veganа alma

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DOSSIER MENTE VIVIR SIN DAñAR Veganа ALMA A lgunos nacen con tendencias naturales a la compasión. Desde su más tierna infan- cia dan muestras de una benevolencia es- pontánea respecto a quienes les rodean, incluidos los animales. No fue mi caso. De familia bre- tona, fui a pescar hasta los catorce años. También re- cuerdo que de muy pequeño me dedicaba con com- pañeros del colegio a abrasar hormigas concentrando sobre ellas los rayos del sol a través de una lupa. Si miro hacia atrás me siento avergonzado, pero, sobre todo, desconcertado ante la idea de que ese comportamien- to me pareciese normal. Cuando tenía cinco años, en México, mi padre me llevó a corridas de toros. Eran una fiesta, la música resultaba estimulante… A todo el mun- do le parecía estupendo. ¿Por qué no me fui corriendo y llorando? ¿A causa de una falta de compasión, de edu- cación o de imaginación? No se me ocurrió intentar ponerme en el lugar del pez, de la hormiga ni del toro. ¿Es que tenía el corazón endurecido? ¿O es que sim- plemente no había pensado, abierto los ojos? (…) Toma de conciencia. Cuando ya tenía catorce años, una amiga me comentó a bote pronto: «¿Có- mo? ¿Así que pescas?». Su voz y su mirada, a la vez sorprendidas y reprobadoras, resultaban suficiente- mente elocuentes. «¿Así que pescas?». De repente la escena me pareció muy distinta: el pez arrancado de su elemento vital mediante un gancho de hierro que le traspasa la boca, asfixiándose en el aire como no- sotros nos ahogamos en el agua. Y para atraer al pez hacia el anzuelo, ¿no había yo atravesado también a una lombriz para contar con un cebo vivo, sacrifi- cando una vida para destruir con más facilidad otra? ¿Cómo había conseguido apartar durante tanto tiem- po mi pensamiento de esta realidad, de estos sufri- mientos? Renuncié de inmediato a la pesca, con el corazón encogido. Sí, es verdad, comparado con los dramas que devastan la vida de tantos seres humanos en el mundo, mi preocupación por los pececillos pu- diera parecer de risa. Pero para mí fue un primer clic. La vía del amor y la compasión. A los veinte años dispuse de la gran oportunidad de conocer a maestros espirituales tibetanos que desde entonces han inspi- rado mi existencia. Su enseñanza estuvo centrada so- bre la vía real del amor y de la compasión universal. Aunque durante mucho tiempo no supe ponerme en el lugar del otro, estudiando con esos maestros poco a poco aprendí el amor altruista abriendo, de la me- jor manera que pude, mi mente y corazón al destino de los otros. Me he formado en la compasión y he re- flexionado mucho sobre la condición humana y la de los animales. Me queda por delante un largo camino, y continúo haciendo todo lo que puedo para avanzar en mi comprensión de las enseñanzas recibidas. Condicionados por la cultura. Nada más lejos de mi ánimo que lanzar piedras a quienes, de una forma u otra, hacen sufrir a los animales de manera a menudo irreflexiva, como hacía yo mismo. Es muy difícil aso- ciar los objetos y productos de consumo más corrien- tes, incluyendo alimentos y remedios que a veces nos salvan la vida, a los sufrimientos animales que entra- ñan su producción en muchos casos. Las tradiciones culturales también desempeñan un importante pa- pel en nuestra percepción de los animales, nuestros compañeros en este planeta. Algunas sociedades han desarrollado esquemas de pensamiento colectivo que incitan a considerar que todos los animales están ahí solo para servir a los humanos, mientras que otras tra- diciones consideran desde hace tiempo que todo ser, humano o no humano, debe ser respetado. Ampliar la base del altruismo. Mi libro En de- fensa de los animales (Kairós, 2015) es una continua- ción lógica y necesaria de En defensa del altruismo (que se publicará en 2016 en España), y tiene por GETTY MATTHIEU RICARD Nació en París en 1946, creció rodeado de la elite cultural europea y se doctoró en genética molecular. Pero a los 30 años viajó al Himalaya y cambió su vida. Conoció al maestro tibetano Kangyuir Rinpoche y se hizo monje. Desde 1989 es asesor del Dalái Lama. ¿Por qué seguimos ciegos al sufrimiento que ocasionamos a los animales? No es necesario ni inevitable, ni tiene justificación alguna. Una certeza de la que emerge una visión compasiva de la vida. MATTHIEU RICARD MONJE BUDISTA

