula de integra-ción transdisciplinaria -si no imposible, al menos arduay explosiva- entre el Psicoanálisis y la Filosofía deNietzsche.

***'Partiendo de un Auditorio, conformado por un cen-

tenar de escuchas suizos, Nietzsche -abordando el análi-sis de escuelas y universidades alemanas de su época-deberá luego decidirse a ofrecer su reflexión sobre laEducación, a una multiplicidad imprevisible de lectores.

Pero Nietzsche no modifica, por ello, el cuerpo desu texto. Cabe entonces indagar: écomporta eso que-juntando estos dos momentos- las cosas quedan debi-damente ordenadas?; ¿y que el precipitado paso, de lomás local a lo más general, no tiene implicaciones?

Al menos, de hecho, así se dio.

A PROPÓSITO DEL PRÓLOGO.

Curiosa recurrencia: como si se presintieran los efec-tos de una tal imprevisión, apenas iniciado el Prólogo,

el autor se burla de quienes, partiendo de «la más ele-mental empíría- ascienden, sin más, a las alturas de laCultura envolvente; ascienden y retoman -como Moi-sés- con legislaciones y reglamentos detallados dondese decide, "pedagógicamente", cómo habrán de reali-zarse los más diversos recorridos para que resulten co-rrectos.

Al lado de esta clave -que anunciaría -de entrada- elsíntoma- se ofrece la argumentación impecable sobre lacual el Prólogo versa: se trata del tipo de lector al cual laescritura nietzscheana aspira.

Al tiempo, se decide así que no se trata, entonces, dela escueta relación entre el Conferencista y su Auditorio(y, no sólo -cómo cabría de pronto contra-argüirse- porla imposición, en la resultante final, de la escritura deconjunto que aglutina el texto, junto con las restantesobras del autor). Sea como fuere, apenas ello pone enjuego -en este doble soporte, no claramente previsto- ladistinción entre niveles que van de lo más local a lo másuniversal.

Pues bien: ese lector-otro al cual el Prólogo apela -yque se suma a posteriori- después de leídas las Confe-rencias, es el lector de Nietzsche.

Entiéndase: no, simplemente, quien le lee. Ni siquie-ra quien «le rumia» y quien renuncia, además -segúncondiciones que el filósofo le impone de antemano-, apensarse a sí mismo como «medida decisiva»; o aasumirse, en una estabilización intelectual no discuti-ble; tanto menos, a ubicarse en la pasividad de esperarsoluciones del autor, sobre asuntos puntuales.

Se trata de quienes, en su presente, recogen el encla-ve más originario para darle, desde ya, coherencia a lasemergencias del porvenir.

Nietzsche, antes de demandar una lectura despreve-nida, aspira a una cofradía. Por ende, escribe para darleconcreción. y, ello resulta tanto más visible, cuando re-dacta su Prólogo; no tanto, cuando produce la Intro-ducción intermediaria ni el grueso de sus Conferen-cias.

Esa apelación -por esto- tiene en los párrafos finalesde su "tardío" preámbulo, una tonalidad exaltada deproclama -que, por lo demás, no se asume del lado delo humano valioso, universal, de tanto como no se de-cide a desapuntalarle de lo puro germánico-o

Pues «quienes se atormentan por la pérdida del espí-ritu alemán» -más que alemanes, y antes de toda geográ-fica demarcación- resultan ser los herederos de la Gre-cia esencial.

y, esta confusión -acaso bien intencionada, peronunca resuelta- al final de -El porvenir de nuestros esta-blecimientos de Enseñanza», conduce a encontrarse defrente con los fantasmas de un monstruo; de entrada,apenas anunciado.

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SOBRE EL TEXTO

Aquí se parte, en cambio, de las consecuencias deun título que reúne aristas muy diversas.

En primer lugar, el asunto del Método debe ser ex-preso y resuelto desde los inicios del escrito cuando,sin asumirse profético, se impone como inevitable eldevelamiento del porvenir.

Nietzsche hallará una metáfora perfecta en «losarúspíces romanos-" para decidir, a partir de ella que,sólo la violencia analítica del presente, permitirá hallar-en "sus entrañas"-las claves decisivas delfuturo.

