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d e l a s C u l t u r a s d e l M u n d o
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EOVol. V, nmero 53, 1o de diciembre de 2009. CEDICULT Director: Leonel Durn Sols
En este nmero:
Exposicin: Pompeya y una villa romana. Arte y cultura alrededor
de la baha de Npoles
Leonardo Sciascia, pasin espaola
Sting contra el desplazamiento de 40,000 indgenas brasileos
Renacimiento en las galeras del Museo Victoria y Alberto
Ciudad turca reclama al Louvre la devolucin de piezas
La expulsin de los moriscos La leccin de Claude Lvi Strauss
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Exposicin
Pompeya y una villa romana
Arte y cultura alrededor de la baha de Npoles
por Carlos Paul
Antes de que el Vesubio hiciera erupcin, el 24 de agosto del ao 79 d.C.,y sepultara bajo la lava bellas e imponentes ciudades de la antigua Roma,
la regin de Campania, baha de Npoles, al sur de Italia, era tambin un
complejo centro artstico debido a que las ciudades de Pompeya y Herculano
(dos de las urbes enterradas) se haban convertido en el lugar predilecto de
descanso de emperadores como Julio Csar, Augusto, Tiberio, Calgula hastaNern, as como de aristcratas romanos, donde construyeron extensas y
lujosas villas atrados por la belleza de la baha y sus aguas termales.
La popularidad de la regin, ms all de la zona roja de Pompeya, desat
una fiebre constructiva, lo que atrajo de igual manera a artistas locales y de
otras regiones para satisfacer la demanda de tan importantes clientes, para la
decoracin de sus palaciegos hogares.
Una muestra integrada por un centenar de obras que refleja el arte priva-
do, el lujo y lo sofisticado que alcanz aquella zona del Mediterrneo italiano
se exhibe en el Museo Nacional de Antropologa con el ttulo Pompeya y
una villa romana: arte y cultura alrededor de la baha de Npoles, cuya
curadura intenta representar la disposicin y refinamiento de aquellas villas
romanas, complementada con algunos videos explicativos.
Esculturas, pinturas, mobiliario, joyas, piezas de mrmol, relieves y decora-
dos que la elite romana lleg a disfrutar en su vida cotidiana se pueden apre-ciar en la muestra.
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Exposicin
Se trata de un viaje donde el visitante recorrer seis salas. La primera,
luego de la introduccin, es la sala de Patrones y propietarios, que recibe
al pblico con una extraordinaria escultura de Venus, donde se ven algunos
bustos y pinturas de quienes promovan las villas; luego, en la sala Interiores,
se aprecia principalmente el Atrium. En la sala Patios y jardines se puede
admirar esculturas de bronce y pinturas murales y, para concluir, en la sala
El gusto por lo antiguo se ve reflejado el particular aprecio de los romanospor el pasado helnico.
Pompeya y una villa romana: arte y cultura alrededor de la baha de Npoles
es una muestra que en su conjunto refleja ese aprecio, predileccin e influen-
cia que el arte griego tuvo en la realizacin de las obras romanas. De hecho,
para los dueos de las villas el conocimiento de esa cultura fue un smbolo deestatus y seal de refinamiento. Por ello una caracterstica del arte romano
es que es un arte aglutinante.
Por un lado retoman sus races etruscas y, por otro, al querer emular
a los griegos crean un nuevo estilo, lo que a su vez ser retomado por el
Renacimiento y la cultura occidental que hoy conocemos, explicaron Patricia
Real, directora de Museos del Instituto Nacional de Antropologa e Historia, y
el arquelogo Gerardo Taber, durante un recorrido por la exposicin.
En este compacto, pero interesante viaje por una casa romana de Pompeya,
diversas piezas sobresalen, desde algunos murales realizados 15 aos antes de
la erupcin del Vesubio, hasta otras obras hechas cien aos antes de esa cats-
trofe. Desde esculturas de pequeo formato y estatuas de Apolo y Afrodita,
hasta un extraordinario mosaico de piso que representa la Academia de Platn
y algunos relieves, pinturas y esculturas donde aparecen Aquiles o Dionisio,
dios de la agricultura y el vino. Desde un pequeo cuenco de cristal, hasta undecorado yelmo de gladiador hecho en bronce.