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Dossier mente

vivir sin dañar

Veganаalma

Algunos nacen con tendencias naturales a la compasión. Desde su más tierna infan-cia dan muestras de una benevolencia es-pontánea respecto a quienes les rodean,

incluidos los animales. No fue mi caso. De familia bre-tona, fui a pescar hasta los catorce años. También re-cuerdo que de muy pequeño me dedicaba con com-pañeros del colegio a abrasar hormigas concentrando sobre ellas los rayos del sol a través de una lupa. Si miro hacia atrás me siento avergonzado, pero, sobre todo, desconcertado ante la idea de que ese comportamien-to me pareciese normal. Cuando tenía cinco años, en México, mi padre me llevó a corridas de toros. Eran una fiesta, la música resultaba estimulante… A todo el mun-do le parecía estupendo. ¿Por qué no me fui corriendo y llorando? ¿A causa de una falta de compasión, de edu-cación o de imaginación? No se me ocurrió intentar ponerme en el lugar del pez, de la hormiga ni del toro. ¿Es que tenía el corazón endurecido? ¿O es que sim-plemente no había pensado, abierto los ojos? (…)

Toma de conciencia. Cuando ya tenía catorce años, una amiga me comentó a bote pronto: «¿Có-mo? ¿Así que pescas?». Su voz y su mirada, a la vez sorprendidas y reprobadoras, resultaban suficiente-mente elocuentes. «¿Así que pescas?». De repente la escena me pareció muy distinta: el pez arrancado de su elemento vital mediante un gancho de hierro que le traspasa la boca, asfixiándose en el aire como no-sotros nos ahogamos en el agua. Y para atraer al pez hacia el anzuelo, ¿no había yo atravesado también a una lombriz para contar con un cebo vivo, sacrifi-cando una vida para destruir con más facilidad otra? ¿Cómo había conseguido apartar durante tanto tiem-po mi pensamiento de esta realidad, de estos sufri-mientos? Renuncié de inmediato a la pesca, con el corazón encogido. Sí, es verdad, comparado con los dramas que devastan la vida de tantos seres humanos en el mundo, mi preocupación por los pececillos pu-diera parecer de risa. Pero para mí fue un primer clic.

La vía del amor y la compasión. A los veinte años dispuse de la gran oportunidad de conocer a maestros espirituales tibetanos que desde entonces han inspi-rado mi existencia. Su enseñanza estuvo centrada so-bre la vía real del amor y de la compasión universal. Aunque durante mucho tiempo no supe ponerme en el lugar del otro, estudiando con esos maestros poco

a poco aprendí el amor altruista abriendo, de la me-jor manera que pude, mi mente y corazón al destino de los otros. Me he formado en la compasión y he re-flexionado mucho sobre la condición humana y la de los animales. Me queda por delante un largo camino, y continúo haciendo todo lo que puedo para avanzar en mi comprensión de las enseñanzas recibidas.

Condicionados por la cultura. Nada más lejos de mi ánimo que lanzar piedras a quienes, de una forma u otra, hacen sufrir a los animales de manera a menudo irreflexiva, como hacía yo mismo. Es muy difícil aso-ciar los objetos y productos de consumo más corrien-tes, incluyendo alimentos y remedios que a veces nos salvan la vida, a los sufrimientos animales que entra-ñan su producción en muchos casos. Las tradiciones culturales también desempeñan un importante pa-pel en nuestra percepción de los animales, nuestros compañeros en este planeta. Algunas sociedades han desarrollado esquemas de pensamiento colectivo que incitan a considerar que todos los animales están ahí solo para servir a los humanos, mientras que otras tra-diciones consideran desde hace tiempo que todo ser, humano o no humano, debe ser respetado.

Ampliar la base del altruismo. Mi libro En de-fensa de los animales (Kairós, 2015) es una continua-ción lógica y necesaria de En defensa del altruismo (que se publicará en 2016 en España), y tiene por G

ET

TY

matthieu ricardNació en París en 1946, creció rodeado de la elite cultural europea y se doctoró en genética molecular. Pero a los 30 años viajó al Himalaya y cambió su vida. Conoció al maestro tibetano Kangyuir Rinpoche y se hizo monje. Desde 1989 es asesor del Dalái Lama.

