una conferencia de mario bunge sobre el socialismo(cut)

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Una conferencia de' Mario Bunge 4 de junio de 2009, María Bunge pronunció en el Centre de Cultura ontemporfmia de Barcelona, la conferencia titulada ¿Existió el socialismo guna vez, y tiene porvenir? acto estaba organizado por el Consorci Universitat Internacional Menéndez layo de Barcelona (CUIMPB) (Centre Emest LLuch), y se presentó bajo el rmato de Conferencia inaugural del curso académico 2009. continuación reproducimos la conferencia de Bunge, con su permiso. Como ta preliminar reproducimos asimismo el texto de la Presentación llevada a bo en el mancionado acto por nuestro compañero Alfons Barceló. LA REDACCIÓN Presentación ALFONS BARCELÓ oy puede ser un gran día en la vida de algunos de ustedes. Dentro de cos minutos vamos a vivir una experiencia importante. Vamos a escuchar lección magistral del, quizás, más distinguido librepensador de nuestro a, del filósofo en activo más ambicioso e infatigable" Mario Augusto Bunge. uiero resaltar que Mario Bunge es asimismo un ejemplo de responsabilidad de constancia fuera de lo común. En pocos meses cumplirá 90 años, y uí está. Todavía publica libros, escribe artículos en revistas científicas y da 23

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El Socialismo de Bunge

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Page 1: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

Una conferencia de' Mario Bunge

El 4 de junio de 2009, María Bunge pronunció en el Centre de CulturaContemporfmia de Barcelona, la conferencia titulada ¿Existió el socialismoalguna vez, y tiene porvenir?

El acto estaba organizado por el Consorci Universitat Internacional MenéndezPelayo de Barcelona (CUIMPB) (Centre Emest LLuch), y se presentó bajo elformato de Conferencia inaugural del curso académico 2009.

A continuación reproducimos la conferencia de Bunge, con su permiso. Comonota preliminar reproducimos asimismo el texto de la Presentación llevada acabo en el mancionado acto por nuestro compañero Alfons Barceló.

LA REDACCIÓN

PresentaciónALFONS BARCELÓ

Hoy puede ser un gran día en la vida de algunos de ustedes. Dentro depocos minutos vamos a vivir una experiencia importante. Vamos a escucharla lección magistral del, quizás, más distinguido librepensador de nuestroera, del filósofo en activo más ambicioso e infatigable" Mario Augusto Bunge.

Quiero resaltar que Mario Bunge es asimismo un ejemplo de responsabilidady de constancia fuera de lo común. En pocos meses cumplirá 90 años, yaquí está. Todavía publica libros, escribe artículos en revistas científicas y da

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Page 2: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

conferencias en lugares di'stantes de su univerSidad y de su país de adop­ción, Canadá, sin d6jar de reivindicar sus orígenes argentinos.En un ámbito cultural idealizado aunge tendría que ser tan popular comoleo Messi. Pero aurque es famoso, doctor honoris causa por un numerosogrupo de universida<!es y ha recibido premios de postín, la verdad es que amenudo ha sido y e; 'ninguneado' sin muchas contemplaciones.

Én cierta medida éSG se debe al déficit cultural que sufre la sociedad moder­

na. También es comecuencia del capillismo y la endogamia que p~decenmuchas de las instituciones culturáles Consagradas. Por lo demás conviene

subrayar que cierto grado de marginación es el peaje ineludible al que sonsometidos los fibreper¡sadores irreverentes. Es la miserable venganza quepractica el cotarro dominante contra los intelectuales heterodoxos. sobre todocuando resultan incóII10dos porque llaman «basura» a lo que les parece «ba­sura», sin andarse' con remilgos.

Pues bien, Burige río sólo cree que las ideas deben sacudirse y desempolvarsepara evaluar su solidez, sino que también, a menudo, aprovecha la oportuni­dad de la crítica para arrear capones a derecha e izquierda. En resumen,entreverado con el respetabilísimo anciano académico sentado a mi derechahay un gallito volteriano y cascarrabias, con buenos espolones defensivos.Los necesita porque nO' pertenece a ningún rebaño consofidado, y porque suradicafidad en busca de la verdad, auxiliado por un vasto despliegue de co­nocimientos en multitud de campos, irrita al nutrido grupo de universitariosque cultivan de forma eScolástica doctrinas periclitadas y tradiciones fibrescas.

No quiero alargar esta presentación. Mi relación Con Mario ya rebasó los 25años. Continúa vigorosa y con mayor áfecto qUé en la época del flechazo inicial.Péro mi objetivo aquí es motivarles a ustedes, y no homenajearle a él. con estameta en el punto de mira, voy a centrar mi mensaje y ordeMr mi intervenciónaltededor de dos ejes: 1) La trayectoria infelectual y las obrás más destacadasdEl Mario Bunge; 2) Las tesis más robustas, innovadoras y fértiles.

Bunge empieza su andadura universitaria como físico teórico, y en este te­rreno lleva a buen término su doctorado. Pronto y progresivamente irá me­

tiendo baza en el campo de la filosofía de la ciencia, en especial en episte­

mología. Sus experiel1cias docentes e investigadoras en este ámbito seplasman en un magnífico tratado, La explicaCión científica (1967, vc 1969).obra que ha sido reeditada varias veces y que continúa siendo, en mi opi­niÓn. la mejor introducción general a la filosofía de la ciencia. también nace

excursiones en saberes espeCíficos, como la semántica, el azar y lacausalidad, la filosofía de la física. Luego fue expandiendo sus exploraciones

24

en d some-tidas a fuertes sacudidas internas, como la linguística yla ps Aborda, al fin, su obra sistemática global: El Tratado de Fifoso­fía f l (1974-1989), en 8 volúmenes (acaban de aparecer en cas­tella primeros). Las ideas expuestas en este tratado se presentanbajo ntes encabezamientos: Semántic;:a, Ontología, Gnoseología yMeto Ética.

Su pa invéstigadora está oríentada por el examen crítico y sistemá­tico encias sociales. Sigue así fiel a la norma de que la filosofía

-par r un respeto y un lugar bajo el sol- ha de interactuar en doblesenti s ciencias, tanto las maduras como las inmaduras, con modestia

y C stos esfuerzos se irán plasmando en diversos libros. A saber,Bus ofía en las ciencias sociales (1996, vc 1999), Las ciencias socia­les n (1998, vc 1(99); La relación entre la $ociologfa y la filosofía(199 ). Todb ello sin descuidar por las mismas fechas ciertas cuestio­nes perennes, que son abordadas en: Crisis y reconstrucción de lafilos 1;, vc 2002); Emergencia y convergencia (2003, ve 2004);A la la realidad. La controversia sobre el realismo (200e, vc 2007); oen y original Diccionario de Filosoffa (1999, vc 2003). Y anteayermis sentó en Barcelona la versión castellana recién salida de impren­ta d o libro (600 páginas) sobre Fifosoffa política.

11

Des es imposible resumir esta descomunal producción filosófica. Peromir albar las tesis o ideas que me parecen más enriquecedoras,

origi ien examinadas por el maestro Bunge. He seleccionado cuatro:a) o; b) sistemas; c) mecanismos; d) emergencia.

a) o. NIo se trata, Claro está, de una tesis original. Incluso, aede sostenerse que esta idea es un simple corolario del

ismo espontáneo. Sin embargo', merece destacarse que vivi­n medio cultural en el que la mayor paHe de los ciudadanosla existencia de ángeles y demonios, en el que la mayoria de

en psicología son dualistas y en el que muChos filÓSofoscon idealismos apolillados. Así que resulta muy de agradecerde partido rotunda y sin contemplaciones. Bunge sostiene, de

ical, con una extensa batería de' razones, y argumentos, que elrealmente existente es Últlico, y denuncia como juegos malabares

las elucubraciones sobre mundos alternativos (sean celes­icos o mentales), presuntamente sometidos a otras leyes y

Su ontología, por el contrario, asume como último nivel de lael universo, como supersistema formado por todo cuanto exis­

10 mundo, pues, pero cambiante y sin ur1a meta predetermina-

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conferencias en lugares di'stantes de su univerSidad y de su país de adop­ción, Canadá, sin d6jar de reivindicar sus orígenes argentinos.En un ámbito cultural idealizado aunge tendría que ser tan popular comoleo Messi. Pero aurque es famoso, doctor honoris causa por un numerosogrupo de universida<!es y ha recibido premios de postín, la verdad es que amenudo ha sido y e; 'ninguneado' sin muchas contemplaciones.

Én cierta medida éSG se debe al déficit cultural que sufre la sociedad moder­

na. También es comecuencia del capillismo y la endogamia que p~decenmuchas de las instituciones culturáles Consagradas. Por lo demás conviene

subrayar que cierto grado de marginación es el peaje ineludible al que sonsometidos los fibreper¡sadores irreverentes. Es la miserable venganza quepractica el cotarro dominante contra los intelectuales heterodoxos. sobre todocuando resultan incóII10dos porque llaman «basura» a lo que les parece «ba­sura», sin andarse' con remilgos.

Pues bien, Burige río sólo cree que las ideas deben sacudirse y desempolvarsepara evaluar su solidez, sino que también, a menudo, aprovecha la oportuni­dad de la crítica para arrear capones a derecha e izquierda. En resumen,entreverado con el respetabilísimo anciano académico sentado a mi derechahay un gallito volteriano y cascarrabias, con buenos espolones defensivos.Los necesita porque nO' pertenece a ningún rebaño consofidado, y porque suradicafidad en busca de la verdad, auxiliado por un vasto despliegue de co­nocimientos en multitud de campos, irrita al nutrido grupo de universitariosque cultivan de forma eScolástica doctrinas periclitadas y tradiciones fibrescas.

No quiero alargar esta presentación. Mi relación Con Mario ya rebasó los 25años. Continúa vigorosa y con mayor áfecto qUé en la época del flechazo inicial.Péro mi objetivo aquí es motivarles a ustedes, y no homenajearle a él. con estameta en el punto de mira, voy a centrar mi mensaje y ordeMr mi intervenciónaltededor de dos ejes: 1) La trayectoria infelectual y las obrás más destacadasdEl Mario Bunge; 2) Las tesis más robustas, innovadoras y fértiles.

Bunge empieza su andadura universitaria como físico teórico, y en este te­rreno lleva a buen término su doctorado. Pronto y progresivamente irá me­

tiendo baza en el campo de la filosofía de la ciencia, en especial en episte­

mología. Sus experiel1cias docentes e investigadoras en este ámbito seplasman en un magnífico tratado, La explicaCión científica (1967, vc 1969).obra que ha sido reeditada varias veces y que continúa siendo, en mi opi­niÓn. la mejor introducción general a la filosofía de la ciencia. también nace

excursiones en saberes espeCíficos, como la semántica, el azar y lacausalidad, la filosofía de la física. Luego fue expandiendo sus exploraciones

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en d some-tidas a fuertes sacudidas internas, como la linguística yla ps Aborda, al fin, su obra sistemática global: El Tratado de Fifoso­fía f l (1974-1989), en 8 volúmenes (acaban de aparecer en cas­tella primeros). Las ideas expuestas en este tratado se presentanbajo ntes encabezamientos: Semántic;:a, Ontología, Gnoseología yMeto Ética.

Su pa invéstigadora está oríentada por el examen crítico y sistemá­tico encias sociales. Sigue así fiel a la norma de que la filosofía

-par r un respeto y un lugar bajo el sol- ha de interactuar en doblesenti s ciencias, tanto las maduras como las inmaduras, con modestia

y C stos esfuerzos se irán plasmando en diversos libros. A saber,Bus ofía en las ciencias sociales (1996, vc 1999), Las ciencias socia­les n (1998, vc 1(99); La relación entre la $ociologfa y la filosofía(199 ). Todb ello sin descuidar por las mismas fechas ciertas cuestio­nes perennes, que son abordadas en: Crisis y reconstrucción de lafilos 1;, vc 2002); Emergencia y convergencia (2003, ve 2004);A la la realidad. La controversia sobre el realismo (200e, vc 2007); oen y original Diccionario de Filosoffa (1999, vc 2003). Y anteayermis sentó en Barcelona la versión castellana recién salida de impren­ta d o libro (600 páginas) sobre Fifosoffa política.

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Des es imposible resumir esta descomunal producción filosófica. Peromir albar las tesis o ideas que me parecen más enriquecedoras,

origi ien examinadas por el maestro Bunge. He seleccionado cuatro:a) o; b) sistemas; c) mecanismos; d) emergencia.

a) o. NIo se trata, Claro está, de una tesis original. Incluso, aede sostenerse que esta idea es un simple corolario del

ismo espontáneo. Sin embargo', merece destacarse que vivi­n medio cultural en el que la mayor paHe de los ciudadanosla existencia de ángeles y demonios, en el que la mayoria de

en psicología son dualistas y en el que muChos filÓSofoscon idealismos apolillados. Así que resulta muy de agradecerde partido rotunda y sin contemplaciones. Bunge sostiene, de

ical, con una extensa batería de' razones, y argumentos, que elrealmente existente es Últlico, y denuncia como juegos malabares

las elucubraciones sobre mundos alternativos (sean celes­icos o mentales), presuntamente sometidos a otras leyes y

Su ontología, por el contrario, asume como último nivel de lael universo, como supersistema formado por todo cuanto exis­

10 mundo, pues, pero cambiante y sin ur1a meta predetermina-

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da. Un mundo abierto, por supuesto, aunque en él no todo sea posible,ni mucho menos.

b) Sistemas. Ahora bien, el mundo al que nos acabamos de referir no estáconstituido por L:Jnconjunto de mónadas singularizadas, sino que está for­mado por una red y una cascada de cosas complejas en interacción y enmovimiento perpetuo. En síntesis, el rasgo descriptivo seleccionado porSunge dice que vivimos en 'un mundo de sistemas', sistemas de diversostamañbs y características, y encajados e interconectados pOr multiples re­des de relaciones varias.

