violencia e identidad por: elsa blair

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Violencia e identidad*

Violcnce and identity This article deals with the Colombian violence problem from an anthropological perspective which questions itself about the presence of factors such as identity, in violent practices. It deals with violence as a ritual creator of identities where the problem of the body achieves an enormous importance since the body is precisely, in its double dimensin, the place of the violent ritual. On it, a physical violence -corporal material- and a symbolic violence is then executed since the body is the carrier of meanings, and of culture. The article also questions itself about some rituals of violence executed on the bodies of victims and about the meaning connections of these rituals or of these diverse kinds of death. Key words: Colombia, Violence, Identities *** Este artculo aborda el problema de la violencia colombiana desde una perspectiva antropolgica que se interroga por la presencia de factores como la identidad en las prcticas violentas. Aborda la violencia como un ritual creador de identidades donde el problema del cuerpo adquiere una enorme ' relevancia al ser precisamente el cuerpo, en su doble dimensin, el lugar del ritual violento. Sobre l se ejecuta, entonces, una violencia fsica-corporal material- y una violencia simblica por ser portador de significaciones, de cultura. El artculo se interroga tambin por algunos rituales de la violencia ejecutados sobre los cuerpos de las vctimas y por las tramas de significacin de estos rituales o de estas diversas formas de la muerte.. Palabras clave: Colombia, Violencia, Identidad

EsaBfair Socilogo, investigadora Instituto de Estudios Po/ticos Universidad de Anioquia

n ms de un contexto y en cientos de coyunturas e/ ejercicio de la violencia, en Colombia, es un modo sancionado y legitimado que confiere identidad a quien lo practica Carlos Mario Perea

ds bien difcil pronunciarse sobre la violencia en el momento actual. El panorama en el pas es lo suficientemente confuso y desolador. A juzgar por los acontecimientos ms recientes uno dira que el fenmeno amenaza con cambiar incluso su naturaleza y con sumergirnos en una situacin todava peor. Estas reflexiones tericas tienen, pues, el propsito de intentar poner/e pensamiento a actos violentos que, de otro modo, rozan con la barbarie. Ligar el problema de la violencia con el problema de la identidad no resulta del todo nuevo. Sin embargo en la reflexin reciente sobre el fenmeno de la violencia en el pas no hemos visto anlisis en este sentido. Quiz porque la reflexin antropolgica sobre la violencia es escasa y la reflexin sociolgica se* Este artculo se ha nutrido enormemente de las discusiones sostenidas con el psicoanalista Mario Elkn Ramrez en el marco de la investigacin sobre violencia que desarrollamos actualmente. Agradezco tambin ios comentarios bastante pertinentes hechos a la primera versin por Ana Mara Jaramillo.

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ha privilegiado en su dimensin poltica. Creemos, en todo caso pertinente elaborar unos elementos de reflexin en torno a este problema. Dos podan ser los aspectos a desarrollar: a) Algunos elementos tericos de la relacin entre identidad y violencia; b) Algunas hiptesis interpretativas sobre el caso colombiano y su violencia ms reciente en relacin con el problema de la identidad.

abierto y es inmenso tanto en el plano terico como en las realidades del mundo contemporneo (Martn, 1994). La palabra identidad designa a la vez eso que singulariza y eso que amalgama. El ejemplo ms ilustrativo, es el de las caries d'identit (o cdulas de ciudadana) que afirman como un individuo nico a aquel que ia porta pero que, en virtud de su posesin, pertenece a un conjunto humano, a una colectividad. Ella habla pues de un ser y de ios otros, es decir, de las relaciones entre l y ellos (Martin, 1994). Segn el autor la mejor aproximacin conceptual es la de Erik Erickson quien define la identidad como consciencia y como proceso: a la vez sentimiento que el individuo tiene de s mismo y vinculacin del individuo a grupos sociales. La identidad aparece, pues, en una perspectiva relacional. donde la relacin con otros es decisiva; ligada a una situacin de crisis (incluso cuando se considera en el terreno individual) cambiante, pues ella no debe ser concebida slo en permanencia, ms bien en el fuego cruzado de las percepciones de lo que se transforma y lo que se mantiene. Con respecto a la definicin del concepto y desde otra perspectiva Alberto Melucci3, uno de los autores que ms ha trabajado el tema, dice: podernos hablar de identidad a propsito de un individuo o un grupo pero en ambos casos encontramos tres elementos: a) permanencia y continuidad de un sujeto (individual o colectivo) ms all de las variaciones en el tiempo y de las adaptaciones al entorno; b) delimitacin de este sujeto con respecto a los otros (lo que otros nombraran como autonomizacin, individuacin o diferenciacin) y c) capacidad de reconocerse y ser reconocido. Con respecto a las disciplinas que la utilizan Martn menciona en primer lugar a la historia y a la antropologa. Entre los historiadores a Braudel (Braudel, 1986) para quien la identidad es algo como un combate consigo mismo, un ser que se busca sin fin, que se transforma, que se opone a otros pero es sobre todo !a antropologa la que est confrontada permanentemente a la definicin de los otros; a la definicin de si por relacin a los otros; de otros por relacin a otros. Desde Levi-Strauss est presente en la antropologa la necesidad de apelar a otros saberes como la psicologa, la lingstica, el psicoanlisis para emprender la identificacin de grupos humanos. l afirmaba la complementariedad entre lo psquico y lo social y deca que el descubrimiento del otro es un descubrimiento

1.

