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C urso de Derecho Constitucional

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Curso de Derecho Constitucional

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Primera edición: marzo de 2010

D.R. © Suprema Corte de Justicia de la NaciónAv. José María Pino Suárez Núm. 2C.P. 06065, México, D.F.

D.R. © Benemérita Universidad Autónoma de PueblaFacultad de Derecho y C.S.Av. San Claudio s/n, Col. San ManuelCiudad Universitaria, Puebla, Pue.

Impreso en MéxicoPrinted in Mexico

La edición y diseño de esta obra estuvieron al cuidado de la Dirección General de la Coordinaciónde Compilación y Sistematización de Tesis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Sistema Bibliotecario de la Suprema Corte de Justicia de la NaciónCatalogación

Silva Nava, Carlos deCurso de derecho constitucional / Carlos de Silva Nava ; coordinadores José

de Jesús Gudiño Pelayo, Carlos González Blanco, José Ismael Álvarez Moreno ;presentación Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia ; prólogo Manuel GonzálezOropeza. — México : Suprema Corte de Justicia de la Nación, Dirección Generalde la Coordinación de Compilación y Sistematización de Tesis : BeneméritaUniversidad Autónoma de Puebla, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,2010.

lxii, 491 p. ; 23 cm. — (Apuntes de las clases impartidas por ilustres juristasdel siglo XX ; 8)

ISBN 978-607-468-174-1

1. Derecho constitucional – Enseñanza – México 2. Poderes de la Unión3. Gobierno 4. Soberanía 5. Supremacía de la Const i tución 6. Jerarquíaconstitucional 7. Federalismo 8. Facultad reglamentaria 9. Suprema Corte deJus t ic ia de la Nac ión 10 . Ju ic io de Amparo 11 . Cont ro l cons t i tuc iona l12. Competencia 13. Derecho administ rat ivo 14. Garant ías indiv iduales15. Garantías sociales 16. Fuero militar 17. Libertad de trabajo 18. Derechosdifusos 19. Garantías constitucionales 20. Derecho a la información 21. Leyes22. Derecho procesal constitucional 23. Constitución Política de los EstadosUnidos Mexicanos 24. Principios constitucionales I. Gudiño Pelayo, José deJesús, 1943- , coord. II. González Blanco, Carlos, coord. III. Álvarez Moreno,José Ismael, coord. IV. Ortiz Mayagoitia, Guillermo Iberio, 1941- , pról. V.González Oropeza, Manuel, pról. VI. t. VII. ser.

POE030S967c

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SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

Ministro Guillermo I. Ortiz MayagoitiaPresidente

Primera SalaMinistro José de Jesús Gudiño Pelayo

Presidente

Ministro José Ramón Cossío DíazMinistra Olga Sánchez Cordero de García Villegas

Ministro Juan N. Silva MezaMinistro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea

Segunda SalaMinistro Sergio Salvador Aguirre Anguiano

Presidente

Ministro Luis María Aguilar MoralesMinistro José Fernando Franco González Salas

Ministra Margarita Beatriz Luna RamosMinistro Sergio A. Valls Hernández

Comité de Publicaciones, Comunicación Social,Difusión y Relaciones InstitucionalesMinistro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia

Ministro Sergio A. Valls HernándezMinistro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea

Comité EditorialMtro. Alfonso Oñate Laborde

Secretario Ejecutivo Jurídico Administrativo

Mtra. Cielito Bolívar GalindoDirectora General de la Coordinación deCompilación y Sistematización de Tesis

Lic. Gustavo Addad SantiagoDirector General de Difusión

Juez Juan José Franco LunaDirector General de Casas de la Cultura Jurídica

y Estudios Históricos

Dr. Salvador Cárdenas GutiérrezDirector de Análisis e Investigación Histórico Documental

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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

Dr. Enrique Agüera IbáñezRector

Dr. Guillermo Nares RodríguezDirector General

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

Mtra. Belinda Aguilar DíazSecretaria Académica

Mtro. Demetrio Abundez AprezaSecretario Administrativo

Mtro. José Ismael Álvarez MorenoCoordinador

Centro de Investigaciones Jurídico Políticas

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“La soberanía radica en la Constitución, por transferencia que le hacesu titular originario, que es el pueblo”

Carlos de Silva Nava

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Suprema Corte de Justicia de la Nación

Benemérita Universidad Autónoma de PueblaFacultad de Derecho y Ciencias Sociales

Ministro Carlos de Silva NavaVeracruz, Ver., 1991

Coordinadores

José de Jesús Gudiño PelayoCarlos González BlancoJosé Ismael Álvarez Moreno

Curso de Derecho Constitucional

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IX

Contenido

Presentación. Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia ................................. XV

Prólogo. Magistrado Manuel González Oropeza ............................................ XVII

Impresiones personales acerca de don Carlos de Silva Nava.

Ministro José Ramón Cossío Díaz ................................................................... XXIX

El recuerdo como testimonio. Ministro José de Jesús Gudiño Pelayo ........... XXXIII

Testimonio de la Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos ........................... XLI

Testimonio del Dr. Luis Manuel C. Méjan ..................................................... LIX

Libro Primero

Introducción ............................................................................................................. 3Generalidades. La división de poderes ................................................... 5La distribución armónica de funciones ................................................. 7

El problema de la atribución de funciones ............................................................ 13El Poder Judicial ....................................................................................... 15El Poder Ejecutivo .................................................................................... 16El Poder Legislativo .................................................................................. 18El Poder Judicial ....................................................................................... 21Aspectos del sistema paraestatal ............................................................. 23

De la organización descentralizada en cuanto evade a la direcciónjerárquica ................................................................................................................. 29

Sobre la idea de soberanía ...................................................................................... 33Esbozo histórico ........................................................................................ 33Concepciones contemporáneas de la soberanía .................................... 39

La descentralización en el marco constitucional .................................................. 47Criterios jurisprudenciales ante facultades autoritarias ....................... 51El Ministerio Público y la policía judicial ............................................. 55

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X Carlos de Silva Nava

La intervención del Tribunal Fiscal de la Federación .......................... 58

Acciones en materia civil y penal ............................................................ 59

Estados y Federación. Esferas de competencia ...................................................... 65

Federalismo en México ............................................................................................ 73

La invasión de esferas, inconstitucionalidad y amparo ........................................ 87

La supremacía constitucional ................................................................................ 101

La Suprema Corte de Justicia como Tribunal Constitucional ............................. 117

El control difuso de la Constitución: la tesis Fraga ............................. 119

Otro aspecto del derecho de audiencia .................................................. 121

Sobreseimiento y caducidad de la instancia .......................................... 125

Competencia entre Jueces administrativos y laborales ......................... 126

La Corte ante los problemas de constitucionalidad ............................................. 133

Las reformas constitucionales permisibles ............................................. 135

El factor relatividad en el amparo y la sentencia .................................. 142

Libro Segundo

La facultad reglamentaria del Ejecutivo Federal .................................................. 149

El reglamento autónomo ......................................................................... 151

Sobre los delitos contra la salud ............................................................. 154

El papel de los tratados internacionales en la tipificación de delitos ... 155

Los reglamentos de policía y buen gobierno ......................................... 157

Trasgresión y sanciones en reglamentos de policía y buen gobierno .... 159

Concepto y aplicación de la expropiación ............................................. 161

La personalidad en el amparo ................................................................................ 167

La competencia en materia de salud ..................................................................... 171

La cuestión de esferas: Federación-Estados ........................................... 172

La concurrencia de facultades en materia de salud .............................. 174

El amparo y la coincidencia de facultades ............................................. 176

Competencia e incompetencia de jurisdicciones .................................. 177

El Sistema Nacional de Salud ............................................................................... 181

La actividad sanitaria en la Constitución .............................................. 182

La concurrencia federal y estatal en los servicios de salud .................. 184

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XICurso de Derecho Constitucional

Garantías individuales y sociales ........................................................................... 187

Análisis de las garantías individuales ..................................................... 188

La igualdad en el artículo 29 constitucional ......................................... 189

¿En caso de golpe de Estado qué pasa? ................................................... 191

¿Qué se entiende por garantías sociales? ................................................ 192

La suspensión de garantías como caso excepcional .............................. 196

¿Garantías sociales? ¿Garantías individuales? ........................................ 199

Derechos difusos: la salud, la vivienda, vida digna y feliz… ................................ 203

El artículo tercero ..................................................................................... 205

El artículo quinto ..................................................................................... 210

La cuestión del interés jurídico en el amparo ....................................... 212

Las garantías comprendidas en el artículo 13 constitucional .............................. 217

Sobre el fuero militar y el fuero civil ..................................................... 222

La libertad de trabajo y sus límites ....................................................................... 233

Libertad de expresión ............................................................................... 236

Libertad de imprenta ............................................................................... 240

El artículo octavo constitucional ............................................................ 246

Condicionamientos a la libertad de expresión por el Estado ............................... 251

Algunas prerrogativas de los partidos políticos ..................................... 253

Otros aspectos del derecho de petición (art. 8o.) ................................. 258

Las libertades del artículo 24 ................................................................................ 267

Libro Tercero

Las expectativas de modificación de la ley ........................................................... 277

Sobre la retroactividad de la ley .............................................................. 280

Los derechos adquiridos .......................................................................... 281

Beneficio de la retroactividad .................................................................. 284

Las tesis de Paul Roubiere ....................................................................... 286

Otras consideraciones técnicas de Roubiere .......................................................... 289

Casos de aplicación retroactiva de la ley ................................................ 290

El debate sobre derechos adquiridos ...................................................... 293

El artículo 14 y la retroactividad de la ley .............................................. 296

Sobre el acto de molestia (artículo 16) .................................................................. 301

Los casos de posesión lícita e ilícita ....................................................... 304

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XII Carlos de Silva Nava

La intervención del Estado en la privación de derechos ...................... 306La garantía de audiencia en los sistemas judicial y administrativo ..... 307La facultad económico-coactiva de la autoridad fiscal ......................... 310La distinta observancia de los artículos 14 y 16 .................................... 313

La ideología como factor influyente en nuestra identidad ................................... 317Sobre el derecho a la información .......................................................... 319Casos en que la ley aplica la censura ...................................................... 321

Las formalidades esenciales del procedimiento ..................................................... 325Las instancias del procedimiento ............................................................ 327El procedimiento arbitral ........................................................................ 330La limitación probatoria en el incidente de suspensión ...................... 335

Los alegatos como formalidades del procedimiento .............................................. 341Los conceptos de alegato en sentido amplio y estricto ........................ 343Algunos casos de excepción a la garantía de audiencia ........................ 345

Otras excepciones a la garantía de audiencia ....................................................... 351El problema de la revisión en el acto expropiatorio ............................. 354La indeterminación de plazos para decidir la revisión expropiatoria .... 355Sobre los actos de molestia ...................................................................... 357El mandamiento escrito en el acto de molestia .................................... 358La competencia y sus diversas acepciones .............................................. 363

Reiteración del concepto de competencia ............................................................... 367Tipos de competencia .............................................................................. 368El problema de la concurrencia de competencias ................................. 372La facultad jurisdiccional ........................................................................ 376Otro problema: la procedencia de la vía ................................................ 377La competencia territorial ....................................................................... 380

Generalidades sobre el juicio de amparo ............................................................... 383Diferentes tipos de amparo: directo e indirecto .................................... 386El problema de la personalidad en el juicio .......................................... 388La violación de derechos sustantivos y adjetivos .................................. 391Sobre violaciones reparables e irreparables ........................................... 393La garantía de legalidad, fundamentación y motivación ...................... 400

Libro Cuarto

Fundamentación y motivación ............................................................................... 405La pertinencia del orden en el análisis de la fundamentacióny motivación .............................................................................................. 407

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XIIICurso de Derecho Constitucional

La cuestión de la competencia de autoridades ...................................... 409

El recurso de las “soluciones prácticas” ................................................. 411

Las violaciones por cumplimiento de ejecutoria y otras derivadas ..... 414La competencia (o incompetencia) de origen y ordinaria .................... 417

El requisito de legalidad del artículo 16 ................................................ 418

La legalidad en el procedimiento de cateo ............................................................ 423Cuestiones procedimentales en la inspección o visita domiciliaria ... 426

Señalamientos indispensables de la orden de inspección .................... 430

Sobre la inseguridad social y la inseguridad jurídica ............................ 433

Consideraciones sobre la pena de muerte ............................................. 435

Otros señalamientos del artículo 16 ...................................................................... 437

Reformas recientes a los artículos 25 y 26 ............................................................ 439Actividades exclusivas o monopólicas del Estado ................................. 444

La planeación del desarrollo nacional .................................................... 445

El artículo 17 y la garantía de seguridad ................................................ 450

El artículo 18 ............................................................................................. 451

Artículo 19 ................................................................................................ 452Casos en que se puede afectar la libertad .............................................. 453

La conformación del derecho de propiedad ........................................................... 455

El criterio positivista de la propiedad .................................................... 457Función social de la propiedad. La expropiación ................................. 459

La expropiación según criterios jurisdiccionales .................................. 462

El problema de la indemnización ........................................................... 463

Nacionalización y expropiación .............................................................. 464

El amparo, incidencias y aspectos de fondo .......................................................... 467

El sobreseimiento ..................................................................................... 468

El sobreseimiento en el amparo. Consecuencias .................................. 471

La Suprema Corte y el artículo 73 ......................................................... 474

Imperativo de agotar los recursos en el juicio ....................................... 476

La promoción de amparos sucesivos en términos del artículo 73 ....................... 479

El recurso de inconformidad ante el incumplimiento

de la ejecutoria .......................................................................................... 481

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XV

Presentación

La Colección Apuntes de las Clases Impartidas por IlustresJuristas del Siglo XX se amplía con esta obra, debida al

Ministro jubilado Carlos de Silva Nava. Se trata de otro esfuerzoconjunto de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Bene-mérita Universidad Autónoma de Puebla para exponer, como se reco-gieron en las aulas, diversas cátedras que facilitaron la formaciónde numerosos abogados.

Aunque el Ministro Carlos de Silva Nava es, sobre todo, recor-dado por las más de tres décadas en que laboró en el Poder Judicialde la Federación, ejerció la docencia durante 40 años, destacandoparticularmente en las Universidades Autónoma de Guadalajara yNacional Autónoma de México, así como en el entonces Instituto deEspecialización Judicial (ahora Instituto de la Judicatura Federal),cuando su director era el Ministro jubilado Arturo Serrano Robles,

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XVI Carlos de Silva Nava

quien ideó una forma para grabar las lecciones impartidas por los

profesores. La presente obra, titulada Curso de Derecho Constitucional,reúne el texto completo de todas las clases impartidas por el MinistroDe Silva en 1990, rescatado por el Lic. Leonardo Rodríguez Bastar,actualmente Magistrado del Tribunal Colegiado en Materias Admi-nistrativa y del Trabajo del Décimo Circuito, quien fue alumnode aquella generación y se dio a la tarea de extraer el texto íntegro delos conceptos expresados por el Ministro De Silva en sus cátedras.

A lo largo del libro se analizan cuestiones como el significadoy la supremacía de la Constitución Política de los Estados UnidosMexicanos, la división de poderes, las formas de Estado y de go-bierno, las garantías individuales y el juicio de amparo, todo expli-cado en forma sumamente didáctica. En estas páginas se evidenciala claridad con que el profesor exponía sus clases, así como susremisiones constantes no sólo a la doctrina, sino también al derechocomparado y la jurisprudencia de los Tribunales del Poder Judicialde la Federación. Si bien ciertas concepciones constitucionales ylegales han variado en virtud de reformas, el grueso del trabajosirve para adentrarse en el estudio de las partes dogmática y orgánicade nuestra Constitución, así como en el análisis del principal mediopara su defensa, es decir, el juicio de garantías.

Sin lugar a dudas, estos apuntes, dada su calidad, motivarán laatención de estudiosos del derecho, estudiantes y público en general.

Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia

Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nacióny del Consejo de la Judicatura Federal

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Prólogo

XVII

Los Apuntes de clase son el recuento de la experiencia

profesional armonizada con los intereses académicos del

profesor que las dicta. No se trata de trabajos formales, con rigor

teórico ni con marco bibliográfico, sino que representan un diá-

logo entre estudiantes y el profesor que reacciona a sus comen-

tarios e inquietudes. Su valor consiste en la espontaneidad de

cada sesión con que el profesor presenta sus ideas fundamentales y

resuelve casos prácticos, con una mayéutica bien lograda.

Este es el caso de los Apuntes del curso sobre Derecho Constitu-

cional que impartió el Ministro Carlos de Silva Nava en el antiguo

Instituto de Especialización Judicial, antecedente inmediato del Ins-

tituto de la Judicatura Federal.

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XVIII Carlos de Silva Nava

Su curso versó sobre las instituciones fundamentales del Derecho

Constitucional: supremacía de la Constitución, soberanía, división

de poderes, sistema federal y garantías individuales. En este curso

aborda la problemática fundamental en torno a dichas institu-

ciones con una perspectiva de su protección a través principalmente

del juicio de amparo; con esta metodología, el Ministro De Silva

aporta su inmensa experiencia y ofrece generosamente su opinión

personal en cada una de ellas.

Estos Apuntes son muestra de la labor académica del Minis-

tro De Silva, donde lejos de asumir una posición defensiva hacia las

resoluciones de la Suprema Corte de Justicia, en pleno ejercicio de

la libertad de cátedra, señala su disenso en algunos precedentes de la

justicia federal, al igual que su crítica hacia la técnica legislativa de

algunas leyes o las resoluciones administrativas en algunos casos.

Sus Apuntes comienzan con el acertado tema de los principios

constitucionales, ya que lejos de contener prescripciones norma-

tivas con el detalle y precisión que se espera de una ley, la Constitución

resguarda los principios fundamentales que animan al Estado demo-

crático de derecho en nuestro país. Sin embargo, la amplitud con que

se enuncian dichos principios puede conducir a la engañosa actitud

de tomarlos como parte de una retórica abstracta que no cuenta con

positividad ni vigencia. Todo lo contrario, los principios constitu-

cionales son disposiciones que han sido interpretados, sobre todo,

por los tribunales constitucionales del país.

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XIXCurso de Derecho Constitucional

Aborda posteriormente el profesor De Silva la percepción del

principio de división de poderes como una “distribución armónica

de funciones”, donde explica que este principio, desde su concepción,

no ha sido una separación absoluta de órganos y funciones, sino un

ejercicio incluyente de facultades legislativas, administrativas y ju-

risdiccionales imbricadas en todos y cada uno de los poderes de

gobierno. Lo anterior coincide con la exposición clásica del barón

de Montesquieu respecto de la separación de funciones, no de órga-

nos, ya que al describir el sistema parlamentario inglés en su obra no

parte de la base de poderes separados, como es común en el sistema

presidencial, sino de las diversas funciones que las comisiones respec-

tivas del Parlamento en Inglaterra desarrollaban armónicamente.

Al abordar las funciones diversas a su objetivo en cada poder,

el profesor De Silva expone problemas concretos respecto de estas

funciones, bien tratándose de las administrativas del Congreso, o

de las legislativas del Poder Ejecutivo, para concentrarse en las fun-

ciones administrativas, particularmente presupuestarias, del Poder

Judicial. Con respecto al presupuesto del Poder Judicial su inte-

resante clase versó sobre la dependencia de este poder respecto

de la aprobación de su presupuesto por parte del Congreso y su

tramitación respectiva por parte del Poder Ejecutivo; y al abordar

este tema se refiere específicamente a la necesidad de recortar el pre-

supuesto del Poder Judicial por motivos inflacionarios y de crisis

económica, lo cual generaría dudas sobre la vulnerabilidad de la

independencia de dicho poder. Recientemente el Poder Judicial

Federal ha sufrido uno de estos embates de la crisis económica y su

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XX Carlos de Silva Nava

presupuesto ha tenido que ser disminuido, pero voluntariamente por

el propio poder, lo cual recuerda el amparo Scarpati resuelto en 1993

por la Suprema Corte Argentina, en cuya tesis se lee lo siguiente:

Si se aplican en forma matemática los índices del costo de vida deberá

efectuarse una quita sobre los montos que resultan de tal proce-

dimiento, lo que ref lejaría de algún modo el deber de solidaridad

de los jueces y la necesidad de compartir con el respeto de la comu-

nidad, los embates de la inflación, pero sin que ello ponga en peligro

la independencia del poder judicial.

Uno de los temas más relevantes que el Ministro De Silva

trata en su clase es el de la competencia constitucional de faculta-

des legislativas. Obviamente la competencia en un sistema como el

mexicano está asociada a la forma federal de Estado, así como respec-

to a las reglas constitucionales por las que se otorgan facultades expre-

sas a la Federación y al Distrito Federal y a las facultades reservadas

a los Estados; no obstante, el autor expone con sencillez y claridad el

tema de la concurrencia competencial entre Estados y Federación,

optando por la propuesta de Felipe Tena Ramírez de llamarlas facul-

tades coincidentes.

Aunque los términos sean utilizados de maneras diversas, bien

coincidente o bien concurrente, estas facultades que exceptúan la

regla general del artículo 124 constitucional generan un cambio en

la jerarquía de las reglas que ordinariamente se observan en nuestro

país, ya que como lo ha expresado la Suprema Corte de Justicia en

su jurisprudencia, no existe una relación jerárquica entre las leyes

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XXICurso de Derecho Constitucional

federales y las leyes locales, porque su competencia no podría coin-

cidir con la distribución constitucional que de manera exclusiva se

otorga a la Federación y de manera reservada o implícita a los Esta-

dos. No obstante, en la competencia de una facultad concurrente la

Constitución le otorga al legislador federal la facultad para regular

las competencias entre la misma Federación y los Estados, por lo

que la ley federal resultante es la que fija las reglas de competencia

y contenidos a las leyes estatales y, por tanto, deben observar una

relación jerárquica entre ellas.

Los Apuntes del Ministro De Silva sugieren la conclusión de

que la denominada “federalización” implica una centralización

del Estado federal, ya que cada vez que se reforma la Constitu-

ción para asignar una nueva atribución al gobierno federal esta atri-

bución “desaparece” para la soberanía de los Estados, si utilizamos

la terminología de Mariano Otero en el Acta de Reformas de 1847.

Se analiza en el curso la problemática del denominado “Amparo

soberanía” y la precisión de que en cualquier caso el amparo es un

instrumento de tutela de derechos fundamentales que es común a

todos los ciudadanos del país, por lo que involucrar la soberanía

de los Estados no es ámbito propio de este juicio de garantías, sino

que si se trata de la autonomía de las entidades federativas se cuenta

con la controversia constitucional, la cual desde 1917 ha ido desa-

rrollándose. Al respecto el Ministro De Silva refiere el estado de

indefensión del municipio mexicano antes de la reforma de 1994,

ya que este ámbito de gobierno no contaba con ningún medio de

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XXII Carlos de Silva Nava

protección constitucional a su alcance, lo cual era grave, ya que el

municipio constituye la base del gobierno de las entidades federa-

tivas, sobre la cual se sustentan todas las demás facultades del Estado

mexicano. En esta discusión el Ministro De Silva analiza la respon-

sabilidad de los Estados para establecer en sus propias Constitu-

ciones mecanismos apropiados para la defensa de los intereses

municipales, sugiriendo de esta manera que no sólo la Federación

sino los Estados mismos deben implementar mecanismos de pro-

tección para estas instituciones.

El Ministro De Silva se refiere al tema de la supremacía cons-

titucional como facultad exclusiva de los tribunales federales para

ejercerla, ya que vería incongruente y anárquico que cualquier otra

autoridad pudiera aplicar su criterio de constitucionalidad para dejar

de implementar una ley. En este sentido, la declaración de inconsti-

tucionalidad de la ley emitida por el Poder Judicial Federal da certeza

a las demás autoridades en el control constitucional del país. Este

es un tema en el cual el autor de esta Presentación no comparte la

misma opinión, y se reserva para exponerla en otro trabajo.

En la explicación del artículo 133 constitucional el Ministro

De Silva se queja de la preeminencia que existe en nuestro país en

el control de la legalidad, olvidando que existe un control prefe-

rente de la constitucionalidad.

En materia de tratados internacionales, se explica en estos Apuntes

la diferencia entre tratados autoejecutables y tratados no autoeje-

cutables. Esta clasificación deriva de la jurisprudencia de los Estados

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XXIIICurso de Derecho Constitucional

Unidos y ha tenido, desde 1829, la práctica de asignar plena fuerza

a los tratados autoejecutables y de rechazar una implementación

directa a los no autoejecutables; requiriendo estos últimos la pro-

mulgación de una ley que los implemente, lo cual más que una

formalidad necesaria es de conveniencia política para que el Con-

greso de ese país pueda corregir o encauzar, de acuerdo a las políticas

nacionales, los principios internacionales contenidos en las conven-

ciones de esa naturaleza. El resultado práctico de esta diferenciación

ha sido que el derecho internacional humanitario en los Estados

Unidos se supedite, si es que ese país acepta un tratado de esa natu-

raleza, a la expedición de una ley que neutralice y limite el conte-

nido de derechos humanos. Un caso en concreto recientemente

debatido fue la polémica en torno a la Resolución Avena, dictada

por la Corte Internacional de Justicia en contra de los Estados Unidos.

Otro de los temas relevantes del curso es el de los límites al

Poder Reformador de la Constitución. Ante la enorme cantidad

de reformas que ha sufrido nuestra Carta Magna, el Ministro De

Silva concluye que debiera haber ciertos límites a la modificación

constitucional, pues el Poder Reformador podría extralimitarse y

trastocar los principios constitucionales que han sostenido al Estado

mexicano. Por lo anterior, los Apuntes suponen la existencia de un

núcleo de principios inmutables en los cuales no puede haber refor-

ma. De esta manera, el autor no está convencido de la procedencia

del amparo para combatir reformas constitucionales, debido a la

relatividad de las sentencias, pero sí considera que debiera existir

algún medio idóneo para cuestionar la congruencia de estas reformas

con el texto integral de la Constitución.

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XXIV Carlos de Silva Nava

Especial atención le merece al autor el tema de la facultad

reglamentaria del Ejecutivo, en particular aquella que no está cons-

titucionalmente vinculada con una ley que la regule, y entra al

análisis de los denominados reglamentos autónomos que a partir de

la reforma de 1999 al capítulo municipal han quedado sin vigencia,

ya que se impone a las Legislaturas la facultad para dictar bases, que

son verdaderas leyes, que regularán el contenido de los reglamentos

municipales.

Estos Apuntes explican con detenimiento los postulados de las

garantías individuales y sociales contenidas en la Constitución.

Aunque se muestre escéptico respecto de la existencia de garantías

sociales que sólo pueden aplicarse a un sector de la sociedad, su

argumentación resulta muy interesante para encontrar en toda “clase”

social los intereses de las individualidades que la configuran; por

lo que concluye que las garantías sociales no son más que las garan-

tías individuales previstas desde el siglo XIX.

Esta concepción lleva al autor a cuestionar dónde está la

garantía individual cuando se prescribe en la Constitución la protec-

ción de la familia, en el artículo 4o., por lo que sugiere que se des-

linden de la Constitución aspiraciones programáticas que no pueden

ser, por el momento, atendidas de manera judicial.

Posteriormente, los Apuntes revisan las garantías contenidas en

el artículo 3o. constitucional para concluir que la prohibición de

cualquier tipo de enseñanza religiosa en las escuelas públicas debiera

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XXVCurso de Derecho Constitucional

extenderse a la enseñanza dogmática, como por ejemplo el marxismo.

En estas ideas el lector encontrará útil recordar el debate que en

los años treinta del siglo pasado protagonizaron Antonio Caso y

Vicente Lombardo Toledano, manifestando el primero que la edu-

cación socialista como método obligatorio en las universidades

públicas atentaba contra la libertad de cátedra y contra la auto-

nomía de las universidades, instituciones que no se consagraron sino

hasta 1980 en el mencionado precepto constitucional.

Igualmente interesante resulta la explicación del fuero militar

contenido en el artículo 13 constitucional que hace el Ministro

De Silva. Partiendo del supuesto que “fuero” no representa privi-

legio, parece que el autor se afilia a que sea la justicia ordinaria la

que conozca de infracciones a la ley penal de los militares, sobre todo

cuando involucran a civiles en el ilícito. Actualmente la pena de

muerte ha sido abolida en todos los ámbitos, incluyendo al militar,

por reforma constitucional del 2005.

Considera además que el derecho a la información sólo es

exigible frente al Estado y no frente a particulares; no obstante,

esta afirmación podría ser acotada por el hecho de que los tribunales

recientemente han venido ampliando el derecho a la información a

entidades de interés público, que sin ser Estado, su opacidad puede

provocar afectación de esta garantía individual. Al respecto el autor

llega a la conclusión de que en materia política el acceso a la informa-

ción no se encuentra tutelado por el juicio de amparo. Sus palabras

deben ser complementadas con los nuevos medios de impugnación

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XXVI Carlos de Silva Nava

que protegen los derechos políticos del ciudadano y que son enta-

blados ante los tribunales electorales del país. Sin embargo, este desa-

rrollo judicial no estaba vigente en el momento del curso cuyos

apuntes comentamos.

Particularmente importante resulta la jurisprudencia 36/2002

de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la

Federación, cuyo rubro establece lo siguiente:

JUICIO PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES DEL

CIUDADANO. PROCEDE CUANDO SE ADUZCAN VIOLACIONES A DIVERSOS

DERECHOS FUNDAMENTALES VINCULADOS CON LOS DERECHOS DE VOTAR,

SER VOTADO, DE ASOCIACIÓN Y DE AFILIACIÓN.

De la misma manera es pertinente la jurisprudencia 58/2002 de

la misma Sala Superior cuyo rubro es:

DERECHO A LA INFORMACIÓN EN MATERIA POLÍTICO-ELECTORAL. ALCANCES

JURÍDICOS DE LA PRERROGATIVA DE LOS CIUDADANOS PARA CONOCER

DATOS QUE OBREN EN LOS REGISTROS PÚBLICOS RELATIVOS A LOS PARTIDOS

POLÍTICOS.

De lo anterior se sigue que contar con la información adecuada

sobre partidos políticos ha sido considerada indispensable por los

tribunales electorales para todos los ciudadanos en general y, en

particular, para los militantes de los partidos políticos, ya que tal

información es base para un cabal y responsable ejercicio de otros

derechos políticos fundamentales.

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XXVIICurso de Derecho Constitucional

En otro orden de ideas, es relevante señalar que cuando el

Ministro De Silva aborda la cuestión del “breve término”, en el

que la autoridad debe atender la petición formulada por alguna

persona en ejercicio del derecho establecido en el artículo 8o. consti-

tucional, habrá que tomar en cuenta para confirmar sus opiniones

la tesis relevante VIII/2007 de la Sala Superior del Tribunal

Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyo rubro determina

lo siguiente:

BREVE TÉRMINO. EN EL EJERCICIO DEL DERECHO DE PETICIÓN EN MATERIA ELEC-

TORAL, ESTA EXPRESIÓN DEBE ADQUIRIR UNA CONNOTACIÓN ESPECÍFICA EN

CADA CASO.

Continuando con el mismo tema, el autor afirma que tan impor-

tante es dar contestación al peticionario como darle a conocer dicha

respuesta, de forma tal que en el caso práctico es importante pre-

cisar si la violación estriba en no haber respondido o no haber hecho

del conocimiento del ciudadano la respuesta requerida.

Más adelante el autor expone el problema de la retroactividad

de las leyes, manifestando que tanto la Suprema Corte como los

tribunales administrativos han concluido que dicha situación debe

contemplar la presencia de derechos adquiridos, por lo que el lector

encontrará en estos Apuntes una explicación del alcance de dichos

derechos.

Las ideas del Ministro De Silva respecto de la constitucio-

nalidad de la facultad económico-coactiva del Estado recuerdan

la tesis de Ignacio L. Vallarta, quien defendió dicha facultad como

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XXVIII Carlos de Silva Nava

necesaria para la subsistencia económica del propio Estado frente

a la omisión en el pago de contribuciones por parte de los ciudadanos.

Por todo lo anterior, el lector de estos Apuntes descubrirá

las opiniones de un experimentado juzgador federal que en el aula

explicó de manera sencilla conceptos de gran complejidad, lo cual

hace de esta obra un libro meritorio no sólo educativamente, sino

también crítico de la práctica forense en torno a la Norma Funda-

mental del país.

Dr. Manuel González Oropeza

Magistrado de la Sala Superior del Tribunal Electoraldel Poder Judicial de la Federación

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XXIX

Impresiones personales acerca de

don Carlos de Silva Nava

Y a en otras ocasiones he tenido la oportunidad de dar,

como quería Berlín, mis impresiones personales acerca de

don Carlos de Silva. He contado cómo y cuándo lo conocí, de qué

manera fuimos construyendo una amistad que tengo por muy buena,

las razones de mi admiración profesional y los motivos de mi enorme

gratitud hacia él. Por ello, cuando mi también querido amigo Jesús

Gudiño me pidió escribir estas impresiones, me pregunté qué me

quedaba por decir de don Carlos. Primeramente pensé en declinar

el ofrecimiento, pues creí que ya lo había dicho todo. Luego pensé,

desde un punto de vista puramente subjetivo, que esa decisión no

era correcta ni para don Carlos ni para Jesús Gudiño ni, por ello,

lo podía ser para mí mismo. Animado por lo que estimé un com-

promiso, medité sobre lo que no había dicho públicamente acerca de

don Carlos. Encontré un asunto que me es muy cercano y con el

que doy contenido a este homenaje.

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XXX Carlos de Silva Nava

Al escuchar por vez primera a don Carlos, hace ya muchos años,

en una charla dada en el Ayuntamiento de Colima, me impresionó

su orden lógico, la pulcritud en el uso del lenguaje, el rigor en el

manejo de los conceptos jurídicos. Esa primera impresión fue con-

firmada en las sucesivas y cada vez más frecuentes ocasiones en que

tuve la oportunidad de escucharlo, fuere como conferencista, Minis-

tro, profesor o comensal. De esta experiencia continuada ya escribí

y no quiero repetirme. Sin embargo, al pensar cómo contribuir a

este homenaje, fui más allá de este buen decir, de este riguroso pro-

ceder verbal, para tratar de averiguar algo más interesante y más

complejo: ¿cuál es la relación entre la forma de hablar y de ser de

don Carlos? La pregunta que me hice no era puramente especu-

lativa u ociosa, como si me hubiera preguntado cuál era la relación

entre la forma de hablar y los gustos gastronómicos de una persona.

La pregunta cobra relieve si al tiempo que se escuchan las pala-

bras públicas o privadas de don Carlos, se observa el modo en que

se pronuncia o, si se quiere, las conductas no verbales del hablante.

Lo que resulta de esa doble visión, es la impresión de plena

concordancia entre lo que se dice y el modo de ser de quien lo

dice. A la palabra sabia, escueta, precisa, corresponde un actuar igual-

mente sabio, acotado. Al hablar, hay una economía de las palabras

que pareciera provenir de una concepción del lenguaje, por lo que

sólo debe decirse lo indispensable, pues así, tal vez, se evite cometer

errores o, tal vez mejor, porque no es necesario para expresar la idea

que se quiere transmitir.

A esta economía de las palabras corresponde también, me

parece, una economía de las conductas generales y, por supuesto,

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XXXICurso de Derecho Constitucional

de aquellas que ejecuta don Carlos al momento de hablar. Don

Carlos habla despacio, no gesticula, no actúa sus palabras, no im-

posta la voz. Su actitud es diversa: lo que le interesa es la idea que, por

lo mismo, debe expresarse de manera directa, clara y precisa, sin

tratar de cubrirla, de adicionarle elementos retóricos o subterfugios

que conduzcan a aceptarlo por sus condiciones de pronunciamiento

y no por su valor argumentativo.

Esta forma de hablar y comportarse, al hacerlo, puede exten-

derse a otros ámbitos de su vida. Don Carlos camina despacio, se

mueve de igual manera, guarda largos silencios, evita una gran canti-

dad de conflictos aun cuando nunca rehúye una polémica, no hace

lo que no le gusta o importa, es parco en los elogios, no da consejo

a quien no lo pide, respeta profundamente la vida de cada cual y exige

pleno respeto a la suya, no hace amigos con facilidad pero conserva

los que adquiere, es generoso con quienes puede.

Creo que con su manera de hablar, don Carlos pone de mani-

fiesto su ética. En la vida, como en la palabra, se debe ser sabio, se

tiene que hacer lo necesario y, al hacerlo, no debe buscarse admira-

ción o reconocimiento. Como con las ideas expresadas en palabras,

las conductas deben ser directas y apreciadas por su propio valor. Por

ello, realizarlas porque se deben realizar, responder a lo que se pre-

gunta, no entrometerse ahí donde no ha sido llamado, es parte de

lo mismo.

La forma de ser de don Carlos y la forma de hablar de don

Carlos son, al final, la misma cosa. Puede resultar molesta para

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XXXII Carlos de Silva Nava

muchos, pues no estamos acostumbrados a aceptar que la gente

diga lo que piensa y actúe como le parezca. Si no existe ningún tipo de

grosería en la forma de ser o hablar, ¿por qué razón produce moles-

tia? Porque hay una congruencia entre lo que se dice y se actúa,

sustentada en una sólida concepción ética del deber.

Al finalizar mi contribución a este homenaje, me doy cuenta

que sí había cosas que decir. Si vuelvo a la conferencia en el Ayun-

tamiento de Colima, cuando yo estudiaba derecho, ahora entiendo

las causas de la admiración que, desde entonces, guardo a don Carlos:

su congruencia, su serenidad, su compromiso, su sobriedad. Su pala-

bra es el medio que me ha permitido conocerlo así y es por ello que

la publicación de estos apuntes de clase, evidentemente hablados,

es un medio para quien atiende al discurso en su conjunto y no

sólo, aun cuando ello es lo central, al concepto, a la explicación del

derecho. Tal vez esta posibilidad de lectura está condicionada por

el afecto y la gratitud. Si ello es así y, por lo mismo, la experiencia de

lectura de lo que doy cuenta está reservada a ciertas personas, me

quedo con la satisfacción de haberlo hecho desde mi afecto y mi gra-

titud a don Carlos. En todo caso, es un testimonio de quien desde

hace más de 25 años, escuchó a un conferencista, quedó impresio-

nado y buscó su consejo y amistad para enriquecer la vida propia.

José Ramón Cossío Díaz

Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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El recuerdo como testimonio

XXXIII

No voy a comentar los apuntes que hoy publica la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, del curso de

derecho constitucional que impartió el Ministro De Silva Nava en

el Instituto de Especialización del Poder Judicial de la Federación

(hoy Instituto de la Judicatura), compilados bajo la coordinación de

Leonardo Rodríguez Bastar, entonces Juez Segundo de Distrito en

el Estado de Veracruz. Tengo entendido que esta encomienda ya le

fue asignada a un destacado académico. Me constreñiré a dar un

testimonio sobre el autor de los apuntes, a destacar sus aspectos pro-

fesionales y humanos.

Conocí a Carlos de Silva Nava, Don Carlos, como suelo lla-

marlo, en septiembre de 1964. ¿Por qué recuerdo la fecha con tanta

precisión a más de cuarenta y cinco años de distancia? Por una sen-

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XXXIV Carlos de Silva Nava

cilla razón que nada tiene que ver con habilidades nemotécnicas,

de las que carezco por completo; la recuerdo porque en el mes de

septiembre se iniciaban los cursos escolares en el entonces calen-

dario “B”, y fue precisamente en el ciclo 1964-1965 cuando cursé,

en el segundo año de la carrera de derecho en la Escuela de Derecho

y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Guadalajara,

la materia de Teoría General del Estado que impartió a mi grupo

un joven y erudito profesor, apenas dos años mayor que yo: Car-

los de Silva Nava. Ahí se inició una amistad que ha resistido la

prueba del tiempo.

Aquel curso se encontraba centrado, según vagamente recuerdo,

en la crisis del Estado moderno y, en particular, de la democracia.

Hoy me parece que el curso giraba en torno a las ideas del jurista

alemán Carl Schmitt, sin poderlo asegurar porque no recuerdo el

desarrollo particular del discurso y porque con el paso del tiempo

los viejos recuerdos se desdibujan y se vuelven cada vez más impre-

cisos, más borrosos.

Este curso fue teórico en un doble sentido, por el carácter

especulativo propio de la materia y, en cuanto al enfoque particular

que se le imprimió: “la crisis del Estado democrático”, por su des-

vinculación de nuestra realidad de entonces, pues para los mexi-

canos de clase media de los años sesenta los conceptos de crisis y de

democracia eran conceptos teóricos, meras referencias conceptuales.

Mi generación no había vivido hasta entonces la democracia; no

nos imaginábamos, al menos hablo por mí, cómo un concepto tan

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XXXVCurso de Derecho Constitucional

salutífero podía entrar en crisis, tampoco habíamos vivido la crisis

en ninguna de sus manifestaciones; eran los años en que se hablaba

con orgullo del “milagro mexicano” y del llamado “desarrollo esta-

bilizador”. Cuando los jóvenes clasemedieros de aquella época

llegamos a la universidad, veíamos el futuro con optimismo; creíamos

que salir de la universidad con calificaciones decorosas y después

trabajar con ahínco en el área de la profesión que hubiésemos

escogido era suficiente para alcanzar un relativo éxito profesional

que, en un lapso más o menos breve, nos permitiera satisfacer nuestras

necesidades económicas y, en su caso, formar una nueva familia, lo

cual colmaba nuestras expectativas de manera casi total. Ni siquiera

veíamos como obstáculo el hecho de no pertenecer a una familia

donde hubiera abogados o profesionales de cualquier tipo, como era

mi caso. Hubiera sido un buen auxilio para el despegue contar con

ese apoyo familiar, pero carecer de él no era algo que no pudiera solu-

cionarse con el esfuerzo personal. Así percibo hoy en día aquella época.

Pero ¿a qué viene todo esto? Es para destacar un hecho que me

sorprende más hoy que antes. No obstante lo limitado y pragmá-

tico de nuestros intereses profesionales y humanos, sumado a la

aridez de la materia, la exposición de la clase despertaba un gran

interés, más aún, diría entusiasmo, por la forma como el profesor

abordaba los problemas y el tipo de argumentación que empleaba.

Fue, sin lugar a dudas, uno de los cursos más amenos que he teni-

do, no el único pero sí uno de ellos. Carlos de Silva se reveló como

un gran polemista que, además, promovía el debate, lo incitaba;

me parece que le gustaba que lo contradijeran para poder dar su

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XXXVI Carlos de Silva Nava

respuesta siempre ingeniosa, aguda, a veces mordaz. Carlos de Silva,

desde esa época y después como Juez, Magistrado y Ministro, no suele

molestarse porque se contradiga su punto de vista. Disfruta polemizar.

Sin embargo, justo es reconocerlo, tampoco ha sido partidario de

los rodeos, de las falsas cortesías: siempre ha dicho lo que piensa y

tal como lo piensa, con lo cual en muchas ocasiones sus interlo-

cutores no hemos salido bien librados.

La materia de Teoría General del Estado se impartía tres veces

a la semana, probablemente lunes, miércoles y viernes; era la última

clase de la tarde, no recuerdo si de 6 a 7 o de 7 a 8. En las prime-

ras clases dos o tres compañeros invitamos a Carlos de Silva al “Café

Azteca”, una cafetería que se encontraba sobre Av. Chapultepec,

entre López Cotilla y Av. La Paz, a tres cuadras de la Escuela de

Derecho, que entonces se localizaba en la esquina de Av. Vallarta y

Marsella, en una vieja casona que había sido sede del Club de

Leones. En breve la reunión en el “Café Azteca” cada tercer día

constituyó una rutina muy agradable. Ahí discutíamos no sólo los

temas de clase, sino muchos otros, casi siempre jurídicos, pero tam-

bién políticos y sociales. Nos sorprendía el carácter enciclopédico

de los conocimientos de Carlos de Silva. Los contertulios no éramos

muchos, a veces tres, otras dos, y las reuniones, de las que no re-

cuerdo haberme perdido una sola, se prolongaban hasta alrededor

de las diez de la noche.

Creo recordar que en ese tiempo Carlos de Silva se desem-

peñaba como meritorio de un tribunal unitario o colegiado, por lo

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XXXVIICurso de Derecho Constitucional

que buena parte del tiempo de los cafés la dedicaba a explicarnos

algunos casos que le había tocado estudiar. Mucho aprendí de esas

tertulias y, muy probablemente, ahí se despertó mi vocación judi-

cial, pues al curso siguiente ingresé como meritorio al tribunal cole-

giado, estancia que fue breve pero intensa.

En aquella época Carlos de Silva contaba con 23 años (nació el

29 de mayo de 1941) y aún no se había titulado (23 de agosto de

1965). El curso de Teoría General del Estado nos lo impartió como

adjunto de un profesor que para bien del grupo nunca se presentó,

ni lo conocimos.

En tercer año de la carrera, curso 1965- 1966, le impartió a mi

grupo (había dos terceros) la materia de Teoría General de las

Obligaciones, tomando como base un resumen del libro de Manuel

Borja Soriano con comentarios al Código Civil del Estado de Jalis-

co, muy bien realizado, que había elaborado el licenciado Alberto

Gariby Harper, quien impartía la materia en el otro grupo. La clase

fue magnífica; la claridad y precisión de los conceptos, su amenidad,

su disposición a contestar cualquier pregunta, la seguridad de sus

respuestas, daban la sensación de un dominio total de la materia.

También en este curso la clase que impartía era la última de

la tarde. Para entonces las reuniones en el “Café Azteca”, tres veces

a la semana, ya se habían institucionalizado y duraron todo el curso

escolar.

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XXXVIII Carlos de Silva Nava

En noviembre de 1966 tuve que trasladarme a la Ciudad de

México a continuar mis estudios. Perdí contacto con Carlos de Silva

durante aproximadamente dos años, mas lo retomé cuando fue Secre-

tario de Estudio y Cuenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Durante esta época las entrevistas eran muy esporádicas. Se hicieron

más frecuentes a partir de que lo designaron Juez Segundo de Dis-

trito en Materia Administrativa en el Distrito Federal.

Carlos de Silva siempre fue un Juez valiente y decidido, más

preocupado en cuidar la función que el puesto. En la semblanza

que publicó la Suprema Corte se da cuenta a detalle de varias anéc-

dotas que hablan de su temperamento independiente y valiente.

Recuerdo que cuando estaba en su mayor esplendor el escándalo

con motivo de la suspensión provisional que concedió del decreto

expropiatorio de 100,000 hectáreas de tierra de cultivo en el es-

tado de Sonora, ante furibundos ataques de los actores afectados y

de importantes personajes de la política (es preciso recordar que eran

los tiempos del presidencialismo a ultranza), Carlos de Silva mostró

una gran serenidad, más meritoria si consideramos que por esa

fecha se vencía el término para su ratificación como Juez de Dis-

trito. A tal grado habían llegado las presiones de carácter político

que asumía con naturalidad la posibilidad de no ser ratificado.

No había en su voz ni en su expresión el menor rastro de temor, de

angustia o de resentimiento. Su actitud seguía siendo, como siempre,

pausada y tranquila. Para fortuna de todos, Carlos de Silva fue ratifi-

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XXXIXCurso de Derecho Constitucional

cado, lo cual es una muestra de la independencia de la Suprema

Corte, que en esa época era la depositaria de las atribuciones que

hoy corresponden al Consejo de la Judicatura Federal.

Más tarde, Carlos de Silva fue designado Magistrado de Cir-

cuito y luego de varios años, Ministro de la Suprema Corte.

Algo que caracteriza al Ministro de Silva es que su personalidad

no se transforma con sus constantes ascensos; sigue conservando la

misma actitud sencilla y franca. Un amigo leal dispuesto siempre a

ayudar, con quien se puede discutir de manera abierta y directa cual-

quier tema, sobre todo los relacionados con el juicio de amparo

y el Poder Judicial de la Federación.

El Ministro Carlos de Silva es, como ya lo apunté antes, un

ameno conversador y aguerrido polemista; como tal tiene la vir-

tud de convertir cualquier desayuno, comida, cena o modesto café

en mesas redondas donde se discuten con pasión, pero siempre con

respeto, temas jurídicos de la mayor trascendencia, sean de amparo,

del Poder Judicial o de cualquier rama jurídica cuyo tema a discutir

alguno de los comensales hubiese tocado. Aún hoy, a quince años

de su retiro, Jueces, Magistrados y algunos Ministros, con la fre-

cuencia que lo permiten nuestras agendas, seguimos promoviendo

esas mesas de debate, auténticos banquetes intelectuales, en que se

convierte cualquier desayuno o comida a la que él asiste.

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XL Carlos de Silva Nava

Al rescatar del desván del olvido viejos recuerdos, a pesar

de la erosión que el tiempo les ha infligido, pretendo dejar un

testimonio como reconocimiento personal al maestro, al Juez y

al amigo.

José de Jesús Gudiño Pelayo

Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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Testimonio de la

Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos

XLI

Me parece muy plausible la decisión del señor

Ministro José de Jesús Gudiño Pelayo de publicar

los Apuntes de derecho constitucional, de la cátedra impartida por el

Señor Ministro Carlos de Silva Nava en la década de los ochenta y

principios de los noventa, en el entonces Instituto de Especializa-

ción Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que en

versión estenográfica fueron rescatados con el objeto de rendir

merecido homenaje a un destacado jurista que, como Don Carlos

de Silva, ha contribuido de manera importante a la conformación de

nuestro sistema jurídico.

Mi modesta y pequeña colaboración no pretende, en modo

alguno, compararse con la erudita pluma de quienes han prolo-

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XLII Carlos de Silva Nava

gado y rendido testimonio de esta obra, sino ser un simple testimo-

nio del respeto, cariño y admiración que siempre he profesado por

Don Carlos de Silva.

Respeto, cariño y admiración, sentimientos que brotan de

manera espontánea cuando la vida nos da la oportunidad de cono-

cer y tratar a personajes de la estatura de Don Carlos de Silva, a quien

tuve la fortuna de conocer desde los albores de mi carrera judicial,

y a quien le debo gran parte de mi formación profesional.

Aun con el temor de ser reiterativa, no quisiera dejar de men-

cionar algunos conceptos de la personalidad de Don Carlos, los

cuales pretendí imprimir en las sencillas palabras que expresé al pre-

sentar en la serie de Semblanzas de la vida de los Ministros de la Suprema

Corte de Justicia de la Nación, la correspondiente a su persona:

Dijo don Mariano Azuela Rivera:

‘De tarde en tarde, surgen en el panorama amplio y disímbolo de la

historia, hombres de calidad excepcional. Espíritus profundamente

sensitivos, se elevan con supremo desinterés sobre la temporalidad

de sus vidas y recogen las aspiraciones más profundas de sus pueblos,

las depuran, las ennoblecen, les dan forma y las tornan mensaje creador

de civilización y cultura.’

El señor Ministro Carlos de Silva Nava es sin lugar a dudas

una de las mentes más brillantes de la justicia mexicana contem-

poránea. Una de esas mentes que sobrepasan las barreras del tiempo

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XLIIICurso de Derecho Constitucional

y del espacio. Conocedor del derecho como pocos, producto de cono-

cimiento y experiencia acumulados a lo largo de una destacada carrera

judicial y de un coeficiente intelectual fuera de serie.

El señor Ministro de Silva nace de una familia ilustre en amor

y valores. Sus padres, Don Alfonso de Silva y Doña Consuelo Nava,

plantaron el árbol de su familia en un ambiente limpio, en tierra

fértil y productiva que permitió el desarrollo sano y vigoroso de sus

tres hijos: Alfonso, Consuelo y Carlos.

Don Carlos, dotado desde la primera hora de inteligencia

extraordinaria; mentalmente maduro desde la infancia; creció ins-

pirado en este entorno de afecto y responsabilidad, cuyo resultado

ha sido un ser humano inmensamente generoso en sus curiosida-

des y en su ansia delirante por compartirlas; hombre recto y bueno

como pocos; cerebro perfectamente estructurado, sin deformación

alguna; corazón cabal que posee la prenda superior de desenten-

derse de sus propias excelencias; caballerosidad a toda prueba, bajo

el impasible manto de la persuasión sencilla y racional.

Vio la luz primera en la colonia Roma sur de esta capital. Los

primeros años de su niñez los pasaría en la ciudad de Guanajuato,

en donde su padre fue nombrado Procurador de Justicia, por el go-

bernador del Estado, Don Nicéforo Guerrero. Regresó a la Ciudad

de México, cuando Don Alfonso fue designado Magistrado de Cir-

cuito adscrito a la ciudad tapatía de Guadalajara, en donde Don

Carlos pasaría su juventud y más tarde realizaría sus estudios pro-

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XLIV Carlos de Silva Nava

fesionales en la Universidad Autónoma de Guadalajara; en ella se

recibió con la tesis titulada: El ámbito temporal de validez de la jurispru-

dencia obligatoria.

Estos años iniciales de juventud que pasara en el Estado de

Jalisco marcaron sensiblemente el alma y el ánimo de Don Carlos

y quedaron permanentes en su corazón, aprecio que demostró en

las palabras que pronunciara en la ceremonia de instalación del Se-

gundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, con residen-

cia en Guadalajara, cuando señaló:

…quiero dar las gracias a este Estado al que tanto quiero y tanto

debo, en el que transcurrieron felices y llenos de ilusión mis años

juveniles… ¡Y que decir del centro de Guadalajara, capital, síntesis

del Estado, en la que se respira una romántica y excitante atmós-

fera que es extraña mezcla de tradición, fe, cultura, arte, progreso,

trabajo y pujante desarrollo! Pero así como Guadalajara es síntesis

de Jalisco, éste lo es de la patria. Dentro y fuera del país, Jalisco es lo

más representativo del espíritu de la mexicanidad.

Y cómo no iba a querer Don Carlos a esta ciudad, si su princi-

pal afecto surge en ella. A sus 23 años conoce a Doña Adriana Maga-

llanes Medina, una hermosa joven que entonces contaba con 16

años de edad, de la que se enamora profundamente y con quien

tres años más tarde contraería matrimonio.

Don Carlos y Doña Adriana formaron un sólido vínculo basado

en el amor y la comprensión. Don Carlos siempre manifestó: “La

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XLVCurso de Derecho Constitucional

mujer que un hombre busca para esposa es y será siempre la única

en su vida, es la que ha elegido para compañera, para madre de sus

hijos”.

En cuatro décadas de matrimonio procrearon a Carlos, Adriana,

Beatriz y Agustín. Cuatro hijos plenamente realizados personal y profe-

sionalmente, que les han brindado la tierna satisfacción de disfrutar

ahora de sus nietos.

Una faceta importante de su vida profesional ha sido la docen-

cia. Es el maestro de corte socrático que encuentra en el diálogo

y la conversación la manera perfecta de transmitir su vasto cono-

cimiento, sin inculcar otra filosofía que la probidad mental, el desa-

rrollo lógico, el apego al estudio, la verdad, la ética; despojado de

frases alambicadas y argumentos superfluos; siempre dispuesto a

renunciar a exterioridades ociosas; con el ejemplo justo a flor de

labio, haciendo sencillo y comprensible el problema más complejo.

Como dice el pensador regiomontano: “peregrino del justo saber y

del justo pensar”.

Tuve el privilegio de ser su alumna en el Instituto de Especia-

lización Judicial, en el módulo de Juicio de Amparo en Materia Adminis-

trativa. Conservo el recuerdo de su erudita y amena cátedra: su maestría

de palabra viene de cierta depuración de las ideas y tiene por carac-

teres dominantes: el conocimiento profundo, la claridad, la brevedad

y la sencillez para transmitir el problema jurídico más intrincado;

del maestro generoso al punto de no desconcertarse nunca con las

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XLVI Carlos de Silva Nava

participaciones inocuas y siempre capaz de buscar la manera de

encauzarlas o absolver a su impertinente interlocutor con su enorme

paciencia.

En la cátedra, en la conferencia, en la tertulia, en el pequeño

recorrido de su oficina al salón de sesiones, Don Carlos, con esa

inteligencia superdotada, estaba presto a deslindar lo cierto de lo

dudoso, de hacer accesible lo difícil, de transformar la aridez en

amenidad. El derecho, la historia, la literatura, las ciencias exactas

e inexactas nunca han tenido secretos para él. Su conversación siem-

pre ha sido archivo abierto para recorrer su vasto conocimiento,

que sin reserva alguna está presto a ofrecer a quien lo consulte; su

diálogo hipnotizante es capaz de transportar mentalmente a su inter-

locutor a cualquier tiempo o espacio.

El Ministro de Silva, inspirado por el ejemplo de su padre,

Don Alfonso de Silva, en 1965 inicia su carrera judicial, como oficial

judicial en el Segundo Tribunal Colegiado del entonces Cuarto

Circuito, con sede en Guadalajara, Jalisco. Una ruta de ascenso lo

llevaría a ocupar diferentes cargos en los tribunales jaliscienses,

donde descubriría su vocación por la función jurisdiccional.

En su discurso de toma de posesión como Ministro de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación, al respecto señaló:

En mi caso, la inclinación por la judicatura, mi vocación no sólo es

producto del estudio del derecho y de las oportunidades que me

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XLVIICurso de Derecho Constitucional

deparó el destino en el ejercicio profesional. La vida me concedió

la inmensa fortuna de contar con un padre que ha sido y es constante

ejemplo de hombre de bien, como jurista y como funcionario judi-

cial. Entre mis primeros recuerdos de infancia, destaca aquel en

que vuelvo a ver su figura seria e impasible, en actitud de profunda

meditación, frente a un cuaderno de actuaciones. Desde entonces

supe de austeridad, de prudencia, de rectitud, de amor por el estu-

dio y de entrega absoluta al cumplimiento del deber. Con su ejemplo

pude llegar a comprender que la única pasión que puede permitirse

a un juzgador, es la que siente por la justicia. Mas no pasión incon-

trolada, sino regida y completada por el ejercicio de la virtud, por

el estudio, por la imparcialidad, por la vocación de servicio…

Sabía bien Don Carlos que, el servicio a la justicia, a la que elige

en su juventud entregar su obra y su capacidad, es para quienes escogen

como misión impartirla: permanente exigencia de toda honestidad,

lejanía de provechos económicos y exención de ventaja social, liber-

tad de mente y limpieza de pasiones, de prejuicios, de rutinas, con

el único y gran premio interno de ser parte de la labor sin igual de

proporcionar una verdadera justicia, fundamento de todo progreso,

necesidad esencial del pueblo, principio de convivencia universal.

Animado en estos principios, logra un destacado desempeño

basado en su esencia nata de juzgador objetivo, equilibrado, analí-

tico, incorruptible, imparcial, que lo llevan a ocupar, en 1968, el

cargo de Secretario de Estudio y Cuenta en la Suprema Corte

de Justicia de la Nación, en la Ponencia del ilustre Ministro Don

Jorge Iñárritu.

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XLVIII Carlos de Silva Nava

Su dedicación, empeño y magnífico criterio jurídico hicieron que

pronto ganara la estimación y el afecto de este Ministro que siempre

tuvo fama de ser sumamente exigente, estricto y conocedor.

No menos trascendentes fueron las enseñanzas de servidores

públicos que contribuyeron a forjar la sólida imagen del Poder Judi-

cial Federal y que compartieron con el joven Secretario de Estudio y

Cuenta experiencias, conocimientos y una sincera amistad. Evoco con

respeto y admiración a quienes Don Carlos recuerda con alta esti-

mación y gratitud ejemplar. A Don Luis Bazdresch, a Don Alfonso

Abitia Arzapalo, a Don Carlos del Río Rodríguez y, desde luego, al

maestro ejemplar, Don Jorge Iñárritu y Ramírez de Aguilar.

En esa época las condiciones de trabajo para los Secretarios

de Estudio y Cuenta eran restringidas. Por esta situación, los jóvenes

Secretarios tomaron la decisión de integrar un Colegio. Decisión

que no fue bien recibida por los señores Ministros, pues consi-

deraron que se trataba de un movimiento subversivo, a tal grado

que les fue negado, incluso, un salón para leer su acta constitutiva.

Por esa circunstancia, en un acto de valentía se reunieron en el esta-

cionamiento del Máximo Tribunal y formalizaron su asociación.

Don Mariano Azuela Güitrón fue el primer presidente del

Colegio. Don Carlos de Silva lo sucedió. Fueron miembros funda-

dores, entre otros, Doña Fausta Moreno Flores de Corona, Don Anto-

nio Llanos Duarte, Don José Joaquín Herrera, Don Joel González

Jiménez.

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XLIXCurso de Derecho Constitucional

El reconocimiento a su dedicada entrega, su alta calidad pro-

fesional y su rectitud de acero, permitieron que poco tiempo después

el Pleno de la Suprema Corte lo nombrara Juez de Distrito. Su pri-

mera adscripción fue el Juzgado Tercero de Distrito en Nuevo Laredo,

Tamaulipas.

En un lugar fronterizo como éste, ya desde entonces se pre-

sentaban casos difíciles en materia de narcotráfico, que el Juez

De Silva supo resolver con gran acierto, sin importar el riesgo

que su recta actuación podía acarrear en su persona.

La crónica nos ofrece estampas que se quedan para siempre

en la imaginación y explican más que muchos discursos. Basta

recordar, como muestra de su valentía, aquel caso cuyo expediente

actualmente se encuentra en el Archivo Histórico General en Ciudad

Victoria, Tamaulipas, que elocuentemente relata el Magistrado Pa-

sarín de Luna:

En el año de 1972, Fermín Reyes Martínez presentó ante el

joven Juez Carlos de Silva, titular del referido Juzgado Tercero de

Distrito en Nuevo Laredo, una demanda de amparo por compa-

recencia con motivo de la detención de un conocido delincuente de

la familia Reyes Pruneda. Entre otras autoridades responsables

señaló al General encargado de la plaza militar, a quien le reclamó

la privación ilegal de la libertad y actos prohibidos por el artículo

22 de la Constitución Federal.

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L Carlos de Silva Nava

El Juez De Silva ordenó a su actuario que se constituyera en el

domicilio de las responsables para requerir del quejoso la ratificación

de la demanda de amparo y, para que notificara a las autoridades

sobre la suspensión de los actos reclamados. Ante la imposibilidad

para llevar a cabo su encargo, el actuario dejó los oficios en la reja

de entrada, a pesar de la orden de los militares para que los recogiera.

El abogado defensor había ofrecido la prueba de inspección

judicial. Entonces el Juez De Silva, con el acta circunstanciada por

su actuario en la que le dio cuenta de la actitud con que la auto-

ridad rechazó recibir la notificación, y con objeto de desahogar

la prueba de inspección judicial ofrecida por el abogado, se diri-

gió al lugar de los hechos acompañado por el actuario y dos oficiales

judiciales. Los elementos militares les negaron el acceso y con acti-

tud intimidatoria cortaron cartucho.

El Juez no se amedrentó ante ello, solicitó de manera seria y

decidida se informara al superior de su presencia, e ingresó al lugar;

notificó el acuerdo tanto a las autoridades para que tuvieran cono-

cimiento de la suspensión concedida, como al quejoso, quien ratificó

la demanda. Además, hizo constar que éste no presentaba lesión

visible alguna.

El Magistrado Pasarín de Luna concluye su relato de la siguiente

manera:

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LICurso de Derecho Constitucional

El titular del juzgado… nos dejó la enseñanza imborrable del com-

promiso social que tiene el juzgador de tener en cuenta las condi-

ciones de iniquidad que en algunas ocasiones se presentan en la

comunidad, la perseverancia que se debe tener una vez tomada

una decisión llevando a cabo los actos necesarios para su cumplimien-

to, la fortaleza para realizar los actos decididos, aun cuando surjan

condiciones adversas…

Tiempo después el Juez De Silva fue trasladado al Juzgado Se-

gundo de Distrito en Materia Administrativa en el Distrito Federal.

Hablar de esta época, de su actuación, es evocar la esencia de

la función jurisdiccional: la misión de impartir justicia es callada,

como diálogo interno entre la conciencia y la ley; modesta, como

la labor de estudio; sufrida, al recibir el juzgador censuras, ofensas

o diatribas. Es una carrera que exige ánimo tenaz, exento de toda pa-

sión y un ejercicio profesional sin expectativa de riqueza. Es, en verdad,

un elevado sacerdocio.

Corría el año de 1976. El primer mandatario del país era el Pre-

sidente Luis Echeverría, quien en un arranque deleznable de dema-

gogia había ordenado la expropiación de 100,000 hectáreas de tierra

de cultivo en los Estados de Sonora y Sinaloa.

Al Juez De Silva Nava le tocó conocer en el Juzgado a su cargo

del expediente en el cual, un grupo de pequeños propietarios de

esos predios rústicos impugnaron dichos actos a través del juicio

de amparo.

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LII Carlos de Silva Nava

Don Carlos, sin más elementos que la ley, su convicción de

juzgador, su libertad de conciencia e independencia en el desem-

peño de su cargo, admitió la demanda y concedió la suspensión

provisional a los quejosos. Una vez que rindieron su informe previo

las responsables y ante la negativa de los actos reclamados, sin que

hubiera prueba en contrario, negó la suspensión definitiva.

El entonces Secretario de la Reforma Agraria, Félix Barra

García, declaró que en breve dejarían sin efecto los certificados de

inafectabilidad que amparaban los aludidos terrenos y repartirían

las tierras a los campesinos de la región.

El apoderado de los gobernados planteó un incidente de modi-

ficación o revocación a la suspensión por hecho superveniente. Ante

este escenario, el Juez De Silva, conocedor como pocos del juicio

de amparo, concedió dentro del incidente de hecho superveniente, la

suspensión provisional a los pequeños propietarios. Esta valiente

actuación procesal provocó el enojo del Ejecutivo Federal, quien

no obstante que en los informes rendidos en dicho incidente negó

los actos, y estando vigente la suspensión provisional concedida,

emitió resoluciones dotatorias de las tierras y las ejecutó de in-

mediato, desconociendo los certificados de inafectabilidad y, desde

luego, la suspensión concedida por el Juez De Silva.

Con esta decisión judicial el foro se dividió, pero, sobre todo,

lo hizo la opinión pública. Los profesionales de la comunicación

tomaron sus posturas, hubo quienes enaltecían la independencia ju-

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LIIICurso de Derecho Constitucional

dicial, subrayaban su necesidad; precisaban que debía respetarse

el criterio autónomo de los juzgadores y advertían sobre la incon-

venencia de desbordar el asunto, pues debería resolverse por las vías

legales.

En los titulares de los medios de comunicación escrita se leían

frases cómo: “Su alta ejemplaridad”, “Echeverría violó la ley, afirma

Juez de Distrito”, “Anularon en México la expropiación de tierras”,

“Declaran ilegales las expropiaciones”, “Violan las autoridades la

suspensión provisional de amparo”, “El Juez está tranquilo”.

Otras notas enfatizaban la versión contraria: “Campesinos

acusan al Juez De Silva de parcial y vendido”, “El Poder Legislativo

critica al Judicial”, “Parcialidad en el caso de Sonora”, “Sospechosa

actitud de apoyo a ilegalidad”.

El clima era de profunda tensión, pues 8,000 campesinos se

negaban a abandonar las tierras otorgadas, aun cuando se manejó

la versión de que el 40% de ellos ni siquiera eran campesinos.

Las muestras de apoyo tampoco se hicieron esperar: recono-

cidos académicos, abogados litigantes y destacadas personalidades

de toda la República enviaron cartas y desplegados en los que mani-

festaron su apoyo al Juez.

Pero sin duda alguna, la carta que en esos momentos más llegó

a su corazón fue la de su padre, quien le manifestó su preocupación

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LIV Carlos de Silva Nava

por los ataques de que era víctima, pero que al propio tiempo se

sentía satisfecho por las manifestaciones de apoyo de gente de reco-

nocida valía, pero que esto no debía ser motivo de orgullo, porque

“la rectitud es obligación de todos y la capacidad en mayor o menor

medida la recibimos de Dios”.

El Juez De Silva con serenidad manifestó ante los medios que

no había recibido consigna alguna, y defendió la autonomía del Poder

Judicial Federal.

El recuerdo de la imagen del Juez digno está siempre presente

en la actitud vigorosa y firme con que enfrentó este problema agra-

rio, en el que sólo un hombre de su talla podía actuar con equilibrio,

entereza y capacidad, demostrando así que una gran responsabilidad

sólo se puede soportar cuando hay gran dignidad, profundos cono-

cimientos jurídicos, voluntad de acero y absoluta convicción.

En mérito de su desempeño singular como Juez de Distrito es

designado Magistrado de Circuito en el Estado de Tabasco, y poste-

riormente adscrito al Segundo Tribunal Colegiado en Materia Admi-

nistrativa en el Distrito Federal.

En este último órgano colegiado tuvo por compañeros a Don

Juan Gómez Díaz y a Don Manuel Castro Reyes, quienes desde

el momento en que el señor Magistrado De Silva tomó posesión

fue nombrado Presidente; cargo al que mientras estuvo en ese tri-

bunal nunca le fue permitido renunciar. Recuerdo que en broma le

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LVCurso de Derecho Constitucional

decían sus compañeros magistrados que era el Porfirio Díaz del

Segundo Administrativo. Debo mencionar que la vida fue muy ge-

nerosa con la suscrita, al brindarme la oportunidad de colaborar en

este órgano jurisdiccional como Secretaria Proyectista.

El 20 de marzo de 1984, en el discurso pronunciado con motivo

de su recepción como Ministro Numerario del Pleno de la Suprema

Corte de Justicia de la Nación, dijo que el funcionario, y específica-

mente el judicial, deja de pertenecer a sí mismo, pues desde el momento

en que acepta el cargo se debe a los demás.

El Ministro señaló que el juzgador

...debe ser un caballero capaz de conmoverse ante las f laquezas

humanas, de actuar con piedad y misericordia aun cuando en

ocasiones las circunstancias del caso concreto, le obliguen a actuar

con todo el rigor que establezca la ley.

En su estancia en la Corte su aportación jurídica fue tan enri-

quecedora y prolifera, que con toda certeza puede afirmarse que, en

su paso por el Máximo Tribunal, acotó terrenos, plantó banderines,

abrió atajos.

Justo es reconocer que en el más riguroso debate privó siempre

la acrisolada educación del Ministro De Silva. Su señorial cortesía,

sutileza, inteligencia, sensibilidad, discreción, pero sobre todo su

extraordinaria sencillez, unidos a su capacidad de situar y sitiar

las discusiones y a la fertilidad de su réplica, producto de su bagaje

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LVI Carlos de Silva Nava

sapiencial y experiencia, dio vida y amenidad a sus intervenciones

en las que con la riqueza de su argumentación, atrajo siempre el con-

vencimiento de la gran mayoría de sus pares.

Fue en la Suprema Corte donde tuve la gran fortuna de ser su

colaboradora. Por ello mi eterna gratitud, pues sus enseñanzas han

sido importante directriz en mi formación profesional. Recuerdo que

una de sus recomendaciones eran siempre: “estudie bien el expe-

diente, porque como es la cuenta, es el acuerdo”. O, “al formular

los proyectos debe escribirse poco pero lo preciso, pues mientras

más se escribe, más tonterías se dicen”.

Además de estas enormes cualidades de jurista, de este gran abo-

gado de ojos moros y porte fino, se alberga un sentido sobrio de la

vida, enorme sencillez, gran calidad humana y, también, un alma

de poeta, por eso me permito concluir con la lectura de estas pala-

bras que escribió don Carlos durante la ceremonia de instalación

del Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa y

Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito,

con sede en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el 15 de febrero de

1988:

Algún día más o menos lejano, en la soledad del despacho, cuando

hayan cesado los murmullos de máquinas de escribir, de empleados

y litigantes; cuando nos veamos envueltos en la penumbra de una

oficina apenas iluminada por un sol que aunque dorado y brillante

ya se pierde en el ocaso; cuando no tengamos más compañía que

un conjunto de libros en el anaquel y algunos papeles de trabajo

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LVIICurso de Derecho Constitucional

sobre el escritorio, habremos de enfrentarnos al acto jurídico más

terrible pero, también, ineludible; el dictado de la sentencia de sí

mismo.

Creo, sin temor a equivocarme, que la restructuración de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación efectuada en la reforma cons-

titucional de 1994, lamentablemente permitió que México perdiera

a uno de los mejores Ministros que ha tenido el Máximo Tribunal en

todas sus épocas: Don Carlos de Silva Nava.

México, D. F., febrero de 2010

Margarita Beatriz Luna Ramos

Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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La vida me ha dado múltiples oportunidades de estar

cerca de la personalidad y de la obra de Carlos de Silva

Nava. Coincidí con él como estudiantes, ya en la Secundaria y

Preparatoria donde ambos estudiábamos, él tres años delante de mí,

ya en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de

Guadalajara. Tuve la fortuna de asistir a su brillantísimo examen

profesional; después le tuve como maestro en la cátedra de Ga-

rantías y Amparo; seguí su carrera en el Poder Judicial de la Fede-

ración, donde recuerdo algunas muy valientes y bien fundadas

decisiones que le tocó emitir como Juez de Distrito.

Años más tarde le reencontré, ya como Ministro, cuando tuve

necesidad de litigar algunos asuntos que estaban en su ponencia.

La academia nos volvió a reunir, conocí sus aportaciones al mundo

Testimonio del

Dr. Luis Manuel C. Méjan

LIX

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LX Carlos de Silva Nava

del arbitraje, y llegué a compartir con él fungir como sinodales en

varios exámenes profesionales.

A lo largo de toda esa experiencia he tenido siempre un

sentimiento de admiración y de respeto por su gran personalidad,

pero sobre todo, y ahora que leo sus clases de Derecho Constitu-

cional lo corroboro, por su visión de jurista.

Abogados habemos muchos quienes desempeñamos nuestra

profesión en los distintos ámbitos donde la vida nos ha llevado y

en donde hemos encontrado espacios para nuestra vocación. Sin em-

bargo, juristas, así, con mayúscula, hay pocos.

Por jurista entiendo, y permítanme salirme de definiciones de

diccionarios, al hombre que ha hecho del derecho su vida, que lo

entiende en sus más delicadas intimidades, que lo aplica como pos-

tulante, como juzgador, como árbitro, como maestro, como servidor

público; que lo enseña y, notoriamente, que lo crea. Es como en el

mundo de la música: hay infinidad de ejecutantes, de compositores,

de directores, pero genios musicales son pocos.

Ese es Carlos de Silva Nava: un jurista a carta cabal.

Quiero, en esta presentación, hacer referencia específicamente

a una faceta de don Carlos: la de profesor de derecho. Ello es así

porque precisamente esta obra revela a un gran jurista exponiendo

el derecho a sus alumnos.

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LXICurso de Derecho Constitucional

Yo tuve la fortuna de haber sido su alumno y de propia

experiencia puedo catalogarlo sin duda como uno de los mejores

maestros de los muchos que han contribuido a mi formación co-

mo abogado.

Esa misma experiencia la he escuchado de muchos otros que

han pasado por sus cátedras, ya sea en las materias que formaron el

núcleo de su desempeño en el Poder Judicial de la Federación:

Constitucional, Garantías y Amparo, ya en otras básicas como la

Teoría General de las Obligaciones.

Su estilo como profesor es sobrio, claro y con una gran es-

tructura lógica. Esas son virtudes que producen un buen educa-

dor, ante ellas los alumnos aprenden sin duda alguna, sobre todo

cuando el ejemplo de vida personal respalda con su congruencia

a la cátedra, lo cual se manifiesta en esta obra con la exposición de

experiencias de la vida real

La obra que hoy pone en nuestras manos alguien que fuera

su alumno, es un claro ejemplo de la precisión y de la estructura con

la que don Carlos ha venido siendo catedrático por más de cuarenta

años. Hay que agradecer ese cuidado de grabar, pulir y ordenar

una cátedra. ¡Qué lástima que yo no hice lo mismo cuando Carlos

fue mi profesor, hoy tendríamos en nuestras manos un gran texto de

Garantías y Amparo!

Este libro cubre varias funciones: la primera que es científica,

al igual que todo libro, contiene una información valiosa para su

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LXII Carlos de Silva Nava

lector, ya sea como diletante, como alumno o como abogado que

requiere repasar algunos conceptos básicos y fundamentales de la

materia; la segunda, que es didáctica, es mostrar cómo puede ense-

ñarse el derecho con las virtudes mencionadas: sobriedad, claridad

y estructura; la tercera es rendir un merecido homenaje al invo-

luntario autor.

Hay que felicitar a las personas que idearon la grabación, el

pulido y la estructuración del curso impartido por el Ministro Nava;

a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a la Universidad Autó-

noma de Puebla por regalarnos esta aportación a la biblioteca de

todo interesado en el Derecho Constitucional.

Luis Manuel C. Méjan

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L ibro Primero

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3

Introducción

El concepto de Constitución se nos presenta, en apariencia,

como una idea relativamente moderna; lo cierto es que la

Constitución, como sistema normativo y como sistema jurídico,

es inherente a todo Estado, independientemente de su grado de

evolución.

Todo Estado tiene normas jurídicas que establecen, de manera

elemental o muy elaborada, la forma en que ese Estado va a fun-

cionar; la realidad es que nos parece un concepto relativamente

moderno, ya que en la actualidad el concepto de Constitución no

sólo se refiere a un conjunto de normas más o menos dispersas

que rigen el funcionamiento de un Estado. Ya en la antigua Grecia

existía el concepto de Constitución, lo mismo que en Roma y otros

países, pero las normas constitucionales se encontraban difundi-

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4 Carlos de Silva Nava

das en distintos cuerpos legales, en normas de derechos consuetu-

dinarios, etcétera; valga la expresión un poco vulgar, no había un

“librito de bolsillo” donde constaran todas las normas constitucio-

nales referentes a los aspectos básicos del funcionamiento de las

relaciones entre gobernantes y gobernados. Es decir, el sistema

moderno de Constitución supone no sólo la existencia de normas

jurídicas, sino la sistematización de esas normas, y desde el punto

de vista de su estudio, la posibilidad de una verdadera especialidad

o especialización en el estudio de las mismas; así es como acadé-micamente podemos hablar de que en la clase de derecho penal

se estudia desde el punto de vista positivo básicamente el Código

Penal, y en la clase de procedimientos los códigos procesales.

Podemos decir que hay material suficiente para el estudio del

Derecho Constitucional, pero lo importante es que la Constitución

se encuentra sistematizada y además, en la medida en que han

evolucionado los conceptos de Estado, de la filosofía jurídica y de

teoría general del Estado, se han encontrado algunos principios

que deben ser contenidos en la Constitución.

Es común hablar de Estado de derecho y sobre la identificación

entre Estado moderno y Estado de derecho. El Estado parte preci-

samente de la existencia de una Constitución, no en ese sentido

difuso sino de una Constitución sistematizada, en la que quedan

establecidos todos los principios básicos de la forma del sistema

de gobierno y de las relaciones entre los gobernantes y los particu-

lares. Se ha llegado incluso a decir que para que una Constitución,

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5Curso de Derecho Constitucional

desde el punto de vista moderno y de Estado de derecho, amerite o

merezca el nombre de tal, debe establecer los principios fun-damentales para el equilibrio del poder y la estabilidad adecuada

entre sus órganos y los gobernados. Como dijo Montesquieu, es

palpable a través de toda la historia que el ejercicio del poder siem-

pre plantea la tentación de su abuso: quien detenta el poder, por

naturaleza humana tiende al abuso del mismo y, precisamente,

una de las funciones prácticas de un sistema constitucional debe

versar sobre el tema fundamental de encontrar un poder equili-

brado, y esto se logra a través de dos fórmulas: la primera, la divi-

sión de poderes, y la segunda, el establecimiento de los derechos

humanos entre nosotros: las garantías individuales.

GENERALIDADES. LA DIVISIÓN DE PODERES

Todos sabemos que la división de poderes, el Legislativo, el Ejecu-

tivo o administrativo y Judicial, no sólo debe obedecer a un siste-

ma de división del trabajo o de especialización en el trabajo; eso es

muy importante, sobre todo en un Estado que por sus adelantos

tecnológicos y sociales, por el número de pobladores y su gran

extensión, su manejo se hace muy complicado y se requiere de

especialistas en distintas ramas, no sólo en las genéricas del poder

sino en sus divisiones.

En la existencia de especialistas o del ejercicio de especiali-

dades lo que se busca es el equilibrio del poder mediante el sistema

político de división de poderes, de tal manera que, como decía

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6 Carlos de Silva Nava

Montesquieu, se establezca un sistema de frenos y contrapesos entre

unos y otros, a fin de que el ejercicio de la soberanía sea de tal

forma compartido que ninguno de los tres poderes tenga el control

absoluto y definitivo en el mando práctico de un Estado.

Según diversos sistemas, podría haber algún poder que tuviera

cierta preponderancia sobre los otros, y conste que se está hablando

de cierta preponderancia absoluta; por ejemplo, en los sistemas

presidencialistas es el Ejecutivo quien tiene una función obvia-

mente más destacada; en los sistemas parlamentarios el Ejecutivo

se diluye de cierta manera, y encuentra apoyo para el ejercicio de

sus atribuciones en personas provenientes de los parlamentos,

o sea, de los poderes para nosotros legislativos. El que se esté en

presencia de un sistema presidencialista o de un sistema par-

lamentario no implica que se esté violando la división de pode-

res, porque algún sistema debe elegirse para el ejercicio concreto

del poder; se afecta al sistema de división de poderes cuando el

predominio de un poder sobre los otros es absoluto y definitivo,

no importa quién sea más importante, si el Presidente o el primer

Ministro, según el sistema de cada país. Lo que interesa es que el

Presidente, el gabinete del Presidente o el gabinete del primer

Ministro, tengan una serie de limitaciones constitucionales efec-

tivas que impidan la concentración absoluta del poder, ya sea en

uno u otro.

Por otra parte, la división de poderes no puede concebirse

como se presentó en algunas teorías clásicas, como un cartabón

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7Curso de Derecho Constitucional

absoluto predeterminado, en donde el Legislativo se limita a legislar,

el Ejecutivo se limita a aplicar la ley y el Judicial a dirimir

controversias.

LA DISTRIBUCIÓN ARMÓNICA DE FUNCIONES

Ya cuando se estudien las funciones del Estado, recordarán que se

hace la diferencia desde el punto de vista material y formal, y

se dice que formalmente todo acto que proviene del Legislativo es

un acto de esta naturaleza, que todo acto que proviene del Ejecu-

tivo es un acto administrativo y que todo acto que proviene del

Judicial es judicial, esto desde el punto de vista formal; pero desde

el punto de vista material, el Legislativo puede emitir actos admi-

nistrativos y jurisdiccionales; lo mismo el Ejecutivo, por ejemplo,

puede a través de los reglamentos emitir actos de naturaleza legisla-

tiva y mediante distintos órganos de administración llevar una

función verdaderamente jurisdiccional, como la que realizan las

Comisiones Agrarias Mixtas cuando dirimen conflictos parcelarios

entre ejidatarios; como la que desempeña la Dirección de Paten-

tes y Marcas, cuando resuelve sobre nulidad, validez o invasión de

patentes y marcas, etcétera, incluso accesoriamente, pues concurre

el funcionamiento de los Tribunales de lo Contencioso Adminis-

trativo, que aunque no dependen propiamente del Ejecutivo, sí son

órganos de la administración pública.

El Poder Ejecutivo realiza una función jurisdiccional o Judi-

cial y el Poder Judicial también necesita realizar actividades de

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8 Carlos de Silva Nava

tipo administrativo, ya que tiene que administrar su propio poder,

requiere de oficinas, de nombramientos de funcionarios, de nom-

bramientos de empleados, del manejo de nóminas de pago, de todo

lo que la administración de una casa, de una empresa o de un

poder requiere; en esa medida el Poder Judicial está realizando

actividades administrativas, y también realiza funciones legislativas

a través del fincamiento de la jurisprudencia, porque la jurispru-

dencia supone el establecimiento de normas abstractas, generales

e impersonales obligatorias. Algunos doctrinistas discuten si la

jurisprudencia es realmente una fuente del derecho, o si no lo es,

pero lo cierto es que las tesis de jurisprudencia son obligatorias para

todos aquellos que la ley señala y no están dirigidas a un caso

concreto, sino a cualquier caso que pueda plantearse, pero además,

en las últimas reformas constitucionales se da al Poder Judicial

algunas facultades que indiscutiblemente tienen el carácter de

verdaderas leyes. Por ejemplo, en el sistema anterior el estable-

cimiento de los tribunales y juzgados, el señalamiento de los cir-

cuitos, de los distritos, de la competencia de cada uno de estos

órganos, estaba previsto en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la

Federación. Actualmente la Constitución y la propia Ley Orgánica

establecen que la determinación del número de tribunales, de los

sistemas de competencia, de los sistemas de especialización de

tribunales y juzgados, de los circuitos, de los distritos judiciales,

etcétera, no compete al Poder Legislativo, sino que la Corte, a

través de acuerdos generales, establecerá todos estos sistemas de

competencia. Estos acuerdos generales, desde el punto de vista

formal, son actos judiciales, pero desde el punto de vista material,

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9Curso de Derecho Constitucional

obviamente no implican la solución de una controversia jurídica,

no implican el dictado de una sentencia o un trámite de un proce-

dimiento judicial en que las partes están predeterminadas e

identificadas, se trata, pues, de un acto verdaderamente legislativo.

¿Qué es lo que sucede entonces? Se dice que ya no se trata de

una división de poderes, sino de una división armónica o una distri-

bución armónica de funciones, pero de tal manera deben estar

distribuidas esas funciones entre poderes que se impida que uno de

ellos ejerza totalmente el poder; así platicado, en teoría todo suena

muy lógico, interesante y acorde con la realidad; nuestro propio

sistema constitucional prevé esa distribución armónica de fun-

ciones: más que una división estricta, rígida de poderes al estilo

clásico o tradicional, ese no es el problema serio de entender que

hay división de funciones en vez de división de poderes. El pro-

blema serio está en determinar cuándo es o no correcto que se

atribuya una función a un poder; cuándo la atribución de esa fun-

ción a un poder por una ley secundaria, puede resultar o no

violatoria de la Constitución.

Todos sabemos que el Presidente de la República tiene la

facultad de reglamentar, y de la manera más sencilla y más natural

le atribuimos la facultad reglamentaria, pero esto quiere decir que el

Presidente puede reglamentar en cualquier materia o solamente

en determinadas materias. Por ejemplo, el Presidente de la Repú-

blica podrá reglamentar en materia penal la tipicidad de los deli-

tos, no obstante que el tipo debe estar precisamente en una ley; el

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10 Carlos de Silva Nava

Presidente podrá hacer un Reglamento del Código Civil, pero no

basta aceptar que en teoría, que en general, el Presidente tiene la

facultad reglamentaria. En primer lugar se tiene que establecer

hasta dónde la Constitución le otorga esa facultad, el porqué la

Constitución le atribuye tal facultad y si el ejercicio indiscrimi-

nado de ésta resulta o no acorde con el sistema constitucional;

insisto en que es sencillo decir que tiene la facultad, el problema

es analizar la constitucionalidad de cada caso concreto.

Aceptamos e incluso pusimos ejemplos prácticos en que la

administración tiene facultades jurisdiccionales, pero ¿hasta dónde

es conveniente, desde el punto de vista constitucional, otorgarle

facultades jurisdiccionales a la administración?

Sin embargo, hay un poder especializado constitucionalmente

para la solución de conflictos de derecho que es lo que da origen a

la función jurisdiccional; para la solución de un quebrantamiento

del orden jurídico, pero aceptando que la administración está

facultada para juzgar y dirimir una controversia, ¿esto quiere decir

que cualquier ley secundaria le puede otorgar al Presidente la posi-

bilidad de dirimir cualquier conflicto? ¿o a un órgano de la admi-

nistración pública? ¿sería constitucional una ley que permite al

Presidente de la República tramitar juicios penales o civiles?

No nos parece raro que la Secretaría de la Reforma Agraria tramite

procedimientos contenciosos agrarios y también que el Tribunal

Fiscal de la Federación tramite procedimientos contenciosos en

materia fiscal o que el Tribunal Contencioso del Distrito Federal

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11Curso de Derecho Constitucional

tramite problemas contenciosos administrativos del Distrito

Federal, pero sí que conozca de un juicio penal o uno de divorcio,

incluso que el Presidente de la República tramitará un juicio de

amparo.

Desde luego que para estos aspectos hay que atender a dos

situaciones: la Constitución le da o no facultades a un órgano de

poder para realizar una o tal cosa, este es el aspecto práctico; pero

el aspecto teórico consiste en establecer cuándo es conveniente

que la Constitución otorgue esas facultades y cuándo no es con-

veniente que las dé, es decir, necesitamos encontrar un sistema

que no sólo se limite, como lo hacen la mayoría de los tratadistas,

a enunciar que el sistema constitucional nos lleva a una división

de poderes, sino a una división de funciones, porque ésa es una

verdad que nos deja en las mismas y no nos permite resolver los

problemas prácticos que se puedan plantear.

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13

A l hablar sobre algunos aspectos fundamentales

de la Constitución en el concepto del Estado

moderno, del Estado moderno de derecho, aludíamos a la nece-

sidad de establecer un sistema de división de poderes y uno de

relaciones entre gobernantes y gobernados, que esencialmente

se determine a través de las garantías individuales. Empezamos a

analizar el concepto de división de poderes, y veíamos que en las

concepciones modernas más que una división tajante de poderes

existe una distribución armónica de funciones; hicimos alusión a

la clasificación de funciones de autoridades legislativas, ejecuti-

vas y jurisdiccionales desde el punta de vista formal y material, y

veíamos cómo desde el punto de vista material cada uno de los

tres poderes en realidad cuenta con facultades que no coinciden

con la designación de su nombre: el Ejecutivo tiene facultades

El problema de la atribución de funciones

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14 Carlos de Silva Nava

legislativas y jurisdiccionales, el Legislativo, facultades administra-

tivas y jurisdiccionales, el Judicial facultades administrativas y legis-

lativas, y así planteada la teoría se nos presentan dos problemas

fundamentales: uno podríamos calificarlo como un problema de

técnica legislativa, y otro como de técnica de elaboración de la

Constitución.

Sabemos que cualquiera de los tres poderes puede tener cual-

quiera de las tres atribuciones, pero quien va a elaborar una Consti-

tución, el Constituyente, ya sea de origen o el Constituyente

Permanente, a través de reformas, ¿cómo puede saber qué normas

seguir para atribuir determinada función a cierto órgano?, ese es

el primer problema; y el segundo problema, ya hecha la Consti-

tución, es cómo saber si la legislación secundaria que atribuye

facultades indistintamente a los tres o alguno de los poderes es o

no constitucional, en la medida en que se está respetando el prin-

cipio de división de poderes porque, dado que nuestra Consti-

tución lo establece y algunas normas básicas además de la teoría

constitucional, no puede una legislación secundaria atribuir facul-

tades a un órgano de autoridad cuando éste vulnera el principio

de división de poderes.

La solución de los dos problemas está íntimamente relacio-

nada, la idea originaria de la doctrina es establecer una división de

poderes, no de funciones; la división de funciones es una evolu-

ción posterior de la doctrina. Inicialmente las primeras tentativas

doctrinarias se apoyaban en establecer una división de poderes y

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15Curso de Derecho Constitucional

que cada uno tuviera atribuciones específicas que correspondie-

ran al nombre del poder, el Ejecutivo, facultades exclusivamente

administrativas; el Judicial, facultades únicamente jurisdicciona-

les, y el Legislativo, facultades legislativas exclusivamente. Se pasó

de la división de poderes, stricto sensu, a la división de funciones

para que un poder pudiera cumplir con las funciones que le son

propias, de manera adecuada y eficaz, y por ello requería en cierta

medida gozar de las atribuciones o facultades de los otros poderes.

EL PODER JUDICIAL

El Poder Judicial tiene facultades administrativas porque para

que pueda cumplir adecuadamente con su función primordial

—la de su nombre que es la jurisdiccional— la de administrar

justicia a sus controvertidos, requiere contar con personal, con

presupuesto, con edificios, con locales, con mobiliario, etcétera, y

lógicamente, por el principio de división de poderes esta función

administrativa debe manejarse con autonomía respecto de los

otros dos; no es correcto que el Ejecutivo o el Legislativo desig-

nen a los funcionarios judiciales. Sólo en el caso excepcional de

los Ministros, todo el personal del Poder Judicial es manejado por

él mismo; el presupuesto es manejado por dicho poder, así como

también los edificios son controlados y administrados por él. Se le

dan facultades legislativas al Poder Judicial para que los criterios

establecidos a través de sus resoluciones y sentencias sean eficaces

y la justicia tenga una orientación por parte de los órganos judi-

ciales, tendiente a unificar los criterios de todos los órganos juris-

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16 Carlos de Silva Nava

diccionales. Es conveniente para la administración de justicia que

el Poder Judicial, a través de la jurisprudencia, establezca nor-

mas generales y también que sea el propio Poder Judicial el que

mediante acuerdos igualmente generales —pues es quien mejor

conoce los problemas propios de la impartición de justicia— y esta-

blezca sistemas de competencia, determine la división territorial

de distritos, circuitos, etcétera. Entonces, observen que al darle

al Poder Judicial facultades administrativas o legislativas no

obedece a un mero capricho, obedece a que determinadas facul-

tades son necesarias para que pueda cumplir con su función de una

manera adecuada; no arbitraria ni caprichosamente se le otorgan

facultades legislativas sobre cualquier tema, solamente las nece-

sarias, las indispensables para que pueda cumplir adecuadamente

con su cometido.

EL PODER EJECUTIVO

¿Por qué al Ejecutivo se le dan facultades legislativas? Porque el

Ejecutivo está obligado, como función primordial, a lograr la apli-

cación, la ejecución de la ley, pero las leyes como elementos o actos

jurídicos abstractos generales no siempre son, en algunas materias,

de fácil aplicación o ejecución, sea por problemas de interpreta-

ción, por posibles lagunas legales, porque no alcanzan a llegar a

los detalles que supone una recta administración. Entonces se le

da al Presidente de la República —para poder ejecutar correcta-

mente la ley—, ya sea a él o a la administración que está a su

cargo, la facultad expresada en el artículo 59, fracción 1, “de prever

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17Curso de Derecho Constitucional

en la esfera administrativa la exacta aplicación de la ley”, que se

ha interpretado como el otorgamiento de facultad reglamentaria,

es decir, en términos generales no se le da arbitraria ni capri-

chosamente la facultad de legislar, sólo se le da la facultad en la

esfera administrativa, o sea, en la esfera exclusiva de su compe-

tencia. En aspectos administrativos el Presidente de la República

no puede reglamentar el Código Penal, por ejemplo, no puede

reglamentar los tipos delictivos, sólo puede hacerla en la esfera

administrativa, porque es en donde le corresponde aplicar la ley,

y se le da facultad reglamentaria para que pueda ejecutar correcta-

mente la ley estableciendo las bases generales sobre las cuales

ésta, todavía más general, va a ser aplicada.

