vivir con intención: el objetivo final de todo propósito y

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ÍNDICE

AGRADECIMIENTOSINTRODUCCIÓNUNO EL CAMINO HACIA LA INTENCIÓNDOS IMPLANTATRES NOTACUATRO TEN CONFIANZACINCO EXPRESASEIS NUTRESIETE TOMA ACCIÓNOCHO VIVIR CON INTENCIÓNEPÍLOGO POR DEEPAK CHOPRAVIVIR CON INTENCIÓN: APUNTES PARA NO OLVIDARMIS INTENCIONES DE HOYMI MAPA MENTALMI CÍRCULO DE EQUILIBRIOACERCA DE LA AUTORACRÉDITOS

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Elogios a Vivir con intención

“Lo sepamos o no, importamos; el hoy importa. Mallika Chopra nos muestra cómo vivirtranquilas vidas de inspiración. No debemos perdernos su vida y su travesía”.

Elizabeth Gilbert, autora del éxito de ventas Eat,Pray, Love (Come, reza, ama)

“Cada vez más la gente se da cuenta del valor de abordar la vida con un espírituconsciente y con propósito. Mediante este recuento profundo, y a veces gracioso,Mallika Chopra le da ideas y valor a quien quiera vivir con intención”.

Gretchen Rubin, autora de los exitosos libros TheHappines Project (El proyecto de la felicidad) y

Better than Before (Mejor que antes)

“Sin duda, Deepak no es el único erudito sobre la vida en la familia Chopra. Mallika escálida, sabia e ingeniosa, y Vivir con intención es una lectura maravillosa y útil”.

Don Miguel Ruiz, exitoso autor de The FourAgreements (Los cuatro acuerdos)

“El desenfadado recuento de Mallika sobre su propio camino hacia la intención meproporcionó el consuelo de saber que todos tenemos nuestros inicios y tropiezos en estecampo, incluso un Chopra. Ella es una mujer como cualquier otra —una madre comocualquier otra— que lucha abiertamente con el equilibrio de su vida, con la espiritualidady las inseguridades como el resto de nosotros. Es un camino sinuoso, pero sus pasoshacia la INTENCIÓN contribuyen a colocar las cosas poco a poco en perspectiva. Estoy muycontenta de estar en la travesía con mi amiga y compañera chocohólica Mallika”.

Jennifer Garner, actriz

“¿Cómo vivir con intención? Desearlo está muy lejos de alcanzarlo. Mallika Chopraconduce al lector a través de su propio sendero con gran honestidad. Los padres que sesienten muy atareados con las minucias de la vida diaria se sentirán estrechamenteligados a su experiencia. Esto puede iniciar una conversación global acerca de vivir conintención que todos deberíamos acoger con los brazos abiertos”.

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Elissa Epel, PhD, profesora del Departamento dePsiquiatría de la Universidad de California

en San Francisco

“Mallika Chopra es una escritora sorprendentemente honesta que comparte su travesíaen la que transforma el estrés, el miedo, la duda, la indecisión y la culpa en una vida defelicidad verdadera y de autoaceptación. Este brillante libro proporciona un patrón dediscretos y factibles pasitos de bebé que te llevarán de la mano y te harán vivir una vidaalegre. La lectura de este libro es como tener al mejor amigo del mundo en marcadorápido”.

Arielle Ford, autora de The Soulmate Secret(El secreto del alma gemela)

“¿Cuándo fue la última vez que redujiste la velocidad, reflexionaste profundamente yestuviste satisfecho con lo que viste? En este libro cálido, inspirador y práctico, MallikaChopra vuelve a hacer conexión con sus pasiones y sus propósitos diarios. Para quienesté interesado en una travesía de autorreflexión y alegre descubrimiento, Chopra resultauna encantadora compañera y guía”.

Jack Canfield, coautor de Chicken Soup for theSoul (Caldo de pollo para el alma) y autor de The

Success Principles (Los principios del éxito)

“Vivir con intención es un amable recordatorio de que la felicidad y la paz son unaelección propia. Este libro despierta la presencia de nuestra sabiduría y nuestro poderinternos para que reforcemos nuestra capacidad de servir al mundo”.

Gabrielle Bernstein, autora del New York Timesdel exitoso libro Miracles Now (Milagros ahora)

“Si pasas tus días preguntándote cuándo dejarás de girar para empezar a desarrollarte,entonces tienes que leer el libro de Mallika. Con humor, valor y una gran perspicaciacomparte las claves para una vida llena de propósito”.

Chade-Meng Tan, Jolly Good Fellow(Buen compañero) de Google y autor del New

York Times del éxito de ventas SearchInside Yourself (Busca en tu interior)

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“Mallika Chopra me ha enseñado a través de su poderoso ejemplo la importancia de lasintenciones diarias. Por medio de su historia personal, Mallika nos recuerda con dulzuranuestro propio poder para influir en un cambio positivo y duradero en nuestras vidas, yen consecuencia en las vidas de todos los que nos rodean. Léelo y prepárate paraexperimentar un gran cambio en tu perspectiva que transforma todo de manera positiva.

Tara Stiles, fundadora de Strala Yoga y autorade Make Your Own Rules Diet (Haz dieta

con tus propias reglas)

“Vivir con intención de Mallika Chopra es una hoja de ruta totalmente descriptiva paraaquellos que luchamos por mantenernos a flote en nuestras caóticas vidas”.

Lisa Ling, periodista

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Para Sumant, Tara y Leela,del amor viene la intención.

Mi amor por ustedes es rebosante,ilimitado, alegre.

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Agradecimientos

Me llevó mucho tiempo estar lista emocionalmente para escribir este libro.Se incubó durante años. Redacté una propuesta, la edité, la volví a escribir, la

deseché, y volví a empezar desde cero. A veces lo dejé por varios meses y volví a lapropuesta otra vez sin mucha claridad sobre lo que estaba tratando de decir. Pero laintención de compartir mis experiencias estaba ahí, y con el tiempo el proyecto adoptó supropia forma.

La gente a lo largo del camino lo hizo realidad y, en última instancia, convirtió suescritura en una alegría.

A los ángeles inversionistas de Intent mi más profunda gratitud por creer en lo quepodemos crear juntos. Les doy las gracias por su increíble generosidad, paciencia yconvicción de que podemos emplear las redes sociales para mejorar el mundo.

A mi equipo de Intent: ha sido un privilegio observar la manera en la que han llevadoa cabo sus propias intenciones, descubierto sus propósitos y contribuido al mundo. AlexBloomingdale, te has obstinado como yo en creer que podemos crear algo significativocon la plataforma de Internet. Gracias por compartir mi visión.

A la comunidad de Intent, a aquellos que han escrito para nosotros, leído ycomentado en nuestros blogs y han compartido sus intenciones y apoyado las de otros:ustedes han llenado de vida y pasión a Intent y a la vez mi propia travesía.

A Carolyn Rangel, Felicia Rangel, Geeta Singh y al equipo del Centro Chopra:aprecio su apoyo, sus ideas creativas y su compromiso más de lo que puedo expresar.

A Linda Lowenthal, mi amiga y agente literaria: creíste tanto en este proyecto queinvertiste muchas horas de tu tiempo editando y revisando la propuesta. Tú fuiste lacampeona que me dio la confianza de que en realidad podíamos hacer esto.

A Heather Jackson —nos conocimos como jóvenes madres y compartimos historiasy promesas inspiradas en el amor hacia nuestros bebés—: ¡Qué alegría volver a trabajarjuntas en este libro! Tus notas son impecables y le añadieron una gran profundidad yestructura. Gracias también a ti, Tina Constable, por creer en el proyecto, y a todos losmiembros del equipo de Harmony que, estoy segura, añadieron su propia magia.

A Ginny Graves: este libro es verdaderamente nuestro. Ya no sé dónde terminan mispalabras y empiezan las tuyas, puesto que nuestras travesías son casi iguales. Aménuestras conversaciones y lluvias de ideas durante esos largos y sabrosos almuerzos en

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ese mágico departamento en San Francisco, y el intercambio de correos electrónicos conborradores e ideas.

A las amigas de mi barrio: juntas hemos visto a nuestros hijos crecer, hemoscompartido zozobras y alegrías; hemos celebrado nacimientos y llorado la muerte dealgunos parientes; nos hemos consolado cuando estábamos agobiadas y nos hemospedido ayuda mutua. Ya fuera con mensajes sobre los acontecimientos diarios, conllamadas telefónicas rápidas para estar al tanto, con un saludo después de los honores a labandera en la escuela, celebrando nuestros cumpleaños, conversando después delalmuerzo, paseando, limpiando y ejercitándonos, discutiendo ideas para un nuevonegocio, tratando de equilibrar la vida y el trabajo, o marcando “me gusta” en lasactualizaciones de Facebook, nuestras experiencias compartidas me han dado conexión,confort y felicidad. Ustedes me dieron ideas e inspiración a través de nuestrasconversaciones, nuestras inseguridades, nuestras alegrías y nuestras decisiones paraencontrar equilibrio y significado. Estoy tan agradecida con todas ustedes que han estadopresentes un día sí y otro también durante años ya.

Y a mi familia: he sido bendecida por haber nacido en una familia estrechamenteunida y amorosa y por haberme casado con otra que se ha convertido en propia. Mamá ypapá: siempre han creído en mi talento y han celebrado mi trabajo. Además, estoyincreíblemente agradecida por tener esta familia política. Gracias a mi padre que conpaciencia me sugirió ideas, leyó cada borrador y me dio una honesta retroalimentación.Sé que esto es un regalo que muchos no pueden ni imaginar. Y a mi madre, que siguesiendo mi ancla para todo —en verdad para todo— lo que hago. Mi gratitud hacia ti esparte de lo que soy. Todos los días aspiro a ser como tú.

Como dije en la dedicatoria, el amor en verdad da un propósito. Estoy inundada deamor, y por ello estoy sinceramente agradecida.

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S

Introducción

on las 6:30 de la mañana y me despierta una canción pop. “Entré como una bolade demolición; nunca acerté tanto en el amor…”.

¿Es Miley Cyrus?, me pregunto adormilada, mientras trato de apagar laalarma de mi iPhone. Mi hiperentusiasta hija de nueve años, Leela, cambia la

canción casi a diario, lo que significa que mi sueño ha sido interrumpido por todo mundo,desde Lorde hasta Drake. No precisamente lo que yo escogería, pero las selecciones deLeela me hacen sonreír.

Salto de la cama para pasear a nuestro perro, Yoda, mientras las chicas se alistan.Corremos a la escuela. Me gusta acompañarlas hasta la entrada pero estamos retrasadas,así que les digo adiós desde la acera. Las siguientes horas son una vorágine de actividad:juntas, mandados, comida para llevar. Nunca hay suficiente tiempo y siempre me sientoculpable de no prestarle a algo la atención debida. Ya sea que no llego a la escuela paraun proyecto de clase o falto a una junta de negocios por ayudar en la escuela; esto mehace sentir mal, así que me presiono para hacer todo lo que puedo tanto en el trabajocomo en el aspecto familiar. Sobrevivo manteniendo una alta ingesta de azúcar y cafeína:grandes cantidades de té, un macchiato doble (o dos) diariamente, y chocolate. Tengoque comer chocolate.

Mientras estoy en la fila de los que comparten el auto sueño con un estado defelicidad, descansado y energético, en el que tengo una alimentación saludable y hagoejercicio todos los días. Imagino perder por fin los cinco kilos (bueno, siete kilos) quehan estado alrededor de mi cintura durante la última década, y al pensar en ello puedoestar más consciente en mis actividades. Me imagino conectando con amigos, cenandotranquilamente con mi esposo y pasando un tiempo más libre de presiones de trabajo conmis hijas, Tara y Leela. También me veo haciendo trabajo voluntario en mi comunidad ysintiéndome más conectada con el resto del mundo al contribuir con él de manerasignificativa. Pero esa realidad imaginada con frecuencia se hace añicos antes de que laschicas se amontonen en el coche y corramos a las prácticas de futbol. Suspiro cuando medoy cuenta de que olvidé recoger a Yoda de la peluquería y de que todavía necesitocomprar algunas provisiones para la cena.

Cuando acuesto a las niñas estoy exhausta. Me pongo al día con mis correos, revisolas redes sociales, navego en busca de noticias, y sí, echo un ojo a los sitios de chismesde celebridades. Con más frecuencia de la que me gustaría admitir me arrastro a la cama

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pensando en qué he hecho en todo el día.¿Estoy nutriendo mi cuerpo, mi mente, mi alma?Pienso en lo que está ocurriendo en el mundo y me gustaría poder hacer más en

retribución.¿Cuál es mi objetivo? ¿Cómo puedo servir? ¿Estoy viviendo con intención?Plantearme esas preguntas ha formado parte de mi vida a pesar de que no siempre he

vivido las respuestas en todo su potencial. Cuando éramos jóvenes, mi padre nosalentaba a mi hermano y a mí a empezar cada día pensando conscientemente en quéqueríamos. Había una tradición en mi casa después de la meditación: mi padre nos pedíaque repitiéramos la siguiente frase de Un curso de milagros:

Yo soy responsable de lo que veo.

Yo elijo los sentimientos que experimento.

Yo establezco las metas que alcanzaré.

Y todo lo que parece ocurrirme,

yo lo pido y lo recibo como lo pedí.

Y a continuación nos hacía la pregunta que aún resuena en mi mente:

¿Qué es lo que quieren?Como niños, nuestras respuestas incluían cosas como un videojuego nuevo, boletos

para ver a los Celtics y un viaje a Hawái. Mi padre nos escuchaba pacientemente ytomaba nota de nuestros deseos materiales, y después nos preguntaba con delicadeza:

“¿Y qué les parece amor? ¿Compasión? ¿Conexión? ¿Inspiración? ¿Propósito?”.A una edad muy temprana se nos enseñó a pedir diariamente las cualidades en

nuestra vida que nos harían sentir contentos, amados, seguros, con energía y con unpropósito. Y mediante este proceso empezábamos cada día estableciendo una intención,un deseo o un sueño que deseábamos alcanzar y buscábamos afanosamente lasconexiones emocionales y espirituales para convertirlo en realidad.

Ahora, muchas décadas más tarde, siento la necesidad urgente de volver a esapráctica. Empezar Intent.com fue un primer paso. El sitio ofrece, a mí y a otrosmiembros, un lugar donde compartir nuestras aspiraciones, recibir apoyo y, en últimainstancia, hacer nuestros sueños realidad.

A lo largo de los años he descubierto que cuando le preguntas a la gente qué es lo quequiere, lo que verdaderamente quiere, generalmente responde con alguna variación deestos temas: amor, conexión, salud, propósito, inspiración y sentido.

Es reconfortante comprobar que no estoy sola cuando me interrogo sobre si existe uncamino menos accidentado para lograr más alegría y propósito en mi vida. Cuandoescucho a las personas de mi comunidad —madres y padres, colegas del trabajo,

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miembros de Intent.com, o personas que asisten a mis conferencias— oigo que muchasse sienten abrumadas. Ya sean solteras, casadas, estén en busca de trabajo, padres quetrabajen o amas de casa, las personas con frecuencia hacen muchas cosas, se sientenculpables o incompetentes por lo que no están haciendo y esperan con ansia unsentimiento renovado de propósito. También, a menudo no se dan tiempo para nutrirse así mismas en su búsqueda de ambiciones y atención a los otros. Y ellos, como yo, lesestán transmitiendo a sus hijos el mismo modo repetitivo de hacer las cosas.

Creo que todos tenemos la esperanza de vivir una vida con más sentido, másinspiradora y más divertida. Al identificar nuestras intenciones —las semillas de nuestrosanhelos más profundos—, enunciándolas y yendo tras ellas, tenemos mayoresposibilidades de encontrar el camino hacia la felicidad, el significado y la trascendencia ennuestro mundo. El propósito nos ayuda a crear las vidas que queremos vivir. Además,cuando hacemos un propósito, conscientemente echamos a andar un proceso para hacerque este ocurra. Nos volvemos más conscientes de la gente que nos puede ayudar yaprovechamos los encuentros y las oportunidades. Nos damos cuenta de lascoincidencias y atraemos a los maestros, a los aliados y a los guías. Empezamos acomportarnos como si lo que deseamos realmente sucederá, y con frecuencia en realidadocurre.

Este libro es una crónica de mi intención y búsqueda para encontrar más significado,más alegría y más equilibrio en mi vida. Espero que al narrar mi historia pueda compartiralgo de la sabiduría que he adquirido de amigos, expertos y familia, e inspirar a otros conmis propios éxitos (y fracasos). A lo largo del camino proporciono un mapa práctico decómo todos nos podemos desplazar del pensamiento a la acción para alcanzar y hacerrealidad nuestras intenciones. Dedico un capítulo a cada paso de mi travesía y a cadapieza de mi plan de acción INTENT: Implanta, Nota, Ten confianza, Expresa, Nutre y Tomaacción.

Con la lectura de este libro espero que te sientas motivado por los cambios que llevoa cabo y que están inspirados en otras historias; que experimentes interés en alguno delos fascinantes hallazgos científicos, y te sientas alentado y apoyado por losconocimientos que adquieras a lo largo del camino. También espero que compartas tusintenciones y experiencias en Intent.com, o en nuestra aplicación Intent.

Más allá de todo lo demás, mi intención más sincera es que este libro desencadeneuna conversación global sobre vivir con intención, que lleve esperanza a aquellos que sesienten insatisfechos, que aliente a aquellos que están deseosos de descubrir sus pasiones,y nos proporcione a todos la oportunidad de ayudarnos mutuamente en nuestra búsquedade equilibrio y propósito, conexión y alegría.

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NOTA DEL EDITOR

El lector encontrará que a lo largo del libro la palabra INTENT (intención) se mantuvo en suidioma original, como un recurso mnemotécnico que hace referencia a las iniciales eninglés del plan de acción sobre el que se basa la autora:

I = ImplantaN = NotaT = Ten confianzaE = ExpresaN = NutreT = Toma acción

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E

Uno

El camino hacia la intención

stoy en medio de una conferencia sobre salud y bienestar cuando me asalta unpensamiento desconcertante: ¿Quién eres tú para hablar de intención cuandono pones en práctica la tuya? En el auditorio se encuentran cerca de cincuentapersonas, en su mayoría mujeres de treinta y cinco años, o mayores, quienes

me escuchan con atención explicar conceptos sobre salud, equilibrio y vivir una vida conintención.

“Los propósitos son la expresión de lo que aspiramos a ser como individuos —física,emocional y espiritualmente— y como miembros de nuestra familia y comunidades, eincluso como ciudadanos de la Madre Tierra. Los propósitos son una manera de definirlo que deseamos y de pedirle ayuda al universo o a Dios. Son las semillas de lo queanhelamos en nuestras vidas, ya sea salud, relaciones significativas o amor”.

Veo que la gente asiente con la cabeza ygarabatea apuntes.

Bien, por fin están enganchados.“De hecho —continúo—, una semilla es

una metáfora sumamente apropiada. Unasemilla contiene en sí la esencia de lo queserá; pero con objeto de que se desarrollehay que plantarla, regarla, nutrirla. Teenfocas conscientemente en esa idea y tomasmedidas para que se vuelva realidad. Al igualque una semilla, un propósito es un pedazode posibilidad pletórico de un potencialsorprendente”.

La semilla es una metáfora poderosa dela intención. Con frecuencia la semilla seplanta muy adentro en la tierra y empieza su vida en la oscuridad —el mismo lugardonde nuestra intención echa raíces en un inicio: en las oscuras profundidades denuestras mentes, donde habitan la insatisfacción, la tristeza, el miedo, pero también laalegría, la esperanza y la motivación. La oscuridad proporciona un suelosorprendentemente fértil para que la semilla de la intención crezca, dándonos la

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La semilla es una metáfora poderosa de la intención. Con frecuencia la semilla seplanta muy adentro en la tierra y empieza su vida en la oscuridad —el mismo lugardonde nuestra intención echa raíces en un inicio: en las oscuras profundidades denuestras mentes, donde habitan la insatisfacción, la tristeza, el miedo, pero también la

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Esta meditación es tanto para mí comopara mi auditorio. Necesito centrarme,ponerme en contacto con el núcleo de lo quesoy. Hago unas cuantas inhalaciones. Ysiento esas preguntas en cada célula. ¿Quiénsoy? ¿Qué deseo? ¿Cómo puedo servir? Hepensado en ellas tantas veces. Durante granparte de mi infancia era un ritual familiarpara mi padre hacernos esas preguntas. Peroahora, en el estrado, las siento de una

manera diferente. Mi conciencia está anclada en el presente, en mi cuerpo, en mi mentey en mi espíritu, y me siento abierta y receptiva. Algunas respuestas emergen deinmediato a la superficie:

¿QUIÉN SOY?La madre de dos maravillosas hijas: una esposa, una hija, una hermana, una amiga.Una emprendedora, una autora.Una supermamá, un papel que desempeño a regañadientes; como una camisa

demasiado ajustada, aprieta y raspa, aunque no estoy segura de por qué.Un alma que ama y que desea ser amada.

¿QUÉ DESEO?Salud para mi familia y para mí.Seguridad económica.Amor, propósito. ¿Pero, cómo lo logro?Paz, descanso, equilibrio. Ninguno de los cuales parece factible por el momento.

¿CÓMO PUEDO SERVIR?En este momento como mamá. Más allá de eso, realmente no lo sé.¿Es suficiente?¿Hay algo más que me pueda proporcionar un sentido de propósito más profundo?

A medida que continúo guiando al auditorio en la meditación, mis propias respuestas—y las preguntas que estas plantean— resuenan en mi mente. Cuando pido a misoyentes que reflexionen sobre quiénes son, me doy cuenta de que de alguna manerafundamental perdí el sentido innato de quién soy —o por lo menos el sentido de dóndeencajo y de lo que supuestamente debo estar haciendo con mi vida—. De que he perdidouna conexión importante con mi alma.

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y en mi espíritu, y me siento abierta y receptiva. Algunas respuestas emergen deinmediato a la superficie:

¿QUIÉN SOY?La madre de dos maravillosas hijas: una esposa, una hija, una hermana, una amiga.Una emprendedora, una autora.Una supermamá, un papel que desempeño a regañadientes; como una camisa

demasiado ajustada, aprieta y raspa, aunque no estoy segura de por qué.Un alma que ama y que desea ser amada.

¿QUÉ DESEO?Salud para mi familia y para mí.Seguridad económica.Amor, propósito. ¿Pero, cómo lo logro?Paz, descanso, equilibrio. Ninguno de los cuales parece factible por el momento.

¿CÓMO PUEDO SERVIR?En este momento como mamá. Más allá de eso, realmente no lo sé.¿Es suficiente?¿Hay algo más que me pueda proporcionar un sentido de propósito más profundo?

A medida que continúo guiando al auditorio en la meditación, mis propias respuestas—y las preguntas que estas plantean— resuenan en mi mente. Cuando pido a misoyentes que reflexionen sobre quiénes son, me doy cuenta de que de alguna manerafundamental perdí el sentido innato de quién soy —o por lo menos el sentido de dóndeencajo y de lo que supuestamente debo estar haciendo con mi vida—. De que he perdidouna conexión importante con mi alma.

La revelación me hace sentir terriblemente incómoda y tengo que luchar contra lanecesidad de permitir a mi mente desviarse de esa percepción. Pero mientras más meacostumbro a estos pensamientos, por más angustiantes que sean, más aprendo. Escuchoa mi cuerpo y tengo que admitir que no estoy en las mejores condiciones de salud. Mesiento con sobrepeso, cansada y achacosa. A pesar del enfoque de mi familia en loespiritual, no estoy llevando una vida llena de meditación, yoga, purificaciones, retirosespirituales y comida vegana. De hecho, mi adicción al azúcar me conduce a uncomportamiento cada vez más poco saludable. Con mucha frecuencia salgo a escondidasa mitad del día a comprar galletas o pastelitos y los devoro sin decirle a nadie. Tampocome estoy cuidando en otros aspectos. Hago ejercicio muy de vez en cuando y meacuesto muy tarde por estar en Facebook o con videojuegos. Siempre tengo una excusapara escatimar lo esencial para la buena salud, pero sé que mis excusas son poco sólidas

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su color preferido para los partidos locales. Maa también tenía fe en que la oración podíalograr que los pacientes de mi abuelo se aliviaran. Los visitaba en el hospital y despuésiba al templo con ofrendas específicas para favorecer su restablecimiento. Maa sabía quesus pensamientos y deseos daban forma al mundo, y sin duda poseía una notablehabilidad para crear su propia realidad. Un ejemplo se convirtió en saga familiar, y deniña, mientras aprendía sobre la intención, esta historia reforzó mi fe en su poder.

En 1954, varios años después de que India obtuviera su independencia del imperiobritánico, mis abuelos, mi padre y su hermano menor vivían en Lucknow, donde miabuelo, médico del ejército, estaba destinado. El primer ministro hindú, JawaharlalNehru, iba a visitar la ciudad como parte de las celebraciones de la nueva nación. Comotodo mundo en la ciudad, Maa estaba muy emocionada y llevaba varias semanaspensando qué sari ponerse, cómo peinarse, si ponerse zapatos bajos o tacones. Miabuelo, mi padre y mi tío se burlaban de su obsesión y le advertían que no se hicierademasiadas ilusiones; le decían que en medio de la multitud simplemente no había formade que el primer ministro se fijara en el sari de una mujer. Maa los dejaba burlarse peroestaba decidida.

“No solo Nehru se fijará en mí —les aseguró— sino que personalmente me dará subendición”.

El día finalmente llegó y mi abuelo, mi padre y mi tío se aventuraron a salir a la callea las cuatro de la mañana para apartar un lugar para la familia para ver el desfile. Maa,que se puso un espectacular sari rosa brillante, se les unió más tarde. Para cuando eldesfile de vehículos empezó, las calles se desbordaban con una masa humana, ya quemiles de personas esperaban ansiosas la llegada de Nehru. A medida que la caravana seacercaba lentamente al lugar donde estaban Maa y su familia, Nehru saludaba desde laventana abierta de su limusina. En medio de la vociferante multitud, mi abuelapermanecía de pie en silencio con las palmas juntas sobre su corazón con el tradicionalsaludo namaste.1

Y como si lo hubiera atraído, el automóvil de Nehru se detuvo. El primer ministro sebajó y a través de la multitud se dirigió hacia donde estaba mi abuela. Unió sus manos enseñal de respeto, se quitó la rosa de la solapa, y ante la vista de la muchedumbre se laofreció a Maa. Regresó a su automóvil y se fue. Y mientras la multitud que la rodeabavitoreaba, los ojos de Maa brillaban; miró a mi abuelo y le hizo un guiño.

Guiada por el espíritu de Maa me sumergí en mi investigación sobre la intención. Elaltero de libros en mi mesa de noche, y después en el piso, crece día a día. Escojo loslibros de autores de los que he escuchado hablar desde hace tiempo —a algunos losconozco desde que era niña— pero que no he leído. Mi papá es uno de ellos. Eckhart

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abuelo, mi padre y mi tío se burlaban de su obsesión y le advertían que no se hicierademasiadas ilusiones; le decían que en medio de la multitud simplemente no había formade que el primer ministro se fijara en el sari de una mujer. Maa los dejaba burlarse peroestaba decidida.

“No solo Nehru se fijará en mí —les aseguró— sino que personalmente me dará subendición”.

El día finalmente llegó y mi abuelo, mi padre y mi tío se aventuraron a salir a la callea las cuatro de la mañana para apartar un lugar para la familia para ver el desfile. Maa,que se puso un espectacular sari rosa brillante, se les unió más tarde. Para cuando eldesfile de vehículos empezó, las calles se desbordaban con una masa humana, ya quemiles de personas esperaban ansiosas la llegada de Nehru. A medida que la caravana seacercaba lentamente al lugar donde estaban Maa y su familia, Nehru saludaba desde laventana abierta de su limusina. En medio de la vociferante multitud, mi abuelapermanecía de pie en silencio con las palmas juntas sobre su corazón con el tradicionalsaludo namaste.1

Y como si lo hubiera atraído, el automóvil de Nehru se detuvo. El primer ministro sebajó y a través de la multitud se dirigió hacia donde estaba mi abuela. Unió sus manos enseñal de respeto, se quitó la rosa de la solapa, y ante la vista de la muchedumbre se laofreció a Maa. Regresó a su automóvil y se fue. Y mientras la multitud que la rodeabavitoreaba, los ojos de Maa brillaban; miró a mi abuelo y le hizo un guiño.

Guiada por el espíritu de Maa me sumergí en mi investigación sobre la intención. Elaltero de libros en mi mesa de noche, y después en el piso, crece día a día. Escojo loslibros de autores de los que he escuchado hablar desde hace tiempo —a algunos losconozco desde que era niña— pero que no he leído. Mi papá es uno de ellos. EckhartTolle. Marianne Williamson. Arianna Huffington. Andrew Weil. Dan Siegel. Me hago elpropósito de hablar con estos increíbles maestros y aprender de ellos. Paso una tardeescribiéndoles correos electrónicos y decido que si ha de suceder, accederán a que losentreviste.

Mientras tanto, le doy vueltas y vueltas en mi mente al concepto de intención. Alexaminarlo desde todos los ángulos, caigo en la cuenta de que incluso la palabra es unpoco vaga e imprecisa. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de intención?

Las intenciones no son solamente objetivos. Pro-vienen del alma, de algún lugar en lomás recóndito de nosotros de donde obtenemos claridad en nuestros sinceros deseos defelicidad, aceptación, salud y amor. Al pensar en nuestras intenciones, al cultivarlas yexpresarlas, generamos el clima en el que es más factible que ocurran. Pero las

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pacientes por los que se rezó mostraron una pequeña, pero significativa, mejoría en subienestar espiritual y emocional. No tenían idea de que se estaba rezando por ellos perode todas maneras mejoraron.

¿Mediante qué mecanismo puede la oración curar a estos pacientes? Mi padre creeque la conciencia en sí misma es una fuerza fundamental —tan básica como la gravedad— pero de la cual no tenemos aún las herramientas científicas para entenderla. Pudieraser que la intención consciente genere energía electrostática o magnética, y que el flujoinvisible tenga un efecto pequeño, pero mensurable, sobre el comportamiento —elnuestro así como el de los otros—. En cualquier caso, existe evidencia sólida para unapieza del rompecabezas: nuestros pensamientos y creencias pueden afectar nuestra salud.

Véase el efecto placebo, en el cual un falso tratamiento produce resultados positivossolamente porque el paciente cree que así será. Los placebos funcionan casi tan biencomo los antidepresivos potentes en el tratamiento de la depresión leve a moderada, yhan comprobado que reducen los síntomas del párkinson, la enfermedad de Crohn y laesclerosis múltiple. Nuestras mentes tienen una poderosa influencia en nuestros cuerpos—y en nuestras vidas—. Entonces, ¿por qué no utilizar nuestras mentes para mejorarnuestras vidas? ¿Por qué no establecer la intención de convertirnos en una persona mássolícita, de atraer el amor o de contribuir al mejoramiento de la humanidad?

¿Qué te gustaría cambiar? ¿Qué partesde tu vida no están funcionando? ¿Qué tefalta? Al considerar estas preguntas puedesdescubrir las semillas de tus más profundosanhelos. ¿Qué pequeños cambios puedeshacer para sentirte más descansado, másfeliz, más conectado, más inspirado?Adoptar pequeños cambios personales puedeser el primer paso para generar un cambiomayor en el mundo y en toda la humanidad.

Para mi satisfacción, recibí respuesta a uno de mis correos de parte de un consultor deEckhart Tolle TV, en la que me decía que Tolle estaría en San Francisco para dar unaconferencia, y que si bien no iba a aceptar reuniones privadas, había accedido a reunirseconmigo porque estaba intrigado y entusiasmado con el concepto de intención. Cuandollegó el día estaba nerviosa. Él es admirado por su trabajo en el campo de laespiritualidad y de la conciencia transformadora, y mi padre me ha dicho queverdaderamente vive en el momento presente y que está en contacto con el espíritu enun nivel muy profundo. No quería parecer excéntrica.

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Véase el efecto placebo, en el cual un falso tratamiento produce resultados positivossolamente porque el paciente cree que así será. Los placebos funcionan casi tan biencomo los antidepresivos potentes en el tratamiento de la depresión leve a moderada, yhan comprobado que reducen los síntomas del párkinson, la enfermedad de Crohn y laesclerosis múltiple. Nuestras mentes tienen una poderosa influencia en nuestros cuerpos—y en nuestras vidas—. Entonces, ¿por qué no utilizar nuestras mentes para mejorarnuestras vidas? ¿Por qué no establecer la intención de convertirnos en una persona mássolícita, de atraer el amor o de contribuir al mejoramiento de la humanidad?

¿Qué te gustaría cambiar? ¿Qué partesde tu vida no están funcionando? ¿Qué tefalta? Al considerar estas preguntas puedesdescubrir las semillas de tus más profundosanhelos. ¿Qué pequeños cambios puedeshacer para sentirte más descansado, másfeliz, más conectado, más inspirado?Adoptar pequeños cambios personales puedeser el primer paso para generar un cambiomayor en el mundo y en toda la humanidad.

Para mi satisfacción, recibí respuesta a uno de mis correos de parte de un consultor deEckhart Tolle TV, en la que me decía que Tolle estaría en San Francisco para dar unaconferencia, y que si bien no iba a aceptar reuniones privadas, había accedido a reunirseconmigo porque estaba intrigado y entusiasmado con el concepto de intención. Cuandollegó el día estaba nerviosa. Él es admirado por su trabajo en el campo de laespiritualidad y de la conciencia transformadora, y mi padre me ha dicho queverdaderamente vive en el momento presente y que está en contacto con el espíritu enun nivel muy profundo. No quería parecer excéntrica.

Para empeorar las cosas, estoy pasando por una de las peores alergias que he tenidoen años. Estornudo durante tres horas antes de la reunión y todo el tiempo me preguntosi debo continuar con la entrevista. Tengo los ojos irritados y llorosos, la nariz meescurre, la garganta me arde. Varias veces tomo el teléfono para cancelarla, pero alinstante cuelgo. No quiero perderme la oportunidad de hablar con Tolle, así que respiroprofundamente y sigo adelante. Y cuando nos sentamos los dos, los estornudos sedetienen.

Cuando le planteo a Tolle mi pregunta principal: ¿Qué es la intención? ¿Cómo ladefine y cómo da vida a las intenciones?, las campanas de una iglesia suenan en ladistancia. Conectado con el presente, como mi padre había asegurado, Tolle se anima y

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“No era insatisfacción sino el sentimiento de que necesitaba hacer algo más grandeque no se había expresado aún. Algo quería nacer y yo debía permitirle salir al mundo”.

Por esa época visitó una iglesia en el pueblo de Somerset, y sin mucho pensarlopronunció las palabras: “Quisiera aceleración, por favor”. Unas semanas más tarde sedespertó sabiendo que necesitaba cambiarse a la costa noreste de Estados Unidos paraescribir un libro.

“Algo deseaba ser creado y sentí que era un libro —dice—. No era precisamente miidea. Pero si estás abierto a lo que el universo quiere que se haga en este mundo, larealización consciente ocurre a través de ti”.

Le comento a Tolle que aunque ser madre es lo más importante de mi vida, a vecesme preocupa que no sea suficiente. Él sonríe, casi como lo hacía mi abuelo cuandonecesitaba consuelo.

“Hay personas que son felices haciendo cosas pequeñas —me dice—. Yo las llamoportadoras de frecuencia. Son tan importantes como las que crean grandes cosas. Suobjetivo es prestar toda su atención al momento presente y a cada acción e interaccióncon otros seres humanos, estar totalmente conscientes incluso de las interacciones máspequeñas. De esa manera también cambian el mundo para bien. En nuestra cultura, amenudo no se reconoce a los portadores de frecuencia, pero eso no significa que no seanimportantes. Yo fui un portador de frecuencia durante mucho tiempo y aún lo soy endiversas formas”.

Salgo de la entrevista un poco aturdida pero a la vez conmovida e inspirada.Contemplo lo que significa ser lo que él llama un portador de frecuencia. De algunamanera, suena muy parecido a ser una supermamá. ¿Es mi ego el que dice que necesitohacer algo más, o hay algo verdaderamente grande que debo crear? Si soy una portadorade frecuencia, ¿como puedo aceptar felizmente ese papel y estar más anclada en elpresente y ser capaz de entregar lo mejor de mí misma a mi familia y amigos? ¿Cómopuedo dejar de sentirme culpable, abrumada y deficiente?

Rumbo al aeropuerto empiezo a pensar en mi lista de pendientes y caigo en la cuentade que todavía tengo que ordenar los panquecitos de moras azules para la fiesta de laclase. Empiezo a estornudar otra vez y los ojos me comienzan a arder. Caigo en lacuenta de que mientras estuve sentada junto a Eckhart no estornudé para nada. Mesentía realmente en paz y en el momento presente. Su asistente me había dicho que solotendríamos quince minutos para platicar pero hablamos durante más de una hora. Sientouna inmensa gratitud.

Mientras me abro paso por la atestada fila de seguridad hago algo que no he hechojamás: me dirijo al bar y ordeno un whisky doble Macallan. Apacigua los estornudos ymis pensamientos desbocados. Estoy segura de que esto no era lo que Tolle tenía enmente, pero en este momento —y este momento es todo lo que tengo en realidad, comoél bien podría recordarme— me funciona.

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Le comento a Tolle que aunque ser madre es lo más importante de mi vida, a vecesme preocupa que no sea suficiente. Él sonríe, casi como lo hacía mi abuelo cuandonecesitaba consuelo.

“Hay personas que son felices haciendo cosas pequeñas —me dice—. Yo las llamoportadoras de frecuencia. Son tan importantes como las que crean grandes cosas. Suobjetivo es prestar toda su atención al momento presente y a cada acción e interaccióncon otros seres humanos, estar totalmente conscientes incluso de las interacciones máspequeñas. De esa manera también cambian el mundo para bien. En nuestra cultura, amenudo no se reconoce a los portadores de frecuencia, pero eso no significa que no seanimportantes. Yo fui un portador de frecuencia durante mucho tiempo y aún lo soy endiversas formas”.

Salgo de la entrevista un poco aturdida pero a la vez conmovida e inspirada.Contemplo lo que significa ser lo que él llama un portador de frecuencia. De algunamanera, suena muy parecido a ser una supermamá. ¿Es mi ego el que dice que necesitohacer algo más, o hay algo verdaderamente grande que debo crear? Si soy una portadorade frecuencia, ¿como puedo aceptar felizmente ese papel y estar más anclada en elpresente y ser capaz de entregar lo mejor de mí misma a mi familia y amigos? ¿Cómopuedo dejar de sentirme culpable, abrumada y deficiente?

Rumbo al aeropuerto empiezo a pensar en mi lista de pendientes y caigo en la cuentade que todavía tengo que ordenar los panquecitos de moras azules para la fiesta de laclase. Empiezo a estornudar otra vez y los ojos me comienzan a arder. Caigo en lacuenta de que mientras estuve sentada junto a Eckhart no estornudé para nada. Mesentía realmente en paz y en el momento presente. Su asistente me había dicho que solotendríamos quince minutos para platicar pero hablamos durante más de una hora. Sientouna inmensa gratitud.

Mientras me abro paso por la atestada fila de seguridad hago algo que no he hechojamás: me dirijo al bar y ordeno un whisky doble Macallan. Apacigua los estornudos ymis pensamientos desbocados. Estoy segura de que esto no era lo que Tolle tenía enmente, pero en este momento —y este momento es todo lo que tengo en realidad, comoél bien podría recordarme— me funciona.

No mucho después de mi entrevista con Tolle, un día estoy sentada en casareflexionando sobre la idea de intención. Si bien estoy absolutamente convencida de quela intención es una herramienta poderosa para el cambio personal, también sé por algunosen mi comunidad y por mi propia experiencia que llevar el concepto a la práctica puede

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Sé gentil contigo mismo mientras estás tratando de encontrar tu camino. La intención nosiempre es un camino directo, así como tampoco lo es la vida. El darte la oportunidad deintentar —y fracasar— a menudo es parte del proceso, incluso es una parte crucial delmismo.

Toma acciónUna vez que has identificado una intención, o incluso muchas, no te sientes a esperar quemágicamente se manifieste; en lugar de eso toma las medidas prácticas que pueden hacerque cada una se haga realidad. Puede ser más fácil escoger una intención primero yestablecer objetivos a corto plazo para ayudarte a empezar.

¿Por qué molestarse en tratar de vivir con intención? ¿Por qué no dejarse llevar sin hacerel esfuerzo de esclarecer lo que quieres? Hace años, David Sable, CEO de Young &Rubicam (ahora Y&R), me contó este cuento jasídico que llega al núcleo de por qué creotan profundamente en hacer el esfuerzo de vivir con intención.

Al gran rabino Zusya, que yacía en su lecho de muerte, le escurrían las lágrimas por el

rostro. Cuando sus adeptos le preguntaron por qué lloraba, dijo: “Si Dios me pregunta

por qué no fui como Moisés, le responderé que no fui bendecido con esa habilidad de

liderazgo o sabiduría. Si Dios me pregunta: ‘Zusya, ¿por qué no fuiste Zusya? ¿Por qué

no consumaste tu gran potencial? ¿Por qué no encontraste tu yo interior?’. ¿Qué le

responderé?”.