¿Por qué seguimos ciegos al sufrimiento que ocasionamos a los animales? No es necesario ni

inevitable, ni tiene justificación alguna. Una certeza de la que emerge una visión compasiva de la vida.

matthieu ricardmonje buDista

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objeto evidenciar las razones y el imperativo mo-ral que justifican ampliar el altruismo a todos los seres sensibles, sin limitación de orden cuantitati-vo ni cualitativo. Nadie duda de que existan tantos sufrimientos entre los seres humanos en el mundo que podríamos pasarnos la vida entera tratando de aliviarlos, aunque solo fuese una cantidad ínfima. Aun así, preocuparse por la suerte de los 1,6 millones de otras especies que pueblan el planeta no resulta ni irrealista ni fuera de lugar, pues, la mayor parte del tiempo, no es necesario elegir entre el bienestar de los humanos y el de los animales.

Extender la benevolencia. Vivimos en un mundo esencialmente interdependiente, donde la suerte de cada ser, sea el que sea, está íntima-mente ligada a la de los demás. No se trata, pues, de ocuparse más que de los animales, sino de ocu-parse también de los animales. Tampoco se trata de humanizar a los animales o de animalizar al ser humano, sino de extender nuestra benevolencia a ambos. Esta extensión es en primer lugar una cues-tión de actitud responsable hacia lo que nos rodea, más que de destinar parte de los limitados recur-sos de que disponemos para actuar en el mundo.

Parar esta locura. A pesar de nuestro maravi-llamiento frente al mundo animal, perpetramos una masacre de animales a una escala sin igual en la historia de la humanidad. Todos los años se ma-tan 60 mil millones de animales terrestres y un bi-llón de animales marinos para nuestro consumo. Además, esas matanzas masivas y su corolario –el consumo excesivo de carne en los países ricos– son una locura global: alimentan el hambre en el mun-do, aumentan los desequilibrios ecológicos y son nocivas para la salud humana.

Desconocimiento y doble moral. La produc-ción industrial de carne y la sobrepesca de los océa-nos son sin duda el problema más importante, pero la falta de respeto por los animales en general tam-bién conduce a matar y hacer sufrir a un gran nú-mero de ellos, utilizados en experimentos animales, en el tráfico de animales salvajes, la caza y la pesca

deportivas, las corridas, el circo y otras formas de instrumentalización. Por otra parte, el impacto de nuestra manera de vivir en la biosfera es conside-rable: al ritmo actual, el 30% de todas las especies animales habrán desaparecido del planeta de aquí a 2050. Vivimos en el desconocimiento de lo que in-fligimos a los animales (muy pocos de nosotros he-mos visitado un criadero industrial o un matadero) y mantenemos una forma de esquizofrenia moral que nos empuja a ocuparnos enormemente de nuestros animales de compañía a la vez que hincamos el te-nedor a los millones de cerdos que se envían al ma-tadero, aunque no son menos conscientes o sensibles al dolor e inteligentes que nuestros perros o gatos.

¿Por qué seguimos ciegos? Este alegato es una exhortación a cambiar nuestra relación con los ani-males. Una exhortación que se basa en los trabajos de evolucionistas, etólogos y filósofos respetados en todo el mundo. Los estudios vierten luz sobre la ri-queza de las capacidades intelectuales y emociona-les con las que están dotadas una gran parte de las especies animales. También demuestran la conti-nuidad que une al conjunto de las especies anima-les. Desde la época en que tuvimos antepasados co-munes con otras especies, hemos llegado al Homo sapiens, a lo largo de una larga serie de etapas y de cambios mínimos. En el seno de esta lenta evolución, no existe ningún «momento mágico» que nos per-mita atribuirnos una naturaleza fundamentalmen-te distinta de las numerosas especies de homínidos que nos han precedido. Nada justifica el derecho de supremacía sobre los animales. El punto común más sorprendente entre el humano y el animal es la capa-cidad de experimentar sufrimiento. ¿Por qué segui-mos ciegos, a principios de este siglo xxi, a los incon-mensurables dolores que les ocasionamos, sabiendo que una gran parte de los sufrimientos que les in-fligimos no son ni ne-cesarios ni inevitables? Además, no existe jus-tificación moral alguna al hecho de imponer sin necesidad el sufrimien-to y la muerte a nadie.