Identidad y violencia: algunos elementos tericos

Antes de introducir algunas consideraciones sobre a relacin entre la identidad y la violencia conviene hacer algunas reflexiones que tienen que ver con el concepto de identidad y sus usos recientes; as como con las fuentes en las que el concepto se asienta. Esto porque si bien fue tradidonalmente un concepto despreciado por la sociologa y la ciencia polticas hoy -al menos en una de sus vertientes- goza de una enorme relevancia en el discurso poltico contemporneo y resulta muy til saber a qu identidad se est aludiendo as como el ejercicio terico de redefinicin conceptual. Algunos autores franceses del grupo de investigacin Caries d'identit de la Fundacin Nacional de Ciencias Polticas me servirn de gua en esta indagacin 1 . Como bien lo seala Martin es en la psicologa donde conviene buscar ios fundamentos de eso que ms tarde servir para construir los conceptos de identidad colectiva y de identidad poltica2. Es en todo caso, a propsito de crisis, confrontaciones, divisiones y con frecuencia enfrentamientos sangrientos que la palabra reaparece con fuerza en los ltimos aos. (Martn, 1994). La identidad, dice Martin, esta siempre en relacin con otras identidades. Es una cuestin de enraizamiento en el pasado, de lazo primordial que ni el tiempo, ni las transformaciones econmicas, ni los regmenes polticos sabran disolver etc. Sin embargo esta explicacin por ia permanencia en un mundo tan cambiante pone muchos problemas y obliga, pues -segn el autor- a definir ms rigurosamente eso que se entiende por identidad. El campo para interrogarse sobre este problema estLos autores en cuestin son: Denis-ConstantMartn."Identitesetpoltique.Rect,mytheetdeologie.>' In: Caries d'identit commentdit-on nous en polttique? Pars, Presses de la Fondation National des Sciences Politiques, 1994. Del mismo autor: "Des identits en politique."/?euue Franca/se des Sc/encesPo/it/gues.42(4).Pars, 1992. pp. 582-593. Ver igualmente: RolandMarshal.Lesemps de a uiolence et de Piden t/e. Fondation Nacional de Sciences Politiques, Pars. (La traduccin de ambos es libre) Vale la pena mencionar cmo estos mismos autores llaman la atencin sobre el uso reciente de estas dos ltimas categoras y ms bien la permanencia del concepto de identidad (a secas) del que sin embargse nutren ambas categoras.

Alberto Melucci. Sobre la identidad. 1982. L'invenzione del presente Movimenti. Identit, bisogni individual. Boloa I! mulino. pp. 61-72. (Traduccin de MnicaMansour) En: Lecturas del curso sobre identidades en la modernidad contempornea. Iner U. de A. 1994.

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de si (Levi-Strauss, 1966). O incluso la defina como una especie de domicilio virtual al cual nos es indispensable referirnos para explicar un cierto nmero de cosas, pero sin que ella tenga nunca existencia real (Levi-Sraus, 1977). La identidad tambin se ha repensado ligada a los problemas de la modernidad en tanto ella establece nuevas modalidades de relaciones con los otros. En trminos de Marc Auge - citado por Martn- estas nuevas modalidades abren al individuo ms a la presencia de los otros; corresponden auna circulacin ms fcil de seres, de cosas y de imgenes pero, en otro sentido, ellas reenvan al individuo sobre s mismo constituyndolo en testigo ms que en actorde la vida contempornea4. En esta misma lnea Martn menciona tambin a Balandier para quien la modernidad es definida como "el movimiento ms la incertidumbre" 5 para introducir la importancia en este terreno del problema de la identidad en tanto ella puede evocar la incertidumbre y la angustia formulando un deseo de lazos, de sentido y de valores compartidos y en tanto liga el individuo a los grupos (Martn, 1994) Finalmente Martn remite al psicoanlisis y la lingstica sealando, con Lacan, cmo la formacin del yo, la individualizacin del ser no pueden hacerse sino hay un otro6 (Martn, 1994) y sealando con Emile Benveniste cmo la emergencia del individuo en tanto persona se funda sobre el reconocimiento de una doble relacin que lo sita frente al otro como perteneciente a una colectividad compuesta de otros individuos y como exterior a otras unidades sociales.

constatacin hecha en algunos anlisis de que "la escalada de violencia muestra hasta dnde se presenta una desconexin entre clculo y violencia" (Marshal, 1994). Intenta una descripcin del fenmeno de la violencia a partir de dos parejas de oposiciones. La primera entre violencia interna y externa s y la segunda entre violencia fsica y simblica. Con respecto a esta ltima pareja, el primero de los trminos, la violencia fsica, sera del orden de a evidencia mientras la segunda estara mediada por e! lenguaje. Dice citando a Terray: "Hay violencia simblica cuando el agente utiliza los medios del lenguaje, es decir, las palabras, las razones para servir en realidad a los propsitos de la violencia, es decir, a la cosificacin (reificacin) del otro"9 Todo su artculo apunta a desarrollar la idea segn la cual la violencia, ms bien el acto violento, puede ser considerado un ritual creador de identidades. En este proceso la violencia utiliza mecanismos como aquel que parece ser un atributo esencial de la violencia: su capacidad para objetivar o para cosificar a aquellos sobre quienes se ejerce (Marshal, 1994). El autor muestra, en segundo lugar, cmo esos procedimientos de objetivacin son, pese a la extrema violencia que los caracteriza, completamente regulados. Es por esto, dice Marshal, que no pueden comprenderse ms que en el marco de una historia especfica que hace indispensable la contextualizacin dla violencia como productora de sentido (Subrayado mo. p.190). El caso de la violencia argentina -durante los aos de la dictadura- le sirve al autor para ilustrar sus apreciaciones al respecto. Las prcticas de los militares argentinos se han convertido en un ejemplo ilustrativo de esta relacin. Las diferentes prcticas de secuestro, tortura y asesinatos no fueron simplemente medios para recoger informacin sobre la subversin y eliminar enemigos del Estado argentino. Ellas constituan para el Estado una verdadera liturgia poltica10 y permitan objetivar un nuevo grupo social definido como lo oposicin terrorista (Rivire,1998).