Deseo vivir mi vida a su máximo potencial. Quiero acoger mi propia intención, porgrande o pequeña que sea. Quiero encontrar mis propios momentos y tomar medidaspositivas para convertirme en la persona que quiero ser. Sin duda, la travesía serásinuosa, llena de sorpresas y contratiempos así como de dones. Pero estoy lista paraaceptarla completamente, sin importar a dónde me lleve.

¿Adónde te gustaría ir? ¿Qué te llama? Iniciemos juntos la travesía.

Notas:

1 Expresión de saludo que consiste en una ligera inclinación de cabeza hecha con las palmas de las manos unidasentre sí ante el pecho. (N. de la T.)

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establecer objetivos a corto plazo para ayudarte a empezar.

¿Por qué molestarse en tratar de vivir con intención? ¿Por qué no dejarse llevar sin hacerel esfuerzo de esclarecer lo que quieres? Hace años, David Sable, CEO de Young &Rubicam (ahora Y&R), me contó este cuento jasídico que llega al núcleo de por qué creotan profundamente en hacer el esfuerzo de vivir con intención.

Al gran rabino Zusya, que yacía en su lecho de muerte, le escurrían las lágrimas por el

rostro. Cuando sus adeptos le preguntaron por qué lloraba, dijo: “Si Dios me pregunta

por qué no fui como Moisés, le responderé que no fui bendecido con esa habilidad de

liderazgo o sabiduría. Si Dios me pregunta: ‘Zusya, ¿por qué no fuiste Zusya? ¿Por qué

no consumaste tu gran potencial? ¿Por qué no encontraste tu yo interior?’. ¿Qué le

responderé?”.

Deseo vivir mi vida a su máximo potencial. Quiero acoger mi propia intención, porgrande o pequeña que sea. Quiero encontrar mis propios momentos y tomar medidaspositivas para convertirme en la persona que quiero ser. Sin duda, la travesía serásinuosa, llena de sorpresas y contratiempos así como de dones. Pero estoy lista paraaceptarla completamente, sin importar a dónde me lleve.

¿Adónde te gustaría ir? ¿Qué te llama? Iniciemos juntos la travesía.

Notas:

1 Expresión de saludo que consiste en una ligera inclinación de cabeza hecha con las palmas de las manos unidasentre sí ante el pecho. (N. de la T.)

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vivir con intención

Reflexiones y prácticas

A continuación se reproducen algunas cosas que me han ayudado a eliminar losobstáculos de mi camino. Las comparto con la esperanza de que también te inspiren yayuden.

1. Sal a caminar. Observa y aprecia cómo la intención ocurre en el universo —cómouna parvada de pájaros gira al mismo tiempo, o cómo un ejército de hormigasmarcha a su propio ritmo—. Es muy poderoso solo observar y apreciar lo que terodea, sin sentir la presión de hacer nada más. Para algunos, escribir lospensamientos que fluyen libremente o sus observaciones en un diario es un granejercicio para la reflexión constante en silencio.

2. Planta una semilla en tu jardín o en una maceta en una repisa de una ventanasoleada en tu casa. Puede ser cualquier tipo de semilla: flor, fruto o vegetal. Haztecargo de regarla diariamente y de exponerla a la luz del sol. Cuando la semillaflorezca en su expresión única, disfruta de su belleza y de tu poder para nutrir.

3. Identifica a una persona de tu familia o de tu comunidad que sea lo que EckhartTolle llamaría un portador de frecuencia. Puede ser cualquiera —tu madre, elcartero o el empleado de la tienda de comestibles—, alguien que tú sientas queparece vivir cada día con intención. Aprecia el papel importante que esa personadesempeña en las vidas de quienes la rodean.

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práctica de intención“¿Qué es lo que el universo

quiere de mí?”

• Apártate cinco minutos para meditar, o solo siéntate en silencio. Escoge un lugardonde te sientas feliz y seguro.

• Tómate unos cuantos minutos para tranquilizarte, respirando profundamente,inhalando y exhalando cómodamente, sin tratar de controlar tu respiración, sintratar de controlar nada, solo dejando que esta fluya y que su ritmo te relaje.

• Plantéate las siguientes preguntas. No te sientas obligado a responderlas. Solotómate el tiempo para experimentar lo que ocurre cuando preguntas.

¿Quién soy?Haz una pausa de unos cuantos segundos y repite la pregunta.

¿Qué es lo que quiero?Vuelve a hacer una pausa de unos segundos y después repite la pregunta.

¿Cómo puedo servir?Haz una pausa, después repite la pregunta.

• Haz una inhalación profunda y pregúntate:

¿Qué es lo que el universo (Dios, o la presencia espiritual en la que creas) desea demí?Otra vez, no sientas que debes tener una respuesta clara a estas preguntas. Solo observalo que se filtra en estos momentos de silencio.

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E

DOS

Implanta

l 24 de julio por la mañana me despierto con cánticos: Feliz cumpleaños a ti,feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños mamita querida, feliz cumpleaños a ti.Sumant y las chicas me llevan serenata, y cuando me siento en la cama colocanfrente a mí una charola con el desayuno. Tara y Leela están radiantes,

claramente orgullosas de su logro. Un cuerno de chocolate, fresas, mi macchiato, yregalos y tarjetas hechos a mano. La manera perfecta de empezar mi cuadragésimosegundo año: llena de amor y de pasteles.

Poco después de terminar mi desayuno y los abrazos de cumpleaños, salen paradejarme sola esta mañana —mi única petición del día—. He apartado este tiempo paraempezar a meditar. Otra vez. He pasado por etapas en las que he sido cuidadosa con lapráctica, pero los últimos años he sido negligente. Mi cumpleaños, en el inicio de mitravesía para vivir con intención, parece ser un día perfecto para comprometerme denuevo.

La mejor parte de comprometerse a una práctica diaria es: cultivaré una mayorconciencia —un conocimiento de lo que está ocurriendo en el momento presente, externae internamente— que me ayudará a entender por qué me siento vacía y a descubrir quéme llenará. Esta para mí es parte de la fase de implantación: encontrar la quietud y elsilencio para poner atención a lo que mi cuerpo y mi mente me están pidiendo.

Despejo un espacio en una esquina de nuestra recámara y muevo uno de mis sillonesfavoritos al rincón. Coloco en el piso un pequeño Buda que tengo desde hace muchosaños enfrente del sillón, y luego apoyo dos fotografías una contra la otra. Una fuetomada durante una visita familiar al Taj Mahal. Las niñas sonríen. Sumant y yo lucimoscontentos y relajados. La otra nos muestra a Sumant y a mí en la ceremonia de nuestraboda. Estamos sentados en un estrado rodeados de nuestra familia. Mi abuelo paterno, aquien llamaba Daddy, se sienta en un primer plano. Murió ya hace tiempo pero todavíasiento su presencia reconfortante —y esta imagen me recuerda que está aquí en espíritu,apoyándome como siempre—. Cuando evoco a mi abuelo me siento amada y segura, yme doy cuenta de que todos esos momentos especiales que pasamos juntos cuando yoera joven estarán conmigo para siempre. Las fotografías me hacen sentir esas cosas —

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justo las emociones que necesito que me guíen en el futuro—. Me siento en el sillón (laposición de flor de loto en el piso es demasiado incómoda para mí y no quiero que eldolor me distraiga) y cierro los ojos.

La meditación ha sido una parte muy significativa de mi vida durante mucho tiempo,y me ha proporcionado la oportunidad de calmar mi mente, deshacerme del estrés,centrar mis emociones y conectarme con la silenciosa voz en mi interior. Siverdaderamente quiero definir e ir tras mis intenciones, no podré hacerlo sin esta prácticacontemplativa.

He encontrado que sentarme en silencioy enfocar la mente es la manera más efectivapara implantar intenciones, pues te da accesoa un pozo muy profundo de comprensión,percepción y conciencia. Para conocer tusintenciones necesitas conocerte a ti mismo;la meditación ayuda a revelar los procesos detu pensamiento, tus miedos, tusinseguridades, tus fortalezas y tus pasiones.Cuando estás consciente de estos aspectosde ti mismo, tienes mayor capacidad paraidentificar los pensamientos y creencias quete están lastrando, e inclinarte hacia lasactividades, la gente y las prácticas que te levantan el ánimo. En otras palabras, estás listopara vivir con intención.

La meditación no es el único caminopara implantar tus intenciones. Pero cultivaruna actitud dispuesta al silencio y lacontemplación es fundamental para dar estepaso. Cuando corro en la playa, camino en elbosque o practico yoga, o incluso cuandoestoy armando un rompecabezas, tambiénexperimento percepciones importantes.Todos tenemos nuestra propia forma paraencontrar tiempo y espacio para lacontemplación. Para ti puede ser hornear unpastel, tejer, bailar o sentarte a escucharmúsica. Para mí, la meditación es la manera más rápida de entrar en contacto con eselugar donde mi mente se aquieta, pero no hay una sola dirección. Implantar puede ocurriren cualquier momento en que te regales tiempo para reflexionar y relajarte, para hacerhonor a la quietud y el silencio.

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Con los años he aprendido que al aquietar mi mente puedo dejar atrás lasdistracciones físicas y emocionales de la vida diaria y entrar en contacto con lo que soyrealmente, más allá de las etiquetas externas y el diálogo interno que corre como unruidoso teletipo en mi cerebro. Una vez que he alcanzado ese lugar silencioso puedoescuchar la voz más tenue de mi verdadero yo, la que sabe lo que me hará sentir feliz,conectada, decidida y satisfecha.

La meditación también es el medio más eficaz para anclarme en el aquí y el ahora.Como me dijo Eckhart Tolle durante nuestra conversación: “Antes de que alguien puedasiquiera pensar en sus intenciones y en lo que quiere de la vida, necesita descubrir lo quesignifica estar presente”. Es en el presente donde se encuentra la llave de mi felicidad,porque es todo lo que yo —y cualquiera de nosotros— tengo.

No es necesario hacer un altar especial para meditar. Yo me puedo sentar en mi camao en el piso de mi recámara y cerrar los ojos. Pero crear un ritual en torno a lameditación me ayuda a entrar en ese estado de ánimo y dirige mi mente hacia lacontemplación y la introspección. Al sentarme en mi silla especial, con las piernasconfortablemente asentadas en el piso y las manos en mi regazo, inhalo profundamente ydespués libero mi respiración en una exhalación lenta y larga, y lo repito otra vez. Tratode sacudirme el modo “hacer” para entrar en el modo “sentada”, y de pronto me abrumala emoción. Siento el pecho tenso, la garganta se me cierra y el familiar ardor salado delas lágrimas en mis ojos. No es la tristeza la que me conmueve sino la gratitud. Gratitudhacia Sumant, Tara y Leela por darme esta oportunidad para sentarme y respirar.Gratitud a los editores de mi libro porque me han alentado (y pagado) para embarcarmeen esta travesía de autodescubrimiento. Y gratitud por la práctica de la meditación en sí.

Estar sentada aquí, preparándome para aquietar mi mente, se siente como volver acasa, a mi familia y a mi niñez. Esta práctica ha significado todo para nosotros. Laverdad es que mi vida entera cambió —la vida de nuestra familia cambió— cuando mipadre descubrió la meditación.

A pesar de que crecieron en India, mis padres no tuvieron mucha experiencia en lameditación y el Ayurveda cuando eran jóvenes —aspectos en los que ahora mi padre esreconocido por su gran fomento e impulso—. Fueron educados con valores másoccidentales. Mis cuatro abuelos eran personas instruidas, y después de sus matrimonioslos cuatro vivieron un tiempo en Inglaterra, una vez que India se independizó delgobierno británico en 1947. Como resultado, mis padres aprendieron a hablar un inglésimpecable. Al día de hoy, mi papá puede recitar todas las obras de Shakespeare deprincipio a fin. Mi padre estudió medicina occidental —la alternativa por la que los

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hindúes “listos” optaban en ese tiempo, si no se convertían en ingenieros—, y una vezque terminó sus estudios, mis recién casados padres emigraron en 1970 a Estados Unidospara obtener su residencia.

Una década después de estar en el país mi padre era un médico exitoso. Yo teníanueve años y mi hermano, Gotham, cinco. Éramos unos chicos estadounidenses bienadaptados con estrechos lazos con nuestra familia, con la comunidad hindú y con nuestraescuela estadounidense. Pero no éramos una familia particularmente espiritual.Celebrábamos Diwali, la mayor festividad hindú en el otoño, y Holi, la fiesta de loscolores que celebra la llegada de la primavera, arrojándonos, entre nosotros y los demáscelebrantes, agua y polvos de colores.

Desde mi perspectiva infantil, éramos felices. De lo que no me daba cuenta entoncesera de cuánto sufría mi padre por el estrés que le provocaba su carrera. Sentía como siestuviera en piloto automático llenando de pastillas a sus pacientes. Fumabaincesantemente y mis padres con frecuencia peleaban por su modo de beber. Unaterrorífica mañana la tensión llegó a su clímax y mi mamá hizo las maletas. Recuerdohaberme sentido confundida. ¿A dónde va?, me pregunté. Se dieron de gritos mientrasella se dirigía a la puerta. Mi madre se subió a su auto para irse, pero Gotham corrió a laentrada del garaje y se acostó detrás de las ruedas traseras. Y de pronto caí en la cuenta.Se estaba yendo. Por primera vez me sentí verdaderamente aterrada. Siempre di por unhecho nuestra seguridad y felicidad. ¿Qué le estaba pasando a nuestra familia? Laconfrontación sirvió como una de varias llamadas de atención para mi padre. Se sentíainfeliz y empezó a buscar soluciones. Como en algún tiempo estudió filosofía, asistió auna conferencia de Jiddu Krishnamurti, filósofo y escritor hindú que exploró laconciencia y la naturaleza de la existencia humana. Después de la conferencia mi padreempezó a leer atentamente sus libros y a escuchar sus grabaciones. A través de élaprendió sobre la meditación, una práctica que Krishnamurti calificaba de extraordinaria.“Si no sabes lo que es, eres como un ciego en un mundo de colores brillantes, sombras yluces que se mueven”, escribió. Intrigado, mi padre se inscribió en un curso en el Centrode Meditación Trascendental en Cambridge.

Hemos escuchado la historia de su primera experiencia en el Centro muchas veces.Cuando meditó ese día, dice, experimentó una sensación de paz y silencio que faltaba ensu vida. Sintió una conexión consigo mismo y con un espíritu más grande, y el efecto fuetan poderoso que cambió todo. Como era típico en mi padre, quiso compartir y exploraresa increíble experiencia con otros. Regresó a casa, recogió a mi madre y la llevódirectamente al Centro de Meditación Trascendental para que ella experimentara lo que élhabía descubierto. Para mi tranquila y apacible madre, el silencio y la quietud de lameditación fue algo natural y rápidamente se enganchó en ella, desarrollando, desde esedía, una práctica comprometida. Gracias al entusiasmo de mi padre, no pasó muchotiempo para que toda nuestra comunidad hindú estuviera meditando.

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A partir de entonces, la vida en nuestro hogar fue diferente. Mi padre dejó de fumary de beber. Nuestra familia pasó más tiempo junta. La corriente subterránea de tensióncesó. Cuando regresaba de la escuela hacía la tarea, veía un poco de televisión, ydespués pasaba quince minutos meditando con mi madre antes de cenar. Aprendí a amarla sensación de aquietar mi mente y conectar con el momento presente. Estar sentadacon mi madre me hacía sentir segura, y como ya había tenido un destello de lo que sepodía sentir con la inseguridad, experimentaba esas meditaciones compartidas como unacuerda salvavidas que ataba a toda la familia.

Aprender a meditar inspiró a mi padre a sumergirse en el floreciente nuevo campo dela medicina del cuerpo y la mente, lanzándolo, en una travesía inesperada ysorprendente, al prestigio mundial. Así que fui espectadora de primera mano del poderque esta simple práctica tiene para transformar las vidas de las personas.

Ahora que estoy sentada en mi casa frente a un altar nuevo y cierro mis ojos, siento queme estoy volviendo a conectar no solo con un legado familiar sino también con unafuente de gran potencial: el potencial de mi propia transformación. Enfoco mi mente enmi respiración y siento el aire fresco pasar de mis fosas nasales a mi estómago, y despuéscuando sale de mi cuerpo. Como siempre, me maravilla que esta función dadora de vidade la respiración se desarrolle constantemente sin control consciente. Pero cuando meconcentro en ella, ahí está, segura y confiable. Así que mientras inhalo mentalmenterecito mi mantra, palabra que en sánscrito quiere decir “herramienta de la mente”. Unmantra es un sonido o una palabra que se emplea al meditar, cantar o rezar. La mayoríade los mantras son relajantes —muchas personas emplean la palabra “amor” o “paz”— yproporcionan a la mente algo en qué enfocarse para ayudar a romper el ciclo constantede pensamientos. Hace más de veinte años una maestra del Centro Chopra me dio mimantra, cuando empecé a practicar la Meditación del Sonido Primordial (una forma demeditación que ahora enseño). Mi mantra se basa en la energía vibratoria del universocuando nací. Es uno de los cientos empleados en la tradición védica que se remonta amiles de años. Es difícil describir cómo suena. Piensa en un sonido primordial: las olassobre la playa, o la brisa soplando entre los árboles. Son sonidos que curan. Así es comose siente mi mantra.

Repito mentalmente este sonido ahora y resuena en mi corazón. Sigo repitiéndolo, ycuando mi mente se desvía en el pensamiento, como siempre hace, suavemente vuelvomi atención a mi mantra. Podría enfocarme solamente en mi respiración, en la tersasensación de adentro-afuera del aire que se mueve a través de mis fosas nasales, perodebido a que he empleado un mantra desde mi niñez, el sonido me ayuda a estabilizarme,

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diciéndole a mi mente que es hora de cambiar del modo “pensamiento” al modo “ser”.Es como caminar por un sendero muy transitado que conduce a un lugar familiar dequietud.

Varias respiraciones más tarde caigo en la cuenta de que estoy pensando en lasopciones para la escuela secundaria de Tara para el próximo año, qué botana llevar alpartido de futbol de Leela, redactar una actualización para los inversionistas de Intent —la mezcla familiar de preocupaciones, expectativas y temores que me alejan del momentopresente—. Acepto estos pensamientos sin juzgarlos —después de todo, pensar es lo quehace la mente— y suavemente dirijo mi atención otra vez a mi mantra. Este ir y venirentre pensamiento y concentración no es un fracaso. Acorralar mi caprichosa mente esparte de la práctica, y es benéfico para la intención por dos razones: me da laoportunidad de observar mis pensamientos y aumentar el conocimiento de mí misma, yde darme cuenta de que estoy pensando y devolviendo mi atención a mi mantra. Estoyentrenando, despacio pero seguro, mi mente para que se asiente.

Me siento durante quince minutos, muchos de los cuales los paso peleándome con mimente errante, que se parece a ir dando tumbos, como un bebé que empieza a caminar:¿Qué haré de cenar? ¿Dónde estará mi suéter color de rosa? No debo olvidar llamar ami madre. A pesar de todo, cuando mi iPhone suena para avisarme que se terminó eltiempo, abro los ojos sintiéndome relajada y en calma. Hago una profunda inhalación yme estiro y después tomo mi diario. Mientras mi mente está despejada y presente, hagoalgunas anotaciones sobre mis intenciones para el futuro:

Julio 24. Quiero estar presente en mi vida: exprimirle tanta alegría como pueda y también

enfrentar la tristeza y los reveses con autenticidad y gracia. Quiero estar presente para

mis hijas, Sumant , mis padres, mis amigos y para mí misma.

Mis intenciones para el año:

Familia. Quiero conectar con aquellos que son lo más importante para mí, disfrutar

verdaderamente el tiempo que estemos juntos y sentirme agradecida por lo que tengo.

Equilibrio. Quiero imaginar lo que significa para mí y qué se necesita para encontrarlo.

Salud. Quiero comprometerme con un programa de actividad física regular, reducir el

azúcar en mi dieta y alimentarme mejor en general, no solo porque deseo perder peso

(sin duda ese sería un resultado feliz) sino también porque quiero estar sana y tratar a mi

cuerpo con respeto. Quiero comprometerme a realizar actividades físicas que me hagan

sentir conectada espiritualmente y realizada emocionalmente. También quiero poner

atención a mi sueño porque sé que soy una mejor persona —tomo mejores decisiones,

soy más de fácil de llevar— cuando estoy descansada.

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Diversión. Quiero identificar las actividades que me hacen reír y me dan alegría, y

llevarlas a mi vida de manera regular.

Propósito. Quiero volver a encender mi pasión por lo que hago diariamente, ya sea

como madre, esposa o empresaria. Quiero encontrarle significado a mis actividades

diarias para llevarlas a cabo con un sentido de respeto y claridad, dando todo de mi

parte para mejorarme a mí misma, a mi familia y al mundo en el que vivo.

Intención. Quiero sentirme con energía, creativa, alegre, centrada e inspirada, y en la

medida de mis capacidades llevar más amor a mi vida y a las vidas de aquellos a

quienes toco.

No es una lista corta pero creo que es factible. Me siento tan bien: centrada, encalma, completa. Y pensar que estuve estresada y girando durante años, cuando estapráctica sanadora de la meditación estuvo siempre a unas cuantas respiraciones dedistancia todo el tiempo.

Cuando empecé a meditar de niña era una especie de fenómeno entre mis compañeros.Mi papá propugnaba por la meditación públicamente, pero esta posición era consideradapor la mayor parte de la prensa como algo radical o alternativo. De esa época guardo unrecuerdo en particular. Era principios de los noventa, yo estaba en la universidad y meencontraba en un aeropuerto en espera de un vuelo. Y al mirar el estante de las revistasvi una imagen cómica de mi papá en la portada de una de ellas. Su cabeza eraexcesivamente grande; estaba sentado en posición de flor de loto meditando (tal vezincluso levitando) y se contorsionaba entre ocho brazos que lo rodeaban. En una manosostenía aceite de víbora y en la otra incienso. El mensaje era claro: la meditación es parachiflados.

A pesar de todo eso, la práctica era un regalo increíble que yo apreciaba. Porexperiencia yo sabía que curaba, que me hacía sentir más segura, más centrada y másfeliz. Cuando fui adolescente fue una herramienta que me ayudó a saber quién era en elprecario mundo de los adolescentes. Sentarme en silencio y quietud me ayudó a sentirmeen contacto con algo más grande que mi propio drama cotidiano, y gradualmente meinfundió una tranquila confianza en mi propia voz y en mi propia perspectiva.

En los últimos diez años la meditación se ha puesto de moda en Estados Unidos,transformación que no deja de hacerme sonreír. A pesar de que mucha gente estádescubriendo la meditación actualmente, esta práctica tiene unas excepcionalmenteprofundas raíces espirituales e históricas. Algunos historiadores especulan que los

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primeros humanos meditaban contemplando las llamas de las fogatas que les daban vida,y la práctica, que fue popularizada por Buda en el año 500 a.C, se menciona en lasescrituras hindúes desde hace cinco mil años. No necesitas ser espiritual para meditar,pero para aquellos que creemos en algo más grande que nosotros mismos, la prácticapuede servir como una manera de entrar en contacto con lo divino, ya sea que le llamesDios o conciencia o universo. Cuando medito me siento parte de ese algo más grandeque nos conecta y nos hace uno con todos los seres vivientes.

Los beneficios que he experimentado con la meditación —mayor claridad y enfoque,reducción del estrés, mayor percepción de mí misma— han sido totalmente validados porla ciencia en las últimas décadas. La investigación ha demostrado que estos beneficios noson bendiciones impartidas sobre algunos afortunados. Están disponibles para cualquieraque se tome el tiempo de comprometerse con la práctica, y a más meditación mayor es elbeneficio.

La investigación sobre la meditación empezó en serio a principios de los noventa,cuando el Dalái Lama invitó a Richard Davidson, neurocirujano de la Universidad deWisconsin, a que fuera a Dharamsala, en India, a entrevistar a los monjes que habíanmeditado durante años; a partir de entonces, Davidson y sus colegas han estudiado adocenas de budistas, desde novicios hasta aquellos que han estado practicando conregularidad. Los hallazgos de este poco común cuerpo de investigación sugiere que lameditación puede en realidad alterar la estructura y la función del cerebro: mientras másla practicas más cambia el cerebro. Mediante el empleo de escáneres de resonanciamagnética (fMRI, por sus siglas en inglés), los investigadores hallaron que losmeditadores experimentados tienen una mayor activación de áreas del cerebrorelacionadas con la atención que los meditadores noveles. En palabras sencillas, puedenenfocarse más fácilmente y atajar las distracciones y el caos de la vida cotidiana. Cuandose trata de implantar intenciones, lo que requiere una atención enfocada, ningunahabilidad es más esencial. A la inversa, aquellos que han practicado durante muchotiempo (un promedio de cuarenta y cuatro mil horas) en realidad tienen una activaciónmenor en esas regiones del cerebro, lo que indica que su capacidad para sostener laatención requiere de un menor esfuerzo cognitivo. Una posible explicación es que sushoras de práctica les han proporcionado la habilidad para enfocar sus mentes con pocoesfuerzo: se ha vuelto su segunda naturaleza.

Al leer sobre estos estudios se me ocurre que he estado viviendo en el presente, peroque no he estado despierta en el presente. Mi mente siempre está en todas partes,discutiendo de nuevo cosas que sucedieron el día anterior o preocupándose por cosasque podrían (o no podrían) ocurrir en el futuro. El resultado: extravío mis llaves, micartera, mi teléfono. Les cuento a mis amigas la misma historia dos veces, pero se meolvida comentarle a Sumant sobre las actividades escolares a las que debe asistir, ydespués me enojo con él por no haberse presentado. Tal vez una de las razones por lasque siento que mi vida carece de significado y propósito es porque a mi mente le falta

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enfoque. Estoy tan ocupada que ya no me tomo el tiempo de pensar en lo que quieropara implantar mis deseos, para vivir cada día de la manera en que sé que meproporciona paz y felicidad. El hecho de volverme más atenta con el presente, ¿podríaayudarme a encontrar cosas para disfrutar mi experiencia diaria, cosas de las que me heestado perdiendo porque me he estado moviendo muy rápido?

También he estado malhumoradaúltimamente, y la investigación sobre lameditación me da esperanzas en ese aspectotambién. La evidencia preliminar sugiere quelos practicantes de mucho tiempo pueden sermenos reactivos emocionalmente que elresto de nosotros. Al responder a sonidosemocionales (el arrullo de un bebé, los gritosde una mujer) muestran una activaciónmenor de la amígdala, la parte del cerebroque se enciende cuando tienes miedo o estáspreocupado, que los novicios. En otraspalabras, la meditación puede ayudarte atener control sobre tus reacciones yemociones. Eso tiene sentido. La meditación y otras prácticas contemplativas sonpaliativos poderosos del estrés ya que calman el sistema nervioso y reducen los nivelesde la hormona del estrés, el cortisol. Cuando estás menos estresado eres menos reactivo.En lugar de dar vueltas como un derviche giratorio —una de mis figuras favoritas—,estás más atento y mejor equipado para hacer elecciones más razonables. ¡Apúntame ya!

El doctor Dan Siegel, profesor de psiquiatría clínica en UCLA, me ayuda a profundizar enel valor de implantar durante una conversación en su oficina, la que resulta que no quedalejos de donde vivo en Santa Mónica. Me acerqué a él después de haber leído sufantástico libro Mindsight (Visión de la mente), en el que describe que la “amplitud devisión” nos hace receptivos a lo que sea que llegue a nuestra conciencia, sin aferrarnos aideas preconcebidas de cómo deben ser las cosas. Me impactó entonces, como ahora,que la amplitud de visión es una actitud muy útil para implantar intenciones. Y Siegelmismo es totalmente abierto. Me recibe calurosamente y parece estar impaciente porescuchar sobre mi libro y hablar sobre la intención. Me doy cuenta de que recibir a laspersonas con tal amplitud es una forma de establecer una conexión personal en instantes,y requiere la presencia de mente que espero desarrollar a través de la meditación.

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La amplitud de visión también es importante para implantar, porque si no estásabierto y receptivo se te escaparán percepciones y conexiones importantes entre variosaspectos de tu vida que te pueden proporcionar pistas hacia nuevas fuentes de significadoy propósito. Me doy cuenta de que puedo estar abierta solo cuando vengo de un lugarsilencioso, cuando me desprendo del parloteo constante, cuando dejo de analizar cadacomentario y cada situación.

El doctor Siegel me dice que la amplitud o actitud receptiva nos permite ver las cosascon claridad. “Nos desprendemos de las expectativas y recibimos las cosas tal como son,en lugar de tratar de hacerlas como queremos que sean. Nos da el poder de reconocer losjuicios restrictivos y liberar nuestra mente de lo que la sujeta”. Este comentario toca unafibra. Sé que mi mente está llena de juicios restrictivos y tengo la esperanza de que laconciencia en la que estoy trabajando ahora me ayude a darme cuenta de ellos y adescifrarlos.

“La autoconciencia no solo te ayuda aentender tu propia vida y tu propósito,también a relacionarte de manera máscompasiva con los otros. Cuando tienes lamente despierta puedes ser mejor amigo,mejor esposo y mejor padre —me dice—.La crianza se trata realmente de generarintención y de estar totalmente presente en elmomento con bondad y compasión”.

Le comento al doctor Siegel sobre milibro y le explico que estoy trabajando enimplantar intenciones. “Implantar es comomi idea de la flexibilidad en la respuesta, querealmente significa hacer una pausa antes deactuar y considerar las opciones. Implantares flexibilidad en la respuesta con otronombre: es hacer una pausa para descifrar elrumbo de tu vida —me responde—. Es el

primer paso para reconocer que estás aquí por una razón y para tratar de entender yhonrar esa razón”.

En el momento en que abrazo al doctor Siegel para despedirme mi corazón está llenode gratitud y mi mente está girando con pensamientos muy importantes. ¿Cuál es larazón por la que estoy aquí? ¿Cómo puedo hacer honor a esa razón?

Son preguntas que todos debemos plantearnos. ¿Por qué estás aquí? ¿A quépropósito podemos servir? ¿Cuánto bien podemos hacer? ¿Cómo podemos dar lo mejorde nosotros mismos al mundo y dejarlo un poco mejor de lo que lo conocimos?

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Un día me encuentro tratando de meditar pero algunos pensamientos insistentes no dejande entrometerse. ¡No se te olvide llevar los panquecitos a la escuela! ¡Tengo queprepararme para mi conferencia sobre bienestar! ¿La comida con las otras mamás esmañana o la próxima semana? Mi lista de pendientes está desbocada en mi menteimpidiendo cualquier posibilidad de tranquilidad. Pero por experiencia sé que laarremetida de los pensamientos no es algo malo: el hecho de que mi mente estécorriendo, en realidad me da la certeza de que sentarme durante diez minutos esexactamente lo que tengo que hacer.

Abro los ojos y me permito pensar en mi lista. En unos minutos mi corazón estáagitado y prácticamente puedo sentir el cortisol, la hormona del estrés, dispararse por misvenas. ¿Qué me está estresando? Me siento abrumada, sí, pero hay algo más: mesiento… culpable. Culpable de estarme haciendo cargo de demasiadas cosas, culpable deque no estoy haciendo nada bien, culpable de no estar dándole la atención debida a mishijas, a Sumant, a mi trabajo. ¿Y qué hay de ti, Mallika?, susurra una vocecita. ¿Cómote estás defraudando a ti misma?

Pienso en lo que el doctor Siegel dijo sobre el juicio restrictivo. En la medida en quelos juicios restrictivos se desencadenan, para muchas madres la culpa casi llega almáximo. He estado leyendo el libro de Sheryl Sandberg, Lean In (Déjate llevar), yrecuerdo algo que dice al respecto: “El manejo de la culpa puede ser casi tan importantepara las madres como el manejo del tiempo”. ¿Manejo de la culpa? ¡Vaya concepto!Tomo el libro de mi mesa de noche y releo el capítulo sobre “tenerlo todo”. Casi al finaldice: “En lugar de a la perfección deberíamos aspirar a lo sustentable y lo gratificante. Lapregunta correcta no es: ‘¿Puedo hacerlo todo?’, sino ‘¿Puedo hacer lo que es másimportante para mí y mi familia?’”.

Al leer estas palabras se me ocurre que en lugar de sentirme ansiosa respecto a lasactividades de mi programa, simplemente podría decir “no”. Una palabra, dos letras, unpoder inmenso. Estar hasta el tope de actividades y estresada no me ayuda a implantarmis intenciones, no solo porque no tengo suficiente tiempo para dedicarme a ello sinotambién porque no tengo suficiente energía. Me siento demasiado agotada para llevar acabo el trabajo intenso que tengo que hacer para proseguir con este proyecto. Sinembargo, ahora me doy cuenta de que no tengo que ofrecerme como voluntaria paratodo en la escuela. Debo escoger con más cuidado los compromisos que acepte. De vezen cuando puedo decirles a mis amigas que no puedo participar en las comidas de lasmadres. El pensamiento es a la vez liberador y atemorizante. Creo en el poder del sí: enaceptar las oportunidades que se presentan. Pero tal vez debo ser más consciente de missíes y desplegar el no con más frecuencia.

Es un reto que cada mujer que conozco debe considerar. Con más respiros todos nospodemos volver más conscientes e implantar con mayor efectividad. Y hacer esto puede

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ayudarnos a reconocer los momentos en que debemos decir no —por nosotros mismos,por nuestras familias, por nuestra salud— y a recibir con los brazos abiertos las ocasionesen las que queremos decir: ¡Sí!

En el transcurso de los días trato de ser más selectiva con las actividades a las que meofrezco como voluntaria y con las invitaciones que acepto, y me doy cuenta de que esome ha despejado el tiempo. El cielo no se ha derrumbado y nadie me ha acusado de seruna madre terrible. Por lo menos hasta ahora. En la medida en que mi estrés disminuyeligeramente, empiezo a implantar ideas para las actividades que quiero emprender. ¿Quéme proporcionará relajación, satisfacción, alegría? ¿A qué y a quién debo decir sí?

Redacto una lista de cosas que parecen atractivas: caminar con una amiga por laplaya. Desayunar con Sumant antes de empezar nuestro atareado día. Por triste queparezca, no es fácil encontrar ideas de cosas que me gustaría hacer.

Para inspirarme busco entre mis amigas para ver qué es lo que les gusta hacer a lasmás felices, y una actividad sobresale: yoga. Todas aman practicarlo, y a menudo es eltema principal después de que dejamos a los niños en la escuela. Platican sobre las clasesque están tomando, qué maestros prefieren, en qué horarios van. La plática siempre mehace sentir incómoda ya que tengo una relación difícil con el yoga. Esa es una maneraamable de decir que me desagrada.

No me importa ser una novata en ciertas actividades, pero el yoga es una historiadiferente. Por mi padre todo mundo espera que yo sea una flexible yogui. La verdad esque no puedo siquiera hacer una postura de perro bocabajo decente. Cuando una de misamigas más queridas, Cara, sugiere que formemos un grupo de mujeres para tomar unaclase varias veces a la semana, abro desmesuradamente los ojos.

—¿Cómo? ¿No practicas yoga? —me pregunta sin dar crédito.Mi ambivalencia hacia la práctica ha sido mi vergüenza oculta; hasta este momento,

ni siquiera mis mejores amigas lo sabían.—No de manera particular —respondo, y añado culposa—: pero probablemente lo

haré.—Pues me encantaría que te unieras —dice Cara, y agrega—: No importa en qué

nivel estés. Todo es muy informal. Y el yoga no se trata de ser bueno o malo. Se trata deencontrar tus límites y de sintonizar contigo misma. Es como una meditación para elcuerpo.

—Lo voy a pensar —le prometo. Y lo hago. Más tarde ese día, después de mimeditación, con la mente tranquila y clara, hago una lista de pros y contras.

Contras: No soy buena para eso y me hace sentir incómoda y avergonzada.

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Pros: El yoga cumple algunos de mis propósitos. Es una actividad física sana que meayudará a sentirme con más energía y, espero, menos estresada. Y practicarlo conCara y otras mamás puede ser divertido y proporcionarme una manera agradablede conectarme y compartir una experiencia significativa con amigas.

¿Deseo liberarme de mi ego para poder experimentar algo que es saludable y que mepuede proporcionar una gran alegría? Hace unos meses la respuesta pudo haber sidodiferente. Pero ahora que estoy comprometida a examinar mis elecciones y a enriquecermi vida, veo que hay una sola respuesta: sí.

Al día siguiente, cuando veo a Cara le digo: “Cuenten conmigo para la clase”.—¡Qué alegría! —exclama, dándome un abrazo—. No te vas a arrepentir.

Empecé a meditar a primera hora de la tarde, antes de recoger a las niñas de la escuela.Es un momento en el que termino de trabajar y trato de matar el tiempo. Por lo queintroducir la meditación en ese lapso es una manera agradable de marcar el fin de mi díalaboral oficial y el inicio de mis ocupaciones como madre. También, practicarla a lamisma hora todos los días me facilita hacerme un hueco; gradualmente se estáconvirtiendo en una parte automática de mi vida, como cepillarme los dientes o lavarmela cara.

Pero el proceso de la meditación sigue siendo difícil, no es lo que he experimentadoen el pasado durante la práctica. ¿Será que la vida es más complicada ahora que tengomás responsabilidades? Hay ocasiones en que mi mente está tan agitada que el acceso acualquier tipo de tranquilidad es casi imposible, y desalentadoramente muy contadassesiones tienen momentos espectaculares. Me recuerdo una y otra vez que está bientener esos pensamientos, y que el hecho de sentarse a meditar es algo que vale la pena.Enfocar la mente, dejar pasar mis pensamientos, es algo bueno y valioso en sí mismo.Además, se le llama “práctica” por una razón. No hay un punto en el que te vuelvas tanbueno haciéndola y en el que alcances todo lo más posible, incluso para los monjesbudistas que la practican durante años.

Los budistas llaman a la incapacidad del novato para enfocar “mente de chango”porque nuestros pensamientos saltan de un lado a otro como un chimpancé acelerado.Jack Kornfield, escritor y maestro budista, utiliza una analogía canina. La meditación,dice, es como entrenar a un cachorro.

“Colocas al cachorro en el piso y le dices: ‘Quieto’. ¿El cachorro te escucha? Selevanta y echa a correr. Vuelves a sentar al cachorro. ‘Quieto’. Y el cachorro salecorriendo una y otra vez. Algunas veces salta, vuelve a correr, se orina en un rincón yhace otros desaguisados”. Dice que nuestra mente actúa igual cuando estamos

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aprendiendo a meditar —y me veo reflejada en ese ejemplo cuando la retomé—. Mimente brinca y trata de atraparse la cola; si pudiera, estoy segura de que se levantaría yse orinaría en un rincón.

La lección, nos dice, es que al entrenar la mente, justo como cuando estásentrenando a un cachorro, tienes que empezar una y otra vez, lo que requierecompasión. Yo soy muy buena para mostrar compasión hacia mis hijas, Sumant, inclusohacia todos mis amigos y mi familia. ¿Pero compasión hacia mí misma? No mucho. Asíque la incluyo en la lista de mis desafíos mientras avanzo. Si fallo un día en meditar otengo una sesión más o menos, necesito recordarme que no es nada importante.Implantar requiere de tiempo y paciencia. Siempre hay un mañana.

La clase de yoga con Cara me depara una enorme sorpresa: gozo. Para la segunda claseno me importó no ser tan flexible como el resto de las mujeres, ni a nadie más tampoco.Todas estaban concentradas en sus propios retos. Con mi ego fuera del camino pudeempeñarme en un nivel completamente nuevo que enfocó mi conciencia y mi atención enmi cuerpo y en mi mente en la medida en la que iba de una postura a otra. Entonces medi cuenta de que el aspecto físico del yoga era un ingrediente necesario para mi propiapráctica de implantación, al enfocarme en mi respiración, relajar la tensión de mi cuello,estirarme, quedarme quieta en una postura. Los beneficios físicos del yoga llevaron a mivida conciencia y me hicieron más expansiva, de la misma manera en que la meditaciónllevó quietud y silencio. Me dio una nueva forma de ser en el momento presente, deestablecer una meta física y de ser paciente al relajar en una postura. Caí en la cuenta deque a veces un pequeño ajuste hace que la postura sea más fácil, y al hacerlo encontrénuevos caminos para lograr el mismo propósito en la meditación. Porque el yoga,también, requiere paciencia. No perfeccioné mi postura de perro bocabajo de inmediato,pero me empecé a sentir más cómoda cuando la ajusté a lo que me hacía sentir mejor. Ycomo la meditación, el yoga empezó a generarme percepción casi de inmediato.

Un día, tal vez un mes después de haber empezado las clases semanales, al estar enla postura del árbol me di cuenta de que estaba menos tambaleante que de costumbre.Más plantada. Y se me ocurrió que el encontrar el equilibrio en mi ser físico es unametáfora apropiada, tal vez incluso práctica, para encontrar el equilibrio en el resto de mivida —entre los síes y los nos, entre la culpa y la satisfacción, entre hacer para los otrosy hacer para mí—. Por definición, el equilibrio es siempre una perspectiva peligrosa: esdifícil de mantener y es muy fácil de perder. Hasta ahora me había sentido culpable (ahíestá otra vez) por el hecho de que mi vida está desfasada. Como si siempre tuviera queestar perfectamente equilibrada y centrada. Y ese día en el yoga me di cuenta de quetodos pasamos por fases en las que nos sentimos a la deriva, inestables e inseguros de

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nosotros mismos —y que eso no necesariamente es algo malo—. El cambio no ocurrecuando nos sentimos seguros, fuertes, anclados. La bendición de la incertidumbre es quenos da el empujón que necesitamos para cavar en lo más profundo —para implantar yreflejarnos en lo que queremos— y encontrar el valor de trazarnos un camino diferente.