Por descontado, la noción de' «sistema» no es una idea original y exclusi­va de E3ung'e,pero, en mi opinión, es él el filósofo que la ha eScrutado yanalizado con mayor perseverancia y rigor. Al final la ha entronizado comoladrillo fundamental de su ontología, como categoría básica compatiblecon la teorla y la práctica de las ciencias maduras, a la vez que comofalSilla idónea para buscar y ordenar las diversas facetas que configuranuna buena explicación científica.

c) Mecanismos. Desde muy antiguo sabemos que todo cambia. Eldinamicismo es una idea fuerza hoy comúnmente compartida. Peto nobasta con etiquetar; detrás de las palabras hay que indagar cómo fun­cionan las cosas. Y aquí salta la liebre: o sea, la noción de «mecanis­mo". Por mecanismo, en res'olución, se entiende cualquier proceso quehace que una cosa compleja funcione. La moraleja es obvia: si no séconocen los mecanismos no hay explicación g'enuina n'i control eficiente.En otras palabras: un objetivo central de la investigación sea teórica Ó

aplicada es detectar y estudiar mecanismos. Anotemos, de paso, queun presunto mecanismo tiene que superar tres pruebas prelimi;nares: a)tiene que ser concreto (y no etéreo); b) legaliforme (y no milagroso); e)escrutable (y no por siempre oculto y misterioso).

d) Emergencia. La última idea esencial que me gustaría subrayar (en esteesb'ozo un tanto caricaturesco) es la noción de «emergencia». Desde laprimera vez que me familiaricé con ella, pensé que este concepto podíaser considerado como el núcleo racional y valioso de la «dialiéctica»mate­rialista {¡ue Marx y E:ngels elaboraron a partir de fuentes hegelianas. Yconcebí que este constructo podía sustituir (sin pérdida de sustal1ciavalio­sa) a aquella «dialéCjtica»que había sido degradada y prostituida por elmarxismo soviético hasta extremos grotesCjos.Discutí !Tiicorazonada COOl

Manuel Sacristán varias veces en los años 80. No le parecía un disparate,pero no era tan optimista como yo (y mucho más cauto y desconfiado). Entodo caso, continÚo creyendo que esta noción puede arrinconar, sin costeprohibitivo, la idea de «dialéctica», una idea borrosa y llena de perifollosajados.

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'.\.-

En to, la tesis que deseo recalcar dice que los sistemas complejostie iedades emergentes, enraizadas en sus orígenes, pero no reduci­ble componentes. Valgan como ilustración de la idea los fenómenosde epción visual, la cohesión social o el valor económico. De formainv una neurona no ve, una persona humana no goza de cohesiónso artefacto no tiene valor intrínseco ni posee valor absoluto.

Es o lo que quería decirles. Muchas gracias y buen provechO.(¡ refiero al alimento espiritual que ahora vamos a recibir).

Existió el socialismo alguna vez, y tiene porvenir?MAIuo BUNGE

C enovación

L actual

E fue derribado el Muro de Berlín, que simbolizaba la moribundadi comunista. Veinte años después se desplomó Wall Street, cúpula ysí el capitalismo desenfrenado. Curiosamente, los sismógrafos socia­li registraron ninguno de ambos terremotos. No aprovecharon 1989p ar los motivos del fracaso del llamado «socialismo realmente exis­te casi todos ellos se sumaron al coro antísocialista. Los socialistasta están aprovechando la crisis económica actual para averiguar si elfr el capitalismo es estructural o coyuntural: si el m~ llamado merca­d es reparable con un' parche keynesiano, o habrá que reemplazarlop stema más racional, justo y sostenible.

¿ e debe el silencio de los socialistas en medio del estrépito de esos dosg ertumbes? ¿Habrán perdido los ideales? ¿Sólo les interesará la próximae ¿Ya no se interesan por lo que ocurra ihera de sus fronteras nacionales?¿ erdido lo que Fernando VII llamaba «el funesto hábito de pensan), yap an subido al poder y se han acosuunbrado a administrar rula sociedadc con Estado benefactor, ya porque siguen en el llano y han perdido lae de reronnar la sociedad? No tengo respuestas a estas pregtmtas, lasq n investigaciones empíricas que soy incapaz de emprender.

filósofo, me limitaré a describir y analizar los grandes rasgos de laf de filosofias políticas que agrupamos bajo el rubro «socialismo», y

echo van desde un liberalismo ilustrado hasta un igualitarismo auto­r o que, desde luego, es contradictorio y por tanto imposible). Espero

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da. Un mundo abierto, por supuesto, aunque en él no todo sea posible,ni mucho menos.

b) Sistemas. Ahora bien, el mundo al que nos acabamos de referir no estáconstituido por L:Jnconjunto de mónadas singularizadas, sino que está for­mado por una red y una cascada de cosas complejas en interacción y enmovimiento perpetuo. En síntesis, el rasgo descriptivo seleccionado porSunge dice que vivimos en 'un mundo de sistemas', sistemas de diversostamañbs y características, y encajados e interconectados pOr multiples re­des de relaciones varias.

Por descontado, la noción de' «sistema» no es una idea original y exclusi­va de E3ung'e,pero, en mi opinión, es él el filósofo que la ha eScrutado yanalizado con mayor perseverancia y rigor. Al final la ha entronizado comoladrillo fundamental de su ontología, como categoría básica compatiblecon la teorla y la práctica de las ciencias maduras, a la vez que comofalSilla idónea para buscar y ordenar las diversas facetas que configuranuna buena explicación científica.

c) Mecanismos. Desde muy antiguo sabemos que todo cambia. Eldinamicismo es una idea fuerza hoy comúnmente compartida. Peto nobasta con etiquetar; detrás de las palabras hay que indagar cómo fun­cionan las cosas. Y aquí salta la liebre: o sea, la noción de «mecanis­mo". Por mecanismo, en res'olución, se entiende cualquier proceso quehace que una cosa compleja funcione. La moraleja es obvia: si no séconocen los mecanismos no hay explicación g'enuina n'i control eficiente.En otras palabras: un objetivo central de la investigación sea teórica Ó

aplicada es detectar y estudiar mecanismos. Anotemos, de paso, queun presunto mecanismo tiene que superar tres pruebas prelimi;nares: a)tiene que ser concreto (y no etéreo); b) legaliforme (y no milagroso); e)escrutable (y no por siempre oculto y misterioso).

d) Emergencia. La última idea esencial que me gustaría subrayar (en esteesb'ozo un tanto caricaturesco) es la noción de «emergencia». Desde laprimera vez que me familiaricé con ella, pensé que este concepto podíaser considerado como el núcleo racional y valioso de la «dialiéctica»mate­rialista {¡ue Marx y E:ngels elaboraron a partir de fuentes hegelianas. Yconcebí que este constructo podía sustituir (sin pérdida de sustal1ciavalio­sa) a aquella «dialéCjtica»que había sido degradada y prostituida por elmarxismo soviético hasta extremos grotesCjos.Discutí !Tiicorazonada COOl

Manuel Sacristán varias veces en los años 80. No le parecía un disparate,pero no era tan optimista como yo (y mucho más cauto y desconfiado). Entodo caso, continÚo creyendo que esta noción puede arrinconar, sin costeprohibitivo, la idea de «dialéctica», una idea borrosa y llena de perifollosajados.

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'.\.-

En to, la tesis que deseo recalcar dice que los sistemas complejostie iedades emergentes, enraizadas en sus orígenes, pero no reduci­ble componentes. Valgan como ilustración de la idea los fenómenosde epción visual, la cohesión social o el valor económico. De formainv una neurona no ve, una persona humana no goza de cohesiónso artefacto no tiene valor intrínseco ni posee valor absoluto.

Es o lo que quería decirles. Muchas gracias y buen provechO.(¡ refiero al alimento espiritual que ahora vamos a recibir).

Existió el socialismo alguna vez, y tiene porvenir?MAIuo BUNGE

C enovación

L actual

E fue derribado el Muro de Berlín, que simbolizaba la moribundadi comunista. Veinte años después se desplomó Wall Street, cúpula ysí el capitalismo desenfrenado. Curiosamente, los sismógrafos socia­li registraron ninguno de ambos terremotos. No aprovecharon 1989p ar los motivos del fracaso del llamado «socialismo realmente exis­te casi todos ellos se sumaron al coro antísocialista. Los socialistasta están aprovechando la crisis económica actual para averiguar si elfr el capitalismo es estructural o coyuntural: si el m~ llamado merca­d es reparable con un' parche keynesiano, o habrá que reemplazarlop stema más racional, justo y sostenible.

¿ e debe el silencio de los socialistas en medio del estrépito de esos dosg ertumbes? ¿Habrán perdido los ideales? ¿Sólo les interesará la próximae ¿Ya no se interesan por lo que ocurra ihera de sus fronteras nacionales?¿ erdido lo que Fernando VII llamaba «el funesto hábito de pensan), yap an subido al poder y se han acosuunbrado a administrar rula sociedadc con Estado benefactor, ya porque siguen en el llano y han perdido lae de reronnar la sociedad? No tengo respuestas a estas pregtmtas, lasq n investigaciones empíricas que soy incapaz de emprender.

filósofo, me limitaré a describir y analizar los grandes rasgos de laf de filosofias políticas que agrupamos bajo el rubro «socialismo», y

echo van desde un liberalismo ilustrado hasta un igualitarismo auto­r o que, desde luego, es contradictorio y por tanto imposible). Espero

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que otros, más cómpetentes que yo, documenten en detalle las ideas y lasacciones de los socialistas de distintos pelajes. Concentraré la atención en loque me parece esencial.

Mi intención no es hist()riográfica sino filosófica y política: me interesa des­tacar la !pan variedad de la familia socialista, a fin de ver qué queda vigentede ella, y qué habrí~ que agregarle 0 quitarle a la tradición socialista paraque pued8 servir como alternativa al capitalismo en crisis.

DeÍpÚciól1 de <<Socialismo»

AdoptalTé una definición de «socialismo» que creo congruente con todas lascorrientes de izquierda. En una sociedad auténticamente socialista, los bienesy las cargas, los derechos y los deberes se distribuyen equitativamente. Enotras palabtas, el socialismo realiza el ideal de la justicia social.

Este ideal se justifica tanto ética como cientificamente. En efecto, la igua'ldadsocial pone en práctica el principio de equidad o justicia; contribuye podero­samente a la cohesión social; y es fisiológicamente beneficiosa, como lo su­gieren experimentos recientes, que muestran que la exclusión causa estrés, elque a su Vez debilita el sistema irununitario' al punto de enfermar o aunmatar (p. ej. Kemeny 2009).

Sin embargo, hay dos maneras de entender la justicia o igualdad social: lite­ral y calificada, o lliedidcrática y meritocrática. La igualdad literal descartael mérito, mientras que la calificada lo exalta si11lconferirle privilegios. Elsocialismo que involucra la igualdad literal nivela por abajo: en él, como dijoDiscépolo en su tango Cambalache, un burro es igual a un profesor. (Obvia­mente el ilustre tanguista' no se refería al socialismo sino a la sociedad argen­tina de su tiempo.) Por el contrario, el socialismo que involucra la igualdadcalificada es meritocrático: fomenta el que cada cual realice su potencial y, ala hora de asignar responsabilidades, da prioridad a la competencia.

El socialistno meritocrático practica la divisa propuesta por Louis Blane en1839: A CQda cual conforme a sus necesidades, y de cada cual según suscapacidades. Blanc llamó proporcionalidad a esta forma de igualitarismo cali­ficado o meritocrático. Esa fórmula se complementa con la divisa de la Prime­ra Internacional Socialista: Ni deberes sin derechos, ni derechos sin deberes.

En cualquiera de sus versiones, el igualitarismo implica la igualdad econó­mica, y a su vez est31implica una limitación drástica de la propiedad privadade los medios de producción, intercambio y financiación. En otras palabras,el socialisItlo incluye la socialización de dichos medios.

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¡j:

La as entre las distintas fonnas de socialismo aparecen cuando se

. pre el socialismo se limita a la esfera económica, y cuando se pre­gu consiste la llamada socialización. El socialismo economicista seli usticia social, tnientras que el socialismo amplio abarca a todas

.las ociales. También hay socialismo autoritario o desde arriba, y so­cia ocrático o desde abajo.

Yo en favor de la socialización de todas las esferas. En otras pala­bra é una lanza por lo que llamo democracia integral: ambiental,bi conótnica, política y cultural. Sostendré que la democracia par­cia posible, no es plena, justa ni sostenible. En particular, la demo­cr a no puede ser plena mientras haya individuos que puedan com­pr puestos públicos; la democracia económica no es plena bajo una& ue imponga el gobierno sin consulta popular; la democrada cm·tilr plena mientras el acceso' a la cultura se limite a los privilegiadosec o políticos; la democracia biológica no será plena mientras losho compartan las tareas domésticas con sus mujeres; y la democra­ci l no se cumplirá mientras haya empresas, y sea privadas, coope­rat statales, que extraigan recursos naturales o los contaminen conto . En síntesis, el ideal sería combinar democracia con socialismo.Es ación podría llamarse democracia socialista, a distinguir de laso racia o socialismo débil, que de hecho no es sino capitalismo conre ridad, también llamado socialismo estatal o de arriba.

E anto la democracia como el socialismo son totales o no son autén­ti emocracia socialista total sólo existió y subsiste en las tribus pri­m cuestión es saber si es posible construirla sin renunciar a la mo­d , en particular, sin romper las máquinas ni abandonar lara . Pero antes de abordar este' problema convendrá echar lit vista­z cialismos del pasado y del presente. Para facilitar la lectura delle do dividiré el pasado en dos períodos: anteayer y ayer.

A emancipación y dictadura

L ores: el socialismo utópico

E o nació en los cerebros de algunos intelectuales del Renacimien­t icular Thomas More, el creador de Utopía (1516), y TommasoC , el autor de La ciudad del sol (1623). Es verdad que les prece­d ón con su República, pero esta imaginaba una sociedad autorita­ti as que las sociedades imaginadas por More y Campanella eranli ualitarias.

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que otros, más cómpetentes que yo, documenten en detalle las ideas y lasacciones de los socialistas de distintos pelajes. Concentraré la atención en loque me parece esencial.

Mi intención no es hist()riográfica sino filosófica y política: me interesa des­tacar la !pan variedad de la familia socialista, a fin de ver qué queda vigentede ella, y qué habrí~ que agregarle 0 quitarle a la tradición socialista paraque pued8 servir como alternativa al capitalismo en crisis.