1.1 La violencia como ritual creador de identidades El artculo de Marshal , por su parte, nos permite introducirnos en la relacin violencia e identidad. Partiendo de un cuestionamiento a algunos autores clsicos del problema de la violencia como Frantz Fannon o Rene Girard, el autor quiere problemaizar la relacin a partir de algunas reflexiones tericas y metodolgicas. Toma distancia de las concepciones instrumentales de la violencia que conciben las estrategias de los actores slo en funcin de clculos instrumentales como una cuestin de costo/beneficio. Apoyado en los anlisis de Emanuel Terray y Michel Dobry (Terray y Dobry, 1986) sostiene la crtica a esta concepcin instrumental bsicamente sobre la4. 5. 6. 7 Marc Auge. Le sens des autres. Pars, Fayard, 1994, Citado por Martn. Op. ci. p. 19. Georges Balandier. Le dsordre loge du movement. Pars, Fayard, 1988. Citado por Martn. /bid.p.19. JacquesLacan.crrs/Leseu!/.Pars ) 1966.CiiadoporMartn./bic/.p.20. Roland Marshal. Les temps de la violence et de l'identite. Op. ci. .-:7

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Con relacin a estos dos tipos de violencia que no son los que ns interesan ahora ver Georges Balandier. "La violence et la guerre: une anthropologie". Revuelntemationae des Scencies Socio/es. No. 110, Pars, dcembre, 1986. 9 Emanuel Terray. Citado por Marshal. Op. cit. p. 189. 10 La expresin liturgia poltica es de Claude Rivire, en un excelente trabajo cuyo propsito es mostrar toda la ritualidad que acompaa a la poltica. Les liturgespolitiques. Pars, Presses Universitaires de France, 1988.141

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Esas prcticas de la violencia definen, dice Marshal, lo que Michel Taussing ha llamado un espace de mort (espacio de muerte) es decir, un espacio donde la identidad social de los detenidos es negada y deconstruida por los torturadores: secuestrados en su lugar de trabajo o en su casa por hombres encapuchados, conducidos al lugar de la detencin bajo tortura o disciplina estricta, marcados con un nmero del 001 a 999 su nica identificacin, etc. La prdida de la identidad era entonces fulgurante y sentida como tal. La identidad del individuo como miembro de una sociedad con una familia, un trabajo, una historia eran de repente negadas (Marshal 1994). Todo trozo social deba desaparecer. Sin embargo, seala el autor, esta prdida de identidad era relativa porque pese a la atomizacin creada con el terror y el pnico la solidaridad, aunque frgil de los detenidos, impeda una erradicacin completa del recuerdo y porque en la lgica misma de esta coercin extrema exsa una identidad de sustitucin11 que poda ser reconocida socialmente: la de subversivo definida por los militares. 1.2El cuerpo: el lugar del ritual violento Otra reflexin que hemos venido desarrollando y que el trabajo del autor en cuestin nos permite alimentar, es la que tiene que ver con el cuerpo en relacin con este problema. Ya algunos antroplogos los haban sealado. Es el caso de Denise Jodelet 12 o iucluso de Maro Auge 13 interesados ambos en la dimensin antropolgica del cuerpo. Digamos que el cuerpo puede ser visto como el mediador de la relacin entre la identidad y la violencia. "El lugar donde se plasma y corporaliza la experiencia de violencia 14 . A! menos cuando se trata de la violencia fsica, el cuerpo es el espacio donde ella se despliega. Es, por decirlo de alguna manera, el lugar de su ejecucin. El cuerpo es adems vehculo de significaciones, de cultura 15 y, en esa medida,