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vivir con intención

Reflexiones y prácticas

Implantar significa adentrarnos en el silencio y la quietud, dejar a un lado el parloteoconstante de nuestras mentes para sentirnos conectados con el espíritu más profundo queyace en el interior de todos nosotros. La implantación también favorece la creatividad alsalirnos de nuestros patrones habituales de hacer las cosas y vislumbrar nuevasposibilidades.

1. Realiza una excursión a la semana o un paseo en la naturaleza. No escuchesningún tipo de música. En su lugar, disfruta los sonidos de la naturaleza.

2. Aparta por lo menos quince minutos de tu agenda el día de hoy. Escucha algunasde tus canciones favoritas, toca el piano, baila…, haz lo que te proporcione alegría.

3. Si nunca has practicado yoga, toma una clase y pruébalo. Si eres un entusiastapracticante de yoga, intenta tu siguiente clase sin música ni ningún otro estímulo. Oprueba otra forma otro día. Pon verdadera atención en tu respiración y en laamplitud que el yoga proporciona a tu mente y a tu cuerpo.

4. Si el yoga no es para ti, encuentra otra actividad que incorpore movimiento yconcentración —Tai Chi, Qigong, o incluso clases de danza—. Pon atención a lamanera en la que tu mente reacciona al movimiento de tu cuerpo.

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práctica de intenciónmeditación

Este acercamiento a la meditación básica es simple.

• Programa el reloj durante cinco minutos. Selecciona un sonido suave, comocampanas, o sonidos de la naturaleza, como el gorjeo de pájaros.

• Recomiendo veinte minutos, dos veces al día, como el tiempo ideal para meditar:una vez en la mañana y otra en la tarde. Pero si esta es tu primera vez o no haspracticado durante algún tiempo, inténtalo cinco minutos una vez al día. Cadasemana puedes agregar otros cinco minutos ya que te vayas familiarizando con lapráctica de estar sentado. Y si no puedes hacerlo todos los días, ¡no está permitidosentirse culpable!

• Si lo deseas, puedes crear un espacio de meditación. Los altares y las velas, si bienno son necesarios, pueden ser muy útiles para generar un ambiente y disponer a lamente para el cambio. Elige fotos, estatuas, cristales o elementos de la naturaleza—una hoja, una flor, una piedra hermosa o una concha— que simbolicen elcambio. Disponlos de una manera que te resulte agradable o sea significativa parati.

• Escoge una postura para sentarse que sea confortable —en una silla o en el piso oen un cojín para meditar—. Tienes que estar relajado pero a la vez alerta, por loque acostarse no es una buena idea. Siéntate derecho, con la espalda erguida, peropermite que tu cuerpo esté cómodo, como una chamarra de seda colgada en ungancho. Haz algunas inhalaciones profundas; realiza los ajustes que necesites en tupostura para que te sientas cómodo; después, cierra los ojos y permite que turespiración regrese a su ritmo natural.

• Centra tu atención en la forma en la que el aire de tu respiración entra y sale de tucuerpo.

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• Cuando tu mente divague, solo date cuenta de qué ha pasado y suavementedevuelve tu atención a tu respiración.

• He aquí una meditación muy sencilla que utiliza el “Yo soy” para ayudar a tu mentea no divagar demasiado.• Cierra los ojos.• Haz unas cuantas inhalaciones profundas para entrar en contacto con tu cuerpo y

fijarte en lo que te rodea.• Mientras inhalas, mentalmente di: “Yo”.Haz una pausa.• Mientras exhalas, mentalmente di: “soy”.• Continúa con el proceso.• Yo

soy.Yosoy.

• Después de unos minutos deja de repetir la frase.• Respira profundamente varias veces otra vez y haz una pausa para notar

cualquier sensación que esté experimentando tu cuerpo.• Cuando estés listo, abre los ojos.• Ten un diario a la mano para que anotes en él cualquier pensamiento, percepción

u observación que extraigas de esa experiencia.

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A

TRES

Nota

l estar platicando un día por teléfono con mi amiga Romi, le confesé mipreocupación por mi peso, mis malos hábitos alimenticios, mi excesivadependencia en la cafeína y el azúcar y la falta de ejercicio.

—Te entiendo —me dijo—. Yo me siento igual.De hecho, me dice, está a punto de reservar un retiro de una semana en un moderno

spa en Malibú.—Tal vez deberías acompañarme —sugiere.Mi respuesta automática es no. Y no solo no. Diablos, no. No soy del tipo de spa.

No soy el tipo de persona que va a cursos. Nunca he asistido a un seminario completo demi papá en el Centro Chopra. Pero me muerdo la lengua y en su lugar digo: “Lo voy atomar en cuenta”.

Volver a meditar me ha ayudado a mejorar mi habilidad para ser más considerada enmis respuestas y notar mis reacciones a mi entorno y mis circunstancias.

Notar es una parte importante de vivir con intención —notar internamente qué estápasando con tu cuerpo, tus emociones y tus reacciones ante diferentes situaciones—.Pero una clave importante de notar también es poner atención a las oportunidades y lascoincidencias externas, y una vez que tuve algún tiempo para reflexionar me di cuenta deque la oferta de Romi es una magnífica oportunidad para lograr una mejor comprensiónde mis aspectos de salud. Hice clic en el sitio del spa. Es caro y extravagante, como melo temía, y no es el tipo de lugar al que asisto habitualmente. Pero su envolventeprograma de una semana me puede dar mucho de lo que necesito: la oportunidad deaprender sobre alimentación saludable, tener claridad respecto a algunos de mis hábitos einiciar mi rutina de acondicionamiento físico.

Le escribo a Romi: HAGÁMOSLO.

Así, un espléndido día de otoño me encuentro resoplando sobre un estrecho y empinadosendero en las montañas de Malibú, sudando como loca y preguntándome en qué me hemetido. Es el primer día de nuestro retiro y ya empiezo a pensarlo dos veces.

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“¿Estás bien?”, me pregunta Romi, que ha disminuido el paso para alcanzarme. Apesar del hecho de que es ocho años mayor que yo está en mejor forma.

Asiento, aunque estoy muy poco segura de sobrevivir a los retos de la semana. Enpreparación reduje la dosis habitual de cafeína —cinco tazas de té más dos macchiatosdobles con azúcar todos los días— a una sola, virtuosa, taza de té: un gran logro para mí.Al hacerlo noto que me siento mejor; suena contradictorio, pero sin tanta cafeína mesiento realmente menos cansada, más enfocada. También me he mantenido alejada delazúcar, excepto por un atracón de un panquecito ayer, un último acto desesperado antesde sufrir el síndrome de abstinencia. Me he preparado muy poco físicamente y eso mepone nerviosa. ¿Qué tal si no puedo con el ejercicio?

Tampoco estoy muy segura de cómo me irá emocionalmente. Nunca he pasado tantotiempo lejos de mi esposo y mis hijas y eso me asusta un poco. Estoy preocupadaporque los voy a extrañar muchísimo. ¿Qué tal si algo ocurre mientras estoy fuera? ¿Quétal si alguien se enferma o me necesita?

No estás en la Luna, me recuerdo, mientras obligo a mis cansadas piernas acontinuar.

Para las 7:45 de la primera noche todos estamos exhaustos. “Este fue el día máslargo de mi vida”, se queja una de mis compañeros de campamento al irnos a acostar. Delos diecisiete participantes, dieciséis son mujeres, la mayoría entre cuarenta y cincuentaaños. A pesar de que están más en forma que yo, lo que observé hoy es que no estoysola en esta lucha. Todas las mujeres se sienten de alguna manera insatisfechas con loque han elegido como estilo de vida diario y quieren introducir cambios saludables, y alfinal del día todas están hechas polvo. En nuestra defensa, hemos hecho más en trecehoras que lo que la mayor parte de nosotras hace en un mes: desde la temprana clase deestiramiento que incluyó lagartijas y posturas de perro bocabajo, hasta dos caminatas yun programa completo de clases vespertinas (cardio, resistencia, abdominales y yoga).Con razón estamos cansados.

A pesar de mi fatiga me siento contenta por lo que he realizado —emoción que sedesvanece un poco tan pronto llamo a casa—. Tara contesta, y después de unos minutosde escuchar mi voz, su humor cambia de callado a lloroso y a claramente sollozante. Estápasando por momentos difíciles —una confluencia de hormonas y sensibilidad emocionalque hace que gran parte del tiempo se sienta herida y ofendida—. Tal vez me necesita encasa. Siento que mi decisión de quedarme en el centro turístico se escurre como el aguaen una tina.

Respiro profundamente mientras hablamos y lucho contra la necesidad de decir:“¡Estaré ahí lo más pronto posible!”. Entonces, justo cuando estamos por colgar lemenciono que en el desayuno comí granola con leche de almendras, y estalla en una risahistérica.

—¡No es posible! ¿Tú comiste eso? ¡No puedo creerlo!

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Y de repente vuelve a ser la chica feliz de siempre. Y me doy cuenta de pronto quesu drama emocional es en mi beneficio. Odia que esté lejos, incluso por una noche, ysabe exactamente cómo hacerme sentir culpable por ello. Es una buena lección. Nosiempre tengo que tomar sus dramas adolescentes tan en serio. Y es un recordatorio depor qué estoy ahí. Si mi idea de alimentarme sanamente es totalmente extravagante parami hija, ¿qué dice eso sobre mi dieta habitual y los mensajes sobre comida que les estoymandando a mis hijas?

La semana transcurre en un frenesí de clases de acondicionamiento físico, educaciónnutricional, masajes y comida vegetariana —comida que sorprendentemente cultivo parami disfrute, para la constante confusión y deleite de Tara y Leela—. Para el último díame sentía más en forma, más fuerte, más delgada y mejor preparada para hacerelecciones saludables para mí y mi familia. Había perdido tres kilos y algunoscentímetros. No había tomado azúcar para nada y me había desenganchado totalmentede la cafeína durante siete días y notaba los beneficios: mi mente estaba más clara y teníamucha más energía. A pesar de mis preocupaciones del primer día no solo habíasobrevivido al retiro sino que me sentía muy bien.

El último día nos escribimos cartas a nosotros mismos y el personal prometióponerlas en el correo en seis meses. Al sellar mi sobre le rezo una pequeña oración aluniverso: Que cuando reciba esta carta esté más cerca de vivir mis intenciones.

Nuestra siguiente excursión es una caminata de nueve y medio kilómetros al pico másalto de las montañas de Santa Mónica. Todavía me encuentro al final del grupo y sientouna punzada de decepción. Una parte de mí tenía la esperanza de ser capaz de mantenerel paso del grupo más veloz. Pero en vez de sentirme derrotada suelto mi competitividadinterna y simplemente disfruto el momento. El aire cálido, el maravilloso cielo azul, lasrocas escarpadas; vale la pena disfrutar la recién descubierta fuerza de mis piernas ypulmones.

Cuando me aproximo a la parte más destacada del paseo, un inmenso peñasco con laforma de Buda conocido como la Roca del Equilibrio, reduzco la velocidad y medetengo. Colocada precariamente en un altozano, desde todos los ángulos parecepeligrosamente inestable, como si el peso no estuviera distribuido equilibradamente y sepudiera venir abajo con la siguiente ráfaga fuerte. Sin embargo, de alguna manera haencontrado el punto óptimo, el punto donde puede sostenerse firmemente, en medio delviento y la lluvia, a pesar de sus precarios cimientos.

En verdad no podría haber una metáfora más idónea para lo que estoy tratando delograr en mi vida en ese momento: un equilibrio huidizo, improbable. Y hay unailustración gráfica de cómo se ve —inverosímil pero sólida— forjada por la sencillagrandeza de la misma Madre Naturaleza.

Gracias, universo, pienso, riéndome por lo bajo, mientras continúo mi camino.

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Más tarde, una vez que he terminado lacaminata, me entero de que losexcursionistas más veloces iban tan rápidoque no vieron la roca. La travesía realmentees el destino —si disminuimos la velocidad losuficiente para poner atención—. Cuandoaminoramos la velocidad para notar, eluniverso nos da las señales que necesitamos.Estoy segura de que la Roca del Equilibriofue puesta en mi camino por una razón: esuna señal de que estoy yendo en la direccióncorrecta, la que a final de cuentas me conducirá a una vida más rica, más plena.

La primera noche que paso en casa me sumerjo en un inquieto duermevela, y de entrelos pensamientos al azar que corren por mi mente, uno salta a la vista. Es sobre nuestrosdiálogos internos y cómo notar lo que estamos pensando nos puede ayudar a conformarnuestros estados de ánimo, nuestro comportamiento, nuestras interacciones y nuestrasvidas. De niños, a Gotham y a mí, nuestro padre nos enseñó a darnos cuenta de nuestrospensamientos, así como a poner atención en la forma en que las palabras quepronunciamos nos afectan a nosotros y a los que nos rodean.

Al recordar esto una tenue luz parpadea sobre mí. Siempre he sabido que laautoconciencia era muy importante para establecer y llevar a cabo las intenciones, razónpor la que considero el acto de notar como un segundo paso crucial en el proceso deintención.

En mi estado semiconsciente sintonizo con mis pensamientos que están a la deriva.Me siento abotagada. A lo mejor es toda la fibra que comí en el retiro. ¿Cómo le habráido a mi amiga con su nuevo gran trabajo? ¿Por qué ella? ¿Qué tal si no puedoescribir mi libro? ¿Qué tal si resulta una porquería y la gente lo odia? Realmente nome gusta el proyecto al que estamos dando consultoría actualmente en Intent. Noencaja en lo absoluto con lo que yo quería hacer con esta compañía. ¿No estoy acargo? ¿Por qué siento como si no tuviera el control de mi propio destino?

¡Oooh! ¿Adónde se fueron la calma y la magia de mi retiro? ¿Es esto lo querealmente está justo debajo de la superficie de mi conciencia todo el tiempo? Es como sialguien hubiera jalado la cortina y me hubiera ofrecido una vista de los recovecoscubiertos de telarañas de mi psique —y no me gusta lo que veo—. Estoy ligeramenteparalizada por la oscuridad de mi paisaje interno, y estoy impactada por el deseo de bajarla cortina y olvidar que alguna vez vislumbré lo que hay detrás de ella. Pero la negación

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no está en la lista de cosas que me he comprometido a hacer este año. Me doy cuenta deque el retiro, si bien fue un escape encantador y útil, no era parte del mundo real. Lo quetengo que hacer es encontrar mi propio retiro —la versión que funcione para mí— en mivida en casa. Todos necesitamos un lugar para la reflexión y crear espacios sagrados parala conciencia, para volver a conectar, para revigorizarnos, para volver a comprometernos.

No quiero escapar de mi vida; quiero realzarla. El notar mis pensamientos —y cómoafectan todo en mi existencia del día a día— es tan buen lugar como cualquier otro paraempezar. Salgo de la cama, saco mi diario de mi bolsa y anoto estos pensamientos:Continuaré poniendo atención a mis pensamientos y notaré cuán a menudo sonnegativos.

Después tomo el libro de Tolle, A New Earth (Una nueva tierra), de mi mesa denoche. Hojeo las páginas en busca de sabiduría y doy con un subtítulo llamado: “Eltrasfondo de infelicidad”:

Además de las obvias, como el enojo, el odio y así sucesivamente, existen formas de

negatividad más sutiles que son tan comunes que generalmente no son reconocidas

como tales; por ejemplo, la impaciencia, la irritación, el nerviosismo y el “estar harto”.

Estas formas constituyen el trasfondo de infelicidad que es el estado interno de

muchas personas. Debes estar extremadamente alerta y absolutamente presente para

poder detectarlas. Cada vez que lo haces es un momento de despertar.

Los días posteriores al retiro mantengo una cuenta mental de mi conversación interna,tanto durante las sesiones de meditación como en mi vida diaria —y observo unacantidad de cosas—. Una de ellas es que mis conversaciones están contaminadas con unlenguaje pesado: cansada, demasiado qué hacer, abrumada, apresurada, atareada,estresada, exhausta. Me escucho lamentarme de que no tengo tiempo para hacerejercicio, pensar en la cena, hacer algunos pagos o ir a comprar comestibles; sinembargo, de alguna manera me las arreglo para encontrar una hora o dos para jugartontos videojuegos, o leer acerca de las últimas excentricidades de una celebridad enInternet. Me quejo perpetuamente de lo atareada que estoy, pero al final del día amenudo volteo la vista y no tengo idea de adónde se fue el tiempo. Mi vida está llena deacción y de la apariencia de tener muchas cosas que hacer; sin embargo, rara vez mesiento plena. Y me quejo y lloriqueo. Me he convertido en la Reina de la Queja, laEmperatriz de la Excusa. ¡Agh!

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No es fácil reconocerlo, pero es un logro importante, el hecho de que tengo quesentarme con más. Una clave fundamental de la concientización es ser un observadorque no emite ningún juicio de valor —notar sin enjuiciar—. Debo ser capaz dereconocer los pensamientos que no son atractivos si quiero minimizarlos, y en cambioimbuir mi día de pensamientos positivos. En la medida en que se vuelve una prácticanotar mis propios pensamientos, me doy cuenta de que soy bastante paciente con loserrores de los demás y que me cuesta más trabajo aceptar los propios. De hecho, alponer mayor atención en mis pensamientos observo que mi impulso de autocastigo escasi reflejo. Incluso en el momento en que sorprendo a mi mente desviándose en unadirección adversa, empiezo a criticarme por ser tan negativa. Me hago el propósito denotar los pensamientos y dejarlos ir, de soltarlos en lugar de aferrarme a ellos oanalizarlos.

Con el pasar de los días trato de observar mi experiencia interna sin denunciarla, ycuando me pongo autocrítica pienso: Oh, qué interesante, ahora estoy juzgando. Enrealidad, al nombrar la conducta se minimiza su mordisco emocional. Y de acuerdo conel doctor Siegel, existe una explicación biológica para cómo funciona eso. Estudiosllevados a cabo por sus colegas en UCLA muestran que al nombrar una emoción oexperiencia, se calma el detonador neural en la parte del cerebro que procesa lasemociones, conocido como sistema límbico, el mismo sitio que acelera el mecanismo delucha o huida cuando percibimos una amenaza. Me ha ocurrido muchas veces,particularmente en el trabajo, cuando temo decepcionar a un cliente o a un inversionista.Invento escenarios en mi cabeza sobre las quejas o el enojo, mi presión arterial se eleva,el corazón se me acelera. Y, sin embargo, nada ha ocurrido todavía. Observo lossíntomas y digo en voz alta mi miedo —tengo miedo de defraudar a mi cliente—, ypuedo respirar otra vez antes de emprender alguna acción.

Cuando se trata de emociones negativas,Siegel nos dice: “Necesitas nombrarla paradomarla”. Me encanta eso. A medida quepractico la técnica nombrar-domar, observoque tiene otro beneficio: me da ciertadistancia de mis pensamientos y me ayuda areconocer que mi parloteo mental, incluso lascosas feas, no es una condena hacia mícomo persona. Proviene de mi mente pero

no define quién soy. Eso es válido para todos nosotros. Y ya es tiempo de soltar losjuicios y la vergüenza que nuestros pensamientos negativos crean. ¿Qué notas cuando tevuelves a sentar y escuchas las voces en tu cabeza? ¿Estás listo para aceptarlas,despojarlas de juicio y después soltarlas verdaderamente? Inténtalo: una queja o unaautocrítica a la vez.

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A medida que sigo meditando y nombrando-domando, gradualmente mejoro al observara mi mente en acción. Así que doy otro paso y trato de observarme a mí misma y todami vida, no solo su paisaje interno, y ver realmente, con todas sus imperfecciones. Laprimera cosa que observo no es sorprendente: estoy cansada. Incluso si duermo nuevehoras de corrido por la noche, me arrastro todos los días como si estuviera cargando unamochila llena de ladrillos.

A pesar de mi visita al spa y todo el senderismo y la comida saludable, todavía tengosobrepeso y carezco de condición —no es algo terrible pero no he logrado mis metas eneste aspecto—. Mi clase semanal de yoga continúa —y me encanta—, pero una clase ala semana no es suficiente para experimentar una gran mejoría en mi salud. Cuando suboalguna pendiente o las escaleras aún me quedo un poco sin aliento. Y una mañana queabro mi clóset caigo en la cuenta de que he estado evitando algunas de mis prendasfavoritas porque sé que me quedarán muy apretadas.

Una vez que empiezo a notar no puedo detenerme. Un día, durante una reunión denegocios me doy cuenta de que he desarrollado el hábito de cruzar los brazos y laspiernas, una postura que no comunica precisamente amplitud de miras y calidez. Metomo un momento para sintonizar con mi cuerpo. Siento como si físicamente estuvieratratando de contener mi energía nerviosa y mi estrés —incluso tal vez bloqueando lasideas y la energía de las otras personas—. “Firmemente enrollada”, es la frase que vienea mi mente. Nunca he sido una persona estirada. Pero parecería que mi cuerpo estáreflejando lo que está ocurriendo en mi mente. Conscientemente descruzo las piernas ydejo que cuelguen, y ese simple acto hace que me sienta relajada, amistosa y un pocomás receptiva. Es como si las células de mi cuerpo le dijeran a mi cerebro: Muy bien,relájate; ya pasó la amenaza. Pero, ¿qué amenaza?

Mis conexiones con la gente que amo no están marchando mucho mejor. A pesar deque me encanta mi clase de yoga con mis amigas, me he separado de otras en formainquietante. He perdido el contacto con algunas de mis amigas más cercanas y reducidomis conversaciones con mi marido a: a) quejarme de mi vida, o b) negociar la logística delos horarios de las niñas. Cuando él sugiere que las niñas y yo vayamos a San Franciscoel fin de semana para acompañarlo a una conferencia, me disculpo utilizando miinterminable lista de cosas por hacer como excusa. También me enoja que me lo hayapedido y que me presione cuando sabe que lo único que deseo es relajarme el fin desemana. Entonces tengo un pensamiento terrible: ¡Realmente no tengo tantas cosas quehacer! Se me ocurre que estoy tratando de que se sienta culpable. Pero, ¿de qué? Notengo idea. Tal vez estoy celosa de que él tiene más independencia que yo para emplearsu tiempo como quiere. Tal vez me siento mal por mí misma así que quiero que él sufratambién.

Los días en los que noto me revelan más y más. Con frecuencia le chasqueo los

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dedos a mis hijas y siempre estoy diciéndoles: “¡Apresúrense!”. Me siento frustrada,particularmente con Leela, que tiene un ritmo especialmente tranquilo para comer,caminar y hablar. Pero mi impaciencia ante ella me provoca un pinchazo deremordimiento cada vez que la apuro. Una de las cosas que amo más en ella es suacercamiento pausado. Es admirable, dulce y excepcionalmente ella. Envidio su habilidadpara marchar a su propio ritmo.

¿Podría ser que me frustra porque me siento incapaz de marchar al mío propio?

Notar mi “trasfondo de infelicidad”, como lo llama Tolle, es una cosa. Ver qué estáafectando mis relaciones más valiosas es otra. Necesito encontrar el camino para cambiartotalmente. Al estar revisando mis posts en Facebook encuentro una liga a un artículosobre gratitud. Interesante. La gratitud ha estado en el fondo de mi mente por un rato.Como mensaje del universo es discreto. Pero de todos modos hago clic en la liga porqueel tema me atrae. La liga abre un artículo del New York Times que menciona el trabajo delos psicólogos Robert Emmons y Michael McCullough, que han desarrollado trabajossobre el agradecimiento. Su trabajo seminal muestra que llevar un diario sobre gratitud,en el que anotes cada día cinco cosas por las que te sientes agradecido, te puede hacermás feliz y más optimista. La gente que participó en el estudio también declaró habertenido menos problemas físicos y haberse ejercitado más. Pienso en mi prima Kanika.Todas las noches, antes de cenar, Kanika, su esposo, Sarat, y sus dos hijas, Aanya yMira, mencionan tres cosas por las que se sienten agradecidos. Ella asegura que estohace a todos más amables, más abiertos y más conectados.

Intrigada, pido en Amazon el libro de Emmons, Thanks! (¡Gracias!). Él dice que enel corto plazo, en el día a día, sentirse agradecido puede acentuar los sentimientos deamor, perdón, alegría y entusiasmo. Si haces de la gratitud un hábito y se convierte enparte de tu mentalidad estándar, puedes experimentar todas esas emociones vitales, asícomo protegerte de sentimientos nocivos como la envidia, el resentimiento, la ambición yla amargura. Una muestra de Thanks!

Hemos encontrado que la gratitud maximiza el placer del bien —nuestro gozo de otros,

de Dios, de nuestras vidas […].

La gratitud eleva, llena de energía, inspira, transforma. A través de su experiencia de

gratitud, las personas se conmueven, se abren, se vuelven humildes. La gratitud da

significado a la vida al resumirla como un don.

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¿Qué tan a menudo pienso en mi vida actual como un regalo? Siempre he valorado lagratitud y trato de expresar mi aprecio por mis colegas en el trabajo. Pero no soy tansolícita en ese aspecto con mi esposo y mis hijas, ni soy particularmente buena al hacerel recuento de mis bendiciones —lo que parece de locos porque tengo mucho, muchoque agradecer en mi vida—. Al leer el trabajo de Emmons caigo en la cuenta de que lagratitud no es solo una práctica meritoria; también es una poderosa medicina,posiblemente incluso un antídoto a mi mentalidad tóxica.

Hay una línea diáfana que conecta la forma en la que nuestros pensamientos afectannuestras emociones; nuestras emociones afectan nuestras eleccione, y nuestras eleccionesconforman nuestras experiencias. Pero tenemos el poder de cambiar todo el paradigma, yde acuerdo con el trabajo de Siegel, posiblemente incluso de cambiar nuestros cerebros.

Cada vez que tenemos un pensamiento, dice, ciertas neuronas en nuestro cerebro sedetonan. Si tengo los mismos pensamientos negativos una y otra vez refuerzo losvínculos entre esas secuencias neurales específicas. Al hacerlo se vuelve cada más fácilpara mi cerebro regresar a esa secuencia desgastada. Pero si cambio mis pensamientoshacia la gratitud —o la esperanza, la felicidad o el amor—, puedo en verdad reforzar elcircuito del bienestar. En otras palabras, al elegir conscientemente enfocarnos en lasemociones que se entretejen con mis intenciones, puedo alterar físicamente la estructurade mi cerebro para que esté más en sintonía con quien quiero ser: más feliz, másconsiderada, más tranquila y más compasiva.

Decido intentar esto como parte de mi proyecto de notar. Empiezo por anotar unalista de cosas por las que me siento agradecida, y cada día la lista crece y crece ¡y crece!Mis maravillosas hijas. Unos padres cariñosos e involucrados. Un marido que me da todosu apoyo. Amigos interesantes que me inspiran. Seguridad económica. Una educación deprimera. Una buena salud física. Los maestros de mis niñas. Yoda, nuestro bobalicónperro. Y esas son las más grandes. Pronto empiezo a notar las cosas pequeñas también:el espléndido clima del sur de California. Los maravillosos productos de los mercados delos granjeros. Los brillantes árboles color púrpura de nuestro vecindario. El hombre denegocios que se tomó el tiempo de abrirme la puerta. El sol que entra oblicuamente por laventana de la cocina por las tardes. Anoto todo esto, y al escribir las palabras me tomounos minutos para dejar que el sentimiento de gratitud penetre en mi mente y en micorazón. Lo siento realmente. Me fundo con él.

Y en esos momentos, las pegajosas ventanas de mi mente se abren de par en par y elsol penetra en ellas.

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Ser más agradecida me recuerda una lección que mi padre nos enseñó a Gotham y a mícuando éramos jóvenes. Cada vez que nos quejábamos de la tarea o de los quehaceres,nos recordaba que nuestros pensamientos conforman nuestra realidad.

“Si prestas atención notarás esto en tu propia vida. Si piensas que estudiar esaburrido, será aburrido. Si piensas que es entretenido, será entretenido. Es tu elección”,nos decía.

Cuando éramos particularmente irritantes y peleábamos sin parar, establecía unaregla: no criticar, condenar o quejarse. “Observen cómo los hace sentir eso”, nos sugería.

Siendo un par de niños competitivos, Gotham y yo hacíamos de ello un juego paraver quién obligaba a quién a quejarse primero. Uno de los trucos favoritos de mihermano era colarse en mi cuarto sin tocar, con la esperanza de que yo me quejara conmi mamá de la terrible plaga que era. No podía hacerlo, por supuesto, porque hubieraperdido. (Como madre, ahora comprendo la sutil genialidad de la estrategia de mi padre.Era la oportunidad para enseñarnos una valiosa habilidad vital que modifica el estado deánimo, y al mismo tiempo reducir los pleitos entre hermanos. ¡Brillante!)

Y funcionaba —no solo para ayudarnos a llevarnos bien sino también paratransformar nuestro estado de ánimo—. Los días que Gotham y yo nos desafiábamos ano quejarnos nos divertíamos más. Terminábamos riéndonos de tonterías, siendo másamables uno con otro y viendo nuestros problemas desde una perspectiva más positiva.

En algún momento entre la adolescencia y la edad adulta perdí esa lección temprana.Tal vez un pesimismo innato empezó a hacer efecto, o aprendí con los años a que es másfácil quejarse que ver el lado brillante de las cosas. En todo caso, ahora juro que lo voy arecuperar. Así que empiezo a jugar mi versión privada del juego de No Quejarse. Cuandoestoy atorada en una larga fila en la caja de la tienda y me empiezo a sentir irritada con lamujer que está adelante de mí platicando con la cajera mientras busca en lo profundo desu bolsa su chequera, lo noto, luego pienso: ¿De qué me puedo sentir agradecida en estemomento? Una mirada rápida sobre mi carrito es suficiente para darme una respuesta. Loque veo es abundancia: hermosas peras, fresas y manzanas; un delicioso queso de cabra;mi col favorita para ensalada. Cuando vuelvo a mirar a la mujer noto que es mayor —bastante más de lo que pensé—. En mi irritación no la había visto realmente. Ahoraobservo que sus manos tiemblan cuando escribe el cheque y que su andar es un pocoinestable cuando camina. De pronto siento ternura por ella, y felicidad porque todavíapuede ir a la tienda de comestibles y ser autosuficiente. No es fácil hacerse viejo ennuestra cultura tan veloz y dinámica. Le sonrío a la cajera que fue tan tolerante y amablecon la mujer. “Gracias por ser tan paciente”, le digo. Ella se anima. “Me encanta hablarcon la gente —responde—. Es la mejor parte de mi trabajo. De otra manera, haría todoautomáticamente. Conectar con la gente es lo importante”.

Otro día voy retrasada a una reunión e inmediatamente empiezo a flagelarme. ¿Porqué eres tan tonta? ¿Por qué no saliste de la casa un poco más temprano? ¿Por qué notomaste una ruta mejor? Y entonces noto mis pensamientos. Oh, oh, pienso. Ahí voy,

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criticándome otra vez. En lugar de regañarme, reflexiono sobre la situación y me digoque no hay problema. ¿Qué son diez minutos de una u otra forma? Pero cuando llego —tarde, como supuse— y veo en la sala las caras de las personas que están reunidas, caigoen la cuenta de por qué estaba tan estresada. Malgasté su tiempo. Y eso es una falta derespeto. Para mí no se trata de ser puntual o impuntual, sino más bien de considerar a laspersonas que me importan. Quiero hacer honor a mis compromisos y a mis relaciones. Ycomo la cajera en Whole Foods, esas son cosas que valoro. Así que les ofrezco unasincera disculpa sin el amortiguador de una excusa inventada (una táctica a la que herecurrido en el pasado). La tensión en la sala se disipa, todo mundo sonríe, me sientobien de reconocer mi mal comportamiento y aliviada porque he sido perdonada.

Este incidente me recuerda algo que leí sobre la gratitud y la interacción social en ellibro de Emmons, así que cuando regreso a casa lo busco y encuentro lo siguiente:“Naikan es una práctica de autorreflexión que nos puede ayudar a ‘ver la cualidadrecíproca de las relaciones’”. Emmons cita a Gregg Krech, quien escribió Naikan:Gratitude, Grace, and the Japanese Art of Self-Reflection (Naikan: gratitud, gracia y elarte japonés de la autorreflexión): “Si no estamos dispuestos a ver y a aceptar aquelloseventos en los que hemos sido la fuente del sufrimiento de otros, entonces no podremosconocernos verdaderamente a nosotros mismos o la gracia por la que vivimos”.

Me detengo en la frase la gracia por la que vivimos. Pienso de dónde procede lagracia en mi vida —las verdaderas bendiciones—, y noto que es en gran parte de otragente, de los amigos y la familia que dan significado a mi vida, por supuesto, y de toda lagente sin nombre con la que interactúo durante el día: el muchacho que me ayudó aguardar la maleta en el compartimento superior del avión no hace mucho; el niñito queme alcanzó para entregarme las llaves del coche que había tirado sin darme cuenta en lacalle. Incluso, los conductores que me ceden el paso para poder salir de la autopista. Paracumplir con mi intención de estar presente para los amigos y la familia y para todos losextraños con los que tengo contacto, necesito agradecer no solo los dones que ellos meofrecen sino también estar consciente tanto de los regalos que les hago como de lasformas en las que los hiero, los enojo y los desconcierto. Es una tarea monumental. Unatarea que no puedo esperar cumplir cabalmente. Pero la idea de ver mis interacciones enel contexto del apoyo y la gratitud mutuos toca una fibra muy profunda en mi alma.

Todos tenemos tanto qué agradecer —y esto es en lo último en lo que pensamos—.Creo que debemos intentar pensar en ello todos los días. ¿Por qué nos sentimosagradecidos? ¿Cuáles son las pequeñas cosas que das por sentado que hacen tu vidaespecial, más vibrante y mágica, o simplemente más sencilla?

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Ya sea por mi conciencia exacerbada de las cosas y las personas con las que me sientoagradecida, o por mi moratoria privada en las reclamaciones, después de varias semanasme siento un poco más optimista —menos estresada, más centrada, menos negativa, másilusionada—. Estoy un paso más cerca de vivir con intención. Me siento más optimistade lo que he estado cuando vuelo a Nueva York para entrevistar a Caryl Stern,presidenta y CEO del Fondo de Estados Unidos para Unicef. Incluí a Caryl en mi lista deentrevistas después de que la escuché hablar sobre su libro, I Believe in Zero (Yo creo encero), en Los Ángeles. En él comparte historias sobre sus viajes y explica su vertiginosoobjetivo: reducir las muertes infantiles evitables de dieciocho mil diarias a cero.

Para mí, la vida de Caryl es la definición de vivir con intención —cada día estáenfocada en ayudar a los niños que lo necesitan—. ¿Qué objetivo más elevado puedeuno tener? Cuando durante la entrevista le pregunté: “¿Cuál es la parte más difícil de tutrabajo?”, supuse que respondería algo sobre ser testigo de los estragos de la pobreza, laguerra y el hambre en niños inocentes. Después de pensarlo un poco, Caryl respondióque era dejar a sus niños, de once y catorce años, cuando tenía que viajar durante largosperiodos. Me di cuenta de que incluso aquellos que parece que trabajan en un plano máselevado, también se enfrentan a los mismos problemas personales que el resto denosotros.

Me encontré con Caryl en su oficina del edificio de Unicef cerca de Wall Street.Vestía un traje de calle muy sencillo y su oficina está llena de libros, fotos y montones depapeles. Al lado de su escritorio se apoya una maleta, evidencia de su reciente viaje aÁfrica. Me preocupa que sea intimidante y lejana, pero es tan cálida y receptiva querápidamente entablamos una conversación fácil sobre cómo se convirtió en líder de lafilantropía mundial.

Me cuenta que cuando estaba en sus últimos años de universidad pensaba que iba aconvertirse en artista profesional. “Pero intuía que había algo más que se suponía debíahacer con mi vida”, dice. De manera que se entrevistó con una orientadora profesionalque le puso un ejercicio para ayudarla a entender sus fortalezas innatas. Mientras merelata esto me doy cuenta de que en realidad es un ejercicio muy poderoso que nospermite entender qué es “notar”.

“La consejera me dijo que me comprara un cuaderno y que escribiera todo lo quehiciera la siguiente semana. Y que mis apuntes tenían que ser detallados. No podíaescribir solo ‘Comí’. Tenía que añadir cómo había decidido qué comería. ¿Fue decisiónmía o de otra persona? ¿Compré la comida o cociné?”.

Para cuando Stern se reunió otra vez con su orientadora, el cuaderno estaba lleno deinformación —y de algunas pistas sobre quién era ella—. “Por medio de ese ejerciciosupe que yo era una organizadora —dice Stern—. Si mis amigos y yo salíamos el viernespor la noche, era porque yo había llamado a todos para que eso ocurriera. En la escuelayo organizaba las fiestas y encabezaba los proyectos. La orientadora me dijo: ‘Esta es lahabilidad que surge en ti naturalmente. Esto es para lo que eres buena’. Y me di cuenta

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de que tenía razón. Si me hubieran dicho durante mi último año de universidad que seríaCEO, me hubiera reído en su cara. Pero ese ejercicio fue un punto de inflexión en mievolución. Me hizo darme cuenta de que nunca había pensado en ser jefa porque ya loera. Era lo que se me daba naturalmente”.

Le explico a Stern que en India existe el concepto del dharma: que cada uno denosotros tiene un propósito único. “Yo he luchado por encontrar el mío —admito—.¿Crees que estás viviendo tu verdadero propósito?”.

“Sí —responde—. Pero no es un propósito simple. Pienso que nací para tratar deentender las demasiadas pérdidas de mi familia, muchos de los cuales murieron en elHolocausto. Y la única manera para que esto tenga sentido es dejar el mundo mejor de loque lo encontré. Mis parientes murieron y no debieron hacerlo. Creo que estoy aquí paraasegurarme de que los niños no mueran cuando podemos evitar que eso suceda”.

Noto cómo me siento cuando salgo de suoficina: en calma, inspirada, más ligera. Meencanta que se sienta tan conectada y guiadapor la historia de su familia —o, como elladice, está aquí para “cantar la canción de sufamilia”—. He estado notando que con eltranscurso de los días una gran parte dequien soy y de quien quiero ser está tambiénmoldeada por mi historia familiar. Me sientoinspirada por mis padres y abuelos y memotiva seguir su ejemplo. Cada familia tiene

su propia canción única. Nota cuál es la tuya y cántala en voz alta y con orgullo.

Durante una visita a mis padres en La Jolla un fin de semana, tuve unos raros momentosde tranquilidad con mi padre y decidí compartir con él algo de lo que estoyexperimentando. Es una elección inusual en mí. Recurro al consejo de mi padre cuandoescribo y sobre mi carrera, pero es a mi madre a quien confío mis luchas emocionales ymi vulnerabilidad. Siempre ha sido así. Así que en cuanto empiezo a abrirme con élrespecto a mis contradicciones, me siento ligeramente incómoda. Lo irónico de lasituación no me es ajeno. Gente de todo el mundo recurre a mi padre con sus problemas,y heme aquí sintiéndome cohibida por compartir con él mis pensamientos más íntimos —mi propia carne y sangre—. Sin embargo, siento que me puede ayudar, así que sigoadelante.

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Le digo que estoy exhausta, que no me siento a gusto con mi cuerpo, que siento quetengo muy poco control del ritmo de mis días, que quiero ser de mayor utilidad para losotros. Se ve totalmente perplejo y más que un poco preocupado.

“Estoy bien, papá —le aseguro—. Es solo que algo me está faltando. No se trata defelicidad o infelicidad. Es algo más sutil”.

Prácticamente lo veo cambiar del modo “papá” al modo “Deepak”. Cita el trabajo deDaniel Siegel y me muestra el Platón Siegel de una mente saludable para una materiacerebral óptima que creó con David Rock, cofundador del Instituto de Neuroliderazgo.

Mientras platicamos sobre mi bienestar, lo descomponemos en mini categorías talescomo sueño, nutrición, ejercicio, relaciones, trabajo, estímulo intelectual, creatividad yjuego, y espiritualidad. Mi papá me alienta a pasar la siguiente semana notando cómo meestoy comportando en cada categoría.

Al recordar el ejercicio de Caryl Stern, cada día me tomo el tiempo de notar cómome estoy desempeñando. Apunto cuánto dormí cada noche, lo que comí, cómo empleémi tiempo libre, cuánto trabajé, si tuve tiempo para meditar. En solo unos cuantos díasme doy cuenta de que estoy bien en exactamente cero aspectos de mi vida. ¡Con razónme siento tan desastrosa!

Mi primera reacción: me siento mal conmigo misma. Pero noto esa línea depensamiento contraproducente y la cambio antes de que llegue muy lejos. Me recuerdo amí misma que es difícil hacer cosas que son buenas para nosotros. Ya sea comer pedazosde col en lugar de galletas, hacer ejercicio religiosamente, practicar la gratitud o serconsciente de nuestros pensamientos, todos luchamos para mantenernos en el caminocorrecto. Notar mis pensamientos me ayudará a llegar ahí. Pero la meta no es laperfección. Es el mejoramiento. Y mientras pienso en esas palabras reconfortantes notoalgo maravilloso: me siento ilusionada.

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vivir con intención

Reflexiones y prácticas

Notar nos ayuda a sintonizar y a tener claridad en lo que estamos sintiendo y cómoestamos reaccionando momento a momento —y por qué—. Es una manera de serconsciente y estar presente para poder ver más claramente quiénes somos y quénecesitamos para desarrollarnos. También, notar lo que ocurre a nuestro alrededor nospuede inspirar y ayudarnos en nuestra travesía para lograr nuestras intenciones.