¿Por qué se le da facultad jurisdiccional al Poder Ejecutivo, o

en general a la administración? Recuerden que constitucional-

mente se debe distinguir entre el Ejecutivo y la administración,

ya que el Ejecutivo corresponde exclusivamente al Presidente de la

República, todo lo demás, del Secretario para abajo, es la admi-

nistración; el Poder Ejecutivo es sólo, constitucionalmente, el

Presidente, a quien se le dan facultades jurisdiccionales porque

en el momento de aplicarse las leyes administrativas, no cuales-

quiera, sino específicamente éstas, se pueden provocar conflic-

tos que giran en la esfera de la administración pública, y es

conveniente que quien va a aplicar esas leyes administrativas

esté a la vez facultado para dirimir las controversias que eventual-

mente se pueden suscitar con motivo de su aplicación. No es

prudente ni constitucional otorgarle al Presidente o a cualquier

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18 Carlos de Silva Nava

Secretario de Estado la solución de un juicio penal o de un juicio

civil, pero sí es conveniente someter a la Dirección de Patentes y

Marcas las controversias que se susciten con motivo del control

que está obligada a llevar sobre las patentes y marcas; está obligada

a registrarlas, a controlar su vigencia, a vigilar que no sean inva-

didas por personas ajenas que no tienen derecho al uso de la

patente o la marca, etcétera. La responsabilidad administrativa fun-damental de esta dependencia es el control y vigilancia de las

patentes y marcas; cuando surge un conflicto en la materia no es

correcto que conozca de éste un Juez civil, que además de que no

tiene responsabilidad en el área no es especialista en la materia.

Y aunque domine el Código Civil, el Código de Procedimientos

Civiles, que sepa mucho de sucesiones y contratos, se le dificulta

porque además no cuenta con los medios, los archivos, los prece-

dentes, los sistemas burocráticos de control; se le complica resol-

ver si se produjo o no un problema de nulidad de marcas, una

invasión en su uso o una falta de uso. Entonces, es conveniente

que esta dependencia observe bien con el fin de cumplir la fun-

ción para la que fue creada y se le otorguen los medios necesarios con

que pueda cumplir adecuadamente. En el ejemplo, los medios nece-

sarios son darle la facultad jurisdiccional, pero no en cualquier

materia, sino en materia de patentes y marcas.

EL PODER LEGISLATIVO

El Legislativo también debe administrarse, no va a ser el Ejecutivo

quien administre al Legislativo; éste tiene como labor primordial la

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19Curso de Derecho Constitucional

formulación de las leyes a través de las dos cámaras. Es mediante la

legislación que se manifiesta de manera clara y efectiva la repre-

sentación popular, es ésta, por excelencia quizá, la máxima mani-

festación de la democracia. Es conveniente que este poder, para

cumplir con sus funciones de representación, ejerza ciertos prin-

cipios de vigilancia sobre los otros poderes, no necesariamente

principios de mando o de subordinación de los otros poderes a su

férula, sino por el pueblo que representa en todos sus sectores,

tanto de su propio poder como de los otros poderes. Esto es lo que

le permite ejercer facultades jurisdiccionales en materia de respon-

sabilidad de ciertos funcionarios públicos, o sea, aceptando que

cualquier poder puede ejercer varias funciones, lo prudente es

que la Constitución permite funciones ajenas sólo cuando sean

el medio idóneo para el cumplimiento de la función principal; esto

respecto al primer problema planteado.

¿Cómo debe manejar el Constituyente, ya sea originario o

permanente, el problema de la división de poderes? Ahora, una

vez que lo ha establecido así el Constituyente, ¿cómo sabe el juz-

gador, a través principalmente, del juicio de amparo, si determi-

nada función atribuida a tal autoridad corresponde o no al sistema

constitucional? Los argumentos son prácticamente los mismos.

Si la legislación en materia de propiedad industrial atribuye faculta-

des jurisdiccionales para dirimir controversias sobre conflictos de

tal naturaleza, perfecto, pero si la Ley de Propiedad Industrial

otorgara facultades a una Secretaría de Estado para tramitar un

juicio sucesorio o resolver un divorcio, que no tienen nada que

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20 Carlos de Silva Nava

ver con la función para la cual fue creada esa dependencia, enton-

ces dicha ley resultará inconstitucional, no por el hecho de haber

asignado facultades jurisdiccionales, sino por haberlas atribuido

fuera del sistema constitucional. Hay que partir del supuesto de

que el único que no se puede equivocar es el Constituyente, ya que

la Constitución, por definición, nunca podrá ser inconstitucio-

nal; podrá ser absurda, inadecuada, anticuada, poco práctica, pero

nunca inconstitucional.

La Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos se

apoya en preceptos constitucionales que establecen el juicio polí-

tico y, además, no va contra la naturaleza y la esencia del Poder

Legislativo el darle esas atribuciones, porque cumple con sus fun-

ciones de representación popular: una función de vigilancia.

Ha habido reformas en estas materias. Antes el procedimiento y las

facultades del Congreso eran distintas, con correcciones al artículo

108 o 111 se emitieron incluso nuevas responsabilidades para ade-

cuarlas al sistema constitucional; estas leyes han resultado dema-

siado complicadas, de manejo difícil; distinguen entre diversos tipos

de responsabilidades: administrativas, penales, políticas y en oca-

siones coinciden; un mismo acto puede llevar a responsabilidad

administrativa, política o penal, originándose dificultades para deter-

minar qué autoridad debe aplicar la ley. Estos son problemas de

técnica legislativa, ya que si la propia Constitución da faculta-

des al Congreso para intervenir en procedimientos de responsabi-

lidad, no podemos sostener que por ese motivo la ley resulte

inconstitucional.

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21Curso de Derecho Constitucional

EL PODER JUDICIAL

La teoría constitucional es en el sentido de que el Poder Ejecutivo,

que cuenta con órganos técnicos, concretamente con la Secretaría

de Programación y Presupuesto y todas sus dependencias, elabore

el proyecto, el presupuesto que se va a someter a las cámaras, sin

incluir el del Poder Judicial; éste debe plantear, directamente ante

las cámaras, sus necesidades presupuestales. En la práctica el sis-

tema que se ha seguido es que el proyecto de presupuesto que sí

elabora el Poder Judicial antes de llegar a la cámara, pasa por la

Secretaría de Programación y Presupuesto, no con el fin premedi-

tado de dañar o menoscabar la autonomía del Poder Judicial, sino

para colocarse en una situación realista, pues quien tiene los cálcu-

los del dinero del que se puede disponer no es el Poder Judicial.

Estamos conscientes de las limitaciones económicas del país,

sobre todo a últimas fechas, aunque en otras épocas también hubo

otras limitaciones. Nunca la Secretaría de Programación ha pro-

puesto una limitación al presupuesto que presenta el Poder Judicial,

ya que una vez que se ha elaborado el presupuesto no se establecen

limitaciones. Esto tiene varias explicaciones, no sólo de tipo legal

o constitucional o de respeto de los poderes. En realidad el presu-

puesto del poder de referencia, comparado con el tipo de pre-

supuestos de otras dependencias, es relativamente sencillo de

manejar; el ochenta o noventa por ciento de nuestros gastos están

calculados sobre gastos fijos: pagos de salarios, pago de arren-

damientos (ahí se va la mayor parte de nuestro presupuesto), porque

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22 Carlos de Silva Nava

a diferencia de otros órganos del Ejecutivo, nuestra función con-

siste en realizar un trabajo fundamentalmente intelectual que se

hace a través de ciertos elementos materiales y humanos. Es muy

fácil saber cuántos secretarios hay en la Corte, cuántos en los Tri-

bunales y Juzgados, cuánto gana cada uno, sumar y saber cuánto

se le va a pagar al año a ese secretario; los gastos variables, incluso,

están considerados a cambio de precio, pues se reducen a compras

de mobiliario, papelería, etcétera. Entonces, en ese esquema es

relativamente el planteamiento de los temas presupuestales.

Cuando por motivos inflacionarios y de crisis económica se

han hecho recortes presupuestales, el Ejecutivo nunca ha pedido

al Poder Judicial que recorte su presupuesto, siempre ha respe-

tado el presupuesto aprobado; lo que ha acontecido en algunas

ocasiones es que voluntariamente el Poder Judicial hace el recorte,

pero nunca a petición del Ejecutivo, sino como un acto de solida-

ridad. Los recortes que se han hecho en algunos casos nunca han

trascendido en aspectos de administración ni en aspectos de per-

sonal; nunca se ha limitado el personal, el sueldo, ni han faltado

los elementos indispensables para el dictado de las sentencias, etcé-

tera, por lo que voluntariamente se han hecho recortes siempre

en la medida en que no se afecte la función judicial. Toda esta

explicación viene a colación porque el presupuesto pasa por Pro-

gramación, pero es por motivos más bien prácticos que invasión

de poderes; una vez que el presupuesto es aprobado por las cámaras

su manejo es autónomo. En el Poder Judicial para la transferencia de

alguna partida, no se requiere autorización de Programación y Pre-

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23Curso de Derecho Constitucional

supuesto sino por la Comisión de Gobierno y Administración de

la Suprema Corte de Justicia, que es la que maneja el presupuesto

de manera absolutamente autónoma, limitándose a las cantidades

autorizadas con completa independencia de criterio.

Estos temas como el de la división de poderes son tan básicos

en la teoría constitucional que independientemente de la exposi-

ción general que hicimos del tema, lo tendremos que tomar en

cuenta constantemente: cuando hablemos de facultad reglamen-

taria del Presidente, de división de poderes, sobre el alcance, las

finalidades de la reglamentación, etcétera; cuando hablemos de

las facultades de la Suprema Corte, de los Tribunales Federales.

ASPECTOS DEL SISTEMA PARAESTATAL

Simplemente para completar las ideas, además de los tres poderes

propiamente dichos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, existe un

sistema paraestatal. La ley no es muy clara a este respecto, se habla

de dos tipos de organismos: descentralizados y desconcentrados;

la ley también nos hace referencia a instituciones como los fidei-

comisos, etcétera. El fideicomiso es un contrato, no un órgano de la

administración pública, no es una persona sino un conjunto de

obligaciones y derechos establecidos a través de un contrato.

La Ley de la Administración Pública Federal le da a los fideicomi-

sos el carácter de órgano del Estado, más que órgano del Estado, de

la administración, equiparándolos a los desconcentrados, descen-

tralizados. Se ha llegado, en la práctica, a pedir amparo contra

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24 Carlos de Silva Nava

un fideicomiso, esto es como si se pidiera un amparo contra un

contrato de arrendamiento o de compraventa, ¿quién va a rendir

el informe justificado?, esos son errores propios de la legislación.

Lo que pasa es que con las ideas de descentralización, en una época

se puso de moda que determinadas funciones públicas que supo-

nían ciertas responsabilidades o ciertos conocimientos técnicos, no

se realizaban por los órganos del Estado propiamente dichos, sino a

través del establecimiento de fideicomisos. Además del problema

de la naturaleza jurídica del fideicomiso, en la forma en que lo

trata la Ley de la Administración Pública Federal, existe otro pro-

blema práctico, uno de los problemas más graves del Derecho

Constitucional y del Administrativo, y de los de más difícil solución:

es el relativo a la delegación de funciones. Sabemos que hay fun-

ciones indelegables que deben ser realizadas precisamente por

un órgano determinado, y si las efectúa otro, aunque sea con auto-

rización del que tiene la competencia original, pues resulta vio-

latorio de garantías el que un órgano que carece de competencia

legal lleve a cabo determinados actos, ello resulta violatorio del

artículo 16. Existen otros casos en que la ley autoriza la delegación

de facultades, pero no en Juan Pérez ni Pedro Sánchez, sino en

órganos de la propia administración y la ley establece en qué órga-

nos, en su caso, pues no siempre son delegables, en qué órganos

puede delegarse la función.

En la práctica resulta demasiado complicado —no doctri-

nariamente—, ante la presencia de la ley, ante la presencia del

reglamento, definir la delegación de facultades, y siendo un tema

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25Curso de Derecho Constitucional

tan importante para el Derecho Administrativo la delegación de

facultades, pues nuestro sistema jurídico se da el lujo de delegarlas

en fideicomisos, ni siquiera en autoridades con una responsabilidad

limitada. El fideicomiso va a cumplir las funciones de la autori-

dad, porque a la autoridad se le ocurrió no emitir un acto dele-

gatorio de facultades sino celebrar un contrato, en que compromete

con determinados particulares el ejercicio de su facultad. Esto

es consecuencia de una época en que la política manejó así la

legislación, la cual sigue vigente en esta materia. Pero lo más inte-

resante del aspecto de los organismos descentralizados y descon-

centrados —debemos recordar que la administración pública es

una especie de pirámide en cuya cúspide está el Ejecutivo—, es que

se van estableciendo niveles de poder, de atribuciones, jerárquicos,

cada vez más amplios: después del Presidente siguen los Secreta-

rios de Estado, el gabinete; después los subsecretarios en las diversas

especialidades y ramas, según la estructura de cada Secretaría, el

Oficial Mayor, los Directores Generales, los Directores de Área,

hasta llegar a los últimos empleados; claro que cada nivel, en la

medida en que va siendo más bajo, va siendo más amplio en cuanto

a su extensión. A este sistema piramidal que corresponde a una

estructura jerárquica porque los de cada nivel son a su vez jefes

del nivel que sigue, y no sólo en el ejercicio de determinadas fun-

ciones, sino en general tienen facultades jerárquicas sobre los nive-

les de que se trate, según la posición de cada funcionario; es decir, la

administración pública centralizada se nos presenta como un todo

muy bien engarzado entre sí, como una pirámide que pudiera dar

la apariencia de ser sólida.

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26 Carlos de Silva Nava

Ha habido distintas épocas en el concepto de Secretaría Par-

ticular, incluso en alguna temporada se consideró como Secretaría

de Estado propiamente dicha, con todas las facultades; ya no tiene

esas características, ya no es una Secretaría de Estado con funcio-

nes específicas, sino simplemente es un auxiliar del Presidente de la

República. En algún tiempo sí tenía la jerarquía y funciones de

cualquier Secretaría de Estado, atribuciones propias, decisiones,

planteamientos, etcétera. Lo que pasa es que cuando se elevó al

rango de Secretaría de Estado entonces requería de una reglamen-

tación de atribuciones específicas, pero actualmente es una fun-

ción de hecho como la del secretario particular de cualquier

funcionario: le atiende su correspondencia, la agenda, prepara

planes de trabajo interno, etcétera.

Además del poder centralizado existen algunos órganos que

parecen alejarse, más o menos, de su estructura, que es la organi-

zación centralizada. La distinción entre descentralizado y descon-

centrado es una diferencia de grado que corresponde a la medida

en que el organismo se aleja del sistema jerárquico centralizado;

por ejemplo, el organismo descentralizado se aleja de tal forma de

los órganos estatales que llega a tener personalidad y patrimonio

propios; los órganos del Estado no tienen personalidad. Un Juzgado

de Distrito no es una persona moral ni tampoco lo es una Secreta-

ría de Estado, sin embargo, ¿por qué puede actuar un Juzgado de

Distrito? ¿por qué sus decisiones son obligatorias? porque el Juz-

gado de Distrito participa de una personalidad más amplia que es

la personalidad del Estado, no tiene personalidad propia pero hace

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27Curso de Derecho Constitucional

uso de aquélla y actúa en nombre del Estado y en esa medida su

actuación es válida. La Corte tampoco es una persona moral,

además de ser un órgano colegiado, colectivo, no es una persona

moral, entonces ¿cómo es que la Corte puede actuar? ¿cómo es que

la Corte puede emitir actos jurídicos? porque aunque no tenga

personalidad propia ostenta en cierta medida la personalidad del

Estado. Independientemente de los problemas presupuestales a

que se hizo referencia anteriormente, la Corte no hace negocios

para completar su presupuesto, no celebra empréstitos, etcétera;

simplemente limita sus gastos al patrimonio que le es asignado,

además de por la Secretaría de Programación, por los órganos del

Poder Legislativo encargados de los temas presupuestales; es decir,

su patrimonio es el patrimonio del Estado y su personalidad es

la personalidad del Estado, y eso no sucede con los órganos de la

administración pública descentralizada. Éstos no actúan con

la personalidad del Estado, actúan con propia personalidad y no

tienen el patrimonio del Estado, tienen su propio patrimonio; son

incluso una persona distinta del Estado; el Estado es una persona

y el descentralizado es otra.

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29

El organismo desconcentrado también se aleja en cierta

medida de la organización centralizada; en cuanto se evade

de la dirección jerárquica, no está en esa trabazón jerárquica que

existe en el Ejecutivo. Por ejemplo, los Tribunales de lo Conten-

cioso Administrativo no están subordinados al Ejecutivo, no son

dependencias del Ejecutivo, su jefe no es el Presidente de la Repú-

blica ni les puede dar órdenes como se las da a un Secretario

de Estado, pero si bien se evaden al sistema jerárquico no llegan

al extremo de los descentralizados de tener una personalidad y un

patrimonio propios. Los Tribunales de lo Contencioso Adminis-

trativo actúan con la personalidad del Estado igual que los órganos

del Poder Judicial y no tienen patrimonio propio, sus gastos se

solventan con el patrimonio que le asigna el Estado de su propio

patrimonio; entonces, el desconcentrado se evade a una situación

De la organización descentralizada

en cuanto evade a la dirección jerárquica

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30 Carlos de Silva Nava

de jerarquía, pero se conserva dentro de un sistema estatal sin

llegar al extremo de tener personalidad propia y menos patrimonio

propio, el descentralizado sí, ésa es la diferencia.

¿Qué es lo que en términos generales justifica al descentra-

lizado? Se dan muchas explicaciones, creo que la más importante

es la de que por razones técnicas. Ciertas funciones del Estado deben

ser realizadas por órganos especializados y no por funcionarios que

podrán ser muy capaces en política o en algunos aspectos de la

administración, pero no cuentan con el conocimiento de ciertos

temas. El Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal podrá

ser un gran administrador, tener una gran conciencia de los pre-

cios del petróleo en el mercado, de los productores que influyen

en los precios, pero no creo que sepa perforar pozos petroleros, ni

construir plataformas marítimas para la extracción del petróleo.

Los aspectos administrativos generales sí los puede manejar el

Secretario de Estado, con sus conocimientos políticos y de adminis-

tración, etcétera, pero esos tecnicismos de perforar pozos, de hacer

plataformas, es conveniente que los haga un organismo especia-

lizado en la materia que nada más se dedique a eso, y ese organismo

en este caso es Petróleos Mexicanos. Esta es la explicación más

lógica de la descentralización, o sea, hay otras descentralizaciones,

por región, etcétera, pero muy discutibles.

¿Qué es lo que justifica al órgano desconcentrado? Que al

órgano desconcentrado se le dan tales funciones que resultaría

incorrecto supeditarlo a una jerarquía. Si los Tribunales de lo Con-

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31Curso de Derecho Constitucional

tencioso Administrativo tienen como función juzgar los actos de

las autoridades administrativas, es absurdo someterlos a la jerar-

quía de las autoridades administrativas, es decir, se les debe dar una

garantía mínima de independencia frente a la administración a la

cual van a juzgar. En esa medida, los tribunales contenciosos, que

son ejemplo típico de organismos desconcentrados, no pueden estar

bajo la férula del Ejecutivo; es necesario sacarlos de la relación

jerárquica, no para ser organismos desconcentrados, pues no se

trata de cosas técnicas ni mucho menos, siguen siendo órganos del

Estado, pero se evaden a la jerarquía del Estado; es, en breves

palabras, la explicación de la existencia de estos órganos. Claro

que la doctrina es mucho más amplia apoyándonos en los princi-

pios básicos.

Los Magistrados del Tribunal Fiscal de la Federación son nom-

brados por el Ejecutivo, con la aprobación del Senado. Una vez

nombrados, se reúnen entre sí y eligen a uno de ellos como Pre-

sidente del Tribunal Fiscal de la Federación; la elección se limita

a lo que se llama Sala Superior, no a las llamadas Salas Regionales;

es aquélla la que elige a su Presidente. Lo mismo acontece en la

Suprema Corte de Justicia: los Ministros son nombrados por el Pre-

sidente, con la aprobación del Senado, o, en su caso, de la Comisión

Permanente. Ya cuando están nombrados los veintiún Ministros

Numerarios, entre ellos escogen a su Presidente, que debe ser uno

de ellos. Se necesita como requisito previo ser Ministro, entonces,

¿quién nombra al Presidente? los Magistrados en el Tribunal Fis-

cal, los Magistrados en el Contencioso Administrativo, los Ministros

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32 Carlos de Silva Nava

de la Suprema Corte, los Magistrados de los Tribunales Colegia-

dos eligen a su Presidente, siempre de entre ellos. Ahora, ¿cómo se

nombran ellos? Pues hay que ver el sistema de cada nombramiento,

por ejemplo, los Magistrados de Circuito son nombrados por la

Suprema Corte, los Magistrados del Tribunal Superior de Justicia

son nombrados por el Presidente de la República con aprobación

de la Cámara de Diputados; los de otros tribunales son nombrados

por el Presidente de la República, con aprobación de la Cámara

de Senadores.

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33

ESBOZO HISTÓRICO

La doctrina y la teoría política tan íntimamente rela-

cionadas con el Derecho Constitucional no constituyen

ideas elaboradas a priori y después aplicadas a un medio social o

político determinado. Generalmente acontece a la inversa: por una

cierta evolución se erigen algunas instituciones que es necesario

explicar o justificar, entonces, decíamos, a posteriori surge la doctrina

política correspondiente. Por ejemplo, toda la teoría de la división

de poderes, independientemente de las aportaciones teóricas de

diversos autores, podemos decir que fundamentalmente se sustenta

en la observación del sistema político inglés, si bien de hecho ya se

había dado en la historia desde la Antigüedad, pero en el concepto

moderno de división de poderes es el sistema inglés en donde

operaba esta forma.

Sobre la idea de soberanía

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34 Carlos de Silva Nava

Para efecto de explicar eso, para llevar esa institución a otros

países, como es el caso de Francia, se elabora toda una teoría de la

división de poderes. La concepción sobre el federalismo moderno

arranca con el desarrollo de la Federación creada con motivo de

la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica; en la

medida en que ese país instrumentó una forma novedosa de gobierno

hubo necesidad de justificarla, y ello produjo una serie de estudios

que llevaron a otros países, como en el caso concreto de México, a

adoptar el sistema federal. Y lo que sucedió con figuras como ésta

también aconteció con una figura que es importantísima dentro del

punto de vista estatal y constitucional, como es el concepto de

soberanía.

Siempre ha existido la idea, por razones obvias, de que la auto-

ridad independientemente de los motivos que la justifiquen está

por encima de las personas sujetas a ella, es decir, de los gober-

nados. Podrá haber épocas en que no se preocupó nadie de justi-

ficar a la autoridad, temporadas en que la autoridad se apoyó en

motivos de supervivencia, de fuerza, teológicos, religiosos, etcétera,

pero siempre existió la idea de que la autoridad estaba por encima

de los gobernados. Una de las características de la autoridad es la de

ejercer dominio sobre un núcleo determinado de personas en un

ámbito especial determinado; lo cierto es que las justificaciones

que se habían esgrimido correspondían más a cuestiones de tipo

moral o religioso. Llegó un momento en que hubo necesidad de

dar una explicación ya política, de la ciencia política, a la supre-

macía de la autoridad, y esto obedeció también a cuestiones

prácticas.

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35Curso de Derecho Constitucional

En la medida en que se va dando la decadencia del Imperio

Romano se va produciendo, poco a poco, el fenómeno característico

de los principios de la Edad Media, que es el feudalismo, y también

se va forjando el nacimiento de nuevas nacionalidades a través de

las llamadas invasiones bárbaras. Cuando se empieza a romper el

poder central del Imperio de Occidente, que cayó varios siglos antes

del de Oriente, cuando principia a desaparecer el comercio y las

comunicaciones resultan insuficientes o también tienden a

desaparecer por restricciones económicas; cuando aumenta la

inseguridad con motivo de las invasiones por la falta de vigilan-

cia, etcétera, las personas se ven obligadas a pedir protección, o al

menos los gobernantes locales a ser autosuficientes y elaboran

un sistema económico, social y político, en el que además de bus-

car en lo posible la autosuficiencia buscan la seguridad, adquieren

entonces sus propios súbditos entre los antiguos colonos y esclavos.

Es el nacimiento del feudalismo; en esa época la debilidad del poder

central hacía recaer toda la fuerza y autoridad, aunque fuera en

regiones muy limitadas, en los señores feudales. Quien quisiera recu-

rrir al emperador para acusar al señor feudal de algún abuso de

poder tenía que caminar muchos cientos o miles de kilómetros sin

ninguna protección, y sin ninguna oportunidad de que el poder

efectivo del imperio metiera en cintura al señor feudal.

En los últimos años del imperio empieza a surgir otro poder

paralelo al del emperador, que es el poder de la Iglesia. En la medida

en que Roma se mantuvo pagana con la religión tradicional, si

bien había dualidad de funciones entre sacerdotes y gobernantes

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36 Carlos de Silva Nava

propiamente dichos, no había una oposición de intereses, o al menos

no la había como fenómeno constante; estas oposiciones podían

ser meramente accidentales, porque había unidad de creencias, de

tradiciones, y la religión tradicional, la grecolatina, no tendía a

cobrar, desde el punto de vista clerical, por así llamarle moderna-

mente, un poder determinado. En la medida en que el imperio

se cristianiza surge la pugna entre las jerarquías eclesiásticas

—lo que después fue el Papado—, y las jerarquías civiles que no

siempre coinciden en aspectos fundamentales de religión, de polí-

tica, de posición social, etcétera.

Recordarán que en una época se dieron las famosas persecu-

ciones en que hubo una oposición total entre el naciente cristia-

nismo y Roma. Con la cristianización se empezó a plantear una

situación de sometimiento del emperador a las jerarquías eclesiás-

ticas. Por otra parte, el nacimiento de las nuevas nacionalidades,

con problemas regionales obviamente más amplios que los del

feudalismo, pero con nuevos pueblos, empezó a desarrollarse el con-

cepto de la monarquía, de tal suerte que en la primera fase de la

Edad Media es inevitable una lucha entre los distintos poderes para

determinar cuál es el que va a prevalecer sobre todos los demás.

Los señores feudales aducen derechos anteriores a la monarquía y

libertad frente a ella; la monarquía pretende unificar el poder regio-

nal sometiendo a los señores feudales, así el emperador procura

someter al rey y a los señores feudales; incluso recuerden los inten-

tos de reinstalación por el llamado Sacro Imperio Romano Germá-

nico, tratando de obtener las glorias del Imperio Romano, y por

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37Curso de Derecho Constitucional

ultimo el papado, que plantea el control de todos los demás

poderes. A esta lucha de poderes se le conoció como la lucha de las

investiduras.

Con el tiempo el poder que fue consolidándose de manera

más efectiva fue el poder del monarca; esta lucha no sólo tenía

problemas de tipo político, religioso, social, moral, es decir, era un

conjunto de problemas sobre todo en la mentalidad de la época,

porque se pretendía evadir al rey sobre la autoridad eclesiástica, en

una época en que los principios teológicos eran sumamente impor-

tantes, había que justificar la supremacía del rey sobre todos los

demás poderes, y es entonces cuando surge el concepto de sobe-

ranía, de ahí el nombrecito de “soberano” otorgado a los monarcas.

Fue precisamente en Francia, uno de los países en donde con

más fuerza se consolidó el absolutismo, que surgió el concepto de

soberanía para justificar y explicar el porqué el rey estaba no sola-

mente por encima de sus gobernados, de sus súbditos, sino por

encima de todos los otros poderes internos y externos que habían

de una u otra manera jugado en esta llamada guerra de las inves-

tiduras. Desde el punto de vista interno, en cuanto al control de

los súbditos y de los señores feudales que prácticamente pasan

de señores feudales a cortesanos, se justifica su soberanía, pero

también la soberanía frente a otros monarcas y a otros poderes

externos, como es el del imperio o puede ser el de la Iglesia. Es por

esto que el concepto de soberanía tiene un doble aspecto, el aspecto

interior en que el soberano se manifiesta como absoluto, y el

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38 Carlos de Silva Nava

aspecto exterior en el que obviamente no puede ser absoluto porque

no le están sometidos los otros poderes, pero que sí exige cuando

menos un trato de respeto y de igualdad… cuando menos.

A medida que continúa la evolución sociopolítica de Europa

evolucionan los conceptos. La grave preocupación que tuvo Fran-

cia por justificar el absolutismo la tuvo también por acabar con él,

por lo que surgen las teorías liberales posteriores al llamado Siglo

de la Ilustración, y así llegamos hasta la Revolución Francesa en

la que se trataba ya no de justificar la supremacía o soberanía del

rey, sino al revés, justificar que el pueblo pudiera derrocar al rey y

establecer un gobierno sobre bases liberales, democráticas, etcé-

tera. Tiene que cambiar entonces radicalmente el concepto de

soberanía, o cuando menos el concepto del titular de la soberanía,

que ya no puede ser el monarca. Obedeciendo, como decíamos al

principio, a una evolución práctica que después fue justificada, se

sostiene que la soberanía no radica en persona alguna individual-

mente determinada, sino que radica en el pueblo.

En la época en que la soberanía radicaba en el monarca se

sostuvo por razones lógicas que la soberanía era indivisible, es decir,

el monarca no podía compartir su poder con ninguna otra persona

o corporación; ésta es la manifestación más grande del absolutismo,

porque todavía en las monarquías limitadas o constitucionales el

monarca sí comparte su poder. Incluso en países como Inglaterra

donde actualmente acontece, el monarca no solo comparte el

poder, casi ha cedido todo su poder a otras instituciones, pero como

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39Curso de Derecho Constitucional

la idea de soberanía se inventó en Francia para justificar un poder

absoluto, se estableció que la soberanía, cuando menos en su aspecto

interno, era absoluta e indivisible. Después se cambió al titular

de la soberanía y ésta pasó al pueblo; los problemas del absolutis-

mo, del abuso del poder, no estaban totalmente resueltos porque

el concepto de pueblo es un concepto demasiado abstracto y amplio

y de una u otra forma es necesario que aun en las democracias más

puras, el pueblo cuente con representantes, con personas que de

hecho ejerzan el poder, y el resultado es que independientemente

del origen del poder humano, estando en el poder existe la tenden-

cia de abusar del mismo. Tantas arbitrariedades cometieron los

monarcas absolutos como pudo haberlas cometido el llamado

“Gobierno del Terror”, que era un gobierno apoyado en la Revolu-

ción Francesa. Se había dado un paso en el concepto de soberanía

pero no se había resuelto el problema en definitiva, porque se trataba

precisamente de derrocar un poder soberano para sustituirlo con

otro poder soberano. Surgen así las dos tendencias en materia de

soberanía.

CONCEPCIONES CONTEMPORÁNEAS DE LA SOBERANÍA

Según el sistema europeo la soberanía radica en el pueblo y éste la

ejerce por conducto de sus representantes, pero en el sistema ame-

ricano se dice que si bien la soberanía radica originalmente en el

pueblo, éste la transfiere a una institución jurídica incapaz de tener

pasiones y abusos, que es precisamente la Constitución: la soberanía

radica en la Constitución, por transferencia que le hace su titular

originario, que es el pueblo.

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40 Carlos de Silva Nava

Se sigue considerando a la soberanía como absoluta desde el

punto de vista interno, esto es lo que justifica, entre otras cosas, las

tesis sobre la supremacía constitucional, y también busca un

respeto y un equilibrio frente al exterior; pero se había seguido

sosteniendo que la soberanía era indivisible, podía repartirse. Aun

aceptando las teorías de la división de poderes no puede decirse

que cada uno de ellos sea soberano; según esta tesis tradicional,

entre los tres poderes, coordinándose y limitándose entre sí, ejercen

la soberanía, cuando menos de manera obvia en el aspecto interno,

porque el aspecto externo la soberanía es manejada fundamental-

mente por el Ejecutivo; quizá la palabra exclusivamente resulte

excesiva, pero si fundamentalmente es manejada por el Ejecu-

tivo, es él quien tiene la representación de los tres poderes hacia el

exterior.

¿Cómo se puede justificar que la soberanía radique en la Cons-

titución, en un ente abstracto, frente al exterior? Este es el pro-

blema más grave a que se enfrentan los tratadistas del Derecho

Constitucional. Si la soberanía radica en un ente abstracto, cómo

es posible que opere de manera efectiva en las relaciones interna-

cionales, dado que los países extranjeros no están obligados por las

normas internas. Independientemente del rango de otros países,

podemos exigirle a un súbdito inglés que radica en México que

respete la Constitución mexicana, pero no podemos exigirle al

gobierno inglés que en principio adopte las normas constituciona-

les mexicanas ni que toda su política internacional parta de los

supuestos sostenidos por el sistema constitucional mexicano. El pro-

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41Curso de Derecho Constitucional

blema es de muy difícil solución, porque los conflictos se suscitan

en épocas determinadas, conforme a una evolución cierta de los sis-

temas jurídico-políticos, si bien ha habido grandes esfuerzos de la

doctrina ya desde algunos siglos por justificar la existencia autó-

noma e independiente de un Derecho Internacional, cosa muy

deseable; la evolución política y social todavía no permite la

existencia de un Derecho Internacional autónomo, con toda su

eficacia. En el estadio cultural por el que atraviesa el Derecho

Internacional no es más que una emanación de distintos derechos

nacionales que concuerdan entre sí.

Un tratado internacional celebrado por México con otros

países resulta lícito, y porqué no decirlo resulta constitucional,

cuando reúne ciertos requisitos de fondo y forma. En cuanto a los

requisitos de fondo, ese tratado internacional no puede ser contra-

rio a los principios constitucionales, o sea al Derecho Interno; tan

es así que está prevista la procedencia del juicio de amparo contra

tratados internacionales, en la medida en que éstos puedan resultar

atentatorios a las garantías individuales. Quiere decir que la efi-

cacia, validez del tratado no depende de lo que diga el Derecho

Internacional, depende de que éste se ajuste a los principios del

Derecho Interno, y las autoridades mexicanas están facultadas para

celebrar tratados internacionales en la medida en que la Constitu-

ción les otorga esa facultad.

Los Estados miembros de la Federación que no tienen una

representación hacia el exterior, sino solamente interna, no pueden

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42 Carlos de Silva Nava

celebrar convenios internacionales porque el sistema constitucio-nal interno de México se los impide, además deben reunirse ciertas

formalidades: la aprobación de la Cámara de Senadores, su publi-

cación, en fin. En la medida en que los derechos nacionales coin-

ciden en intereses de fondo y en ciertas formas, los convenios son

ratificados por los órganos internos del Estado y así surgen normas

de Derecho Internacional, pero de todas maneras nos encontra-

mos ante otro grave problema: uno de los elementos esenciales del

derecho es la coercitividad, y la práctica nos ha enseñado que la

coercitividad jurídica en Derecho Internacional lamentablemente

es todavía un poco utópica. Los países débiles se someten a las

decisiones de los organismos internacionales; los países fuertes

olímpicamente las ignoran. El problema que estamos comentando

es lo que dificulta a los internacionalistas justificar la soberanía

constitucional en su aspecto externo, pero no es un problema de

la Constitución, sino del Derecho Internacional en la fase por la

que estamos atravesando. Es deseable que así como los sistemas

políticos internos han evolucionado, pues también que se produz-

can cambios en el aspecto de relaciones internacionales y surja

un verdadero Derecho Internacional.

¿Qué es lo que justifica hacia el exterior la soberanía constitu-

cional? Que el Derecho Internacional no es más que una ema-

nación de los sistemas juríicos internos, en la medida en que en

estos sistemas existe la soberanía manifestada hacia el exterior, la

cual será respetada no sólo en cuanto a principios jurídicos, sino

respecto de principios de muy diversa índole que pueden o no ope-

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43Curso de Derecho Constitucional

rar en un momento histórico determinado, de otra manera no

habría invasiones, conquistas, guerras, boicots económicos inter-

nacionales, etcétera.

Los que sostienen la autonomía en el Derecho Internacional

no estarán de acuerdo con mi posición, por razones obvias; pero

desde mi punto de vista estamos haciendo el intento que es el

eterno problema de la soberanía: explicarla pero de acuerdo a

la realidad que a cada momento se está viviendo. Teóricamente

podemos decir que debería haber fuerzas internacionales que la

Organización de las Naciones Unidas, que el Tribunal de La Haya,

que la Organización de los Estados Americanos, etcétera, manejan

en forma independiente; que tuvieran una fuerza adecuada para

hacer sus determinaciones, etcétera. Eso sería lo doctrinario, pero

estamos dando una interpretación al concepto de soberanía no

ideal, sino la que corresponde a la situación histórica que hoy

estamos viviendo. Así como en Francia la soberanía tendió a apo-

yar al “soberano” y después al pueblo, ¿por qué? porque en una

época el poder era el pueblo, así también estamos elaborando teo-

rías a posteriori, independientemente de lo que fuera deseable en las

relaciones internacionales y en esa medida estamos aceptando que

la soberanía es un concepto variable. Algunos dicen que estos tipos

de conceptos son dinámicos, cambiantes. Y esto no acontece sólo

con los principios políticos, sucede con muchos principios y defi-

niciones jurídicas, por ejemplo, sería absurdo sostener que los con-

ceptos en materia de propiedad no han evolucionado. Los

conceptos de propiedad romana y social que existen actualmente,

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44 Carlos de Silva Nava

para bien o para mal pero obviamente suponen una evolución de

los mismos, ya que el concepto opera en situaciones políticas,

sociales, jurídicas, económicas diversas, y el concepto se va adap-

tando a esas diferentes condiciones.

En el transcurso de la historia se han presentado varias decla-

raciones de los derechos del hombre, pero nos estamos refiriendo

a la inicial, la que se produjo en la Revolución Francesa. Después

en las Naciones Unidas se han repetido algunas otras, lo que obe-

deció a la doctrina jusnaturalista imperante o que empezaba a

sobresalir destacadamente en aquella época, evocando al jusnatu-

ralista Juan Jacobo Rousseau. Debemos recordar que la Consti-

tución del 57 en México no sólo coincide formalmente con una

declaración de derechos, sino que incluso sigue la teoría jusnatu-

ralista liberal. Una de las discusiones estriba en que la Consti-

tución del 57 fue jusnaturalista y nada más reconocía la existencia

de los derechos del hombre a los que en México llamamos

“garantías individuales”. Nuestra Constitución vigente que se esta-

blece en una época positivista y que niega el jusnaturalismo, no

reconoce la existencia previa de los derechos del hombre sino se los

otorga; la Constitución le confiere esas garantías al hombre.

Lo cierto es que desde el punto de vista del Derecho Positivo las

garantías ahí están, pero observen ustedes las posiciones de las dos

constituciones: una reconoce un derecho preexistente y la otra

no, simplemente concede garantías; esto viene al caso para explicar

la influencia francesa en este aspecto, en la Constitución mexi-

cana. La Constitución del cincuenta y siete es la que por primera

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45Curso de Derecho Constitucional

vez establece las garantías como tales, con capítulo específico.

Entonces, no sólo es un antecedente formal sino filosófico, real,

efectivo, de las garantías individuales.

Es también importante aceptar que los conceptos políticos, y

concretamente de soberanía, evolucionan porque un lenguaje que

fue eficaz en su época ya no lo es en épocas posteriores; una de las

grandes discusiones que existe entre nosotros es si nuestra Consti-

tución, al hablar de los Estados federados, es o no correcta al califi-

carlos de soberanos. Se dice: el Estado federado no es soberano,

podrá tener una esfera de autonomía, podrá haber una esfera en

que se evada a la acción de la autoridad federal, pero obviamente

no es soberano; la soberanía radica en el Estado federado, e incluso

hacia el exterior. Los Estados federados no pueden celebrar tra-

tados internacionales ni declarar la guerra, no pueden declarar

nada, pero esta discusión es obvia si entendemos que el con-

cepto de soberanía indivisible era muy importante cuando se tra-

taba de justificar que el soberano fuere uno solo. Incluso esto estaría

de acuerdo con nuestro sistema constitucional práctico, al aceptar

que el concepto de soberanía es divisible, o al menos comparti-

ble; que la soberanía se reparte entre la Federación y sus Estados,

cuando menos en el aspecto interno y, en el aspecto externo, sola-

mente es ejercida por la Federación. En la medida en que los

Estados, a través del pacto federal, han cedido su soberanía origina-

ria en esa materia, no hay inconveniente en admitir que la sobe-

ranía se comparta; porque si el Estado y su Constitución interna

no gozan de un mínimo de soberanía, entonces con base en qué

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46 Carlos de Silva Nava

resultan obligatorias sus decisiones; así como aceptamos que la

soberanía pasara de personas a entes abstractos como el pueblo y

de éste a la Constitución, por qué no entender que la soberanía se

fracciona entre las constituciones locales y la Constitución Federal

y es ejercida para algunos efectos por las autoridades locales y

para otros alcances por las autoridades federales. Desde luego que

hay quien sostiene el criterio opuesto, de que la soberanía debe

seguirse considerando indivisible y que es un equívoco de la Consti-

tución el llamar libres y soberanos a los Estados federados, cuando

podía haber empleado otro concepto como el de autónomos, por

ejemplo.

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47

El carácter de autoridad de los organismos descentralizados

plantea situaciones muy difíciles de resolver no sólo en la

teoría, sino a veces en la práctica. En un principio decíamos que

lo que justificaría la existencia de los organismos descentralizados

es el proporcionar un apoyo técnico especializado a los órganos del

poder propiamente dichos, pero la idea de descentralizar no es pro-

ducir una institución en la cual el Estado delegue facultades

de autoridad si con el sistema de descentralización pudieran crearse

autoridades, resultaría que la división de poderes no estaría rela-

cionada con tres de ellos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, habría

cuatro poderes: Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Descentrali-

zado. Además comentamos que si estos organismos no son el Esta-

do, porque tienen una personalidad jurídica distinta del Estado,

normalmente no deben realizar las funciones autoritarias del

La descentralización en el marco constitucional

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48 Carlos de Silva Nava

Estado; pueden realizar aquellos actos materiales que no impliquen

el ejercicio de la autoridad, por ejemplo, hablamos de petróleo, el

perforar un pozo, procesar la gasolina, son actos materiales, no

son actos jurídicos. No hay inconveniente en que lo haga Petróleos,

pero sí lo hay si, por ejemplo, establecemos Juzgados de Distrito

descentralizados que no dependan del Estado, y que se manejen a

sus arbitrios según decisiones propias, como sería absurdo establecer

Secretarías de Estado descentralizadas, porque en los dos ejemplos,

por absurdos que nos parezcan, estamos hablando de típicos actos

de autoridad, de instituciones de autoridad; esto no puede ser delegado

en particulares aunque tengan la estructura de un organismo

descentralizado, sin embargo, sabemos que en la práctica existen

organismos que en ciertos aspectos actúan como autoridad. El

ejemplo característico y que siempre se acostumbra comentar es el

del Instituto Mexicano del Seguro Social, al cual se le ha equiparado

con un organismo fiscal autónomo, y se ha dicho primero con base

en una interpretación doctrinaria, después por reformas legales y

ahora por una reforma definitiva del Código Fiscal, que las cuotas

obrero-patronales tienen el carácter de contribuciones, o sea se

trata de créditos fiscales que se cobran y ejecutan de la misma

forma que los propios créditos fiscales, haciendo uso de facultades

económicas coactivas.

¿Hasta qué punto resulta o no constitucional que este tipo de

organismos actúen como autoridades? Desde luego que la Consti-

tución no puede ser inconstitucional cuando este tipo de orga-

nismos están previstos, es el caso del Seguro Social en la propia

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49Curso de Derecho Constitucional

Constitución y de la intención constitucional. Del espíritu del Cons-

tituyente se desprende que se quiso dar para ciertos efectos el

carácter de autoridad al Instituto, independientemente de que

estemos o no de acuerdo con la teoría, desde el punto de vista del

Derecho Positivo no podemos calificar de inconstitucional lo

previsto en la Constitución, el problema está en lo que no está pre-

visto en ella. Se ha discutido mucho este tema, hay opiniones en

varios sentidos; la mía es que la creación de organismos descentra-

lizados con carácter de autoridad es inconstitucional, porque se

trata de una delegación de facultades y dar a personas morales, a

personas que no son de Estado, funciones propias que son exclu-

sivas de los órganos de autoridad. En todo caso, esas funciones de

autoridad podrían ser ejecutadas por organismos centralizados,

desconcentrados, no hay necesidad de crear un organismo descen-

tralizado con carácter de autoridad.

Lo que sucede en casos como el del Seguro Social es que no se

crea una autoridad para todos los efectos de su actuación; cuando

el Seguro Social administra hospitales no actúa como autoridad;

cuando tiene conf lictos con sus trabajadores no actúa como

autoridad, sino como patrón de Derecho Laboral ordinario, incluso

las controversias del Seguro Social en materia laboral ni siquiera

van al Tribunal Federal de Conciliación, sino van a las Juntas de

Conciliación Federales, es decir, en la actuación fundamental del

Instituto, que es la seguridad social, prestación de servicios médicos,

otorgamiento de pensiones, etcétera, no actúa como autoridad, no

es una autoridad, pero requiere de medios para subsistir y entre

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50 Carlos de Silva Nava

ésos están las aportaciones que hacen los patrones al propio Insti-

tuto y se considera que si éste tuviera que demandar a uno por

uno o a todos los patrones por la vía civil ordinaria para poder

cobrarles las cuotas, pues nunca iba a conseguir un centavo para

su subsistencia, entonces, no como un fin sino como un medio, se

le permitió cobrar las cuotas con mayor fuerza que la de los par-

ticulares cuando cobran los créditos que tienen a su favor.

Observen que la función de autoridad del Instituto Mexicano

del Seguro Social es accidental, no está creado para que funcione

como autoridad, simplemente se le proporciona un medio de subsis-

tencia dándole algunas facultades que normalmente no tienen

otros particulares que están colocados en una situación distinta a

la del Instituto, por lo que sólo es autoridad cuando cobra cuotas,

en ningún otro caso es autoridad. Pero de todas maneras, cuando

esa autoridad hace algo proceden los medios de defensa contra ella,

como el juicio fiscal, y procede el juicio de amparo, reconociendo al

Instituto como autoridad; pero independientemente del caso espe-

cífico, y sobre todo en relación con la procedencia del juicio de

amparo, éste no procede contra actos de particulares. Se presenta

el grave problema de si es procedente el amparo contra los organis-

mos descentralizados. En principio, la regla general es que no,

porque si no son del Estado, si no son autoridades, no hay razón

para que proceda el amparo. Sin embargo, a veces la ley que rige a

estos organismos, como el caso del Seguro Social, para algunos

efectos le da el carácter de autoridad, y no sólo al Seguro Social,

al Infonavit, a la Procuraduría del Consumidor, que para ciertos

efectos actúan como autoridad.

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51Curso de Derecho Constitucional

Decíamos que en algunos casos la ley que rige al órgano le da

o le otorga facultades de autoridad; en otros la ley que lo rige no

le da facultades, pero por situaciones de hecho y aprovechando

que es un organismo público, aunque tenga personalidad propia en

la práctica sabemos que opera con el mismo prestigio que podría

operar un órgano del Estado, y pueden presionar a los particulares

tanto como podría hacerlo un órgano del Estado, empezándose a

crear en nuestra tradición jurídica un concepto muy especial y muy

a la mexicana, que es el concepto de autoridad. En efecto, la juris-

prudencia en algunas ocasiones ha aceptado la existencia de la

autoridad de hecho, o sea a aquella persona que por definición no

es autoridad pero que por circunstancias específicas actúa con tal

fuerza como si fuera el Estado mismo el que estuviera actuando, y

se ha aceptado la procedencia del amparo contra este tipo de auto-

ridades; de hecho el problema casi siempre está referido a organis-

mos descentralizados.

CRITERIOS JURISPRUDENCIALES

ANTE FACULTADES AUTORITARIAS

Generalmente podemos notar en la jurisprudencia dos tendencias

para resolver este problema: una tendencia instaurada por los Tri-

bunales Colegiados de Circuito y otra instaurada por la Suprema

Corte de Justicia, es decir, como que hay enfoques distintos a esos

planteamientos por parte de los Tribunales Colegiados y por parte

de la Suprema Corte de Justicia.

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52 Carlos de Silva Nava

La posición de la Suprema Corte de Justicia es, en síntesis: si

la ley que rige al organismo le otorga facultades autoritarias, ese

organismo tiene el carácter de autoridad y el amparo es procedente

contra sus actos, cuando menos contra los actos relacionados con

esas facultades autoritarias. Puede pedirse amparo por cobro de

cuotas del Instituto Mexicano del Seguro Social, pero no porque

despidan al director del hospital; si no se le dan facultades de auto-

ridad, haga lo que haga, actúe como actúe, no es autoridad y el

juicio de amparo resulta improcedente, como no es procedente

si mis vecinos afectan mis derechos.

La tendencia de los Colegiados es en el sentido de que aceptan

que cuando la ley otorga el carácter de autoridad no hay discu-

sión; pero en los casos en que la ley no concede ése carácter, si

por la ubicación de la naturaleza del problema que se plantea,

sí se afecta en forma similar a como afectaría una autoridad, se

está en presencia de una autoridad de hecho y procede el juicio

de amparo. Como ven, la última posición de la Suprema Corte tiende

a destruir el concepto de autoridad de hecho para volver a un

concepto más clásico, más tradicional del amparo; porque si en la

ley se otorga el carácter de autoridad, ya no es una autoridad

de hecho, es una autoridad legalmente constituida; podría o no

estar de acuerdo con la Constitución el que la ley dé esa facultad,

pero lo cierto es que si la ley está dando esa facultad, entonces se

trata de una autoridad instituida por la ley, no de una autoridad

de hecho. Con este criterio desaparece el concepto de autori-

dad de hecho.

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53Curso de Derecho Constitucional

En la complicación de la administración actual se presentan

casos muy difíciles y han aparecido órganos con características muy

especiales. Uno de los casos que motivó este tipo de discusiones y

distintas soluciones al mismo problema por algunos Tribunales

y la Suprema Corte de Justicia, fue el caso del Corett (Comisión

para la Regularización de la Tenencia de la Tierra). Si analizamos

la ley de esta institución, no se le daba ninguna facultad autoritaria,

pero en la práctica se le encomendaba la ejecución de decretos

expropiatorios que tenían como finalidad la regularización de la

tenencia de la tierra; en teoría dirimía conflictos posesorios entre

dos o más personas que pretendían obtener la titulación de un

inmueble determinado, y en realidad llegaba y sacaba a quien creía

que no tenía derecho a la posesión.

Si se pedía amparo porque se estaba desposeyendo a alguien

por el Corett, pues indebidamente el organismo había resuelto un

problema posesorio cuyo conocimiento debía corresponder a

un Juez civil y no a un organismo descentralizado, la Corte opinó

que era muy lamentable que el Corett hiciera todo eso, ya que no

tenía el carácter de autoridad. Los Colegiados dijeron que si hacía

todo eso, lo menos que se podía hacer era conceder el amparo

contra Corett, y es que la situación era más compleja de lo que

aparentaba en realidad. Ya sabemos que la solución de los pro-

blemas posesorios, cuando hay conflicto, compete a un Juez civil;

esto es lógico, normal, indiscutible en situaciones posesorias ordi-

narias, pero si la posesión en conflicto no se discutía con motivo

de la ejecución de un decreto expropiatorio, y en realidad lo que se

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54 Carlos de Silva Nava

discutía era si se estaba correcta o incorrectamente ejecutando dicho

decreto, no creo que sea una función exclusivamente civil deter-

minar la correcta o incorrecta ejecución de decretos expropiato-

rios. Considero que es una cuestión administrativa, discutible o no,

cuando menos existe esa posibilidad de admitir que sé trata de

un problema más administrativo que civil, porque los derechos

que se aducen por los interesados para obtener la titulación de un

predio no son otros que los que emanan del decreto expropiatorio,

que en la medida en que sea correcto o incorrectamente cumplido se

producirá o no una afectación indebida a la posesión; y no creo

que un Juez civil tenga competencia para dirimir un conflicto de

esta índole, y si las defensas ordinarias no son procedentes y si el

juicio de amparo tampoco lo es, entonces nos estamos metiendo

en un círculo vicioso. De hecho simpatizo más con los Tribunales

Colegiados, sin desconocer que la Suprema Corte tiene razón en

un aspecto muy teórico, es decir, es una tesis técnicamente impeca-

ble, pero prácticamente provoca situaciones muy conflictivas y sobre

todo acaba con la tradición del reconocimiento de la autoridad

de hecho.

En otros casos la Suprema Corte de Justicia ha negado el

carácter de autoridad a organismos como la Comisión Federal de

Electricidad tratándose del cobro del impuesto de energía eléctrica

y el IVA correspondiente. La Comisión, dicen, no es autoridad

porque la ley que lo rige no le da facultades, ya que si no le pago

el impuesto no me recibe el pago de la electricidad, y si no me

recibe el pago de la electricidad me corta la luz; pero no debía

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55Curso de Derecho Constitucional

cortártela… ya sé que no debía, pero si todos sabemos que llegan

y cortan la luz, es decir, que tiene un medio coercitivo para hacer

cumplir sus determinaciones, incluso aquí, en el caso que estamos

tratando, no sólo es la falta de pago de los derechos o de las canti-

dades a que tiene derecho la Comisión, es por la falta de pago

de impuestos. Si la Comisión calculó mal los impuestos, si me

cobran impuestos de más, ¿qué hago? ¿voy con un Juez civil a

plantearle un problema fiscal o voy al Tribunal Fiscal de la Fede-

ración a decir que me están cobrando de más, o qué hago? El pro-

blema no está completamente resuelto, pero también en este caso

la Suprema Corte de Justicia estimó que no se trata de una autori-

dad y que por tanto el amparo contra la Comisión Federal de Elec-

tricidad es improcedente.

EL MINISTERIO PÚBLICO Y LA POLICÍA JUDICIAL

En los casos del Ministerio Público y de la policía judicial, ambos

son organismos centralizados, es decir, sí están dentro del marco

de la autoridad. Lo que pasa es que, así como hemos aceptado que

órganos que normalmente no son de autoridad sí actúen con tal

carácter, sucede a la inversa con órganos de autoridad; no todos

los órganos del Estado actúan como autoridad o a veces sí actúan

y otras no, esto se ha discutido no sólo para definir la naturaleza

jurídica de la autoridad, sino porque en México ha sido muy impor-

tante definir la procedencia del amparo, que como sólo procede

contra autoridades, tenemos que empezar por decir qué se entien-

de por autoridad y cuándo los órganos del Estado actúan como tal

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56 Carlos de Silva Nava

y cuándo no. El concepto ha evolucionado; primero se habló de la

disposición de la fuerza pública, después, de la facultad de deci-

sión con imperio, de la posibilidad de que las decisiones se impon-

gan coercitivamente, etcétera. Pero lo cierto es que hay autoridades

que no actúan como tales, por ejemplo, los órganos consultivos de

las Secretarías, en la medida de que simplemente dan opiniones,

no toman decisiones; esas meras opiniones no tienen carácter de

obligatorias, mientras no sean sancionadas ni protegidas por la

autoridad que sí tiene la facultad decisoria; claro que eventual-

mente estos órganos sí podrán imponer su carácter de autori-

dad, pero por regla, en la medida en que únicamente desahoguen

consultas, no realizan funciones autoritarias aun cuando estén den-

tro del sistema jerárquico del Estado.

Tanto en el caso del Ministerio Público en la primera fase de

la averiguación, como de la policía judicial, es el mismo problema.

En esta fase de la averiguación sí actúan como autoridades: el

Ministerio Público de manera unilateral y con fuerza de decisión

y con facultades que afectan a los particulares; no me refiero a

facultades para detener sin orden, sino a facultades de investiga-

ción, para citar, para interrogar, etcétera. Actúa como autori-

dad en el momento que concluye la averiguación previa, esto es, si

decide ejercer la acción penal, en ese instante renuncia a su carác-

ter, se somete a la jurisdicción del Juez, sea federal o local, y sim-

plemente tiene los mismos derechos de una parte en el juicio.

Claro, dadas las características especiales del proceso penal tiene

facultades muy reservadas, pero eso es por la naturaleza del pro-

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57Curso de Derecho Constitucional

cedimiento, no porque deje de ser parte en el juicio. Entonces, si

en la primera fase realiza una aprehensión sin orden, sin estar en

los casos de excepción en que pueden efectuar la aprehensión,

obviamente hay una violación de garantías. No actúa como

autoridad de hecho, actúa como una autoridad facultada para

intervenir autoritariamente en una averiguación, pero excedién-

dose en sus facultades; es decir, sí tiene facultades para averiguar, lo

que pasa es que al realizar la averiguación se excede en sus facul-

tades y eso es lo que produce no sólo la procedencia del amparo,

sino el otorgamiento del amparo en su caso; que por otra parte casi

no sirve la concesión del amparo, porque esos juicios casi siempre

quedan sin materia, ya que se pone en libertad o se consigna,

entonces se acabó el juicio, pero sí, a veces actúa como autoridad

y otras no.

Se ha planteado un problema en ocasión de que el ofendido,

o quien tiene derecho a la reparación del daño, pretende o intenta

el juicio de amparo contra el Ministerio Público cuando éste se

niega ejercer la acción penal; dice: “yo le di suficientes datos para

que proceda el ejercicio de la acción penal”, si está demostrado el

cuerpo del delito y la responsabilidad penal, es decir, con más

requisitos aún que para dictar una mera orden de aprehensión,

esto es formal prisión, el Ministerio Público se niega a ejercer la

acción penal; se ha dicho que en ese caso el Ministerio Público no

es autoridad, que es improcedente el amparo. No es, desde luego, la

única explicación de la improcedencia del amparo; es que no hay

interés jurídico en que se abra proceso a nadie. Quien ejerce la

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58 Carlos de Silva Nava

acción es la sociedad por conducto de su representante, no es

una acción individual, es una acción penal, no hay un interés tute-

lado de que se meta a alguien a la cárcel ¡es que el señor me causó

muchos daños!, pues se tiene la vía civil para cobrarle todos

los daños que quiera; ahí sí hay interés jurídico, pero interés en

un proceso penal no lo tiene. Entonces, por esos dos motivos se ha

considerado improcedente el amparo en ese caso.

LA INTERVENCIÓN DEL

TRIBUNAL FISCAL DE LA FEDERACIÓN

El Tribunal Fiscal de la Federación puede intervenir en cuestio-

nes de responsabilidad. Vamos a suponer que el Ministerio Público

se niega a ejercer la acción penal porque está convencido de ello,

o por lo que ustedes quieran, entonces está incurriendo en respon-

sabilidad y la ley de responsabilidades se aplica no sólo a quienes

actúan como autoridades, sino también a todos los funcionarios,

a todos los servidores públicos, como se dice ahora; pero el Tribu-

nal Fiscal no podrá obligar al Ministerio Público a ejercitar la

acción penal, podrá decir que amerita la separación del cargo o

una sanción, pero nunca obligar al Ministerio Público a ejercer la

acción penal.

Desde el punto de vista administrativo, o sea responsabilidad

administrativa, ¿qué pasa cuando el funcionario no va a trabajar?

pues lo corren, eso es lo que va a conocer el Tribunal Fiscal, le

retienen su sueldo, lo multan, lo regañan, etcétera. Sanciones

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59Curso de Derecho Constitucional

administrativas, de eso va a conocer el Tribunal Fiscal, pero no de

problemas de ninguno o algunos códigos; se habla de excitativas

al Procurador y él tampoco le hace caso; no hay ningún interés

y no es ilógico desde el punto de vista jurídico que no lo haya,

porque el ciudadano en lo individual no tiene interés jurídico para

que se meta a la cárcel a nadie; es decir, no tiene derecho a que

alguien sea encarcelado, pero tiene la vía civil para cobrar todos

los daños y perjuicios que quiera.

ACCIONES EN MATERIA CIVIL Y PENAL

En materia civil, todo acto ilícito que cause daño patrimonial

amerita la reparación de daños y perjuicios, aunque no sea delito

porque el delito es tipo de ilícito, pero no todos los ilícitos son

delitos, pues para ello se requiere que estén tipificados como tales.

Incluso es más amplia la defensa civil que la penal, porque en

materia penal sólo se puede lograr la reparación cuando el acto

está tipificado; en materia civil, esté o no tipificado, basta que

sea ilícito; en consecuencia, se acude con un Juez civil y él le da

entrada a su acción. La acción penal tiene ciertas formalidades,

es una acción de interés social, no individual.

Luego, el quejoso o perjudicado no se debe inconformar con

el ejercicio de la acción penal, se debe inconformar con el Juez

que le hizo caso al Ministerio Público para dictar la orden de

aprehensión. Si es que se va a dictar o no. La violación de garantías

se produce cuando el Juez dicta decisiones, es decir, hacer una

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60 Carlos de Silva Nava

petición no es un acto de autoridad, porque aunque haya petición

del Ministerio Público el Juez puede decir “no accedo a la peti-

ción”, “está prescrita la acción penal”, “no está acreditado el cuerpo

del delito”, “el señor no es responsable”; puede decir mil cosas.

El Ministerio Público se despoja de la investidura de autori-

dad; es el momento en que el Juez automáticamente se convierte

en parte; además una petición nunca puede estimarse un acto de

autoridad, el acto de autoridad se produce cuando se hace caso a

la petición, entonces en ese caso el amparo no será contra el Minis-

terio Público por ejercer la acción penal, será en contra del Juez

penal por haber librado la orden de aprehensión.

Si es orden de comparecencia sí se puede amparar, esta orden

es un acto de autoridad, no es un acto privativo de libertad pero sí se

puede amparar y contra la sujeción a proceso también. Si en mate-

ria de sujeción a proceso hay una discusión sobre la procedencia

del amparo, como ustedes recuerdan cuando se trata de formal

prisión se ha dicho que es optativo para el interesado ir a la apela-

ción o agotar inmediatamente el amparo, es decir, es una excepción

al límite del principio de definitividad de las resoluciones recla-

mables en amparo.

Una de las explicaciones de por qué se puede brincar el recurso

antes de acudir al amparo, está en el artículo 37 de la ley de la

materia, que dice que en materia penal, por disposición de los pre-

ceptos 16 y 19 constitucionales y algunas fracciones del 20, podrá

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61Curso de Derecho Constitucional

promoverse el amparo ante el Juez de Distrito o ante el superior de

quien haya cometido la violación; el superior del Juez es el Tribunal

Superior de Justicia en materia local o el Tribunal Unitario en

materia federal. Si se puede pedir amparo ante el superior, que es

quien hubiera resuelto la apelación, lógicamente es porque puede

no haber apelación; si se promueve la apelación, en primer lugar

ya no hay superior, y en segundo lugar, el responsable ya no sería el

Juez, sería el Tribunal Superior o el Unitario, el Juez ya no tendría

nada que ver, el acto reclamado sería la resolución a la apelación y

no la resolución del Juez que ya no existe, fue sustituida por la de

segunda instancia, pero ese artículo habla de afectación en materia

penal de los artículos 16, 19 y 20. Se interpreta que eso de materia

penal de dichos artículos es en los casos que los actos reclamados

afectan la libertad personal: si no hay afectación a la libertad

personal debe agotarse el recurso; entonces, en el auto de sujeción

a proceso hay afectación a la libertad personal, y en vez de irse al

amparo debe irse a la apelación, porque si no el amparo es

improcedente por no haberse agotado los recursos previos. Otros

dicen no, la situación es muy parecida a la formal prisión y sí procede

el amparo, independientemente de que se haya o no agotado el

recurso de apelación. En mi concepto, en el caso del auto de

sujeción a proceso sí hay que agotar el recurso, en el caso de la

formal prisión, no.

La afectación de la libertad no la produce el incidente de

desvanecimiento, se produce desde la formal prisión, en esa materia

también hay que agotar recursos contra el desvanecimiento de datos.

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62 Carlos de Silva Nava

Se concede el amparo para que en brevísimo término se dicte

la sentencia o se ponga el juicio en estado de sentencia; por ejem-

plo, vamos a suponer que no ha sido dictada la sentencia porque

ni siquiera se ha cerrado la instrucción.

Si el expediente tiene dieciocho cuadernos que el Juez no

alcanza a leer, por lo cual los jueces no son muy tajantes en el seña-

lamiento de término, podrían hacerlo, no hay inconveniente legal,

pero sí en veinticuatro horas deben haber tomado las providencias

para empezar el cumplimiento de la sentencia e informar lo que

están haciendo. La autoridad, no sólo en este ejemplo que se

comenta sino en muchos otros casos, no siempre puede cumplir

en veinticuatro horas pero sí está obligada a iniciar los trámites de

cumplimiento y en ese término informar lo que está haciendo.

O sea, lo que debe hacer el Juez penal es decirle al de Distrito, al de

amparo: “ya empecé a estudiar el asunto, ya se está elaborando un

proyecto de sentencia, te advierto que el expediente está de ‘este

alto’ y no sé si termine mañana”; pero cuando menos comunicarle:

“ya estoy haciendo el proyecto, ya estoy haciendo el estudio”, y no

a los quince días en que lo requieran por el cumplimiento: “pues

no he empezado, está muy difícil”; debe estar informando los pasos

que va dando y el primer informe debe ser dentro de las veinticuatro

horas. Normalmente deben ser veinticuatro horas, pero a lo imposible

nadie está obligado; esto es lo que en cada caso práctico hay que

atender.

La conexidad es una excepción dilatoria prevista en la ley.

Yo no veo inconveniente a que se le den efectos a la conexidad, en

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63Curso de Derecho Constitucional

vez de forzar al Juez a resolver un juicio a pesar de que no está

resuelto otro; hay que forzarlo a que resuelva el que está pendiente,

pero en materia civil es complicado porque es todo a petición

de parte.

Uno de los problemas del derecho, y hay que entenderlo, es

que hay ocasiones en que la realidad supera al derecho. Por ejem-

plo, se habla mucho de incumplimiento de ejecutorias de amparo

en materia agraria. Resulta que quinientos señores con sus esposas,

sus hijos, sus perros, etcétera, se meten a un predio, hacen algunos

trámites administrativos y la autoridad les reconoce algún derecho

o les dota de ejido o lo que ustedes quieran. El dueño del predio

pide amparo; no procedía la dotación o el reconocimiento de dere-

chos…, el amparo se concede: “pues ahora sí muchachos, sálganse”,

“no nos salimos señor”, “les vamos a echar al ejército”, “échenlo

señor, a nosotros nos da lo mismo morir de hambre en otro lado,

que nos den de balazos, de aquí no nos salimos”; entonces dice el

Juez: “que venga el ejército y que mate a los señores, a las señoras,

a sus hijos, perros y vacas”. No entra, porque además no es ése el

caso; hay cinco mil casos iguales en la República, y si todos los

días matan a trescientos ejidatarios en seis meses estamos en revo-

lución. Entonces, qué se hace, dice usted: “pues vamos desti-

tuyendo al Presidente de la República”… y al día siguiente estamos

en revolución. Es decir, son situaciones de facto, legalmente deci-

mos “caiga quien caiga, aunque sea el Presidente”, porque el derecho

está por encima de todo, de la Constitución, etcétera; “que se

muera y que se muera”, el derecho se aplica primero. Eso podrá

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64 Carlos de Silva Nava

sostener Kelsen, pero ningún mexicano se lo acepta. Claro que

a veces hay exageraciones y sentencias que sí podrían ser cumpli-

das y no se cumplen, pero eso ya son problemas prácticos del dere-

cho; no es que la teoría esté bien o mal, son los problemas de hecho.

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65

Estados y Federación. Esferas de competencia

Creo que no puede considerarse a una Confederación

como una institución con objetivos y finalidad tan firme

como los que persigue la Federación. Aquella puede disolverse, pero

de todas maneras aunque sea transitoriamente o sin prever el tiempo

que pueda durar esa unión, siempre existe la idea de formar un

Estado supranacional. No creo que en el estado actual del Derecho

Internacional podamos considerar a la Organización de las Naciones

Unidas, la Organización de Estados Americanos, o cualquiera otro

como un Estado que aglutine a otros estados; hay alianzas para efec-

tos comerciales, para mantener la paz, arreglar sus conflictos internos,

etcétera. Pero no pienso que podamos todavía considerar, quizás si

a futuro pero actualmente no, podemos estimar, digo, como Estados

supranacionales a estos organismos. Subsiste una tendencia a darles

fuerza y más efectividad.

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66 Carlos de Silva Nava

Otra cosa importante es cómo se dividen las esferas de compe-

tencia entre los Estados y la Federación, cuáles son las facultades

que pueden ejercer los Estados y cuales las que competen al Estado

federal. No son los Estados los que dan facultades a la Federación.

La Constitución surge del pacto federal; a través de éste los

Estados renuncian a parte de su potestad, del ejercicio de su auto-

ridad y la transfieren a la Federación, pero se conserva una esfera

en que la Federación no puede ni debe intervenir, porque entonces

desaparecen los Estados; si no tuvieran una esfera de competencia

no serían Estados, lo que determina que algunas materias sean esta-

tales y otras federales. En la Constitución están enumeradas las

facultades o esfera de atribuciones de las autoridades federales, pero

igualmente están enunciadas las de los Estados. ¿Cuáles son las de

los Estados? Las que no están reservadas a la Federación, es decir,

la competencia originaria es estatal, el Estado renuncia a parte de

sus facultades, pero sólo se tienen renunciadas aquéllas que queda-

ron plasmadas en la Constitución como federales.

Quiere decir que hay facultades expresas y facultades implícitas;

las primeras son las que están señaladas en la Constitución como

federales. La facultad implícita es aquel medio idóneo y necesario

para el cumplimiento de una facultad expresa, porque si no, con el

pretexto de las facultades implícitas, habría invasión en las esferas

reservadas a los Estados, diciendo “no me la diste, pero quiero supo-

ner que me la diste y la voy a ejecer”; sólo se justifica la facultad

implícita en cuanto es el medio indispensable para el cumplimiento

de una facultad.

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67Curso de Derecho Constitucional

Hay una facultad expresa para legislar en materia judicial; bas-

taría con las facultades que otorga el Congreso, pero aquí está el

ejemplo: podríamos decir que en la Constitución se establece un

Poder Judicial, los Estados acuerdan la creación de un Poder Judi-

cial, y obviamente le dan una esfera de atribuciones, por lo cual para

que pueda cumplir sus funciones se requiere una ley. Para no hablar

tan genéricamente de función judicial, asimismo no hay una frac-

ción que faculte al Congreso para legislar la Ley de Amparo; no se

refiere específicamente a la Ley de Amparo, pero el artículo 107

constitucional determina las bases del amparo, luego debemos enten-

der que implícitamente está facultado para reglamentar el artículo

107 constitucional.

Otra forma de clasificar las facultades es porque existen infini-

dad de clasificaciones. Hay facultades exclusivas de la Federación,

facultades exclusivas de los Estados y lo que se ha dado en llamar

facultades concurrentes. En realidad el término concurrente ha

sido genéricamente aceptado en México, incluso en alguna ocasión

se le ha dado una significación castellana distinta a la estadouni-

dense, donde se originó el término. Para nosotros en el idioma

ordinario la facultad concurrente es la que indistintamente puede

ser realizada por la Federación o por los Estados, como acontece

por ejemplo en las materias judicial y mercantil, circunstancia en

que los juicios de naturaleza mercantil pueden ser igualmente

conocidos por los juzgados federales o por los locales. Pero Tena

Ramírez nos hace notar que el concepto concurrente en la Federación

americana no es el mismo que el de la Constitución mexicana.

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68 Carlos de Silva Nava

Para los americanos la concurrencia consiste en que los Estados

otorgan facultades a la Federación y surge así la facultad federal,

pero puede darse el caso de que por cualquier motivo la Federación

no haga uso de esa facultad, por lo que dado que la Federación no

está aprovechando las facultades que le confieren los Estados, éstos

pueden actuar en esa materia hasta en tanto la Federación no realice

la actividad; es decir, para ellos la concurrencia es una especie de

suplencia, dicen los Estados: “estamos interesados en que la Federa-

ción realice tal o cual actividad”, pero la Federación no puede o no

quiere efectuarla, entonces aquéllos dicen: “yo te otorgué esa facul-

tad, y es indispensable que la función se realice, y si tú no la ejecutas,

lo hago yo”. En el momento en que la autoridad federal o central

hace uso de esa facultad, desaparece la facultad concurrente.

La idea que tenemos nosotros de concurrencia no es esa. No existe

en nuestro sistema, o al menos no se ha dado esa posibilidad, de

que los Estados suplan a la Federación. Lo que llamamos concu-

rrente es la coincidencia de competencia; por ejemplo, la Federación

está facultada para legislar en materia de vías de comunicación, pero

en vías generales de comunicación los Estados pueden legislar en

sus vías internas, de ahí que existan carreteras federales y estatales,

que para explotación de las mismas, digamos para carga, transporte

de pasaje, etcétera, según el tipo de carretera se requiere concesión

federal o concesión estatal; es decir, en el mismo tema pueden concurrir

tanto la Federación como los Estados. Para evitar confusiones, Tena

Ramírez propone un término que quizá sea adecuado, dice: “por

qué mejor en vez de hablar de facultades concurrentes, que se presta

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69Curso de Derecho Constitucional

a confusión, no hablamos de facultades coincidentes”, así se crea

una terminología adecuada a nuestro sistema y que no se preste a

confusión cuando se le compara con otros sistemas, o con el siste-

ma americano. Además, Tena Ramírez hace un distingo importante,

afirma: “en ocasiones la coincidencia es mera apariencia, hay facultades

realmente coincidentes y facultades aparentemente coincidentes”;

en el ejemplo de las vías de comunicación hay una aparente coinci-

dencia in genere, los dos, la Federación y el Estado, legislan y actúan

en materia de comunicaciones, pero no sobre la misma carretera:

uno legisla exclusivamente en materia federal, y otro legisla y actúa

únicamente en materia local; hay coincidencia en cuanto al tema gené-

rico, pero no en cuanto al objeto específico de la legislación.

Los Estados no pueden actuar, otorgar concesiones, establecer

sistemas de vigilancia, etcétera, en carreteras federales, como la Fede-

ración no puede otorgar concesiones, establecer sistemas de vigilancia,

etcétera, en carreteras locales, entonces, dice Tena Ramírez: “en

esos casos la facultad es aparentemente coincidente, pero no hay

una coincidencia absoluta, por lo demás, hay que entender que la

facultad propiamente coincidente prácticamente no se da, porque

siempre se mantienen esferas de competencia; una coincidencia real

sería la facultad de juzgar en materia mercantil”. Volviendo al ejem-

plo, para el mismo asunto puede ser competente un Juez federal o

un Juez local, e incluso la legislación supletoria al Código de Comer-

cio en materia de procedimiento será la legislación local; no obstante

que el Código de Comercio es ley federal que se aplica suplemen-

tariamente, la ley local y la competencia opera indistintamente, el

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70 Carlos de Silva Nava

mismo caso puede ser conocido por uno u otro Juez, por un Juez

federal o por un Juez local, por lo que estamos frente a una

jurisdicción concurrente.

Uno de los temas que vamos a tratar más adelante es precisa-

mente el problema de salud, que se ha manejado no sólo actualmente

sino a través de una evolución constitucional desde el siglo pasado,

todavía con la aplicación del 57, con características muy peculiares.

Esto de concurrencia a que se refiere el agregado del artículo 73

obedece al concepto que existía antes de la coordinación en materia

de salud, que no estaba prevista en la Constitución, pero sí en las

leyes reglamentarias del antiguo Código Sanitario y en la actual

Ley de Salud; de ahí recordarán alguna institución que llevaba el

nombre de Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia, con

facultades específicas. Eso de coordinados era porque para el estable-

cimiento de esas instituciones concurrían la Federación y los Esta-

dos, y dichos servicios eran útiles tanto en materia federal como

en materia local; en ese aspecto podríamos señalar que cuando hay

concurrencia o coincidencia, según el tema o término que se quiera

admitir sobre el mismo objeto, en tal caso coinciden en el mismo

servicio, por lo que sí podríamos hablar de una facultad estricta-

mente coincidente.

En otros aspectos en que se puedan definir las esferas de compe-

tencia hablaremos de una facultad aparentemente coincidente. El pro-

blema de salud plantea muchas controversias porque así como los

Estados pueden concurrir con la Federación para el establecimiento

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71Curso de Derecho Constitucional

de servicios de salud, llega un momento en que el tipo de problemas

que pueden plantearse imposibilita la acción de los Estados; si por

ejemplo se trata de combatir una epidemia que abarca a varios Esta-

dos, es obvio suponer que el manejo sanitario del problema coordinado

deberá ser por la Federación y no por las entidades integrantes;

esto ha tenido que dara la materia sanitaria tratos especiales o espe-

cíficos, por ejemplo, se crea un Consejo Nacional de Salud, en la

fracción XVI, a la que remite el artículo 73 constitucional.

Por las particularidades de los problemas sanitarios se establece

un organismo sui generis a cargo directo del Presidente de la Repú-

blica, sin intervención de algún Secretario de Estado, ni siquiera

de la Secretaría de Salud, que puede supeditar a este Consejo. Ade-

más, a este Consejo se le dan facultades legislativas, no la facultad

reglamentaria ordinaria que tiene el Ejecutivo; las disposiciones

generales que tome tendrán fuerza de leyes y sólo en algunas mate-

rias serán revisadas por el Legislativo; mientras no sean revisadas y

sancionadas o aprobadas tienen vigencia de obligatoriedad en toda

la República, por tanto, independientemente de las disposiciones

contenidas en el Código Sanitario, de las facultades otorgadas por

la Ley de Salud, de las facultades federales y estatales y de la forma

en que puedan coordinarse los Estados y la Federación, en cualquier

momento este Consejo podrá legislar, por ejemplo, sacando del juego

a un Estado. Si este problema por su naturaleza y características

debe ser tratado por la Federación, de acuerdo con los lineamientos

obligatorios en toda la República y aun para los Estados, sí puede

hablarse de una coincidencia que está supeditada, por un lado a la

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72 Carlos de Silva Nava

legislación secundaria, y por otro, a las disposiciones del Consejo a

que nos hemos venido refiriendo. La Constitución no establece una

delimitación de cuáles son las facultades estatales y cuáles las fede-

rales en materia de salud. Podemos decir que hay una coincidencia

que dependerá no sólo de lo que determine la Constitución, sino

de la legislación secundaria y específicamente de las disposicio-

nes del Consejo de Salud.

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73

Federalismo en México

A l proclamarse la Independencia de México en el

año de 1821, existían dos partidos políticos, el Monár-

quico y el Republicano. Después de haberse improvisado el imperio

de Iturbide en el año de 1822 y 1823, las tendencias monárqui-

cas dejan de tener vigencia, por lo que se crean los partidos que

tratan de establecer si la república es un federalismo o un centra-

lismo; son los Tratados de Córdoba y el Plan de Iguala, consumada

la Independencia, los que proponían que posteriormente a ésta se

podía instaurar un régimen monárquico constitucional moderado,

pero como lo sostiene Rabasa, “son sentimientos nacionales que

prevalecían en este tiempo y no podían consumar éste”.

Reunido el Congreso Constituyente que habría de elaborar el

Acta Constitutiva del 31 de enero de 1824, que daría como resultado

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74 Carlos de Silva Nava

la Constitución de 4 de octubre del mismo año para determinar el

tipo de gobierno de la República, si sería federalista o centralista

—que fue el debate principal a discutir en esa sesión—, resultó triun-

fador el federalismo pero no como dicen sus críticos fue imitación

de la Constitución norteamericana, sino porque la situación impe-

rante propiciaba ese resultado como expresa el ilustre jurista Fran-

cisco Javier Raciola, quien dice que tiene raíces propias:

La conquista de occidente realizada por Nuño de Guzmán, con asaltos

en los territorios por él sojuzgados, es la primera y más remota mani-

festación del federalismo, mas las necesidades de la conquista exigie-

ron la fundación de nuevos pueblos que con el tiempo adquirieron

cierta independencia y se erigieron militar y judicialmente, sin estricta

sujeción a la metrópoli virreinal, de otra manera no se explica la crea-

ción de las audiencias de Guadalajara, de las provincias internas y

de las capitanías generales.

Durante el siglo XVIII las Ordenanzas de Intendentes dividie-

ron a la colonia en Intendencias con vida y organización propias,

asignándoles cierta autonomía; la división arrancó de las manos de

los virreyes el poder absoluto de que llegaron a estar investidos.

Es con la Constitución de Cádiz de 1812 que se instituyen las dipu-

taciones provinciales, órganos que se convertirían en los representantes

de las voluntades nacionales.

La Constitución de Cádiz de 1812, así como la Constitución

que no tuvo vigencia política denominada los Sentimientos de la

Nación, promulgada por Morelos en 1814 en Apatzingán, son los

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75Curso de Derecho Constitucional

antecedentes directos de la Constitución de 1824, que fue la primera

que tuvo vigencia política y en la que se declara una nación republi-

cana, federalista, se decreta la división de poderes y declara que la

soberanía radica en la nación.

En esta Constitución que establece como punto primordial

que la nación sería federalista, los dos partidos que se manifiestan

en el Congreso Constituyente en enero de 1825 iban a luchar hasta

el año de 1867, con la interrupción del periodo en que se elaboraron

dos constituciones con carácter centralista, la de 1836 y la de 1845,

denominadas Bases Orgánicas y la de Siete Leyes, el partido cen-

tralista triunfó en 1835 y retuvo el poder hasta 1846, cuando se

dictaron dichas constituciones.

En 1847 se había restablecido el federalismo y en 1853 y 1855,

años en que se da la última dictadura de Santa Ana, fue sin duda

la nueva imposición del absolutismo contra el cual se promueve el

Plan de Ayutla el 1o. de marzo de 1854, que daría como resultado

la Constitución de 1857 y en cuyo articulado se consignaría un

capítulo a los derechos del hombre, así como otro a la estructura

de la nación como una República federal, democrática y representativa.

El Acta Constitutiva de la Federación Mexicana del año de

1823 y siguiente, estatuye en su artículo 1o. que la nación mexicana

se compone de provincias comprendidas en el territorio del virrei-

nato llamado antes de la Nueva España, en el que se decía Capitanía

General de Yucatán que incluía las Comandancias Generales de

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76 Carlos de Silva Nava

las Provincias Internas de Oriente y de Occidente. En su artículo

3o. establecía que la soberanía reside radical y esencialmente en la

nación; en su precepto 5o. la nación adopta para su gobierno

la forma de república representativa, popular y federal; en su artículo

10 el Poder Legislativo de la Federación residirá en una Cámara de

Diputados y en una de Senadores que integrarán el Congreso Gene-

ral, es decir, la Constitución de 1824, aparte de crear o establecer

el federalismo, también crea el sistema bicameral.

Respecto a lo que se establece también en 1824 la diferencia

que podría notarse del sistema norteamericano con el sistema mexi-

cano es que las clases privilegiadas eran centralizadas, y las clases

liberales encontraban su apoyo en las fuerzas conservadoras; la

Constitución de 1824 reconoció una situación que estaba de hecho

dada, la cual legalizó, pues ya se había consumado en los hechos; la

cuestión es que en el sistema norteamericano el federalismo es creado

por las colonias, en México la Federación es quien crea el federa-

lismo y quien da las facultades a los Estados.

El federalismo en México fue una de las causas principales de

que algunas provincias ya se habían o trataban de independizarse;

la razón fue que el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba no auspi-

ciaron más que una monarquía constitucional moderada propicia

el separatismo, como fue el caso de Yucatán, San Luis Potosí, Queré-

taro y posteriormente Zacatecas; estaban creándose Estados federa-

les entre ellos.

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77Curso de Derecho Constitucional

En el proceso histórico de formación de la Federación no exis-

tían, como en Estados Unidos de América, Estados plenamente

independientes entre sí que se unieron. Aquí al crearse la Fede-

ración se crearon los Estados, es decir, se siguió un proceso inverso;

ciertamente desde el punto de vista constitucional, cuando menos

en el sistema adoptado por México, no todos los países federales

tienen el mismo sistema; la teoría es que todo aquello que los Esta-

dos no otorgan a la Federación, ésta se lo reserva, pero desde el

punto de vista de la distribución de competencias entre Estados y

Federación; en Estados Unidos primero existieron los Estados fede-

rados y luego se creó el Estado federal.

Existían autoridades en todo el país pero dependientes de un

gobierno más o menos centralizado, que al constituirse en Federa-

ción fue necesario organizar: los poderes locales no existían como

tales, no había poderes judiciales locales, legislaturas locales, el con-

cepto de gobernador; de aquí surgió la necesidad de organizar a

todos los Estados de acuerdo con el nuevo sistema. La creación de

la Federación en México desde el punto de vista de Derecho Positivo

es una ficción legal, no existían Estados independientes.

Las características del derecho mexicano se dieron en razón a

la extensión territorial. Como lo establece el artículo 40 de la Consti-

tución actual, podría considerarse que se formuló desde el punto

de vista económico, político y social. En México se establece el fede-

ralismo en virtud de múltiples diferencias, pues no son las mismas

condiciones de clima, culturales, económicas, etcétera; son diferen-

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78 Carlos de Silva Nava

tes en el norte de la República como en el sur, no se puede fundar

un sistema central cuando existen características propias de países

pequeños, como son los de Centroamérica.

De conformidad con el artículo 40 constitucional, los Estados

son libres y soberanos, son autónomos más no independientes, ya

que están sujetos a un pacto federal. Uno de los problemas que plan-

tea el federalismo mexicano está precisamente en justificar su origen

y, en todo caso, justificar su permanencia. Ha habido una crítica a

la adopción del sistema federal y a su operación actual, diciendo

que lo es sólo en apariencia, pues en realidad México opera de

hecho bajo un centralismo, independientemente de los principios

establecidos en la Constitución Federal o en las Constituciones de

los Estados. La pregunta concreta es si México, dado sus antecedente

culturales, su situación política al consumarse la independencia, tenía

o no una vocación al federalismo. No vamos a negar la influencia

de las corrientes de Estados Unidos, eso es obvio, incluso el fede-

ralismo parte precisamente de Estados Unidos. Si México se hubiera

independizado antes nunca hubiéramos pensado en ser un Estado

federal, porque era desconocida la figura de la Federación; todos

los países federales encuentran un antecedente histórico en la Consti-

tución de Estados Unidos. Todos los sistemas novedosos tienen

antecedentes, no hay nada que surja con total espontaneidad en un

momento determinado, ya que la historia se va haciendo a base de

acumulación de experiencias.

Desde luego el hecho de que hubiera autoridades en las provin-

cias no es en sí mismo una justificación del federalismo; el centra-

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79Curso de Derecho Constitucional

lismo no consiste en la ausencia de autoridades en las provincias,

siempre hay delegaciones; no se puede decir que el centralismo

consiste en que hay un poder central y en todo el resto del país no

existe ninguna autoridad; aun en los sistemas centrales debe haber

autoridades en todos los puntos. Tenemos que ver los antecedentes

culturales y la idiosincrasia del pueblo, su manera de ser, para definir

si el régimen adoptado realmente corresponde a esa forma de ser.

En cuanto al punto de vista cultural se puede decir que no se

justificaba el hecho de que apareciera un Estado federal o el federa-

lismo, porque el sistema de gobierno que regía en América era mo-

nárquico; los colonizadores vienen después de un sistema también

monárquico, entonces cuando aparece esa mezcla de cultura al igual

se presenta un sistema cuyas bases son monárquicas. De esa manera,

cuando acontece la independencia surge un enfrentamiento, un tanto

con liberales, pero todavía no muy bien fundados. Para la época de

1824 da sus primeros brotes el federalismo, atendiendo a circuns-

tancias culturales e históricas todavía no bien cimentadas en un

nivel evolutivo menor en relación al que contaba Norteamérica,

porque era éste un país europeo superior a España.

Si analizamos las raíces culturales tanto españolas como indíge-

nas, pues somos resultado de una mezcla, sí encontramos bases para

sostener que México tenía una vocación federalista; no podemos

encontrar un antecedente en México porque el federalismo no

existía, pero debemos ver si la posición de un pueblo como el nues-

tro tenía tendencias a un sistema federal. Era una provincia con

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80 Carlos de Silva Nava

problemas diversos tratando de encontrar soluciones propias, distin-

tas de las del centro y de otras provincias. Las razones familiares,

históricas, económicas, políticas, etcétera, son las que determinan

la idiosincrasia de un pueblo; precisamente son esos intereses los

que van delineando junto con otros muchos la personalidad de un

pueblo, y si por ellos tiene una tendencia a la autonomía, tenemos

que comprender que tiene cierta tendencia al federalismo.

En México se conservan de hecho ciertas tendencias centralis-

tas, lo que obedece no a la falta de vocación federal, al provincialismo,

al regionalismo. Tenemos un acendrado sentido regionalista, eso

justifica el federalismo. Lo que pasa es que no siempre se entendió el

federalismo, por ejemplo, nunca se entendió el problema de la sece-

sión cuando había conflictos políticos, revoluciones, guerras inter-

nas; lo primero que hacían los Estados era declarar que reasumían

su soberanía y se separaban de la Federación; la pérdida de los otros

Estados fue accidental, no fue un problema de centralismos ni de

federalismo, fue un problema de guerra con Estados Unidos. El caso

de Texas fue un conflicto de independencia; también se separaron

los países centroamericanos cuando México lindaba con lo que hoy

es Panamá; ese fenómeno es el que explica la adhesión de Chiapas.

Chiapas no quiso separarse, pero estaba en el mismo proceso que

afectaba a todo Centroamérica. Con la revolución carrancista,

cuando se da la declaración del Estado de Coahuila de que se separa

de la Federación, y que reasume su soberanía porque no está de

acuerdo con el poder central ubicado en la capital, el poder federal

tiene que encontrar un sistema en que las provincias o Estados, según

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81Curso de Derecho Constitucional

se les llamé en uno u otro sistema, no tengan la capacidad económica

y política suficientes para separarse. Por eso dividieron Yucatán, y

se crean Campeche y Quintana Roo; del Estado de México salieron

otros Estados: Morelos, Hidalgo, Guerrero, es decir todos los que

llevan nombres de héroes de la independencia fueron segregados

del Estado de México; éste era lo que correspondía propiamente al

concepto restringido de Nueva España y los demás eran reinos. Hubo

que dividirlo para que no tuviera la fuerza suficiente, fuera para

separar o para controlar a otros Estados con menos recursos. A Jalisco

le quitaron Aguascalientes, Colima, Nayarit, es decir, se va estable-

ciendo un sistema en que la independencia resulta imposible, se

organizan las finanzas de tal forma que los Estados no puedan ser

suficientes y no puedan vivir sin los apoyos federales; de hecho se

organizan sistemas en que el gobernador es impuesto por el centro,

de tal suerte que debe tener fuertes nexos de tipo político para que

nunca piensen en separarse del centro. Es muy notorio en la época

del porfiriato la figura de los delegados políticos y demás, pero

observen que esa reacción centralista no fue un problema de idiosin-

crasia, fue un conflicto producido por el no entendimiento del

federalismo.

El centralismo no es bueno para México y no corresponde a

un antecedente histórico. Su auge obedece a un problema de control

político: ya no se hablaba de independencias porque se estableció

un sistema de equilibrio político que con respeto mínimo a los Esta-

dos conservaba un control central, un “equilibrio” que nada tiene

que ver con la Constitución. Si el federalismo no ha producido en

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82 Carlos de Silva Nava

México todos sus frutos o no se ha desarrollado en toda su magni-

tud, no es porque el país no tuviera una vocación federal, es porque

los mexicanos echamos a perder el federalismo. Si analizamos los

antecedentes españoles, observamos que ellos son todavía más regio-

nalistas que nosotros; por diversos motivos, España es una nación

que se forma o se crea de golpe. La España moderna se erige a través

de siete siglos de Reconquista; las provincias del norte se empeñaron

en hacer reinos independientes, cada provincia tenía su rey.

En la época de Franco estaba prohibido hablar vasco, porque

Franco consideraba que si se le daba mucho auge a sus tradiciones

se le iban a independizar, por lo que les impuso el castellano como

una forma de penetración cultural. La tradición municipal está tan

arraigada en España, que a donde llegaban los españoles lo primero

que hacían era formar un Municipio. El Municipio es un modo de

descentralización del poder, que éste reclama autonomía frente al

poder del monarca; se explica que un pueblo que se pasó toda

la vida luchando por los municipios no tenga una especial predilec-

ción por el poder central, es decir, la idiosincrasia española es pro-

clive al federalismo, si bien no se forma como Federación, ya que

no existía ese concepto. Los Estados se unían pero por matrimonios

de sus reyes, no por pactos federales, porque era la forma en que se

formaban los Estados. Antes no podíamos exigirles a los liberales

que entendieran el sistema de Rusia, me refiero a los liberales del

siglo pasado, porque no se conocía la URSS. Tampoco podíamos

exigirles a los españoles de la Edad Media que intuyeran la posibili-

dad de que los futuros Estados Unidos se constituyeran como nación

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83Curso de Derecho Constitucional

federal, pero su manera de ser implica un regionalismo, una autono-

mía y el establecimiento de sistemas de gobierno locales en oposi-

ción al sistema central.

En el caso de los antecedentes indígenas es más difícil hablar,

porque el concepto de Estado indígena ni siquiera tenía una referen-

cia histórico-geográfica de lo que es actualmente el país; pero aunque

fuera un imperio, la conquista de las provincias y el sometimiento

al poderío azteca de otros pueblos, no era tanto con la idea de una

penetración cultural o del establecimiento de un centralismo. A ellos

les interesaba cobrar tributos, tener soldados disponibles y una serie

de ventajas que supone tener sometido a otro pueblo; pero recono-

cían cierta autonomía, de ahí el cacicazgo. Los caciques se mane-

jaban con autonomía, siempre y cuando se portaran bien con el

emperador y le pagaran sus tributos en dinero y en especie, precisa-

mente una de las causas del arraigo del caciquismo en nuestro país.

México no era federalista porque no se conocía el federalismo,

pero la idiosincrasia mexicana iba al federalismo. Por malos mane-

jos, por políticas deficientes en el siglo pasado, no funcionaron las

cosas como hubiéramos querido; desde que se planteó el primer Con-

greso Constituyente, ya con miras hacia una república, aunque el

Constituyente iba a un imperio, disuelto el primer Congreso el se-

gundo va a la creación de una república. Todavía no aparecía la

primera Constitución, y en esos momentos surge la declaración de

independencia de provincias; los sistemas sociales y de gobierno

tendían a la autonomía, no obstante en el sistema federal existía un

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84 Carlos de Silva Nava

poder central, aun en la Federación que se nos presenta no sólo

como la original sino como la más pura, no significa ausencia de

poder central, sino mezcla, coordinación entre poderes locales y cen-

trales. Tratar de sostener que España era una federación o que el

imperio azteca era una federación es absurdo; son ejemplos que seña-

lamos para explicar que nuestra tendencia ha sido alejarnos del centro

y eso justifica un sistema federal; además de las situaciones de hecho,

ahora nuestro país tiene la mitad de lo que tenía antes; imagínense

el manejo de California o de Nuevo México con un sistema central,

con los medios de comunicación con el desierto de por medio. Era

indispensable que los problemas se resolvieran ahí, cuando menos

los problemas locales.