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Como parte del intercambio cultural entre Mxico e Italia, el Instituto
Nacional de Antropologa e Historia auspicia esta muestra dentro de su
ciclo Grandes Civilizaciones, misma que llega en reciprocidad por la expo-
sicin Teotihuacn: ciudad de los dioses, que arribar en 2011 al Palacio de
Exposiciones, en Roma. Fuente: La Jornada
Stiro y hemafrodita. Oplontis, villa de Popeo, escultura en mrmol incluida en la exposicin Pompeya y una villaromana. Foto Guillermo Sologuren
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Leonardo Sciascia, pasin espaola
Espaa fue su segundo amor; empez con Cervantes, cuyo Quijote ley como
para aprendrselo, pero el bastn de sus ideas fue Jos Ortega y Gasset, de
quien aprend muchsimo, deca. Hoy se cumplen 20 aos de su muerte y en
Sevilla, que retrat con pasin, recuerdan su figura y el amor por Espaa.
Era tan suave en sus maneras, en su forma de llegar a los sitios, que se dira
que Leonardo Sciascia (Racalmuto, Sicilia, 1921-Palermo, 1989) tena pudor
hasta de molestar al suelo. Sin embargo, su escritura era radical, insoborna-ble; era un hombre de izquierdas, y eso lo ejerci siempre, acaso desde que el
fogonazo del fascismo prendi en su pas, y en el nuestro, con una violencia
despiadada. Pero atac todos los tpicos, los de la derecha y los de la izquierda
que ignoraba -e ignora- la dimensin del servicio pblico al que dice deberse.
Su carcter insobornable fue el emblema de su independencia, que molesta unos y a otros, y fue el origen tambin de su prestigio, como intelectual y
como poltico. Cuando muri en su tierra, a los 68 aos, despus de un cncer,
era uno de los intelectuales ms prestigiosos de Europa, cuya voz era (como la
de Bertrand Russell en otro tiempo) fundamental para entender las sucesivas
crisis que le fueron contemporneas, entre ellas la grave situacin a la que el
terrorismo extremo llev a Italia. La Mafia fue el eje de sus preocupaciones
italianas; sus libros sobre ese fenmeno son una enciclopedia tambin sobre
la violencia, y su volumen sobre el asesinato de Aldo Moro, una indagacin
minuciosa sobre los bajos fondos de la poltica italiana.
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En un juego sobre las palabras que le propuso en 1984 el entonces correspon-
sal de EL PAS en Roma, Juan Arias, surgi la palabra Espaa. Y dio Sciascia esta
definicin: Una nacin ms pasional que cultural, con muchas semejanzas y
desemejanzas con Italia. Las semejanzas son en lo peor. Las diferencias, en lo
mejor. El origen de su pasin espaola fue la obra de Miguel de Cervantes.
Siempre, Cervantes, deca. Y Ortega: Me apasiona. Me ha enseado tantas
cosas... En un momento se le alej de la cultura contempornea. Fue una injus-
ticia y un error. Yo siempre apreci en Ortega y Gasset su tipo de pensamiento,
su linealidad, la racionalidad absoluta como forma, y despus su capacidad
de descubrir en las cosas aspectos que eran al mismo tiempo sencillos y
difciles de captar.
Cuando Espaa recuper la democracia, Sciascia fue un frecuente via- jero por este pas, al que acudi en algunas ocasiones acompaado por su
amigo el fotgrafo Ferdinando Scianna; retrataron Sevilla, Castilla, la tierra de
Cervantes, Ortega y Unamuno; l era muy camusiano, y muy unamuniano.
Su obsesin como intelectual era convertirse en martillo de todos los poderes,
y tambin del poder que representaba el terrorismo. Muchas de las colabora-
ciones que envi a EL PAS, al que estuvo muy unido como columnista, tuvie-
ron como eje esa preocupacin por el efecto que en la democracia espaola
podra tener esa lacra.
