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Cambios en los significados de salud ambiental a partir del conocimiento de la flora silvestre en baldíos y bordes de caminos, nuevos ambientes de aprendizaje para la
popularización de las ciencias
Cecilia Ramirez 1,3,4; Virginia B. Toledo López2; Melisa Saluzzo1
1. Área de Recursos Naturales y Sustentabilidad; Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA) Tandil, Argentina. [email protected].
2. CIG-IGEHCS / UNCPBA-CONICET, Ecología Política, Brandsen 491 (7000) Tandil, Buenos Aires, Argentina, [email protected], (0249) 154627721.
3. Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA) Tandil, Argentina
4. Centro de Educación Ambiental para Docentes (CEAD). Tandil, Argentina.
Resumen
A medida que las ciudades crecen, las personas se alejan del conocimiento de su
biodiversidad, sustituyendo la amplia red biodiversa por unas pocas especies exóticas,
perdiendo los servicios ecosistémicos asociados. Las especies autóctonas conviven con
cosmopolitas en los remanentes periféricos en sitios poco intervenidos como baldíos y
bordes de vías y caminos. Generalmente éstos no son apreciados y considerados faltos
de valor por lo que los vecinos promueven su sustitución. Durante el 2015 se realizaron
recorridos educativos no formales abiertos al público. Se realizaron cuestionarios a 15
participantes de los recorridos sondeando opiniones y sus cambios después de los
mismos. Las personas que recorren por primera vez se asombran de la variedad de
especies halladas. Las personas que realizan el recorrido por tercera o cuarta vez
reconocen y buscan las especies identificadas cerca de sus casas. Previo al recorrido,
para todos ellos, los baldíos eran desprolijos cambiando radicalmente de opinión luego de
ellos. La mayoría de las personas que repiten la experiencia están interesadas en
especies útiles. La actividad enriquece el espacio vital de las personas, redescubriendo y
valorando la biodiversidad, resignificando el concepto de salud ambiental.
Palabras clave. Salud ambiental. Servicios ecosistémicos. Plantas útiles. Popularización
de las ciencias. Biodiversidad. Educación no formal.
Introducción
1
El concepto de salud y saludable se ha ido modificando en el tiempo. A mediados del siglo
20 se consideraba “salud” solo a la ausencia de enfermedad. La Organización Mundial de
la Salud (OMS), según su Constitución aprobada en 1948 amplia el concepto: “la salud es
un estado de completo bienestar físico, mental y social, con capacidad de
funcionamiento”, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades. También se definió
como el nivel de eficacia funcional o metabólica de un organismo tanto a nivel micro
(personal) como a nivel macro (social). Recién en 1992 la definición de su constitución
incluye al medio ambiente, al mismo tiempo que empezaba a observarse la degradación
de la naturaleza y de sus efectos sobre el bienestar humano y económico. Entre los años
2001 y 2005 la OMS realiza la “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio”, estableciendo
algunas bases científicas de las acciones necesarias para la mejora, la conservación y el
uso sustentable de los ecosistemas y sus contribuciones para el bienestar humano. No
obstante, a pesar de los esfuerzos nominales de incorporar al ambiente como parte de las
personas y entender a las personas en su contexto ambiental la creciente degradación
ecosistémica, visible en la proliferación de problemas ambientales (expresada a veces
como conflictos territoriales), sanitarios y en la vulneración de la salud da cuenta de la
falta de cuidado de la biodiversidad y de los ambientes, así como de una pobre valoración
los SE que prestan.