O sea: si se apuntala de modo preciso la línea quelleva de los orígenes a la resultante actual, es posibleseguir la dirección, supuestamente imprevisible, delporvenir. Este nudo del presente decide ya cuánto deEscritura se impone para el armado del ordenamientodel conjunto de los acontecimientos humanos.

Por eso, justamente, resulta esencial contar con lagarantizada interlocución de quienes están, desde ya,instalados en ese registro de conciencia. El resto, nopodría captarlo. Es más: estarían, en cambio, por tergi-versarlo.

y aquí, la posibilidad de la interpretación equivoca-da del determinismo en cuestión genera la terca urgen-cia de un consenso indispensable.

Nietzsche ha renunciado, como Freud, a la oferta delibertad kantiana y empieza ahora a pagar las consecuen-cias de esa exclusión tajante; más que argumentada, asu-mida de hecho. O sea, de modo terrorista ya.

Subtiende -sí se quisieran agravar las consecuenciasde estos presupuestos- una fe en la existencia y volun-tad decidida de estos lectores presentidos; lectores quie-nes, al ser integrados por esa escritura -entonces, do-blemente lúcida- asumirían, como se supone asumie-ron siempre, la responsabilidad de esta ruta pertinente.

Trayectoria pensada, se insiste, como inevitable, im-pone necesariamente el triunfo sobre los obstáculosque apuntan a torcer la dirección del recorrido: apela-ción radical a un doble determinismo indiscutible.

Es en este determinismo duplo, entonces, donde lanecesariedad de la propuesta metodológica deberá de-cidirse: más allá del mero entusiasmo violento de quie-nes se crean, de por sí, portadores de las banderas quese impone blandir; y. más allá del "conocer", de allíemergente, que pudiera desestimular la empresa.

Si debe decidirse cada versión del lado de una co-rrecta hermenéutica y al tiempo se supone todo futurocomo predeterminado, habrá de reconocerse que exis-te ahí un obstáculo lógico, difícil de sortear y de soste-ner a cada paso.

- Sea como fuere, elprovenir debe ser con-

DE LA INTRODUCCiÓN.

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quistado, pero la coherencia del paso que lo garantice,impone despanzurrar al presente para reconocer en susentrañas ese determinismo irreductible.

A la creciente convicción de la inutilidad de la tareaque podría de todo esto derivarse -en tanto, de todosmodos, el resultado inevitable se dará-, se sumará el es-fuerzo heroico de sostener el hilo conductor, cada vezmás velado y tergiversado por quienes de todos modos,si bien no lo cortaron, sí rompieron con él de antema-no.

La Humanidad concebida por Nietzsche, por todoello, está escindida sin remedio entre obstáculos encar-nados a vencer y resultantes presentidas y únicas.

Allí se aglutina la materia prima que dará paso a sumítica del porvenir, cuajada entre su versión final delSuperhombre (o Ultrahombre) y su propuestaperspectiuistica, no siempre suficientemente precisada,

***Pero, a la dificultad de la ubicación del «porvenir»,

se suma la otra trampa, tanto más ardua: la ya señaladaaproptacián germánica; en tanto se trata, además, dever allí, en la asunción de esas instituciones, apeladaspor eso en el escrito: «nuestros establecimientos de en-señanza", la distancia real entre ese presente a develar yel porvenir, previsible, a partir de ahí.

Lo cierto es que, de otra parte, esa generalizaciónsólo sería válida para Nietzsche, en referencia a un mo-delo de Antigüedad perdida.

éCómo, entonces, pensar este presente si, en reali-dad, es un pasado cancelado y que, apenas vale, entanto se ofreciera la opción de recuperarlo desde esaevidencia de su condición más reprimida?

La verdad es que -tratándose de una conquista, an-tes de una certeza, o de una fatalidad- la resultanteobtenida por la rigurosa evaluación adelantada, no ten-dría por qué coincidir, sin c.ás, con la aspiración opti-mista del, velado pero indiscutible, desenlace.