DeÍpÚciól1 de <<Socialismo»

AdoptalTé una definición de «socialismo» que creo congruente con todas lascorrientes de izquierda. En una sociedad auténticamente socialista, los bienesy las cargas, los derechos y los deberes se distribuyen equitativamente. Enotras palabtas, el socialismo realiza el ideal de la justicia social.

Este ideal se justifica tanto ética como cientificamente. En efecto, la igua'ldadsocial pone en práctica el principio de equidad o justicia; contribuye podero­samente a la cohesión social; y es fisiológicamente beneficiosa, como lo su­gieren experimentos recientes, que muestran que la exclusión causa estrés, elque a su Vez debilita el sistema irununitario' al punto de enfermar o aunmatar (p. ej. Kemeny 2009).

Sin embargo, hay dos maneras de entender la justicia o igualdad social: lite­ral y calificada, o lliedidcrática y meritocrática. La igualdad literal descartael mérito, mientras que la calificada lo exalta si11lconferirle privilegios. Elsocialismo que involucra la igualdad literal nivela por abajo: en él, como dijoDiscépolo en su tango Cambalache, un burro es igual a un profesor. (Obvia­mente el ilustre tanguista' no se refería al socialismo sino a la sociedad argen­tina de su tiempo.) Por el contrario, el socialismo que involucra la igualdadcalificada es meritocrático: fomenta el que cada cual realice su potencial y, ala hora de asignar responsabilidades, da prioridad a la competencia.

El socialistno meritocrático practica la divisa propuesta por Louis Blane en1839: A CQda cual conforme a sus necesidades, y de cada cual según suscapacidades. Blanc llamó proporcionalidad a esta forma de igualitarismo cali­ficado o meritocrático. Esa fórmula se complementa con la divisa de la Prime­ra Internacional Socialista: Ni deberes sin derechos, ni derechos sin deberes.

En cualquiera de sus versiones, el igualitarismo implica la igualdad econó­mica, y a su vez est31implica una limitación drástica de la propiedad privadade los medios de producción, intercambio y financiación. En otras palabras,el socialisItlo incluye la socialización de dichos medios.

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¡j:

La as entre las distintas fonnas de socialismo aparecen cuando se

. pre el socialismo se limita a la esfera económica, y cuando se pre­gu consiste la llamada socialización. El socialismo economicista seli usticia social, tnientras que el socialismo amplio abarca a todas

.las ociales. También hay socialismo autoritario o desde arriba, y so­cia ocrático o desde abajo.

Yo en favor de la socialización de todas las esferas. En otras pala­bra é una lanza por lo que llamo democracia integral: ambiental,bi conótnica, política y cultural. Sostendré que la democracia par­cia posible, no es plena, justa ni sostenible. En particular, la demo­cr a no puede ser plena mientras haya individuos que puedan com­pr puestos públicos; la democracia económica no es plena bajo una& ue imponga el gobierno sin consulta popular; la democrada cm·tilr plena mientras el acceso' a la cultura se limite a los privilegiadosec o políticos; la democracia biológica no será plena mientras losho compartan las tareas domésticas con sus mujeres; y la democra­ci l no se cumplirá mientras haya empresas, y sea privadas, coope­rat statales, que extraigan recursos naturales o los contaminen conto . En síntesis, el ideal sería combinar democracia con socialismo.Es ación podría llamarse democracia socialista, a distinguir de laso racia o socialismo débil, que de hecho no es sino capitalismo conre ridad, también llamado socialismo estatal o de arriba.

E anto la democracia como el socialismo son totales o no son autén­ti emocracia socialista total sólo existió y subsiste en las tribus pri­m cuestión es saber si es posible construirla sin renunciar a la mo­d , en particular, sin romper las máquinas ni abandonar lara . Pero antes de abordar este' problema convendrá echar lit vista­z cialismos del pasado y del presente. Para facilitar la lectura delle do dividiré el pasado en dos períodos: anteayer y ayer.

A emancipación y dictadura

L ores: el socialismo utópico

E o nació en los cerebros de algunos intelectuales del Renacimien­t icular Thomas More, el creador de Utopía (1516), y TommasoC , el autor de La ciudad del sol (1623). Es verdad que les prece­d ón con su República, pero esta imaginaba una sociedad autorita­ti as que las sociedades imaginadas por More y Campanella eranli ualitarias.

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Page 8: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

De hecho las utopías de More y Campanella se destacaron entre las centena­res que se imaginaron cuando se difundieron nuevas sobre los pueblos «des­cllbiertos» por los grandes exploradores y geógrafos europeos. Esas noticiassorprendentes, particulannente la referente a la propiedad común entre losllamados salvé\ies, desataron la imaginación social europea, hasta entonceslimitada por la igrlorancia de sociedades distintas y por el acatantiento a laalltoridad feudal y eclesiástica.

Las utopías socialistas del Renacimiento y de los albores de la Edad Modernano tuvieron impacto político. El primer político utopista parece habet sidoGracchus Babeuf, ejecutado en 1797 por participar en la Conjuración de losIguales. Babeuf fue quizá el primer comunista totalitario: imaginó una socie­dad sin propiedad privada, en la que la vida estaba rígidamente regimentada,y a nadie se le permitía sobresalir, ni siquiera en conocimientos. Un siglo yrrledio despuéS, el régimen genocida de PoI Pot pondría en práctica enCaroboya el programa de Babeuf, contribuyendo ál descrédito del socialismo.

Durante la primera mitad del siglo XIX florecieron en Francia e Inglaterralos so€Íalistas utópicos. Friedrich Engels (1986 [1881]) destacó en particulara Charles Foutier, Henri de Saint Simon, y Robert Owen. El falansterio, lautopía imaginada por Fourier, era una pequeña sociedad igualitaria en la quecada cual tenía: su puesto fijo, con tareas predeterminadas: la de Fourler erauna sociedad tan totalitaria como la sociedad teocrática a la que aspirabanlos dirigentes de las religiones monoteístas y el hinduismo. Era lo que Popperllamó una sociedad cerrada: sin libertad y por lo tanto sin posibilidad deprogresar, ya que las ideas 0riginales nacen en cerebros privilegiados.

Fourier tuvo partidarios, en toda Francia. Se reunían en pequeñas sociedadessemiclandestinas vigiladas por la policia, y se peleaban con ottos grupos so­cialistas, tales como los cabetistas, icarianos, mutualistas y babeuvistas. Ensu novela El paraíso en la otra esquina (2003), Mario Vargas Llosa narra lasandanzas de Fiara Tristán, su extraordinaria compatriota, entre esas sectas.También nos C(lenta que el ingenuo Fourier publicaba anuncios en los perió­dicos, en los que invitaba a filántropos a visitarlo para tratar la modalidad desu's donaciones a su causa del socialismo desde arriba. Dicho sea de pasada,Vargas Llosa confunde el socialismo con la aspiración al paraíso, lugar don­de nadie trabajaba. Lejos de pretender abolir el trabajo, los socialistas preten­den abolir la desocupación.

El revolucionario francés Henri de Saint Simon, el conde que renunció a sutítulo de nobleza, no fue socialista sino el primer tecnócrata. En efecto, defen­dió la propiedad privada y se limitó a planear la organización del trabajo y laeconomía, por 10 que tuvo discípulos como los empresarios Péreire, rivales de

**.

l schild, y el ingeniero Ferdinand de Lesseps, famoso por diseñar elSuez. Por esto extraña el que Engels lo haya tildado de socialista.

e Robert OWen fue muy distinto: no fue un soñador o proyectista, sinore de acción: Industrial textil exitoso, OWen reformó su fábrica en Newmejorando considerablemente las condiciones de trabajo; también fundójardín de infantes de Gran Bretaña. Probó así que la empresa capitalis­

t dar utilidades sin explotar inicuarnente~ Pero Owen no repartió su pro­tre sus obreros ni los instó a que la admínistrasen ellos mismos: fue unnnador social, precursor del Estado benefactor (-welfarestate). No prac­

t cialismo, aunque lo predicó con inteligencia y elocuencia.

en, el orden social establecido no fue aceptado por todos, sillo que fuec por ser inequitativo, y ello no sólo por los precursores del socialismo

sino también por el primer apólogo :Yteórico del capitalismo indus­t efecto, en su libro fundacional y monumental, Adam Smith (1976[ ,132) admitió que «la afluencia de los pOGOSsupone la indigencia del , y llegó a estimar que cada rico es sostenido por el trabajo de unos

es, En el siglo siguiente JOM Stuart MilI (1965), quien pasa por serl riticó el capitalismo por injusto y propuso el socialismo cooperatiVista

ático. Y casi un siglo después, JOM Maynard Keynes (1973: 372),renovador de 131 teoría económíca, deploró tanto la desocupación como

bución arbitraria e ineq11itativa de la riqueza y de los ingresos.»

de Smith; Mili y Keyrles muestran que no es preciso ser socialistaista para advertir la injusticia inherente al capitalismo. Basta visi­

t outiques de la 53 Avenida, que, en plena crisis, venden trajes dev 45.000 dó~ares, para admitir que el capitalismo es un lujo que sólol ricos pueden permitirse.

ativismo

o tiempo que Fourier y otros utopistas diseftaban comunas, gentesp organizaban cooperativas y sociedades de socorros mutuos. Las coo­p son empresas poseídas y administradas por sus trabajadores. Lasp cooperativas modernas emergieron en Inglaterra junto con los fe­r , y casi todas se dedicaron al comercio al menudeo o al créditop dquisición de la vivienda propia. El Movimiento Cooperativista, de­d promover las cooperativas, nació' en Rochdale, cerca de Manchester,e Sus principios, puestos al día en 1995, fueron adoptados por la

Cooperativa Internacional, la qué agrupa a centenares de cooperati­v do el mundo. (Ver [email protected].)

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De hecho las utopías de More y Campanella se destacaron entre las centena­res que se imaginaron cuando se difundieron nuevas sobre los pueblos «des­cllbiertos» por los grandes exploradores y geógrafos europeos. Esas noticiassorprendentes, particulannente la referente a la propiedad común entre losllamados salvé\ies, desataron la imaginación social europea, hasta entonceslimitada por la igrlorancia de sociedades distintas y por el acatantiento a laalltoridad feudal y eclesiástica.

Las utopías socialistas del Renacimiento y de los albores de la Edad Modernano tuvieron impacto político. El primer político utopista parece habet sidoGracchus Babeuf, ejecutado en 1797 por participar en la Conjuración de losIguales. Babeuf fue quizá el primer comunista totalitario: imaginó una socie­dad sin propiedad privada, en la que la vida estaba rígidamente regimentada,y a nadie se le permitía sobresalir, ni siquiera en conocimientos. Un siglo yrrledio despuéS, el régimen genocida de PoI Pot pondría en práctica enCaroboya el programa de Babeuf, contribuyendo ál descrédito del socialismo.

Durante la primera mitad del siglo XIX florecieron en Francia e Inglaterralos so€Íalistas utópicos. Friedrich Engels (1986 [1881]) destacó en particulara Charles Foutier, Henri de Saint Simon, y Robert Owen. El falansterio, lautopía imaginada por Fourier, era una pequeña sociedad igualitaria en la quecada cual tenía: su puesto fijo, con tareas predeterminadas: la de Fourler erauna sociedad tan totalitaria como la sociedad teocrática a la que aspirabanlos dirigentes de las religiones monoteístas y el hinduismo. Era lo que Popperllamó una sociedad cerrada: sin libertad y por lo tanto sin posibilidad deprogresar, ya que las ideas 0riginales nacen en cerebros privilegiados.

Fourier tuvo partidarios, en toda Francia. Se reunían en pequeñas sociedadessemiclandestinas vigiladas por la policia, y se peleaban con ottos grupos so­cialistas, tales como los cabetistas, icarianos, mutualistas y babeuvistas. Ensu novela El paraíso en la otra esquina (2003), Mario Vargas Llosa narra lasandanzas de Fiara Tristán, su extraordinaria compatriota, entre esas sectas.También nos C(lenta que el ingenuo Fourier publicaba anuncios en los perió­dicos, en los que invitaba a filántropos a visitarlo para tratar la modalidad desu's donaciones a su causa del socialismo desde arriba. Dicho sea de pasada,Vargas Llosa confunde el socialismo con la aspiración al paraíso, lugar don­de nadie trabajaba. Lejos de pretender abolir el trabajo, los socialistas preten­den abolir la desocupación.

El revolucionario francés Henri de Saint Simon, el conde que renunció a sutítulo de nobleza, no fue socialista sino el primer tecnócrata. En efecto, defen­dió la propiedad privada y se limitó a planear la organización del trabajo y laeconomía, por 10 que tuvo discípulos como los empresarios Péreire, rivales de

**.

l schild, y el ingeniero Ferdinand de Lesseps, famoso por diseñar elSuez. Por esto extraña el que Engels lo haya tildado de socialista.

e Robert OWen fue muy distinto: no fue un soñador o proyectista, sinore de acción: Industrial textil exitoso, OWen reformó su fábrica en Newmejorando considerablemente las condiciones de trabajo; también fundójardín de infantes de Gran Bretaña. Probó así que la empresa capitalis­

t dar utilidades sin explotar inicuarnente~ Pero Owen no repartió su pro­tre sus obreros ni los instó a que la admínistrasen ellos mismos: fue unnnador social, precursor del Estado benefactor (-welfarestate). No prac­

t cialismo, aunque lo predicó con inteligencia y elocuencia.

en, el orden social establecido no fue aceptado por todos, sillo que fuec por ser inequitativo, y ello no sólo por los precursores del socialismo

sino también por el primer apólogo :Yteórico del capitalismo indus­t efecto, en su libro fundacional y monumental, Adam Smith (1976[ ,132) admitió que «la afluencia de los pOGOSsupone la indigencia del , y llegó a estimar que cada rico es sostenido por el trabajo de unos

es, En el siglo siguiente JOM Stuart MilI (1965), quien pasa por serl riticó el capitalismo por injusto y propuso el socialismo cooperatiVista

ático. Y casi un siglo después, JOM Maynard Keynes (1973: 372),renovador de 131 teoría económíca, deploró tanto la desocupación como

bución arbitraria e ineq11itativa de la riqueza y de los ingresos.»

de Smith; Mili y Keyrles muestran que no es preciso ser socialistaista para advertir la injusticia inherente al capitalismo. Basta visi­

t outiques de la 53 Avenida, que, en plena crisis, venden trajes dev 45.000 dó~ares, para admitir que el capitalismo es un lujo que sólol ricos pueden permitirse.

ativismo

o tiempo que Fourier y otros utopistas diseftaban comunas, gentesp organizaban cooperativas y sociedades de socorros mutuos. Las coo­p son empresas poseídas y administradas por sus trabajadores. Lasp cooperativas modernas emergieron en Inglaterra junto con los fe­r , y casi todas se dedicaron al comercio al menudeo o al créditop dquisición de la vivienda propia. El Movimiento Cooperativista, de­d promover las cooperativas, nació' en Rochdale, cerca de Manchester,e Sus principios, puestos al día en 1995, fueron adoptados por la

Cooperativa Internacional, la qué agrupa a centenares de cooperati­v do el mundo. (Ver [email protected].)

