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Domingo de Ramos en la pasión del Señor ciclo A DIÓCESIS DE GRANADA EN COLOMBIA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN PUERTO LLERAS, META. TEL: 3123053921 1

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DIÓCESIS DE GRANADA EN COLOMBIA

PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

PUERTO LLERAS, META.

TEL: 3123053921

Pbro. Duilver Octavio Galviz Loaiza.

Párroco.

OMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Preparativos

Domingo de Ramos en la pasión del Señor ciclo A

·

1

· Mesa con su respectivo mantel

· Agua para rociar los ramos

· Alba y ornamentos rojos

· Ramos

· Cruz

· Canto

1. En este día la Iglesia conmemora la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por esta razón, en todas las misas se recuerda este ingreso del Señor, por medio de la procesión o la entrada solemne antes de la misa principal, o por medio de la entrada simple antes de las otras misas. La entrada solemne, pero no la procesión, puede repetirse antes de aquellas misas que se celebran con gran asistencia de fieles.

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén

Primer forma: Procesión

2. A la hora indicada el pueblo se reúne en una iglesia menor o en otro lugar apto, pero fuera del templo hacia el cual se dirigirá la procesión. Los fieles tienen ramos en sus manos.

3. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos para la misa, se dirigen al lugar donde el pueblo se encuentra congregado. El sacerdote, en lugar de la casulla, puede usar la capa pluvial roja, que dejará una vez concluida la procesión.

4. Mientras tanto se canta la siguiente antífona u otro canto adecuado:

Antífona (Mt 21,9)

¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en las alturas!

5. Entonces: el sacerdote y los fieles se signan, mientras el sacerdote dice: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseguida saluda al pueblo como de costumbre; y hace una breve monición para invitar a los fieles a participar en la celebración de este día en forma activa y consiente, con estas u otras palabras semejantes:

Queridos hermanos:

Después de haber preparado nuestros corazones desde el principio de la Cuaresma con obras de penitencia, y de caridad, nos reunimos hoy para iniciar con toda la Iglesia la celebración del misterio pascual de

Para consumar este misterio

Él mismo hizo su entrada a Jerusalén, en su ciudad. Por eso, conmemorando con fe y devoción esta entrada salvífica, sigamos al Señor para que, Participando por la gracia de los frutos de su cruz, tengamos también parte en su resurrección y en su vida.

6. Después de esta monición, el sacerdote, para bendecir los ramos dice una de las siguientes oraciones, teniendo las manos juntas:

Oremos.

Dios todopoderoso y eterno,

santifica con tu bendición estos ramos, para que nosotros,

que seguimos exactamente a Cristo Rey, podamos llegar, por Él, a la eterna Jerusalén.

Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

O bien:

Oremos.

Aumenta, o Dios, la fe y escucha compasivo las súplicas de quienes esperamos en ti; para que quienes recibimos con ramos a Cristo triunfante, podamos ofrecerte, en Él, el fruto de la buenas obras. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

En silencio, rocía los ramos con agua bendita.

7. A continuación el diacono, o en su defecto el sacerdote, de la manera acostumbrada el Evangelio de la entrada del Señor: a Jerusalén, según uno de los cuatro evangelistas. Se pueda usar incienso según la circunstancias.

AÑO A

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21,1-11)

Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles:

«Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver en seguida».

Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: «Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga».

Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas.

La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!»

Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es este?».Y la gente respondía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea».

Palabra del Señor.

8. Después del Evangelio, se puede hacer una breve homilía. Para iniciar la procesión, el sacerdote o el diacono u otro ministro laico, puede hacer una monición corta, con estas u otras palabras semejantes.

Amadísimos hermanos, Imitemos a la muchedumbre que aclamaban a Jesús en su entrada a Jerusalén y, vayamos cantando y glorificando a Dios para celebrar sus maravillas.

O bien (se pude cantar)

Avancemos en paz

En este caso todos responden:

En el nombre de Cristo. Amén

9. se inicia con la procesión hacia la Iglesia en la que se celebrará la misa. Si se usa incienso, el turiferario va adelante con el incensario humeante; lo sigue un ministro con la cruz adornada con palmas, según la costumbre de los lugares, sigue el diácono quien lleva el evangeliario, el sacerdote con los ministros, y después A continuación va el sacerdote con los demás ministros, después de ellos, el pueblo, llevando ramos en las manos.