1. Pasa un día siendo consciente de tus palabras, sin quejarte ni criticar a otrapersona o situación, o condenar a alguien.

2. Lleva un diario de alimentación para notar lo que estás comiendo cada día.Asegúrate también de incluir cuánta agua u otros líquidos ingieres.

3. Cada noche antes de acostarte escribe o revisa mentalmente tres cosas en el díapor las que te sientas agradecido.

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práctica de intención tu círculo de equilibrio

• Siéntate en un lugar cálido y acogedor donde encuentres inspiración, y meditadurante cinco o diez minutos y después reflexiona en el Círculo de equilibrio de lapágina 114.

• Utilizando los números del 1 al 10 marca cada sección del círculo:1-3: Sufrimiento4-7: Lucha8-10: Florecimiento

• No pienses sobre ello mucho. En vez de eso deja que tu intuición te guíe y anota tuprimera respuesta a cada sección.

•¿Qué aspectos de tu vida necesitan alguna atención? Si respondes “todos”, entoncesúnete a la multitud. Como dije antes, yo no la estaba haciendo en ningún áreacuando empecé. Así que sé amable contigo, y quizá solo por esta vez escoge uno.

• Empieza a esbozar ideas en un diario sobre la manera en que podrías hacerpequeños ajustes en tu vida —tal vez estableciendo una intención diaria— paraencontrar un mayor equilibrio. (Más adelante abundaremos sobre Tomar acción.)

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MI CÍRCULO DE EQUILIBRIO

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A

Cuatro

Ten confianza

mma, “la santa que abraza”, está en la ciudad, y mi madre, mi cuñadaCandice, y yo, estamos invitadas a conocerla. Una mujer hindú en sustempranos sesenta, Mata Amritanandamayi es una líder espiritual cuyosseguidores creen que es la encarnación del amor y la compasión. Ella esparce

su amor viajando por el mundo y, literalmente, abrazando a la humanidad. Amma, quesignifica “madre” en hindi, ha abrazado a más de treinta y cuatro millones de personas,muchas de las cuales han afirmado que el tiempo que pasaron en sus brazos les diosabiduría, solaz y una sensación de conectar con la divinidad. Muchos aseguran, incluso,que les cambió la vida.

Por ejemplo, mi amiga Arielle Ford encontró a su alma gemela tres semanas despuésde haberle pedido a Amma que se la mandara. Otro amigo, un ejecutivo senior deGoogle, halla la presencia de Amma tan sanadora que emplea sus vacaciones paravisitarla, sin importar en qué parte del mundo se encuentre. Debido a que estoy en mediode una transformación y estoy buscando vigorosamente dirección, inspiración y guía,estoy ansiosa por ver qué puedo aprender haciendo una visita a esta amada gurú. Tal vezyo también pueda aprender de Amma a abrazar la vida y mi propósito en ella de maneramás amplia.

Para cuando llegamos al hotel cerca del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles,donde Amma y el grupo de personas que la acompañan están instalados, ella lleva horasabrazando a peregrinos y el lobby vibra con sus seguidores. El público es de lo másdiverso: adolescentes descalzos con cabello largo y tatuajes, familias con niños pequeños,profesionistas de traje y tacones. Todos reunidos para recibir un abrazo de una mujer.“Si toda esta gente está tan necesitada de un abrazo, tal vez todos nos deberíamosabrazar”, le digo a Candice, mitad en broma.

Al asomarme a la sala de conferencias donde Amma está sentada, veo lo que pareceuna fila de cerca de mil personas que esperan su turno. Puesto que la fila para llegar aAmma es muy larga, el coordinador de los VIP sugiere que cenemos. “Dado su estatus‘Chopra’ trataremos de introducirlas lo más pronto posible”, nos promete. Su comentariome alarma y me da qué pensar. Por un lado estoy agradecida. Por el otro estoydesalentada. El estatus no debería importar en un lugar como este, ¿verdad?

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El incidente despierta recuerdos de mi juventud, gran parte de la cual la pasé al ladode Maharishi Mahesh Yogi, uno de los primeros maestros espirituales que vinieron aOccidente de India. Él llevó la meditación trascendental a Estados Unidos, dándola aconocer a miles de personas, incluyendo a algunos que, como los Beatles, se convirtieronen notables seguidores y propulsores de la misma.

Después de que mi padre tomó meditación trascendental, Maharishi se convirtió ensu maestro. Lo conocí por primera vez cuando tenía trece años, y durante la siguientedécada fue una gran influencia en mi vida. Mi hermano Gotham y yo nos sentábamosdurante horas con él —a veces entre grandes multitudes, otras solo con nuestros padres—. En la tradición hindú, los gurús son maestros que merecen el máximo respeto, inclusomás que nuestros padres. Como resultado, Maharishi ocupaba un lugar en nuestras vidascomo nadie más.

Cuando él hablaba yo me sentía inspirada, con energía, motivada y en paz; y a pesarde que era una niña tímida, corría a darle una rosa cuando nos despedíamos. Tenía unespíritu juguetón, y su risa franca cuando recibía el regalo siempre animó mi corazón. Suamor y afecto, junto con el de mis padres, me infundió una serena confianza y meenseñó a confiar en mí misma. Una confianza que, se me ocurre, parece que he perdidocon los años.

A pesar de que adoré a Maharishi, había un aspecto de su entorno que no me gustaba—y que recuerdo mientras esperamos a Amma—. Sus seguidores estabanconstantemente enzarzados en maniobras políticas y luchas de poder; algunos visitantesrecibían un trato preferente en tanto que otros no. Mi padre estaba por encima de todaslas maquinaciones porque era muy cercano a Maharishi; no obstante, yo me daba cuentadel artificio, el drama y la simulación. Lo que me hacía sentir aún más incómoda era quela gente del movimiento nos elevaba a Gotham y a mí a un estatus que de ningunamanera nos merecíamos. De sus comentarios y deferencia se desprendía que ellos creíanque éramos fervorosos meditadores y estrictos vegetarianos —incluso que estábamos dealguna manera iluminados—. En realidad, estábamos más interesados en saber quiénhabía matado a J.R en el programa de TV, Dallas, que en verdades espirituales.

Y, por supuesto, he visto a gente que tiene la misma actitud hacia mi padre. Acudenen multitudes, como si él tuviera la respuesta para todos sus problemas. Mi padre es unhombre sorprendente, con una mente brillante, un corazón inmenso y una profundasabiduría respecto a cuestiones espirituales, pero es solo un ser humano. Sin importarcuán sabio sea, no puede tener todas las respuestas para alguien más. Nadie puede. Losbudistas dicen: “Si te encuentras a Buda en el camino, mátalo”. Lo que simplementesignifica: sé tu propio Buda. Sé quien y lo que eres. Encuentra tu propia verdad. Nobusques las respuestas en otros. Ten confianza en ti mismo.

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Al recordar todo esto mientras estoy sentada esperando nuestro turno con Amma,comienzo a preguntarme por qué vine. Hace tiempo que corté con el escenario gurú.Pero cuando empiezo a echarme para atrás nos conducen a la sala de conferencias.Amma está sentada en una silla forrada de seda en medio del escenario. Lleva puesto unsalwar kamez blanco (un atuendo hindú tradicional) y un chal cubre su cabeza. En lafrente lleva un gran bindi1 blanco y rojo.

Contemplo a Amma fascinada. Sus ojos brillan con una luz que me recuerda los deMaharishi, y cuando abraza a alguien el tiempo se detiene. Me acuerdo cuando mi abuelaMaa me abrazaba de niña. Los abrazos de Maa eran grandiosos. Eran apretados, segurosy plenos de amor. Cierro los ojos y evoco la sensación de estar en brazos de Maa. Ycomo salida de la nada, de pronto tengo la abrumadora urgencia de ir a casa a abrazar aTara y a Leela, a envolverlas en un abrazo que exprese un amor inagotable.

Con ese pensamiento llega una tremenda sensación de fuerza y paz. No quiero ninecesito un gurú. Mi incertidumbre y mi ancla, mis preguntas y mis respuestas, mibúsqueda y mi verdad, todo yace en el interior de mi alma. Y lo mismo es verdad paracada uno de nosotros. Podemos confiar en otros y acudir a otros en busca de ayuda,pero en última instancia nuestras respuestas provienen de nuestro interior.

Como se supone que dijo Buda: Sé una lámpara para ti mismo. No busques refugioen nadie más que en ti. Nadie más tiene el secreto de mi felicidad. Lo que tengo quehacer es confiar en mi intuición y en mi habilidad para elegir lo que me haga más feliz,más equilibrada. Lo que tengo que hacer es confiar en mí misma.

“¿Quieren irse de aquí?”, les pregunto a mi madre y Candice. Asienten y nosdirigimos hacia la puerta. “Las llevaré al escenario inmediatamente”, nos dice nuestroanfitrión, y toma a Candice y la conduce directamente hacia Amma. Candice saludacalurosamente a Amma y le dice que todos en la familia le enviamos nuestro cariño.Amma sonríe y después la envuelve en un largo y profundo abrazo.

Más tarde, Candice nos comentó: “Me sentí maravillosamente y con energía”.Cuando regreso a casa abrazo a Tara y a Leela y las acuno en mis brazos.

Maravillosamente y con energía. Sé exactamente qué quiere decir. Este amor esprofundo y real y me proporciona una sensación de paz. Es un sentimiento en el queconfío sin asomo de duda.

La idea de la confianza resurgió otra vez cuando estaba escribiendo palabras que definíanel proceso de intención. Dado que las intenciones son tan profundamente personales yúnicas —como una huella emocional—, son imposibles de llevar a cabo sin confiar en tusabiduría interna y en que el universo guiará tu camino.

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Con objeto de descubrir y realizar tu intención, necesitas confiar no solo en tu vozinterior, o intuición, sino también en tu cuerpo y en el universo. Necesitas permitirte serguiado por la intuición, por los mensajes silenciosos que vienen del interior; mensajes queveces no escuchamos por el ajetreo de nuestras vidas diarias.

Sumant, que es un pensador analítico depies a cabeza, es escéptico cuando hablo deintuición, pero incluso el gran genio AlbertEinstein era un creyente. “Creo en laintuición y en la inspiración […]. Algunasveces siento que estoy en lo correcto, no séque lo estoy”, dijo. Incluso la Biblia serefiere a “la suave y silenciosa voz interior”.Esa es la voz con la que estoy tratando desintonizar este año al meditar y notar. Esa esla voz en la que sé que puedo confiar.

¿Funciona realmente la intuición? Undía, navegando en la red escribí en Google lafrase “ciencia de la intuición”, y obtuve másde dieciséis millones de resultados. Oooh.Supongo que no soy la única interesada. Hago clic en algunos y encuentro un fascinanteestudio de la Universidad de Iowa. Los investigadores pidieron a los participantes quejugaran a las cartas volteando una baraja cada vez de cuatro diferentes mazos. Al jugareste “supuesto” juego de azar ganaron dinero con base en el número de cartas altas quesacaron. Aunque los participantes no lo sabían, las barajas estaban trampeadas. Dos delos cuatro mazos contenían un número considerable de cartas más altas. Mientras lossujetos jugaban, un sensor medía la transpiración de las palmas de sus manos. Y esossensores revelaron algo increíblemente interesante. Sus manos empezaron a sudardespués de que sacaron diez cartas. A pesar de eso, no estuvieron conscientes de que lasbarajas estaban trampeadas hasta que voltearon cerca de cincuenta cartas, y les tomóotras treinta vueltas comprender cabalmente cuál era la trampa. Las manos húmedas lesestaban advirtiendo que algo no estaba bien mucho antes de que lo percibieranconscientemente.

Siempre he concebido la intuición como razonar desde el corazón: un conocimientodirecto de nuestro ser sensible, sin ninguna participación o distorsión de nuestra mentepensante.

Tara tiene un muy buen sentido de la intuición. Recuerdo que cuando estaba ensegundo grado la invitaron a una casa a jugar, y al poco rato me llamó por teléfono. Medijo que le dolía el estómago, y cuando fui a recogerla me di cuenta de que no se sentíacómoda en la casa. Se sentía insegura con los niños que estaban jugando con loshermanos de su amiga. Ese día le dije a Tara que confiara siempre en lo que su cuerpo le

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dice, y ha desarrollado un sentido de juicio sorprendente, no solo para ella sino haciaotras personas. Recientemente mi padre tuvo un socio de negocios demasiado entusiastaque nos cautivó a todos. Tara repetidamente me dijo que a ella no le gustaba ese hombre,y yo le pedí que fuera amable. Y resultó que el tipo era un farsante y un tramposo ycolocó a mi padre en una situación difícil. Tara siempre tuvo razón.

Mi propia experiencia me ha enseñado el poder de confiar en la intuición. Seguir susmurmullos, aunque a menudo es difícil, nunca me ha llevado por mal camino. En 1995estaba trabajando en MTV y la compañía necesitaba a alguien que coordinara sus esfuerzosen India. Mi gerente estuvo de acuerdo en que yo era idónea para el trabajo, en vista demi conocimiento de la estrategia de MTV y los contactos de mi familia. Así que a losveintitrés años me trasladé a la tierra de mi familia. Fue muy emocionante estar en Indiaen un momento en que el mercado se estaba abriendo a socios internacionales, y mesentí bendecida por tener la oportunidad de ayudar a unir el mundo a través de la música.No podía haber pedido una mejor posición desde la cual forjar mi carrera. Mi empleo nosolo estaba en el cruce entre la creación de marcas, la mercadotecnia, la programación yproducción, sino también requería que socializara con expatriados de todo el mundo. Latarjeta de mi empresa me abría las puertas de cualquier club o restaurante. Era un trabajode ensueño para una persona joven.

Me sumergí alegremente en el trabajo, pero a la semana más o menos de haberllegado desarrollé un síntoma extraño: empecé a tener dolores de estómago,especialmente en las mañanas. Lo atribuí a la comida y tal vez un poco a la nostalgia o ala presión del éxito —o a una combinación de las tres— y traté de ignorarlos lo mejorque pude. Pero el malestar persistía.

Finalmente, mi equipo tuvo un gran logro. Vendimos nuestro primer paquete depatrocinio a una compañía multinacional. Era un gran triunfo y mis compañeros y yocelebramos chocando copas de champaña en nuestro auto con aire acondicionado,mientras transitábamos por las calles de Mumbai. En un punto nos encontramosatascados en el tráfico —algo que no es inusual en India—. Al mirar al frente vimos queuna multitud de niños sin zapatos y harapientos bloqueaban el camino. Al acercarnos nosdimos cuenta de que estaban reunidos en torno a un improvisado puesto a un costado dela calle viendo la televisión. El diminuto aparato colgaba precariamente de cables malinstalados a un lado del puesto. En la pantalla se veía una escena de una playa.Adolescentes en brevísimos bikinis y pantaloncitos cortos se contorsionaban y giraban alson de música hip-hop. En una esquina superior de la pantalla se veía el logo de MTV.

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Mis compañeros echaron porras, chocaron las manos y sirvieron más champaña.Estos niños estaban viendo nuestro canal. ¡Era la prueba de la forma tan exitosa en laque estábamos penetrando en el mercado! Pero en ese momento mi corazón se detuvo.Literalmente dejé de respirar. En lugar de alegría sentí una rampante sensación devergüenza.

Esa noche me fui temprano a casa, mucho antes de que la interminable celebraciónacabara, pero no pude dormir. En cuanto me acosté las preguntas empezaron como untorbellino: ¿Qué estoy haciendo? ¿Este es el efecto que quiero tener en el mundo?Había deseado unirlo por medio de la música, no exportar los aspectos superficiales de lacultura estadounidense a mi país natal. Amaba mi trabajo, pero en ese momento supeque esa carrera no estaba en sintonía con mi propósito vital. Una parte de mí queríaignorar la voz que me decía que estaba en el camino equivocado, deseaba continuarhaciendo lo que estaba haciendo. Era divertido y yo era buena para eso, pero la voz sevolvió más fuerte según transcurrieron las semanas, y finalmente supe que tenía quehacer un cambio. Tenía que confiar en esa silenciosa voz interior. El día que por finreconocí que necesitaba dejar mi trabajo desaparecieron los dolores de estómago.

La intuición a menudo viene del cuerpo, como me pasó con los dolores de estómago enIndia. Puede alertarnos de que no estamos en el camino correcto, ponernos sobre avisoante problemas —e incluso guiarnos hacia elecciones saludables—. Desde hace algunosaños mi cuerpo me estaba diciendo que ya era tiempo de aclarar por qué estaba haciendoelecciones poco saludables con la comida cuando yo sabía de eso. No hay duda de queelegir comida saludable nos hace sentir con mayor energía, mientras que comer azúcar ycomida basura nos hace indolentes y malhumorados. ¿Entonces, por qué sigo haciendoesas elecciones? Podría pedir ayuda para esto. Hasta ahora he estado renuente aexaminar mi complicada relación con la comida. Pero si mi intención es tratar mi cuerpocon consideración, necesito deshacer esta delicada cuestión. El libro de mi padre, WhatAre You Hungry For? (¿De qué tienes hambre?) está entre los que tengo amontonadosen mi mesa de noche. Una mañana, después de llevar a las niñas a la escuela, pienso: Eshora. Así que subo las escaleras y tomo el libro.

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intestinos envían señales hormonales al cerebro, explica mi papá. Solo tienes que poneratención y confiar en los mensajes de tu cuerpo.

Confía en tu cuerpo. En las múltiplesdietas y en las docenas de intentos derestringir el hábito del azúcar, he ignoradoeste consejo simple. Es una idea tan obvia y,sin embargo, nunca ha sido parte de miestrategia de pérdida de peso. Mi cuerpo estádiseñado, como el de todo mundo, para estaren equilibrio y mantener un pesodeterminado. Pero debido a mi apegoemocional a la comida he estado sistemáticamente desatendiendo las señales que medicen que estoy satisfecha y comiendo cuando no tengo hambre realmente.

Para aprender a confiar en mi cuerpo necesito entrar en sintonía con sus señales, asíque decido seguir un enfoque simple que mi padre destaca. Antes de comer, sugiere,practica el STOP: Suspende lo que estás haciendo; Toma un respiro de un minuto,inhalando y exhalando y poniendo atención a la respiración; Observa tu hambre,clasificándola en una escala del uno al cinco, en la que cinco estás muerto de hambre; ydespués Procede con conciencia.

Es increíblemente parecida a una idea que Daniel Siegel me comentó, llamadarespuesta flexible, en la que haces una pausa antes de responder para que estésconsciente de lo que está ocurriendo en el momento y consideres tus opciones. “Haceruna pausa te ayuda a hacer elecciones sabias”, me dijo Siegel. Si alguna vez tengo quehacer elecciones sabias es cuando me enfrento a una panadería llena de panquecitos.

Cierro el libro por un momento, impactada por el hecho de que la cuestión deconfianza, que considero central para alcanzar la intención, es también una parte nodalpara aprender a comer de una manera que ayude a mantener un peso saludable. Y puedohacerlo sin ponerme a dieta porque sintonizar con las señales de hambre y hartazgo de micuerpo me puede ayudar a comer lo que necesito, no más.

La parte más resistente y desafiante de mi dieta es el hábito del azúcar. Si algo me hacesentir un fracaso es mi incapacidad para dominar este problema. Cuando era niña, mipadre trató de hipnotizarme para eliminar mi ansiedad por los dulces. Me hizo queimaginara sapos verdes y babosos cubiertos con chocolate y que los llevara a mi boca.Después de esa visualización quería vomitar. En realidad funcionó un día o dos, y

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La parte más resistente y desafiante de mi dieta es el hábito del azúcar. Si algo me hacesentir un fracaso es mi incapacidad para dominar este problema. Cuando era niña, mipadre trató de hipnotizarme para eliminar mi ansiedad por los dulces. Me hizo queimaginara sapos verdes y babosos cubiertos con chocolate y que los llevara a mi boca.Después de esa visualización quería vomitar. En realidad funcionó un día o dos, ydespués estaba de regreso. Mi amor por el chocolate era lo suficientemente fuerte paravencer la repulsión. Desde entonces he estado adentro y afuera del vagón del azúcar másveces de las que puedo contar.

¿Por qué es tan difícil cambiar este hábito? Por una razón: existe evidencia de que elazúcar tiene propiedades adictivas. Algunos estudios muestran que impacta en losmismos centros de placer del cerebro que la heroína. Investigo un poco sobre laformación de hábitos y aprendo que cambiar hábitos arraigados es más difícil de lo quepensé. El mejor estudio sobre el tema se publicó en 2010 por investigadores deUniversity College, en Londres. Reclutaron noventa y seis voluntarios a los que lespidieron que eligieran un comportamiento o una actividad que quisieran añadir a susvidas. La duración media que transcurrió antes de que los participantes alcanzaran lameseta del hábito fue de sesenta y seis días —tres veces más que el ampliamentereportado mito de veintiún días—, pero hubo una gama sorprendentemente amplia dedieciocho a doscientos cincuenta y cuatro días. Aun cuando saltarse un día aquí y allá nopareció importar mucho en términos de la habilidad en general para formarse el hábito,las personas más consistentes fueron las que tuvieron mayores probabilidades de éxito.Pero ciertos comportamientos tomaron más tiempo para ser adoptados,independientemente del compromiso.

Las prácticas relacionadas con la comida tomaron, en promedio, sesenta y cinco días,en tanto que las actividades relacionadas con el ejercicio no se volvieron automáticashasta que los participantes las hicieron de manera rutinaria por cerca de noventa días.Los investigadores especulan que adoptar el hábito de la actividad física se lleva mástiempo porque es más complicado que comer más vegetales o beber más agua, y comoresultado requiere de un mayor esfuerzo mental. La motivación, sin duda, importatambién, pero incluso si estás motivado, no es fácil. En este estudio, en el que losparticipantes realmente querían hacer un cambio, casi la mitad no desempeñó la conductade manera suficientemente consistente como para transformarla en un hábito.

Aun cuando la investigación es un poco deprimente, me ayuda a ver que los errores ylas fallas son una parte normal del proceso —lo que me sirve para darme cuenta de quenecesito ser indulgente conmigo cuando reincida, y simplemente reafirmar misintenciones—. La realidad es que no he pasado más de dos, o tal vez tres, semanas sinazúcar.

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del problema. En mi mente, el azúcar representa seguridad, protección, certidumbre. Esun refugio, un asilo. Con razón acudo a los premios dulces para tranquilizarme cuandoestoy triste o ansiosa, asustada e insegura. No es solo que sepan muy bien; saben a amor.

En el libro, mi padre dice que la labor de la gente que lucha con el peso y la comidaes esta: encuentra tu realización. La comida por sí misma no puede satisfacerte, escribemi papá. “Debes nutrir tu cuerpo con comida saludable; el corazón con alegría,compasión y amor; la mente con conocimiento, y el espíritu con ecuanimidad yautoconciencia […]. Si te llenas con otro tipo de satisfactores, la comida dejará de ser unproblema”. Esas palabras dan directo en el blanco. ¿No es eso lo que estoy tratando dehacer este año: encontrar las muchas cosas no comestibles que me llenen?

Dejo que esta idea se establezca en mi alma. En lugar de encontrar satisfacción enuna variedad de fuentes, me he vuelto demasiado dependiente de la comida, recurriendoa ella no solo para nutrirme físicamente sino también como sustento emocional. Lo quesignifica que debo enfocarme en otras cosas de mi vida que me proporcionen alegría,compasión y amor. Como soy una fanática de hacer listas, anoto algunas ideas rápidasbajo el título “Maneras de encontrar la realización sin comida”.

Hablar con la gente que amo. Llevar a mis niñas a la playa. Dar un paseo. Armar un

rompecabezas. Leer una novela. Servir comida a otros.

Todas las cosas que se enlazan con mis más sinceras intenciones: llevar más felicidad ami vida, conectar con mi familia y amigos, relajarme y reintegrar a mi comunidad. Sipuedo confiar en que puedo encontrar amor y realización en fuentes diferentes a lasgalletas con chispas de chocolate y los helados, entonces ese es un primer paso. Serequerirá paciencia y romper el hábito, pero si empiezo a añadir actividades que mealimenten en formas más profundas, sé que puedo encontrar el equilibrio correcto.

Según pasan los días, antes de comer algo me pregunto: “¿De qué tienes hambre?”.Estoy asombrada por el número de veces que la respuesta no está en el refrigerador.Algunas veces me siento inquieta, y darle la vuelta a la cuadra cura mis antojos. Otrasveces tengo sed, y un gran vaso de agua da en el blanco. Un día en que muero por unagalleta con chispas de chocolate caigo en la cuenta de que lo que realmente deseo esconexión. Como restablecer contacto con viejas amistades es una de mis intenciones,todos ganamos.

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galleta con chispas de chocolate caigo en la cuenta de que lo que realmente deseo esconexión. Como restablecer contacto con viejas amistades es una de mis intenciones,todos ganamos.

Tomo el teléfono y llamo a Sayantani, una de mis amigas más cercanas. Al igual queyo, Sayantani tiene dos niños y se reparte como mamá y su carrera como escritora ymédica. “Cuánto tiempo”, me dice cuando escucha mi voz. Me disculpo y siento unaligera punzada de culpa. Tengo que mejorar el estar en contacto. Durante la plática lecuento sobre mi intención de comer de manera más saludable y de confiar en mi cuerpo.“Debes leer sobre comer intuitivamente —me dice—. Se trata de confiar en tu cuerpo. Yhay investigación que demuestra que funciona”.

Entro en la red y encuentro toneladas de información. La filosofía es simple: comecuando tengas hambre, detente cuando estés satisfecho. Y come lo que tu cuerpo te estádiciendo que quiere. Si una malteada es real y honestamente lo que necesito, debotomarla. El concepto es liberador.

Empiezo a poner más atención en lo que realmente deseo comer, así como en laforma en la que la comida me hace sentir en la medida en que la ingiero. Según aprendoa confiar en mi cuerpo, observo que cuando se trata de dulces, generalmente me sientosatisfecha después de unos cuantos bocados, especialmente si como conscientemente,disfrutando del olor y la vista de la comida y masticando lentamente para saborear elmomento. Un día le doy algunas mordidas a una barra de chocolate y disfruto cadabocado. Y para cuando estoy casi a la mitad mi cuerpo envía un sorprendente mensaje:Ya has tenido suficiente. Pienso en ello por un minuto y me doy cuenta de que esverdad. Mi disfrute empieza a disminuir y un sentimiento enfermizo comienza a hacersepresente, de manera que guardo la segunda mitad en el refrigerador para más adelante.

¿En realidad ocurrió eso?, pienso con gran alegría.

También trato de comer de manera más consciente en cada comida. En lugar desumergirme en la comida en el instante en que me siento a comer, disfruto su aspecto —los colores, las texturas—. La huelo y saboreo su olor. Agradezco a los granjeros que lacultivaron y a las personas que la transportaron a la tienda. Tomo un sorbo de agua. Unavez que empiezo a comer trato de saborear todo —lo dulce, lo salado, lo picante, loamargo—. Mastico por lo menos diez veces antes de tragar. Y antes del siguiente bocadohago una pausa y observo cómo se siente mi cuerpo. ¿Estoy satisfecha? ¿Necesito más?¿Qué me está diciendo mi cuerpo? Tener confianza y notar, dos pasos del proceso deintención, ahora están trabajando en armonía, sin interrupciones y maravillosamente.

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llenos y envíen ese mensaje al cerebro; si engullo la comida no le doy tiempo a estesistema innato de señalización para hacer su trabajo. Otro recordatorio de que necesitoconfiar en mi cuerpo.

Una tarde en la que estoy a medio camino de un panquecito, me asalta la idea de queno debería estar comiendo eso. Te lo mereces, me digo a mí misma. Ha sido un día muyestresado. Pero esa aseveración suena falsa. ¿Qué estás haciendo?, me pregunto. Larespuesta es descorazonadora: lo mismo que hago siempre que estoy estresada,comiendo un bocadillo azucarado. Me digo que quiero cambiar, que quiero comer mássaludablemente, ¡pero este hábito es tan difícil de romper! El azúcar es terrible para mí.Yo lo sé. Casi puedo sentir la nauseabunda ráfaga cuando esas moléculas dulces llegan ami torrente sanguíneo; durante casi media hora tendré un alegre mareo. Y puedo predecircon absoluta certeza qué ocurrirá después: me sentiré cansada y de mal humor y como siel cerebro estuviera relleno de algodón de azúcar. Caramelo tejido. Qué apropiado.

Me siento enojada y frustrada —y llena de odio hacia mí—. No tengo remedio.¡Nunca haré lo correcto! Mi mente continúa por este desagradable camino durante unrato. Con razón peso tanto. ¿Por qué soy tan débil? Gracias a mi práctica de notar, medescubro en medio de una diatriba.

Detente, pienso. Eso no es agradable. Nadie se merece ese tipo de trato. Y encuanto esas amables palabras cruzan mi mente, me inunda un sentimiento de ternura —hacia mí y mi lucha y los millones de personas que pelean esta batalla con la comida—.Estás intentando, me digo. Está bien.

Recuerdo cuando Tara y Leela estaban aprendiendo a caminar. Daban unos cuantospasos tambaleantes para caer un instante después. No me enojaba con ellas. Celebrabasus intentos y alentaba sus esfuerzos. Aceptaba sus caídas y fallas como parte delproceso. Veía cada bamboleo, cada tumbo y caída como reconfortante y humorísticomás que como motivo de desesperación. Trabajar con la intención no debería serdiferente; es un proceso al que debemos aproximarnos seria pero ligeramente, con unsentido de curiosidad, exploración, entusiasmo y esperanza, y con la menorautorrecriminación posible.

Confiar en uno mismo requiere unaconsiderable medida de autocompasión —ytal como parece, también aprender a comersaludablemente o cambiar un hábito—. Másy más investigaciones demuestran quetratarnos con compasión, como lo haríamoscon un amigo muy querido, en efecto nosayuda a adoptar hábitos saludables.

Por ejemplo, investigadores de laUniversidad Duke encontraron que laspersonas que son amables y comprensivas

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más dispuestas a incorporar prácticassaludables en sus vidas, como visitar almédico y practicar sexo seguro. Igualmente,investigadores canadienses hallaron que lasmujeres que tenían un porcentaje alto en laescala de autocompasión, estaban másdispuestas a ejercitarse porque era buenopara ellas más que porque las hacía lucirmejor, y aquellos que se ejercitan porrazones de salud tienen más probabilidadesde continuar haciéndolo. Y un estudio enPortugal encontró que las mujeres consobrepeso que participaban en un programa de pérdida de peso con una duración de unaño, se volvieron más aficionadas a la comida saludable después de que se les enseñó aaceptar sus cuerpos.

Flagelarme no es solo doloroso sino contraproducente. Así que esta es otra piezadentada del rompecabezas de vivir con intención. En la medida en que avance en esteproyecto trataré de hacerlo con un sentido de autocompasión. Como el santo católico sanFrancisco de Sales propugnaba: llevaré conmigo “una taza de comprensión, un barril deamor y un océano de paciencia”. Es eso o un tsunami de recriminación. ¿Por qué noescoger el amor?

Escoger el amor a uno mismo y la autocompasión, confiar en que se necesita tiempoy paciencia para efectuar cambios. Todos tenemos nuestras montañas que subir yobstáculos que vencer. Necesitamos apoyar nuestros propios esfuerzos, de la mismamanera que ofrecemos apoyo a familiares y amigos, y confiar en que cuando pidamosayuda a aquellos que amamos ellos nos la ofrecerán con los brazos abiertos y cálidosabrazos.

Mientras continúo pensando en mi relación con la comida, la dieta y la salud, y cómoencaminarlas correctamente en mi vida, recibo un correo de voz del doctor Andrew Weil,director del Centro de Medicina Integral de la Universidad de Arizona. Durante casi unmes he estado tratando de concertar una entrevista con él. Admiro cómo él, junto con mipadre, ha ayudado a cambiar el lenguaje en los establecimientos médicos sobre lo quesignifica ser saludable. Resulta que el doctor Weil dará una conferencia en un evento enel Centro Chopra en La Costa este fin de semana. ¿Puede verme ahí?, me pregunta ensu correo de voz. De inmediato llamo a su asistente y le digo que sí, que gracias, que loveré ahí. El tiempo es perfecto dadas las cuestiones alimenticias con las que he estado

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Cuando llego al Centro, la recepcionista me sonríe y me da la bienvenida. El personaldel Centro Chopra son las personas más cálidas, gentiles y dedicadas que he conocido.Les digo que estoy esperando al doctor Weil y que lo haré en la antigua oficina de DavidSimon. Oh, David, pienso con tristeza. Incluso, la mención de su nombre hace que elcorazón me duela, pero también que se inunde de amor y gratos recuerdos. Junto con mipadre fundó el Centro Chopra e hizo equipo con él para idear formas de ayudar a laspersonas a integrar prácticas de mente-cuerpo en sus rutinas diarias. David fue tambiénun amigo mío muy cercano, y al sentarme en su oficina mientras espero al doctor Weil,pienso en él y en el inspirador libro que escribió aquí. Murió en enero de 2012 despuésde haberse diagnosticado él mismo un gioblastoma cerebral veinte meses atrás. Sumuerte dejó un profundo hueco no solo en su familia sino también en el Centro Chopra yen todos aquellos que lo amábamos.

Cuando empiezo a sentirme realmente triste, mi padre entra en el cuarto trayendoconsigo una refrescante ráfaga de energía y entusiasmo. Acaba de estar al teléfono conunos científicos de Harvard y de los Institutos Nacionales de Salud y está entusiasmado;están realizando una investigación sobre los beneficios de integrar los principios debienestar en los programas de envejecimiento saludable. Observa la fotografía de David yhace una ligera reverencia. Ese gesto provoca que las lágrimas asomen a mis ojos. Es tanhermoso y tan reconfortante. A pesar de que David ya no esté físicamente aquí, mi padrepercibe su presencia intensamente y quiere que David sepa que él está llevando a cabo sutrabajo y que siguen haciendo progresos juntos.

El doctor Weil entra vestido con jeans y una camisa a cuadros. Nos saludacalurosamente, y él y mi papá se ponen al día brevemente. Sonrío mientras escucho.Están encantados por la cantidad de personas que asistieron al seminario ese fin desemana. Y me recuerda una de las cosas que siempre he admirado de mi padre: noconsidera su fama como algo dado. De hecho, todavía le asombra y conmueve que sutrabajo encuentre eco en tantas personas en todo el mundo.

Cuando Weil y yo nos sentamos a platicar le explico sobre mi libro y la idea deintención. “Creo que el universo responde a tu intención —conviene con entusiasmo—.Pero una gran parte de eso es confianza. Necesitas confiar en que puedes hacer lo que tepropusiste hacer, e incluso si no obtienes convalidación externa, debes confiar en que eluniverso te apoya”.

La idea de confiar en tus intenciones, me dice, trae a su mente algo que le ocurrióhace tiempo; un incidente que fue tan significativo para él que reproduce la historia en unlibro que está escribiendo.

He aquí la historia:

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Yo vivía en un rancho en las afueras de Tucson, en una propiedad rural. Era casi tierra

salvaje. Un día de primavera, el hombre que cuidaba la propiedad llegó y me dijo que

había encontrado una cría de lechuza y que no sabía qué hacer con ella. Así que lo

acompañé a una parte del terreno donde se alzaban unos inmensos álamos. Y en el suelo

estaba esa pequeña lechuza, de unos cuantos centímetros, cubierta de una pelusilla

blanca. Daba saltitos y piaba claramente angustiada. Alcé la vista, y arriba de nosotros,

en una rama de un álamo —casi a nueve metros de altura—, vi un inmenso nido. Y

observándonos desde el nido estaba un gran búho cornudo que sin duda era la madre

del pequeño.

La cría se había caído o había sido arrojada del nido. Como fuera, no tenía idea de qué

hacer con ella, e imaginé que alimentarla sería un buen principio. Esa pequeña criaturita

debía estar hambrienta, ¿no? Así que le puse comida para perro humedecida pero no se

la comió. Después puse un poco de agua azucarada en un gotero y bebió un poco. Me

sentí bien por eso.

Pero lo que necesitaba era una solución a largo plazo; llamé al departamento de

zoología de la Universidad de Arizona. Nadie contestó, así que llamé al Museo del

Desierto, una reserva natural. Me dijeron que encontrarían a alguien que supiera qué hacer.

Pocos minutos después mi teléfono sonó. En el otro extremo estaba un hombre viejo.

No tenía idea de quién era. Ni siquiera me dijo su nombre. Solo dijo: “Tiene que volver a

colocar a la cría en el nido”. Me dejó atónito. El nido estaba muy alto en el álamo y la

madre estaba en el nido. Se ha sabido de grandes búhos cornudos que han atacado a

personas, especialmente cuando se sienten amenazados. “¿No es peligroso?”, le

pregunté.

“Ella sabrá lo que usted está haciendo”, me respondió, y colgó.

Entonces le pedí al hombre que había hallado a la cría que me llevara la escalera más

alta que encontrara. Para ese momento yo estaba bastante tenso. No me gustan las

alturas y solo mirar el nido me hacía sentir un poco mareado. ¿Pero qué otra cosa podía

hacer? Aseguramos la escalera lo mejor que pudimos contra el árbol, tomé al polluelo y

empecé a subir. Desde el momento en que empecé a subir por la escalera la madre búho

fijó su mirada en mí y durante todo el tiempo que tardé en ascender nunca rompió el

contacto visual. No movió un músculo, y sus ojos no parpadearon. Sentía que no

acababa de trepar pero por fin llegué al nido. Había una víbora de cascabel muerta

colgando de él. Era muy dramático. Estoy sorprendido de no haberme caído de la

escalera ante esa escena tan impresionante. Llegué al nido, coloqué al polluelo lentamente

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en él y descendí. Más tarde ese día, otro hombre que estaba trabajando en la propiedad

pasó por el mismo árbol y la madre lechuza se lanzó fuera del nido hacia él chillando y

con las garras de fuera. Me di cuenta de que el viejo tenía razón: la madre lechuza sabía

exactamente qué estaba haciendo yo. Leyó mis intenciones y confió en mí. Y yo confié

en ella.

De regreso a casa después de la entrevista, pienso en la historia y me doy cuenta de quetodos tenemos una lechuza interna —vigilante, preocupada, lista para atacar por miedo,pero también capaz de confiar—. Cuando nos sentimos amenazados soltamos golpes.Pero cuando confiamos en el universo con frecuencia las cosas salen bien. Tenemos devuelta a nuestros bebés en el nido, los lanzamos sin peligro al mundo —inclusoaprendemos a alimentarnos con comida saludable y a cuidar nuestros cuerpos—. Cadavez nos acercamos más y más a realizar nuestra intención.

Notas:

1 Bindi, que en sánscrito significa “gota” o “punto”, es un elemento decorativo que se usa en la frente,principalmente en India. (N. de la T.)

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vivir con intención

Reflexiones y prácticas

La confianza es un paso importante para cumplir con nuestras intenciones: confiar enuno mismo —en tus deseos, tus intuiciones y en tu habilidad para triunfar— así como enel universo, confiar en que las personas, los lugares y las circunstancias que se tepresentan son parte de tu travesía.

Antes de comer tu siguiente bocadillo o comida, tómate un momento parapreguntarte: “¿De qué tengo hambre?”. Confía en las respuestas que provengan tanto detu mente como de tu cuerpo.

Cuando estás a punto de entrar en una situación estresante: STOP. Suspende; Toma tresrespiros; Observa cómo te sientes, y después Procede. Confía en tus sentimientos y entu cuerpo así como en tu mente.

Los sueños a veces pueden darte pistas sobre tus deseos inconscientes. Lleva undiario de tus sueños. Durante una semana, todas las mañanas antes de levantarte tómateun momento para registrar los sueños que recuerdes. Puede ser que solo anotes loscolores que viste o los sentimientos que experimentaste. Escribe todo, y al final de lasemana observa las conexiones y los sentimientos que estos sueños te producen. Tussueños pueden estar enviándote mensajes sobre cómo cumplir tus intenciones.

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práctica de intenciónconfiar en los mensajes de tu cuerpo

Una manera de sintonizar con lo que tu cuerpo está sintiendo es mediante la práctica delescáner del cuerpo. Trato de hacerla por lo menos una vez a la semana. Es una granforma de aprender a confiar en lo que tu cuerpo te está diciendo.

Encuentra un lugar confortable para que te acuestes. Cierra los ojos. Haz algunasinhalaciones profundas y observa cómo tu pecho se expande y contrae con cadarespiración. Pon atención en el aspecto nutritivo de la respiración: cómo cada inhalaciónte provee de oxígeno para nutrir tu cuerpo y cómo con cada exhalación liberas estrés ytoxinas.

Mientras continúas respirando cambia tu atención hacia tu coronilla. Siente cualquiertensión en ella que estés reteniendo y trata de soltarla. Lleva tu atención a tu cerebro.Siente un momento de gratitud por lo formidable que es el cerebro humano —por todasesas neuronas que regulan cada aspecto de tu existencia física—. Observa cualquiersensación en tu cabeza que sea incómoda. Si hay malestar dirige las siguientesrespiraciones a ese lugar. No juzgues o temas al dolor, solo nota cómo te hace sentir y sila respiración ayuda.

Mueve tu atención hacia tu cuello y hombros. Otra vez, respira profundamente yobserva cualquier tensión en esas áreas. Imagina que tu respiración deshace los nudos entu cuello o elimina la tensión en tus hombros.

