víctor hugo - el año terrible. sedán y la commune de parís

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    E L A O

    T E R R I B L E

    El estado de sitio, que todava rema , forma parte del ASo TERRIBLE. Esta es la

    causa por que aparecen en la presente obra algunas linea s de puntos, lo cual in

    dicar para el porvenir la fecha de su publicacin.

    Por igual motivo varias de las com posiciones que la constituyen, pertene cientes

    sobre iodo las seccionos

    ABRIL, ATO, JUNIO

    y juno, han tenido que ser aplaza

    das.

    Aparecern ms tarde.

    L a poca que corre pasar. Estamos en posesin de R epblica, y obtendremos

    la libertad.

    Paris,

    Abril de 187*.

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    VCTOR HUGO

    Naci en Besangon el 26 Febrero 1802.

    Muri en Pars el22Mayo i88y

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    VCTOR HUGO

    TRADUCCIN DE

    M AR I AN O B L A N C H

    EL AO

    TERRIBLE

    SEDN Y LA COMM UNE DE PARS

    Traducido de la vigsima sptima edicin francesa.

    TERCERA EDICIN ESPAOLA

    "3P

    BARCELONA

    S a u r y Sa .Toa . t e r, e d i t o r e s

    P L A Z A N U E V A , HC MC B O 5

    1896

    http://sa.toa.ter/http://sa.toa.ter/
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    E S P R O P I E DA D DE L O S E DI T O R E S

    Queda hecho el depsito que marca la ley.

    Imprenta de Jaime Jeps, Notariado, 9, Telefono 151.BARCELONA

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    P A R S ,

    capital

    de las naciones.

    V. H.

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    3CXC0OCCXO^CXCXXDXXCCCCCCCCCXC0C0CCO0C9

    J u n i o

    I.

    Un da vi

    cor rer

    la

    s a n a r e

    po r

    todos lados

    1 i "

    II. Como M ant ene rse fraternal

    e s s e r

    q u i m r i c o .

    . . . 148

    III f e s t e ja se m ic l emenc ia c o n u n aserenata 1W

    IV. N opo.soo e n lac i u d a d u np a l ac io ep i s co p a l . . . . 1W

    V. Al nbnndonac B ruselas 130

    VI. A la seora de Pablo Meurlce 132

    VII No mo siento enco lerizado y esto os sor pre nd e. . . 153

    VIH. Q uin Vene t a culpa? 153

    IX. Pasa

    la

    herida pr is ionera

    En su

    frente

    13a

    X. U na mujer d i jomo

    lo

    s iguiente :

    H u . 138

    XI . Sobre

    una

    bar r icada ,

    en

    medio

    do los

    ad o q u i n es .

    . . 157

    XII

    Fusilamientos 138

    XIII 4

    lo* que secen pisoteados . 161

    XIV

    A Viatiden 166

    XV. Cons tan temente s er ep i t e e l mis mo hocho .E s prec iso . . 168

    XVI ;O h sombr a h is tor ia : n o qu ie ro condenar a nad io . . . 168

    XVII. Participio pasado d e l verbo Tropchoir 172

    XVill. i o s inocentes 173

    Ju l io

    I Loado coces 173

    II . Flujo / reflujo 181

    III F.Ipo-ceir 183

    IV . Los crur.1Jlc.ad0s 183

    V.

    Fallcenfels

    183

    VI.

    Los que insultan 188

    VII

    Proceso contra la Rezolucin 188

    VIII

    A Enrique V 189

    IX. Los libelistas de iglesia I811

    X. Oh Cario

    te

    -lento

    m i b d o . . . . . . . 1 9 4

    XI.

    Do

    todo es to , do ' - O obsc uro an t ro

    195

    XII. Tierra yc ie lo sir e i n a b a el m al 201

    E p i l o g o

    E N T R E SOMDIWS 207

    Liberac in de l Terr i tor io

    209

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    P y

    M

    cj^_ ii.g jg . g jg . < f *j>_ ( ^ .gte..< g> * t e j *t e .tte f ig t ? fr g t e ^ ^

    ^ ^ *

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    V I I I

    E L A O T E R R I B L E

    conceptos y el t rad uc tor quiere conserv ar , hasta

    do nd e sea dab le , el p ens am iento del or iginal , p or

    fuerza ado lecer la trad uc ci n de igual defecto.

    As pues, no debe extraar el lector lo inintel igi

    ble de algun os perod os de nu estro traba jo;en todo

    l h em os t ra tad o de pe ne trar la idea expresada po r

    el autor, atenindonos con preferencia esto an

    tes que la galanura de la frase.

    Lo repetimos: slo instancias de un amigo d

    bese el que vea la luz pblica la presente traduc

    cin, pues ni nos creemos con suficientes mri tos

    l i terar ios para traslad ar nu est r o id iom a la sub l im e

    creacin del primer poeta francs contemporneo,

    ni nuest ros estudios nos guan por tan escabrosa

    senda.

    Hecha esta salvedad en descargo nuest ro y que

    deb am os cu an tos nos lea n, vam os dar una l i

    gera idea de la obra qu e ofrecemos al p blic o, va

    lindonos para el caso de la florida pluma de un

    escri tor que la ha anal izado m inu cios am en te , e l

    cual , mejor que nosotros, sabe apreciar todas sus

    bellezas, bellezas que justifican las veintisiete edi

    ciones q u e de ella se han hech o en F ra nc ia en el

    corto espacio de tres aos.

    Acabamos de leer y releer esta epopeya (dice)

    q u e V c t o r Hu g o l l a ma d / Ao T errible, y aun se

    hal la nuest ro espr i tu absorto de asombro por tan

    magnfica poesa. La impresin es profunda, y

    ser universal , cuando el mundo conozca los l t i

    mos cantos del Tirteo francs.

    Se abre el l ibro con alguna desconfianza, pues

    tmese que, causa de tantas fat igas y dolores,

    no tenga el genio el vigor de sus bri l lan tes p r i -

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    DVERTENCI DEL TR DUCTOR IX

    m eros da s , de aquel la poca m em orable en qu e

    produjo

    Las Orientales, Nuestra Seora de Pars

    y

    M arin Delorme.

    Se ve la primera pgina y lese

    un t tu lo fulgurante:

    Sedn.

    Algo grande y terrible se siente al leer la sen

    tencia qu e el au tor fulmina contra Nap olen I I I .

    Se devoran los versos, las pginas, se llega al fin

    del canto, igual por lo menos la La Expiacin

    en

    Los Castigos

    del mismo poeta, y cae el l ibro

    de las manos, pues crese que la historia est juz

    gando un emperador y marcndolo para todos

    los siglos con el estigma de la cobarda y de la in

    famia.

    El genio del poeta resplan dece hoy con m s

    bri llo qu e nu nc a, y tal vez no hay actu alm en te

    quien escriba con la energa pindarica de Vctor

    H ug o. En los versos dedicad os Sed n hay u n

    car cte r, un alm a. A centos de esta fuerza, que se

    repercuten en el mundo, salen de un gran cora

    zn y van herir, con el poder del rayo, los otros

    corazones . Cuando un pueblo encuent ra in t rpre

    tes de semejante tal la para expresar sus torturas,

    desgracias y esperanzas, es porque t iene an vita

    l idad suficiente para corregirse y regenerarse.

    Esta opinin es tan justa, y

    El Ao Terrible

    ha prod ucido una adm iracin tan un n im e, q ue

    los enemigos ms encarnizados del poeta cal lan

    ape nas se atreven pub licar sob re la ob ra algu no s

    equvocos y gracejos des prec iables . L os cr t icos,

    los talentos eminentes encargados de estudiar el

    movimiento l i t e ra r io de Franc ia , han pronun

    ciado su fallo, cualquiera que sea el partido que

    pertenezca n y au nq ue no tengan las opinio nes re-

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    X EL AO T E R R I B L E

    publ icanas de Vc tor Hugo.

    El Ao Terrible,

    di

    cen, es una de las ms grandes composiciones de

    la m us a francesa y da su au tor el pue sto priv i

    legiado entre los poetas del siglo.

    Un anciano refiere las desgracias de su patria

    en versos que tendrn eco en todos los corazones

    franceses. No aparecan los genios juveniles, los

    representantes de la nueva generacin. El jefe l i

    terar io de la ant igua reu ni entonces todas sus

    fuerzas par a hac er la his tor ia de ese ao terrible

    de 1870 187 1, en un poe m a m ere ced or de la

    inmortal idad. Ha real izado su objeto? Sus con

    temporneos lo af i rman y la h is toria lo di r tam

    bin .

    E1 poema, como hemos dicho, pr incipia des

    cribiendo la batal la de

    Sedn

    y luego hay cu atro

    composic iones t i tu ladas :

    A Alemania, A prncipe

    prncipe y medio, Tal para cual y Pars bloqueado .

    En medio de esos cantos de guerra , y como una

    flor agitada por el

    simoun

    africano, se encuentra

    una perla , una lgrima desprendida del a lma del

    poeta, dulce como las ms dulces melodas de las

    Contemplaciones,

    y es la q u e l leva po r epgrafe:

    A

    Juanita.

    Empieza e l s i t io de Pars . Vctor Hugo des

    cribe con elevado acento las torturas de la ciudad

    heroica , de una poblacin compuesta de dos mi

    l lones de habi tantes , que dio e jemplo dt grandes

    virtudes. Llega el mes de Diciembre, mes de com

    bates in tile s y de sacrificios. A trav s de las l

    nea s francesas se con oce en P ar s el m ensaje del

    pres idente Grant a l Congreso d los Es tados Uni

    dos .

    Francia es abandonada por stos , como lo ha

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    A DV ER T E N C I A D EL T R A DU C T O R X I

    sido por las naciones del viejo m u n d o . Fr anc ia

    sufrir sola su m art irio . E l poe ta alza enton ces

    hasta el cielo un grito, un rugido de clera y de

    desesperacin.

    Llega el mes de Enero, el mes de la capitula

    cin de Pars . Vctor Hugo cont ina describin

    dolo todo en versos enrgicos: nunca decae el

    t ono ; la fuerza del estilo iguala la fuerza del pen

    samiento. La poesa

    La paloma mensajera

    es de

    un a tern ur a del ic iosa; y cua ndo viene el m om ento

    supremo de la capi tulacin, e l poeta , comoun len

    her ido y m orib un do , exhala te r r ib les gem idos .

    Para expresar sus angust ias encuent ra su musa

    trgicos y conm oved ores ace nto s. La sor da clera

    del vencido, las pasiones de un pueblo, todos los

    sen tim ien tos de la nacin se tras luce n en esos

    cantos , que mantendrn v ivo ,e te rno , e l od io con

    tra la inflexible A lem an ia.

    N os apro xim am os otra poca funesta de la

    historia de Francia, laguerra civil de 1871 . Co

    m ienza esa lucha qu e V ctor H ug o describe con

    todos sus deta l les. Su voz su en a conjura nd o

    sus compatr iotas que depongan las armas y no se

    deshonren en presencia de Prusia que los mira

    so nrie nd o desde el cast i l lo de V ince nn es. No es es

    cuchado . Un grito de angustia, Nada de represa

    lias

    y

    Los dos trofeos

    son cantos patrit icos y su

    b l imes .