Durante la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes cánticos o bien otros similares:

Antífona 1

Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, aclamando: "¡Hosanna en el cielo!"

Esta antífona se puede intercalar entre los versículos del salmo 23.

SALMO 23

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,

el orbe y todos sus habitantes

Él la fundó sobre los mares,

Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

(Se repite la antífona)

¿Quién podre subir a la Montaña del Señor

¿Quién pode estar en su recinto sacro?

El hombre de manos inocente y puro el corazón,

que no confía en los ídolos,

ni jura contra el prójimo en falso.

(Se repite la antífona)

Ese recibirá la bendición del Señor,

Le hará justicia el de Dios de Salvación.

Este es el grupo que buscan al Señor,

Que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

(Se repite la antífona)

¡Portones! alcen los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va entrar el Rey de la gloria!

(Se repite la antífona)

¿Quién es ese Rey de la Gloria?

Es el Señor, héroe valeroso;

El Señor, héroe de la guerra.

(Se repite la antífona)

¡Portones! alcen los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va entrar el Rey de la gloria!

(Se repite la antífona)

¿Quién es ese Rey de la Gloria?

Es el Señor, Dios de los ejércitos;

Él Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

Antífona 2

Los niños hebreos extendían sus manos por el camino y aclamaban:

¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Esta antífona se puede intercalar entre los versículos del salmo 46.

SALMO 46

Pueblos todos, batan palmas,

aclamen a Dios con gritos de júbilo;

porque el Señor es sublime y terrible,

emperador de toda la tierra.

(Se repite la antífona)

Él nos somete los pueblos,

y nos sojuzga las naciones;

Él nos escogió por heredad suya,

gloria de Jacob su amado.

(Se repite la antífona)

Dios asciende entre aclamaciones,

El señor al son de trompetas.

toquen para Dios, toquen,

toquen, para nuestro Rey, toquen.

(Se repite la antífona)

porque es el Rey del mundo,

toquen con maestría.

Dios reina sobre las naciones,

Dios se sienta en su trono sagrado.

(Se repite la antífona)

Los príncipes de los gentiles se reúnen

con el pueblo del Dios de Abraham;

porque Dios son los grandes de la tierra,

y él es excelso.

(Se repite la antífona)

HIMNO A CRISTO REY

Coro:

‘‘Cantemos himnos fervientes a Cristo Salvador’’

Los niños entonaban: ‘’Hosanna, honor’’.

Todos repiten: cantemos himnos.

Hijo Tú de David, eres el rey de Sión,

que vienes en nombre bendito del Señor.

Todos repiten: cantemos himnos.

En el cielo te alaban los ángeles de Dios;

con los hombres canta toda la Creación.

Todos repiten: cantemos himnos.

con palmas los hebreos salieron de Ti en pos:

nosotros te aclamamos con cantos y oración.

Todos repiten: cantemos himnos.

Con himnos te alababan antes de tu pasión:

Escucha nuestros cantos, Rey Cristo Salvador.

Todos repiten: cantemos himnos.

Ese coro inocente de niños te agradó:

Recibe nuestros votos, clemente Redentor

Todos repiten: cantemos himnos.

10. Al llegar la procesión a la iglesia, se canta el siguiente responsorio, u otro canto apropiado que trate de la entrada del Señor.

RESPONSORIO:

V. Al entrar el Señor en la ciudad santa,

los niños hebreos anunciando la resurrección del Señor de la vida, con ramos de palma, aclamaba:

Hosanna en el cielo.

R. Hosanna en el cielo.

V. Al enterarse el pueblo que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a su encuentro ramos de palma, aclamaba:

R. Hosanna en el cielo.

11. Al llegar al altar, el sacerdote lo venera como de costumbre, y según le convenga, lo inciensa. Luego se dirige a la sede donde se quita la capa pluvial, si la usó y se coloca la casulla. Omitidos los demás rito iniciales de la misa y, según la circunstancias el señor ten piedad, dice la oración colecta de la misa, la cual prosigue como de costumbre.