Desciende por tu brazo izquierdo a tu mano izquierda, respirando profundamentemientras observas las coyunturas en tus codos y muñecas y hasta la punta de los dedos.Haz lo mismo con el brazo y mano derechos.

Continúa con la práctica trabajando con el resto de tu cuerpo: corazón, pulmones,estómago y demás órganos, la pelvis, las piernas, los pies. Agradece lo que cada unohace por ti y continúa respirando.

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Durante los siguientes minutos regresa tu atención otra vez a tu respiración. Notarásque tu mente se dirige a la parte de tu cuerpo que siente molestia. Confía en el mensajeque te envía: que es en esa parte donde estás reteniendo la tensión o que requiere de máscuidados amorosos.

Está presente y disfruta este momento de honrar a tu cuerpo, revisándote ycuidándote a ti mismo.

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E

cinco

Expresa

s Año Nuevo y estamos en Vietnam visitando a mi cuñado Hemant y a sufamilia, que han estado viviendo el último año en Hanoi. Hemant trabaja para laCorporación Financiera Internacional, la parte del Banco Mundial de NacionesUnidas que invierte en proyectos de desarrollo, y nos ha entusiasmado mucho

visitar el sudeste asiático. ¡Qué gran oportunidad para que las niñas conozcan una culturadiferente! Y algo también muy importante, mis hijas están muy entusiasmadas de pasaralgún tiempo con su prima de dos años y medio, Tahira, así como con su tía, su tío y susabuelos. Mi familia política ha venido de India para estar juntos durante las vacacionesde invierno de las chicas.

Después de desayunar unos croissants recién horneados, fruta, prosciutto y queso deuna panadería francesa, Tara, Leela, Sumant y yo nos arreglamos para visitar algunoslugares de Hanoi. Nuestra primera parada es el Museo Vietnamita de Historia Militar,donde nos hacemos una fugaz idea de la guerra de Vietnam desde la perspectivavietnamita: concretamente, que ellos repelieron con éxito un ataque prolongado de partede los franceses y los estadounidenses.

Las chicas no han estudiado todavía la guerra de Vietnam en la escuela, por lo queSumant y yo les explicamos brevemente de qué se trató. Les hablamos sobre el miedo alcomunismo y de cómo el mensaje anticomunista fue, durante muchos años, el fococentral de la política exterior de Estados Unidos y la fuerza que impulsó un número deguerras y el escalamiento de la tensión internacional y el conflicto.

Pasamos por un despliegue de aviones, helicópteros y tanques militaresestadounidenses derribados, y en un patio nos detenemos a observar una esculturarealista que representa la victoria de Vietnam. Es un avión estadounidense B-52 con lanariz inclinada, como si se hubiera estrellado ahí, rodeado de trozos de metal; unafotografía muy descriptiva de una mujer que arrastra los restos de un avión está frente ala escultura.

Tara y Leela observan en silencio la pieza. No están exactamente muy protegidaspero aún son jóvenes, y puedo decir que están tratando de asimilar esta nuevainformación sobre la violencia de la guerra con lo que saben de la misma hasta estemomento. No es fácil, incluso para los adultos. Pasamos tanto tiempo tratando de

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enseñar a nuestros niños a respetar los puntos de vista de otras personas. ¿Cómo explicarque las diferencias de opinión puedan conducir a tantas vidas perdidas? ¿En qué punto escorrecto morir por tus creencias? ¿Matar por ellas puede justificarse?

En un sentido, la guerra es la forma más extrema de una cultura o de un país deexpresar una intención. Por más horrible que sea, en el corazón de la guerra se encuentrael deseo de defender —y expresar— un punto de vista profundamente arraigado, ya seacreer en el comunismo, en la democracia o en una religión en particular.

Mientras paseamos entre aviones y bombas en el museo de la guerra, Tara estáparticularmente callada, y me pregunto si todas esas escenas de sufrimiento que hemosvisto han sido demasiado para ella. Pero cuando pregunta: “¿La gente puede tener malasintenciones?”, me doy cuenta de que está reflexionando profundamente en las cosas quehemos visto. Esa misma pregunta me la hacen mucho. Aunque mi objetivo —y el demucha gente— es emplear la intención para el bien, para llevar más compasión, amor yentendimiento al mundo, hay personas que solo desean imponer sus creencias a losdemás.

“Sin duda, la intención puede emplearse con fines malignos”, le digo a Tara.Hablamos sobre Hitler, cuya deleznable intención fue respaldada por una generación dealemanes, e incluso cómo la intención del senador Joseph McCarthy de proteger almundo del comunismo atizó la paranoia y la sospecha en Estados Unidos, enfrentando aamigos y colegas. Me agrada que estemos discutiendo este aspecto de la intención porqueha estado en mi mente desde que me he sumergido más en este proyecto.

“Y muchas intenciones no son necesariamente malas, pero están impulsadas másbien por el ego que por hacer el bien en el mundo”, les digo a las chicas. Les recuerdonuestra visita varios días antes a Angkor Wat en Siem Reap, Camboya. Angkor Wat es laconstrucción religiosa más grande del mundo, y mientras la recorrimos me sentíabrumada por sus lecciones sobre la intención. La estructura es un tributo imponente eimpresionante al dios hindú Visnú y a la voluntad del rey jemer Suryavarman II, quereinó de 1113 a 1150. Como otros monarcas en tiempos antiguos, el rey Suryavarmantuvo una visión para erigir un monumento a su propio poder y dominio. Al contemplar lainmensa estructura, recuerdo la distinción de Eckhart Tolle entre intenciones egocéntricaso basadas en el ego y las no egocéntricas, durante nuestra conversación. Las intencionesegocéntricas son las que alimentan el ego, en tanto que las no egocéntricas sirven a unbien mayor. Angkor Wat es una combinación de ambas ya que fue inspirado por el fervorespiritual, así como por las grandiosas ideas del rey sobre su propia importancia.

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Ahora que les hablo a mis hijas de lasintenciones malignas y basadas en el ego,caigo en la cuenta de que todas lasintenciones comparten un importante hiloconductor: se refuerzan por medio del poderde la expresión. Hitler influyó en el partidonazi con la intensidad de su retórica. AngkorWat se erigió, piedra sobre piedra, porque elrey lo decretó. Vietnam y Estados Unidosestaban decididos a expresar y defender suspuntos de vista, incluso si eso representómatar y morir por ellos.

Por fortuna, les digo, al expresar buenas intenciones también tienes el poder decambiar el mundo. “Piensen en Martin Luther King Jr. y su discurso Tengo un sueño, oen John Kennedy que aseguró que mandaría al primer hombre a la Luna. Traducir tusdeseos en palabras y expresar tus sueños más íntimos puede ayudar a transformarlos enrealidad y en mejorar el mundo”.

La distinción entre intenciones buenas y malas o egocéntricas es importante para mí en lamedida en que avanzo en este proyecto porque se basa fuertemente en la idea deexpresar la intención. Expresar una intención es el primer paso balbuceante para tomaracción, y como resultado, es la etapa en la que una intención es más probable queempiece a afectar a otra persona. Si tu intención es hacer del mundo un lugar mejor,tienes que asegurarte de que tus palabras y acciones reflejen un valor más profundo.

En su forma más elemental, expresar unaintención es tal como suena. Es manifestartus sueños más íntimos. Pero hay muchasmaneras diferentes para hacerlo. Puedesescribir tu intención, repetirla en tu mente,decirla en voz alta, compartirla con un amigomuy cercano o con un miembro de tufamilia, o transmitirla al mundo por medio deInternet, en un artículo de un periódico,incluso en un libro. Yo creé Intent.com enparte para ofrecer a la gente un lugar paraexpresar sus intenciones, ya que creo

firmemente que al manifestar nuestros objetivos más preciados, ya sea por escrito o

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verbalmente, en silencio o en voz alta, cristalizamos el pensamiento que está detrás de lasideas y movilizamos la energía para que estas ocurran. Nos apropiamos del deseo y lohacemos nuestro, y activamente buscamos a otras personas, otras oportunidades y nosllenamos de fe para apoyar nuestra visión.

En la tradición hindú no hacemos juramentos matrimoniales explícitamente como enlas tradiciones occidentales. Nuestras bodas consisten en caminar alrededor de una fogatasiete veces, lo que simbólicamente representa el juramento que nos hacemos uno al otroy a nuestras familias. He asistido a muchas bodas occidentales (cristianas y judías)durante años, y siempre me conmueve que estas ceremonias se encuentran entre lasexpresiones más hermosas y más profundamente emotivas de intención. Cuando te parasdelante de tu familia más cercana y de tus amigos más íntimos y juras serle fiel a unapersona por el resto de tu vida, no solo estásconvalidando tu relación, también estásaceptando una serie de valores: amor,lealtad, compromiso. Es una manera dedecirte a ti mismo y al mundo: creo en elamor. En última instancia, el deseo de amor—ya sea amor a uno mismo o a los demás—yace en el corazón de la mayoría de lasintenciones. La necesidad de amor es tanbásica y fundamental como la necesidad deoxígeno y agua, y al igual que esos doselementos indispensables, no podemos funcionar sin él. El amor nos motiva a sermejores y a dar lo mejor al mundo, que es de lo que trata el vivir con intención.

Debido a que las intenciones más verdaderas a menudo se centran en el amor,“expresar” tu intención no siempre es decir cosas. También puedes mostrar amor yactuar con amor. Yo expreso mi intención de amar a mis hijas cuando les preparo lacomida, escucho sus preocupaciones, guío sus elecciones, les proporciono un hogarseguro y feliz. Expreso mi amor por Sumant cuando recojo su ropa de la tintorería,cuando lo apoyo en sus proyectos de trabajo, al escucharlo relajarse después de un díapesado. Expreso amor por mí misma cuando me siento a meditar, cuando comoalimentos saludables, cuando me doy tiempo para llamar a mi madre porque necesitoescuchar palabras que me reconforten. Ya sea que estemos en busca de amor o tratandode vivir cada día con amor como guía, la expresión juega un papel en el proceso.

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Llega el día en que partimos de Vietnam y volvemos a casa y las niñas están tristes dedejar a su prima, a su tía, a su tío, a sus abuelos. Así que hago que se sienten y les digo:“Todavía tenemos unas cuantas horas más. ¿Quieren pasarlas sintiéndose tristes oexpresamos una intención para disfrutar el tiempo con nuestra familia mientras estamosaquí?”.

“¿Eso ayudará?”, me pregunta Leela con sus ojos cafés brillantes por las lágrimas.“En definitiva”, le prometo. Y lo creo. Al pronunciar las palabras en voz alta puedes

hacer que su contenido sea realidad.Las chicas me miran con aire de gravedad y con lágrimas en sus grandes ojos y me

dicen: “Mi intención es divertirme con Tahira”. Nos tomamos un momento para apreciarla intención y para entonces ya se han ido y están riendo. Pasan el resto del tiempo antesde ir al aeropuerto jugando felices con su dulce prima y acurrucándose con sus abuelos.

He llegado a pensar en estos mini deseos como microintenciones, y otra vez estoyimpresionada por cómo expresarlas con claridad puede ayudar a establecer el tono de undía y conscientemente dar forma a mi experiencia y a mi perspectiva. En Intent.com unnúmero de usuarios comparte sus intenciones diarias para enfocarse en pensamientospositivos o para hacer un saludo al sol todos los días durante una semana, y a menudoinforman que los ayuda a cambiar la forma de sus días.

Los microintentos pueden parecer tanpequeños que pueden llegar a serinsignificantes, pero he aprendido que existeun poder inmenso en los pasitos de bebé.Tienen un efecto profundo no solo en elcorto plazo —haciendo nuestras vidas diariasmás saludables y más alegres—, y tambiénpueden preparar el camino para ayudarnos aavanzar hacia nuestras intenciones a máslargo plazo. El articularlas claramente y confrecuencia las inviste de mayor poder.

Por ejemplo, un día sabía que iba aenfrentar estrés y caos en el trabajo. Uninversor potencial de Intent.com se había echado para atrás en su apoyo a la compañíadespués de meses de pláticas. Tuve que explicarles a los otros inversionistas lo que habíaocurrido, así como elaborar un nuevo presupuesto y un nuevo plan para la compañíaporque no íbamos a recibir un dinero con el cual todos contábamos. Estaba estresada,decepcionada, ansiosa y enojada. Pero sabía que esas emociones no me iban a ayudar atransitar el día. Entonces, para armarme medité antes de hacer esas primeras llamadastelefónicas. Establecí una intención clara y la compartí en Intent.com: Mi intención espermanecer centrada en medio del caos. Sentí que al expresarla claramente —nosolamente a mí misma sino a nuestros suscriptores— le daría a mi intención una mayor

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Por ejemplo, un día sabía que iba a enfrentar estrés y caos en el trabajo. Un inversorpotencial de Intent.com se había echado para atrás en su apoyo a la compañía despuésde meses de pláticas. Tuve que explicarles a los otros inversionistas lo que habíaocurrido, así como elaborar un nuevo presupuesto y un nuevo plan para la compañíaporque no íbamos a recibir un dinero con el cual todos contábamos. Estaba estresada,decepcionada, ansiosa y enojada. Pero sabía que esas emociones no me iban a ayudar atransitar el día. Entonces, para armarme medité antes de hacer esas primeras llamadastelefónicas. Establecí una intención clara y la compartí en Intent.com: Mi intención es

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Lisa pasaba los días dirigiendo a otros o embrollada en reuniones, para después deltrabajo correr a eventos. Debido a que estaba tan ocupada, luchaba para encontrar eltiempo para tener acceso a la creatividad y conexión que ansiaba, y cada noche se dabacuenta de que no había manifestado su microintento. Pero en lugar de sentirsedecepcionada, ella vio esta nueva información como una evidencia de que necesitabahacer un cambio. No estaba viviendo de una manera que estuviera en concordancia consus valores más profundos o sus necesidades emocionales. En otras palabras, ella seaproximó a la experiencia con una mente abierta, curiosa, en lugar de con una actitud decrítica, y como resultado logró una importante percepción de lo que le faltaba a su vida.Ello la llevó orgánicamente a un periodo de implantación durante el cual prometió pensary trabajar con miras hacia una intención más grande. ¿Necesitaba cambiar de carrera ohabía forma de modificar su trabajo actual en algo que se adaptara mejor a susnecesidades?

Un año más tarde, Lisa celebró su quincuagésimo aniversario. En lugar de hacer unagran fiesta, lo conmemoró invitando a sus amigos más cercanos a participar en una nocheen la que cada quien expresara lo que deseaba en la siguiente fase de sus vidas. “Fue unanoche en la que compartimos sueños”, dice. En la reunión Lisa compartió una intenciónque había estado implantada durante algún tiempo. Deseaba llevar su práctica de yoga aotro nivel y asistir a un retiro de un mes. Parecía una fantasía tan estrafalaria que inclusotemía reconocer que deseaba hacerla. Y estaba reacia a pedir a su familia y a sus colegasel apoyo que necesitaba para llevarla a cabo. Tenía que replantearse su atareadoprograma de trabajo, así como su vida familiar con su marido y sus dos hijos. A pesar deello, por primera vez, en el seguro círculo de sus amigos queridos, expresó su intenciónen voz alta, y todo el mundo la alentó a hacerla realidad. En ese momento echó a andarel mecanismo para comprometerse con el retiro. Exhibió su valor para llevarlo a cabo consus hijos y su jefe, y todos fueron sorprendentemente comprensivos. Sus hijos estabanrealmente muy entusiasmados de pasar un mes con su esposo haciendo “cosas dehombres”. Y sus compañeros de trabajo estaban impresionados e incluso un pococelosos de su valor para manifestar lo que quería y hacerlo realidad.

Lisa se hizo responsable del lugar que ocupaba en su vida y encontró apoyo, peropudo no haber llegado hasta ahí si no hubiera compartido sus sueños con otros.

La historia de Lisa me recuerda que puede ser desafiante expresar una intención, y heaquí por qué: con frecuencia requiere pedir a alguien que haga algo en tu representación:que comparta tu carga, que escuche lo que dices, que te dé tiempo y espacio o inclusodinero. Para las mujeres, que parecen casi biológicamente programadas para ayudar atodo el mundo pero son renuentes a pedir algo para ellas, uno de los temas más

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genuina. Después de la primera semana notó que sus microintentos parecían estarrelacionados con temas más amplios de creatividad y de conectar con otros en formasnuevas.

Lisa pasaba los días dirigiendo a otros o embrollada en reuniones, para después deltrabajo correr a eventos. Debido a que estaba tan ocupada, luchaba para encontrar eltiempo para tener acceso a la creatividad y conexión que ansiaba, y cada noche se dabacuenta de que no había manifestado su microintento. Pero en lugar de sentirsedecepcionada, ella vio esta nueva información como una evidencia de que necesitabahacer un cambio. No estaba viviendo de una manera que estuviera en concordancia consus valores más profundos o sus necesidades emocionales. En otras palabras, ella seaproximó a la experiencia con una mente abierta, curiosa, en lugar de con una actitud decrítica, y como resultado logró una importante percepción de lo que le faltaba a su vida.Ello la llevó orgánicamente a un periodo de implantación durante el cual prometió pensary trabajar con miras hacia una intención más grande. ¿Necesitaba cambiar de carrera ohabía forma de modificar su trabajo actual en algo que se adaptara mejor a susnecesidades?

Un año más tarde, Lisa celebró su quincuagésimo aniversario. En lugar de hacer unagran fiesta, lo conmemoró invitando a sus amigos más cercanos a participar en una nocheen la que cada quien expresara lo que deseaba en la siguiente fase de sus vidas. “Fue unanoche en la que compartimos sueños”, dice. En la reunión Lisa compartió una intenciónque había estado implantada durante algún tiempo. Deseaba llevar su práctica de yoga aotro nivel y asistir a un retiro de un mes. Parecía una fantasía tan estrafalaria que inclusotemía reconocer que deseaba hacerla. Y estaba reacia a pedir a su familia y a sus colegasel apoyo que necesitaba para llevarla a cabo. Tenía que replantearse su atareadoprograma de trabajo, así como su vida familiar con su marido y sus dos hijos. A pesar deello, por primera vez, en el seguro círculo de sus amigos queridos, expresó su intenciónen voz alta, y todo el mundo la alentó a hacerla realidad. En ese momento echó a andarel mecanismo para comprometerse con el retiro. Exhibió su valor para llevarlo a cabo consus hijos y su jefe, y todos fueron sorprendentemente comprensivos. Sus hijos estabanrealmente muy entusiasmados de pasar un mes con su esposo haciendo “cosas dehombres”. Y sus compañeros de trabajo estaban impresionados e incluso un pococelosos de su valor para manifestar lo que quería y hacerlo realidad.

Lisa se hizo responsable del lugar que ocupaba en su vida y encontró apoyo, peropudo no haber llegado hasta ahí si no hubiera compartido sus sueños con otros.

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Expresar las intenciones está también profundamente arraigado en el sintoísmo —unapráctica que mi familia y yo experimentamos de primera mano durante un viaje a Japónen 2008—. Nuestro primer destino fue Meiji Jingu, un templo sintoísta ubicado en elencantador parque Yoyogi, cerca del distrito Harajuku, en Tokio. El templo es un refugiode paz y serenidad, y el camino hacia el santuario principal nos llevó por bosques demiles de cipreses donados por gente de todo el mundo después de la muerte delemperador Meiji y de la emperatriz Shoken, en 1912 y 1914, respectivamente.

En el interior del santuario vimos hileras de unos pequeños paneles de madera,llamados ema, que colgados de ganchos repiqueteaban al chocar unos con otros con lamás mínima ráfaga de viento. Los paneles tenían dibujos y escritos y se nos dijo que losvisitantes deben escribir sus deseos en las placas de madera. Nos detuvimos por variosminutos conmovidos por la vista de cientos de ema dejados por los visitantes. Cuandonos acercamos a ellos vimos que cada uno contenía deseos privados —por la pazmundial, la familia, la armonía, la salud, el amor, la compasión, el perdón, la tolerancia—. Me recordó la costumbre en Jerusalén de escribir una oración en un trozo de papel ycolocarlo en una grieta del Muro de los Lamentos, un lugar sagrado situado en la CiudadAntigua. Millones de personas colocan notas en el muro todos los años, y dos veces alaño se recogen y se incineran cerca del Monte de los Olivos.

Siempre me ha encantado la idea de escribir las intenciones y dejarlas en algunaparte, como si uno se las diera al universo.

Así que mientras nuestros familiares recorrían el santuario, compré unos paneles emapara Tara, Leela y para mí. Nos dedicamos a ordenar nuestros pensamientos y a redactarnuestros deseos. Yo deseé salud y felicidad para mi familia, mi deseo único y másimportante antes y ahora.

Al colgar nuestros ema en los ganchos se nos dijo que a finales del mes los monjesresidentes recogerían los paneles, leerían los mensajes y después los quemarían. Imaginénuestros sueños viajando a la deriva hasta los brazos expectantes del universo, y la ideame llenó de una sensación de paz.

Expresar una intención escribiéndola en un ema es una manera gráfica de pedir aluniverso ayuda, pero la realidad es que cada vez que expresas una intención estásrecurriendo al universo (o a Dios o a la divinidad). Y lo he visto funcionar en formasmuy conmovedoras.

Mi amiga Arielle Ford, experta en crecimiento personal y autora, cambió su vidacuando empezó a expresar su intención de encontrar a su alma gemela. Me senté con ellaa tomar té un encantador día de invierno en casa de mis padres para escuchar su historia.

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algo como: Que yo esté bien. Que yo sea feliz. Que esté en paz. Que esté tranquilo.Después de algunos momentos de desearte estas cualidades, expandes el deseo a tufamilia, tus amigos, a la gente con la que te cruzas en la calle —Que estés bien. Que seasfeliz— y después a toda la humanidad. Que todos los seres estén bien. Que todos losseres sean felices.

Expresar las intenciones está también profundamente arraigado en el sintoísmo —unapráctica que mi familia y yo experimentamos de primera mano durante un viaje a Japónen 2008—. Nuestro primer destino fue Meiji Jingu, un templo sintoísta ubicado en elencantador parque Yoyogi, cerca del distrito Harajuku, en Tokio. El templo es un refugiode paz y serenidad, y el camino hacia el santuario principal nos llevó por bosques demiles de cipreses donados por gente de todo el mundo después de la muerte delemperador Meiji y de la emperatriz Shoken, en 1912 y 1914, respectivamente.

En el interior del santuario vimos hileras de unos pequeños paneles de madera,llamados ema, que colgados de ganchos repiqueteaban al chocar unos con otros con lamás mínima ráfaga de viento. Los paneles tenían dibujos y escritos y se nos dijo que losvisitantes deben escribir sus deseos en las placas de madera. Nos detuvimos por variosminutos conmovidos por la vista de cientos de ema dejados por los visitantes. Cuandonos acercamos a ellos vimos que cada uno contenía deseos privados —por la pazmundial, la familia, la armonía, la salud, el amor, la compasión, el perdón, la tolerancia—. Me recordó la costumbre en Jerusalén de escribir una oración en un trozo de papel ycolocarlo en una grieta del Muro de los Lamentos, un lugar sagrado situado en la CiudadAntigua. Millones de personas colocan notas en el muro todos los años, y dos veces alaño se recogen y se incineran cerca del Monte de los Olivos.

Siempre me ha encantado la idea de escribir las intenciones y dejarlas en algunaparte, como si uno se las diera al universo.

Así que mientras nuestros familiares recorrían el santuario, compré unos paneles emapara Tara, Leela y para mí. Nos dedicamos a ordenar nuestros pensamientos y a redactarnuestros deseos. Yo deseé salud y felicidad para mi familia, mi deseo único y másimportante antes y ahora.

Al colgar nuestros ema en los ganchos se nos dijo que a finales del mes los monjesresidentes recogerían los paneles, leerían los mensajes y después los quemarían. Imaginénuestros sueños viajando a la deriva hasta los brazos expectantes del universo, y la ideame llenó de una sensación de paz.

Expresar una intención escribiéndola en un ema es una manera gráfica de pedir aluniverso ayuda, pero la realidad es que cada vez que expresas una intención estásrecurriendo al universo (o a Dios o a la divinidad). Y lo he visto funcionar en formas

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encontrado a Brian si no hubiera expresadolo que deseaba. Si no pides, no obtienes.Debes compartir tu deseo con al menos unapersona para realmente hacerlo salir, paraapostar por él; decir: ‘Esto es lo que deseo’.Esto es lo que estoy creando para mi vida.Expresarlo es una forma de tomar laresponsabilidad por lo que deseas”.

El día de Año Nuevo hice caso del consejode Ford de tomar la responsabilidad de lo que deseo y compartí esto en Intent.com: Miintención es iniciar 2014 con gratitud, amor, inspiración y esperanza. Más que otracosa, quiero que esta travesía me permita aprender a vivir con esos ideales, y creo quecada paso que tome en esa dirección será tanto una expresión de mi intención como otraetapa hacia vivir con intención.

Según pasan los días trato de aplicar esos valores en mi vida diaria. Continúoescribiendo en mi diario de gratitud, pero también redoblo mis esfuerzos para expresargratitud a la gente con la que me encuentro a lo largo del día, tanto a aquellos que me sonqueridos como a aquellos a quienes no conozco. Un día estoy siendo particularmenteagradecida. Recuerdo agradecer a las niñas que se preparen para la escuela rápidamente;le doy las gracias a Sumant por los huevos del desayuno; me asomo y les doy las graciasa las maestras de las niñas diciéndoles cuánto aprecio sus esfuerzos de este año.Agradezco a la cajera y al empacador de la tienda de comestibles, al barista que me da unté. E intento que la frase tenga importancia. Veo a los ojos de la gente y mis palabrastienen intención cuando las pronuncio. Según transcurre el día, en mi corazón surge unsentimiento que solo puedo describir como alegría. Expresar gratitud me hace sentirconectada con toda la humanidad, en toda nuestra desordenada y ecléctica singularidad.

El otoño pasado adquirí el libro de Brené Brown The Gifts of Imperfection (Losregalos de la imperfección). El título era atractivo por razones obvias, y Brown hagenerado un gran alboroto en los círculos de la espiritualidad y de la autoayuda. Todomundo se conmovió con su investigación sobre la pena y la vulnerabilidad, y aunquenunca pensé que yo estuviera agobiada por la pena, siento que me beneficié con lalectura de su libro. A pesar de ello, cada vez que buscaba un libro nuevo ignoraba el deella. Pero una noche, no mucho después de mi Día de Gracias, pensé en él y lo tomé, engran medida porque es un tomo delgado, no se veía tan abrumador como algunos de misotros libros.

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Se comprometieron a las dos semanas yBrian se cambió a San Diego para poderestar juntos. Exactamente un año después deque Ford le pidiera a Amma que la ayudara aencontrar a su alma gemela, Amma ofició laceremonia de matrimonio hindú de la pareja,frente a miles de personas. “Eso ocurrióhace dieciséis años, y sigo creyendofirmemente que fuimos hechos para estarjuntos —dice Ford, y agrega—: pero nohabría encontrado a Brian si no hubieraexpresado lo que deseaba. Si no pides, noobtienes. Debes compartir tu deseo con almenos una persona para realmente hacerlo salir, para apostar por él; decir: ‘Esto es loque deseo’. Esto es lo que estoy creando para mi vida. Expresarlo es una forma de tomarla responsabilidad por lo que deseas”.

El día de Año Nuevo hice caso del consejo de Ford de tomar la responsabilidad de lo quedeseo y compartí esto en Intent.com: Mi intención es iniciar 2014 con gratitud, amor,inspiración y esperanza. Más que otra cosa, quiero que esta travesía me permitaaprender a vivir con esos ideales, y creo que cada paso que tome en esa dirección serátanto una expresión de mi intención como otra etapa hacia vivir con intención.

Según pasan los días trato de aplicar esos valores en mi vida diaria. Continúoescribiendo en mi diario de gratitud, pero también redoblo mis esfuerzos para expresargratitud a la gente con la que me encuentro a lo largo del día, tanto a aquellos que me sonqueridos como a aquellos a quienes no conozco. Un día estoy siendo particularmenteagradecida. Recuerdo agradecer a las niñas que se preparen para la escuela rápidamente;le doy las gracias a Sumant por los huevos del desayuno; me asomo y les doy las graciasa las maestras de las niñas diciéndoles cuánto aprecio sus esfuerzos de este año.Agradezco a la cajera y al empacador de la tienda de comestibles, al barista que me da unté. E intento que la frase tenga importancia. Veo a los ojos de la gente y mis palabrastienen intención cuando las pronuncio. Según transcurre el día, en mi corazón surge unsentimiento que solo puedo describir como alegría. Expresar gratitud me hace sentirconectada con toda la humanidad, en toda nuestra desordenada y ecléctica singularidad.

El otoño pasado adquirí el libro de Brené Brown The Gifts of Imperfection (Losregalos de la imperfección). El título era atractivo por razones obvias, y Brown hagenerado un gran alboroto en los círculos de la espiritualidad y de la autoayuda. Todo

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experiencia no me es tan ajena. Al estar presente y abierta pude conectar con su historiaen un nivel emocional. Creo que en ese momento mi expresión de solidaridad ycompresión fue de hecho una declaración de amor.

Expresar amor, ya sea por medio depalabras o de la acción, está básicamente enel centro de vivir con intención. Cuandoactuamos con cariño llevamos alegría anosotros mismos y a aquellos que nosrodean, lo que acarrea mayor bondad y luzal mundo. Así que continúo con mi prácticade amor. Agrego una meditación de cariño ami rutina: abrazo a mi mamá y le digo que laamo cuando viene a visitar a las niñas undía; llamo a mi papá para mantenerme encontacto; les preparo una cena especial aSumant y a las niñas. Cuando tiendo la mano—algunas veces literalmente— para mostrarmi afecto, puedo sentir que los muros que heconstruido a mi alrededor (muros que nisiquiera sabía que existían) se empiezan a

derrumbar. Me siento más vulnerable pero más conectada, menos segura pero más vista.Me doy cuenta de que este trabajo me llevará algo de tiempo, pero ya vale la pena. Almostrar a la gente amor me siento más amada, no solo por otros sino por mí misma.

Como dice Brown: “El amor no es algo que demos o nos den; es algo que criamos ycultivamos, una conexión que solo puede labrarse entre dos personas cuando existe en elinterior de cada una de ellas; solo podemos amar a otros tanto como nos amamos anosotros”.

Cuando aceptamos el amor a nosotros mismos es más fácil aceptar el amor de otros.Y mientras más amor sentimos, más amor damos. Crece y crece y a su vez impacta en elmundo que nos rodea. Básicamente, expresar nuestras intenciones es una manera deamarnos a nosotros mismos lo suficiente para decir que merecemos dicha, conexión yalegría. Y cuando manifestamos nuestras intenciones, reconocemos que confiamos ennosotros y en los que nos rodean. Al expresar nuestro amor, ya sea verbalmente o pormedio de acciones, también estamos llevando más amor al mundo. Y si todos nosesforzamos en hacerlo cada vez más, imaginemos cuánto bien podemos hacer, no solo anosotros sino a las futuras generaciones.

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vivir con intención

Reflexiones y prácticas

Inicié Intent.com para que la gente expresara sus intenciones y encontrara conexión yapoyo de otros. Expresar tus intenciones se puede hacer con palabras o mediante laacción.

1. Escribe una intención cada día en tu diario, o compártela en Intent.com o ennuestra aplicación Intent. Esta puede ser una intención para el día o para lasemana, o puedes reafirmar la misma intención todos los días.

2. Hoy dile a una persona que sea importante para ti que la amas.3. Practica el amor por medio de tus acciones en el día. Abraza a alguien que

quieras, llama a un viejo amigo, dale las gracias al cajero de la tienda, o sonríele alempleado del taller.

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práctica de intenciónDibuja un mapa mental

A veces, expresar tus intenciones no es fácil. Dibujar un mapa mental es una manera deinterceptar los pensamientos que fluyen libremente y empezar a expresar tus deseos másprofundos.

• En la sección del diario de este libro, o en el centro de un papel en blanco, escribela siguiente pregunta:¿Qué me hace feliz?

• Anota las cosas que inmediatamente vengan a tu mente. No sientas que necesitaspensar mucho tus respuestas. Solo escribe los sentimientos, las acciones, lasemociones, los nombres de personas y lugares, poniendo esas palabras en el papel.

• Emplea un minuto, o menos, para escribir esas palabras.• Encierra en un círculo las grandes ideas que estén en tu hoja.• Date un momento para reflexionar en los grandes temas que ves en él.• Por hoy, escoge uno de esos temas y piensa cómo puedes enriquecer este aspecto

de tu vida. Crea y escribe una intención simple alrededor de este tema.• En este punto, solo escribir las intenciones y plantar la semilla es suficiente. Para la

siguiente semana, afirma la intención en la mañana o antes de acostarte.Encontrarás que el ritual de decirla al final de una meditación puede ayudar, ocompártela en Intent.com y reafírmala todos los días esta semana.

• Guarda tu mapa mental en un lugar especial donde puedas consultarlo confrecuencia.

A continuación se muestra una copia de mi mapa mental y de algunas intencionesrelacionadas.

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práctica de intenciónescríbete una carta

• Escoge una papelería hermosa y tu pluma favorita.• Toma cinco minutos para meditar y pensar en tus intenciones para los siguientes

seis meses.• Ponle fecha a tu carta.• Ahora escribe una larga carta dirigida a ti, honesta, que fluya libremente, sobre

dónde esperas estar en seis meses. Cuáles son las intenciones sobre las que esperastrabajar, y cuáles son las cosas que esperas alcanzar.

• Firma la carta y cierra el sobre.• Ahora coloca la carta en un lugar seguro de tu casa y señala el calendario para

abrirla dentro de seis meses a partir de hoy.

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A

seis

nutre

bordo el avión; guardo mi libro, mis revistas y el iPad en la bolsa del asiento;me quito los zapatos y coloco mi cobija y mi almohada en posición para ellargo viaje que me espera. Es raro que esté tan relajada antes de viajar a India.Normalmente, en un largo día de viaje con las niñas, para cuando llego a esta

etapa ya estoy totalmente agobiada. Darles de comer a las niñas, descargar programas asus iPads y asegurarme de que tengan actividades para un viaje de más de veinte horas aDelhi es una carrera de fondo. Pero no el día de hoy. Por primera vez en mucho tiempoestoy haciendo este largo viaje a solas, y para ser sincera me siento un poco como sihubiera entrado a un spa. Descargué las primeras tres temporadas de Downton Abbey ylas veré sin interrupciones. Incluso, voy a pedir una copa de champaña en la cena. Vivira lo grande, al estilo Mallika.

Me dirijo a India por una semana para quedarme con los padres de mi mamá, aquienes llamamos Nani y Nana. Toda su vida ellos se ocuparon de sus tres hijas, seisnietos, seis tataranietos y otros parientes. Ahora que tienen ochenta y nueve, y noventa ydos años, respectivamente, es nuestro turno apoyarlos. Todavía están sanos y sonindependientes para su edad, pero todos nos sentimos más tranquilos cuando alguien estácon ellos. Esta semana, mi tía y mi tío, que viven con Nani y Nana, viajan a Tailandia.Mi mamá acaba de regresar de visitar a sus padres, y su hermana menor, Geeta, planea irdentro de un mes. Necesitaban un sustituto y decidí ayudar. Hace ya mucho tiempo —casi veinte años— que estuve en su casa, y me encanta la idea de tenerlos para mí sola.Además, sé que su tiempo con nosotros es limitado y no quiero perderme la oportunidadde disfrutar de su compañía.

Hace años, después de la muerte del padre de mi papá, Daddy, todos en la familianos turnamos para quedarnos con Maa, mi abuela. Esto la ayudó, así como al resto denosotros, a superar esa época tan difícil. Ahora que mis niñas son más grandes me sientocómoda ayudando a cuidar a Nani y Nana, especialmente porque mi mamá se queda conSumant y las niñas en mi ausencia. Sin embargo, reconozco cuánto he cambiado en losúltimos meses. Cuando me fui al retiro de salud hace meses, estaba casi paralizada por laansiedad de pensar que dejaba a mi familia durante una semana. Ahora estoy disfrutandola oportunidad. ¿Será porque estoy aprendiendo a aflojar el control de las riendasmaternales, un dedo con el nudillo blanco a la vez?

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Cuando el avión surca el aire me siento inundada por los recuerdos de mis visitas aIndia de niña con mis abuelos. Durante nuestras visitas anuales, la casa de Nani era ellugar de reunión de todas las tías, tíos, primos, amigos, amigos de los primos y decualquier rezagado que quien quisiera podía llevar. En medio de la constante oleada devisitantes, bebíamos interminables tazas de té y comentábamos sobre los últimosconflictos familiares o crisis políticas, mientras en la cocina Nani horneaba brownies ygalletas. Hasta el día de hoy, el olor de la panadería me transporta a la casa de misabuelos. Nana nos llevaba a días de campo en la Puerta de la India o a las lanchas depedales cerca del zoológico de Delhi. Incluso, durante las visitas de mis hijas, hace unoscuantos años, Nani horneaba constantemente mientras Nana jugaba críquet con ellas enla entrada del garaje. Con razón siento ese cariño por India: mis percepciones semoldearon en gran parte por la calurosa bienvenida de la casa de mis abuelos.

El vuelo aterriza en Delhi a las diez de la noche, y cuando salgo de la aduanaencuentro a mi familia política esperándome. Estoy tan agradecida por la familia con laque me casé. Me casé con Sumant a los veinticinco años, así que esencialmente hecrecido con él y con su familia, y me siento tan conectada con ellos como con la míapropia. En el coche los pongo al día sobre Tara y Leela y obtengo las primicias de losdramas familiares. Nos dirigimos a la Colonia Defensa, donde viven mis abuelos, yencontramos a mi abuela, ataviada con su bata de baño, que sale a nuestro encuentro. Sucabello blanco brilla a la luz de la luna. Al verla retrocedo a mi adolescencia, cuando miprima y yo salíamos por la noche. Sin importar lo tarde que llegáramos a casa, mi abuelasiempre estaba despierta esperándonos. Salto del coche y envuelvo en mis brazos sucuerpo cada vez más encogido, y aspiro el aroma de Oil of Olay, su crema favorita.“¡Nani!”, grito, demasiado conmovida para decir algo más.

Mi suegro mete la maleta en la casa mientras mi suegra cariñosamente regaña a miabuela por estar levantada. Les agradezco el aventón y sigo a mi abuela adentro de lacasa. Una vez que me instala en el cuarto de huéspedes, que no ha cambiado en losúltimos treinta años, mi abuelo se escabulle adentro, vestido con el kurta1 blanco con elque duerme siempre, y un chal sobre los hombros. Me abraza, pero noto que estácansado y les pido a ambos que se vayan a dormir. Les tomará varios días recuperarsede la desvelada, pero sé que no habría habido manera de evitárselas, y su amor hacia míhace que los ojos se me llenen de lágrimas otra vez.

Me subo a la cama gemela, con el colchón tan delgado y duro como lo recuerdo.Nani atentamente ha colocado un edredón a cuadros a los pies de la cama en caso de queel aire acondicionado esté muy frío. El olor de las sábanas y el edredón es familiar yreconfortante. Observo el ventilador del techo girar, como lo he hecho muchas vecesantes. Abro mi diario y escribo:

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Aquí estoy, en Delhi. Parece que fue ayer cuando estuve aquí, soltera, bajo el cuidado

de mis abuelos. Tenían casi mi edad cuando viajaban a Estados Unidos para cuidarnos a

Gotham y a mí. ¡Cómo dan vueltas las ruedas del tiempo!

En la primera hora que llevo aquí mis abuelos me han revisado tres veces para estar

seguros de que estoy instalada y a gusto. Había olvidado lo maravilloso que es que se

preocupen por uno y lo atiendan. Me siento segura, cuidada, nutrida.

Despierto con la pluma todavía en la mano y con el aroma de té y bizcochos colándoseen mi habitación. Mi abuelo y yo nos sentamos afuera para comer; escuchamos a losvendedores de vegetales y fruta vocear desde sus carretillas de madera en las calles. Mesiento un poco afectada por el desfase de horarios, así que me dirijo al parque para darun paseo corto; soy más joven que todos por lo menos en treinta años, y puedo ver quelos mayores están tratando de descubrir quién soy. En algún momento se corre la voz.“Es la hija de Rita”, escucho que se dicen uno a otro moviendo la cabeza a manera dereconocimiento. Me siento segura, en casa, a pesar de estar en medio de extraños.Cuando regreso a la casa, tomo un baño de cubeta —literalmente, usando una jarra paraverter agua sobre mi cuerpo de una cubeta, la forma hindú tradicional de conservar elagua—, después tomo el desayuno de Nani, acompañado como siempre de rodajas denaranja y manzana, que ella insiste en que coma antes de levantarme de la mesa.

Durante los siguientes siete días duermomás de lo que lo he hecho en años, comotres comidas saludables diariamente, camino,me pongo al día con familiares y amigos.Pero sobre todo paso tiempo con misabuelos. Es sorprendente cómo me adapto aun ritmo más lento. Ajustar los ventiladores,abrir y cerrar las cortinas, preparar lacomida, disfrutar la risa de Nana con alguienpor teléfono, leer el periódico, ir al mercado,visitar a la familia. En su mundo, estas cosasson Actividades con mayúscula, y creo quehay algo de eso.