Al final de su vida, herido ya por la enfermedad y por el desnimo, Sciascia
dijo, como si resumiera as su sentimiento o su resumen de lo que vea: Todos
somos culpables, pero el poder es el culpable principal. Y sobre su pesimismo
dijo: Estoy ms pesimista que nunca, o tan pesimista como siempre, porque no
queda razn alguna para el optimismo. Fumaba an (es una ltima vengan-
za) y tena el aspecto de un caballero siciliano que aun en las horas ms bajas,y cuando ya la voz no le acompaaba, mostraba la elegancia de su dignidad.
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Los organizadores del encuentro que
se celebra estos das en la Facultad de
Filologa de Sevilla, Leonarda Trapassi
y Miguel ngel Cuevas, han querido
recordar lo que Sciascia deca de su rela-
cin con este pas: Tengo Espaa en el
corazn, le gustaba decir. La Espaa
de Sciascia es la representada por la
herencia republicana, antifascista. La
Espaa, en el corazn, aaden, es,
pues, la de la derrota, pero tambin la
de las utopas.A esa Espaa quieren hacer regresar
los convocantes del congreso la obra de
Sciascia. Han invitado a un gran amigo
del autor de Todo modo, el novelista
Vincenzo Consolo, que abrir las sesiones de hoy. Participan, adems, crticos
y estudiosos de universidades italianas, britnicas, irlandesas y espaolas.
Fuente: El Pas/Cultura
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Derechos humanos
Sting contra el desplazamiento de
40,000 indgenas brasileos
Sting se ha reunido con dirigentes
indgenas brasileos para denun-
ciar los daos que ocasionar laconstruccin de una enorme repre-
sa hidroelctrica sobre un ro de la
Amazonia donde viven poblaciones
aborgenes. El cantante, reconocido
activista por los derechos indgenas,
pidi que los pobladores de la regin
del ro Xingu sean escuchados antes
de construir el proyecto hidroelctri-
co Belo Monte, que sera la tercera mayor planta de su tipo en el mundo.
ste es un asunto brasileo, pero de todos los brasileos, expres el
domingo en una conferencia de prensa en So Paulo, junto a los dirigentes
indgenas de la etnia caiap Raoni y Megaron Txucarramae. El proyecto obli-
ga a desplazar el 80% de las aguas del ro y a trasladar a 40.000 habitantes
de la zona. Hay razones econmicas para que sea construida y hay razo-nes ambientales para que no sea construida, seal el ex vocalista de The
Police. El proyecto, pendiente de licencia, ha sido cuestionado por pobla-
dores del ro Xingu y expertos que consideran que tendr consecuencias
ambientales y sociales demasiado altas para justificar la inversin millonaria
que requiere. Fuente: Agencias
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En los ltimos 10 aos el Museo Victoria y Alberto ha presentado una serie
muy impresionante e influyente de nuevas exposiciones y galeras, comen-zando con las galeras britnicas, que se abrieron en noviembre de 2001. La
ms reciente es una seccin de 10 salas dedicadas a sus colecciones medie-
vales y del renacimiento. Este proyecto ha sido financiado por una concesin
de 9.5m del fondo de la lotera de la Herencia, as como donaciones de
particulares y de trusts, incluyendo la de Paul y Jill Ruddock (tambin patro-
cinadores principales de la nueva Galera Medieval del Museo Britnico), y la
fundacin de Garfield Weston, entre otros. El Victoria y Alberto fue el primer
museo nacional en Gran Bretaa en establecer un departamento de inves-
tigacin, y un reexamen intelectual metdico de las ricas colecciones del
museo, medievales y del renacimiento, ha dado sustento a los siete aos de
trabajo sobre las galeras. El proyecto comenz en 2002, y aunque solamente
un miembro del equipo original (la curadora principal, Peta Motture) todava
est vinculado a l, un anlisis consistente y riguroso ha caracterizado todo
el trabajo. Un grupo de notables acadmicos ha participado en el proyecto,pero la labor ha sido conducida por la seorita Motture con un equipo de
curadores ms jvenes, en particular Glyn Davies y Kirstin Kennedy. Ellas son
coautoras del excelente texto El arte renacentista medieval: La gente y las
posesiones, el ms significativo de una extensa serie de libros publicados por
el Victoria y Alberto para celebrar la terminacin de las galeras.