 Segunda forma: Entrada solemne

12. Donde no se puede hacer la procesión fuera de la Iglesia, la entrada del Señor se conmemora por medio de una entrada solemne antes de la misa principal.

13. Los fieles se reúnen en la puerta del templo, o bien dentro del mismo, con los ramos en sus manos. El sacerdote, los ministros y un grupo de fieles se dirigen a un sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio, desde donde la mayor parte de los fieles pueda ver el desarrollo del rito.

14. Mientras el sacerdote se dirige al lugar elegido, se canta la antífona "Hosanna" u otro canto adecuado. En este lugar se bendicen los ramos y se proclama el evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se ha indicado más arriba (números 5-7). Después del evangelio, el sacerdote con los ministros y el grupo de fieles que lo acompañó más de cerca, se dirigen solemnemente por la iglesia hacia el presbiterio, mientras se canta el responsorio "Al entrar el Señor" (número.10) u otro canto adecuado.

15. Cuando el sacerdote ha llegado al altar, lo venera. Luego se dirige a la sede y, omitiendo los ritos iniciales de la misa, según la circunstancia el Señor ten piedad, pronuncia la oración colecta de la misa y continúa la liturgia de la manera habitual.

Tercera forma: Entrada simple

16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se conmemora la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla.

17. Mientras el sacerdote se dirige al altar se canta la antífona de entrada con su salmo (número18) u otro canto que aluda la entrada del Señor. El sacerdote, al llegar al altar lo venera, se dirige a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera habitual.

En las misas sin pueblo y en las que no es posible hacer el canto de entrada, el sacerdote llega al altar, lo venera, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada.

18. ANTÍFONA DE ENTRADA

Seis días antes de la solemnidad de la Pascua, al entrar el Señor en la ciudad de Jerusalén, los niños salieron a su encuentro llevando en sus manos ramos de palmas y aclamando en voz alta:

· ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito, Tú, que has venido con la abundancia de tu misericordia!

¡Portones! Alcen los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la Gloria.

¿Quién es ese Rey de la Gloria?

El Señor Dios de los ejércitos:

Él es el Rey de la Gloria.

· ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito, Tú, que has venido con la abundancia de tu misericordia

MISA

19. Des de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote inicia la celebración de la misa con la oración colecta.

20. Oración colecta.

Dios todopoderoso y eterno;

Por cuya voluntad nuestro salvador

se hizo hombre y murió en la cruz

para dar al género humano ejemplo de humildad,

concédenos, en tu bondad,

que aprendamos las enseñanzas de su pasión

y merezcamos participar de su resurrección.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios por los siglos de los siglos.

MONICIÓN A LA PALABRA DE DIOS

Escuchemos con atención y gozo los acontecimientos de nuestra redención, narrados en la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, reconociendo como cristianos, que el reino de Cristo se ha venido a instaurar no con la violencia, sino con la muerte Redentora que nos regala la vida.

PRIMERA LECTURA

La figura del siervo que se autopresenta tiene el dolor de toda creatura, pero también la confianza que ilumina el sufrimiento. El mensaje que anuncia es él mismo. Quiere ser palabra de aliento para todos los abatidos. El no está en posesión del sentido que anuncia; pero está a la escucha y lo oye siempre de nuevo. Hay perspectiva al dolor del pueblo desterrado. Dios está en el sufrimiento con el siervo. Y siervos de Dios son todos los que sufren y escuchan el sentido. En ellos se redime el dolor.

 Lectura del Profeta Isaías (50,4-7).

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.

El Señor Dios me ha abierto el oído;y yo no me he rebelado ni me he echado atrás.

Ofrecí la espalda. a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba.

No oculté el rostro a insultos y salivazos.

Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal,y sé que no quedaré avergonzado.

Palabra de Dios

R/. Te alabamos Señor

SALMO RESPONSORIALSal 21,8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

 R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme se burlan de mí,hacen visajes, menean la cabeza:«Acudió al Señor, que le ponga a salvo;que lo libre si tanto lo quiere.» R/.