Incluso, hallando la ruta, faltaría la clave que impu-siera tal dirección y que la ejecutara literalmente. Care-ciendo de ella, el texto habrá de diluirse en medio dedudas y de sombras; y, un pesimismo creciente dará, encambio, razón a los presentimientos más escalofriantes.

EL FANTASMA PENDIENTE

Sin embargo, la apropiación de la universalidad hu-mana, a partir del más puro espíritu germánico, com-porta otros obligados matices en Nietzsche que, resultaindispensable dilucidar y acentuar, para librarle de in-

cómodas adherencias.y es porque, en el texto

de Nietzsche, el pasado -sí

6 Los arúspices romanos eran sacerdotes de la antigua Romaquienes pronosticaban sucesos examinando las vísceras de ani-males sacrificados con tal fin.

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JOEL OTERO ÁLVAREZ UN TEXTO DE NIETZSCHE SOBRE LA ENSEÑANZA Y LA ESCRITURA

7 Cf. Platón. OBRAS COMPLETAS.Aguilar, Ed. Madrid, 1967.

no imprevisto, al menos no tan francamente reconoci-ble- apela, cuando se le reconoce en su decisiva presen-cia, más allá de una lúcida antigüedad germánica, a lamítica comunión con Grecia.

Es, por esta vía, que la aspiración develadora deNietzsche cobra, paradójicamente, tanta mayor validez.

Sin ella, la lectura del escrito de Nietzsche, resultaríaimplicando lamentables derivaciones. En efecto: si Ale-mania merece portar la bandera de lo «humano más va-lioso» -así, ahora, se dude de ello con vigor- es porquerecibe la antorcha, desde la Grecia milenaria, en la ca-rrera que lleva en pos de la realización del destino fi-nal.

Pero, Grecia ha sido mutilada también de un tajopor el presente; y, el hilo silenciado que, a pesar deésto, persiste, ha de ser vigorosamente recuperado, sino se desea mantenerse en un empantanamiento malsa-no.

Cómo recapturarle?Reconociendo sus faltas reales. Nietzsche escoje la

Educación universitaria para develar estas carencias cons-titutivas.

Es, por ello, que sumará, a la negación de Grecia, laausencia del Arte y la cancelación del predominio delpensamiento filosófico: la Universidad está constituida apartir de esta triple extirpación y ello se sintomatiza enel tipo de estudiante que acoge y en el modelo deprofe-sor que le reproduce.

Estudiantes y profesores reúnen, cada cual en supeculiar modo, estas tres claves refutadoras donde, com-partiendo negaciones, se autodefinen y complementan.

***Visto así, el llamado desesperado de apuntalar Ale-

mania a Grecia resulta, por sí sólo, compensatorio y sig-nificativo: permite, sin más, reconocer cómo Nietzschesabía -con una lucidez sin par- que, la sóla Alemania,désmembrada de ahí, daría paso a una inevitable mons-truosidad.

y, sin olvidar que, la ilusoria reposición de losGoethe, Schiller y otros nombres -no tanto, pero tam-bién ilustres- tampoco sería posible sin la inspiracióngriega.

En efecto: la distinción entre «espíritu alemán anti-guo» y «moderno», no podría adelantarse más que poresta precisa vía.

El texto nietzscheano, sin embargo, no permite de-cir que sea, dese por caso, versión alemanizada del«Laques»de Platón? -donde «el viejo filósofo», persona-je radical del escrito nietzscheano, repondría a Sócrateso cosa parecida-o En cambio, sí progresa -a partir de unaatmósfera que resulta, porello, casi onírica, con to-

nos alusivos de pesadilla- desde lo griego anhelado has-ta lo germánico, a secas.

UNA VARIANTE "INTEMPESTIVA".

Más pertinente sí, será reconocer que -sin que se im-ponga por ésto, necesaria contradicción con presupues-tos que demarcan estas cortas líneas- el estilo del escritodel filósofo alemán es, en más de un sentido,platónico.

Podría, incluso, sumarse a ello el reconocimientosegún el cual, nadie como Nietzsche, para reactualizar aSócrates.