En México confundimos el federalismo, decimos que ya tal acti-

vidad se federalizó. Cuando mencionamos federalismo nos estamos

refiriendo a que se centralizó una carretera estatal; se dice: esa carre-

tera se va a federalizar, y no se está federalizando, se está centrali-

zando, se le está quitando a la entidad para pasársela al control del

centro. El concepto claro de federalismo se limita a una definición:

"varios Estados se unen para formar un nuevo Estado, conservando

un mínimo de autonomía o soberanía y entregando el resto a la Federa-

ción"; eso es una Federación, la que opera según la Constitución

de cada país. ¿Es bueno o malo que la propiedad originaria sea de

la nación y no de las entidades federales? la solución mexicana es

que la propiedad originaria es de la nación, entendiendo por nación

al conjunto total de todos los Estados. Lógicamente es una con-

tradicción, porque si la Federación surge de la unión de Estados, la

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85Curso de Derecho Constitucional

consecuencia no puede ser la causa, la propiedad originaria debía

ser de los Estados. Cuando los Estados se unen pasan su propiedad

originaria a la nación, pero quiere decir que cuando se unieron no

había propiedad, porque la propiedad originaria es federal, entonces,

los Estados no aportaron propiedades; esos ya son problemas de

cada Constitución.

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87

La invasión de esferas,

inconstitucionalidad y amparo

Anteriormente hicimos algunos comentarios acerca

del federalismo y entre otros temas tocamos lo rela-

tivo a la división de competencias o de esferas de competencia que

se plantean entre el Estado central o Federación y las entidades

federadas; considerábamos que según el pacto federal los Estados

renunciaban en cierta medida a su soberanía y cedían determina-

das facultades en beneficio de la Federación para que fueran ejercidas

por el Estado federal, y veíamos en términos generales que el sistema

que sigue nuestra Constitución es en el sentido de hacer la enun-

ciación expresa de las facultades atribuidas a la Federación entendién-

dose que todo aquello que no se reserva la Federación queda

reservado a los Estados. Hablamos de las funciones expresas, de

las implícitas y de las reservadas a los Estados; también hicimos

alguna referencia a las facultades concurrentes o coincidentes, lo

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88 Carlos de Silva Nava

cierto es que se plantea una esfera de competencia estatal y otra de

competencia federal, en la inteligencia de que en algunos aspectos

hay una competencia común: tanto la Federación como los Esta-

dos pueden legislar o actuar indistintamente en determinadas

materias.

La invasión de esferas se produce cuando la Federación hace

uso de facultades o realiza actividades reservadas a los Estados, o

cuando éstos hacen uso de facultades exclusivas de la Federación.

Según el pacto federal, las materias federales son todas aquellas que

por disposición constitucional se entienden atribuidas a la Federa-

ción; desde el punto de vista práctico se plantean en ese aspecto dos

temas importantes: uno es el sistema jurídico de defensa, ya sea de

los particulares o de las entidades afectadas, sea el Estado o la Federa-

ción ante un problema de invasión de esferas o de soberanías, y

por otra parte, cuando en realidad se produce una verdadera inva-

sión de esferas o se trata de meros problemas de legalidad.

El artículo 103 de la Constitución, juntamente con el 107,

establecen las bases para la procedencia y tramitación del juicio de

amparo. El 103 estatuye que los tribunales federales conocerán pri-

mero de leyes, de actos de autoridad que vulneren o restrinjan

garantías individuales; en las fracciones II y III señala los casos de

leyes o actos de la autoridad federal que invaden la soberanía de los

Estados o leyes o actos de éstos que invaden facultades de la Federa-

ción, y el 107 establece que todos los procedimientos a que se refiere

el 103 se substanciarán bajo ciertas reglas y determina los principios

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89Curso de Derecho Constitucional

básicos del amparo, lo cual quiere decir que la invasión de esferas

puede tratarse a través del juicio de amparo.

Esto motivó una discusión que en su época fue muy seria. Actual-

mente se estima resuelto el asunto con una jurisprudencia de la

Suprema Corte de Justicia que determinó que el llamado “amparo

soberanía” solamente procedía cuando lo promovía un particular,

en la medida en que esa invasión afectaba sus derechos o sus

garantías individuales, pero no era factible que el Estado, cuya sobe-

ranía se veía invadida por la Federación, o ésta al verse invadida

en la esfera de sus facultades por un Estado, promoviera el juicio de

amparo. Se han hecho algunas críticas a dicha jurisprudencia; ésta

se apoya fundamentalmente en que el amparo es un juicio para

proteger derechos individuales y que los efectos de la sentencia son

relativos, sólo pueden afectar o beneficiar a la persona del quejoso;

por muy inconstitucional o violatorio de garantías que sea un acto

de autoridad, si el afectado no se inconforma o se inconforma de

tal manera que no alcanza a demostrar la procedencia del juicio o

la violación misma de garantías, el acto de autoridad subsiste inde-

pendientemente de su constitucionalidad; de tal suerte, si acepta-

mos que al solicitar amparo un Estado se verán beneficiados todos

los habitantes del mismo, sin haber sido parte del juicio en cuestión,

tal cosa no procede. En tal sentido no es posible que el Estado o la

Federación promuevan el juicio de amparo, ya que es un recurso

para defender derechos individuales, garantías individuales.

Los Estados y la Federación se defienden a través de procedimien-

tos judiciales que no son o constituyen el juicio de amparo. Son

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90 Carlos de Silva Nava

los procedimientos establecidos en el precepto 105 constitucional,

que da competencia a la Suprema Corte para conocer de los conflic-

tos que se susciten entre ambas esferas, o entre las autoridades de

los Estados entre sí, por problemas de inconstitucionalidad de sus

actos. O sea que la Constitución permite que los Estados y la Federa-

ción planteen sus problemas constitucionales, estableciendo para ello

una vía distinta a la del juicio de amparo, que es el procedimiento

o procedimientos previstos en el artículo 105 constitucional. Se dice

que no queda clara la redacción del artículo 103, porque argumen-

tan los que tienen opinión contraria a la de la Corte que si el amparo

procede en la medida que afecta las garantías individuales bastaba

la fracción I; si el acto atentatorio de garantías individuales es a su

vez invasor de esferas, de todas maneras no son necesarias las

fracciones II y III, basta la fracción I. Es un acto violatorio de ga-

rantías, sea o no invasión de esferas, entonces, dicen, sería ocioso,

absurdo, pensar que el Constituyente estableció artículos que no

tienen ninguna razón de ser con los criterios actuales, con las tesis

jurisprudenciales modernas. En realidad nos queda la impresión

de que esas dos fracciones salen sobrando, ya que todo amparo podría

apoyarse en la I, lo que pasa es que ésa nos parece suficiente según

los criterios actuales.

Cuando se estableció la Constitución del 57 y luego la del 17,

que en esta materia es idéntica a la anterior, pues la confirmó en el

artículo 103 que reproduce el 101 de la Constitución del 57 en los

mismos términos. En aquella época sí eran necesarias las fracciones

II y III porque sobre el amparo originario se pensaba que el juicio

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91Curso de Derecho Constitucional

no podía ni debía, no era el medio idóneo para defender la totalidad

de los preceptos constitucionales; se decía que el juicio de amparo

solamente protegía garantías individuales. Si por ejemplo se alegaba

un problema de inequidad de algún impuesto, tema previsto en el

artículo 31, fracción IV de la Constitución, se argüía que ese artículo

no estaba en los primeros 29 artículos, no estaba en el capítulo de

garantías individuales, por lo que no podía el juicio de amparo defen-

der los temas de equidad, de proporcionalidad de los impuestos,

porque no es una garantía individual. Después se elaboró la

jurisprudencia que todos conocemos en el sentido de que a través

de las garantías de legalidad, del 14 y 16, sí se protege a toda la

Constitución; ciertamente no es una garantía individual, por su

ubicación dentro de la Constitución, la prevista en el artículo 31,

pero el desacato a este artículo implica violación a las garantías de

legalidad. No se está aplicando o elaborando, según el caso, una ley

que reúna los requisitos constitucionales, o sea que hay problemas

de fundamentación, motivación, competencia, etcétera; luego, si

violar una ley secundaria implica violación al 16, violar la Consti-

tución con mayor razón implica violación al 16, de aquí que en la

jurisprudencia actual se protege, a través de las garantías de legali-

dad, a toda la Constitución.

Cuando se hizo la Constitución fue necesario fundamentar ese

amparo porque los temas que se iban a discutir en aquella época,

en el “amparo soberanía”, no eran garantías individuales: ‘que si

esto es facultad exclusiva de la Federación o del Estado’, ‘que si es

facultad coincidente’, ‘eso no está en garantías individuales’, luego

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92 Carlos de Silva Nava

sí era necesario establecer la procedencia del juicio de amparo

cuando se apoyaba en la invasión de esferas. Actualmente ya no es

necesario, ya que los alcances del amparo variaron por el estable-

cimiento de nuevas jurisprudencias. También se argumenta en contra

de la tesis de la Corte, porque el amparo tiene efectos limitados,

pero en casos sui generis el amparo puede beneficiar a personas que

no intervinieron en el mismo; indirectamente el amparo promovido

por unos beneficia a otros. Por ejemplo, en una carretera se han

otorgado cinco concesiones a cinco diversas empresas para la explo-

tación de la carretera; según la ley esos concesionarios tienen dere-

chos preferenciales para el caso de que haya la necesidad de ampliar

los servicios. Así como en materia civil existe el derecho de tanto,

en el sentido de que cuando un copropietario piensa vender, pri-

mero pregunta a su copropietario si quiere adquirir antes de venderle

a cualquiera, así se establece un derecho de preferencia que podría

ser o no utilizado, pero existe la preferencia. De tal manera sucede

que si es necesario por la cantidad de pasaje carretero que corran

más autobuses, con más frecuencia, pues debe darse oportunidad

a los que ya la están explotando para que ejerzan su derecho prefe-

rencial. Pero imaginemos hipotéticamente que sin darles esa oportu-

nidad se da la concesión a una sexta empresa, eso es ilegal, porque

sería una concesión otorgada sin reunir el requisito previo de quienes

ya tienen concesión de ampliar sus servicios, si es que tienen interés

en ello. Pensemos que una de esas empresas pide amparo y lo gana.

En efecto, resulta ilegal la actuación de la autoridad, se declara la

violación de garantías y se otorga el amparo; el efecto del amparo

es cancelar la concesión de aquel sexto concesionario e impedir

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93Curso de Derecho Constitucional

que circule por no contar con una concesión legalmente expedida.

El acto es indivisible, no podemos decir que circule para unos y

deje de circular para otros; en un caso como ése se benefician cuatro

empresas que no solicitaron el amparo, entonces, qué tiene de raro

que en un conflicto también excepcional por haber pedido amparo

el Estado, se beneficien todos los habitantes.

Eso puede pasar eventualmente, es la naturaleza del acto lo

que define los alcances de la protección constitucional, pero no es

imposible que se beneficien personas que no acudieron al juicio

de amparo. Quizá hasta pudo darse el caso de que alguno de ellos

si haya acudido a él y lo haya perdido por cualquier motivo: porque

operó una causal de improcedencia, se le pasó el término, sus con-

ceptos de violación resultaron muy deficientes y no se le suplió la

deficiencia de la queja, etcétera. En ejemplos como el que estamos

tratando puede operar ese fenómeno, fenómeno excepcional, ade-

más los alcances del beneficio no son iguales para los que litigaron

que para los que no litigaron. Por ejemplo, si la autoridad no cumple

adecuadamente con la sentencia de amparo, el quejoso podrá pro-

mover el incidente de incumplimiento, las inconformidades y recur-

sos que procedan, como el recurso de queja por exceso de efectos

de cumplimiento, pero no podrán hacerlo los que no litigaron.

Si la Constitución determina que esas cuestiones entre Estado

y Federación pueden resolverse conforme al artículo 105, es muy

lógico que los particulares vayan al amparo por el 103. Con el mismo

argumento de que saldrían sobrando las fracciones II y III, también

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94 Carlos de Silva Nava

saldría sobrando el 105 si todos los problemas de constitucionalidad

fueran a tratarse a través del juicio de amparo. La idea de la Consti-

tución fue establecer dos vías con consecuencias distintas. Ya comen-

tábamos en que el juicio de amparo, aun cuando se apoye en la

invasión de esferas, sólo beneficia al quejoso, y que las sentencias

que se dictan en los juicios constitucionales del 105 sí benefician a

todas las personas, ya sea a toda la Federación o a los habitantes

de todo el Estado.

La Suprema Corte se ha enfrentado a un problema práctico,

no tanto desde el punto de vista de la procedencia del juicio de

amparo, porque la Suprema Corte es competente para conocer

de los recursos de revisión que se promuevan contra sentencias dicta-

das en la audiencia constitucional por los Jueces de Distrito. Cuando

el amparo se fundamenta en las fracciones II y III del 107, la com-

petencia recae en la Suprema Corte de Justicia. Había frecuente-

mente casos que en realidad no tenían nada que ver con invasión

de esferas; el quejoso mañosamente los hacía parecer como tal, pues

para fincar la competencia en el Pleno, y así alargar lo más posible

su juicio, aun fuera o no cierto, aducía un problema de invasión

de esferas. Además del aspecto práctico de si era o no una “chicana”,

se planteaba otro problema precisamente por la naturaleza de asun-

tos, la dificultad que plantea el número de sesiones. Decíamos que

el Pleno no opera con la misma velocidad, por lo que algunos Minis-

tros consideraron que éste sólo era competente cuando estuviera

consciente de que se trataba de un problema de invasión de esfe-

ras; adujeron entonces que no bastaba que el amparo se apoyara en

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95Curso de Derecho Constitucional

las fracciones II y III del 103, era necesario que en efecto se estuviera

en presencia de un problema tal, ya que hay temas que dan la aparien-

cia de invasión de esferas cuando en el fondo no existe tal, sino

meros conflictos competenciales, ya que por el solo hecho de que

un Juez civil esté tramitando un juicio que por equis o tal carac-

terística debió ser conocido por un Juez local y está siendo conocido

por un Juez federal, hay una invasión a la soberanía del Estado: se

está afectando su libertad, su esencia, su autonomía, impidiendo

el desarrollo de sus facultades.

En una época fue muy frecuente que organismos federales des-

centralizados acudieran al amparo, quejándose. Por ejemplo, de que

determinado Estado o Municipio les cobraba impuesto predial. Sin

embargo, por las leyes que los rigen que tienen carácter federal por

ser organismos federales, no querían pagar impuestos locales, argumen-

tando que tal circunstancia les autorizaba a no pagar impuestos

locales; el Municipio estaba invadiendo la esfera federal al cobrar

el impuesto predial. Aquí se está planteando una oposición de dos

leyes, lo que se está discutiendo es qué ley debe prevalecer, si la fede-

ral que les otorga ciertos beneficios fiscales, o la local que no los

exime del pago de determinado impuesto. Si es un problema de lega-

lidad hay que resolver cuál es la ley aplicable, y el argumento de

inconstitucionalidad es que se viola una ley, y no hay elementos

de que se esté violando la Constitución; es decir, no hay una oposi-

ción entre la ley local y la Constitución, hay una oposición entre la

ley local y la federal, y el problema a dirimir es cuál de las dos es

la aplicable, es decir, es un problema de legalidad.

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96 Carlos de Silva Nava

Aquí se está planteando un tema de invasión de esferas. Se aduce

que el Congreso estatal, en este caso de Tamaulipas, legisló en

materia que es exclusivamente de la Federación; se está diciendo

que el Congreso estatal hizo uso de una facultad concedida de ma-

nera exclusiva a la Federación, y eso sí es un problema de invasión

de esferas. El otro aspecto se refiere a que aquí el Juez dictó la sen-

tencia al revés, empezó por el final. Siempre se estudia primero la

constitucionalidad y luego se estiman los vicios que se atribuyen

al acto de aplicación de la ley; lo que pasa es que muchos jueces

estudian primero la aplicación, y si le encuentran un vicio ya no estu-

dian la constitucionalidad, eso es invertir la técnica. La constitu-

cionalidad de la ley es de estudio preferente, por lo que si ésta es

inconstitucional, sale sobrando todo lo demás. Simplemente no

puede subsistir un acto que se apoya en una ley inconstitucional,

en esa medida creo que tiene razón el quejoso, no es la afectación

práctica de que al cabo ya no te lo van a aplicar, es una sentencia que

le está negando la procedencia de una acción por él ejercida. En ma-

teria de constitucionalidad sí tiene interés jurídico en atacarlo y en

mi concepto sí tiene razón. El Juez debió empezar por el estudio de la

constitucionalidad y no resolver otras cuestiones; pero ese vicio

está en los conceptos de violación de la demanda o en los agravios,

y en éstos no tiene porqué dar una precisión absoluta de la ley, ya

que no se está reclamando la inconstitucionalidad de la ley, sino

simplemente atacando un sobreseimiento.

El tema original de la revisión es simplemente si hizo bien o

mal el Juez en sobreseer. Supongamos que la Corte diga que el Juez

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97Curso de Derecho Constitucional

hizo mal. Vamos a estudiar la demanda, ya se verá si está bien o mal

planteada, incluso podrá sobreseerse por un motivo diverso al seña-

lado por el Juez, ya que en los agravios no tiene porqué señalar con

precisión tales o cuales preceptos; no es ahí donde está el error del

Juez, debió entrar primero al estudio de la ley, pero a lo mejor esa

ley es constitucional, más para decir si es o no constitucional pri-

mero se tiene que revocar el sobreseimiento, si no mi acción sigue

siendo improcedente.

La Corte consideró que sólo había invasión de esferas cuando

los Estados hacían uso de las facultades exclusivas de la Federación,

o viceversa, pero no cuando con la apariencia de invasión de esferas

en realidad se planteaban temas de mera legalidad. Otra fracción de

la Corte opinó que eso de que si había o no una real invasión

de esferas era un buen argumento para negar el amparo, pero no

para dejar de asumir la competencia, dijo: el concepto de violación

es cuando hay invasión de esferas, vamos a aceptar que no haya tal,

declaramos infundado el concepto de violación y neguémosle el

amparo al quejoso; de cualquier manera se tiene que resolver, si plantea

mal la invasión de esfera no es motivo para declararnos incompeten-

tes, porque observen ustedes que para establecer la incompetencia

de la Corte se dice que no hay invasión de esferas. En realidad

al declararse incompetente la Corte está resolviendo el juicio, ya

está declarando infundado el concepto de violación, no para negar

el amparo sino para no asumir competencia, y luego dicen, “y qué

va a hacer el Tribunal Colegiado que es el que se estima competente

si no hay invasión de esferas”, y en segunda instancia, qué va a

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98 Carlos de Silva Nava

hacer el Tribunal Colegiado cuando la Corte ya le dijo que no hay

invasión de esferas, va a decir: “pues ya te dijeron y yo te niego el

amparo”, es decir, ya no tiene nada que discutir el Tribunal.

Lo que se pretende no es que la Corte defienda el artículo 16

constitucional que habla de autoridad competente, establece el requi-

sito de competencia en relación a que las autoridades puedan mo-

lestar a los particulares, porque siempre que se plantea violación al

16 habrá invasión de esferas; lo que se trata es de darle competencia

al Pleno de la Corte y no a un Tribunal Colegiado, dada la impor-

tancia que supone la defensa del federalismo, el equilibrio entre la

Federación y los Estados, y que no sea cualquier Tribunal el que

intervenga en el problema sino que sea el máximo Tribunal quien

establezca cuáles son los límites estatales y cuáles los federales,

tratando de conservar un sistema de estabilidad federal. Pero no

podemos decir que la estabilidad federal esté en juego por un juicio

civil o porque le estén cobrando el impuesto predial a una gasoli-

nería que es propiedad de Pemex; no está en juego la estabilidad

de la Federación que es lo que justifica que un amparo no sea conocido

por un Tribunal ordinario sino por la Suprema Corte de Justicia.

De otra manera la Corte sería competente para todo, bastaría de-

cir: “no es competente, era competente el otro, bueno pues ya que

intervenga la Corte”; no es la idea, en mi opinión, de los preceptos

que establecen nuestra competencia.

Les voy a decir por qué estoy convencido de que la reforma tenía

esta intención. El entonces Presidente de la Corte era del grupo

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99Curso de Derecho Constitucional

que opinaba que el Máximo Tribunal no debía conocer de esos

casos, y como todas las sesiones eran una “olla de grillos” y una

“discutidera”, fue el Presidente quien solicitó se formulara una ini-

ciativa para cambiar la ley. Pienso que esa reforma es correcta, pero

fue obvia la intención; oficialmente la Corte no tiene facultad de

iniciativa; ésta no partió oficialmente de la Corte. Estamos de acuerdo

en que no conozcamos de legalidad, pero este tema no alude a

legalidad, sino es invasión de esferas.

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101

La supremacía constitucional

El artículo 133 constitucional establece la supremacía de la

Constitución, dice:

Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen

de ella y todos los Tratados que estén de acuerdo con la misma, cele-

brados y que se celebren por el Presidente de la República, con

aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los

Jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y

tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber

en las Constituciones o leyes de los Estados.

Hay que recordar que en los distintos tipos de normas jurídicas

hay un sistema de graduación de jerarquías, de tal suerte que todas

ellas se entrelazan entre sí, formando un cuerpo más o menos unido

al que conocemos como el orden jurídico. El orden jurídico es el

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102 Carlos de Silva Nava

conjunto de normas y de los derechos y obligaciones que emanan

de todas ellas. Por ejemplo, Kelsen nos habla de la figura de la

pirámide en cuya cúspide se encuentra la Constitución como el com-

ponente jurídico de mayor jerarquía, el más importante; después se

van estableciendo niveles con distintas normas, seguirán las leyes,

de éstas seguirá otro estrato, serán los reglamentos y las disposiciones

administrativas de carácter general; después vendrán las resolucio-

nes administrativas y las decisiones judiciales. Las sentencias, las

resoluciones judiciales en general y las decisiones de los órganos

administrativos están consideradas por la teoría moderna como

normas jurídicas que están encuadradas dentro del sistema jurídico

establecido. Si bien es cierto que la validez de estas resoluciones

administrativas o judiciales encuentran su justificación en los estra-

tos superiores, en los reglamentos o en las leyes, según el caso, también

es cierto que en ellas se establecen situaciones jurídicas concretas y

normas jurídicas. Se establece también una obligación concreta para

la persona que en un momento dado resultó condenada o afectada

por la decisión administrativa; impone normas de conducta; por

tanto, son normas jurídicas que se encuentran entrelazadas en ese

sistema jurídico que según Kelsen tiene la forma de una pirámide,

mientras menos sean las disposiciones, mayor es su jerarquía e impor-

tancia, hay más preceptos legales que preceptos constitucionales.

La justificación de unas normas depende de la justificación de

las normas superiores; una ley, valga la expresión, se legitima cuando

está acorde con la Constitución que está en el estrato superior.

Un reglamento se legitima cuando está acorde con la ley que regla-

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103Curso de Derecho Constitucional

menta, la cual está en el estrato superior. Las decisiones administrativas

o judiciales se legitiman cuando están de acuerdo con las nor-

mas de estratos superiores que las regulan, es decir, el orden jurídico

se nos plantea como un todo absoluto; para que ese todo conserve su

armonía es necesario que se siga ese orden lógico de estratos, porque

si en un momento dado se brinca el estrato o uno de los estratos, se

produce una situación irregular y de desequilibrio. Por ejemplo,

el Presidente de la República no puede, normalmente, reglamentar

un precepto constitucional brincándose el estrato intermedio que

es donde se encuentran las leyes secundarias, hay una disconti-

nuidad, no hay un proceso lógico en el orden jurídico, se está brin-

cando un estrato de la pirámide. Lógicamente, la Constitución es

el origen y fuente de todo el sistema jurídico, de ahí su supremacía,

pero esta supremacía que consideramos absoluta de la Constitución

en realidad corresponde a una cuestión meramente teórica o doc-

trinaria. En la práctica las cosas no operan así y no lo digo por una

crítica malsana de que sí se viola o no se viola la Constitución.

Estoy hablando en términos estrictamente jurídicos, que vinien-

do de arriba hacia abajo no debe brincarse ninguno de los estratos

para que todas las normas jurídicas estén ubicadas dentro de un

orden establecido. También cuando se trata de la aplicación de

normas hay que empezar por las normas de abajo, sin brincarse

ningún estrato hacia arriba; por ejemplo, una sentencia podrá ser

contraria a una ley o a un reglamento, pero la sentencia está produ-

ciendo una situación jurídica ya concreta y tiene la presunción

de cosa juzgada; esa sentencia obedecida a pesar de ser ilegal, es el

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104 Carlos de Silva Nava

principio de ejecutoriedad, el principio de cosa juzgada. Una vez

que la sentencia es definitiva, es ejecutoria, una vez que se agotaron

los recursos, los medios de defensa, el juicio de amparo, podrá ser

la sentencia más ilegal, pero debe ser cumplida. Es que esa sentencia

viola todos los estratos de arriba, pero cuando empezamos de abajo

no podemos aplicar primero los de arriba, tenemos que seguir el

mismo orden. La sentencia podrá estar equivocada desde un punto

de vista material, la verdad de hecho no fue encontrada por la sen-

tencia, pero legalmente tiene la presunción de ser correcta. Toda

sentencia tiene la presunción de ser correcta y por eso, con apoyo

en esa presunción, esa sentencia debe ejecutarse independiente-

mente de lo que digan las normas jurídicas que están en los estratos

superiores de la pirámide. El reglamento se opone a la ley, hay que

aplicar primero el reglamento. La ley se opone a la Constitución, hay

que aplicar la ley ¿y qué hacemos con una ley inconstitucional? pida-

mos amparo y obtengamos una declaración de inconstitucionalidad

de la ley, pero no al gusto de cualquier autoridad se va a dejar de

aplicar una ley porque a su juicio es una ley inconstitucional; la ley

se aplica, si resultó contraria a la Constitución hay sistemas y proce-

dimientos de defensa para evitar la aplicación de la ley, pero mien-

tras no exista la declaración de inconstitucionalidad de la ley, debe

ser aplicada, y aunque suene un poco fuerte, aplicada preferente-

mente a la Constitución.

En caso de pugna entre la ley y la Constitución, hay medios

jurídicos para dirimir esa oposición o esa contradicción, pero obser-

ven que si el orden jurídico es un todo armónico y organizado no se

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105Curso de Derecho Constitucional

puede alterar ese orden sino a través de los medios jurídicos que el

propio orden establece; pero no se cumplen las normas, unas en vez

de otras, al gusto del intérprete o de la autoridad. La autoridad

está obligada a conservar ese orden, romper ese orden es romper el

orden jurídico; repito que desde un punto de vista muy teórico o

doctrinario nos parece absurdo que una ley se aplique preferentemen-

te a la Constitución, pero es que cuando sin justificación suficiente,

sin competencia de la autoridad para resolver ese problema, se

suprime un escalón de la pirámide, en ese momento queda roto el

orden jurídico. Esto que comento no va contra el principio de supre-

macía constitucional, simplemente se establece que para lograr este

principio deben seguirse los mismos cauces que las normas jurídicas

de la pirámide establecen.

En el caso concreto de leyes inconstitucionales el cauce jurídico

es el juicio de amparo, pero una cosa es ir al juicio de amparo y otra

que al gusto de la autoridad se apliquen o no las leyes porque a su

juicio no sabemos si es bueno o malo, no sabemos si tiene o no

competencia para decirlo; le parece que una ley es inconstitucional,

esto ha suscitado muy interesantes discusiones en la teoría, pero

también tiene una gran trascendencia en la práctica porque se plantea

el problema de cómo va a ser controlado el principio de suprema-

cía constitucional. Por un lado hay quien sostiene que sólo determi-

nadas autoridades con ciertas atribuciones constitucionales están

facultadas para analizar la constitucionalidad de las normas jurídicas

de cualquiera de los estratos a que nos referimos; esto es, la constitucio-

nalidad de las sentencias, resoluciones, decretos, reglamentos, leyes,

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106 Carlos de Silva Nava

y solamente puede analizarlos —al menos como regla general—, cuando

hay una acción de constitucionalidad planteada por parte intere-

sada. Repito, primera posición: sólo determinados órganos de Estado,

con ciertas facultades, pueden analizar y declarar la constitucionalidad

o inconstitucionalidad de cualquiera de las normas que establecen o

configuran la famosa pirámide de Kelsen. Otra posición: en primer

término, ese órgano al que nos referimos es el Poder Judicial de la

Federación, a través de los procedimientos del amparo o constitucio-

nales, y las controversias constitucionales establecidas en el artículo

105. Las demás autoridades se limitan a aplicar la ley; si resultó incons-

titucional que se promueva amparo contra ellas, pero ellas, según

esta teoría, no pueden discutir la aplicación de la ley, la aplican, y

si resulta inconstitucional, que intervenga el Poder Judicial de la

Federación para así declararlo; pero no compete a ellas hacer el aná-

lisis de la constitucionalidad, sólo se limitan a la aplicación de la ley

por muy inconstitucional que parezca.

La segunda posición consiste en que cualquier autoridad, con o

sin promoción de parte interesada y aun en la vía de excepción, no

de acción sino de defensa, puede analizar la constitucionalidad y,

en su caso, negarse a aplicar las normas que a su juicio son inconsti-

tucionales. Esta segunda posición puede encontrar matices. El primer

enunciado que se hizo es muy tajante y general, pero decía que algu-

nas autoridades, con o sin acción, en la vía de excepción podrán

analizar la Constitución, esto es lo que se llama control difuso de la

Constitución: no hay un sistema definido para controlar la constitu-

cionalidad, sino que en cualquier momento, procedimiento o pro-

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107Curso de Derecho Constitucional

blema, al surgir el tema de inconstitucionalidad, éste puede ser

resuelto por cualquier autoridad, o al menos por muchas

autoridades.

El artículo 133, en su última parte, dice “...los Jueces de cada

Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar

de las disposiciones en contrario que pueda haber en las Consti-

tuciones o leyes de los Estados”. Hay quien pretende sacar de este

precepto la conclusión de que la Constitución está aceptando un

sistema difuso de control, al expresar: “los Jueces de los Estados se

arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados”, se refiere a leyes

y tratados federales, obviamente: “a pesar de las disposiciones en con-

trario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados”,

la Constitución acepta un control difuso de la Constitución, sin

iniciar el juicio de amparo y sin necesidad de nada; o sea que en caso

de conflicto entre la legislación interna estatal y la federal, o la Consti-

tución misma, el Juez, sin que nadie se lo pida, sin intervenir en

un juicio de amparo o en un juicio similar, simplemente porque a

él así le parece, se puede negar a aplicar su Constitución local y su

legislación local y aplicar preferentemente los principios de legis-

lación federal y, con mayor razón de la Constitución General de la

República.

Esta conclusión, derivada de las disposiciones del artículo 133

en el sentido de que de él surge el poder del control difuso es un

tanto discutible. El precepto no es claro. Desde luego no se refiere

a cualquier autoridad, se está refiriendo a Jueces de los Estados, ni

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108 Carlos de Silva Nava

siquiera habla de Jueces federales; no está diciendo que los Jueces

federales apliquen preferentemente la Constitución sobre las le-

yes federales, ni que se nieguen a aplicar la Constitución cuando las

leyes federales sean contrarias a ésta; tampoco está diciendo que

las autoridades administrativas, federales o locales deberán arre-

glarse a la Constitución a pesar de disposiciones legales en contrario.

Se establece una facultad exclusivamente para Jueces locales y sólo

para dirimir una oposición entre disposiciones federales y loca-

les, pero no a cualquier autoridad ni en cualquier caso y tal vez la

intención del precepto consiste más que en afirmar la supremacía cons-

titucional en dirimir una posible confrontación entre la legislación

federal y estatal. Es decir, confiere o pretende otorgar una mayor

jerarquía no sólo a la Constitución sino a la legislación federal y a

los tratados internacionales, diciendo que en caso de oposición en-

tre las normas estatales y las federales tienen mayor jerarquía, mayor

importancia, las federales que las estatales. Pero no está muy claro

que de manera indubitable se haya establecido el control difuso de

la Constitución, dando facultades a cualquier autoridad para actuar

como le parezca.

La jurisprudencia de la Suprema Corte se inclina en términos

generales por el control estricto de la Constitución, no por el sistema

de control difuso. Dice que sólo los órganos del Poder Judicial de

la Federación, a través de los procedimientos que la propia Consti-

tución establece —cuando menos de origen y que son después regula-

dos por la legislación secundaria—, sólo en esos casos puede analizarse

la constitucionalidad de leyes o actos de autoridad. Las autoridades

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109Curso de Derecho Constitucional

ordinarias no están facultadas para tratar temas de constituciona-

lidad. El intérprete máximo de la Constitución es el Poder Judicial

de la Federación y, como decía alguien ingenuamente, ¿qué quiso

decir la Constitución en ese artículo? le contestaron: ‘lo que la

Suprema Corte quiere que diga’. Así como decíamos que la senten-

cia constituye una verdad legal y tiene toda la fuerza de un fallo

por el solo hecho de ser una declaración de verdad jurídica, de igual

forma, si con este sistema queda la interpretación exclusiva de la

Constitución al Poder Judicial Federal y concretamente a la Supre-

ma Corte de Justicia, debemos entender que la interpretación consti-

tucional dada por la Corte es la verdad legal. No tenemos porqué

darle más validez a una sentencia civil que a una sentencia de amparo,

o a una sentencia penal; el señor podrá ser inocente, pero si la sen-

tencia lo declaró culpable, formalmente es culpable.

La Corte podrá equivocarse porque está integrada por huma-

nos, pero formalmente lo que dice es correcto, ya que lo dicho en

una sentencia no tiene porqué tener menos validez jurídica que la

sentencia de un Juez penal o civil. ¿Por qué la Corte se ha inclinado

por el sistema de control a través de órganos y procedimientos deter-

minados? Quizá la explicación sea ésta: se produciría inestabilidad

en el orden jurídico si cualquier autoridad a su juicio y cuando le

parezca prudente se niega a aplicar determinadas normas jurídicas

de cualquier nivel; de buena o mala fe podría decir el Juez: “pues

fíjense que a mí me parece que el Código Civil es inconstitucional

y me niego a tramitar juicios civiles”; este es un ejemplo al absurdo

para dar a entender hasta dónde podría llegar a degradarse el pro-

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110 Carlos de Silva Nava

blema: cuando se trata de juzgar a los que me caen mal me parece

que ciertas normas que les perjudican son muy buenas y cuando

voy a juzgar a los que me caen bien me parece que las normas que

les perjudican no deben ser aplicadas, pues son contrarias a la Consti-

tución, etcétera. Por esto no puede quedar al arbitrio de cada quien,

en el momento que quiera y cuando quiera, aplicar o no las normas

que integran todo el sistema jurídico nacional.

Por eso decimos que cuando se aplican las normas hay que dar

preferencia a las de abajo sobre las de arriba. Si hay sentencia se

aplica la sentencia, hay reglamento, se aplica éste, si hay ley se aplica

la ley, aun cuando exista la idea de que esa ley es inconstitucional;

es decir, es más importante, aunque les parezca herético, mantener

el orden jurídico que la supremacía constitucional, más importante

de hecho porque si con el pretexto de la supremacía constitucio-

nal desquiciamos el orden jurídico, entonces las cosas no resultan

bien. Se habla frecuentemente, no sólo por juristas sino incluso

por el pueblo en general, que la Constitución se viola constante-

mente y que es una pena que se produzcan esas faltas de respeto al

sistema constitucional. No negamos que se produzcan violaciones

constitucionales, no existe ninguna ley, de ningún rango, que sea

incapaz de ser violada, porque el derecho no establece leyes natura-

les sino normas jurídicas, normas de lo que debe de ser, pero que no

siempre es, pues si las cosas siempre fueran de una forma no sería

necesario reglamentarlas. Las normas constitucionales tienen el riesgo

de la inobservancia, no se puede violar la ley de gravedad pero sí se

puede violar cualquier disposición; lo importante es que el propio

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111Curso de Derecho Constitucional

sistema jurídico, para conservar su armonía, establezca los mecanis-

mos para que dentro de lo posible se recupere el orden constitucional.

En todos los países se violan las leyes y las constituciones, lo

que pasa es que en algunos países las violaciones resultan irrepara-

bles y en otros operan los sistemas de defensa constitucional.

Si aceptamos que la Constitución puede ser violada y admitimos

que es ideal que se establezcan sistemas o medios jurídicos, los me-

canismos para reparar esa violación, el sistema fundamental de

defensa constitucional que tenemos nosotros, el juicio de amparo

—en la práctica los procedimientos del 105—, no operan en la práctica;

factiblemente pueden promoverse pero de hecho no lo hacen. El juicio

de amparo no protege todos los aspectos constitucionales, porque

si el acto de autoridad inconstitucional no afecta garantías indivi-

duales no procede el juicio de amparo; al no haber otros sistemas

idóneos de defensa la violación constitucional se consuma; o aun

en aquellos en que el amparo es procedente, si el interesado, el afec-

tado por la violación constitucional, no promueve el juicio o lo

promueve deficientemente, se consuma la violación a la Consti-

tución. Por eso decíamos que la supremacía constitucional hay que

verla como un principio muy teórico, muy importante para la justifi-

cación de la teoría política, pero verlo con mucho cuidado en el

manejo práctico; nos estamos poniendo en un plan estrictamente

jurídico de cómo opera en nuestro país el sistema de supremacía

constitucional.

Si se diera al Poder Judicial de la Federación, por ejemplo, la

facultad de analizar cualquiera de los actos de los otros dos poderes,

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112 Carlos de Silva Nava

es decir, todos y cada uno de ellos sin petición de parte agraviada,

y emitir decisiones críticas constitucionales respecto de todos ellos,

en primer lugar la Corte no tendría tiempo para analizar todo

eso. En segundo lugar, se rompería el sistema de equilibrio de pode-

res: cuando la Corte quisiera echaría abajo cualquier acto de autori-

dad, porque en un momento dado le parecería prudente, sin petición

de parte, sin ver quién es el perjudicado o quién es el beneficiado,

simplemente porque muy preocupada por la supremacía la Corte

se mete con todas las autoridades, en todas sus actuaciones critica sus

actos. No puede la supremacía constitucional justificar una ruptura

del equilibrio de poderes porque entonces la Constitución, con el

pretexto de salvaguardarse, estaría creando una estructura constitu-

cionalmente deficiente al establecer una organización que no guar-

da el equilibrio de poderes, es decir, habría una contradicción en

el sistema constitucional. ¿Es muy grave que la Constitución se

viole? sí, es muy grave, ¿es muy grave que se consolide la violación

constitucional? sí, pero no debemos asustarnos, ya que todas y cada

una de las normas jurídicas, en todos y cada uno de los países, tie-

nen la posibilidad de ser desacatadas; no hay norma que se evada a

esa posibilidad, luego no debemos asustarnos, es un problema pro-

pio del derecho. Claro que lo ideal es que las violaciones se produz-

can en el menor número posible y que los sistemas de defensa operen

con la mayor oportunidad; no podemos llegar al punto contrario

de un control absoluto y definitivo en cualquier caso y momento del

sistema de supremacía constitucional.

Volviendo al 133, en su primera declaración dice: “Esta Consti-

tución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y

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113Curso de Derecho Constitucional

todos los Tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados

y que se celebren por el Presidente de la República, con aprobación

del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión”. No cabe duda

que la Constitución tiene una jerarquía superior a las leyes y tratados

y en casos de conflicto una jerarquía superior a las constituciones y

leyes locales, pero se ha planteado en la práctica un problema: ¿qué

tiene mayor jerarquía, una ley emanada del Congreso o un tratado

internacional celebrado por el Presidente con aprobación del

Senado? ¿qué pasa cuando una ley entra en oposición a un tratado

internacional o viceversa? Si hay un sistema de jerarquía dentro de

ese orden jurídico a que nos referimos, uno estará por encima del

otro, pero habría que aplicar preferentemente el de menor jerarquía,

¿o tienen igual jerarquía? o ¿cómo se dirime el conflicto? ¿qué es lo

que va a aplicar la autoridad, la disposición legal o la disposición

contenida en el tratado internacional?

No hay duda de que ambos, la ley y el tratado, deben estar acor-

des con la Constitución y, en caso de no estarlo, quien resulte afectado

por la ley o por el tratado podrá acudir al juicio de amparo pidien-

do la declaración de inconstitucionalidad, tanto de la ley como del

tratado, y evitar la aplicación en perjuicio de uno u otro. Creo que

no estamos frente a un problema de jerarquías, pues los dos están en

el mismo nivel, lo que pasa es que la legislación interna tiene deter-

minados objetivos y el convenio internacional tiene diversos. Del

artículo 133 aludido no podemos deducir que una sea más impor-

tante que la otra; lo que podemos inferir es que cada una en su

esfera, una en lo internacional y otra en la esfera local, tienen la

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114 Carlos de Silva Nava

misma jerarquía respecto de la Constitución. Claro está que es muy

fácil decir que los tratados son aplicables en materia internacional

y las leyes nacionales lo son en materia interna, y ahí está resuelto

el problema; porque puede haber, y de hecho se ha dado, una contra-

dicción entre leyes federales y tratados internacionales.

Todavía hace poco tiempo se plantearon algunos juicios de amparo

en los que se sostenía por los interesados que la Ley de Invenciones

y Marcas resultaba inconstitucional porque entraba en conflicto

con los tratados internacionales celebrados por México con otros paí-

ses con motivo del manejo de patentes y marcas. Concretamente se

aducía la violación al llamado Convenio de París en materia de propie-

dad industrial; se sostenía en aquellas demandas, entre otras cosas,

que los tratados internacionales tenían una mayor jerarquía que

las leyes locales y que en esa medida, no había coincidencia entre la

Ley de Invenciones y Marcas y el Tratado de París. Es prudente hacer

notar que cuando llegaron esos asuntos en revisión al Pleno de la

Suprema Corte de Justicia, éste se declaró incompetente para cono-

cer del tema; ustedes dirán, ¿cómo es posible que el Pleno se declare

incompetente para conocer del tema de inconstitucionalidad de una

ley federal? La explicación que dio el Pleno fue ésta: “lo que se está

discutiendo en este juicio es la oposición entre una ley y un tratado,

no la oposición de la ley con la Constitución; no se está plan-

teando un tema de constitucionalidad, sino un tema de legalidad, sobre

cuál de las dos normas es la que debe aplicarse preferentemente,

pero no se está aduciendo la violación de un precepto constitucio-

nal. Si dijeran que la Ley de Propiedad Industrial viola el artículo

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115Curso de Derecho Constitucional

14 porque no establece la garantía de audiencia para privarme de

tales y cuales derechos, sí habría una oposición entre el sistema de la

ley y el artículo 14 constitucional, y se estaría planteando un pro-

blema propiamente de constitucionalidad; pero se dice que la viola-

ción de la Constitución estriba en que no está de acuerdo con otra

norma que no tiene rango constitucional, no se está planteando un

tema de constitucionalidad, luego no hay competencia para el tribu-

nal Pleno que es competente cuando se reclaman precisamente temas

de constitucionalidad, no de mera legalidad”.

Aunque era una decisión de mera competencia, que no resolvió

por razones lógicas el fondo del asunto, sí nos da una idea de que

la definición de la supremacía de una ley o un tratado no es un tema

que guarde relación directa con un problema de jerarquía constitu-

cional, pero además es difícil establecer una norma absoluta y gene-

ral de cuándo debe prevalecer un tratado y cuándo debe prevalecer

la ley, incluso me animo a pensar que el problema debe resolverse

en forma casuística; no hay una norma absoluta, y el casuismo de-

pende de esta circunstancia. Desde mi punto de vista, hay tratados

a través de los cuales el gobierno mexicano se compromete a actuar

de una forma determinada frente a problemas concretos, por ejem-

plo, México celebra un tratado con equis o zeta países en cuestiones

migratorias, donde se establecen ciertos requisitos para la entrada

o salida del país de ciertas personas, para su permanencia por deter-

minado tiempo, para que puedan o no realizar ciertas actividades,

etcétera. ¿Quién va a aplicar ese tratado? la autoridad migratoria

en casos concretos; cada que llegue un extranjero colocado en la hipó-

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116 Carlos de Silva Nava

tesis del tratado internacional, la autoridad administrativa tendrá

que resolver en ese momento si lo deja entrar, qué documentación

le exige, qué requisitos; si le exige garantías o no, si le puede o no

poner un límite temporal a su estancia, si puede visitar el país o nada

más alguna zona fronteriza, etcétera. O sea que ese convenio es de

aplicación inmediata a los casos concretos, pero hay otro tipo de con-

venios que, como el ejemplo del Convenio de París en que no se

establecen obligaciones concretas para nadie, el país junto con los

demás signantes del convenio se comprometen a ajustar su legisla-

ción interna a los principios establecidos en dicho Convenio, pero

tal instrumento no tiene aplicación para los particulares, porque a

diferencia del ejemplo migratorio que expusimos, ahí sí se estable-

cen derechos y obligaciones para cada uno de los particulares que

se ubican en tal situación.

Lo indebido está en que el Congreso de Unión no ha emitido

una ley en cumplimiento del compromiso internacional adquiri-

do por México. Observen que en el primer caso, en el ejemplo

migratorio, el convenio es de aplicación preferente; en el segundo

caso no lo es a casos concretos. Por eso les manifestaba mi idea de

que, en primer lugar, no se trata de un problema de jerarquía desde el

punto de vista constitucional; de que no hay bases para establecer

una regla absoluta y general, de que la ley está sobre el convenio y

el convenio sobre la ley. Hay que analizar la naturaleza y los casos

en que la ley es aplicable; según la ley de que se trate y según el con-

venio, podrá definirse cuál deberá ser aplicado de manera prefe-

rente, pero no hay una afirmación tajante de que el convenio está

sobre la ley o viceversa.

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117

La Suprema Corte de Justicia

como Tribunal Constitucional

El sistema de la declaración de inconstitucionalidad se sigue

sólo por la vía de acción y únicamente a través de los órga-

nos competentes, que en concreto son los órganos del Poder Judicial

de la Federación cuando actúan como autoridades de amparo, por-

que en determinados aspectos todos los órganos tienen una doble

función. Por ejemplo, un Juez de Distrito actúa como Juez de

amparo, pero además como Juez ordinario en materia federal, tra-

mita procedimientos civiles y penales; su competencia en este caso

simplemente está referida a aspectos federales, si el delito es de

fuero común lo conoce un Juez ordinario, si el delito es federal lo

conoce un Juez de Distrito, y el procedimiento prácticamente es

el mismo. Entonces, cuando hablamos de que sólo el Poder Judicial

puede declarar la inconstitucionalidad de la ley, nos estamos refi-

riendo al Poder Judicial cuando actúa como autoridad de amparo,

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118 Carlos de Silva Nava

porque cuando actúa como autoridad ordinaria, pues obviamente

tiene las mismas limitaciones que tienen en esta materia las auto-

ridades ordinarias.

Existen diversas tesis de la Suprema Corte de Justicia que esta-

blecen ese principio. Por ejemplo, hay tesis en el sentido de que el

Tribunal Fiscal de la Federación no puede apoyar la nulidad de los

actos que se someten a su conocimiento en una declaración de

inconstitucionalidad. Podrá declarar la nulidad cuando la resolución

administrativa no se apega a la ley administrativa, pero si el argu-

mento es que es la ley en que se apoya el acto la que es inconstitucional,

no puede declararlo así el Tribunal Fiscal ni declarar la nulidad, sin

perjuicio de que ya sea contra la autoridad administrativa que emitió

el acto o contra el Tribunal Fiscal de la Federación que resuelve

sobre su validez, se promueva el amparo; y a través de la definición

que establezca el Poder Judicial podrá determinarse si subsiste o

no el acto o la sentencia que lo declara válido; pero ya en ese mo-

mento existe la declaración de inconstitucionalidad de la autoridad

competente, pedida a través de una acción judicial por la parte

interesada. El Tribunal Fiscal no puede a la hora que quiera y como

quiera declarar la inconstitucionalidad; claro que en cumplimiento

de la sentencia de amparo que declara la inconstitucionalidad tendrá

que actuar en consecuencia, y entonces negarse a aplicar la ley o bien

obligar a la autoridad que intervino en el juicio fiscal a emitir una

nueva resolución que no se apoye en esa ley inconstitucional e

incluso que se abstenga de dictar resolución si es que no hay otra

ley en que pueda apoyar sus actos.

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119Curso de Derecho Constitucional

EL CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIÓN:LA TESIS FRAGA

No obstante que este es el criterio de la Suprema Corte de Justicia

se han producido algunas tesis y jurisprudencias que establecen el

control difuso de la Constitución, es decir, el mismo Poder Judicial

en alguna ocasión ha entrado en contradicción con sus propios

criterios, por ejemplo, hay una tesis conocida como la tesis Fraga

porque fue propuesta por don Gabino Fraga en la época en que

fue Ministro de la Corte, concretamente de la Sala Administrativa.

Es la tesis referida a la garantía de audiencia. Señala que las autori-

dades ordinarias están obligadas a respetar la garantía de audiencia

aun cuando la ley que rija al acto no la prevea, porque sobre esa omi-

sión de la ley de no prever un procedimiento de audiencia, afirma,

está el artículo 14 constitucional que prohíbe la privación de derechos

sin que el afectado sea previamente oído ante las autoridades com-

petentes. Esta tesis simplifica mucho las resoluciones o las decisiones

de amparo en materia de garantía de audiencia, sobre todo en el

amparo administrativo, no exclusivamente pero sí sobre todo en

el amparo administrativo, y además —dijéramos vulgarmente para el

pueblo— es una tesis muy grata porque es relativamente fácil obtener

un juicio de amparo, es decir, una resolución favorable en un juicio

de amparo.

Antes de la tesis Fraga la Corte había sostenido otros criterios,

por ejemplo, sostuvo que en materia administrativa solamente proce-

día la garantía de audiencia (es decir procedía oír al afectado) cuando

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120 Carlos de Silva Nava

la ley del acto la previera, porque si la ley no preveía la audiencia

no era obligatoria, dado que la materia de dicha garantía sólo ope-

raba en materia judicial, no en materia administrativa. Si la ley preveía

un procedimiento de audiencia y no se daba ésta, se producía una

violación al artículo 14, pero una violación indirecta; se estaban vio-

lando a través de ella los artículos 14 y 16, sobre todo el 16. Pero

si la ley no preveía la audiencia no se violaba tal garantía, según el

criterio de la época, porque la garantía de audiencia no era obliga-

toria en materia administrativa; se basaban en alguna interpretación

letrista, pero no sólo en ésta, sino en un principio constitucional.

Desde luego el artículo 14, que es el que establece la garantía de

audiencia, habla de tribunales, no de autoridades. Entonces se decía:

debe entenderse que si la Constitución determina que deberá ser

oído por los tribunales previamente establecidos, se está refiriendo

a procedimientos judiciales no a procedimientos administrativos,

donde no hay, o al menos cuando se hizo la Constitución, no había

tribunales administrativos. Además de este argumento de interpre-

tación letrista o literal del precepto se daba otro: la función del Poder

Ejecutivo, de la administración pública, consiste por definición,

por esencia, en aplicar la ley y el Poder Ejecutivo no tiene por qué

preguntarle a nadie si le parece bien o mal que aplique la ley; para

aplicar la ley no hay que pedirle opinión a los gobernados porque

ello vendría a entorpecer la función administrativa.

Discutibles o no estos argumentos, lo cierto es que se llegó a

la llamada tesis Fraga que se estableció en todos los casos de priva-

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121Curso de Derecho Constitucional

ción de derechos. Cuando es un simple acto de molestia no opera

la garantía de audiencia, al menos no opera de manera obligatoria.

Hay que recordar la diferencia entre los artículos 14 y 16, el primero

empieza diciendo “Nadie podrá ser privado...” y el segundo inicia

“Nadie podrá ser molestado...”; cuando el acto de autoridad tiende

a la privación definitiva del derecho opera el 14; cuando el acto

simplemente establece una molestia, no una privación definitiva

del derecho, entonces basta que el acto esté fundado y motivado y

provenga de autoridad competente, pero no es necesaria la garantía

de audiencia; claro, si la ley la prevé hay que respetarla, pero no

por lo que diga la Constitución sino por lo que dice la ley; claro

que la privación es a su vez un acto de molestia, es decir todo acto de

privación o de molestia debe estar fundado y motivado y provenir

de autoridad competente, sólo hay que oír cuando hay priva-

ción de derechos.

OTRO ASPECTO DEL DERECHO DE AUDIENCIA

Esa es una reminiscencia de la época en que se sostenía el criterio

no sólo en cuanto a expropiación sino en otras materias. En materia

administrativa no era indispensable la audiencia, claro que esa tesis

se apoya además en otras consideraciones; se dice que la expro-

piación, como está prevista constitucionalmente, es una excepción

de la propia Constitución a la regla general establecida en el artículo

14. Esa tesis ha subsistido hasta la actualidad; en general en materia

administrativa se entendía que no había violación de audiencia. Como

un ejemplo llevado al absurdo imaginemos que para cambiar el sen-

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122 Carlos de Silva Nava

tido de la avenida Insurgentes haya que preguntar a todos los auto-

movilistas si están o no de acuerdo en que se cambie el sentido de

la calle; claro que no es un acto de privación ni mucho menos,

pero estamos hablando de las dificultades a que se enfrentaría la

administración si tuviera que andar preguntándole a todo el mundo

si está o no de acuerdo con la aplicación de la ley; al menos era el

criterio de aquella época.

La tesis Fraga subsiste porque entre otras cosas es una tesis muy

amable, pero lleva a una infinidad de contradicciones precisamente

porque está rompiendo el sistema constitucional de jerarquías de

normas. Recuerden que cuando hablábamos de la famosa pirá-

mide kelseniana decíamos que debía haber un equilibrio entre todos

los estratos, si a esa pirámide se le quita de golpe un piso obviamente

se produce un desequilibrio; precisamente al obligar a las autorida-

des a respetar la garantía de audiencia con apoyo en el artículo 14

constitucional se les está obligando a violar el artículo 16 de la Carta

Magna, ya que el acto de autoridad debe fundar y motivar la causa

legal del procedimiento, y si no hay un procedimiento legal previsto

en la ley se obliga a la autoridad a inventar un procedimiento, y

como es un procedimiento inventado, no puede estar fundado ni

motivado en ley. Se dice “¡óyelo!”, “bueno, sí, pero en qué términos,

qué pruebas, cómo se desahogan las pruebas, cuál es el periodo de

alegatos, hay o no hay recursos, cuál es el procedimiento”; la tesis

Fraga le dice: “tú invéntalo, estás obligado a oírlo aunque la ley no

lo establezca”, “bueno, lo voy a oír y en acatamiento a tu sentencia

de amparo voy a inventar un procedimiento, voy a decir cuáles son

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123Curso de Derecho Constitucional

los términos para ofrecer pruebas, voy a decir cómo se desahoga la

audiencia, cómo puede ser representado el interesado”. En fin,

todos los problemas propios de un procedimiento y entonces la

contraparte expresa: “ahora el que va al amparo soy yo, porque me

estás admitiendo y desechando pruebas, me estás haciendo mu-

chas cosas sin fundar ni motivar, porque no hay ninguna ley que te

permita admitir pruebas ni desecharlas, ni oír alegatos, ni hacer

nada”.

Estos son los riesgos del control difuso de la Constitución, al

romperse el equilibrio de los estratos; obviamente se produce un

desequilibrio y las consecuencias no pueden ser jurídicamente co-

rrectas, precisamente en el momento en que la Suprema Corte

rompe sus criterios sobre la forma en que debe analizarse la Cons-

titución, es cuando la Corte incurre en contradicciones de esa natu-

raleza. Además, con motivo de esta tesis se producen en la práctica

conflictos como éste: un particular dice: “vengo a reclamar equis

ley del Congreso, en la medida en que permite la privación de dere-

chos sin otorgarme la garantía de audiencia”; uno analiza la ley y,

en efecto, no prevé un procedimiento a través del cual pueda o

deba ser oído el particular afectado. Pero la autoridad responsable,

en su informe justificado, dice que la ley no es inconstitucional: “es

cierto que no prevé la garantía de audiencia, pero tú misma, Su-

prema Corte, me dices que no es necesario, que basta conque exista

el 14, ya veré yo si lo oigo o no”; “pero ése es un problema de

legalidad, la ley no es inconstitucional, porque lo diga o no, yo lo

voy a oír, y si lo voy a oír pues no importa lo que diga la ley; si

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124 Carlos de Silva Nava

la Corte dice que la ley no es inconstitucional aunque no establezca

un procedimiento, entonces está aceptando que se puede inventar”.

Volvemos al mismo problema, un procedimiento no fundado

ni motivado. Si la Corte o el Juez o el Poder Judicial Federal declara

inconstitucional la ley, se contradice a sí misma y es a gusto del inte-

resado: si quiere pedir amparo contra la ley se le concede, porque

la ley no establece la garantía de audiencia; y si quiere pedir amparo

no contra la ley sino contra la autoridad, de todas maneras obtiene

el amparo porque obligan a la autoridad a escucharlo sin audien-

cia. El sistema no es lógico, la tesis ha prevalecido porque es una

tesis “simpática” que da muchas oportunidades de defensa y muchas

veces los mismos abogados no se dan cuenta de la violación al 16.

Entonces simplemente se enojan por la concesión del amparo a su

contraparte; creen que se trata de un acto dictado en cumplimiento

de sentencia que no admite nuevo amparo, y en la práctica no plan-

tean este tipo de problemas; pero obviamente que éstos existen y sí

se han llegado a plantear; se ha dado el caso de que se concede el amparo

por violación de audiencia, y luego se concede un segundo ampa-

ro, en el mismo asunto, por violación al 16.

Ha habido otros casos de excepción, asunto quizá más explica-

ble que el problema que acabamos de comentar del control difuso.

Hay otras tesis de Tribunales Colegiados y de la propia Suprema

Corte, pero baste como ejemplo éste de la famosa tesis Fraga. Existen

otros casos en que la Corte ha declarado la inconstitucionalidad

por vía de excepción y a veces sin tener siquiera la petición expresa

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125Curso de Derecho Constitucional

de alguna de las partes en el juicio; esto es discutible, pero menos

grave desde el punto de vista constitucional que el tema que comen-

tamos anteriormente.

Cuando la Corte tiene que aplicar alguna ley dentro de los proce-

dimientos para los cuales es competente, no sólo para el juicio de

amparo, eventualmente hay competencia para conocer de otros aspec-

tos, por ejemplo, la Corte conoce de procedimientos agrarios en

segunda instancia sobre los problemas de titulación de bienes comu-

nales, cuando hay conflictos de límites entre ejidos, etcétera, es

decir, entre núcleos de población o entre núcleos de población y

particulares; ahí actúa como autoridad agraria. Hasta antes de esta

última reforma que entró en vigor en 15 de enero, la Corte conocía

en tercera instancia de juicios fiscales, esto es, del recurso de revisión

cuando el Tribunal Fiscal de la Federación, en tercera instancia, no

actuaba como autoridad de amparo sino como Tribunal Fiscal, y

en general cuando dirime otro tipo de controversias distintas al

amparo para las cuales está facultada, obviamente no actuaba como

autoridad de amparo. Claro que esto puede darse en el amparo y

fuera de él, cuando para tramitar o decidir esos procedimientos se

encuentra conque la ley aplicable es inconstitucional.

SOBRESEIMIENTO Y CADUCIDAD DE LA INSTANCIA

Cuando por primera vez se estableció en la Ley de Amparo el sobre-

seimiento por inactividad procesal —recuerden que hay sobreseimiento

en algunos casos y caducidad de la instancia en otros, antes era

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126 Carlos de Silva Nava

solo sobreseimiento—, se estableció una especie de sanción para la

inactividad procesal o el desinterés cuando en un determinado

tiempo el tribunal de amparo no actúa y el interesado no promueve

la continuación del proceso, hay una caducidad. Cuando se esta-

bleció este procedimiento sobre la inactividad procesal se modificó

la Ley de Amparo, pero no se previó la causal de sobreseimiento en el

artículo 107 constitucional. Con razón o sin ella, la Corte estimó

que la Ley de Amparo resultaba violatoria del 107, porque éste

prescribía la obligación de la autoridad de amparo de actuar y no

establecía que el juicio de amparo no prosperaría por el solo hecho

de no promover el interesado la continuación del juicio; pero sea

o no correcto el criterio, no lo estamos analizando desde el punto

de vista del criterio mismo y, además, es un tema pasado de moda

porque ya se reformó la Constitución y no hay dudas sobre la consti-

tucionalidad de la Ley de Amparo en ese aspecto.

COMPETENCIA ENTRE JUECES

ADMINISTRATIVOS Y LABORALES

Cuando se reformó la Constitución hubo acuerdo entre la ley y la

Constitución y la Corte aplicó este sistema. No es el único caso pues

se han presentado otros; por ejemplo, en una discusión del Tribunal

en Pleno se produjo un fenómeno de esta naturaleza: para dividir

un conflicto competencial entre Jueces administrativos y laborales,

a fin de conocer de determinados amparos se necesitaba definir si

la relación existente entre el Estado y las policías, ejércitos, etcétera,

era una relación laboral o una administrativa; dependía de la natu-

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127Curso de Derecho Constitucional

raleza de la relación, es decir, si se veía al policía o al militar como

un trabajador al servicio del Estado, entonces la autoridad compe-

tente sería el tribunal laboral o juzgado laboral; si se determinaba

que no había una relación estrictamente laboral sino una relación

administrativa, entonces el competente sería un juzgado adminis-

trativo. Pero lo que nos interesa es saber si quienes tenían la relación

laboral se apoyaban, entre otras cosas, en que la Ley de los Trabajado-

res al Servicio del Estado catalogaba a los policías como empleados

de confianza; si la propia ley los considera empleados de confianza

tendrán ese carácter, porque hay una relación laboral y están defini-

dos así en la ley laboral.

El argumento de quienes sostuvieron que la relación era admi-

nistrativa y no laboral afirmaban, entre otras cosas —y parece que

esto va a pasar a la sentencia una vez que se engrose—, que el artículo

relativo de la Ley de los Trabajadores al Servicio del Estado carece

de sustento constitucional porque el artículo 123 establece que poli-

cías, ejército, marina, servicio diplomático, se regirán por sus propias

leyes, precisamente tratando de excluirlos del sistema de contrato

ordinario de trabajo, porque por su naturaleza estos cuerpos están

sujetos a una disciplina, a un sistema distintos. Imagínense qué le

pasaría a un patrón que simplemente manda arrestar a sus obreros,

pues está incurriendo en un delito, hay privación ilegal de libertad

y cómo aplicar esos conceptos del contrato ordinario de trabajo a un

arresto; y no sólo a un arresto sino a una pena de muerte, que

subsiste en el ejército por violación a los deberes militares.

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128 Carlos de Silva Nava

Obviamente no se trata de una relación de trabajo, al menos

ese es mi criterio. Se decía que el artículo de la Ley de los Trabajadores

carecía de sustento constitucional, pero no se hizo una declaración de

que era inconstitucional, lo que obviamente era la intención. Es de-

cir, se le dijo a la Corte: nadie le ha pedido que declare inconstitucio-

nal ese precepto, pero se niega a aplicarlo por estimar que no está

acorde con el artículo 123 de la Constitución. Y así hay varios casos

en que la Corte se ha negado a aplicar determinados preceptos, mas

esto no es grave si se atiende a que es el mismo órgano facultado

para declarar la inconstitucionalidad en una vía; lo está haciendo

en otra precisamente para evitar entrar en un círculo vicioso, porque

si la Corte aplica el artículo en el caso, de la Ley de los Trabajadores,

una vez aplicado surgen problemas muy serios: ¿cómo se pide la

constitucionalidad del artículo si ya fue aplicado por la Corte? y no

se si será poco técnico que ésta, por la vía de excepción, se niegue

aplicar determinados preceptos por estimarlos inconstitucionales.

Pero desde el punto de vista práctico esto no resulta demasiado

grave porque es el mismo órgano, no cualquier autoridad ordinaria,

la que va a hacer la declaración, y si es la Suprema Corte constitucio-

nalmente da lo mismo que sea en un juicio de amparo que fuera

de él, de todas maneras es un órgano capacitado para interpretar la

Constitución, circunstancia que no acontece con otro tipo de autori-

dades, no porque sean incapaces, sino por el hecho de que no está

en sus facultades constitucionales resolver temas de constitucionalidad.

El criterio que prevaleció, discutible pero prevaleció, fue que la

relación que hemos comentado no estaba regida por los principios

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129Curso de Derecho Constitucional

laborales. Siempre habían conocido los administrativos de estos temas,

pero de repente la Sala Laboral empezó a sentar algunos criterios

en materia de empleados de confianza que hicieron suponer que la

relación era laboral; entonces fue cuando se produjo la confusión

entre los Jueces administrativos, que se declararon incompetentes;

algunos laborales aceptaron la competencia, otros no; en los casos

en que no hubo acuerdo entre los Jueces se remitió el asunto a la

Corte.

Me inclino a pensar que es una relación administrativa; la

relación de origen entre el Estado y sus trabajadores es una relación

administrativa, pero en México, en una época determinada, con una

ideología determinada, con problemas prácticos y con la buena inten-

ción de dar apoyo a la burocracia, porque antes si era un problema

terrible ser burócrata, ya que según el humor del jefe se tenía o no

trabajo, y si quería le pagaban al servidor la quincena o no, con el

argumento de que no había fondos, es decir, había una desprotec-

ción absoluta, y en vez de apegarse al sistema que siguieron otros

países de establecer con precisión lo que se llama una ley del servicio

público, le dio el carácter laboral a la relación con el afán de proteger

al trabajador. Pero es laboral por ficción, no hay un contrato de tra-

bajo, no hay una voluntad entre las partes, a alguien se le da un

nombramiento y no obedece las instrucciones del patrón; éste sim-

plemente acata la ley, ¿instrucciones de quién, sigue a un Juez de

Distrito? instrucciones de nadie, él simplemente aplica la ley. Es pues

una ficción decir que el Estado es el patrón del Juez de Distrito o

que determinados funcionarios le dicen a éste cómo actuar, eso no

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130 Carlos de Silva Nava

es factible, es una ficción que tiende a la protección de la persona

y se encontró ese camino de protección, pero la relación de origen

es administrativa. Por eso los altos funcionarios no están cataloga-

dos como empleados de base; ¿cómo resolver el problema no sólo

del nombramiento, la designación de los funcionarios que son elec-

tos popularmente?, ¿vamos a decir que los senadores y los diputados

son empleados? Cuando se hizo esa ficción constitucional se excluyó

de manera expresa a policías, ejército, marina y servicio diplomático

precisamente porque no se quiso que tuvieran una relación laboral

ni siquiera por ficción. Por ejemplo, un buen día México declara la

guerra y el ejército se declara en huelga, esto es absurdo, en guerra

a quien se declara en huelga lo fusilan; no puede ser una relación

laboral la que termina con un fusilamiento, o de repente se acaba-

ron las relaciones internacionales porque los señores embajado-

res cerraron las embajadas, porque les habían retenido sus sueldos

y cierran las embajadas; no es factible clausurar la representación

exterior de México.

Lo que pasa en materia fiscal, así lo estableció la jurispruden-

cia, es uno de los casos de excepción a la garantía de audiencia. Así

como se puso el ejemplo de la expropiación, también se dijo que

en materia impositiva no es indispensable la garantía de audiencia

previa. Claro que en materia fiscal se han manejado dos conceptos

indistintamente, y eso es lo que está mal; algunos dicen “como a

través de la ley me van a privar de mis ingresos, el Congreso debió

oírme antes de hacer la ley”; esto si suena absurdo, que aquél tenga

que citar a uno por uno de los ciudadanos para ver si están o no de

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131Curso de Derecho Constitucional

acuerdo para que se haga una ley. Es absurdo, para hacer una ley

que establece el impuesto no hay que oír a nadie, la audiencia es

para oír cuando se va a aplicar la ley, no para hacer la ley; pero para

aplicar la ley, como se trata de una ley fiscal, según la jurisprudencia

es un caso de excepción, no es necesario seguir un juicio para cobrar

un impuesto. Imagínense que para cobrar un impuesto la autoridad

tuviera que demandar en la vía civil ordinaria a todos los causantes

y que no tuviera la facultad económica coactiva, los impuestos se

iban a cobrar diez años después, si es que se podían cobrar. Entonces

la Corte estableció un caso de excepción, si es un acto de privación,

pero en el que no es indispensable la audiencia previa al cobro;

una vez que se establece el cobro entonces hay procedimientos de

defensa, recursos, juicios, todo para defenderse, pero para el solo

hecho de establecer y de fincar el crédito no se requiere oírlo.

En la práctica hay situaciones difíciles porque a veces la autori-

dad sí oye, no está obligada a oír pero de hecho oye; por ejemplo,

para la determinación de un impuesto previamente se lleva a cabo

una auditoria en la cual por razones formales debe estar presente,

enterado el auditado; tiene derecho a intervenir en todos los actos

propios de la auditoría, la orden debe estar fundada, motivada,

etcétera. Se han dado casos como éste: resulta que el procedimiento

de auditoría resulta ilegal por cualquier motivo que podamos imagi-

nar, entonces dice el Tribunal Fiscal: “como el procedimiento de

auditoría fue ilegal, es ilegal la consecuencia consistente en el fin-

camiento del crédito fiscal”; y la autoridad alega: “y qué importa

que el procedimiento de auditoría sea ilegal si yo pude fincar el crédito

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132 Carlos de Silva Nava

sin auditoría, sin oírlo”; en algunas tesis del Tribunal Colegiado se

dijo: “no estás obligado a oírlo, pero si inicias un procedimiento

de audiencia tú te estás autolimitando y estás obligado a respetar

todas las garantías previstas en el procedimiento de audiencia; si

no lo oyes no hay problema, pero si tú optas por oírlo debes some-

terte a todos los procedimientos y requisitos que establece la ley de

la materia”.

De otra manera una cosa es evitar la garantía de audiencia para

evitar que el Estado pueda allegarse los fondos necesarios y otra cosa

es convertir al Estado en un ente arbitrario que haga lo que le

parezca, pero así en principio ese impuesto y todas las leyes que

señalan impuestos son privativas de derechos. Pero desde el punto

de vista en que hablábamos de garantía de audiencia, no necesa-

riamente habrá una violación de audiencia porque la ley no prevea

esta audiencia, o porque se cobre el impuesto sin un juicio o un

procedimiento contencioso previo.

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133

D e haber conflictos internos de constitucionalidad entre

dos o más Estados, corresponderá a la Suprema Corte

de Justicia de la Nación determinar qué Estado tenga la razón.

En caso de las locales y federales, la Suprema Corte dirá cuál de las

resoluciones prevalecerá en materia federal. En caso de que se oponga

a la resolución de la Corte, la que prevalezca será la local, porque

no es un amparo directo, es un procedimiento de tipo ordinario.

Si el problema de constitucionalidad afecta a ciertas personas en

sus garantías individuales entonces sí sería amparo, pero eso no afecta

a la constitucionalidad local, simplemente no se aplica; pero para

que se entienda derogada, modificada la Constitución, si la resolu-

ción de la Corte afecta al Estado, afecta a todos los gobernados, la

parte actora es la Federación y la parte demandada es el Estado;

aquella actúa a través de su representante, la Procuraduría del Go-

La Corte ante los problemas

de constitucionalidad

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134 Carlos de Silva Nava

bierno Federal. Para elegir la representación del Estado habría que

revisar la Constitución de cada entidad, para saber quién tendría

la facultad de representarlo.

Uno de los temas importantes que se plantean se refiere al pro-

blema de los límites del Poder Constituyente. Primero existe un

Poder Constituyente, que tiene una función transitoria y una vez cum-

plida su misión desaparece. Ésta se reduce exclusivamente a la elabo-

ración de la Constitución, después desaparece y permanece el llamado

Poder Permanente, que es el encargado de adicionar o reformar a

la Constitución. No puede decirse en estricto sentido que el Constitu-

yente Permanente sea un poder constituido, previsto en la Consti-

tución, pero no es un poder que tenga una actuación constante, sino

que se integra en la medida que es necesario hacerlo por un término

más o menos prolongado. No es necesario modificar o adicionar la

Constitución, pues no está integrado el Constituyente, sólo se con-

forma cuando es necesario.

Existen dos tendencias, la primera modifica la Constitución en

su totalidad, y según la otra, solamente se puede modificar la Cons-

titución en algunos aspectos que no se estiman fundamentales para

el sistema. Quienes aceptan la modificación total de la Constitución

se apoyan en las necesidades de cambio que se producen en un

pueblo determinado con motivo de su evolución histórica, política,

económica y social, en preceptos como el artículo 39, que otorgan

al pueblo la facultad de modificar la forma de su gobierno; obvia-

mente lo podrán hacer con sustento en cualquier base constitucio-

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135Curso de Derecho Constitucional

nal establecida por el Constituyente, ya que si bien la Constitución

no habla de que de un solo golpe podrá modificarse totalmente,

sería prácticamente la convocatoria de un nuevo Constituyente

originario, no de un Constituyente Permanente. No hay incon-

veniente para que poco a poco se vaya modificando, hasta que no

quede ningún precepto de la Constitución original, pues a través

de los años es factible que desaparezca toda ésta y sea sustituida

por conceptos nuevos.

Quienes sostienen la posición contraria aducen que hay ciertos

principios tan básicos y fundamentales que no puede el Constitu-

yente Permanente alterarlos.

LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES PERMISIBLES

En alguna ocasión comentábamos que para que una Constitución

se precie del nombre de tal, necesita establecer algunos principios

que son inherentes al Estado de derecho, como los de la división

de poderes y el establecimiento de las garantías individuales. Sin

embargo, no puede el Constituyente Permanente establecer un sis-

tema que no previera la división de poderes, ya que estaría afectando

la esencia misma de la Constitución. No se quiere decir con esto

que no puede haber reformas que otorguen funciones a un poder

en la medida en que se conserve el sistema de división de poderes,

es decir, puede alterarse el sistema o no, puede cancelarse de raíz

una facultad que estaba dada a un poder y darse a otro una facultad

que no existía, lo que no se puede hacer es de plano borrar la divi-

sión de poderes. Y lo mismo se dice de las garantías individuales, no

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136 Carlos de Silva Nava

pueden suprimirse éstas, sería una contradicción constitucional;

no quiere esto decir que no puedan modificarse algunas garantías,

lo que no se permite es quitarles esencia.

Nada sucede si se modifica el artículo 19 constitucional, por

ejemplo, a fin de establecer un plazo distinto para el dictado de la

formal prisión o libertad, según proceda; no es esencial el término

de setenta y dos horas, podría ser de cuarenta y ocho horas o cinco

días, ello nada tiene de esencial, pero sí lo tendría si se permite la

privación de la libertad sin término alguno y sin requisito formal

alguno. Sería absurdo, por ejemplo, permitir la esclavitud. Nuestra

declaración constitucional empieza por la prohibición de la esclavi-

tud, sería contradictorio suprimir aspectos de la libertad humana

al grado de llegar a la esclavitud.

Otros afirman que son intocables las garantías, no en cuanto

a sus aspectos formales, no importa que se cambie el sistema del pro-

cedimiento penal y se produzca no solamente la modificación del

artículo 19, sino también la del numeral 20, que es el que establece

las reglas mínimas de defensa ante los procedimientos penales;

podría modificarse el sistema procesal, lo que no puede hacerse es

privar de garantías al procesado, y lo mismo se dice del territorio

nacional, de la soberanía o del régimen federal, que no pueden ser

modificados; tan absurdo igualmente como la supresión de la libertad

humana en la Constitución, o la renuncia de la soberanía a través

de una reforma constitucional. ¿Qué pasaría si el Constituyente, un

buen día nos declara nuevamente súbditos de la corona española?

dirán que es muy lícito porque el pueblo puede adoptar la forma

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137Curso de Derecho Constitucional

de gobierno que le parezca y no hay ningún límite a la modificación

constitucional, y si no hay ningún límite, nos podemos declarar

súbditos de España, o de cualquier nación, o sea que esta posición

parte del supuesto de que sí es factible la reforma, pero siempre y

cuando no afecte a ciertos aspectos considerados esenciales a la nación

mexicana y a los sistemas constitucionales modernos.

Ahora, ponernos de acuerdo en dónde está lo esencial impli-

caría una discusión en cada caso concreto; si se reforma el artículo

de una garantía individual, habría que definir si se reforma o se piensa

reformar en aspectos esenciales o aspectos meramente formales o

accidentales. Se han sostenido las dos teorías y las dos presentan

argumentos interesantes, sustentados por constitucionalistas reco-

nocidos. No es absurdo aceptar una u otra, las dos han sido fun-

damentadas, yo opino que ninguna es absoluta ni está compartida

por todo el mundo, y que debe haber ciertos límites a la posibilidad

de la modificación institucional, límites que parten de los conceptos

lógicos del sistema constitucional. El derecho no puede contra-

decirse a sí mismo; pero independientemente de las opciones, aun

para los que pensamos que existe algún límite, ¿qué pasa cuando el

Constituyente Permanente se extralimita? Hay quienes sostienen

que los límites no representan ningún problema, que el Constitu-

yente Permanente puede hacer lo que le parezca correcto, en el

momento en que sea oportuno; pero estamos partiendo del supuesto

de que se han determinado límites para modificar la Constitución.

La Constitución no tiene conflictos contradictorios entre sí,

como no puede estimarse que tenga lagunas, porque eso implicaría

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138 Carlos de Silva Nava

privar a todo el sistema jurídico nacional de su sustento jurídico.

Una de las reglas fundamentales de interpretación de Derecho Cons-

titucional es no interpretar contradictoriamente los preceptos, aunque

gramaticalmente lo sean; siempre hay que buscar una interpretación

de tal forma que todos los preceptos constitucionales tengan aplica-

ción, si decimos que por la circunstancia de que la Comisión Per-

manente alteró algún principio constitucional este precepto no debe

ser aplicado, es afectar el principio de supremacía constitucional.

Independientemente de estos argumentos, otorgar a un poder consti-

tuido la facultad de criticar al Poder Constituyente sería también

una contradicción, porque el Constituyente otorga facultades a los

poderes, pero para efecto de que cumplan con los principios esta-

blecidos por el Constituyente, y no para que le digan al mismo que

se equivocó. Es decir, desde el punto de vista lateral la Constitución

no prevé facultades de los constituidos para criticarlos; en un sis-

tema lógico constitucional también esto resulta inadmisible, pues

de qué sirve que sea una Constitución si los poderes constituidos la

cumplen cuando les parece bien, y cuando no simplemente le dicen

que no tiene facultades para determinar sus funciones, sería una

contradicción. No procede el juicio de amparo porque independien-

temente de que éste sea entendido contra leyes ordinarias, habría

un conflicto constitucional de aceptar la procedencia del amparo;

todos sabemos que las sentencias de amparo tienen efectos rela-

tivos, no tienen como consecuencia la derogación, modificación,

etcétera, de la ley; solamente se impide su aplicación al quejoso, y

la Constitución no puede ser aplicable para un sector de la pobla-

ción y dejar de valer para otro, porque la Constitución es base.

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139Curso de Derecho Constitucional

Para aprobación reservada considérese lo que acontece con

los dogmas de fe en una religión: no puede uno decir ‘yo creo en

todos los dogmas menos en éste’; desde el punto de vista religioso,

basta no creer en uno para estar fuera del sistema, se produce la

excomunión, o crees todo o te sales, pero no se puede creer en parte

si y en parte no. Lo mismo ocurre con la Constitución, o aceptas

que es la Ley Suprema o no lo aceptas; la Constitución como base

de todo el sistema no puede dejar de aplicarse a determinadas cosas

y sería absurdo decir que vale para los que no piden amparo y no

vale para los que piden amparo, porque entonces la esfera jurídica

de todos queda sin sustento constitucional, que es el origen del

orden jurídico.

Otros problemas entrañan los procedimientos del artículo 105,

¿sería factible que un Estado demandara a la Federación? yo creo

que tampoco, porque esos procedimientos se establecen para determi-

nar la constitucionalidad de los actos, no para criticar la Constitución.

Se trata de que a través de sentencias dictadas en procedimientos

contenciosos, ajuste todo a la Constitución Federal. Entonces, si

los medios de defensa que tienen las entidades federativas y los

particulares no son procedentes para impugnar, para criticar una

reforma constitucional, quiere decir que la Comisión no prevé ningún

sistema de los límites de la acción del Constituyente, para que él

sepa si es correcto o no actuar en determinado sentido; es un proble-

ma casi de conciencia del Constituyente, pero una vez que él se

define, no hay ninguna posibilidad de atacar esa decisión, salvo

que el propio Constituyente, en un acto posterior, vuelva a producir

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140 Carlos de Silva Nava

una reforma o adición que retorne a las causas, porque existe el crite-

rio de que si el Constituyente Permanente puede hacer lo que

quiere, ¿cuál es el problema para andarle buscando límites? y si

éste se brinca los límites, no hay solución; entonces, por qué aceptar

una teoría que parte del supuesto de los límites, porque es una teoría

que tiene una fundamentación más filosófica que jurídica.

No se trata de establecer medios de defensa, se trata de orientar

al Constituyente sobre lo que podría o no resultar conveniente con

motivo de su actuación, ello independientemente de que una vez

realizada su misión, no exista ningún medio de defensa, salvo los

que el propio Constituyente Permanente establezca.

Propiamente la rigidez estriba en que los sistemas no rígidos

aceptan la modificación o adición de la Constitución con los mis-

mos requisitos que puede reformarse o adicionarse una ley ordinaria.

Los sistemas rígidos establecen mayores requisitos para la reforma

de la Constitución que el de las leyes ordinarias. Por ejemplo, nues-

tro sistema es rígido en el sentido de que el Congreso de la Unión,

el Legislativo Ordinario, no puede por sí mismo modificar, reformar

o adicionar la Constitución; requiere además de una votación mayor

de la proporción que se requiere para una reforma ordinaria; ade-

más de la aprobación mayoritaria, cuando menos de la mitad más

una de las legislaturas estatales. Lo curioso es que nuestra Constitu-

ción, perteneciendo a un sistema rígido, es de las más reformadas

del mundo, o sea que la rigidez es una cosa del sistema; no tiende

a ver si se puede o es conveniente, es simplemente un problema del

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141Curso de Derecho Constitucional

sistema. Se exigen más requisitos a la reforma, pero en la medida

que ésos vayan solucionándose o cumpliéndose, nada impide la

reforma constitucional.

La Constitución prevé dos tipos de relaciones laborales. A una

y otra le confiere ciertas características o rasgos distintos. Una rela-

ción de trabajo se encuentra regida por el apartado "A", la otra por

el “B”. Quizá conversando el tema podríamos entender que si noso-

tros hubiéramos sido el Constituyente lo hubiéramos hecho de otra

forma, pero desde el punto de vista de interpretación jurídica no

podemos entender que exista una contradicción, o decir por ejem-

plo, que como no nos gusta el sistema le vamos a aplicar a los del

apartado “B” las reglas de huelga de los del apartado “A”, porque

entonces quedaría un precepto constitucional a la deriva. Es decir,

se puede discutir en el café la decisión jurídica de interpretación;

la aplicación de la Constitución no puede partir del supuesto de

que hay una contradicción, ahora, si son o no difíciles de cumplir

los requisitos, eso es diferente, pero también hay que entender que

no se pueden dar las mismas condiciones a los servidores del Estado

que a los trabajadores ordinarios, porque si bien es muy grave que

se paralice determinada acción económica, esto haría más grave

que se paralizara todo el Estado, que ni siquiera existan autoridades

capaces de resolver los conflictos de huelga de los particulares por-

que esas autoridades también están de huelga. Según la ideología

de cada quien podría evaluarse si es bueno o malo que el Estado se

enfrente a un problema de huelga, pero eso es discusión teórica.

Constitucionalmente no puede haber contradicción y alguna expli-

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142 Carlos de Silva Nava

cación debemos encontrar, excepto la de que son contradictorios

los preceptos. Para dictar una sentencia, plantear una demanda, no

puede partirse de esa interpretación; claro que los problemas económi-

cos son muy complicados y difíciles y nos llevan a la injusticia, la

misma de quien no puede acudir a un profesionista muy capacitado

y que cobra mucho dinero, pues ésta se traduce en la imposibilidad

de ir al juicio de amparo. En todos los aspectos de la vida pues tam-

bién es injusto que unos comamos y otros no, pero son cosas que

así se dan. Más el problema del Principio de Otero no solamente tiene

problemas de clase social, también del tipo técnico-jurídicos y

algunos aspectos también prácticos. Por ejemplo, comentábamos

que no sólo las sentencias de amparo sino todas las sentencias son

relativas: a usted no lo pueden meter a la cárcel porque sentencia-

ron a su vecino, la de su vecino le afecta a él nada más; si lo quieren

meter a la cárcel a usted, que le sigan un procedimiento a usted y le

dicten sentencia, la de su vecino no sirve. Y no sólo la sentencia

penal, sino también la civil; no porque condenen a su vecino a

desocupar su casa lo van a hacer desocupar a usted la suya; no

porque le embarguen bienes a su vecino le van a rematar bienes a

usted, etcétera.

EL FACTOR RELATIVIDAD EN EL AMPARO Y LA SENTENCIA

Toda sentencia, absolutamente toda sentencia de juicio ordinario

es relativa. No nos debe extrañar entonces que las sentencias de

amparo, también sean relativas, pero además hay que entender

puntos de vista prácticos. A usted le parece, con cierta razón, que

es injusto que quien no tuvo capacidad económica, incluso jurídica,

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143Curso de Derecho Constitucional

no se dio cuenta a la hora de la hora —aun teniendo dinero—, no

entendió que podía acudir al juicio de amparo; o si lo entendió, su

abogado no resultó lo suficientemente brillante y perdió el juicio;

otros sí lo ganaron, eso es injusto si lo vemos desde el punto de

vista individualista, pero si lo vemos desde el punto de vista estatal,

hasta qué punto resulta justo poner en riesgo la estabilidad del

Estado, o ciertos principios generales o públicos de derecho, si por

ejemplo en materia de impuesto no sólo se protege al particular

que obtiene el amparo sino incluso obtiene la derogación de la ley.

Los ingresos del Estado se ven considerablemente mermados,

pero el problema no sólo es de impuestos. Vamos a imaginarnos que

a un tal señor X se le ocurre plantear la inconstitucionalidad del

Código Civil por cualquier deficiencia formal que se nos pueda

ocurrir. En primer lugar, si ése Código Civil va a ser derogado,

habría que llamar como tercero perjudicado a todos los habitantes

del país, porque todos, absolutamente todos, tenemos que ver con

el Código Civil, desde el acta de nacimiento en el Registro para

adelante, tenemos problemas familiares, de afiliación, de sucesión,

de contratos, todo lo que supone el Derecho Civil. Es decir, es un

código que es aplicable absolutamente a todos, y todos adquirimos

derechos a través del código: los hijos adquieren derechos a alimen-

tos de sus padres desde el momento de nacer; los padres les compran

casas a sus hijos, son contratos; los padres heredan a sus hijos,

son problemas civiles. Entonces, si todo el mundo tiene derechos,

en primer lugar, imagínense un juicio donde hay que emplazar en

su domicilio, de manera personal, a todos los habitantes del país; y

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144 Carlos de Silva Nava

luego si el señor X gana el juicio y nos quedamos sin Código

Civil, quizá se junte una comisión que dentro de dos o tres años

nos pueda formular un nuevo proyecto de Código Civil. En ese

momento desaparece la propiedad, sus contratos de compraventa,

y lo que se adquirió por sucesión no sirve, si el contrato no sirve

no existe; todos los juicios pendientes se acabaron, desaparecen

todas las deudas civiles.

Hasta qué punto se justifica por razones de igualdad llegar a

provocar un caos de esa naturaleza o buscar un sistema de equilibrio;

entiendo que el ejemplo que les estoy comentando es una reducción

al absurdo, lo más probable es que no sea en contra del Código

Civil o de alguno de sus preceptos, por eso decía ¿pero si algún

listo se da cuenta, por ejemplo, que alguna votación de las cámaras

estuvo mal? eso es suficiente para echar abajo todo el Código Civil;

entonces, por un lado, oír a todos los posibles afectados es lo que

justifica lo relativo de la sentencia; la sentencia afecta a quienes

litigaron, no a quienes no litigaron. Si le vamos a dar principios abso-

lutos, creo, en acatamiento del artículo 14 constitucional, que necesi-

tamos oír a todos los posibles afectados, y es materialmente imposible

emplazar a todos los mexicanos y no sólo a los extranjeros que vivan

en el país, porque hasta ellos están regidos por el Código Civil; ya

por el hecho de ir a un estanquillo a comprar cigarros, un extranjero

está celebrando un contrato de compraventa. Es decir, es una ley

de la que nadie se puede evadir, es una ley tan básica que nadie se

puede excluir; lo mismo puede pensarse del Código Penal. De repente

no hay delitos ni delincuentes, todo el mundo se sale de las cárceles

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145Curso de Derecho Constitucional

porque resultó inconstitucional el Código Penal; si se llegara a extre-

mos tan absurdos, sí se pueden provocar alteraciones en el estatus

jurídico y ciertos daños en el Estado, para su subsistencia y correcta

organización.

En una teoría muy estricta sería bueno que no hubiera nada

inconstitucional, pero en una teoría no tan racional, sino más prác-

tica, hay que admitir ciertas situaciones, si no como ideales, si como

las mejores en la práctica del derecho. Además, el derecho siempre

se enfrenta a realidades prácticas. Uno de los problemas principales

del juicio de amparo no es el trámite y resolución, sino el cum-

plimiento de las sentencias de amparo. Es relativamente frecuente

que una sentencia de amparo no se cumpla, o al menos cuesta mucho

trabajo llegar a un adecuado cumplimiento de la misma sentencia,

y si esas son relativas, ¿cómo se cumplirían si fueran absolutas? Los

problemas serían peores, es decir, para analizar lo justo o injusto

de la situación, no solamente hay que referirse a la ubicación econó-

mica, cultural, etcétera, de las personas. Es lamentable que subsistan

las clases sociales, pero creo que a un pobre le importa menos si se

va a derogar la Ley del Impuesto sobre la Renta o no, porque no va a

pagar impuestos, no le interesa, es más grave para él no comer ese

día, que andar discutiendo si van a derogar una ley que no le es apli-

cable, porque si no llega al salario mínimo, y del mismo está exento,

¿qué le importa que se derogue, o que nada más le sirva a “don

Fulano” que sí ganó el amparo?

En otros aspectos, si se afecta o puede resultar afectada una

clase, es eso lo que ha provocado, entre otras cosas, un avance en los

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146 Carlos de Silva Nava

sistemas, por ejemplo en la suplencia de la queja, dar más facilidades

en las promociones y trámites de los amparos, en garantías extraordi-

narias desde el punto de vista procesal a ejidatarios y comuneros,

etcétera. Ha habido un avance en cuanto a facilitar trámites y

argumentos, no se ha resuelto todo el problema porque hay tam-

bién argumentos en contra. El Estado siempre se ha opuesto a que

se derogue o modifique el Principio de Otero.

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L ibro Segundo

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149

La facultad reglamentaria del Presidente de la República

se encuentra prevista en la fracción I del artículo 89

que autoriza al Ejecutivo Federal para proveer en la esfera admi-

nistrativa la exacta aplicación de la ley. Como ustedes adverti-

rán, esta redacción no es muy clara pues no se alude al término

reglamento o reglamentar; incluso en alguna época alguien llegó

a sostener que este precepto no autorizaba en realidad la facultad

reglamentaria, pero independientemente de la redacción, en la

actualidad existe unanimidad al respecto; todos están de acuerdo

en que el Presidente de la República tiene ese arbitrio.

La facultad reglamentaria consiste en realizar actos jurídicos

generales destinados a la exacta aplicación de la ley, o sea, se trata

de una facultad materialmente legislativa, aun cuando formalmente

La facultad reglamentaria del Ejecutivo Federal

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150 Carlos de Silva Nava

sea una atribución administrativa en la medida en que está

encomendada al Ejecutivo. Esta competencia se justifica en teoría

porque el legislador no siempre puede comprender en sus leyes

—que son actos abstractos y generales— todos los problemas que

desde el punto de vista administrativo puede provocar la aplica-

ción adecuada de la ley; por tal razón al Ejecutivo —cuya función

primordial es precisamente la aplicación de la ley como medio para

cumplir con esa obligación legal—, se le permite promover las

normas pertinentes para ese cumplimiento, pues él va a definir cómo

se va a aplicar la norma. Ciertamente no debe confundirse al Ejecu-

tivo con la administración, pues éste concurre exclusivamente en

el Presidente de la República, pero para que éste desarrolle adecua-

damente sus funciones requiere apoyarse en la administración

pública.

Si todos los funcionarios que integran la administración

pública dispusieran sus propias concepciones sobre la forma en

que las leyes deben ser interpretadas y aplicadas, no habría una

actuación armónica del Ejecutivo. Se requiere que éste disponga

las normas básicas para cumplir adecuadamente de la ley, a través

de los reglamentos que señale e instruya a las dependencias admi-

nistrativas sobre las formas de interpretación y los procedimientos

de operación de la ley para lograr una unidad de criterio dentro de

la administración y de establecer los cauces y bases de su correcta

ejecución. La misma intención que existe en el Poder Judicial para

unificar el criterio de los órganos jurisdiccionales a través de la juris-

prudencia, es la que se tiene al otorgarle al Ejecutivo la facultad de

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151Curso de Derecho Constitucional

unificar criterios de interpretación y aplicación de la ley a través

de los reglamentos.

El hecho de proveer casos no previstos en la ley, llenar lagunas

es muy importante en la función reglamentaria, pero es igualmente

importante unificar los criterios jurídicos que rigen la administra-

ción pública.

Si convenimos en que la fracción I del artículo 89 es la que

establece la facultad reglamentaria, para precisar los alcances

de esta facultad debemos partir del texto constitucional. En primer

término hablamos de habilitar una esfera administrativa con ins-

trumentación adecuada para la exacta aplicación de la ley; esa es

la finalidad del reglamento. No se trata de que el Ejecutivo susti-

tuya al Legislativo y emita leyes de primera mano; el reglamento

se justifica en la medida que proviene de una ley emanada del

Congreso de la Unión.

EL REGLAMENTO AUTÓNOMO

Aquí se produce una de las discusiones más importantes del

Derecho Constitucional y Administrativo, en torno del llamado

reglamento autónomo, es decir, aquél que no tiene apoyo en una

ley o que no tiende a la interpretación o aplicación de la ley, sino

que establece normas generales de primera mano. Como pasa en

todos los problemas complejos del derecho, siempre existen cuando

menos dos tendencias y sus partidarios expresan los motivos de

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152 Carlos de Silva Nava

su posición. Una tendencia establece la inconstitucionalidad del

reglamento autónomo; dice: si la facultad es para proveer la apli-

cación de la ley, no para legislar, a través del reglamento autónomo

propiamente se está legislando y en esa medida es inconstitucio-

nal. Otra teoría sostiene la constitucionalidad del reglamento autó-

nomo, señalando que si bien el artículo 89 se refiere a la exacta

aplicación de la ley, en otros preceptos se alude a reglamentos de

policía y buen gobierno y éstos no necesariamente se deben apo-

yar en una ley preexistente porque para llevar a cabo el buen

gobierno no es necesario esperar la legislación del Congreso de la

Unión, y que el Presidente está facultado para emitir este tipo de

reglamentos. Además de la discusión teórica nos enfrentamos a casos

prácticos que vienen a complicar la situación, como por ejemplo

toda la reglamentación del Distrito Federal, la cual es autónoma.

Cuando hablamos de la división de poderes y señalábamos la

posibilidad de que a un poder se le dieran atribuciones que normal-

mente eran de otro, esto se justificaba porque era el medio idóneo

de lograr el correcto desarrollo de la función correspondiente.