la violencia sobre el cuerpo va ms all de la violencia fsica y toca otros aspectos de la violencia simblica. Esto ltimo porque el cuerpo es no slo el escenario para la violencia lo es tambin para la identidad: "como lugar del lazo social, de la relacin al otro y de la pertenencia social"16. El cuerpo no existe solo como dimensin fsica (organismo vivo) sino en sus dimensiones simblica e imaginaria17, esto es, cubierto de construcciones mentales que le dan existencia. En esta medida la violencia ejercida sobre el cuerpo tiene una dimensin fsica, el sufrimiento (fsico) y una violencia simblica: el nivel de agresiones y afrentas ejecutadas sobre el cuerpo con enormes efectos en el ser del otro, sobre la identidad del otro. Como dice Marshal para el caso argentino: "Los cuerpos eran aniquilados, quemados, mutilados y tirados al mar para evitar todo reconocimiento (...) A cada nuevo desafo lanzado contra el poder haba que reteatralizar el lugar de su inscripcin, el cuerpo, y la escena pblica donde se desarrollaba la ejecucin, punto culminante del ritual (...) la utilizacin de la tortura era un verdadero rituelpolitique (Rivire. 1988) con sus codificaciones: algunas categoras de crmenes exigan un cierto grado de tortura, el sufrimiento del cuerpo deba ser proporcional al crimen cometido; el suplicio por el cual se obtena la confesin eran la prueba de la realidad de la acusacin." (Marshal, 1994). Igualmente significativa es la referencia que hace a esta relacin identidad y violencia en trminos de lo que sucedi con el cuerpo (cadver) de Eva Pern y el temor que suscit en los militares argentinos a que ese cuerpo -como smboiomovilizara de nuevo a la poblacin 18 . Si algo diferencia al ser humano de los animales es su capacidad de . simbolizacin 19 . Y esta capacidad tiene en el cuerpo un medio de expresin simblica. En efecto, admitimos con France Borel20 que los artificios sobre el cuerpo humano -en casi todas las culturas- responden a un mismo principio: diferenciarlo del mundo animal. Por esa razn es vestido (cubierto de artificios). El cuerpo vestido, dice France Borel, exhibe ostensiblemente su humanidad y su

11 Valdra la pena preguntarse por este mecanismo que crea identidades de sustitucin en un pas como Colombia en medio de esta violencia extrema cuando las vctimas son asesinadas slo en razn de su reala supuesta pertenencia a un grupo condenado socialmene por algunos sectores. 12 Denise Jodelet. "La reprsentation du corp, ses eujeux prives et sociaux." In: Jacques Hainard et RolaudKaehr.Lecorpenjeu.Neuchatel.Mused'thnographie, 1983. 13 MarcAug. "Corps marqu, corpsmasqu''.In:/b/d. 14 Alien Feldman. Citado por Pilar Riao. Con el corazn en a mano. Mimeo. p. 3. 15 France Borel. "L'imaginarire a fleur de peau." In: Cahiers Internationauxdesimbotisme. No. 59, 60,61. Universit de Mons. Belgique, 1988.

16 Jodeiet.0pci.p. 137. 17 Nos referimos a la concepcin lacaniana que desarrolla las tres dimensiones: real, simblica e imaginaria como inseparables. 18 En efecto el cadver de Eva Pern fue enterrado en la confederacin de trabjadores; desenterrado en 1955 con el golpe militar buscando desembarazarse de ese smbolo. Se considera la posibilidad de quemarlo y tirar sus cenizas o de tirarlo al Atlntico, Finalmente los militares lo hacen desaparecer con mucha discrecin. 19 ErnstCassirer.Essaissur/'homme. Pars, LeseditionsdeMinuit, 1975. 20 France Borel. Op.ci.p. 66.

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integracin aun grupo constituido. Es por esto que la autora -queriendo mostrar la cantidad de significaciones que tiene el vestido o los artificios culturales sobre el cuerpo- concluye que contrario al adagio popular "el hbito, si hace al monje"21. Coincidiendo con el apoyo de los antroplogos en el psicoanlisis, dice Borel: est demostrado que la menor transformacin operada sobre el cuerpo entraa un trastrocamiento de las percepciones y de eso que Paul Shilder psicoanalista austraco, ha llamado la imagen de! cuerpo. Admitimos con Lacan contina Borel, que el nio entre los seis u ocho meses pasa por el estadio del espejo donde l se descubre en tanto que imagen total y exterior a l. En efecto, otra va de exploracin de la problemtica del cuerpo y su relacin con la violencia es la psicoanaltca 22 . En este terreno desde el libro clsico de Francoise Dolto hasta las elaboraciones ms acabadas y ms complejas de Jacques Lacan hay algunos elementos que pueden pensarse para desentraar esta relacin: la primera vivencia de un sujeto es la de un cuerpo fragmentado: l no tiene una imagen corporal de sy no se reconoce a s mismo. Es preciso entonces que a travs del otro -generalmente la madre- l reconozca la unidad del cuerpo. Es lo que en la teora lacaniana se conoce como el estadio del espejo23. Lacan introduce esta nocin a partir de su hiptesis de que el yo del infante humano se constituye a partir de la imagen de su semejante (y slo ah). En este punto sigue a Freud, quien deca que una de las funciones del semejante es la de ser modelo para el sujeto. Esta relacin con el otro es vital en el sujeto desde el momento en que el reconocimiento de s mismo (como sujeto) parte de su imagen en el semejante. (Sin relacin con el semejante no hay, pues, imagen de s mismo para el sujeto). El sujeto se constituye como tal siempre en relacin con el otro. Es esa relacin (inicial) con el otro la que actuar como una "matriz" a partir de la cual sern vividas las otras relaciones con los "otros" en una constante re-actualizacin de la relacin inicial. Es esta relacin la que domina en a intersubjetiuidad. En este sentido toda relacin dual puede calificarse de imaginaria en la medida en que esta capturada y fundada por la imagen del semejante.

2.