    P ars es ince ndia do Ta l vez no hay en la poe

    sa moderna una cosa igual las estrofas en que

    describe Vctor Hugo este desastre. Y con cunta

    filosofa indaga indica el poeta las causas de la

    catstrofe

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    X II E L AO T E R R I B L E

    Luego viene la descripcin de las jornadas de

    M ayo. El ejrcito y el pueblo luchan la luz del

    incendio de Pars Es la parte ms vigorosa del

    poema. Vctor Hugo toma colores sombros para

    describir esas escenas de matanza, en que se re

    pitieron los horrores solamente soados por los

    profetas y los poetas. Un crtico dice que esta

    parte del

    Ao Terrible

    contiene bellezas que pue

    den llamarse funestas. El poeta, pesar de todo,

    no aconseja la venganza; al contrario, predica la

    clemencia, la unin, la fraternidad.

    E1 poema concluye tambin con palabras de

    amor y de esperanza.

    E1 poeta cree, ama y espera. Tiene fe en la re

    generacin de Francia, en ej triunfo de la rep

    blica, en los futuros y felices destinos de la hu

    manidad.

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    A . A A . A A A . A A A A A A A A A A A A A A A A A A A A A . A A A A A A A A A A .

    P R O L O G O

    L O S 7 . 5 0 0 , 0 0 0 S I

    (Publicados en Mayo 1870.)

    Queris qu e halague la m uched um bre? Eso jam s

    Oh el pueblo est arriba, pero la multitud mantinese

    aba jo. La mu ltitud e s el bosquejo al lado de la broza; es

    el guarismo , gran o de polvo del n m ero ; es el vago pe r

    fil de las sombras dibujadas en medio de la noche. La

    mult i tud pasa, gri ta, l lama, l lora, huye; vertamos sobre

    sus dolores fraternal compasin. M as cuando se levanta

    teniend o la fuerza de su lad o, db ese su gran dez a, al

    peligro, al santo triunfo, al derecho, un lenguaje viril: ya

    qu e es duea , conviene reco rda rle las leyes de lo alto

    qu e dele trea el alm a en los rec ndito s cielos, los prin ci

    pios sag rad os, abso lutos, rad ian tes . Slo se besan sus

    pies desnudos, fros y ensangrentados. No se suea en

    la soledad para arrastrarse por los suelos; la multitud y

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    XIV

    E L A O T E R R I B L E

    el soador tienen rudos encuentros. Con la frente encen

    dida por la clera Ezequiel gritaba las osamentas: Le

    vantao s M oiss m ostrbase severo al exponer sus tabla s;

    Dante reg a ab a. El espritu de los temidos pe nsa do res,

    grave, tempestuoso, semejante al misterioso viento que

    sopla del hon do cielo en el mo vedizo des ierto do Te ba s

    se engu lle, cual nu frago bajel, ese indm ito esp ritu,

    carg ado de ba rred ura s de som bra, por cierto que t iene

    otra cosa en qu ocuparse que ir acariciar, en medio de

    la noche, tard a en estre llarse , ese gran de y enco gido

    monstruo que medita, ya que lleva en su seno el adorable

    maldito en igm a. El huracn no se m ues tra t ierno pa ra

    con los conm ovidos colosos; no son los incensario s qu e

    dejan burlado el esfinge. La verdad, he aqu el grande y

    austero incienso debido esa masa do palpita un misterio,

    y que lleva en su pesado seno el justo derecho confundido

    con el apetito injusto.

    Oh gne ro hu m an o luz y noche, caos de las alm as

    Puede la multitud arrojar l lamas augustas, pero si so

    pla una rfaga de viento, de improviso vese descender de

    lo alto del virgen hon or lo m s hondo d e las cloacas, la

    m uched um bre, hurfana gra nd e y fatal , y esta Juan a de

    Arco se transfo rm a en M esalina. Ah cuando G raco se

    yergue en la flamgera tribuna; cuando muerde Cinegires

    las fugitivas naves; cuando en compaa de los Trescien

    tos,

    hombres probados^ Lenidas cae sobre Termopilas;

    cu and o s ur g e Bo tzaris; cuand o el confederado Schwitz

    destroz a al A ustria con su fuerte y ferrado bas tn ; cu an

    do el altivo W inkelried, abriendo sus picos brazos, mu e

    re ahogado por las picas; cuando combate Washington;

    cuando se aparec e Bolvar; cuand o Pelag io ru ge en el

    fondo de su selva; cuando M ann despertand o lo s m uer

    tos , galvaniza al viejo dormiln de bronce, el len de Ve-

    necia; cuando el gran campesino expulsa patadas

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    P R L O G O X V

    Lautrec de Lombarda y de Francia Talbot; cuando

    Garibaldi, rudo pa ra el vil hipcrita sacerd ote, prta se

    cual uno de los hroes de Homero en los montes de Te-

    crito,

    y sbitam ente hace brillar oh san ta Lib ertad tu

    crter al lado del Etna; cuando la Convencin impasible

    hace frente treinta reyes env ueltos en un a m isma tem

    pestad; cuando , coaligada y terr ible y volviendo trae r

    las som bras de la noche, tod a la Eu rop a co rre pres uro sa,

    m ug e y desapa rece como la espu m osa ola al pie del di

    que, presencia de los pensativos granaderos de Sambre

    y M euse, es el pueblo que ob ra. Salve, oh pueblo sob e

    rano

    M ascuando el lazzarone el t ransteve rino d e algn

    Sixto V besa de hinojos el bculo; cuando la inepta, in

    sensa ta y feroz ba rah un da aho ga bajo sus olas, conmovi

    das po r salvaje aqu iln, la ho nra de Coligny y la razn

    de Ram us; cuando aparece de entre horroro sa som bra

    monstruosa mano, sosteniendo por.los cabellos la cabeza

    de Carlota, plida del hachazo y roja del bofetn que re

    cibiera, es la muchedumbre que as se porta. Y esto me

    dasagraday molesta en gran manera; es el ciego y con

    fuso eleme nto, el n m ero , la n eg ra de bilida d y la fuerza

    som bra. Y si m aana se nos m and a recibir de m anos de

    esa turb a un am o, que ap ag ue m os el fuego de nu estra

    alma y nos cub ram os de ve rg en za, (creis por ve ntu ra

    que nos preoc up arem os lo m s mnimo po r ello? Es indu

    dable qu e veneram os E sparta, A tenas, Pa rs , y todos

    los grandes foros de do salen las grandes exclamaciones;

    empero colocamos mayor altura la augusta conciencia.

    Un mundo culpado no pesa tanto como un justo; todo un

    ocano loco hostiga intilmente un gran corazn. Oh

    m ultitud, ob scura y fcil para el vencedo r Harto me n :

    do te encenagas en el instinto bestial, y por nuestra parte

    te resistimos. Nosotros, hijos de Danton y nietos de

    Hampden, ni queremos el t i rano nombrado Todos, ni el

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    XVI L A O T E R R I B L E

    dspota Uno So lo. Ved al pueblo: m uere, com batiente

    magnfico, por el progreso. Ved la muchedumbre: trafi

    ca con l, de vo ran do su derecho de prim oge nitura en el

    vil plato qu e Rom a en jug a y lava con Asi sea Ved al

    pueblo: se apodera de la Bastilla, descompone la sombra

    m ientras va and and o. Ved al populacho: aguard a al paso

    Arstides, Jess, Zenn, Bruno, Colon, Juana,

    escupindoles el rostro. Ved al pueblo con su esposa, la

    ide a; ved al pop ulach o con su novia, la gu illotina . Pe r

    fectamente, elijo el ideal. Ved al pueblo: trueca abril en

    floreal, convirtese en Repblica, reina y delibera. Ved

    al pop ulacho : acepta Tib erio. Quiero la Repblica y ex

    pulso Csar: los arreo s no pu eden am nistiar la ca

    rroza.

    El derecho est por encima de Todo s; no hay viento con

    trario capaz de de rriba rle, y Tod os no pued en dU traer ni

    enajenar nada del comn porvenir. El pueblo es soberano

    de derecho, y cada cual es su propio rey: esto es el dere

    cho . Na da e s capaz de decentarlo^ Cmo el hom bre que

    veo pasar poseera mi alma? Vergenza M aana serle

    dado ,

    por imbcil voto, apoderarse, prostituir, vender mi

    libertad. Jamsl Puede un da la muchedumbre invadir

    el principio, pe ro la olead a vue lve bajar, se desv anece la

    espuma, y al partir la onda deja descubierto el derecho.

    Quin se ha figurado, pu es , qu e el p rimer advenedizo,

    tenia derecho mi derecho? que yo deba tomar su baje

    za por yugo, por regla su capricho? que yo penetrara en

    el calabozo si l se m eta en la chozuela? que m e viese

    obligado convertirme en eslabn porque todos agrada

    trocarse en ca dena? que el pliegue de la caaheja se con

    vierta en ley del roble?

    Ah primer advenedizo, de la clase media campesino,

    el uno egosta y,ciego el otro, entend m on os. Las revo

    luciones duraderas, hgase lo que se quiera, muestran

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    P R L O G O X V I I

    hacia ese desconocido que arroja su superficie, ya la in

    famia, ya la honra, ya el desdn que la pared muestra al

    estucador. Ved*al pasante de Cartago, de Atenas de

    Roma, semejante al agua que de la fuente cae al suelo,

    encam inarse al arroyo fatal, t ro c nd os e en fango des

    pus de haber sido cristal . Semejante hombre sorprende,

    al cabo de tan bellas y ruda s jo rna da s, por su indiferencia

    en medio de la concupiscencia, los mismos que en un

    principio deslu m hr con sus virtud es: es FalstaT desp us

    de haber sido Bruto; englfase en la orga despus de cu

    brirse de gloria. Preguntadle si sabe su propia historia,

    lo que fu Washington lo que hizo Barra: su muerto co

    razn ya no late al sonido de los nombres que adora.

    Anteriormente restauraba los viejos cultos, los bustos de

    sus derribados hroes, de sus robustos antepasados,

    Focin cadver, Licurgo amortajado, Riego muerto, y

    ahora contemplad qu olvidolFu puro,yactualmen te se

    lava las m an os ; fu, san to, y lo ign ora ; ni siqu iera n ota que

    con la obra presente deshonra su obra pasada; vulvese

    cobarde y vil, l en otro tiempo tan altivo; y sin que se su

    bleve ni pro teste su fuero intern o, em bad urn a inm und a

    taberna con el resto de la cal que sirviera para blanquear

    un sepulcro. Su manchado pedestal se trueca en escabel;

    el honor parcele carga pesada, cubierto de orn, gtico;

    brlase de tan severa armadura, diciendo: [Hierro viejo

    Antes empese en f ieros combates; engao. Fu grande

    y poco le im po rta. Hase convertido en su prop io insulto y

    en su propia irona; tan esclavo es ahora que reniega, in

    dignado de su pasado, evaporado ya; y tocante su anti

    guo valor, infndele miedo.