Materias como la civil, penal, laboral, por no ser administrativas,

no competen al Ejecutivo, sino a las áreas judiciales o jurisdiccio-

nales, como son las Juntas del Trabajo. El Presidente no tiene

facultad para reglamentarlas, ya que no es el encargado de aplicar

el Código Civil o el Código Penal; si bien hay algunos reglamentos

de la Ley Federal del Trabajo que no regulan la relación obrero-

patronal o la forma de dirimir las controversias, ya que en realidad

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153Curso de Derecho Constitucional

tienen naturaleza administrativa, como el reglamento de higiene

del trabajo, por ejemplo, cuyas normas de salubridad están en la

Ley del Trabajo pero sustancialmente son normas sanitarias que

son administrativas; es decir, sí está reglamentando la Ley del Tra-

bajo, pero en un aspecto administrativo, no reglamenta las carac-

terísticas del contrato de trabajo.

El Código Civil hace referencia al Registro Público, al Registro

Civil, etcétera, pero esos son aspectos administrativos, no está

reglamentando los contratos, el matrimonio, las sucesiones, simple-

mente reglamenta la forma en que va a operar una oficina pública,

cómo se van a inscribir las cuestiones relativas a la familia, en

general al estado civil, etcétera, pero no puede reglamentar la fami-

lia en sí misma, en sus relaciones, porque no es esfera administrativa.

En materia penal puede haber reglamentos de cárceles, pero

volvemos a lo mismo, es en el aspecto en que interviene la admi-

nistración pública. El Poder Judicial juzga, sentencia, condena, pero

quien ejecuta las penas es “la administración”; en esa medida sí es

factible un reglamento del caso, pero no reglamento que diga cómo

debe entenderse la tipicidad de los delitos. Si se trata de mero

arresto, si se está ante un aspecto administrativo, ni siquiera inter-

viene el Poder Judicial, pero cuando se trata de cuestiones penales

propiamente dichas, de la imposición de penas, no es factible que

el Presidente las reglamente, porque la imposición de penas es

exclusiva del Poder Judicial.

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154 Carlos de Silva Nava

SOBRE LOS DELITOS CONTRA LA SALUD

De acuerdo con la ley expedida por el Congreso de la Unión,

ninguna otra autoridad puede imponer penas; por ejemplo, en

Derecho Penal se ha suscitado una discusión muy interesante

en materia de delitos contra la salud; aquellos que se refieren a

fenómenos relacionados con cuestiones de estupefacientes o narcó-

ticos, pero se consigna que son estupefacientes los que señala el

Código Penal y la legislación sanitaria. El Presidente de la Repú-

blica tiene facultades para reglamentar la legislación sanitaria en

un aspecto administrativo que depende de él, del Consejo de Salud

y de la Secretaría de Salud; es un aspecto relacionado con el cum-

plimiento de las cuestiones sanitarias. No es inconstitucional que

el Presidente reglamente el Código de Salud. La naturaleza de la

droga forma parte de la tipicidad del delito, es un elemento mate-

rial y los delitos deben estar previstos en la ley, en esas condicio-

nes sólo son estupefacientes, para efectos penales, los que están

propiamente expresos en la ley, para control administrativo lo son

todos, esto es, para efectos de comprar dichos productos, pues se

requiere receta médica, se requiere control del Estado. No está

mal que él diga que ciertos productos son nocivos para la salud ni

que limite su producción o su circulación comercial o que esta-

blezca una serie de requisitos para que sean usados adecuadamente

por los particulares, eso no tiene ningún inconveniente, el incon-

veniente es trasladar ese tema al Derecho Penal porque entonces

la tipicidad del delito no está prevista en una ley sino en un

reglamento.

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155Curso de Derecho Constitucional

Si la ley no señala como estupefaciente a una sustancia deter-

minada, no puede decirse que su uso indebido constituya delito;

puede constituir falta administrativa si la farmacia la vende sin

receta médica, ésta se puede clausurar, imponérsele multa, pero el

Poder Judicial no puede tomar en cuenta ese reglamento como

elemento penal. Así lo ha señalado la Sala Penal: sólo los estupe-

facientes previstos en la ley se consideran para efectos de tipicidad

penal, no para cuestiones administrativas.

EL PAPEL DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES

EN LA TIPIFICACIÓN DE DELITOS

El Congreso de la Unión, en acatamiento al tratado internacional

correspondiente, legisla acorde con él, ya que dicho tratado sólo

es aprobado por una Cámara, pues si lo fuera por ambas diríamos

que en realidad el Congreso estaría legislando en el momento de

aprobar el tratado, pero no es una ley propiamente dicha, pues

no puede apoyarse la tipicidad de un delito en un tratado interna-

cional. El Código Sanitario es el que confirma los tratados inter-

nacionales no el Código Penal; para efectos administrativos el

Código Sanitario requiere de ese convenio para tipificar el delito;

el tratado es importante, es ley formal de acuerdo con el artículo

133 constitucional y no hay ningún inconveniente en que adminis-

trativamente las leyes sanitarias acaten el tratado, el inconveniente

es sentenciar a alguien por un tratado internacional.

El Código Fiscal es una legislación administrativa. Prevé algu-

nos delitos fiscales, no hay inconveniente en que los prevea porque

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156 Carlos de Silva Nava

lo importante no es el Código sino que provenga del Congreso, ya

que éste puede establecer los delitos en el Código Fiscal, Penal o

en el Agrario. Estos delitos tienen dos aspectos, el llamado Derecho

Penal Fiscal que plantea varias complejidades, porque esos tipos

tienen dos características que operan simultáneamente, ya que

son delitos y sanciones o faltas administrativas, independiente-

mente de la procedencia de la acción penal; también hay con-

secuencias de penas administrativas, que son manejadas por las

autoridades del ramo; puede existir una reglamentación de los artícu-

los relativos sólo en la medida de la esfera administrativa, ya que

el reglamento no podrá servir de base para dictar una senten-

cia en materia administrativa. No es que no lo pueda hacer, sino

que solamente tendrá aplicación en la esfera administrativa porque

si no estuviera proveyendo en la esfera judicial y no es competente.

Los reglamentos que limitan o comisionan ciertas actividades

industriales, comerciales, profesionales, sin apoyarse en ley, están

reglamentando las actividades de trabajo. El artículo 52 constitu-

cional establece las libertades sobre el trabajo: “…el ejercicio de

esta libertad sólo podrá vedarse por resolución judicial, cuando

se ataquen dichos intereses a terceros, o por resolución guberna-

tiva en términos de ley”. Por razones obvias las resoluciones judi-

cial y gubernativa deben estar apoyadas en ley, no en reglamento;

la resolución podría ser incluso un reglamento que establezca las

limitaciones al ejercicio de una actividad restringida, pero ese

reglamento debe estar dictado en términos de ley, aceptando en

algunas materias que puede haber reglamentos autónomos, pero

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157Curso de Derecho Constitucional

no en cualquier materia. Aquí el problema no es la interpretación

del articulo 89, sino es la interpretación de la garantía individual,

que no permite vedar las actividades lícitas sino por disposiciones

legales; la resolución concreta la podrá dictar el judicial o una auto-

ridad administrativa, pero ambas requieren apoyarse en una ley.

¿Qué alcances podría tener la garantía? para mí la reglamentación

del trabajo en este aspecto debe encontrar su origen en una ley,

además el mencionado artículo 52 constitucional dice “siendo líci-

tos”, por eso el tema de estudio está íntimamente relacionado con los

temas de legalidad; lo lícito es lo aceptado por la ley, tómese en

cuenta que aquí se menciona nada más licitud, no moralidad.

LOS REGLAMENTOS DE POLICÍA Y BUEN GOBIERNO

Algunos pretenden fundamentar el reglamento autónomo no sólo

en la interpretación literal de la fracción I del artículo 89, sino en

preceptos como el art. 21, que dice:

La imposición de las penas es propia y exclusiva de la autoridad

judicial. La investigación y persecución de los delitos incumbe al

Ministerio Público, el cual se auxiliará con una policía que estará

bajo su autoridad y mando inmediato. Compete a la autoridad admi-

nistrativa la aplicación de sanciones por las infracciones de los

reglamentos gubernativos y de policía, las que únicamente consis-

tirán en multa o arresto hasta por treinta y seis horas...

Estos reglamentos son autónomos; respecto de otras medidas,

si el propio artículo las acepta, obviamente son constituciona-

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158 Carlos de Silva Nava

les, porque no se puede entender una oposición entre el 21 y el

89. El argumento en abstracto parece bien, nada más que la Cons-

titución no dice que los reglamentos gubernativos y de policía

sean autónomos; no se está negando la existencia de los anteriores

reglamentos, se está diciendo que en todos los aspectos adminis-

trativos puede el Presidente reglamentar, pero no dice que sean

autónomos. Sin embargo, algunas tesis judiciales y algunos tra-

tadistas sostienen que este precepto acepta la existencia del

reglamento autónomo, afirmando que cómo es factible que sólo

se castiguen las infracciones al reglamento y no a leyes adminis-

trativas. El argumento no convence porque el hecho de que no se

establezca el término leyes en este precepto no quiere decir que

una ley administrativa prevé una falta administrativa; no podrá

haber autoridad administrativa incompetente para aplicarla,

puesto que se pueden imponer sanciones por violación al

reglamento administrativo, pero no por violaciones a leyes admi-

nistrativas, ya que no lo dice el precepto. Se cree que la idea

de éste es hablar en general de normas administrativas, no sólo de

reglamentos, leyes, etcétera. Es absurdo que lo puedan a uno san-

cionar por un reglamento y no por la ley.

Hay que recordar que el Constituyente no siempre se expresó

en términos técnicos, ya que no todos los diputados eran aboga-

dos. Inclusive se dice que existió un pacto en el sentido de que los

que sí fueran abogados no fueran demasiados técnicos en sus

expresiones, porque iban a confundir con tecnicismo a algu-

nos diputados e inclusive inducirlos a un error, pero ¿qué debemos

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159Curso de Derecho Constitucional

entender por un reglamento de policía? Hay artículos que se plan-

tean problemas similares, por ejemplo, el artículo 16 expresa en

uno de sus párrafos:

La autoridad administrativa podrá practicar visitas domiciliarias

únicamente para cerciorarse que se han cumplido los reglamen-

tos sanitarios y de policía; y exigir la exhibición de los libros y papeles

indispensables para comprobar que se han cumplido las disposicio-

nes fiscales sujetándose en estos casos a las leyes respectivas y a las

formalidades prescritas para los cateos.

Si damos una interpretación limitativa a este artículo, la auto-

ridad administrativa está facultada para hacer visitas domiciliarias

para ver si han cumplido con reglamentos sanitarios, es decir,

por violación a un reglamento se pueden meter a mi casa, pero por

violación a una ley no; creo que podemos dar una interpretación

de esa naturaleza: si estoy violando el Código de Salud no se pueden

meter a mi casa, sólo si estoy violando al reglamento. ¿En qué

sentido se habla de reglamento sanitario, cuál es la interpretación

del concepto reglamento sanitario que nos lleva al absurdo de darle

mayor jerarquía que a la ley misma? Se entiende por reglamento

sanitario a una disposición general en materia sanitaria, provenga

de quien provenga, del Ejecutivo o del Legislativo.

TRANSGRESIÓN Y SANCIONES EN REGLAMENTOS

DE POLICÍA Y BUEN GOBIERNO

El concepto de policía es amplio; las visitas domiciliarias son para

cerciorarse de cuestiones sanitarias, pues si yo violo las leyes fores-

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160 Carlos de Silva Nava

tales cortando árboles de más le digo a la autoridad forestal: “tú a

mi predio no puedes entrar ni vigilar cómo estoy cortando los

árboles porque no estoy ante un problema sanitario ni ante un

problema de policía fiscal”; y la Constitución dice que en dicha

materia, desde el punto de vista de Derecho Administrativo, es

un problema de policía todo aquello que plantea la vigilancia por

parte del Estado y la limitación a las actividades en todas las mate-

rias. Por ejemplo, se ha dicho que en México las policías son incons-

titucionales porque hay muchas y la Constitución no indica que

deba haber tantas policías en relación con los particulares para

que los limite y vigile; lo inconstitucional está en que una policía

realice las funciones de otra, pero por problemas de ilegalidad, de

violación al artículo 16, no es la autoridad competente; pero sí

entendemos el concepto de policía como resultado de ese enfren-

tamiento entre el particular y la autoridad, en que la autoridad, a

través de una acción legal determinada, limita y vigila al particular.

Está mal que un policía municipal realice una inspección fis-

cal, pero que un auditor fiscal se meta a mi casa, me quite los

libros, me decomise la mercancía extranjera cuya propiedad no

acredito, pues no le encuentro la inconstitucionalidad; y que el

resguardo aduanal esté vigilando las aduanas me parece consti-

tucional y que la policía judicial esté investigando los delitos y

que la policía federal de seguridad esté investigando las cuestio-

nes de población, que depende de la Secretaría de Gobernación,

está bien. No es normal que la federal de seguridad realice una

inspección fiscal, pero que exista una policía de gobernación es

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161Curso de Derecho Constitucional

correcto. Las policías son constitucionales en el momento en que

tienden al cumplimiento de las funciones encomendadas de la

dependencia a la cual pertenecen.

El segundo caso consiste en la prohibición de concurrencia a

los particulares en actividades de las ramas de la industria, comer-

cio, etcétera; que sea un problema que no lo puede tratar la legis-

lación secundaria porque resultaría inconstitucional en la medida

que limita la acción de los particulares sin causas justificadas. Si no

nos animamos a decir que es inconstitucional porque es discutible,

cuando menos aceptemos que sería discutible la constitucionalidad

de una ley que establece un monopolio estatal que no es de los

previstos y aceptados por la Constitución y que evita la concu-

rrencia económica de los particulares. Es necesaria una reforma

constitucional que establezca el monopolio de Estado. Y en cum-

plimiento de la reforma seguir todos los pasos, pero lo cierto es

que históricamente el procedimiento que se ha seguido en México

ante ese tipo de problemas siempre concluye con una nacionaliza-

ción; primero se da una expropiación y luego una reforma consti-

tucional que regula el monopolio de Estado, excluyendo a los

particulares de la actividad correspondiente.

CONCEPTO Y APLICACIÓN DE LA EXPROPIACIÓN

La ley establece una lista de casos de utilidad publica. El problema

en cada caso concreto es la determinación de si está o no justificada

esa utilidad pública, porque en abstracto nadie duda de que existe

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162 Carlos de Silva Nava

un concepto de utilidad pública en la construcción de escue-

las; no creo que alguien tenga poco o escaso interés social en

que se construyan y funcionen escuelas, pero este es un concepto

todavía en el campo de lo abstracto. El problema es determinar

concretamente si existe esa causa de utilidad pública, pues si en

una población de diez mil habitantes hay veinte escuelas, y todos

los diez mil habitantes están en edad escolar y asisten a la escuela,

no parece excesivo que se expropie para hacer la escuela número

veintiuno. Es decir, el concepto abstracto de interés social no basta

justificarlo en esa dimensión, que es lo que hace la Ley de Expro-

piación, debe justificarse en concreto.

La Corte ha considerado que no sólo debe considerarse la

utilidad pública con criterios abstractos, sino justificarse en un

caso concreto la necesidad de expropiación, es decir, debe ser parte

de la motivación y fundamentación del decreto expropiatorio. Desde

luego en el caso específico comentado existe la necesidad pública

de la expropiación; y tercero, que ese bien es idóneo para satisfa-

cer la necesidad pública. Porque para construir una escuela rural

no parece lógico expropiar un bien que está a un lado del Zócalo,

pues no es el lugar idóneo para hacer escuelas rurales. Entonces,

son varios conceptos los que integran cada caso concreto.

Primero, hay una norma general que dice que la cuestión

de escuelas es un interés social; en términos generales estamos de

acuerdo, pero además hay que justificar que en el caso concreto

se requiere de una escuela, porque si ese pueblo ya tiene satis-

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163Curso de Derecho Constitucional

fecha su demanda educativa, e incluso con creces, en ese pueblo

no se justifica la expropiación; podrá justificarse en otros, pero no en

esa población. Después hay que ver si la expropiación es el medio

idóneo, porque no resulta muy lógico —ni justo—, que en dos

terrenos contiguos uno sea de propiedad nacional y otro de propie-

dad particular, y en vez de hacer la escuela en el de propiedad

nacional se quiera hacer en el de propiedad particular. Es decir,

debe ser el medio idóneo para la satisfacción de la necesidad, y ese

bien también el idóneo.

Ahora bien, esos conceptos de utilidad pública aplicados a casos

concretos no siempre han seguido criterios uniformes. Según cam-

bian las necesidades sociales, la mentalidad de las personas encar-

gadas de dictar las sentencias, según aumentan o no los problemas

sociales, urbanos, etcétera, han cambiado algunos criterios; por

ejemplo, en una época se sostuvo que la expropiación de bienes

para la construcción de viviendas que iban a ser entregadas a par-

ticulares no satisfacían los requisitos de interés social, porque esas

casas se estaban entregando a particulares que estaban en aptitud

de comprarlas, y no debían aprovecharse de la facultad expropia-

toria para la adquisición de bienes, ni privar a otros de sus ellos.

Luego, la construcción de casas para particulares no iba a beneficiar

a toda la sociedad, se iban a beneficiar los pocos o muchos particu-

lares que quedarían como propietarios o usufructuarios de esas

habitaciones. En esa época se sostuvo que el interés social no que-

daba justificado cuando la expropiación se dirigía a la regulari-

zación de la tenencia de la tierra o a la construcción de casas

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164 Carlos de Silva Nava

habitación, sin embargo, en la medida en que la ciudad crece se

convierte en un monstruo y se incrementan los problemas de toda

naturaleza, entre ellos el más grande es el problema de habitación.

Las concepciones actuales parece que han cambiado de sen-

tido. Se dice que lo importante no es el número de beneficiados

con el acto expropiatorio, sino que a través de esos decretos se

está resolviendo un problema general de la ciudad. Es decir, que

parece que directamente sí son beneficiados unos cuantos que resul-

tan ser propietarios, con muchas facilidades, de estos lotes o de

habitaciones, pero a través de ellos lo que se pretende resolver es un

problema general como es el de vivienda. No siempre los criterios

han sido coincidentes, pero hay que atender los casos concretos y

los problemas que se plantean para procurar dar una solución

adecuada. Si la expropiación no tiene o trasciende en un beneficio

social colectivo, estará injustificada la expropiación.

Una catástrofe de gran magnitud hace necesaria la interven-

ción del Estado y la necesidad de llegar a la expropiación no sólo

para resolver los problemas que ya existían y que se agravaron

con motivo del sismo de 1985. Uno de ellos fue el problema habita-

cional en general, la falta de habitación; otros, la insalubridad de

las habitaciones, las rentas congeladas que impedían al dueño de la

vecindad no cobrar lo suficiente para pagar un metro cúbico de

agua, por tanto no estaba interesado ni mucho menos en repa-

rar, en acondicionar, en ofrecer condiciones de salubridad y

sanitarias por lo irrisorio de las rentas; personas que pagaban

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165Curso de Derecho Constitucional

cincuenta pesos por un departamento y hasta por una casa en zonas

muy céntricas y muy bien ubicadas. Así, quien recibía cincuenta

pesos de alquiler tiene muy poco interés en pintar, arreglar el

drenaje, ver que los tinacos estén limpios, etcétera. Quizás el decreto

se proponía no sólo resolver los problemas inmediatos del sismo,

sino aprovechar la catástrofe para resolver otros problemas que

enfrentaba la ciudad y probablemente en varios casos estuviera

plenamente justificada la afectación. Lo que se ha criticado de ese

decreto es de ser algo precipitado en la medida en que no se hizo la

identificación exacta de todos los bienes expropiados; al parecer se

expropiaron algunos que no habían sido dañados; fue la

precipitación al evaluar lo que llevó a errores de esa naturaleza,

pues incluso hubo necesidad de emitir, algún decreto aclaratorio

para corregir aquellos errores iniciales.

En términos generales, sí puede haber bases para justificar un

decreto de esa naturaleza; el problema está no en la justificación

abstracta, sino la atención a los casos concretos. Se haya o no

justificado en cada caso concreto, es justificable que el Estado tome

posesión de los bienes expropiados, pero no de los no expropia-

dos. En todo caso debió dictar otro decreto donde expropiara

esos bienes.

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167

La personalidad en materia de amparo está referida

principalmente a la ley del acto reclamado. Para que

tal personalidad se reconozca en un amparo en materia civil hay

que acreditarla de acuerdo con los términos de la legislación civil;

claro está que debe verificarse si se requiere título profesional o

no, y ello de acuerdo con la materia que se está trabajando, porque

si ésta es civil sí se requiere título, más si es materia penal o laboral

parece que no, pero primero hay que atender cuál es la materia.

Segundo, hay que ver la personalidad con la que se comparece; se

hizo al respecto una reforma al artículo 27 de la Ley de Amparo,

que entró en vigor en enero de 1988; antes había la discusión

sobre si para ser autorizado para oír notificaciones requería uno

presentar título profesional; en mi parecer no se debería de reque-

rir título, ya que la ley hablaba de designar un autorizado para oír

La personalidad en el amparo

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168 Carlos de Silva Nava

notificaciones, ahora, la reforma del mencionado artículo 27 a la

letra dice:

... Las resoluciones deben ser notificadas a más tardar dentro del

día siguiente al en que se hubiesen pronunciado, y se asentará la

razón que corresponda inmediatamente después de dicha resolución.

El agraviado y el tercero perjudicado podrán autorizar para oír noti-

ficaciones en su nombre a cualquier persona con capacidad legal,

quien quedará facultada para interponer los recursos que procedan,

ofrecer y rendir pruebas, alegar en las audiencias, solicitar su

suspensión o diferimiento, pedir se dicte sentencia para evitar la

consumación del término de caducidad o sobreseimiento por inacti-

vidad procesal, y realizar cualquier acto que resulte ser necesario

para la defensa de los derechos del autorizante, pero no podrá

sustituir o delegar dichas facultades en un tercero. En las materias

civil, mercantil o administrativa, la persona autorizada conforme a

la primera parte de este párrafo, deberá acreditar encontrarse legal-

mente autorizada para ejercer la profesión de abogado, y deberán

proporcionarse los datos correspondientes en el escrito en que se

otorgue dicha autorización; pero las partes podrán designar personas

solamente autorizadas para oír notificaciones e imponerse de los

autos, a cualquier persona con capacidad legal quien no gozará de

las demás facultades a que se refiere este párrafo.

Las notificaciones al titular del Poder Ejecutivo se entenderán con

el Secretario de Estado o Jefe de Departamento Administrativo que

deba representarlo en el juicio de amparo o, en su caso, con el Procu-

rador General de la República, de acuerdo con lo dispuesto en el

artículo 19 de esta ley, de manera que una vez que se haya cum-

plimentado tal disposición las subsecuentes notificaciones se harán

directamente a los funcionarios designados, quienes igualmente

intervendrán en las actuaciones procesales procedentes. Las notifi-

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169Curso de Derecho Constitucional

caciones al Procurador General de la República le deberán ser

hechas por medio de oficio dirigido a su residencia oficial...

Hay tres tipos de injerencia en este aspecto. Primero, tenemos

al que es propiamente apoderado o defensor, cuando se trata de

materia penal, y es el que tiene la representación original; el auto-

rizado para oír notificaciones es el que tiene autorización limitada:

puede promover, ofrecer pruebas, puede interponer recursos, pero

no puede promover la demanda ni aclararla, pero dentro del jui-

cio puede aclarar sus facultades, para esto en ciertas materias se

requiere título. Otro cuya única función es la de notificaciones,

más no puede promover en ningún caso, ese no requiere título,

solamente que sea persona con capacidad legal y esté frente a ellos,

que no sea menor de edad ni incapacitado, que sea una persona

común y corriente para desempeñar sus funciones. En materia

penal no se requiere título para ninguno de los casos; para ser

defensor, para ser autorizado amplio ni para ser autorizado con

facultades restringidas. Para litigar en materia federal sí se requiere

la cédula federal, para litigar en materia local, la cédula local, con

excepción de algunos Estados que tengan características especia-

les: se distingue la cédula profesional, que es la que se expide a

todos los egresados de las universidades del país, pero algunos

Estados se reservan solicitar las cédulas locales. Se puede soste-

ner, de acuerdo con el artículo 124, que el registro de una cédula

vale en otro, pero no siempre se ha aceptado, por ejemplo, si

en determinado Estado alguna profesión no se encuentra reglamen-

tada, el Estado no requerirá el título ni tampoco va a registrarla

ni le dará cédula registrada.

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171

La ley da facultades a determinadas autoridades para

intervenir en cuestiones de contaminación, sin

embargo, toda vez que el Consejo de Salubridad no está regido

por alguien, puede actuar cuando quiera y donde quiera. Esto

es, tanto el Código de Salud como las leyes de contaminación

ambiental son de aplicación para casos normales que dan compe-

tencia a autoridades ordinarias, sólo que tratándose del Consejo

de Salubridad éste puede intervenir en el momento que desee sin

sujeción al Congreso, aunque posteriormente ciertas medidas sean

o no ratificadas por éste; lo importante es que mientras eso acon-

tece las medidas se ponen en práctica.

Todo lo que afecta a la salud general puede ser competen-

cia del Congreso. No es dable decir que se está actuando sin ley

La competencia en materia de salud

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172 Carlos de Silva Nava

porque él mismo puede emitir leyes, es precisamente el argumento

de si existe un desequilibrio de poderes porque el Presidente legisle

en otras materias. Lo cierto es que debe entenderse que el pro-

ceso de salud es tan importante que no puede esperar un año a que

se reúna el Congreso y se obtenga una iniciativa de ley para atacar,

por ejemplo, problemas como el de una epidemia o algo por el estilo.

Todo funcionario tiene responsabilidades y obligaciones, pero

tratándose del Presidente de la República su responsabilidad es más

restringida que la de otros funcionarios, pues sólo responde por

traición a la patria y delitos graves.

Los problemas de contaminación no son tan sencillos, por

ejemplo, cerrar las empresas y las industrias para que no contami-

nen, pero luego ¿de qué viven los obreros? Es cierto que se pueden

tomar muchas medidas, pero hablar así, en general, de que el Con-

sejo no ha hecho algo y que no se ha resuelto el problema de la

contaminación, es una afirmación un poco drástica. El problema

del Consejo es muy grave y hay que atenderlo, la solución obvia-

mente es difícil: es un problema de la época.

LA CUESTIÓN DE ESFERAS: FEDERACIÓN-ESTADOS

El problema de la división de esferas entre los Estados y la Fede-

ración no depende de la ley secundaria, sino de lo establecido en

la Constitución, entonces queda al criterio de un órgano consti-

tuido por el legislativo determinar lo qué es federal y lo qué es

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173Curso de Derecho Constitucional

estatal, no el Constituyente a través del cual se supone se celebra

el Pacto Federal; de todas maneras no hay una solución precisa

porque la terminología de la Constitución es ambigua, incluso

algunas tesis de jurisprudencia aceptan que en ocasiones la ley

secundaria es la que define las esferas y eso constitucionalmente

no está muy claro, además en otros preceptos la Constitución habla

de la coordinación entre Federación y Estados, pero sin definir las

esferas de competencia.

Toda persona tiene derecho a la protección de la salud; la ley

define las bases y modalidades para el acceso a los servicios de

salud y establece la concurrencia de la Federación y las entidades

federativas en materia de sanidad general, conforme a lo que dis-

pone la fracción XVI del artículo 73 de la Constitución, que

más adelante dice: “... Es deber de los padres preservar el derecho

de los menores a la satisfacción de sus necesidades y a la salud

física y mental…”; “… la ley determinará los apoyos a la protección

de los menores a cargo de las instituciones públicas...”. No se hace

una división, se sigue hablando de sanidad y de concurrencia en

materia de salubridad general, o sea, que la Constitución acepta

que esto es una reforma, no la Constitución original. Se acepta en

estas reformas que la salubridad local es local y que la federal es

coincidente de acuerdo con lo que establezca la ley, sin decir sobre

qué bases va a operar esa coincidencia; es por eso que resulta indis-

pensable recurrir a la ley de la materia, que es el Código de Salud.

Cuando se habla del deber de los padres a la salud, a preservar

el derecho de los menores, sólo dice que la ley determinará los

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174 Carlos de Silva Nava

apoyos a la protección de los menores, pero ¿en qué aspectos es la

protección? ¿en aspectos locales o federales? Quizás se podría con-

cluir en el sentido de que con motivo de esta reforma se estableció

una verdadera coincidencia, una real coincidencia; se trata pri-

mero de una distinción entre salubridad general y salubridad local,

pero en materia de salubridad general se emplea el término concu-

rrencia de facultades, una coincidencia de facultades no dispuesta

por la Constitución sino por la legislación secundaria, que se supo-

ne será elaborada por el Congreso de la Unión; entonces, es el

Congreso de la Unión el que va a establecer obligaciones a cargo

de las entidades federativas. La técnica constitucional no está

muy depurada, pero así es el sistema.

LA CONCURRENCIA DE FACULTADES

EN MATERIA DE SALUD

Debe haber una reglamentación dentro del Código de Salud.

El precepto constitucional sólo habla del Consejo, y no de su inte-

gración; simplemente señala su dependencia directa del Presi-

dente de la República sin intervención de alguna Secretaría de

Estado, pero no establece su integración. Para hablar con mayor

seguridad sería conveniente determinar la forma precisa en que se

encuentra integrado. Cuando el Consejo de Salubridad establece

medidas de carácter general en ciertas materias, esas medidas

tienen el carácter de leyes, es decir, materialmente no son leyes ni

siquiera podemos aseverar que son reglamentos, porque no se apo-

yan en una ley o reglamentan una ley; son disposiciones que pueden

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175Curso de Derecho Constitucional

tener un carácter autónomo, pero para que esas normas generales

sigan vigentes se requiere que el órgano legislativo les dé carácter

de leyes, tanto en su aspecto material como formal. El inciso 42 de

la citada fracción XVI, dice:

Las medidas que el Consejo haya puesto en vigor en la campaña

contra el alcoholismo y la venta de sustancias que envenenan al

individuo o degeneran la especie humana, así como las adoptadas

para prevenir y combatir la contaminación ambiental, serán después

revisadas por el Congreso de la Unión en los caso que le competan.

Esto es, que otro tipo de disposiciones generales son válidas

independientemente de que el Congreso las apruebe o no; en esta

materia de lucha contra el alcoholismo, drogas enervantes o con-

taminación ambiental, surten efectos hasta en tanto el Congreso

las convierta en leyes, pero claro está que el Congreso tiene plena

libertad para sancionar o no las disposiciones del Consejo, no hay

una obligación. No es tanto prohibir una campaña en especial

sino legislar de manera diversa a las disposiciones establecidas por

el Consejo. Vamos a suponer que para combatir la contamina-

ción se toma una medida inadecuada, obligatoria de inmediato,

pero al ser revisada por el Congreso podrá emitir una legislación

que obligue al Estado a llevar una política distinta; no dice que

serán sancionadas, sino serán revisadas, es decir, que el Congreso

puede libremente no aceptar.

En otras materias el Congreso no puede oponerse a las deci-

siones del Consejo, pero además se establece: “... el Congreso de la

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176 Carlos de Silva Nava

Unión en los casos que le competan...”, ¿cuáles son los casos que

le competen? si entendemos como dice alguna tesis que la cuestión

de drogas, y otros es federal por el solo hecho de estar en esta

fracción, pues entonces ¿quiere decir que los Estados no pueden

emitir leyes contra el alcoholismo? la situación es muy confusa, se

presta a diversas interpretaciones.

EL AMPARO Y LA COINCIDENCIA DE FACULTADES

La procedencia del juicio de amparo en la práctica podrá ser no

suficientemente eficaz porque la suspensión será improcedente

cuando se trate de un problema de salud general, y de aquí a que

se resuelva el amparo el problema sanitario va a subsistir con pro-

blemas de hecho. Si suponemos que es procedente el juicio de

amparo contra las decisiones del Consejo, no hay inconveniente

en aceptar la procedencia, lo difícil sería el manejo práctico del

amparo y lograr una defensa efectiva, porque si por inconformi-

dad de los particulares se paran las decisiones del Consejo aún

antes de analizar su constitucionalidad, se pueden causar daños

graves a la salud general.

En la práctica el famoso Consejo opera muy poco, no se ha

hecho un abuso del sistema y creo que es correcto; las cuestiones

normales ordinarias deben quedar en leyes normales y ordina-

rias. La idea del Consejo fue para atacar problemas inmediatos,

graves, que no pueden esperar a la reunión del Congreso para ser

resueltos. Mientras no se den esos eventos está bien que el Consejo

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177Curso de Derecho Constitucional

no intervenga demasiado, sino que deje las soluciones ordinarias;

a reserva de lo que prescriba el Código, no creo que exista algún

recurso contra el Consejo, porque además ¿quien lo resolvería? el

Consejo depende del Presidente ¿quién sería el superior del Con-

sejo? creo que a través del amparo puede plantearse.

COMPETENCIA E INCOMPETENCIA DE JURISDICCIONES

Ahora bien, ¿qué debe entenderse por conflicto competencial?

depende… el concepto de competencia es término equívoco y muy

diverso, al menos así se ha manejado; por ejemplo, lo que se llama

competencia ordinaria se suscita entre órganos similares para defi-

nir a quien de ellos corresponde conocer la jurisdicción que en

materia territorial puede plantearse ante determinados Jueces: que

si es el domicilio del demandado; donde en realidad vive el deman-

dado en amparo; si es el lugar de la ejecución; si no hay ejecu-

ción, en el de la ordenadora, etcétera. Estos son problemas de

competencia ordinaria. Hay otros de competencia constitucional

que no es un conflicto de ver quién conoce, sino si se tienen facul-

tades para conocer, como cuando un Juez civil se declara incom-

petente y manda el asunto al competente; pero cuando se dice que

el Presidente no tiene facultades para realizar una actividad deter-

minada no le manda el asunto a otra autoridad, simplemente se

abstiene de resolverlo o de actuar y no plantea un conflicto de com-

petencia; se concede el amparo señalando que actuó fuera de su

competencia, o sea sin facultades. Empero el cumplimiento del

amparo no es enviar el expediente a quien se estime competente,

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178 Carlos de Silva Nava

porque no es un conflicto de competencia ordinaria, son puntos

de vista, por ejemplo se plantea un conflicto de naturaleza judicial

entre un Juez local y un Juez federal en un asunto en que se litiga

la aplicación de leyes sanitarias; entonces la competencia será diri-

mida por la Suprema Corte para establecer cuál de los dos jueces

resulta competente. Pero puede darse el caso de que no se plantee

la competencia que llamamos ordinaria entre jueces, sino entre

autoridades administrativas; la ley no prevé la forma de dirimir

competencias entre autoridades administrativas.

Hace poco se planteó una competencia en la Corte entre un

Juez ordinario, un Juez del fuero común y un órgano de la Secreta-

ría de la Reforma Agraria. Ejidatarios que eran miembros de una

sociedad de crédito ejidal demandaron a algunas personas por

problemas relacionados con el ejido y con los créditos; pero los

demandaron por la vía mercantil; el Juez civil envió el asunto al

agrario diciendo: “es un problema agrario, no tengo nada que ver”;

el agrario dijo “uh, pues sí tienes que ver porque es una acción

judicial, yo no conozco de acciones judiciales”. Total, se planteó

el conflicto y fue a la Corte, y ésta dijo: “no existen facultades

constitucionales para dirimir controversias entre autoridades y

jueces, nada más está prevista la controversia entre jueces”; se aceptó

por interpretaciones analógicas, por mayoría de razón, dirimir la

controversia, pero en la medida en que intervenía un Juez, aquí es

difícil determinar cuál sería el procedimiento; quizás habría que

recurrir, en caso de que se plantee el conflicto, no al sistema

ordinario de competencia, sino al procedimiento del artículo 105

constitucional que es muy complicado.

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179Curso de Derecho Constitucional

En otros casos no es que las autoridades contiendan entre sí

“echándose mutuamente la pelota” o queriendo intervenir cada

una de ellas, sino que solamente interviene una autoridad y el par-

ticular afectado estima que esta autoridad no es la competente,

dice: “el Estado de Hidalgo me está aplicando normas sanitarias

que no son aplicables porque yo estoy en un caso de salud general

y no de salud local, por tanto el Estado no es el facultado y no debe

aplicarse la ley sanitaria del Estado de Hidalgo, sino la ley federal

por autoridades federales”. Eso podría resolverse a través de un jui-

cio de amparo contra la autoridad sanitaria de Hidalgo, aduciendo

que la ley aplicable no es la de Hidalgo sino la federal, es decir, no

se plantea un conflicto competencial entre dos autoridades, simple-

mente se dice que la autoridad de Hidalgo está aplicando una ley

que no es procedente, por lo que carece de competencia y siendo

así está violando el artículo 16 constitucional. Es a través del juicio

de amparo que se determinará si en realidad la ley aplicable es la

local o la federal, es decir, se pueden plantear los conceptos de

competencia desde muy diversos enfoques, por eso decía que

es un término un poco equívoco. Cuando lleguemos al estudio del

artículo 16, que establece como requisito precisamente la compe-

tencia de la autoridad, trataremos de hacer un estudio más a fondo

de los conceptos de competencia.

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181

El Código Sanitario establece en su artículo 42 que son

autoridades sanitarias el Presidente de la República, el

Consejo de Salubridad General, la Secretaría de Salud y los

gobiernos de las entidades federativas, incluyendo el Departamento

del Distrito Federal. El artículo 15 establece la integración del

Consejo de Salubridad General; dice que es un órgano que depende

directamente del Presidente de la República en los términos del

artículo 73, fracción XVI, base 1a. de la Constitución Política de

los Estados Unidos Mexicanos, y está integrado por un presidente,

que será el Secretario de Salud, un secretario, doce vocales titu-

lares, uno de los cuales será el Presidente de la Academia Nacional

de Medicina, y los vocales que su propio reglamento determine.

Los miembros del Consejo serán designados y removidos por el

propio Presidente de la República, quien deberá nombrar para tales

El Sistema Nacional de Salud

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182 Carlos de Silva Nava

cargos a profesionales especializados en cualquiera de las ramas

sanitarias. Advirtamos que para determinar la competencia federal

y estatal en esta materia debe atenderse al concepto de salubridad

general, dado que ésta tendrá carácter federal, y la salubridad local

será estatal, ello independientemente de la posibilidad de la coordi-

nación entre autoridades estatales y federales. Tan es así que esta

ley, que es federal, señala como autoridades sanitarias a los gobier-

nos de los Estados, pero la Constitución General de la República no

da bases para establecer en qué consiste la salubridad general.

LA ACTIVIDAD SANITARIA EN LA CONSTITUCIÓN

El numeral 34, para los efectos de la Ley de los Servicios de Salud,

especifica que los prestadores de los mismos se clasifican en: prime-

ro, servicios públicos a la población en general; segundo, atención

médica a grupos vulnerables; tercero, servicios sociales y privados,

sea cual fuere la forma en que se contraten, y cuarto, otros que se

presten de conformidad con lo que establezca la autoridad sanita-

ria. Como ven, con la fracción I nos quedamos en las mismas

porque se trata de salubridad general, servicios públicos a la pobla-

ción en general. Segundo, la atención médica preferentemente

en beneficio de grupos vulnerables. Tercero, la coordinación, eva-

luación y seguimiento de los servicios de salud. En lo que se refiere

al artículo 34, fracción II, consigna la atención materno-infantil, la

planificación familiar, la salud mental, la organización, coordina-

ción y vigilancia del ejercicio de las actividades profesionales, téc-

nicas y auxiliares para la salud y la promoción de la formación de

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183Curso de Derecho Constitucional

recursos humanos; como ven, el texto de este artículo tiene más

fracciones.

En realidad no se puede desprender alguna base que haga

suponer en qué consiste la salud o salubridad general; quienes

checan el Derecho Constitucional tienden a considerar que el

concepto de salubridad general no debe estar referido precisamente

a determinadas actividades, incluso actividades cuya definición

es muy vaga, por ejemplo, la atención médica preferente en bene-

ficio de grupos vulnerables; ¿qué se entiende por grupos vulnera-

bles? ¿vulnerables económicamente o sanitariamente? y si hablamos

preferentemente de grupos vulnerables, ello implica que el resto

de la acción médica también es general, y si esto es así, práctica-

mente no le queda nada a los Estados en materia de salud. Quizá

desde el punto de vista constitucional, independientemente de las

limitaciones, de la falta de técnica de esta ley, debemos llegar a

la conclusión de que existen facultades coincidentes y que la limi-

tación estriba en que los Estados sólo podrán legislar en aspectos

que afectan exclusivamente el territorio donde ejercen su sobera-

nía, porque si entendemos que todo lo no señalado en este precepto

es estatal, no le queda nada a los Estados.

La ley debe ceñirse a lo que es la Constitución, ésta no da

bases para definir la competencia federal y estatal en los servicios

de salud. La base que podríamos encontrar, esto es, la competencia

o las facultades del Congreso de la Unión para legislar en mate-

ria de salubridad general, expresa que lo que no es salubridad gene-

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184 Carlos de Silva Nava

ral queda reservado a los Estados; constitucionalmente quedamos

en las mismas.

La prevención y control de enfermedades transmisibles, la

prevención y control de enfermedades no transmisibles y acci-

dentes, todo eso es salubridad general, entonces, ¿qué es lo que

no es salubridad general? Se hizo referencia a dos tesis, pero lamen-

tablemente tampoco esas tesis parten de leyes y preceptos que

sean claros.

LA CONCURRENCIA FEDERAL Y ESTATAL

EN LOS SERVICIOS DE SALUD

El artículo 13 establece la competencia entre la Federación y las

entidades federativas en materia de salubridad; quedará distri-

buida conforme a lo siguiente: corresponderá al Ejecutivo Federal,

por conducto de la Secretaría de Salud, dictar las normas técnicas

a que quedará sujeta la prestación de servicios de salud en todo el

territorio nacional y verificar su cumplimiento. Seguimos en las

mismas. Posteriormente, se hace una enumeración de las mate-

rias enunciadas en las fracciones I, III, XXI, etcétera, del artículo

de esta ley orgánica y para operar y vigilar los servicios respecti-

vos, por sí o en coordinación con dependencias o entidades del

sector salud.

El sector salud o lo que se llama Sistema Nacional de Salud,

está constituido por las dependencias y entidades de la adminis-

tración pública tanto federal como local, y las personas físicas o

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185Curso de Derecho Constitucional

morales de los sectores social y privado que presten estos servicios,

así como por los mecanismos de coordinación de acciones, y tiene

por objeto dar cumplimiento a la protección de la salud. El artículo

que lo establece señala una jurisdicción concurrente o coincidente

porque dice que es competencia del Ejecutivo Federal en coordi-

nación con dependencias y entidades del sector a nivel nacional.

La fracción I establece que la organización, control y vigilancia

de la prestación de servicios es competencia del Ejecutivo Federal;

la fracción III, alude a la coordinación, evaluación y seguimiento

de los servicios de salud; la fracción XXI, al programa contra la

farmacodependencia; la fracción XXII, al control sanitario de pro-

ductos y servicios y de su importación y exportación; esto sí es

lógico que sea federal y no debe estar coordinado porque la impor-

tación es un problema federal; los Estados no pueden intervenir

en cuestiones de importación.

No puede establecerse, pues, a reserva de ver con más calma

otros preceptos, que esté delimitada la cuestión sanitaria desde el

punto de vista constitucional y en esas condiciones quizá la única

solución sea aceptar la existencia de facultades coincidentes que

pueden ser ejercidas tanto por la Federación como por los Estados,

salvo que éstos sólo podrán coordinarse con la Federación exclu-

sivamente en lo que afecta al territorio del propio Estado, pues no

podrán tomas decisiones que afecten a otras entidades federativas.

El Código de Salud es relativamente nuevo, antes había un

Código Sanitario, después una ley. Ha tenido algunas reformas,

desde que entró en vigor el 1o. de julio de 1984.

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186 Carlos de Silva Nava

Los servicios coordinados existen desde hace tiempo, lo que

ocurre es que han ido cambiando las reglamentaciones y ha habido

pequeñas variantes. Los servicios coordinados son actividades en

que concurren tanto la Federación como los Estados y tienen pres-

tación de servicios médicos públicos y, sobre todo, intervienen en

infinidad de cuestiones periciales relacionadas con procedimientos

judiciales, por ejemplo para clasificación de estupefacientes y para

análisis de los probables toxicómanos. La toxicomanía puede tener

efecto sobre el sentido de la decisión penal, por lo que se debe

precisar si es o no toxicómano el inculpado, el grado de toxico-

manía, la cantidad de estupefacientes que requiere para satisfacer

sus necesidades, etcétera.

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187

Hay que recurrir a las Constituciones estatales para

ver si existe o no defensa municipal. Desde el

punto de vista federal no hay defensa porque el juicio de amparo

no está al alcance del Municipio, y en los procedimientos de con-

flictos constitucionales el artículo 105 no menciona al Munici-

pio, sólo a los poderes de los Estados entre sí o a un Estado con

otro o con la Federación; los procedimientos federales no aparecen

en la Constitución, habría que ver la condición de cada Estado

y si estatalmente se considera una solución. De no plantearse, lo

deseable es establecer algún procedimiento ante un Tribunal Supe-

rior de Justicia, pero ése ya es un problema local.

Garantías individuales y sociales

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188 Carlos de Silva Nava

ANÁLISIS DE LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES

El concepto jurídico de igualdad no corresponde a una idea física

o cuantitativa de la misma, porque aun cuando en esencia todos

los hombres seamos iguales existen algunas diferencias por circuns-

tancias sociales, capacidades para el trabajo, posición económica,

cultural, etcétera; es decir, que para establecer los principios de

igualdad, desde el punto de vista jurídico, debemos atender a si

se están afectando aspectos esenciales del ser humano o aspectos

que podríamos llamar accidentales, como el de la ubicación social,

económica, política, etcétera. Cuando se afecta a situaciones esen-

ciales, el concepto de igualdad debe ser más amplio y aplicable a

la totalidad de las personas en la medida en que con frecuencia se

apoya o se refuerza en cuestiones accidentales. La igualdad consiste

entonces en tratar igual a los que están en la misma posición, todos

los conceptos resultan más restringidos desde el punto de vista

de la cantidad de personas a las cuales van dirigidas; el principio de

igualdad jurídica no se rompe por el hecho de tratar desigual a los

desiguales, se rompe cuando se trata desigual a quienes están en

la misma posición o en la misma condición, y claro que cuando

hablamos de la misma posición o condición también hablamos en

un aspecto abstracto, porque no es factible encontrar una igualdad

matemática idéntica, exacta entre dos o más personas, aun cuando

pertenezcan a la misma clase social o se dediquen a una actividad

similar.

Las garantías de igualdad que establece la Constitución consi-

deran varios aspectos esenciales y están previstos para práctica-

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189Curso de Derecho Constitucional

mente toda eventualidad, pero ello no implica que estas garantías

se vean violadas cuando las leyes dan un trato desigual a los desigua-

les. Esto independientemente de que algunos artículos de la

Constitución, además de los que vamos a comentar como son los

referentes a las llamadas garantías sociales, establecen tratos

desiguales; por ejemplo, el artículo 123 determina ciertas prerroga-

tivas para la clase trabajadora, de las cuales no gozan todas las

personas sino solamente las que tienen una condición social y eco-

nómica determinada, las que están sujetas a una relación de tra-

bajo. Algo similar acontece con el artículo 27 cuando establece

los principios de la Reforma Agraria, el establecimiento de los

núcleos de población ejidal o comunal, etcétera.

LA IGUALDAD EN EL ARTÍCULO 29 CONSTITUCIONAL

El artículo 1o. de la Constitución dice: “En los Estados Unidos

Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que otorga esta

Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino

en los casos y con las condiciones que ella misma establece…”, o

sea, la garantía de igualdad en este caso consiste en que cualquier

persona goza de las garantías individuales. El artículo 29 establece

los casos en que pueden restringirse o suspenderse estas garantías,

y reza:

En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o de

cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto,

solamente el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo

con los Titulares de las Secretarías de Estado, los Departamentos

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190 Carlos de Silva Nava

Administrativos y la Procuraduría General de la República y con

aprobación del Congreso de la Unión, y, en los recesos de éste, de

la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar

determinado las garantías que fuesen obstáculos para hacer frente,

rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo

limitado, por medio de prevenciones generales y sin que la suspen-

sión se contraiga a determinado individuo. Si la suspensión tuviese

lugar hallándose el Congreso reunido, éste concederá las autoriza-

ciones que estime necesarias para que el Ejecutivo haga frente a la

situación, pero si se verificase en tiempo de receso, se convocará sin

demora al Congreso para que las acuerde.

En realidad el artículo prevé dos situaciones: una es la suspen-

sión de garantías, que insisto se lleva a cabo por el Presidente,

previo acuerdo con su gabinete y con aprobación del Congreso o

de la Comisión Permanente; el segundo aspecto es el de otorgar al

Presidente facultades extraordinarias para legislar; esas facultades

solamente podrá darlas el Congreso, no la Comisión Permanente.

Si el Congreso se encuentra en receso se le deberá convocar sin

demora para que acuerde esas facultades, o sea en la primera fase

puede intervenir la Comisión Permanente o el Congreso, en la

segunda sólo el Congreso. Desde la vigencia de esta Constitución

el único caso que se ha producido fue en la época de la Segunda

Guerra: se limitaron las garantías y se dieron facultades extraordi-

narias al Presidente para enfrentar los conflictos propios de una

conflagración. Una vez terminado el conflicto desaparecen esas

facultades extraordinarias; las garantías vuelven a tener plena

vigencia, y si alguna disposición emitió el Presidente con carácter

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191Curso de Derecho Constitucional

de ley, para que ésta siga vigente es necesario que reúna los requi-

sitos de una ley propiamente dicha. Esto es, el Congreso puede

estar conforme con las disposiciones emitidas por el Presidente, pero

se requiere llevar a cabo todo el proceso legislativo para que lo

decidido por el Presidente en una situación de emergencia se con-

vierta en una ley ordinaria. Si no se sigue ese procedimiento legis-

lativo para convalidar las disposiciones presidenciales, éstas dejan

de tener vigencia, de tener eficacia.

¿EN CASO DE GOLPE DE ESTADO QUÉ PASA?

En el caso de golpe de Estado habrá que considerar, como está la

situación, si el gobierno constituido mantiene algún principio de

autoridad, si podrá emitir un decreto, pero si el golpe de Estado

llega al extremo de que desaparezcan autoridades, estaremos en

presencia de una autoridad de facto que tendría que consolidarse

con el tiempo; pero en la medida en que las autoridades anteriores

al golpe mantengan algún principio de autoridad, aunque sea en

parte del territorio, sí podrían establecer una suspensión de garan-

tías. El problema sería en las zonas ocupadas por quienes llevan a

cabo el golpe de Estado, revolución o lo que sea, esto es, si aceptan

o no los decretos de un gobierno al que desconocen. Nos enfrenta-

mos más bien a situaciones de hecho: en la medida en que desa-

pareciera el conflicto por acabar con el intento subversivo, volvería

a tener vigencia la Constitución; si quedara derrotado el gobierno

legítimo, el nuevo pasaría a ser un gobierno de facto, un gobier-

no de hecho, con pretensiones de ser un gobierno reconocido.

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192 Carlos de Silva Nava

La legislación emitida por el Presidente es válida durante el lapso

en que puede actuar, el hecho es que la Constitución en aquellas

épocas si previó la posibilidad de otorgar facultades extraordina-

rias para legislar no solamente en estos casos, y esto provenía de

la Constitución anterior.

¿QUÉ SE ENTIENDE POR GARANTÍAS SOCIALES?

Se ha hablado mucho, sobre todo últimamente, de la existencia de

garantías sociales que se supone son ciertos derechos que se otorgan

a determinadas clases sociales, verbigracia, clase trabajadora, clase

campesina, etcétera. Pero si vemos la Constitución, el Derecho Posi-

tivo, tengo muy serias dudas de que existan las garantías sociales,

ya que la garantía es un derecho que se otorga a una persona deter-

minada, no es una declaración abstracta; incluso es un derecho

que puede hacerse valer, que puede lograrse su respeto a través

de procedimientos jurídicos, como el juicio de amparo; pero la

garantía social no tiene un titular, no puede haber un derecho sin

una persona que lo goce y lo ejerza. No existe una persona moral

que se llame clase trabajadora ni existe otra que se llame clase

campesina; existen sindicatos, ejidos, y éstos gozan de garantías,

pero gozan de garantías por ser personas; la clase total, todos los

campesinos, trabajadores, no tienen personalidad jurídica porque

la clase trabajadora no es un ente jurídico, es un concepto socio-

lógico, socioeconómico, pero no jurídico, al menos no está recono-

cido en la Constitución o en la legislación secundaria y no podemos

hablar de la extensión de un derecho sin titular, sin quien lo ejerza

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193Curso de Derecho Constitucional

o lo goce o quien lo disfrute. Además se habla de garantías sociales,

desde mi punto de vista un tanto demagógicamente, porque se

habla, por ejemplo, de que la Ley del Trabajo establece garantías

sociales para la clase trabajadora de acuerdo con el numeral 123,

pero no se aceptan como garantías sociales las establecidas en el

Código de Comercio, que rige a una clase social, la de los comer-

ciantes, tan clase social como es la de industriales, la de trabaja-

dores, la de ejidatarios. Todas son clases sociales, lo que sucede es

que una es de ricos, otra de regulares y otras de pobres, pero todas

al fin son clases sociales; sin embargo, a nadie se le ocurre decir que

los comerciantes gozan de garantías sociales establecidas en el

Código de Comercio, que las determina una legislación distinta a

la legislación civil que es la general. Es decir, el Código de Comer-

cio es una legislación de clase, pero no corresponde al concepto

demagógico de clase, que se maneja cuando se habla de estos temas.

Considero que las garantías sociales en nuestro sistema no

son otra cosa que garantías individuales, otorgadas a una persona

concreta, es decir, no a varias personas, en la medida en que esa

determinada persona pertenece a una clase social, pero son garan-

tías para la persona. Un sindicato, les decía puede pedir amparo,

pero no puede pedir amparo la clase trabajadora; un núcleo de

población ejidal puede pedir amparo, pero no la clase campe-

sina; una sociedad mercantil puede pedir amparo, pero no la clase

comerciante, entonces son garantías que se otorgan a personas,

no a clases, a personas en la medida en que pertenecen a cierta

clase social.

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194 Carlos de Silva Nava

Si aceptamos que la garantía llamada social no es otra cosa

que una garantía individual, si puede sustentarse de acuerdo con

este criterio, porque también existe la tendencia a decir que las

garantías constan nada más en los primeros 29 artículos, en mi

opinión existen garantías en toda la Constitución en la medida

en que se establecen derechos para el gobernado que debe respe-

tar el gobernante. Por ejemplo, los trabajadores no tienen una

garantía individual frente a los patrones porque no es una relación

particular-Estado, que es lo que define a la garantía individual, pero

el Estado sí está obligado a respetar las obligaciones obrero-patrona-

les en los términos que establece el numeral 123 constitucional, y

cuando el Estado no respeta esos principios está violando garantías,

aunque no están previstas en los primeros veintinueve artículos.

Otros dicen que no, que lo que pasa es que se viola la garantía del

numeral 16, la garantía de legalidad, y que sólo de manera indirecta

se produce una violación de garantías; pero entiendo que sí sería

factible una limitación de las llamadas garantías sociales, como lo

es el derecho de huelga. Observen que esta libertad no es un dere-

cho que se haga valer frente al Estado, se hace valer frente al patrón;

no es una garantía individual, pero si el Estado afecta el derecho de

huelga, entonces sí puede provenir la afectación de una garan-

tía, una garantía de legalidad, según dice la mayoría; pero sí está

suspendida la garantía del 16, y siendo así se suspende todo.

Más en principio creo que de una u otra forma, sí es factible

llegar a esa suspensión. Quizá en teoría podríamos hablar del con-

cepto de garantías sociales, pero en el derecho positivo no están

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195Curso de Derecho Constitucional

consagradas, es decir, no se otorga un derecho a la clase social

frente al Estado; la garantía es un derecho subjetivo público, esto

es, un derecho de la persona que se ejerce frente al Estado; se

exige del Estado con una actuación en sentido determinado o una

abstención de afectar ciertos intereses de otros gobernados y par-

ticulares. Las clases sociales no tienen personalidad jurídica y sí

no la tienen no pueden tener ni derechos ni obligaciones, por lo

que tampoco pueden tener garantías en el sentido estricto jurí-

dico de la palabra. Desde otro punto de vista teórico, sociológico,

económico, quizás si podamos hablar de esos conceptos, pero

constitucionalmente no está en nuestra Constitución, a tal grado que

permita la existencia de este tipo de garantías. Está a discusión

que en esa relación patronal el Estado no actúa como autoridad

propiamente dicha, sino que su actividad se asemeja más a la de

los particulares que a la del Estado mismo; no actúa con imperio,

pero si aceptamos que hay una relación de autoridad, sí podríamos

aceptar que hay ciertas garantías.

En realidad el establecimiento del apartado “B” como una

consecuencia de legislaciones secundarias anteriores en materia

de relaciones de trabajadores o servidores públicos con el Estado

es una ficción jurídica. El Estado no es un patrón, pero para garan-

tizar un mínimo, las ficciones debemos manejarlas como casos

de excepción, y sabiendo que se trata de una relación ficticia,

fíjense como es absurdo que los titulares de las dependencias pidan

amparo contra el Tribunal de Arbitraje es decir, ¿qué acaso estas

personas morales —no son personas morales— que son órganos

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196 Carlos de Silva Nava

del Estado, gozan de garantías individuales? parece un poco for-

zado. Sin embargo, hay una tendencia de la Sala del Trabajo a

estimar que como el Estado se equipara aquí a los particulares, al

igual que el patrón puede pedir amparo contra las Juntas de

Conciliación y Arbitraje, sí, el Estado puede pedir amparo contra

el Tribunal de Arbitraje.

Son temas muy discutidos, quizás cuando lleguen al término

del amparo en materia laboral y ya con un especialista en la mate-

ria, podrán tener mayor profundidad en el tema, una explicación

más adecuada, pero es ridículo que el Estado pueda recurrir al

juicio de amparo. Si el Congreso de la Unión legisla en materia

de trabajo burocrático contrariando los principios del 103, enton-

ces sería un acto de autoridad, y el particular podría exigir del

Estado el respeto de una garantía, porque no todo el mundo está

de acuerdo en que sean garantías propiamente dichas. Pero aun

aceptando que no sea una garantía del artículo 123, apartado “B”,

como extensión del 16 que prevé principios de legalidad se obten-

dría el respeto de la garantía a través del amparo, ya sea por el 123

del 16, o de ambos.

LA SUSPENSIÓN DE GARANTÍAS

COMO CASO EXCEPCIONAL

El artículo prevé que la suspensión de garantías sea en la totali-

dad del país o solamente una zona; si sólo una parte del país se

enfrenta al conflicto no hay razón para suspender en todo el país.

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197Curso de Derecho Constitucional

La suspensión de garantías no se refiere a cualquier catástrofe o

cualquier problema, por grave que nos parezca. Deben ser pro-

blemas extraordinarios, porque si no nos exponemos a que con

cualquier pretexto se suspendan garantías y el Estado “se despache

con la cuchara grande”, y cuando se restituyan las mismas todos

nos quedamos sin derecho y sin nada. Deben ser contingencias

verdaderamente extraordinarias; por ejemplo, ¿fue muy grave el

temblor de hace unos años en la Ciudad de México? sí, fue muy

grave, pero no ameritó la suspensión de garantías; que murió

mucha gente, pues sí, fue muy lamentable pero no con ese motivo

vamos a suspender garantías, es decir ¿cuál es el objeto de suspen-

der las garantías por el hecho de que se hayan caído bastantes

inmuebles y haya muerto determinado número de personas? ¿qué

es lo que se resuelve suspendiendo garantías? ¿devolverle la vida

a esas personas? ¿qué no se caigan los edificios? No se resuelve

nada, pero en cambio en caso de invasión extranjera pues sí; en el

de una epidemia grave, que se necesita entrar a desinfectar una

casa, sí, pero “me traes una orden judicial”; no, pues “me meto

a desinfectarla”; es decir, son facilidades que se dan al Estado para

poder atacar de manera efectiva una situación, y se entiende que

la suspensión de garantías es el medio idóneo para llegar a esa

solución, pero en casos como el del volcán Chichonal o del temblor

del Distrito Federal ¿qué se lograba suspendiendo garantías?

El Estado pudo actuar de buena fe, pero ilegalmente en algu-

nos casos: “si no te sales de tu casa te vas a morir”, “ese es mi

problema”. Ahora, llegar a una suspensión sería para el solo efecto

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198 Carlos de Silva Nava

de que el ejército llevara a ciertas personas a vivir a otro lado, lo

cual veo exagerado. En mi concepto deben ser cosas realmente

graves, porque la suspensión de garantías implica la limitación de la

vigencia constitucional y para que un país decida eso se requiere

que ocurra una cosa muy grave, como fue en tiempos de guerra, y

eso si amerita la suspensión de garantías, pero ni en movimientos

revolucionarios se dio la suspensión de garantías.

La Constitución local no puede suspender las garantías que

otorga la Constitución Federal, pues sólo un conflicto electoral

llega a tener visos propios de un problema revolucionario. ¿Por

qué hay una pugna entre partidos políticos o por qué alguien se

acusa mutuamente de robarse las urnas? Si ese conflicto electoral

llega a tener aspectos de golpe de Estado, de una revolución, enton-

ces sí, pero ya lo que define el problema no es el conflicto electoral,

sino un estado de revolución, una inestabilidad del gobierno, pero

no es lógico que porque dos partidos se hagan imputaciones recí-

procas de fraudes electorales a nosotros nos priven de nuestras

garantías individuales.

Si los señores de un partido llegan al extremo de producir un

motín, rebelión o lo que sea, incluso delitos tipificados, pues

que los sometan a una averiguación y los metan a la cárcel, pero

no deben suspenderse las garantías; no hay que manipular como

pretexto cualquier alteración para la suspensión de garantías.

Si aceptamos que existe una jerarquía de valores, por supuesto

están por encima los valores constitucionales, el respeto a los dere-

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199Curso de Derecho Constitucional

chos humanos, sobre los escándalos que puedan hacer los partidos

políticos. Además de lo jurídico hay un problema político, pero

jurídicamente no se justifica; por ejemplo, en el Distrito Federal

hay muchos asaltos, y porque hay muchos asaltos hay que suspen-

der garantías, pues hay que acabar con los delincuentes, “si, pero

también pueden acabar conmigo porque como no tengo garantías,

cualquier policía me acusa de delincuente y me matan”, ahí se

acabó el “usted no tiene garantías”; si hay un conflicto legal, hay

que fortalecer el respeto a las garantías.

¿GARANTÍAS SOCIALES? ¿GARANTÍAS INDIVIDUALES?

Antiguamente el artículo 42 contenía algunos principios sobre

libertad de trabajo, juntamente con el numeral 5o.; se fundieron

los dos en éste último, a fin de incluir nuevas garantías en el

precepto 4o., garantías que pueden estimarse como de igualdad;

dice este artículo: “El varón y la mujer son iguales ante la ley. Ésta

protegerá la organización y el desarrollo de la familia”; con motivo

de todas las modernas ideologías del feminismo, se consideró

además pertinente establecer una garantía de igualdad, entre el

varón y la mujer. No en todas las épocas los hombres y las mujeres

han tenido los mismos derechos, incluso en algunos casos para

que la mujer recurriera a un juicio necesitaba la autorización del

marido para adquirir o enajenar bienes, es decir, tenía ciertas limi-

taciones que se establecían en la ley, bajo el único fundamento de

la desigualdad entre los sexos. Con el desarrollo de las nuevas

concepciones se han ido logrando principios de igualdad jurídica,

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200 Carlos de Silva Nava

de esa manera se consideró pertinente el establecimiento de estas

garantías.

Se han planteado algunos problemas sobre la creación de este

precepto, por ejemplo, subsisten ciertos beneficios en materia

laboral para mujeres que trabajan en circunstancias insalubres,

peligrosas, y los beneficios del parto, como son los permisos ante-

riores y posteriores a éste con goce de sueldo, primero para que el

parto sea normal, y segundo, para que puedan atender al recién

nacido adecuadamente. Pero ese no sería un problema de desigual-

dad, lo sería si se dieran limitaciones respecto al trabajo nocturno,

o el problema para efectos de jubilación de los servidores públicos,

gestión para la que el hombre requiere treinta años y la mujer

veintiocho; hasta qué punto es o no violatorio de garantías, en

este caso para los hombres, que les exijan un tiempo mayor de ser-

vicios para poder disfrutar del cien por ciento de la pensión.

Considero que no se puede establecer una regla tajante y se

debe determinar lo que define el trato desigual; la igualdad no debe

entenderse jurídicamente en un aspecto absoluto, sino atendiendo

a cuestiones especiales de cultura, ubicación social, económicas,

ya que también un punto de diferencia podría ser la constitución

física, consecuencia de las diferencias sexuales naturales entre uno

y otro. Así, la protección en trabajos nocturnos o insalubres puede

estar justificada verificando que las condiciones físicas y sociales

no son iguales, y eso justifica el trato diferente.

Lo que pretende este precepto no es establecer la igualdad

absoluta, sino determinar o aceptar sistemas de discriminación

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201Curso de Derecho Constitucional

exclusivamente por motivos sexuales, es decir, que cuando se desa-

rrolla el mismo trabajo, en las mismas condiciones y niveles de

aptitudes, se dé una mayor remuneración al varón que a la mujer;

esto es, no podemos llegar a dar un trato exactamente igual en

todos los aspectos, pero si debemos evitar que por razones estricta-

mente sexuales se produzca una distinción o minusvalía para los

individuos de uno u otro sexo. Y además no debe pretenderse que

las leyes sean idénticas para ambos sexos, pues esto no sólo sería

imposible sino absurdo.

A continuación el texto de la ley expresa que protegerá la orga-

nización y el desarrollo de la familia. Aquí no se entiende dónde

está la garantía individual o quién es la persona que puede hacerla

valer. El segundo párrafo más que una garantía de igualdad parece

que está estableciendo una garantía de libertad: “... Toda persona

tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada

sobre el número y el espaciamiento de sus hijos...”.

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203

A sí como se habla de la protección a la salud, a la

información, el derecho a la vivienda, quien no

tiene vivienda, el que no tiene donde vivir ¿qué hace? ¿pide amparo

o qué? hubiera sido más fácil decir que todo mexicano tiene dere-

cho a ser feliz, y la Constitución quedaría más completa que lo

que está en realidad. Incluso si alguien piensa que la Constitución

no sólo debe ser un cuerpo normativo como tradicionalmente se ha

entendido, sino tener ciertas declaraciones de principios, aspiracio-

nes futuras del pueblo, etcétera, aunque no sean actuales y reales.

No comparto ese criterio, pero aceptando esa posición, en vez de

incluir estos temas de garantías individuales podría incluirse otro

título o capítulo que se llamara declaraciones de principios o aspi-

raciones del pueblo mexicano, pero no insertar como garantías lo

que ni es una garantía ni es una realidad. Uno de los problemas que

Derechos difusos: la salud, la vivienda,

vida digna y feliz…

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204 Carlos de Silva Nava

tenemos es la poca confianza en la Constitución, pues el pueblo le

resta credibilidad cuando se hacen una serie de declaraciones y es

consciente de que no son realidades.

El siguiente párrafo es algo similar a lo que comentamos:

“... Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y deco-

rosa. La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin

de alcanzar tal objetivo...”; tampoco encontramos dónde está la

garantía: “... Es deber de los padres preservar el derecho de los meno-

res a la satisfacción de sus necesidades y a la salud física y mental.

La ley determinará los apoyos a la protección de los menores, a

cargo de las instituciones públicas...”. En la primera parte de este

párrafo tampoco encontramos una garantía frente al Estado; se

establece un precepto que hubiera quedado muy bien en el Código

Civil, al regular la familia, pero no es una garantía individual el que

los hijos tengan derechos frente a los padres, lo sería si los hijos

tuvieran derechos frente al Estado; o sea que esta disposición que-

daría mejor en el capítulo relativo a las relaciones familiares y no

en un precepto constitucional. Tiene cierta apariencia de garan-

tía lo que expresaría la ley si determinara los apoyos a la protección

de los menores a cargo de instituciones públicas; cuando menos si se

establece una obligación para el Estado de emitir ciertas leyes de

apoyo y protección de los menores, pero sigue siendo una declara-

ción abstracta, no dispone bases sobre las cuales debe legislar el

Estado, o sea que en términos generales este artículo 4o. contiene

pocas garantías y muchas declaraciones de principios.

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205Curso de Derecho Constitucional

Otra garantía de igualdad está prevista en el artículo 12 que

establece “En los Estados Unidos Méxicanos no se concederán

títulos de nobleza, ni prerrogativas y honores hereditarios, ni se

dará efecto alguno a los otorgados por cualquier otro país”; estimo

que no es de los preceptos que requieran una especial atención.

En una época en que sí tenían verdadera importancia, incluso en

nuestro país, los títulos de nobleza y demás, buscando establecer

una garantía de igualdad se prohibieron las prerrogativas de ese

tipo y ya no tienen mayor problema práctico.

EL ARTÍCULO TERCERO

Originalmente la idea del artículo 3o. era establecer una garan-

tía de libertad de enseñanza, y a base de reformas se ha transfor-

mado de tal manera que más que una garantía de libertad de

enseñanza le establece restricciones y lineamientos. No era la idea

original y menos aun en la Constitución del 57, donde ya existía.

El precepto ha sufrido múltiples reformas, la mayoría de ellas poco

aceptadas, como cuando se puso de moda el socialismo y se estable-

cía que la educación debía ser socialista; se puso de moda el naciona-

lismo y dijeron que al alumno había que inculcarle una idea nacional

y exacta del universo. Ahora ya no está vigente. Este precepto

nos da idea de como se ha modificado según modas culturales,

llegando al extremo de que no constituya una garantía, al menos

no en la mayoría de sus párrafos o incisos, pero por tradición se

analiza con motivo de las garantías de libertad.

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206 Carlos de Silva Nava

Así el artículo empieza diciendo:

La educación que imparta el Estado —Federación, Estados, Munici-

pios—, tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del

ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria y la

conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y

en la justicia.

I. Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha edu-

cación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a

cualquier doctrina religiosa;

El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados

del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las

servidumbres, los fanatismos y los perjuicios.

Además:

a) Será democrático, considerando a la democracia no solamente

como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un

sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico,

social y cultural del pueblo.

b) Será nacional en cuanto —sin hostilidades ni exclusivismos—

atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento

de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia polí-

tica, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la

continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura, y

c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elemen-

tos que aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el

aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia,

la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cui-

dado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igual-

dad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de

razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos; ...

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207Curso de Derecho Constitucional

Ya no se emplea el término laico que utilizó el precepto en

otras condiciones, en otra época, pero de todas maneras sigue enten-

diéndose, de acuerdo con esta fracción I, que la educación debe

seguir siendo ajena a cualquier doctrina religiosa, cosa que por

razones obvias molesta mucho a quienes profesamos alguna reli-

gión, fundamentalmente la católica que es la mayoritaria. Pero no

sólo está prohibida la religión católica sino todas; pero observen

que al igual que la educación puede tener un aspecto religioso, una

tendencia religiosa, esto no quiere decir que no se pueda enseñar

la religión como un fenómeno social. Con esta redacción vigente

no sólo se está prohibiendo la enseñanza de doctrina religiosa, sino

también la enseñanza del marxismo y cosas por el estilo, porque si

la educación debe ser democrática y nacionalista y el marxismo

no es una teoría democrática ni nacionalista, sino internaciona-

lista, entonces también está prohibida la enseñanza del marxismo.

Estas faltas de respeto a la Constitución son declaraciones de

principios, no garantías individuales, y además llega uno a la con-

vicción de que no se puede enseñar nada porque no creo que para

estudiar la clase de biología haya que darle un contenido demo-

crático, nacionalista, etcétera, pues como se dijo antes, se trata de

hacer declaraciones sin darse cuenta de sus alcances; con la misma

argumentación se puede prohibir una orientación con contenido

religioso, marxista o socialista, es decir, tan absurda es una como

la otra.

La fracción II dice: “... Los particulares podrán impartir edu-

cación en todos sus tipos y grados. Pero por lo que concierne a la

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208 Carlos de Silva Nava

educación primaria, secundaria y normal y a la de cualquier tipo o

grado, destinada a obreros y a campesinos deberán obtener previa-

mente, en cada caso, la autorización expresa del poder público.

Dicha autorización podrá ser negada o revocada sin que contra tales

resoluciones proceda juicio o recurso alguno…”; o sea, ni siquiera

el juicio de amparo, no hay ninguna posibilidad de recurso y obvia-

mente tampoco se trata de establecer una garantía, sino de estable-

cer limitaciones a la libertad de enseñanza.

III. Los planteles particulares dedicados a la educación en los tipos

y grados que especifica la fracción anterior, deberán ajustarse,

sin excepción, a lo dispuesto en los párrafos inicial I y II del presente

artículo y, además, deberán cumplir los planes y los programas

oficiales.

IV. Las corporaciones religiosas, los Ministros de los cultos, las socie-

dades por acciones, que exclusiva o predominantemente realicen

actividades educativas, y las asociaciones o sociedades ligadas con

la propaganda de cualquier credo religioso, no intervendrán en forma

alguna en planteles en que se imparta educación primaria, secun-

daria y normal, y la destinada a obreros o a campesinos.

Existen como éste varios preceptos en la Constitución que esta-

blecen limitaciones a sociedades, asociaciones religiosas, lo que

ha provocado inconformidades, discusiones, etcétera; en realidad

estos artículos llevan una tendencia ideológica determinada, pues

mal que bien corresponden a problemas históricos por los que atra-

vesó México, independientemente de creencias, etcétera. Todos

sabemos que políticamente hubo conflictos, guerras, revoluciones

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209Curso de Derecho Constitucional

y que no sólo involucraron principios religiosos, sino que se obtuvo

el apoyo e intervención del clero; lo cierto es que todavía en este

siglo se andaban mezclando las cuestiones religiosas con las polí-

ticas; más que una explicación filosófica o religiosa hay que encon-

trar la justificación de estos preceptos en un problema histórico

que se sufrió en México durante más de cien años, entonces más que

discutir si es bueno o malo que las instituciones religiosas interven-

gan no sólo en la educación sino en algunos otros aspectos, hay que

patentizar que existen otros preceptos que establecen estos tipos

de limitaciones.

Establece además el art. 3o.:

V. El Estado podrá retirar, discrecionalmente, en cualquier tiempo,

el reconocimiento de validez oficial a los estudios hechos en plante-

les particulares;

VI. La educación primaria será obligatoria;

VII. Toda la educación que el Estado imparta será gratuita, y

VIII. Las universidades y las demás instituciones de educación supe-

rior a las que la ley otorgue autonomía, tendrán la facultad y la

responsabilidad de gobernarse a sí mismas; realizarán sus fines de

educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los princi-

pios de este artículo, respetando la libertad de cátedra e investiga-

ción y de libre examen y discusión de las ideas; determinarán sus

planes y programas; fijarán los términos de ingreso, promoción y

permanencia de su personal académico; y administrarán su patri-

monio. Las relaciones laborales, tanto del personal académico como

del administrativo, se normarán por el apartado A del artículo

123 de esta Constitución, en los términos y con las modalidades

que establezca la Ley Federal del Trabajo conforme a las caracterís-

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210 Carlos de Silva Nava

ticas propias de un trabajo especial, de manera que concuerden con la

autonomía, la libertad de cátedra e investigación y los fines de las

instituciones a que esta fracción se refiere...

Quizás la única garantía contenida en esta fracción sea la de

autonomía de las instituciones de nivel superior, es decir, se limita

la intervención del Estado en la administración del gobierno de

universidades e instituciones que de acuerdo con la ley tienen el

carácter de autónomas; lo demás se refiere a planes o relaciones

laborales, etcétera.

… IX. El Congreso de la Unión, con el fin de unificar y coordinar la

educación en toda la República, expedirá las leyes necesarias, desti-

nadas a distribuir la función social educativa entre la Federación,

los Estados y los Municipios, a fijar las aportaciones económicas

correspondientes a ese servicio público y a señalar las sanciones

aplicables a los funcionarios que no cumplan o no hagan cumplir

las disposiciones relativas, lo mismo que a todos aquellos que las

infrinjan...

Se establece, pues, la coincidencia de facultades entre la Fede-

ración, Estados y Municipios, dejando a la legislación secundaria

la definición de las esferas de competencia.

EL ARTÍCULO QUINTO

El artículo 5o. se refiere a la libertad de trabajo, pero no enten-

dido el trabajo en el aspecto limitante al que se refiere el artículo

123 que regula un tipo específico de trabajo, es decir, la relación

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211Curso de Derecho Constitucional

obrero-patronal. No cualquier actividad está regulada por el artículo

123, pero sí la actividad que se presta de manera subordinada a

un patrón determinado. Su primer párrafo dispone:

A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profe-

sión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos.

El ejercicio de esta libertad sólo podrá vedarse por determinación

judicial, cuando se ataquen los derechos de tercero, o por resolu-

ción gubernativa, dictada en los términos que marque la ley, cuando

se ofendan los derechos de la sociedad. Nadie puede ser privado del

producto de su trabajo, sino por resolución judicial.

Esta parte del artículo establece de manera genérica el trabajo

al que una persona puede dedicarse siendo lícito; después establece

los casos en que se puede limitar ese derecho, que sólo podrá limi-

tarse por determinación judicial cuando ataque derechos de ter-

ceros. Se supone que la determinación judicial a su vez se encuentra

apoyada en la ley, no puede una determinación judicial, sin motivó

ni fundamento, limitar la libertad de trabajo. No queda al arbi-

trio del Poder Judicial la limitación de la libertad de trabajo, pues

tendrá que apoyarse en una ley, y agrega: “o por resolución guber-

nativa dictada en los términos que marca la ley”; y esta determina-

ción o resolución gubernativa, si es un reglamento, tendrá que estar

apoyado en ley. Por tanto, independientemente de las considera-

ciones que hicimos, reconozco que es muy discutible el tema sobre

la oportunidad del reglamento autónomo, aquí si la Constitución

no da oportunidad al reglamento autónomo; habrá reglamentos

autónomos en teoría, pero no uno que limite el trabajo. Lo cierto

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212 Carlos de Silva Nava

es que bien o mal, un reglamento establece limitaciones y condicio-

nes para que puedan desarrollarse determinadas actividades. Nos

encontramos ante un problema: sea o no constitucional, el

reglamento establece condiciones y limitaciones para la prác-

tica de determinadas profesiones, oficios o trabajos, y según los

tipos de actividad establecen distintos requisitos; por ejemplo, en

ocasiones se requiere licencia de funcionamiento, en otros casos

se habla de problemas de empadronamiento (creo que es el caso de

los ambulantes, no recuerdo); hay giros no reglamentados en los

que se supone que las actividades son absolutamente libres, y al

no estar reglamentadas no se puede exigir licencia o condiciones

para la práctica de la profesión relativa; esas condiciones, cuando

se hacen reglamentarias, entrañas limitaciones a la libertad de

trabajo y se encuadran para efectos de la promoción del juicio

de amparo por quien siente afectada su libertad.

LA CUESTIÓN DEL INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO

Se ha considerado improcedente el juicio de amparo por falta de

interés jurídico, y también improcedente la suspensión del acto

reclamado; aquí hay una cierta confusión en la práctica, porque

no todos los Jueces de Distrito están acordes con el argumento

que utilizan algunos para negar la suspensión que es precisamente

la falta de interés jurídico por falta de licencia. El problema de

interés jurídico es un tema que debe analizarse en sentencia; si el

amparo es improcedente no niega la suspensión, sobresee en el jui-

cio, pero no niega por ese motivo la suspensión. Se están confun-

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213Curso de Derecho Constitucional

diendo los términos: procedencia de suspensión con procedencia

del juicio de amparo; por otra parte y ya que estamos hablando del

interés jurídico —antes de seguir tratando el tema de la libertad

de trabajo—, se ha producido otra confusión práctica en muchos

juzgados de Distrito: para otorgar la suspensión ya no en materia

de trabajo sino en general, aun en materia fiscal o en otra mate-

ria, se exige una prueba de interés jurídico, y cuando no se presta

esa prueba en el incidente, niegan la suspensión; considero que esa

posición es equivocada. El tema de interés jurídico es un tema de

procedencia del juicio de amparo no un tema de procedencia

de la suspensión, además observen que dada la limitación proba-

toria que existe en el incidente muchas veces ni siquiera es factible

la demostración del interés jurídico.

Se ataca un acto de desposeimiento, por poner un ejemplo,

¿cómo se acredita el interés jurídico? Demostrando la posesión; y

¿cuál es la prueba idónea para demostrar la posesión? según dice

la jurisprudencia, la testimonial ¿dónde hay testimonial en el inci-

dente? No hay, porque en el incidente se prohíbe la testimonial

precisamente porque en él no se van a tratar esos temas. En el

incidente se va a ver si es cierto o no el acto reclamado y se va a

analizar si afecta o no el interés social o el orden público, si es

acto negativo o positivo o si tiene consecuencias o están consuma-

dos, etcétera; pero precisamente se limita la posibilidad probatoria,

en primer lugar, para hacer más sencillo y rápido el incidente, la

suspensión no puede llevar la misma lentitud que el juicio en

lo principal, requiere una función más ágil y se acepta la limita-

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214 Carlos de Silva Nava

ción probatoria porque en el incidente no se va a probar todo. Esa

prueba de todo se va a dar en el juicio principal, no en el incidente,

como en el ejemplo que tenemos de desposeimiento, es imposible

la prueba del interés jurídico: que presentó factura (hay tesis que

dicen que las facturas no prueban nada), que presentó un recibo

que demuestra que sí pagó, pero que no está en posesión, en fin,

hay muchos problemas para poder demostrar el interés jurídico.

Hay justamente una tesis muy vieja de la época en que la

Corte conocía de suspensión, esto es antes del año cincuenta y uno

en que se crearon los Tribunales Colegiados, que dice que los terce-

ros extraños deberán probar aunque sea presuntivamente su interés

jurídico. Esta tesis tiene una explicación no hay apoyo legal porque

no hay ningún precepto legal que así lo establezca; es una interpre-

tación de la Corte acerca de que si hay un pleito entre a y b, y yo soy

ajeno a ese pleito y ocurro al juicio de amparo y pretendo parali-

zar las consecuencias del juicio que llevan a y b, me dice el Juez:

está bien, con mucho gusto, pero ¿quién eres tú para andar parali-

zando juicios ajenos? entonces dijo la Corte; en esos casos, cuando

se trata de terceros extraños, deben probar aunque sea presuntiva-

mente (ni siquiera exige la Corte una prueba plena), porque además

en muchos casos la prueba plena resulta imposible en el incidente,

pero sí ofrecer algún indicio de que se tiene algún interés en para-

lizar un juicio o un procedimiento ajeno.

Observen que si para los terceros extraños la jurispruden-

cia obliga a una prueba indiciaria, no plena, ¿por qué exigirle la

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215Curso de Derecho Constitucional

prueba plena a los que sí son afectados directos por parte del acto

de autoridad, pero no al tercero extraño? Pero si tú eres el obligado

directo, tú sí me traes prueba plena de tu interés jurídico; parece

absurdo y es contrario a la tesis de jurisprudencia de que no se

requiere prueba plena en el incidente salvo que se trate de terceros

extraños.

La suspensión no tiene efectos restitutorios porque ese es un

efecto propio de la sentencia. La suspensión tiende a mantener

las cosas en el estado en que se encuentran, y así como no tiene

efectos restitutorios tampoco tiene efectos constitutivos; la suspen-

sión puede mantener o respetar los derechos existentes pero no

por ella otorgarse o concederse derechos de los cuales carece el que-

joso. Entonces, si para ejercer una actividad se requiere de conce-

siones, autorización, etcétera, y no se tiene, el permitir el desarrollo

de esa actividad al través de la suspensión es otorgar a la suspen-

sión un derecho del cual carece el quejoso. El quejoso no tenía

derecho a explotar un bosque ¿por qué? porque no tenía concesión

forestal; si independientemente de eso le dice el Juez: “no importa

que tengas o no derecho, tú puedes talar el bosque”, le está constru-

yendo un derecho y el Juez está haciendo funciones de autoridad

forestal, otorgándole a través de la suspensión una concesión o

licencia o autorización, es decir, no se puede, a través de la sus-

pensión, concederse o constituirse derechos de los que se carecen;

si tiene derechos porque ya tiene la concesión, entonces se le man-

tiene ese derecho, de otra manera no. Tampoco es propio restituir

derechos que han sido perdidos, independientemente de que haya

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216 Carlos de Silva Nava

discrepancia entre tribunales y juzgados. Por ejemplo, para algunas

actividades, creo que es para los ambulantes, no se requiere

propiamente una licencia sino simplemente se les obliga a empa-

dronarse para fines fiscales en la Tesorería. El problema estriba en

si ese famoso empadronamiento es sólo para efectos fiscales o tiene

efectos de licencia o autorización; si es para efectos fiscales ya sea

para el otorgamiento de la suspensión o para la autorización,

entonces, ¿es trascendente tanto para efectos de la procedencia de

la suspensión como para la procedencia del amparo? No hay

uniformidad de criterios, algunos consideran que si no acreditan

el empadronamiento carecen de interés jurídico o en su caso no

tienen derecho a obtener la suspensión; otros consideran que

no es una autorización o una licencia sino simplemente un sis-

tema de control y en esa medida no requieren de la presentación

o la prueba del empadronamiento en la Tesorería. Los dos puntos

son discutibles, no se puede decir tajantemente que tal criterio

es errado, parece ser que empieza a predominar a través de los

Tribunales Colegiados la idea de que sí es necesario acreditar el

empadronamiento; lo cierto es que prevalece el criterio de que

si se requiere para efectos del hecho superviniente.

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217

Las garantías comprendidas

en el artículo 13 constitucional

El artículo 13 constitucional dice que nadie puede ser juzgado

por leyes privativas ni por tribunales especiales; que ninguna

persona o corporación podrá tener fuero, ni podrá gozar de más

emolumentos que los que procedan de compensación por servicios

públicos y estén fijados por la ley; subsiste el fuero de guerra para

los delitos y faltas contra la disciplina militar, y por ningún mo-

tivo los tribunales militares podrán extender su jurisdicción hacia

personas que no pertenezcan al ejército; cuando en un delito del

orden militar estuviese complicado algún civil, conocerá el caso la

unidad civil que le corresponda.

Este artículo tiene implícitas cuatro garantías específicas de

igualdad. La primera es que nadie puede ser juzgado por leyes priva-

tivas. La segunda, que ninguna persona puede ser juzgada por tribu-

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218 Carlos de Silva Nava

nales especiales. La tercera, que ninguna persona o corporación

puede tener fuero. La cuarta, que ninguna persona o corpora-

ción puede gozar de más emolumentos que los que estén previstos

en la ley y sean por compensación de servicios públicos.

Bonnecase dice “ley es una regla de derecho emanada del Poder

Legislativo, con la aprobación y sanción del Poder Ejecutivo me-

diante la promulgación respectiva”; y desde el punto de vista formal,

“ley es una norma abstracta y obligatoria de conducta de naturaleza

general y permanente que se refiere a un número indefinido de per-

sonas, actos o hechos con aplicación durante un tiempo indefinido

y dotado del carácter coercitivo del derecho”. Como podemos dar-

nos cuenta, según la definición que hace este tratadista la ley es un

acto jurídico que crea, modifica y extingue situaciones generales,

abstractas e impersonales, o sea abarca a un número indefinido de

personas. Entonces, las características básicas de la ley son la gene-

ralidad, la abstracción y la impersonalidad o indeterminación del

sujeto al cual van dirigidas. Ahora bien, las leyes privativas no tienen

estos requisitos de generalidad, abstracción, personalidad, están diri-

gidas a una o varias personas, individualmente determinadas con

exclusión de las demás. La jurisprudencia de la Corte tiene un criterio

sobre leyes y es el siguiente: “es carácter constante de las leyes que

sean de aplicación general y abstracta, es decir, que deban tener una

disposición que no desaparezca después de aplicarse a un caso previsto

y determinado de antemano, sino que sobrevivan a esta aplicación y

se apliquen sin consideración de especie o de persona a todos los

casos idénticos a los que previene en cuanto que no sean abrogadas”.

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219Curso de Derecho Constitucional

Una ley que carezca de estas características va en contra del prin-

cipio de igualdad garantizado por el artículo 13 constitucional e incluso

deja de ser una disposición legislativa en el sentido material, puesto

que le falta algo que pertenece a su esencia. La gran diferencia que

existe entre las leyes generales y las leyes privativas es que las prime-

ras son abstractas e impersonales y no se contraen a determinada

persona o a varias, en cambio las leyes privativas carecen de estos

atributos no son generales ni abstractas, y su aplicación va dirigida

a un número determinado de personas.

Ahora bien, hay otro tipo de leyes, las especiales. Se ha consi-

derado que las leyes especiales tienen o son ordenamientos que se

refieren a un estado jurídico determinado que regula situaciones

jurídicas de personas en circunstancias específicas que se encuen-

tran en un supuesto, por ejemplo, el Código de Comercio, que regula

las relaciones de todas las personas que ejercen actos de comercio

entre sí, entre el Estado con esas personas, y esas personas con

otros particulares.

Existe también otro tipo de leyes que se ha pensado si pueden

tener algunas características de las leyes privativas, como son las

leyes orgánicas. La respuesta es que tampoco se pueden considerar

como leyes privativas porque las leyes orgánicas se encargan de

estructurar a una entidad, por lo regular de tipo oficial o semioficial;

se encargan de organizar todos sus componentes, de estructurar cada

una de las funciones que internamente tiene una institución, por

esto las leyes orgánicas como estructura de esa propia entidad no tie-

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220 Carlos de Silva Nava

nen ninguna relación de tipo bilateral, o sea no se aplica la ley en

contra de otras personas; por ende, podemos decir que las leyes orgáni-

cas no pueden considerarse como leyes privativas.

Vamos a pasar a la segunda garantía de igualdad que consagra

el mencionado artículo 13 constitucional, la que expresa, que nadie

puede ser juzgado por tribunales especiales. La definición que sobre

tribunales tiene el Diccionario de la Real Academia de la Lengua

Española, es que son lugares destinados a los jueces para administrar

justicia o pronunciar sentencia. Todos los órganos jurisdiccionales

y en general todas las autoridades del Estado tienen su fundamen-

tación y está igualmente fijada en una ley el ámbito de su compe-

tencia; aquí estriba la gran diferencia existente entre tribunales

especiales y tribunales en general, propiamente dicho. En los tribu-

nales generales existe primero una ley que los faculta para ejercitar

su actividad decisoria; segundo, esa ley los dota de permanencia para

que durante un tiempo indefinido estén resolviendo los asuntos pues-

tos a su consideración; tercero, su función se establece conforme a

ciertos factores: puede ser por materia, por territorio o por grado.

Además los tribunales generales subsisten mientras que la ley que

los creó no sea derogada, mientras que los tribunales especiales

por lo regular no son creados por ley, sino por un acto; éste puede

ser administrativo, en el cual se consignan las finalidades expresas

para el que va a funcionar el tribunal. La segunda característica de

un tribunal especial es que está capacitado para conocer de uno o

varios asuntos en número determinado; y la tercera, es que una vez

que conoce de estos asuntos en número determinado desaparece del

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221Curso de Derecho Constitucional

ámbito jurídico, porque ya es inaplicable en otros casos. En conclu-

sión, los tribunales especiales se crean para conocer de determinados

asuntos, y una vez que los resuelven, desaparecen.

La prohibición a que se refiere el referido artículo 13 constitu-

cional es respecto a la existencia de tribunales especiales. Ahora la

cuestión es, ¿únicamente a los tribunales o podrá abarcar a otras

autoridades? De acuerdo con algunos tratadistas la protección del

numeral 13 se refiere no únicamente a tribunales especiales, sino

se extiende también a todas aquellas autoridades que tienen facultades

decisorias y a los tribunales de trabajo o administrativos. La tercera

garantía de igualdad que consagra este artículo es que ninguna per-

sona o corporación puede tener fuero. Este término de fuero tiene

muchas acepciones, la primera, por ejemplo, alude a una compila-

ción de leyes u ordenamientos jurídicos, como fue el Fuero de Aragón.

Otra acepción que tiene este vocablo es la que denota una competencia

jurisdiccional, por ejemplo, el fuero federal y el fuero común. Fuero

federal que es la órbita de competencia de los tribunales de la Federa-

ción; el fuero común es el ámbito competencial de las autoridades

locales. Existe otra acepción de ese vocablo, que es la que implica

todas las prerrogativas, las ventajas, los favores que tiene una per-

sona a diferencia de otras; éste también es un fuero.

El artículo 13 constitucional, en cuanto a la prohibición del

fuero que establece, se refiere precisamente a los fueros personales,

esto es, que ninguna persona puede tener privilegios, favores, prerro-

gativas exclusivas, a diferencia de otras personas; en este caso la

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222 Carlos de Silva Nava

obligación del Estado es no favorecer ningún tipo de exclusivismos

y darle el mismo trato a todas las personas, de tal suerte que ninguna

goce de prerrogativas que otras no tengan. Sin embargo, el citado

precepto hace una salvedad, al subsistir el fuero de guerra para los

delitos y faltas contra la disciplina militar; esta excepción no es

precisamente del fuero personal sino del fuero material, real y

objetivo; este fuero material se establece en el aspecto competencial,

determinado por la naturaleza del hecho; por los elementos que

originan determinados tipos de delitos.

SOBRE EL FUERO MILITAR Y EL FUERO CIVIL

El fuero de guerra que permite la Ley Suprema no es un fuero per-

sonal porque no se constriñe a una persona o a un número definido

de personas, sino que es más bien un fuero competencial por la

calidad, por la naturaleza de los delitos que conoce, que son delitos

que atentan contra la disciplina militar. Ahora bien, este fuero de

guerra que establece el artículo 13 constitucional únicamente

se constriñe a los delitos que atentan contra la disciplina militar; si

entendemos por delito todo acto u omisión que sancionan las leyes

penales, un delito militar es todo acto u omisión que sancionan las

leyes militares. Me voy a permitir leerles el artículo 99 del Código

de Justicia Militar: “Todo delito del orden militar produce respon-

sabilidad criminal sujeta a una pena al que lo comete, aunque sólo

haya obrado con imprudencia y no con dañada intención”. Les quiero

aclarar que el Código de Justicia Militar no tiene una definición

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223Curso de Derecho Constitucional

exacta de lo que es delito, por eso di esa definición general; ahora,

en el Código de Justicia Militar únicamente están contenidos los

delitos que atentan contra la disciplina militar; cuando existen faltas,

éstas se castigan con pena corporal, sería arresto, pero cuando exis-

ten delitos, entonces intervienen los tribunales.