Corriendo el riesgo que impone lo imprevisto, po-dría decirse que, la coherencia, responsable de la muertedel filósofo griego dará paso a la locura, conjugada-casi veinticinco siglos después- en alemán.

Mostrará cómo, el tono que atraviesa la reflexión delescritor germano, antes de desenfoque teórico imper-donable, delata la lógica que impone la Verdad a quienla asume sin atenuantes.

O sea, para decirlo nietzscheanamente, un poco másallá de donde se empieza a «dejar de soportarla».

En efecto, nostálgico inconsciente de una continui-dad incapturable, Nietzsche halla en el humano mode-lo -la persona de Sócrates- la opción de la más ilustrecontaminación.

Cuando cree derivar, en tanto aspiración teórica, enpos de la recuperación imposible de lo griego, enfermade ello.

***Mas: écómo demostrar aserto tan arriesgado en tan

escaso espacio?Realicemos, apenas, algunas convenientes

puntualizaciones.A Sócrates el Estado le impone la cicuta; para

Nietzsche, en cambio -sin veneno visible- no resultamenos determinante el drama: en el aislamiento sin ate-nuantes donde es parida la lucidez; a cambio de impo-nerse la transpersonal coherencia de un «suicidio indu-cido», irrumpe la enigmática demencia.

Debe decirse que la demencia tiene también historiay ha sufrido decisivas metamorfosis. Cuando se "moder-niza" se rompen los enlaces con lo más primordial.

Retomemos, desde esta particular perspectiva, elasunto Nietzsche. Digamos, mejor, que se trata del vín-culo entre la muerte de Sócrates y la locura de Nietzsche.Al menos, es esa la vía contaminada de reposición grie-ga que, en realidad, resulta: la ruta de la muerte -a partirde la reasunción del destino socrático- deriva locura.

Es más: la locura de Nietzsche está en el porvenir.Acaso presentida en su tem-prano ensayo sobre Educa-

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SOBRE EL TEXTO

ción, sólo cabe incluirla como eslabón de una ofertaescritural -la obra toda- que, tarde o temprano, impon-drá esa inmolación como su consecuencia.

Pero, no se trata tampoco de mera locura personal.Es anuncio también de demencia de todos.

Ahora: entre elfilosofo que no escribe (Sócrates)yelque escribe como un poeta griego (Nietzsche), se juega lailustre contaminación que aquí interesa.

Por ello, más allá de todo develamiento empírico, seimpone apuntalar una clave de novedad que reconozcalo más diferencial.

No son acontecimientos comunes y corrientes, ni setrata de "enfermos" menores. Se está al frente, en cam-bio, de momentos privilegiados en la consolidación delo humano; acontecimientos que exigen, sin embargo,una mirada clínica.

Más radicalmente dicho: la muerte arma invasión pre-coz en el delirio donde se delata el insoluble dramanietzscheano: doblemente trágico, en el impedimento-tanto subjetivo como objetivo- para acceder a una talconsecución.

***Ahora: todo esto, tan grave, écómo se demuestra?Pues bien: locura, en sentido estricto; en la más grie-

ga de las versiones, se enlaza con la aprehensión lúciday divina del porvenir (tal cual lo expresara bellamentePlatón en su «Fedro»8).

Cuando, en cambio, emerge escuetapsicosis, sin dio-ses disponibles, los juegos de la muerte no logransublimación posible.

y, entre locura y psicosis, Nietzsche, como Van Gogho como Hólderlín -para decirlo de un modo apabullante-,estaba en elpuro lindero.

Significa ello que el enlace demente, en estos casos,no es personal. A su vez, tampoco Nietzsche copia en sudelirio, de modo literal, el destino tanático socrático.

El delirio de Nietzsche re-crea.Es terrorista- creador.Impedido para la síntesis, es linderal; más bien, parapoder expresar del más trágico modo, la escisión del lohumano.

Es mitad griego; y ,el resto, se juega del lado de lapsicosis y del porvenir; a la manera de delirio deSchreber, creador a su pesar.