Museos
Renacimiento en las galeras del Museo
Victoria y Alberto
Museos
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Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.Como las galeras britnicas, este proyecto se distingue por un acerca-
miento histrico extremadamente acucioso. La exhibicin se caracteriza por
un agudo conocimiento de referencias al pasado (particularmente el pasado
clsico), el papel de la iglesia cristiana y de la prctica religiosa, y el entre-cruzamiento de lmites geogrficos como las influencias ms importantes
en la produccin artstica europea a partir desde alrededor de los aos 300
hasta 1600. Las galeras medievales y del renacimiento han generado una
gran cantidad de investigaciones, apoyadas por un comit consultivo aca-
dmico. Esto ha ido desde la consideracin de preguntas metodolgicas y
Museos
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filosficas incluyendo la definicin de esos altamente problemticos pero
tiles trminos, Medieval y Renacimiento hasta exmenes especficos
de objetos, materiales y tcnicas particulares.
El uso de la tecnologa moderna ha permitido que los resultados de
la investigacin sean incorporados a las exhibiciones donde ello ha sido
apropiado. Por ejemplo, el apoyo del AHRC (Consejo de Investigacin de las
Artes y las Humanidades) ha permitido al Museo Victoria y Alberto colaborar
con la Real Universidad de la Msica en una serie de 30 nuevas grabaciones
hechas especialmente para las galeras. Una de stas grabaciones permite
escuchar la notacin musical encontrada en ambos lados de un cuchillo
con una datacin cercana a 1550. Otro proyecto ha reexaminado la capilla
(diseada probablemente por Juliano da Sangallo) del convento florentino deSanta Clara, que permanece en el extremo de la antigua galera de escultura,
ahora enteramente reconfigurada como La Ciudad del Renacimiento. Donald
Cooper ha descubierto que el altar estaba originalmente algo ms adelante
que en su actual posicin. Habra sido demasiado difcil mover la estructura
entera, pero una pantalla interactiva permite al visitante visualizarla.Fuente: www.apollo-magazine.com/Traduccin de Mariano Flores Castro
Patrimonio
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Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
Patrimonio
Ciudad turca reclama al Louvre la
devolucin de piezasLa alcalda de la ciudad turca de Izmir, la antigua Esmirna, ha reclamado al
museo del Louvre de Pars la devolucin de dos estatuas del siglo II d.C.,
inform hoy la prensa turca.
De acuerdo al diario Hrriyet, el alcalde metropolitano de Izmir, Aziz
Kocaoglu, ha escrito una carta al director del museo francs, Henri Loyrette,
solicitando la restitucin de las estatuas del Jpiter y el Apolo de Esmirna,
en cumplimiento de los tratados internacionales sobre arte.
Las obras pertenecientes a Izmir deben ser devueltas a Izmir, ya que,
adems de ser un modo de cumplir con las obligaciones de los acuerdos
internacionales, sera un gran gesto de respeto hacia el patrimonio arqueo-
lgico y cultural de nuestra ciudad, afirm el alcalde turco en su carta.
Kocaoglu explic que su objetivo es convertir el Museo de las Civilizaciones
del Egeo, situado en Izmir, en un gran centro cultural de Turqua, y que
desea entablar una buena relacin de cooperacin con el Louvre parisino.Las dos estatuas fueron encontradas en Izmir en el ao 1680 y llevadas
como regalo al rey francs Luis XIV.
Seis aos ms tarde, Pierre Granier las restaur y aadi al Jpiter de
Esmirna un rayo de piedra.
El Jpiter de Esmirna mide 2.34 y el Apolo, 2.16 metros.
Fuente:El Universal/cvtp
Historia
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La expulsin de los moriscos
por Mario Vargas Llosa
El Grupo Socialista ha presentado en el Congreso de los Diputados una
proposicin no de ley destinada a desagraviar a los descendientes actuales
de los moriscos expulsados de Espaa hace 400 aos, en 1609. Los ponentesprecisan que no se trata de ofrecer reparaciones econmicas a los herederos
de aquellas vctimas por los perjuicios de toda ndole que padecieron
sus antepasados, sino de un gesto simblico y moral, algo as como una
autocrtica pblica del Estado espaol sobre un error histrico cometido
hace cuatro siglos. La iniciativa tiene una apariencia bienintencionada yprogresista que, en principio, slo un cavernario retrgrado podra objetar.