Otro artículo interesante es el 97 del Código de Justicia Militar,

que establece la competencia de los Tribunales Militares. Dice el

artículo:

Los delitos contra la disciplina militar son los especificados en el

libro segundo de este Código, los del orden común o general, cuando

en su comisión hayan concurrido las circunstancias que enseguida

se expresan:

a) Que fueran cometidos por militares en el momento de estar en ser-

vicio o por motivos de actos del mismo.

b) Que fueran cometidos por militares, en un buque de guerra o en

el edificio o punto militar ocupado militarmente, siempre que como

consecuencia se produzcan tumulto y desorden en la tropa que se encuen-

tre en el sitio en donde el delito se haya cometido o se interrumpa o

perjudique el servicio militar.

c) Que fueran cometidos por militares en territorios declarados en

estado de sitio o en un lugar sujeto a la ley marcial, conforme a las

reglas del derecho de la guerra.

d) Que fueran cometidos por militares en conexión con otros, frente

a tropa formada o ante la bandera.

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224 Carlos de Silva Nava

e) Que el delito fuera cometido por militares en conexión con otros

de aquellos a que se refiere la fracción I. Cuando en los casos de la

fracción II concurran militares y civiles, los primeros serían juzgados

por la justicia militar. Los delitos del orden común que exijan querella

necesaria para su averiguación y castigo no serán de la competencia

de los Tribunales Militares, sino en los casos previstos en los incisos

c) y e) de la fracción II. [Bueno, aquí es para establecer la competencia

del fuero de guerra].

El primer requisito es que la persona que va a ser juzgada por

un Tribunal Militar debe ser un militar; ningún civil puede ser

juzgado por un Tribunal Militar, prohibición que se establece en el

artículo 13 constitucional. Ahora, el segundo requisito, que para

poder ser juzgado por militares del fuero de guerra el militar debe

estar desempeñando un servicio, también el delito cometido debe ser

inherente y estar relacionado con el servicio que está prestando,

porque puede haber casos en que un militar esté franco; que esté

libre y lesione o cause la muerte a otra persona. Ese militar no debe

ser juzgado por el fuero de guerra porque no hay relación alguna

entre su carácter de militar con el delito que cometió, entonces

debe ser juzgado por las autoridades del fuero común.

La Suprema Corte de Justicia ha definido esta situación: pri-

mera, ningún civil debe ser juzgado por leyes militares; segunda,

cuando los militares cometen un delito por el servicio que desempeñan

deben ser juzgados por los Tribunales Militares; en el caso de que

cometan algún delito y no estén de servicio, deben ser juzgados

por los tribunales comunes. La Suprema Corte ha definido que

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225Curso de Derecho Constitucional

los militares serán juzgados por los militares y que los civiles serán

juzgados por los tribunales ordinarios del fuero común; en este caso

serían el Juzgado de Distrito en Materia Penal, por tratarse de materia

federal, sin embargo, aquí es donde existe una bifurcación entre las

competencias; surge una problemática porque si un civil y un mili-

tar concurren en la comisión de un delito, son coautores, y, un pro-

ceso tiene mucha relación con el otro. Incluso para determinar la

responsabilidad penal o el grado de responsabilidad de cada uno de

ellos se necesita una continuación en el proceso, y tal precisión no

se puede establecer si existe un proceso que se instruya a una persona

en un juzgado militar y otro civil; el Juez carece en este caso de

elementos para calificar el grado de responsabilidad penal que tiene

cada uno de ellos. Esto suscita notorias injusticias, pues vamos a

suponer que el militar sale absuelto, el civil no; al civil se le castiga,

se le sigue un proceso, se le juzga, se le sentencia, en cambio el otro

el Juez considera que no se reunieron los elementos materiales del

hecho delictivo, puede dejar libre a la persona por falta de méritos,

luego no es la misma penalidad. Los tratadistas se inclinan porque

concurran en un mismo delito los actos civiles y militares y que todos

sean juzgados por un tribunal ordinario, o sea un juzgado del fuero

común.

La última garantía específica que contiene el artículo 13 consti-

tucional es que ninguna persona o corporación puede gozar de

más emolumentos que los derivados de compensaciones del servicio

público que está prestando al Estado y estén fijados en la ley. Esta

garantía prohíbe las canonjías que se pueden conceder a las personas

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226 Carlos de Silva Nava

para que cobren determinadas percepciones sin que estén efectiva-

mente prestando un servicio; son aquellas personas que aparecen

en la nómina sin que se presenten a trabajar; es precisamente lo

que prohíbe este artículo.

Este Código no ha sufrido reformas desde la Constitución de

1857, y el artículo 13 constitucional no ha sufrido ninguna modifi-

cación. Incluso después de esta Constitución hubo leyes privativas,

no obstante que ya estaba en vigor dicho artículo. Hubo una ley, un

decreto que declaraba proscritos, fuera de la ley, a los mismos gene-

rales Zuloaga y Navarro, desterrándolos de la nación mexicana; eso

quiere decir proscripción, destierro. Pero desde entonces este artículo

no sufre ninguna modificación. Hubo una tentativa, en la de 1917,

en el debate de un diputado (Mújica), en donde éste se oponía al

fuero de guerra: lo enfocaba desde el punto de vista del fuero perso-

nal. Sin embargo, en ese debate la votación favoreció a que siguiera

el fuero de guerra en virtud de que los delitos militares tienen situacio-

nes muy sui generis y debe mantenerse la disciplina militar. Pudiera

ser que las penalidades en el fuero militar fueran más rígidas, más

estrictas, se manejan otro tipo de valores y además se mantiene una

institución. Por ese motivo se desechó la postura que había adoptado

el diputado Mújica y la votación salió favorable para estructurar el

artículo 13 constitucional como se había pensado desde 1857.

No decimos que es una cuestión competencial que corresponde

nada más a una jurisdicción de tribunales distintos por conocer

de otro tipo de delitos; pienso que no los podemos comparar con las

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227Curso de Derecho Constitucional

inmunidades diplomáticas, simplemente son tribunales distintos

que conocen de transgresiones distintas.

Los tribunales militares son parecidos a los del fuero común,

nada más que allí es una forma más solemne, pero son las mismas

partes en el juicio: el presunto responsable, el Ministerio Público y

el Juez. Nada más que el Juez conoce de delitos que tengan penalidad

mínima de un año y dicta la sentencia; pero en los delitos que exce-

den de la penalidad de un año la dicta el Consejo de Guerra. En el

Consejo de Guerra, se reúnen los miembros del Consejo, por una

parte, el Ministerio Público por otra, el defensor, y en audiencia

pública se conoce de la conducta del acusado o presunto respon-

sable; incluso éste se sienta en medio de un banquillo, así como se

ve en las cortes marciales.

El fuero de guerra es únicamente para conocer de los delitos

castrenses, las autoridades militares son como cualquier otra auto-

ridad: si violan garantías individuales cualquier Juez puede conceder

la suspensión y puede dictar prevenciones en contra de las autori-

dades militares. El fuero se refiere únicamente a que son juzgados

por tribunales militares y específicamente se conoce de delitos del

orden castrense, pero en cuanto a la calidad de los civiles, igual la

tienen los militares y sus autoridades deben cumplir con todas las

resoluciones que dicten las correspondientes al fuero común, los Jueces

de Distrito, la Suprema Corte de Justicia, cualquier autoridad jurisdic-

cional federal.

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228 Carlos de Silva Nava

Los Consejos de Guerra ordinarios se integrarán con militares

y se compondrán de un presidente y cuatro vocales, el primero con

grado de general y los segundos con este mismo grado o de coronel;

para cada Consejo habrá tres miembros suplentes.

La extensión del artículo 13 constitucional es genérica respecto

de que no hay tribunales especiales. Pienso que la Dirección General

de Aduanas y sus organismos pueden ser considerados como

tribunales especiales.

Volviendo a los tribunales especiales son aquellos que se crean

para resolver casos concretos, por ejemplo, se planteaba el caso de la

Dirección de Aduanas. Esta Dirección no está creada para juzgar

el caso del contrabandista fulano de tal o presunto contrabandista,

está hecha para juzgar el caso de cualquier contrabandista; ésta es

la diferencia entre un tribunal especial y la autoridad que tiene una

competencia limitada a una materia, como por ejemplo el Consejo

de Guerra que se integra en cada juicio; como un Tribunal Cole-

giado, que siempre son los mismos magistrados al menos hasta que

renuncie uno o lo cambien de adscripción, pero todos los días asisten

los mismos magistrados y resuelven cualquier asunto que se presente.

Se ha pensado si por ese motivo se trata de un tribunal especial

porque según dicen algunos se crea para resolver un juicio específico

y una vez que ha terminado ese juicio se disuelve, no permanece

como un Juzgado o un Tribunal; ese consejo desaparece cuando

se inicia otro juicio, se vuelve a integrar otro Consejo de Guerra que

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229Curso de Derecho Constitucional

podrá estar integrado por personas distintas. Tampoco es anticonsti-

tucional por ese solo hecho, porque está previsto en la ley como

ente abstracto, como órgano de autoridad que funciona para cual-

quier situación; no es el nombre del titular o del funcionario lo que

define que se trate de un tribunal especial, sino que el Consejo de

Guerra está previsto como un órgano de autoridad abstracto

que puede operar en cualquier caso, o sea independientemente

de quienes sean los titulares que operan en cualquier caso y están

previstas y delimitadas sus competencias y facultades; además se

establecen los recursos que proceden contra los tribunales, etcétera.

No puede manejarse el ejército con los mismos principios que

se manejan en las organizaciones ordinarias del derecho común, en

esa medida, como no se trata de establecer privilegios sino de ade-

cuar el funcionamiento de un órgano tan importante como es el

ejército, si subsiste el fuero militar no es como privilegio sino como

institución que amerita una legislación especial y diferente y tan

no se considera un privilegio sino una situación más gravosa que en

el caso de un delito civil; o sea que la Constitución parte del supuesto

de que es más grave la justicia militar que la justicia ordinaria.

No se podría decir, como acontece en problemas del Derecho

Penal, sobre retroactividad de la ley, donde puede escogerse aquella

que resulte más benéfica, independientemente del momento en que

se cometió el delito. También podría decirse que puede aplicarse

al fuero que sea más benéfico, me refiero a los civiles no a los milita-

res, pues se parte del supuesto de que nunca va a ser más benéfico

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230 Carlos de Silva Nava

que el civil, por eso se dice que en ningún caso los civiles podrán

ser juzgados por el fuero militar; entonces es una garantía para los

civiles el no ser obligados a pertenecer a un fuero más rígido.

Existen otros fueros no previstos en el art. 13, pero surgen de

la Constitución, del llamado fuero constitucional que da ciertos

privilegios a quien esté a cargo de la Presidencia de la República o

a alguno de los altos funcionarios a que se refiere la Constitución.

En algunos casos se establece una protección mayor, como en el caso

del Presidente de la República, quién no puede ser juzgado por cual-

quier delito; otro tipo de funcionario sí puede ser juzgado por el

mismo delito, pero en la medida que se cumplan determinadas

condiciones previas, como podría ser la intervención del Congreso

en un juicio de responsabilidad. Más de todas maneras se establecen

condiciones especiales que dan una protección mayor y especial, y

no pueden estimarse anticonstitucionales esos sistemas porque deri-

van de la misma Constitución. Pero sobre todo la idea del precepto

no es la de protección individual o personal sino la protección al

cargo, no se trata de proteger a una persona porque tenga ciertas

cualidades o capacidades sino un elemento que permite desempeñarse

normalmente en el cargo.

Si pusiéramos un ejemplo absurdo, esto es, que alguien quisiera

impedir la función del Presidente de la República y para ello se

dedicara a hacer acusaciones contra él, el Presidente de la República

se pasaría compareciendo ante el Ministerio Público a declarar sobre

las imputaciones hechas y nunca iría a su oficina; y si le dictaran

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231Curso de Derecho Constitucional

orden de aprehensión tendría que despachar desde el reclusorio.

Luego no se trata de proteger a “fulano de tal”, Presidente de la

República, lo que se está protegiendo es el desempeño del cargo y

en esta medida se establecen distintos grados de fuero para ciertas

personas, por ejemplo, los Jueces de Distrito, que según recuerdo

no está en la Constitución pero sí hay concepto de fuero en la ley

secundaria, y esto obedeció a una reforma a la ley orgánica motivada

por un caso especial. Resulta que había un gobernador que cuando

el Juez iba a celebrar una audiencia en la que se iban a discutir mu-

chos problemas de su gobierno, simplemente se detenía al Juez porque

se había pasado un alto, o por lo que ustedes quieran, y no se cele-

braba la audiencia incidental; y así pasa en muchos asuntos, por

un caso concreto se modifica la ley estableciendo que a los Jueces no

pueden detenerlos sin la autorización de la Suprema Corte de Justi-

cia. No es un fuero absoluto, pero si es una variante de fuero. No es

que no se les pueda detener, que se niegue la posibilidad de que

cometan un delito, lo que se trata es de proteger al cargo, no a la

persona; se establecen condiciones para que puedan ser detenidos

o enjuiciados y sólo cuando se cumplen esas condiciones puede ini-

ciarse un juicio, pero no es para proteger al Juez Juan Pérez, es para

proteger el correcto desarrollo de la función judicial.

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233

El artículo 5o. constitucional establece la libertad de trabajo.

En su segundo párrafo expresa que:

La Ley determinará en cada Estado cuáles son las profesiones que nece-

sitan título para su ejercicio, las condiciones que deban llenarse para

obtenerlo y las autoridades que han de expedirlo.

Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la

justa retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impues-

to como pena por la autoridad judicial, el cual se ajustará a lo dis-

puesto en las fracciones I y II del artículo 123.

Estas fracciones se refieren a la duración de la jornada de tra-

bajo, que establece la máxima de ocho horas, y de siete cuando se

La libertad de trabajo y sus límites

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234 Carlos de Silva Nava

trata de trabajo nocturno, aunque el artículo también prevé la posi-

bilidad de que se imponga el trabajo como pena, es decir, que se

sentencie a alguien a trabajos forzados. En realidad la legislación

penal no contempla esa pena, podría establecerse, sin que ello resulte

violatorio de la Constitución.

Los sistemas penales han adoptado otro principio más para esta-

blecer el trabajo como pena. Lo establece como una forma de reha-

bilitación e incluso existe la posibilidad de obtener disminución

en el tiempo que puede durar la privación de la libertad, en la me-

dida en que se lleve un buen comportamiento y se realicen trabajos

y determinados servicios; es decir, no es inconstitucional establecer

los trabajos forzados como pena, pero tampoco es obligatorio por la

ley, y la solución que da la legislación penal no es obligar al trabajo,

sino buscar que a través de él, el delincuente se regenere y se readapte.

Respecto a los servicios públicos,

…sólo podrán ser obligatorios en los términos que establezcan las

leyes respectivas, el de las armas y los jurados, así como el desempeño

de los cargos concejiles y los de elección popular, directa o indirecta.

Las funciones electorales y censales tendrán carácter obligatorio y

gratuito. … Los servicios profesionales de índole social serán obligato-

rios y retribuidos en los términos de la ley, con las excepciones que

ésta señale.

Se alude a tres tipos de problemas en el primer párrafo. Se habla

de la obligatoriedad de los servicios públicos, armas y jurados o

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235Curso de Derecho Constitucional

cargos concejiles y de elección popular, pero en esta primera parte

no se refiere a la gratuidad, solamente se refiere a la obligatoriedad.

Podemos entender entonces que la idea del precepto es que cuando se

trate de servicios públicos, armas, jurados, elección popular, etcétera,

será obligatorio prestar el servicio o realizar el trabajo o la función

de que se trata, pero no podrá obligarse a que sea prestado gratuita-

mente. Después dice que las comisiones electorales y censales tendrán

carácter obligatorio y gratuito, es decir, en la primera parte, interpre-

tado a contrario sensu, será obligatorio, pero no gratuito. Además,

si lo interpretamos en relación con el párrafo anterior de que nadie

podrá ser obligado a prestar trabajos sin la justa retribución, se entien-

de que los únicos casos en que el servicio o el desempeño del trabajo

es gratuito, es cuando se trata de servicios electorales y censales.

En el tercer caso se refiere al aspecto del servicio social que prestan

los profesionistas, aunque realmente el servicio social se presta como

un requisito previo a la presentación del examen profesional, pero

eso ya está reglamentado por leyes secundarias.

El Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún contrato,

pacto o convenio que tenga por objeto el menoscabo, la pérdida o el

irrevocable sacrificio de la libertad de la persona por cualquier causa.

Tampoco puede admitirse el convenio en que la persona pacte su

proscripción o destierro o en que renuncie temporal o permanente-

mente a ejercer determinada profesión, industria o comercio.

El contrato de trabajo sólo obligará a prestar un servicio convenido

por el tiempo que fije la ley, sin poder exceder de un año en perjuicio

del trabajador, y no podrá extenderse, en ningún caso, a la renuncia,

pérdida o menoscabo de cualquiera de los derechos políticos o civiles.

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236 Carlos de Silva Nava

La falta de incumplimiento de dicho contrato, por lo que respecta al

trabajador, sólo obligará a éste a la correspondiente responsabilidad

civil, sin que en ningún caso pueda hacerse coacción sobre su persona.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN

El artículo 6o. se refiere a las garantías de libertad en la manifesta-

ción de las ideas.

La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición

judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral,

los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden

público; el derecho a la información será garantizado por el Estado.

La primera parte del precepto establece de manera general la

libertad de manifestar las ideas y la prohibición o intervención judi-

cial o administrativa, y acepta como excepción, es decir, como posi-

bilidades para que esta libertad pueda ser restringida por parte del

Estado, el que se ataque a la moral o los derechos de terceros o

provoque algún delito del orden público. El problema más compli-

cado de esta parte del precepto está en determinar cuándo se producen

ataques a la moral, en cuyo caso podrá limitarse su manifestación

por parte del Estado.

Este artículo, o algún otro posterior al 7o., se refieren a la expre-

sión de las ideas, pero a través de los medios escritos. El problema

es similar, porque en la práctica se llegan a presentar problemas

por interpretación de estos conceptos no sólo en la manifestación

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237Curso de Derecho Constitucional

de las ideas en general, sino sobre todo cuando se trata de impresio-

nes, revistas, libros, publicaciones, etcétera. Los reglamentos sobre

la materia establecen ciertos impresos, pero sin necesidad de llegar

a los detalles de la reglamentación, es importante encontrar un con-

cepto de moral para saber en qué casos puede o no limitarse esta

manifestación de las ideas por parte del Estado.

Desde luego encontrar una definición propia de moral es suma-

mente difícil, sobre todo si buscamos una explicación filosófica,

indiscutible, aceptada por todos. Sin embargo, independientemente

de la definición que encontráramos, creo que el problema estriba

más en determinar cuál es la posición que se tiene frente a los pro-

blemas morales que pueden suscitarse, y cuál es el tipo de moral que

impera en un país o en un lugar determinado; particularmente en

el caso de México, porque no en todos los lugares ni en todas las

épocas se han manejado de igual forma dichos conceptos. Lo que en

algunos es inmoral en otros resulta ser perfectamente moral, por

ejemplo, en nuestro sistema nos parece inmoral la poligamia, en

cambio en ciertos países está perfectamente aceptada, es totalmente

moral según sus tradiciones, sus creencias, etcétera. Entonces hay

que definir cuáles son las concepciones morales que privan en México,

las que no solamente son impuestas, sino que son producto de la

educación, la cultura, la evolución de un pueblo determinado. Nues-

tros antecedentes culturales en la medida en que han trascendido

a la actualidad, nos ubican dentro de lo que generalmente llamamos

la cultura occidental cristiana. Independientemente del problema

religioso, quiero aclararles que este concepto de occidental cristiana

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238 Carlos de Silva Nava

no está referida a aspectos estrictamente religiosos; claro, es una

cultura influida por el cristianismo, pero no debemos confundir

los conceptos morales generales, con los conceptos religiosos,

que podrán en ocasiones coincidir pero no necesariamente; lo que

trato de explicar es que no debemos considerar que las normas

morales que nos rigen deben ser precisamente las que dicta la Iglesia

Católica o alguna otra rama del cristianismo, no, simplemente me

refiero a que es el nombre de la cultura europea que bien o mal

nos fue transmitida a través de la Conquista y de la Colonia. Pode-

mos ser o no religiosos, pertenecer o no a un culto, pero sí debemos

entender que nuestras concepciones morales son las de esa cultura

europea que nos fue transmitida y que priva fundamentalmente en

la actualidad. Para efectos jurídicos no debemos considerar como

moral o inmoral la aceptación o violación de las normas religiosas,

pero sí que las concepciones religiosas forman parte de nuestra tradi-

ción cultural y que la religión que ha predominado en nuestra cultura

es la cristiana. Además, debemos tomar en cuenta otra cosa, inde-

pendientemente de que aceptemos o no que existan normas básicas,

invariables, normas fundamentales; debemos aceptar que no todas

las personas tienen la misma rigidez o elasticidad en conceptos de

moralidad, pues lo que para algunas personas es muy normal, para

otras resulta francamente escandaloso. No tenemos todos la misma

severidad o el mismo rigor en aspectos morales, pero debemos aceptar

que cuando la moral se aplica a cuestiones sociales y es una posición

o un punto de partida para resolver problemas jurídicos, como en

el caso de establecer una limitación a una garantía individual, no

debemos manejarnos con un criterio estrecho o demasiado estricto

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239Curso de Derecho Constitucional

porque resulta contraproducente, no quiero llegar al extremo de

pensar en una inmoralidad absoluta, simplemente hablo de no aplicar

un rigor extremo porque socialmente es contraproducente.

Para poner un caso típico, recuerden ustedes la época de la ley

seca en Estados Unidos. Se consideraba inmoral la ingestión de bebi-

das alcohólicas, y en vez de resolver un problema social se provocó

otro mayor; se desarrollaron todas las mafias actuales y demás, preci-

samente porque empezaron a funcionar clandestinamente, y a través

de la historia podemos encontrar muchos fenómenos similares de

que el exceso de rigor no produce los efectos deseados. Quizá en

aspectos individuales una persona que emplea rigor extremo pueda

manejar adecuadamente su sistema y alcanzar una vida llena de

virtudes, pero desde el punto de vista social no es conveniente.

Con esa mentalidad no deben manejarse los problemas de este

tipo. En varias ocasiones se han planteado juicios de amparo no tanto

por manifestación de las ideas como por publicaciones y otros mo-

tivos, y no ha habido un criterio definido o preciso de qué puede

entenderse por moral, y considero que para efectos jurídicos sería

sumamente difícil tratar de establecer una definición. Por eso creo

que el juzgador cuando se enfrenta a un problema de esa naturaleza,

más que buscar definiciones filosóficas o definiciones técnicas debe

adoptar una posición personal o profesional frente al problema,

sobre todo si se ha tenido un extremismo que lleve a escandalizarse.

Es muy común el problema de revistas pornográficas, pues resulta

muy difícil establecer dónde empieza y dónde termina la porno-

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240 Carlos de Silva Nava

grafía: lo que para algunos puede ser muy artístico o una expresión

de arte, para otros podrá parecer una manifestación de verdadera

pornografía. ¿Cómo resolver el problema? creo que debemos ser

casuistas, analizar cada caso respecto de la publicación o manifesta-

ción de ideas de que se trate, para determinar definir si se está en

incidentes de limitación de la garantía.

LA LIBERTAD DE IMPRENTA

El artículo 7o. es inviolable y la libertad de publicar y escribir sobre

cualquier materia es una variante de la libertad de expresión;

este artículo amerita un tratamiento especial por la importancia

que tiene, y sobre todo que tenía en una época en que para la mani-

festación escrita de las ideas no había muchos medios de comunicación

tan eficaces como los actuales; ni la radio ni la televisión ni el cine

ni cosas por el estilo, entonces el medio idóneo de difusión de las

ideas era precisamente a través de la imprenta, y esa es la relevancia

de un artículo específico relativo a la libertad de prensa, no obstante

que ya se estableció, de manera genérica, la libertad de manifes-

tación de las ideas por cualquier medio.

Por otra parte, debemos considerar que al establecerse la liber-

tad de imprenta no debe entenderse que fue con un criterio restrin-

gido del Constituyente, porque se refirió a la libertad de imprenta

en cuanto era el único medio conocido, pero debemos comprender

que esta libertad es aplicable a cualquier medio de comunicación,

no sólo a la escrita, por ejemplo, a las películas, a las que supongo

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241Curso de Derecho Constitucional

serían aplicables los principios generales de este artículo. Entonces,

decíamos:

Es inviolable la libertad de escribir o publicar escritos sobre cualquier

materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura,

ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de

imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada,

a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá secuestrarse la impren-

ta como instrumento del delito.

Las leyes orgánicas dictarán cuantas disposiciones sean necesa-

rias para evitar que so pretexto de las denuncias por delito de prensa,

sean encarcelados los expendedores, “papeleros”, operarios y demás

empleados del establecimiento de donde haya salido el escrito denun-

ciado, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad

de aquéllos.

En nuestro sistema la censura para determinar la prohibición

de circular de ciertos escritos, corre a cargo de autoridades de la

Secretaría de Gobernación. Es precisamente quien en un momento

dado impide la circulación de libros, revistas y publicaciones; el proble-

ma es complicado porque la censura se da cuando ya está impresa la

publicación, es decir, en la práctica se impide la circulación cuando

la impresión ya existe, y claro, no se refiere, por ejemplo, al número

de una revista, se prohíbe a una revista en general, a todos sus

números. Pero hasta que ya existe la publicación, y es conocida por

las autoridades se sabe su contenido, sus tendencias, el tipo de ma-

terial empleado, la forma en que tratan la información, etcétera, es

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242 Carlos de Silva Nava

cuando se permite o no su circulación. Generalmente esto ocurre

en revistas, es muy raro que se dé en materia de libros; claro que puede

darse el caso, y de hecho se da, pero lo corriente son las revistas.

Esta es una variante del artículo 6o. que establece la manifesta-

ción de las ideas, mientras el 7o. se refiere a una forma práctica de

manifestarlas.

El artículo 6o. agrega que el derecho a la información será garan-

tizado por el Estado. Este artículo ha sido criticado y creo que con

razón por su confusión: ¿qué es el derecho a la información? ¿a qué

información se refiere? ¿en qué condiciones? etcétera. Desde luego

se trata de una garantía individual, lo cual hace suponer que existe

una relación jurídica entre el gobernado y las autoridades; no es un

derecho frente a los periodistas, un derecho frente a los informa-

dores, porque entonces no sería una garantía individual y no se podría

pedir amparo porque un periodista no me informó sobre determi-

nado tema o no publicó un artículo; o contra una serie de televisión

porque no dieron determinada noticia que a mí me interesaba; y

ello porque la garantía individual no se establece entre particulares,

entonces, ¿en qué consiste la información como garantía individual?

No hay muchos antecedentes sobre el tema, solamente recuerdo

un juicio de amparo en el que se planteó el tema del derecho a la

información. Simplemente un particular pidió a algunos órganos

del Estado le informaran sobre determinadas situaciones, concreta-

mente sobre problemas de deuda pública, empréstitos, en qué se

habían gastado los dineros, etcétera.

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243Curso de Derecho Constitucional

La autoridad le dijo que no tenía porqué decirle todo eso, y el

solicitante pidió amparo aduciendo que se estaba violando el dere-

cho a la información, en una tesis aislada, porque repito, no hay

jurisprudencia ni muchos precedentes, es la única. La Segunda Sala

trató de definir el concepto del derecho a la información apoyándose

no tanto en el texto de la Constitución, que es demasiado escueto

y poco equitativo, sino tratando de encontrar el sentido en la inicia-

tiva de reformas y en las discusiones habidas en las comisiones de

las cámaras que aprobaron la reforma constitucional. En síntesis,

tanto en la exposición de motivos como en los debates, y más que

en los debates en los estudios, en los dictámenes de las comisiones

los cuales presentaron a las cámaras para su aprobación, resultando

fundamentalmente estas ideas. Se dijo que el derecho a la infor-

mación es una garantía social, ni siquiera la califica como garantía

individual, y esa garantía social, según explican, consiste en permitir

que los partidos políticos tengan acceso a las vías de difusión para que

sus programas políticos, sus campañas, puedan llegar al pueblo a

quien van dirigidos. Recuerden que a raíz de reformas de este tipo

hay tiempo de difusión obligatorio para los partidos políticos, por

ejemplo, en la televisión, cada día se dedica a un partido político

quince minutos, o no sé cuántos, para que digan lo que quieran,

sin costo para el partido; no se trata entonces de una garantía indivi-

dual que tenga un gobernado frente al Estado.

El gobierno tiene sus sistemas de información, por ejemplo, el

Ejecutivo Federal informa a la nación a través de un procedimiento

ante las cámaras; informa sobre el estado de la administración, pero

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244 Carlos de Silva Nava

no tiene que estar recibiendo de uno por uno a todos los mexicanos

para que a la hora que quieran le pidan alguna información, además

de que sería imposible, pues suena absurdo. La ley establece los siste-

mas de información y no es un derecho para decir quiero que me

informen tal o cual cosa; y ese derecho no existe, lo que existe es

una supuesta garantía social que tiene fundamentación en aspectos

de política.

Otro dato interesante. Recuerden que en la época del Presidente

López Portillo se hablaba de la reforma política, de la reforma admi-

nistrativa, etcétera. Precisamente la iniciativa para la reforma del

artículo 6o. estaba dentro del programa de reformas, y así lo dice la

iniciativa de reforma política; luego alude a la facilidad que deben

tener los partidos políticos para la difusión de sus ideas y de sus

sistemas de propaganda. Entonces, el derecho a la información no

es una garantía individual ni mucho menos: es una supuesta garan-

tía social que se establece exclusivamente en materia política en

beneficio de los partidos políticos. Cuando estamos en plenas cam-

pañas políticas, alguno de los partidos se queja de que no le dan

acceso a determinados medios de comunicación, ¡eso sí debe garanti-

zarlo el Estado!; que se les diera el acceso de acuerdo con el artículo

6o. eso sería respetar el derecho a la información, pero como es

materia política, ni siquiera cabe el amparo. Dados los criterios de

la Suprema Corte, en el sentido de que el amparo no es un medio

idóneo para resolver los problemas políticos; esto se queda en una

mera declaración, en una obligación del Estado, pero sin un medio

de defensa. Quizá en las leyes electorales pudiera establecerse algún

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245Curso de Derecho Constitucional

sistema o mecanismo, para que resulte válida esta garantía social,

pero no serían los medios de control constitucional los que opera-

rían ante el problema. En los últimos años se ha dado por reformar

demasiado la Constitución, esto con el criterio de que cuando es

necesario hacerlo debe hacerse la reforma constitucional, no sólo

para establecer derechos como éste que ya vimos, que ni siquiera

es una garantía individual, sino otros que son más que garantías,

pues son declaraciones o aspiraciones de tipo político: en el derecho

a la salud, el derecho a la vivienda, etcétera, todo más que nada

con cierto espíritu demagógico. En mi concepto es indebido, incluso

alguna vez les comentaba que para mí es una falta de respeto a la

Constitución establecer este tipo de normas que no tienen operan-

cia, y además, repito, son fundamentalmente demagógicos. En el

derecho a la vivienda, ¿qué? ¿los que no tienen casa piden amparo

o qué hacen? no hay una garantía, pues todos estamos de acuerdo

en que sería muy saludable que estuviera resuelto el problema habita-

cional en México; a todos nos encantaría que así fuera, pero no es

una garantía individual; ni puede serlo, ni existen motivos para

establecer preceptos que sabemos de antemano que no van a po-

derse cumplir, al menos en un tiempo prudente. Sabemos que es

imposible que se resuelva un problema como el habitacional o como

el de la salud, o cosas por el estilo; y además de todo están mal

ubicados, porque no son garantías individuales ni tienen porqué

estar en el capítulo de garantías individuales. Se negó amparo a un

quejoso diciendo que no había violación al derecho a la informa-

ción, porque de hecho la información no era lo que él aducía en

sus conceptos de violación, en síntesis, ese fue el resultado de la

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246 Carlos de Silva Nava

sentencia. Claro que muchos pensaron que la posición de la Corte

era más bien política, y de lo que se trataba era de encontrar una

salida para no otorgar el amparo en un asunto que podía ser escan-

daloso, porque lo que se buscaba era sacar datos para acusar a altos

funcionarios de malversación de fondos y cosas por el estilo; pero

la verdad es que el estudio que se hizo fue serio, y repito, están las

exposiciones de motivos, está todo, y son absolutamente coinci-

dentes en que es un derecho político y la intención del legislador

fue ese, un derecho no una garantía individual.

EL ARTÍCULO OCTAVO CONSTITUCIONAL

El artículo 8o. establece el derecho de petición.

Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del derecho

de petición, siempre que ésta se formule por escrito, de manera pací-

fica y respetuosa;, pero en materia política sólo podrán hacer uso de

ese derecho los ciudadanos de la República.

A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a

quien se haya dirigido, la cual tiene obligación de hacerlo conocer en

breve término al peticionario.

Como se enuncia, siempre que la petición se haga por escrito

de manera pacífica y respetuosa, la autoridad está obligada a contes-

tarla en un breve término, claro que no está obligada a contestarla

en determinado sentido, sino simplemente de manera congruente

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247Curso de Derecho Constitucional

con la petición, no a contestar algo distinto a lo que se está pidiendo,

ni necesariamente debe accederse a la solicitud, al menos por lo que

a esta garantía se refiere. Quizá pueda violarse otro tipo de garantías

al negarse a acceder a una petición, por ejemplo, falta de fundamen-

tación y motivación en la contestación cuando ésta causa alguna

afectación a los derechos, pero eso ya será violación de otras garan-

tías. Para efectos del artículo 8o. constitucional, lo único que se requiere

es que se conteste por escrito de manera congruente en breve tér-

mino; esto último ha causado algunos problemas porque no todo

el mundo está de acuerdo en cuándo ha transcurrido ese breve

término, a fin de determinar si se ha producido la violación del

derecho de petición; incluso hay algunos criterios que tratan de

precisar un número determinado de días o de meses, generalmente

malinterpretando algunas sentencias de la Corte. Verbigracia, hay

quien sostiene que según la jurisprudencia de la Corte son cuatro

meses, y citan una tesis, pero esa tesis de jurisprudencia dice: si pasa-

ron cuatro meses, ya concluyó el término prudente (pero no está

diciendo que el límite sean los cuatro meses), lo que pasa es que

la jurisprudencia se forma con casos concretos, con sentencias que a

base de repetirse llegan a formar la jurisprudencia. Los casos que

se resolvieron eran de una petición en que habían transcurrido

cuatro meses, y dijo la Corte: si pasaron cuatro meses está viola-

do, pero no dijo que ése era el límite, a lo mejor hubiera dicho lo

mismo si hubieran pasado tres meses, y lo mismo si hubiera pasado

un año; si ya pasó un año, hubiera dicho la Corte, obviamente está

violado el derecho de petición, pero no está diciendo que el término

breve sea el de un año.

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248 Carlos de Silva Nava

Otros tratan de encontrar el concepto de término “breve” en

legislación secundaria, por ejemplo, en el Distrito Federal, en ma-

teria de contencioso administrativo se establece la posibilidad de

acudir al tribunal contencioso cuando una petición no ha sido

resuelta en quince días, y dicen, bueno, si la ley establece quince

días para contestar, el término a que se refiere la Constitución será

el de quince días. Pero en cambio, leyes como el Código Fiscal para la

negativa ficta, establecen términos más amplios —si la memoria no

me falla son noventa días o cuatro meses—. Cambió el precepto y

así otras leyes establecen distintos términos para que alguna petición

sea contestada; eso nos lleva a confusión por un lado, y por otro

surge este problema: no podemos o no es correcto interpretar la

Constitución a través de la ley secundaria, porque entonces la garan-

tía la está estableciendo la ley, no la Constitución. El hecho de que la

ley fije un término no es necesariamente constitucional porque imagi-

nemos que una ley diga “el término para contestar es de diez años”,

no sólo debemos entender que no es ése un término “breve”, sino

entender que esa ley es inconstitucional porque está violando el

artículo 8o., es decir, tampoco resuelve el problema de acudir a

la legislación secundaria para establecer con precisión el término

“breve” a que se refiere el artículo 8o.

La única solución que se ha encontrado es caer en el casuismo:

“según el sapo es la pedrada”. Si una petición es muy complicada, que

requiera de estudios previos, de trámite de expedientes, etcétera, pues

no se puede exigir que sea en quince días; pero si le dicen a la auto-

ridad: “oye, por qué no pintas los postes de azul”, y ella contesta,

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249Curso de Derecho Constitucional

“porque no quiero”, pues supongo que veinticuatro horas es más

que suficiente para que esa petición se produzca. En cambio, si es

una petición para que se hagan ciertos estudios en materia de eco-

logía, problemas de contaminación ambiental, pues no se puede

contestar en veinticuatro horas, tendrán que hacerse estudios, consultar

textos, análisis de peritos u otros; formar algún expediente, con-

sultar universidades o lo que se les pueda ocurrir, en ese caso obvia-

mente el periodo ni siquiera serían cuatro meses, podrían ser hasta

seis meses o un año para que la petición fuera adecuadamente re-

suelta. Entonces hay que ser casuistas, hay que ver el tipo de peti-

ción, el tipo de autoridad, porque también hay autoridades con exceso

de trabajo, con rezagos, en fin, así como las dificultades que existen

para que se considere aceptado el derecho de petición; y concreta-

mente en el caso del juicio de amparo y la violación al derecho de

petición, hay que determinar si existe o no tal petición en el momento

en que se presenta la demanda de amparo, porque suele acontecer

que si yo hago una petición ahora, y mañana pido amparo por viola-

ción al derecho de petición, la sentencia va a salir dentro de cuatro

meses y entonces va a decir el Juez: ya se violó el derecho de petición;

no, hay que ver cómo estaban las cosas en el momento en que se

presentó la demanda: si cuando se presentó no había transcurrido

el término breve, hay que negar el amparo aunque la sentencia

salga días, meses o incluso años después.

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Condicionamientos a la libertad

de expresión por el Estado

251

En todos los planos de comunicación y de expresión de las

ideas independientemente de los aspectos culturales y otros,

repercute un aspecto político, es decir, cuando la manifestación de

las ideas incide en aspectos políticos y sobre todo cuando esas mani-

festaciones implican cierta inconformidad contra el Estado, se

convierte en un problema político, aunque se supone que éste no

debe intervenir por motivos políticos, sino solamente cuando se afecta

a la moral, los derechos de terceros y del orden público. Se puede

ver desde ambos aspectos que en la medida en que el Estado tiene

limitaciones para restringir la libertad, esa esfera de libertad queda

reservada o al criterio de lo que constituye la garantía en las hipótesis

en que puede darse dicha restricción. No es la única garantía que

está restringida o condicionada, y sí hay una esfera de libertad pero

con esos límites. Por ende, mientras se mantenga esa esfera existe la

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252 Carlos de Silva Nava

garantía; el problema es muy interesante jurídicamente, pero de

la manera en que se plantea es más un problema político, esto es,

¿cuándo sería adecuado para que el Estado, por molestia u otro

motivo que se quiera, interfiera en la libertad de expresión?

Lo que para algunos puede ser atentatorio contra la moral para

otros no, es decir, el problema es encontrar un criterio o una defini-

ción para decir cuándo el Estado puede restringir la libertad. La inco-

modidad del Estado la entendemos perfectamente desde un punto

de vista práctico, pero ese no es el problema; la limitación de la

garantía son los problemas morales, sociales, de derecho de terceros,

etcétera, es decir, el dilema surge acerca de cuándo es pertinente

que el Estado actúe.

También un exceso de censura del Estado en asuntos morales

y políticos resulta contraproducente, porque siempre es bueno que

haya un mínimo de desahogo o desfogue de las ideas. Cuando el

Estado es demasiado riguroso se suscitan consecuencias peores, y

lo único que propicia es la aparición de publicaciones clandestinas

que a veces son más hirientes, más graves que las manifestaciones

públicas. En principio la expresión de ideas políticas, incluso contra-

rias a la ideología del Estado, no es razón para impedir su circu-

lación, ya que es una de las limitantes a la garantía. Claro que en la

práctica estas restricciones se resuelven con frecuencia por medios

indirectos; es decir, el Estado no prohíbe de manera directa una publi-

cación determinada o X o Z escritor publicar tales o cuales artículos,

sino se vale de otro tipo de presiones. Una de las cosas que se comentan

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253Curso de Derecho Constitucional

mucho es que el gobierno tiene el monopolio del papel que se

requiere para hacer periódico, por lo que esta es una forma indirecta

de presión sobre los aspectos que llamamos editoriales.

No recuerdo cómo está la ley o el Código Electoral en los aspec-

tos, relativos al apoyo a los partidos, pero principalmente éste depende

del número de votantes.

ALGUNAS PRERROGATIVAS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Los subsidios que el Estado da a los distintos partidos políticos no

son de la misma cantidad, sino se basan en cálculos sobre la fuerza

real del partido, el número de votantes, etcétera. Así ocurre que el

que tiene mayor subsidio es el PRI, aunque pierda alguna elección

en cualquier localidad, Estado o Municipio, si en general es quien

tiene mayores votos oficialmente; no sé si en cuanto a propaganda

hay una cosa similar que permita a algunos partidos tener más tiempo

que otros, habría que ver la ley. Ahora bien, vamos a suponer que

a todos los partidos se les da el mismo tiempo en televisión, digamos

quince minutos cada día, todos tienen quince minutos; y la cuestión

no es que se les dé ese tiempo, sino que ellos lo compren como lo

puede hacer cualquier comerciante, y otra que, a través de los noti-

cieros un locutor mañoso dé más noticias de un partido que de

otro; pero esto es inevitable; de lo que estamos hablando es de la opor-

tunidad real de gozar de determinado tiempo y tener acceso a los

medios de comunicación. Ahora bien, si se habla de la campaña de

un candidato y no de lo que hizo otro en la suya, pues es un pro-

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254 Carlos de Silva Nava

blema del noticiero. Es factible que se den fenómenos de esta natura-

leza porque en el amor, la guerra y la política todo se vale, pero

tampoco me animo a afirmar tajantemente que haya alguna inmis-

cusión de Gobernación, prohibiciones, etcétera; los rumores es muy

fácil creerlos como afirmaciones fundadas y ciertas. No niego que

políticamente acontezcan situaciones de esa naturaleza, y sí me animo

a afirmar que en efecto haya indicaciones de Gobernación a ciertos

canales y respecto de horarios para que difundan en una forma

determinada. Muchas veces la gente, el comerciante, el dueño del

canal de televisión, la empresa, el locutor, actúan por quedar bien

y no porque se les ordene; una cosa es obedecer consigna y otra

que sin ella se ande pensando en agradar a determinado partido, a

determinada institución o candidato.

Es impreciso el concepto de derecho de información, pero si

aceptamos el criterio de la Corte en el sentido de que es una garantía

social a los partidos políticos, a riesgo de equivocarme, la reglamen-

tación estaría en la Ley Electoral.

Desde luego que es inconstitucional, pues no hay inconve-

niente en que voluntariamente se presten servicios sociales, pero

la coacción, la obligación de prestar el servicio es inconstitucional;

seguramente si se promueve un amparo en este sentido resultaría

no sólo procedente sino fundado.

Lo que sucede es que en estos asuntos la gente en realidad no

pide amparo ni tiene interés ni entiende cuál es el problema (lamen-

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255Curso de Derecho Constitucional

tablemente). Pero técnicamente hablando sí es inconstitucional obli-

gar a prestar cualquier servicio; aun los servicios que son obligato-

rios, no todos son gratuitos, es decir, aunque se puede obligar a la

prestación de un servicio, éste debe ser remunerado. Solamente en

los casos que marca la ley, que son los electorales y censales, esos sí

son obligatorios y gratuitos, pero todos los demás, pese a ser obliga-

torios, deben ser remunerados. Razón de más hay en un trabajo social

como éste (él que no es obligatorio profesionalmente) de hecho lo

hacen obligatorio, pero constitucionalmente no está entre los servi-

cios obligatorios y si además no hay remuneración es doblemente

inconstitucional.

Es frecuente que el Estado justifique sus actos diciendo que está

buscando fines de alto interés social, cosa que nadie le critica en sí

mismo, lo malo es que se vale de medios que no resultan constitu-

cionales; eso para los juzgadores es un conflicto constante porque

el Estado (voy a usar la palabra presión pero no en sentido peyora-

tivo) trata de influir en el Juez diciéndole: entiende que yo busco

un beneficio social y tú por un tecnicismo concedes el amparo;

pues ocurre que estás causando un grave daño por un mero tecni-

cismo. Entonces es importante que el Juez indique y sepa calcular

todos los detalles y adoptar una posición determinada frente a los

problemas; hay casos extraordinarios, no que pasen todos los días,

pero llega a pasar que realmente se ve que hay un interés público

extraordinario en una medida en que el Juez, no por consigna ni

mucho menos, llega un momento en que le dice al particular: “lo

siento mucho, pero aunque tengas la razón no te la puedo dar porque

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256 Carlos de Silva Nava

causaría un daño tremendo”. Claro que esto pasa una vez cada

cincuenta años, lo malo es cuando el Juez piensa que todos los asun-

tos son de esa naturaleza.

El Juez debe tener una sensibilidad no solamente jurídica, sino

una sensibilidad en todos los aspectos; debe tener conocimientos

en materia de economía, de política, en muchas materias. Por ejemplo,

hablando del juicio de amparo, uno de los problemas más difíciles

para el Juez es decidir, para efectos de la resolución sobre suspen-

sión, calificar los conceptos de orden público y de interés social,

que además son conceptos muy escurridizos, muy difíciles no sólo de

definir, sino saber cuándo se afecta o no al orden público o al interés

social, cuál es la magnitud del daño que podría causarse a la socie-

dad, y para tener un criterio correcto no basta conocer la Ley de

Amparo, hay que comprender las condiciones económicas del país,

sus problemas políticos, los problemas sociales, para poder determi-

nar si se está afectando al orden público o al interés social.

Entonces se requiere además del desarrollo de los conocimientos

jurídicos el desarrollo de una sensibilidad, y lo digo en el buen sen-

tido de la palabra, una sensibilidad política que le permita mante-

nerse en un punto de equilibrio, porque tan malo es que conceda

todas las suspensiones, como malo que las niegue todas; buen Juez

no es el que niega todo o concede todo, el buen Juez es el que

niega lo que hay que negar y concede lo que hay que conceder y,

repito, esto requiere mucha sensibilidad en todos esos aspectos.

Esta es la parte más difícil para el Juez, porque podrá haber sentencias

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257Curso de Derecho Constitucional

técnicamente muy difíciles, pero cuando se vuelve un Juez, cuando

menos en amparo, es en el incidente de suspensión. Además es la

labor más trascendente porque la sentencia de amparo, buena o

mala, no surte efectos hasta que no causa estado, es confirmada,

revocada o modificada, y la suspensión surte efectos de inmediato,

y si es una mala suspensión puede causar daños irreparables, puede

causar daños sociales, es decir, el buen Juez se revela en la sus-

pensión, lo más complicado, lo más difícil.

Tocando un tópico relativo al tema de la información, no puede

considerarse derecho de información un derecho que no existe,

esto es, el derecho de echar a perder los billetes de circulación e inter-

cambio comercial para darles un uso diverso a aquél al que están

destinados, porque se supone que el derecho a la información está

garantizado en la medida en que se haga uso legítimo de él, no

cuando se ejerza contra derecho. Sabemos que los motivos tanto

de los partidos políticos como del Estado fueron, de unos, aprove-

charse de los bienes estatales, y de otros, decir que si se aprovechaban

políticamente de esos recursos se iban a limitar sus reservas. Ese

fue el problema, pero no creo que se pueda relacionar con el derecho

de información.

Me parece que sería improcedente el amparo, no contra el banco

porque no es autoridad, sino contra las disposiciones que en materia

monetaria se han dado por instancias oficiales. Si la orden salió

del Banco de México es una autoridad de hecho, porque está regu-

lando problemas de circulación monetaria, no está regulando cual-

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258 Carlos de Silva Nava

quier contrato bancario, depósitos, etcétera, que es lo normal si está

tomando decisiones que afectan la circulación monetaria, y en ese

sentido creo que sí puede entenderse que tiene carácter de autori-

dad. Es un punto interesante para meditar, pero en principio, sin

pensarlo mucho, me inclino a pensar en la improcedencia del amparo;

quizás pensándolo más pudiéramos cambiar de criterio.

OTROS ASPECTOS DEL DERECHO DE PETICIÓN (ART. 8O.)

El artículo 8o. constitucional se refiere al derecho de petición, el

cual deberá ser respetado por los funcionarios y empleados públicos,

siempre que, como ya expresamos, esa petición se manifieste por

escrito, de manera pacífica y respetuosa. La obligación por parte

del Estado —que es en lo que consiste propiamente la garantía—, es

la de que a toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autori-

dad a quien se haya dirigido, la cual tiene la obligación de hacerlo

conocer en breve término al peticionario. Sobre los comentarios refe-

rentes al problema del breve término, ya decíamos que aunque se

ha tratado de encontrar normas o principios que pueden definir lo

que es el concepto, en realidad no se ha logrado a través de la juris-

prudencia una uniformidad sobre dicha noción. Comentábamos

que lo que de hecho están manejando los Jueces de Distrito es aten-

der a la naturaleza del caso, tipo de petición, tipo de autoridad y

tipo de problema planteado, etcétera, para definir si se produjo

o no alguna violación al artículo 8o. constitucional.

También comentamos ese término para efectos del juicio de

amparo: si se estima excesivo, debe tenerse como punto de referencia

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259Curso de Derecho Constitucional

o punto final del término la presentación de la demanda, no el

dictado de la sentencia. Si cuando se presentó la demanda no había

transcurrido un término prudente, aunque la sentencia se dicte un

año después, se puede decir que hubo violación. La hay porque se

está cambiando la litis, ya hay bases jurídicas para estimar que se pro-

dujo la violación porque cuando se hizo el planteamiento, cuando

se formó la litis del juicio, todavía no se producía la violación. Tam-

poco es correcto que cuando se pide amparo por violación al artículo

8o. al rendir su informe la autoridad da ciertas ideas sobre la peti-

ción y dice: “ya le contesté a través del informe”. Esto haría nugatorio

el juicio de amparo, ese conocimiento que tiene el quejoso de la

posición de la autoridad a través de un informe justificado no tiene

trascendencia, si al dictar sentencia en ese sentido suple la existencia

de la violación y esto obedece a lo siguiente: la obligación de la auto-

ridad tiene dos aspectos: el primero es el de contestar pero el segun-

do es el de dar a conocer; hay ocasiones en que la autoridad sí ha

producido un acto, pero no lo ha dado a conocer al particular, es

decir, no hay violación total de la garantía. Podemos decir que la

garantía, valga la expresión y entiendan en qué sentido lo digo, “está

medio violada”, porque si existe la contestación simplemente falta el

requisito formal de la comunicación por una vía adecuada. Entonces

dice la autoridad: es cierto que no lo he notificado, pero seguro

cuando el interesado lea este informe se va a dar cuenta.

Algunas formas de la notificación

Sería dejar sin materia el juicio de amparo si entendemos que a

través del informe puede hacerse la notificación; no, debe hacerse

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260 Carlos de Silva Nava

por los procedimientos idóneos, según la ley que rige a la autoridad

y el juicio de amparo tiene por objeto detectar violaciones de garan-

tías, no servir a las autoridades de medio de comunicación, ni medio

para subsanar las omisiones, las irregularidades de las autoridades.

La notificación por correo está permitida por las leyes, incluso la

propia ley de vías generales de comunicación prevé la notificación

por correo. Lo que pasa es que se establecen tales requisitos que en

la práctica nunca se reúnen, y en esa medida la mayoría, no digo

todas, la mayoría de las notificaciones por correo resultan ser nulas,

pero no porque no estén permitidas, sino porque no reúnen deter-

minados requisitos. Me estoy refiriendo concretamente al correo

certificado, que es el que da certeza de la recepción porque no basta

poner una carta en el correo, hay que cerciorarse de que ésta llegó

a su domicilio, en qué época y en qué fecha, para que sirva de base a

la solución de un problema jurídico.

El correo certificado es una forma de notificación, pero según

la Ley de Vías Generales de Comunicación, le establece al cartero

casi los mismos requisitos que a un actuario notificador para hacer

una notificación, y si los actuarios hacen mal las notificaciones (y

si hay alguno presente no se dé por ofendido), imagínense los pobres

carteros qué van a hacer: deben cerciorarse de si es efectivamente

el representante legal de la empresa, tomar el nombre de quien reci-

be la notificación, si no está, volver al día siguiente; en fin, hagan

de cuenta que se trata de una notificación por medio de un actuario

judicial, y la verdad si el cartero dice que trae una carta, la reciben,

se le sella, y luego quién le recibió la carta, pues ¿quién sabe? no

sabemos si era el apoderado, el representante legal, entonces, con

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261Curso de Derecho Constitucional

mucha frecuencia se produce esa nulidad. Repito, para fines prácti-

cos, porque en teoría sí es factible la notificación por correo y está

prevista en la ley.

Este no es requisito sólo para los juzgados, está establecido en

la Ley de Vías Generales de Comunicación, al reglamentar una vía

de comunicación que es por correo, o sea que es una ley aplicable

no sólo en materia judicial, sino en todas las materias. Debe haber

constancia de la información y el medio sobre el cual se informó;

ahí la autoridad diría: debía haber sabido, debí haber leído el perió-

dico, no debe haber un sistema de comunicación definido.

Como el derecho de petición no es tan formalista como puede

ser un procedimiento judicial, quizá sea exagerado exigir demasiados

requisitos de tipo formal, pero sí para que el Juez esté en aptitud

de negar el amparo por no haberse producido la violación, pues

sí debe tener indicios serios de que normalmente no existe la convic-

ción de que tuvo conocimiento. Es una cosa que nunca se ha enten-

dido de las autoridades. Se pide amparo por violación al derecho

de petición, rinden informes justificados, rinden informes previos,

interponen recursos de revisión y, mejor, por qué no en lugar de

todo eso contestan la petición; por qué no en lugar de todo eso con-

testan al interesado; por qué todavía el Juez dice: no la he contestado

o si la he contestado… ¡pero no le has notificado! En vez de decirle,

bueno, ahí está su domicilio, le voy a mandar una carta, van al

recurso de revisión. En mi concepto es una pérdida de tiempo por-

que después de todo también al Poder Judicial le quitan el tiempo

(no porque sean difíciles las sentencias porque son sentencias que

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262 Carlos de Silva Nava

se hacen de machote); pero se requiere tiempo, papel y uso de emplea-

dos. Cuando menos leer el expediente lleva tiempo, por sencillo

que éste parezca, de todos modos no se trata de establecer rigorismos

extremos. Claro que hay otros problemas jurídicos como son los

estrictamente procesales, que si requieren de mayor celeridad, de

mayores formalismos, a veces hasta solemnidades, pero sí cuando

menos una posición normal, lógica, de que tuvo conocimiento el par-

ticular, conocimiento que como ya vimos debe ser por escrito; no

basta con que diga “yo lo platiqué o le hablé por teléfono”, sino

que debe ser por escrito, debe haber una constancia fidedigna de

acuerdo a las formalidades de que sí llegó el escrito a manos del

peticionario.

La figura ficta: negativa y positiva

La negativa ficta en mi concepto resulta inconstitucional y también la

positiva ficta. Hay veces en que dicen que la falta de contestación

implica la negativa, hay veces en que implica la positiva, se entiende

acordada en sentido favorable la decisión, por ejemplo: en materia

de precios hay algo de positiva ficta cuando se solicitan modifica-

ciones de los precios controlados de determinados artículos. Si no

se contesta en un término determinado, se entiende aceptada la

solicitud del particular, esto resulta muy práctico porque ahorra

mucho trabajo a la autoridad y diciendo: no te contesté, no tuve

tiempo, lo que sea, pero date por contestado en este sentido; eso es

desde un punto de vista inconstitucional, no solamente por ser

violatoria del artículo 8o. que no permite que la petición quede

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263Curso de Derecho Constitucional

sin contestación, sino además es violatoria del artículo 16 porque

la negativa ficta nunca podrá estar fundada y motivada, y es obliga-

ción, según el 16, que todo acto de autoridad se produzca por escrito

y en ese escrito se funde y motive la causa legal del procedimien-

to. Y es claro que tanto la positiva ficta como la negativa ficta no

están por escrito, ni contienen los motivos o fundamentos del su-

puesto acto. Repito, independientemente de que es una institución

práctica, que funciona de hecho en la práctica, resulta inconstitu-

cional; pero qué es lo que pasa en la práctica, por qué nunca se

presentan amparos contra la negativa ficta, por una razón obvia:

cuando van a demandar la negativa ficta ante el Tribunal Fiscal, en

ese momento se están sometiendo y están consintiendo la ley; si ya

demandaron la nulidad de la negativa ficta, ya no pueden pedir la

inconstitucionalidad de la ley porque ya se sometieron a ella.

Por eso en la práctica no verán ninguna tesis que hable sobre la

inconstitucionalidad de la negativa ficta, porque materialmente es

imposible llegar a una sentencia de inconstitucionalidad, porque

si no acuden al Tribunal Fiscal a demandar la negativa ficta, no hay

acto de aplicación de la ley, no hay acto que permita impugnar la

ley. Ahora, si van al tribunal a decir que hay negativa ficta se están

sometiendo a la ley y entonces ya no pueden atacarla, que es en

realidad lo que pasa, pero precisamente como esa inconstitucionali-

dad, aun cuando haya sido declarada de manera expresa, debemos

entender que el particular puede, si le conviene, acogerse a la nega-

tiva ficta, si no, puede obligar a la autoridad, a través de un juicio

de amparo por violación al art. 8o. a que le dé una contestación

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264 Carlos de Silva Nava

positiva; la autoridad dirá “date por contestado en sentido negativo”

— Yo no vengo a reclamar la aplicación del Código Fiscal, vengo a

reclamar la violación al artículo 8o. y tú estás obligado a contestar.

Entonces tendrá que darle una respuesta fundada y motivada, o

sea que el particular puede optar por obligar a la autoridad a darle

una contestación o bien irse al procedimiento de negativa ficta,

según lo que le parezca más adecuado y conveniente. Desde el punto

de vista de la teoría procesal fiscal, se ha entendido que la con-

testación a la demanda, que es donde se dan los argumentos para

contestar la negativa ficta, equivale a la resolución, pero esto desde el

punto de vista procesal tiene una explicación. No puede analizarse

la validez, la nulidad o la constitucionalidad de un acto que no se ha

producido en el momento en que se presente la demanda, es decir,

esto no purga el vicio de inconstitucionalidad, lo que pasa, insis-

to, es que como en la práctica esto funciona, pues les parece lo más

normal a los litigantes, ya que acudir a los tribunales a demandar

la negativa ficta a veces resulta con mejores resultados que si fueran al

juicio de amparo por violación al 8o. porque si alegan simplemente

violación a éste, la autoridad les contesta como quiera; entonces

pierden seis meses o un año que duró la tramitación del juicio para

que les contestara, y ya conocida la contestación tienen que pro-

mover un segundo juicio contra los motivos y fundamentos expresos

y a veces por razón de tiempo; no digo por razones jurídicas sino

por razones prácticas no les resulta conveniente, y prefieren ir a la

negativa ficta en vez de la violación del 8º. Pero insisto, son moti-

vos prácticos que no eximen del vicio de inconstitucionalidad a la

ley en la materia. Por otra parte, éste es un problema de estrategia

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265Curso de Derecho Constitucional

procesal, no siempre basta tener derechos sino basta saber cómo

hacer ciertos planteamientos y tomar ciertas posiciones para obtener

un mayor éxito en gestiones judiciales.

En la jurisprudencia, discutible o no, se ha establecido la nega-

tiva ficta, es decir, que la contestación a la demanda de nulidad por

este concepto sólo podrá referirse al fondo del asunto, no se podrá

alegar cuestiones procesales. Por ejemplo, se interpone recurso en

materia fiscal. La autoridad no resuelve el recurso, se promueve la

negativa ficta, la jurisprudencia dice: la contestación de la demanda

debe versar sobre el fondo del recurso, no puede alegar la autoridad

que el recurso era improcedente, que era extemporáneo, porque no

estaba legitimado el promovente; entonces, por el estilo dice: debe

resolverse el fondo de la controversia, la negativa ficta se entiende res-

pecto de la petición del fondo de la petición, no respecto de aspectos

meramente procesales. Podrá ser discutible ese criterio, pero es el

que ha prevalecido y, si mal no recuerdo, existe jurisprudencia sobre

el particular. Insisto por motivos prácticos: si un litigante tiene temor

de que le declaren improcedente su recurso, mal haría en obligar a

la autoridad a que le conteste porque en esa contestación sí le puede

desechar el recurso. Entonces por motivo de estrategia, en vez de obli-

gar a la autoridad a contestar la lleva a la negativa ficta y la autoridad

ya no tiene la oportunidad de desechar el recurso. Es este tema el

que hace discutible la tesis, dice: bueno, por qué tengo que contes-

tarle una cosa y no lo que yo quiero, si yo le iba a contestar por el

recurso de improcedencia. Pero insisto, mal que bien discutible o

no, así está el criterio jurisprudencial; también por eso, indepen-

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266 Carlos de Silva Nava

dientemente de que resulte o no constitucional el precepto y el pro-

cedimiento, sí resulta conveniente desde el punto de vista de estrategia

procesal acudir a la negativa ficta, y por eso no se ha encontrado

ninguna tesis que analice esta figura, porque es prácticamente

imposible.

La positiva ficta resulta igualmente inconstitucional para aquél

al que le dan la razón, aun cuando no esté fundada y motivada,

pero si se afectaran derechos de un tercero a través de la positiva

ficta, entiendo que éste tiene la opción de acudir al amparo, incluso

reclamando la inconstitucionalidad de la ley, ya que se produce la

negativa. Creo que el tercero si podrá acudir a reclamar la inconsti-

tucionalidad de la ley en el caso de la positiva ficta. Pero en realidad

son tan raros los casos de positiva ficta y no sólo raros, sino que

generalmente no se presentan en más contenciosos, o sea que no

hay un tercero afectado, y eso también motiva que en la práctica

no se planteen esos casos.

Eventualmente puede presentarse, por ejemplo, que yo haga

una solicitud en materia turística, y que esté afectando a una conce-

sión anterior. Pido una autorización que ya está concedida a otro

particular; la autoridad me contesta, se entiende concedida a mí

por positiva ficta, y el otro dice: no se la podías conceder ni por posi-

tiva ficta ni por ninguna otra, porque el titular de la concesión soy

yo. Puede darse el caso, pero estamos conjeturando; en la práctica

es poco frecuente, es decir, puede darse en teoría.

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267

Las libertades del artículo 24

Artículo 24:

Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le

agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto

respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados

por la ley.

Todo acto religioso de culto público deberá celebrarse precisa-

mente dentro de los templos, los cuales estarán siempre bajo la vigi-

lancia de la autoridad; se establecen dos tipos de libertades, la

primera es la libertad de creencias en materia religiosa y la segunda

se refiere además de la creencia en sí misma, a la práctica de un

culto determinado.

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268 Carlos de Silva Nava

En cuanto al primer aspecto, a la libertad de creencias, la Cons-

titución no establece ninguna limitación. Las limitaciones se esta-

blecen en el segundo aspecto, en lo que se refiere a la libertad de

cultos, ya que queda prohibido el culto público a no ser que se pro-

duzcan dentro de los lugares idóneos para ello, como son los templos;

además del culto en el domicilio, claro que está permitido, pero

aun así existe una posible limitación, que consiste en que a través

de la práctica del culto se produzcan actos que constituyan delitos

o faltas penados por la ley. Por ejemplo, sería absurdo dar una liber-

tad de culto a una religión que permitiera los sacrificios huma-

nos, o que incurriera en un delito penado por la ley. Éste, como

otros artículos, que establecen algunas limitaciones en materia de culto

religioso, de cuestiones clericales, educativas, etcétera, se discuten

y se seguirán discutiendo, pues obedecen a problemas que de hecho

permanecen en la Constitución, al igual que otros preceptos, como

es el caso del tercero constitucional. El Estado no ha sido muy

rigorista en la aplicación de estas limitaciones y en la medida en

que no ha sido demasiado riguroso las cosas han ido marchando

sin mayor problema.

En el artículo 16 constitucional se incluyó otra garantía de

libertad que no es que sea nueva sino que con motivo de que en los

artículos 25 y 26 de la Constitución se establecen nuevos precep-

tos relativos a la rectoría económica del Estado, las garantías que

contenían estos preceptos pasaron a formar parte del artículo 16.

No son nuevos en contenido, el contenido es idéntico, la única

novedad es que están ubicados en un numeral distinto. El párrafo

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269Curso de Derecho Constitucional

tercero del 16. dice: “La correspondencia que bajo cubierta circule

por las estafetas estará libre de todo registro y su violación, será

penada por la ley”.

Se establece aquí la libertad de correspondencia, en concreto

no se establece ninguna restricción o posibilidad de limitación a la

garantía; no está sujeta a problemas de interés social, de moral, de

orden público, como algunas otras que consideran la posibilidad

de alguna limitación por esos motivos. Esa garantía es absoluta: el

correo es inviolable, y no sólo se establece la inviolabilidad de

la correspondencia, sino que de manera obligatoria establece que

será penada por la ley, es decir, se establecerá como delito cualquier

violación al sistema de correspondencia. Si no se admite la posibili-

dad de alguna restricción no habrá nada que justifique la violación

de la correspondencia, que sabemos en algunos casos se produce,

por ejemplo, en los centros penitenciarios, donde es muy frecuente

que se vigile la correspondencia de los presos. Con muy buena volun-

tad podrán alegarse motivos de seguridad dentro del penal, como

evitar la posibilidad de evasión; esas son muy buenas intenciones,

lo cierto es que el precepto constitucional no autoriza en ningún

caso la violación a la correspondencia, entonces, ese tipo de viola-

ción sí resulta, valga la redundancia, conculcatorio de esta garantía.

Vamos a entrar al estudio de las llamadas garantías de seguridad

jurídica, por las que nos hemos dado cuenta que el Estado se obliga,

se compromete frente a los particulares a respetar una esfera mínima

de derechos. Pero también existen situaciones en que por motivos

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270 Carlos de Silva Nava

permisibles es factible que el Estado interfiera en el ejercicio de

derechos, y aún los limite. Es necesario establecer no sólo las garan-

tías de igualdad o las garantías de libertad, sino precisar los requisi-

tos de fondo o de forma que debe cumplir el Estado para que no

resulte afectada la esfera jurídica de los gobernados, que esto no impli-

que violación de garantías, porque no basta declarar que hay una

esfera prohibida al Estado y otra esfera donde el Estado puede inter-

venir en las cuestiones particulares. El particular debe estar consciente

que en cierto momento el Estado puede afectar su estatus jurídico,

pero por razones de seguridad esta afectación del estatuto jurídico

del particular debe ser previsible; el particular en uso de su libertad

puede o no actuar en determinado sentido, pero debe estar consciente

de las posibles consecuencias de sus actos, para que así pueda co-

nocer con mayor precisión los alcances o consecuencias de su con-

ducta y determinar si es útil o conveniente la realización de un acto

determinado.

Por ejemplo, si no estoy consciente de un mínimo respeto a la

propiedad privada no voy a invertir todo mi dinero en una propie-

dad que podrá ser afectada en cualquier momento sin cumplir ningún

requisito, simplemente obedeciendo a la voluntad del Estado.

Si tengo dudas de que se va a respetar mi libertad de trabajo, si no

se van a respetar los frutos de mi trabajo, lo más probable es que

no me den muchas ganas de trabajar. Para el Estado es importante

garantizar esta seguridad jurídica, podrá venir una apatía, una falta

de realización de determinadas actividades, que traiga como con-

secuencia la desconfianza y crisis de tipo social, económica, etcétera,

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271Curso de Derecho Constitucional

es decir, para el particular es muy importante que esté garantizada

su seguridad jurídica, pero también es importante para el Estado

la garantía de esa seguridad.

Lamentablemente en situaciones como las que vivimos todo

mundo parece estar de acuerdo en que una de las causas de los

problemas es precisamente la falta de credibilidad y esa falta no es

otra cosa que ausencia de garantías de seguridad jurídica para que

los gobernados puedan prever de manera adecuada sus actuaciones

de cualquier tipo. Pero en el ejemplo de actuaciones de naturaleza

económica que hemos comentado no quiere decir que al particular

no le puedan fallar sus previsiones, independientemente de que la

seguridad jurídica esté perfectamente organizada. Simplemente deci-

mos que debe haber un promedio aceptable en seguridad, tampoco

el Estado es adivino ni puede prever todo lo que va a pasar; pero el

Estado sí debe cumplir un mínimo de requisitos y formalidades.

Traducido al idioma común, diríamos que el sistema de seguri-

dad social consiste en una especie de saber a qué atenerse. Cuando

el particular sabe a qué atenerse frente a la actividad o la posible

intervención de la autoridad está frente a un sistema de seguridad

jurídica; el particular sabe que puede ser privado de sus derechos,

pero también sabe que para ello es necesario seguir un juicio ante

tribunales previamente establecidos, que se cumplan determinadas

formalidades del procedimiento; sabe que podrá ser sancionado

por la comisión de un delito, pero también que esto supone la reali-

zación del cumplimiento de ciertas formalidades, como averigua-

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272 Carlos de Silva Nava

ciones de etapas procesales; que en ese procedimiento se establecen

recursos, medios de defensa, etcétera. El problema no reside en que

sea posible que el Estado afecte al particular, sino que el particu-

lar sepa a qué atenerse; si el Estado le dice al particular que cierta

actividad implica un delito y a pesar de ello se insiste en su reali-

zación, pues no debe extrañar al particular que resulte sancionado.

Pero si al particular no se le explica que algo es delito y después se le

sanciona, entonces sí hay una afectación al interés jurídico, y es

una de las causas de la teoría penal de porqué los delitos deben estar

tipificados y porqué las conductas deben corresponder exactamente

a dichos tipos para que puedan estimarse como delictivas.

Temas como el de la tipicidad de los delitos están íntimamente

relacionados con los sistemas de seguridad jurídica. Yo sé que si mi

conducta no está tipificada penalmente nunca podré ser sancio-

nado, pues sería violatorio de las garantías de seguridad jurídica.

Hay que recordar que antes de entrar al tema, cuando hablamos

de constitucionalidad de determinados actos o leyes, no era sufi-

ciente con que no parecieran inoportunos, absurdos, pocos prácti-

cos, etcétera, sino que debía acreditarse la oposición entre la ley o

el acto de que se trate respecto de algún precepto constitucional.

Desde un punto de vista práctico considero que no es prudente el

cambio constante de las leyes, ni en materia fiscal ni en ninguna

otra materia, estoy de acuerdo en que las leyes deben ser reformadas

en la medida en que la sociedad evoluciona y plantea nuevos proble-mas, porque la Constitución no establece la periodicidad con que

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273Curso de Derecho Constitucional

las leyes pueden o no cambiarse. No es prudente tanto cambio,

porque no por el hecho de que haya cambios podemos sostener

con un criterio estrictamente técnico que resulta inconstitucional

por ser violatorio de garantías individuales.

Examinaremos el artículo 14, que juntamente con el 16, presen-

tan más problemas de aplicación y de interpretación. Casi todos

los juicios de amparo, para decir que todos, independientemente de

que se señalen otros artículos o alguna otra garantía violada, todos

ellos contienen violaciones de los artículos 14 y 16. Ya casi es una

cuestión de machote invocar estos preceptos en la demanda de

amparo; tanto desde el punto de vista práctico hay que verlos con

todo detenimiento, porque insisto, de hecho son los que más pro-

blemas plantean cotidianamente. Vamos a dar una lectura total al

artículo 14 para después pasar a su análisis párrafo por párrafo,

porque incluso en el precepto se contienen diversas garantías:

— A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona

alguna.

— Nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propie-

dades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los

tribunales previamente establecidos en que se cumplan las forma-

lidades esenciales del procedimiento, conforme a las leyes expedidas

con anterioridad al hecho.

— En los juicios del orden criminal, queda prohibido imponer

por simple analogía y aun por mayoría de razón, pena alguna que

no esté decretada por una ley exactamente aplicable al delito de

que se trata.

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274 Carlos de Silva Nava

— En los juicios del orden civil la sentencia deberá ser conforme a la

letra o a la interpretación jurídica de la ley, a falta de ésta, se fundará

en los principios generales del derecho.

Como ven, se están estableciendo cuatro tipos de garantías,

todas ellas de seguridad jurídica: la primera es la de no aplicación

retroactiva de la ley; la segunda, la protección de los derechos contra

la privación de derechos o sometiéndolos a un procedimiento donde

se cumplan determinadas formalidades; después garantías especí-

ficas para los juicios criminales y, por último, garantías específicas

sobre la aplicación de la ley en los juicios civiles.

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L ibro Tercero

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277

Las expectativas de modificación de la ley

La primera garantía que establece el artículo 14 consti-

tucional es la no aplicación retroactiva de la ley. En primer

lugar debemos decir que en materia de aplicación retroactiva

podemos distinguir dos aspectos: leyes que en sí mismas son retroac-

tivas porque contienen preceptos que están afectando situaciones

pasadas, y leyes que no son en sí mismas retroactivas, pero que por

una incorrecta aplicación vienen a afectar situaciones que se produ-

jeron con anterioridad a la vigencia de esa ley, o sea, hay que distin-

guir la ley que es retroactiva en sí misma de la que sólo lo es por su

aplicación. En el primer caso estaremos frente a un tema de constitu-

cionalidad de leyes cuya defensa será el amparo contra la ley, en el

segundo, estaremos en presencia de un aspecto de mera legalidad y

el amparo solamente procederá contra la indebida aplicación de la

ley, dado que esta aplicación resulta retroactiva.

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278 Carlos de Silva Nava

Este tema de la aplicación retroactiva de la ley suena a veces

muy sencillo y a veces es uno de los aspectos más difíciles de la

teoría jurídica; plantea muchas dificultades no solamente en las

definiciones doctrinarias sino en la aplicación práctica de los proble-

mas relativos. Aparentemente el problema se reduce, y conste que

digo aparentemente, a que las leyes empiezan su vigencia en una

fecha determinada ya sea porque así lo disponga el propio legislador

o porque operen las disposiciones generales en materia de vigencia

de una ley que en nuestro caso están contenidas en el Código Civil.

Decíamos que la ley empieza a regir o a ser vigente en una

fecha determinada y termina su vigencia cuando es abrogada o en

su caso derogada, pero esta declaración que suena tan lógica es una

mera apariencia, porque en la práctica jurídica no opera ni puede

operar así; de hecho, las leyes pueden aplicarse a casos anteriores a

su vigencia sin que por ello resulten retroactivas y además aunque

estén abrogadas o derogadas continúan teniendo vigencia por-

que siguen rigiendo todos los hechos o actos jurídicos que se produ-

jeron durante su vigencia. No es exacto que la ley abrogada o derogada

se acabe y haya que mandarla a la basura o meterla al archivero,

ponerle llave y no volverla a sacar, porque cada vez que se suscite

un problema relacionado con las situaciones jurídicas que se dieron

en el momento en que esa ley se aplicaba, en ese momento hay que

sacar la ley del archivero y seguirla aplicando en fechas posteriores;

o sea que uno de los primeros problemas es aprender que la vigencia

de la ley ni empieza el día en que se declara y entra en vigor ni

termina en que ésta es abrogada o derogada o modificada. Se supone

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279Curso de Derecho Constitucional

que esto es lo que dice la doctrina jurídica, podemos, en casos concre-

tos estar en desacuerdo, pero en términos generales se supone que

la modificación de las leyes obedece a la necesidad de perfeccionarlas

o bien de adaptarlas a nuevas situaciones que no habían sido pre-

vistas por la legislación anterior. Desde un punto de vista doctrina-

rio sería absurdo pensar que se permite la reforma de la ley para

que esto implique un retroceso jurídico o una regulación más defi-

ciente que la que ya existía; por error humano no negamos la posibi-

lidad de que exista este fenómeno, pero debemos aceptar como

regla general que la modificación de las leyes obedece a necesidades

sociales y al perfeccionamiento del sistema del orden jurídico.

Si el automóvil es una extensión del domicilio y si para revisar

o esculcar un automóvil se requiere orden de cateo, debe aclararse

que en realidad no existe base jurídica alguna para estimar que el auto-

móvil sea tal cosa. El automóvil no corresponde a ninguna de las

definiciones que de domicilio se han dado en leyes relativas, salvo

que se tratara de un trailer donde materialmente viviera la persona,

pues el concepto normal de vehículo que tenemos no tiene ningu-

na correspondencia con el concepto de domicilio, ya que no es ni el

lugar donde normalmente se habita ni lugar de la residencia prin-

cipal de los negocios de la persona ni puede entenderse que sea el

domicilio convencional para determinados efectos legales, como

pudiera ser el de oír notificaciones. Pero esto no quiere decir que

el automóvil no esté protegido, no por el hecho de ser domicilio,

sino porque es una posesión y según el artículo 16 quien vive

en un vehículo puede entenderse que es su domicilio, pero sería

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280 Carlos de Silva Nava

un caso excepcional. El problema de esta garantía es el aspecto que

estamos tratando, la inmediatez de la violación. Volvemos a lo mismo

cuando se produce la violación, pues es difícil encontrar medios

de defensa que operen de inmediato; por ejemplo, se dan casos de

retenes, ya sea policíacos, del ejército o de otras instituciones que

en carretera o en determinados puntos de ciertas ciudades realizan

inspecciones de vehículos, entre otras finalidades con motivo de

encontrar armas; independientemente de que la intención sea buena,

lo cierto es que sí implica una violación al artículo porque está

afectando las posesiones sin orden escrita de autoridad competente.

El problema es que cuando uno enfrenta la situación ante un pelotón

armado no le puede decir "ahorita vengo, voy a pedir amparo”; lo

que hace es abrir el automóvil y por mala suerte si trae algo, pues

ya sabe a lo que se atiene, pero una cosa es la situación de hecho y

la dificultad.

SOBRE LA RETROACTIVIDAD DE LA LEY

La ley nueva es mejor que la ley anterior, y es deseable que esa ley

nueva sea aplicable al mayor número posible de casos, aun a situacio-

nes que se produjeron bajo la vigencia de la ley anterior, porque si

la ley nueva es mejor lo deseable es que tenga un mayor campo de

aplicación que la ley jurídica o técnicamente inferior. Por eso decía-

mos que en ocasiones es deseable que la ley opere sobre el pasado

porque con ello se cumple el perfeccionamiento del sistema jurídico,

como también que una ley siga operando sobre el futuro a pesar de

estar abrogada porque a través de ello se mantiene un principio

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281Curso de Derecho Constitucional

de seguridad jurídica; el problema es determinar cuándo es posible

que la ley opere sobre el pasado y cuándo es factible que siga operando

sobre el futuro sin que se planteen los problemas de retroactividad,

que no son otra cosa que los conflictos de leyes en el tiempo.

Si bien es deseable que la ley nueva se aplique al mayor número

de casos, esto debe tener una limitación. Sobre este tema se han

elaborado muchas doctrinas, existen diversas escuelas, imposible

analizarlas todas, determinando cuándo por motivos de seguridad

jurídica la ley no debe aplicarse al pasado, aun cuando se considere

mejor. Si la aplicación al pasado no afecta la seguridad jurídica

debe aplicarse, al menos doctrinariamente; pero si afecta la seguri-

dad jurídica no debe aplicarse al pasado, o sea, a la inversa, la ley

anterior debe seguir surtiendo efectos a pesar de haber sido abro-

gada, derogada o modificada. Estas teorías han partido de distintas

situaciones, pero como veremos al final, aún con diversa terminolo-

gía parece que en el fondo todos están de acuerdo en cuál es la esfera

que deber ser respetada por una u otra ley, la anterior o la nueva.

LOS DERECHOS ADQUIRIDOS

La teoría clásica nos habla de derechos adquiridos, de expectativas

legales y facultades legales. Derecho adquirido es aquél que dentro

de la vigencia de una ley se obtiene, se hace completo y se incorpora

al patrimonio particular. Quizás actualmente sería más prudente

hablar de estatus jurídico, lo que pasa es que en la época de esa teoría

clásica estaban en boga las teorías patrimonialistas y por eso se

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282 Carlos de Silva Nava

hablaba de ingresar al patrimonio, pero traducido a términos

modernos sería cuando ya forma parte de mi acervo, no sólo patrimo-

nial desde el punto de vista económico sino de mi estatus jurídico

en general, todo tipo de derechos patrimoniales. No estamos ante

un problema de recursos, claro que la aplicación retroactiva no podrá

darse en un caso de recursos. La regla establecida por la doctrina y

por la jurisprudencia es que en materia procesal no se adquieren

derechos, es decir, las leyes procesales son de aplicación inmediata;

claro, esa es la regla general, porque cuando ya se han adquirido

determinados derechos, éstos no pueden ser afectados por la nueva

ley. Se puede aplicar de inmediato la nueva ley procesal sin que

esto implique aplicación retroactiva, porque con el Código de Proce-

dimientos actual, por poner un ejemplo, de obtener el día de maña-

na una sentencia desfavorable, tendría el derecho de apelarla; pero

sucede que estamos diciendo que tengo una expectativa de ley; si

antes de que se produzca la apelación cambian la ley, ya no puedo

apelar, aunque mi proceso haya estado en trámite, cosa más discuti-

ble si ya interpuesta la apelación viene la reforma, pues igual hay

quienes dicen que aun así se puede aplicar retroactivamente.

Como ustedes recordarán, cuando no hay un derecho que haya

entrado a mi patrimonio, a mi estatus jurídico, sino la posibilidad

de que eventualmente adquiera yo algún derecho, por ejemplo, estoy

en condición de heredar a mi padre, pero mientras él no muera no

he adquirido ningún derecho concreto, él podrá hacer el testamento,

podrá cambiarlo, podrán pasar muchas circunstancias, ya tengo la

esperanza de heredarlo, pero no está en mi patrimonio, en mi estatus,

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283Curso de Derecho Constitucional

no es un derecho establecido; esa es una mera expectativa y la facul-

tad legal es la posibilidad de realizar una actuación apoyándome

en una autorización que al respecto la ley contemple. Por ejemplo,

podría tener la facultad legal de establecer una negociación, pero

mientras no lo haga y esa facultad no se ejerza no podemos hablar

de un derecho adquirido. Algunas variantes de la teoría clásica, por

razones prácticas subsumieron los conceptos de facultad legal, y de

expectativa de derecho, porque en el fondo es lo mismo, simple-

mente algo que puede ser pero que no se ha concretado, que no

se ha producido en la realidad.

Bonecasse no emplea la terminología de derechos adquiridos,

expectativas de ley, sino de situaciones jurídicas abstractas y situacio-

nes jurídicas concretas. Normalmente las leyes establecen cuestiones

abstractas, generalmente impersonales, es decir, salvo casos de excep-

ción las llamadas leyes autoaplicativas, pero por regla general la

norma permanece en el campo de lo etéreo, como que no le importa

mucho lo que diga la ley mientras no se enfrente al problema. Esas

son situaciones jurídicas abstractas, pero ya sea por un acto jurídico,

por un hecho jurídico, por una actuación de la autoridad o cualquier

circunstancia, esa ley opera en la práctica y se hace concreta; entonces

deriva un estado, una situación jurídica concreta, con derechos y

obligaciones específicas.

La ley dice que el contrato de compraventa de inmuebles debe

reunir tales o cuales requisitos. A mí, que no estoy celebrando ningún

contrato sobre compraventa de inmuebles, como que me tiene muy

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284 Carlos de Silva Nava

sin cuidado el tipo de requisitos que establezca o no la ley; para mí

es una declaración abstracta que en nada me afecta, pero cuando

tenga que cerrar un contrato, cuando ciertas autoridades me exijan

ciertos requisitos para la operancia o reconocimiento de este con-

trato, para entonces ya se creó una acción concreta y hay un contrato

específico, no la idea abstracta del contrato: mi contrato desde tal

fecha, celebrado con fulano de tal, la situación abstracta se hizo

concreta, dice Bonecasse; la ley no puede cancelar las situaciones

jurídicas concretas, pero sí las situaciones jurídicas abstractas.

Vean ustedes que con distinta terminología nos está diciendo

lo mismo que decía la teoría clásica: cuando un derecho entra en mi

patrimonio es precisamente eso. Como ven, si no nos ponemos muy

rigoristas, independientemente de la terminología hay una coinci-

dencia en las finalidades de estas dos teorías que son las más comen-

tadas, pero que en realidad parten de los mismos supuestos.

BENEFICIO DE LA RETROACTIVIDAD

El límite a la retroactividad es la seguridad jurídica; ¿la seguridad

jurídica de quién? la seguridad jurídica del gobernado; entonces,

¿qué es lo que no se puede afectar por la nueva ley?: los derechos o

situaciones que ya entraron al patrimonio o al estatus jurídico del

gobernado y en lo demás no hay inconveniente constitucional o legal

para que la ley sea aplicada al pasado, pero esa aplicación está prohi-

bida cuando es en perjuicio; cuando es en beneficio no está prohibi-

da, por ejemplo, en materia penal: se ve cuál es la ley más benéfica

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285Curso de Derecho Constitucional

para el reo y se le puede aplicar la anterior o posterior, simplemente

atendiendo al mayor beneficio que pueda darle. En algunas

ocasiones, cuando hay contrapartes, el beneficio a uno será perjuicio

a otro, pero en casos como la materia penal sí es posible la aplicación

retroactiva con la sola condición de que no se produzca un daño

mayor en la aplicación de la nueva ley. También en este caso nos

detendremos a ver algunos aspectos que pudiera plantear la doctri-

na penal.

Como ven ustedes, el problema de la retroactividad solamente

se refiere a las situaciones jurídicas que están en curso o que son

de tracto sucesivo, ese lapso en que deja de tener vigor una ley y

entra en vigor la nueva, porque a lo ya consumado no tiene por

qué aplicarse una ley posterior. Lo que no ha empezado a producirse

tampoco plantea ningún problema, pues se le aplica la ley vigente

en el momento en que se produce la situación jurídica determinada;

el problema está en los actos de transición, cuando existe el proble-

ma de tracto sucesivo. Yo adquiero un bien bajo la vigencia de la ley

anterior, y aunque el contrato se haya cerrado, ese contrato surte

efectos ya que con base en él me estimo propietario desde el día

que adquirí el bien; me sigo estimando propietario por un lapso

indefinido, hasta que por cualquier motivo jurídico pierda la propie-

dad; esas consecuencias de tracto sucesivo son las que hay que vigilar

cuando se produce un cambio de legislación.

La Suprema Corte de Justicia por tradición, que no es desde

luego una cosa obligatoria pero por tradición, ha seguido las teorías

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286 Carlos de Silva Nava

de los derechos adquiridos y expectativas adquiridas. Si ustedes

analizan las tesis, las ejecutorias que se han producido en materia

de retroactividad, en un 99.9% la terminología que se emplea es

la de la teoría de derechos adquiridos y expectativas legales. No es la

más novedosa, hay otras más nuevas, pero eso no es grave y si aten-

demos a que pasa lo mismo con las teorías nuevas que con las de

Bonecasse y los derechos adquiridos, con terminología más compli-

cada se está llegando exactamente a la misma conclusión. Por eso y

además porque nuestra idea es más práctica que doctrinaria, no

vamos a pretender hacer un análisis total de todas las doctrinas,

sobre todo cuando la que opera en la práctica es la de los derechos

adquiridos; simplemente voy a hacer referencia a otra doctrina que

es la de Paul Roubiere, que al menos en México tengo entendido

que ha sido mal interpretada y esas malas interpretaciones no sólo

han trascendido en el aspecto doctrinario.

LAS TESIS DE PAUL ROUBIERE

Nuestros tratadistas hacen críticas en mi concepto muy mal funda-

das contra Roubiere, además de que se ha pretendido orientar ciertos

criterios con base en esa mala interpretación. Quienes más han

insistido en esta teoría son los fiscalistas. Dicen que esta tesis debe

aplicarse quizás a todas las ramas, pero que debe tener una aplica-

ción especial en materia fiscal; incluso hay algunas sentencias del

Tribunal Fiscal de la Federación que por seguir esta interpretación

han resultado en mi concepto violatorias de garantías. La teoría ha

sido acusada de simplista, porque distingue tres tipos de actos para

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287Curso de Derecho Constitucional

efecto de determinar porqué una ley se aplica o no retroactivamente:

actos pretéritos, actos pendientes y actos futuros. Les gustan los latinaz-

gos como a muchos tratadistas y hablan de facta pretérita, facta

futura y facta pendencia; y dicen en la primera parte: en teoría los

actos pretéritos ya están agotados, no hay problemas; los actos futu-

ros no se han producido, no hay problema; el problema está en los

facta pendencia, en el acto pendiente, que es el que está en tracto

de formación y que se sigan produciendo las consecuencias jurídicas.

Entonces dice Roubiere: si ponemos una línea divisoria en la fecha

en que entra en vigor la ley, lo que se realizó antes se rige por la ley

anterior y lo que se realizó después se rige por la ley posterior. Así

vista la doctrina nos parece realmente absurda y criticable, que es

la crítica que le han hecho tratadistas mexicanos y otros, y precisa-

mente por ello les ha gustado a los fiscalistas, porque se ha discutido

hasta qué punto es factible adquirir o no derechos en materia fiscal.

Por ejemplo, de acuerdo con la ley vigente tengo que pagar una tasa

de cincuenta por ciento sobre ciertos ingresos; si el año que entra

la suben al sesenta por ciento no puedo alegar que adquirí el derecho

de por vida a pagar siempre sobre la misma tasa o de acuerdo con

la misma tarifa; las leyes fiscales pueden ir modificando el estatus en

que se diga que la aplicación de esas leyes produce derechos adqui-

ridos. Claro que sobre lo ya pagado o sobre lo ya adeudado no hay

problema, incluso según las ideas de Roubiere serían actos preté-

ritos: a lo que yo gané el año pasado se le aplica la ley del año pasado,

pero a lo que gané este año ¿qué se le va a aplicar, la ley de este año

o la del año pasado? la de este año, dicen, porque tú no adquiriste

derechos conforme a la ley del año pasado, y en materia fiscal no se

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288 Carlos de Silva Nava

adquieren derechos. Eso de que en materia fiscal no se adquieren

derechos sonaba para algunos un poco dogmático y por eso les pare-

ció que el problema se resolvía con la tesis de Roubiere: en materia

fiscal los impuestos que se produjeron el año pasado ya son facta

pretérita, los de este año son facta pendencia, se les va a aplicar la ley

de este año, a y los del año que entra pues no sabemos, esos son

facta futura. ¿Qué es lo que tratan de decir? con toda sencillez, que

en cada año o en cada período fiscal, en cada ejercicio fiscal se apli-

que la ley vigente, si el asunto se produjo hace cinco años se aplicará

la ley vigente hace cinco años, si se produjo el año pasado, se apli-

cará la del año pasado, si es la ley de este año, se aplica la de este

año, y si se produjo o se va a producir el año que entra, pues ya

veremos cuál es la ley que esté vigente. Así visto el asunto, nos parece

muy correcta la tesis y muy correcta su aplicación a la materia fiscal

que plantea problemas distintos a los que pueden plantear otras mate-

rias como la civil o la penal, pero es que los problemas fiscales no

siempre se agotan en un ejercicio fiscal. Por ejemplo, los derechos

de amortización por deducción a veinte años, ¿cuál es la ley que se

va a aplicar en cada uno de esos años? la ley en que se originó el

derecho a la deducción o este derecho a la deducción se va a ir refor-

mando conforme a la ley; quizás anualmente, por un exceso de

gusto reformista, como se planteaba; y entonces a la misma deduc-

ción se le van a aplicar veinte leyes distintas respecto a la misma

amortización y no puede decirse que en derecho fiscal se adquieran

o no se adquieran derechos porque ese ya es un acto que se hizo

concreto.

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289

Otras consideraciones técnicas de Roubiere

L a ley puede volver con el pasado y decíamos que

últimamente ha tenido cierto auge en algunos países la

teoría de Roubiere, que parte de la existencia de hechos pasa-

dos, que están en transcurso o que están pendientes, y hechos futuros,

teoría que muchos tratadistas consideran que es muy simplista, y

en realidad sí lo es, lo que pasa es que no se agotan ahí los

puntos de esta teoría. Su autor quien hace referencia a otro factor

que es indispensable considerar para un correcto entendimiento

de la doctrina: se refiere al hecho constitutivo del derecho, o sea

que sólo debe verse la época en que se produce o se están produ-

ciendo determinados elementos jurídicos; no está refiriéndose a

un factor según el cual hay que determinar el momento en que el

derecho se constituya y en las situaciones en trámite, lo que él llama

facta pendencia; no sólo hay que ver en qué momento se constituye

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290 Carlos de Silva Nava

el derecho, sino qué tipo de leyes son las que plantean el proble-

ma, si son leyes de naturaleza procesal o son leyes que van al fondo

del asunto; cuando sea constitutivo el derecho ya se ha dado el fenóme-

no y no puede haber aplicación retroactiva, cuando el derecho no

se ha constituido entonces sí puede haber aplicación retroactiva.

En la teoría de derechos adquiridos se dice que cuando el derecho

se ha constituido ha entrado al patrimonio o estatus jurídico de la

persona, por lo que ya no debe aplicarse la ley de manera retroactiva,

que entonces el derecho debe ser respetado por las legislaciones

posteriores, y esa distinción que hace entre las leyes procesales o

leyes sustantivas es una distinción que también ha aceptado la teoría

clásica de los derechos adquiridos en cuanto da un tratamiento dis-

tinto a las leyes procesales y como regla general sostiene que en mate-

ria procesal no existen problemas de retroactividad.

CASOS DE APLICACIÓN RETROACTIVA DE LA LEY

El primero que empezó a emplear esta tesis fue precisamente el Tribu-

nal Fiscal de la Federación y con motivo de sus criterios y desde

luego de los casos concretos de la Segunda Sala, hizo un estudio

de distintas teorías; el caso concreto era un caso interesante en la

Ley del Impuesto sobre la Renta de aquella época. Esta ley ha tenido

frecuentes modificaciones pero en esa etapa había una figura que se

llamaba, si mal no recuerdo, los créditos comerciales. Ni soy perito

en contabilidad ni le entiendo mucho al tema, pero lo poco que

puedo captar es que hay ciertas operaciones en algunas empresas

que tienen en libros un valor distinto a la operación real, es decir,

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291Curso de Derecho Constitucional

hay una inconformidad entre aspectos estrictamente contables y

aspectos reales. En el caso concreto una empresa había absorbido

a otra, es decir, compró sus acciones, se adueñó de la otra empresa y

se fusionaron en una sola los valores en libros de ambas. Valían,

por decirles algo, cien pesos las acciones; pero en el mercado va-

lían diez mil pesos, es decir, al comprar las acciones de la empresa

habían costado cien pesos, en eso las adquieren sus accionistas,

pero la empresa adquiriente no las compró en cien pesos, las compró

en una cantidad mayor, y como la contabilidad de la empresa vende-

dora pasó a formar parte de la empresa adquirente o compradora,

resulta que no les checaban sus cuentas, porque según sus libros

habían adquirido un bien por cien pesos, pero habiendo pagado

una cantidad más considerable (a este tipo de diferencias es lo que

se llama, o se llamaba —no sé si todavía exista en la ley— la de los

créditos comerciales), la empresa adquirente estaba a su vez adqui-

riendo las utilidades de la empresa que adquirió. Entonces observen

ustedes el fenómeno al que se enfrentó la empresa: ella en vez de

erogar cien pesos erogó mil pesos, por así decirlo, pero al adqui-

rirla la empresa comprada tuvo una utilidad de novecientos pesos

y la que compró también tuvo una utilidad de novecientos pesos por

acción porque las vendió a sus socios en cien pesos y ahora las ven-

día en novecientos pesos, cantidad que la empresa adquirente tuvo

que pagar en impuesto sobre la renta sobre novecientos pesos de

cada acción. Era una ganancia en libros, pero en realidad no había

ninguna utilidad porque las dos empresas seguían valiendo lo mis-

mo; no había una utilidad real sino una utilidad aparente en libros.