La biodiversidad y los ecosistemas naturales brindan al ser humano una gran cantidad de
servicios ecosistémicos (SE), entendiéndose éstos como aquellos beneficios que las
personas obtienen de los ecosistemas. Se consideran beneficios directos la producción de
provisiones –agua y alimentos (servicios de aprovisionamiento), o la regulación de ciclos
como las inundaciones, degradación de los suelos, desecación y salinización, pestes y
enfermedades (servicios de regulación). Los beneficios indirectos se relacionan con el
funcionamiento de procesos del ecosistema que generan los servicios directos (servicios
de apoyo), como el proceso de fotosíntesis y la formación y almacenamiento de materia
orgánica; el ciclo de nutrientes; la creación y asimilación del suelo y la neutralización de
desechos tóxicos. Los ecosistemas también ofrecen beneficios no materiales, como los
valores estéticos, espirituales y culturales, o las oportunidades de recreación (servicios
culturales) (Millenium Ecosytem Services, 2005). En este sentido se interpreta que un
ambiente saludable será aquel que mantenga la calidad de sus SE basados en el
conocimiento y la valoración de la Biodiversidad local.
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Por su parte, la interrelación entre la salud humana y la salud del ecosistema queda
plasmada en la siguiente cita: “La disminución de la salud y del bienestar humano tienden
a aumentar la dependencia inmediata de los servicios de los ecosistemas, y la presión
adicional resultante puede perjudicar la capacidad de estos ecosistemas de proveer tales
servicios como es, el abastecimiento de agua limpia, la provisión de alimentos, recreación,
madera, fibra, entre otros. En la medida que el bienestar disminuye, las opciones
disponibles para que las personas regulen su uso de recursos naturales en los niveles
sustentables también disminuyen. Eso, aumenta la presión sobre los servicios de los
ecosistemas y puede crear una espiral descendiente de pobreza creciente y una
degradación aún mayor de estos servicios” (OPS 2009). En este sentido, uno de los
desafíos más importantes es cómo el ser humano utiliza y valora los bienes y servicios
naturales y la biosfera como un todo, obteniendo beneficios sostenibles que mantengan el
patrimonio natural para las futuras generaciones.
La ciudad de Tandil, se encuentra ubicada en la Pampa interserrana, en el Sistema de
Tandilia uno de los dos sistemas serranos de la provincia de Buenos Aires. Este sistema
presenta una disposición sudeste-noroeste. Según datos del Servicio Meteorológico
Nacional (SMN) el clima es templado húmedo con precipitación media anual de 800 mm,
y temperatura media anual de 14 °C. Los suelos son principalmente Argiudoles Típicos y
Paleustoles Petrocálcicos (INTA, 1991). La vegetación original son pastizales
pertenecientes a la Pampa Austral (Cabrera, 1971).
Los pastizales de la región Pampeana comprendían aproximadamente el 15% de la
superficie de Argentina (Groves, 2000). Pero promediando la década de 1990 esta
superficie quedó drásticamente reducida y alterada a partir del avance de la agricultura
intensiva (Paruelo et. al., 2004; Ghersa, 2005). Los pastizales remanentes quedaron
restringidos a áreas marginales de sierras, tierras no arables (Herrera y Laterra, 2011), o
asociados a elementos lineales del paisaje (ELP) como los bordes de caminos, las vías
férreas, los arroyos y los espacios bajo los alambrados. A micro escala, en la periferia y el
sistema urbano, aún quedan remanentes con vegetación nativa (en distintas proporciones
sin medir hasta la fecha) en baldíos, bordes de calles y caminos periféricos. Estos
remanentes, si bien están sujetos a diferentes presiones antrópicas como la deriva de
herbicidas, la intensificación ganadera, las quemas y el reemplazo por especies exóticas,
cumplen un importante rol en mantener la heterogeneidad espacial a escala del paisaje y
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aún regional (Ramírez et al, en prensa; Benton et al. 2003; Poggio 2010; Lin et al. 2011).
Son reservorios de biodiversidad, ambientes de resguardo, sitios de forrajeo y corredores
de dispersión para la fauna, permitiendo el mantenimiento de SE asociados (e.g.
secuestro de carbono, regulación de inundaciones, mantenimiento del suelo, control de
plagas, polinización, ciclado y filtrado de nutrientes) (Zaccagnini et. al., 2011; Morón,
2014; Morelli et al., 2014), pero poco se ha descripto acerca de los servicios de provisión
que brinda el pastizal, fuera de las grandes extensiones de cultivo implantado. Si bien
existen antecedentes académicos de estudios de flora regional y comentarios acerca de
sus usos (Dálfonso, 2012; Alonso, 2009), la biodiversidad de estos fragmentos
remanentes dentro y en la periferia de la ciudad son poco conocidos. Por otra parte,
también es importante su estudio para mejorar las pautas de manejo y restauración dentro
de los planes de ordenamiento ambiental territorial, lo cual se viene impulsando como
política pública en la región (Barral y Maceira, 2011).