No se repara de este modo una injusticia histrica perpetrada por la
intolerancia religiosa y el prejuicio racista?
Sin embargo, analizada con la cabeza fra y de cerca, la propuesta, a
mi juicio, es precipitada, intil y, en ltima instancia, fuente de confusiones
mltiples. El pasado histrico debe ser analizado con una perspectiva crtica
en las sociedades democrticas, desde luego, pero esa funcin corresponde
a la sociedad abierta en general, a los historiadores, investigadores y
cientficos independientes, no a los gobiernos ni a los polticos profesionales
que carecen de la objetividad, la competencia tcnica y viven y obran
enfeudados a la lucha poltica y a la actualidad, psimas consejeras a la hora
de ponderar y explicar los hechos histricos.
Las injusticias del pasado no pueden ni deben ser seleccionadas en
funcin de las necesidades del presente. Lo ocurrido a comienzos del siglo
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XVII con los moriscos fue brbaro y brutal, sin duda alguna. Lo fue menos
la expulsin de los judos de Espaa en 1492? Llevaban tantos o acaso ms
siglos en la Pennsula que aquellos y su desarraigo forzado, decidido por
razones polticas y religiosas por los Reyes Catlicos, acumul todos los
agravantes posibles: expropiacin de sus bienes, maltratos, ser arrojados
como perros sarnosos a un exilio incierto y, para muchos, mortal. No
merecen sus herederos un desagravio idntico al de los moriscos? La lista
de agraviados por el Estado espaol a lo largo de su vieja historia podra ser
interminable. (Naturalmente, esto vale para todos los Estados, sin una sola
excepcin).
Los indios de Amrica, por ejemplo. El prximo ao comenzarn las
celebraciones de los 200 aos de la emancipacin colonial y nacimiento de lasrepblicas hispanoamericanas. La ocasin ser propicia para que, encabezada
por Evo Morales, quien ya ha tasado las reparaciones que debera pagar
Espaa a las naciones indias por las atrocidades de los conquistadores
en una vertiginosa suma de billones de dlares, haya una verdadera traca,
de un confn al otro de Amrica Latina, de vituperios y condenas contraEspaa por parte de politicastros tan oportunistas y demaggicos como el
mandatario boliviano. (Se me hace agua la boca anticipando las efusiones
fulminantes y las disquisiciones de Filosofa y Moral de la Historia que verter
al respecto el presidente Hugo Chvez en su programa Al, Presidente). Si lo
hace con los moriscos no debera tambin arrepentirse, disculparse y hacer
propsito de enmienda el Estado espaol con los indios de Amrica?
Y qu de los protestantes, esos pobres luteranos, calvinistas, hugonotes,
perseguidos como ratas apestosas, encarcelados y hasta quemados por no
ser cristianos de buena ley? La primera vctima de la Inquisicin en Lima
se llamaba Mateo Salado, y, acusado, juzgado, sometido a tormento
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y condenado por pertenecer a la maldita y diablica secta luterana
fue quemado vivo en la Plaza de Armas de la Lima virreinal. Cuntos
pobres diablos como l sufrieron padecimientos parecidos por practicar el
cristianismo reformado en todo el orbe hispnico? No deberan ser tambin
simblicamente desagraviados por el Congreso de los Diputados? Y los
homosexuales? Y los gitanos? Y los esclavos africanos? Y los brujos y
brujas? Y los ateos? Los das y las horas de muchos aos no bastaran al
Estado espaol para ponerse de rodillas y pedir perdn a Dios y los vivos
por todas las injusticias cometidas por quienes gobernaron a lo largo de su
antiqusima historia contra colectividades o individuos diversos. Y lo seguro
es que nadie quedara contento con lo que, por lo dems, no pasara de ser
una pantomima desprovista de contenido y seriedad.La revisin crtica del pasado no es cometido del poder poltico sino
de historiadores y estudiosos que, situando las ocurrencias del ayer en su
contexto debido, y estableciendo las jerarquas y prelaciones indispensables,
nos proporcionan las informaciones necesarias para poder juzgar nuestro
pasado y nos ayudan a discernir, con un mnimo de objetividad, lo condenable,lo excusable, lo inevitable y lo admirable de los hechos y personajes que
lo conforman. Este examen, para ser eficaz, debe ser individual, libre,
independiente y plural. De ms est recordar que en una sociedad abierta
coexisten versiones e interpretaciones muy diversas del devenir histrico.