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292 Carlos de Silva Nava

Ahora bien, para nivelar este tipo de discrepancias contables

la Ley del Impuesto de aquella época señalaba que cuando se produ-

cían estos fenómenos se podría amortizar la diferencia en libros a

un plazo de veinte años y por tanto hacer deducciones a razón del

cinco por ciento de la diferencia total durante veinte años; a veces

con amortizar cada año el cinco por ciento durante veinte años que-

daban a mano el fisco y la empresa, ya tenía regularizada, por lo

menos para efectos fiscales, sus contabilidad; no se permitía una

amortización a plazo muy corto porque entonces había problemas

para Hacienda. En todos estos casos las empresas no recibirían un

centavo de utilidades porque todas se irían al pago de amortiza-

ciones, pero lo cierto es que las empresas se acogieron al sistema de

deducciones por amortizaciones: en el primer ejercicio deducían

el equivalente al cinco por ciento de la diferencia contable; en el

segundo el cinco por ciento de las diferencias contables, y al iniciarse

el tercer ejercicio sucede que modifican la Ley del Impuesto Sobre la

Renta disponiendo que quedan prohibidas las deducciones por

amortizaciones en el caso de crédito mercantil o comerciales (no

recuerdo como se llaman). La Secretaría de Hacienda dice: “los dos

años que ya amortizaste no hay problema, porque eso tuvo vigencia

en la ley anterior, pero de aquí en adelante ya no tienes derecho a

amortizar”.

La empresa consideraba que desde que celebraba la operación

había adquirido un derecho para la amortización por el término

de veinte años y que se estaba haciendo una aplicación retroactiva.

Según el criterio del Tribunal Fiscal que, insisto, no es ya una interpre-

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293Curso de Derecho Constitucional

tación adecuada, puntualizó: las amortizaciones pasadas ya realiza-

das se rigen por la ley anterior y es muy correcto, pero como las demás

amortizaciones son hechos futuros y ahí no hay aplicación re-

troactiva, por tanto en materia fiscal no hay derechos adquiridos

independientes.

EL DEBATE SOBRE DERECHOS ADQUIRIDOS

En la Sala Administrativa se presentó un proyecto analizando el

problema desde el punto de vista de los derechos adquiridos que

es lo que tradicionalmente se había venido manejando, y en ese pro-

yecto se llegaba a la conclusión de que el criterio fiscal de que en esta

materia no se adquieren derechos no debe entenderse de manera

absoluta. Por ejemplo, las tesis que integran esa jurisprudencia se

refieren a casos como el de una persona que, estando sujeta a deter-

minada tarifa al año siguiente le cargan o le cambian la tarifa o la

tasa del impuesto y quiere seguir pagando como lo ha venido

haciendo. La Corte le dijo: “no se adquiere un derecho a pagar

siempre el mismo impuesto o el mismo monto, si se cambian las

leyes se cambia la aplicación de las tarifas de la base del impuesto o

bien del objeto del impuesto, o todo se puede cambiar”; no puede

sostenerse que alguien por el hecho de pagar un impuesto en un

ejercicio adquiera el derecho a pagar de por vida siempre la misma

cantidad o siempre sobre las mismas bases legales.

Posteriormente reconsideró la Corte: esta regla general de que

no se adquieren derechos se refiere a temas de otra naturaleza por-

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294 Carlos de Silva Nava

que en materia fiscal sí hay derechos que entran al patrimonio de

los causantes. Además llegó a la conclusión de que en ese caso con-

creto, si la quejosa había adquirido el derecho a una amortización por

veinte años, ese cambio de la ley no impedía que a futuro no se le

permitieran las amortizaciones, pero las que eran consecuencia de

actos jurídicos realizados bajo la vigilancia de una ley en que estaban

permitidos. O sea, esta empresa particular no adquirió el derecho

a amortizar por dos años, que fue en última instancia lo que le per-

mitió Hacienda, adquirió el derecho para amortizar en veinte años

como producto de una sola operación jurídica con una sola conse-

cuencia y regida por una ley; se entiende que en todos sus aspec-

tos, porque si no se estaría dividiendo un acto jurídico que en sí es

indivisible, es una sola operación. En ese proyecto se decía que sí

había derechos adquiridos en materia fiscal. En el caso concreto

la empresa había adquirido el derecho a una amortización distri-

buida en veinte anualidades, y que por tanto había una aplicación

retroactiva de la nueva ley en perjuicio de esa empresa, pero como

estaba en boga la teoría de Roubiere sobre todo en materia fiscal,

en el momento de la discusión alguien opinó que si se aplicaba otra

teoría distinta a la de los derechos adquiridos, que además según

los fiscalistas era la que se adaptaba más a los temas de esta natu-

raleza, lo prudente sería hacer un nuevo estudio, pero con un enfoque

diverso, estudio que como se expresó en ese momento, probable-

mente llevaría a la conclusión de que no había aplicación retroactiva

de la ley.

Se elaboró un segundo proyecto, pero no analizando exclusi-

vamente la teoría de Roubiere, sino partiendo de distintas hipótesis,

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295Curso de Derecho Constitucional

se estudió desde el punto de vista de la teoría de los derechos adqui-

ridos; desde el punto de vista de la teoría de Bonecasse, de las

situaciones jurídicas abstractas y concretas, y se estudió también

desde el enfoque de la teoría de Roubiere. La conclusión del pro-

yecto (que resultó aprobado por unanimidad, incluso por aquellos

que tenían ciertas dudas en la aplicación de las doctrinas) fue que

se aplicara cualquiera de las tres doctrinas. La aplicación era idéntica

porque para efectos de la doctrina de los derechos adquiridos, la

empresa había adquirido un derecho a amortizar; para efectos de

la doctrina de las situaciones jurídicas abstractas y concretas y a la

situación genérica abstracta de la ley, se había concretado el derecho

a través de las operaciones comerciales realizadas por la empresa, y

que en la teoría de Roubiere se estaba en situación de derechos pen-

dientes, de facta pendencia o en transcurso, respecto de los cuales

ya se habían consumado no las consecuencias, pero si el hecho

constitutivo del derecho; en fin, ya se había constituido un dere-

cho a la amortización por un periodo determinado de tiempo, lo

cual demuestra que en la mayoría de las discusiones doctrinas sobre

estos temas todas las explicaciones son meramente terminológicas,

ya que por distintos caminos llegan a la misma conclusión. El proble-

ma no estriba en encontrar una definición terminológica o adecuada

de este tipo de fenómenos; el problema principal es poder definir

en los casos prácticos cuándo se han constituido derechos y cuándo se

está en casos de meras expectativas. En la Constitución la dificul-

tad estriba no en la elaboración de teorías, sino en la aplicación a

los casos prácticos de uno u otro criterio que, en lo general, todos

son coincidentes.

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296 Carlos de Silva Nava

EL ARTÍCULO 14 Y LA RETROACTIVIDAD DE LA LEY

El primer párrafo del artículo 14 expresa de que a ninguna ley podrá

dársele efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna, o sea que

la garantía permite oponerse a la aplicación retroactiva de la ley en la

medida en que ésta cause perjuicio a un gobernado independien-

temente de aspectos doctrinarios. Tal como se encuentra concebida

en la ley, no existe inconveniente en aplicar la ley retroactivamen-

te, pero en beneficio del interesado; podrá o no ser legal o correcto,

pero no resulta violatorio de la garantía. Claro que en los casos en

que hay intereses encontrados la aplicación retroactiva en beneficio

de una de las partes resultará en perjuicio de su contraparte, pero

en los casos en que no hay contraparte, por ejemplo, en una relación

directa entre Estado y particular, no hay impedimento para que se

aplique retroactivamente la ley, pero tampoco hay obligación por

parte de los Estados para aplicarla retroactivamente. Una cosa es

que no se ejerza la garantía cuando no se causa perjuicio y otra que

se tenga el derecho a su aplicación cuando es más favorable; ese

derecho no está contemplado en la Constitución.

Si la autoridad favorece al particular ello deberá darle mucho

gusto, pero si no lo favorece no puede alegar, con apoyo en el artículo

14, que se está violando en su perjuicio una garantía individual.

Claro que puede darse el caso en leyes secundarias que se establezca

la obligación de aplicar retroactivamente una ley cuando resulte en

beneficio del particular, esto acontece en materia penal. Pero obser-

ven que este derecho a la aplicación de la ley más favorable, no se

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297Curso de Derecho Constitucional

encuentra establecido en el artículo 14, está prescrito en el Código

Penal. Si a un reo no le aplican la ley más favorable podrá alegar la

violación del artículo relativo al Código Penal, pero no la violación

del párrafo primero del artículo 14 constitucional porque no le

está dando ningún derecho. Al violarse el Código Penal en la aplica-

ción de la ley se está violando el artículo 16 por indebida fundamen-

tación, pero no el párrafo primero del citado artículo 14.

También pueden plantearse algunas variantes atendiendo a la

naturaleza de las leyes. Las normas de naturaleza procesal tienen tra-

tamientos especiales, aunque en realidad no es que tengan tratamien-

tos especiales, lo que pasa es que al aplicarse los criterios de una

doctrina determinada se puede llegar a distintas conclusiones según

la naturaleza de la ley de que se trate; pero no violadas como caso

de excepción, sino siendo analizadas con las mismas reglas de la

teoría, porque según la doctrina tradicional de derechos adquiridos

las leyes procesales sí pueden aplicarse retroactivamente. Como ya

hemos expuesto, por regla general no se adquieren derechos en

materia procesal, puede haber derechos adquiridos cuando el fenó-

meno procesal ya se ha concretado en la práctica, pero no puede

sostenerse que un aspecto procesal que no se ha hecho concreto

me haga adquirir determinados derechos. Las leyes procesales se

apoderan de la relación jurídica tal como está en el momento en

que se produce, por tanto, no hay un problema de aplicación retro-

activa, no puede pedirse que se siga el procedimiento de acuerdo

con una ley que ya ha sido derogada o abrogada, tendrá que regirse

por la ley nueva porque la anterior, insisto, no otorgó o no dio

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298 Carlos de Silva Nava

derechos. La ley procesal podrá afectar retroactivamente aspectos

procesales pero no derechos sustantivos que se consolidaron de

acuerdo con la aplicación de normas procesales, o bien cuando la

situación abstracta procesal ya se ha hecho concreta.

Hay que determinar en cada caso si se han adquirido derechos

o se está en el caso de simples expectativas. Supongamos que estoy

litigando un asunto en primera instancia y el código prevé que

contra la sentencia de primera instancia procede un recurso de ape-

lación, más antes de que yo agote los recursos se modifica la ley, y

se dice que contra ese tipo de sentencia no procede recurso alguno;

me dictan sentencia y quiero promover apelación; me dicen: la apela-

ción no procede porque la ley lo prohíbe… es que inicié la primera

instancia, diría yo, antes de que se modificara la ley y ya había adqui-

rido el derecho antes de la sentencia; si me fuera desfavorable podría

apelar, y me dicen no, usted no adquirió el derecho, tenía una expecta-

tiva a apelar en caso de que perdiera, pero no se había materializado

la apelación. Hay quien opina que aun cuando ya se ha agotado la

apelación se convierte en improcedente por aplicación de la nueva

ley, eso lo veo un poco más rígido, pero hay quien sostiene puntos

de vista como ese. En el mismo proceso o procedimiento se da el

fenómeno de que la ley entre en vigor cuando está a medias, enton-

ces, la mitad ya está actuada y la siguiente mitad por actuar; supongo

que hay que respetar lo actuado, pero aplicar lo nuevo a todas las

decisiones posteriores, bueno, no dudo que haya habido una tesis

en ese sentido, pero no es el criterio que ha predominado en materia

penal; quizás en algún caso se trataba de alguna cuestión muy espe-

cial o de alguno que planteaba situaciones específicas.

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299Curso de Derecho Constitucional

En materia procesal la ley nueva es de aplicación inmediata,

esa es la regla general, pero no es una regla absoluta. En la práctica

la existencia de los artículos transitorios resultan inconvenientes,

pues los problemas subsisten cuando el transitorio prevé una transi-

toriedad que implique aplicación retroactiva de la ley, lo cual resulta

inconstitucional por ser violatorio del 14. Es decir, puede darse el

caso de que pretendiendo resolver la transición entre las dos leyes

se haga de tal forma que se destruyan derechos adquiridos por las

disposiciones del transitorio, en cuyo caso éste resultará inconstitu-

cional; es decir, que desde el punto de vista de legalidad el transitorio

es útil y cómodo, pero desde el punto de vista constitucional no todos

los problemas se resuelven a base del establecimiento de transitorios.

Otro problema es aquel de que las leyes de orden público sí

pueden aplicarse retroactivamente sin que pueda estimarse violada

la garantía, porque según algunos tratadistas e incluso algunas tesis

que en cierta época llegó a pronunciar la Suprema Corte, los particu-

lares no adquieren derechos frente al orden público y si no se adquie-

ren derechos frente al orden público las leyes que tienen esta

cualidad podrán aplicarse a situaciones pasadas. Este aspecto de

las teorías, además de ser sumamente complicado en su manejo,

desde mi punto de vista plantean un tema de inseguridad jurídica

porque en primer lugar, ¿quién es el que va a definir el alcance de la

ley respecto a temas de orden publico? Lo que para algunos será un

grave problema de orden público para otros podrá no serlo, y si

dejamos esto al gusto del Estado la garantía sale sobrando, porque

siempre que el Estado quiera aplicar retroactivamente una ley le agre-

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300 Carlos de Silva Nava

gará un párrafo a su resolución, diciendo que lo hace porque es

de orden público; y podrá discutirse si tiene razón, pero por lo pron-

to está encontrando un fundamento para la aplicación retroactiva

de la ley en un aspecto demasiado subjetivo, como es determinar si

una ley tiene ciertas características de orden público. Aceptar este

punto de vista es muy riesgoso y complica la teoría que ya de por sí

es complicada para manejar casos prácticos; al incluir además temas

tan abstractos como son las ideas de orden público, creo que se

rompería el sistema de equilibrio de seguridad jurídica, que es lo que

persigue la garantía, independientemente de que el artículo 14 es

tajante al señalar que a ninguna ley se le dará efecto retroactivo, y

no está aceptando excepciones.

Se llegaría a extremos como el de las leyes que regulan relacio-

nes familiares, al estimarse de orden público la paternidad, filiación,

matrimonio, divorcio, parentesco, etcétera; que por el solo hecho

de ser de orden público no se adquieren derechos de orden familiar,

no tengo derecho a que mis parientes tengan cierta relación y yo

ciertas obligaciones; que si mis hijos son legítimos o son ilegítimos,

que si el matrimonio es válido, que si no lo es, etcétera. Podríamos

decir que nadie tiene un derecho adquirido en materia de relaciones

familiares y el hijo legítimo puede resultar de repente ilegítimo y el

matrimonio que era válido resulte no válido, etcétera. Insisto, no

porque sean de orden público, como la ley que rige las relaciones

familiares, podemos sostener que no se adquieren derechos.

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301

S i se meten a mi casa para realizar algún cateo o alguna

visita de inspección de manera indebida, no me están pri-

vando de mis derechos de propiedad ni me están privando de los

derechos de posesión respecto del inmueble. Simplemente están

causando una molestia en mis posesiones, caso en el que tiene aplica-

ción el artículo 16, pero no el artículo 14. Claro que todo acto de

privación es un acto de molestia, pero no todo acto de molestia es

un acto de privación; o sea que cuando hay privación así como

cuando hay molestia es necesario que el acto provenga de autoridad

competente y que se encuentre emitido por escrito y adecuadamente

fundado y motivado. Por ende, cuando sólo se trata de molestia y

no de privación no es requisito indispensable disponer de la garantía

de audiencia, porque la garantía de audiencia únicamente protege

los actos de privación; esta distinción explica algunas tesis de juris-

Sobre el acto de molestia (artículo 16)

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302 Carlos de Silva Nava

prudencia y varias sentencias de la Suprema Corte y de Tribunales

Colegiados.

En alguna ocasión se discutía la constitucionalidad de las me-

didas precautorias en materia civil; se planteó el caso concreto de

los embargos precautorios en juicios ordinarios, o de la primera

fase del procedimiento previo al emplazamiento en los juicios ejecu-

tivos. Antes de emplazar se procede a la afectación de determinados

bienes que habrán de garantizar los créditos que serán discutidos du-

rante el procedimiento, entonces se dijo: se procede a la determi-

nación definitiva sobre el crédito a resolver después del procedimiento

en el que el demandado va a ser oído, tendrá oportunidad de ofrecer

pruebas, presentar alegatos, etcétera, pero la afectación a sus bienes

a través del embargo se está produciendo de manera inmediata, sin

otorgarle de manera previa la garantía de audiencia; entonces se

sostuvo que los preceptos que autorizaban medidas de esa naturaleza

eran inconstitucionales. La jurisprudencia se estableció o se sentó

en el sentido de que el embargo no era un acto privativo de dere-

chos, pues no se estaba resolviendo en definitiva sobre la privación

de la propiedad o de la posesión, ya que era una medida transitoria

sujeta al resultado del juicio en el que va a ser oído el particular, y

en esa medida bastaba que la orden de embargo proviniera de auto-

ridad competente, constara de documento escrito y estuviera debi-

damente fundada y motivada en preceptos legales.

Es muy importante la distinción entre el acto de privación y el

acto de simple molestia. Claro que las leyes secundarias podrán

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303Curso de Derecho Constitucional

otorgar la garantía de audiencia o establecer un procedimiento a

través del cual pueda ser oído el afectado sin que la Constitución

lo exija. Según la Constitución no resulta indispensable oír al par-

ticular; sin embargo, no hay inconveniente en que la ley establezca

un procedimiento a través del cual pueda ser oído, pero si ese proce-

dimiento no deviene de la obligación del 14 sino de una gracia otor-

gada por el legislador secundario, no se está violando la garantía de

audiencia prevista por el artículo 16. Es un caso en que el artículo

14 no prevé la audiencia; como se está violando una ley secundaria

y no la garantía de audiencia sino las garantías de legalidad, al violarse

éstas, a saber, las de que el procedimiento se encuentre debidamente

fundado y motivado, que el acto de autoridad se apoye en la ley y

que no se refiera a casos distintos de los previstos en la ley; de lo

contrario estaremos en presencia de una falta de indebida motiva-

ción y fundamentación.

En la práctica, por razones de hecho, por exceso de trabajo o por

lo que ustedes quieran, las sentencias no acostumbran hacer ese

tipo de distinciones, dicen: "se violan las garantías de legalidad del

artículo 14 y 16", pero no hacen distinción al respecto. Creo que

esto se explica por motivos prácticos, pero si queremos llegar a una

técnica cada vez más depurada y a entender mejor el alcance de las

garantías, resulta más correcto precisar cuál es la garantía violada y

no sólo para la solución de los problemas que se plantean en los

juzgados, sino también para un adecuado planteamiento a través de

las demandas o de los informes justificados.

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304 Carlos de Silva Nava

Tratándose de un funcionario o servidor público la suspensión

provisional no es un acto de privación; sí está causando moles-

tia pero no lo están privando del cargo; se está tomando una medida

provisional transitoria, pero es un caso similar al embargo en mate-

ria de bienes. De no prosperar la averiguación tendrá que ser resti-

tuido en su cargo con todos los derechos inherentes al mismo; no

opera el artículo 14, pero como sí le están causando una molestia

en sus derechos, a la prestación de servicios públicos o al trabajo, esa

afectación si reúne los requisitos del artículo 16. Lo mismo acontece

en materia penal cuando se libra una orden de aprehensión: existe

la oportunidad de ser escuchado, pero no es indispensable en la

audiencia; sin embargo, de una forma u otra se está afectando la liber-

tad, no obstante que es una situación provisional, pues no se ha

llegado a una decisión en la que se establezca su plena responsa-

bilidad y la pena correspondiente. Es una medida provisional muy

molesta, estamos de acuerdo, pero no es necesaria la garantía de

audiencia.

LOS CASOS DE POSESIÓN LÍCITA E ILÍCITA

Sin llegar a extremos sí podemos entender que se puede sustraer

en definitiva un derecho del patrimonio del estatus jurídico de la

persona, como es el de posesión, entendiendo por posesión una

situación de hecho que puede o no tener un sustento jurídico; eso

en cuanto sea legítima la posesión, porque la posesión está también

protegida. Algunos distinguen entre la posesión y el derecho a poseer.

Puede poseerse sin derecho, pero aun para privar de esa posesión

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305Curso de Derecho Constitucional

es necesaria la audiencia, porque habrá que demostrarle a esa per-

sona precisamente que su posesión carece de sustento legal y hay

que darle la oportunidad de que acredite que su posesión si tiene

sustento legal. Por eso hay una tesis muy llana que dice que la posesión

de buena o mala fe debe protegerse; claro que esta tesis debemos

entenderla en su recto alcance: se trata de que la posesión esté prote-

gida para efectos de la garantía de audiencia, pero una vez que se

da ésta y resulta que no tiene derecho a poseer, entonces sí puede ser

“violada” la posesión. Esta tesis de la Corte tiene el sentido de que

está protegida la posesión, buena o mala, pero por formalidades

del procedimiento no lo está en definitiva y la posesión ilícita no debe

sustituirla; simplemente hay que dar oportunidad al afectado de

demostrar que su posesión si es lícita. Entonces, mediante juicios

ante tribunales previamente establecidos esta expresión contenida

en el artículo produjo sobre todo en alguna época grandes decisio-

nes, incluso cambios de criterio en la jurisprudencia; la manera

como emplea el término juicios y el término tribunales hizo pensar

que la garantía de audiencia solamente operaba en materia judi-

cial, que el Ejecutivo no estaba obligado a la garantía de audiencia.

Es más, en alguna época la jurisprudencia estableció que la garantía

de audiencia no operaba tratándose de autoridades administrativas,

sino solamente cuando se trataba de procedimientos judiciales o

temas que debían resolverse a través del sistema judicial.

El origen del problema no es tanto revisar la Constitución, los

antecedentes, los debates del Constituyente, etcétera, sino entender

que en esta materia ha habido una evolución del derecho y que los

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306 Carlos de Silva Nava

criterios que manejó el Constituyente, tanto de 1857 como del 17,

no son los que manejamos actualmente.

LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO

EN LA PRIVACIÓN DE DERECHOS

En primer lugar, el Derecho Administrativo en México y en general

en el mundo no había logrado la maduración que tiene actualmente;

además, todavía existían reminiscencias de las doctrinas liberales.

Recuerden que conforme a las tesis liberales, el Estado debía

abstenerse al máximo de intervenir en relaciones de particulares;

el Estado, según esa doctrina, debe limitarse a establecer un marco

jurídico dentro del cual se desenvuelvan los particulares y simplemente

cuidar que nadie salga de ese marco; mientras así sea, el Estado no

tiene porqué meterse con alguien ni porqué afectar a alguien. Com-

prenderán ustedes que con un criterio de esa naturaleza serán míni-

mas las ocasiones en que el Estado pretenda privar de derechos a

los particulares. Si Juan y Pedro tienen un conflicto lo dirimen

ante un tribunal y el Estado interviene a través de sus tribunales,

pero ya es problema judicial que el Estado tenga interés directo en

privar a alguien de un derecho: es la teoría individualista o liberal.

Es un caso verdaderamente excepcional y no se pensaba que en

aquella época fueran indispensables aquellos extremos en que el

Estado se veía en la necesidad de intervenir, privando de derechos

a alguien fuera de un procedimiento judicial ordinario, pues para

que el Estado pudiera actuar a través de los órganos judiciales, así

como un particular demandara a otro el cumplimiento de un dere-

cho o de una obligación o la pérdida de un derecho, era necesario

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307Curso de Derecho Constitucional

que lo demandara por la vía jurídica ante tribunales y quedaba todo

protegido por la garantía de audiencia. En general la garantía sólo

debe regir en materia judicial porque incluso el Estado queda some-

tido a los procedimientos judiciales, y en aquellos casos de excepción

en que el Estado debe actuar sin necesidad de demandar al particu-

lar, debe plantearle una controversia de acuerdo con los criterios

de la época; ya veremos cuáles son los actuales.

LA GARANTÍA DE AUDIENCIA

EN LOS SISTEMAS JUDICIAL Y ADMINISTRATIVO

Decía que no es necesario dar garantía de audiencia contra los órga-

nos administrativos por el sistema de división de poderes. El Legislativo

establece normas generales, el Judicial, en caso de conflicto, dirime

la controversia estableciendo la forma en que debe aplicarse la ley;

pero el Judicial, la función jurisdiccional, solamente opera cuando

hay un conflicto de interés, pero por definición la función adminis-

trativa consiste en aplicar la ley; y el Ejecutivo, o los órganos de la

administración pública, no tienen porqué andar preguntando a las

personas si están o no de acuerdo en que se aplique la ley pues es

obligatoria, es la definición, es la esencia del poder administrativo,

del Poder Ejecutivo, encargarse de aplicar la ley; y para aplicar la

ley, según estas teorías, no es necesario preguntarle a alguien si está

de acuerdo en que se aplique; si la ley se aplica mal tendrá sus proce-

dimientos de defensa, ya sean ordinarios o extraordinarios.

Se sostuvo que esta parte del precepto se limitaba exclusiva-

mente a los casos en que existiendo una controversia ésta podría ser

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308 Carlos de Silva Nava

resuelta por la vía judicial, pero cuando se producía la intervención

directa de las autoridades administrativas no era requisito indis-

pensable oír a los particulares. En la medida en que continuó la

evolución del Derecho Administrativo se habló no sólo de juicios

seguidos ante tribunales propiamente dichos, sino de procedimien-

tos administrativos, de recursos administrativos, de juicios, de tribu-

nales contenciosos o administrativos, etcétera. Por ejemplo, hoy

oímos hablar del Tribunal Fiscal de la Federación pero hace aproxi-

madamente cincuenta años se estableció este Tribunal. Existían

muchas dudas sobre su constitucionalidad, se hicieron muchos

planteamientos sobre su operancia, oportunidad, constituciona-

lidad, etcétera, porque nuestra tradición jurídica no estaba en aquel

entonces acostumbrada a que existieran tribunales que no formaran

parte del Poder Judicial propiamente dicho. Según nuestra tradición

jurídica nuestro único tribunal factible era el Tribunal Judicial de

la Federación. En un momento dado nos viene una idea novedosa

para nosotros, porque el concepto de contencioso ya existía en

otros países aunque con procedimientos de autoridades diversas.

Lo que pasa es que México adoptó un contencioso inspirado en la

teoría francesa, no igual que el francés porque, el Consejo de Estado

del sistema francés no es un tribunal autónomo, es un órgano admi-

nistrativo. Ocurría que por el éxito y el prestigio que desde entonces

tenía el juicio de amparo se trató de hacer el contencioso adminis-

trativo con notorias influencias del procedimiento de amparo, y

por eso se adoptó el sistema de tribunales, pero se separó de ése

sistema controlado por el Poder Judicial.

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309Curso de Derecho Constitucional

Así, la jurisprudencia de la Suprema Corte ha aceptado que el

Poder Ejecutivo no tiene porqué preguntarle a alguien si se aplica

o no la ley, excepto en los casos en que su actuación produzca una

privación definitiva de derechos; un acto de autoridad podrá no

afectar a los particulares, limitarse al aspecto interno de la estructura

del poder o causar actos de molestia a particulares, pero esos actos de

molestia, insistimos, unos están protegidos por el artículo 14. Los

criterios actuales sostienen que la Constitución emplea las palabras

juicio y tribunal no en un sentido estricto o en un sentido técnico,

sino en el de una autoridad competente para dirimir conflictos o

privar derechos aunque esa sea autoridad administrativa, y que por

juicio no se refiere al procedimiento seguido como tal. Hoy tenemos

que ver el análisis de esta tesis desde otro punto de vista porque

es la que estableció la obligación de las autoridades administrativas

de oír a los particulares antes de producir un acto privativo de dere-

chos. Esa tesis establece esa obligación para las autoridades adminis-

trativas, independientemente de que la ley prive del procedimiento

de audiencia. Sin embargo, se estaba produciendo un control di-

fuso de la Constitución que por respetarse, por salvaguardarse la

garantía de audiencia, se producía la violación a la garantía de legali-

dad del 16, pues se obligaba a la autoridad a seguir un procedimiento

en el que no podía fundar la causa legal del mismo porque la ley no

contemplaba el procedimiento. En todo caso lo técnico consistiría

en la declaración en contra de la ley.

La jurisprudencia ha establecido que en ciertos casos derivados

del mismo sistema constitucional existen excepciones a la garan-

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310 Carlos de Silva Nava

tía de audiencia. Una de las jurisprudencias que hasta la fecha subsiste

es la relativa a la materia de expropiación. Si no es necesaria la previa

audiencia para que se produzca la expropiación con interpretación

que ya analizaremos más adelante, se llega a la conclusión de que

la idea del Constituyente fue establecer una excepción a la regla

general de audiencia. El Constituyente pensaba que en la expropia-

ción y en cualquier otro caso administrativo habría audiencia, pero

en la medida en que los criterios y los términos evolucionaron, la

propia jurisprudencia tuvo que ir aceptando los riesgos de esa evo-

lución y tuvo que concluir de que existían excepciones; ante esas

excepciones se estableció la de materia fiscal.

LA FACULTAD ECONÓMICO-COACTIVA

DE LA AUTORIDAD FISCAL

En materia fiscal no existe la garantía de audiencia y se sostiene la

licitud, la constitucionalidad de la llamada facultad económica

coactiva por parte de los órganos estatales hacendarios, que pueden

definir créditos y demás, ejecutar, embargar, rematar, etcétera, sin

necesidad de acudir a procedimientos judiciales de primera instan-

cia, por así decirlo; tiene facultades hacendarias y los criterios actua-

les de la Corte le apoyan, entre otras cosas, no sólo en la doctrina

fiscal sino en algunas promociones sostenidas desde la época de

Vallarta, en que se sustentó a su vez la constitucionalidad de las

facultades económico-coactivas, lo que sucede es que los que critican

estas teorías, aunque vengan de Vallarta o de muy eminentes fisca-

listas, dicen: está bien, aceptamos la expropiación porque el artículo

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311Curso de Derecho Constitucional

27 habla de expropiación, pero ningún artículo habla de facultad

económico-coactiva; entonces, si no está en la Constitución no

podemos entender que sea excepción prevista por la propia Carta

Magna, y si dicha excepción está prevista en una ley secundaria enton-

ces esa ley secundaria es inconstitucional; esa es una de las posiciones.

El otro argumento se apoya en el artículo 22 constitucional que

prohíbe las penas de mutilación, de infamia, marcas, azotes, palos,

el tormento de cualquier especie, multa excesiva, la confiscación

de bienes y cualesquiera otras pena inusitadas y trascendentales, agre-

ga en su segundo párrafo que no se considerará como confiscación

de bienes la aplicación total o parcial de una persona hecha por la

autoridad judicial cuando el pago de la responsabilidad civil resulte

de la emisión de un delito o para el pago de un impuesto o multas.

El criterio que prevalece es que este tipo de preceptos como el 22, que

habla de intervención del Poder Judicial, se refiere a los casos en

que la vía de defensa es judicial, mientras que en materia federal ante-

rior, en tiempos del Tribunal Fiscal de la Federación y aun en materia

local fiscal, existieron tribunales fiscales, juntas revisoras u otro tipo

de organismos administrativos encargados de resolver sobre la va-

lidez de los créditos fiscales. Los procedimientos de nulidad fiscal

se tramitaban en la vía judicial, los jueces civiles no sólo conocían

de asuntos civiles sino de asuntos a través de los cuales se pretendía

la anulación de un acto de autoridad. Por ejemplo, en la Ley Orgánica

del Poder Judicial de la Federación hay reminiscencias de este pro-

cedimiento en que eran los tribunales judiciales los que acusaban,

los que juzgaban a la administración.

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312 Carlos de Silva Nava

El artículo 52 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Fede-

ración establecía la competencia de los Jueces de Distrito en Materia

Administrativa y expresaba: los Jueces de oficio en materia admi-

nistrativa conocerán primero de la controversia que se suscite con

motivo de la aplicación de leyes federales cuando deba decidirse sobre

la legalidad, por subsistencia de un acto de autoridad o de un pro-

cedimiento seguido por autoridades administrativas; o sea se establece

un juicio de nulidad, éste no es el juicio de amparo, el juicio de

amparo está previsto en la fracción segunda. La fracción primera

establece la posibilidad de que los Jueces de Distrito conozcan de

juicios de anulación, de actos de autoridad que es precisamente lo

que hacen los tribunales contenciosos; lo que sucede es que este

precepto subsiste porque existe la posibilidad de que la ley secun-

daria establezca vías judiciales para la anulación de determinados

actos, no está diciendo que siempre proceda el juicio de nulidad,

está diciendo que es competente cuando según la ley del acto pro-

ceda. Por ejemplo, en materia fiscal y en algunas otras se establecían

procedimientos optativos, se podía acudir a recursos administra-

tivos; o podría acudirse a procedimientos judiciales. Lo que quería

decir la Constitución es que cuando la vía de defensa fuera adminis-

trativa, claro que podía ser el Poder Judicial el que resolviera; lo

que ha influido definitivamente en la jurisprudencia que establecía

el caso de excepción en materia fiscal es que sería prácticamente ma-

tar al Estado, si para realizar cualquier cobro tuviera que demandarse

en la vía ordinaria a los particulares; los juicios se alargarían indefi-

nidamente según la astucia del gobernado y el Estado iría a la quiebra.

Entonces, independientemente de que no haya un precepto expreso

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313Curso de Derecho Constitucional

en la Constitución que lo establezca, debe entenderse que el sistema

constitucional supone que el Estado está en aptitud de allegarse

las vías más fáciles, los recursos indispensables para su subsistencia.

Y qué pasa si el Estado abusa… los particulares deben defenderse.

Lo atendible es que no es necesario demandarlos primero, sino

que una vez que el crédito ha sido determinado se otorgan posibi-

lidades de defensa a los particulares, ya sea a través de recursos

ordinarios en la vía administrativa, de juicios de anulación como

el del Tribunal Fiscal de la Federación o el del contencioso admi-

nistrativo del Distrito Federal; y aun los medios extraordinarios de

defensa, como podría ser el juicio de amparo, lo único que no se

exige es la garantía previa, pero sí es necesaria según lo ha aceptado

la jurisprudencia en una audiencia posterior.

LA DISTINTA OBSERVANCIA

DE LOS ARTÍCULOS 14 Y 16

En las garantías se establecen mínimos y máximos, pero no hay

inconveniente en que las leyes secundarias otorguen más derechos

respecto de los mínimos que prevé la Constitución. Algunos pro-

cedimientos administrativos suponen el cumplimiento de ciertas

formalidades y la necesidad de escuchar al particular, como acontece

en las auditorías, sistemas donde deben reunirse una serie de requi-

sitos, entre otros, dar oportunidad de defensa dentro del procedimien-

to, que es previo a la delimitación de los posibles créditos. No hay

inconveniente en dar la garantía de audiencia, pero tampoco ha-

bría inconveniente constitucional en no darla, claro está que cuando

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314 Carlos de Silva Nava

procede la garantía de audiencia no por la Constitución sino por

la ley y no se cumple esta garantía, entonces se produce una viola-

ción, no al 14 pero si al 16, porque se está violando la ley que rige

ese procedimiento. En alguna ocasión se planteó un problema intere-

sante dentro de una auditoría por ciertas deficiencias de tipo técnico.

Se advirtió que no había el correcto emplazamiento al procedimiento

del afectado. El Juez de Distrito dijo: “se violó aquí el precepto que

establece la forma en que debe iniciarse la auditoría, los requisitos

para mostrarle la orden, dónde están delimitadas las facultades de

los auditores, etcétera, por tanto, otorgo el amparo”. Claro que el

Juez incurrió en un error técnico, pero común y frecuente, que es

el que comentábamos hace un momento: confundir el 16 con el 14;

ahí no había violación a la garantía de audiencia, había violación

al artículo 16, pero como en la práctica no es muy frecuente esta

distinción entre los dos preceptos, dijo: “se violó la garantía de audien-

cia y concedo el amparo en los agravios”. La autoridad administra-

tiva, por su parte, sostenía que no se puede hablar de violación de

audiencia, decía: “yo no estoy obligada a oír a los particulares; si me

di el lujo de escucharlo en una auditoría fue porque le quise hacer

el favor, pero yo puedo determinar el crédito sin auditoría; ¿qué les

asusta? ¿que la auditoría no cumpla ciertos requisitos legales? ¿por

qué me dicen que yo violé la garantía de audiencia si para mí la

garantía de audiencia no rige independientemente?”

No recuerdo si al tribunal que le tocó conocer este asunto hizo

esta distinción más o menos precisa entre una y otra garantía y

si estableció lo siguiente: si la autoridad prevé, como en casos de la

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315Curso de Derecho Constitucional

auditoría, los procedimientos que deben cumplir ciertos requisitos,

entre ellos el de oír al presunto afectado o bien la posibilidad de

que sin procedimientos que impliquen llamar a juicio pueda también

fincarse el crédito fiscal, y aun ejecutarse coactivamente, por uso

de la facultad económico-coactiva. Esto quiere decir que la autoridad

puede optar por seguir un procedimiento de auditoría para fincar el

crédito porque así le conviene o así lo quiere hacer, o puede optar,

si es que tiene elementos, por establecer las diferencias en el pago

de impuestos o en el crédito a cargo del causante sin usar la auditoría.

La autoridad tiene esa opción, pero si ya escogió la auditoría, queda

automáticamente obligada a cumplir con todas las condiciones y

requisitos formales. Si escoge otro que no implique audiencia, ni

modo para el particular. Si después la autoridad gira una orden de

audiencia está reconociendo el derecho del auditado a que su repre-

sentante o apoderado legal esté presente, quien él quiera: su abogado,

su contador, en que se le dé oportunidad de presentar elementos

probatorios a los auditores, y que se asienten en acta todas sus

intervenciones y sus opiniones sobre el tema.

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317

Las concepciones morales son diversas. ¿Cuál es la concepción

moral que un jurista mexicano debe aplicar? A través de

la historia las concepciones morales de determinados pueblos han

estado influidas y si no influidas determinadas por concepciones

religiosas. Esta idea de separar las cuestiones políticas y jurídicas

de las cuestiones religiosas es una idea relativamente nueva para la

historia de la humanidad, pues cien años no es nada, pero la religión

a través de la historia independientemente de cuestiones estricta-

mente ideológicas, se manifiesta también como un aspecto antropo-

lógico, sociológico, es decir es una situación o tendencia inherente

al hombre. Si analizamos las culturas iniciales, la egipcia, griega,

romana, etcétera, tenemos que llegar a la conclusión de que toda su

cultura estaba íntimamente relacionada con la concepción religiosa;

si vemos los pueblos prehispánicos, los mayas, toltecas, olmecas,

La ideología como factor influyente

en nuestra identidad

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318 Carlos de Silva Nava

etcétera, su sistema de vida estaba íntimamente relacionado con

ideas religiosas. En la Edad Media acontece lo mismo, todas las gue-

rras iniciadas a raíz de la Reforma protestante son muy importantes

desde el punto de vista político-histórico, además tenían también

un trasfondo religioso, o sea que sin pretender dar una justificación

teológica, no se puede negar que la religión a través de la historia,

como fenómeno cultural, ha tenido una influencia definitiva en

las concepciones morales de cada uno de los pueblos. Y cuando

hablamos de esa influencia religiosa no necesariamente nos refe-

rimos en un sentido teológico clerical o de índole parecida, simple-

mente se acepta un fenómeno que no tiene nada que ver con

aspectos de creencia.

¿Cuál es entonces el sistema moral en el que podemos ubicar

a México? Repito, como un fenómeno histórico y cultural, como

fenómeno antropológico, la cultura de México se encuentra ubicada

dentro de esa gran vertiente que se ha denominado “Cultura Occiden-

tal Cristiana”, la cultura que se desarrolla en Europa con impor-

tantes influencias grecolatinas vinculadas en el surgimiento del

cristianismo y determinantes influencias del judaísmo (que no es

más que el cristianismo con mezcla de múltiples valores y tendencias

clásicas) que fueron las corrientes que predominaron en Europa.

Bajo este gran impulso cristiano nace un sistema de vida, de creen-

cias, de actos; un sistema político. A través de la conquista, España

nos trae esa ideología, no queremos decir que necesariamente tenga-

mos una identidad absoluta con las creencias españolas porque el

mestizaje influyó para adoptar ciertos puntos de vista, lo cierto es

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319Curso de Derecho Constitucional

que nosotros podemos ubicarnos como un país dentro de la llamada

cultura occidental cristiana, y ese tipo de ideología debe servirnos

de base para la calificación de las cuestiones morales.

Para alguien que profese la cultura musulmana, la poligamia

le parecerá una cosa perfectamente normal, incluso moral, correcta,

pero para efecto de interpretar la Constitución frente a un problema

mexicano, no podemos recurrir a las concepciones de la cul-

tura mahometana porque no ha tenido influencia en nuestra forma

de ser. No es conveniente ser demasiado estricto o estrecho en cues-

tiones morales pues es contraproducente, se debe procurar no ser

demasiado estrecho de conciencia. En la práctica se presentan jui-

cios, problemas, amparos, porque se prohíbe la circulación de ciertas

revistas, porque se atacan una serie de cosas; hay que verlas con

buena voluntad y no escandalizarse.

SOBRE EL DERECHO A LA INFORMACIÓN

El derecho a la información no constituye propiamente una garantía

individual porque así lo dice la iniciativa, es un derecho social que

está dirigido al aspecto estrictamente político. Recordarán ustedes

que en la época en que se reformó este precepto se hablaba de refor-

mas administrativas, de reformas fiscales y de reformas políticas;

en el mismo contenido de la exposición de motivos y de los debates

de las comisiones en las cámaras se dice que el derecho a la informa-

ción es una garantía social otorgada a los partidos o asociaciones

políticas para que tengan acceso a los medios de comunicación y

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320 Carlos de Silva Nava

en esa medida puedan manifestar sus programas políticos, sus ideas,

etcétera. Cuando el Estado garantiza el derecho a la información

lo que está garantizando es que los partidos políticos puedan difun-

dir libremente sus ideas para lograr los fines que persiguen, pero no

es un derecho que se dé a las personas de manera individual para

que cada una de ellas y por separado sea informada de los temas que

a ella le parezcan prudentes, que es como inicialmente se había enten-

dido este derecho a la información. No es una garantía individual

como garantía social, pues podrá quizás aceptarse pero sobre todo

tiene un contenido político para evitar la manipulación, porque si

sólo a un partido se le da derecho a difundir sus ideas hay más ries-

gos de manipulación a que si todos los partidos tiene la misma oportu-

nidad. La difusión es una garantía para el informante, pues no es

tanto que alguien tenga derecho a que le informen de algo, sino

que quien le va a informar debe tener derecho a hacerlo. Ya hay liber-

tad de prensa, libertad de cultos, etcétera, entonces nos sale sobran-

do el derecho a la información, pues aunque con una redacción

bastante deficiente parece ser que la idea del precepto era otra, era

una idea estrictamente política en cuyo caso no hay garantía indi-

vidual ni procede el juicio de amparo.

Al garantizar el derecho a la información el Estado está logran-

do un sistema que no sería una libertad que podrían utilizar los

partidos por falta de fondos o cosas por el estilo si no da un apoyo

efectivo y positivo para que puedan informar de sus planes políticos.

Depende del alcance que se le dé; yo no me opongo a que manifies-

ten sus ideas, pero si a que manifiesten ciertas ideas. Habría que

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321Curso de Derecho Constitucional

meditarlo, pero si estuviéramos viendo el problema a la inversa no

es una garantía que opere frente al Estado, sino contra la radio-

difusora, el periódico o la revista; en cierta medida si puede llegar

a ser atentatorio para esos medios. Por ejemplo, una revista depor-

tiva pública esa información política y expresa “no, yo no me dedico

a la política”; “pues ahora lo publicas” y dice: “por eso me leen mis

lectores porque sólo publico deportes”. Se puede apoyar y alegar

que la manifestación de las ideas es libre tanto para manifestarlas

como para no manifestarlas, pero de todas formas, aun dando otra

interpretación, llegaremos al absurdo de que me informen sobre lo

que yo quiera.

CASOS EN QUE LA LEY APLICA LA CENSURA

Creo que estas ideas referidas a la libertad de prensa deben ser aplica-

bles o aplicadas a todos los medios masivos de comunicación. Obvia-

mente el legislador no habla del cine ni de la televisión, por mencionar

algunos, porque en una época no existía o no se había desarrollado

tal alternativa que pudiera entenderse como medio masivo de comu-

nicación, pero de haberse conocido obviamente se hubieran esta-

blecido principios similares con todas las limitaciones establecidas

para las imprentas. Se dice:

...es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cual-

quier materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa

censura ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la liber-

tad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida

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322 Carlos de Silva Nava

privada, a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá secues-

trarse la imprenta como instrumento del delito.

Las leyes orgánicas dictarán cuantas disposiciones sean necesarias

para evitar que so pretexto de las denuncias por delito de prensa,

sean encarcelados los expendedores, “papeleros”, operarios y demás

empleados del establecimiento de donde haya salido el escrito denun-

ciado, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad de

aquéllos.

Al decir que ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa

censura, quiere decir que sí se acepta la censura, lo que no se acepta

es la censura previa, porque cuando el escrito o la publicación aten-

ta contra la vida privada, la moral o la paz pública, sí puede impedirse

su circulación porque esos son límites a la garantía. Lo curioso del

caso es que se podrá impedir la publicación cuando ya esté circu-

lando, porque está prohibida la censura previa; se hace la censura

cuando la revista, el libro, el escrito o lo que sea está en posibilidad

de ser conocido o incluso ya fue conocido por todo mundo. Aparen-

temente en la práctica hay cuando menos una contradicción, porque

cuando alguien piensa editar una revista pornográfica, cuando está

a la venta viene la censura, ya no tiene ningún efecto práctico la

limitación; quizás esto se explique más que nada por razones de

la época, porque siendo tan importante la prensa como medio de co-

municación masiva, los diarios, revistas, libros no se distribuían

con rapidez: si se imprimía una revista en Sonora, al Distrito Federal

llegaba seis meses después, entonces en ningún caso, como dice la

ley, ninguna autoridad puede establecer la previa censura.

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323Curso de Derecho Constitucional

A contrario sensu, podemos aceptar la censura posterior sola-

mente cuando esa prohibición haga efectivos los límites a las garan-

tías que imponen el respeto a la vida privada, a la moral y la paz

pública; lo que ocurre es que en tales circunstancias, más que pro-

blemas estrictamente jurídicos se presentan problemas de hecho.

El Estado tiene muchos medios para controlar un periódico o cualquier

publicación si es que quiere hacerlo. Los constituyentes fueron

quienes vivieron a fines del sistema anterior las limitaciones a la

libertad de prensa y por eso decidieron establecer la garantía porque

advertían que el Estado podía violar los derechos a la información.

Esos problemas se dan y se han dado en toda la historia, y no sólo

en México; en Francia, en Inglaterra, en todos lados se han dado

estos fenómenos. Cuando los revolucionarios franceses llegaron al

poder le atizaron a los nobles, pero antes los nobles eran los que

le atizaban a los revolucionarios franceses, y si un revolucionario

francés sacaba un folletito iba directo a la guillotina; no son cosas

nuevas, eso pasó en la historia y es normal y natural.

La autoridad dirá que como no ha habido amparo alguno,

significa que la libertad de prensa está garantizada. El no haber ampa-

ros no quiere decir que esté garantizada la libertad de prensa, quiere

decir que no se han animado a promover los amparos; no sé, proba-

blemente haya habido alguno pero no podría afirmarlo, pero la

existencia o no del amparo no es prueba de que esté garantizada tal

libertad, o de que no esté garantizada. Son cosas accidentales y

entiendo que los periodistas se inclinan más al acuerdo que a tratar

de defender a través de un juicio de amparo un artículo u otra cosa

por el estilo.

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325

Las formalidades esenciales del procedimiento

D ecíamos que la garantía de audiencia, desde el punto

de vista constitucional, se daba cuando se producían

actos privativos de derechos; privación que supone se siga un juicio

ante los tribunales previamente establecidos. Ya comentamos cómo

en un principio existió el criterio de que la garantía de audiencia

solamente operaba en materia judicial y no en materia administra-

tiva, y cómo la jurisprudencia ha evolucionado en el sentido de

que la garantía de audiencia exige a los órganos de autoridad, siem-

pre que se trate de la privación de un derecho, independientemente

de que se trate de órganos judiciales o de órganos administrativos,

que en ese juicio se cumplan las formalidades esenciales del proce-

dimiento. El primer problema estriba en determinar o definir cuáles

son las formalidades esenciales del procedimiento, porque de otra

manera esto queda como una declaración vaga que no tendría efi-

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326 Carlos de Silva Nava

cacia o explicación práctica. En otras palabras, cuáles son aquellos

aspectos procesales que resultan de tal forma importantes que todo

juicio o procedimiento debe contenerlos, y cuáles aquellas forma-

lidades que al no tener esa esencialidad pueden no ser previstas

por la ley sin que resulte inconstitucional. Desde luego que desde

el punto de vista estrictamente constitucional carecemos de elementos

para determinar en qué consisten esas formalidades esenciales.

Estamos ante un problema de interpretación y el sistema de interpre-

tación que se ha seguido en México para definir este problema

consiste en hacer una equiparación o un análisis de teorías procesa-

les, sobre todo en materia civil, que es el procedimiento más elabo-

rado, más antiguo, incluso el más estudiado para tratar de entender

cuáles son esos aspectos esenciales.

Hay que recordar que el concepto de formalidades tiende a

establecer un sistema de seguridad jurídica, y éste hace relación al

tema de audiencia o de oportunidad de defensa. Vamos entonces a

tratar de analizar de acuerdo a los procedimientos clásicos, según

los procedimientos tradicionales, cuáles son aquellas formalidades

que establecen los mínimos de defensa para las partes, que a su vez

resultan indispensables para producir un sistema de seguridad

jurídica que permita la garantía; es decir, los puntos de referencia

serán seguridad jurídica como enfoque de posibilidad de defensa

dentro de un procedimiento, y claro que al hacer el análisis de

procedimientos civiles iremos haciendo las equiparaciones con otro

tipo de procedimientos y concretamente con los administrativos.

De momento no vamos a hablar del proceso penal, porque inde-

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327Curso de Derecho Constitucional

pendientemente de que los términos del artículo 14 también son

aplicables en materia penal, el proceso penal está más desarrollado

en el ámbito constitucional pues la Constitución nos habla de orden

de aprehensión, requisitos de la aprehensión, formal prisión, garan-

tías del procesado, el derecho de la defensa, el derecho de ofrecer

pruebas, etcétera, por lo que no resulta complicado entender cuáles

son los aspectos esenciales del proceso penal, ya que aunque dispersos

en distintos conceptos constitucionales, de todas formas están conte-

nidos en la Constitución. El problema está en otro tipo de proce-

dimientos; la Constitución dice hay que seguir las formalidades

esenciales, pero no establece cuáles son esas formalidades. Todo

procedimiento debe iniciarse por una instancia, por el ejercicio de

una acción, por una demanda y por razones obvias ese documento

debe ser del conocimiento de quién está reclamando algo.

LAS INSTANCIAS DEL PROCEDIMIENTO

El concepto de controversia supone una oposición de intereses y quien

va a defenderse de algo debe estar consciente de qué se le acusa o

qué es lo que se le reclama, qué es lo que se pretende de él; por ello

resulta indispensable el establecimiento de un procedimiento más

o menos seguro que nos lleve a la convicción de que el demandado

tiene conocimiento de la demanda.

En materia administrativa, si bien el Estado no necesariamente

va a hacer una demanda, sí tendrá que hacer una comunicación

sobre cuáles son los derechos que pretende afectar y los motivos

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328 Carlos de Silva Nava

por los cuales estima que deben ser afectados. Técnicamente no es

una demanda, pero ese oficio o resolución, o como quieran llamarle,

tendría que hacer las veces del escrito de demanda y ese escrito de

demanda o su equivalente debe hacerse del conocimiento del deman-

dado o presunto afectado si se trata de una cuestión administra-

tiva, o sea que la primera formalidad esencial del procedimiento es

el emplazamiento; si no hay emplazamiento adecuado no puede

decirse que se establezca una relación procesal satisfactoria que

pueda servir de base para una privación de derecho.

No todas las leyes coinciden en cuanto a las formas de hacer

las notificaciones, cuándo éstas surten efectos y demás; ello no es tan

grave cuando los interesados ya se han constituido como partes en el

procedimiento, saben los sistemas de notificación y están pendientes

de las resoluciones que se van tomando, pero deben ser especial-

mente meticulosos tratándose de emplazamiento. Debe ser una noti-

ficación que reúna determinadas formalidades que lleven a la certeza

de que, en efecto, la parte interesada ha sido correctamente llamada

al procedimiento. Independientemente de las formalidades, debe

entenderse que el emplazamiento debe llevarse a cabo de acuerdo

con el sistema de notificaciones personales; sólo cuando es material-

mente imposible llevar a cabo el emplazamiento por la vía perso-

nal podrán buscarse otros medios que suplan esa imposibilidad, pero

procurando la mayor seguridad, no importan las pequeñas variantes

de una u otra ley , lo que importa para que esa ley se estime acorde

con el 14 constitucional es que establezca un mínimo de requisitos

que lleven al convencimiento de que la parte interesada está en

posibilidad de ocurrir al juicio y plantear su defensa.

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329Curso de Derecho Constitucional

Una vez que se ha producido el emplazamiento es indispensable

dar oportunidad al demandado de contestar la demanda o su equiva-

lente, no basta con hacerle saber a alguien lo que se le demanda, sino

debe dársele oportunidad de hacer su propio planteamiento: frente

a una acción oponer sus excepciones, frente a alguna pretensión

oponer sus derechos, sus puntos de vista, y debe haber un plazo pru-

dente, normal, para que pueda producirse esa contestación. La segunda

formalidad esencial del procedimiento será pues la oportunidad

de contestación de la demanda. Aquí podríamos preguntarnos si

la reconvención es una especie de contrademanda, es decir, es una

defensa pero a su vez una ofensiva en cuanto no sólo pretende anu-

lar la acción ejercida sino plantea una nueva acción; se trata de

una contrademanda, se plantea si la reconvención o la posibilidad

de reconvención es o no una formalidad esencial del procedimiento.

Si atendemos a los conceptos clásicos procesales llegamos a la conclu-

sión de que no es una formalidad esencial; no existe inconveniente

de que en algunos casos se establezca la posibilidad de reconvención,

pero no es una formalidad esencial del procedimiento porque,

con o sin reconvención, el interesado está en aptitud de defenderse

de la acción ejercida y nadie le impide que dentro de ese procedimien-

to, o de uno que pueda llevarse paralelamente, haga otra demanda

por separado.

Temas como la posibilidad de reconvención pueden estar con-

templados en las leyes secundarias, pero si no es así no estaríamos

ante una violación del artículo 14, pues como dijimos, lo importante

es el emplazamiento y la oportunidad de contestación de la demanda.

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330 Carlos de Silva Nava

Sin embargo, no basta contestar la demanda, sino que es necesario

que tanto actor como demandado estén en aptitud de acreditar con

los medios probatorios idóneos los derechos que cada uno de ellos

aduce, o las excepciones que considere el demandado; debe haber

un periodo probatorio, no importa tanto el momento procesal,

sino que en dicho periodo se den algunas pruebas. En algunos jui-

cios deben ofrecerse las pruebas con la demanda, en otros hay fases

de ofrecimiento, fases de desahogo muy espaciados entre sí. En jui-

cios como los sumarios, o en amparo que es un tipo de juicio sumario

pues en una sola audiencia se ofrecen las pruebas, se aceptan, se

desahogan y se dicta la sentencia; no importa tanto el momento

probatorio sino que debe haber esa oportunidad, como para su ade-

cuado desarrollo.

EL PROCEDIMIENTO ARBITRAL

En el procedimiento arbitral lo que se pretende es evitar las formali-

dades del procedimiento ordinario. Se trata de llegar a un acuerdo,

a un convenio entre las partes primero, y ellas voluntariamente se

someten a un arbitraje estableciendo ellas mismas las bases sobre las

cuales se va a llevar el procedimiento; éste es de orden público y

las partes deben respetar todas las formalidades procesales.

En el Derecho Civil el "pacto arbitral" más que un procedimiento

es una especie de convenio, vamos a modificar o dirimir los dere-

chos u obligaciones que manda dentro de nuestro contrato y cómo

lo vamos a hacer, mediante un acuerdo de voluntades en el que deter-

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331Curso de Derecho Constitucional

minemos que la opinión de una persona va a ser respetada por

ambos. Obviamente no es un convenio en el sentido estricto, lo lógico

es que tengamos ciertas dudas de cómo se debe o no cumplir una

obligación emanada de un contrato, de un acto jurídico determi-

nado; nos comprometemos ambos a aceptar que esas dudas sean

resueltas por una persona a la que ambos tenemos confianza en su

rectitud, honestidad, imparcialidad, etcétera, sin estar obligado a

ello. Si queremos lo podemos hacer, y el resultado sería el laudo

arbitral con la fuerza de un contrato, en la medida en que está previa-

mente aceptado por ambas partes. Es necesario entonces lo que se

llama homologación del laudo arbitral, es decir, su aceptación por

una autoridad, en el caso civil por algún Juez, a través de un proce-

dimiento de homologación el Juez, valga la expresión; da el visto

bueno al laudo y si éste adquiere la fuerza de una sentencia, como

la podría tener un convenio judicial, entonces toma el carácter de

ejecutivo puesto que se cumple con las mismas formalidades y pro-

cedimientos con que se cumplen las sentencias. Por eso en materia

civil existe jurisprudencia en el sentido de que los laudos no son actos

de autoridad y que por ello no procede el amparo contra las decisio-

nes arbitrales. Porque decíamos, más similitud tiene el procedimien-

to con un convenio celebrado entre particulares que con un acto

de autoridad en que interviene un órgano de la misma propiamente

dicho, sometiéndose no solamente a la voluntad de las partes sino

a ciertos requisitos de procedimiento previamente establecidos. En la

medida en que por algún procedimiento ese acto de particulares

cobra fuerza entonces supongo que sí procede el amparo contra la

autoridad que homologa; no recuerdo si hay posibilidades de recu-

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332 Carlos de Silva Nava

rrir a la homologación, es cuestión de ver los códigos de procedimien-

tos, pero para efectos serían los mismos si termina en una sola instancia

pues procedería el amparo, y si termina en dos instancias el amparo

procedería en contra de la última resolución. Claro que esto de

aceptar el amparo contra la autoridad homóloga en la práctica,

pues es una situación muy relativa porque ya de antemano hay un

sometimiento de las partes al arbitrio y las violaciones se pueden

aducir consentidas.

Ahora bien, si el Juez tiene facultad de aceptar el arbitraje,

entonces está actuando como autoridad, está tomando una decisión

que afecta el estatus o el patrimonio de los que ocurren solicitando

homologación; es como si un Juez niega validez o declara nulo el

contrato base de la acción, cuando así lo hace actúa como autoridad,

cuando declara nulo el procedimiento arbitral y por tanto no ejecu-

table, está actuando como autoridad. Lo digo, claro, no con una

terminología técnica: no es que el Juez declare la nulidad, simple-

mente se niega a dar el visto bueno; pero observen que las dos situacio-

nes son en esencia similares. Entonces, en materia civil, aceptar el

amparo contra el árbitro sería inaceptable en todos los casos; aceptar

el amparo contra el Juez que homologa dependerá de cada Código,

porque incluso no todos los Estados tendrán códigos de proce-

dimientos iguales, está regulada la homologación; y decimos que si

se trata de un acto de receptoría de archivo, de fe, el Juez no haría

más de lo que haría cualquier notario. En ese caso no sería un acto

de autoridad, pero si el Juez va a hacer uso de su facultad jurisdic-

cional para definir la legalidad del procedimiento, entonces el acto

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333Curso de Derecho Constitucional

de homologación será de autoridad y contra él procederá el jui-

cio de amparo.

Los procedimientos arbitrales administrativos si están previstos

en leyes con un mínimo de requisitos, quién es la autoridad compe-

tente, etcétera. Hay juicios arbitrales ante la Comisión Nacional

Bancaria y de Seguros, aquí es optativo para las partes acudir al pro-

cedimiento ante la Comisión o acudir a un juicio civil ordinario,

pero de todas maneras no es que las partes quieran nombrar a Juan

o a Pedro como lo puedan hacer en materia civil, ya está establecido

cuál es el órgano que va fungir como autoridad, digamos como árbi-

tros; pero además esos laudos arbitrales no requieren homologación,

van a ser ejecutados sin necesidad de homologación; es decir, el

laudo arbitral, una vez producido, se expone con el consentimiento

de las partes; tiene la misma fuerza que una sentencia, no requiere un

procedimiento que lo justifique, que le dé un rango específico para

que sea ejecutado. En estos casos se ha admitido (estamos hablando

en el caso concreto de la Comisión Nacional Bancaria y de Seguros)

que opera como autoridad —aunque la ley le dé el nombre de árbi-

tro— su arbitraje tiene algunas peculiaridades que lo distinguen del

árbitro civil y lo fundamental es que sus decisiones son ejecutadas,

que sí tiene fuerza, tiene la facultad jurídica de la coercitividad, en

esa medida se acepta el amparo contra ese tipo de organismos.

Hay dudas, por ejemplo, en el caso de la Procuraduría Federal

del Consumidor. Cuando la Procuraduría impone multas o cosas

por el estilo, actúa como autoridad, el problema es si el laudo que

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334 Carlos de Silva Nava

en su caso dicte (que no siempre llega al laudo), hay primero una

fase conciliatoria, agotada. Las partes pueden designar árbitros de

la Procuraduría o bien dividir su controversia en un procedimiento

civil; se someten a la Procuraduría, incluso hay un pacto arbitral,

aunque la ley no establece algo que se llama propiamente homolo-

gación, simplemente expresa que dictado el laudo se someterá a

un Juez para que lo ejecute. Es decir, la Procuraduría no tiene facul-

tades de ejecución, pero su laudo sí es ejecutable por autoridad

diversa. Hasta donde entiendo el problema, el Juez no va hacer una

revisión del auto o de su legalidad, pero tiene la obligación de llevar

a cabo la ejecución, el cumplimiento del laudo, ya que tiene fuerza

ejecutiva; si lo aceptamos tal cual podemos entender que se trata de

un acto de autoridad. Sin embargo, hay algunas tesis que le niegan

el carácter de autoridad; me refiero a cuando dicta el laudo, porque

en otros casos no hay duda de que sí lo es, pues simplemente equipa-

ran a la Procuraduría con el árbitro civil. Como ven no está muy

claro el asunto, son temas discutibles; en lo personal me inclino a

pensar que el árbitro administrativo, no me refiero al civil, sí tiene

el carácter de autoridad. No obstante en algunos casos lo ha negado la

jurisprudencia, como en el caso concreto de la Procuraduría del

Consumidor; se han aceptado los procedimientos contra la Comi-

sión Nacional Bancaria y de Seguros como actos de autoridad, pero

no ante la Procuraduría del Consumidor; para mí hay una similitud

tal que debía darse el mismo tratamiento.

Cuando decíamos que el Juez es mero receptor y por tanto no

es autoridad, no lo será en el momento de recibir, pero si podrá serlo

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335Curso de Derecho Constitucional

en el momento de ejecutar porque entonces ya está produciéndose

un acto de autoridad y coercitivamente se está embargando, etcétera,

pero en fin, todo este problema de árbitros es uno de los más compli-

cados que plantea la teoría procesal, además porque siendo una

figura de Derecho Civil se ha ido trasladando a otras ramas del

derecho, como lo es materia laboral, donde el arbitraje es obligato-

rio; el procedimiento se da precisamente ante Juntas de Conciliación

y Arbitraje y sus laudos no son de ejecución inmediata por la propia

Junta, y no pueden decir las partes “no me someto al arbitraje y

vamos ante un Juez”. La ley establece el procedimiento ante las Jun-

tas, y las únicas competentes para decidir determinados conflictos

laborales son ellas. Este es un ejemplo típico en que el árbitro no

es simplemente de nombre; en realidad es una autoridad con facul-

tades jurisdiccionales, quizás con procedimientos distintos o adapta-

dos a la naturaleza laboral de los problemas, pero con las mismas

consecuencias, con la misma fuerza que puede actuar cualquier

autoridad, entonces tenemos que distinguir entre árbitros del orden

civil, de Derecho Administrativo, de Derecho Laboral, etcétera, lo

cual hace más compleja la solución del problema.

LA LIMITACIÓN PROBATORIA

EN EL INCIDENTE DE SUSPENSIÓN

Volviendo al punto inicial respecto de las formas esenciales del

procedimiento, decíamos que primero debe haber una demanda

con un emplazamiento adecuado; segundo, un término de contes-

tación a la demanda; y tercero, una posibilidad probatoria. En cuanto

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336 Carlos de Silva Nava

a la capacidad probatoria también debemos entenderla en un sen-

tido lógico, sin extremismos, porque puede darse el caso de que

algunas leyes procesales establezcan en ciertos casos limitaciones

probatorias, sin que esto necesariamente produzca violencia contra

la garantía de audiencia; habría que ser casuista para ver hasta dónde

están afectadas las defensas del particular, dar esa limitación proba-

toria, en el amparo, por ejemplo. En el incidente de suspensión no

se acepta cualquier prueba, solamente la documental y la inspección

ocular, y en casos verdaderamente excepcionales la testimonial, pero

cuando por la ejecución es privativa de la libertad; no se aceptan la

pericial, la testimonial, la confesional, al menos en el sistema de

posiciones, etcétera.

No ha faltado quien se ha preguntado si esa limitación probato-

ria no afecta las formalidades esenciales del procedimiento previstas

en el artículo 14 constitucional. Ya decíamos que no sólo conforme

a la doctrina tradicional, sino por lógica elemental, de nada sirve

demandar o defenderse de la demanda si no se da oportunidad

probatoria a las oposiciones que cada quien defiende respecto del

incidente de suspensión, lo cual podría ser aplicable cuando los pro-

blemas sean similares en otros casos. Podría pensarse que no es

inconstitucional aunque hay quien sostiene que sí, por lo siguiente:

hay aspectos del procedimiento judicial que están dirigidos a la

solución del problema de fondo, del problema sustancial o sustan-

tivo que implica toda controversia; pero hay casos que son acciden-

tales, incidentales —para emplear el término procesal—, que no

necesariamente están referidos al tema fundamental, por ejemplo,

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337Curso de Derecho Constitucional

es muy conveniente lo que se prevé en el incidente de suspen-

sión en el juicio de amparo. La Ley de Amparo no sería constitucio-

nal si no hubiera previsto el incidente de suspensión; acertadamente

el legislador quiere dar mayores oportunidades, no hay incon-

veniente en que lo haga, pero que no signifique que dándolas se

establezcan limitaciones probatorias, y además limitaciones que resul-

ten lógicas, si se atiende a la forma en que debe tramitarse el inci-

dente, porque si lo hacemos más complicado que el principal, pues

se va a resolver el primero, el principal, y no vamos a saber qué paso

con la suspensión. Se requiere por una parte de un procedimiento

ágil, que no sea entorpecido con pruebas de difícil manejo, de difícil

desahogo; además, como en el incidente no se está resolviendo el

tema de fondo, no importa que no se admitan pruebas que van

al fondo sino a la determinación de la situación existente; podría-

mos decir entonces que no se trata de una violación al 14 por el

hecho de haber una limitación probatoria. Aunque, insisto, hay

quien dice que cualquier limitación probatoria es atentatoria del

14. En la medida en que la limitación probatoria no afecta una

formalidad esencial no entiendo porqué deba estimarse inconsti-

tucional; es un asunto que todavía está en estudio.

En la Suprema Corte se acaba de presentar otro supuesto favo-

rable esencial, un tema interesante de algún Código de Procedimien-

tos Civiles, creo que de Monterrey, algo de Nuevo León. Sería lo

de menos que proviniendo de fuera de manera expresa establezca

ciertas normas para la valoración de la prueba testimonial, y entre

otras cosas, afirma que no deben tener valor los dichos de los testigos

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338 Carlos de Silva Nava

cuando concurran ciertas circunstancias. Por ejemplo, el caso que

se plantea cuando existe dependencia económica del testigo respecto

del oferente de la prueba. En la demanda de amparo se dice que ese

artículo es inconstitucional porque está limitando las facultades

probatorias, está afectando el artículo 14 constitucional, lo está con-

trariando y si hay casos en que dada la naturaleza de los hechos el

único testigo es alguien que trabaja en el domicilio, un sirviente o

algo por el estilo, negarle entonces de antemano credibilidad a ese

testigo, está dejando en la imposibilidad de acreditar los hechos

que justifican ya sea mi acción o mi excepción. Aquí la limitación

probatoria si va al tema de fondo, no es una cosa incidental; se

trata de demostrar los hechos que fundan la acción o la excepción, y

si no, me opongo a que el Juez en cada caso haga una valoración de

las pruebas y diga si le resultan o no convincentes los testigos; pero

si de antemano la ley indica al Juez que en ningún caso tome o le dé

valor al dicho de los dependientes económicos, de antemano está

coartando mi posibilidad probatoria.

En otras materias se ha aceptado el valor de los testigos aun

cuando estén sujetos a alguna fecha y de quien tenga interés en el

asunto, atendiendo a la naturaleza de los hechos que pretenden

demostrarse. Por ejemplo, una tesis muy conocida en materia penal

expresa: que en cierto tipo de delitos, como la violación, el dicho

de la ofendida es predominante, y se da como explicación que rara

vez esos delitos se cometen en público y escasamente se pueden

encontrar testigos idóneos; entonces se le da, no sólo se le reconoce

valor a la ofendida, se le da valor a su dicho, sino que se le otorga

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339Curso de Derecho Constitucional

un valor predominante, según establece la jurisprudencia, porque

no se deja cada caso a la decisión del Juez; y atendiendo al tipo de

hecho a demostrar determinar hasta qué punto es creíble el testigo,

pero no de antemano decidir que diga lo que diga no se le va a creer.

Se los comento y no profundizó más porque no está resuelto el

asunto, simplemente hago notar que se trata de una afectación pro-

batoria que podría estimarse inconstitucional, que sí va dirigida al

fondo del asunto. Hay que examinar si en realidad la ley en cues-

tión está impidiendo la acción probatoria de las partes o sim-

plemente está estableciendo normas idóneas para los fines que se

persiguen a través del procedimiento; pero generalmente hablando

los temas probatorios constituyen formalidades esenciales del proce-

dimiento, y en cada caso habrá que ver cuál es la trascendencia del

precepto que establezca una limitación probatoria, pero como regla

general la tercera formalidad esencial es esa oportunidad probatoria.

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341

Los alegatos como formalidades del procedimiento

Empezamos a comentar el tema relativo a las formalidades

esenciales del procedimiento que exige el artículo 16. Veíamos

que debía existir una demanda o su equivalente entre otro tipo de

procedimientos; que debía haber un emplazamiento que dentro

de lo posible garantizara la seguridad de que el demandado tendrá

oportunidad de plantear adecuadamente sus defensas, la oportuni-

dad de contestar la demanda y la oportunidad probatoria.

El siguiente paso en los procedimientos ordinarios es el de alega-

tos. Aquí no hay uniformidad de criterio e incluso hay tesis que al

menos aparentemente se estiman contradictorias. Hay algunas tesis

de bastante tiempo atrás de la Segunda Sala que colocan los alegatos

o la posibilidad de alegar entre las formalidades esenciales del proce-

dimiento; hay otras tesis que sin analizar de manera directa el tema

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342 Carlos de Silva Nava

indirectamente si lo están analizando, porque se dice que la garantía

de audiencia consiste en la oportunidad de ser oído y vencido, dando

oportunidad de probar y alegar en defensa de sus intereses.

Sobre estas tesis parece ser que la inclinación de la jurispruden-

cia es en el sentido de que los alegatos forman parte esencial de la

litis. Sin embargo, existen otras tesis que contrarían definitivamente

este criterio. Recuerden ustedes algunas que dicen que los alegatos

no forman parte de la litis y que en consecuencia el Juez no viola

garantías por el hecho de no hacer referencia expresa en la senten-

cia a los argumentos planteados en los alegatos y que la litis se plantea

entre la demanda y la contestación y lo que se dijo en la demanda

ya está dicho y lo que no se dijo no está dicho. Los alegatos no

pueden alterar la litis, podrán servir de orientación al juzgador,

pero no son determinantes para la solución de un problema, al menos

así lo han establecido estas tesis a las que nos referimos, y si bien

algunas leyes prevén periodos de alegatos, en realidad no le dan la

importancia que tendrían si realmente fueran una formalidad

esencial del procedimiento. Tenemos el caso de la Ley de Amparo:

se agregarán los alegatos si se expresan por escrito; si son verbales, hay

un límite de tiempo y no se tomará razón de ellos en la audiencia,

o sea, como que no se impide que se alegue, pero tampoco se le da

mucha importancia al alegato mismo; incluso, repito, existe jurispru-

dencia abundante en el sentido de que como no forman parte de

la litis, es intrascendente que la sentencia se ocupe del estudio de los

alegatos.

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343Curso de Derecho Constitucional

LOS CONCEPTOS DE ALEGATO

EN SENTIDO AMPLIO Y ESTRICTO

Tenemos, pues, algunas tesis que hablan de la posibilidad de alegar

como una formalidad esencial del procedimiento, y otras que no

es que le nieguen esa calidad, pero por interpretación de las mis-

mas si la negativa no es expresa, si es tácita. Decía que la contradic-

ción podría estimarse aparente si entendemos que el concepto de

alegatos puede tener una doble interpretación desde un punto de vista

estricto; el alegato es una argumentación jurídica relacionada con

los puntos debatidos, que se produce en un momento procesal deter-

minado. Incluso los códigos que los prevén establecen periodos de

alegatos, pero en un sentido amplio es toda argumentación jurídica

que independientemente del momento en que se presenta está mani-

festando la posición de cada una de las partes. A través de un escrito

de contestación de demanda se puede alegar, no se está en el pe-

riodo de alegatos, pero si no entendemos el concepto en sentido

restringido sino en el sentido amplio, entonces en realidad la contesta-

ción de la demanda es un alegato en contra de la demanda. Si entende-

mos el concepto alegato lato sensu, es una formalidad esencial del

procedimiento porque las partes deben de estar en aptitud de alegar

lo que a sus intereses convenga, en el momento procesal que sea

oportuno: al plantear la demanda, al contestarla, etcétera; entonces,

la posibilidad de plantear mi posición frente al tema controvertido

si es una formalidad esencial, pero el alegato, en el sentido restrin-

gido meramente procesal de la palabra, no constituye una formali-

dad esencial del procedimiento.

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344 Carlos de Silva Nava

Si atendemos aquellas tesis que dicen que la garantía de audien-

cia supone la posibilidad de probar y alegar y las entendemos en el

sentido de que no se está refiriendo al periodo de alegatos, sino

hacerle notar a la autoridad los argumentos por los cuales la acción

debe proceder o debe proceder la excepción, entonces las tesis no

estarán equivocadas, como tampoco lo estarán las que refiriéndose

a un tipo específico de alegato le niegue el carácter de formalidad

esencial. Es decir, si aceptamos que el concepto de alegato es

ambiguo, que tiene más de una definición, más de una interpre-

tación, tendremos que aceptar que no es que exista contradicción

en las tesis, sino que cada una de ellas se refiere al alegato en una

acepción diversa.

Resumiendo, si vemos el alegato como ese argumento que se

da en cierto periodo procesal cuando ya la litis se ha planteado, no

constituye una formalidad esencial; podrán las leyes otorgar el dere-

cho de alegatos, no hay inconveniente en que lo otorguen, pero

si no lo otorgan no puede sostenerse que se viola la garantía de

audiencia.

No todo mundo es tan rígido ni tan estricto en los conceptos

procesales, pero la tendencia moderna, al menos en materia civil,

es no exigir tanta precisión en el argumento jurídico, en la cita del

precepto de que se trate; está muy en boga la frase de “dame los

hechos, te daré el derecho”. Si por la forma en que están contesta-

dos los hechos no hay duda de la acción que aunque no se le dé un

nombre o no se apoye en un precepto se está haciendo valer, la

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345Curso de Derecho Constitucional

acción podrá resultar procedente, independientemente de que ello

se mejore en los alegatos, porque los alegatos se producen casi a

finales del proceso. Si nos ponemos muy técnicos en el sentido de

que al no haberse citado determinado precepto o no haberse dado

determinado nombre a una excepción hace improcedente ésta, enton-

ces debemos aceptar que no puede mejorarse la demanda en los

alegatos porque el actor dirá “si esto me lo hubieran alegado en la

demanda, pues hubiera establecido una estrategia procesal deter-

minada, ofrecido determinadas pruebas, hacer valer determinados

argumentos, pero como no lo sabía ya no puedo hacer un escrito

de demanda en alegatos”.

ALGUNOS CASOS DE EXCEPCIÓN

A LA GARANTÍA DE AUDIENCIA

En mi criterio creo que el problema no debe enfocarse sobre si en

los alegatos puede o no corregirse la demanda, a través de alegatos

o la contestación, según el caso, pero si la demanda —aunque imper-

fecta en algunos aspectos— o la contestación, a juicio del juzgador

reúnen los requisitos mínimos, considero que hay que darle validez.

Por ejemplo, al contestar un punto de hechos se dice: "si ya cumplí

con la obligación que me están demandando, aunque no mencione

una excepción, es obvio que se está oponiendo la excepción de

pago”. Me parece muy rigorista decirle: “está bien que digas que pa-

gaste, pero como no mencionaste la expresión mágica ‘excepción

de pago’, entonces tu excepción resulta improcedente”. No se debe

ser muy estricto, siempre y cuando la demanda, aunque deficien-

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346 Carlos de Silva Nava

te, sea lo suficientemente clara de lo que se pretende, o la contesta-

ción en su caso; pero tener cierta “manga ancha” para calificar la

forma en que se plantean las acciones o las excepciones no quiere

decir que estemos aceptando el criterio de que en alegatos pueden

modificarse o mejorarse los planteamientos de la demanda. Precisa-

mente es lo que explican esas tesis que afirman que los alegatos no

forman parte de la litis, ya que no pueden alterar lo que está planteado.

El memorando no tiene carácter alguno, ni siquiera queda cons-

tancia de él en los autos; ni es un escrito de alegatos, pero aun

aceptando que así fuera, el presentado no es opción procesal ni

mucho menos. No sólo se da el memorando, se da lo que llamamos

“alegatos de oreja”. El litigante va a tratar de convencer al secretario

proyectista, al Juez, al Magistrado o al Ministro de ciertas posiciones.

También en este aspecto no existe uniformidad de criterio; desde

luego que la sentencia no tiene por qué, ni debe referirse expresa-

mente a un argumento, a un instrumento que ni siquiera obra en

autos, y aunque obre en autos no está presentado con la oportu-

nidad procesal que se requiere; lo que sucede es que hay problemas

que no son motivo de pruebas, sino de mero criterio, entonces es

natural que el litigante trate de orientar el criterio del Juez de acuerdo

con sus pretensiones, y ya sea que le platique muchas cosas o que

presente memorándum o lo que ustedes quieran, obviamente es

con esa intención, pero no es una pieza de autos. Algunos funcio-

narios judiciales son estrictos en este aspecto y le dicen al litigante

“ni me venga a ver ni me traiga algún memorando, porque si lo que

me va a decir está en su demanda, ahí está y lo voy a tomar en

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347Curso de Derecho Constitucional

cuenta”. Si está en autos despreocupense, se van a estudiar los autos;

recuerden que para el juzgador lo que no está en el expediente no

está en el universo, no existe en el mundo.

En una lógica muy rigorista, muy pura, parece inobjetable el

argumento de para qué oír cosas que no van a influir en la decisión;

sin embargo, sabemos que cuando los problemas son de criterio sí

opera de hecho el “alegato de oreja”, y no es que se estén alterando

las constancias de autos, sino que se previene al juzgador para que

se detenga en el análisis de algunas de ellas, que quizá con una ojeada

superficial podrían resultar poco importantes, o que por una

interpretación se considere que no correspondían a la realidad; es

decir, el litigante no debe pretender plantear problemas ajenos a

la litis.

Otro caso de excepción a la garantía de audiencia es la expropia-

ción, que constituye una decisión unilateral del Estado que implica

el ejercicio de su soberanía prevista en la Constitución, que la es-

tablece como decisión soberana del Estado. La expropiación no

considera la garantía de audiencia y por tanto debe entenderse cons-

titucionalmente como otro caso de excepción; y volvemos a lo mis-

mo: la jurisprudencia ha dicho que no es inconstitucional la ley de

expropiación por no establecer la audiencia previa, pero sí acepta

la necesidad de que se establezcan recursos ordinarios a través de los

cuales pueda impugnarse o atacarse el decreto expropiatorio. Hay

tesis de algunas Salas (creo que el problema se ha planteado en la

Penal y en la Administrativa) en el sentido de que no es necesaria

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348 Carlos de Silva Nava

la audiencia previa pero si la audiencia posterior, admitiendo que la

alternativa de la audiencia posterior no basta. No es suficiente que

se establezca un recurso, éste debe garantizar las formalidades esen-

ciales del procedimiento, y si ese recurso no prevé periodos probato-

rios, por ejemplo, entonces la ley resulta inconstitucional no por

violación a la audiencia previa sino por violación a la audiencia

posterior, o sea, es un caso similar al derecho fiscal que con justifica-

ciones de tipo constitucional se aceptan excepciones (sin negar de

manera tajante la posibilidad de defensa) simplemente por necesi-

dades de orden público y con apoyo en preceptos o principios constitu-

cionales se difiere la posibilidad de defensa, pero no se niega; es

decir, las excepciones no son absolutas, simplemente se difiere la de-

fensa de los particulares, pero no está prohibida, justificándose la

defensa del particular ante cualquier acto de autoridad que le cause

privación de un derecho.

En casos menos importantes y aislados la Corte ha aceptado

algunas otras excepciones, pero creo que no tiene caso detenernos

en ellas; mas sí estamos de acuerdo en que la jurisprudencia ha encon-

trado casos de excepción a la operancia de los principios de defensa,

excepciones que no deben ser arbitrarias ni caprichosas; deben

encontrar apoyo en el artículo 27 constitucional, porque no pode-

mos admitir que al gusto del juzgador se establezcan excepciones

sin fundamento en la Constitución, porque si no tienen ese funda-

mento serán inconstitucionales; no que decida el juzgador “a mí me

parece prudente que esto se haga o no, o se lleve a cabo o no el pro-

cedimiento”, no es al arbitrio del juzgador; de lo contrario es tanto

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349Curso de Derecho Constitucional

como aceptar que sin apoyo constitucional se viole un precepto cons-

titucional simplemente porque a alguien le pareció muy prudente

o muy oportuno limitar las defensas de una persona en un caso deter-

minado. Independientemente de que haya casos en sí discuti-

bles, lo cierto es que todos ellos deben tener apoyo en principios

constitucionales, porque no se justificaría el establecimiento de excep-

ción a la violación de la garantía de audiencia.

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351

Otras excepciones a la garantía de audiencia

V amos a ver el artículo 16 en materia fiscal. Por ejemplo, se

plantea un amparo en relación con un contrato de prenda.

El problema fue éste: se acredita al acreedor prendario y hay una

autorización judicial del cuerpo prendario. Ahora bien, cuando se

va a iniciar un juicio, en el que se van a hacer efectivos los derechos

o los créditos relativos con la prenda, se otorga facultad para

enajenar la prenda y depositar el dinero a resultas del juicio, y una

vez que se ha vendido la prenda, se inicia el procedimiento pro-

piamente dicho. Se pidió amparo aduciendo que se violaba la garan-

tía de audiencia, porque se sostenía que se privaba al deudor de la

prenda que estaba en garantía; él conservaba la propiedad, pero no

podía adjudicarla a través de un procedimiento. El deudor consi-

deraba que en esa fase, llamémosla preparatoria, sin oírlo se auto-

rizaba la enajenación del bien, aunque le pagaran el dinero después,

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352 Carlos de Silva Nava

al terminar el juicio. Lo cierto es que él ya había perdido el bien de

que se trataba. Primero, se pensó si sería o no una privación defini-

tiva, y se consideró que sí, porque aunque tuviera derecho a la resti-

tución del bien en dinero en caso de que la obligación estuviera

cumplida, lo cierto es que sin oírlo lo privaban del bien de su pro-

piedad, bien concreto y específico.

Al respecto la Corte no votó por unanimidad, estimó que en

el caso no operaba la garantía de audiencia, aduciendo que la prenda

tenía ciertas características y que el incumplimiento de la obligación

principal debía producir determinadas consecuencias; además, por

razones de seguridad, en las transacciones comerciales se permitía

un procedimiento de esa naturaleza como verdaderamente excepcio-

nal; estimó que no podía ser violatorio de la garantía de audiencia.

Realmente no comparto ese criterio. Estimo que sí hay violación a

la garantía de audiencia, y pongo como ejemplo que en casos espe-

cíficos se ha aceptado alguna excepción en principio; considero

que las excepciones ya aceptadas, más las que pudieran aceptarse,

no deben apoyarse en el criterio del juzgador sobre si es o no conve-

niente otorgar la garantía de audiencia porque si queda al arbitrio

de quien aplica la ley éste siempre encontrará un buen motivo

para decir que en ese caso concreto no opera la garantía de audien-

cia, y se estarían estableciendo limitaciones indebidas.

Las limitaciones deben provenir del propio sistema constitucio-

nal, es decir, si éste permite establecer la excepción no hay problema,

ni en la misma garantía se encuentran limitaciones o excepciones

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353Curso de Derecho Constitucional

ya sea en razón del interés público, de la moral, del derecho, etcétera,

pero no deber ser la Constitución quien establezca las limitaciones

en la garantía, lo que no puede hacerse a través de la legislación.

Esto porque si las leyes secundarias son o fueran medios idóneos

para limitar las garantías, nunca podríamos estimar que una ley secun-

daria es inconstitucional. Por ejemplo, la materia fiscal y la de expro-

piación se apoyan en el sistema constitucional; estas medidas son

aceptables, en otras, como en el caso de la orden de aprehen-

sión, implica un acto de privación de derechos, en el cual la garantía

de audiencia es obligatoria; si se considera que existe un acto pri-

vativo definitivo no tendría nada de raro aceptar eso porque la propia

Constitución establece los requisitos para la orden de aprehensión

y entre ellos no está el de seguir un juicio; al revés, la aprehen-

sión es para iniciar el juicio.

No hay garantía de audiencia en el procedimiento expropia-

torio propiamente dicho, pero si hay una audiencia posterior a través

de un recurso que establece la propia Ley de Expropiación, pero si

por cualquier motivo el particular no acude a ese recurso, es fre-

cuente en materia de expropiación que para no tener que agotar

ese recurso, se acuda de inmediato al amparo, promoviéndose la cons-

titucionalidad de la ley, caso en el que no es obligatorio. Ya saben

que el amparo en materia constitucional lo van a perder, pero no

es eso lo que les interesa sino brincar el recurso y que el Poder Judi-

cial entre al estudio del decreto en la vía de amparo. La revisión,

por tanto, es discutible que sea un recurso propiamente dicho, pero

independientemente de la terminología la revisión opera en dos

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354 Carlos de Silva Nava

casos: primero, cuando el bien no es dedicado al objeto previsto en

el decreto expropiatorio, esto es, se estudia para hacer una escuela

y se hace un mercado, por ejemplo; y segundo, cuando no ha sido

dedicado al objeto que se perseguía o al fin que persigue el derecho

expropiatorio, en un término de cinco años.

EL PROBLEMA DE LA REVISIÓN

EN EL ACTO EXPROPIATORIO

La revisión se justifica con el argumento de que la afectación a la

propiedad privada no es lo deseable, salvo que existan motivos de

interés público, es decir, lo ideal es el respeto a la propiedad privada,

y sólo en causas extremas hay que sacrificar esa propiedad en aras

del interés público, y no se ve claro ese interés público si el mismo

Estado no destina el bien al fin que le parecía tan importante; quiere

decir que parece más pretexto que una realidad el decreto expropia-

torio. Lo cierto es que si el bien no se dedica a la finalidad de que

se trata, eso es lo que justifica la revisión. Lamentablemente la Ley

de Expropiación tiene algunas deficiencias; por ejemplo ¿en cuánto

tiempo el bien puede ser cambiado de destino? Vamos a suponer

que se expropia para hacer una escuela y se construye una escuela;

la escuela está en ese lugar durante veinte años, pero un día se cons-

truye una escuela mejor en el terreno de junto; se destruye la vieja

escuela y se construye un parque público, en ese momento, ¿surge

el derecho a la revisión? ¿no obstante que se destinó dentro de

todo al bien público y digo veinte años por no decir cien años, aun-

que haya muerto el propietario? Su sucesión podría demandar, es

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355Curso de Derecho Constitucional

un derecho patrimonial que se actualiza en sus herederos; parece

absurdo que ya dedicado el bien a un fin determinado no pueda

nunca cambiarse de destino y que independientemente de los años

que pasen surge un derecho a la revisión. Cuál sea la solución la

ley no lo aclara, tampoco aclara si prescribe o no la acción de revi-

sión, o cómo o cuándo empieza a correr en caso de existir, o cómo

corre esa prescripción. Vamos a suponer que el bien es destinado a

un fin distinto al señalado por el decreto, pero pasan cincuenta

años; se promueve una acción de revisión, bueno, hay prescripción,

pero la ley no explica cómo corre; en mi concepto son deficiencias

de la misma.

LA INDETERMINACIÓN DE PLAZOS

PARA DECIDIR LA REVISIÓN EXPROPIATORIA

En ocasiones las expropiaciones persiguen no el ingreso de un bien

al patrimonio nacional, sino al revés. Las expropiaciones que se

proponen regularizar la propiedad de un predio, como cuando de

repente hay terrenos donde se forman asentamientos irregulares,

ciudades perdidas, etcétera, no se sabe quién es el propietario, quién

va a pagar el impuesto predial, ni quién va a recibir los servicios,

etcétera, entonces se expropia con el fin de regularizar la propiedad;

en ese caso no tiene aplicación la Ley de Bienes Nacionales por-

que no se está en presencia de ese tipo de bienes. Quizás en otro

tipo de expropiaciones pudiera tener aplicación, pero también se

requieren dos años de plazo cuando el bien es dedicado a un fin

distinto; quizás por una interpretación analógica podría llegarse a

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356 Carlos de Silva Nava

esa conclusión. Ahora vamos a suponer que sí se dedica el bien al

fin, pero treinta años después se dedica a otro distinto, por ejemplo,

el edificio de la escuela era tan viejo que se cayó, y en otro lote hicie-

ron la escuela más moderna, más funcional. ¿Hay obligación de

devolverlo al propietario o el Estado puede alegar que ya entró

en definitiva en su patrimonio? eso también se discute en materia de

revisión… a ti qué te importa si ya te indemnizaron. Pasa igual que

con los contratos en abonos a cuenta de rentas, ése es el criterio

que se ha manejado; es decir, la indemnización no necesariamente

corresponde al valor real y al valor comercial, con frecuencia es

más bajo, pero según la teoría, no puede evitarse el aceptar la indem-

nización, ni se impide manejar la revisión. Puede o no ser inconsti-

tucional, pero no es jurídicamente imposible que se establezca la

garantía; además, en este problema de prescripción es muy difícil

establecer cuál es el término para promoverla. Como no hay sistemas

de notificación ni hay procedimientos, etcétera, cualquiera puede decir

yo no sabía, “es que ya pasaron diez años”, “sí, pero yo me enteré

ayer”; es decir, en la práctica se plantean en materia de revisión

muchas dificultades.

Ahora la pregunta inicial era, ¿qué pasa si se está tramitando

un juicio de amparo? La sola promoción de la demanda no inte-

rrumpe los términos de la revisión, lo que podría interrumpir el

término es la suspensión dentro del juicio de amparo. Si no se

obtiene la suspensión, ya sea porque no se solicitó o porque es negada

por la autoridad del amparo, por cualquiera de los motivos en que

es procedente la negativa, entonces la autoridad conserva su potes-

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357Curso de Derecho Constitucional

tad de llevar a cabo la ejecución del decreto expropiatorio; no hay

impedimento legal para que lo haga, le están corriendo todos los

términos, pero si se concedió la suspensión, entonces si está imposi-

bilitada para llevar adelante la ejecución pues todo el tiempo en

que esté operando la suspensión no transcurre el término de revi-

sión; es decir, no es sólo la promoción del amparo, es la suspensión

lo que define que corra o no el término de revisión.

SOBRE LOS ACTOS DE MOLESTIA

Ahora bien, en términos del artículo 16 hay que distinguir entre

los actos de molestia y los actos de privación, por tanto, los estrictos

de molestia como los de privación, que también son actos de moles-

tia, deben reunir ciertas características. Los bienes que se tutelan

son la persona, familia, domicilio o posesiones; simplemente una

pequeña aclaración en cuanto a familia: se debe entender como

tales derechos los que pueda obtener una persona en relación con

—valga la redundancia—, sus familiares, pero no quiere decir que

esté legitimado para defender los derechos de sus familiares. Como

regla general, solamente el padre, mayor de edad, es representante

del hijo, pero si alguna autoridad embarga a mi padre yo no puedo

alegar que me está afectando en mi familia y promover un amparo

en nombre de mi padre, pues no se defiende a la familia como institu-

ción social, no se dan derechos a los familiares de defenderse unos

a otros, lo que se protege son los derechos personales. Por ejemplo,

cuando se pretende desconocer la paternidad de un hijo nacido en

matrimonio, o se plantea un problema de divorcio o un sucesorio,

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358 Carlos de Silva Nava

si es interesado, puede solicitar amparo en la medida en que se le

está afectando en su relación familiar, pero no es que se proteja a

la familia en sí misma. La promoción de un juicio de amparo en

algunos casos si procede, pero no por aplicación del art. 16 consti-

tucional sino por un asunto de representación; el padre representa

al hijo, esto es, en realidad quien está pidiendo el amparo es el hijo,

pero lo está haciendo por conducto de su representante; cuando se

afecta mi situación familiar hay violación al 16 o puede haberla,

pero si afecta a un familiar para mí no hay consecuencias o no tiene

aplicación el artículo 16.