Nietzsche, en realidad, inaugura una demencia lúci-da que está consolidada a partir de un presente de ten-sión insufrible entre el pasado griego y el futuro impre-visto.

En cierta forma, es Nietzsche quien urgiría de"arúspices" que le garantizasen una clínica para eldevelamiento de su cuadro, por fuera de toda previsiónpsiquiátrica. Una clínicaque se coloque exacta- 8 Cf. Platón. Oc. Cit.

250No. 7 AÑo MCMXCVlIIu. NACIONAL DE COLOMBIABOGOTÁ. D.C.

mente allí donde emerge el terrorismo creador. O sea,una clínica que sume a su pretensión cientifista, el pre-dominio de una sensibilización estética.

***Pero -ya ahora es claro- el Estado "dementiza" tam-

bién. y, no precisamente, a la manera griega: «lo germá-nico a secas», antes de derivar de lado de la realizacióndel humanismo griego recuperado, impone un salvajis-mo, tanto más regresivo.

Sin la lozanía e inocencia de loprimordial; sí, con laapabullante condición demoledora de lo técnológico,puesta al servicio de la escueta destrucción, empiezauna nueva agonía de lo divino. Yel texto de Nietzschesobre los institutos de enseñanza -si se le lee así- derivaabrumador; sin duda, leído de este modo, el texto deNietzsche resulta decisivo más allá de localismos peda-·gógicos; y, sus aparentes contradicciones, antes de in-genuas, devienen indispensables.

Incluso: aclarado lo anterior, es posible entender porqué, antes de reglamentar la Enseñanza, Nietzsche novacila en clamar por la destrucción de Institutos y Uni-versidades; con fogosidad, apenas anunciada por aque-lla agresiva ironía que ilustrara Sócrates, cuando cues-tionaba la Sofística.

UN LUGAR PARA LA TRANSFERENCIA

Ahora bien: ese lector que anhela Nietzsche delata,primordialmente, la presencia de un lugar; antes de,particulares condiciones; por más que se las pudiera,hasta cierto punto, compartir.

Noción en referencia a ·la cual, resulta hoy -por de-manda de Nietzsche- necesario ubicarse, desde que selee el grueso de las Conferencias que conforman el en-sayo pedagógico del filósofo en cuestión, ese específi-co lector consolida, pues, un lugar.

¿Qué lugar es ese?Sin duda -impelido por el anexo de Prólogo e Intro-

ducción- un lugar universal.Pero, además de ello, un lugar que hace posible la

esperanza de un intercambio de saber que no pase, ine-vitablemente, por el cepo de la institucionalización pe-dagógica.

Incluso, más que de un intercambio, pues nada ga-rantiza que el asunto refluya, se trata sí de una primeraindispensable transferencia.

Transferencia que, entonces, impone la relación es-critura-lectura, desde que el autor no se resignara alescueto lugar del «conferencísta», en tanto ingenuo as-pirante a un intercambio que sueña con el enlace a un

auditorio ideal; generali-zable, más allá de restriccio-

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JOEl OTERO ÁLVAREZ UN TEXTO DE NIETZSCHE SOBRE LA ENSEÑANZA Y LA ESCRITURA

nes temporo-espacíales.No vale tampoco el suponer que, en cierta forma

desencantado, al no lograr reconocer, en la asiduidadde las asistencias empíricas de quienes, por vez prime-ra, oyeron sus charlas, una real escucha, Nietzsche escri-biría ese «Prefacio» para permitir lecturas -ya no, preci-samente, alemanas o suizas- siempre decimonónicas.Pues, si esa fuera la lógica de su proceder, no se enten-dería que renunciara a hacer obligatorias correcciones.

No sólo, por la evidencia de gasto excesivo que im-pondría el que, además del Prólogo, hubiera de re-es-cribirse todo el texto; sobre todo, porque consideró,indispensable e inevitable, esta dimensión particular,para hacer universalizables las consecuencias.

y asumió el resto.

LA OPCiÓN ESCRITURAL

Digamos que Nietzsche, entonces -aún a nivel de lasConferencias- no se resigna a una lectura literal. Suma,además, una condición definitiva: ejemplificar -prevía-mente a los contenidos- procedimientos.