En defensa de los animalesEd. Kairós, 2015 • 416 pág. • 18 €

Amenos que toda la po-blación mundial se haga vegana en pocos años, la vida tal y como la cono-

cemos terminará. La producción de leche y carne provoca más sufri-miento y daño medioambiental que todas las guerras juntas habidas en la historia. El veganismo no es una elección, se trata de nuestra única opción», declaró Bill Gates, vegano y fundador de Microsoft Corporation, en el Foro de Seguri-dad Alimentaria Global 2014. Vivi-mos en un mundo globalizado, donde cada decisión que tomamos, por insignificante que parezca, afecta a otros seres que están a 3.000 kilómetros de distancia. Es-tos otros seres pueden ser niños inocentes, mujeres sin derechos, hombres sin recursos y animales indefensos. El planeta que nos al-berga se está muriendo y, si no ha-cemos nada, si no plantamos la se-

milla del cambio, saliendo de nues-tra «zona de confort» y abriendo la mente al cambio, acabaremos for-mando parte del equipo de destruc-ción y no del equipo de recupera-ción. El veganismo, una opción de vida que propone no consumir nin-gún producto de origen animal, for-ma sin duda parte de las soluciones que necesitamos.

No es solo no comer carne. La alimentación ocupa un lugar pre-dominante dentro del veganismo (dieta basada al 100% en alimen-tos vegetales, sin carne, pescado, huevos ni lácteos), pero no termina aquí. Los seres humanos, además, nos vestimos, nos aseamos, utiliza-mos productos de higiene personal, belleza y cosmética. Cuando esta-mos enfermos, hacemos uso de me-dicamentos para aliviar y mejorar nuestro estado de salud. También necesitamos limpiar regularmen-

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te el lugar en que vivimos, nuestro hogar. Y tenemos otra serie de ne-cesidades menos esenciales (según la pirámide de Maslow de las nece-sidades humanas), pero que igual-mente venimos satisfaciendo, como llenar nuestro tiempo de ocio, viajar, reunirnos con amigos y realizar ac-tividades de recreo, entretenimien-to y desarrollo personal.

Una alternativa factible. El ve-ganismo busca en todos los ámbitos opciones que no utilicen productos de origen animal. El objetivo es no utilizar nada cuya fabricación haya conllevado explotación animal pa-ra su fabricación, así sea un alimento (carne del propio animal) o sus de-rivados (lácteos, huevos…), cosméti-ca que haya sido testada en anima-les, textiles como pieles, plumas y lana), actividades de ocio donde se utilicen y expongan animales pri-vados de libertad (toros, circos, del-finarios, acuarios, zoos, criaderos), ni productos de higiene doméstica probados en animales.

La salud se beneficia. Un vegano no solo se libra de hacer sufrir a los animales, sino que se aprovecha de la cantidad de ventajas que supone pa-ra su salud alimentarse con produc-tos de la tierra (verduras, hortalizas, frutas, legumbres, setas, semillas, cereales, frutos secos…). También se

beneficia de productos para la be-lleza que aportan una vitalidad que no tienen los cosméticos manufac-turados a través de procesos quími-cos. Estos son la mayoría de los que se distribuyen en superficies comer-ciales, con su adecuada campaña de marketing, y de los que desconoce-mos su proceso de fabricación y mu-chos de sus ingredientes. Si los cono-ciéramos, los descartaríamos de la cesta de la compra por una cuestión de ética, de calidad y de salud.

Por empatía ante todo. Pero aunque los beneficios de hacerse vegano sean claros y múltiples, el motivo fundamental de esta op-ción y decisión personal es la em-patía, el respeto, defensa y preo-cupación por el bienestar de los animales.

No quieren que lo veas. La in-dustria cárnica publicita y vende de tal forma sus productos que ca-mufla perfectamente los procedi-mientos y prácticas habituales en los mataderos. Impide ver la reali-dad que sufren estos animales (va-cas, cerdos, pollos, conejos, patos, gansos, cabras, ovejas) porque, de saberlo, no compraríamos lo que venden: veríamos sin camuflaje la crueldad a la que son sometidos. La realidad es tan brutal, dramática y sanguinaria que, como dijo el ex

éticaunA opción

El veganismo favorece la salud y el bienestar personal y aleja al planeta del desastre ecológico. Pero ante todo es una forma de vida más justa.Por lorena ortiz H. alcázar

El veganismo es una semilla de cambio. No consumir productos de origen animal es parte de las soluciones que necesitamos.