    Pero por ventura se reprocha al mar que la onda se

    de rru m be ,y la m ultitud sus millones de cabezas? D eque

    sirve sutilizar sus errores, el camino emprendido, los ro

    deos hacia atrs esa humana nube, ese gran torbellino

    a

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    X VI I I EL AO T E R R I B L E

    de vivos, incapaz ay de ser inocente y de ser culpable?

    Para qu? aunq ue vago , obscuro, sin pu nto de apoyo, es

    til; y aunque flotando ante l, su misirf, lo mismo en

    Pars que en Londres, consiste en procurar el progreso,

    del que otros respondern. La Repblica inglesa espira,

    se disuelve, cae, dejand o M ilton en pie de tr s de ella;

    ha desaparecido la muchedumbre, pero queda el pensa

    dor: esto basta para que todo germine y na da m uera . No

    hay desesperacin posible en las cadas del derecho. Qu

    importa el malo feliz, altanero, venerado? Cometes cobar

    da s oh profund o cielo t suc um be s, Rom a; la liberta d

    busca un refugio en las catacumbas, los dioses son del

    vencedor, y Catn pertenece los vencidos. Kosciusko

    surg e de los huesos de Galgacus. Se interrum pe Ju an

    Huss, sea; Lutero contina. La luz encuentra siempre un

    brazo que la sostenga; se ir la muerte, si es preciso,

    para probar que no se ha perdido la fe, y voluntaria, sen

    cillamente, sin espanto, saldr una cohorte de justos de

    la avasal lada m uched um bre, encaminndose en derechu ra

    al sepulcro y aband onan do la vida, pues ab orrecern m s

    los ho m bre s qu e los gu san os de la tie rra. Oh esos

    gran des Rg ulos, cubiertos de eterno olvido, Arria, P or

    cia, esos hroes-mujeres, todos esos nimos puros, esas

    firmes almas, Curtius, Adam Lux, el tranquilo y fuerte

    T hr as ea s, el po deroso Co ndorcet, el estoico Chamfort,

    con qu castidad a ba nd on ro nla indigna t ierra As huye

    la palo m a, as se cierne el cisne, as deja el g uila el pan

    tano de las serpientes. Legando el ejemplo todos, los

    males, cuantos se arrastran por el suelo, al egosmo, al

    crimen, los sombrosy cobardes corazones, quedronse

    dorm idos con neg ro sue o; cerraron los prp ado s para no

    ver nada m s. Esos m rt ires generoso s consag raron el

    deber, y luego se tendieron sobre el fnebre lecho; su

    muerte da indmito beso la virtud.

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    P R L O G O X I X

    Oh caricia sublime y santa del sepulcro lo grande, lo

    puro , lo bueno, lo ideal, lo bello. En presencia de los que

    dicen: no hay nada justo an te todo lo que tu rb a y pe rju

    dica, ante Lo custo, ante Pa llas, ante Oa rrier, ante S n

    chez, ante los apetitos inclinados sobre la nada, negando

    los sofistas, falsos los coraz one s, vacas las fren tes, ;qu

    afirmacin esos graneles suicidios Ah cua nd o todo pa

    rece muerto en el mundo de los vivos, cuando no se sabe

    si dar un paso m s, cuando no sale ni un a exclamacin d e

    entre las masas, cuando el universo slo duda y silencio

    ofrece, aquel que vaya buscar alguno de esos puros di

    funtos en el recinto de los negros fosos y que pegue el

    odo al suelo, preguntando: Hay que creer, austera som

    bra? hro e envelto en ceniza, hay que marcha r? oir un

    acento que sale de la tum ba y dice estrepito sam ente : S

    Oh qu es lo que cae en derre do r n ues tro envuelto en

    som bras? Cuntos copos de nieve Habeislos contado?

    M illones y m s millones Negra noche Los leones se en

    caminan sus madrigueras; dir ase que la vida eterna

    retroced e; la nieve, rep ug na nte nivel del crepscu lo, reba

    ja siniestram ente los montes; sin os que dam osdo rm idos,

    sentimo s que la. m ue rte se apo dera de nu estro se r. La

    nieve cubre el campo y las ciudades; blanquea la cloaca,

    tapando sus viles bocas; la lgubre avalancha vela el em

    pa a do cielo. Oh sombra capa de hielo Po r ve ntu ra

    hem os terminado? Ya no se ve el sen dero ; todo es lazo.

    Sea.

    Qu quedar maana de toda esa nieve, fro velo de la

    tierra semejante al sudario, una hora despus de aparecer

    el sol?

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    2 2

    E L A O T E R R I B L E

    empuj al tirano, hoy larva y espectro, hacia no s

    qu som bra do nde se estremece la historia, m ansin

    qu e todav a nad ie haba visitado ; y all, cual en el

    fondo de siniestro pozo, le perdi. Sobrepuj el juez

    cuanto se predijera.

    Aconteci que cierto da soara aquel hombre: Yo

    reino. S, pero se me desprecia, preciso es que se me

    tem a. Quiero m i vez ser dueo del m un do . Tierra

    valgo tan to com o m i to, y asstem e el derecho de

    aterrorizar. Verdad que no cuento en mi historia con

    una jornada como la de Austerlitz, pero s con un

    brum ario . Aqul est posedo del espritu de M aquia-

    velo al pa r que del de Hom ero, y ambos dos p re s

    tan atencin cuanto hace, mi m e . basta con M a-

    quiavelo. Gallifet me pertenece : antes tuve M oray;

    ahora cuento con Rouher y Devienne.

    Todava no he tom ado M adrid ni Lisboa ni

    Viena ni aples ni Dantzig ni M unich ni

    Dresde, pero no se me escapa rn. En los m ares hum i

    llar la cruz de San Andrs y tendr por tributaria la

    vieja Albin. Ei ladrn que no es rey de reyes vegeta;

    por mi parte prometo engrandecerme. Yo, forbante,

    tend r por lacayos M astii con su m itra, A bdul

    con su tu rb an te , al Czar cub ierto con su piel de oso y

    su gorro de marta. He herido con mis rayos el boule-

    vard M ontm artre, de consiguiente, pued o vencer

    Prusia: tanto vale sitiar Torloni como Berln:

    cuando uno se ha apoderado del Banco tambin pue

    de tom arse M aguncia. San Petersburgo y Stam bul

    son dos perros de porcelana; Po y Galantuomo estn

    en guerra abierta; Inglaterra Irlanda se pelean rui

    dosa m ente cul dos m acho s cabrios en la pra de ra;

    Espaa lanza una granizada de balas sobre Cuba;

    agrranse por los cabellos Jos, pseudo-Csar y Wl-

    he lm , dechado de A tila: pond relos en paz, convirtin

    dom e en arbitro de todos, yo, el hom bre descalado

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    AGO STO DE 1S7O 23

    de antes, el antiguo plebeyo: cabindome la glora,

    casi sin discusin, de ser el Omnipotente y el Altsi

    mo de aqu abajo. De falso Napolen transformarse en

    verd adero Carlo-M agoo cuan bello es Qu se r e

    quiere para esto? Su plicar M agne que adelante un os

    cuartos

    Lebceuf,

    y elegir, como Haroun escoltado de

    noche po r su visir, la ho ra en que todos du erm en ,

    cuando estn desiertas las calles, intentan do br us ca

    m ente la av en tura . No cabe dud a que puede pasarse

    el Rhin despus de haber pasado el Rubicn. Pietri

    me cubrir de flores desde los balcones de su casa.

    M agnan ya no existe, pero Frossa rd vale tanto com o

    l;

    no pued o disponer de Saint-A rnaud, en cambio

    tengo Bazaine.

    Bismarck me hace el efecto de un saltimbanqui;

    creo que soy tan buen cmico como l. Hasta ahora

    he dom ado al deslum hrado acaso, constituyndolo

    en cmplice mo, y estoy enlazado con el fraude.

    Aunque cobarde, he vencido; brillo pesar de mi in

    famia. Adelante acaso no cuento con Pars? Pu es

    soy dueo del gnero humano. Todo me sonre por

    qu de tenerm e en el camino? Slo m e falta ga na r el

    quinterno; prosigamos, ya que la suerte es una bri-

    bona. Pertenceme el universo, as lo quiero, me

    agrada; este negro globo estrellado cabe bajo mi cu

    bilete. He escamoteado la Francia; escamoteemos,

    pues , la Europa. Diciembre es mi manto; la sombra

    me envuelve; han volado las guilas y slo me que

    dan los halcones, pero no importal Es de noche y

    aprovecho su obscuridad

    :

    ataquem os.

    Y sin embargo era da claro, tanto en Londres, co

    mo en Roma, como en Viena, y todo el mundo abra

    los ojos, excepto ese hombre: Berln sonrea y ace

    chaba silencioso. Como estaba ciego, supuso que era

    de noche: todos vean la luz; nicamente l divisaba

    sombras.

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    2 4 EL A SO T E R R I B L E

    Ah sin calcular el tiempo, el sitio, el nmero,

    tientas, fiando en el vaco, sin apoyo, sin ms seguri

    dad que sus propias tinieblas, ese suicida psose al

    frente de nuestros altivos soldados, del ejrcito de

    Francia quien preceda el ren om bre , y sin cao nes,

    sin pan, sin jefes, sin generales, condujo los hroes al

    fondo de la sima. Completamente tranquilo, guiles

    por s mismo hasta el lazo do quedaron envueltos.

    -r-Dnde vas? dice la tumba. Y l responde: Aca

    so lo s?

    II

    Plinio explora el Vesubio y Empedocles el Etna;

    motivo asiste para obrar as esos grandes curiosos,

    pue s en su crter irradia un crep sculo: un bram n

    va Benares y deja que se lo cmala miseria, lo cual

    se comprende, ya que de tal suerte gana el paraso;

    travs de las purpurinas lavas de Lipari boga un pes

    cador en su coralina, dbil tabla que lame y m ue rde

    el prfido mar desde los cabos de Crcega las tem

    pestuosas rocas de Corf; Scrates se le apellida

    discreto y loco Jesucristo, siendo asi quee primero

    es razonable y sublime el seg un do : el profeta negro

    grita alrededor de Solima hasta que cae muerto los

    golpes de las jaba linas; Green se confa al aire y L a-

    peyrouse las olas; Alejandro invade la Persia y Tra-

    jano la Dacia: todos esos ho m bres saben lo qu e hacen ,

    lo que qu iere n. Su audacia lleva un fin; em pero ja

    m s ios siglos, el pasa do, la histo ria haban presen

    ciado el insensato espectculo, el vrtigo, el ensueo

    de un hom bre que, descendiendo por s mismo de

    triunfal y suprema cspide, tirando el obscuro hilo

    po r do baja la m ue rte , se tom a el trabajo de ab rir su

    fosa, y colocando su cabeza bajo la horrorosa cuchilla

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    A GO ST O D E 1 87 O 2 )

    rodeada de m isterio, se la corta para afirmar en sus

    sienes la corona.