De hecho, de pronto la vida me parece más clara. Según envejeces, filtras tu vidahacia las cosas que importan más: pasar el tiempo con quienes amas; encontrar paz ydescanso en rituales simples; nutrir tu cuerpo y tu mente.

Esos son los lugares donde habita la felicidad. Necesito recordar eso. Creo que lamayoría de nosotros lo necesitamos. Es tan fácil dejar que los días pasen inadvertidos enuna oleada de asuntos dispersos, pero todos debemos encontrar formas para de algunamanera introducir el placer simple en nuestros atareados días.

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Un día, mientras platico con Nani y Nana durante el desayuno, se me ocurre quemientras que siento que mis dramas personales son únicos, en realidad son, con mucho,menos abrumadores que lo que mis abuelos enfrentaron. Ellos dos han sido testigos detodo lo que yo pueda imaginar, y más. A los veinte años huyeron de la agitación políticaen Pakistán para empezar de nuevo como refugiados en India; mi abuelo se enroló en lafuerza aérea en la Segunda Guerra Mundial; atravesaron en barco el Canal de Suez;vivieron en Europa. Pienso en los problemas que tenemos Sumant y yo. Pagar impuestosy nuestras deudas, educar a nuestras hijas, mantenernos sanos, conservar nuestrostrabajos, viajar; todo ello se ha hecho antes, una y otra vez, desde el principio de lostiempos, y ahora en verdad encuentro esa idea maravillosamente reconfortante. Noestamos solos; somos parte del tejido de la experiencia humana, incluso si no es tanextrema como la versión de mis abuelos.

Según se acerca la fecha de mi partida, un pensamiento persiste en mi mente: Megustaría poder empacar el amor y el alimento de Nani y Nana y llevármelos en lamaleta. Quisiera sentir siempre que importo y que soy tan apreciada, sentirme tanrelajada y amada. La ironía de ese pensamiento no se me escapa. Mi intención de viajaral otro lado del mundo fue cuidar a mis abuelos, pero la verdad es que en realidad ellosme han cuidado. Me han alimentado, me han albergado, me han amado, me han nutrido.Me han recordado lo que es importante. Me han sanado.

Hace meses, cuando estaba haciendo milista de palabras que describían el proceso deintención, “nutre” fue una de las primerasque anoté. Por una razón, es importantenutrir tus intenciones al avanzar parallevarlas a su fructificación. Arielle Ford pasómeses nutriendo su visión de encontrar sualma gemela. La visión de Andrew Weil deabrir un restaurante que uniera los conceptosde comida saludable y comida deliciosa llevóaños. Su primer restaurante, True Food,abrió cuando tenía sesenta y seis años, y enla introducción de su libro de recetas con elmismo nombre dice: “Nunca es tarde para

hacer realidad un sueño… Si has nutrido una idea durante mucho tiempo, te aseguro quelas décadas que pasaste implantándola resultarán ser una bendición”.

Porque las intenciones con frecuencia no ocurren de la noche a la mañana, es muyimportante nutrirte a lo largo del camino: ser amable contigo mismo; aceptar los revesescomo parte del proceso; darte los respiros que requieras y permitir que otras gentesvayan en tu ayuda cuando lo necesites. La visita a mis abuelos me proporciona justo elsustento emocional que necesito para seguir adelante.

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Me fui por una semana, y sin embargo, cuando atravieso la puerta de nuestra casa enSanta Mónica parece como si hubieran sido meses, y el regreso es un poco mástraqueteado de lo que me hubiera gustado. Estoy más que feliz de ver a Sumant y a lasniñas y profundamente agradecida con mi mamá por haberlos cuidado tan bien. Y estoyansiosa de saber de sus vidas. A pesar de ello, cuando me empiezan a contar los detallesde las cosas que ocurrieron en la escuela y en el trabajo durante mi ausencia, comienzo asentir que se me eleva la presión. Trato de conservar la calma, de estar presente y sercomprensiva. Pero no es fácil. El caos, el ruido, las exigencias —incluso sus historias—,¡me están estresado!

Más tarde, cuando estoy en la cama, trato de pensar por qué me sentí taninstantáneamente tensa, y me doy cuenta de que sus historias dispararon ese cocteltóxico demasiado familiar de culpa y preocupación. Cuando Tara me platicó sobre laselecciones que sus compañeras de clase estaban haciendo para la secundaria, no escuchélas palabras, desenterré todo el bagaje emocional que les atribuyo: ¿Adónde irá Tara?¿Será la mejor decisión para ella? Cuando Sumant mencionó que tuvo un imprevistomientras estaba tratando de cerrar una transacción muy importante, mi mente viró a unprecipicio imaginando qué pasaría si el negocio se cayera.

Cierro los ojos para meditar y mientras respiro me recuerdo que necesito tener fe enque las cosas saldrán bien. En lugar de volar al modo “preocupación” a la menorprovocación, necesito quedarme justo donde estoy —es decir, en el momento presente—. En el momento, la única cosa que es real es lo que es. Y esta noche lo que es es queno puedo dormir.

Es tarde pero no puedo dormir, así que después de meditar para aquietar mi mentetomo el libro de Marianne Williamson, The Gift of Change (El regalo del cambio). Ella esuna amiga de hace mucho tiempo de mi padre, y a pesar de que siempre he estadointrigada por su trabajo, nunca lo he leído. Hojeándolo, empiezo a revisar una secciónsobre el estrés. “Cada vez que pensamos: ‘Oh, Dios mío, tengo tanto que hacer y no sécómo hacerlo’, podemos cambiar nuestro pensamiento. Podemos depositar todasnuestras cargas en las manos de Dios, pedir un milagro y darle las gracias por adelantadopor concedérnoslo… Cuando recuerdo que el poder de Dios es ilimitado dejo deestresarme por lo limitado que es el mío”.

¡Por favor!, pienso. ¿De qué me sirve eso? Dios no puede llevar a las niñas a laescuela. Dios no le puede decir a mi personal cómo manejar una crisis o traermenuevos inversionistas o ayudarme a escribir este libro.

Es cierto, murmura una voz más tranquila, menos sarcástica. Pero al confiar en eluniverso para que nutra tus intenciones puedes liberarte de algo de estrés. Puedesoptar por soltar tu preocupación obsesiva y tener fe en que las cosas marcharán bien.

A pesar de mi resistencia sigo leyendo. El punto de vista de Williamson me recuerda

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algo que vi en el sitio del Centro Chopra no hace mucho, así que saco mi laptop, ydespués de algunas vueltas encuentro un artículo titulado Diez maneras de nutrir tu vidaespiritual. La número 9 dice:

Permite que el espíritu te guíe… No escuches la voz que te dice que tienes que estar a

cargo, que la vigilancia constante es la única manera de hacer algo. En su lugar, deja que

el espíritu intente una nueva forma. Trata de que todo salga como debe ser, después

suelta y deja que las oportunidades vengan en tu dirección.

¿Podría ser que el nutrimento de mis abuelos ha estado en mis manos siempre, que existeen el universo o en la divinidad o en Dios o en el espíritu que nos conecta a todos, y heestado demasiado distraída por mi propia importancia o por mi sobrecargada agendadiaria para darme cuenta de ello? E igualmente importante: ¿hay una manera de teneracceso a ese sentimiento de ser nutrida, de regresarlo a mi vida para que no tenga querecorrer medio mundo para experimentarlo?

En su libro, Williamson dice: “El estréses sencillamente la inevitable consecuenciade pensar que lo irreal es real. En estesentido, el estrés es una elección”. Eso da enel blanco. Tal vez no es que mi vida sea tancomplicada. Tal vez sea que estoycomplicando mi vida. Es cierto, tengo másen el plato que Nani y Nana, pero hago girar

la rueda hasta el caos por preocuparme del futuro y hacer un refrito del pasado. ¿Podríaser que la preocupación de que mi vida esté desequilibrada sea en realidad un mitocreado por mí, el que perpetúo al dramatizar exageradamente las cosas malas ymenospreciar las buenas?

No puedo proscribir mi ansiedad ni eliminar las cuestiones estresantes de mi vida,pero puedo aprender a ponerlas en perspectiva, a reconocerlas cuando me estoy dejandollevar por ellas y soltar la fantasía de que en realidad tengo el control. La verdad es que lavida sucederá si me preocupo o no. Lo sé. Entonces, ¿por qué luchar contra ella? ¿Porqué no disminuir la velocidad, ser más tolerante y confiar en que obtendré el apoyo quenecesito?

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Una vez establecida en mi casa, trato de aproximarme a lo que era estar en la casa de misabuelos que me hizo sentir tan nutrida. Un día se me ocurre: me di permiso deholgazanear. Pasé un par de horas haciendo un crucigrama. Leí un libro realmentebueno. Fui al salón a que me lavaran el cabello y me lo secaran. Lo asumo, no puedoperder hora tras hora ya que soy una mamá que trabaja, pero me puedo permitir hacercosas que disfruto, ya sea salir a caminar con una amiga o irme de pinta e ir al cine conSumant una mañana. Durante meses me he estado autocastigando por jugar videojuegoso estar en Facebook. Pero esas cosas son relajantes y me dan placer. Si no me quitan eltiempo para otras prioridades (como el sueño), ¿cuál es el daño? Tal vez la culpa que heestado apilando sobre mí es más el problema que las actividades mismas. ¿Qué tal si ensu lugar me digo que está bien que haga cosas que disfruto, aun cuando seaninsignificantes? ¿Qué tal si acepto que necesito perder el tiempo tanto como comercomida saludable y hacer ejercicio? ¿Qué tal si le doy la bienvenida a actividades en mivida solo porque son divertidas y se sienten bien? El solo pensar en permitirme mis“malos hábitos” sin culpa me hace sentir más ligera y menos estresada: más como mesentí en Delhi.

Pienso en Maa, la madre de mi padre, que cantaba sus oraciones matutinas en elarmonio con su amiga, la señorita Chatterjee, que la visitaba con cierta frecuencia. Juntasrezaban, chismeaban, compartían las últimas noticias y escándalos de la comunidad. Maafue una de las mujeres más sustentadoras que he conocido, y sin embargo se tomaba sutiempo para nutrirse a sí misma: para meditar, para rezar, para ir al mercado a comprarvegetales saludables, para conectar con sus amigos, para divertirse y hacer cosas (inclusocosas para las que no era tan buena) sencillamente porque le daban placer.

¡Qué contraste con mi vida y con las de la mayoría de las mujeres que conozco!Podríamos aprender una o dos cosas de nuestros mayores. Pienso en la historia de unaamiga de la que me enteré no hace mucho. Como consultora de una firma estratégicahabía pasado un mes trabajando en cuatro grandes proyectos simultáneamente y todosdebían entregarse en la misma fecha. Al mismo tiempo se ocupaba de sus dos hijosadolescentes: coordinaba y los llevaba sus actividades deportivas, vigilaba que hicieransus tareas y lidiaba con los cambios de humor adolescentes. Además de eso, le dabaapoyo emocional a su marido que estaba cambiando de trabajo. Olvídense del ejercicio,de comer bien, dormir o tomarse un descanso para ella. Estaba de guardia veinticuatrohoras los siete días de la semana.

Una semana antes de que se venciera el plazo de sus presentaciones, cayó enfermacon una gripa terrible. Estaba completamente noqueada. No podía hacer otra cosa quequedarse en cama y con dificultad tener energía para ir al baño. En el punto más alto desu enfermedad, recibió un correo electrónico de su jefe en el que le preguntaba sobre susavances en las presentaciones. En lugar de enojarse, la inundaron sentimientos de culpa yfracaso. Sintió que estaba decepcionando a todos: a su jefe, a sus hijos, a su marido.Ahora se sentía tan mal emocionalmente como físicamente. Pero como no tenía ganas de

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hacer nada tuvo tiempo para pensar. Y después de una semana de descanso y de bucearen su alma se dio cuenta de que su sentido del deber estaba fuera de toda proporción. Sí,quería ser una empleada confiable, una madre sustentadora, una esposa comprensiva,pero también tenía que ocuparse de ella. Al revisar las prioridades de su vida, se diocuenta de que ni siquiera tenía una lista. “Suena trivial, pero recordé lo que siempre tedicen en los aviones: que te pongas primero tu máscara de oxígeno antes de ayudar aotro —dice—. ¡Estaba tratando de ayudar a todo el mundo sin ninguna máscara deoxígeno!”.

Lo primero que hizo una vez que estuvo de pie fue empezar a meditar. Bajó unaaplicación de meditación en su teléfono y se inscribió en la Experiencia de 21 días demeditación de Oprah y Deepak. Empezaba cada día con una meditación corta que lepermitía enfrentar sus responsabilidades con un sentimiento de control y calma. Despuésde un tiempo aprendió que al hacer pequeños recesos de respiración a mitad del díapodía recuperar el sentido de perspectiva y paz, incluso cuando las cosas que la rodeabanestaban frenéticas. “Resulta que la gripa fue una bendición —dice—. Cambió mi vida”.

Pienso en ella ahora y caigo en la cuenta de que su historia es mi historia —y la detoda mujer—. Nutrimos a todos a costa de cuidarnos a nosotras mismas. Y mientras nosbeneficiamos de dar a otros —atender a nuestro rebaño es sumamente satisfactorio,seguramente está tejido en nuestro ADN—, no nos sentiremos totalmente completas hastaque no nos permitamos el mismo privilegio. Debemos abrirnos al amor, aceptar ayuda,buscar apoyo y confiar en que hay fuerzas más allá de nuestro control que nos puedenproporcionar guía, confort, asidero y salvoconducto. La gripa de mi amiga pudo habersido una casualidad; otra vez, pudo haber sido el universo que le estaba dando el recesoque necesitaba.

Si pedir ayuda juega un papel en expresar tu intención, es absolutamente central en laidea de nutrirla. Esa lección dio en el blanco hace ya unos años cuando estabaembarazada de Tara. Deseaba la maternidad pero también me daba cuenta de que mipasión por seguir mi camino profesional estaba más viva que nunca. Tuve unaoportunidad antes de que nuestro bebé naciera. ¿Por qué no establecer la intención decompletar mi maestría en administración de empresas cuando aún tenía un poco detiempo? Por supuesto, había desafíos logísticos. Tenía cuatro meses de embarazo y vivíaen Los Ángeles y mi programa estaba en Chicago, en la Escuela Kellog deAdministración del Noroeste. Pero llamé al decano de la escuela, Dipak Jain, y se mostróflexible para ayudarme a terminar la carrera. Diseñó un programa que me permitía tomar

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cursos como visitante en la Escuela de Administración Anderson, en UCLA, llevar a caboestudios independientes durante las semanas posteriores al parto, y después regresar aChicago para completar el programa en Kellogg.

Me sentí increíblemente agradecida por su apoyo, pero había un punto delicado: parapoder llevar a cabo ese plan, yo tendría que estar en Chicago con un bebé de tres meses.Sumant tenía un promisorio nuevo trabajo en Los Ángeles, así que no podría regresar aChicago conmigo. ¿Qué iba a hacer?

Consideré abandonar mi intento y desechar mi sueño de obtener la maestría enadministración de empresas, pero sabía que había una alternativa que podía funcionar. Elproblema era que requería pedir ayuda. Vacilé durante una o dos semanas. No queríamolestar a nadie o esperar que alguien pusiera su vida en suspenso por mí. Pero lodeseaba desesperadamente y no había manera de que lo pudiera hacer sin ayuda, así quefinalmente me armé de valor para sacar a colación el asunto. Las mujeres guardianas demi vida —mi mamá, mi suegra y Meena Masi, la hermana de mi mamá que vivía enIndia— no dudaron. Me dijeron que harían todo lo que se necesitara para ayudarme arealizar mi intención de acabar mi maestría. Así que después de que nació Tara regresé aChicago, remolcando un bebé, acompañada por mis madres, que se rotaban el cuidadode mi recién nacida (y yo) mientras terminaba la escuela. La amamantaba, salía volandoa clase, estudiaba, y volaba de vuelta al departamento que alquilaba cerca del campuspara volver a alimentar a Tara.

Fue una locura y un caos, y también una de las épocas más mágicas de mi vida.Mientras cuidaba a mi recién nacida estaba siendo nutrida por una generación mayor demujeres que apoyó mi ambición. Recordé la gastada frase: “Se requiere de todo unpueblo”. Así es. He tratado de crear un pueblo en Intent.com, y con las amigas de mimamá en mi comunidad he visto lo efectivo que puede ser. Cuando la gente se apoya unaa la otra se crea un impulso, se infunde confianza e inspira acción para dar los pasosnecesarios para el cambio. Todos necesitamos un pueblo. Entonces, ¿por qué es tandifícil pedir ayuda a los lugareños?

Mi pueblo incluye no solo a mi familia sino también a muchas amigas. Romi, que casime arrastró al spa, me ha impulsado también de otras maneras. Durante años le dije queme encantaría enseñar meditación pero que sentía que no tenía tiempo para hacerloporque mis niñas eran todavía pequeñas. Finalmente, un año después ya habíaescuchado suficiente. El recaudador de fondos de la escuela secundaria de sus hijosestaba por venir y ella puso mis servicios de meditación en subasta sin siquierapreguntarme. Para mi sorpresa, se vendió en menos de dos minutos. Y esa primera clasede meditación abrió la puerta a muchas más. Ahora, mi intención de enseñar meditaciónha fructificado en una realidad gloriosa y gratificante. He compartido el regalo de lameditación con miles de personas, y esto no habría ocurrido si no hubiera sido por elapoyo y la fe de Romi.

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De igual manera, ahora no estaría practicado yoga si no hubiera sido por mis amigasque me alentaron a que me les uniera. Y sin su motivación no lo estaría practicando ensesiones semanales. También he empezado a hacer caminatas con mi amiga Lara, unaexcelente manera de ponerse al día en las noticias y también muy saludable. Mis amigascon las que practico acondicionamiento físico me inspiran, me alientan e incentivan pararealizar algo que ha sido reconocido por la investigación. La gente que se ejercita conamigos no solo tiene más probabilidades de hacerlo con mayor regularidad, sino quetambién está en mejor situación para esforzarse más durante las sesiones.

Somos criaturas sociales. Nos necesitamos unos a otros. Y cuando ayudamos a losdemás ocurren cosas extraordinarias.

El mismo concepto se aplica para la felicidad. Es contagiosa. Gallup ha encabezadoestudios que muestran que si tienes un amigo feliz, tienes 15% de probabilidades de serlotambién. Más interesante aún: si un amigo de un amigo es feliz, tienes 10% deprobabilidades de ser feliz. Es la teoría de la filtración de la felicidad. Se han encontradocorrelaciones similares con la pérdida de peso. Los amigos que se unen para perder pesotienen más probabilidades de tener éxito que aquellos que lo hacen por su cuenta.

Y, por supuesto, las intenciones trabajan de la misma manera. Al estar conectada conmi pueblo estoy nutriendo mis intenciones.

Suena simple, pero es una de las muchaslecciones que he tenido que aprender una yotra vez. Tal vez soy una aprendiz lenta,pero prefiero pensar de otra manera. En sulugar, pienso que tal vez las mujeres estamosprogramadas por la sociedad para hacer lascosas por nuestra cuenta y nunca reconocerque necesitamos ayuda. (Y admitámoslo,¡quizá los hombres también!) Es un mensajepoco sano del que deberíamos empezar a deshacernos por nuestro bien. Casi cada cosasorprendente que he logrado en mi vida ha requerido del apoyo de otros.

Este libro es un buen ejemplo. Después de que concebí la idea de escribirlo, eltrabajo se atascó en la fase de la propuesta. Tuve problemas para avanzar e imaginar loque quería decir. Cuando compartí mi dificultad con mi agente y amiga, LindaLoewenthal, ella dijo: “¡Déjame ayudarte!”. Linda tomó varios borradores de mipropuesta y me ayudó a darles un tono más enfocado, más pulido y amplio. Me impulsóa escribir más e invirtió horas de su tiempo en volver a trabajar y en repensar algunassecciones. Con su apoyo finalmente logré una propuesta presentable que tuvo muchasofertas cuando la sometimos a las editoriales.

Una vez que conseguí un contrato, de pronto se me ocurrió que me habíacomprometido con algo muy grande. Tenía que investigar, escribir y entregar un libro queestuviera a la altura de la propuesta. Le comenté a Linda que me sentía intimidada ante la

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perspectiva de enfrentar un proyecto tan grande, y me sugirió que contratara a alguienpara que trabajara conmigo. Mi primera reacción surgió directamente de mi ego: ¿Cómo?¡Yo soy la escritora! ¿Por qué contrataría a alguien que me ayudara? Pero lo medité, ydespués de unos días a regañadientes admití que necesitaría ayuda. Accedí aentrevistarme con algunas personas, y en mi primera conversación caí en la cuenta deque Linda estaba en lo correcto. Era una magnífica idea trabajar con alguien que supieralo que hacía. No solo eso, toda mi actitud cambió. Reconocí que pedir ayuda no mehacía menos escritora. De hecho, si quería en realidad hacer honor a mi intención deescribir el mejor libro posible, pedir ayuda no solo era la actitud más inteligente sino queera lo correcto.

Meses después de estar con el proyecto no podía estar más feliz. Trabajar con micolaboradora, Ginny Graves, ha sido alegre y gratificante y ha resultado la mejor decisiónque he tomado. Hicimos propuestas, hablamos de los capítulos, volvemos a trabajar lashistorias, compartimos ideas y nos echamos porras mutuamente. El tener una compañeraha hecho el trabajo más manejable, menos terrorífico y mucho más divertido.

Aun con la ayuda de Ginny y el invaluable apoyo de Linda y de mis amigas y mi familia,mi confianza sobre escribir un libro ha oscilado salvajemente, de etapas en las que mesiento muy segura, a otras, más persistentes, en las que he dudado de mi cordura. ¿Porqué alguien querrá leer lo que tengo que decir? ¿Qué me hizo pensar que podríahacerlo? ¡Soy una verdadera idiota por comprometerme con algo tan grande!

Y la infantería de mi crítica interna marcha sin parar. Sentirme agradecida por lascosas buenas de mi vida, incluyendo la oportunidad de escribir un libro, puedeinterrumpir su constante avance, así como confesar mis miedos a lugareños empáticos.Pero al final del día esos soldados están todavía en mi cabeza, acuclillados en bunkersbien fortificados, armados con munición mortífera. Le hablo de este ejército letal para laconfianza a Ginny, y me comenta que ella llama a las voces críticas en su cabeza laschicas malas.

Varios días después llega un libro por correo. Se titula Self-Compassion(Autocompasión) y está escrito por Kristin Neff, una profesora que ha investigado eltema por más de una década. “Este libro me ayuda a tratar a las chicas malas —dice unanota de Ginny—. ¡Ya es tiempo de que pongamos a esas perversas zorras en su lugar!”.

Me rio en voz alta, agradecida no solo por poder ver el lado humorístico de midilema, sino también por saber que no estoy sola; y después de leer algo del libro de Neffveo que reconocer que no estamos solos y sentirnos cómodos con nuestra defectuosa ycompartida humanidad, es un componente fundamental de la autocompasión.

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“La emoción de la compasión surge del reconocimiento de que la experiencia humanaes imperfecta —escribe Ness—. La autocompasión reconoce el hecho de que todos losseres humanos son falibles, que las malas elecciones y los sentimientos dearrepentimiento son inevitables, sin importar lo poderoso y grande que uno sea […]. Entanto la lástima por uno mismo dice: ‘Pobre de mí’, la autocompasión recuerda que todossufrimos y ofrece consuelo porque todos somos humanos”.

Cuando estoy atascada en el lugar de la autoderrota me vuelvo tan miope que nopuedo ver que todos tienen momentos parecidos. No me sirve de nada entrar a Facebooky leer sobre los éxitos de mis amigos. Facebook es un foro que amo por su habilidad paraconectar con la gente, pero que también aborrezco por su implacable enfoque en lopositivo. En ninguno de los posts de mis amigos veo su dolor, su inseguridad, suautoflagelación, y eso me hace sentir muy sola. He aprendido que mientras Facebook esfantástico para ponerse al día sobre las vidas de la familia y los amigos, no es el mejorlugar al cual acudir cuando estoy realmente necesitando conexión y apoyo. Para esonecesito a la gente que amo, que empatiza, se compadece, y por medio de sus propiashistorias de lucha me proporciona el tipo de consuelo y perspectiva que necesito parasuperar los tiempos difíciles.

Como dicen los Beatles: “Yo soy él como tú eres él como tú eres yo / Y todos juntossomos”. Si puedo recordar eso no tomaré mi sufrimiento tan en serio. Si puedo acceder ala humanidad en mi inseguridad me podré tratar con más comprensión y compasión.Para transitar de Estoy sola a Soy humana, Neff aconseja tratarse uno mismo como a unquerido amigo. Necesitamos permitirnos conmovernos por nuestro propio dolor, dice,detenernos, reconocer y aceptar nuestras complejas emociones diciendo algo como:“Esto está realmente difícil en este momento”. La autoamabilidad nos ayuda a calmarnuestras preocupadas mentes. Al ser amigables con nosotros mismos, dice “hacemos unatranquila oferta de calidez, amabilidad y simpatía de nosotros hacia nosotros”.

Por el tiempo en que me sumergí en el libro de Neff abrí mi correo electrónico y meencontré una nota de Arianna Huffington. Le había mandado un mensaje hacía tresmeses comentándole sobre mi libro y pidiéndole algunas historias acerca de su propiaexperiencia y fracasos. Al no tener respuesta después de algo más de una semana, laschicas malas lanzaron un asalto a gran escala. Probablemente piense que tu idea esestúpida. ¿Cómo puedes creer que tiene tiempo para responder a tus preguntas? Y siresponde probablemente será solo porque tu papá le simpatiza y lo respeta.

Su amable y honesta respuesta me recuerda que todos enfrentamos desafíos yreveses. En su nota me dice que su segundo libro fue inicialmente rechazado por todoslos editores a los que se lo presentó, y que cuando lanzó el Huffington Post fue

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sumamente criticada. Como dice en su correo: “El lanzamiento de Huffpost recibió muydiversas críticas (incluyendo una que dijo que el sitio era ‘el equivalente en el cine de laspelículas Gigli, Ishtar y Heaven’s Gate2 rodadas juntas’) y mi segundo libro fuerechazado por treinta y seis editoriales, lo que representó uno de los puntos más bajos enmi vida. En el rechazo número veinticinco pensarías que dije: ‘Bueno, sin duda aquí algoestá mal. Tal vez deba buscar una carrera diferente’”.

En lugar de tirar la toalla, Huffington recordó una frase que su madre le repetía una yotra vez cuando era niña: El fracaso no es lo opuesto del triunfo. El fracaso es unpeldaño hacia el éxito. A pesar de ello, estaba sin dinero y deprimida. “Un día que ibacaminando por la calle St. James, en Londres, donde vivía en ese tiempo, vi un bancoBarclays. Entré, y armada con nada más que un gran desparpajo, pedí hablar con elgerente y le pedí un préstamo. A pesar de que no tenía bienes, el banquero —cuyonombre era Ian Bell— me concedió el préstamo. Eso cambió mi vida porque representóque pude aguantar otros trece rechazos y finalmente una aprobación”.

¡Eso es hablar sobre el poder de nutrir una intención! Huffington no permitió que suyo que dudaba la disuadiera de hacer lo que necesitaba hacer: pedir ayuda. Como elladice: “En los cuentos de hadas hay animales serviciales que salen de la nada para ayudaral héroe o a la heroína a superar un momento oscuro y difícil y a encontrar el camino enel bosque. Bueno, en la vida también hay animales serviciales disfrazados de sereshumanos —como gerentes de banco como Ian Bell, a quien todavía le mando una tarjetade Navidad cada año—. Así que, con frecuencia, la diferencia entre el éxito y el fracasoes la perseverancia. Es cuánto podemos seguir hasta que ocurre el éxito. Es levantarteuna más vez cuando caemos. Saber esto ha sido la mejor motivación”.

Sus palabras dieron en el blanco. El objetivo no es evitar fallar. Todo mundo fracasa.El objetivo es levantarte, sacudirte el polvo y volver a empezar. Con la ayuda de amigosque nutren —incluyendo mi propia voz compasiva— tengo la seguridad de que puedocrear una vida que se parezca más a la que imagino, una vida llena de intención,significado y amor.

Cuando decidí escribir este libro y explorar lo que significa vivir verdaderamente conintención, redacté una larga lista con gente a la que quería entrevistar, y un nombreapareció en ella desde el principio: Marianne Williamson. Ella y mi padre han sido amigosdesde hace más de veinte años. Sus carreras como escritores despuntaron casi al mismotiempo y juntos contribuyeron a darle forma al diálogo de la Nueva Época en losnoventa. La he escuchado en conferencias y siempre me ha impresionado su inteligencia.Es fuerte, no tiene remordimientos y está incondicionalmente comprometida con ladifusión del evangelio del amor. Cuando anunció hace no mucho que se postulaba para el

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Congreso, no me sorprendió. Es una mujer de acción que tiene el poder de llevar consigoel cambio, y me sentí fascinada cuando aceptó dedicar un tiempo de su apretada agendade campaña para hablar conmigo.

Williamson me invita a reunirme con ella en su departamento nuevo al oeste de LosÁngeles. Llego temprano y me quedo en el auto revisando las secciones que hesubrayado de sus libros. Quiero estar lo más preparada posible para enfrentar a estaformidable mujer. Al dirigirme a su departamento seco mis manos sudorosas en mispantalones. Las chicas malas están en su apogeo. Así que antes de llamar a su puertacierro los ojos y me envuelvo en un abrazo —otra técnica que Neff sugiere para invocarla autocompasión—. Me abrazo durante diez o quince segundos, y en el momento enque me suelto me siento más serena.

Una voluntaria me abre la puerta. Carteles con la leyenda “Marianne al Congreso”descansan sobre una pared cercana, y cajas con el letrero PLATOS están sin abrir en laalacena de la cocina. Al sentarme en la sala escucho a los voluntarios en el cuarto de allado hablar por teléfono solicitando apoyo para la campaña de Williamson. Todo es muyemocionante.

Después de unos cuantos minutos entra en la sala y me envuelve en un cálidoabrazo. En cuanto empezamos a hablar menciono el apoyo que mi madre le ha dado a mipadre a lo largo de su carrera —apoyo que le permitió viajar sin preocuparse si los chicosestaba bien cuidados en casa— y Williamson ríe. “¡Qué me cuentas a mí! —me dice—.Yo no la tuve tan fácil. Tuve que establecer reglas para hablar porque mi hija siemprequería hablar primero. No hay trabajo más importante que ser una buena madre, y esafue siempre mi prioridad. Cuando era pequeña, mi hija me decía: ‘Mami, puedo aguantarque te vayas dos días pero no más tiempo. ¿Está bien?’. Y mantuve la promesa siempreque pude”.

Como madre soltera, Williamson enfrentó retos mucho mayores que los míos, y apesar de ello su enfoque no está en sus propias dificultades sino en aquellos queenfrentan circunstancias más difíciles. Dice:

La crianza es una labor que requiere de más de una persona. Yo estaba consciente como

madre soltera de lo afortunada que era de que mi carrera me proporcionara los recursos

para contratar ayuda verdadera. Y con frecuencia pienso en las familias que luchan para

enfrentar las demandas del trabajo y la crianza. Tú y yo la vemos como una lucha. Tú y

yo la encontramos agotadora. Pero nuestro agotamiento y nuestra lucha son pequeños

comparados con el agotamiento y la lucha de mucha otra gente, particularmente de

aquellos que no tienen recursos económicos. Se lamenta mucho que cada vez más

madres no se quedan en casa con sus hijos, pero ese lamento es hipócrita dado el

hecho de que la familia promedio estadounidense ya no puede subsistir con un solo

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salario. En nuestro panorama económico actual muchas familias no pueden llegar a fin de

mes a menos de que ambos padres trabajen de tiempo completo. El estrés acumulado

que esto genera es insostenible, no solo personalmente para los millones de personas

que están en este barco, sino económica y socialmente. Necesitamos un fuerte apoyo

social para ayudar a la gente a salir adelante.

Nutrir, añade, es esencial para todo mundo —ricos y pobres por igual—. Dice que nuncahubiera podido lograr lo que ha hecho sin los abuelos y otros que aseguraron que su hijasintiera una red de amor y apoyo incondicionales. Como no estaría postulándose alCongreso sin la ayuda y tiempo de mucha, mucha gente.

Como candidata, estoy dependiendo no solo del apoyo de la gente que me conoce

bien sino también de la bondad de los extraños —y eso marca toda la diferencia en el

mundo—. En esta sociedad nos hemos vuelto muy relajados con la frase “Te apoyo”. Las

palabras con frecuencia no tienen significado; es como decir: “¿Cómo estás?” y no

poner atención a la respuesta. Pero cuando la gente dice: “Te apoyo” y significa: “Haré

todo lo que pueda para ayudar”, es algo totalmente diferente. Hoy en día es difícil

apoyar a otros porque todo mundo está sometido a mucho estrés, pero debido a eso,

cuando la gente realmente se hace notar significa mucho más.

Las opiniones de William son me reafirmanque no podemos caminar solos. Yo no podríaescribir este libro, enseñar meditación o darconferencias en todo el país sin el apoyo deSumant, de mi madre y de las innumerablesamigas que se ofrecen a ayudarme. Es la genteen nuestras vidas —los humanos imperfectos,falibles, maravillosos— la que nos hace másfuertes, y está bien depender de ella y pedirleayuda. Ya sea pedir contactos para conseguirun trabajo, llevar a dos chicos a dosactividades diferentes el sábado por la mañana,o gestionar un proyecto de trabajo, recorremosla vida gracias a nuestra familia, nuestrosamigos, nuestros vecinos, nuestro pueblo.Nuestras intenciones sobreviven —y prosperan— gracias no solo a nuestra habilidad paraperseverar, sino a nuestra disposición para pedir a la gente que nos rodea ayuda, y a su

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Las opiniones de William son me reafirman que no podemos caminar solos. Yo no podríaescribir este libro, enseñar meditación o dar conferencias en todo el país sin el apoyo deSumant, de mi madre y de las innumerables amigas que se ofrecen a ayudarme. Es lagente en nuestras vidas —los humanos imperfectos, falibles, maravillosos— la que noshace más fuertes, y está bien depender de ella y pedirle ayuda. Ya sea pedir contactospara conseguir un trabajo, llevar a dos chicos a dos actividades diferentes el sábado porla mañana, o gestionar un proyecto de trabajo, recorremos la vida gracias a nuestrafamilia, nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestro pueblo. Nuestras intencionessobreviven —y prosperan— gracias no solo a nuestra habilidad para perseverar, sino anuestra disposición para pedir a la gente que nos rodea ayuda, y a su generosa, altruista ya veces milagrosa disposición para mostrarse.

Notas:

1 Kurta, camisa suelta que cae hasta los muslos o debajo de las rodillas. (N. de la T.)2 Estos tres filmes en su tiempo fueron considerados como las peores películas. (N. de la T.)

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vivir con intención

Reflexiones y prácticas

“Nutrir” significa cuidar o estimular el desarrollo de alguien o de algo. Nutrirnos ycuidarnos a nosotros mismos es tan importante como nutrir a nuestros seres amados onuestras ideas.

1. Llama a un viejo amigo o a un familiar con quien no hayas hablado hace muchotiempo. Vuelve a conectar, incluso si te sientes apenado por el tiempo que hapasado.

2. Piensa en una tarea que hayas estado evitando porque no tienes tiempo. Pide aalguien que te ayude a hacerla.

3. Si tuvieras un día en tu casa o en tu barrio en el que pudieras enfocarte solamenteen tu bienestar emocional, físico y espiritual, ¿qué harías? ¿Qué te haría reír,sentirte feliz? Escribe estas ideas y establece la intención de que ocurran. Piensa enlas personas que podrían unirse a ti o que te pueden apoyar para que ese día tengalugar.

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práctica de intenciónla santidad del apoyo

Dispón de veinte minutos, tal vez durante un paseo, después de hacer yoga o meditar, oincluso cuando estés sentado en silencio con una taza de té.

• Piensa en la gente en tu vida que podría necesitar tu apoyo: tus seres queridos, elmaestro de tus hijos, alguien del trabajo. Anota a esa persona (lo puedes hacermentalmente o en un diario).

• Piensa en las maneras en que puedes apoyar a esa persona durante la siguientesemana; tal vez platicando con ella, presentándole a alguien, regalándole untratamiento en un spa o solamente dejando que él o ella sepa que te importa.

• La siguiente semana actúa en tu intención de apoyar a esa persona. Registra tussentimientos al embarcarte en esa travesía.

• Una vez hecho eso y experimentado lo que significa dar apoyo, planea otros veinteminutos para llevar a cabo el mismo tipo de reflexión sobre cómo puedes apoyartus intenciones.

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práctica de intenciónejercicio del espejo

Sé paciente con este ejercicio; al principio te puede parecer tonto y torpe, pero tiene unpoder tremendo para ayudarte a ver lo positivo de ti mismo. (Todavía a veces me sientoincómoda cuando lo hago. ¡No permitas que eso te detenga!)

• Encuentra un espejo en tu casa que puedas usar en privado. Puede ser un espejoen tu baño o un espejo de mano que sostengas cuando estés sentado en la cama oen un sillón.

• Observa tu cara en el espejo. Mira profundamente tus ojos, los contornos de tucara, tu frente, la caída de tu cabello, el color de tus labios.

• Nota cualquier juicio inicial que puedas tener y establece la intención de liberarte dela autocrítica.

• Mientras te observas repite: “Te amo”. Agrega tu nombre al final de la frase paradarle mayor énfasis. Pasa por lo menos un minuto repitiendo las palabras “Teamo” cada quince o veinte segundos.

• Continúa observándote y felicítate por algo de lo que te sientas orgulloso o quehayas logrado ese día o en la semana. Por ejemplo, puedes decir: “Estoy orgullosode que dediqué tiempo a ejercitarme hoy”. O: “Me encanta que te esfuerces porser una buena madre cada día”. Date de cinco a diez felicitaciones.

• Ahora, para terminar el ejercicio, cierra los ojos y haz una profunda respiración.Mientras inhalas lleva amor y energía sanadora a tu cuerpo.

• Repite mentalmente las palabras “Yo soy”, para aceptar la totalidad de quien ereshoy.

• Abre los ojos.• Trata de repetir este ejercicio todos los días durante una semana.

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A

siete

toma acción

las 7:30 de una tarde suena el teléfono. Sumant responde y una sonrisailumina su cara. “¡Rajiv!”, exclama, feliz de escuchar a su querido amigo de launiversidad. Yo estoy lavando los platos y las niñas están haciendo la tarea,así que solo pongo un poco de atención, pero en segundos sé que algo no está

bien. El tono ha cambiado, ya no hay más exclamaciones. Peor aún, el tono de Sumantha cambiado de alegre a serio. Cuando volteo a verlo, su expresión hace que mi corazónse detenga. El color se ha ido totalmente de su cara.

“¿Ya hicieron una biopsia?”, pregunta. Me le quedo mirando conteniendo el aliento,con el trapo de cocina chorreando agua en el piso. En respuesta a mi mirada inquisitiva,Sumant garrapatea: Seema tiene un nódulo.

Eso no es posible.Unas cuantas semanas antes habíamos cenado con Rajiv y Seema cuando estuvieron

en Los Ángeles. Nos reímos, intercambios historias, recordamos. Seema se veíaradiantemente saludable, como siempre. Al volver a casa esa noche le comenté aSumant: “Seema es una de mis personas favoritas en este mundo. Estoy tan contenta deque se haya casado con Rajiv. Es una bendición tenerlos en nuestras vidas”.

Ahora estoy de pie frente al fregadero, perpleja, con una sola frase retumbando en mimente: Por favor, no permitas que sea grave. Por favor, no permitas que sea grave. Porfavor, no permitas que sea grave.

Cuando Sumant cuelga se desploma en una silla. Con la voz quebrada por la emociónme explica que Seema se encontró un nódulo en el seno y que una mamografía reveló unbulto preocupante. Ahora están tratando de programar una biopsia y otros exámenes deescaneo para determinar si realmente tiene cáncer, pero está teniendo problema paraencontrar a alguien que la vea pronto. Entro en acción rápidamente deseosa de ayudar.Llamo a mi padre para ver si él la puede poner en contacto con un médico, y él mepromete hacer algunas llamadas.

Cuando cuelgo el teléfono me volteo y veo a Tara mirándonos con preocupación.“¿Qué está pasando?”, pregunta en voz baja. Me ha escuchado emplear la palabra“cáncer”, y aun cuando no sabe mucho sobre la enfermedad, lo que sí sabe es que es

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alarmante y puede ser seria. Mi prima Rishi perdió la vista y el oído mientras la tratabande un tumor en el cerebro, y menos de dos años antes todos sufrimos por la enfermedady muerte del colega de mi papá, David Simon.

Llamo a las niñas a la sala; siento a Leela en mi regazo mientras sostengo la mano deTara. “No sabemos con seguridad lo que está ocurriendo —les digo—, pero Seema senotó un bulto y tiene que hacerse algunas pruebas para estar segura de que no es nadaserio”.

Claramente pensando en mi prima, Leela pregunta: “¿Se quedará ciega? ¿Morirá?”.“Tengo fe en que va a estar bien —le respondo, y sueno más confiada de lo que

estoy—. Los tratamientos contra el cáncer son muy buenos actualmente, y Seema essana y fuerte. Pero todos debemos enviarle pensamientos positivos y sanadores”. Laschicas se ven visiblemente más aliviadas; enviar pensamientos sanadores es el tipo demisión que ellas pueden captar, y tomar acción les da algo en qué enfocarse que no sea elmiedo.