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El cooperativismo es socialismo en acción. Pero esta acción está estrictamen­te limitada por el marco sodo-económico-jurídico de la soCiedad. Si la socie­dad es capitalista, fa cO'operativa es poco más que un balde en un lago, yaque sólo afecta significativamente a sus miembros y sus familias, y no puede.competir con los seetores olígopolistas de la economía capitalista. En efecto,nO' hay cooperativas importantes en las industrias del petróleo, acero, arma­mento, vehículos, aerospacial, alimentos secos, cerveza, tabaco, y televísión.Suiza es el único país en que prosperan dos cadenas cooperativas de super­mercados; y sólo Alemania, Francia y Canadá tienen grandes bancos coope­rativos. Con todo, las 300 mayores cooperativas del mundo tienen una cifraanual de ventas de más de un millón de millones (1012) de dólares (Cronan2006). Este es el equivalente del Plli (valor añadido) del Canadá y algo másque el «paquete de estímulo» al sector privado del gobierno del PresidenteObama. (En rigor, lio es correcto comparar cifra de venta con valor agregadoo PID, pero da una idea de tamaño.)

Además de esta limitación externa está la auto-impuesta: es excepcional lacooperatíva' que produzca o circule bienes culturales, tales como libros, y nohay cooperativas que participen en política. Por estos motivos el cooperati­vismo ha atraído a los socialistas del ala refonnista, o socialdemócratas.

Los socialistas tevolucionarios, que aspiran a un cambio social total y súbito,han réchazado el cooperativismo por el mismo motivo. En particulat, Marx yEJigels creían que el cooperativismo, y en general el reformismo, no era sinouna distracción en la marcha revolucionaria hacia el socialismo.

Cuando alcanzaron el poder; los socialistas autoritarios sometieron las coo­perativas a~ control del estado, lo que subvirtió el principio cooperativista deautogobierno. En efecto, los koljoses soviéticos fueron cooperativas sólo denombre. Las cooperativas yugoslavas, auténticas y prósperas durante variosdecenios, terminaron por ser marupuladas y arruinadas por los políticos de ladique nacionalista y autoritaria de Milosevich. Y los ejidos mexicanos tuvie­ron una historia parecida antes de ser privatizados por el gobierno de CarlosSalinas: algunos de ellos prosperaron mientras se gobernaron a sí mismos,pero otros fueron víctimas del partido gobernante o del banco fundado paraayudarlos (Restrepo y Eckstein 1979).

Dejaremos para el final la cuestión de si la cooperativa puede ser el em­brión de la economía de una sociedad socialista. Nos limitaremos a dos

antecedentes teóricos importantes y sin embargo olvidados: Louis Blanc yJohn Stuart MilI. En 1839 Louis Blanc, ellústoriador y militante socialistafrancés (aunque nacida en Madrid), publicó su libro L 'organisation dutravail; una defensa elocuente de la organización cooperativa de la produc-

32

.~ii¡; te libro, impreso por una cooperativa, tuvo gran difusión y fue

varias veces.

guyó con gfan claridad que, aun cuandO los obreros de los «talleres(cooperativas de producción) trabajasen solamente 7 horas diarias

mitad de lo usual en esa época), los beneficios para sí mismos y para laserian inmensos, porque trabajarían con entusiasmo, y planearían el

ara evitar el exceso de producción y la competencia ruinosa.

os después, e independientemente de Blanc, el economista y filósofoart MilI expresó su esperanza de que el régimen de la propiedad priva­e consideraba injusto, fuese eventualmente reemplazado por' un régi­ropiedad colectiva o cooperativa. MilI escribió eso en sus Principiesal Econom)/ (1965 [1848]), uno de los tratados de economía máss y difundidos de su tiempo. (¡Qué diferencia con los panegiristasdel capitalismo sin trabas, quienes sostienen, sin pniebas, que la liber­presa genera riqueza universal!). Pero, mientras Blanc preconizo unaplaneada y sin competencia, MilI alabó el mercado y el librecambio,

que fue un precursor de lo que hoy se lIartla socialismo de mercado.

sa cooperativa es más que una invención social: es un ideal social yo, el de construir una sociedad de socios. La cooperación en algu­ctos es tan indispensable para formar y mantener sistemas sociales,familia hasta la comunidad internacional, como la competencia lo esrar y sostener la autonomía individual. El altruista es premiado por

de sus conocidos, mientras que el egoísta es castigado con ostracis­ay más: investigaciones recientes muestran que dar causa más placerir, y que la exclusión social puede dañar tanto a la salud como el

o por estímulos flsicos (Lieberman y Eisenberger 2006). El coopera­tiene, pues, sólidas bases sociológicas y psicobiológicas.

cialistas utópicas ni los cooperativistas se interesaron por la política.movimiento democrático, que incorporó gradualmente a las masasRevolución Francesa de 1789, les pasó de largo.

la oposición al poder

Internacionales Socialistas

ación Internacional de Trabajadores, fundada en 1864, estaba cons­or sindicatos y asociaciones socialistas y anarquistas de varios países

en particular Alemania, Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Italia yicha organización, llamada Primera Internacional, estuvo represen-

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El cooperativismo es socialismo en acción. Pero esta acción está estrictamen­te limitada por el marco sodo-económico-jurídico de la soCiedad. Si la socie­dad es capitalista, fa cO'operativa es poco más que un balde en un lago, yaque sólo afecta significativamente a sus miembros y sus familias, y no puede.competir con los seetores olígopolistas de la economía capitalista. En efecto,nO' hay cooperativas importantes en las industrias del petróleo, acero, arma­mento, vehículos, aerospacial, alimentos secos, cerveza, tabaco, y televísión.Suiza es el único país en que prosperan dos cadenas cooperativas de super­mercados; y sólo Alemania, Francia y Canadá tienen grandes bancos coope­rativos. Con todo, las 300 mayores cooperativas del mundo tienen una cifraanual de ventas de más de un millón de millones (1012) de dólares (Cronan2006). Este es el equivalente del Plli (valor añadido) del Canadá y algo másque el «paquete de estímulo» al sector privado del gobierno del PresidenteObama. (En rigor, lio es correcto comparar cifra de venta con valor agregadoo PID, pero da una idea de tamaño.)

Además de esta limitación externa está la auto-impuesta: es excepcional lacooperatíva' que produzca o circule bienes culturales, tales como libros, y nohay cooperativas que participen en política. Por estos motivos el cooperati­vismo ha atraído a los socialistas del ala refonnista, o socialdemócratas.

Los socialistas tevolucionarios, que aspiran a un cambio social total y súbito,han réchazado el cooperativismo por el mismo motivo. En particulat, Marx yEJigels creían que el cooperativismo, y en general el reformismo, no era sinouna distracción en la marcha revolucionaria hacia el socialismo.

Cuando alcanzaron el poder; los socialistas autoritarios sometieron las coo­perativas a~ control del estado, lo que subvirtió el principio cooperativista deautogobierno. En efecto, los koljoses soviéticos fueron cooperativas sólo denombre. Las cooperativas yugoslavas, auténticas y prósperas durante variosdecenios, terminaron por ser marupuladas y arruinadas por los políticos de ladique nacionalista y autoritaria de Milosevich. Y los ejidos mexicanos tuvie­ron una historia parecida antes de ser privatizados por el gobierno de CarlosSalinas: algunos de ellos prosperaron mientras se gobernaron a sí mismos,pero otros fueron víctimas del partido gobernante o del banco fundado paraayudarlos (Restrepo y Eckstein 1979).

Dejaremos para el final la cuestión de si la cooperativa puede ser el em­brión de la economía de una sociedad socialista. Nos limitaremos a dos

antecedentes teóricos importantes y sin embargo olvidados: Louis Blanc yJohn Stuart MilI. En 1839 Louis Blanc, ellústoriador y militante socialistafrancés (aunque nacida en Madrid), publicó su libro L 'organisation dutravail; una defensa elocuente de la organización cooperativa de la produc-

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.~ii¡; te libro, impreso por una cooperativa, tuvo gran difusión y fue

varias veces.

guyó con gfan claridad que, aun cuandO los obreros de los «talleres(cooperativas de producción) trabajasen solamente 7 horas diarias

mitad de lo usual en esa época), los beneficios para sí mismos y para laserian inmensos, porque trabajarían con entusiasmo, y planearían el

ara evitar el exceso de producción y la competencia ruinosa.

os después, e independientemente de Blanc, el economista y filósofoart MilI expresó su esperanza de que el régimen de la propiedad priva­e consideraba injusto, fuese eventualmente reemplazado por' un régi­ropiedad colectiva o cooperativa. MilI escribió eso en sus Principiesal Econom)/ (1965 [1848]), uno de los tratados de economía máss y difundidos de su tiempo. (¡Qué diferencia con los panegiristasdel capitalismo sin trabas, quienes sostienen, sin pniebas, que la liber­presa genera riqueza universal!). Pero, mientras Blanc preconizo unaplaneada y sin competencia, MilI alabó el mercado y el librecambio,

que fue un precursor de lo que hoy se lIartla socialismo de mercado.

sa cooperativa es más que una invención social: es un ideal social yo, el de construir una sociedad de socios. La cooperación en algu­ctos es tan indispensable para formar y mantener sistemas sociales,familia hasta la comunidad internacional, como la competencia lo esrar y sostener la autonomía individual. El altruista es premiado por

de sus conocidos, mientras que el egoísta es castigado con ostracis­ay más: investigaciones recientes muestran que dar causa más placerir, y que la exclusión social puede dañar tanto a la salud como el

o por estímulos flsicos (Lieberman y Eisenberger 2006). El coopera­tiene, pues, sólidas bases sociológicas y psicobiológicas.

cialistas utópicas ni los cooperativistas se interesaron por la política.movimiento democrático, que incorporó gradualmente a las masasRevolución Francesa de 1789, les pasó de largo.

la oposición al poder

Internacionales Socialistas

ación Internacional de Trabajadores, fundada en 1864, estaba cons­or sindicatos y asociaciones socialistas y anarquistas de varios países

en particular Alemania, Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Italia yicha organización, llamada Primera Internacional, estuvo represen-

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Page 12: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

tada incluso en Argentina (Tarcus 2007). Llegó a agrupar entre 5 y 8 millo­nes de socios, lo que es mucho para una asociación internacional recién naci­da, y perseguida en muchos países.

La primera Internacional no logró hacer nada importante, y esto por dosmotivos: porque se mantuvo al margen de la política y porque desde su naci­miento estuvo dividida en dos facciones irreconciliables. Estas eran la socia­lista, encabezada por los intelectuales alemanes Marx y Lassalle, y la anar­quista, dirigida por el revolucionario ruso Mijail 13akunin. La primeraInternacional se disolvió voluntariamente en 1876.

Pero el socialismo se fue haciendo cada vez más popular, tanto en el movi­miento sindical como en el campo político. Se organizaron partidos socialis­tas en muchos países. El más poderoso de ellos fue el partido socialista ale­mán. En su Congreso fu:ndacional de Gotha, celebrado en 1875, los delegadosestaban divididos en dos facciones: la reformista o democrática, encabezadapor el jurista alemán Ferdinand Lassalle; y la revolucionaria y autoritaria,inSpirada por Sil compatriota:, el famoso economista Karl Marx.

El Congreso de Gotha aprobó un programa inspirado por Lassalle, y fue dura­mente criticado por Marx (1986 [1875]). La principal critica de Marx estabadirigid{l a la democracia política: Marx defendió' la «dictadura revolucionaria delpreletariado.» Obviamente, no adVirtió que donde hay dictadura no hay igual­dad. Esta contradicción fue d pecado original del socialismo marxista, que unageneración después inspiró a la facción bolchevique encabezada por Lenin.

Tampoco la facción democrática de Lassalle era inocente: su odio a la bur­guesía industrial le llevó a fOljar una ~dianza más o menos tácita con laoligarquía terrateniente y su dirigente má~mo, el conde atto van Bismarck,apodado el Canciller de Hierro. Este, asustado por la Comuna de Paris (1871),inspiró la ley que puso al socialismo fuera de la ley, pese a que sentía granestima y simpatía por Lassane. Curiosamente, esa alianza más o menos táci­ta de socialistas con conservadores, fundada en su hostilidad a la burguesíaindustrial, también se dio en Argentina.

La socialdemocracia mansa

Los partidos socialistas democráticos crecieron exponencialmente entre 1880y la primera guerra mundial, especialmeIrte en Alemania, Francia, Gran Bre­taña, Bélgica e Itafia. En todos estos países los socialistas lograron fuertesrepresentaciones parlamentarias y poseyeron edificios, periódicos y editoria­les propios; además, contribuyeron a fundar y administrar cooperativas deconsumo y de crédito. Se volvieron opositores leales al orden establecido.