    III

    Al caer el cometa en el no ctur no pozo, los soles pre

    sencian su enfriamiento; Satn cado de lo alto con

    serva su grandeza, pues su anonadamiento tiene cier

    to aire de apoteosis; tratndose de un destino altivo,

    visin ind m ita, toda ruido sa catstrofe equivale

    un ltimo rayo. Antes cayera Bonaparte, y su in

    menso crimen no deshonr al abismo; Dios le recha

    z, pero pesar de todo sob ren ada ba en l algo de

    vasto y altivo; la claridad ocultaba la sombra, de

    suerte que la gloria estimaba aquel hombre sombro

    y la humana conciencia dudaba en cierto modo to

    cante al dao que hacen los colosos.

    M alo es divinizar el crim en ; Dios vio que era p rec i

    so renovar el ejemplo.

    Cua ndo un titn ladrn ha trepa do la csp ide,

    todos los ladrones quieren seguirle; por tanto, nece

    stase que en lo sucesivo Sb rigan i no pueda imitar

    Prometeo. Hora es de que el universo sepa horroriza

    do hasta qu punto el pequeo puede sobrepujar al

    grande, cmo un vil arroyuelo es peor que un torren

    te ,

    y cunto estupor encierra el destino, aun despus

    de Waterloo y de Santa Elena. Dios quiere impedir

    que se levanten negros a stro s. Siendo til y justo ter

    minar brumario y ese Diciembre velado todava por

    una salpicadura que llega al firmamento y envuelto

    adem as en los enorme s recuerd os de antes, necesi

    tndose arrojar el ltimo peso la balanza, Aquel

    que todo lo mide quiso ensear al mundo el execra

    ble derrumbamiento despus del gran final, para que

    el gnero humano recibiese una leccin y menospre

    ciara al causante de todo, ante el que tembl; para

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    2 6 EL AO T ER R I B L E

    que despus de la epopeya se ofreciera la parod ia, y

    para que viramos lo horrorosa, devastadora in

    fructfera que puede ser una tragedia cuando es un

    enano el que imita l cada del gigante.

    Como ese hombre personificaba el crimen, preciso

    era que todo el baldn recayese sobre l, quedndole

    perennemente el luto por pedestal; preciso era que el

    fin de ese intrigante fatal, quien tal punto llev la

    insidia que hasta avergonz las cosas ms destitui

    das de vergenza (y que, Csar, olfatebanle con re

    pugnancia los perros), preciso era, digo, que al caer

    en la cloaca la produjese nuseas.

    IV

    Risueo es Azincourt. De hoy en adelante Rami-

    llies, Trafalgar, halagan casi nuestras melancolas;

    Po itiers ya no con stituye u na pgina de luto, ni Blen-

    heim figura en el nmero de las afrentas; Crecy ha

    dejado de ser el campo donde inclinamos la frente, y

    el neg ro Rosbach hceno s el efecto de un a vic toria .

    Oh Francia La pgina repu gn ante de tu historia es

    Sed an. Escupe este fnebre nom bre, ante el que tod o

    se eclipsa, para no pronunciarlo nunca ms.

    V

    Llano Horroroso pu nto de cita Ellos han llegado

    y nosotros tambin. Dos bosques vivos, formados de

    humanas cabezas, brazos, pies, voces, sables y furo

    res, ma rch an uno al en cu en tro del otro y se confun

    de n. Qu espec tculo Oigo gr ito s. Acaso es la voz

    del can? son las catapultas? A veces el sepulcro

    mustrase tumultuoso, lo cual l lamamos altos he

    chos,

    hazaas; todo huye, todo se derrumba, y al es

    trpito levanta la cabeza el gusano. Los reyes lanzan

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    AGOSTO DE 1 8 7 0 27

    senten cias, y el hom bre h ejectalas en el ho m bre,

    obtenindose cual laurel de la victoria la. m ue rte de

    un her m ano . Despus de Farsalia, despus de H as-

    t ings , despus de Jena, el uno se proclama vencedor

    y el otro llora sobre sus ruin as . Oh gu err a La ca

    sualidad pasa mo ntada en carro de som bras tirado

    por espantosos invisibles caballos.

    Indmita era la lucha. Fuego lanzaban las pupilas

    de los combatientes en el fragor de desenfrenada car

    nice ra; el fusil Chassepot desafiaba al Dreyse; en el

    horizonte aullaban medusas, rechinando en obscura

    nube salpicada de sangre, culebrinas de acero, bom

    ba rda s, am etralladoras. En lontananza los cuervos se

    fijaban en esas obreras, pues no hay festn sin carne,

    ni carnicera sin banquete. La rabia envolva las som

    bras , y se comunicaba, cual si tomara cartas la natu

    raleza en la batalla, del hombre tembloroso al rbol

    que se estremece. El mismo campo fatal pareca fue

    ra de si.

    ste vease rechaza do, aqul im pelid o: all estaban

    Alemania y Fran cia. Tod os a briga ban la trgica es

    peranza de mo rir la repu gn ante dicha de m ata r,

    no encontrndose uno solo entre tanto s hom bres

    quien no embriagara la sangre con su acre perfume,

    ni que cejar, pues supremos eran los momentos. La

    semilla sembrada por horroroso brazo, Ja metralla,

    llova sobre el campo tenebroso; y respiraban peno

    samente los heridos, quienes se pisoteaba, y bra

    maban los caones lanzando sobre las masas formi

    dable humareda que se perda en el espacio. En me

    dio del spero encarnizamiento todos recordaban sus

    debe res, el ho no r qu e les ligaba su s ba nd eras , la

    abnegacin, y la patria. De improviso, entre aquella

    bruma, al estrpito producido por el trueno, en la

    eno rm e som bra do re la visionaria m ue rte , en el caos

    de los picos choques, en medio del infierno de cobre

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    *8 E L A O T E R R I B L E

    y de bronce que dan contra el hierro, y de lo que

    derriba aplastando cuanto cae, entre el ruido de la

    salvaje hec atom be, al toq ue de los rudo s clarines que

    entonan su sombra cantinela, mientras luchaban

    nuestros soldados, altivos y tratando de igualar

    sus antep asad os, veneracin de los pueblos, de re

    pente (lo cual estremeciera las feroces banderas), y

    mientras que, plegndose los decretos del destino

    todo se desan graba , com bata, resista m ora, de

    repente, repito, yese este grito monstruoso: Quiero

    vivir

    Calla el can estupefacto, interrmpese la ebria

    pelea... Acabbanse de pronunciar las dos palabras

    fatales.

    La negra guila abre sus garras y aguarda.

    VI

    Entonces la Galia, entonces Francia, la gloria, y

    B renn us, la auda cia, y Clodoveo.la victoria, entonces

    el viejo titn cltico de larga m elena , y el altivo gr u

    po de las batallas, Chlons, Tolbiac la indomable, la

    crue l Arezzo, Bovines, M arignn, Beaug, M ons-en -

    Puelle, Tours, Rvena, Agnadel sobre su elevado

    palafrn, Fornoue, Ivry, Coutras, Cerisolles, Rocroi,

    Denain y Fontenoy, mezclando esas inmortales el re

    lmpago de la frente al brillo de las alas, Jemmape,

    Hohnlinden, Lodi, Wagram, Eylau, los hombres

    del ltimo cuadro de Waterloo, y esos guerreros

    tales como Heristal, Carlo-M agno, Carlos M artel,

    Turena, espanto de la Alemania,- Conde, Viars,

    famoso por su buena estrella, K'eber, nuevo Aquiles,

    y Desaix, otro Escipin, y Napolen, ms grande que

    Csar y Pompeyo, por manos de un bandido entre

    garon sus espadas.

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    SEPTIEMB R E DE 187O

    20

    SEPTIEMBRE

    1

    Eleccin entre las dos naciones

    ALEM ANIA

    No hay nacin ms grande que t: en otro tiempo

    todo el orbe era espantosa mansin, y fuiste el pue

    blo justo entre los pueblos fuertes. Sombra tiara cie

    tu augusta frente; sin embargo, brillas lo mismo oue

    la Ind ia, de fabuloso aspecto. Oh pas de los ho m bres

    de ojos azules altiva clarid ad en el tenebroso fondo

    de Europa spera, informe inmensa gloria te en

    vuelve; tu faro resplandece en el monte de los Gigan

    tes, y cual el guila m arin a q ue cam bia de ocano,

    pasaste sucesivamente de una otra grandeza. AI

    discreto Huss sigui Crescentius el apstol; en tu

    patria Ba rbarroja no es bice pa ra, qu e nazca u n

    Schiller; el emperador, pesar de hallarse tal altu

    ra, teme al genio, es decir, al relmpago. No, nada

    en la tierra puede eclipsarte, Alemania. Tu Vitikind

    hace frente nuestro Carlo-M agno, y aun ste te per

    tenece un tanto como soldado. Por momentos pareca

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    } 0 E L AO T E R R I B L E

    que un astro te guiara, vindote los pueblos oh fe

    cundo gue rrero rebelde al doble yug o que pesa so

    bre el universo, resistir, empuando la aurora en tus

    frreas manos, Csar Hermann y Pedro Lutero.

    D ura nte m uc ho tiempo fuiste la solitaria del aejo

    derecho de los ven cidos , asi com o el roble ofrece su s

    brazos la yedra. As como se mezclan la plata y el

    plomo en el bronc e, sup iste fundir en un pueblo nico

    y soberano veinte tribus: el huno, el d'acio, el sicam-

    bro .

    El Rhin te prodig el oro y el Bltico el m

    bar; la msica constituye tu aliento; alma, armona,

    incienso, hace alternar en tus poderosos himnos el

    graznido del guila con el canto de la alondra; sobre

    tus desmoronados burgos crese ver la sombra de la

    hidra y del guerrero vagamente vislumbrados en el

    m on te, cernindose por encima del true no . Nada m s

    bello y risueo que tus verdes llanuras; los rayos pe

    netran por los portillos de la niebla, y duerme el ca

    sero, agrupado bajo las alas de la morada seorial.

    Apoyada al anochecer la rubia doncella en el brocal

    de las ciste rna s, asemjase los ngeles del cie lo.

    Cual templo sostenido por extraos pilares, la Ale

    m ania m antinese en .pie trav s de veinte rep ug

    nantes siglos, derivando de ellos su esplendor que se

    destaca de entre sombras. Cuenta con ms hroes

    que cimas tiene el m on te A thos. Aparece la Teu tonia

    en el dintel de las sublimes nubes donde la estrella

    anda mezclada con el rayo; de noche sus picas ase-

    mjanse un bosque, por encima de su cabeza victo

    rioso clarn prolonga sus sonidos, igualando su le

    yenda su historia. En la Turingia, donde Thor

    m antiene su lanza en ristre , andaba erran te Gan na,

    la desmelenada druidisa. Bajo los ros, cuyas aguas

    acarreaba n vagas llam as, cantaban las sirenas, m ons

    truos con senos femeninos, y el Harz, frecuentado por

    Velleda, el Taunus, donde Spillyre secaba en la hier-

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    SEPT IEMBR E DE 18 70 3 I

    ba sus desnudos pies, todava no han perdido laagrestre y divina tristeza que en las profundas arbo

    ledas deja la profetisa. De noche la Selva Negra es un

    siniestro Edn; orillas del Neckar la claridad de la

    luna vuelve sonoros y aviva repentinamente los rbo

    les poblados de hada s. Oh teutones vuestros se pu l

    cros parecen trofeos; vuestros antepasados slo gran

    des osamentas sembraron, vuestros laureles vense

    esparcidos por do qu iera M ostraos altaneros, alemanes Vuestras sandalias abarcan pies ti tnicos. Des

    lumbrante dibujo, la gloria feudal dora vuestros mo

    rriones, blasona vuestros escudos, y as como Roma

    puede presentar Cocles, vosotros tenis un Galga-

    cus y un Beethoven que oponer al Homero de la Gre

    cia, Alemania es poderosa y magnfica.