EL MANDAMIENTO ESCRITO EN EL ACTO DE MOLESTIA

Este acto de molestia debe constar en mandamiento escrito y no se

requiere más explicaciones que lo relativo a la autenticidad del

mandamiento. Generalmente el mandamiento se autentifica a través

de la firma del funcionario que lo emite, pueden ponerse sellos o

todo lo que ustedes quieran, pero lo que define la voluntad del

funcionario al emitir el mandamiento es el apoyo que da el mismo

con su firma. El mandamiento no firmado es igual a los documen-

tos privados, carece en absoluto de valor.

En la práctica se han planteado algunas discusiones sobre este

problema de la autenticidad del mandamiento escrito. Por ejemplo,

cuando se trata de las firmas que no son autógrafas sino en facsímil,

la firma que aparece estampada en un documento es un sello que

reproduce la firma, pero no está puesta de puño y letra del funcio-

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359Curso de Derecho Constitucional

nario. El criterio que ha prevalecido en esta materia es el siguiente:

el documento original debe estar firmado de puño y letra, debe ser

autógrafo, pero en las copias del traslado con las que se notifica a

las partes no necesariamente debe constar en ellos la firma de puño

y letra del funcionario porque no son copias del traslado, son formas

de notificar el mandamiento; entonces, se acepta que los traslados

se hagan con firma facsimilar, pero el documento original debe

estar firmado por la autoridad correspondiente.

La pregunta ¿es en realidad autoridad o es suplantación de un

particular que se hace pasar por autoridad para defraudar a una per-

sona? El ejemplo es alguien que sí es autoridad, pero que sin cumplir

con requisitos formales pretende afectar una posesión, una propie-

dad; no es el caso de alguien que se ostenta autoridad para defraudar

a una persona, sino que es autoridad que simplemente no cumple

con los requisitos, por lo que es procedente el amparo y el acto resul-

tará violatorio de garantías, precisamente por no contener los requi-

sitos que exige el artículo 16. Si por el contrario es un fraude, no

procede el amparo sino una denuncia penal, porque los particulares

no son autoridad, no se puede promover amparo contra ellos si se

hacen aparecer como autoridades o se ostentan como autoridades

sin serlo; eso tipifica un delito, pero no admite la promoción del

amparo.

Estos problemas como el de la firma facsimilar plantean otros

muchos como el de inseguridad, sin embargo, hay casos que son a

la inversa. Usted todos los bimestres recibe en su casa un recibo para

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360 Carlos de Silva Nava

que pague el impuesto predial, derechos de agua y todo lo que

se quiera; documentos que expide una computadora y que no están

firmados por nadie, ni siquiera por facsímil, y ve usted su cuenta

de agua y dice: “¡ah caray! me están cobrando de más, está equivo-

cado". Promueve usted su amparo y acompaña el documento, y

dicen, bueno, pues este documento no acredita que te estén cobran-

do, ¿quién te está cobrando?” pues aquí dice que la autoridad; “¿si,

pero quién lo firma? ¿el tercero? ¿el de catastro?” En fin, no, pues

no sé. Entonces no hay amparo, es decir, también si lo vemos desde

el otro punto de vista ser demasiado estrictos o exigentes en estas

formalidades provocaría consecuencias contrarias en la práctica, y

todos los que trabajan en juzgados administrativos se habrán dado

cuenta que se les da valor a esos documentos que ni siquiera son

documentos privados, es decir, son papeles que tienen unas letras,

pero no se sabe quién los emitió o porqué motivo. Sabemos que

esos recibos los emite la Tesorería, pero si nos ponemos estrictos

en cuestiones jurídicas diremos que no está acreditado el acto recla-

mado con la presentación del recibo, ni se sabrá si se está archivando

o cobrando; o dirá el encargado: no lo hice yo, es muy parecido a

los que hago, pero no lo hice, dónde está mi firma, etcétera, estos

son problemas de hecho. Claro que cuando el Constituyente hizo

el artículo 16 nunca se puso a pensar que los documentos no sólo

de la Tesorería sino del Seguro Social y de todos los demás serían

hechos algún día no por contadores, sino por computadoras. En ma-

teria de seguridad social se han presentado problemas de esta natu-

raleza. Las liquidaciones que originalmente salían por computadora

iban en papeles donde ya estaba impresa la firma del funcionario,

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361Curso de Derecho Constitucional

ni siquiera era un facsímil; la hoja ya estaba impresa, es decir, era

una firma en blanco y luego la computadora ponía una serie de

números y decía “el señor debe tanto”.

Los primeros amparos que se promovieron contra este tipo de

cobros y de liquidaciones se estimaron procedentes y se otorgó el

amparo por estimar que había falta de fundamentación y motivación

porque realmente la computadora decía que tal empresa debía tanto

dinero, pero no daba razón del adeudo ni citaba el precepto en que

se apoyaba la deuda, etcétera. El Seguro Social expresó que sería

simplemente costoso mantener un sistema tradicional donde en

cada caso tuviera que hacerse un estudio no de computadora, sino

humano, para citar preceptos, razones, etcétera, que era ya imposible

o demasiado costoso, salía más caro hacer las liquidaciones que

cobrarlas. Sin embargo, los avances técnicos permiten que la progra-

mación de las computadoras sea tal que si se invocan los preceptos,

si hay computadoras capaces de mandar un aparato a la luna, supongo

que las habrá capaces de citar cuál es el precepto aplicable y en esa

medida irá mejorando el sistema, aunque lo siga haciendo por

computación; no sé si ya se podrá llamar perfecto, pero da una

idea más clara.

Es un arma de dos filos porque cuando conviene al particular

dice que es violatorio de garantías porque el documento no está

firmado, o bien plantea el juicio y él mismo ofrece como prueba el

documento no firmado, como es el caso de los recibos de predial y

de agua. Hasta qué punto es ético, es moral, que la misma persona

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362 Carlos de Silva Nava

alegue violación de garantías cuando le conviene, y que no tenga

inconveniente en presentar un documento no firmado. Hay una incon-

gruencia en la actitud y supongo que los abogados debemos ser

congruentes, los criterios jurídicos no deben establecerse en función

del cliente; debe haber congruencia en los planteamientos, pero lo

cierto es que el Poder Judicial cuando se lo plantean como concepto

de violación lo ha analizado, esto es, cuando no se lo plantean indebi-

damente le da valor a esos documentos que no tienen ningún valor.

Ahora, independientemente de la cuestión de si el facsímil se admite

en la copia o en el original, lo cierto es que mientras no se reforme

el artículo 16 todos los originales que no estén firmados resultan

violatorios de las garantías, y por tanto todas las cuentas no fundadas

ni motivadas resultan también violatorias de garantías. No basta el

argumento de que es difícil cumplir con las obligaciones porque

no es la dificultad una excepción establecida por el artículo 16 en

cuanto a firmar, podrá ser muy cansado, pero el fundar y motivar

no es difícil.

Cuando se iniciaron estos problemas era Juez de Distrito y me

tocó conocer unos amparos por falta de conceptos de motivación

en contra del Seguro Social. No es que le importaran mucho esas

cuentas porque no sería ni más rico ni más pobre con la cuenta de

esos quejosos; lo que le preocupaba al Seguro Social era el crite-

rio, porque entonces todos los afiliados iban a alegar lo mismo y

ninguno iba a pagar, claro que después podría cobrarles, pero con

un procedimiento diverso y más costoso; además el cobro no iba a

ser oportuno, tendría que esperar a que terminara el juicio y se con-

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363Curso de Derecho Constitucional

cediera el amparo, y en cumplimiento del amparo emitirían otra

resolución, etcétera. Sin embargo, no es imposible hacer un pro-

grama por computadora en relación a la fundamentación y motiva-

ción, lo que pasa es que no lo hacían, les parecía más fácil que el

Poder Judicial cambiara de criterio a hacer la nueva programación

en sus máquinas.

LA COMPETENCIA Y SUS DIVERSAS ACEPCIONES

El segundo requisito es que ese mandamiento escrito proviniera de

autoridad competente. Este término competencia ha suscitado mu-

chas dudas y discusiones, ya que en realidad es un término ambiguo,

pues no siempre se emplea en el mismo sentido ni produce iguales

o similares consecuencias. La Suprema Corte ha distinguido dos

tipos de competencias: una es la llamada competencia ordinaria,

ésta se plantea con motivo de temas estrictamente procesales. Por

ejemplo, un caso de competencia ordinaria se discerniría en tanto

si conocer de un juicio civil corresponde al Juez de Coyoacán o corres-

ponde al Juez de Villa Álvaro Obregón. Tan Juez es el uno como el

otro, ambos tienen jurisdicción, capacidad para alegar, para resolver

el asunto, pero por motivos prácticos existen una división territorial

y es un conflicto que se suscita por aspectos meramente procesales:

esa es la competencia ordinaria. El otro tipo de competencia es aquella

a la que a la Tercera Sala de la Suprema Corte llamó competencia

constitucional; no se trata de un conflicto territorial o de situaciones

similares, sino que ahí el concepto de competencia lleva implícito

el atributo de facultad, es decir, es una autoridad facultada; no

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364 Carlos de Silva Nava

siempre hay una coincidencia de los dos conceptos de competencia.

Por ejemplo, cuando se trata de una competencia constitucional

no se anda viendo quién es el que va a conocer del procedimiento,

simplemente se determina si está o no facultado para emitir el acto

y no se plantea un conflicto. En controversia constitucional supon-

gamos que el Jefe del Departamento del Distrito Federal quiere

hacer uso de una facultad que no le ha sido trasmitida por el Presi-

dente de la República; si emite un reglamento podríamos aducir

que carece de facultades constitucionales para ello, pero no le vamos

a plantear un conflicto de competencia como acontece con los Jueces,

diciéndole que solicite al Presidente si quiere emitir el reglamento,

y en caso de que no estemos de acuerdo con el Presidente, acudir a

la Corte para que diga quién de los dos es competente y quién va

a emitir el reglamento; no se trata de ese conflicto ordinario que se

suscita entre Jueces, simplemente se dice que el Jefe del Departa-

mento carece de facultades y de competencia.

En algunos procedimientos como en el civil las partes pueden

voluntariamente someterse al Juez incompetente, y en otros como

en el juicio de amparo lo actuado por el Juez incompetente es válido,

incluso la Ley de Amparo le prohíbe al Juez de Distrito, una vez

aceptada la demanda, plantear la competencia ordinaria. Desde luego

hasta que quede resuelta la suspensión definitiva y mientras no

esté resuelta, ¿qué debe hacer el Juez? pues seguir actuando aunque

después se declare incompetente, entonces, ¿todo lo que actuó en

el incidente o en el principal no vale? sí vale, la ley lo obliga a

continuar el procedimiento, no obstante su incompetencia. ¿Cuál

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365Curso de Derecho Constitucional

es la diferencia entre la competencia ordinaria que se plantea entre

jueces y que no está protegida por el 16, y la que está protegida por

el 16 es la competencia constitucional? No es inconstitucional la

Ley de Amparo por el hecho de obligar a seguir actuando al Juez de

Distrito; va a ser otro, pero corresponderá a un Juez de Distrito

resolver el problema, es decir, un Juez con facultades para resolver

juicios de amparo.

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Reiteración del concepto de competencia

Con motivo del artículo 16 empezamos a analizar el

concepto de competencia; habíamos comentado que se

distinguen dos tipos de ésta: la competencia constitucional y la

competencia ordinaria. El concepto de competencia ordinaria tiene

su origen en concepciones meramente procesales. Recordarán que

la función o facultad jurisdiccional consiste en la posibilidad

de definir, de decidir el derecho ante un punto controvertido. Todos

los jueces, por el hecho de serlo, tienen la facultad jurisdiccional;

es esencial al juzgador tener la facultad jurisdiccional, pero esa

facultad de todos ellos no se ejerce indiscriminadamente en todos

los casos y lugares, en todas las materias; existen sistemas que deli-

mitan o limitan el ejercicio de la facultad jurisdiccional, a esa limita-

ción es a la que llamamos competencia.

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368 Carlos de Silva Nava

TIPOS DE COMPETENCIA

Repetimos, todos los jueces tienen jurisdicción pero sólo la ejercen

dentro de una circunscripción determinada o en una materia deter-

minada; esos límites a la jurisdicción es la competencia que puede

establecerse por razones de territorio, por razones de materia, por

razones de grado, de turno, etcétera, es decir, tantos motivos como

encuentra el legislador para delimitar la facultad jurisdiccional darán

origen a un sistema competencial. En la práctica los temas estricta-

mente competenciales se confunden, ya sea con temas de facultades

o con aspectos de procedencia de las acciones planteadas, o bien

de la procedencia de la vía seguida en el planteamiento de un

conflicto judicial. En ocasiones se confunden conceptos de compe-

tencia con conceptos de procedencia; el Juez que por cualquier

motivo resulta incompetente, una vez que se ha decidido su incom-

petencia está imposibilitado de actuar; pero si antes de esa decla-

ración se hace el planteamiento correspondiente lo único que puede

hace el Juez es declarar su incompetencia, pero no con el pretexto

de su incompetencia va a afectar los derechos sustantivos o proce-

sales de las partes que intervienen en el procedimiento.

Por poner un ejemplo: en la Ley Orgánica del Tribunal Fiscal

se establecen los casos en que es procedente la acción de nulidad,

pero en vez de emplear el término competencia las Salas del Tribunal

Fiscal de la Federación dicen que son competentes para conocer

de... y enumeran los casos en que la acción es procedente; la inten-

ción del precepto obviamente es establecer los casos de procedencia

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369Curso de Derecho Constitucional

de la acción de nulidad fiscal, no establecer un sistema de compe-

tencia ordinaria, porque el único competente para conocer de

problemas fiscales, de acciones de nulidad fiscal en materia federal

es el Tribunal Fiscal de la Federación. Observen ustedes que cuan-

do se plantea un problema de competencia entre dos jueces por

razón de territorio, es porque hay dos territorios y dos juzgados

que discuten cuál de los dos va a ser el competente, pero el Tribunal

Fiscal no discute con nadie su competencia, es el único órgano en

materia federal facultado para conocer de procedimientos de nuli-

dad fiscal. Luego, no se trata de establecer un sistema competencial

consistente en dividir entre varios órganos jurisdiccionales el ejer-

cicio de la jurisdicción o de limitar las facultades jurisdiccionales

de uno u otro para establecer un sistema de competencias; esto

quiere decir que está mal empleado el término de competencia en

este artículo, por ejemplo, en la Ley de Amparo, el artículo 114 nos

dice: “Los Jueces de distrito son competentes para conocer de esto… el

amparo ante Juez de Distrito procede en estos casos...", después

hay otros artículos que dicen que es competente el Juez de Chihuahua

o es competente el Juez de Yucatán, pero al establecerse los casos de

procedencia del juicio de amparo no se dice genéricamente los jueces

son competentes, se dice procede el juicio de amparo ante el Juez

de Distrito, porque lo que se está determinando es la procedencia.

Hay otros preceptos tanto en la Ley de Amparo como en la

Ley Orgánica que ya no se refieren al problema de procedencia,

sino a los problemas de competencia, y dicen en qué casos es com-

petente el Juez del lugar donde radica la ordenadora, en qué casos

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370 Carlos de Silva Nava

es competente el Juez donde se va a ejecutar el acto reclamado,

etcétera. Esa deficiente terminología de la ley en la práctica produce

confusiones; por ejemplo, en ocasiones se ven sentencias de algunas

Salas del Tribunal Fiscal que señalan cómo el asunto planteado no

está en ninguno de los casos del precepto: esta Sala carece de com-

petencia y como carece de competencia se sobresee en el juicio de

nulidad, y la pregunta ingenua sería: ¿si no eres competente por qué

sobresees en el juicio? ¿por qué lo estás resolviendo? La Sala no

tiene la intención de plantear un conflicto competencial, ni podría

hacerlo porque además no tiene a quien planteárselo, lo que quiere

decir la Sala es que la acción es improcedente porque no está en

los casos de procedencia de la acción, justifica el sobreseimiento

obviamente la improcedencia; pero esa deficiente terminología lleva

a la Sala a incurrir en una contradicción, de tal suerte que al mismo

tiempo que se declara incompetente está resolviendo el juicio. Es una

contradicción; pasa en otras materias, no sólo en la materia fiscal.

El sobreseimiento implica precisamente no entrar al conocimiento

del asunto, pero es una decisión y decíamos que el Juez incompe-

tente lo único que puede hacer es plantear su competencia, no

resolver la controversia o negarse a resolverla señalando que es incom-

petente. Lo que pasa es que hay un error en el concepto de competen-

cia, se emplea el término competencia para definir problemas, o

temas procesales distintos al estricto de la competencia, y les decía,

no solamente ocurre en materia fiscal, en materia laboral pasa algo

similar... en decisiones del Tribunal Federal de Arbitraje... Como

ustedes recordarán, los empleados de confianza no tienen los dere-

chos laborales que los trabajadores de base, en la medida en que

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371Curso de Derecho Constitucional

no cuentan con determinados derechos no tienen forma de acudir

ante el Tribunal de Arbitraje. El ejemplo es el siguiente y se da con

frecuencia en la práctica: el trabajador de alguna Secretaría de

Estado demanda a una unidad burocrática determinada aduciendo

un despido injustificado. Al contestar la demanda, la institución

le hace notar al Tribunal de Arbitraje que esa persona tiene un

cargo, o tenía un cargo de confianza de acuerdo con la ley, y que

por tanto el Tribunal es incompetente para conocer de asuntos de

empleados de confianza; el Tribunal se declara incompetente y

manda archivar el expediente; desde el momento en que está

mandando archivar el expediente se está negando a conocer de

una acción intentada, y aun cuando un poco más sutil, el ejemplo

es prácticamente el mismo que comentábamos en que se daba por

terminada una controversia sin tener facultades (porque no es

competente según está diciendo él). Lo que pudo haber dicho el

Tribunal no es que era incompetente sino dar otras soluciones

relacionadas ya sea con la procedencia de la acción o con la pro-

cedencia de la vía; ningún inconveniente hubiera habido si el

Tribunal de Arbitraje en vez de declarar su incompetencia hubiera

dicho al actor que carecía de la acción, y por tanto no había bases

para condenar al demandado; o bien si hubiera dicho: aceptando

que tuviere alguna acción, esta acción no debe hacerse valer por

la vía laboral o por la vía del juicio ante el Tribunal Laboral; a la

mejor sí tenía algún derecho a través del juicio de amparo o de otros

medios, iría al tribunal, eso sería problema para un Juez de amparo

cuando le planteen la acción, pero considero —diría el tribunal—

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372 Carlos de Silva Nava

que la vía que él eligió para plantear sus derechos no es la adecuada,

hay una improcedencia de la vía. El Tribunal Fiscal está diciendo

“no sé si te despidieron bien o mal, pero tú no tienes esta vía para

llegar”, pero en vez de decirlo con esas palabras lo está traduciendo

indebidamente a un concepto de competencia.

EL PROBLEMA DE LA CONCURRENCIA DE COMPETENCIAS

También en juicios ordinarios se plantean problemas de esta natu-

raleza. Los Jueces de Distrito en Materia Civil son competentes

para conocer de acciones ordinarias civiles en que la Federación es

parte, ahí no hay jurisdicción concurrente como en el Derecho

Mercantil, hay una competencia federal. Pero además de establecerse

la competencia federal con motivo de la especialización de los

juzgados, el conocimiento de ese tipo de juicios ordinarios se

atribuye a los jueces civiles y los Jueces de Distrito en Materia

Administrativa son competentes para conocer de aquellos juicios

en que se discuta la nulidad o validez de actos de autoridades

federales. Como ven ustedes, a través de la vía civil se plantean

acciones ordinarias civiles, puede ser un problema de desahucio,

un problema de incumplimiento del contrato, el problema que

ustedes quieran, pero en la medida en que la Federación está inte-

resada debe ser un Juez federal el que conozca del asunto. El juicio

ante el Juez de Distrito administrativo no es un juicio ordina-

rio civil, aunque algunos así le llaman indebidamente; es un juicio

de anulación prácticamente igual (no digo en cuanto a sus forma-

lidades, sino en cuanto a su esencia) al juicio de anulación fiscal; no se

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373Curso de Derecho Constitucional

está demandando al Estado el cumplimiento de una obligación, no se

le está demandando que realice determinada actividad, no, se está

anulando un acto de autoridad, es un juicio de anulación de acto

de autoridad, no una acción civil ordinaria. Este artículo de la Ley

Orgánica que da competencia a los jueces administrativos no esta-

blece la procedencia de la acción de nulidad, señala los casos en

que la acción de nulidad es procedente; de acuerdo con alguna ley

el competente será el Juez de Distrito en Materia Administrativa,

pero no está diciendo que la acción de nulidad prospera contra

cualquier acto de autoridad, si así fuera no habría amparo adminis-

trativo, porque habría que agotar el juicio de anulación y sólo ir al

amparo hasta que estuviera terminado el juicio de anulación. Enton-

ces observen ustedes, el artículo dice: “los Jueces de Distrito son com-

petentes para conocer de los juicios en que se planteen éstos”, pero

no está diciendo en qué casos procede hacer ese planteamiento, o

sea que la Ley Orgánica establece competencia; la procedencia debe

estar en la ley del acto.

En un caso concreto, por confusión de estos temas aconteció

lo siguiente: una persona ocurrió ante un Juez de Distrito en Mate-

ria Civil a demandar a la Federación porque, según explicaba en la

demanda, había sido expropiado de determinados bienes y la autori-

dad se negaba a pagarle la indemnización, es decir, estaba ejerciendo

una acción de pago; digo, “ya le pedí a la autoridad que me pagara

y me respondió que no me paga; ante esa negativa vengo a demandar

el pago por parte de la Federación, esto es, el cumplimiento de una

obligación que estimo existe en mi favor”. El Juez de Distrito en

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374 Carlos de Silva Nava

Materia Civil acepta la competencia para conocer del juicio y la parte

demandada le dice al Juez: “eres incompetente, porque aquí con la

apariencia de una acción civil, lo que te están planteando es un pro-

blema administrativo, es un problema relacionado con temas

expropiatorios”; el Juez responde “no es cierto, esta es una acción

de pago, una acción civil; claro que como la demandada es la Fede-

ración, tiene mucho que ver con actividades propias de la misma,

pero le estoy reclamando una obligación”. Apelan ese auto del Juez

civil, va al Tribunal Unitario y éste dice: “en efecto, esta es una

acción administrativa y debe ser conocida por un Juez adminis-

trativo”. Observen ustedes que desde el planteamiento del conflic-

to competencial hay una deficiencia, ya que se resolvió un conflicto

competencial a través de un recurso de apelación, no a través del

procedimiento de competencia que establecen las leyes, y en ese pro-

cedimiento no fue oído el Juez administrativo ni se le pidió opi-

nión, pero como el Tribunal Unitario es superior tanto de los Jueces

civiles como de los administrativos, al Juez administrativo no le quedó

otra cosa que aceptar la competencia sin discutir porque ya había

una decisión de su superior en ese sentido.

Fíjense lo que le pasó al pobre actor. El Juez de Distrito adminis-

trativo dice: “acepto la competencia no porque me guste sino porque

me están obligando; ya me dijeron que ésta es una acción adminis-

trativa, el argumento del Tribunal Unitario es que estaba deman-

dando la nulidad de la negativa a pagarle, que no era una acción de

pago”. El Juez administrativo dice, bueno, como se está deman-

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375Curso de Derecho Constitucional

dando una acción de nulidad de la negativa, según dice el Tribunal

Unitario, pues sí soy competente, pero como el Código Civil Federal

que es en el que se apoya la demanda y el Código Federal de Proce-

dimientos Civiles no prevé la nulidad de negativas, entonces la acción

es improcedente. ¿Por qué resulta improcedente la acción? porque

obligaron a conocer a un Juez administrativo; si ese asunto lo ha

conocido el Juez civil, lo más probable es que el quejoso gane el

juicio, digo lo más probable, porque suponemos que es cierto que

no le habían pagado lo que él estimaba tener derecho. Quiere decir

que hay que entender el concepto de competencia y no confundirlo

con los temas procesales relacionados con procedencia o vía para

demandar. Adviertan que en este caso del juicio civil o juicio admi-

nistrativo era un problema de procedencia de vía, si procedía la vía

civil o procedía la vía administrativa, no era un problema de com-

petencia; porque bien o mal lo que planteó el actor fue una acción

civil, si el derecho que él pretendía defender no podía defenderse

en la vía civil, un Juez civil le diría te equivocaste de vía, pero no

plantea su incompetencia. Lo que se estaba discutiendo en este asunto

no era una competencia como aparentemente se planteó en el con-

flicto, lo que se estaba discutiendo era cuál era la vía procedente

para demandar a la Federación. El Tribunal Unitario le cambió la

vía, y en el momento en que le cambió la vía con un pretexto com-

petencial lo dejó indefenso.

Aun cuando no tengan derecho de ir al Tribunal sí pueden pedir

amparo, dado que según algunos criterios, en esos casos la afecta-

ción, la situación del trabajador es un acto de autoridad; indepen-

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376 Carlos de Silva Nava

dientemente de la discusión valdría aceptar que pudieran ir al juicio

de amparo a defender sus derechos, no al juicio laboral; como

criterio general no pueden ir al tribunal laboral, pero si pueden ir

al juicio de amparo. Estamos hablando de procedencia de la vía,

estamos negando la vía laboral y aceptando la vía de amparo, pero

no estamos hablando de competencia; ¿cuál es la vía procedente, la

laboral o la de amparo? si se plantea el asunto ante el tribunal labo-

ral, como decíamos, no debe declararse incompetente sino debe

decirse que la vía elegida no es la idónea, pero con el pretexto de

incompetencia no puede darse por concluido el conflicto, como

tampoco se puede plantear un conflicto competencial al Juez de

Distrito diciéndole: como tú si puedes conocer a través del amparo

sobre bajas de trabajadores de confianza, te mando el asunto para

que lo conozcas, como podría pasar entre dos jueces que discuten

competencia territorial, porque el tema de procedencia de la vía es

distinto del tema de competencia.

LA FACULTAD JURISDICCIONAL

Si entendemos en ese sentido la competencia ordinaria como un

sistema meramente práctico de distribución del trabajo, y aceptamos

que en el fondo los dos o más jueces que contienden son titulares

de la facultad jurisdiccional y tan Juez es uno como el otro, se

pueden defender la parte o las partes ante cualquiera de ellos, esto

no resulta en agravio a los particulares desde el punto de vista consti-

tucional por el hecho de que su resolución sea resuelta por un Juez

incompetente; podrá no ser el de la localidad, pero si es un Juez con

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377Curso de Derecho Constitucional

jurisdicción y con capacidad para resolver la acción puede ser tan

bueno o tan malo como el otro Juez. Esa competencia ordinaria no

está protegida por el 16 constitucional, en los casos en que estuvimos

ejemplificando. Si alguno de los civilistas presentes nos puede dar

opinión, creo que el solo hecho de promover una acción interrumpe

la prescripción; si la acción fracasa o no resulta el medio idóneo,

creo que ya es otro problema, pero la sola presentación de la demanda

tiene por efecto la interrupción, aunque después se diría que esa

presentación no tuvo el éxito deseado, porque en el ejemplo hubo

una vía equivocada.

OTRO PROBLEMA: LA PROCEDENCIA DE LA VÍA

La admisión de la demanda no prejuzga sobre el planteamiento de la

competencia, se puede declarar incompetente después, en cualquier

momento; el Juez de Distrito tiene la limitante de que si se solicitó

la suspensión no puede plantear la competencia hasta que esté re-

suelta la suspensión, pero no obsta para tratar la competencia una

vez admitida la demanda, y en consecuencia, como lo que se estaba

planteando a través del juicio de amparo era la subsistencia o insub-

sistencia de una relación laboral, entonces el competente debía ser

un Juez laboral, porque aun cuando la policía es una autoridad admi-

nistrativa, la esencia del conflicto no era administrativa sino laboral;

se trataba de un despido, de la baja de un policía. Otro sector de la

Corte opinaba que si bien el artículo 123 establece una relación

laboral entre el Estado y sus trabajadores, exceptúa al Ejército, la

Armada, la policía, etcétera, y entonces la relación existente entre

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378 Carlos de Silva Nava

el Estado y estas instituciones, no es una relación laboral, es una

relación administrativa.

En la evolución del derecho las relaciones del Estado con sus

servidores siempre fueron consideradas como de derecho adminis-

trativo, pero en un momento histórico determinado, con la idea

de dar una mayor protección a los servidores públicos, se les equi-

paró a los trabajadores para otorgarles ante el Estado derechos simi-

lares a los que tienen los trabajadores frente a su patrón. A algunos

les parece muy lógica esta posición, a otros nos parece que aunque

lo diga así la Constitución es uno de esos fenómenos que llamamos

ficciones legales; la ley o la Constitución, en este caso, establece

una solución, pero no porque la esencia de la relación sea admi-

nistrativa, sino por una ficción legal que busca obtener determina-

dos resultados prácticos que es legalmente válido, pero esencialmente

ficticio. Aun aceptando que esa relación sea ficticia legalmente es

una relación laboral, los que quedan excluidos, siguen con la esencia

original de trabajadores. Ahora, ¿por qué se les excluyó? porque

dadas las funciones de estos órganos no se puede dar el trato

que se puede dar a los trabajadores; el Estado no puede permi-

tir que determinadas actividades estén condicionadas a que se hagan

valer ciertos derechos laborales. Se exceptúan las fuerzas armadas y

se exceptúa al servicio diplomático; no puede el Estado darse el

lujo de decir “fíjense que México está aislado del exterior porque

los señores embajadores se pusieron en huelga”, o “fíjense que ahora

no hay ejército ni seguridad porque andamos discutiendo con los

señores del ejército tales o cuales problemas de naturaleza laboral”;

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379Curso de Derecho Constitucional

claro, estos ejemplos podrán o no ser válidos, pero qué pasa cuando

alguien sujeto a una relación laboral incumple sus obligaciones y

se ausenta… pues le dan por terminada su relación laboral, esa es la

decisión que toma cualquier laboralista, tanto en la doctrina, en la ley,

como en la práctica. Cuando el trabajador deja de ir tantos días, el

patrón tiene derecho a rescindir la relación de trabajo sin responsa-

bilidad para él; entonces, por qué cuando el militar si no va lo fusilan

en vez de simplemente darle por rescindida su relación de trabajo,

pues porque la actividad que desarrolla el ejército no puede estar

supeditada al gusto de sus miembros; tiene tal importancia, sobre

todo en determinadas épocas, que el militar no puede permitir, o

el ejército no puede permitir que se viole la disciplina militar porque

los soldados anden en una manifestación, o porque anden cele-

brando el Primero de Mayo, o porque ese día plantearon huelga, y

casualmente la huelga la plantearon el día que inició la guerra o el

día que inició la revolución; entonces, no pueden resolverse los

problemas de los policías, ni los del ejército con criterios laborales,

deben resolverse con criterios administrativos porque la relación

es administrativa y en esa medida el conocimiento del amparo corres-

pondería a un Juez administrativo.

Entonces nada más tienen una posibilidad de defensa y si es la

que quieren, que diga el Juez administrativo si procede o no el amparo,

pero no se puede cambiar la defensa por el solo hecho de que queden

indefensos. Observarán ustedes que el tema es discutible, se oyen mu-

chas opiniones, no sólo legales, teóricas, ordinarias, etcétera. En lo

personal considero, es decir, estoy en el “bando”, de quienes piensan

que el problema es administrativo.

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380 Carlos de Silva Nava

LA COMPETENCIA TERRITORIAL

Cada procedimiento tiene una finalidad determinada y no deben

mezclarse los recursos; por ejemplo, un error muy frecuente es

cuando un Juez del Distrito Federal se estima incompetente y ordena

remitir los autos, primero la demanda, al Juez de Yucatán; entonces

la parte que no está conforme con la competencia porque Yucatán le

queda lejos, plantea recurso de queja contra la declaratoria de

incompetencia. Esa queja es improcedente, porque el problema

de competencia está planteado entre los dos jueces, no entre las

partes. Primero, las partes no tienen porqué plantear la compe-

tencia o de intervenir, pues es un conflicto entre jueces; en

segundo lugar, el Tribunal Colegiado del Distrito Federal que va

a resolver la queja, si es superior del Juez de Distrito Federal

pero no del Juez de Yucatán, su decisión no puede obligar al Juez

de Yucatán; es un conflicto competencial en que no ha sido oído el

Juez de Yucatán porque si no allá plantea otra queja y el Colegiado

de Yucatán dice que es Yucatán el competente y el Colegiado de

aquí que es competente México; ¿qué pasa? Las quejas son recursos

muy útiles para analizar la legalidad de las actuaciones procesales,

pero no son los medios idóneos para resolver los conflictos compe-

tenciales; como son de distintos Circuitos, la competencia no puede

ser dirimida por un Colegiado, porque ningún Colegiado es superior

en los dos Circuitos, entonces esa competencia la dirime la Suprema

Corte y el resultado práctico es que el Colegiado, a través de un

recurso, hace lo que mande hacer la Corte a través de un incidente

de competencia. Se puede plantear la competencia para conocer de

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381Curso de Derecho Constitucional

la revisión, porque eso sí es competencia de ellos, y si no se ponen

de acuerdo interviene la Corte. Lo que no pueden hacer es dirimir

una competencia ajena; según el criterio de la Corte en materia de

tribunales especializados no debe atenderse a la materia sino al

Juez que dictó la resolución: si el Juez es laboral, la competencia es

de un Colegiado laboral, si el Juez es administrativo, la competencia

es de un Colegiado administrativo, pero si el Juez administrativo

era incompetente no podemos definirlo en la revisión. Hagan de

cuenta que cada especialización es un Circuito, no lo dice la ley

así, lo digo para darme a entender, no es un tecnicismo es una

explicación. El Primer Circuito está dividido en varios subcircuitos:

en el subcircuito penal, en el administrativo, en el laboral; se mane-

jan con absoluta independencia. Los juzgados en materia penal acatan

los criterios del Colegiado penal, y sus revisiones van a ese Colegiado

y éste no ejerce jurisdicción sobre los Jueces administrativos o sobre

los Jueces civiles. Si entendemos al Primer Circuito como un con-

junto de subcircuitos, lo que pasa en un subcircuito no tiene nada

que ver con los otros; si conoció un Juez laboral el único para resol-

ver la revisión es el Colegiado laboral.

Como al Juez en materia agraria le revisa un Tribunal Colegiado

en materia administrativa, porque la materia agraria es administra-

tiva —es una subclasificación—, vamos a suponer que así como hay

jueces en materia agraria, existirán jueces en materia fiscal o en

materia de patentes y marcas, para especializarlos más; siguen siendo

administrativos, lo que pasa es que con una competencia más redu-

cida son autoridades de la administración pública, del Ejecutivo,

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382 Carlos de Silva Nava

las que intervienen en la solución de los conflictos agrarios. Quien

dota de tierras o aguas es el Presidente de la República, los que

ejecutan son los delegados agrarios, autoridades también administra-

tivas, entonces, para efectos de competencia la materia agraria se

estima administrativa. Aquí en México, por lo pronto, ya no hay

juzgado agrario, se convirtió en administrativo; sólo existen juzgados

agrarios en Guadalajara y Hermosillo; y ahora quien conoce de asun-

tos agrarios en el Distrito Federal son los juzgados administrativos.

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383

Generalidades sobre el juicio de amparo

En cuanto a los requisitos para que la autoridad pueda

producir actos de molestia en perjuicio de los particulares,

comentábamos que se requiere mandamiento escrito y estuvimos

analizando lo del concepto de autoridad competente. No sé si en el

tema de competencia quede alguna duda o quieran algún comen-

tario, pero desde mi punto de vista no es combatible ni en directo

ni en indirecto, porque las decisiones de competencia no causan

sobre las personas o las cosas una ejecución imposible de reparación,

que es el caso de procedencia del amparo indirecto tratándose de

autos dentro del juicio. En la fracción IV del 114, observen que el

fallo no va a depender de un problema competencial, va a depender

de las acciones, de las pruebas, de los alegatos de muchas cosas,

pero tan se puede dictar un fallo violatorio de garantías como no

violatorio por parte de cualquiera de los jueces, no hay un daño

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384 Carlos de Silva Nava

trascendente, grave, tratándose de competencia ordinaria. Además,

comentábamos que no todo mundo tiene el mismo criterio. Desde

mi punto de vista el artículo 16 no protege este tipo de competencia,

no hay violación de garantías y por la misma razón tampoco en

directo no es una violación trascendente que afecte las defensas;

se puede defender ante un Juez, como se puede defender ante otro.

Parece ser que la intención del Constituyente del 17 y del legis-

lador de amparo fue evitar al máximo la promoción de juicios den-

tro del procedimiento, es decir, juicios de amparo contra actos dentro

del proceso, sin embargo, la jurisprudencia actual tiende a ampliar

los casos en que el amparo es procedente contra actos de proce-

dimiento, es decir, el amparo inmediato ante el Juez de Distrito, y

en mi concepto creo que estamos ante un criterio errado. El amparo

directo se inició, o se contempló por primera vez, en la Constitución

del 17, en la anterior Constitución no existió el amparo directo;

incluso recuerden ustedes que hasta había algunas tendencias que

estimaban que el amparo no debía proceder en materia civil, no

sólo discutían si era directo o indirecto, la tendencia es que no hu-

biera amparo en materia civil. Cuando se abrió el amparo en materia

judicial, había problemas de novedad, de trámite, nuevos criterios,

eran conceptos que todavía no se conocían con precisión, se produjo

un gran abuso en materia de amparo civil; para evitarlo se creó el

llamado amparo directo, se dijo como solución: si es que se produ-

jeron cincuenta violaciones, estoy de acuerdo, a lo mejor, pero no

promuevas cincuenta juicios, promueve uno solo donde alegues

cincuenta violaciones.

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385Curso de Derecho Constitucional

Esa es la idea del amparo directo y en qué momento promueves

el juicio, cuando ya todo haya acabado, porque todavía ni siquiera

sabemos qué trascendencia podrán tener esas violaciones; a la mejor

el procedimiento se desarrollaba horrible, pero llegaste a una tran-

sacción, ni siquiera se llegó a sentencia definitiva, ¿cuál es el pro-

blema? Se obtuvo lo que querías sin distraer al Poder Judicial en

amparos que creías eran muy graves, pero el asunto terminó en tran-

sacción; o sea, con o sin violación el asunto hubiera terminado

igual, ni siquiera se llegó a sentencia y si llega a sentencia a la mejor

de todas maneras ganas. En ese momento quedan subsanadas todas

las violaciones, qué importa que se hayan cometido cincuenta viola-

ciones si obtienes sentencia favorable, claro que el litigante cuando

se enfrenta al problema dice: “bueno, es que seguramente la sentencia

va a ser desfavorable porque me ha ido muy mal, no pude ofrecer

pruebas, etcétera”. Claro que cada caso tiene sus peculiaridades, pero

he visto actores perder juicios en rebeldía, porque no sólo es el

problema de que conteste u ofrezca pruebas al contrario, también

él debe acreditar su acción, y si no la acredita qué importa que se

hayan cometido mil violaciones si el actor no probó su acción. O sea

que todavía no se sabe si la violación que se está reclamando va a

trascender al resultado del juicio, y no obstante eso se está admitiendo

de antemano un juicio de amparo que a lo mejor no sirve para nada

y además se quita mucho tiempo para asuntos que sí son importan-

tes. Esto no quiere decir que el particular esté en estado de inde-

fensión, simplemente se le está diciendo, “cuando de veras te cause

perjuicio entonces puedes ir al amparo” y ¿cómo se sabe que ya

le causó perjuicio? cuando ya le dictaron sentencia condenatoria,

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386 Carlos de Silva Nava

antes no se sabe, es imprevisible lo que va a pasar, a la mejor es un

juicio que admite caducidad de la instancia, puesto que importan

los desechamientos de pruebas, los problemas incidentales; si caducó

la instancia, se acabó ahí el juicio.

DIFERENTES TIPOS DE AMPARO: DIRECTO E INDIRECTO

El criterio para distinguir cuándo una violación causa daños irrepa-

rables y cuándo simplemente trasciende al resultado del juicio y

por tanto hay que esperar la sentencia definitiva para atacarla, se

ha pretendido establecer por la jurisprudencia partiendo de conceptos

estrictamente procesales y en mi concepto ese es un error de origen

de la jurisprudencia. En síntesis, la Sala Civil y Laboral, que son las

que propiamente se enfrentan a este tipo de problemas (la Penal

los tiene pero desde otro punto de vista, ya que el procedimiento

penal tiene peculiaridades especiales y plantea problemas distintos

a los que estamos hablando), y en materia administrativa los aspec-

tos jurisdiccionales son muy limitados, por eso me refiero específica-

mente a la Sala Civil y Laboral.

Se ha sostenido que una violación es irreparable cuando la sen-

tencia no se ocupa del problema, ese es el criterio general; si la

sentencia no va a hacer el estudio del tema o de la resolución del

auto, lo que haya sido, el incidente, quiere decir que ya no lo puede

reparar desde el punto de vista procesal. Esto no es correcto, y no

es correcto por lo siguiente: la sentencia se ocupa en todos los casos

del análisis de las acciones y las excepciones, pero tal como están

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387Curso de Derecho Constitucional

los autos; al operar el principio de preclusión procesal, no puede

la sentencia modificar las constancias de autos, ni puede analizar

pruebas que fueron desechadas, ni puede admitir dichas pruebas

ni declarar válidos o válidas actuaciones declaradas nulas en un

incidente, ni admitir recursos desechados, es decir, el objeto de la

sentencia no es hacer una revisión oficiosa del procedimiento sino

resolver cómo está el procedimiento; si el procedimiento está mal,

ni modo, y si está bien, qué bueno, pero no puede modificar las

constancias procesales. Aun los errores judiciales quedan firmes por

la preclusión, sea porque no se agotó el recurso, porque no hay

recurso o porque habiéndose agotado éste fracasó; luego, salvo casos

verdaderamente excepcionales que puede plantear la técnica, la regla

general es que ningún tema procesal sea materia de sentencia, y

como ningún tema procesal es materia de sentencia, el resultado

es admitir lo que quiso discernir el Constituyente, o sea, que todo es

atacable de inmediato, ya que después es irreparable porque la

sentencia no se va a ocupar de nada del procedimiento, no es

función de la sentencia andar revocando las decisiones del proce-

dimiento, y si hay excepciones serán éstas las que den continuidad

a la regla.

Con este criterio del cual parte la jurisprudencia todo es recla-

mable en amparo indirecto porque nada es reparable; pero cómo

podemos hablar de irreparabilidades si no sabemos si va a llegar a

sentencia y, aun llegando a sentencia, si ésta va a ser o no favorable

al particular. Además, si ustedes ven la lista de violaciones que con-

templa el artículo 159, que establece de manera enunciativa, no

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388 Carlos de Silva Nava

limitativa, los casos en que se estiman violadas las leyes del proce-

dimiento contra sentencia, contra el resultado de la sentencia o laudo,

se supone que ese listado se refiere a violaciones que no son reclamables

en amparo indirecto, sino que hay que esperar la sentencia definitiva

para referirlas al directo. Salvo las dos primeras fracciones, que son

discutibles, observen que todas las demás se refieren a temas que no

son materia de sentencia; dice el artículo que comentamos: "...En los

juicios seguidos ante tribunales civiles, administrativos, del trabajo,

se considerarán violadas las leyes del procedimiento en que se afectan

las defensas del quejoso...". Por la ubicación del precepto, entende-

mos que esto que acabamos de leer no es reclamable en indirecto,

cuando no se le cite a juicio; aquí se ha provocado una discusión ya

resuelta, porque al decir que no está citado en juicio entonces es

tercero extraño, por lo que puede ir al amparo indirecto. No se refiere

al caso en que no se le citó al juicio, sino en que compareció al

juicio; digamos que compareció demandando la nulidad del empla-

zamiento y no le hicieron caso, entonces esa decisión de mal

emplazamiento la va a atacar, pero cuando se constituyó en parte

porque se enteró del juicio cuando llegó a sentencia definitiva, en-

tonces es tercero extraño.

EL PROBLEMA DE LA PERSONALIDAD EN EL JUICIO

Como estas cosas se refieren a personalidad, que según algunos crite-

rios implica la existencia de algún presupuesto procesal de orden

público, que puede estudiarse en cualquier fase del juicio, quizá

en este caso exista la posibilidad de que la sentencia estudie, aun

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389Curso de Derecho Constitucional

oficiosamente, temas de personalidad, de emplazamiento, pero de

momento no pensemos en estas dos fracciones: “III.- Cuando no se

le reciban las pruebas que legalmente haya ofrecido, o cuando no

se reciban conforme a la ley…”, si las pruebas fueron desechadas

no puede la sentencia revocar el auto desechatorio, si no es mate-

ria de sentencia. “… IV.- Cuando se declare ilegalmente confeso al

quejoso, a su representante o apoderado...", no puede revocar la deci-

sión de que lo tuvo por confeso, pero sí puede aceptar prueba en

contrario, más también se le tiene por confeso porque se le desechó

la contestación de la demanda, pues no contestó ésta en término,

por ello no puede la sentencia asentar que se le tiene por admitida

la demanda... la contestación en término. “… VII. Cuando sin su

culpa se reciban, sin su conocimiento, las pruebas ofrecidas por las

otras partes, con excepción de las que fueren instrumentos públi-

cos…”. “… VIII. Cuando no se le muestren algunos documentos o

piezas de autos de manera que no pueda alegar sobre ellos…”.

“… IX. Cuando se le desechen los recursos a que tuviere derecho

con arreglo a la ley, respecto de providencias que afecten partes sus-

tanciales del procedimiento que produzcan indefensión, de acuerdo

con las demás fracciones de este mismo artículo…”. Si ya el recurso

está desechado, no lo puede estudiar la sentencia. “… X. Cuan-

do el tribunal judicial, administrativo o del trabajo, continúe el

procedimiento después de haberse promovido una competencia, o

cuando el Juez, Magistrado o miembro de un tribunal del trabajo

impedido o recusado, continúe conociendo del juicio, salvo los casos

en que la ley lo faculta expresamente para proceder”… No dice que

procede el amparo contra la decisión de incompetencia, sino sólo

cuando sigue actuando después de haber promovido la competencia.

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390 Carlos de Silva Nava

Como ven, el numeral anterior establece muchos casos de

materia procesal, emplazamientos, términos, pruebas, recursos,

desahogo de pruebas, etcétera, cosas estrictamente procesales, y si

bien en algunos podría haber duda, en su mayoría obviamente no

son materia de sentencia. Entonces, la Corte contraría el artículo

159, porque no obstante que éste prevé como reclamables en directo

violaciones que no pueden ser reparadas por la sentencia, la juris-

prudencia se apoya en que son reclamables en directo las violaciones

que no pueden ser reclamadas en sentencia. Y la ley no está diciendo

eso, la ley dice que aunque no pueden ser reparadas por la sentencia,

de todas maneras hay que esperar el amparo directo.

Ahora bien, conviene recordar que siempre hay que agotar el

recurso, pero estamos partiendo de que ya el auto de que se trata

fue confirmado por aquél; el problema es contra la confirmación

del recurso; voy al amparo indirecto o al directo, o me espero. Sin

embargo, con la jurisprudencia no habría que esperar a la sentencia,

se podría ir de inmediato al amparo indirecto; si no es éste concepto

el de reparabilidad o de tema de estudio en la sentencia, qué define

entonces cuál es; ése hay que buscarlo en el artículo 114, fracción

IV: el amparo es para ir ante el Juez de Distrito, en amparo indirecto,

contra actos que tengan sobre las personas o las cosas una ejecución

que sea de imposible reparación. Para algunos esta redacción es muy

confusa; dicen, bueno, cuáles son los actos dentro del procedimiento

o dentro del juicio que tengan sobre las personas o las cosas una

ejecución que sea de imposible reparación. Desde luego la Corte

estableció que con razón por ejecución no debía entenderse una

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391Curso de Derecho Constitucional

ejecución material, remates, embargos, etcétera, sino las consecuen-

cias propias de la actuación en el juicio; pero sobre eso de las

personas o las cosas la Corte dijo, y también muchos doctrinarios,

que de plano no se entendía y no se entiende, porque se está viendo

el concepto de personas o cosas desde un punto de vista material y

no jurídico.

El concepto de persona y el de cosas jurídicamente es muy

claro. Para efectos del derecho, si bien las cosas o algunas cosas son

materiales, también lo son las intangibles, entre ellas están los dere-

chos; los derechos son cosas, recuerden que una parte del Derecho

Civil estudia las cosas. Lo que quiere decir el artículo 14 es que se

produzca una afectación a derechos personales o a derechos reales,

es decir, que se afecten a las personas en derechos personales y que se

afecten a las cosas, o sea derechos reales o posesorios; y tanto los dere-

chos reales como los derechos personales integran esa rama del

derecho a la que conocemos como derecho sustantivo o sustancial

en oposición al derecho adjetivo o Derecho Procesal.

LA VIOLACIÓN DE DERECHOS SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS

La fracción IV que establece la procedencia de la vía indirecta habla

de violación al derecho sustantivo, y vean todos los casos del 159

que no se detiene a considerar cuál va a ser la materia de estudio

de la sentencia; establece puros casos de derecho adjetivo, de Dere-

cho Procesal; quiere decir que cuando se viola un derecho sustantivo

procede el amparo indirecto, cuando se viola un derecho adje-

tivo no es reclamable de inmediato, sino que hay que esperar el

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392 Carlos de Silva Nava

dictado de la sentencia. ¿Y por qué cuando el tema es adjetivo hay

que esperar el dictado de la sentencia? porque en las violaciones

de Derecho Procesal no se sabe si van a causar perjuicio hasta que

se dicta la sentencia, y si la sentencia no repara la violación basta

una ordinaria reposición del procedimiento a través del amparo para

que queden purgadas todas las violaciones de procedimiento; no,

no es irreparable. En cambio el derecho sustantivo, por regla gene-

ral, una vez producida la afectación ésta es irreparable, y es irreparable

aun cuando se obtenga sentencia favorable.

Cuando se trata de problemas procesales, si la sentencia es favo-

rable, ahí se repara todo automáticamente; pero cuando se afecta

al derecho sustantivo, aunque la sentencia sea favorable, no puede

haber una reparación completa y total aunque el Derecho Penal

plantea sus propios problemas. Por ejemplo, en Derecho Penal al que-

joso, o al gobernado, le dictan auto de formal prisión y le dicen: “no

te preocupes, la sentencia definitiva se va a ocupar con mayor profun-

didad de los temas de la formal prisión; va a ver si está acreditado

el cuerpo del delito y si está acreditada tu responsabilidad, es decir,

estamos ante un tema que va a ser analizado por la sentencia, y tú

no te preocupes, seguramente si eres inocente en sentencia te van

a dejar libre”; y aquella persona dirá, “sí, me van a dejar libre de la

sentencia en adelante, pero el año que estuve privado de mi libertad,

¿quién me lo va a devolver? aun cuando me dejen libre en sentencia

definitiva”. Además, observen ustedes que la sentencia definitiva

sí se va a ocupar de los temas tratados en la formal prisión, incluso

con mayor profundidad en el caso de la responsabilidad, en la propia

formal prisión.

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393Curso de Derecho Constitucional

SOBRE VIOLACIONES REPARABLES E IRREPARABLES

Con los criterios de la Sala Civil o Laboral ya sé que hay muchos

motivos para entender procedente el amparo contra la formal

prisión. A propósito de lo que estamos tratando preguntarían cómo

la sentencia se va a ocupar de la existencia del cuerpo del delito y

de la responsabilidad, si la violación que pudo cometerse no es repa-

rable, ¿por qué es irreparable? porque aun resultando absuelto, el

daño se le causa al gobernado por la formal prisión al no permitirle

durante un año ver si lo reparan o no; se le da oportunidad inmedia-

ta de acudir a la defensa extraordinaria, que es el juicio de amparo,

y aun se le da la oportunidad en casos tan graves como éste, de si

quiere o no agotar los recursos ordinarios en vez de acudir al juicio.

A un menor le niegan alimentos provisionales, y le dicen “no

te preocupes, cuando lleguemos a la sentencia definitiva a lo mejor

el Juez te concede los alimentos”; si, nada más que para esas fechas

se va a morir de hambre; si desecharon la prueba, y si la prueba era

la definitiva, a través del amparo directo puede obtener una repo-

sición del procedimiento y reparar esa violación, y que la prueba

sea admitida y entonces seguir un procedimiento en que no se dé

esa violación. El derecho sustantivo es irreparable porque la sen-

tencia no puede retrotraerse en el tiempo, no puede devolver lo

que ha quitado, puede restituirlo a futuro, pero nunca en pasado.

A un trabajador le embargan su salario mínimo indebidamente, le

dicen: “no hay problema, espérate a la sentencia definitiva, te van

a absolver”. Quieren que llegue a la sentencia sin comer, “me podrán

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394 Carlos de Silva Nava

después indemnizar, pagar los salarios caídos, pero los días que yo

no comí, esos ya no vuelven, esos ya me los pasé sin comer, es impo-

sible que me den de comer con efectos retroactivos, me darán de

comer de aquí en adelante, pero el día que no comí, no comí, el día

que mi familia no comió, no comió”. Y esta interpretación, además

de que no pugna con los preceptos de la ley como si pugnan los de

la jurisprudencia, lleva una ingenua ventaja sobre los demás: que

sí explica qué quieren decir personas o cosas, que nunca lo ha expli-

cado la jurisprudencia ni la doctrina. Cuando se habla de ejecución

sobre personas o cosas quiere decir afectación de derechos reales o

personales, o sea derecho sustantivo, y si empleo el término ejecu-

ción no es porque lo emplee en un sentido estrictamente procesal,

como sinónimo de ejecución material, sino estoy hablando de algo

que en el texto tiene trascendencia inmediata sobre personas o cosas,

sobre sus derechos personales o derechos reales, sobre derecho

sustantivo.

Vamos a suponer por citar un criterio de la Sala del Trabajo al

contestar una demanda laboral, lo que puede pasar en un juicio civil.

Se le desconoce personalidad al demandado, es decir, a quien con-

curre con motivo de la demanda, y en consecuencia a la parte

demandada se le declara confesa, salvo prueba en contrario. Dice

la jurisprudencia: el laudo no se va a ocupar de revisar la interlocu-

toria, la decisión en que se desconoció personalidad, entonces el

amparo procedente es el indirecto porque el laudo no va a analizar

el tema; ya es definitivo que quien contestó no tenía personalidad,

es pues un hecho irreparable porque el laudo no se ocupa del problema.

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395Curso de Derecho Constitucional

Vamos a suponer que llegan a un convenio, que el trabajador no

prueba su acción, cualquier cosa; no se causó el daño irreparable,

y en ese momento en que está pidiendo el amparo indirecto no

se sabe qué va a pasar con el procedimiento, si se puede prever lo

que le va a pasar al que esté preso, que va a seguir preso aunque sea

nada más un día, pero un día que no le van a devolver; no sabemos

qué va a pasar con el tema de personalidad ni hasta qué punto va a

trascender o no al laudo. Incluso las declaraciones de confeso admi-

ten prueba en contrario, no son tan definitivas como aparentan,

además el artículo 159 expresa en su última fracción, “…en los demás

casos análogos a las fracciones que preceden”, o sea que cuando

los daños que se puedan producir en resoluciones no previstas en

este precepto, sean similares a los del precepto, también hay que espe-

rar al amparo directo. Digan ustedes si el desconocimiento de perso-

nalidad no es análogo al caso de la fracción que dice: “cuando el

quejoso haya sido mal o falsamente representado”; ahora, cuál es

la consecuencia de desconocer la personalidad; pues que se le va a

tener por confeso y vean si es o no análogo a la fracción IV que

dice: "…cuando se declara ilegalmente confeso al quejoso". Si ilegal-

mente se desconoció la personalidad, ilegalmente se le está dando

por confeso de los puntos de la demanda, y no obstante que hay

analogía en estas dos fracciones, la jurisprudencia dice: como la

sentencia no se va a ocupar de eso, el amparo es indirecto; ade-

más se planteó un problema de hecho que la jurisprudencia no ha

resuelto: el artículo 73 establece las causales de improcedencia, y

como causa improcedente en la fracción X, dice: “Contra actos

emanados de un procedimiento judicial, o de un procedimiento

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396 Carlos de Silva Nava

administrativo seguido en forma de juicio, cuando por virtud de

cambio de situación jurídica en el mismo deban considerarse consu-

madas irreparablemente las violaciones reclamadas en el proce-

dimiento respectivo, por no poder decidirse en tal procedimiento

sin afectar la nueva situación jurídica”; por ejemplo, se desconoce

la personalidad de quien contesta la demanda, se tiene por confeso al

demandado y sigue el procedimiento; mientras éste sigue, el que-

joso va al juicio de amparo indirecto, que es lo que le aconseja la

jurisprudencia, pero si el amparo no se resuelve antes del laudo,

el amparo contra el desechamiento de la personalidad deviene impro-

cedente porque hay cambio de situación jurídica. Entonces la única

defensa que le dejan es ir al amparo indirecto, pero si no se apura,

él o el Juez de ese amparo, va a quedar sin materia, porque en el amparo

contra el laudo no va a poder alegar personalidad, pues eso es

materia de indirecto, no de directo; la violación queda consumada

de manera irreparable.

En cambio, si esperamos a que reclame su personalidad, en el

caso eventual que todavía no sabemos sobre si el laudo le sea desfavo-

rable, entonces nunca quedará sin materia su amparo. Si al sujeto

de formal prisión le dictan sentencia, le dicen: “bueno, no te pudi-

mos sacar antes, pero que bueno que saliste, no importa, no hay

trascendencia, no hay ni detención por el cambio de situación jurí-

dica”; y si la sentencia lo deja adentro le dicen, “bueno, habrá que

irse contra la sentencia, pero ya el cambio de situación jurídica impi-

dió tu detención, pero te puedo seguir defendiendo”. Sí, no obstante

el cambio de situación jurídica, se puede seguir defendiendo, y tan

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397Curso de Derecho Constitucional

es así que puede pedir amparo contra la sentencia condenatoria,

pero alegando violaciones de la sentencia condenatoria, no violacio-

nes de la formal prisión; pero a quien le dictan sentencia definitiva

o laudo, no sólo le consuman la violación, sino que automática-

mente su amparo resulta improcedente.

No se puede decir que sea más justo permitirle al quejoso ir al

amparo de inmediato que decirle que se espere a ver qué pasa, por-

que si se espera a ver qué pasa lo único que pierde es algo de tiempo;

si va al amparo de inmediato está expuesto a perderlo, es decir,

todo el sistema de defensas. Ese argumento de que es más justo

permitirles que recurran al amparo de inmediato porque es mejor

que se resuelvan las cosas rápido y no esperar hasta la sentencia,

como ven ustedes es un argumento de "justicia”; en realidad los están

poniendo en la posibilidad de una absoluta indefensión, porque

ni modo que ya dictada la sentencia definitiva se conceda un amparo

indirecto contra una decisión provisional, echando abajo la senten-

cia o laudo. Ahora, si se acepta esa posibilidad, de todas maneras

la técnica no anda muy depurada. El problema es que la jurispruden-

cia lo sigue estableciendo así, y mientras no se cambie la jurispru-

dencia, será obligatoria. Ahora, algunos dicen,”bueno, es que por

razones prácticas es mejor que se defiendan de una vez, porque

luego los juicios se hacen muy largos, y además no sabemos cómo

va a salir la sentencia”; el que se quedó sin pruebas se quedó inde-

fenso, pues la sentencia ya no se va a ocupar del tema.

Ni siquiera la indefensión justifica la procedencia del amparo

indirecto. Volvemos al análisis del 159, dice la fracción IX:

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398 Carlos de Silva Nava

“…cuando se le desechan los recursos a que tuviera derecho con

arreglo a la ley, respecto de providencias que afecten partes sustan-

ciales del procedimiento”; fíjense lo que dice: que produzca inde-

fensión, quiere decir que aun cuando queda indefenso, debe esperar

la sentencia definitiva; no es el concepto de indefensión lo que

determina el momento en que se produce el juicio, es que hay en

ese acto ejecución sobre personas o cosas de imposible reparación;

si no la hay, si va a haber una ejecución, va al amparo ¿cuándo se

debe ir? es que ya estoy indefenso. Observen que la ley, aun en los

casos en que se produce indefensión, está diciendo, “espérate al

directo”, y por qué está diciendo espérate al directo, porque esa fue

la intención del Constituyente, que no se estén promoviendo ampa-

ros indirectos, salvo que se causen tales daños que no pueda obli-

garse al quejoso a esperarse. Es el ejemplo de la formal prisión: no

te puedo obligar a que te esperes, ¿por qué? porque ya te están

causando un daño inmediato, ya te están privando de tu libertad,

no existe la expectativa de que ante una falta de pruebas no te

condenen, ya estás privado de tu libertad, entonces no te esperes.

Si pierdes se actualiza el agravio jurídico, las decisiones procesa-

les que no trascienden al aspecto sustantivo no causan agravio

inmediato y directo; el agravio está diferido hasta que sean anali-

zadas y valoradas por la sentencia; con ese criterio ese amparo es

procedente contra todos los actos de procedimiento laboral, si no,

entonces para qué se inventó el amparo directo, si el argumento es

que no hay recurso. Como ningún acto en un procedimiento penal

admite recurso, la consecuencia sería admitir el amparo indirecto

en todos y cada uno de los actos, ¿pero cómo va a desarrollarse con

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399Curso de Derecho Constitucional

normalidad un procedimiento ordinario que tiene pendientes cin-

cuenta amparos? no es ése el argumento.

En materia civil, también hay decisiones que no admiten recur-

sos, y hay otras que suponen que ya concluyó el agotamiento de

recursos; aquí el problema de definitividad debe entenderse des-

de otro punto de vista, no es que se admita o no un recurso, lo que

pasa es que el daño es definitivo, es irreparable, y los daños proce-

sales no son irreparables. Si entendiéramos que esas violaciones

son irreparables caeríamos en otra contradicción; el artículo 73, frac-

ción IX expresa: “el juicio de amparo es improcedente contra actos

consumados de un modo irreparable”. La irreparabilidad aquí es

desde otro punto de vista, no es que no puedan ser reparados por

la sentencia, pero no quiere decir que no puedan ser reparados de

manera directa; lo pueden ser de manera indirecta, pues decíamos

que en amparo sólo se pueden reclamar cuando son irreparables; si

son irreparables para qué se reclaman en amparo, si éste resulta impro-

cedente por aplicación de la fracción IX; aquí los conceptos de

reparabilidad tienen necesariamente que ser otros, no los tradicio-

nales. Nosotros hacemos una crítica, desde luego con un afán sano,

tratando de formar un criterio de ustedes. Se puede criticar a la

jurisprudencia, pero mientras no se cambie la jurisprudencia, es

obligatoria; si ustedes llevan un proyecto contra la jurisprudencia,

lo más probable es que se los deseche su jefe, y si como litigantes

presentan una demanda contra la jurisprudencia, lo más probable

es que pierdan el juicio; es decir, una cosa es la explicación teórica

y otra es el problema. Si algún día en la Corte deciden cambiar la

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400 Carlos de Silva Nava

jurisprudencia sería muy interesante; mientras ello no acontezca,

la jurisprudencia, buena o mala, sigue siendo obligatoria. Esto es

para formación teórica, no porque yo los convenza o no; mi criterio

no necesariamente es el más adecuado, tan es así que mucha gente no

lo comparte; la propia jurisprudencia no lo ha compartido, pero sí

deben tener cuidado en estas cosas.

LA GARANTÍA DE LEGALIDAD,FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN

En la garantía de legalidad que establece el artículo 16 constitucional

encontramos que otro de los requisitos del acto de autoridad de

molestia es que el mandamiento escrito que se supone viene de auto-

ridad competente debe fundar y motivar la causa legal del proce-

dimiento. La jurisprudencia ha establecido que por fundar debe

entenderse la invocación, la cita del precepto legal aplicable al caso

de que se trata. Por motivar, la cita de las circunstancias, motivos,

causas del acto de autoridad. Es decir, la fundamentación está refe-

rida a la invocación de los hechos que concurren en un momento

determinado.

Aunque para efectos de definición podemos definir por separado

a la fundamentación y a la motivación, en realidad están íntimamente

relacionadas, y en la práctica no pueden darse la una sin la otra.

En ocasiones decimos, tal resolución está fundada pero no

motivada; o está motivada pero no fundada; si analizamos lógica-

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401Curso de Derecho Constitucional

mente la expresión encontraremos que no puede estar fundada sin

estar motivada, o viceversa. La fundamentación y motivación son,

dijéramos así, el reverso y el anverso de la misma medalla. ¿Cuándo

se acomoda a los hechos de que se trata? ¿y cuándo los hechos hacen

aplicable un precepto? Cuando están en la hipótesis del precepto.

No podemos decir que esté bien fundado un acto de autoridad por

el hecho de citar un precepto, si no sabemos que ese precepto es el

aplicable en la medida en que no conocemos los hechos a los cuales

se está aplicando. La correcta fundamentación y motivación no con-

siste simplemente en narrar hechos o en citar preceptos al azar.

La correcta fundamentación y motivación supone que los preceptos

son los aplicables a los hechos y que esos hechos están regidos por

los preceptos. Luego son inseparables los conceptos de fundamenta-

ción y motivación; por ejemplo, en una sentencia de amparo deci-

mos: este acto está bien fundado, pero falta que lo motiven, pues

no sabemos si en el momento en que ya se invoquen o se citen los

hechos va a resultar que ese precepto no fue el aplicable sino uno

diverso. Entonces, no podemos afirmar a priori que el asunto estaba

correctamente fundado mientras no sepamos cuáles eran los hechos

a los cuales iba a resultar aplicable el precepto de que se trate.

La fundamentación y la motivación son, pues, requisitos indis-

pensables para todo acto de autoridad.

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L ibro Cuarto

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405

Fundamentación y motivación

En cuanto a la fundamentación y motivación podemosdistinguir dos aspectos: La falta absoluta de fundamenta-

ción y motivación; o la deficiente fundamentación y motivación.

Cuando se da el primer caso estamos ante una violación directadel artículo 16. En el segundo caso la violación al 16 será indi-recta, en la medida en que se está violando la ley aplicable. Es decir, sise proporciona en el acto de autoridad motivos y fundamentos,pero no son los idóneos, no son los adecuados, al acontecer eso seestá violando la ley que rige el acto y como consecuencia se viola elartículo 16. Podemos así distinguir, como en otras garantías, lasviolaciones directas e indirectas.

Para efectos prácticos del juicio de amparo la falta o la deficientefundamentación o motivación son violaciones de naturaleza

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406 Carlos de Silva Nava

formal, por tanto, deben analizarse previamente a otras cuestiones

de fondo.

No es correcto decir, por ejemplo, que un crédito fiscal es pro-

cedente, que la sanción impuesta es la adecuada, etcétera, para

después decir que el acto no está fundado ni motivado; se incurriría

en una incongruencia, en una falta de lógica. Sólo es factible estu-

diar el fondo cuando se ha estimado que existen una fundamen-

tación y motivación. Una vez que se ha determinado que existen, se

analiza si éstas son realmente correctas, las adecuadas, porque si

faltan, el amparo tendrá que concederse por ese vicio formal. Como

comentamos en alguna ocasión, no necesariamente será un amparo

para efectos, ya que dependerá del tipo de actos, de las circuns-

tancias, de las condiciones que se planteen en cada caso. La falta

de fundamentación y motivación son de estudio preferente a las

violaciones de fondo. Se plantean otros problemas respecto de cuál

es el orden de estudio, cuando además de una violación formal se

aducen otras violaciones iguales, como sería la incompetencia de

la autoridad, o la violación a la garantía de audiencia. Hay que aten-

der, con un criterio lógico, a qué aspectos son presupuestos de los

otros, y qué violaciones en caso de resultar fundadas o existentes

hacen innecesario el estudio de las demás. De tal forma que si una

autoridad carece de competencia resulta ocioso determinar si su

acto se encuentra debidamente fundado y motivado, porque aun

cuando lo estuviera, la incompetencia determinaría el otorgamiento;

sería absurdo calificar la legalidad de un acto de autoridad que de

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407Curso de Derecho Constitucional

antemano se sabe es incompetente; no sólo ilógico, sería una forma

de perder el tiempo.

LA PERTINENCIA DEL ORDEN EN EL ANÁLISIS DE LA

FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN

En el caso de la garantía de audiencia no todo mundo está de

acuerdo, pero considero que debe analizarse primero la garantía

de audiencia y después el problema de la fundamentación y la

motivación.

Podríamos incurrir en el absurdo de aceptar un criterio opuesto;

esto es, cuando el acto es legalmente correcto aunque no se haya

oído a alguna de las partes, y si no se le ha oído, ¿por qué se le

califica de legal si no conocemos todavía los argumentos, las prue-

bas, los alegatos que podría presentar quien en razón del amparo

tiene derecho a acudir al procedimiento correspondiente?

También se plantean cuestiones entre la competencia, que es

otro requisito del 16, y la audiencia: ¿qué estudio se hace primero,

el de la audiencia o el de la competencia? Aunque la competencia,

decíamos, es un presupuesto indispensable, creo que en este caso

hay que estudiar primero la audiencia, porque lógicamente al ser

oído se podrá plantear la competencia. Si no han sido escuchados

ni juzgados los argumentos o pruebas que en un momento dado

definieran la competencia y se concede el amparo por violación a

la garantía de audiencia, entonces el quejoso va a ser oído, pero no

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408 Carlos de Silva Nava

va a plantear la competencia porque ha sido resuelta por el Juez de

amparo. No le podrá plantear la incompetencia a la autoridad

ordinaria.

Estos son algunos ejemplos de violaciones formales. La idea de

ejemplificar es que para analizar el orden del análisis en este tipo

de violaciones hay que hacer un estudio lógico del caso concreto y

determinar qué tema excluye al otro y, en su caso, estimar las con-

secuencias prácticas que pueda tener el juicio y la posibilidad de

que sean reparadas las violaciones distintas a las que motivaron el

otorgamiento del amparo.

Por otra parte, también se han presentado problemas sobre el

alcance de los conceptos de fundamentación y motivación. Cuando

analizamos el artículo 8o. constitucional comentábamos que si el

acto de autoridad no trae como consecuencia una molestia entre

los bienes jurídicos tutelados por el artículo 16, entonces no es indis-

pensable que esté fundado y motivado; aludíamos la respuesta a

una petición que no implica una decisión que cause molestia jurí-

dica al particular; hablábamos sobre la falta de contestación y la

violación al artículo 8o. pero la contestación no fundada ni moti-

vada no necesariamente es violatoria del artículo 16, y sólo lo es

cuando esa contestación implique un acto de afectación a determi-

nados derechos. Esto quiere decir que no todos los aspectos del

acto autoritario deben estar fundados y motivados; dependerán de

la afectación que se produzca respecto del particular. Claro que en la

medida en que surge la más mínima afectación, debe exigirse como

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409Curso de Derecho Constitucional

requisito indispensable el de que se reúnan los elementos que

comentamos.

LA CUESTIÓN DE LA COMPETENCIA DE AUTORIDADES

En alguna ocasión se planteó el siguiente conflicto:

El precepto 16 obliga a que el acto de molestia provenga de

autoridad competente y a que dicha autoridad funde y motive por

escrito. De hecho se interpusieron algunos juicios de amparo en

que se aducían diversas violaciones, algunas formales y otras de fondo,

pero alguna de ellas —decía la autoridad— no fundó su competencia.

Explicaba el quejoso: no sé si es competente, a lo mejor lo es, lo

cierto es que no invoca los preceptos en que apoya su competencia.

En aquella época se sustentó en algún Tribunal Colegiado el criterio

de que el artículo 16 no exigía el fundamento expreso de la com-

petencia. Se decía, la competencia está en la ley; la ley faculta a

actuar al órgano, éste no debe necesariamente invocar el precepto

que le permite actuar, lo que debe fundar y motivar; es la afecta-

ción que está produciendo al particular pero no su competencia, y

si en amparo se aduce su incompetencia, es tan sencillo como ver si

la ley le permite o no realizar aquella acción.

El problema de competencia, de fundamentación y motivación

implica dos aspectos distintos del precepto, pero la Segunda Sala

emitió un criterio (no fue jurisprudencia, sino una tesis aislada), asen-

tando que sí era necesario para que el acto de autoridad fuera

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410 Carlos de Silva Nava

correcto, que se invocaran los preceptos de competencia y se hicieran

notar las condiciones de hecho que operaban, que determinaban la

aplicación del precepto. Y más que un análisis directo de los térmi-

nos literales del artículo 16 se apoyaba en criterios teóricos, referidos

a conceptos de seguridad jurídica. Decía esta Sala que la seguridad

jurídica implicaba que los particulares conocieran los motivos y

fundamentos por los cuales una autoridad se avocaba al cono-

cimiento de determinado problema, ello independientemente de

la redacción de la terminología empleada por el artículo 16. Aunque

no llegó a sentar jurisprudencia, al menos en aquella época los

Colegiados que sostenían el criterio opuesto optaron por cambiar

de opinión y siguieron la de la Segunda Sala, estableciendo que era

indispensable el fundamento de motivación de la competencia.

Esto es importante no sólo para definir cuándo resulta proce-

dente otorgar un amparo por razón de fundamentación de la compe-

tencia, sino también para que nosotros seamos cuidadosos. Cuando

ocurrió aquel cambio de criterio que comentaba, los Colegiados

opinaban que no era indispensable el fundamento de la compe-

tencia, consecuentemente, las sentencias de los Colegiados, no

traían un considerando fundando su competencia, la daban por

hecha.

En aquella primera sentencia en que se exigió el fundamento

de la competencia, se les hizo notar a los Magistrados que el pro-

yecto era muy interesante, en cuanto planteaban este tema y declaraban

inconstitucional el acto por falta de fundamento de competencia,

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411Curso de Derecho Constitucional

y en tanto la propia sentencia de amparo no estaba fundando la

competencia. Es muy fácil para nosotros exigir a las autoridades

que cumplan mil requisitos para que sus actos puedan estimarse

constitucionales y a veces no nos cuidamos nosotros mismos de que

nuestras decisiones y sentencias cumplan con los requisitos que les

exigimos a las autoridades para que se cumplan constitucionalmente

los actos correspondientes.

Debemos comprender que es indispensable que nuestras sen-

tencias contengan un capítulo específico en que se funde y motive

la competencia, porque si no se está incurriendo en el mismo error

que estamos comentando. Lo cierto es que hoy parece que predo-

mina el criterio en el sentido de que es necesario fundar la com-

petencia del organismo para satisfacer plenamente la garantía del

artículo 16.

EL RECURSO DE LAS “SOLUCIONES PRÁCTICAS”

Más que un tecnicismo el juzgador de amparo busca una solución

práctica y no sólo problemas de fundamentación y motivación; en

muchos casos se hacen análisis en los que el Juez de amparo se

sustituye en la responsable. Ésta dice: no estudio la prueba, pero

si la estudio y te digo que no sirve para nada..., bueno, se trata de

que la responsable violó garantías y tú no eres el competente para

dictar la nueva sentencia; o sea que el amparo en que la responsable

analiza y verá si es bueno o es malo, eso sería lo estrictamente técnico,

lo que pasa es que por motivos prácticos, a veces, valga la expresión,

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412 Carlos de Silva Nava

se convierte en un juego de “ping pong”. La autoridad dicta una

resolución, y el Poder Judicial concede el amparo por vicios for-

males; vuelve, comete otros vicios formales, vuelve y de repente van

y vienen cinco y seis veces con el mismo problema por distintas

violaciones. Primero, porque no se fundó ni motivó; segundo,

porque no valoró una prueba; tercero, porque ya la valoró, pero la

valoró mal, etcétera.

En la práctica suele dar resultados porque se obtiene una reso-

lución justa, rápida, pero no es técnico, ya que es una sustitución

del Juez de amparo en funciones de autoridad ordinaria; y repito,

cuando la autoridad nos dice que “por motivos prácticos” se hizo

tal cosa, debe cumplirse con la Constitución, pero si violamos la

Constitución por motivos prácticos, ¿hasta qué punto se justifica

que se actúe así? En estricta técnica constitucional no es correcto.

Si no se estudió la prueba, que se estudie; si no sirve, que lo diga el

competente para valorar pruebas, no el Juez de amparo; el Juez de

amparo ni es Juez civil ni es Juez penal ni es junta de conciliación

ni es nada; ni es tribunal superior de justicia ni es nada; pero les

repito, por motivos prácticos, por economía procesal o por lo que

ustedes quieran, es una costumbre frecuente, creo que demasiado

frecuente. Incluso las propias tesis de la Corte, sobre todo en materia

civil, bueno, en civil y penal porque propiamente manejan el pro-

blema jurisdiccional, el acto administrativo, tienen otra confirma-

ción, pero como son las Salas las que manejan constantemente los

aspectos judiciales o jurisdiccionales propiamente dichos, verán sen-

tencias en ese sentido. Cierto que no analizaron la prueba, pero no

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413Curso de Derecho Constitucional

importa porque esa medida no conducía a nada, pero no critico,

explico los motivos por los cuales lo hacen. En lo personal me parece

que no es técnico, ahora, si la práctica lo justifica eso ya es cosa

opinable, porque también el exceso de lo técnico produce dilaciones

considerables en la administración de justicia, no tanto en la justicia

federal como en la justicia ordinaria, porque los juicios nunca

acaban; los tribunales se pasan la vida reponiendo el procedimiento

a través de los juicios de amparo y con frecuencia sin que exista

razón de fondo.

En ocasiones la mala solución al tema de fondo implica una

violación a la garantía de legalidad. Si el fondo está mal resuelto

significa que está mal fundado o motivado; entonces se diría que

hay una violación de fondo, pero eso es muy relativo y difícil de

precisar en la práctica. Hay que recordar que en el juicio de amparo,

salvo casos de excepción, no deben admitirse y analizarse más prue-

bas que las que ya fueron desahogadas ante la autoridad; y por

interpretación de ese precepto también se dice que las pruebas no

valoradas por la autoridad no deben ser valoradas en el amparo.

Vamos a suponer que en un caso X, penal o de cualquier índole,

supongamos penal, existen diez pruebas de cargo, pero la autoridad

se apoya nada más en los hechos que estima acreditados con tres

de esas pruebas; luego el juzgador de amparo solamente puede ana-

lizar los hechos con base en ellos, y podría decir que tales pruebas

no determinan que los hechos acontecieron como dice la autoridad;

mas no sabe si las otras siete pruebas sí los determinan. Entonces

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414 Carlos de Silva Nava

aunque esto tenga aquí toda la apariencia del tema de fondo, en

realidad la autoridad puede dictar una nueva resolución en el mismo

sentido diciendo: “está bien, estas tres pruebas no acreditan tal hecho,

pero estas otras siete sí lo acreditan”, y ello no implica desacato a la

sentencia de amparo. Parece un tanto sutil decir que la deficiencia

de motivación siempre sea formal; quizás a veces redunde o recaiga en

el fondo del asunto, pero aunque tenga relación con él no impide

que la autoridad emita un acto similar sin que implique necesaria-

mente violación de la ejecutoria o desacato a ésta.

LAS VIOLACIONES POR CUMPLIMIENTO DE EJECUTORIA

Y OTRAS DERIVADAS

A veces los términos que emplea la autoridad responsable inducen

a error. Hemos comentado la posibilidad de que al cumplirse con

una ejecutoria de amparo se incurra en una violación distinta a la

que fue detectada, y esa violación distinta es reclamable a través de

un nuevo juicio de amparo.

Hay ocasiones en que esa violación nueva se comete cuando la

responsable dice que lo que está haciendo es en cumplimiento de

la sentencia. Si la responsable no ha dicho tal cosa, procede el amparo;

pero si el amparo ordena que para cumplir la sentencia hay que

hacer esto, entonces son los términos de la responsable los que defi-

nen la improcedencia del amparo y la procedencia de la queja. Una

violación que es nueva, distinta, la autoridad la atribuye o involu-

cra en el cumplimiento. La autoridad dice: “me obligaron a analizar

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415Curso de Derecho Constitucional

estas pruebas, y en cumplimiento del amparo voy a negarle valor a

una prueba que sí había estudiado y le había concedido valor en

la sentencia anterior”. ¿Hay exceso? ¿hay defecto? ¿es violación nueva?

probablemente sea una violación nueva; pero si la autoridad dice

que en cumplimiento del amparo le niega valor a una prueba, enton-

ces lo que se produce es un exceso de cumplimiento. Si no ha dicho

que lo hace en cumplimiento del amparo, sino por puro gusto,

entonces sería amparo nuevo; pero como el fundamento del acto es

el amparo, no puede desligarse de éste o de su cumplimiento, hay

que señalar que aquí hay exceso de cumplimiento no porque esté

bien o mal que se valore la prueba, sino porque no se debió hacer

en cumplimiento de la sentencia; ya que la autoridad lo haga motu

proprio veremos si se cometió alguna violación,

Lamentablemente no todo mundo tiene los mismos criterios,

pero viene a colación el ejemplo porque no solamente es encontrar

el modelo abstracto, sino hay que ver en cada caso cuáles son los

términos, los fundamentos, los motivos que se emplearon, y no sólo

en el acto reclamado sino fundamentalmente en la sentencia de

amparo. Con la estimación del caso concreto podríamos emitir una

opinión específica.

Otro ejemplo: los actos delegatorios implican la existencia de

acuerdos generales y en la medida en que impliquen dichos acuerdos

gozan en cierta forma de las mismas características de la ley. Volve-

mos a la permanente distinción entre lo formalmente legislativo y

materialmente legislativo. El acuerdo delegatorio implica el esta-

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416 Carlos de Silva Nava

blecimiento de normas generales porque no se delega el caso con-

creto, se delegan las facultades para todo caso similar.

Si aceptamos que goza de la naturaleza de la ley, hasta que

punto puede, por poner el caso, declarar la nulidad de un acuerdo

general el Tribunal Fiscal de la Federación. Creo que resultará

improcedente el juicio de nulidad contra el acuerdo delegatorio, y

a su vez si el acto cuya nulidad se demanda es en realidad la conse-

cuencia de ese acto, entonces no puede prosperar la nulidad porque

analizar la nulidad implicaría analizar la del acuerdo general, tendría

que acudirse en todo caso al juicio de amparo no al Tribunal Fiscal.

Puede haber otras circunstancias, en casos concretos se ataca

además por vicios propios del acto. Hay vicios propios, no se ha per-

dido la oportunidad de reclamar la inconstitucionalidad del acuerdo

general si es que se aplica la misma técnica del amparo contra leyes,

pero en la práctica es frecuente que se analicen en procedimientos

ordinarios esos acuerdos delegatorios. Cuando menos me surge la

inquietud que hago con una interrogación tajante: ¿podrá declararse

la nulidad de un acuerdo general? creo que no, eso podría discu-

tirse sólo en amparo.

El acuerdo, bueno o malo, le atribuye competencia a alguna

autoridad, y mientras no se eche abajo el acuerdo, la autoridad es

competente. Ahora nos colocamos en otro plano: vamos a suponer

que se planteó el amparo contra el acuerdo delegatorio o que lo

vamos a resolver en amparo; hay que ver si se trata de faculta-

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417Curso de Derecho Constitucional

des delegables, por ejemplo, ¿quién está delegando? ¿tiene facul-

tades para delegar? ¿quién emitió el acuerdo general? ¿es un

reglamento del Presidente de la República? ¿es un reglamento

interno o del consejo técnico? Todos esos detalles, y teniendo a la

vista la ley, no podría decir si o no, pero serían los temas que habría

que analizar para llegar a la conclusión de si ese acuerdo delegatorio

resulta o no violatorio de garantías.

LA COMPETENCIA (O INCOMPETENCIA)DE ORIGEN Y ORDINARIA

En materia de competencia debemos recordar también la llamada

competencia de origen, que según la jurisprudencia no puede anali-

zarse en el juicio de amparo porque éste no tiene por objeto definir

si las autoridades fueron correctamente electas o correctamente

designadas, porque entonces esto se convertiría en un juicio político,

no en un juicio de garantías.

Si el juicio de amparo se apoya en la denuncia de que hubo

fraude electoral y por tanto los diputados del Congreso no debieron

emitir una ley porque ni siquiera debían ser diputados, el Poder

Judicial se deslinda: “yo no puedo revisar el proceso electoral y

menos a través del juicio de amparo; si la ley que es producto de

ese Congreso incurre en alguna violación constitucional la analizo

y determino si procede o no otorgar el amparo, pero no puedo con-

ceder el amparo haciendo la revisión de un proceso político”. A eso

se le llama incompetencia de origen. Para distinguirla de la incompe-

tencia ordinaria es muy sencillo. Los problemas de competencia, si

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418 Carlos de Silva Nava

están dirigidos al órgano, sea quien sea su titular, pueden ser anali-

zados en amparo. Por ejemplo, un problema de competencia en

materia de delegaciones en el Seguro Social en el Valle de México.

No estamos analizando al delegado. Analizamos la constitucio-

nalidad del acuerdo delegatorio de facultades, si está mal creado el

órgano o el mismo está mal atribuido en cuanto a sus facultades,

pero estamos hablando del órgano. En cambio, si decimos que al

delegado lo nombraron indebidamente porque no reúne los requi-

sitos de ley, entonces ahí hay incompetencia de origen. Es decir, la

incompetencia de origen se refiere a la persona que detenta el órgano,

y la que no es de origen impugna al órgano. El Poder Judicial ha

declarado que determinados órganos de autoridad no están legal-

mente constituidos o no existen según la reglamentación legal corres-

pondiente; se ha referido al órgano en abstracto; como institución

el órgano sí se puede analizar, lo que no se puede analizar es la legali-

dad de un nombramiento, de la designación o la elección de una

persona. En suma, cuando la incompetencia alude a la persona es

de origen y cuando se refiere al órgano se puede analizar, aunque

se llegue a la conclusión de que el órgano fue indebidamente creado.

EL REQUISITO DE LEGALIDAD DEL ARTÍCULO 16

El siguiente aspecto del artículo 16 se refiere a un problema espe-

cíficamente penal. Dice:

No podrá librarse ninguna orden de aprehensión o detención a no

ser por la autoridad judicial y sin que preceda denuncia, acusación o

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419Curso de Derecho Constitucional

querella de un hecho que la ley castigue con pena corporal y sin que

estén apoyadas aquéllas por declaración bajo protesta de persona

digna de fe o por otros datos que hagan probable la responsabilidad

del inculpado, hecha excepción de los casos de in fraganti delito en

que cualquier persona puede aprehender al delincuente y a sus cóm-

plices poniéndolos sin demora a disposición de la autoridad inme-

diata. Solamente en casos urgentes, cuándo no hay en el lugar ninguna

autoridad judicial y tratándose de delitos que se persiguen de oficio,

podrá la autoridad administrativa, bajo su más estrecha responsabili-

dad, decretar la detención de un acusado, poniéndolo de inmediato

a disposición de la autoridad judicial...

La regla general es que la aprehensión solamente puede ser

decretada por autoridad judicial; sus excepciones: cualquier persona

cuando se trate de flagrante delito, o bien autoridad distinta de la

judicial en casos urgentes en que no exista en el lugar autori-

dad judicial.

El artículo contiene algunas imprecisiones terminológicas que

creo que con una adecuada interpretación resultan intranscenden-

tes. La doctrina penal no distingue si es lo mismo aprehensión que

detención; parece ser que el artículo 16 llama detención al de la

autoridad administrativa, y aprehensión o detención, indistinta-

mente, cuando se trata de autoridad judicial, porque dice al principio:

“no podrá librarse ninguna orden de aprehensión o detención”; y

luego: “solamente en casos urgentes, y en tales condiciones podrá

la autoridad decretar la detención”, es decir, hay algunas cuestiones

terminológicas que al menos desde el punto de vista del precepto no

quedan resueltas. Reitero, este tipo de imprecisiones son intrascen-

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420 Carlos de Silva Nava

dentes si entendemos que de lo que se trata es de que no se detenga

a nadie, independientemente de cual sea el nombre que se le dé al

acto, si no es por orden de autoridad judicial, salvo que se trate de

un caso de flagrante delito o en un caso urgente en que no exista

autoridad judicial.

Otro aspecto que podría suscitar dudas surge cuando se permite

la detención por parte de autoridad administrativa; asienta que se

podrá proceder a la detención de un indiciado poniéndolo inme-

diatamente a disposición de la autoridad judicial. Esto ha hecho

pensar ¿cuál es la autoridad administrativa que puede hacer la deten-

ción? ¿cualquiera? ¿el presidente municipal? ¿o solamente algún

policía judicial o algún agente del Ministerio Público? si la auto-

ridad administrativa va a poner a una persona de inmediato a

disposición de la autoridad judicial, quiere decir que esa autoridad

administrativa está facultada para ejercer la acción penal, hacer la

consignación. Algunos entienden la anterior prescripción con una

interpretación restrictiva en el sentido de que no será cualquier

autoridad administrativa, sino una facultada para la persecución

de delitos. Considero que esa es una interpretación demasiado exi-

gente, pues creo que cualquier autoridad administrativa puede

hacerlo; lo que sucede es que se le escapó al Constituyente el tér-

mino judicial. Lo que debe hacer la autoridad administrativa es

ponerlo a disposición de quienes puedan ejercer la acción penal,

en este caso ante la autoridad judicial, porque si no por guardar el

artículo 16 estaríamos violando el 21, que establece la exclusividad

del Ministerio Público en el ejercicio de la acción penal.

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421Curso de Derecho Constitucional

Ahora bien, si no hay Juez en el lugar es muy probable que

tampoco haya agente del Ministerio Público. Entonces, considero

que no ha sido la idea del Constituyente la de delimitar ese caso

excepcional a la autoridad del Ministerio Público, sino a cualquier

autoridad administrativa del lugar. También conserva el precepto

que comentamos algunos términos que al menos tengo entendido

en materia procesal penal en México, ya están pasados de moda,

como el término “acusación”; éste habla de denuncia, acusación o

querella. Tengo entendido que el concepto de acusación implica la

posibilidad de que un particular acuda ante la autoridad judicial,

acción que no está permitida; lo que pueden hacer los particulares

es hacer la denuncia ante la autoridad administrativa, pero no una

acusación ante la autoridad judicial.

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423

La legalidad en el procedimiento de cateo

El artículo 16 constitucional que se analiza, después de

referirse a los requisitos de las órdenes de aprehensión,

establece:

En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá expedir,

y que será escrita, se expresará el lugar en que ha de inspeccionarse,

la persona o personas que hayan de aprehenderse y los objetos que

se buscan, a lo que únicamente debe limitarse la diligencia, levan-

tándose, al concluirla, un acta circunstanciada, en presencia de dos

testigos propuestos por el ocupante del lugar cateado o en su ausencia

o negativa, por la autoridad que practique la diligencia...

Es decir que para que exista la posibilidad de introducirse a

algún domicilio particular con motivo de una averiguación penal

se requiere orden de cateo que debe ser por escrito y provenir de la

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424 Carlos de Silva Nava

autoridad competente, que es precisamente la autoridad judicial;

debe precisarse en la orden cuál es el objeto de la diligencia, ya sea

respecto de bienes materiales o de personas y, además, debe reali-

zarse en presencia de dos testigos propuestos por quien va a sufrir

el cateo y sólo que esta persona no se encuentre o se niegue a presen-

tar testigos, éstos los elegirá la autoridad que practique la diligencia.

Lamentablemente sabemos lo que acontece en la práctica con

los requisitos de las órdenes de aprehensión y de cateo. Para quienes

se dedican al ejercicio del Derecho Penal esto plantea graves pro-

blemas en términos generales; las autoridades judiciales han estable-

cido, a través de la jurisprudencia, que las fallas que pudieran existir

en aspectos de aprehensión implican o podrían implicar una respon-

sabilidad para las autoridades que, violando garantías individuales,

logran la aprehensión de un presunto responsable o realizan cateos

sin cumplir con los requisitos legales. Desde el punto de vista proce-

sal no afecta al trámite judicial en sí mismo el hecho de que el cateo

se haya llevado sin las formalidades del caso, lo que pasa es que la

jurisprudencia atiende más a situaciones de hecho, y está consciente

de las deficiencias que en materia de averiguaciones pueden existir

en México, y no sólo en el Distrito Federal, en muchos lugares de

provincia donde aún se carece de menos elementos de los que pue-

de contar una ciudad como la capital. Por ejemplo, se dice que las

autoridades policíacas o las autoridades administrativas ingresaron

a X domicilio sin la orden correspondiente y eso hace ilegal el cateo

ejecutado, pero lo que ahí encontraron efectivamente ahí estaba, y

eso constituye prueba en contra de la persona. La autoridad dice:

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425Curso de Derecho Constitucional

“yo no sé si se metieron a tu casa legalmente o no, pero debajo de

tu cama encontraron marihuana, así que no voy a analizar la legali-

dad del cateo sino el hecho de que se encontró cierta sustancia

bajo el radio de acción a tu disponibilidad”.

Hay discrepancia entre los criterios de la jurisprudencia penal

y los criterios de la jurisprudencia administrativa. Las visitas domi-

ciliarias que pueden practicar las autoridades administrativas están

regidas por los mismos principios que las órdenes de cateo, por ejem-

plo, las visitas de auditoría fiscal, las de inspección, deben reunir

los requisitos de la orden de cateo; basta cualquier deficiencia en la

práctica de la visita, deficiencias incluso meramente formales, como

es la falta de adecuada presentación de los auditores, su no adecuada

identificación, el no atender la diligencia precisamente con el

interesado o con su apoderado legal, para estimar ilegal la orden

de auditoría. Asimismo, las constancias que se levanten con mo-

tivo de la auditoría y otros elementos no pueden utilizarse como medios

de prueba en contra del auditado, porque existe el criterio de que

si la diligencia es ilegal y por tanto nula no puede surtir efecto alguno,

y menos una actuación nula probar en contra de alguna de las partes.

Este criterio ha sido sostenido en materia administrativa, sin

embargo, decíamos que en materia penal subsiste hasta la fecha el

principio de que no importa tanto la validez de la diligencia como

los elementos materiales que aporta esa diligencia. Esto por una

parte facilita desde luego las averiguaciones, pero por otra implica

cierto riesgo de seguridad jurídica, porque si la autoridad entra sin

la orden, si no respeta las formalidades, si no da oportunidad a la

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426 Carlos de Silva Nava

presentación de testigos por ausencia del ofendido, ¿hasta dónde

podemos tener la seguridad de que todo lo encontrado con motivo

de la diligencia realmente estaba en el lugar?, además, una persona

dispuesta a violar la Constitución supongo que también lo estará

para alterar los hechos e introducir elementos al domicilio de una

persona a la que por equis motivo se pretende inculpar. Sin embar-

go, mientras la jurisprudencia no cambie es la obligatoria, solamente

hacemos notar la discrepancia que existe entre los criterios en ma-

teria administrativa y penal, no se manejan con la misma técnica;

en materia administrativa, la nulidad de la diligencia trae como

consecuencia que no pueda probar en contra de las personas que

resultan afectadas por una visita domiciliaria.