34

entarios socialistas propusieron un sinnúmero de leyes tendentesa la situación de las clases trabajadoras. Algunas de esas propuestass ron en leyes, siempre con el apoyo de parlamentarios de otros

s asi cómo, poco a poco, se fue construyendo el Estado benefactor,o estatal.

s partidos socialistas de hace un siglo se gobernaban por oligar­se eternizaban en el poder. Tan es así, que el politólogo Róbert

nunció su presunta «ley de hierro de la oligarquía» estudiando lan del partido socialdemócrata alemán.

tabilidad de los partidos socialistas se consiguió renunciando táci­t ideales específicamente socialistas. Por ejemplo, la divisa: del Par­t lista Argentino a comienzos del siglo XX no era siquiera «Liber­t ad, Fraternidad», sino «El partido del sufragio universal.» Y en

nfió la dirección de Avanti, el diario del partido, a Benito Mussolini,converso del anarquismo. Pero siempre hubO' socialistas que arries­libertad y su vida por sus ideales. Baste recordar a Jean Jaures, el

l ocialismo francés, asesinado por advertir cORtra el inminente peli­Guerra que estalló meses después; a Karl Liebknecht, parlamenta­do por militar en la izquíerda socialista; y a Giacomo Mátteotti, eldel socialismo italianO', asesinado por denunciar vehementemente

dictadura fascista. Incluso Juan B. Justo, el fundador del socialis­no, recibió un balazo que lo dejó rengo.

talló fa primera guerra mundial, los socialistas europeos se vieron anteiva patria/socialismo. La mayoria O'ptópor la patria. Solamente loses y unos pocos socialistas alemanes se pasieron a la guerra. La posi­s socialistas franceses y belgas era dificil, porque Francia y Bélgicao agredidas por las potencias centrales, y el socialismo DO manda aga­beza al agresor. En cambio, el apoyo de los socialdemócratas alemaness a sUs respectivos gobiernos fue una claudicación.

s de terminar la primera guerra mundial, Max Weber (1918), elsociólogO' liberal, viajó a Viena para hablar al Estado Mayor del

ustro-húngaro. Los militares querian saber si los socialdemócratastenían alguna posibilidad de subir al poder, y si había razón para

Aunque crítico del socialismo, Weber los ttanquilizó: les aseguróocialdemócratas no pondrían en peligro el orden establecido. Losdieron la razón.

ar la guerra, el partido socialdemócrata alemán fue invitado cortés­tomar el poder. Harold Laski (1935: 290-294), el gran teórico del

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tada incluso en Argentina (Tarcus 2007). Llegó a agrupar entre 5 y 8 millo­nes de socios, lo que es mucho para una asociación internacional recién naci­da, y perseguida en muchos países.

La primera Internacional no logró hacer nada importante, y esto por dosmotivos: porque se mantuvo al margen de la política y porque desde su naci­miento estuvo dividida en dos facciones irreconciliables. Estas eran la socia­lista, encabezada por los intelectuales alemanes Marx y Lassalle, y la anar­quista, dirigida por el revolucionario ruso Mijail 13akunin. La primeraInternacional se disolvió voluntariamente en 1876.

Pero el socialismo se fue haciendo cada vez más popular, tanto en el movi­miento sindical como en el campo político. Se organizaron partidos socialis­tas en muchos países. El más poderoso de ellos fue el partido socialista ale­mán. En su Congreso fu:ndacional de Gotha, celebrado en 1875, los delegadosestaban divididos en dos facciones: la reformista o democrática, encabezadapor el jurista alemán Ferdinand Lassalle; y la revolucionaria y autoritaria,inSpirada por Sil compatriota:, el famoso economista Karl Marx.

El Congreso de Gotha aprobó un programa inspirado por Lassalle, y fue dura­mente criticado por Marx (1986 [1875]). La principal critica de Marx estabadirigid{l a la democracia política: Marx defendió' la «dictadura revolucionaria delpreletariado.» Obviamente, no adVirtió que donde hay dictadura no hay igual­dad. Esta contradicción fue d pecado original del socialismo marxista, que unageneración después inspiró a la facción bolchevique encabezada por Lenin.

Tampoco la facción democrática de Lassalle era inocente: su odio a la bur­guesía industrial le llevó a fOljar una ~dianza más o menos tácita con laoligarquía terrateniente y su dirigente má~mo, el conde atto van Bismarck,apodado el Canciller de Hierro. Este, asustado por la Comuna de Paris (1871),inspiró la ley que puso al socialismo fuera de la ley, pese a que sentía granestima y simpatía por Lassane. Curiosamente, esa alianza más o menos táci­ta de socialistas con conservadores, fundada en su hostilidad a la burguesíaindustrial, también se dio en Argentina.

La socialdemocracia mansa

Los partidos socialistas democráticos crecieron exponencialmente entre 1880y la primera guerra mundial, especialmeIrte en Alemania, Francia, Gran Bre­taña, Bélgica e Itafia. En todos estos países los socialistas lograron fuertesrepresentaciones parlamentarias y poseyeron edificios, periódicos y editoria­les propios; además, contribuyeron a fundar y administrar cooperativas deconsumo y de crédito. Se volvieron opositores leales al orden establecido.

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entarios socialistas propusieron un sinnúmero de leyes tendentesa la situación de las clases trabajadoras. Algunas de esas propuestass ron en leyes, siempre con el apoyo de parlamentarios de otros

s asi cómo, poco a poco, se fue construyendo el Estado benefactor,o estatal.

s partidos socialistas de hace un siglo se gobernaban por oligar­se eternizaban en el poder. Tan es así, que el politólogo Róbert

nunció su presunta «ley de hierro de la oligarquía» estudiando lan del partido socialdemócrata alemán.

tabilidad de los partidos socialistas se consiguió renunciando táci­t ideales específicamente socialistas. Por ejemplo, la divisa: del Par­t lista Argentino a comienzos del siglo XX no era siquiera «Liber­t ad, Fraternidad», sino «El partido del sufragio universal.» Y en

nfió la dirección de Avanti, el diario del partido, a Benito Mussolini,converso del anarquismo. Pero siempre hubO' socialistas que arries­libertad y su vida por sus ideales. Baste recordar a Jean Jaures, el

l ocialismo francés, asesinado por advertir cORtra el inminente peli­Guerra que estalló meses después; a Karl Liebknecht, parlamenta­do por militar en la izquíerda socialista; y a Giacomo Mátteotti, eldel socialismo italianO', asesinado por denunciar vehementemente

dictadura fascista. Incluso Juan B. Justo, el fundador del socialis­no, recibió un balazo que lo dejó rengo.

talló fa primera guerra mundial, los socialistas europeos se vieron anteiva patria/socialismo. La mayoria O'ptópor la patria. Solamente loses y unos pocos socialistas alemanes se pasieron a la guerra. La posi­s socialistas franceses y belgas era dificil, porque Francia y Bélgicao agredidas por las potencias centrales, y el socialismo DO manda aga­beza al agresor. En cambio, el apoyo de los socialdemócratas alemaness a sUs respectivos gobiernos fue una claudicación.

s de terminar la primera guerra mundial, Max Weber (1918), elsociólogO' liberal, viajó a Viena para hablar al Estado Mayor del

ustro-húngaro. Los militares querian saber si los socialdemócratastenían alguna posibilidad de subir al poder, y si había razón para

Aunque crítico del socialismo, Weber los ttanquilizó: les aseguróocialdemócratas no pondrían en peligro el orden establecido. Losdieron la razón.

ar la guerra, el partido socialdemócrata alemán fue invitado cortés­tomar el poder. Harold Laski (1935: 290-294), el gran teórico del

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Page 14: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

laborismo británico, fustigó duramente a los dirigentes del partido socialistaalemán de 1918. Los acusó de haber concluido acuerdos secretos con lasfuerzas del vil;ljo orden, y de dejar a los grandes magnates industriales alfrente del poder económico. Además, persiguieron con saña a la izquierda desu propio partido, mientras perdonaron Ir los golpistas de la vieja derechaconservadora y militarista.

En resumen, entre 1918 y 1933, la socialdemocracia alemana canjeó el socia­lismo por el poder. Los comunistas reaccionaron acusándolos de«socialfascistas», impidiendo así la formación de un frente comun contra elfascismo. El gobierno francés encabezado por el socialista Léon Blum se negóa venderle armas al gobierno español acosado por el fascismo. Y los laboris­tas británicos enmudecieron. Las tres grandes alas de la izquierda europearivalizaron así en estupidez. El único de los partidos socialistas que combatióal fascismo en forma consecuente fue el español.

¿Fracaso?

El socialismo estatista y terrorista

En febrero de 1917 la autocracia zarista fue derrocada por una coalición enca­bezada por los socialdemócratas liderados por Alexandr Kerensky. A su vez,poco después este gobierno fue derrocado por los bolcheviques. Muchos añosdespués, Kerensky explicó el motivo de su fracaso: prosiguió la guerra, impo­pular con las potencias centrales, mientras que sus sucesores hicieron la pazpor separado. En este punto Lenin y los suyos tuvieron razón desde el comien­zo: la guerra mundial era un conflicto entre potencias imperialistas, y por lotanto los socialistas debían oponerse a ella en lugar de apoyarla.

El régimen sedicente comunista duró de 1917 a 1991. Que yo sepa, aún no seha hecho un balance objetivo del mismo. Es decir, conocemos sus fracasos ysus crímenes, pero la mayoría de los analistas políticos ocultan sus triunfos,lo que les impide' entender la popularidad del régimen. Baste recordar loslogros siguientes. Primero, el régimen soviético transformó una sociedadsemifeudal en una de las mayores potencias industriales del mundo. Segun­do, llevó la cultura moderna a las masas. Tercero, disminuyó las desigualda­des de ingreso, al punto que su índice de Gini bajó a 0,25, que es el nivelactual en Dinamarca y Japón. Cuarto, el Ejército Rojo mereció la gratitud detodo el mundo por haber derrotado al ejército nazi. En resumen, la naciónprogresó enormemente bajo la dictadura comunista en casi todos los frentes.Esto es tan indudable como el que, lejos de progresar políticamente, los cin­dadanos de la nación más extensa del mundo cambiaron el collar zarista porun collar totalitario.

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~('I\;,

~

¿Q y por qué?

¿A bió el súbito colapso del régimen comunista, acontecimiento quenad predicho? Creo que se debió a un gran número de causas, queseñ libro Las ciencias sociales en discusión. Hubo causas externas e

inte principal causa e),.1ernafue la Guerra Fria, que mermó considera­ble recutsos económicos de la URSS y desacreditó al gobierno.

En las causas internas del colapso, aquí me limitaré a recordar lassig

l. olíticas, tales como la dictadura, que enajena al pueblo, ya queoder, lejos de socializarse, se concentró en la élite. Bajo unala mayoría de los ciudadanos se vuelven temerosos e indiferen­

uerte del bien común.

1. conómicas, tales como la concentración excesiva de la planifica­direeción en manos de una burocracia tan indiferente comoignorante de los problemas locales, los que sólo el conocimien­

uede resolver.

3. ulturales, tales como el aislamiento del resta del mundo y lade libertad de creación y crítica, así como el cinismo que reem­entusiasmo inicial por las ideales socialistas.

En el régimen sedicente comunista falló por no ser auténticamentesoci rque, lejos de socializar la ecanomía, la política y la cultura, lasesta u vez sometió el Estado a la dictadura del partido. Un vez más: nopue socialismO' auténtico, a sea, igualdad, allí donde el poder económi­co, cultural están concentrados en manos de una pequefia minaría.

Las instigadas por Mikhail Gorbachov fueron bien intencionadas perolleg asiado tarde y no fueron suficientemente radicales: el poder siguióesta anos del partido, y a nadie se le ocurrió esbozar un proyecto nacio­nal ción, en todos los terrenos, que invitase a todos a participar en sueje particular, los medios de producción siguieron en manos del Esta­do de distribuirse en cooperativas; el Estado siguió identificada can elpart se actuaHzó la ideología marxista-leninista; no se fomentó elest fico de los problemas sociales; y, sobre todo, nO'se promovió unaam sión, dentro y fl1era del partido, de los valores sociales y de losme realizados: la peresttoika vino de arriba, lnientras que en el sacia­lis ca no hay arriba ni abajo exceptO' en materia de talento.

En no puede afirmarse que sacialisma fracasó, ya que nunca se loens n el ImperiO' Saviética ni en ninguna otra parte. Lo que fracasó

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laborismo británico, fustigó duramente a los dirigentes del partido socialistaalemán de 1918. Los acusó de haber concluido acuerdos secretos con lasfuerzas del vil;ljo orden, y de dejar a los grandes magnates industriales alfrente del poder económico. Además, persiguieron con saña a la izquierda desu propio partido, mientras perdonaron Ir los golpistas de la vieja derechaconservadora y militarista.

En resumen, entre 1918 y 1933, la socialdemocracia alemana canjeó el socia­lismo por el poder. Los comunistas reaccionaron acusándolos de«socialfascistas», impidiendo así la formación de un frente comun contra elfascismo. El gobierno francés encabezado por el socialista Léon Blum se negóa venderle armas al gobierno español acosado por el fascismo. Y los laboris­tas británicos enmudecieron. Las tres grandes alas de la izquierda europearivalizaron así en estupidez. El único de los partidos socialistas que combatióal fascismo en forma consecuente fue el español.

¿Fracaso?

El socialismo estatista y terrorista

En febrero de 1917 la autocracia zarista fue derrocada por una coalición enca­bezada por los socialdemócratas liderados por Alexandr Kerensky. A su vez,poco después este gobierno fue derrocado por los bolcheviques. Muchos añosdespués, Kerensky explicó el motivo de su fracaso: prosiguió la guerra, impo­pular con las potencias centrales, mientras que sus sucesores hicieron la pazpor separado. En este punto Lenin y los suyos tuvieron razón desde el comien­zo: la guerra mundial era un conflicto entre potencias imperialistas, y por lotanto los socialistas debían oponerse a ella en lugar de apoyarla.

El régimen sedicente comunista duró de 1917 a 1991. Que yo sepa, aún no seha hecho un balance objetivo del mismo. Es decir, conocemos sus fracasos ysus crímenes, pero la mayoría de los analistas políticos ocultan sus triunfos,lo que les impide' entender la popularidad del régimen. Baste recordar loslogros siguientes. Primero, el régimen soviético transformó una sociedadsemifeudal en una de las mayores potencias industriales del mundo. Segun­do, llevó la cultura moderna a las masas. Tercero, disminuyó las desigualda­des de ingreso, al punto que su índice de Gini bajó a 0,25, que es el nivelactual en Dinamarca y Japón. Cuarto, el Ejército Rojo mereció la gratitud detodo el mundo por haber derrotado al ejército nazi. En resumen, la naciónprogresó enormemente bajo la dictadura comunista en casi todos los frentes.Esto es tan indudable como el que, lejos de progresar políticamente, los cin­dadanos de la nación más extensa del mundo cambiaron el collar zarista porun collar totalitario.