Con estos antecedentes, el conocimiento de la biodiversidad del ambiente local por las
personas es parte fundamental de su cuidado y un paso ineludible para mantener los SE
que obtiene cualquier población humana a partir de la naturaleza. Nos propusimos por lo
tanto, realizar un estudio piloto para indagar el conocimiento y la valoración que tienen las
personas de su ambiente natural silvestre cercano e intentamos detectar cambios en la
valoración del mismo luego de un breve recorrido educativo guiado.
Notas sobre la práctica de investigaciónEl pastizal por estaciones es una propuesta guiada en la naturaleza abierta a todo público,
en el cual se recorren los mismos lugares una vez en cada estación para ver los cambios
fenológicos de las especies tanto nativas como cosmopolitas y los cambios estacionales
en el paisaje. El tiempo estimado de recorrido es de tres horas de duración. El recorrido
atraviesa ambientes modificados (Figura 1). Tres baldíos de diferentes dimensiones y un
borde de camino.
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Figura 1. Mapa de recorrido. Baldíos Esquina Larrea y Avenida Fleming. Calle Avelino Martínez.
Por dentro del potrero hasta el camino de las Animas.
En la salida correspondiente a la primavera de 2015, se indagó mediante un cuestionario
a las participantes con el objetivo de conocer la valoración que tienen de la flora silvestre,
así como observar los cambios en los significados sobre el entorno a partir de la
experiencia compartida. El cuestionario es estandarizado y contiene tanto preguntas
cerradas como abiertas, teniendo un carácter semicuantitativo.
RESULTADOS y DISCUSIÓN Respondieron los cuestionarios un total de 15 personas. La mayoría de ellas mujeres (13).
La mayoría de los participantes realizaban la salida por primera vez (8), mientras que 2 lo
hacían por cuarta vez.
¿Considerás que el recorrido fue una experiencia positiva? Si tu respuesta fue afirmativa
¿en qué aspectos fue útil?
En términos generales, todos expresan que fue una experiencia positiva, pero por
distintos motivos. Hubo diferencias en cuanto a las personas que hacían el recorrido por
vez primera y las que tenían experiencia previa. En las primeras lo más característico fue
el descubrimiento y asombro por el uso de la flora. En las que ya habían realizado el
recorrido con anterioridad, la búsqueda y reconocimiento de algunas especies en sus
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contextos cercanos, por ejemplo en las veredas de sus casas. Se identifica por lo tanto en
ellas una internalización de la información.
Las primeras se asombraron y valoraron la utilidad de la salida: en cuanto al
conocimiento, lo novedoso, el descubrir, aprender a apreciar las propiedades, variedad,
flora, fauna, utilidad y servicios que nos brinda la naturaleza. Expresan que el
conocimiento les sirve para conservar y cuidar el medio ambiente a partir del entender los
procesos, concientizar y proteger. Los docentes apreciaron la utilidad para el trabajo con
sus alumnos, y el valor de comparar el mismo sitio en las distintas estaciones del año. El
segundo grupo hizo énfasis en el interés de la medicina alternativa, la conexión con la
Tierra y no solo aprender de la naturaleza sino también de la experiencia y el estudio
(buscan información de las especies por internet o en libros especializados), disfrutar de
las salidas, como un espacio de intercambio, compartir y dialogar, logrando una nueva
mirada. Las salidas fueron útiles para probar cosas nuevas, además de aspectos
culinarios, nutritivos alimenticios, conocimiento en general; y llevan la experiencia más
allá, observan otros lugares y aprenden de ellos y comparten con sus familias y amigos.