    FRANCIA

    Oh madre ma

    II

    A principe principe y medio

    #

    El emperador hace la guerra al rey.

    Y decamos en nuestros adentros: Las gu erra s son

    el preludio de las revoluciones.Al par que pensba

    mos:

    Esto es la guerra, pero una guerra grandiosa.

    El infierno quiere un laurel, la muerte una ofrenda;

    estos dos reyes han jurado apagar la luz del sol; va

    derramarse mares la roja sangre del globo, siendo

    segad os los ho m bre s lo mismo que la hierba. Infames

    sern los vencedores, si bien magnficos.Y nosotros

    que queram os que el hom bre viviera en paz, noso tros

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    3 2 EL AO T E R R I B L E

    qu e dam os la tierra al arad o y no los caones , tris tes ,

    au nq ue altivos, decamos; Francia y Pru sia Qu

    im po rta qu e ese btavo ataqu e ese borusq Dejemos

    ob rar los reyes; luego se aparecer el A ltsimo.Yso

    bam os el choqu e de Vichnu contra Indra, un avatar

    empollado por un apocalipsis, el resplandor pasando

    trav s del eclipse; so ba m os los enorm es com bates

    nocturnos; sobamos ese caos de clera y de estr

    pito en qu e el hu ra c n se ensaa con el ocano , en

    que el ngel, sujeto por los brazos del gigante, lucha

    y mezcla su sangre celestial con la negra sangre del

    titn; sobamos Apolo contra Leviatn: nos ima

    ginbam os la som bra en plena dem encia; hacamos

    chocar, en el horro r de inm ensa querella, Rosbach

    contra Jena, Roma contra Alarico, el gran Napolen

    y el gran Federico; creamos ver hacia nosotros, pre

    surosa s y volando con la m ay or rapidez posible cual

    golon drinas, las victorias, y as como el pjaro co rre

    en busca de su nido, ir en derechura la Francia, al

    progreso, la justicia, al derecho; creamos asistir

    un choque latal de los tronos, al siniestro fin de las

    vetustas Babilonias, al espectculo del continente tri

    turado, muerto, resucitado en un desarrollo de alba

    y de libertad, y ver tal vez, despus de monstruosos

    desastres, nacer un mundo travs de un cataclismo

    de astros.

    De suerte q ue estbam os soand o. Bien, decamos:

    ser como Arbelle, A ctium , Tra sim ne y Zara, horr o

    roso,p ero g ran de . Una sima con su pendiente y todo

    el universo junto la orilla, lo mismo que en Lepan-

    to , que en Tolbiac, que en Tiro, que en Poitiers.

    Nuestros porteros la Clera, la Fuerza y la Noche van

    abrir ante nosotros la ancha tumba: fuerza ser que

    desciendan ella el Su r el N orte; fuerza ser qu e

    una otra raza caiga al fondo del abismo donde que

    dan reducidos la na da reyes y dioses. Y pensativos,

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    SEPT IEMBR E DE 187O 33

    creyendo ver venir hacia nosotros la gloria, choques

    como los que presenciaron el Loire, Wagram tonan-

    te ,

    Leipzig magnfica y repugnante, Cyrus, Senna-

    cherib, Csar, Federico segundo, Nemrod, temblba

    mos al acercarse esos sombros momentos...De re

    repente sentimos una mano que se introduce en

    nuestros bolsillos.

    He aqu de lo que se trata : A poderarse de nue stro

    dinero.

    Con harta exactitud se deca: Bonaparte indigente

    fu un estafador, y debe esta r esperanzado de robar

    la Alemania as como rob la Francia. Escamote

    el trono, es hombre vil, trapacero indecente, nadie

    lo niega; em pero nos formbam os la ilusin de que

    topara con un viejo rey, muy pagado de su alcurnia,teniendo Dios por corona y el hon or por coraza. Y

    en co ntra r ante l, como en tiem po de los Dunois, un o

    de esos paladines de los antigu os torne os cuya arm a

    dura modlase vagamente en las matutinas y bulli

    ciosas nu be s, ;oh cada |oh ilusin qu cam bio de

    decoracin Esto es un a silba y no el toq ue de la

    guerrera t rompa.

    Es de noche. Presntase nuestros atnitos ojos

    salvaje jaral donde hormiguean los sables, brillando

    los caones de los fusiles entre las ramas; resuenan

    gritos en la sombra. Sorpresa, emboscada. Deteneos

    Todo se ilum ina, ofreciendo el bosque po r do quiera

    su claraboya donde brilla roja luz. Sus se aplastar

    la cabeza todos si alguno se mueve. Boca abajo y

    que nadie que de en pie Y ahora ven ga vuestro dine

    ro ,

    sin que falte ni un bolo. Qu importa que os

    agrade no manteneros de rodillas sobre el fango Y

    se os registra con una bayoneta asestada al pecho.

    Somos diez contra uno, armados hasta los dientes;

    3

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    34 EL AO TERR IBLE

    resistir seria un a im pru de nc ia. Obedeced Es tos

    acentos parecen salir de un antro. Qu hacer? Todos

    alargan la bolsa y besan la tierra; y en semejante

    postura se piensa en aquellos pases que antes se

    nombraban Polonia. Francfort, Hesse, Hnnover.

    Ya est levantaos Nos en con tram os pobres en me

    dio de la Selva Negra, y nosotros, que no estamos

    iniciados en las traiciones salvajes, nosotros, ignoran

    tes del arte de reinar, nosotros, profanos, reconoce

    m os que C artouche haca la gu erra Sc hind erha nne s.

    III

    Tal para cual

    M irad, p ues : aqu el bragazas del crim en; all, ton

    tamente servido por cuantos oprime, el ogro del de

    recho divino, devoto, exacto, moral, nacido para ser

    em per ado r sin h abe r pasad o de cabo.' Aqu el gitan o,

    all el sicambro; el degollador lucha con el dos-

    diciembre. A un lado la liebre, en el otro el chacal;

    la caada de Ollioule y la casa Bancal parecen haber

    suministrado ciertos reyes; los calabreses no cuentan

    entre ellos nada de ms horroso que esos tunos. Pi

    llaje, extorsin, he aqu su sistem a de gu erra , arte q ue

    haria las delicias de Poulailler, pero abrumara Fo-

    lard. Es la nocturna detencin de un coche que viaja.

    S,

    vil es Bonaparte, pero Guillermo es atroz; nada

    ms imbcil ah que el guante que ese candido pillo

    arroja al rostro de aquel negro bandido. El uno ataca

    con nad a; el otro acepta el reto y saca bru sca m en te el

    rayo de su bolsillo; suave y tra ido r era el tru en o, y se

    ocultaba. Su em perad or tena al nuestro por un jugu e

    te.

    Rese: Ven ac, chiquillo

    Y

    el chicuelo se acerca

    tropezando. Carnicera, muertos montones, luto,

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    SEPTIEMBRE DE 187O 3)

    horror, traicin, tumulto infame alrededor del sinies

    tro horizonte. Ante esos innum erab les atentados apo

    drase del pensador cierto deslum bram iento somb ro.

    Cuntos crm enes , justo cielo Ah qu horroroso

    desenlacel Oh Fra ncia un a rfaga de viento disipa en

    el acto esa sombra de Csar y esa sombra de ejrcito.

    Guerra en que el un o es llama y el otro h u m o .

    IV

    Paris bloqueado

    Oh ciudad la historia se postrar tu s pies. E n

    desangrarte est tu belleza; en la muerte estriba tu

    victoria. Pero no, t no mueres. Corre tu sangre, y

    cuantos contemplaban Csar sonriente en tus pere

    zosos brazos se sorprenden: salvas la llama expiato

    ria, y la admiracin de los pueblos, y la gloria oh

    Par s dante m s de lo que pierde s. Ciudad enlutada,

    conquistas a tus sitiadores. La baja y falsa prosperi

    dad es la muerte lenta; caas loca y alegre, y te en

    grandeces sangrienta. T, quien adormeciera el

    imperio envenenador, te libraste de la humillacin de

    tan repugnante felicidad. Despiertas diosa, y expul

    sas al stiro; te conviertes en guerrera al convertirte

    en m rtir; y en el ho no r, en lo bello, en lo verd ade ro,

    en las grandes costumbres, renaces de un lado cuan

    do mueres del otro.

    V

    A Juanita

    Ayer cumpliste un ao, querida ma; contenta ests

    garlando, como bajo la enramada, en el fondo del ms

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    3 6 EL AO T ER R I B L E

    tierno nido, abrien do con vagu edad los ojos; los re

    cin nacidos pajarillos gorjean alegres al ver que em

    pieza salirles la pluma. Rosada es tu boca, Juanita,

    y en los gruesos tomos cuyas lminas te encantan, y

    que para complacerte he de permitir que los ajen tus

    lindas manos, hay preciosos versos, pero ni uno solo

    que valga lo que t cuando al verme tiembla todo tu

    cuerpecito. Los autores ms famosos no han escrito

    nada mejor que el pensamiento semidescogido en tus

    ojos, y que tu obscuro, desparram ado y extrao e n

    sueo, contemplando al hombre con la ignorancia

    del ngel. Dios no se encuentra muy lejos, Juanita,

    puesto que te esto)

    7

    viendo. Ah tienes un a o , bella

    edad Hay m om entos en que te encu entro grave, aun

    qu e ar ro ba da ; ests en el celestial ins tan te de la vida

    en que no hay sombras para el hombre, en que cuan

    do el nio estrecha sus padres entre sus bracitos,

    abraza el universo; tu joven alma vive, suea, rie,

    llora, espera de tu madre Alice tu padre Carlos:

    todo el horizonte que tu espritu es capaz de conte

    ner se cie de ella que te mece l que te acoge son

    riente ; en esa hora prim era estos dos seres co ns titu

    yen pa ra t toda caricia y toda luz; ellos do s, slo

    ellos, oh Jua na y nada m s justo Y soy , y existo,

    humilde abuelo, porque te sigo; y tu llegas y yo me

    voy; y adoro, yo que slo puedo aspirar las som

    bras noc turn as, el derecho q ue t tienes la auro ra.

    T y tu rubio hermano Jorge llenis mi alma; con

    templo vuestros infantiles juegos,, y esto me basta.

    Slo ansio, despus de las innum erables prueb as que

    he tenido que soportar, una tumba sobre la cual se

    dibuje la sombra de vuestras cunas doradas por el

    sol levante.