Acuesto a las niñas y me quedo con ellas en la recámara hasta que se duermen, noporque me necesiten sino porque me tranquiliza estar con ellas. Cuando bajo, Sumantestá viendo la televisión, a pesar de que su atención está en otro lado. Le pregunto porSeema, por cómo lo está manejando Rajiv, por qué podemos hacer para ayudar.Finalmente, la conversación se desvía hacia otros amigos que han tenido cáncer. Nosacordamos de las historias positivas —aquellas en las que muchas mujeres hansobrevivido al cáncer y han alcanzado vidas largas y saludables—. Después menciono envoz alta la preocupación que está en el fondo de nuestras mentes: “Si esto nos ocurriera aalguno de los dos, ¿cómo lo manejaríamos? Estamos totalmente desprevenidos”.

Todos los años hablamos de hacer nuestros testamentos para asegurarnos de quenuestras hijas queden protegidas si algo le ocurre a alguno de nosotros. Y cada año lopostergamos. Igual que arreglar la llave que gotea en el baño de huéspedes o limpiar elgaraje, es algo que nos decimos que haremos algún día. No hoy. Ni mañana. Peor aún,ninguno de los dos hemos visto un médico desde hace algún tiempo, en parte porquepodemos pedir consejo a mi papá, en parte porque tenemos el mismo pensamientomágico que todo el mundo: la enfermedad le ocurre a otra gente, no a mí. Mi últimarevisión fue hace cuatro años. Antes de ella no había visto un médico desde que nacióLeela. Y ya casi cumple diez años. Sumant no está mejor. Vio a un médico exactamenteuna vez en los últimos ocho años.

Como una llamada de atención, el diagnóstico de Seema es del peor tipo. Estoyenferma de preocupación por ella y Rajiv. Pero me saca de mi complacencia y meacicatea a actuar. Al día siguiente, después de dejar a las chicas en la escuela, llamo al

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consultorio de mi médico. Me siento apenada cuando tratan de encontrar nuestrosregistros. No tienen idea de que actualizamos nuestro seguro de gastos médicos hace tresaños. Después, llamo al dentista y hago una cita para Sumant y para mí. Llevo a laschicas regularmente, pero nosotros no nos hemos hecho una limpieza en más de dosaños, “mucho tiempo —me informa la recepcionista remilgosa, y añade—: Todo mundonecesita una limpieza dental por lo menos una vez al año”. Debidamente apenada, anotolas citas en el calendario, después llamo a nuestro asesor financiero y le digo que Sumanty yo estamos finalmente listos para hacer los testamos que le hemos prometido hacerdurante la última década. Llena de energía por mis acciones, le escribo a mi amiga Holly,que es entrenadora personal. Revisa tu agenda. ¿Habrá alguna posibilidad de que medes una cita pronto?

Con ese mensaje, lo absurdo de la situación se me aparece de pronto. Hace mesesque establecí la intención de acoger el bienestar. Pero hasta ahora no se me habíaocurrido ver a un médico o a un dentista, o incluso pedirle a Holly ayuda. He pensadomucho sobre lo que significa estar sano —me he imaginado entrenando para un mediomaratón, comiendo sin gluten, desapareciendo el azúcar de mi dieta—, y de algunamanera he permitido que esas fantasías sustituyan muchos pasos prácticos y concretosque necesito tomar para cuidar mi salud. Al estar tan enfocada en la cabeza y el corazónhe pasado por alto algunos de los fundamentos menos sexis pero importantísimos delbienestar. Si quieres cuidar tu salud necesitas ver a un médico. Obvio. Y yo soy hija deun médico.

Creo en el poder de expresar las intenciones, pero también sé que sin la acción confrecuencia son palabras huecas. De vez en cuando una intención parece manifestarse casimágicamente, como un regalo del universo. Sin embargo, la mayor parte del tiemponecesitamos poner atención y buscar las oportunidades que den vida a nuestrasintenciones. Las intenciones requieren de atención y de compromiso activo. Si quiereshacerte responsable de tu vida, necesitas tomar acción.

Tomar acción significa hacer lo necesario para que tus intenciones cobren vida, yasea hacer citas con el médico para cuidar tu salud, redactar un nuevo currículum parahacer realidad el trabajo de tus sueños, registrarte para hacer trabajo voluntario en unrefugio de personas sin hogar, o tomar un trabajo de medio tiempo, si puedes hacerlo,para pasar más tiempo con tus hijos. En el proceso de la intención ese es el momento dela verdad que puede catapultarte del pensar y hablar al hacer: una vez que estás tomandoacción estás en el camino de vivir plenamente con intención.

Le llamo y escribo a Seema para saber de ella, y en un par de semanas nos da lanoticia que hemos estado temiendo: el nódulo es canceroso. Está todavía en una etapamuy temprana y su prognosis es buena, pero se enfrenta a la quimioterapia, la cirugía yla radiación. Tiene un buen recorrido por delante. Ya empezó a tomar medidas paraasegurarse de que estará lo más saludable posible para iniciar el tratamiento. Estáalimentándose bien y camina con frecuencia. Pero el estrés la está alcanzando, así que un

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día le ofrezco enseñarle a meditar. Vuelo a su casa en San Francisco, donde pasamos unfantástico día juntas —estrechando vínculos, hablando, riendo, llorando y meditando—.Es el mejor regalo que puedo imaginar para darle —uno que cumple con mi objetivo devivir con amor— y ella lo recibe con tal gratitud que me llena de alegría.

También hago lo que puedo para convocar todo el poder del universo para ayudar alibrar el cuerpo de Seema del cáncer. Visualizo el sistema inmune de Seema como unferoz guerrero que se concentra para derrotar al mortal invasor. La rodeo de luz blancadurante mi meditación e incluyo las frases de bondad amorosa al final de cada una,nombrando en orden a todos aquellos que amo. Que Sumant esté bien. Que Tara y Leelaestén bien. Que Seema y Rajiv estén bien. Mis esfuerzos son mi versión no cristiana dela oración de intercesión; los estudios muestran que a veces ayuda, y estoy segura de queno hace daño. También, me hace sentir mejor.

Al mismo tiempo, hago un esfuerzo por aceptar la realidad de que la vida da miedo yes impredecible, que cada momento es todo lo que tenemos, y trato de emplear laimportancia de ese mensaje para avivar aún más mi motivación no solo de estar mássana sino de vivir el tipo de vida que quiero vivir ahora, en el presente, en lugar dehacerla a un lado para un futuro imaginario.

Necesito tomar acción ahora. Todos necesitamos hacerlo. Creo que cada uno denosotros fue colocado en este mundo para cumplir con su propio destino, pero este no semanifestará mágicamente sin un esfuerzo concertado. Todos tenemos cosas que sabemosque necesitamos hacer, cosas que podemos hacer hoy para llevar más felicidad, mássalud y propósito a nuestras vidas. El tiempo para empezar es ahora.

Pensando en ese sentido recuerdo una historia que he escuchado en muchas pláticasinspiradoras. Se trata de algo así:

Un hombre de fe vio que su pueblo era asolado por una gran tormenta. Sin embargo,no se preocupó porque sabía que Dios lo cuidaría. Cuando las aguas subieron, susvecinos le dijeron que tenía que salir mientras pudiera hacerlo. Les dio las gracias peroles dijo que Dios lo cuidaría. Las aguas subieron todavía más y el piso inferior de su casase inundó. Un hombre remó hasta la ventana de su recámara y le imploró al hombrecreyente que escapara. No, gracias, dijo. Dios me salvará. Las aguas continuaronsubiendo al punto de que el hombre tuvo que subirse al tejado para no ahogarse. Unhelicóptero sobrevoló su casa pero el hombre se negó a que lo aerotransportaran. Diosme cuidará, se dijo. Finalmente, las aguas subieron tanto que lo arrastraron y se ahogó.Cuando se encontró frente a Dios, gritó: “¡Soy un hombre de fe y tú me abandonaste!”.Dios se rio. “No, tú rehusaste mi ayuda. Envié vecinos, una lancha, incluso unhelicóptero. ¿Qué más podía hacer?”.

En otras palabras, los milagros generalmente vienen en la forma de oportunidadesdiarias. Es cuestión nuestra aprovecharlas. ¿Qué te detiene para que tomes acción en tupropia vida? ¿Qué milagros están frente a ti y no los ves?¿Qué es lo que Dios o eluniverso te están enviando y tú lo estás dejando pasar?

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Y para reforzar el punto, más tarde esedía veo esta cita en Facebook: No le pidas alSeñor que guíe tus pasos si no estásdispuesto a mover los pies.

Muy bien. Mis pies se están moviendo.

Después de que le diagnosticaron cáncer a Seema, empecé a reflexionar en dónde meencuentro en mi travesía de vivir con intención y qué necesito hacer para avanzar en elproceso. ¿He realizado cambios que me están conduciendo a sentir más felicidad, a unavida más saludable, a más equilibrio y paz interior? En lo absoluto. Emocionalmente meencuentro en un mejor lugar que el año pasado. Estoy durmiendo más de lo que lo hehecho en varios años, estoy meditando con regularidad, lo que me ayuda no solo aconservar la calma sino que me proporciona una percepción diaria sobre la manera enque pienso y los eventos y circunstancias que me disparan emociones desagradables.Ahora me conozco mejor y me gusta lo que veo.

He reducido mi ingesta de cafeína y azúcar, aunque esta última todavía es una luchaen desarrollo. No puedo pasar por una pastelería sin sentir la urgencia de entrar ycomprar algo —y algunos días lo hago—. He tratado de reemplazar la bollería con unpedazo o dos de chocolate oscuro al día —el que, según una gran cantidad deinvestigaciones es en realidad una elección saludable—. Funciona la mayor parte de lasveces —y los días que me permito algo un poco menos virtuoso, lo trato de hacerconscientemente para obtener el mayor placer posible de la experiencia—. Si me voy acomer un panquecito también debo disfrutarlo.

Respecto a la dieta he aprendido una lección importante: no soy perfecta —y no lotengo que ser—. La vida no es perfecta, y no importa cuánto lo intente, nunca lo será. Elcamino para vivir con intención está pavimentado con sacudidas, baches, llantasponchadas y desvíos; la perfección no es una parada en ese camino. Sin embargo,también hay tramos de conducción tranquila, y mientras me mantenga en el camino voyen la dirección correcta.

Un área con la que menos satisfecha me siento es el ejercicio. A pesar de practicaryoga y salir a caminar con amigas siempre que puedo, aún no me estoy ejercitando conla suficiente frecuencia e intensidad, y cuando sintonizo con mi cuerpo durante lameditación lo escucho enviarme un mensaje urgente de muévete más. Me sientoinquieta, rígida, fuera de forma, pesada, y eso me provoca una constante frustración einquietud.

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Como estoy comprometida a tomaracción, una vez más le envío un mensaje detexto a Holly, quien no me ha respondido. Sedisculpa por no haber estado en contacto;ella también está escribiendo un libro y mesugiere que nos encontremos más tarde esedía en una pista para caminar y después ir algimnasio para hacer un entrenamiento defuerza para principiantes. Nunca me hagustado ejercitarme en un gimnasio, pero lerespondo que estoy de acuerdo antes de queme arrepienta.

Dos horas más tarde ella y yo estamoscaminando por una empinada pista. No he hecho nada tan extenuante desde el retiro deacondicionamiento físico con Romi, y lo siento a la vez estimulante y desafiante. Unahora más tarde, sudorosas y llenas de polvo, no dirigimos al gimnasio y trabajamos unaserie de ejercicios de fuerza. No me gusta la atmósfera. Hay demasiadas mujeres concuerpos perfectos (a veces perfectamente aumentados) y toda la escena me parece unpoco superficial. Pero tomar acción a favor de mi cuerpo se siente bien y salgo delgimnasio llena de energía en lugar de sentirme exhausta. Cuando la canción de PharrellWilliams, Happy (Feliz), suena en el radio mientras me dirijo a casa, no puedo dejar decantar y bailotear: “Aplaude si sabes lo que la felicidad es para ti…”.

Más tarde, con los músculos gratamente fatigados, hago el recuento de mis progresoshacia mis metas y caigo en la cuenta de que sobre todo he obtenido buenos logros. Esasson buenas noticias. Pero mis fallas me atosigan porque se encuentran en áreas quesignifican mucho para mí. No siento que haya hecho progresos en el servicio a micomunidad o en el mejoramiento de mis relaciones interpersonales, cuando ambosaspectos son prioritarios.

Releo algunas de las notas que escribí en los meses pasados y reafirmo temas de mimapa mental que imagino que me conducirán a una vida más gozosa. Todavía creo encada uno de ellos. Pero, ¿de qué manera puedo dar vida completamente a los conceptos?Estoy mirando el papel cuando me surge una idea: puedo ligar dos temas y ver si esogenera ideas sobre actividades. El acercamiento es similar a algo que he visto que mipapá hace en los talleres de entrenamiento de ejecutivos, y parece que ayuda a la gente apensar en formas más creativas sobre su vida. Así que trazo líneas al azar entre losdiferentes conceptos en mis notas:

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Uno Familia y Hacer algo importante, y Amigos y Enseñar meditación. Essorprendente cómo el unir las dos ideas crea sinergia y genera ideas. Es un ejerciciodivertido, y una vez que las ideas empiezan a propagarse, veo muchos tipos deposibilidades para entender cómo llevar esos temas tan importantes a mi vida en formasmás concretas. Al agrupar Familia con Hacer algo importante me surge la idea de hacertrabajo voluntario en una cocina con mis hijas. Al unir Amigos con Enseñar meditaciónme doy cuenta de que puedo organizar grupos de meditación para mis amigos. Una líneaentre Viajar y Buena comida me ayuda a concretar la idea de hacer un viaje con el temade comida a la ciudad de Nueva York. (A Sumant ese le va a gustar.) Una forma deconectar Amigos con Estímulo intelectual podría ser iniciar un club de lectura.Emocionada, le envío un correo electrónico a Romi y Cara para ver si les interesa unirsea un club de lectura el siguiente otoño. (Ya sé que el fin de año estará un poco atareado yel verano lleno de viajes.)

Y con el tiempo algunas cosas maravillosas empiezan a aparecer poco a poco.

Al igual que Sumant, a Tara le encanta cocinar, y ella y Leela han creado una versión delprograma de televisión Sweet Genius, en el que Leela le da a Tara un tema y uningrediente obligatorio para un postre. Tara tiene sesenta minutos para preparar el platilloy presentárselo a la familia. Leela diseñó un PowerPoint que resume el criterio paracalificar, que incluye categorías como ejecución, creatividad y sabor. Por supuesto, casisiempre le concede a su hermana mayor dieces perfectos. Y Tara ama el desafío.

Le cuento a Romi el gusto de Tara por la pastelería y resulta que la hija de Romi,Maddy, ha iniciado un proyecto llamado Toma el pastel, en el cual ella y una amigahacen pasteles de cumpleaños cada mes para los niños de una colonia de transición, unlugar donde las madres (y algunas veces los padres) y los niños viven después de haberhuido de una situación de abuso o de vivir en la calle. La comunidad les ayuda aencontrar una vivienda permanente y trabajo para volver a levantarse. Maddy horneapasteles personalizados para los cumpleaños de los niños, una hermosa manera de honrara las familias y de ayudar a que esos niños en tan difíciles circunstancias se sientanespeciales y reconocidos.

La oportunidad está que ni mandada a hacer para Tara y para mí. Otra vez memaravillo de la manera en que el universo proporciona las oportunidades cuando lasnecesitas. Le pregunto a Tara si le gustaría participar y está encantada. Así que llamo aRomi y le digo que estaremos felices de hornear varios pasteles para la siguiente entrega.Tara invita a una amiga un domingo por la mañana y juntas horneamos cuatro pasteles:dos de chocolate con glaseado de chocolate, uno de vainilla con glaseado azul y otro devainilla con glaseado arcoíris con chispas. Cuando llevamos nuestras creaciones a la

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colonia, el pastel arcoíris le toca a una adorable niñita de cuatro años con colita decaballo y una resplandeciente camiseta rosa de Hello Kitty. Sus ojos brillan cuando lo ve;corre hacia Tara y la encierra en un enorme abrazo. La expresión de la cara de Taraquedará en mi memoria para siempre. Irradia alegría.

No mucho después me dirijo a recoger a las chicas en la escuela, cuando veo uncartel apoyando a Marianne Williamson para el Congreso. El anuncio me hace pensar enlo que Williamson me dijo sobre el apoyo: Mucha gente te dice: “Te apoyo” y nosignifica absolutamente nada. En otras palabras, hablar es bonito; las acciones sonmejores. Creo en Williamson como candidata y me gustaría verla triunfar en su apuestapor el Congreso. ¿Por qué no hago algo significativo para apoyar su campaña?

Al otro día la llamo y le ofrezco organizar un comité de bienvenida en mi casa paraque mis amigas la conozcan a ella y sus propuestas. Acepta entusiasmada. Pero en elmomento en que las palabras salen de mi boca tengo un acceso de preocupación. Nuncahe sido anfitriona de un evento como este antes, y honestamente no tengo la menor ideade cómo hacerlo. Además, ya estoy suficientemente estresada con la fecha de entrega demi libro. ¿En qué estaba pensando?

Y entonces hago una pausa. No es ciencia espacial. Es solo una fiesta. Llamo a micuñada, Candice. Ella es muy buena para este tipo de cosas, y no solo me ayuda aconvertir el evento en algo manejable sino que también se ofrece para ser la coanfitriona.En la filosofía de se-necesita-un-pueblo, Candice es la alcaldesa de mi pueblo. Siempredispuesta, siempre servicial, siempre confiable, siempre ahí. Le doy las graciasprofusamente y le envío una pequeña oración de agradecimiento al universo. ¿Dóndeestaría sin personas como Candice en mi vida?

Ella y yo tenemos una vigorosa red de mamás amigas en las escuelas de nuestroshijos, así que decidimos llamar primero a nuestro círculo y con gran seguridad muchas seapuntan a la posibilidad de escuchar a Williamson en un escenario íntimo. Las mujeresson un bloque de votantes muy crítico, posiblemente más para Williamson que para otroscandidatos porque su mensaje proviene directamente del corazón. Me encantaría quepudiéramos representar una diferencia significativa en su campaña.

Planeamos un té matutino para que nuestras amigas puedan venir a la casa despuésde dejar a sus hijos en la escuela, y el evento es maravilloso. Marianne comparte suintención para postularse al Congreso: principalmente que la gente de dinero estáejerciendo demasiada influencia, y como resultado está erosionando el procesodemocrático. Nuestras amigas tienen la oportunidad de plantearle preguntas, y seenganchan, se interesan y se entusiasman. Claramente Marianne ha ganado algunosvotantes. ¡Me siento feliz!

En este momento me doy cuenta también del poder de dar un paso, incluso si pareceinsignificante. Cada paso reafirma tu intención, después fortalece y ayuda a crear másenergía para vivir la vida que deseas. Cada vez que actúas a favor de alguien más, o de timismo, te sientes bien. ¿Qué paso puedes dar hoy para avanzar más hacia tu intención?

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Una oportunidad que se presentó a principios de año sigue dando dividendos. Es unalección interesante sobre cómo las intenciones, especialmente cuando se entretejen conlos sueños de otras personas, con frecuencia cobran vida propia.

A principios del año escolar, la directora de la escuela de Tara y Leela reclutó a ungrupo de padres para idear formas en las cuales pudiéramos enseñar a nuestros hijos mássobre asuntos globales y el poder de la resistencia. Impaciente por aprovechar laoportunidad, me surgió la idea de dar a cada estudiante de la clase de sexto grado de Tarauna copia de I Believe in Zero (Yo creo en cero), el libro de Caryl Stern sobre Unicef yla enfermedad infantil evitable en el mundo. Cuando sometí la idea a la directora y losmaestros les encantó, e incluso decidieron integrar estos temas en el programa deprimavera para darle más significado. Me deslumbró su disposición para dar tiempoadicional para crear poderosas experiencias de aprendizaje para los estudiantes.

Al mismo tiempo, otra mamá de la escuela, la actriz Jennifer Garner, habló con ladirectora sobre el trabajo que estaba haciendo con Save the Children, otra organizaciónextraordinaria que ayuda a los niños necesitados en Estados Unidos y el extranjero. (Unade las realidades de enviar a las niñas a una escuela privada en Los Ángeles es que lospadres tienen diferentes antecedentes.) Otra vez, los maestros idearon una manera dellevar las dos oportunidades al salón de clases, desarrollando un programa de una semanaque comparaba el trabajo infantil en Bangladesh con asuntos similares en California.

A partir de entonces, toda la experiencia ha evolucionado en algo un poco más amplioy más enriquecedor. Tara y dos de sus amigas, que han sido invitadas para convertirse enJóvenes Embajadoras de Unicef, van a visitar Naciones Unidas en Nueva York.Aprenderán temas relacionados con tétanos materno y neonatal, almorzarán en elComedor de Delegados y caminarán por los pasillos de Naciones Unidas. Al mismotiempo, otros dos estudiantes de la clase de Tara han sido invitados por Save theChildren a la cumbre anual en Washington, DC, para aprender sobre la grave situación delos niños estadounidenses y qué se puede hacer para ayudarlos, como cabildear con losmiembros del Congreso sobre temas que afectan a la infancia.

Cuando veo cómo todos estos eventos llegaron juntos, observo cómo mi intenciónpara hacer trabajo significativo (y también exponer a mis hijas a él) se fusionó conintentos similares de otros, y el universo proporcionó numerosas oportunidades paradarle vida a nuestras intenciones. Algunas veces la travesía no es exactamente la queplaneaste, pero al confiar en tus instintos y haciendo lo que crees que tienes que hacer, tuintención se puede realizar a sí misma en formas sorprendentes y asombrosamentepoderosas.

Lo que más me admira es cuán gratificante es ver esta intención desdoblarse. Meproporciona una especie de profunda alegría que pocas actividades me brindan. Estudiotras estudio han encontrado que hacer trabajo voluntario y llevar a cabo buenas acciones

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proporciona tanta, si no es que más, alegría al que da como al que recibe. Losinvestigadores dicen que aquellos que llevan a cabo más labores sociales sienten que susvidas están llenas de mayor significado y propósito. En la gente mayor la participaciónsocial está relacionada con menores riesgos de depresión, mayor satisfacción con la viday bajas tasas de mortalidad. La verdad es que cuando ofreces tu tiempo y tus serviciosvoluntariamente, con toda probabilidad obtienes más de lo que das.

Mi amiga y antigua empleada de Intent, Chelsea Roff, se hace eco de estos pensamientoscuando no sentamos a platicar un día. Ella dice que iniciar su organización no lucrativa,Eat Breathe Thrive (Come, Respira, Crece sano), que se dedica a ayudar a que personascon desórdenes alimenticios se recuperen por medio del yoga, la ayudó a salvar su vida.

A los dieciséis años la hospitalizaron, próxima a la muerte, por una anorexia severa.Sobrevivió gracias al cuidado de las enfermeras y de los médicos que la alimentaron y ledevolvieron la salud. Y cuando fue dada de alta descubrió el poder sanador del yoga.

“Mi primera intención fue nutrir mi cuerpo —dice—.Pero eso fue realmente difícilpara mí hasta que encontré una forma de practicar en el tapete. El yoga me puso encontacto, y me mantiene en contacto, con lo que mi cuerpo necesitaba”.

Un día, durante un paseo, mientras pensaba en todas las cosas por las que habíapasado, una idea que había estado incubando durante años por fin se fundió en su mente:quería crear una organización que guiara a otros que habían tenido desórdenesalimenticios mediante un proceso sanador integrador. Su gratitud hacia la gente que laayudó la llevó a reconocer que el servicio tenía que formar parte de su vida.

“He sido receptora de tanta ayuda en mi vida. Mi terapeuta me dio casi siete años deterapia semanal gratis. La gente me ha servido una y otra vez, así que cuando meencontré sintiéndome contenta, plena y alimentada, supe que era el momento de dar acambio”. Es el principio de devolver el favor en acción.

Juntó 45 000 dólares por medio de una campaña de Indiegogo,1 y ahora que suorganización no lucrativa está de pie y funcionando, se ha convertido en algo más querealizar una intención. Al servir a otros, dice, se nutre a sí misma y es más compasivacon ella. “Veo mi valor y mi autoestima con más claridad, y tengo más capacidad paraser amable conmigo y cuidarme en forma más saludable. Al hacer algo valioso para otraspersonas, veo mi propio valor más claramente. Darme a mí misma me ha completado”.

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Algunos de los beneficios del trabajo voluntario provienen de las conexiones sociales queimplica, y puedo ver por qué. Cuando sirvo comida a niños o realizo trabajo voluntarioen la escuela, siento que formo parte del género humano. Pero también quiero conectarcon amigos y los seres que quiero en formas que son simplemente divertidas. No puedorecordar cuándo fue la última vez que fui al cine o me tomé una copa de vino con unaamiga una tarde. Así que un día me siento, busco en el calendario familiar ventanas deoportunidad, y empiezo a agendar actividades que he pospuesto durante mucho tiempo.

Me reúno con un grupo de amigas para tomar un coctel y nos divertimos tanto que seconvierte en cena. Reímos, chismeamos, hablamos de libros y de cine, de hijos ymaridos. ¿Por qué me he perdido durante tanto tiempo esta gozosa experiencia?, mepregunto cuando conduzco a casa. No hay nada tan emocionalmente nutritivo comopasar una tarde con amigas.

Después de esa noche, empiezan a surgir más invitaciones. ¿Quieres ir al cine? Hayun gran espectáculo de danza en UCLA, ¿quieres ir conmigo? ¿Nos vemos paratomarnos un té? No puedo aceptar todas, pero las invitaciones me llevan lejos en lacorriente de la vida. Después de haber pasado tanto tiempo en las aguas bajas mástranquilas cerca de la playa, es un lugar divertido y emocionante para estar.

No son solo mis amigas a las que he abandonado. También a Sumant. Sin dudasomos hogareños, pero es importante que salgamos como pareja. Así que una noche ledigo que vayamos a un restaurante nuevo que no está lejos de la casa. Está tenuementeiluminado y es bastante romántico, algo que a Sumant normalmente no le gusta, peroaccede a ir. Y cuando veo al otro lado de la mesa a mi guapo marido me siento inundadade amor. Me preocupa que hablemos solamente de las niñas, pero ahora que estamossolos nuestra conversación va del trabajo a la política a hacer planes para las vacaciones.Anotamos algunas ideas y puedo asegurar que él está tan contento como yo de haberpasado este momento solos.

Otra noche a Sumant y a mí nos invitan a un evento para recaudar fondos para el Balletde Los Ángeles. Normalmente somos reacios a asistir a dichos eventos, pero como estárelacionado con un nuevo fondo para el que Sumant está trabajando, decidimos que esimportante asistir. Cuando regresamos a casa de nuestras actividades diarias, tenemoscasi dos minutos para vestirnos para la cena de gala. Peor, cuando me pongo el vestidoque quiero usar me doy cuenta de que está demasiado apretado; y con muy pocasopciones para una ocasión como esta me veo forzada a optar por un conjunto hindúsuelto. Un poco deprimida, le pido a Sumant que lleve a las niñas a la casa de mihermano para que pueda meditar diez minutos antes de irnos. Quiero centrarme y estarlista para socializar.

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No funciona muy bien. Durante mi meditación tengo problemas para alejar mi mentede la decepción por mi incapacidad para perder peso. Estoy orgullosa de mis éxitos enotros campos, y sin embargo, el fracaso en esa área se cierne amenazador. Me digo a mímisma que necesito volver a empezar, que cada momento, cada día, es una oportunidadpara hacer una nueva elección y encontrar un camino diferente. No obstante, me sientode alguna manera desamparada. Lo he intentado y he fracasado tantas veces antes.

La carta que me escribí en el Rancho está en mi mesa de noche. La recibí hacealgunos meses con la esperanza de que me forzara a ser mejor respecto a perder peso,pero solo está ahí burlándose de mí, como una acusación de mi imposibilidad para cuidarmi cuerpo. Y como para torturarme tomo la carta y la vuelvo a leer.

Querida Mallika,

Al escribirme esta carta me pregunto en qué parte de mi travesía estaré. ¿Mantengo mi

ingesta de azúcar en un mínimo? ¿Me he comprometido con un programa de

entrenamiento físico constante? Esta semana en el Rancho me demostró que puedo

hacerlo: prescindir del azúcar y la cafeína, comer vegetales sanos, hacer ejercicio y

llevar mi cuerpo al límite. Recuerda, Mallika, puedes hacerlo si realmente lo quieres hacer.

Espero, en verdad espero, que cuando lea esta carta dentro de seis meses pueda

decir que hice los ajustes que fueron correctos para mí. Que los kilos no han vuelto sino

que he perdido más. Que me siento saludable y con energía y que estoy moviendo mi

cuerpo cada día.

Mi intención es continuar por este camino de bienestar, para ser saludable para mí y mi

familia. Espero que me pueda sentir orgullosa.

De mí,

Mallika

Bueno, pues los kilos regresaron. Me siento y me pregunto si es demasiado tardepara llegar a estar orgullosa en esta área tan complicada. ¿Tengo lo que se requiere paraintentarlo de nuevo?

Cuando llegamos al evento me voy para atrás por la multitud. Fácilmente hay 300personas, y creo que tal vez 400. Habitualmente no nos relacionamos con el quién esquién de Los Ángeles, y muchos de ellos están aquí. El recaudador de fondos estáhonrando a tres mujeres muy conocidas: Lori Milken, Jane Seymour y Paula Abdul, porsu trabajo, tiempo y dedicación al ballet y a la danza.

Disfruto toda la velada, pero una vez que Abdul sube al escenario quedo cautivada.Detrás de su pequeño físico yace una increíble fuerza interna, y su historia lleva unmensaje que parece mandado a hacer para mí en este momento.

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Apasionada de la danza desde muy pequeña, explica que cuando supo que habíaaudiciones para el equipo de porristas de la NBA, las Laker Girls, tomó la resolución deintentarlo, aun cuando no encajara en el estereotipo. “No tenía el cabello rubio, los ojosazules ni las piernas largas”, dice. Aún así se dirigió al Fórum de Los Ángeles, dondemiles de chicas con aspiraciones similares estaban reunidas.

Cuando llegó su turno la cortaron en los primeros minutos. “Ya había enfrentadotanta adversidad que desarrollé el mantra de que ‘no’ era justo el principio de unanegociación”, cuenta. Así que se dirigió al baño, oró por otra oportunidad, sacó un nuevoatuendo de su bolsa, se cambió el peinado, consiguió otro número para la audición bajoun nombre diferente y regresó a la prueba. Los jueces la volvieron a cortar. Con férreadeterminación se inventó otro nombre y entró de reversa. Esta vez la seleccionaron parael equipo. En un año se convirtió en la coreógrafa de las Laker Girls y pronto estabatrabajando con los nombres más famosos del entretenimiento.

Salgo del evento inspirada. Los reveses no deben detenerte. Si trabajas duro y estásdeterminado a perseguir tus sueños, cualquier cosa puede suceder.

Como necesitaba una pizca de más inspiración llamé a Jeff Pulver, un viejo amigo que esmuy influyente en los medios sociales y fundador de Vonage. Es mi modelo para lapérdida de peso. Estableció su intención de perder cuarenta y cinco kilos en un año y lacompartió en Facebook. También compró —y leyó— cuarenta y un libros sobre salud,bienestar, acondicionamiento físico y comida. “Los consejos variaban muchísimo, perotodos coincidían en que tienes que ejercitarte para construir músculo y elevar tumetabolismo”, dice. Así que contó con la ayuda de un amigo con buena condición yjuntos empezaron a ejercitarse. El primer día solo pudo hacerlo durante cinco minutos.

Empezó a subir fotografías de su entrenamiento y los resultados de sus exámenesmédicos a Facebook, y la retroalimentación y el apoyo que recibió fue abrumador.“Descubrí el amor —dice—. Primero, los amigos empezaron a alentarme, y entoncesotras gentes escucharon sobre esto y de pronto tenía a todos esos extrañosanimándome”. Después de seis meses podía realizar un entrenamiento de noventaminutos combinando ejercicios cardiovasculares y de fuerza.

“No hay un acercamiento unitalla para perder peso —me dice—. El ADN de cadaquien es diferente. Todos somos únicos. Pero te puedo asegurar que ponerle músculoayuda. Y el poder de la multitud es indescriptible. Si puedes encontrar formas deconectar con otras personas que quieren hacer la misma cosa, eso te ayudará a lograr tuobjetivo”.

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Al minuto de llegar a casa después de nuestra conversación les envío una nota a misamigas. ¿Alguien quiere iniciar un grupo de caminata? He estado caminando con unaamiga, pero creo que un grupo puede enfrentar aventuras más grandes y difíciles. Mequedo asombrada de todos los síes que recibo. Es tan difícil encontrar un horario idóneopara todas, así que reservo media docena de fechas para caminar con amigasindividuales. Salpican mi calendario para el siguiente mes como pequeñas flores depropósito y placer en medio del resto de obligaciones.

También recuerdo algunas herramientas prácticas que mi papá emplea en sus talleres.Originalmente atribuido al consultor en administración Peter Drucker, SMART

2 es unacrónimo [en inglés] que mucha gente usa de maneras ligeramente diferentes, pero unade las versiones originales resuena conmigo:

• Específico• Medible• Alcanzable• Realista• Oportuno

Suena como una aproximación realista. No soy como Jeff. Sé que no voy a perdermontones de kilos, ni tengo que hacerlo. Lo dramático no es mi estilo, pero sí lo práctico—y este acercamiento me impresiona por ser eminentemente práctico—. Así queestablezco una meta específica: quiero perder dos kilos en los próximos dos meses. Esmedible; es alcanzable (los médicos dicen que un objetivo razonable es medio kilo a lasemana); es realista (a pesar de que me encantaría perder seis kilos, pero esa cifra suenaabrumadora e inmanejable), y tiene un marco de tiempo.

No sé si seré capaz de lograrlo, pero lo que sí sé es que tomar acción en tantosfrentes ha sido tonificante. Tal vez mi energía positiva se derrame en la pérdida de peso.Pero si no lo hace, he cosechado muchas recompensas maravillosas: me siento másconectada, más realizada, más en paz. Perder unos kilos palidece en comparación.

Notas:

1 Indiegogo es un sitio internacional de financiamiento colectivo. (N. de la T.)2 SMART (Specific, Measurable, Attainable, Realistic, Timely) pierde las letras iniciales del original al ser

traducido al español. (N. de la T.)

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vivir con intención

Reflexiones y prácticas

Tomar acción en una intención requiere atención, pero también debe ser divertida ygratificante. Tomar acción también necesita compromiso y energía, pero los beneficiosson increíblemente satisfactorios.

• Crea un objetivo SMART alrededor de tus intenciones, una meta que sea Específica,Medible, Alcanzable, Realista y Oportuna.

• Imagina cómo te sentirás cuando estés viviendo con una de tus intencionesrealizada. Crea un escenario, tal vez en tu casa o en tu oficina, con cualquierpersona importante que esté a tu alrededor. No seas tímido al imaginar detalles yemociones específicos.

• Identifica a un amigo(a) que pueda compartir intentos similares a los tuyos. Hablacon él o ella y exploren perseguirlos juntos.

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práctica de intención:vinculando LOS deseos a la acción

• Saca tu mapa mental y dedica algunos minutos a revisar las palabras que escribisteen él.

• Traza líneas entre los diferentes temas. No pienses en la relación entre lascategorías; de hecho, mientras más azarosa sea la conexión es mejor.

• Selecciona dos temas que estén relacionados. Dedica algunos minutos a reflexionarsobre cómo te hace sentir cada uno de esos deseos.

• Ahora, piensa en las cosas que puedes hacer para darle vida a esos dos temas.• Escribe cinco ideas de cómo puedes tomar acción alrededor de estos temas que se

vinculan.• Escoge uno. Establece una meta para alcanzar esta acción.

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N

ocho

Vivir con intención

os levantamos a la seis de la mañana para dirigirnos a Riverside, donde Leelatiene un campeonato de futbol. La noche anterior rebanamos manzanas ynaranjas y empacamos una bolsa con barras de granola para tener bocadillospara el día. Antes de salir, Tara y Leela toman un desayuno completo:

huevos cocidos, fruta, pan tostado y hot dogs de pollo orgánico que son los favoritos deLeela. Tiene un largo día de deportes por delante. Nunca hemos estado en Riverside, quequeda como a 112 kilómetros de Santa Mónica, pero la temporada de futbol nos hapresentado una serie de primeras veces a la familia.

Cuando era niña, mis padres inmigrantes estaban totalmente ajenos a las tradicionesestadounidenses, como el futbol de los sábados por la mañana. Mientras mis amigosusaban espinilleras y anotaban goles, yo colocaba ghungroos —pulseras con campanas—alrededor de mis tobillos y aprendía a realizar los movimientos elegantes y rítmicos delBharatanatyam, una clásica danza hindú, con mi prima y mejor amiga. Compartíamos elauto por toda la ciudad con otras chicas hindúes, y a mí me encantaba. De muchasmaneras me sentía muy estadounidense, pero sabía que me veía diferente a algunos demis amigos y que mis padres y mi cultura eran distintos también. Estudiar Bharatanatyamllenaba esa brecha y me daba la sensación de una identidad cultural que era crítica en esaedad. Me conectaba con la profunda belleza y espiritualidad de mi herencia étnica, y lagozosa intimidad del estudio de danza se ajustaba a mi tímido temperamento intelectualmucho mejor que una tumultuosa cancha de futbol.

Cuando Tara cumplió ocho años, encontré una conocida maestra de Bharatanatyamen Los Ángeles y le pagué un año de clases, impaciente por introducir a mi hija mayor enel movimiento que me había dado tanta alegría. Al principio Tara disfrutó las clases, peroal poco tiempo pude ver que había perdido interés. Sus amigas estaban haciendo otrascosas y ella quería unírseles. Entré en conflicto. No quería imponerle mis experiencias;quería respetar su individualidad pero sentía profundamente la pérdida de la tradición. Ladanza fue una de las pocas maneras en las que me mantuve conectada a mi herenciahindú. Sin ella, ¿mis hijas retendrían su identidad cultural, su sentido del hinduismo?Estábamos inmersos en la cultura estadounidense, en sus actividades y actitudes, y mepreocupaba que esta tradición vital de su herencia se perdiera. Me sentía protectora denuestra singularidad y deseaba poder encontrar la manera de preservarla. Tal vez Leela

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continuaría con nuestra tradición, me dije. Pero, ¡ay!, dos años después, cuando saqué acolación el tema con mi hija menor, pude darme cuenta de que era una causa perdida.Ella estaba interesada en tres cosas: programación de computadoras, robótica y labatería. ¿Danza hindú? Imposible.

Así que en vez de pelear con mis hijas, me les uní. Las inscribí en el futbol en laOrganización de Futbol de Jóvenes Americanos. Pronto, nuestros sábados se volvieronmuy estadounidenses, sin duda. Nos levantábamos temprano, íbamos al partido de Tara,comíamos algo y corríamos al partido de Leela. Estaba fuera de mi elemento, al igual queSumant. Me proponía como voluntaria para lo que implicara el menor trabajo posible,como organizar a las chicas en grupos para la toma de fotografías, y observaba, atónita,el sentido de la competitividad de algunos padres. Estas tienen ocho y once años,decíamos Sumant y yo una y otra vez. Éramos como bichos raros. No solo éramos delas pocas familias no blancas en el campo, sino que tampoco nos sentíamos a gusto conla gritería. Normalmente llevaba a las chicas a sus juegos, me quedaba paradatorpemente en la banda lateral hasta que llegaba Sumant con nuestros macchiatos doblesy los bizcochos matutinos. Como dicen las supermamás, no soy precisamente un buenejemplo.

Tal vez por eso la imagen de la supermamá se volvió tan emblemática en mi mente,durante los últimos años, de las muchas maneras en las que perdí el camino comopersona. El personaje no encajaba y me sentía perdida. Era incómodo sentirse como siestuviera tratando de ser alguien que no era yo. Mientras llevaba a las chicas a losentrenamientos después de la escuela o repartía trozos de manzana durante el mediotiempo, me preguntaba de qué manera mi educación y la así llamada complejidad globalme habían conducido a esto. ¿No debería estar hablando de política, pensando en laforma de acabar con el hambre, salvando el mundo?

La realidad es que el futbol no es lo más adecuado para mi familia. Las niñas no sonagresivas o poseen particularmente talento como jugadoras. En parte es nuestra culpa,porque Sumant y yo no jugamos con ellas a atrapar o patear la pelota cuando eranpequeñas, así que nunca se sintieron en casa en la cancha. Mientras que algunos padresse frustran cuando sus hijas no anotan un gol, Sumant y yo rezamos para que las niñasno arruinen las cosas o se lastimen, y nos sentimos aliviados cuando patean la pelota enla dirección correcta.

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La verdad es que no valoramos elatletismo de la misma manera en quemuchos padres estadounidenses lo hacen;para nosotros, el desempeño académico es loque realmente importa. En el espectro de lasupermamá a la mamá tigre,1 estoy máscerca de esta última. Apoyamos y alentamosla incursión de nuestras hijas en el futbol porrazones prácticas: es un buen ejercicio ypueden aprender lecciones valiosas al formar parte de un equipo.