Todos los participantes consideraron lo aprendido como un conocimiento útil bien porque
les permite “reconocer especies útiles para el ser humano”, en particular respecto de “la
riqueza de las propiedades curativas y alimenticias”, lo que permitió en al menos un caso
“incorporar especies en su alimentación”. Otros valoraron el conocimiento como
herramienta para la conservación y el cuidado ambiental a través de expresiones como:
“entender y proteger mejor la naturaleza local”, “concientizar en la conservación” y
“generar conciencia sobre la importancia de los ecosistemas”, “cuidar las plantas nativas
que crecen en el jardín de casa”, “aprender a cuidar, conservar, etc.”, “cuidar mejor el
medio ambiente”. Esto último es particularmente importante para personas que viven en
las sierras. Finalmente, algunos encuestados apreciaron la utilidad de lo aprendido para
su desempeño docente. Así, algunas destacaron que la experiencia les permitió
“transmitir conocimiento en el aula”, “pude comenzar a trabajar con mis alumnos, ellos
sacaron fotos, buscamos información, la comunicamos a alumnos de otra ciudad”.
Antes de los recorridos, cuando veías un lugar semi natural (terreno deshabitado, borde
de camino, sendero, vegetación de veredas) ¿qué era lo primero que pensabas?
a- Que desprolijo, alguien tiene que limpiar
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b- Cuanto yuyo, debe haber un montón de alimañas
c- ¿Quiénes crecerán en este lugar?
d- Que interesante porque….
e- Ni reparaba mi atención en algo semejante
f- Otros…
¿Ahora pensás lo mismo? ¿Qué opción elegirías?
La impresión que tienen de los espacios silvestres y sin cuidado mostraron grandes
diferencias entre el antes y después de las salidas, antes de las salidas pensaba que eran
sitios “desprolijos, que habría que limpiar, con “yuyos” (60%), mientras que luego de haber
realizado la salida, el 80% de los encuestados, piensan, que hay muchas cosas
interesantes y se preguntan ¿quiénes crecen allí?”, agregan también que se pueden dar
clases de aprendizaje en cualquier rincón natural. El grupo con más experiencia dice que
también notaron diferencias en sus miradas antes de las salidas: los cambios en la
percepción de las “pequeñeces” que eran invisibles, por falta de conocimiento. Pero
después de algo de entrenamiento al realizar salidas de manera particular a veces
observan bordes y otras veces no y que cuando los ven en aquellos observan plantas,
animales o insectos en los que antes no reparaban, aunque no los conozcan. También
consideran que los bordes son valiosos para el ambiente y los animales que viven allí.
Expresiones como cambios notorios en “la atención que le presto a cada paso que doy, a
la capacidad de observación y el reconocimiento de flora y fauna”, “en el descubrimiento
de lo pequeño”, en el “notar las pequeñas cosas a lo largo del camino”, en “aprender a
mirar, oler y sentir” y en el “ver las distintas zonas dentro del ecosistema” nos permite
inferir cambios en la percepción de “la dinámica ambiental” y en la forma de relacionarse
con el medio, comenzando a particularizar, con una mirada minuciosa al tiempo en que se
ponen en juego otros sentidos, que les permiten comenzar a observar el “detalle”.
Registraron cambios en su percepción respecto de “pequeñeces que antes por
desconocimientos eran invisibles a mis ojos”. Entonces las salidas hicieron visibles, las
salidas aportaron para develar aspectos de la realidad que antes pasan inadvertidos.
Otra dijo “que observo más cuando salgo a caminar”
Antes de los recorridos lo primero que pensaban era “que interesante porque es natural” y
ahora piensa en “la riqueza que uno no observa y está al alcance de todos”, se enriqueció
su mundo, ahora valora otras cosas, individualizadas (no sólo como “naturales”). Otra
piensa igual antes y ahora preguntándose “quiénes crecerán en este lugar”.
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Dos dijeron “a veces miro los bordes y otras veces no”, aclarando en algún caso que las
salidas despertaron su interés en ellos” Uno eligió este último.