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¿Q y por qué?

¿A bió el súbito colapso del régimen comunista, acontecimiento quenad predicho? Creo que se debió a un gran número de causas, queseñ libro Las ciencias sociales en discusión. Hubo causas externas e

inte principal causa e),.1ernafue la Guerra Fria, que mermó considera­ble recutsos económicos de la URSS y desacreditó al gobierno.

En las causas internas del colapso, aquí me limitaré a recordar lassig

l. olíticas, tales como la dictadura, que enajena al pueblo, ya queoder, lejos de socializarse, se concentró en la élite. Bajo unala mayoría de los ciudadanos se vuelven temerosos e indiferen­

uerte del bien común.

1. conómicas, tales como la concentración excesiva de la planifica­direeción en manos de una burocracia tan indiferente comoignorante de los problemas locales, los que sólo el conocimien­

uede resolver.

3. ulturales, tales como el aislamiento del resta del mundo y lade libertad de creación y crítica, así como el cinismo que reem­entusiasmo inicial por las ideales socialistas.

En el régimen sedicente comunista falló por no ser auténticamentesoci rque, lejos de socializar la ecanomía, la política y la cultura, lasesta u vez sometió el Estado a la dictadura del partido. Un vez más: nopue socialismO' auténtico, a sea, igualdad, allí donde el poder económi­co, cultural están concentrados en manos de una pequefia minaría.

Las instigadas por Mikhail Gorbachov fueron bien intencionadas perolleg asiado tarde y no fueron suficientemente radicales: el poder siguióesta anos del partido, y a nadie se le ocurrió esbozar un proyecto nacio­nal ción, en todos los terrenos, que invitase a todos a participar en sueje particular, los medios de producción siguieron en manos del Esta­do de distribuirse en cooperativas; el Estado siguió identificada can elpart se actuaHzó la ideología marxista-leninista; no se fomentó elest fico de los problemas sociales; y, sobre todo, nO'se promovió unaam sión, dentro y fl1era del partido, de los valores sociales y de losme realizados: la peresttoika vino de arriba, lnientras que en el sacia­lis ca no hay arriba ni abajo exceptO' en materia de talento.

En no puede afirmarse que sacialisma fracasó, ya que nunca se loens n el ImperiO' Saviética ni en ninguna otra parte. Lo que fracasó

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en la URSS fue el socialismo autoritario, esa imposible tentativa de imponerla igualdad a palos.

Hoy: Estado benefactor y electoralismo

Socialismo estatal, o capitalismo con red de seguridad

No hay duda de que las sociedades contemporáneas más avanzadas sonaquellas en que reina el llamado Estado benefactor, que combina el capita­lismo y la democracia política con amplios servicios sociales prestados porla maquinaria estatal (Berman 2006, Nun 2000, Pontusson 2005, Sachs2006). Ejemplos: las naciones escandinavas, Holanda, Bélgica, Francia, eItalia. Estos, junto con Japón, son los países con mayor índice de desarrollohumano, el que mide la calidad de vida de las personas: su bienestar econó­mico, estado de salud, y nivel de conocimíentos (UNDP 2006). Este índícees preferible al producto bruto interno per capita, aunque es criticable por­que no involucra la igualdad ni la sostenibílídad, variables que se puedenincluir (Bunge 2009).

Aunque este orden socioeconómico suele llamarse socialista, de hecho no loes, porque no involucra la socialización de la riqueza. El nombre alternativo,estado asistencial, o welfare capitalism, es más adecuado, ya que combina elcapitalismo con la beneficencia. Otro tanto vale para el «socialismobolivatiano». No habrá socialismo niientras perduren desigualdades socialesnotables. Esto no ímplica menoscabm-los éxitos de los gobiernos socialdemó­cratas europeos, tales como la sociedad sueca y el servicio nacional de lasalud de Gran Bretaña.

En todos los casos en que se ha hablado de gobiernos socialistas, se h~tratado del socialismo estatal. E irónicamente, este fue proclamado 1881 enAlemania por el propio Emperador a instancias del estadista conservador,Conde Otto von Bismarck, a fin de restatle fuerza al partido socialista ale­mán (Kirkup 1892: 274 ss), La legislación social en Gran Bretafia naciódurante el gobierno conservador de Benjamin Disraeli y fue reforzada aldescubrirse, en 1899, que los jóvenes británicos sufrían tan mala smud, queeran inaptos para servir en el ejército' (Gilbert 1966: 89). Cualquier conser­vador que no sea norteamericano entiende que, para mantener un imperio,se necesitan soldados aptos.

Irónicamente, el éxito del socialismo estatal, apoyado y a veces fundado porlos socialdemócratas, ha sido uno de los dos factores de la decadencia de lospartidos de izquierda, tanto comunistas como socialistas. El otro factor hasido la televisión. ¿Para qué salir a la calle a protestar, y exponerse a un

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o policial, si ya se dispone de lo indispensable para sobrevivir y,empo, se corre el peligro de perder un episodío de la serie televisivao se ha hecho adícto? Pero esta pasividad es un grave error, por­e a los partidos reaccionarios, que hacen lo posible por desmante­

l do benefactor. Más aun, este ya empezó a decaer, incluso en lasás prósperas (OECD 2008).

o

s socialistas en el poder se han vuelto administradores del EstadoCon el apoyo de los sindicatos, han contribuido a mejorar losciales y a elevar considerablemente el número y nivel de escuelas

y ades. Por lo demás, no han tocado la pieza clave del capitalismo:l d privada de los medíos de producción, intercambio y finanzas.

ente han ayudado a los peores enemigos del progreso social, comoprimer ministro laborista, Tony Blair, se convirtió en el perrito

f Presidente Bush y arrastró a su país a una guerra ilegal.

socialistas del último siglo han hecho el capitalismo más sufrible,enunciado al ideal de justicia social por el que habían combatido

l tas del siglo XlX (Lindemann 1983: 351 ss). Su meta actual ess modesta: ganar las próximas elecciones.

a puede dar resultados a muy corto plazo, a saber, hasta las próxi­nes. Pero es suicida a largo plazo porque, cuando disminuyen lasentre los partidos, el electorado pierde interés: no solamente lamilita desinteresadamente en el movimiento, sino que ni siquiera

por votar. Además, todos, dirigentes y masas, olvidan lo que sig­iedad socialista', a saber; sociedad sin clases. Este olvido es tal,

ayor, el sucesor de Margaret Thatcher, declaró impunemente quefia era una sociedad sin clases.

que los partidos socialistas, si quieren conservar su nombre, re­ideario socialista: que lo pongan al día a la luz de las cienciasde la crisis actual. Esta crisis es motivo de vergiienza para losde la política de laissez-faire, tales como el ex-sl1perbanquerpo

nspan, pero es una oportunidad para los socialistas de tddo pelaje:unidad para denunciar la ínjusticia e iI1lsosteníbilidaddel capitalis­ado. También es una oportunidad para explorar la posibilidad deás justo y sostenible. Si semejante cambio dísminuyera su caudltlaciencia: la autenticídad cuesta.

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en la URSS fue el socialismo autoritario, esa imposible tentativa de imponerla igualdad a palos.

Hoy: Estado benefactor y electoralismo

Socialismo estatal, o capitalismo con red de seguridad

No hay duda de que las sociedades contemporáneas más avanzadas sonaquellas en que reina el llamado Estado benefactor, que combina el capita­lismo y la democracia política con amplios servicios sociales prestados porla maquinaria estatal (Berman 2006, Nun 2000, Pontusson 2005, Sachs2006). Ejemplos: las naciones escandinavas, Holanda, Bélgica, Francia, eItalia. Estos, junto con Japón, son los países con mayor índice de desarrollohumano, el que mide la calidad de vida de las personas: su bienestar econó­mico, estado de salud, y nivel de conocimíentos (UNDP 2006). Este índícees preferible al producto bruto interno per capita, aunque es criticable por­que no involucra la igualdad ni la sostenibílídad, variables que se puedenincluir (Bunge 2009).

Aunque este orden socioeconómico suele llamarse socialista, de hecho no loes, porque no involucra la socialización de la riqueza. El nombre alternativo,estado asistencial, o welfare capitalism, es más adecuado, ya que combina elcapitalismo con la beneficencia. Otro tanto vale para el «socialismobolivatiano». No habrá socialismo niientras perduren desigualdades socialesnotables. Esto no ímplica menoscabm-los éxitos de los gobiernos socialdemó­cratas europeos, tales como la sociedad sueca y el servicio nacional de lasalud de Gran Bretaña.

En todos los casos en que se ha hablado de gobiernos socialistas, se h~tratado del socialismo estatal. E irónicamente, este fue proclamado 1881 enAlemania por el propio Emperador a instancias del estadista conservador,Conde Otto von Bismarck, a fin de restatle fuerza al partido socialista ale­mán (Kirkup 1892: 274 ss), La legislación social en Gran Bretafia naciódurante el gobierno conservador de Benjamin Disraeli y fue reforzada aldescubrirse, en 1899, que los jóvenes británicos sufrían tan mala smud, queeran inaptos para servir en el ejército' (Gilbert 1966: 89). Cualquier conser­vador que no sea norteamericano entiende que, para mantener un imperio,se necesitan soldados aptos.

Irónicamente, el éxito del socialismo estatal, apoyado y a veces fundado porlos socialdemócratas, ha sido uno de los dos factores de la decadencia de lospartidos de izquierda, tanto comunistas como socialistas. El otro factor hasido la televisión. ¿Para qué salir a la calle a protestar, y exponerse a un

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o policial, si ya se dispone de lo indispensable para sobrevivir y,empo, se corre el peligro de perder un episodío de la serie televisivao se ha hecho adícto? Pero esta pasividad es un grave error, por­e a los partidos reaccionarios, que hacen lo posible por desmante­

l do benefactor. Más aun, este ya empezó a decaer, incluso en lasás prósperas (OECD 2008).

o

s socialistas en el poder se han vuelto administradores del EstadoCon el apoyo de los sindicatos, han contribuido a mejorar losciales y a elevar considerablemente el número y nivel de escuelas

y ades. Por lo demás, no han tocado la pieza clave del capitalismo:l d privada de los medíos de producción, intercambio y finanzas.

ente han ayudado a los peores enemigos del progreso social, comoprimer ministro laborista, Tony Blair, se convirtió en el perrito

f Presidente Bush y arrastró a su país a una guerra ilegal.

socialistas del último siglo han hecho el capitalismo más sufrible,enunciado al ideal de justicia social por el que habían combatido

l tas del siglo XlX (Lindemann 1983: 351 ss). Su meta actual ess modesta: ganar las próximas elecciones.

a puede dar resultados a muy corto plazo, a saber, hasta las próxi­nes. Pero es suicida a largo plazo porque, cuando disminuyen lasentre los partidos, el electorado pierde interés: no solamente lamilita desinteresadamente en el movimiento, sino que ni siquiera

por votar. Además, todos, dirigentes y masas, olvidan lo que sig­iedad socialista', a saber; sociedad sin clases. Este olvido es tal,

ayor, el sucesor de Margaret Thatcher, declaró impunemente quefia era una sociedad sin clases.

que los partidos socialistas, si quieren conservar su nombre, re­ideario socialista: que lo pongan al día a la luz de las cienciasde la crisis actual. Esta crisis es motivo de vergiienza para losde la política de laissez-faire, tales como el ex-sl1perbanquerpo

nspan, pero es una oportunidad para los socialistas de tddo pelaje:unidad para denunciar la ínjusticia e iI1lsosteníbilidaddel capitalis­ado. También es una oportunidad para explorar la posibilidad deás justo y sostenible. Si semejante cambio dísminuyera su caudltlaciencia: la autenticídad cuesta.

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Page 18: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

Mañana

Propiedad colectiva

Para evaluar la posibilidad política del socialismo, empecemos por recordarla dIferencia entre la esfera pública y la privada en una sociedad cualquie­ra. Privado es aquello que sólo atañe al individuo y su familia: cosas, talescomo vivienda, moblaje, enseres domésticos y biblioteca; y actividades, ta­les como comer, descansar, jugar, criar niños, e illtetactuar con amigos.Público es aquello que es compartible con otros: cosas, tales como calles,parques, escuelas, hospitales, museos, templos y propiedades del Estado; yactividades, tales como aprender, trabajar, comerciar, y actuar en política oen ONo.

Los totalitarios, tanto de izquierda como de derecha, soñaron una sociedad

en la que no hubiera sino una esfera, la pública: una sociedad en la que losindividuos no fueJtal1 dueños de nada, ni siquiera de si mismos, e hicieransolamente lo que les permitiera el gobierno. Los socialistas democráticos, encambio, respetan la esfera privada tanto como los liberales, aunque difierende estos en lo que respecta a la propiedad de los recursos naturales y de lasgrandes einpresas. En efecto, los socialistas democráticos procuran la sociali­zación de cuanto esté fuera de la esfera privada. O sea, respetan la libertaden la esfeta privada al mismo tiempo que la limitan en la pública. Lo que nopodría ser de ótra manera, ya que la democracia implica la libertad, aunqueno a la inversa, como lo muest'ra el caso de los neoliberales que transaroncon las dictaduras fascrstas en aras del mercado libre.

Bajo el socialismo auténtico, mi cepillo de dientes seguirá siendo exclusiva­mente mfo, peto tu derecho a tu fábrica de cepillos de dientes será cuestiona­do: la conservarás si es una empresa familiar, pero si emplea a otros, lossocialistas procurarán que se convierta en una empresa cooperativa poseída yadministrada por sus trabajadores. En cambio, la tierra y el agua no seránprivados ni de cooperativa alguna, sino bienes públicos administrados por elEstado, el que podrá arrendarlos a personas o a cooperativas, como lo habíanpropuesto hace un síglo los segtJlidores de Henry George.

Tanto los marxistas como los fundamentalistas del mercado (COinolos llama elfinancista George Soros) sostienen que las cooperativas no pueden sobreviviren un medio capitalista, en el que las grandes empresas cuentan con la ayudade los bancos y del Estado, y pueden producir en gran escala a precios bajosgracias al uso de téctricas avanzadas, a que pueden resistir competencias nUno­sas, y á que pueden explotar a sus empleados, particularmente si estos no seunen en sindicatos combativos. Esta es 1ma proposición empírica, y por lotanto se sostiene o cae al confrontársela con la realidad.