La temporada de Leela empezó terriblemente. Una chica pateó la pelota y esta volódirectamente a su cara, haciendo sangrar su nariz. Tuvo sangrados de nariz recurrentesdurante las tres semanas posteriores, y se volvió, si eso es posible, incluso más frágil enla cancha. Afortunadamente, sus dedicados y amables entrenadores continuaronalentándola para que superara su miedo, y a pesar de que es la más pequeña y la menosexperimentada en el equipo, mostró alguna mejoría. Y la habilidad de los entrenadoresrindió frutos para el equipo. Acabó ganando cada juego de la temporada. El día delpartido por el campeonato, Leela tuvo mucha fiebre y no pudo jugar. Nos sentíamosdesilusionados de que se perdiera el último juego, pero Sumant y yo estábamossecretamente agradecidos de que la temporada se acabara. ¡Por fin tendríamos nuestrossábados otra vez!

Por la tarde supimos que el equipo había ganado. El entrenador y su hija pasaron a lacasa con la medalla y el pin del campeonato de Leela. Le agradecimos mucho suconsideración y dedicación. Y a pesar de la carencia de habilidad de Leela comojugadora, se sintió enormemente orgullosa de su medalla, cuyos detalles examinódetenidamente. Nos dimos cuenta de que significaba mucho para nuestra hija que suequipo hubiera ganado, sin importar qué lugar ocupaba en la jerarquía del mismo.Entonces tuve un pensamiento fugaz. ¿Si Leela pudo aprender a amar el futbol, por quéyo no podría hacerlo? ¿Exactamente a qué me estaba resistiendo?

Mientras pensaba en estas cuestiones, caí en la cuenta de que parte de mi lucha paraaceptar a mis hijas como jugadoras de futbol y mi propio estatus como supermamá, teníaque ver con la cultura; amaba mi herencia hindú y la tribu del futbol me parecía extraña.¿Alguna vez podrían ser mi gente con su robusto entusiasmo y su afán competitivo? Y sicompraba la cultura del deporte, ¿estaba de alguna manera rechazando mi propio pasado,más espiritual? ¿Estaba sacrificando mi singularidad?

Su equipo se disponía a jugar en el campeonato regional, así que varias semanas mástarde nos dirigimos a la secundaria de Culver City, y en cuanto nos estacionamos nosdimos cuenta de que entrábamos a una liga diferente. Incluso yo podía decir que esaschicas tenían verdadera habilidad. Nuestras chicas no tenían ninguna oportunidad. O porlo menos eso pensé.

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El equipo de Leela jugó tres partidos ese día y en el angustioso final para decidir a lasganadoras, nuestras jugadoras encontraron su ritmo y anotaron gol tras gol, igualando elnivel de un equipo al que pensamos que nunca podrían derrotar. Después de cuatrocuartos estábamos empatados y cada entrenador envió a sus mejores cinco jugadoraspara el tiempo extra. En un movimiento increíble, nuestra mejor jugadora anotó, ¡yganamos! Leela corrió a la cancha, claramente exultante, y celebró con sus compañerasde equipo. Esta vez, Sumant y yo estábamos barridos por la emoción al igual que losotros padres. Echamos porras, gritamos y felicitamos a las chicas. Y después nosmiramos uno a otro y alzamos las cejas. Uff, más futbol…

Un mes después, por fin nos dirigimos a Riverside para el partido del campeonatodivisional de Leela. Las chicas jugarán tres partidos, y si ganan, habrá otros dos al díasiguiente. Esta es la hora de la verdad. Una cuidadora de perros se quedó con Yoda ehicimos una reservación en el Riverside Mission Inn para hacer del evento una salida defin de semana. No tenemos idea de qué esperar. Nuestros viajes de fin de semanageneralmente son a San Diego o San Francisco; somos urbanitas de pies a cabeza.

Pero lo que podía haber sido ordinario se vuelve extraordinario cuando llegamos aRiverside. La ciudad está llena de gente vestida con ropa del siglo XIX —mujeres convestidos de baile y tocados, hombres con levitas a media pierna, chalecos y sombreros decopa—. Mientras Sumant se registra, las niñas y yo entramos al baño del vestíbulo,donde nos tenemos que apretujar con tres mujeres con faldas con crinolinas. Lospeinados, el maquillaje, las joyas y los zapatos; cada detalle de los atuendos estáimpecablemente a la moda de esa época, así como su elegante dicción decimonónica.

Resulta que es el Festival Anual Charles Dickens de Riverside. Hay ferias en lascalles, lecturas y muestras gastronómicas, un agradable contrapunto al futbol total detiempo completo. Estamos divertidos, asombrados y encantados por igual.

Dejamos nuestras maletas en el hotel y nos dirigimos a los campos de futbol, dondenos sorprendemos casi tanto como con el festival decimonónico. Hay por lo menoscuarenta canchas, una al lado de la otra, y los partidos ya han iniciado en cada una deellas. Las áreas para los espectadores están repletas de familias que se han acomodadopara pasar el día en sillas de playa con hieleras y bocadillos. El torneo atrae gente de todoel sur de California y la diversidad es asombrosa.

Sumant y yo nos vemos y rompemos a reír. ¿Podíamos haber imaginado alguna vez,cuando nos conocimos hace dieciocho años, que llevaríamos a nuestra hija a un torneode futbol de todo el día, rodeados de padres entusiastas y gente disfrazada de época?“Surrealista” ni siquiera empieza a describirlo.

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Y en un lugar dentro de mí un dique estalla. Me rio tan fuerte que me doblo y laslágrimas ruedan por mis mejillas. Todas las aspiraciones y expectativas que he tenidoestán lejos y se ven un poco tontas. Esto es lo que importa, pienso. Esto es de lo que setrata todo. Este momento absurdo y la alegría que surge de estar con mi familia ycompartiendo experiencias. Este es mi significado.

Lo acepto todo. Las caras felices de las niñas. El caos y la competitividad de losdeportes. Lo jocoso del festival Dickens. Las manzanas rebanadas, las rodillasdespellejadas, los esfuerzos tímidos y los feroces, “los vienen esos cinco” y los puñoschocados. No estás en Chopralandia, Mallika. Pero no importa. Esto es quien eres.Esto es lo que es importante en tu vida ahora. Esto es lo que el universo quiere de ti.Avanza y haz las otras cosas: enseña meditación, inicia empresas, difunde lo quesignifica la intención. Esas cosas son importantes, pero tendrán su momento a sudebido tiempo. Ahora es tiempo de que aceptes a tu supermamá interior.

El equipo de Leela juega maravillosamente. No ganan el torneo pero ella estáextasiada con sus logros y siente que forma parte de algo verdaderamente especial. En lacena de celebración —en un bar local rodeados de gente en corsés y sombreros de copa— veo cómo un simple giro hacia la aceptación puede marcar la diferencia en la vida dealguien. Las deficiencias, incertidumbres y dudas que me acosaron durante mesesparecen casi una locura en este momento. Estoy agradecida por mi esposo y por lafamilia que hemos creado, orgullosa de mi hija pequeña porque ha enfrentado susmiedos, y encantada con Tara, que se ha comportado como una hermana mayorcomprensiva. Al cálido resplandor de estos regalos, mis inseguridades se desvanecen enel fondo, y veo con claridad lo ridícula y locamente bendecida que soy en realidad.

Aceptar nuestras bendiciones no se tratasolo de ver el lado soleado o contemplar elmundo a través de cristales color de rosa. Esver las cosas como realmente son, la luz y laoscuridad, y escoger la luz. Es una luchapara todos nosotros enfocarnos en las cosasbuenas cuando las malas pesan mucho ennuestras mentes. Pero vale la penaconsiderar si le estás dando tanta energía alas cosas buenas de tu vida como lo estáshaciendo con loestresante/preocupante/atemorizador; y si nolo estás haciendo, trata de cambiar la balanzaa favor del reconocimiento.

El esfuerzo recompensa. Elreconocimiento es donde viven la esperanza,el optimismo y el amor.

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Mi epifanía del campeonato de futbol, como la recuerdo ahora, no salió de la nada. Laverdad es que mi disposición de ánimo ha estado mejorando desde hace un tiempo. Yasea por mi compromiso de meditar, de notar mis pensamientos, de tratar de cambiar midiálogo interno, de practicar la confianza, de expresar gratitud, de involucrarme enactividades significativas, de dormir más, de comer mejor o de recordarme saborear elmomento, me he estado sintiendo mucho más centrada y feliz.

Y gracias a todas las lecturas y a la reflexión que llevé a cabo el año pasado, heestado haciendo el trabajo preparatorio para una percepción mayor. Y ahora finalmenteha llegado. Lo más sabio que puedo hacer es celebrar quién soy en esta etapa de mi vidamás que preocuparme por quién voy a ser una vez que las chicas dejen la casa. Esta noes la revelación que esperaba, y sin embargo, una parte de mí se pregunta por qué estoysorprendida. Siempre sentí que ser una madre comprometida, presente, amorosa, es lacosa con más sentido que puedo hacer. Es una labor llena de significado, rebosante dealegría, permeada de esperanza y bañada de amor. Ante la pregunta: ¿Cómo puedoservir?, la respuesta no es mucho mejor que esa.

He experimentado un estira y afloja entre ser ordinaria y extraordinaria, entre ser unaportadora de frecuencia, como dice Eckhart Tolle, y alguien que arma un escándalo. Ennuestra cultura extrovertida, delirantemente egoísta, hay una presión constante porsobresalir, por dejar huella, por ser vistos. Pero está bien para todos nosotros serordinarios y lo que nuestras vidas nos brindan en el momento. Eso no significa que nosolvidemos del significado y el propósito o que desistamos de nuestros sueños; significaque acogemos el significado y el propósito que ya existe en nuestras vidas —ahora— ydejamos que nuestras mejores intenciones guíen cada momento lo mejor que podamos.Significa que desechamos nuestros egos y nos conectamos con algo más grande quenosotros mismos. Significa que nos convertimos en lo que realmente somos, incluso siesa persona existe en silencio fuera de los reflectores.

Mientras estos pensamientos revolotean en mi mente, veo con más claridad por qué heluchado por ponerme de acuerdo con mi estatus de supermamá. En parte es la presióncultural de jugar mi rol de mujer moderna. En parte es una necesidad intelectual: quierousar mi mente y hacer el bien mediante mi educación. En parte es ambición. Perotambién hay una considerable dosis de presión familiar. Es autoimpuesta, claro. Nadie meestá presionando para que me convierta en algo grande. Pero, no obstante, siento el pesode nuestra historia familiar. Realizar intenciones más grandes que la vida es algo dellegado familiar.

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Mi abuelo, el padre de mi papá, Daddy, se convirtió en médico en una época en laque ese objetivo era casi inalcanzable en la India británica. A los hindúes no se lespermitía recibir entrenamiento médico. Sin embargo, mi padre estudió mucho más quecualquiera de los hombres blancos que lo rodeaban y fue notado por un médico británicoque abogó por él (y cambió la ley en su favor), y Daddy finalmente viajó a Londres paraestudiar medicina, convirtiéndose en uno de los primeros médicos en India entrenados enOccidente. Su habilidad natural y su carácter amable atrajeron a la gente. Se hizo deseguidores leales e incluso se convirtió en el médico de lord Mountbatten, el último virreyde India. Estaba viviendo su intención de curar. Por la época en que India alcanzó suindependencia de los británicos, Daddy fue uno sus médicos más respetados.

A los veinticinco años se casó con mi abuela, Maa, una mujer con gracia, inteligenciay una gran personalidad. Ella también venía de una familia que hacía énfasis en laeducación, para las hijas así como para los hijos. No tenía pelos en la lengua y eraferozmente protectora con sus seres queridos, y se convirtió en la matriarca de su familiay sus parientes lejanos y de su comunidad.

Daddy convenció a mi papá de que fuera médico, pero al final se dio cuenta de quesu verdadera intención era sanar a la gente por medio de las palabras —a través de susexitosos libros y sus innovadores conocimientos e ideas sobre la mente y el universo—.La elección fue buena para él. Durante las últimas dos décadas se ha ganado el respetodel mundo y una aclamación espectacular.

Cuando me reflejo en el pasado familiarveo que la barra está demasiado alta para mihermano y para mí. El problema es que hepasado tanto tiempo preocupándome porcómo saltarla, que nunca me he detenido aconsiderar si incluso tenía el deseo de brincartan alto. Y ahora que estoy considerando,veo que la respuesta es sí y no. Heredé algode la ambición y la visión de mi padre, y mesiento atraída a continuar su trabajo. Pero micamino no es la carretera. Es la tranquila

vereda del campo, la ruta menos transitada.La realidad es que poseo una saludable dosis de la reticencia y reserva de mi madre.

Como ella, prefiero brillar fuera de los focos. Pero eso no significa que su luz sea menosradiante. Lejos de eso. Ella es el poder detrás del trono. La paciencia, guía y sacrificiosde mi madre han mantenido a la familia en la ruta y me han dado la confianza, la voz y lafuerza para explorar, soñar y encontrar mi propio camino. La veo con mis niñas y memaravillan su energía y atención. Juega, ríe y canta con ellas. Las trata como individuos

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que poseen sus propias ideas, pensamientos y deseos. Les habla, les enseña sobre elmundo, les hace preguntas. Nunca siente que tiene que justificar quién es o lo que hace.Está orgullosa de ser madre y abuela.

De todos aquellos que llegaron antes que yo, mi madre ha tenido la influencia másprofunda en moldear mi destino. Ella es la fuerza más estable en las vidas de nuestrafamilia y está guiada por la intención más poderosa de todas: el amor.

Existe una práctica originaria de Estados Unidos que respeta el linaje familiaralentándote a hacer ciertas preguntas antes de hablar o actuar. “¿Esto honraría a lospadres, a los padres de los padres y a los padres de los padres de los padres? ¿Estoserviría a los hijos, a los hijos de los hijos y a los hijos de los hijos de los hijos?”. Mepregunto si mi excepcionalmente desorganizada mezcla de maternidad, espírituemprendedor y enseñanza de la meditación está a la altura del legado de mi pasado.Después de reflexionar en mi vida este año creo que la respuesta es sí.

Todos tenemos una mezcla única de dones, talentos, perspectivas, así que el desafíoes encontrar nuestra propia mezcla maravillosa. Hacerlo es una de las maneras másseguras para ayudarte a vivir con intención, porque la intención surge de tu alma, dequien eres verdaderamente. Conocerte a ti mismo no siempre es fácil, pero el esfuerzorecompensa con mayor claridad y un sentido más profundo del propósito. No todostenemos fama en nuestro futuro, pero eso no significa que no seremos reconocidos.Ganarse el respeto de la familia, los amigos y los vecinos; crearnos una reputación comobuenos seres humanos; compartir nuestro don con quienes tocamos: esas cosas son tanvaliosas y dignas de reconocimiento como los logros que reciben la aclamación mundial.

Al despertar a mi propósito empiezo a notar a aquellos que me rodean que viven conintención en silencio y sin fanfarrias: los portadores de frecuencia. Ellos llevan concienciaa la vida diaria a través de sus pequeñas actividades e interacciones, como dice EckhartTolle. “De esta forma, ellos dotan a lo aparentemente insignificante de un profundosignificado. Su labor es llevar una gran quietud al mundo estando absolutamentepresentes en cualquier cosa que hacen […]. Influyen en el mundo de manera másprofunda de lo que es visible en la superficie de sus vidas”.

No necesito mirar lejos para encontrar a alguien que da el ancho. Un día en laescuela de las niñas escucho a Dorothy Menzies, la directora, hablarle a los estudiantes ya los padres sobre una oportunidad de voluntariado, y se me ocurre que esta mujerpodría ser el ejemplo de vivir con intención. Dee, como la llamamos, ha sido directora dela Escuela Carlthorp por más de treinta años. Ha supervisado la educación de cientos de

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niños, y también desempeña un papel muy activo en las organizaciones de la comunidad.Tiene la reputación de alguien que no solo proporciona a los niños una educaciónacadémica estelar sino que también los enseña a ser seres humanos ejemplares.

¿Por qué no se me ocurrió entrevistarla antes? Pre-gunto a Dee si desea hablarmesobre vivir con intención. Me responde que le encantaría participar, pero añade que estásorprendida de que la quiera incluir y que no me debo sentir presionada si la entrevista nomarcha bien. Ella es la primera persona a la que me he acercado que me dice algo tanhumilde, lo que me hace admirarla cada vez más.

Dee descubrió el amor por la enseñanza en los inicios de sus veinte años y nuncamiró atrás. Dio clases en primaria, secundaria y universidad, y encontró la manera deconectar con los estudiantes sin importar su edad o sus antecedentes económicos. Perouna tragedia marcó su enseñanza —y su vida— con un sentido mayor de propósito. Suamada hija de trece años, Allison, murió súbitamente de una embolia pulmonar. Estaterrible pérdida pudo haber arruinado el futuro de Dee. Pero aprender a vivir con el dolor—y encontrar significado a su vida a pesar de la pérdida— ha definido el trabajo de suvida desde entonces.

“Nunca te recuperas de la pérdida de un hijo, pero aprendes a vivir con ella —dice—. Allison tenía una gran personalidad, un gran espíritu y un increíble sentido del humor,y su presencia cambió mi vida. Una de las maneras en las que honro su memoria esllevando su espíritu hacia adelante y permitiendo que sea una inspiración para misdecisiones diarias. Puede no estar aquí en persona, pero su presencia está viva, y meesfuerzo para ser un buen ejemplo para ella todos los días.

”Cuando las cosas se ponen difíciles,como ocurre con todos nosotros, mi mantraes ‘Con la ayuda de Dios puedo hacer esto’.Y después coloco un pie adelante del otro ytomo las cosas paso a paso. En parte es fe yen parte es disciplina. Pero es unacombinación que funciona”.

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Ella es la encarnación de vivir con intención.

Mientras pensamientos de amor, honor y servicio giran en mi mente, el festival hindú deHoli se acerca. Conocido como el festival de los colores —y también como el festival delamor—, Holi celebra la llegada de la primavera y el triunfo del bien sobre el mal. DuranteHoli, la gente en India celebra arrojándose unos a otros polvo de colores —comosímbolo de la abundancia de los colores de la primavera—. El festival tiene lugar en lascalles, parques y templos. Es un todos contra todos que se empeora por la adición deglobos de agua, mangueras y pistolas de agua.

Nunca he visto nada igual en Estados Unidos. Es una bacanal. Hay música, baile,redoblar de tambores. Múltiples generaciones, todas las clases sociales, amigos yextranjeros juegan juntos. Para añadirse al delirio, todo mundo consume mucho alcohol yotros toman bhang, una forma legal de cannabis que se mezcla con una bebida lechosa.La probé un año en Holi después de que conocí a Sumant y me reí durante más de unahora. Esa fue una de las pocas ocasiones en las que me lancé a una experiencia concompleto abandono. Me hizo sentir profunda y totalmente viva.

Cuando nos cambiamos a Estados Unidos y tuve a mis hijas, planeé introducirlas alos principales festivales hindúes, como Diwali, la celebración del año nuevo, y Holi, perono imaginaba cómo. Mi amiga Supriya hizo un esfuerzo cada año para recibir a unpequeño grupo de hindúes en su casa para celebrar Diwali. Decíamos una pujatradicional, u oración, comíamos e intercambiábamos regalos, como de costumbre.Admiraba el esfuerzo de Supriya para recrear experiencias para sus hijos que losconectaran con su herencia, y apreciaba el hecho de que nos incluyera en sus fiestas.Pero cuando nos invitaba a las fiestas de Holi siempre me disculpaba. Me decía que nopodía ser auténtica, que no había manera de capturar la alegría y el abandono del festivalfuera de India, y que compartirla con mucha gente que no conocíamos nos haría sentirincómodos y forzados. Juré que en algún momento llevaría a las niñas a India para quevieran y participaran en la experiencia real.

Este año, sin embargo, cuando se acercaba Holi, sentí diferente. Debíamos abrazaresta tradición (sin el bhang), en vivo en el ahora. Leí algo en el libro de Brené Brownque sella el trato. “Las risas, las canciones y la danza crean conexión emocional yespiritual; nos recuerdan la única cosa que verdaderamente importa cuando estamos enbusca de confort, celebración, inspiración o sanación: no estamos solos”.

Llamé a Supriya y le pregunté si pensaba incluirnos en su celebración de Holi. Estuvoencantada de que fuéramos e hizo extensiva la invitación a las amigas de Tara y Leela, ala familia de mi hermano y a quien quisiéramos invitar. Estoy conmovida por sugenerosidad y también muy agradecida.

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anima a vivir a todo su potencial. Es un modelo para todos por igual —maestros,estudiantes y padres—. A su manera silenciosa y confiable, nos eleva y nos lleva consigo.Ella es la encarnación de vivir con intención.

Mientras pensamientos de amor, honor y servicio giran en mi mente, el festival hindú deHoli se acerca. Conocido como el festival de los colores —y también como el festival delamor—, Holi celebra la llegada de la primavera y el triunfo del bien sobre el mal. DuranteHoli, la gente en India celebra arrojándose unos a otros polvo de colores —comosímbolo de la abundancia de los colores de la primavera—. El festival tiene lugar en lascalles, parques y templos. Es un todos contra todos que se empeora por la adición deglobos de agua, mangueras y pistolas de agua.

Nunca he visto nada igual en Estados Unidos. Es una bacanal. Hay música, baile,redoblar de tambores. Múltiples generaciones, todas las clases sociales, amigos yextranjeros juegan juntos. Para añadirse al delirio, todo mundo consume mucho alcohol yotros toman bhang, una forma legal de cannabis que se mezcla con una bebida lechosa.La probé un año en Holi después de que conocí a Sumant y me reí durante más de unahora. Esa fue una de las pocas ocasiones en las que me lancé a una experiencia concompleto abandono. Me hizo sentir profunda y totalmente viva.

Cuando nos cambiamos a Estados Unidos y tuve a mis hijas, planeé introducirlas alos principales festivales hindúes, como Diwali, la celebración del año nuevo, y Holi, perono imaginaba cómo. Mi amiga Supriya hizo un esfuerzo cada año para recibir a unpequeño grupo de hindúes en su casa para celebrar Diwali. Decíamos una pujatradicional, u oración, comíamos e intercambiábamos regalos, como de costumbre.Admiraba el esfuerzo de Supriya para recrear experiencias para sus hijos que losconectaran con su herencia, y apreciaba el hecho de que nos incluyera en sus fiestas.Pero cuando nos invitaba a las fiestas de Holi siempre me disculpaba. Me decía que nopodía ser auténtica, que no había manera de capturar la alegría y el abandono del festivalfuera de India, y que compartirla con mucha gente que no conocíamos nos haría sentirincómodos y forzados. Juré que en algún momento llevaría a las niñas a India para quevieran y participaran en la experiencia real.

Este año, sin embargo, cuando se acercaba Holi, sentí diferente. Debíamos abrazaresta tradición (sin el bhang), en vivo en el ahora. Leí algo en el libro de Brené Brownque sella el trato. “Las risas, las canciones y la danza crean conexión emocional yespiritual; nos recuerdan la única cosa que verdaderamente importa cuando estamos enbusca de confort, celebración, inspiración o sanación: no estamos solos”.

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Conforme se acerca mi fecha límite, espero encontrar un final de cuento de hadas, o unmomento de la olla de oro. En lugar de eso, dos semanas antes de que el plazo del librose venza, me despierto con la cabeza como si estuviera rellena de plomo fundido y elcuerpo invadido de dolores. La piel me duele, los dedos del pie me duelen, las pestañasme duelen. Sumant no está en la ciudad, así que llamo a mi vecina y amiga, Leslie, y lepido que lleve a las niñas a la escuela. Después, llamo a mi madre y le ruego que venga aayudarme unos días. Me quedo en cama los tres días siguientes tosiendo, jadeando, condolores, fiebre y totalmente infeliz.

Los días se escurren y mi fecha de vencimiento se acerca cada vez más, y yo nopuedo siquiera hacer acopio de la energía necesaria para preocuparme. Pero en medio delabotagamiento inducido por el Nyquil, me pregunto si esta es una señal. ¿Es un mensajedel universo que me dice que piense en el panorama general? Si es así, ¿qué panorama sesupone que vea?

En espera del momento de la revelación, medito sobre el año pasado y losacontecimientos que me llevaron hasta donde estoy ahora. Toda mi meditación ybúsqueda espiritual me han conducido a una notoria transformación de mi ser emocional.He hecho algunos cambios en el trabajo, así que ahora tengo más tiempo en casa. Comoresultado, me siento más conectada con mi familia. Y a pesar de que he aceptado elpapel de supermamá, me doy cuenta de que de ninguna manera disminuye mi habilidadintelectual o la posibilidad de futuros logros profesionales. Me siento más en paz en elmomento y con esperanzas para el futuro. A pesar del hecho de que estoy en cama conuna fiebre de treinta y nueve grados, me siento feliz.

Incluso seis meses atrás una enfermedad como esta me habría puesto nerviosa,preocupada por lo que estaba ocurriendo sin mí, sintiéndome culpable por no llevar micarga. Estaba tan anclada en la idea de que yo tenía que hacer todo, y hacerlo bien, queincluso sentía la enfermedad como un fracaso. Ahora me fundo en el abrazo soporíferode la fiebre. Antes de dormirme anoto estas palabras: No se trata de recargarse oexcluirse. Se trata de ser real en el momento y de elegir lo que sea correcto para mí.

Marianne Williamson dice: “La felicidad es lo que nos ocurre cuando nos permitimosreconocer cómo son las cosas realmente”. Vuelvo a recordar el torneo de futbol de Leelay el momento en el que reconocí la alegría de estar presente como familia. Lo quetambién estaba ahí era el amor. Y ahora veo que me rodea cada día.

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Tomo una taza de polvo y se la arrojo a Leela, y después corro tan rápido comopuedo en la otra dirección.

Conforme se acerca mi fecha límite, espero encontrar un final de cuento de hadas, o unmomento de la olla de oro. En lugar de eso, dos semanas antes de que el plazo del librose venza, me despierto con la cabeza como si estuviera rellena de plomo fundido y elcuerpo invadido de dolores. La piel me duele, los dedos del pie me duelen, las pestañasme duelen. Sumant no está en la ciudad, así que llamo a mi vecina y amiga, Leslie, y lepido que lleve a las niñas a la escuela. Después, llamo a mi madre y le ruego que venga aayudarme unos días. Me quedo en cama los tres días siguientes tosiendo, jadeando, condolores, fiebre y totalmente infeliz.

Los días se escurren y mi fecha de vencimiento se acerca cada vez más, y yo nopuedo siquiera hacer acopio de la energía necesaria para preocuparme. Pero en medio delabotagamiento inducido por el Nyquil, me pregunto si esta es una señal. ¿Es un mensajedel universo que me dice que piense en el panorama general? Si es así, ¿qué panorama sesupone que vea?

En espera del momento de la revelación, medito sobre el año pasado y losacontecimientos que me llevaron hasta donde estoy ahora. Toda mi meditación ybúsqueda espiritual me han conducido a una notoria transformación de mi ser emocional.He hecho algunos cambios en el trabajo, así que ahora tengo más tiempo en casa. Comoresultado, me siento más conectada con mi familia. Y a pesar de que he aceptado elpapel de supermamá, me doy cuenta de que de ninguna manera disminuye mi habilidadintelectual o la posibilidad de futuros logros profesionales. Me siento más en paz en elmomento y con esperanzas para el futuro. A pesar del hecho de que estoy en cama conuna fiebre de treinta y nueve grados, me siento feliz.

Incluso seis meses atrás una enfermedad como esta me habría puesto nerviosa,preocupada por lo que estaba ocurriendo sin mí, sintiéndome culpable por no llevar micarga. Estaba tan anclada en la idea de que yo tenía que hacer todo, y hacerlo bien, queincluso sentía la enfermedad como un fracaso. Ahora me fundo en el abrazo soporíferode la fiebre. Antes de dormirme anoto estas palabras: No se trata de recargarse oexcluirse. Se trata de ser real en el momento y de elegir lo que sea correcto para mí.

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Estoy consciente de que soy una criatura de Dios. Es una comprensión tan

sorprendente pensar que “aquello” que hizo a las moscas y a las montañas, los ríos y las

estrellas, también me hizo a mí. Rezo por tener la humildad de saber que hay algo más

grande que yo.

Cuando siento el amor de mi madre, siento amor, punto —de Dios, del universo, dela divinidad—. Y debe ser lo mismo cuando les doy amor a mis hijas, a mi marido, a mispadres, a mis amigos. El amor nos une a todos y nos eleva.

Este año no se ha tratado de perder cuatro kilos o dejar el azúcar o tener una agendaorganizada o incluso hacer algo grande en este mundo. Ha sido encontrar quién soy yaceptar a mi verdadero yo —la Mallika que es inteligente, capaz, insegura, tonta, fuerte,callada, vulnerable y total, justo como soy—, parte de una totalidad más grande que nosconecta a todos. Mi labor ahora es permitir que esa persona sea tan real y amorosa yalegre y presente como pueda a cada momento.

Eso es lo que todos necesitamos hacer. Encontrar quiénes somos verdaderamente ydejar que la fuerza de esa persona brille y guíe su camino hacia un propósito mayor y lapaz. Al profundizar en nuestros dones interiores y al vivir cada día de acuerdo con lasmejores, más valiosas y más honorables intenciones, encontraremos nuestro camino en elmundo.

Cuando terminamos el postre (sí, todavía como azúcar), Leela alza su vaso de agua,y haciendo voz de adulto dice: “Por nosotros”. Mi mamá y yo reímos y también alzamosnuestros vasos.

Por todos nosotros, sonrío.Por vivir con amor, propósito y alegría.Por vivir con intención.

Notas:

1 El Oxford Advanced Learner’s Dictionary define a la mamá tigre como una madre estricta y demandante, queempuja a sus hijos a altos niveles de desempeño mediante métodos que se consideran típicos de la crianza enChina y otras partes de Asia. (N. de la T.)

2 Samosas: empanadillas en forma triangular; bhel puri: platillo hindú que consiste en arroz inflado, cebollas,especias y chutney picante; paratha: pan elaborado con harina de trigo en una sartén caliente con ghee (aceite)y que generalmente se rellena de diferentes verduras. (N. de la T.)

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EpílogoPOR DEEPAK CHOPRA

La historia de Mallika es cercana porque es una travesía que todos hacemos. Eldesorden, el caos, la confusión, la agitación, así como el dolor y el sufrimiento, son partedel viaje, e incluso lo pueden hacer interesante en la medida en que no nos quedemosatascados ahí. Cuando Mallika nació, yo no tenía ni la mitad de la sensatez que ella tieneahora, ni mi vida estaba en orden al estar sujeta a patrones y comportamientos adictivos.Si no hubiera sido por su madre, mi esposa, Rita, nuestros hijos pudieron haberseconvertido en adultos problemáticos, ya que por muchos años yo les di un ejemplo muydeficiente.

El propósito de la vida de Rita siempre ha sido la materialización total de lamaternidad. Ahora sé que la maternidad es la profesión más sagrada que pueda existir.¿Qué puede haber más grande que ser un catalizador para desplegar el potencial infinitoque está presente en un niño? Ahora que me encuentro en el otoño de mi vida, me doycuenta de que transformé mis patrones adictivos en una obsesión por la sanación. Estefue un camino largo y turbulento, pero en mi opinión me fui transformando lentamenteen un auténtico sanador de cuerpo y mente.

Entonces, ¿cuál es mi propósito ahora? Puede resultar casi absurdo para la gente que,más allá de encontrar una inmensa felicidad de estar en compañía de mis nietos, mi únicopropósito ahora sea permanecer en la existencia, en la conciencia y en la ecuanimidad.

Ahora me siento como el viajero de un tren que se prepara para hacer las maletaspara su destino final. Pero para ese destino final, aun cuando mis maletas ya estánhechas, tendré que dejarlas en el tren.

He aquí algunas apreciaciones que pueden ser útiles para quienes estén listos parahacer uso de ellas.

El objetivo final de toda intención y deseo es haber vivido una vida plena. Las quesiguen son claves para la realización que he reunido en toda una vida de experiencia conmuchas pruebas y tribulaciones a lo largo del camino. Aquí están:

1. Aprende a nutrir tu cuerpo con sueño, movimiento y comida saludable. Y escuchasu sabiduría, que se expresa por medio de señales de confort y malestar. Cuandoescojas un comportamiento particular, pregunta a tu cuerpo: “¿Cómo te sientes con

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esto?”. Si tu cuerpo envía una señal de aflicción física o emocional, cuidado. Simanda una señal de confort y entusiasmo, procede.

2. Aprende a vivir en el presente porque este es el único momento que tienes.Sorpréndete cuando no estás en el momento. De otra manera tu vida pasará comosi caminaras entre sueños. Mantén tu atención en lo que está aquí y ahora. Buscala plenitud de la vida en cada momento. Acepta lo que llega a ti total ycompletamente, de manera que lo valores, aprendas de eso y después lo dejes ir. Elpresente es como debe ser. Refleja las infinitas leyes de la naturaleza que te hanllevado a ese pensamiento exacto, a esa respuesta física precisa. Este momento escomo es porque el universo es como es. No luches contra el infinito proyecto delas cosas; en su lugar sé uno con ellas.

3. Dedica tiempo cada día, aunque sean cinco o diez minutos, para estar en silencio,para reflexionar y meditar. Pregúntate: ¿Quién soy? ¿Existe un “yo” más allá delnombre y la forma? Pregunta a tu profundo ser verdadero qué es lo que realmentedesea. Aprende a apreciar una mente tranquila. Con los años me he dado cuenta deque una mente quieta es más poderosa que una mente positiva. Si bien eloptimismo es bueno, un estado de ánimo positivo forzado puede ser en realidadmuy estresante y exasperante para otros. Si aprendes a silenciar tu diálogo internoy a poner atención en tu vida interior, te guiará la intuición más que lasinterpretaciones impuestas externamente de lo que es y no es bueno para ti.

4. Renuncia a tu necesidad de aprobación externa (para mí, esta ha sido una lucha detoda una vida). En cierto punto, si estás consciente, te darás cuenta de que solo túeres el juez de tu mérito, y tu objetivo es descubrir el infinito valor en tu interior,sin importar lo que piensen los demás. Existe una gran libertad en esta realización.

5. Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante cualquier persona ocircunstancia, date cuenta de que solo estás luchando contigo. Desplegar resistenciaes la respuesta de defensas generadas por viejas heridas.

6. Debes saber que el mundo de “allá afuera” refleja tu realidad “aquí”. Las personasante las que reaccionas de manera más poderosa, ya sea con amor o desagrado uodio, son proyecciones de tu mundo interior. Lo que más te disgusta es lo que másniegas de ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas para ti mismo. Empleael espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es elautoconocimiento. Cuando lo logras, lo que más deseas estará presenteautomáticamente, y lo que más te disgusta, desaparecerá.

7. Deshazte de la carta del juicio moral —te sentirás más ligero—. Enjuiciar imponelo bueno y lo malo en situaciones que solo son. Cuando juzgas eliminas lacomprensión y cancelas el proceso de aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu

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falta de autoaceptación. Recuerda que cada persona que perdonas se añade al amorpor ti.

8. No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea a través de la comida, la bebida o lasemociones tóxicas. Tu cuerpo es mucho más que un sistema que mantiene la vida.Es el vehículo que te transportará en el viaje de tu evolución. La salud de cadacélula de tu cuerpo contribuye a tu estado de bienestar, porque cada célula es unpunto de conciencia dentro del campo de conciencia que eres tú.

9. Reemplaza comportamientos motivados por el miedo con conductas motivadaspor el amor. El miedo es producto de la memoria, que vive en el pasado. Recordarlo que nos hirió antes dirigirá nuestras energías a cerciorarnos de que una viejaherida no se repetirá. Pero tratar de imponer el pasado en el presente nuncaeliminará la amenaza de ser heridos. Eso solo ocurre cuando encuentras seguridaden tu propio ser, que es el amor. Incitado por la verdad en tu interior, puedesenfrentar cualquier amenaza porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo.

10. Entiende que el mundo físico es solo el espejo de una inteligencia más profunda.La inteligencia es lo invisible organizado o toda la materia y energía, y debido a queuna parte de esta inteligencia reside en tu interior, compartes el poder organizadordel cosmos. Debido a que eres inseparable, a que estás vinculado con todo, nopuedes permitirte ensuciar el aire y el agua del planeta. Y en un nivel personal nopuedes permitirte vivir con una mente tóxica, porque cada pensamiento deja unaimpresión en el campo entero de la inteligencia. Vivir en equilibrio y pureza es elmayor bien para ti y el universo.

Estoy seguro de que has escuchado trozos y pedazos de este tipo de consejos a lolargo del camino. Algunas cosas que he mencionado pueden incluso sonar a clichés, peroeso no las hace menos profundas y útiles. Gradualmente he acogido estas intenciones enmi vida, algunas sin luchar, otras con gran dificultad y otras con un sufrimiento real. Sivives intencionadamente, con toda seguridad llega el día en que la adicción a lassensaciones, al poder y a la seguridad empieza a perder su punto de apoyo. Lasadicciones son reemplazadas por apegos. Los apegos dan lugar a la preferencia. Lapreferencia va seguida de la elección, la intención sutil y el dejar ir. Este estado elevado,para utilizar una frase del gran filósofo hindú Jiddu Krishnamurti, es la conciencia sinelección, en la cual la respuesta correcta a cada situación llega a ti así como ocurre. Estees el estado que las tradiciones de sabiduría llaman de libertad total. Todas las tradicionesde sabiduría aspiran a él. Ese es mi deseo para Mallika, para mis nietos y para todos losque lean este libro.

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vivir con intención

apuntes para no olvidar

ImplantaAquieta tu mente para acceder a tus intenciones más profundas; ve adónde te lleva.

NotaSé consciente de tus pensamientos y acciones. Pon atención a lo que te digan que teproporcione significado y sentido de propósito, y busca señales que te señalen tuverdadero camino.

Ten confianzaTen confianza en tu conocimiento interior —y en los mensajes que el universo te envía— y permite que ese conocimiento te guíe hacia adelante.

ExpresaEscribe tus intenciones; exprésalas en voz alta o compártelas con otros para abrazarlaspor completo y permitirte avanzar en tu travesía.

NutreSé amable contigo mientras tratas de encontrar tu camino. La intención no siempre es unsendero directo, justo como la vida, y darte oportunidades para intentar —y fallar— amenudo es parte de, e incluso es crucial para, el proceso.

Toma acciónUna vez que has identificado una intención, o incluso muchas, no te sientes a esperar aque esta se manifieste mágicamente; en vez de eso da los pasos prácticos que puedenhacer que cada una se vuelva realidad. Es más fácil seleccionar una intención primero y

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establecer objetivos a corto plazo para ayudarte a empezar.

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mis intenciones de hoy

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acerca de la autora

Mallika Chopra es madre, empresaria de medios, autora y una voz notable en los camposde la crianza, la meditación y el poder de la intención. Sus libros anteriores 100 Promisesto My Baby (Cien promesas a mi bebé) y 100 Questions from My Child (Cien preguntasde mi hijo), se han traducido y vendido en más de veinte países.

Mallika es fundadora de Intent.com —un sitio en línea para transformar tusintenciones en acciones tangibles e inspirar a otros a hacer lo mismo—. Su intención esutilizar el poder de las redes sociales para conectar con gente de todo el mundo paramejorar sus vidas, sus comunidades y el planeta.

Visita Intent.com para leer el blog de Mallika, compartir tus propias intenciones yconectar con otros, y descarga la aplicación gratuita Intent para incorporar la intención atu vida diaria.

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Título original: Living with Intent: My Somewath Messy Journey to Purpose, Peace, and Joy

Traductor: María Teresa Solana

Diseño de portada: Jess MorphewAdaptación a la versión en español: Liz BattaImagen de portada: © 2015, Yumi Sakugawa (frente), (vuelta) Elena Kalistratova/ShutterstockFotografía del autor: Kwaku AlstonDiseño de interiores: Felipe López / Grafia Editores

© 2015, Mallika Chopra

Esta traducción es publicada por acuerdo con Harmony Books, un sello de Crown Publishing Group, una divisiónde Penguin Random House LLC e Internacional Editors Co

Derechos mundiales exclusivos en español

© 2016, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.Bajo el sello editorial DIANA M.R.Avenida Presidente Masarik núm. 111, Piso 2Colonia Polanco V SecciónDeleg. Miguel HidalgoC.P. 11560, México, D.F.www.planetadelibros.com.mx

Primera edición: enero de 2016ISBN: 978-607-07-3221-8

Primera edición en formato epub: enero de 2016ISBN: 978-607-07-3228-7

No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni sutransmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, porgrabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts.229 y siguientes de la Ley Federal de Derechos de Autor y Arts. 424 y siguientes del Código Penal)

Hecho en MéxicoConversión eBook: TYPE

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Índice

PORTADILLA 2ÍNDICE 4AGRADECIMIENTOS 9INTRODUCCIÓN 11UNO EL CAMINO HACIA LA INTENCIÓN 15DOS IMPLANTA 30TRES NOTA 49CUATRO TEN CONFIANZA 67CINCO EXPRESA 85SEIS NUTRE 102SIETE TOMA ACCIÓN 122OCHO VIVIR CON INTENCIÓN 138EPÍLOGO POR DEEPAK CHOPRA 152VIVIR CON INTENCIÓN: APUNTES PARA NO OLVIDAR 156MIS INTENCIONES DE HOY 158MI MAPA MENTAL 159MI CÍRCULO DE EQUILIBRIO 160ACERCA DE LA AUTORA 161CRÉDITOS 162PLANETA DE LIBROS 163

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