Esa diversidad es la mejor manera de aproximarse y conseguir atrapar a
esa escurridiza y protoplasmtica materia que es la verdad histrica. Desde
luego que semejante aproximacin no excluye la crtica; por el contrario, es
la nica que la hace a la vez posible y justa. En cambio, cuando la verdad
histrica es monopolio del poder poltico, como ocurre en las sociedades
totalitarias, aquella posibilidad de llegar a conocer la verdad se eclipsa y
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torna inalcanzable, pues la reemplazan las mentiras que el dictador y la
pandilla gobernante imponen por razones de propaganda, para distraer o
para autojustificar sus desafueros.
En un luminoso ensayo titulado El recuerdo de nuestros muertos, Carmen
Iglesias explicaba hace algn tiempo por qu no haba que confundir
memoria e historia y por qu era bueno y sano para una sociedad que los
polticos no se entrometieran en el dominio de los historiadores. Desde
luego, es imprescindible que los ciudadanos de una sociedad democrtica
tengan conciencia crtica y conserven vivo el recuerdo de dnde vienen, de lo
bueno y lo malo que heredaron, para enfrentar con lucidez y determinacin
el futuro y no perseverar en el error. Pero el pasado no debe ser manipulado
por razones polticas ni convertido en un comodn en el juego de malabaresideolgicos en que se torna siempre la lucha por el poder. Estudiarlo,
conocerlo e interpretarlo es una tarea intelectual que exige rigor, paciencia,
probidad y talento, un esfuerzo sostenido a lo largo del tiempo por
generaciones de investigadores de cuyo escrutinio va surgiendo una historia
que nunca se est quieta, a la que los descubrimientos y anlisis van todo eltiempo enriqueciendo con matices y a veces corrigiendo de manera radical.
Todos los pases tienen muchas cosas que reprocharse cuando examinan su
pasado. En todos hay una largusima genealoga de vctimas. Pero semejante
lastre no se borra con un decreto ley ni una mocin parlamentaria, sino
mediante una toma de conciencia de aquella realidad y unas instituciones,
un sistema de valores, una cultura y una conducta ciudadana que sean, de
por s, una permanente correccin y superacin de ese triste legado.
sa es la funcin de los museos de la memoria. No fomentar el
masoquismo que suele producir una forma retorcida de placer a ciertos
polticos e idelogos cuando contemplan los horrores del pasado y tratan
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de explotarlos en provecho propio, sino educar a las nuevas generaciones
de tal modo que todo aquello que abruma y avergenza a una sociedad en
su historia no vuelva a repetirse en el futuro. No hay mejor homenaje a esas
vctimas de la intolerancia, el fanatismo, el prejuicio o la mera estupidez,
que recordarlas, aprender de ellas e inculcar de este modo a la sociedad
la cultura de la tolerancia, el respeto a la diversidad, al pluralismo poltico,
religioso y cultural.
As como la conducta humana es rara vez rectilnea y unvoca, los hechos
histricos, por lo general, cambian de significado y, sobre todo, de matices
segn el cristal con el que se los mire. Por eso, slo la perspectiva plural y
totalizadora que permitan las sociedades abiertas autoriza un juicio crtico
vlido. Los matices no son excusas, sino factores que hay que tener en cuentapara entender cabalmente por qu ocurrieron las cosas como ocurrieron y
menoscabarlos o prescindir de ellos puede significar a veces seguir matando
a los muertos a los que aparentemente se quiere resucitar.