40

icen los hechos? Que el cooperativismo ha triunfado en peque­ñ n algunos países, y fracasado en otros. Por ejemplo, en Gran'J queda poco del' pujante movimiento cooperativo nacido enR n 1844. En cambio, florecen cooperativas de varios tipos y ta­

aises tan diversos como Argentina, Brasil, España, Francia, losB ia, Italia, Suecia y Suiza. Por ejemplo, son innegables los éxitosa por la Lega delle Cooperative e Mutue, fundada en 1886 y quei nas 15.000 cooperativas italianas, un décimo del total (Earle1 ejemplo notable es Mondragón Corporación Cooperativa (2006),u rado vasco de un centenar de cooperativas, que' acaba de cum­p siglo de existencia y ocupa el noveno puesto entre las empresase

¿ eben los triunfos y fracasos en cuestión? Creo que este problemaa sido investigado a fondo. Uno de los motivos del triunfo de

es que tiene su propio banco y su propia universidad para laf e sus técnicos y gerentes. y, ¿a qué de debió el fracaso de lac argentina El Hogar Obrero un sigfo después de su fundación?

n factor fue el que suS dirigentes eran funcionarios del Partidoreían que la devoción a la causa podía reemplazar a la competen­

c al.

de la decadencia de El Hogar Obrero puede ser la que ya habias fundador, el Dr. Juan B. Justo (1947 [1909]: 420), hace exacta­

iglo. Ella es que, paradójicamente, el triunfo de una cooperativap a su mina. En efecto, cuando una empresa crece mucho, la dis­t la cúpula y la: base aumenta tanto, que ya no hay participacióne sin participación intensa no hay autogestión, que es la esencia del

operativo» y también de la democracia auténtica.

o, lo cierto es que las cooperativas son mucho más longevas quel capitalistas: la tasa de supervivencia de las empresas unidas en

es casi del 100%, y la de las cooperativas federadas en la Lega escabo de tres décadas. Este dato sorprenderá a los economistas,

p s cooperativistas, ya que los cooperaotes, a diferencia de los em­bajan para sí mismos y están dispuestos a esforzarse más, e inclu­

s arse por el bien común, que es el de cada cual.

a cooperativa ofrece a sus miembros ventajas inigualables: seguri­pleo, satisfacción en el trabajo, y orgullo de pertenecer a una em­n inspirada en ideales nobles: igualdad, democracia participativa,

dentro de la empresa y con empresas similares. Es imaginableiedad en que todas las empresas fuesen cooperativas, como lo son

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Mañana

Propiedad colectiva

Para evaluar la posibilidad política del socialismo, empecemos por recordarla dIferencia entre la esfera pública y la privada en una sociedad cualquie­ra. Privado es aquello que sólo atañe al individuo y su familia: cosas, talescomo vivienda, moblaje, enseres domésticos y biblioteca; y actividades, ta­les como comer, descansar, jugar, criar niños, e illtetactuar con amigos.Público es aquello que es compartible con otros: cosas, tales como calles,parques, escuelas, hospitales, museos, templos y propiedades del Estado; yactividades, tales como aprender, trabajar, comerciar, y actuar en política oen ONo.

Los totalitarios, tanto de izquierda como de derecha, soñaron una sociedad

en la que no hubiera sino una esfera, la pública: una sociedad en la que losindividuos no fueJtal1 dueños de nada, ni siquiera de si mismos, e hicieransolamente lo que les permitiera el gobierno. Los socialistas democráticos, encambio, respetan la esfera privada tanto como los liberales, aunque difierende estos en lo que respecta a la propiedad de los recursos naturales y de lasgrandes einpresas. En efecto, los socialistas democráticos procuran la sociali­zación de cuanto esté fuera de la esfera privada. O sea, respetan la libertaden la esfeta privada al mismo tiempo que la limitan en la pública. Lo que nopodría ser de ótra manera, ya que la democracia implica la libertad, aunqueno a la inversa, como lo muest'ra el caso de los neoliberales que transaroncon las dictaduras fascrstas en aras del mercado libre.

Bajo el socialismo auténtico, mi cepillo de dientes seguirá siendo exclusiva­mente mfo, peto tu derecho a tu fábrica de cepillos de dientes será cuestiona­do: la conservarás si es una empresa familiar, pero si emplea a otros, lossocialistas procurarán que se convierta en una empresa cooperativa poseída yadministrada por sus trabajadores. En cambio, la tierra y el agua no seránprivados ni de cooperativa alguna, sino bienes públicos administrados por elEstado, el que podrá arrendarlos a personas o a cooperativas, como lo habíanpropuesto hace un síglo los segtJlidores de Henry George.

Tanto los marxistas como los fundamentalistas del mercado (COinolos llama elfinancista George Soros) sostienen que las cooperativas no pueden sobreviviren un medio capitalista, en el que las grandes empresas cuentan con la ayudade los bancos y del Estado, y pueden producir en gran escala a precios bajosgracias al uso de téctricas avanzadas, a que pueden resistir competencias nUno­sas, y á que pueden explotar a sus empleados, particularmente si estos no seunen en sindicatos combativos. Esta es 1ma proposición empírica, y por lotanto se sostiene o cae al confrontársela con la realidad.

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icen los hechos? Que el cooperativismo ha triunfado en peque­ñ n algunos países, y fracasado en otros. Por ejemplo, en Gran'J queda poco del' pujante movimiento cooperativo nacido enR n 1844. En cambio, florecen cooperativas de varios tipos y ta­

aises tan diversos como Argentina, Brasil, España, Francia, losB ia, Italia, Suecia y Suiza. Por ejemplo, son innegables los éxitosa por la Lega delle Cooperative e Mutue, fundada en 1886 y quei nas 15.000 cooperativas italianas, un décimo del total (Earle1 ejemplo notable es Mondragón Corporación Cooperativa (2006),u rado vasco de un centenar de cooperativas, que' acaba de cum­p siglo de existencia y ocupa el noveno puesto entre las empresase

¿ eben los triunfos y fracasos en cuestión? Creo que este problemaa sido investigado a fondo. Uno de los motivos del triunfo de

es que tiene su propio banco y su propia universidad para laf e sus técnicos y gerentes. y, ¿a qué de debió el fracaso de lac argentina El Hogar Obrero un sigfo después de su fundación?

n factor fue el que suS dirigentes eran funcionarios del Partidoreían que la devoción a la causa podía reemplazar a la competen­

c al.

de la decadencia de El Hogar Obrero puede ser la que ya habias fundador, el Dr. Juan B. Justo (1947 [1909]: 420), hace exacta­

iglo. Ella es que, paradójicamente, el triunfo de una cooperativap a su mina. En efecto, cuando una empresa crece mucho, la dis­t la cúpula y la: base aumenta tanto, que ya no hay participacióne sin participación intensa no hay autogestión, que es la esencia del

operativo» y también de la democracia auténtica.

o, lo cierto es que las cooperativas son mucho más longevas quel capitalistas: la tasa de supervivencia de las empresas unidas en

es casi del 100%, y la de las cooperativas federadas en la Lega escabo de tres décadas. Este dato sorprenderá a los economistas,

p s cooperativistas, ya que los cooperaotes, a diferencia de los em­bajan para sí mismos y están dispuestos a esforzarse más, e inclu­

s arse por el bien común, que es el de cada cual.

a cooperativa ofrece a sus miembros ventajas inigualables: seguri­pleo, satisfacción en el trabajo, y orgullo de pertenecer a una em­n inspirada en ideales nobles: igualdad, democracia participativa,

dentro de la empresa y con empresas similares. Es imaginableiedad en que todas las empresas fuesen cooperativas, como lo son

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de hecho las empresas familiares, seria menos imperfecta que las sociedadesactuales, las que no ofrecen seguridad económica ni, por lo tanto, tampocopolítica.

Pero, como señaló Marx contra los cooperativistasde su tiempo, la cooperativasólo atiende al lado económico del polígono social, y tiene una existencia pre­caria en un mercado capitalista dominado por potentes oligopolios que gozande los privilegios que les otorgan leyes y gobiernos diseñados para favorecerlos intereses de los poderosos. En otras palabras, la igualdad económica dentrode la empresa no basta: es preciso extenderla a la sociedad íntegra.

Los marxistas-leninistas han abogado teóricamente por la igualdad total, peroa un alto precio: la desigualdad política. En efecto, han sostenido que laigualdad total, o comunismd, solamente se podría conseguir luego de un perío­do de dictadura, la que se suavizaría automáticamente poco a poco: el Esta­do-partido se marchitaría por sí sólo, y finalmente se llegaría a la Edad deOro. Pero ni Marx ni sus secuaces explicaron el presunto proceso de marchi­tamiento espontáneo de la dictadura del proletariado. Este es imaginario, yaque la burocracia y las fuerzas armadas no son sólo instrumentos de las cla­ses dominantes, sino que también tienen intereses propios. Esto hace que lamaquinaria del Estado sea conservadora y, lejos de encoger y de perder po­der, se mantenga poderosa o incluso acreciente su poder.

En todo caso, ya sabemos lo que sucedió en el imperio soviético: la dictaduratransitoria se tomó permanente, la sociedad se estancó, la gente perdió losideales iniciales, y los dirigentes perdieron la visión y fueron incapaces deresolver la crisis final. Cuando se les acabó la capacidad de pensar ideasnuevas, renunciaron mansamente al poder. No pidieron ayuda al pueblo por­que habían perdido contacto con él: no confiaban en la democracia, porque,siguiendo a Marx (1975 [1848], la consideraoan una institución limitada a«lal libertad del capital para aplastar al obrero». Y el pueblo reciprocaba: noconfiaba en sus supuestos dirigentes.

En resumidas cuentas, las cooperativas son viables incluso dentro de la econo­llÚacapitalista, pero no curan las lacras macrosociales,en particular las crisiseconómicas y las guerras. Además, las cooperativas no pueden reemplazar almercado ni eliminar la competencia. El mercado socialista conserVaráalgunasde las características de todo mercado, capitalista o precapitalista: conocerátanto la competencia como la cooperación entre empresas del Jnismo sector, eintentará eX'Plotarlas difetencias de costos entre las distintas regiones. Pero sepodrá evitar la colusión deshonesta, el dumping y la explotación si el Estado yla comunidad internacional se rigen por normas honestas.

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De integral

No cilperar el sentido original de la palabra 'socialista' ni recordarlas es de socialismo que se han dado en el curso de los dos últimossig bién hay que averiguar si los ideales de igualdad y de mejora dela e vida siguen teniendo vigencia y, en caso afirmativo; qué puedeha realizarlas. Por lo pronto, ya sabemos qué no funciona: la dicta­dur oletariado. También sabemos qué es insuficiente: el socialismoest ue puede ser practicado tanto por gobiernos autoritarios como elde k, como por gobiernos liberales como los demócratas cristianos.

Te e preguntamos qué tipo de socialismo puede atraer a la enormema la gente: qué promete más beneficios con menos sacrificios.O régimen puede mejorar la calidad de vida sin sacrificar el presentecie n mañana imaginario; qué sociedad permite que cada cual puedaha a que desee, y no la que le manden, sin peJjudicar al prójimo; quéor l es el más justo, es decir, equilibra mejor los derechos con losde ué tipo de gestión del Estado puede hacer mejor uso de las cienciasy t ociales en lugar de sujetarse a ideologías preconcebidas.

Par er este problema debemos empezar por recordar que la sociedadmo un supersistema de sistemas: ambiental, biológico, económico,cul olitico (Bunge 1979, 1997, 1999). Estos sistemas interactúan en­tre ooo que el progreso de cualquiera de ellos requiere el de losde ejemplo, la economía no puede avanzar mucho si los trabajadoresest os y no hay ingenieros ni gerentes competentes; a su vez, no sefor genieros competentes si la economía no los necesita y si el nivelcul bajo; la cultura no avanzará si está sometida a la censura delpar ítico gobernante y si la gente no tiene energía, tiempo libre niga tudiar; y la politica no se renovará a menos que la gente participema te en ella y disponga de la información necesaria para identificarlos as sociales y proponer soluciones. Y nada de esto será posible sino ge el medio ambiente.

La de lo anterior es que, para curar las lacras sociales, es precisoem reformcrssistémicas, o sea, renovar todos los aspectos de la socie­da r de limítarse a uno solo, tal como el económico, el político o elcul esta reforma:global no puede hacerse del día a la noche, sino queins rias generaciones: hay que abandonar malos hábitos (tales comoel smo y el cOllsumismo)y crear nuevos hábitos (tales como la par­tici la austeridad). Nada de esto se logrará con revoluciones ni «tera­pia que» desde arriba, porque los cambios súbitos suelen tener conse­cu speradas. La democratización va de abajo hacia arriba y marchagra te porque abarca a todos los sectores.

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Page 21: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

de hecho las empresas familiares, seria menos imperfecta que las sociedadesactuales, las que no ofrecen seguridad económica ni, por lo tanto, tampocopolítica.

Pero, como señaló Marx contra los cooperativistasde su tiempo, la cooperativasólo atiende al lado económico del polígono social, y tiene una existencia pre­caria en un mercado capitalista dominado por potentes oligopolios que gozande los privilegios que les otorgan leyes y gobiernos diseñados para favorecerlos intereses de los poderosos. En otras palabras, la igualdad económica dentrode la empresa no basta: es preciso extenderla a la sociedad íntegra.

Los marxistas-leninistas han abogado teóricamente por la igualdad total, peroa un alto precio: la desigualdad política. En efecto, han sostenido que laigualdad total, o comunismd, solamente se podría conseguir luego de un perío­do de dictadura, la que se suavizaría automáticamente poco a poco: el Esta­do-partido se marchitaría por sí sólo, y finalmente se llegaría a la Edad deOro. Pero ni Marx ni sus secuaces explicaron el presunto proceso de marchi­tamiento espontáneo de la dictadura del proletariado. Este es imaginario, yaque la burocracia y las fuerzas armadas no son sólo instrumentos de las cla­ses dominantes, sino que también tienen intereses propios. Esto hace que lamaquinaria del Estado sea conservadora y, lejos de encoger y de perder po­der, se mantenga poderosa o incluso acreciente su poder.