El cuerpo y la identidad en Sas modalidades de violencia

Es que esta relacin violencia-identidad permite pensar las modalidades de la violencia o as diversas/ormos de lo. muerte24 en el pas. Podemos -apropindonos de algunas de estas reflexiones- pensar el caso colombiano? Si aceptamos la reflexin precedente debemos aceptar que efectivamente el cuerpo es el espacio fsico-material- donde se despliegan los rituales de muerte que se presentan en la violencia actual. Creemos que las diferentes modalidades tienen expresiones y significaciones distintas que actuaran a travs de ciertos manejos sobre el cuerpo'. La posibilidad de interpretar los contenidos rituales de la violencia tiene que ver, pues, con la manera como esas significaciones se expresan en el(os) cuerpo(s) de las vctimas. Esto es, en qu medida esas laceraciones sobre el cuerpo son actos simblicos en el sentido que les da Isambert25. Esto es, corno actos destinados a comunicar un sentido o como actos del orden del smbolo pero que como tal pueden tener una eficacia real. Por ejemplo, la amenaza. Lo que se ha dicho al respecto en el terreno de la violencia colombiana tiene que ver con las manipulaciones del cuerpo, concretamente de los cadveres despus del acto violento. En este sentido, el trabajo que desde la antropologa desarroll Mara Victoria Uribe sobre las masacres del Tolima en los aos cincuenta es sin duda pionero en este campo en el pas 26 y deja abierto el espacio para una reflexin que puede cubrir la violencia actual y sugerir adicionalmente nuevos elementos de interpretacin. Recientemente ella ha avanzado nuevos elementos de reflexin en una perspectiva comparativa, los aos cincuenta y los noventa, que a mi juicio puede ser, como lo seala la autora, poco ortodoxa pero absolutamente necesaria 27 . Otros analistas, menos conocidos, y esta vez desde la sociologa y el psicoanlisis tambin han abordado este fenmeno desde la perspectiva de las formas que asumieron los crmenes para pensar el problema de las significaciones de la violencia28. Una de las caractersticas que se ha sealado muy importante en

21 /bid.p.68. 22 Vale la pena mencionar que la alusin al psicoanlisis ha servido de base a varios trabajos de antropologa muy prestigiosos para pensar el problema de la constitucin de 1 sujeto y su relacin al otro. Ver al respecto: France Borel ya citado). Marc Auge. Culture et mag'maire: la question de /Wenf.In:RevuedeL'InstitutdeSociologie. Universit Libre de Bruxeles, 1988. pp. 34. Incluso politlogos como Martn se alimentan de la misma fuente ver documento citado p. 20. Notas de pie de pgina). f 23 En este punto fue muy valioso el aporte de Mario Elkn Ramrez como psicoanalista para pensar esta nocin lo suficientemente compleja de la teora lacaniana 24 Sobre las diferentes formas de la muerte y su nivel de significaciones hay un artculo en preparacin. 25 Fran$ois Isambert. Rite eteffcatite symbolique. Pars, Cerf, 1979. 26 Mara Victoria Uribe. "Matar, rematar y contramatar. Las masacres de la violencia en el Tolima, 1948-1964." Controuersta. No. 159-160. Bogot, Cinep, 1990. 27 Se trata de un artculo reciente titulado: "La violenciaanimalbicfaloquenuncasesacia".Magazin Dominical. /Espectador, julio de 1998. 28 Alberto Valencia. La violencia y la paranoia en las memorias de un o/icial del ejrcito colombiano. Ponencia presentada al VIII Congreso Nacional de Antropologa. Bogot, diciembre de 1997.

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la violencia de los aos cincuenta es la crueldad y sevicia con la que se produca las muertes. Dice Valencia: "No se trataba pura y simplemente de hacer desaparecer al enemigo poltico de un solo golpe, por la va ms expedita. El exceso, la sevicia y la crueldad se convertan en las caractersticas ms sobresalientes de I0s crmenes. El cuerpo del adversario era un objetivo privilegiado y el fin mismo d la lucha" 29 ': Desde otras latitudes analistas franceses nos dejan ver otros rostros de l a violencia en su relacin con la identidad. Un caso de extrema violencia es el que narra Francoise Heritier de las mujeres en Yugoslavia. Dice: en Yugoslavia donde el conflicto es poltico, tnico y religioso, se encuentra todo el cortejo de torturas inimaginables perpetradas sobre seres humanos pero, adicionalmente, las mujeres son capturadas, sistemticamente violadas, obligadas a terminar su embarazo, sin poder abortar obligndolas a traer al mundo nios de otra religin (subrayado por la autora). Ese fantasma alimenta la dea de transportar por medio del esperma la identidad misma del nio: identidad biolgica, tnica e incluso religiosa. La mujer es completamente negada simple vectory lleva con ella (en su interior) el fermento insoportable dla representacin del enemigo, del otro30 (subrayado mo). 2.1 Laviolenda actual y los signos sobre el cuerpo Si se compara la violencia actual con la de los aos cincuenta, uno podra suponer que con los cambios y la modernizacin de la sociedad se han modificado tambin los sistemas de la muerte. Esto, de alguna manera, es incuestionable. Sin embargo, pese a las numerosas diferencias entre los dos perodos histricos, algunos rasgos persisten tercamente. Varios de ellos, y es a lo que queremos referirnos con relacin al cuerpo como los rituales llevados a cabo sobre los cuerpos inermes de las vctimas: desmembramientos, mutilaciones, torturas. Sin embargo si comparamos los signos sobre los cuerpos hoy, con el fenmeno en los aos cincuenta, es fcil constatar que pese a la manipulacin sobre los cuerpos no existe esa iconografa de tenor como el llamado corte de florero (Uribe, 1990). Es posible pensar que, efectivamente como lo sostiene Mara Victoria Uribe, en la violencia ms reciente haya, por parte de los victimarios, un esquema moderno del cuerpo (que no exista en los aos cincuenta) que podra explicar el hecho de que ya no se presente como entonces la manipulacin operada de los cadveres. Sin embargo es difcil admitir este rasgo de modernidad frente a los pronunciamientos