Mario Vargas Llosa/El Pas
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La leccin de Claude Lvi-Strauss
por Francisco Jarauta
El pasado 30 de octubre Claude Lvi-Strauss falleca en Pars a la edad de
100 aos. Filsofo y etngrafo a un tiempo, es hoy un referente intelectual
indispensable a la hora de pensar las relaciones entre el hombre y la sociedad,la naturaleza y la cultura, y el complejo sistema de elementos que se articulan
en los diferentes modelos mitolgicos que han ocupado una parte central
de sus estudios. Mitos, costumbres, artes, lenguas, reglas de parentesco,
religiones, instituciones, etctera, todo le atraa al joven etngrafo que
decidir dedicar su vida al estudio de las formas de la cultura. Tristes Tropiques, de 1955, recoger lo que l mismo calific como la
experiencia ms importante de su vida. Un viaje -cuando ya era imposible
viajar- que le precipitar en un universo nuevo del que se sentir pronto
no slo atrado sino incluso atrapado. Herramientas, objetos, formas de
alimentacin, msica, danza, rituales mgicos... pasarn pronto a formar
parte de una nueva constelacin humana de la que se reconocer como
su cartgrafo.
El joven estudiante que atraviesa el Atlntico en 1935 camino de Brasil
ha elegido ya sus afinidades intelectuales. La geologa, porque nadie mejor
que ella narra el tiempo de la tierra. Sigmund Freud, tal cual lo lea el joven
Lvi-Strauss, que excava en las ruinas del paisaje psquico cuyas leyes intenta
establecer. Y Karl Marx, que lee a los 17 aos, y que se le presenta como el
constructor de modelos sociales, aptos para la comprensin de la historia.
Geologa, psicoanlisis, marxismo: Los tres demuestran que comprender
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consiste en reducir un tipo de realidad a otra; que la realidad ms verdaderano es siempre la ms evidente o explcita.
Ahora tendr ante sus ojos, a lo largo de los viajes etnogrficos por las
tribus indgenas del Mato Grosso y de la Amazonia entre 1935 y 1939, un
mundo nuevo de formas culturales que recorrer con particular ansiedad.
Todo le resultaba fascinante entre los caduveos, bororos, nambikwaras y
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tupi-kawahibs, sobre los que construir las bases de lo que ms tarde llamar
pense sauvage, al tiempo que trazar ya la estructura de su pensamiento.
En la Amrica indgena he amado el reflejo, aunque fuera fugitivo,
de una poca en la que la especie se adaptaba a las condiciones de su
universo y en la que persista una relacin adecuada entre la libertad y sus
signos. Ya entonces la secreta atraccin por los ideales utpicos de su
autor preferido, Rousseau.
Y tras el breve regreso a Francia de nuevo los aos de Nueva York, de 1941
a 1944, un periodo de excitacin intelectual intensa. Ah se encuentran los
exiliados como Andr Bretn, Max Ernst, Tanguy, Masson... o los frankfurtianos
de la New School for Social Research junto a los grandes nombres de la
antropologa americana como Alfred Kroeber, Franz Boas, Ralph Linton oRuth Benedict. Y, finalmente, el encuentro decisivo con Roman Jakobson de
quien reconocer una deuda intelectual. Yo haca ya estructuralismo sin
saberlo. Jakobson me ha revelado la existencia de un corpus de doctrina ya
constituido, escribir aos ms tarde recordando la estancia y encuentro
neoyorquinos.En efecto, el estructuralismo era, para l ante todo, una estrategia para
escapar de la obsesin por la identidad. Contra el existencialismo de Sartre,
Lvi-Strauss declara la guerra al sujeto: Este insoportable nio caprichoso
que ha ocupado tanto tiempo la escena filosfica, impidiendo un trabajo
serio al reclamar todas las atenciones. Ms all de las apariencias y formas
sensibles, se organiza el trabajo de un desciframiento de aquellas estructuras
que se hallan en la base de toda forma cultural. En el fondo, je suis peut-tre
un kantien vulgaire, ironizaba en plena refriega intelectual.
Las Structures lmentaires de la parent, que leer en 1949 como
trabajo de tesis, marcan un camino apasionado por establecer la lgica de las
AntropologaAntropologa
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relaciones que rigen las formas de la cultura y sus determinaciones naturales.