Ante todo, develar, en lo más concreto, la verdad delo universal (método analítico). y, en primer lugar, in-terpretar, en el presente, lo más sintomático, como cla-ve para reducir, desde la periferia, los puntales de fon-do.

No podría ésto darse, por ende, sin la recuperaciónde la ambientación platónica, en ese encuadre filosófi-co-teatral que, a partir de entonces, le impone a su es-crito.

Pero, no se debiera olvidar tampoco, la marca quegenera la opción escritural; pues, por sí sola, determinala desconexión relacional entre sujetos que intercambiansaberes y apela, en cambio, a escuchas anónimas dondese apuntala, realmente, el vínculo sobre el cual, en rea-lidad, toda escritura rigurosa reposa; y, al tiempo, tornavisible.

Por supuesto: para llegar hasta allá, se impone el re-conocimiento de matices de lectura, sólo diferenciablesen la medida en que se distingan plurales niveles deapropiación de lo escrito.

y, sobre todo, saberse presente eternizado que -ofre-cido al futuro , es ya referencia de un pasado irreprimi-ble- da a la Escritura la clave decisiva que remonta todacontradicción; al menos, para la perspectiva de lo másesencial.

En efecto: es por la Escritura que "el hilo" se sostie-ne, se pierde y recupera.

y, es por la Lectura consecuente que la lucha se re-pone y la distancia se acorta o alarga, con referencia auna resultante final; posiblemente portando coherencia;aunque, no lo sea de un modo necesario.

CONCLUSIONES PRECIPITADAS.

Sin embargo, cabe preguntar si, en realidad, se tratadel radical y escueto cuestionamiento nietzscheano, se-gún el cual, lo educativo se reduce a un problema de«extensión» empírica en la transmisión de lo cultural;con la consecuente «simplificacíon» de lo esencial, per-dido, paulatinamente, a partir de ahí: tal cual ha sidoplanteado al final de la «Introducción»; entre el «Prefa-cio» y las «Conferencias» propiamente dichas. O si, dán-dose un olvido decisivo, Nietzsche no termina diciendomás o menos de cuanto, en principio, se propuso de-mostrar; sobre todo, si se recuerda que su texto es inte-rrumpido abruptamente.

Pues, siendo esa Escritura decisiva, ello resulta fuer-te e insoslayable.

***Sin duda, habría de ofrecerse soluciones más allá de

la subordinación a lo estrictamente subjetivo; tanto más,si -saliendo al paso a la objeción pragmática de la "real"demencia de un Nietzsche alucinado- se asume que, laescritura toda de este autor, se impone antes de deliran-te, consecuente; más aún: si se reconoce que no hay enél, evidencia de desorden, así fuere subrepticio. Encambio sí, lucidez del futuro, develado a partir de laaplicación sin atenuantes, de un recurso procedimentalanunciado por el texto mismo: descifrar elfuturo apar-tir del descarnado análisis del presente.

Sólo que, el hilo que ata al pasado griego perdidosin remedio, obligará, hallada su otra punta, a hacermuecas ininteligibles al descubrirse, cara a cara, con elNazismo.

Es aquí donde habría de abordarse esa otra «escriturade boceto» que, en las Obras Completas de Nietzsche,se titula: «Proyecto de continuación de las Conferen-cias» y que termina con la nada optimista fórmula: «Esta-mos conmovidos y avergonzados»; la cual, leída hoy,parece escrita, muchas décadas después \{'

BIBLlOGRAFiA

Derrida, J. "De la Gramatologia". Siglo XXI, Ed. Buenos Aires,1971."Resistencias del Psicoanálisis". Paidós, Ed. Buenos Aires, 1997.Freud, S. OBRAS COMPLETAS. Amorrortu, Ed. Buenos Aires,1978.Nietzsche, F. OBRAS COMPLETAS. Aguilar, Ed. Buenos Aires,1967.Platón. OBRAS COMPLETAS. Aguilar, Ed. Madrid, 1969.

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