de un paramilitar cuando afirma que "matar hombres es como matar gallinas" (Uribe. 1998). Con todo y la diferenciacin existente en trminos de los signos sobre los cuerpos en la violencia ms reciente, creemos que el fenmeno -particularmente ahora que se est descomponiendo an ms- amerita una reflexin antropolgica que ayude a explicar el nivel de significaciones porque, en todo caso, no parece suficiente la explicacin sobre el esquema moderno del cuerpo. Pensamos que pese a las diferencias existentes, la violencia actual es posible tambin interrogarla desde el cuerpo, esto es, desde su relacin con las diferentes formas de matar, las diferentes armas, la eficacia o la sevicia de los crmenes, las mutilaciones o incluso el desaparecimiento. Todas ellas son formas de la muerte que involucran de distintas maneras el cuerpo y que tienen distintas significaciones. Un paso muy rpido por las noticias de violencia en el pas en los ltimos aos permite apreciar las diversas formas de la muerte 31 . Los asesinatos se suceden de mltiples formas. Ellos van desde los casos excepcionales hasta la utilizacin sistemtica de una misma prctica de terror y muerte. Desde lo que podramos llamar un asesinato "limpio": una bala en el crneo eficaz y sin sevicia, por ejemplo, a horrorosas prcticas de terror desde la muerte "a garrote" (/ Colombiano, diciembre 1980), pasando por el abaleamiento, a la muerte con arma blanca, las bombas, hasta la masacre indiscriminada de sujetos annimos. Sin ir muy lejos en el anlisis inicialmente todos podemos estar de acuerdo en que es muy diferente la forma de matar. Pero dice esto de otras diferencias? Hay una diferente actitud ante la muerte? El uso de una u otra arma supone una especfica relacin al cuerpo? Qu supone en trminos de su significacin la utilizacin de una u otra forma? 2.2 "Ayerjieron hallados tres cadveres mutilados: ninguno haba sido identificado"32 Como lo confirma el titular de prensa, uno podra sugerir fcilmente que las mutilaciones, los cortes de las falanges de tos dedos, el descuartizamiento de los cadveres, la votada del cadver al ro despus de haber vaciado las visceras de los cuerpos (Uribe, 1998) e incluso el desaparecimiento son un claro indicio del 31 Una parte importante del proyecto en curso est dirigida a identificar, caracterizar e interpretar estas distintas formas de la muerte a partir de una recopilacin de material emprico. 32 Noticia de 1 Colombiano. Mayo 15 de 1990. p.6D. An cuando se trata de un titular distinto la idea de utilizarlo en el texto es un recurso ya utilizado por Carlos Mario Perea en quien me apoyo y a quien ie asiste todo el crdito al respecto.

29 bid.p.2 30 FrancoiseHerifier."aementspournourrirlareflexon."In:De/auo/ence.Pars,OdleJacob, 1996

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propsito que persiguen los victimarios: borrar literalmente la identidad de la vctima, no dejar rastro. Mecanismo que por lo dems no es exclusivo de Colombia Ya ha sido ilustrado en los anlisis sobre las dictaduras latinoamericanas. Refirindose justamente a ellas dice Heritier: "la pura y simple desaparicin es la negacin misma del individuo como si no hubiera jams existido"(Heritier, 1996). En igual sentido se pronuncia Marshal para el caso argentino: "la identidad del individuo como miembro de una sociedad con una familia, un trabajo, una historia eran de repente negadas (...) todo trazo social deba desaparecer. Los cuerpos torturados eran quemados, mutilados o tirados ai mar para evitar todo reconocimiento" (Marshal 1994). Uno podra tambin fcilmente suponer que existe una estrecha relacin entre la identidad y la violencia en la llamada "limpieza social". Curiosa o no tan curiosamente, la mayora de las vctimas de esta forma sui generis de asesinatos colectivos son indigentes e indocumentados. No se trata solamente de los aspectos formales: no poseer una cdula o un carn de identidad. Es en su condicin de no pertenencia, de no familia, de no trabajo, de personas que parecen carecer en ltimas de una identidad social o cuya posibilidad est limitada a ser portadores nicamente de una identidad de exclusin. En principio es fcil constatarlo y fcil explicarlo desde la posibilidad de ejecutar un asesinato sobre un NN, un desconocido. Es, en efecto, una garanta de impunidad, pero es todo? La prdida de control sobre sectores marginales -que han existido siempre en la sociedad- y que haba sido hecha a partir bsicamente de la beneficencia, sumada a la masificacin del fenmeno por el incremento de los niveles de desempleo o por problemas de droga -lo que adems facilita su estigmatizacin- hace an ms amenazante, para determinados sectores sociales, este grupo social y en esas condiciones para su eliminacin fsica -facilitada enormemente por el incremento de actores y acciones armadas en la sociedad- no hay sino un paso fcil de dar33. Factores como este podran evidentemente ayudar a explicar la existencia de esta forma macabra de asesinatos en la sociedad. 2.3 / cuerpo: vehculo de relacin entre la identidad y la violencia las modalidades de la violencia en ColombiaAeste respecto queremos avanzar algunas reflexiones no planteadas en los trabajos sobre el tema.