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miembro de The Beatles, Paul McCartney: «Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos se-ríamos veganos». Para hacernos una mínima idea de lo que supone actualmente la matanza de ani-males en nuestro planeta bastan estos datos: cada segundo en el mundo mueren aproximadamente 2.000 animales terrestres, unos 63.000 millones al año, y el doble de peces, según estadísticas de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

Existen alternativas sabrosas a la carne. Los sabores que se consiguen con los elaborados cár-nicos son perfectamente sustituibles por prepara-dos veganos. El chorizo, por ejemplo. ¿Crees real-mente que la carne es lo que te gusta? No, el chorizo es carne, tripa y otros desechos del cerdo que no que-rrías conocer, macerados con pimentón, ajo, laurel, sal y otros condimentos que dan al chorizo ese sabor al que no te quieres resistir. Además de su obligato-ria ración de conservantes, ácidos y demás químicos que impiden que la carne entre en proceso de pu-trefacción, que es lo que ocurre de forma natural con la carne muerta.

La industria emplea en las carnes una serie de productos químicos –benzoato y propionato de sodio, nitratos y nitritos, sulfitos, monóxido de carbono y otros aditivos como la enzima trans-glutaminasa tisular, el «pegamento de la carne», muy utilizada en hamburguesas y productos si-milares– para que permanezcan rojas y con ese aspecto fresco que parece tan saludable. De lo contrario se tornarían grises, el color natural que tiene cualquier cadáver, y así es como las veríamos al sacarlas del refrigerador. Los veganos saben que pueden conseguir chorizo vegetal, con sabor y textura muy similares a las del chorizo animal, pero sin causar muerte alguna.

Más justo y limpio. El veganismo no solo evita el sufrimiento animal. También disminuyen el hambre, la esclavitud infantil, la deforestación, la contaminación de las aguas, el efecto invernadero… Todas estas lacras sociales y ambientales tienen una relación directa o indirecta con el consumo cre-ciente de carne, así como con la masiva industria-lización alimentaria.

El planeta está al límite. La actividad de las granjas industriales genera contaminación por ni-tratos en el suelo y derroche del bien más preciado del planeta: el agua. El uso de fertilizantes y pestici-das, la actividad digestiva de los rumiantes y el es-tiércol generan una gran cantidad de metano, uno de los gases responsables del calentamiento de la atmósfera y el cambio del clima. Un estudio conjun-to de la Universidad Nacional de Australia y la Uni-versidad de Cambridge del Reino Unido concluía que urge reducir el consumo mundial de carne. Tony McMichael y John Powles, responsables del trabajo, que fue publicado por la prestigiosa revista científica The Lancet, destacan que la actividad ga-nadera genera una quinta parte de las emisiones to-tales de gases con efecto invernadero, sin dejar de lado la deforestación para reconvertir bosques en pastos para ganado y la escasez de agua potable.

Una pregunta incómoda. Mientras los niños mueren de hambre, los países más pobres venden cereales a las naciones ricas y estas lo utilizan para alimentar su ganado. ¿Ellos son pobres para que no-sotros podamos comer carne? «Cada bocado de car-ne es una bofetada en la cara de un niño hambrien-to». Son palabras de Philip Wollen, ex pre-sidente de Citibank y hoy un destacado activista medioambiental y de los de-rechos de los animales.

Cada segundo mueren unos 2.000 animales terrestres, unos 63.000 millones

de animales al año, según la FAO.

ropa • Abrigos, jerseys, faldas, pantalones, gorros, man-tas... se fabrican con lana.• Esquilar es una operación que traumatiza y deja heri-das en el animal.• Con las plumas de aves se fabrican edredones, almoha-das, sacos de dormir…

alternativa

• Materiales naturales como algodón, lino, cáñamo, bo-note, yute, celulosa…• Acrílicos y poliéster reci-clados para las prendas de más abrigo.

cosmética • Cremas faciales y corpora-les, champús, geles, suavi-zantes, desodorantes…• Desde 2013 está prohibida en la UE la experimentación con animales en cosmética.• Pero hay eximentes lega-les que la industria utiliza para seguir con ella.

alternativa

• Productos fabricados con activos vegetales y pro-bados in vitro: proteínas y ácidos grasos vegetales, enzimas, extractos…• Son productos más vitales elaborados sin un sufri-miento innecesario.

