7/26/2019 Una Roca en Medio Del Río de La Mutabilidad

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18 de abril de 2016

Una roca en medio del río de la mutabilidad… ese es mi papá. Uno de los únicos en su género durante

su tiempo, y ahora que vas llegando al final de tu camino en estas lides, eres más único y valioso

que antes. Eres el único pastor que nunca tuve y que jamás tendré. Me inculcaste en el camino de

la verdad, me implantaste, genéticamente y por medio de tu ejemplo la sed, por las cosas

verdaderas, por la honestidad, y la sofisticación última de la sencillez, valores anacrónicos y mal

remunerados en el curso de esta sociedad. La belleza de las cosas simples y esa sencillez extrema

que tanto gusta como disgusta a la buena gente y a los superficiales; el valor de aquello que no tiene

costo monetario, el placer del esfuerzo sin esperar recompensa ni reconocimiento de ninguna clase,

el gusto de disfrutar de la reposada calma que solo se halla con el pequeño círculo de gente valiosa,

el valor superior del conocimiento, la lectura y el estudio de la verdad en sí, por sobre de la verdad

que me gusta o me conviene. Si hubiese más como tú en este mundo, sería un mundo en definitiva

más callado y tranquilo, es verdad, pero por sobre todo, si bien no sería el mundo perfecto, ni la

versión previa del paraíso, sería un mundo más consecuente, más deliciosamente sencillo, y por

sobre todo, un mundo cristiano en el camino puro y duro de la verdad. Cuando desanimes en estos

pocos años que te van quedando siempre recuerda, y esto te lo digo por experiencia mientras he

recorrido Chile de punta a punta: no importa lo que digan o te hagan sentir a veces las voces de la

tecnocracia residente o de la gente en general, tu recuerdo y el de tu trabajo honesto quedan tras

de ti durante tantos años, que tu obra demuestra por sí misma su impacto y valor en la vida de la

gente. Dios te quiere, y yo te quiero y admiro más. Gracias por todo. Tu hijo mayor:

Jorge Olguín M.