    Ah inocente, y soadora recin venida: para nacer

    escogiste ho ra bien singu lar.'E sts oh Jua nita fami

    liarizada con el terror; sonres ante un mundo que

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    S EP T I E M B R E D E 1 87 O 3 7

    da las ltimas boqueadas; zumbas cual la abeja en la

    floresta, y mezclas tu encantador murmurio al gran

    dioso Pars que hace resonar su formidable armadu

    ra. Ah Juan ita Cuando te oigo can tar y que m e

    diriges la palabra con tu suave vocecita: cuando con

    templo tu s m anos extendidas sobre nues tras cabezas,

    parceme que la sombra do mugen las tempestades

    tiembla y se aleja lanzando sordos rugidos, y que

    Dios hace bendecir por una nia la ciudad de los cien

    campanarios, desamparada cual bajel que va estre

    llarse en un escollo, y los enormes caones que guar

    dan la sombra muralla, y el ansioso universo que

    Pars defiende.

    Pars,

    jo de Septiembre de 1870.

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    3 8 EL AO T ER R I B L E

    OCTUBRE

    i

    Yo era el viejo y salvaje vag ab und o de los m ares ,

    una especie de espectro al borde de la amarga sima;

    en medio del spero invierno, azotado por el viento,

    po r la escarch a, por el hu rac n , por la esp um a y en

    vuelto en sombras, escrib un libro, cuyas hojas, una

    vez terminadas, doblaba la tempestad, negro soplo

    las rdenes del expulsado; slo me quedaba el honor

    imperecedero; vine y vi la formidable ciudad: estaba

    hambrienta y puse mi libro al alcance de sus dientes,

    diciendo este pueblo altivo, indmito, ardiente,

    este pueblo indignado, que desconoce el miedo y no

    soporta el yugo ni sigue regla alguna, diciendo este

    Pars , como el klephte al guila: Cmete mi corazn,

    tus alas crecern un palmo. Cuando Jesucristo espi

    r ,

    al morir el gran Pan, Juan y Lucas en Judea y en

    la India Epicuro oyeron un grito de obscura inquie

    tud ; tembl la tierra al d er ru m ba rse el Olimpo; de

    Ofir Canaan y de Asur Saba, as como al doblarse

    el zcalo se dobla la columna, todo el Oriente se in

    clin la cada de Babilonia; hoy el hombre est po

    sedo del mismo horror sagrado, y el edificio siente

    faltarle su pu nto de apoy o: todos tiemblan po r P ars

    quien sujeta vil mano; fenecera el universo si lene-

    ciera esta ciud ad. No slo es un pueb lo sino el m un do

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    O CTU BR E DE 187O 3o

    entero que los reyes tratan de clavar, taciturno y

    sangriento, en la cruz.-Empieza el horroroso suplicio

    del gnero humano.

    As, pues, lucha r. M s que Tro ya y que Tiro, m s

    que Numancia, Pars sitiado debe dar ejemplo. Sea

    mos grandes; desafiemos los bandidos guiados por

    los tiranos. Vuelven los hunos como en tiempo de

    Fredegario; dejemos que rueden hacia nosotros las

    mquinas de guerra; mostremos la cara, no cejemos;

    aceptemos solos, vendidos, ensangrentados, la ruda

    tarea de salvar este pas. Caer sin haber temblado

    vale tanto como vencer. Ser el sueo inmenso de la

    historia, hacer que todo buscador de lo verdadero,

    de lo gran de , de lo bello, imp on ga silencio con el dedo

    al ver una tumba, honra tanto un pueblo como

    un solo hombre, Catones demasiado grande si sobre

    puja Roma, Roma debe igularse con l, debe imi

    tarle;por tanto, Rom a ha de com batir y Pars luc har .

    La labor que nos corresponde acaba por trocarse en

    gavilla nu estra . Co m bate oh Pa rs de m i alma ten,

    pueblo magnfico, acribillado de flechas, pero sin

    mancha en tu escudo, el ilustre encarnizamiento de

    no ser vencido.

    II

    iHe aqu qu e han vuelto los das trgicosl Al ver

    tantos signos desconocidos dirase que ha comenzado

    otra egira para las naciones.

    Plido Alighieri, y t, hijo de Cinegira, oh severos

    testigo s, oh justicieros iguales inclinados, el un o so

    bre Florencia y el otro sobre el A rgos, voso tros, es

    pr itu s que el guila cobija bajo s us alas y quien se

    deben los formidables libros que respiran algo de lo

    que m uge y luce de trs del horizonte; vo sotros,

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    4 0 EL AO TERR IBLE

    quienes lee estremecido el gnero humano, soado

    res que podis decir desde el fondo de vuestras tum

    bas:

    som os dioses m erced al m isterioso tem blor de

    los hombres, Dante, Esquilo, od y ved.

    A esos rey es les viene m uy holgada la corona so

    bre sus estrechas sienes. Vosotros les desdearais,

    pues carecen de la estatura de aquellos que atormen

    tis con vuestros formidables versos, es decir, del jefe

    argivo, y del valor pisano; em pero son m on struo sos,

    no lo neg uis. Slo con serv an de los prim ero s reyes

    el aspecto vulg ar, si bien se presentan acom paa dos

    de guerreras legiones. Empujan sobre Pars los siete

    pueblos sajones, cada uno de los cuales ha de saciar

    su sed de san gre , ofrecindose rep ug na ntes , cub ier

    tos de cascos y de bordad os y blasones: cada uno de

    dichos reyes toma por emblema una especie de ani

    mal salvaje y en su morrin reluce la quimera de un

    rudo y ttrico aguilucho, algn dragn impuro

    agitando su melena; y el gran jee enarbola en lo alto

    de su es tan da rte, teida sucesivamente con los dos

    reflejos de la tu m ba , un a gu ila, blanca d e noche y

    negra de da. En pos de ellos, con gran estruendo y

    bajo todas las formas, krupps, bombardas, caones,

    enorm es am etralladoras , ar ras tran do hasta los pies

    del muro que nombran enemigo el bronce, mudo y

    adormecido esclavo que, cuando se le desbozala,

    apodrase de l frvido celo y empieza destruir una

    ciud ad , sin freno, sin tre gu a, con la ter rib le alegra

    del fuerte metal, cual si se vengara sobre aquellas

    semi-cadas torres d que el hombre le emplee en la

    fabricacin de estatuas cubiertas de baldn, y cual si

    dijera: Pueblo contem pla en m el m on stru o con

    que despus entronizas los reyes. Todo tiembla, y

    los siete jefes forman estrecho pacto de odio.

    All estn, amenazando Pars. Castganlo. De

    qu? De constituir por si solo la Francia y el universo

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    O C T U B R E DE 187O 4

    entero, de brillar por encima de las entreabiertas

    simas,

    de ser un gigantesco brazo apoderado de un

    puado de rayos que no iluminan ningn otro punto

    de Europa; castigan Pars porque es la libertad;

    castigan Pars por ser la ciudad do ruge Danton,

    luce M oliere y re Voltaire; castigan Pars po rque es

    el alma de la tier ra , porq ue cada da rebosa m s vida,

    siendo la grande y profunda antorcha que ningn

    viento apaga, la ardiente idea que se abre paso tra

    vs de las nubes, el nmero, la faz creciente del claro

    progreso en el fondo de som-bro cielo; castigan Pa

    rs porque denuncia el error, porque advierte y tru-

    case en exp lorad or, p orq ue bajo su espantosa gloria

    mustrales un cementerio; porque borra el cadalso,

    el trono, la frontera, el lmite, el combate, el obst

    culo, el foso, y es el porvenir cuando ellos represen

    tan el pasado.

    Ellos no tienen la culpa , pues son las neg ras fue r

    zas que van persiguiendo de noche todas las glorias

    som bras: Can, N em rod, Rh am ses, Cyr us, Gengis,

    Timour. Combaten el derecho, la luz, el amor; qui

    sieran ser gra nd es y slo apare cen disformes Oh

    tierra no quieren que, afortuna da, te duerm as en

    brazos de la sagrada paz y en el himeneo de la divina

    luz con el hu m ano esp ritu. Cond enan devorarse

    los her m ano s, al pueblo ensaarse contraelpueblo,

    y su desgracia consiste en ser omnipotentes y en que

    todos sus instintos excitados p or el avern o, vense

    desvanecidos por la luz del firmamento. Repugnan

    tes reye s No cabe du da que es m s fcil qu e el pjaro

    olvide el camino de su nido, que el tigre se ena m ore

    del cisne , que la d istrad a abeja deje abando nada su

    salvaje colm ena fabricada en el huec o de un a c arra s

    ca, antes de que su alma renuncie las matanzas,

    la ley del sab le, al infame a ses ina to, los clarin es y

    al relinchador caballo de batalla.

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    4*

    E L A O T E R R I B L E

    III

    Siete; la cifra del mal. El nmero de que el Altsi

    mo hace dimanar todas las humanas faltas, Siete

    prncipes: W urtem berg y M ecklemburgo, Nassau,

    Sajonia, Badn, Baviera y Prusia; red fatal. En la

    obscuridad de la noche levantan sus tiendas sepul

    crales. All apa recen los crculos del infierno, e m p a

    adas espirales: odio, invierno, guerra, luto, peste,

    ha m bre, fastidio. P ars tiene sobre s los siete nu do s

    de las tinieblas, Pa rs cue nta delante de sus m ur os

    siete jefes, al igual de Tebas. Inaudito espectculo

    el astro sitiado por el Erebo. La noche asalta la luz;

    el abandonado astro lanza un grito, y la nada prolon

    gada risotada. La ceguera combate la luz; la tacitur

    na envidia ataca al crter augusto de la vida, al gran

    foco ce ntra l, al astro com pa ero de los as tro s. S o r-

    prndense todos los ojos desconocidos abiertos en el

    infinito. Qu pasa, pues? Cm o se em paa la clari

    dad Dilatado estrem ecim iento de ho rror va de estre

    lla estrella. Salva tu obra oh Dios t qu e d e un

    soplo conmueves la sombra de Leviatn retuerce sus

    venenosos brazos. Ya no hay re m edio. Ha com enza

    do la infame batalla.

    As como antes un faro gua rda ba la pu ert a Scea,

    viva luz se desprende del astro, advirtiendo al cielo

    que el infierno su be y desciende la noche. El an tro es

    como enorm e m uralla de hum o donde horm iguea no

    s qu indmito ejrcito; monstruosa nube donde

    luce el bronce,.confundindo se los ru ido s infernales

    y los ruidos sub terrn eos ; y aullando los tru en os en

    el fondo de la geh enn a, p arecen enca den adas fieras.