En el caso en que sí los ven, todos prestan atención en “ver plantas o animales o
insectos... algo vivo que no conozco”. Una que hizo todas las salidas agregó “algo vivo
que conozco”, mostrando la contribución de las salidas.
¿Qué disfrutan de las salidas?
Es un espacio de intercambio, de compartir y de diálogo. Por ejemplo una persona afirmó
“Aprender, pero no sólo de lo que hay en el recorrido, sino también lo que cada uno
aporta desde su lugar, de su experiencia. “disfruto porque aprendo y encuentro una
nueva forma de observación”. No solo la parte del reconocimiento de plantas en sí, sino
del grupo también”
Todos vieron a la salida como algo útil, para “probar cosas nuevas” “culinarios, nutritivos
alimenticios” “conocimiento en general”; para seguir observando otros lugares y aprender
de ellos”
¿Pueden integrar lo aprendido en otros ámbitos cotidianos?
Todos contestaron que pueden con amistades, dos con familiares y uno en el ámbito
laboral y grupos de intereses en común. Y lo hacen compartiendo, transmitiendo,
enseñado, contando lo que aprendieron. Todos se llevaron cosas para comer, una
recolectó plantas para reproducirlas en su casa y poder usarlas para infusión, otras
cocinan y comparten esa comida con sus familiares.
¿Te quedaste con ganas de?
La mayoría (70%) se quedó con ganas de seguir caminando, conociendo y recorriendo. El
20% se quedó con ganas de ver más aves e insectos. Uno quiere hacer registros para
hacer documentales que permitan difundir. A los que realizaron los recorridos más veces
en comparación con el primero les interesa salir más seguido y quedarse más tiempo.
Como reflexión final, muchas veces se habla de la importancia de la conservación del
ambiente natural y de los servicios ecosistémicos que provee la naturaleza en forma
conceptual a la que todos adhieren pero pocos comprenden en profundidad. Esto hace
que los ciudadanos no tomen las decisiones correctas al momento de definir situaciones
cotidianas en favor del ambiente. Conocer los pequeños ambientes silvestres dentro de
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las ciudades, sus habitantes, los procesos y posibles servicios que ofrecen al contexto es
importante para valorar la vida en todos sus aspectos. Por otro lado, proveernos de la
naturaleza aunque sea en pequeña medida amplia las esferas personales y nos vincula
de una manera posita al ambiente, reconociéndonos parte del mismo. Si bien este fue un
estudio piloto, todos los caminantes consideraron los bordes como espacios valiosos. En
algunos casos para las personas mismas, por los servicios de provisión como alimentos y
medicinas. Cuando reconocen e internalizan el significado de servicio ecosistémico
pudieron reconocer el valor que tienen los espacios remanentes para el ambiente como
un todo y más allá, reconocer otros habitantes con derecho a la existencia misma.
Creemos que esta forma de intercambio de saberes en los entornos naturales y semi-
naturales de la ciudad profundiza la inteligencia emocional y ecológica de cada uno de los
participantes. Esta mirada ecológica (en cuanto a las relaciones y las influencias de los
distintos seres y el entorno) puede desarrollarse a partir del despertar de las miradas de
los participantes a la presencia de otros seres que cohabitan el territorio (plantas, aves,
insectos, entre otros), así como los procesos que se establecen entre ellos. Es así que el
asombro mueve a la curiosidad, al conocimiento y entendimiento, generando a mediano y
largo plazo miradas más amplias y respetuosas con el ambiente.
Finalmente, creemos que es importante incorporar en la planificación territorial a estos
ambientes como espacios de educación para la conservación. Este objetivo se logra no
sólo desde el ámbito científico-técnico sino integrando a los pobladores de las ciudades.
Redefiniendo el concepto de salud con la inclusión auténtica del ambiente. Por este
motivo consideramos necesaria la educación, comunicación, la concientización, y el
intercambio de puntos de vista, experiencias e información entre todos los sectores.
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