La primera en relacin con la identidad (pero ya no slo de la vctima sino del victimario). Creemos que en el acto violento se produce una extraa simbiosis vctima-victimario que es preciso explicar. La segunda con relacin a un mecanismo que se pone en prctica en el acto violento: la anirnalizacin de las vctimas como parte de un proceso de degradacin, de deshumanizacin que posibilita el asesinato. Finalmente, una tercera reflexin sobre el cuerpo o mejor an sobre la "imagen del cuerpo" 34 en relacin con las formas dla muerte.

2.3.1 Yla identidad del victimario?Frente a las modalidades de la violencia en el pas uno podra preguntarse qu implicaciones tiene en el victimario la forma de matar? Es diferente la relacin con la muerte segn la forma de enfrentamiento al adversario? Qu dice la utilizacin del/ace /ace? Qu supone el conocimiento o no de la vctima? Preguntamos y si no fuera la identidad del otro sino la propia identidad la que est enjuego? Las preguntas cobran pertinencia en la medida en que es difcil aceptar que esas manipulaciones sobre los cuerpos de las vctimas no tengan nada qu ver con el victimario. Qu imagen de su propio cuerpo es la de un victimario capaz de producir esas mutilaciones en el otro? En el anlisis de la violencia se ha hablado -aunque precariamente- de la identidad de la vctima pero no del victimario. Generalmente s se refieren a la identidad es a la de la vctima como razn de la muerte, como explicacin al asesinato, incluso como justificacin al acto violento, pero parece que nadie se ha interrogado sobre el victimario, o mejor an, sobre la relacin que existira entre la identidad de la vctima y la identidad del victimario en el acto violento. El anlisis de la violencia de los aos cincuenta ha mostrado rituales sobre el cuerpo donde vctimas y victimarios aparecen entrelazados en lo que podramos llamar una extraa simbiosis que habla ms del victimario que de la vctima: desmembramientos, mutilaciones, reorganizacin de los miembros amputados con una enorme gama de significaciones35. El propsito no era solamente matar. Era adems -como lo seal muy acertadamente la autora- rematar y contramatar.34 Remitimos al libro clsico de Frangoise Dolto: La imagen inconsciente del cuerpo. Barcelona, Raidos, 1986. Desde el psicoanlisis ha mostrado que existe en los seres humanos una imagen inconsciente del cuerpo que tendra una enorme relevancia a la hora de interrogarse por esas mutilaciones que se producen en la violencia de hoy. Remitimos al texto de Mara Victoria Uribe ya reseado para identificar los rituales o la iconografa de terror sobre el cuerpo puesto en prctica por los victimarios de los aos cincuenta: corte de franela, corte de florero, corte de corbata, etc. Tambin al libro de Monseor Guzmn y otros. La violencia en Colombia. Tomos 1 y II.

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33 En este punto fue muy importante e! aporte de Ana Mara Jaramillo.

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2.3.2 "Matar hombres es como matar gallinas" o de la animalizacin sobre el otroLa crueldad se ejerce en un teatro donde convienen demostrar ostensiblemente por el tratamiento que uno puede hacer sufrir en la carne que el otro no es ya un ser humano a la 'imagen de Dios' como uno sino un animal desprovisto de derechos.

requisito previo al asesinato. En ltima instancia es !a prdida de su capacidad simblica que parecera fcil de explicar desde unadimensin tica. Sin embargo, sigue siendo una explicacin insuficiente. 2,3.3 La imagen del cuerpo: de la bala en el crneo al desmembramiento de os cuerpos Sin pretender un desarrollo psicoanaltico que no consideramos pertinente si queremos plantear unos elementos con relacin a esta "imagen del cuerpo" al menos hasta donde resulta til de pensar aqu39. Siguiendo a Dolto 40 podemos decir que lo que produce excesiva tensin en un ser humano produce angustia y sta provoca malestar. Por eso la angustia tiene necesidad de expresarse; si no puede hacerlo en palabras lo har, dice Dolto, por la conducta o el funcionamiento corporal. Todo es lenguaje en el ser humano, el cuerpo mismo a travs de la salud o de la enfermedad es lenguaje 41 . Hay una imagen del cuerpo contra cuya integridad toda amenaza es sentida como mortal42. La integridad del cuerpo (podramos decir por oposicin a su fragmentacin) es la que proporciona seguridad al ser humano y en consecuencia la mayor prueba de! horror estara ligada -creemos nosotros- justamente a esta amenaza de ser desintegrado en un proceso que, por psicolgico que parezca, tiene enormes repercusiones en la reaccin de grupos de poblacin de la sociedad a la violencia. En este terreno y aun cuando no tenemos las explicaciones respectivas por el momento, creemos que en trminos de la imagen del cuerpo en su relacin con la identidad y la violencia no es lo mismo una bala en el crneo que el desmembramiento de los cuerpos; no es igual el asesinato frente a frente que la masacre de sujetos annimos, no tiene la misma significacin la muerte ejecutada sin crueldad a una muerte cuyo horror est en la forma misma en que se produce. A modo de conclusin A modo de conclusin podramos decir que sin duda alguna la violencia colombiana est requiriendo de anlisis que puedan dar cuenta del nivel de

