versos de mis quince años
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Cantados y repartidos en Badajoz en las fiestas celebradas por las bodas de Isabel II y su hermanaTRANSCRIPT
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HISTORIA Y LITERATURA EN EL XIX
VERSOS DE MIS QUINCE AÑOS
(Cantados y repartidos en Badajoz en las fiestas celebradas por las bodas de
Isabel II y su hermana)
La reina Isabel II, su esposo don Francisco de Asís de Borbón y su hijo, el futuro Alfonso XII
Se trata esta breve obra literaria, de un Pliego
Suelto, de seis páginas, de color amarillo muy pálido, realizado en la
Imprenta Nueva de la Compañía, en Badajoz, cuyo regente era D. F.
Rodríguez. Falta la fecha mas suponemos que no es otra que la de las bodas
de doña Isabel II de Borbón y de su hermana doña María Luisa Fernanda,
en 10 de octubre de 1846, cuando la reina cumplía los 16 años de edad.
Matrimonios en que intervinieron como esposos don Francisco de Asís de
Borbón, tierno vástago del infante don Francisco de Paula, hijo menor de
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Don Carlos IV; y don Antonio de Orleans, duque de Montpensier, hijo del
rey de Francia don Luis Felipe I de Orleans. Bodas que llegaban
impregnadas de cuestiones políticas y diplomáticas que afectaron a Europa,
en especial a Inglaterra, Dos Sicilias y la propia Francia, saliendo ésta
vencedora en el trance internacional. La misma doña Isabel nunca estuvo
convencida de tal unión, debido a la pusilanimidad y las “extrañezas
físicas” de don Francisco y al tremendo trajín que tal acontecimiento
supuso.
No obstante lo dicho más arriba, el pueblo siempre se mostró
inclinado hacia estos enlaces matrimoniales de la reina y de la infanta, muy
especialmente, como se desprende de las MEMORIAS de la condesa de
Espoz y Mina, doña María Juana de la Vega [Colección Crisol, nº 76;
1960], tras el intento de rapto de la reina a poco de la llegada a la Regencia
de España de don Baldomero Espartero, duque de la Victoria y príncipe de
Vergara. “Pronunciamiento” en que intervino, militar y románticamente,
don Diego [de] León, conde de Belascoaín, que recibió distinguidas
medallas y reconocimientos tras la Primera Guerra Carlista, pero concluyó
su carrera en el Ejército y su hombría de bien en el ya mentado
“Pronunciamiento” contra el regente Espartero.
Pues bien: VERSOS DE MIS QUINCE AÑOS están firmados por don
Vicente Barrantes Salamanca, o luego Vicente Barrantes Moreno, (nacido
en 1829), el gran polígrafo extremeño, quien en el momento de las bodas
reales contaba 17 años de edad1. Estos VERSOS quedan divididos en dos
partes, tituladas respectivamente “La Paz” y el “Himno”. La primera a su
vez comprende una “Oda”; y la segunda un “Coro”. Mas veamos cuál es el
panorama de época que en los VERSOS nos presenta Barrantes y Salamanca,
alejándonos nosotros, desde luego, de un análisis métrico que nada tiene
que ver con estas consideraciones históricas que, creemos, se aproximan a
la vida española del XIX español.
En la citada primera parte [“La Paz”] desorientan ya los cinco
primeros versos, que cantan así:
“¿No la veis?... ¡Es la Paz!... Ved cual desciende
del Empíreo á alegrar la triste España.
Ved cual su mano bondadosa tiende
al pueblo desvalido
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en que Marte cebó su injusta saña”.
Dieciseis años, ha quedado antes dicho, contaba entonces la
soberana, y bien cumplidos estaban, pues ya había conocido serias
experiencias en su corta vida; así: el desparpajo que empleaba una madre
desenfrenada humanamente y con escaso oriente en la Política; una atroz
guerra civil cual fue la Primera Carlista; las pretensiones intolerables de un
político inteligente, pero ambicioso hasta la exasperación, como Salustiano
de Olózaga, primer presidente del consejo de ministros en los inicios de la
mayoría de edad de la reina, en 1843; la actitud fiel de la condesa de Espoz
y Mina, y, en fin, la incultura que padecían ambas niñas, a pesar de los
intentos, vanos de todo punto, de los tutores–profesores, el laureado poeta
Quintana y don Martín de los Heros. No andaba, pues, descaminado el
escritor de los VERSOS en los comienzos de su composición poética. Por
fortuna, se corrige poco a poco con arrebatos de optimismo hasta caer al
final de la primera parte sobre los siguientes cándidos versos, antes de
llegar, de nuevo, al estribillo ya mentado:
“Y las hermosas vírgenes de Iberia
al cielo alzando sus divinos ojos,
por lágrimas de gozo humedecidos;
desciñendo sus cándidos cendales
y adunándose en coro
cabe el dosel de su adorada Reina
sus voces virginales
así elevan un cántico sonoro”.