Desde un extrao regard loign penetraba su obra en los diferentes sistemas
que Tristes Tropiques haban ya sealado. La leccin inaugural en el Collge
de France, sin duda uno de sus textos fundamentales, nos introducir, no sin
polmica, en el universo de rdenes y clasificaciones que orientan las formas
mentales de los pueblos sin mquinas ni escritura.
La relacin que se nos oculta -de la misma forma que lo hacen las
mscaras en su afirmar y negar- es propiamente el objeto del inmenso trabajo
de Mythologies, distribuido en cuatro volmenes de 1964 a 1971: Le cru et
le cuit, Du miel aux cendres, Lorigine des manires de table, LHomme nu,
y que recogen 113 relatos de mitos que cifran, en su conjunto, la historia
ms variada jams contada. En el juego del aparecer y desaparecer se vailuminando la lgica de procesos culturales irrepetibles que dan cuenta de la
historia humana, tal como afirma en La voie des masques, de 1979.
En los sistemas mitolgicos que Lvi-Strauss identifica en sus anlisis opera
una lgica que establece el orden de las estructuras y las formas de la vida y
la cultura. Para ello es necesario recorrer el largo viaje que va de lo sensiblea lo inteligible, siguiendo un camino de relaciones e inferencias, con clara
intencin constructiva que dar lugar a la configuracin de un sentido que
escapaba a las lecturas de la antropologa clsica.
La mirada puede detenerse en un tatuaje o en el rostro de una joven
caduveo o en el ritmo de una danza boror. Lo que importa, dice Lvi-Strauss,
es llegar a la comprensin de aquellos signos que esconden su verdad, como
en el caso de la piel de la joven caduveo, teida de azul, sobre la que se
recortan entre geometra y arabescos los principios sociales de jerarqua y
reciprocidad. Aparecen as nuevos niveles de significado que dan lugar a un
Antropologa
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Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.
relato que la antropologa sostiene con su ejercicio iluminando desde los
signos la verdadera historia humana.
Recorrer esta historia slo es posible siguiendo la gua de una mirada
que ha revolucionado la historia de las ciencias sociales y de sus modelos
interpretativos. Me refiero a una larga polmica a lo largo de la cual los
presupuestos historiogrficos han sufrido un amplio y contrastado debate.
Los contextos epistemolgicos son hoy otros y una aproximacin a las tesis
de Lvi-Strauss, a sus mtodos y a sus modelos de interpretacin, tienen para
nosotros una actualidad indiscutible. Ms all de los territorios tradicionales de
los estudios antropolgicos se abre desde su propia obra un nuevo espacio de
curiosidades y problemas nuevos. Una mirada como la suya, atenta a identificar
las relaciones que atraviesan igualmente la pintura, la msica, la literatura y lasartes en general. Con sutilidad proustiana volver a mirar a Poussin, a escuchar
a Rameau, a leer a Diderot como variaciones de un mismo ejercicio.
No es otro el propsito de Regarder, couter, lire, de 1994, con el que cierra la
seleccin de textos para el reciente volumen de la Pliade. Ocasin que de nuevo
pone en escena la intencin que ha dirigido su propia experiencia intelectual.Una historia que va desde Tristes Tropiques a este ltimo ejercicio de lectura
e interpretacin comparativas, de quien se ha definido como un humaniste
modeste, siendo, en verdad para nosotros, uno de nuestros maestros.
Fuente : www.elpais.com.es
Directorio
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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA
DIRECTOR GENERAL
ALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELL
SECRETARIO TCNICORAFAEL JULIO PREZ MIRANDA
SECRETARIO ADMINISTRATIVOLUIS IGNACIO SAINZ CHVEZ
COORDINADORA NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESMIRIAM KAISER
DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO
LEONEL DURN SOLS
STA ES UNA PUBLICACIN DELCENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL (CEDICULT)
DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS
EDITORMARIANO FLORES CASTRO
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR LOS RESPECTIVOS AUTORES
DE LOS ARTCULOS, NOTAS Y FOTOGRAFAS.
MXICO, D.F., 1o de diciembre de 2009.