En todo caso, ya sabemos lo que sucedió en el imperio soviético: la dictaduratransitoria se tomó permanente, la sociedad se estancó, la gente perdió losideales iniciales, y los dirigentes perdieron la visión y fueron incapaces deresolver la crisis final. Cuando se les acabó la capacidad de pensar ideasnuevas, renunciaron mansamente al poder. No pidieron ayuda al pueblo por­que habían perdido contacto con él: no confiaban en la democracia, porque,siguiendo a Marx (1975 [1848], la consideraoan una institución limitada a«lal libertad del capital para aplastar al obrero». Y el pueblo reciprocaba: noconfiaba en sus supuestos dirigentes.

En resumidas cuentas, las cooperativas son viables incluso dentro de la econo­llÚacapitalista, pero no curan las lacras macrosociales,en particular las crisiseconómicas y las guerras. Además, las cooperativas no pueden reemplazar almercado ni eliminar la competencia. El mercado socialista conserVaráalgunasde las características de todo mercado, capitalista o precapitalista: conocerátanto la competencia como la cooperación entre empresas del Jnismo sector, eintentará eX'Plotarlas difetencias de costos entre las distintas regiones. Pero sepodrá evitar la colusión deshonesta, el dumping y la explotación si el Estado yla comunidad internacional se rigen por normas honestas.

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No cilperar el sentido original de la palabra 'socialista' ni recordarlas es de socialismo que se han dado en el curso de los dos últimossig bién hay que averiguar si los ideales de igualdad y de mejora dela e vida siguen teniendo vigencia y, en caso afirmativo; qué puedeha realizarlas. Por lo pronto, ya sabemos qué no funciona: la dicta­dur oletariado. También sabemos qué es insuficiente: el socialismoest ue puede ser practicado tanto por gobiernos autoritarios como elde k, como por gobiernos liberales como los demócratas cristianos.

Te e preguntamos qué tipo de socialismo puede atraer a la enormema la gente: qué promete más beneficios con menos sacrificios.O régimen puede mejorar la calidad de vida sin sacrificar el presentecie n mañana imaginario; qué sociedad permite que cada cual puedaha a que desee, y no la que le manden, sin peJjudicar al prójimo; quéor l es el más justo, es decir, equilibra mejor los derechos con losde ué tipo de gestión del Estado puede hacer mejor uso de las cienciasy t ociales en lugar de sujetarse a ideologías preconcebidas.

Par er este problema debemos empezar por recordar que la sociedadmo un supersistema de sistemas: ambiental, biológico, económico,cul olitico (Bunge 1979, 1997, 1999). Estos sistemas interactúan en­tre ooo que el progreso de cualquiera de ellos requiere el de losde ejemplo, la economía no puede avanzar mucho si los trabajadoresest os y no hay ingenieros ni gerentes competentes; a su vez, no sefor genieros competentes si la economía no los necesita y si el nivelcul bajo; la cultura no avanzará si está sometida a la censura delpar ítico gobernante y si la gente no tiene energía, tiempo libre niga tudiar; y la politica no se renovará a menos que la gente participema te en ella y disponga de la información necesaria para identificarlos as sociales y proponer soluciones. Y nada de esto será posible sino ge el medio ambiente.

La de lo anterior es que, para curar las lacras sociales, es precisoem reformcrssistémicas, o sea, renovar todos los aspectos de la socie­da r de limítarse a uno solo, tal como el económico, el político o elcul esta reforma:global no puede hacerse del día a la noche, sino queins rias generaciones: hay que abandonar malos hábitos (tales comoel smo y el cOllsumismo)y crear nuevos hábitos (tales como la par­tici la austeridad). Nada de esto se logrará con revoluciones ni «tera­pia que» desde arriba, porque los cambios súbitos suelen tener conse­cu speradas. La democratización va de abajo hacia arriba y marchagra te porque abarca a todos los sectores.

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Page 22: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

Conclusión

La sociedad capitalista, caracterizada por el llamado mercado libre, está engrave crisis. Aunque los políticos y sus economistas nos prometen que even­tualmente saldremos de ella, no Ros dicen cómo ni cuándo. No pueden hacer­lo porque carecen de teorías económicas y políticas correctas: sólo disponende modelos matemáticos irrealistas y de consignas ideológicas apolilladas.Esto vale tio sólo para los dirigentes liberales sino también para los socialis­tas, tanto moderados como autoritarios. Los liberales no nos explican la al­qliimia que transformaría la libertad de empresa en prosperidad; y los pocosmarxistas que quedan se regocijan con la crisis que profetizaron tantas veces,pero no proponen ideas nuevas y realistas para reconstruir la sociedad sobrebases más justas y sostenibles.Yo sostengo que hay motivos prácticos y morales para preferir el socialismoauténtico al capitalismo, y que la construcción del socialismo no requiere larestricción de la democracia sino, muy por el contrario, su ampliación, delterreno político a todos los demás. Esto es lo que llamo democracia integral:ambiental, biológica, económica, cultural y política (Bunge, 1979). Semejan­te sociedad sería inclusiva: no habría exclusiones por sexo ni por raza, niexplotación económica, ni cultura exclusivista, ni opresión política.

Se preguntará, con razón, si esta no será una utopía más, y mi postura la deun cantamañanas. Mi respuesta es que la democracia integral podrá tardarvarios siglos en realizatse, pero que su embrión nació hace ya más de unsiglo, cuando se constituyeron las primeras cooperativas de producción y tra­bajo en Italia, sobre la base de empresas Capitalistas fallidas. Un ejemploparecido, más reciente y modesto, es el movimiento argentino de las fábricasrecuperadas;. estas fueron las empresas que, cuando fueron abandonadas porsus dueños por considerarlas improductivas, fueron ocupadas y reactivadaspor sus trabajadores (Rebón y Saavedra, 2006). Estos son ejemplos en peque­11aescala de socialismo cooperativista.

Si en los EEUU quedaran sindicatos y partidos políticos progresistas, estosaprovecharían la ocasión actual y transformarían en cooperativa.s las grandesempresas en bancacarrota, tales como Ford y General Motors. Obviamente,semejante cambio requiere la anuencia de los poderes pÚbJiicos, ya queinvolucra el reconocimiento legal de las empresas «recuperadas» por susempleados, cosa que ocurrió en Argentina. Pero lo que ha estado haciendo elgobierno norteamericano desde fines del 2008 es ilsar dineros pÚblicos parasalvar esas empresas privadas fallidas por mala gestión. O sea, ha estadohaciendo lo opuesto de Robin Hood. Garrett Hardin (1985) lo llamó «sociali­zar las pérdidas y privatizar las ganancias».

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En l socialismo tiene porvenir si se propone ir socializando gradual­men los sectores de la sociedad. Su finalidad seria ampliar el Estado

. liber efactor para construir el socialismo democrático y cooperativista.", Este en práctica una versión actualizada de 'la consigna de la Revo­

luci esa de 1789, a saber: Libertad, igualdad, fraternidad, participa­ción eidad.

Bib

BE eri (2006), The Primacy ofPolitics. Cambridge:Cambridge UniversityPress.BL is (1839), L'organisation du travail. París, Société de I'Industrie Fra-

BU rio (1979), Treatise on Basic Philosophy: tomo 4: A World 01 Systems.ht, Boston: D. Reidel.

_ Treatise on Basic Philosophy, tomo 8: Ethics: The Good and the Right,ordrecht, Boston: Reide1, 1989.

_ 1980), Ciencia, técnica y desarrollo, 2a. ed. Buenos Aires: Sudamericana._ 1998), Las ciencias sociales en discusión. Buenos Aires: Sudamericana._ Filosofia política. Barcelona y Buenos Aires: GEDISA.CR ary (2006), The World sMajor Cooperatives and Mutual Business. Geneva:

ional Cooperatives Allianee.DR ues (1878), Histoire générale du socialisnte, 4 vols. París: Quadrigel

EA n (1986), Tlle ltalian Cooperative Movement: A Portrait 01 the Lega delletive e MI/tue. Londres: Allen & Unwin.

EN ederick (1986) [1881], Socialism: Utopian and Scientific. En Karl Marxy k Engels, Selected Works. New York: Intemational Publishers.

GI entley B. (1966), The Evolutior! oI National lnsurance in Great Britail/:of the Welfare State. Londres: Michael Joseph.

H arrett (1985), Filters Against Folly.New York, Londres: Penguin Books.JU n B. (1947) [1909], Teoria y práctica de la historia. Buenos Aires: La

rdia.K argaret (2009), Psychobiological responses ~o social threat: Evolution of

ological mode1in psychoneuroimmunology.Brain, Behavior, alld lmmtmily.

K ohnMaynard (1936), The Geneml Theory 01 Employment, lnterest, And

En Collected Works, vol. 2., Cambridge: Royal Economic Society.KI homas (1892), A HistOlY of Socialismo Londres, Edinburgh: Adam and

Black.L old J. (1935), The State in TlieOlY and Practice. Londres: George Allen

in.LI IAN,Matthew D., y Naomi 1. EIsenberger (2006), A pain by any otner name.

n 1. Cacioppo, Pe¡ill S. Visser, y Cynthia L. Picket, compils., Socialcience, pp. 167-188. Cambridge, MA: MIT Press.

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Conclusión

La sociedad capitalista, caracterizada por el llamado mercado libre, está engrave crisis. Aunque los políticos y sus economistas nos prometen que even­tualmente saldremos de ella, no Ros dicen cómo ni cuándo. No pueden hacer­lo porque carecen de teorías económicas y políticas correctas: sólo disponende modelos matemáticos irrealistas y de consignas ideológicas apolilladas.Esto vale tio sólo para los dirigentes liberales sino también para los socialis­tas, tanto moderados como autoritarios. Los liberales no nos explican la al­qliimia que transformaría la libertad de empresa en prosperidad; y los pocosmarxistas que quedan se regocijan con la crisis que profetizaron tantas veces,pero no proponen ideas nuevas y realistas para reconstruir la sociedad sobrebases más justas y sostenibles.Yo sostengo que hay motivos prácticos y morales para preferir el socialismoauténtico al capitalismo, y que la construcción del socialismo no requiere larestricción de la democracia sino, muy por el contrario, su ampliación, delterreno político a todos los demás. Esto es lo que llamo democracia integral:ambiental, biológica, económica, cultural y política (Bunge, 1979). Semejan­te sociedad sería inclusiva: no habría exclusiones por sexo ni por raza, niexplotación económica, ni cultura exclusivista, ni opresión política.

Se preguntará, con razón, si esta no será una utopía más, y mi postura la deun cantamañanas. Mi respuesta es que la democracia integral podrá tardarvarios siglos en realizatse, pero que su embrión nació hace ya más de unsiglo, cuando se constituyeron las primeras cooperativas de producción y tra­bajo en Italia, sobre la base de empresas Capitalistas fallidas. Un ejemploparecido, más reciente y modesto, es el movimiento argentino de las fábricasrecuperadas;. estas fueron las empresas que, cuando fueron abandonadas porsus dueños por considerarlas improductivas, fueron ocupadas y reactivadaspor sus trabajadores (Rebón y Saavedra, 2006). Estos son ejemplos en peque­11aescala de socialismo cooperativista.

Si en los EEUU quedaran sindicatos y partidos políticos progresistas, estosaprovecharían la ocasión actual y transformarían en cooperativa.s las grandesempresas en bancacarrota, tales como Ford y General Motors. Obviamente,semejante cambio requiere la anuencia de los poderes pÚbJiicos, ya queinvolucra el reconocimiento legal de las empresas «recuperadas» por susempleados, cosa que ocurrió en Argentina. Pero lo que ha estado haciendo elgobierno norteamericano desde fines del 2008 es ilsar dineros pÚblicos parasalvar esas empresas privadas fallidas por mala gestión. O sea, ha estadohaciendo lo opuesto de Robin Hood. Garrett Hardin (1985) lo llamó «sociali­zar las pérdidas y privatizar las ganancias».

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En l socialismo tiene porvenir si se propone ir socializando gradual­men los sectores de la sociedad. Su finalidad seria ampliar el Estado

. liber efactor para construir el socialismo democrático y cooperativista.", Este en práctica una versión actualizada de 'la consigna de la Revo­

luci esa de 1789, a saber: Libertad, igualdad, fraternidad, participa­ción eidad.

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Page 24: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

LINDEMANN, Albert S. 1983. A History 01 Ellropean Socialismo New Haven, CT:Ya1e University Press.

MAR..x, Karl (1975) [1948], On fue question offree trade. Apéndice a The Poverty 01Philosophy, pp.l78-192. Moscú: Progress Publishers.

- (1986) [1875], Marginal notes to fue programme ofthe Gennan Workers' Party.En Karl Matx and Frederick Engels, Selected Works. Nueva York: IntemationalPu61ishers.

MILL, John StuaFt (1965) [1871], PrincipIes olPolitical Economy. 7' ed. En Collected

Works, vol. 3:. Toronto: University of Toronto Press: Londres: Routledge & KeganPau!.

MONDRAGÓN CORPORACIÓNCOOPERATIVA(2006), Historia de una experiencia. Nun,José. 2000. Democracia:¿Gobierno del pueblo o gobierno de los politicos? Ma­drid: Siglo XXI de España.

OECD (2008), Growing Uneqllal? Income Distriblltian and Poverty in OECDCoilntries.

PONTUSSON, Jonas (2005), Inequality and Prosperity: Social Europe vs. LiberalAmerica. Ithaca, NY: Comell University Press, ..

REBÓN, J., Y I. SAVEDRA(2006), Empresas recuperadas: La autagesión de los traba­jadores. Buenos Aires: Capital Intelectual.

RESTREPO, Iván, y Salomón ECksTEIN (1979), La agricultura colectiva en México: LaExperiencia de La Laguna, 2a. ed. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.

SACHS, Jeffrey (2006)1, The social welfare state, beyond ideo1ogy. Scientific American,16 de octubre.

SMITH, Adam (1976) [1776]. The Wealth 01 Nations. Chicago: University of ChicagoPress.

TARCUS, Horacio (2007), Marx en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI.UNDP (2006), Htmlan' Develoment Report 2006. Ginebra: UN.

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Page 25: Una Conferencia de Mario Bunge Sobre El Socialismo(Cut)

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