CUESTIONES PROCEDIMENTALES

EN LA INSPECCIÓN O VISITA DOMICILIARIA

En el procedimiento de inspección hay que distinguir dos aspectos:

cuando la visita se impugna en sí misma, es decir, más que la visita,

la orden de visita puede estimarse no bien fundada ni motivada o

que no proviene de autoridad competente, y la queja se entabla

dentro de los quince días a partir de que la orden es conocida. Los

actos practicados dentro de la visita ya sabemos que, por regla ge-

neral, admiten excepciones, pero no se estiman actos de autoridad

porque no se está tomando una decisión ni se está afectando de

manera directa al particular; sólo procede hasta que esos elemen-

tos de la visita, al ser calificados, produzcan un acto de autoridad,

es decir, que establezcan una afectación jurídica al particular, la

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427Curso de Derecho Constitucional

existencia de un crédito fiscal, de una infracción administrativa

que amerita la imposición de una sanción, multa, etcétera; entre-

tanto los actos ejecutados durante la visita, esto es, considerados

como actos autoritarios, no son reclamables en amparo, estimán-

dose como tales sólo cuando sobrepasan esos meros elementos de

inspección y se generan actos atentatorios distintos a los de la simple

inspección. Por ejemplo, si se producen embargos de mercancías

dentro de la visita, si se hace secuestro de libros o documentos, esto

excede al aspecto meramente inspeccionario asentable en actas, ya

se está causando un acto directo efectivo de molestia, ello indepen-

dientemente de que sea o no legal lo que están haciendo, lo cual se

determinará al dictarse la sentencia de fondo si se admite el amparo

contra estos actos. Pero como asunto de excepción, en principio

los actos de los visitadores no son actos de autoridad, pues no causan

una afectación inmediata al interés jurídico; solamente procederá

el amparo de acuerdo con la calificación del acta y eso partiendo

del supuesto de que se agoten los recursos y todo lo que supone la

técnica del amparo. Se ha estimado también que las visitas de ins-

pección son de orden público, que existe interés social, es decir, más

que de orden público son de interés social; se da la exigencia de que

los particulares no evadan la función de vigilancia por parte de las

autoridades. Por regla general, reitero, la suspensión es improce-

dente, pero si se producen desposeimiento, secuestros, etcétera,

podrá obtenerse una suspensión sólo para ese efecto, no para impedir

la visita como acto de vigilancia.

Existe una tesis que también establece un caso de excepción

a la procedencia de la suspensión, según la cual es factible llegar a

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428 Carlos de Silva Nava

suspender la visita. Se ha sostenido que las visitas domiciliarias

son legales en abstracto, no nos referimos a una en concreto sino

en general, estando autorizadas por el artículo 16, y llevan la buena

intención de que los actos de particulares estén supervisados por

las autoridades competentes. También se ha aceptado que las visitas

deben ser transitorias y tener una finalidad determinada; no se

trata de establecer una vigilancia constante, permanente, indiscrimi-

nada en todas las personas. Bajo estas condiciones, cuando la visita

adquiere ciertas características, por ejemplo, de prolongación en el

tiempo, deja de ser una visita domiciliaria para convertirse en una

inquisición, en una inspección permanente al particular, y en

ese caso puede suspenderse la visita. En la práctica se han dado

pocos casos en que se aplique este criterio; en primer lugar, porque

no es un criterio que se haya manejado por muchos litigantes o por

muchos jueces; no es un criterio muy conocido; y, en segundo lugar,

porque no siempre se llega a los extremos de tener que impedir la

visita cuando se excede demasiado respecto a sus finalidades. Entre

los casos que recuerdo haberse aplicado este criterio, fue una visita

de inspección fiscal a un despacho de abogados; éstos habían estado

promoviendo muchos juicios de nulidad y amparos en temas muy

delicados para la Secretaría de Hacienda y les había ganado varios

juicios. Auditoría Fiscal estaba molesta y decidieron hacer una

auditoría al despacho, más con el afán de detectar alguna falla fiscal,

no de impedir el funcionamiento del despacho, porque los auditores

hicieron de todo menos revisar libros; por ejemplo, lo primero

que hicieron fue decomisarles las agendas y en ese momento el des-

pacho no sabía cuántos juicios tenían, qué días tenían audiencias,

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429Curso de Derecho Constitucional

qué días tenían que promover, cuándo se les vencían sus términos,

etcétera. En vez de revisar libros se sentaron en el salón de espera y

a cuanto cliente llegaba (que lógicamente eran clientes con problemas

fiscales, para eso iban a ver un despacho en materia fiscal), le expli-

caban que estaban ahí porque el despacho tenía graves problemas

con Hacienda, cosa que motivaba a que el cliente saliera corriendo;

por supuesto éste no quería un abogado con problemas hacendarios,

iba a pelear contra Hacienda, etcétera. Cuando se inició la visita se

pidió la suspensión; se negó ésta respecto a la continuación de la

visita, pero se concedió por el secuestro de libros y demás. Como

en su mayoría se trataba de hechos consumados, la suspensión en

realidad no estaba surtiendo todos los efectos que el despacho

hubiera deseado, pero seguía pasando el tiempo y la visita no avan-

zaba, no se levantaban actas parciales, no se levantaban documentos

de trabajo, no se hacía nada, sólo continuaban molestando al des-

pacho. Entonces promovieron un incidente de modificación a la

suspensión por hechos supervinientes, aduciendo precisamente que

la visita había dejado de serlo para convertirse permanentemente

en un acto de molestia que no tendía a la vigilancia por parte de la

autoridad; se requirió a la autoridad para que presentara los estu-

dios, documentos, actas que hubiere levantado durante todo el

tiempo que estuvieron ahí. En realidad no tenían ningún docu-

mento, entonces se concedió la suspensión modificando la negativa

inicial; se determinó una nueva suspensión para el efecto de que

cesaran los efectos de los actos reclamados, sin embargo, creo que el

Juez todavía de buena gente le dio un término a la autoridad para

que concluyera la visita, y que una vez transcurrido tuvieran que salir

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430 Carlos de Silva Nava

de aquel despacho. Es decir, se dio por concluida la visita, como

en ese término siguieron sin trabajar, concluido el plazo se requirió

a los auditores y se fueron, nunca volvieron y nunca establecieron

al despacho créditos fiscales ni mucho menos.

Entenderán que este caso tan excepcional es lo que hace que

tal tipo de criterios no se manejen cotidianamente; son casos extre-

mos en los que es permisible el otorgamiento de la suspensión con

el propósito de impedir la visita, pero cuando menos teóricamente

se plantea un caso interesante, discutible, y en mi concepto sí es pro-

cedente la suspensión en estos casos.

SEÑALAMIENTOS INDISPENSABLES

DE LA ORDEN DE INSPECCIÓN

No se trata de limitar desde un punto de vista técnico; me refiero a

las tesis que se han emitido sobre el particular al establecer definicio-

nes precisas; además existen varias tesis de las que puede desprenderse

en abstracto que la orden debe estar fundada y motivada, pero

también parte de la motivación en las tesis es el señalamiento del

objeto de la visita, si no se señala el objeto hay una falta de motiva-

ción, eso afecta a su argumentación desde un punto de vista intelec-

tual, pues sí podemos distinguir entre motivación y fundamentación

genérica y la específica del señalamiento del objeto en materia penal,

en cambio, no se ha hecho un estudio profundo de esto, porque en

materia penal, repito, puede aceptarse que sin orden se afecte el

domicilio; no se van a poner a discutir algunos pequeños vicios de

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431Curso de Derecho Constitucional

la orden, ya que sin ella se permite o surte efectos el cateo, por lo

que no se van a detener a ver si estaba fundado y motivado.

En materia administrativa se han establecido criterios en el sen-

tido de que si la visita excede al objetivo señalado no es factible, es

decir, no es legal la visita. Aquí se pueden distinguir dos aspectos:

si la orden no precisa el objeto, ésta es inconstitucional; en otro

caso, si la orden precisa el objeto, es correcta, pero cuando el visi-

tador excede el objetivo de la orden, entonces la inconstitucionalidad

está en la actuación del visitador, no en la orden de visita. Desde

luego que en cualquiera de los dos casos hay una violación de garan-

tías, lo que hay que definir es a quién son imputables éstas: a quien

ordena la visita, a quien la cumple o, en su caso, a ambos.

También hay algunos criterios en materia administrativa en el

sentido de que las órdenes domiciliarias deben ser específicas y

referidas a casos concretos. Se han dado casos, por ejemplo, de auto-

rizar a ciertos inspectores que realicen funciones de vigilancia en

toda una colonia o una delegación de la ciudad; es o era frecuente

que Comercio comisionara inspectores para revisar los medidores

de luz, que no estuvieran alterados, que no hubiera los llamados

“diablitos” y esas cosas que se acostumbraran. Se daba un oficio al

inspector X, autorizándole para visitar todas las casas de la Colonia

Juárez, por decir algo; pero se observó que esas autorizaciones gene-

rales no reunían los requisitos del 16 constitucional pues debía darse

una orden para cada casa y señalar en cada orden los elementos

específicos que determinaban el objeto de la inspección. La orden

de inspección debe estar dirigida al propietario o poseedor del domi-

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432 Carlos de Silva Nava

cilio, al representante legal de la empresa, etcétera, y comunicar a

cada uno cuál es el objeto específico de la visita y lo que la motiva

y funda.

Llegan a producirse afectaciones que no están debidamente

fundadas ni motivadas. Es cierto que verdaderas inspecciones

pueden llevarse a cabo, pero dada la forma en que se realizan dan

lugar a problemas de constitucionalidad, y lo que se requiere son

algunas eventualidades de suerte que no lo afecten a uno, pues una

vez que nos “pesquen” ya no alcanzamos a pedir amparo ni a hacer

nada. Es decir, la defensa es poco efectiva dada la forma en que

se desarrollan incidentes, porque hay que distinguir diversos aspec-

tos, como ocurre cuando con el pretexto de una campaña de

despistolización, se introducen a mi domicilio, abren mi automóvil,

etcétera, estaremos ante un problema de inconstitucionalidad; pero

si me encuentran en la calle con un arma prohibida, claro que

estoy en flagrante delito. Son cosas más de hecho que de otra índole,

porque en la práctica es muy difícil que operen las defensas de

manera efectiva.

Por otra parte el problema es complicado, porque independien-

temente de las cosas estrictamente constitucionales hay que entender

las finalidades o intenciones por las que se generan o se llevan a

cabo este tipo de campañas. La delincuencia en ciertas zonas es exce-

siva, exagerada, los problemas no sólo de armas sino de todo lo

relacionado con ellas, problemas de narcotráfico, de contrabando,

etcétera, obliga a las autoridades a tomar medidas drásticas. Quizás

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433Curso de Derecho Constitucional

no se cumplen todas las formalidades, pero nos enfrentamos a situacio-

nes de hecho; es obvio que la autoridad debe ser cuidadosa, sobre

todo si está decidida a obrar sin los requisitos constitucionales,

cosa jurídicamente e indiscutiblemente mal, que moralmente puede

estar justificada en algunos casos, pero moralmente, no legalmente.

Son operativos que deben hacerse con todo cuidado, por ejemplo,

cuando se establecen retenes de policías judiciales (por razones obvias

vestidos de civiles), la gente no sabe si pararse o correr, porque no

sabe si son judiciales o asaltantes, y si pensando que son asaltantes

pretende huir, lo van a balacear. Aceptando sin conceder que la

situación llegara al extremo de permitir ese tipo de acciones, éstas

no dejan de ser riesgosas, por eso deben hacerse con todas las de la

ley, con todo respeto a las personas; un retén es demasiado peligroso

en una carretera con gente no uniformada; malo que lo hagan los

uniformados, pero al menos uno les ve la pinta de militares. Por

ello la condición de exigir requisitos y demás para que dentro de un

sistema de seguridad jurídica puedan ejecutarse todas esas acciones

obedeciendo a su regulación jurídica. Hasta qué punto debe o no

romperse el principio de seguridad jurídica es muy difícil decirlo,

porque en el derecho no hay vuelta de hoja: el artículo 16 prohíbe

cualquier acto de molestia que no provenga de autoridad compe-

tente y que no sea por escrito, fundada y motivada.

SOBRE LA INSEGURIDAD SOCIAL

Y LA INSEGURIDAD JURÍDICA

Con frecuencia cuando hablamos de derecho nos ponemos muy

técnicos; pero cuando hablamos de problemas sociales ya no nos

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434 Carlos de Silva Nava

importa tanto la técnica jurídica. Cuando vienen rachas de inseguri-

dad como la que estamos padeciendo, que no es la primera que

padece el país porque ha tenido otras peores (me imagino que en

la época prerevolucionaria había más inseguridad de la que tene-

mos ahora), si nos convoca a ser los defensores de las personas que

están siendo aprehendidas sin las órdenes correspondientes; de

inmediato pedimos amparo, queremos que el Juez actúe con toda

diligencia, que se localice al reo, en fin, queremos todas las protec-

ciones legales. Pero si el delincuente se mete a mi casa, viola a mi

hija u otra fechoría, lo primero que pido es que lo maten sin orden

de aprehensión; entonces andamos otra vez pensando, que si la

pena de muerte, que si no; desde el punto de vista estrictamente

jurídico parece ocioso que sigamos pensando en la pena de muer-

te; pero la gente ya empieza a pedir la pena de muerte, porque no

lo está considerando con un criterio jurídico, se siente afectada en

sus bienes, en sus intereses y no pide procedimientos jurídicos.

Si nosotros somos los defensores queremos todas las garantías, si

somos las víctimas, figuramos los primeros en pedir que agarren

al delincuente sin orden y que le peguen para que confiese, porque la

víctima soy yo.

Los procedimientos de investigación a veces resultan violentos,

pero aquí la persona no es tan inocente como en Estados Uni-

dos, mientras no sea sentenciada; si usted es culpable de antemano

pues para qué lo hacen confesar, usted ya es culpable, cuál es el

problema; precisamente la investigación, buena o mala, es para

demostrarle a usted su culpabilidad, porque los criterios penales

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435Curso de Derecho Constitucional

son discutibles, en el sentido de darles valor a aprehensiones, cateos,

etcétera.

CONSIDERACIONES SOBRE LA PENA DE MUERTE

La Constitución prohíbe la pena de muerte, excepto en algunos casos,

pero no la impone, no obliga a que se aplique; queda a las legislacio-

nes, ya sean estatales o federales, el imponerla o no; actualmente, salvo

en el fuero de guerra donde subsiste la pena de muerte, en materia

civil —entendiendo por civil oposición a militar—, ya no existe a

nivel federal ni estatal; hasta hace algunos años, todavía algunos

Estados conservaban la pena de muerte, como en Sonora y Guerrero.

Me tocó conocer de amparo contra la pena de muerte dictada por

Estados en que su legislación la establecía; en la actualidad nin-

gún Estado la prevé, sin que sea necesario reformar la Constitución; si

se quiere implantar respecto de ciertos delitos, entonces si será nece-

sario una reforma constitucional. El artículo 22, en su último pá-

rrafo, dice:

Queda también prohibida la pena de muerte por delitos políticos, yen cuanto a los demás, sólo podrá imponerse al traidor a la Patria enguerra extranjera, al parricida, al homicida con alevosía, preme-ditación o ventaja, al incendiario, al plagiario, al salteador de cami-nos, al pirata y a los reos de delitos graves del orden militar…

En todos estos casos, el único que subsiste es el delito grave del

orden militar, los demás se pueden implantar, pero es a gusto de la

legislatura correspondiente. Ahora, si queremos implantarla a un

caso diverso a éstos, entonces se requiere una reforma constitu-

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436 Carlos de Silva Nava

cional, si no, basta que el Congreso de la Unión en materia federal

o la legislatura estatal modifiquen el Código Penal correspondiente

y establezcan la pena de muerte.

En lugares donde hay pena de muerte no disminuye la delin-

cuencia por ese motivo; si el delincuente estuviera pensando en

que lo van a pescar, en que lo van a juzgar, en que le van a imponer

la pena de muerte, la cadena perpetua o la que se quiera, nunca

delinquiría; lo cierto es que el delincuente nunca se pone a pensar

en esas cosas, hay una tenue mentalidad, un espíritu de aventura

sobre todo en el delincuente de delitos graves, a quien no le impre-

siona, no piensa en eso, que si es lo que le pasa a los religiosos:

peor que la pena de muerte es la pena del infierno; sin embargo, a

la hora de cometer el pecado nadie se acuerda del infierno, igual

les pasa a los delincuentes. La ejemplaridad es muy relativa, y por

otra parte la justificación moral de la pena de muerte es muy difícil;

además, es la única pena irreparable si se demuestra la inocencia

posterior, si aparece el verdadero delincuente, etcétera. Podría haber

reparación en otros casos, en el caso de la pena de muerte ya no;

pero lo que digo es que cuando se habla, cuando se pide la reimplan-

tación de la pena de muerte, no es que se esté haciendo renacer una

discusión histórica, jurídica, filosófica, moral del problema, discu-

sión que lleva muchos años; lo que sucede es que la gente está muy

enojada porque hay inseguridad, y sin ponerse a pensar en cosas

morales, jurídicas, políticas, etcétera, simplemente dicen, “que lo

maten”, pero no porque esté renaciendo una discusión que ya lleva

muchos siglos con argumentos de todo tipo, no, simplemente la

población está enojada y pide la pena de muerte.

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437

Otros señalamientos del artículo 16

Continúa diciendo el artículo 16 constitucional:

La autoridad administrativa podrá practicar visitas domiciliarias

únicamente para cerciorarse de que se han cumplido los reglamentos

sanitarios y de policía; y exigir la exhibición de los libros y papeles

indispensables para comprobar que se han cumplido las disposiciones

fiscales sujetándose en estos casos a las leyes respectivas y a las formali-

dades prescritas para los cateos...

Es decir, la visita domiciliaria es la variante administrativa del

cateo, que es una institución fundamental del Derecho Penal aboca-

da a la averiguación de los delitos, pero de la misma forma que

cumpliendo ciertos requisitos es factible que se afecte el domicilio

particular para fines de averiguaciones penales, también es posible

que las autoridades administrativas, para determinar el cum-

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438 Carlos de Silva Nava

plimiento de las obligaciones correspondientes, afecten el domicilio;

tendrán que reunir las formalidades prescritas para los cateos. Hay

quien ha interpretado esta parte en el sentido de que las visitas domi-

ciliarias al igual que los cateos también requieren orden judi-

cial, no orden de la autoridad administrativa correspondiente. Sin

embargo, la jurisprudencia se ha inclinado por interpretar el pre-

cepto señalado en el sentido de que es la autoridad administrativa

y no la judicial la que está facultada para decretar la visita domi-

ciliaria; salvo el objetivo de la orden proveniente de la autoridad

judicial, deben reunirse los mismos requisitos exigidos para los cateos

relativos a testigos, a la precisión del objeto de la visita, etcétera.

Ya habíamos comentado que este concepto de reglamento sanitario

y de policía no deben entenderse en forma restrictiva y referidos

sólo a tales ordenamientos, sino como normas administrativas inde-

pendientemente de que provengan del Congreso de la Unión o del

Presidente de la República, esto es, aunque sean estrictamente leyes.

También comentábamos que por reglamentos de policía no deben

entenderse aquellos relacionados con el concepto vulgar de policía

de aspectos municipales, sino en general considerar de policía todas

aquellas normas administrativas que de una y otra forma condi-

cionan la actividad de los particulares o la vigilancia y supervisión

de las autoridades administrativas.

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Reformas recientes a los artículos 25 y 26

439

Los siguientes párrafos establecen garantías de libertad

que anteriormente estaban contenidas en los artículos

25 y 26, pero en la medida en que se introdujeron las garantías

relativas al control económico por parte del Estado en esos pre-

ceptos, se estimó prudente integrar estas garantías en el artículo

16; en él se habla de la libertad de correspondencia, y al efecto expresa:

“La correspondencia que bajo cubierta circule por las estafetas estará

libre de todo registro, y su violación será penada por la ley...”; y

a continuación: “En tiempo de paz ningún miembro del Ejército

podrá alojarse en casa particular contra la voluntad del dueño, ni

imponer prestación alguna. En tiempo de guerra los militares po-

drán exigir alojamiento, bagajes, alimentos y otras prestaciones, en

los términos que establezca la ley marcial correspondiente...”.

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440 Carlos de Silva Nava

Los artículos 25 y 26 contenían antes garantías de igualdad

que son precisamente las que acabamos de mencionar; ahora se

pretendió establecer garantías en materia económica. En realidad

estos preceptos no establecen garantías, entendidas éstas como un

derecho subjetivo público que tiene el particular frente a los órga-

nos del Estado; más que nada parecen declaraciones sobre aspectos

de política económica que ni siquiera están redactadas con un estilo

o terminología jurídica, sino con una terminología de políticos o

de economistas. Lo cierto es que independientemente de que no con-

tiene normas jurídicas propiamente dichas ni menos garantías indi-

viduales, y que la redacción es pésima, están mal ubicadas porque

no deberían estar en este capítulo de la Constitución que se refiere

precisamente a garantías individuales.

El artículo 25 constitucional dispone:

Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garan-

tizar que éste sea integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía

de la Nación y su régimen democrático y que, mediante el fomento del

crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución

del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la

dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad

protege esta Constitución.

El Estado planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad

económica nacional, y llevará al cabo la regulación y fomento de las

actividades que demande el interés general en el marco de libertades

que otorga esta Constitución.

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441Curso de Derecho Constitucional

Al desarrollo económico nacional concurrirán, con responsabilidad

social, el sector público, el sector social y el sector privado, sin menos-

cabo de otras formas de actividad económica que contribuyan al

desarrollo de la Nación.

El sector público tendrá a su cargo, de manera exclusiva, las áreas

estratégicas que se señalan en el Artículo 28, párrafo cuarto de la Cons-

titución, manteniendo siempre el Gobierno Federal la propiedad y

el control sobre los organismos que en su caso se establezcan.

Asimismo podrá participar por sí o con los sectores social y privado,

de acuerdo con la ley, para impulsar y organizar las áreas prioritarias

del desarrollo.

Bajo criterios de equidad social y productividad se apoyará e impul-

sará a las empresas de los sectores social y privado de la economía,

sujetándolos a las modalidades que dicte el interés público y al uso, en

beneficio general, de los recursos productivos, cuidando su conser-

vación y el medio ambiente.

La ley establecerá los mecanismos que faciliten la organización y la

expansión de la actividad económica del sector social: de los ejidos,

organizaciones de trabajadores, cooperativas, comunidades, empresas

que pertenezcan mayoritaria o exclusivamente a los trabajadores y,

en general, de todas las formas de organización social para la pro-

ducción, distribución y consumo de bienes y servicios socialmente

necesarios.

La ley alentará y protegerá la actividad económica que realicen los

particulares y proveerá las condiciones para que el desenvolvimiento

del sector privado contribuya al desarrollo económico nacional, en

los términos que establece esta Constitución.

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442 Carlos de Silva Nava

Como se observa, este artículo no tiene ninguna norma de

tipo jurídico, sino meras declaraciones de la conveniencia en que

debe manejarse la economía y no podemos entender que exista

una garantía individual, cuando lo que se está garantizando es que

el Estado es quien rige la economía, eso obviamente no constituye

una garantía individual.

En alguna ocasión se comentó que estos artículos, del 25 al 28

de la Constitución, prácticamente venían a constituir un pie para

el Congreso de la Unión, y que debían entenderse como facultades

implícitas dentro de la Constitución; incluso se mencionó que la

Ley Federal de Turismo tenía como fundamento lo que establecen

los artículos 25 a 28 constitucionales. ¿Qué tanto hay de funda-

mento en relación a que vienen a constituir una serie de declara-

ciones que de alguna forma pueden facultar o abrogar legislaciones

en materias que están contenidas en el artículo 73 constitucional?

Parece que no era la intención del Constituyente Permanente, pero

se cayó en ese problema. La Ley Federal de Turismo es anterior a

estos artículos, es decir, cuando ésta se expidió no existían toda-

vía estos preceptos constitucionales o al menos las primeras leyes

de turismo; no recuerdo si la última es anterior, pero sí ya había legis-

lación precedente en la materia y más de una persona pensó que

dicha legislación era inconstitucional porque el Congreso no estaba

expresa ni implícitamente facultado para legislar en materia de turismo;

podía legislar en materia de comercio, y aunque en algunos aspectos

el turismo está relacionado con el comercio, no todos esos aspec-

tos son estrictamente comerciales, en todo caso, sólo podría legislar

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443Curso de Derecho Constitucional

sobre aspectos económicos pero no en las materias turísticas, las

cuales quedaban reservadas a los Estados en la medida en que no

se otorgaba la facultad al Congreso.

Se discutió mucho esa posición, algunos opinaban que sí estaba

facultado el Congreso, otros que no; lo cierto es que con esta refor-

ma se dio una facultad amplísima no sólo para dirigir el comercio

sino la economía, entonces, implícitamente sí se facultaba al Con-

greso para legislar en cualquier materia que tuviera relación con el

Estado, sí tiene esas facultades implícitas, aun aceptando que de

origen hubiese sido inconstitucional la legislación en materia de turis-

mo. Ahora ya es constitucional porque se da facultad al Congreso

de legislar en cualquier materia que afecte a la economía, aunque de

manera implícita.

Estoy de acuerdo en que esto no debería estar en la Constitu-

ción. No hay razón para que esté ni menos en la forma en que está

expresado; no se trata de normas jurídicas, son buenos deseos de

posiciones económicas, pero eso de que se implanten o no, se cam-

bien o no las leyes, es un problema de buen gusto. Si las autoridades

facultadas para ello acuerdan cambiar la Constitución con el apoyo

de las legislaturas estatales y demás, lo único que podemos recomendar-

les es que no lo vuelvan a hacer, pero no hay un medio jurídico

destinado a evitar una situación de éstas; no es la única ocasión en

que ha pasado, ya que cuando se estableció el derecho a la vivienda,

a la salud y cosas por el estilo, se incurrió en errores constitucionales

similares.

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444 Carlos de Silva Nava

ACTIVIDADES EXCLUSIVAS O MONOPÓLICAS DEL ESTADO

Parece que lo estratégico es aquello que debe estar controlado de

manera directa y con exclusividad, digamos como monopolio del

Estado, y las actividades prioritarias son aquellas que no necesaria-

mente deben estar monopolizadas, pero que se estima conveniente

que el Estado intervenga en su dirección o control, aunque no de

manera exclusiva. Por ejemplo, empresas como la CONASUPO

no podrían estimarse estratégicas porque no constituyen los mono-

polios autorizados por el Estado, pero sí podríamos considerar desde

el punto de vista estatal que la CONASUPO, en la medida en que

interviene en el control, adquisición y distribución de alimentos,

es una empresa prioritaria para la economía nacional.

En las cuestiones de moneda, banca, telégrafos, teléfonos, etcétera,

no se pueden dar concesiones. En materia prioritaria sí, en materia

estratégica no; no puede concesionarse la emisión de moneda, por

ejemplo, no puede concesionarse la explotación del petróleo. De todas

maneras quedan algunas dudas, porque al hablar de la petroquímica

básica ¿qué se debe entender por petroquímica básica?; es un tecni-

cismo difícil de precisar con una terminología estrictamente jurí-

dica, pues cualquier empresa que utilice el petróleo y sus afines

para la elaboración de sus derivados tendrá que ser necesariamente

estatal. Quizás la petroquímica básica consiste en los primeros

procesos para la elaboración de los derivados del petróleo, y una

vez que se han producido dichos derivados ya pueden ser comer-

cializados por los particulares, incluso concesionarIos. El problema

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445Curso de Derecho Constitucional

estaría en determinar qué se entiende por básico en materia de

petroquímica, pero supongo que la idea del precepto es establecer

el monopolio por parte del Estado para la explotación o prestación

de este tipo de servicio.

Otra duda para esta interpretación sería en cuanto a los mine-

rales radioactivos, si pueden o no concesionarse explotaciones mineras.

Podríamos pensar que tratándose de minerales radioactivos no

puede haber concesiones para su extracción.

LA PLANEACIÓN DEL DESARROLLO NACIONAL

El artículo 26 adolece de los mismos defectos que el 25:

El Estado organizará un sistema de planeación democrática del

desarrollo nacional que imprima solidez, dinamismo, permanencia

y equidad al crecimiento de la economía para la independencia y la

democratización política, social y cultural de la Nación.

Los fines del proyecto nacional contenidos en esta Constitución

determinarán los objetivos de la planeación. La planeación será demo-

crática. Mediante la participación de los diversos sectores sociales

recogerá las aspiraciones y demandas de la sociedad para incorpo-

rarlas al plan y los programas de desarrollo. Habrá un plan nacional

de desarrollo al que se sujetarán obligatoriamente los programas de

la Administración Pública Federal.

La ley facultará al Ejecutivo para que establezca los procedimientos

de participación y consulta popular en el sistema nacional de planea-

ción democrática, y los criterios para la formulación, instrumentación,

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446 Carlos de Silva Nava

control y evaluación del plan y los programas de desarrollo. Asimismo

determinará los órganos responsables del proceso de planeación y las

bases para que el Ejecutivo federal coordine mediante convenios con

los gobiernos de las entidades federativas e induzca y concierte con los

particulares las acciones a realizar para su elaboración y ejecución.

En el sistema de planeación democrática, el Congreso de la Unión

tendrá la intervención que señale la ley...

Como ven ustedes, nos quedamos igual que antes. No digo que

sea una anomalía, pero aunque no estuviera el artículo se podrían

hacer planes nacionales de desarrollo, es decir, los planes se po-

drían hacer con o sin el artículo. Lo que ocurre es lo que señalá-

bamos anteriormente: en todos los argumentos de los planes de

desarrollo se encuentra la participación del Estado y su dirección

económica la supervisión de la economía; fueron todos ellos temas

de la campaña política, no faltó a quien se le ocurriera trasladar los

discursos de la campaña a la Constitución. Pero reitero no había

inconveniente en que los planes fueran anteriores, lo que sucede

es que como eso estuvo de moda en un momento político determi-

nado, empezaron a surgir planes y reformas legales sobre esas bases.

Siempre ha habido coordinación entre los Estados y la Federa-

ción. A veces ha sido criticado, incluso en clase hubo comentarios

en el sentido de que ha llegado a ser tan excesiva esta colaboración

que prácticamente implica una intromisión de la Federación en

los asuntos internos o de soberanía estatal, pero independiente-

mente de esa posición, lo cierto es que no es novedoso el hecho de

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447Curso de Derecho Constitucional

que se establezcan sistemas de coordinación entre los Estados y la

Federación.

Hay quien ha hecho críticas desde el punto de vista ideológico.

Algunos dicen que son artículos que tienden al comunismo, que

es un socialismo exagerado, etcétera; para los que son socialistas o

comunistas creo que les parecerá poco lo que dicen los artículos,

ya que quisieran una dirección más fuerte del Estado, la abolición

de la propiedad privada, etcétera; Desde luego que en el fondo

siempre hay problemas ideológicos, pero la crítica no es tanto por

razones ideológicas; podemos o no estar de acuerdo con una ideolo-

gía, pero lo que realmente molesta es que se utilice la Constitución.

Se supone que debe ser un instrumento muy respetable para resolver

estos problemas y provocar reformas que son necesarias cuando

eventualmente es indispensable cambiar la Constitución debido a

que han cambiado las circunstancias; es necesario reestructurar

u organizar algunos sistemas de administración o lo que sea, pero no

se justifica que una Constitución se esté cambiando constantemente

sin ningún resultado práctico. Ya se había discutido la constitucio-

nalidad, las leyes sobre atribuciones del Ejecutivo federal en materia

económica, y se había llegado a la conclusión de que era constitucional.

Uno de los principales problemas del llamado derecho econó-

mico es el siguiente: independientemente de la posición doctrinaria

que adoptemos en esa materia, hay más de una doctrina econó-

mica que sostiene que sus leyes son tan fijas y tan invariables como

las leyes naturales, y no exclusivamente en sistemas como el marxista;

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448 Carlos de Silva Nava

aun el liberalismo sostiene la vigencia de ciertas leyes que operan

independientemente de la voluntad de los hombres, y ellas no

pueden ser alteradas por disposiciones jurídicas, es decir, la economía

opera, según algunas doctrinas, independientemente de lo que digan

las normas jurídicas.

El Congreso de la Unión no puede derogar la ley de la oferta

y la demanda; ésta opera aunque el Congreso de la Unión diga que

está derogada. La ley de la oferta y la demanda, según algunas teo-

rías, es una ley fija e invariable, toda alteración de la oferta supone

una alteración en la demanda, y viceversa. Entonces, de aceptarse

criterios como éstos, ¿hasta qué punto es factible que el Estado impida

el libre desarrollo o el libre juego de las fuerzas económicas? Una

ley no puede decir que opere determinado pacto y que se prohíbe

establecer un proceso de deflación, o que se obligue a los empre-

sarios mexicanos a exportar aunque nadie compre sus mercancías

en el extranjero; eso no lo puede decir la ley, y si lo dice sabemos

que es absurdo. No puede prohibirse la inflación ni la deflación,

los procesos económicos operan. Pueden alterarse las condiciones

en que las leyes económicas actúan, pero no las leyes económicas;

por ejemplo, si por efectos de la ley de la oferta y la demanda un

producto es muy caro en el país, el gobierno puede importar gran

cantidad de ese producto logrando que se abarate, pero obser-

ven que lo hizo en acatamiento de la ley de la oferta y la demanda;

para modificar la demanda realizó un procedimiento para cambiar

la oferta, es decir, el gobierno puede modificar las condiciones en que

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449Curso de Derecho Constitucional

operan las leyes, pero no las leyes económicas. De aquí que mientras

el Estado no tenga un control absoluto de la economía, y estamos

hablando de un control tipo marxista-lenilista, los empresarios van

a hacer lo que quieran porque es una ley económica que los empre-

sarios hagan lo que les parezca y el Estado no lo puede impedir,

salvo que se dé la nacionalización de toda la industria.

Cuando hubo problemas de control de cambios se prohibió la

circulación del dólar o la adquisición de éste; si no se cumplían ciertos

requisitos, salía del libre comercio. Actualmente ya no hay una rigi-

dez total, pero de todas maneras el dólar sigue estando controlado

por el Estado; mientras más se prohíbe la circulación de dólares,

más se “engordan los colchones” con los dólares de todo el mundo.

Si la tendencia económica propicia la adquisición de divisas, lo único

que se logra con la prohibición en el mercado de divisas es la aper-

tura del mercado negro; así, las leyes económicas operan sin el rigor

de las leyes físicas, por tanto la rectoría económica del Estado debe

partir de ese supuesto. El Estado no va a legislar leyes económicas

sino a promover actividades relacionadas con las leyes económicas, y

ése es uno de los principales problemas del derecho económico.

Llega incluso a ponerse en duda la existencia del derecho econó-

mico, en la medida en que hay quien niega la posibilidad de que el

derecho maneje la economía. Se podrán aceptar o afectar las circuns-

tancias sociales, económicas y políticas en que operan esas leyes,

pero no eliminarlas, eso es imposible, como tampoco se pueden

cancelar las leyes sociales o las biológicas.

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450 Carlos de Silva Nava

EL ARTÍCULO 17 Y LA GARANTÍA DE SEGURIDAD

Siguiendo con la garantía de seguridad, dice el artículo 17:

Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer vio-

lencia para reclamar su derecho.

Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribu-

nales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos

que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta,

completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en conse-

cuencia, prohibidas las costas judiciales.

Las leyes federales y locales establecerán los medios necesarios para

que se garantice la independencia de los tribunales y la plena ejecu-

ción de sus resoluciones.

Nadie puede ser aprisionado por deudas de carácter puramente civil.

Este artículo también fue objeto de una reforma reciente. Recor-

darán que hablaba además de la prohibición de hacerse justicia

por sí mismo, de la justicia pronta y expedita, y se pretendió ampliar

el concepto diciendo que sería, además de pronta y expedita, com-

pleta e imparcial. Se establece en principio el derecho de acción, o

sea el derecho de acudir ante los tribunales, y además de la prohi-

bición mencionada, la de hacer violencia para reclamar el dere-

cho, y la obligación de los tribunales de resolver los conflictos o las

controversias planteadas.

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451Curso de Derecho Constitucional

EL ARTÍCULO 18

El artículo 18 expresa:

Sólo por delito que merezca pena corporal habrá lugar a prisión

preventiva. El sitio de ésta será distinto del que se destinare para la

extinción de las penas y estarán completamente separados.

Los gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán el sistema

penal, en sus respectivas jurisdicciones, sobre la base del trabajo,

la capacitación para el mismo y la educación como medios para la

readaptación social del delincuente. Las mujeres compurgarán sus

penas en lugares separados de los destinados a los hombres para tal

efecto.

Los Gobernadores de los Estados, sujetándose a lo que establez-

can las leyes locales respectivas, podrán celebrar con la Federación

convenios de carácter general, para que los reos sentenciados por

delitos del orden común extingan su condena en establecimien-

tos dependientes del Ejecutivo federal.

La Federación y los gobiernos de los Estados establecerán institucio-

nes especiales para el tratamiento de menores infractores.

Los reos de nacionalidad mexicana que se encuentren, compurgando

penas en países extranjeros, podrán ser trasladados a la República

para que cumplan sus condenas con base en los sistemas de readapta-

ción social previstos en este artículo, y los reos de nacionalidad extran-

jera sentenciados por delitos del orden federal en toda la República, o

del fuero común en el Distrito Federal podrán ser trasladados al

país de su origen o residencia, sujetándose a los Tratados Interna-

cionales que se hayan celebrado para ese efecto. Los gobernadores

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452 Carlos de Silva Nava

de los Estados podrán solicitar al Ejecutivo federal, con apoyo en las

leyes locales respectivas, la inclusión de reos del orden común en

dichos tratados. El traslado de los reos sólo podrá efectuarse con su

consentimiento expreso...

ARTÍCULO 19

El artículo 19 señala:

Ninguna detención podrá exceder del término de tres días, sin que

se justifique con un auto de formal prisión, en el que se expresará:

el delito que se impute al acusado; los elementos que constituyen

aquél; lugar, tiempo y circunstancias de ejecución, y los datos que

arroje la averiguación previa, los que deben ser bastantes para compro-

bar el cuerpo del delito y hacer probable la responsabilidad del acusado.

La infracción de esta disposición hace responsable a la autoridad

que ordene la detención, o la consienta, y a los agentes, Ministros,

alcaldes o carceleros que la ejecuten.

Todo proceso se seguirá forzosamente por el delito o delitos señalados

en el auto de formal prisión. Si en la secuela de un proceso apareciere

que se ha cometido un delito distinto del que se persigue, deberá ser

objeto de acusación separada, sin perjuicio de que después pueda

decretarse la acumulación, si fuera conducente.

Todo maltratamiento que en la aprehensión o en las prisiones, toda

molestia que se infiera sin motivo legal; toda gabela o contribución

en las cárceles, son abusos, que serán corregidos por las leyes y repri-

midos por las autoridades...

De este artículo podemos hablar mucho o poco, en la medida

que queramos profundizar en las teorías de Derecho Penal.

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453Curso de Derecho Constitucional

CASOS EN QUE SE PUEDE AFECTAR LA LIBERTAD

Existen tesis de la Suprema Corte de Justicia y de los Tribunales

Colegiados que señalan que cuando la detención se prolonga se

producen ciertos indicios de que hubo alguna coacción o alguna

incomunicación en perjuicio del reo, que eventualmente pueden

llevar a afectar la validez de su declaración; el solo hecho de la de-

tención prolongada es un indicio de irregularidad; lo que acontece es

esto, aun muchas veces restándole valor a una confesión que pue-

de estimarse forzada, paralelamente existen otros elementos que

con o sin confesión hacen posible suponer que se han reunido los

elementos consignados en el artículo 19. Entonces no siempre que

se detecte una confesión irregular sea por detención prolongada o

por malos tratos, amenazas, etcétera, a veces es difícil probar maltra-

tos y amenazas, y aun probándolos no siempre ocurre como conse-

cuencia la libertad del reo; si existen otros elementos que sin o con

confesión hagan suponer que se reunieron los requisitos del 19,

no quiere decir que ese caso se resolvió mal, estamos planteando

cuál es la posición que la jurisprudencia penal ha adoptado. No niego

la posibilidad de que alguna confesión pueda estimarse irregular y

privarla de valor, pero debe haber indicios, pruebas, elementos

suficientes para considerar irregular la confesión; si no hay esos ele-

mentos, ésta no se puede tener como válida. Mas si existen otras

pruebas suficientes para acreditar el cuerpo del delito y la probable

o definitiva responsabilidad respecto del hecho, resulta improce-

dente la violación constitucional.

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454 Carlos de Silva Nava

La Constitución parte del supuesto de que no se van a obtener

confesiones forzadas; “que si por allá hay una persona que emplea

métodos deplorables,” entonces procede el juicio de amparo, pero

la Constitución no puede partir del supuesto de que es una norma

general ni mucho menos; es cierto que todo el mundo dice que le

pegaron, pero no a todos les pegan.

El Juez tiene facultades para otorgar todo tipo de protección

en tales casos. Puede cambiar a los acusados de lugar de deten-

ción, incluso puede llevárselos a su casa; se acostumbra conceder

la suspensión para los efectos de ser consignados por veinticuatro

horas o bien ponerlos en libertad, y si no se ponen en libertad va

el Juez y lo saca. Es decir, el Juez tiene facultades para ello, lo que

sucede es que en ciudades tan grandes como ésta es difícil que el

Juez ejerza dichas facultades porque en la medida que le esconden

a un reo, no va a andar de casa en casa preguntando dónde está; lo

buscará en los separos, reclusorios, oficinas de la Procuraduría, pero

si aquél está en una casa particular, el Juez nunca lo va a encontrar.

En lugares chicos si es posible una mayor eficacia de la acción judi-

cial en estos casos, lamentablemente el crecimiento de la ciudad

hace perder el control y eficacia de los jueces. Dependerá también

de la personalidad del Juez, de su decisión para resolver estos proble-

mas, de hacer respetar sus determinaciones y obligar a las autori-

dades a cumplir con las medidas de suspensión. Son casos muy

variables, en la medida en que pueden cometerse muchas injusticias.

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La conformación del derecho de propiedad

El artículo 27, expresa: “...La propiedad de las tierras y aguas

comprendidas dentro de los límites del territorio nacio-

nal corresponde originariamente a la Nación la cual ha tenido y tiene

el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares cons-

tituyendo la propiedad privada…”. Recuerden ustedes que nuestra

Constitución, específicamente en el capítulo de las garantías indivi-

duales, sigue la corriente positivista, a diferencia de la Constitución

del 57, que seguía un criterio iusnaturalista, es decir, en la Constitu-

ción del 57 se consideraba que los derechos humanos, consagrados

como garantías individuales, son en términos generales anteriores

al hombre, innatos a la naturaleza humana y la Carta Magna se

limita a reconocer la existencia de esos derechos. En cambio la teoría

positivista, que era la predominante en esa época, implicaba el no

reconocimiento de un derecho natural previo, asegurando que todos

455

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456 Carlos de Silva Nava

los derechos son producto de la ley, es la ley quien constituye o

crea el derecho, no simplemente lo reconoce.

Desde este punto de vista se plantean, para efectos del artículo

27, dos problemas importantes: primero, la constitución de la pro-

piedad nacional genérica y después el reconocimiento de la propie-

dad privada, no como un derecho preexistente, sino como un

derecho emanado de la Constitución y de las leyes secundarias sobre

la materia.

En una época, tanto desde el punto de vista constitucional

como del derecho internacional existió gran preocupación por justi-

ficar el porqué la Nación mexicana era la propietaria del territorio

mexicano. Algunos autores se remontan a épocas precortesianas

aduciendo los derechos que las diversas etnias pobladoras del terri-

torio podían haber tenido sobre el mismo; después señalaban los

problemas propios de la conquista, refiriéndose a las bulas alejan-

drinas del papa Alejandro VI, con las que concedía la propiedad

de las tierras descubiertas deslindándolas entre España y Portugal,

y posteriormente a los Tratados de Tordesillas en los cuales se fijaron

en definitiva los límites de las posesiones españolas y portuguesas.

Intentaron trazar una cadena del derecho de propiedad para

justificar que al independizarse México adquiría aquella propiedad

originaria. Desde el punto de vista histórico estos estudios resultan

interesantes, tanto desde el enfoque jurídico como histórico. Para

efectos de interpretación del artículo 27 estas versiones salen sobran-

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457Curso de Derecho Constitucional

do, porque en materia de propiedad existe lo que se llama la “prueba

diabólica”, la cual expresa que resulta imposible justificar al infinito

el origen de la propiedad hasta llegar a los primeros padres; esto es,

que se puede hablar de los aspectos conocidos modernos, de los

propietarios y de los derechos que han ejercido, pero resulta

imposible justificar una cadena de propiedad al infinito.

Es relativamente sencillo entender que por bula del papa Ale-

jandro VI, se establecieran límites para las tierras descubiertas, que

otorgara a los mencionados reinos el derecho sobre colonización,

propiedad y demás, hecho histórico indiscutible, pero habría que pre-

guntarse si el papado estaba legitimado para repartir el mundo

entre las monarquías españolas o portuguesas. En esa época el papa-

do tenía un gran prestigio y fuerza religiosa, pero todas estas cuestio-

nes resultan ser muy discutibles.

EL CRITERIO POSITIVISTA DE LA PROPIEDAD

Nuestra Constitución, bien o mal, resuelve el problema; desde el

punto de vista positivista la interpretación que debe darse al pre-

cepto debe ser dentro de los criterios de la ley; la nación no necesita

justificarlo: por el solo hecho de serlo es la propietaria originaria del

territorio nacional.

Nuestro Constituyente dejó sin solución algunos aspectos que

requieren de interpretación, por ejemplo, de manera ficticia o de

manera contraria a la que se sigue en otros países, estamos adop-

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458 Carlos de Silva Nava

tando el sistema federal, el cual implica la unión de varios Estados

para crear un nuevo Estado federal; es una consecuencia del llama-

do pacto federal, que se materializa en la Constitución. Se observa

que hay una especie de petición de principio, porque si concurren

los Estados a formar la Federación, ésta no puede tener la propiedad

originaria; la propiedad originaria la tienen los Estados miembros

que al integrarse en el pacto federal cedieron su territorio para

estos efectos de propiedad. No puede aceptarse que se trate de propie-

dad originaria, podría ser propiedad derivada de los Estados, pero

no una propiedad originaria. Quizá este tipo de problemas pasaron

inadvertidos tanto porque la idea del artículo no es justificar la

propiedad nacional sino aceptarla como una realidad de hecho,

como porque independientemente de todo la teoría federal instrumen-

tada para la formación de la Federación y esa situación de hecho

causó demasiadas preocupaciones para efectos del artículo 27.

El segundo problema es admitir el derecho de la propiedad

privada, es un derecho anterior a la legislación; la solución que da

el artículo es de tipo positivista. La propiedad privada se establece

no porque el hombre tenga derechos anteriores. Los valores humanos

o algunos aspectos naturales no implican la necesidad de que el

hombre tenga dominio sobre ciertas cosas; simplemente la propie-

dad privada existe porque el Estado otorgó a los particulares la

facultad de apropiarse de determinados bienes, es decir, la creación

de la propiedad privada es un derecho de los particulares. Una vez

que ésta se ha constituido de origen, es una atribución de la nación

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459Curso de Derecho Constitucional

transmitir los derechos de propiedad nacional a los particulares

mediante la creación de la propiedad privada; es por tanto, desde

un punto de vista jurídico constitucional, una consecuencia de la

transmisión que hace el Estado en favor de los particulares.

Una vez que se ha constituido la propiedad privada y ha ingre-

sado al patrimonio particular, surgen determinadas garantías indivi-

duales, se adquieren una serie de derechos frente al Estado como

protección de esa propiedad, y tal como acontece en otras garantías

individuales, la de propiedad también supone la existencia de ciertas

limitaciones con motivo del interés social o de orden público.

FUNCIÓN SOCIAL DE LA PROPIEDAD. LA EXPROPIACIÓN

El derecho de propiedad no implica la idea de dominio absoluto y

estricto, sino que debe entenderse como una función social que

contribuye al bienestar colectivo; de tal suerte se establecen garantías

que impiden al Estado afectar la propiedad, pero señalando a la vez

los casos en que ésta puede ser afectada.

Por otra parte, si bien es cierto que el artículo 27 establece

garantías mínimas respecto a la propiedad, como es la expropiación

en casos en que resultan procedentes las afectaciones agrarias, en

términos generales se deja a la legislación secundaria regular la

afectación concreta no de una propiedad individualmente determi-

nada, sino de establecer modalidades a la propiedad privada.

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460 Carlos de Silva Nava

El párrafo tercero en su primera parte dice:

La nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propie-

dad. privada las modalidades que dicte el interés público, así como

el de regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos

naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer una

distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conserva-

ción, lograr el desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las

condiciones de vida de la población rural y urbana. En consecuencia...

Lo importante es que dice que la nación, (entendida como el

Estado federal), tiene en todo tiempo el derecho de imponer las moda-

lidades de interés público. Desde luego el concepto de imponer

modalidades no debe entenderse en el sentido de una abolición

plena o total de la propiedad privada, sino sería una supresión de

las garantías relativas; se faculta al legislador secundario para estable-

cer esas modalidades, las que deben establecerse a través de disposicio-

nes abstractas, es decir, a través de leyes; no quiere decir que en

cada caso la autoridad establezca modalidades a una propiedad indi-

vidualmente determinada mediante determinaciones específicas y

de actos concretos de autoridad. Por ejemplo, cuando se trata de proble-

mas de asentamientos humanos, reservas ecológicas, etcétera, se

podrán tomar medidas generales que podrán afectar a muchos

o pocos predios, pero se están produciendo de una manera abs-

tracta; no se puede decir que por motivos ecológicos me van a privar

de la propiedad de mi casa porque eso ya no sería establecer o

imponer una modalidad de propiedad privada, sería un acto

expropiatorio.

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461Curso de Derecho Constitucional

Por otra parte, en el párrafo segundo establece que: “...Las

expropiaciones sólo podrán hacerse por causa de utilidad pública y

mediante indemnización...”. La expropiación consiste en un acto

bilateral que se realiza en ejercicio de la soberanía del Estado,

tendiente a afectar la propiedad privada de manera determinada e

individualizada, ya sea a través de apropiación total o parcial de la

misma. La Ley de Expropiación acepta esta modalidad para efectos

de privación de la propiedad, pero también acepta la afectación

temporal en aspectos posesorios e igualmente para efectos de

satisfacción de necesidades públicas, es decir, la Ley de Expropiación

no sólo protege esta acción propiamente dicha, sino la apropia-

ción temporal. Puede darse el caso que para satisfacer una necesidad

de orden público no sea necesaria la afectación total y defini-

tiva del derecho de propiedad, sino sólo el aprovechamiento tem-

poral del bien de que se trata; por ejemplo, se produce un estado

de emergencia ya sea por alteración del orden interno o por influen-

cia extranjera, etcétera, por lo que podría haber interés social en

que el Estado se apropie de ciertos bienes como radiodifusoras. Por

razones de seguridad, de eficacia en las operaciones militares, es

conveniente que el Estado controle ciertos medios de comunica-

ción, que siendo de interés momentáneo, sería de ocupación tem-

poral hasta que dure el estado de emergencia.

Lo importante de lo temporal o definitivo de la propiedad

privada se realiza como acto unilateral del Estado. Es importante

porque en algunas tesis con influencia civilista han querido ver en

la expropiación variantes de la compraventa o contratos traslativos

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462 Carlos de Silva Nava

de dominio, e inclusive se les ha equiparado con el uso de la venta

ofrecida que puede darse en algunos procedimientos cuando alguien

se niega al otorgamiento de títulos sin causa justificada y se le con-

dena a vender, por lo cual elabora la documentación necesaria a

fin de que opere la traslación de la propiedad; pero según las teorías

publicistas esto no es exacto, no es una figura de Derecho Civil,

sino que se trata de actos estrictamente administrativos que se mane-

jan de manera unilateral las cuales suponen el uso y ejercicio de la

soberanía estatal por parte de las autoridades correspondientes.

La garantía consiste fundamentalmente en que la expropiación

sólo se encuentra justificada cuando existe causa de utilidad pública

y mediante indemnización. Si bien es cierto que la nación es la que

constituye la propiedad privada y está facultada para el restable-

cimiento de modalidades a esa propiedad privada, una vez que ésta

se ha constituido y forma parte del patrimonio individual ya no

puede el Estado afectarla lícitamente sin reunir los requisitos míni-

mos que establece la Constitución; es decir, se convierte en una

garantía individual que establece la obligación de respeto por parte

del Estado de los derechos particulares. Las causas de utilidad pú-

blica no están establecidas en el artículo 27, lo que quiere decir

que su enumeración queda para la legislación secundaria, para las

leyes de expropiación.

LA EXPROPIACIÓN SEGÚN CRITERIOS JURISDICCIONALES

Se ha considerado que en materia de propiedad existen facultades

concurrentes o coincidentes y los Estados tienen facultades para

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463Curso de Derecho Constitucional

regular la propiedad privada dentro de sus respectivas jurisdicciones;

para efectos de aplicación local los códigos civiles estatales establecen

las bases, reglas de la propiedad para su constitución, traslado, trans-

misión, etcétera, de la misma. Por este motivo, cuando se trata de

cuestiones federales existe la Ley de Expropiación Federal para toda

la República, y de aplicación local para el Distrito Federal, pero a

su vez cada Estado tiene su propia ley de expropiación; por tanto,

estas causas de utilidad pública deben quedar comprendidas en la

legislación secundaria, ya que no las establece la Constitución. Ade-

más se aduce que la expropiación procede mediante indemnización,

lo que ha provocado algunas controversias y algunos criterios discre-

pantes en materia jurisdiccional, porque algunos piensan que la

indemnización debe ser previa a la apropiación material del bien;

otros que debe ser simultánea o al menos inmediata a la apropiación

del bien; otros más que no necesariamente debe ser previa, simul-

tánea o inmediata.

EL PROBLEMA DE LA INDEMNIZACIÓN

La Ley de Expropiación Federal señala que la indemnización podrá

pagarse en un término de diez años; esta disposición para algunos

es inconstitucional, porque aducen que la expropiación no se está

dando mediante indemnización, el Estado simplemente está contra-

yendo una obligación que no resuelve el problema inmediato.

Primero, en la doctrina podemos encontrar distintas posiciones

sobre este problema, pues no hay uniformidad de criterios; en cuanto

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464 Carlos de Silva Nava

a la jurisprudencia se encuentran criterios opuestos. En algunas

épocas se estimó inconstitucional ese plazo o término, pero en algu-

nas otras ejecutorias se consideró que el término de diez años es

constitucional, que la Constitución no estaba estableciendo de ma-

nera expresa un límite para el cumplimiento de las obligaciones

del Estado respecto de los temas de indemnización. Alguna de las

tesis que sostuvo el criterio de que no era inconstitucional el plazo

de diez años se dio precisamente con motivo de la expropiación petro-

lera, independientemente de las concepciones estrictamente doctri-

narias que no resultaban operantes cuando el derecho se enfrenta

a casos concretos; si en ese momento se hubiera sostenido que tal

término era inconstitucional y que la indemnización debía ser simul-

tánea, inmediata y previa, se podía comprender que la expropiación

petrolera hubiera sido materialmente imposible.

Entre problemas típicos, como el de la expropiación petrolera

y de la energía eléctrica (aceptando que en este último caso se dio

el fenómeno expropiatorio), el pago de la indemnización hubiera

sido prácticamente imposible, o en cualquier otro que pudiera plan-

tearse. Quizá algunos otros criterios que la Corte haya sostenido

en estas cuestiones el término de diez años obedezca no tanto a una

discusión estrictamente doctrinaria, sino pensado en función de

las necesidades y demandas específicas de los casos planteados.

NACIONALIZACIÓN Y EXPROPIACIÓN

La nacionalización y expropiación están íntimamente relaciona-

das, pues aun cuando no son coincidentes tienen finalidades inme-

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465Curso de Derecho Constitucional

diatas pero distintas. La expropiación supone la apropiación de

determinados bienes, pueden ser muchos o pocos, con el fin de que

pasen al patrimonio estatal; la expropiación tiende a la apropiación

por parte del Estado de un bien que va a ser destinado a la satis-

facción de otras necesidades públicas de utilidad social.

La nacionalización, por su parte, puede implicar la apropiación

de bienes, también para satisfacer necesidades públicas o sociales,

lo que la caracteriza y define es que a través de ella se pretende estable-

cer un monopolio. Cuando se nacionalizó la industria petrolera

no sólo se pretendió que los bienes particulares pasaran al dominio

de la Federación, sino que nunca más los particulares volvieran a

explotar el petróleo; es decir, la nacionalización implicó no sólo el

propósito de apropiación, sino el procedimiento para establecer

un monopolio de Estado, un monopolio nacional.

La primera fase del procedimiento es un decreto expropiatorio.

Se emite un decreto expropiando los bienes de empresas petroleras,

energía eléctrica o las dedicadas al ejercicio de la banca, y la conse-

cuencia de este decreto es que los bienes de aquellas empresas pasan

a formar parte del patrimonio nacional. Este decreto no implica

todavía una nacionalización, es un acto del Poder Ejecutivo, quien

no puede legislar; podría realizar con apoyo en la ley una afectación

en la propiedad, pero no puede legislar en materia de concesiones

ni puede prohibirlas. Las leyes que regían a Petróleos, como a las

compañías eléctricas, siguen vigentes después de ese decreto expro-

piatorio; el presidente no puede derogarlas, de manera que esa ley

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466 Carlos de Silva Nava

sigue manteniendo la posibilidad de otorgar concesiones bancarias

a particulares. Es decir, que la legislación no había cambiado; no

podía cambiarla el Presidente de la República hasta el momento

en que se produce la expropiación de bienes, pero todas las re-

glas que rigen la actividad no han sido modificadas por el decreto

expropiatorio.

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467

El amparo, incidencias y aspectos de fondo

La acción de amparo es improcedente cuando por cualquier

motivo la acción constitucional que se ejerce no puede

prosperar; hablamos de la improcedencia del juicio. Desde luego,

el concepto de improcedencia de la acción que determina la impro-

cedencia del juicio, con los aspectos de fondo que llevan a la negativa

del amparo; la acción puede ser improcedente por estar en cual-

quiera de los casos en que ésta se alegue, o sea en el que se analice

el tema de constitucionalidad planteado. En otros casos la acción

resulta procedente y se está frente a un procedimiento apto, idóneo,

para dictar una sentencia que resuelva los temas de fondo, que

determine si el acto reclamado resulta o no constitucional, si no se

tiene razón en el fondo se conduce a la negativa. La improceden-

cia tiene lugar cuando se detecta en la demanda y motiva el dese-

chamiento de la misma; si se detecta con posterioridad o sobreviene

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468 Carlos de Silva Nava

a la admisión de la demanda, entonces se produce la figura del

sobreseimiento.

EL SOBRESEIMIENTO

El término sobreseimiento viene del latín supersedere, que quiere

decir “sentarse sobre”; se emplea esta terminología porque hablando

en expresión vulgar el juzgador ‘se sienta en el expediente’ y no lo

resuelve, se niega a resolverlo; “¿que hay de mi asunto? “me siento en

él”, dice el Juez, ese sentarse en él quiere decir que el Juez no va a

hacer pronunciamiento alguno sobre el fondo de la cuestión plan-

teada, el sobreseimiento es la negativa a analizar el problema planteado.

En cambio la negativa del amparo implica un estudio del problema

planteado, pero ese estudio no puede llevar a una decisión, a una

sentencia favorable para el quejoso; hay ocasiones en que temas

que normalmente son de improcedencia o sobreseimiento están vincu-

lados con casos determinados en temas de fondo, y pretender justi-

ficar una decisión de sobreseimiento llevaría a prejuzgar sobre

algunos de los problemas de fondo planteados. En estos casos no

debe sobreseerse sino entrar al fondo, porque de otra forma se

incurriría en un círculo vicioso. Cuando el tema en la mayoría o

en la regla general de los casos es de improcedencia y en un caso de

excepción está ligado con el tema de fondo, no puede ni debe so-

breseerse, por ejemplo, cuando la autoridad responsable le desco-

noce personalidad al litigante X; éste, luego de agotar sus recursos

y medios de defensa, acude al juicio de amparo y el Juez de amparo

le dice “como ya la autoridad responsable te dijo que tú no tienes

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469Curso de Derecho Constitucional

personalidad te voy a sobreseer en el juicio, no puedes promover

un juicio de amparo si no tienes personalidad”.

Por regla general la personalidad se analiza como un tema de

procedencia del amparo, pero aquí lo que se está discutiendo es el

fondo, el motivo de la violación es precisamente un deficiente

análisis del tema de personalidad; ese quejoso le dirá al Juez: “puede

ser que la autoridad responsable tenga razón, o puede ser que no,

eso lo vas a decidir tú, pero no prejuzgues sin estudiar mis conceptos

de violación, implícitamente me lo resuelves al desconocerme la

personalidad; si mis conceptos de violación son infundados, niégame

el amparo, pero no me lo declares improcedente, porque al declarar

improcedente ese amparo implícitamente estás haciendo el estudio

de fondo, estás diciendo que es cierto que no tengo personalidad,

es decir, le estás dando la razón a la autoridad responsable”.

Por regla general, cuando quien promueve en nombre del quejoso

carece de personalidad el juicio de amparo resulta improcedente,

pero como aquí el tema de fondo es la personalidad, el amparo

resulta procedente; la concesión del amparo o su negativa dependerá

de que resulten o no fundados los conceptos de violación, las cau-

sas de improcedencia “equivalen”, porque no hay que confundir

los procedimientos ordinarios con procedimientos especiales, como

es el juicio de amparo. Para darnos una idea, a las excepciones en

otras materias como la civil, la excepción es la oposición que hace

valer el demandado respecto de la procedencia de la acción, pero

son excepciones que afectan las cuestiones estrictamente procesales

y no las de fondo; por ejemplo, si para destruir la acción del quejoso

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470 Carlos de Silva Nava

se aduce extemporaneidad de la demanda, consentimiento expreso,

tácito, etcétera, se está atacando la acción desde un punto de vista

fundamentalmente procesal; si sólo se contestan los conceptos de

violación aduciendo que son infundados, esa excepción no es

estrictamente procesal, sino que va dirigida a resolver el fondo del

asunto. Cuando los problemas son fundamentalmente de aspectos

procedimentales la procedencia de la excepción determina la impro-

cedencia del juicio; cuando las excepciones se refieren a los proble-

mas de fondo, llevan a la negativa del amparo, pero en términos

generales para entender las causas de improcedencia hay que partir

del supuesto de que éstas son formas a través de las cuales se pre-

tende destruir la acción intentada.

Cada una de las causales de improcedencia previstas en amparo

corresponden a alguna excepción de las conocidas en la teoría del

proceso civil. El consentimiento por extemporaneidad no es otra

cosa que una excepción de prescripción, ésta opera en un lapso de

quince días, pero es una pérdida del derecho por el simple trans-

curso del tiempo. El consentimiento expreso equivale a la renuncia

de los derechos; es la improcedencia del juicio porque está pendiente

otro juicio contra el mismo acto reclamado y autoridades, etcétera,

no es más que la excepción de litispendencia, que existe en el proce-

dimiento ordinario. La prohibición de impugnar resoluciones dictadas

en juicio de amparo en ejecución de los mismos, no es más que la

excepción de cosa juzgada que se estudia en los procedimientos

ordinarios. Tratándose de cosa juzgada se plantean problemas como

éste; dice la fracción IV del artículo 73 de la Ley de Amparo, que es

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471Curso de Derecho Constitucional

el que establece las causales de improcedencia: “el juicio de ampa-

ro es improcedente contra leyes o actos que hayan sido materia de

una ejecutoria”; observen el término “una ejecutoria”. En otro juicio

de amparo, en los términos de la fracción anterior, dice que sea

promovido el juicio por las mismas autoridades, mismo acto recla-

mado, etcétera. Como ustedes saben, no cualquier decisión que

pone fin a un procedimiento es una ejecutoria, sólo que aquella

además de ponerle fin a un procedimiento, resuelve el problema de

fondo planteado, es decir, resuelve sobre las acciones o las excep-

ciones, por tanto, una resolución de sobresimiento que no está

resolviendo el fondo está desechando la acción por problemas

estrictamente procesales, es decir, no es una ejecutoria.

EL SOBRESEIMIENTO EN EL AMPARO. CONSECUENCIAS

Entonces, en la práctica podemos enfrentarnos a un problema como

éste: el acto reclamado ya fue materia de una sentencia de sobre-

seimiento, que en un juicio de amparo resulta o no aplicable a la

acción; si hacemos una interpretación literal no resulta aplicable

la improcedencia porque la decisión con que concluyó el primer

juicio de amparo no es una ejecutoria, y el acto reclamado que se

está atacando en un segundo juicio de amparo no ha sido materia

de una ejecutoria, ¿cómo saber si dar o no una interpretación exten-

siva al precepto o darle una interpretación limitativa para poder

determinar cuál es el tipo de interpretación que vamos a dar a este

precepto? Hay que atender los motivos por los cuales se estableció

esta causa de improcedencia que no es más que la variante del proce-

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472 Carlos de Silva Nava

dimiento de amparo de la excepción de cosa juzgada; para determi-

nar si debemos aplicar extensivamente el precepto debemos saber

si en el caso que se nos plantea existe o no cosa juzgada; si existe, el

precepto es aplicable porque aun cuando su terminología no sea

demasiado precisa porque sólo se refiere a ejecutorias, se da la misma

razón para sobreseer que se da en un juicio por existir cosa juz-

gada, ya sea que ésta se produzca en ejecutoria o en sentencia distinta

de ejecutoria. Si lo que se protege es el principio de cosa juzgada,

siempre que haya cosa juzgada el segundo juicio será improcedente, y

en los casos en que no exista, este segundo caso será procedente.

Podría ser improcedente por extemporaneidad, en algunas materias

donde hay términos muy breves y precisos; este problema no se plan-

tea en la práctica, porque en lo que se tramita el primer juicio ya

concluyeron los quince días al quejoso. Pero sí es grave el proble-

ma en aquellos juicios en que no existe término de promoción, como

puede ser en materia penal o agraria. Un núcleo de población no

tiene término para promover demandas; promueve un juicio, y si

éste se sobresee, puede promover otro. Siguiendo con el ejemplo,

si la anterior decisión implica cosa juzgada, el segundo amparo es

improcedente, esto no sólo por la terminología empleada por el

precepto, sino porque resultaría procesalmente imposible revocar

una primera sentencia a través de una segunda, dictada en un juicio

anterior. Por razones de firmeza procesal, aunque no se trate de

una ejecutoria, si el dictado de la segunda sentencia implica revo-

cación de la primera, el amparo es improcedente, pero si no implica

revocación de la primera y no se está afectando en consecuencia una

situación de cosa juzgada, entonces el segundo amparo resulta pro-

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473Curso de Derecho Constitucional

cedente. El ejemplo más elemental y que con más frecuencia se da

en la práctica, es cuando el primer amparo se sobresee por inexis-

tencia de los actos reclamados; se vuelve a plantear el amparo, y el

segundo no es improcedente porque ya se haya planteado un primer

amparo, aunque la segunda sentencia llegare a tener por ciertos los

actos reclamados, los que no eran ciertos pero ahora son ciertos, no

hay oposición entre lo juzgado en la primera sentencia y lo que se

está juzgando en la segunda, y no puede decirse que sean los mismos

actos los que no existían y los que ahora sí existen; no puede ser lo

mismo lo existente y lo inexistente. En este ejemplo, que es uno de

los más claros, no hay inconveniente; algunos terceros perjudicados

o autoridades responsables que obviamente buscan el sobre-

seimiento hacen este planteamiento en la sentencia: “se dijo que no

eran ciertos, pero la verdad es que sí lo eran y al quejoso se le olvidó

probarlos, mas ya desde el otro juicio eran ciertos, luego este

segundo amparo es improcedente”. El argumento desde mi punto

de vista no es correcto, porque estamos hablando de problemas de

cosa juzgada y no de lo que pudo juzgarse o lo que a lo mejor pudo

probarse; estamos viendo lo resuelto y la verdad legal para efectos

de la primera sentencia; la verdad legal definida por el Juez en la

primera sentencia fue en el sentido de que esos actos no existían,

por lo que no puede destruirse esa verdad legal diciendo “lo que pasa

es que el Juez se equivocó cuando dictó la primera sentencia”, porque

entonces sí estaríamos contrariando las decisiones de la primera

resolución, estaríamos afectando la firmeza procesal.

Hay ejemplos más complicados que el de la existencia del acto,

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474 Carlos de Silva Nava

por eso es prudente que cuando se emitan sentencias de amparo se

sea muy preciso en los términos, ya que de un término mal empleado

puede depender la procedencia de un segundo juicio. Dice la pri-

mera sentencia: “el quejoso carece de interés jurídico para impugnar

tal acto”; ya está decidido que el quejoso carece de interés para

impugnar este acto, no puede decirse en una segunda sentencia

que siempre sí tiene interés para atacar ese acto, porque se está afec-

tando la firmeza procesal de la primera sentencia con esta segunda

terminología. El segundo amparo es improcedente, pero si la pri-

mera sentencia en vez de decir carece de interés dice no acreditó su

interés, la segunda sentencia podrá decir “entonces no lo acreditó

pero ahora sí”; observen que no hay oposición lógica entre las dos

sentencias: en un caso se dice no tiene interés, pero si en un mo-

mento se dice no lo ha acreditado, lo puede acreditar en un segundo

amparo y puede hacerlo por dos motivos: primero, porque dando una

interpretación literal al precepto el primer sobreseimiento no es

una ejecutoria y, segundo, porque no se está afectando un problema

de cosa juzgada, que es lo que pretende proteger esta fracción.

Entonces, decía, para interpretar las causales de improcedencia,

más que buscar una interpretación literal del precepto hay que ver

cuál es el tipo de excepción que el legislador quiso establecer a través

de esa causal, y dar una interpretación respecto de los motivos que

justifican la existencia de la causal.

LA SUPREMA CORTE Y EL ARTÍCULO 73

El artículo 73 de la Ley de Amparo, en diversas fracciones, dice:

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475Curso de Derecho Constitucional

“...el juicio de amparo es improcedente primero contra actos de la

Suprema Corte de Justicia”. No sólo dice contra actos dictados en

juicios de amparo por la Suprema Corte de Justicia de la Nación,

habla de cualquier acto de la Suprema Corte de Justicia, sea cual

sea. La Suprema Corte de Justicia conoce fundamentalmente de

juicios de amparo, pero no exclusivamente de juicios de amparo,

también conoce, como tribunal revisor no como tribunal de ampa-

ro, en los llamados procedimientos de inconformidad agraria, que

es una instancia sui géneris en los procedimientos de confirmación

y titulación de bienes comunales, esto es, cuando existen conflictos

de límites con otras comunidades, ejidos o propiedades particulares.

Ya no, pero hasta hace poco conocía de un recurso de revisión fiscal

contra el Tribunal fiscal de la Federación, ahí no actuaba como

órgano de amparo, actuaba como Tribunal Fiscal de la Federación,

como instancia, una instancia más dentro del juicio fiscal; conoce

además de algunos juicios civiles en que la Federación es parte y

existe interés nacional de que sea la Corte quien intervenga en el

procedimiento. O sea que no hay que buscar el fundamento de

esta causal en aspectos similares a los siguientes: constitucional-

mente la Corte es el máximo Tribunal de la República y dada esa

característica constitucional no puede someterse a la jurisdicción

de ningún tribunal, sería renunciar a su capacidad de Máximo Tri-

bunal. Tarde o temprano debe haber un límite en las instancias

ordinarias o extraordinarias y no tanto por motivos de la Ley de

Amparo, sino por motivos constitucionales, eso es lo que justifica

esta causal, no puede afectarse la majestad del Supremo Tribunal

sometiéndolo a la jurisdicción de un tribunal de amparo o de otra

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476 Carlos de Silva Nava

autoridad. Es decir, no se trata de privar de defensas a los que se

ven afectados por actos de la Corte, simplemente se trata de hacer

respetar un principio constitucional y de evitar el viejo problema

de hacer que los conflictos jurídicos se conviertan en interminables.

IMPERATIVO DE AGOTAR LOS RECURSOS EN EL JUICIO

La fracción II del artículo 73 establece la improcedencia contra

resoluciones dictadas en los juicios de amparo en ejecución de las

mismas. Los recursos, incidentes, medios de defensa normales en todo

procedimiento, hay que agotarlos de tal suerte que si en un juicio

de amparo se produce una violación, la solución no está en promover

otro juicio de amparo, sino en agotar los recursos y medios que la

propia Ley de Amparo establece como sistemas de defensa dentro

del juicio, sino después de promover un tercer juicio contra las

violaciones cometidas en el segundo se promovería un cuarto juicio

contra las cometidas en el tercero. La garantía de audiencia queda

satisfecha si dentro del procedimiento se dan las oportunidades míni-

mas de defensa; si ya se dieron las oportunidades a los interesados,

o en ejecución de las mismas, las cuestiones de firmeza procesal, los

temas de cosa juzgada, de preclusión, etcétera, no sólo afectan al

acto jurisdiccional sino por razón lógica afectaría a todas las eventua-

lidades jurídicas que ese acto produzca. De qué sirve decir que no

procede el amparo contra una decisión si aceptamos la proceden-

cia del amparo contra las consecuencias legales de esta decisión; los

temas de preclusión, de firmeza procesal, de cosa juzgada, etcétera,

no solamente afectan al acto en sí mismo sino a sus consecuen-

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477Curso de Derecho Constitucional

cias, y por tanto se prohíbe la procedencia del juicio tanto contra

el acto como contra la ejecución de ese acto; éste podrá ser ilegal,

pero ya es definitivo, no procede un nuevo juicio de amparo y

aunque sea ilegal ese acto es la verdad legal; la contradicción es

aparente pero debemos entender siempre que hablamos de temas

procesales; una cosa es la verdad real y otra la verdad legal. Una vez

que una decisión cause estado, por absurda que nos parezca debe

entenderse, para efectos procesales, como una verdad legal y por

ilegal que sea se va a procedera su ejecución; debe entenderse legal

aunque no lo sea.

Entre otros de los motivos por los cuales se establece esta causal

es por la protección de la cosa juzgada. Por ejemplo: Se concede el

amparo porque la autoridad responsable no estudió determinadas

pruebas; en cumplimiento de esa sentencia de amparo, la autoridad

responsable deja sin efectos la sentencia que fue reclamada y emite

otra en la que entra al análisis de las pruebas; si no las estudia habrá

incumplimiento de la sentencia, si estudia unas pero otras no, po-

drá haber defecto en el cumplimiento de la sentencia, si en cambio las

estudia todas la sentencia queda cumplida en ese momento; pero

resulta que al estudiarlas las estudió mal, al menos en el concepto

del quejoso, y como cuando se produjo la primera sentencia no había

estudio, fue precisamente lo que motivó el amparo, luego puede

decirse que ya está juzgada la forma de valorar las pruebas, o que

hay cosa juzgada respecto a que determinadas pruebas deben ser

estudiadas. No está juzgado el cómo deben estudiarse esas pruebas,

por tanto, si en el concepto del quejoso se produce una violación

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478 Carlos de Silva Nava

al estudiar las pruebas y promueve un segundo amparo, la segunda

sentencia no podrá ser contradictoria con la primera ni podrá estar

operando un principio de cosa juzgada, pues se va a ocupar de

cosas no juzgadas. El amparo por tanto es procedente, aunque la

sentencia que se está reclamando haya sido dictada con motivo de

la ejecución de otra sentencia de amparo. El problema es muy simi-

lar al que ejemplificamos en el sobreseimiento para determinar el

alcance y los casos en el que el segundo amparo es procedente; lo que

hay que definir es si se está o no afectando el principio de preclusión

o el principio de cosa juzgada, que es lo que protege esta causal.

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La promoción de amparos sucesivos

en términos del artículo 73

N os quedamos en un tema relacionado con las

primeras fracciones del artículo 73 de la Ley de Amparo,

en relación a lo que se ha dado en llamar actos nuevos que son

violaciones que pueden producirse en un acto de cumplimiento

de sentencia, pero que en algunos casos permiten la promoción de un

segundo juicio de amparo. Decíamos que lo que había que analizar

en cada caso eran los alcances de la cosa juzgada, esto es, si a través

de un juicio de amparo se pretende afectar lo que ya ha sido juzgado,

el segundo juicio es improcedente, pero si la litis que se plantea

en el segundo, tercero o ulterior juicio es una litis distinta a la re-

suelta en la primera ejecutoria de amparo, al no haber afectación

de cosa juzgada existe la posibilidad de una promoción de un segundo

juicio de amparo, que resulte por estos motivos procedente. Se ha

utilizado en la práctica este término de acto nuevo: se dice, si pro-

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480 Carlos de Silva Nava

cede el amparo porque el acto es nuevo, también en suspensión

cuando la autoridad responsable pretende no estar obligada por la

suspensión, y expresa que este no es el acto que fue suspendido,

sino un acto nuevo, quiere decir un acto distinto al que es materia

del juicio. En realidad esta terminología no es adecuada y produce

confusiones. Observen ustedes que si estamos ante un problema

de cumplimiento de sentencia de amparo, todos los actos que se

produzcan en su cumplimiento o con motivo de la sentencia son

nuevos, ni modo que sean anteriores a la ejecutoria, todos los actos

son nuevos. En realidad no debe hablarse de acto nuevo, sino de

violación distinta. Si se dicta una sentencia civil en cumplimiento

de un juicio de amparo esa sentencia es un acto nuevo porque es

posterior a la sentencia de amparo, incluso posterior a la que fue

producto del acto reclamado; por razones obvias se deja sin efecto

la que fue reclamada, se dicta una nueva en la que se supone se van

a subsanar las violaciones cometidas en la demanda de amparo,

pero esa sentencia nueva puede reproducir las mismas violaciones; se

está produciendo el fenómeno de la repetición del acto reclamado,

no obstante ser “nueva”, está reproduciendo antiguas violaciones.

La novedad no debe estar referida al acto reclamado o al acto de

cumplimiento en abstracto. Para definir si existe o no el acatamiento

a la sentencia no hay que atender hacia el acto nuevo, sino al tipo

de violaciones que se han producido; si son las mismas hay repeti-

ción de acto reclamado, si son otras existe la posibilidad del amparo,

y si hay posiciones intermedias se resuelven algunas; podrá haber

defecto en el cumplimiento si se cumplen todas, porque se va más

allá de los alcances de la ejecutoria: estaríamos ante un exceso de

cumplimiento.

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481Curso de Derecho Constitucional

El problema de la Ley de Amparo es que para todas las ante-

riores figuras plantea medios de defensa distintos. No hay un solo

procedimiento para resolver estos asuntos, sino que según el caso

concreto existe una posibilidad diferente; si se trata de nuevas viola-

ciones la defensa es un amparo, si se trata de una abstención absoluta

de cumplir la ejecutoria, la defensa es el incidente de cumplimien-

to de ejecutoria; si ésta pretende cumplirse, pero se cumple incu-

rriendo en exceso o en defecto, la defensa, es la queja; si la sentencia

se cumple, pero se persiste en las mismas violaciones, estaremos en

presencia de la repetición del acto reclamado que se resuelve a través

del incidente específico previsto en la ley del acto reclamado. Cuando

la autoridad de amparo da por cumplida la ejecutoria sin que esto

haya acontecido, es decir, indebidamente la declara cumplida,

procede una inconformidad y no el recurso de queja ante la Su-

prema Corte.

EL RECURSO DE INCONFORMIDAD

ANTE EL INCUMPLIMIENTO DE LA EJECUTORIA

El artículo 105, párrafo tercero, en sus dos párrafos anteriores habla

del incidente de cumplimiento, que dice que cuando la parte intere-

sada no estuviere conforme con la resolución que tenga por cum-

plida la ejecutoria, se enviará también, a petición suya, el expediente

a la Suprema Corte de Justicia. Dicha petición deberá presentarse

dentro de los cinco días siguientes al de la notificación de la reso-

lución correspondiente; de otro modo, ésta se tendrá por consen-

tida. No lo llama expresamente inconformidad, pero como no le

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482 Carlos de Silva Nava

da ningún nombre a este incidente y expresa que cuando no se

esté conforme genéricamente se le ha llamado inconformidad, pues

procede inconformarse con el auto en que el Juez declara cumplida

la ejecutoria y se envían los autos a la Corte para que ésta determine

si en realidad está o no cumplida. Además existe la posibilidad de

que se cambie el cumplimiento de la ejecutoria por el pago de daños

y perjuicios, pero eso ya es un problema un tanto distinto al que

estamos tratando.

Estamos hablando también de cuestiones de procedencia, de

cumplimiento, porque habrán observado que están íntimamente

relacionados y de la solución de unos asuntos dependerá la solución

de otros. Claro que en teoría estas clasificaciones de posibilidades

son relativamente fácil de ordenarlas mentalmente, pero en la prác-

tica se presentan problemas muy sutiles en que realmente es difícil

determinar si se trata de exceso, de incumplimiento o se trata de

repetición. Sólo viendo las cosas prácticamente y acumulando expe-

riencias porque frecuentemente no basta tener el esquema mental

y resolver los problemas en abstracto, sino hay que atender a los

términos empleados por la autoridad responsable. Por ejemplo, si

tal violación no ha sido juzgada, admite el juicio de amparo; pero

observen que siempre hay exceso en el cumplimiento. Si se está

haciendo de más, quiere decir que se está incurriendo en una vio-

lación que había sido juzgada, si no no hubiera exceso no se estaría

yendo de más, si lo hace es porque está dando más de lo resuelto y

eso no está juzgado; entonces resultaría imposible el exceso de cum-

plimiento porque el exceso siempre supondría una nueva violación.

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483Curso de Derecho Constitucional

¿Qué es lo que nos hace distinguir entre una violación nueva y una

violación llamémosle excesiva? En abstracto no podemos encontrar

una distinción, ya que las dos son nuevas, entonces ¿de qué depende

que proceda la queja o el amparo?, de los términos empleados

por la autoridad responsable. Si la autoridad responsable dice voy

hacer esto en cumplimiento, aunque la violación sea nueva, es un

problema que se resuelve por la vía de la queja, por exceso de cum-

plimiento; si la autoridad dice “con esto queda cumplida la eje-

cutoria” (ahora voy a echar mano de mi propia jurisdicción, como

dijera aquél “de mi ronco pecho”), entonces ya no lo está haciendo

en cumplimiento, pero si dice que si está haciendo, consiguiente-

mente procede la queja. En cambio, si se dice “hasta aquí se cumplió

la ejecutoria”, estaremos en presencia de una violación nueva, esto

es, no basta tener el esquema mental de en qué momentos pueden

producirse las violaciones o alcances que se pueden sufrir, sino

que en cada caso debe canalizarse la situación. En casos práctica-

mente iguales la misma violación puede dar origen a un nuevo amparo

y en otro motivar la queja ¿de qué depende?, de la forma en que

actuó la autoridad en cada caso; si la responsable pensó hacerlo

como cumplimiento no procede nuevo amparo, es decir, no basta

atender a la naturaleza de la violación, sino atender a las circunstan-

cias en que ésta se produce.

Estos problemas son los que en la práctica nos llenan de suti-

lezas que hacen verdaderamente difícil su manejo, no sólo para el

Juez, sino también para el litigante que tiene que escoger la vía

idónea para realizar sus planteamientos. No basta que el litigante

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484 Carlos de Silva Nava

esté convencido de que el procedimiento es X, porque lamentable-

mente la Ley de Amparo prevé varios procedimientos; es necesario

además que el litigante convenza al Juez de que se está precisamente

en el caso que él está planteando; la única ventaja práctica para el

litigante es que estos sistemas de defensa no se excluyen entre sí,

incluso pueden impugnar en una misma sentencia o en un mismo

acto emitido; por ejemplo, en cumplimiento se puede incurrir en

defecto de ejecución: se le dijo a la autoridad que estudiara el caso

y ésta nada más estudia si éste esta cumpliendo a medias o está incu-

rriendo en defecto; pero además estudia mal las siete pruebas o

una de las siete, entonces está incurriendo en una violación nueva

contra la misma sentencia. En cuanto incurre en defecto procede la

queja, y contra la misma sentencia en cuanto procede una violación

nueva procede el amparo y proceden simultáneamente; y si además

de eso por cualquier otro motivo incurrió en un exceso, también

procede la queja por exceso; cuando es exceso o defecto en el cum-

plimiento, es queja, y contra la queja todavía hay la llamada queja

de queja o requeja, como dicen algunos.

Cuando la autoridad se niega simplemente a cumplir o no actuó

en consecuencia, existe un procedimiento especial. Se empieza por

requerimientos a la autoridad y si ésta no cumple se dirige al supe-

rior jerárquico, si es que lo tiene, hasta llegar a la más alta jerarquía;

depende de la ubicación administrativa de la autoridad y de no ser

eso factible, se envía el expediente a la Corte para que determine si

existe o no ese incumplimiento y en su caso imponga sanciones,

como la separación del cargo o la consignación, ese es el incidente

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485Curso de Derecho Constitucional

del incumplimiento. Lo mismo ha dicho la Corte que se equipara

el incumplimiento a aquella actitud, llamémosle dolosa de la autori-

dad, en que está dando las apariencias de querer acatar la decisión,

pero en realidad está incurriendo en nuevas evasivas; éstas se equiparan

al incumplimiento que se tramitan en la misma vía, es decir, el

medio de defensa es el mismo para el incumplimiento propiamente

dicho. El artículo 105 de la Ley de Amparo, en relación con el 107,

fracción XVI de la Constitución, dice: “...Si concedido el amparo

la autoridad responsable insiste en la repetición del acto reclamado

o tratare de eludir la sentencia de la autoridad federal, será inme-

diatamente separada de su cargo y consignada ante el Juez de Dis-

trito que corresponda...”

Otro caso interesante que puede darse es cuando el tercero

perjudicado no comparezca al amparo, ya sea por un deficiente

emplazamiento o incluso por desconocimiento de su existencia.

Existen casos en que es obvio quién es tercero perjudicado, pero

no siempre esto es factible, por ejemplo, en materia administrativa,

se dice que es tercero perjudicado quien tenga interés jurídico con-

trario y el Juez no sabe quién o quienes pudieran tener un interés

jurídico contrario; si el quejoso no proporciona los datos de buena

o mala fe, simplemente se sigue el juicio de amparo sin oír, sin

escuchar al tercero perjudicado.

Supongamos que en ese caso se concede el amparo y la senten-

cia es exacta o perfectamente cumplida por la autoridad responsable;

ésta no incurre en exceso ni en defecto, el acatamiento de la sentencia

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486 Carlos de Silva Nava

es ideal, ¿qué puede hacer el tercero perjudicado? No puede alegar

exceso en el cumplimiento ni defecto en contra de la queja porque

no existen esas violaciones, sería hacerse tonto solo si promueve un

procedimiento sabiendo que éste no va a prosperar; si pide amparo

le van a decir que es un acto en cumplimiento de una sentencia de

amparo, tampoco puede pedir amparo contra la sentencia de amparo,

se han planteado distintas posibilidades de solución, y la que me

parece correcta es la siguiente: insistimos en que este tipo de causales

obedecen a temas de cosa juzgada, la posición del tercero perjudi-

cado no ha sido juzgada por esa sentencia de amparo, se juzgó la

posición del quejoso, pero se ha juzgado porque no fue parte en

el juicio la posición del tercero perjudicado. Si no se afecta el princi-

pio de cosa juzgada nada impide la procedencia del segundo juicio

de amparo, y como en este caso no puede decirse que él haya sido

juzgado, puede promover un segundo juicio de amparo contra el

acto de cumplimiento. Se puede dar el caso de que no haya comparecido

por haber sido estimado parte o por una exigencia de emplazamiento,

y si compareció (no estamos en esa hipótesis) ya fue juzgado, estamos

pensando en el caso de que ni se enteró de la existencia del juicio

hasta que le notificaron el auto de cumplimiento de una sentencia,

cuya existencia desconocía; en este caso aunque la sentencia o el

acto sea el fiel reflejo de la sentencia, si existe la posibilidad del amparo

del tercero perjudicado podrá ganar o perder el amparo, pero eso

ya es el problema de fondo. En mi concepto, sí es procedente promover

el segundo amparo, aun cuando estemos en presencia de una sen-

tencia correctamente cumplida.

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487Curso de Derecho Constitucional

Imaginemos hipotéticamente esta situación: una autoridad

produce un acto que a un Juez le parece equivocado y concede el

amparo, y en cumplimiento de éste dicta un segundo acto, ¿qué

hubiera pasado si sólo hubiera emitido el segundo acto, es decir, si

no se hubiera equivocado la primera vez? Los argumentos que dio

en el acto de cumplimiento pudo haberlos dado desde el principio;

de hecho no los dio, pero hipotéticamente hablando pudo haberlos

dado en un primer acto; no esperar a que el Juez dijera si estaba

bien o mal, sino desde el principio pudo haber pensado como el

Juez hubiera querido pensar, pero para ese tercero perjudicado es

como si no existiera el juicio de amparo y no existiera el primer

acto; para él, el primer acto es el del cumplimiento; que ya se juzgó,

que hay una sentencia de amparo, bueno, esa sentencia se dictó de

acuerdo con las pruebas que dio el quejoso, con los razonamientos

que dio el mismo, pero ahora faltan mis pruebas y mis razonamien-

tos, esos son los que ahora se van a juzgar. Tal vez el Juez llegue a la

misma conclusión y de todas maneras le aplica su “garrotazo”, pero

eso ya es el problema de fondo; el problema es si él puede ocurrir

al juicio, ya se verá si el Juez le da la razón, o si sostiene el criterio

que había sostenido en la anterior sentencia; hay quien opina que

ya no hay defensa, que se debe tratar de recurrir a los procedimien-

tos, y otros, que en su caso sería infundada la queja. A veces el

litigante incurre en errores que le resultan fatales, como es la de

pedir amparo contra la sentencia de amparo, en vez de ir en contra

del acto de incumplimiento; en otros casos si se han hecho plan-

teamientos como el ya comentado, en el sentido de aceptar la

procedencia del amparo en contra del acto de cumplimiento.

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488 Carlos de Silva Nava

Los casos de improcedencia del juicio de amparo (art. 73)

Artículo 73. El juicio de amparo es improcedente:

I. Contra actos de la Suprema Corte de Justicia;

II. Contra resoluciones dictadas en los juicios de amparo o en ejecu-

ción de las mismas;

III. Contra leyes o actos que sean materia de otros juicio de amparo

que se encuentre pendiente de resolución, ya sea en primera o única

instancia, o en revisión, promovido por el mismo quejoso, contra las

mismas autoridades y por el propio acto reclamado, aunque las vio-

laciones constitucionales sean diversas;

IV. Contra leyes o actos que hayan sido materia de una ejecutoria en

otro juicio de amparo, en los términos de la fracción anterior;

V. Contra actos que no afecten los intereses jurídicos del quejoso;

VI. Contra las leyes, tratados y reglamentos que, por su sola vigencia,

no causen perjuicio al quejoso, sino que se necesite un acto posterior

de aplicación para que se origine tal perjuicio;

VII. Contra las resoluciones o declaraciones de los organismos y

autoridades en materia electoral;

VIII. Contra las resoluciones o declaraciones del Congreso Federal o

de las Cámaras que lo constituyen, de las Legislaturas de los Estados

o de sus respectivas Comisiones o Diputaciones Permanentes, en elec-

ción, suspensión o remoción de funcionarios, en los casos en que

las Constituciones correspondientes les confieran la facultad de resolver

soberana o discrecionalmente;

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489Curso de Derecho Constitucional

IX. Contra actos consumados de un modo irreparable;

X. Contra actos emanados de un procedimiento judicial, o de un

procedimiento administrativo seguido en forma de juicio, cuando por

virtud de cambio de situación jurídica en el mismo deban consi-

derarse consumadas irreparablemente las violaciones reclamadas en

el procedimiento respectivo, por no poder decidirse en tal procedimien-

to sin afectar la nueva situación jurídica;

XI. Contra actos consentidos expresamente o por manifestaciones

de voluntad que entrañen ese consentimiento;

XII. Contra actos consentidos tácitamente, entendiéndose por tales

aquellos contra los que no se promueva el juicio de amparo dentro

de los términos que se señalan en los artículos 21, 22 y 218.

No se entenderá consentida tácitamente una ley a pesar de que siendo

impugnable en amparo desde el momento de la iniciación de su vigen-

cia, en los términos de la fracción VI de este artículo, no se haya

reclamado, sino sólo en el caso de que tampoco se haya promovido

amparo contra el primer acto de su aplicación en relación con el

quejoso.

Cuando contra el primer acto de aplicación proceda algún recurso o

medio de defensa. legal por virtud del cual pueda ser modificado,

revocado o nulificado, será optativo para el interesado hacerlo valer

o impugnar desde luego la ley en juicio de amparo. En el primer caso,

sólo se entenderá consentida la ley si no se promueve contra ella el

amparo dentro del plazo legal contado a partir de la fecha en que se

haya notificado la resolución recaída al recurso o medio de defensa,

aun cuando para fundarlo se hayan aducido exclusivamente motivos

de ilegalidad;

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490 Carlos de Silva Nava

XIII. Contra las resoluciones judiciales o de tribunales administra-

tivos o del trabajo respecto de las cuales conceda la ley algún recurso

o medio de defensa, dentro del procedimiento, por virtud del cual

puedan ser modificadas, revocadas o nulificadas, aun cuando la parte

agraviada no lo hubiese hecho valer oportunamente, salvo lo que la

fracción VII del artículo 107 Constitucional dispone para los terceros

extraños;

XIV. Cuando se esté tramitando ante los tribunales ordinarios algún

recurso o defensa legal propuesta por el quejoso, que pueda tener por

efecto modificar, revocar o nulificar el acto reclamado;

XV. Contra actos de autoridades distintas de los tribunales judiciales,

administrativos o del trabajo, que deban ser revisados de oficio, con-

forme a las leyes que los rijan, o proceda contra ellos algún recurso,

juicio o medio de defensa legal por virtud del cual puedan ser

modificados, revocados o nulificados, siempre que conforme a las

mismas leyes se suspendan los efectos de dichos actos mediante la

interposición del recurso o medio de defensa legal que haga valer

el agraviado, sin exigir mayores requisitos que los que la presente ley

consigna para conceder la suspensión definitiva, independientemente

de que el acto en sí mismo considerado sea o no susceptible de ser

suspendido de acuerdo con esta ley.

No existe obligación de agotar tales recursos o medios de defensa, si

el acto reclamado carece de fundamentación;

XVI. Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado;

XVII. Cuando, subsistiendo el acto reclamado, no pueda surtir efecto

legal o material alguno por haber dejado de existir el objeto o la

materia del mismo;

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491Curso de Derecho Constitucional

XVIII. En los demás casos en que la improcedencia resulte de alguna

disposición de ley.

Las causales de improcedencia, en su caso, deberán ser examinadas

de oficio.

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Esta obra se terminó de imprimir y encuadernaren abril de 2010 en los talleres de Grupo NoriegaEditores, Balderas núm. 95, Colonia Centro,Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06040, México,D.F. Se utilizaron tipos English 111 Vivace Bt de68.2 puntos y Goudy Old Style de 14, 13, 12, 10, 9y 8 puntos. La edición consta de 2,000 ejemplaresimpresos en papel couche mate 2 caras de 100 grs.

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