Me acorrala una jauría de mastines,me cerca una banda de malhechores:me taladran las manos y los pies,puedo contar mis huesos. R/.

Se reparten mi ropa,echan a suerte mi túnica.Pero tú, Señor, no te quedes lejos;fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.

Contaré tu fama a mis hermanos,en medio de la asamblea te alabaré. R/.

Fieles del Señor, alabadlo,linaje de Jacob, glorificadlo,temedlo, linaje de Israel. R/.

SEGUNDA LECTURA

Jesús aceptó esta notable humillación recordada por el himno, más que haciéndose hombre, "encarnándose", viviendo día tras día la existencia humana, y aceptando sus limitaciones concretas, especialmente la de la muerte.

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses (2,6-11.)

Hermanos:

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo-, y toda lengua proclame: « ¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.

 EVANGELIO

El primer acto de la Pasión de Jesús es la negación de Jesús como superhombre: él se angustia mortalmente ante la perspectiva de la Pasión. Solamente cede, tras una larga oración en la que acepta la muerte como voluntad de Dios. El masoquismo -ni siquiera el heroico- tiene nada que ver con la mística cristiana.

La pasión y muerte de Cristo tiene su sacramento en la Eucaristía. Su celebración nos manifiesta cómo Jesús fue capaz de ir hasta la muerte por salvar a sus hermanos. Su vida aparece en la cruz como «la sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados».

El texto entre [ ] puede omitirse por razones pastorales

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 26,14-27,66.

C. En aquel tiempo [uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

S. -¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?

C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

S. + -¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

C. El contestó:

+ -Id a casa de Fulano y decidle: «El Maestro dice: mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu ''casa con mis discípulos.»

C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían dijo:

+ -Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.

C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

S. -¿Soy yo acaso, Señor?

C. El respondió:

+ -El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del Hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido.

C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

S. -¿Soy yo acaso, Maestro?

C. El respondió:

+ -Así es.

C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:

+ -Tomad, comed: esto es mi cuerpo.

C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:

+ -Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.

C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:

+ -Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño.» Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.

C. Pedro replicó:

S. -Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.

C. Jesús le dijo:

+ -Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás.

C. Pedro le replicó:

S. -Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.

C. Y lo mismo decían los demás discípulos.

Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Get'semaní, y les dijo:

+ -Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.

C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse

Entonces dijo:

+ -Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.

C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:

+ -Padre mío, si es posible que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.

C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos.

Dijo a Pedro:

+-¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.

C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:

+ -Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras.

Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:

+ -Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.

C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:

S. -Al que yo bese, ése es: detenedlo.

C. Después se acercó a Jesús y le dijo:

S. -¡Salve, Maestro!

C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:

+ -Amigo, ¿a qué vienes?

C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote.

Jesús le dijo:

+ -Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? El me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.

C. Entonces dijo Jesús a la gente:

+ -¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.

C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.

Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:

S. -Este ha dicho: «Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días.»

C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:

S. -¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?

C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:

S. -Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

C. Jesús le respondió:

+ -Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.

C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:

S. -Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?

C. Y ellos contestaron:

S. -Es reo de muerte.

C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros; lo golpearon diciendo:

S. -Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado.

C. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:

S. -También tú andabas con Jesús el Galileo.

C. El lo negó delante de todos diciendo:

S. -No sé qué quieres decir.

C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:

S. -Este andaba con Jesús el Nazareno.

C. Otra vez negó él con juramento:

S. -No conozco a ese hombre.

C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron:

S. -Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento.

C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:

S. -No conozco a ese hombre.

C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces.» Y saliendo afuera, lloró amargamente.

Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.

Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y senadores diciendo:

S. -He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.

C. Pero ellos dijeron:

S. -¿A nosotros qué? ¡Allá tú!

C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas dijeron:

S. -No es licitó echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre.

C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.»]

Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:

S. -¿Eres tú el rey de los judíos?

C. Jesús respondió:

+ -Tú lo dices.

C. Y mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:

S. -¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?

C: Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:

S. -¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?

C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:

S. -No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.

C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.

El gobernador preguntó:

S.-¿A cuál de los dos queréis que os suelte?   

C.-Ellos dijeron:

S.-A Barrabás.

