vestidos de gracia_11
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Lección 11 para el 11 de junio de 2011
“Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos” (Mateo, 21: 45)
Esta tercera parábola, la de la fiesta de bodas, está también dirigida a los sacerdotes y fariseos, como representantes del pueblo de Israel.
En el capítulo 21 de Mateo podemos ver el contexto
de esta parábola.
Después de la entrada triunfal en Jerusalén, Jesús limpia el templo de mercaderes y se dedica a enseñar en él.
Cuando los sacerdotes y los ancianos ven esto, ponen en duda la autoridad de Jesús.
Jesús les contesta con varias parábolas: La parábola de los dos hijos y la de los labradores malvados.
EL REY:Dios Padre.
EL HIJO:Jesucristo.
LOS CONVIDADOS:El pueblo de Israel.
Un rey va a celebrar la boda de su hijo e invita a muchas personas a estas bodas.Cuando todo está preparado, envía a sus sirvientes a llamar a estos invitados.
Observemos que, antes de ser llamados a las bodas, los convidados habían recibido ya la invitación y la habían aceptado.
El pueblo de Israel recibió su invitación a las bodas, durante toda su historia, a través de los profetas enviados por Dios.
La parábola comienza cuando los sirvientes son enviados a recordarles esta invitación. Éste es el llamado a participar de las bodas.
¿Quiénes son los siervos que hacen este primer llamamiento a los invitados?
Este primer llamamiento se hizo a través de Juan el Bautista, Jesús y sus discípulos.El pueblo de Israel rechazó este llamamiento.
“En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo, 3: 1-2)
“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo, 4: 17)
“A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis… Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado” (Mateo, 10: 5, 7)
“Los que habían sido invitados a la fiesta no vinieron. Los siervos fueron enviados
más tarde para decirles: "He aquí, mi comida he aparejado; mis toros y animales
engordados son muertos, y todo está prevenido: venid a las bodas". Tal fue el mensaje
dado a la nación judía después de la crucifixión de Cristo, pero la nación que
aseveraba ser el pueblo peculiar de Dios rechazó el Evangelio que se le traía con el
poder del Espíritu Santo.
E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 24, pg. 250)
Cuando el pueblo de Israel rechazó el mensaje de Jesús, Dios les envió a los apóstoles y discípulos con un segundo mensaje de invitación.
Muchos hicieron esto de la manera más despectiva.
Otros se exasperaron tanto por el ofrecimiento de
la salvación, por la oferta de perdón, por haber
rechazado al Señor de gloria, que se volvieron
contra los portadores del mensaje. Hubo "una
grande persecución". Muchos hombres y mujeres
fueron echados en la cárcel, y fueron muertos
algunos de los mensajeros del Señor, como
Esteban y Santiago. Así selló el pueblo judío su
rechazamiento de la misericordia de Dios”
“Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad” (Mateo, 22: 7)
Esto ocurrió en el año 70 d.C., cuando el ejército romano comandado por Tito entró en la ciudad, la arrasó y destruyó el Templo. Los supervivientes fueron dispersados por todo el mundo y muchos de ellos esclavizados y enviados a Roma.
Con esta frase, Jesús anuncia al pueblo de Israel las consecuencias inmediatas de su rechazo al mensaje de Salvación: Jerusalén sería completamente destruida y dispersada la nación.
Con las bodas preparadas y sin convidados (porque los convidados no fueron dignos) el rey manda a sus siervos para que se pongan en los caminos y llamen a todos los que pasen por allí para invitarlos a celebrar las bodas.
Una vez que el pueblo de Israel rechazó definitivamente el mensaje de Salvación,¿a quiénes se les llevó este mensaje?
“Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra”
Hechos, 13: 46-47
Con este tercer llamamiento, el salón de bodas se llenó al fin.
Pero se llenó de toda clase de gente: buenos y malos.
Este enorme salón, donde caben todos aquellos que quieren escuchar el mensaje de Salvación, es la Iglesia.
Unos vienen a disfrutar del los beneficios del banquete y otros a honrar al Rey que los ha invitado.
A cada persona que entraba al salón de las bodas se les ofrecía un vestido. Éste era un regalo especial y costoso por parte del rey. Al aceptar este vestido, los convidados mostraban su respeto por el dador de la fiesta.
El vestido especial de bodas es la salvación ofrecida gratuitamente por Dios y el carácter que lleva implícito.
“Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su
corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a
ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su
vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su
justicia” (E.G.W., “Palabras de vida del gran Maestro”, cp. 24, pg. 253)
“El examen que de los convidados a la
fiesta hace el rey, representa una obra de
juicio. Los convidados a la fiesta del
Evangelio son aquellos que profesan
servir a Dios, aquellos cuyos nombres
están escritos en el libro de la vida. Pero
no todos los que profesan ser cristianos
son verdaderos discípulos. Antes que se
dé la recompensa final, debe decidirse
quiénes son idóneos para compartir la
herencia de los justos. Esta decisión debe
hacerse antes de la segunda venida de
Cristo en las nubes del cielo…
Mientras los hombres moran todavía en
la tierra se verifica la obra del juicio
investigador en los atrios del cielo.
Delante de Dios pasa el registro de la
vida de todos sus profesos seguidores.
Todos son examinados según lo
registrado en los libros del cielo, y según
sus hechos queda para siempre fijado el
destino de cada uno”E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 24, pg. 251-252)
Al convidado que no llevaba puesto el vestido de bodas se le da la oportunidad de explicar su comportamiento.
En la segunda resurrección, cuando descienda la Nueva Jerusalén, aquellos que no hayan llevado en esta tierra el vestido de Cristo, serán confrontados con sus acusaciones y se les dará la oportunidad de defenderse.
Entonces, toda la gloria de este mundo, sus riquezas y su fama, les parecerán insignificantes. Verán que la ropa que han escogido llevar son la insignia de su alianza con el primer apóstata. Al igual que el hombre de la parábola, no tendrán nada que argumentar en su defensa.
Pero aquellos que se hayan vestido con el manto de justicia de Cristo, la recompensa llegará con la Segunda Venida: “Y así estaremos SIEMPRE con el Señor”(1ª de Tesalonicenses, 4: 17)
“Los días de gracia que
tenemos están terminando
rápidamente. El fin está cerca.
A nosotros se nos hace la
advertencia: "Mirad por
vosotros, que vuestros
corazones no sean cargados de
glotonería y embriaguez, y de
los cuidados de esta vida, y
venga de repente sobre
vosotros aquel día". Estad
apercibidos, no sea que el
banquete del Rey os sorprenda
sin vestido de bodas”
E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 24, pg. 259-260)