    Llega informe marea do m ug en los tifones, crecien

    do, rodando y lanzando ahogados gritos, y tal caos

    encarnzase en dar muerte esta esfera. l hiere con

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    OCTUB RE DE 187O 43

    la llama, ella con la luz, y el abismo est en posesin

    del relm pago , y de la luz el a str o. La obsc uridad ,

    ola, brum a, hu rac n , torbellino, cae sobre ste, un a

    y otra vez, trata nd o de verterse po r com pleto en ese

    pozo de la aurora. Quin vencer quin? Temor,

    esperanza Calofros Po r m om en tos b rrase bajo

    horrorosas hinchazones de tinieblas la esplndida re

    dondez del astro, y, como vagamente tiembla y flota

    un rostro cada vez m s siniestro y plido , desapare

    ce.Por ven tura es dado pron un cia r la sentencia de

    una estrella? Quin puede tanto? A quin asiste de

    recho para arrancar del mundo luz tan sagrada y

    alma ta n profunda? El infierno asem jase ho rrib le

    bocaza que m ue rde . Y desaparece el astro. Acaso ha

    muerto?

    De repente brota un rayo de luz por un claro; fla

    mgera melena sacudida por el viento aparece...

    Hele aqu

    Es l. Vivo, enamorado, condena la Noche ver

    se deslum brada, y recobrada de improviso su prim i

    tiva belleza, cubre aqulla con inmensa espuma

    de luz.

    Ha sido vencido el caos? No. Redobla la obscuri

    dad, y vuelve el reflujo del antro invasor: dirase que

    Dios se desalienta.

    Nuevam ente se busca el astro e ntre ho rro res , en

    medio de la obscuridad de la noche, de la tempestad.

    Dnde est? Qu asechanza Ytodo queda suspe n

    so;

    presiente la creacin que es testigo de un crimen,

    y el universo contem pla estupefacto el a bism o qu e,

    sin desca nso, en el fondo del rojo firmam ento, arro ja

    bocanadas de sombra sobre el sol.

    ~2*Sr-

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    44

    E L A O T E R R I B L E

    N O V I E M B R E

    i

    Desde los murosde Pars al anochecer

    Blanqueaba el Occidente y por el Oriente asomaba

    ttrica obscuridad, como si algn bra20 salido del

    fondo de los osarios erigiese un catafalco las noctur

    nas columnas y desplegara dos sudarios sobre el fir

    mamento .

    Y cerraba la noche lo mismo que un calabozo. El

    ave confunda s us quejas con el estreme cimiento de

    la s plan tas, y yo iba and an do . Al fijar m is ojos en el

    ho riz on te, el sol ponien te slo formaba san grien ta

    oleada.

    Esto traa la memoria algn duelo inmenso de un

    m on stru o contra un dios, am bos de la m isma talla;

    dijrase la formidable espada del cielo enrojecida y

    ro dando por los suelos despus de un combate.

    II

    Paris difamado en Berln

    Para la siniestra noche la aurora constituye un es

    cndalo, y el ateniense parece una afrenta al vndalo.

    Oh Pars al pa r que eres atacad o quisiera da rse la

    asechanza unfalsoaire de sentencia;elpedante ayud a

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    NO VIEMBRE DE 187 O 45

    al zorro , y apu estan desho nra r la ciudad heroica, y

    llueven las injurias m ezcladas con los obuses en el

    bombardeo, aqu mata elsoldadn, y ms alia miente

    el retrico; eres denun ciada en nom bre de las co s

    tum bre s, en nom bre del culto; te insultan para p o

    derte pasa r cuchillo, pu es la calumn ia no tiene otro

    objeto que el asesinato. Oh ciudad, cuyos habitantes

    ofrecen la grandez a de un Sen ado Lu cha , desenv ai

    na el acero , ciudad de luz que fundas el taller y d e fiendes la cabana, deja aullar tu derredor la espan

    tosa cohorte de los gazm oos, n e g ro s salvadores del

    altar y del tron o, hipc ritas para qu iene s en todo

    tiem po est prohibida la luz, que pon en una valla

    entre los dioses y los espritus, y cuyos gritos lleva

    hasta noso tros la historia travs de los tiem pos , gri

    tos parecidos los lejanos ladridos de obscena jaura.

    Dganlo sino R om a, Te bas , Delfos, M enis y M icenas.

    III

    todos esos prin cipe s

    #

    Reyes teutones, malamente imitasteis vuestros

    pad res. Esto s se precipitaban fuera de su s gra nd es

    madrigueras, empuando el acero, y tratando de ser

    los m s va'ientes y no los m s nu m ero sos . Vosotros

    guerreis de otro modo.

    Os deslizis silenciosamente, envueltos en las som

    bras ,

    trayendo por cmplice la casualidad, hasta el

    pas inmediato, con cautela, en cierto modo como los

    ladrones y casi como un enamorado. Bajando la voz,

    encorvando la frente, ocultando la luz que os sirve de

    gu a, sois invisibles en el fondo de las selvas y segu s

    trepa ndo ; luego, bruscam ente, gritand o viva hurra

  • 7/24/2019 Vctor Hugo - El Ao Terrible. Sedn y La Commune de Pars

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    46 EL AO TERR IBL E

    justicia desen vainis un m illn de sab les, y confun

    dindonos con el sorprendido vecino, hers derecha

    izquierda, siendo as que el atacado carece de ejr

    cito y tiene un cero po r general. Vu estros an tep asa

    dos,

    quienes meciera Lutero con su cralo, no hu

    biesen querido la victoria asi alcanzada, pues en ellos

    poda ms el pudor guerrero que la sed de conquis

    tas , y todo s alberga ban en su pecho el deseo de ser

    grandes ms bien que de salir vencedores. Vosotros,

    prn cipe s, desde Sedn ha sta Versalles, en vu estra

    obscura marcha entre malezas, sembris todo gnero

    de hazaas obscuras y singulares, de que se indigna

    ra en la poca caballeresca a ind m ita m agn anim i

    dad de la espada.

    Reyes la gu err a no es digna de

    la

    epopeya cu ando

    se vale del espionaje y de la traici n, y si encubre el

    robo con una escarapela y el fraude con un plumero.

    Guillermo es em perado r, Bismarck trabu caire; Carlo-

    M agno sienta su derecha Roberto M acaire; m er

    ced de los mamelucos, de los panduros, de los stre-

    litz, de los raitres, de los huanos, entrgase la Fran

    cia de A usterlitz, la cual constitu ye su botn, su p resa,

    su prebenda. El grande ejrcito hase trocado en

    enorme cuadrilla.

    #

    Ebrios, se encaminan al obscuro antro que les es

    pe ra. As el oso siguien do la co rriente del agu a sob re

    el flotante ventisquero, no siente como se derrite y

    hunde bajo sus pies el banco de hielo.

    Sea, prncipes. Revolcaos sobre la conquistada

    Francia. De la espirante Alsacia, de la ensangrentada

    Lo rena , de M ez qu e os fu ven dida , de la temblorosa

    Strasbrgo cuya trgica aureola no conseguiris bo

    rrar, slo obtendris lo que se alcanza de las mujeres

    violadas, la desnudez, el lecho y odio eterno.

  • 7/24/2019 Vctor Hugo - El Ao Terrible. Sedn y La Commune de Pars

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    NO VIEMBRE DE 187O 4 7

    S,

    el m anchado cuerp o, en lo sucesivo fro y siniestro, cuando se ven forzadas en vil abrazo, he

    aqu lo que se obtiene de las vrgenes y de las ciu

    dades.

    Segad los vivos cual campo de maduro trigo,

    cercad Pars, incendiad esta gran muralla, esparcid

    la muerte en Chteaundun, en Gravelotte, oh reyes

    llenad d e desesperacin el alma de la sollozante m a

    dre ; lanzad el ho rroro so grito de las som bra s: Exter

    m inemo s Sacudid vuestros estand artes y haced rod ar

    vuestros caones; falta algo esa triunfal algaraba.

    Cerrada se mantiene la luminosa puerta del cielo, y

    en la enlutada tierra ningn laurel obtiene su savia

    de tantas y tantas oleadas sangrientas.

    Arriba, en lontananza, el altivo grupo de la Fama,

    inmvil, indignado, plegadas las alas, da la espalda,

    calla, no quiere ver nada, y en el fondo de ese negro

    firmamento se divisa el tacitu rno rebajam iento d e s s

    sombras trompetas.

    Y decir que ni un solo nombre brota de tanta rui

    na Oh gloria cmo se llaman estos hroes? Cmo

    esos triunfadores altaneros, sa ngrie ntos, perspica

    ces,

    esos invasores animados tal punto por la rabia,

    no pued en despre nderse del annimo? T anta afrenta

    sobre nosotros pesa. Cuan grande es la victoria y

    cuan pequeo el vencedor

    IV

    Bancroft

    Qu im po rta todo esto Francia la grande? Su

    trgico desdn llega hasta la ignorancia. Existe, sin

    saber de lo que ella dicen desconocidas gentes en las

    m orad as regias y en los zaquizams; pordiosero m i-

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    48 EL AO TERR IBLE

    nis tro , no tenis la majestad siniestra del m a l; envano zumbis sobre su eternidad. La insultis. Y

    quin se dirigen vue stros insultos? En medio de su

    luto de su regocijo no para mientes en vos, obscu

    -

    ra y vaga sombra; tratad de pareceros alguien

    Tiberio Gengiskan, sed el hombre azote, el hombre

    volcn, y verse si vale la pena de despreciaros; con

    tad con algn titulo para que se os odie, y se resol

    ver lo que ha lugar. De lo contrario, idos. Un enano la pequenez puede aadir su ponzoa sin dejar por

    eso de ser enano; y qu importa el tomo, qu im

    porta la vil afrenta que deriva de ese hombre? qu

    importan las bagatelas que pasan y desaparecen? Sin

    sacudir la enorme cabeza, en el fondo del desierto

    donde se ve rodar al lince feroz, el estercorario puede

    familiarizarse con el coloso, eternamente inmvil ba

    jo la estrellada bveda.

    V

    Al ver flotar en el Sena algunos cadveres

    de Prusianos

    S, llegasteis, y aho ra os veo acostados , acaric iados ,

    tran spo rtad os, besados, inclinados sobre la blanda

    almo hada del agua m uelle y profunda; os veo envuel

    tos en las fras y h m ed as sbanas de la on da. Sois

    vosotros, s, los hijos del Norte, que yacis tendidos

    y desnudos sobre la adormecida ola, cerrados vues

    tro s ojos azules al arrullo de ese suave vaivn. Dijis

    teis:M archemos en busca de la pro stitu ta. All est

    Babilonia, acostumbrada las mundanas caricias; en

    su seno prodiganse las risotadas, los alegres cantos;

    en ella nos ag ua rd a el plac er. Sajones germ anos

    Fijemos nue stro s oblicuos ojos hacia el S u r. Presto

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    N O VIEMBR E DE 187O 4 9

    Francia Pa rs, la pblica ciudad, qu e en obsequio

    de los extranjeros se llena de afeites y se embellece,

    abrirnos los brazos...Y el Sena su lecho.

    VI

    Predicar la gu erra despus de hab er litigado la paz

    Sabidura, dice el sabio, es cierto que m e engaabas?

    jOh discrecin qu se hicieron las pa lab ras de cle

    mencia? ;Es posible que hayas sido cegada que te

    retractes de lo dicho? Y la fraternidad, qu haces de

    ella? hete aqu e xte rm inan do Can, h iriend o con tus

    rayos Atila.

    Hom bre, no te he eng aa do, dice la sabidura.