ocio • Cada año se maltratan 60.000 animales en fiestas populares en España.• Espectáculos para niños como delfinarios, acuarios y circos siguen vigentes.• Los zoos son cárceles donde se hacinan animales salvajes traumatizados.

alternativa

• El turismo sostenible en la naturaleza es la mejor op-ción para todas las edades.• Visitar hogares de anima-les, granjas de recuperación, restaurantes veganos…

salud • Medicamentos probados en laboratorio con experi-mentación animal.• Las prácticas habituales incluyen envenenarlos, irradiarlos, mutilarlos…• 115 millones de animales mueren cada año a manos de la industria farmacéutica.

alternativa

• Muchos científicos denun-cian ya que los resultados obtenidos con experimenta-ción animal no son extrapo-lables a los humanos.• Tecnologías in vitro y biochips son métodos más económicos y eficaces.

alimentación • Carnes, embutidos, salchichas, hamburguesas, sopicaldos…• Pescados y mariscos, ya sean frescos, congelados, conservas, caldos u otras elaboraciones.• Huevos, lácteos, miel y derivados de todos ellos.

alternativa

• Verduras, hortalizas, le-gumbres, cereales, semillas, frutos secos, algas…• Sustitutos de la carne como seitán, soja texturiza-da y tempeh.

cuero • Más de 30 especies de animales son capturadas o criadas por su piel.• Con ella se fabrican abri-gos, bolsos, calzado, guan-tes, gorros, cinturones…• Muchos de los animales están vivos o solo aturdidos cuando son despellejados.

alternativa

• Cada vez son más las firmas que recurren a ma-teriales sintéticos para sus creaciones, con diseños bien acabados.• El resultado es indistingui-ble del obtenido con piel real y el precio es muy inferior.

Siempre hay alternativas

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El auge actual del veganismo debe mucho a Francisco Martín. «En el futuro», dice, «se verá el carnivorismo como una barbaridad». Por lorena ortiz H. alcázar

Francisco Martín es pre-sidente de la Asociación Vegana Española (AVE) y fundador de Alternativa

para la Liberación Animal (ALA), la primera organización por la de-fensa de los derechos integrales de los animales en España. Vegano desde hace más de treinta años, vi-vió en Canadá y habla seis idiomas. Al regresar trajo consigo el térmi-no «vegano», incorporado al idio-ma y recogido por la Real Acade-mia Española desde el año pasado.—¿cómo comenzó tu relación con el veganismo? ¿Fue un cambio rápido o un proceso?—Yo creo que el veganismo es algo que se siente antes incluso de prac-ticarlo… Desde muy pequeño re-chazaba la carne cuando era cons-ciente de que era un animal lo que me comía, pero fue en la adoles-cencia cuando tomé más concien-

cia. Recuerdo que en mi entorno me recomendaban comer carne y yo empecé a hacerme pregun-tas, indagué por mi cuenta sobre la fisiología humana y el sistema de alimentación, y descubrí que la carne no era necesaria tal y como me habían contado. Fui afinando poco a poco, primero la carne, des-pués los lácteos… Imagínate cómo fue entonces si, hoy en día, hay per-sonas que aún piensan que la car-ne es necesaria e incluso saludable. —en este último año han apare-cido artículos que predican que los veganos, comiendo productos de la tierra, también matan ani-males. ¿Qué respondes a esto?—Bueno, es muy fácil responder. Qué duda cabe de que cada mo-vimiento y acción que realizamos puede perjudicar a terceros, pero sin duda la intención del veganis-mo es causar el menor daño posi-ble. Es cierto que se causa un daño

indirecto a los animales mediante el cultivo, porque se ven obligados a buscar otros hábitats. Pero se cau-sa un daño mayor cuando se mata a un animal para comerlo. De igual modo, las muertes son mucho más numerosas y el sufrimiento ma-yor. Simplemente no se sostiene. Son cosas que dice quien se sien-te juzgado y se justifica acusando. Hay que entender que el vega-nismo no pretende ofender a na-die, lo que pretende es informar para que cada uno tome sus pro-pias decisiones. Negar la eviden-cia o hacer crítica destructiva es muy dañino, ya que confunde a los menos informados. También hay gente que califica al veganismo de esnobismo. Los veganos son muy exigentes consigo mismos y cues-tionan sus hábitos alimentarios,