C.Pilato les preguntó:

S. -¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?

C. Contestaron todos:

S. -Que lo crucifiquen.

C. Pilato insistió:

S. -Pues, ¿qué mal ha hecho?

C. Pero ellos gritaban más fuerte:

S. -¡Que lo crucifiquen!

C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:

S. -Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!

C. Y el pueblo entero contestó:

S. -¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una. corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: 

S.-¡Salve, rey de los judíos!

C.-Luego lo escupían, le quitaban la caña y, le golpeaban con ella la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: ÉSTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Los que pasaban; lo injuriaban y decían meneando la cabeza:

S. -Tú que, destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.

C. -Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:

S. -A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?

C. -Hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban.

Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:

+ -Elí, Elí, lamá sabaktaní.

C. (Es decir:

+ -Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?).

C. Al oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron:

S. -A Elías llama éste.

C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían:

S. -Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.

C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.

El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:

S. -Realmente éste era Hijo de Dios.

[C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.

Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia; lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.

María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.

A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:

S. -Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: «A los tres días resucitaré.» Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: «Ha resucitado de entre los muertos.» La última impostura sería peor que la primera.

Pilato contestó:

S. -Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.

C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.]

Palabra del Señor.

R/. Gloria a ti Señor Jesús

ORACIÓN UNIVERSAL

Hermanos, supliquemos a Dios Padre que extienda la gracia de la pasión del Señor Jesús, rey y mediador de la nueva alianza, a todos los hombres.

-Por todos los cristianos, para que comprendamos la necesidad de crucificar en nosotros mismos cuanto desfigura nuestra dignidad de hijos de Dios.

R. Te rogamos, Señor.

- Por cuantos sufren en distintas modalidades, a fin de que el sacrificio fundamental de Cristo les dé valor y santifique sus sufrimientos.

-Por nuestros hermanos difuntos, para que lleguen a la resurrección por los méritos de la pasión y glorificación de Cristo.

- Por todos nosotros, para que aprendamos a aceptar el trabajo y la fatiga como participación efectiva en los sufrimientos de Cristo.

Padre bondadoso, escucha nuestras súplicas y haz que podamos por la vivencia del misterio pascual, en esta semana santa, lo no podemos alcanzar por nuestros solos esfuerzos. Te lo pedimos por el mismo Cristo Nuestro Señor.

21. Para la lectura de la historia de la Pasión no se emplean cirios ni el inciensa, ni el saludo, ni la signación del libro. La lectura el está a cargo de un diácono o, si falta éste, del mismo sacerdote. Lo pueden hacer también otros lectores, reservándose para el sacerdote, en cuanto sea posible, la parte propia de Cristo.

El Diácono pero no los otros lectores, pide la bendición al sacerdote, antes de proclamar la bendición como se acostumbra antes de Evangelio.

22. Terminada la Pasión se juzga oportuno, puede hacerse una breve homilía. También puede guardarse un tiempo breve de silencio.

Se dice Credo, y se hace la oración universal.

23. Oración sobre las ofrendas

Por la pasión gloriosa de de tu Unigénito

Llegue pronto, Señor, a nosotros tu perdón;

Y, aunque nuestras obras no lo merezcan,

Que la mediación de este sacrificio único

Nos haga recibir tu misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

24. Prefacio

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Quien, siendo inocente,

se dignó sufrir por los pecadores

y fue condenado injustamente por los impíos;

con su muerte lavó nuestros pecados

y con su resurrección nos adquirió la justificación.

Por eso, nosotros, con todos los ángeles te alabamos y aclamamos, llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo.

25. ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. (MT. 26,42)

27. Oración después de la comunión

Alimentados con este sacrificio,

te pedimos, suplicantes, Señor,

que, así como por la muerte de tu Hijo

fortaleciste en nosotros la esperanza,

de obtener cuanto la fe nos promete,

nos concedas , por su resurrección,

la plena posesión de la gloria que anhelamos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Mira, Señor, con bondad esta familia tuya,

Por la cual nuestro señor Jesucristo

No dudó en entregarse a sus verdugos

y padecer el tormento de la cruz

que vive y reina por los siglos de los siglos.