    Todo empieza por una negativa y acaba por una pro

    digalidad

    ;

    el invierno co nduce la prim avera y el

    odio l am or: crese trabajar en co ntra de una cosa y

    se trabaja en su favor. Sob repon indose sin m edida

    y sin cuento las verdades, amontonan veces tanta

    sombra, que el hombre se inquieta ante su profundi

    dad: la Providencia es negra fuerza de grandeza; c'e

    esta suerte la siniestra y santa noche fabrica con ca

    pas de estrellas sus velos de tinieblas.

    VII

    Igno ro si voy parecer ex tra o aquellos q ue ante

    la em paa da y poco feliz sue rte , ante S edan , an te el

    brillo de la espada, piensan que hay que encender un

    cirio Santa Genoveva; ques

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    5

    E L A O

    T E R R I B L E

    cuantos murmuran en algn rincn algunas Ave

    M aras, m ientras corre torrente s la sangre de nues

    tras venas, y que contra un can asestan una nove

    na; empero afirmo que ha llegado la hora de obrar y

    de p en sa re n a leva gen eral, en el abism o, en el peli

    gro que, estrechando cada vez ms su crculo de hie

    rro,

    aunque' repugnante, siquier t iene el mrito de

    ser sincero, francamente agreste y sombro, ofrecin

    dote oh Francia sublim e ocasin para m orir. Afirmo

    que se acercan el monstruoso campamento de los

    brbaros y los osos que han roto los barrotes de las

    jaulas do estaban encerrados; afirmo que los pueblos

    estn conmovidos de horror, que no es tiempo de

    pensar enoremiis; que ah estn las hordas, teniendo

    Pars por blanco de sus tiros, y que todos debemos

    lanzar terrible grito. Ciudadanos, las

    armas

    cam

    pesino s, em pu a d las ho rca s Arroja lejos de t tu sal

    terio para los agonizantes, general,yhaga m os esca

    pe un boq ue te. La M arselle*sa todava no ha enron

    quecido; aun no est cansado el caballo que montaba

    Kleber, ni se ha bebido todo el vino de la audacia,

    habindonos dejado el suficiente Danton en el fondo

    de la copa para dar severa carga la Prusia, y para

    atemorizar al espirante mundo antiguo cuando vea

    cmo recibim os los reye s. Ad ems, aunq ue nu estra

    suerte fuera perecer, la muerte es grande. Al ver la

    ciudad en manos de un muy buen cristiano, al creer

    que se tiene miedo, al notar que se pierde el tiempo,

    qu quer is que os dig a, no estoy satisfecho. Ese jefe

    fija demasiado sus hmedos ojos en su padre espiri

    tual;contem pllo soldado valiente y gene ral ha rto

    tmido; al igual del viejo Entelle y del veterano d'Au-

    bign, me dan calofros, tiemblo indignado. Hay en

    Pars , volcn, hornaza de almas, cerca de dos millo

    nes de ho m bre s, n ios y m ujeres, y ni un o slo pien

    sa en cejar, ni un o

    slo;

    y qu erem os m s rapidez en la

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    N O V IEM B R E D E 1 8 7 O 5 I

    clera y m s concisin en los disc urso s. M aana m is

    mo as me expresara en las casas consistoriales si no

    me espantara oh abrumadora patria ma el fantasma

    de la gu err a civil, y si no tem iera a ad ir tan espa n

    tosa cuerda tus ligadu ras, y verte arra stra da alre

    de do r del abrasad o m ur o po r en tre el fango y los

    charcos de sangre, detrs de infame carro, primero

    por tus vencedores, y luego por tus hijos.

    Estos altivos parisienses desafan todas las calami

    dades; aceptan el fro, el hambre, nada les doma; lo

    que se les hace im posible es el cu brirse de vergen za:

    falta de pan moreno se come pan negro. Perfecta

    m en te M as dejarse coger como ovejas, no est en sus

    hbitos, y todos ansian salir al campo, y hasta nos

    otros mismos nos dan ganas de derribar la puerta de

    nu es tra casa, lanzarno s la calle, y, si prec iso fuere,

    levantada la frente hacia el oriente, alcanzar la liber

    tad en la tum ba , grita nd o: Concordia atestigu and o

    el p orve nir, la esp eranza, la auror a. Asi es com o ago

    niza la Francia

    Po r lo m ism o, en semejante extrem o declaro que

    para obrar bien el corazn del hombre no conoce

    lm ites, que hay que cop iar Es parta y Roma nue s

    tra antepasada, y que su propia cobarda es lo que

    limita un pueb lo: hago caso om iso del mal ejemplo,

    indigno leproso. Actualme nte necesitam os algo mejor

    qu e los antigu os caballeros de p ro , que m enu do

    pierden su tiempo orando en las capillas; afirmo que

    nos llam as en soco rro tu yo , oh Fran cia y qu e es

    bastardo el valor que canta en el facistol; de lo que se

    trata es de a rriesg ar el todo por el tod o, y ya es tar de .

    Opino que presencia de las indm itas trom peta s, de

    los huracanes que hinchan sus negras bocas, pre

    sencia del feroz Norte atacan do al M edioda, op ino ,

    digo,

    que necesitam os un ho m bre atrevido; y que ,

    cuando se trata de expulsar los vndalos, de recha-

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    52 EL AO TERR IBLE

    zar la oleada de las ledales cuadrillas, de libertar Europa libertando a Pars, y de dar buena cuenta de

    aquellos que nos han sorprendido, en medio de tantos

    horrores y miserias, necesitamos una espada y no un

    rosario.

    VIII

    No conviene engaarse: nunca he ocultado que me

    hallaba inclinado sobre el enigma eterno; s que

    nuestra alma es mas libri cuando estamos medio en

    golfados en el equilibrio de la tierra \ el cielo; s que

    cuando uno se apoya en lo desconocido se siente des

    cender algo de inmenso y de bueno, y se ve la in?ig-

    nificmcia de los reyes, y se resiste, y se lucha, y el

    corazn no est tan triste; s que hay profetas alta

    neros quienes halaga ei peligro, y que la au gu sta

    costumbre de soar, de meditar, de amar, de cieer y

    de prosternarse ante Dios todos los das, realza al

    hombre los ojos de los dems; no cabe duda, incli

    no mi frente ante el profundo infinito. Empero el

    cielo no desempea el trabajo de los hombres; cada

    uno tiene sus deberes que cumplir y debe llenar su

    misin: tampoco ignoro esto. Si el deslino se muestra

    cobarde, nosotros toca hostilizarlo con crudeza., sin

    importunar al relmpago celeste, y para vencerlo

    cuento m as con el rayo hum ano que con un gra n

    fenmeno del divino trueno.

    IX

    Al obispo que me llama ateo

    Ateo? entendmonos, ministro del Seor, una vez

    por todas. Espiarm e, acechar mi alma, es ta r la hus-

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    NO VIEMBRE DE I S7 0 53

    ma, mirar por el'ojo de la llave en el fondo de mi es

    pritu, indagar hasta donde alcanzan misincertidum-

    bres,

    cues tionar e infierno, co nsu ltar su reg istro de

    polica, travs d- su siniestro respiradero, para ver

    lo que niego o lo que creo, no te des ese trabajo, pues

    sera intil. Mi 'e es sencilla, y lo proclamo en voz

    alta Agrdame la franca claridad.

    Si se trata d e un hom bre bondadoso de poblada

    barba blanca, de una especie de Papa de empera

    do r, sentado sobre un tron o qu e en lenguaje teatr al

    llamase bastidor, rodeado de nub es y con un pjaro

    sobre su cabeza, y su dere*cha un arcngel, y su

    izquierda un profeta, sosteniendo en brazos su pli

    do Mijo desgarrado por los clavos, uno y trino, escu

    chando los armoniosos sonidos del arpa, Dios celoso,

    Dios vengad or, que inscribe en un registro Garasse,

    que anota el abate Pluche en a Sorbona y aprueba

    Nonotte ; si se trata de ese Dios que valida Trublet,

    Dios que pisotea cua ntos derriba M oiss, co ns a

    grando todos los regios bandidos en sus madrigue

    ra -, cas tigan do los hijos po r las faltas de sus pa dres ,

    deten iendo el fol si ano che cer, riesgo de oue se

    rompa instantneamente el gran resorte, Dios mal

    gegrafo y no mejor astrnomo, inmensa y pequea

    falsificacin del hombre, encolerizado y haciendo mo

    risquetas al gnero humano, empuando un sable,

    semejanza del Padre Duchne, Dios que de buena

    gana condena y raras veces perdona, que sobre una

    injusticia consulta la imagen de la Virgen ; Dios que

    en su azulado cielo cree deber imitar nuestros defec

    tos y se complace en medio de las plag as, as com o

    los mortales nos complacemos al vernos rodeados

    por querida jaura; que turba el orden, lanza sobre

    nosotros Nemrod y Cyrus, que hace que nos

    muerda Cambises, y arrjanos entre piernas a Atila;

    s,

    min istro del Se or, si, soy ateo para ese buen Dios.

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    54 EL AO TERR IBLE

    Pero si se trata del ser absoluto que condensa el

    ideal en tod a su evidencia, po r el cual m anifestando

    la unid ad de la ley pu ed e el un ive rso , as como el

    ho m bre, decir: yo; del ser cuya alma siento en el

    fondo de la ma, del ser que me habla en voz baja,

    incesantemente en favor de lo verdadero y ataca lo

    falso, entre los instintos cuyo oleaje nos sumerge

    m edia s; si se trata del testigo que ana s veces acaricia

    m i obscuro pensa m iento y otras lo punza, segn que

    en m, remontndome al bien cayendo en el mal,

    siento eng rand ece rse el espritu crecer el instin to

    animal; si se trata del prodigio inmanente que se

    siente vivir ms de lo que nosotros vivimos, y con

    que se embriaga nuestra alma cada vez que se mues

    tra sublime, yendo, donde vol Scrates, donde Je

    ss lleg, por lo justo, lo verdadero, lo bello, directa

    mente al martirio, cada vez que un gran deber

    atrela hacia el an tro , cada vez que se en cu en tra en

    vuelto en gigantesca tempestad, cada vez que tiene

    la augusta ambicin de ir, travs de la infame som

    bra que abomina y del otro lado de la noche, en bus

    ca de la auror a, oh m inistro del Seor si se tra ta de

    ese alguien profundo que las religiones no hacen ni

    deshacen, que adivinamos bueno y presentimos sa

    bio,que carece de contornos asi como de rostro, pero

    no de hijos, ya que su paternidad y su amor son ms

    vastos que la luz estival; si se trata de ese vasto des

    conocido qu e no se nom bra , n i explica com enta

    ningn Deuteronomio; que los Calmets tampoco

    pueden leer en ningn Esdras, que el nio en su cu

    na y los muertos en su mortaja divisan vagamente

    desde abajo como una cima, Altsimo no comible en

    ning n pan zimo, que no se enfada po rque se p ro

    fesen m ut uo am or d os corazones, y que ve la natu ra

    leza donde t ves el pecado; si se trata de ese Todo

    vertiginoso de los seres que habla por la voz de lo