Viene luego, tras el casi inacertado estribillo, ya trascrito más arriba,
la firma del autor: Vicente Barrantes y Salamanca.
Igual temática e idéntico estilo muestra la segunda parte de este
conjunto de VERSOS, el ya mencionado “Himno”, que también en su final
lleva con fijeza la firma de su autor, que en este caso cambia la conjunción
“y” por la humilde preposición “de”: “de Salamanca”. Pero hay que tener
en cuenta que en este “Himno” el estribillo es más directo, más dardo
certero que da justo en la diana, pues dice así en modesta estrofa de cuatro
versos:
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“Regocíjate ya, patria amada,
que ya luce más puro tu sol;
ya ISABEL asegura la dicha
del magnánimo pueblo ESPAÑOL”.
Y no nos resistimos a traer a colación las dos siguientes estrofitas,
que se hallan más próximas a los himnos que se compusieron, por unos y
otros, en loor a los héroes del “Dos de Mayo” que a las bodas llenas de
penumbras, misterios y desequilibrios humanos y políticos de una reina y
de una infanta. Mas veamos estos ocho versos; he aquí los cuatro primeros:
“Ya de gozo las almas henchidas
himnos cantan de gloria a ISABEL,
que por dar dulce paz a la España
hoy divide su regio dosel”.
Y los cuatro siguientes:
“Tierna virgen, mirad cual la frente
ya se tiñe de bello rubor,
alargando la diestra a su primo
que la besa embriagado de amor”.
Quizás fuera ésta la primera y última vez que tal hiziera don
Francisco de Asís de Borbón, quien a buen seguro, no tuvo en cuenta, en
aquel 10 de octubre de 1846, la pusilanimidad y los rubores que como
varón mostró a lo largo de su variopinta vida.
Desgraciadamente, a nosotros solamente nos ha llegado la primera
parte de estos VERSOS DE MIS QUINCE AÑOS, seguramente porque la
segunda parte se perdiera durante el trascurso del traslado de los libros de
don Rafael Rodríguez–Moñino y Soriano, su propietario anterior, y que,
gustosamente ponemos en conocimiento del público a través de nuestro
Blog.
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LA PAZ
ODA
¿No la veis?... ¡Es la Paz!... Ved cual desciende
del Empíreo á alegrar la triste España.
Ved cual su mano bondadosa tiende
al pueblo desvalido
en que Marte cebó su injusta saña.
Desde la playas del undoso Betis,
á dó el Pirene su empinada cumbre
altivo hasta las nuves elevando,
del sol recibe la primera lumbre,
una muger recorre presurosa.
Una corona de laurel y rosa
ciñe su sien, y brotan de sus labios
palabras mil de celestial consuelo
que en alas de la brisa
velozmente llevadas,
escucha con anhelo
el pueblo que á sus pies mira reunido,
y borran en su pecho dolorido
hasta las huellas del pesar y el duelo.
¡No mas, no mas penar! –clama– Españoles,
enjugad vuestro llanto,
que otro día de mas puros arreboles
viene á aliviar vuestro letal quebranto,
¡Y la discordia impía
encuentre en vuestros pechos tumba fría!
Allá del Manzanares
en la infértil ribera, una matrona
para mejor curar vuestros pesares
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con su primo divide su corona.
DE HOY MAS Á ESPAÑA LEYES
SOLO DARÁN LOS NIETOS DE CIEN REYES.
Cual besa la familia numerosa
de hambre y miserias llena,
la mano generosa
que le dá la vianda apetecida,
volviendo á su semblante
salud, color, animación y vida;
así á la España sucedió: abatido
el castellano por desdichas tantas;
de la lucha cansado;
de horrores hastiado;
besó la mano á la que allá en su oido
hizo sonar la frase de ventura
que en otro tiempo mejor de paz le augura.
Y las hermosas vírgenes de Iberia
al cielo alzando sus divinos ojos,
por lágrimas de gozo humedecidos;
desciñendo sus cándidos cendales
y adunándose en coro
cabe el dosel de su adorada REINA
sus voces virginales
así elevan en cántico sonoro:
¿La ves reina? ¡Es la PAZ! vé cual desciende
del empíreo á alegrar la triste España;
vé cual su mano, bondadosa, tiende
al pueblo desvalido
en que Marte cebó su injusta saña”.
Vicente Barrantes y Salamanca.