Francpise Heritier. Otro mecanismo bastante extendido en la violencia es el que tiene que ver con la percepcin de la imagen del otro como un animal. Como lo plantea Heritier en el texto que siive de epgrafe a este apartado:"(...) el otro no es un ser humano a la 'imagen de Dios' como uno, sino un cuerpo animal desprovisto de derechos". Degradarlo, animalizarlo parece ser la condicin para matarlo. Dice Marshal: "Uno de los atributos esenciales de la violencia es su capacidad a objetivar o a cosificar aquellos sobre quienes se ejerce"36. En el mismo sentido la historiadora francesa Vernica Nahoum-Grappe al referirse a la guerra en Yugoslavia se pronunciaba sealando cmo se cosifican los seres humanos. "La crueldad -dice- sobre los cuerpos se inscribe en la misma lgica de aqulla ejercida sobre las cosas"37. Igualmente el psiquiatra colombiano Luis Carlos Restrepo deca: "El primer paso en la legitimacin del asesinato consiste en separar a la vctima, degradndola, colocndola lo ms lejos posible de nuestro entorno valorativo y vivencial" 38 . Otro ejemplo bien ilustrativo de esta "cosificacin" es el que narra Marshal sobre la violencia africana. Dice que a! lado de los asesinatos ordinarios se encontraron en las masacres perpetuadas en Ruanda mutilaciones perfectamente ordenadas: cercenamiento a machete del tendn de Aquiles o ms radicalmente de los pies y las manos o un brazo y una pierna. Se dijo, muy rpidamente dice Marshal, que cortar los tendones era lo ms fcil de hacer en alguien que hua. Los milicianos decan, a su turno, que haba que "recortar" ("raccourcir") a los tutsi (por demasiado grandes) en un macabro juego de palabras. Se trata ms bien, dice Heritier, de dejar inertes e impotentes en el estado de un vegetal inmvil a aqullos considerados enemigos (Heritier, 1996). Estos mecanismos de cosificacin o mejor de deshumanizacin podran explicar la afirmacin del paramilitar cuando dice que matar hombres es como matar gallinas. Esta animazacin tiene como consecuencia restarle al otro su capacidad simblica, su condicin humana como 36 Marshal, Roland. Op. cif. p. 189. 37 Veronique Nahoum-Grappe. "La cruaut extreme en ex yugoslavie." In: Reuue Esprit. No. 190. Pars.38

39 Esta una de las reflexiones que estamos adelantando en el proyecto actualmente y de la que slo tenemos hasta el momento algunas aproximaciones iniciales. 40 Fran$oise Dolto. Op.cit. 41 Ibidp.292. 42 /bid.p.293 .

Luis Carlos Restrepo. Mato, /neg existo. Dimensin simblica de la violencia. Revista Colmbiana de Psicologa. No. 2, Santaf de Bogot, Universidad Nacional, (s.f.).

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significaciones de las prcticas violentas, esto es, de sus referentes de sentido porque creemos que efectivamente, como lo muestran las reflexiones precedentes, la violencia -por irracional que parezca- est inserta en cdigos, en lenguajes, en lo que Cliford Geertz llamara tramas de significacin. Y en este terreno al menos una de las vetas fecundas de exploracin parece ser la de la identidad y los aspectos que en ella se juegan. Y siendo as, la interdisciplinariedad en este asunto es absolutamente necesaria. Para terminar, quiero arriesgar una hiptesis43: existira una relacin recproca entre la vctima v el victimario en la cual la identidad del adversario provee o refuerza, de alguna manera, la identidad del agresor. Este mecanismo podra estar presente en innumerables formas de la muerte. Particularmente en dos que se han convertido en Colombia en prcticas sistemticas de muerte y terror: la limpieza social y las masacres. Aun cuando se han dado casos excepcionales ambas modalidades ms que dirigirse a personas conocidas (lase: identificadas) se dirigen a grupos de poblacin annimos a quienes se les atribuyen o ms bien se les imputan ciertas pertenencias, o ciertas acciones que beneficiaran al adversario o en todo caso atentaran contra el victimario en cuestin. La pregunta que podra hacerse es si no se trata -como en el caso de los subversivos argentinos "creados" por los militares- de una identidad de sustitucin? (Marshal, 1994). Si la hiptesis de la relacin recproca entre las identidades de la vctima y del agresor es correcta ella podra explicar que se apele a ese mecanismo: crear una identidad de sustitucin es darle al menos UNA identidad y, en consecuencia, reforzar o atribuirse una identidad propia. Lo que no resulta del todo imposible en un pas con sus identidades en crisis y donde todo parece indicar que las est construyendo en la violencia. La hiptesis tiene sentido si seguimos a Marshal cuando dice que en vez de explicaciones de anemia generalizada demasiado facilistas y superficiales, es preciso buscar su significacin porque son pocas las sociedades donde la violencia no sea regida por un cdigo. Y que esta regulacin estara ntimamente ligada al reconocimiento del otro en un sentido dialctico: la identificacin del adversario prescribe un cierto nivel de violencia pero en revancha un cierto nivel de violencia tiene consecuencias sobre la determinacin de la identidad del agresor (Marshal, 1994).

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43 Esta hiptesis est explorndose con otras para explicar las significaciones presentes en las diversas formas de la muerte.

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