el veganismode ocio, cosméticos, vestimenta… Es una decisión desinteresada, por empatía hacia los animales, y si esto no se entiende es fácil de- sacreditarlos. Yo no cuestiono a los jainistas de la India, que van con mascarillas para no matar bacte-rias y caminan con calzado hueco para no pisar insectos.—¿has notado algún cambio en tu salud, en tu forma física, des-de que eres vegano?—Un sí rotundo. Ahora mi salud es mía y soy yo quien la controla. Nos alimentamos mal y luego pone-mos nuestra salud en manos de los médicos… Parece que estamos es-perando a que nos diagnostiquen una enfermedad. Ahora mi salud está en mis manos, yo como sano, yo estoy sano. No quiero decir con esto que todos los problemas de salud sean consecuencia de comer productos de origen animal, pero la comunidad vegetariana y vega-na goza de más salud que la carní-vora y esto está documentado.—¿Qué le diría a una persona que está pensando en hacer-se vegana pero que duda?—Que pruebe. No pierde nada y puede ganar mucho. Al princi-pio resulta complicado, pues la sociedad no está aún preparada, pero cada vez hay más apertura y movimiento, tiendas de alimen-tación especializada, restauran-tes y marcas de moda y cosmé-tica veganas. Con cada persona que se une, el camino se allana. —¿Y a una persona que decide reducir su consumo de carne? —Exactamente igual. Es una gran alegría que haya personas que

decidan dar un paso, por peque-ño que sea o que parezca. Al fi-nal todo suma. Cada persona tie-ne su propio ritmo. Y el respeto es algo muy importante. Forma parte del estilo de vida vegano. —¿has visto el documental Ear-thlings (Terrícolas; está dispo-nible en Youtube doblado al castellano)?—Sí, yo mismo participé en él, pues una parte son investigacio-nes en las que yo colaboré. Me pa-rece un trabajo maravilloso que todo el mundo debería ver. El do-cumental refleja una realidad que muy pocos conocen y toca el alma de la gente. Es duro, sin duda, pero precisamente eso es lo que lo con-vierte en un material tan valioso, porque todo lo que tiene de duro lo tiene también de real.—¿cómo crees que repercu-te el veganismo en el medio ambiente?—Sobre todo disminuye conside-rablemente el desgaste de los re-cursos del planeta. Esto se tradu-ce en más bosques y en atmósfera, agua y suelos menos contamina-dos. Además, el veganismo contri-buye al comercio justo. Se dice que con solo eliminar el 10% del consu-mo de carne en Estados Unidos se salvarían cientos de bosques. La gente no lo sabe, pero la mayoría del grano de los campos de cultivo es para alimentar ganado...—¿cómo crees que afectaría al planeta si toda la población mundial fuera vegana?—Se acabarían el maltrato y la ex-plotación animales y se reduciría considerablemente la contami-nación, el hambre y la violencia.

La humanidad sería más feliz. Y los problemas que pudieran ir surgiendo se irían solucionando. En todo caso, quedarnos tal como estamos no es una buena idea… ¿verdad?—Se nota que el veganismo se está haciendo presente en es-paña. ¿Qué importancia tiene el activismo?—El veganismo ha aumentado considerablemente en España en este último año. Hay datos de un crecimiento del 94%. Es una buena noticia; sin embargo, esta-mos rodeados de publicidad en-gañosa y el activismo y el traba-jo de una asociación seria sigue siendo muy importante para in-formar, difundir y seguir cre-ciendo, ya que todavía estamos muy por debajo en comparación con otros países europeos.—¿cómo crees que valorare-mos la alimentación carnívora en el futuro?—Lo consideraremos como algo que hacíamos cuando éramos primitivos, de modo parecido a como ahora vemos el circo ro-mano, con hombres obligados a luchar para salvar su vida ante la mirada divertida de la clase alta. Lo veremos de manera similar a la esclavitud de la población ne-gra, la lapidación de las mujeres o la explotación infantil en paí-ses subdesarrollados, las muer-tes por el conflicto del coltán en el Congo… Son barbaridades de las que nos avergonzamos y de las que no queremos sentirnos partícipes. Lo mismo pasará con la alimentación carnívo-ra en el futuro. �

un pioneroFrancisco Martín lleva más de cuarenta años prac-ticando el veganismo y ahora preside la Asociación Vegana Española.

Sientese