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OJOS VERDES Por ABC Capítulo 1: En medio de la nada Aquel frío departamento le tenía tendida en cama a pesar de pasar de las doce del día, estaba cansada y algo molesta por las recientes reacciones del mundo a su abierta relación con Lena, pero qué demonios le importaba lo que los demás pensarán, qué demonios le importaba si su carrera se iba a pique o mejor aún si la apedreaban en algún sitio público. Ella no cambiaría sus sentimientos. La cabeza comenzó a pulsarle de forma intermitente a veces tenía la sensación de tener un timbre dentro de su cerebro que al menos movimiento se activaba resonando todo su sistema nervioso. Se tiró en la cama con la cabeza quedando colgando estaba a punto de gritarle a Lena cuando la vio entrar en la alcoba como siempre con algún grueso libro de alguna materia rara en las manos. -¿Cómo te sientes? -Como si un auto me hubiera arrollado dos veces seguidas… un gato mal entonado metido en mi cabeza y mis tripas se batieran en duelo por algo raro en mi estómago -¿Puedo tomarlo como un mejor? -Claro - sonrió, observó con cuidado el libro que Lena sostenía en las manos y finalmente trató de leer el título en la posición en que se encontraba - ¿Te asusté ayer? -A todos… cancelaremos cualquier evento hasta que el médico nos diga que te encuentras bien - y sin despegar la vista de su libro salió de la alcoba caminando con descuido A veces dentro de aquel mundo en que se había formado se sentía una extraña, a veces le parecía que la propia Lena le era indiferente, se preguntaba si era tan necesario que estuviese todos su ratos de ocio metida entre ese montón de libros. Ciertamente su impulso alocado por explorar ya les había dado muchos problemas y una reprimenda por parte de su agente. Recordaba con gracia el día en que así, sin pensarlo y con la espontaneidad de que era objeto siempre había salido a pasear por el centro del Moscú. Su agente había movilizado a medio cuerpo policíaco en su búsqueda. Soltó una carcajada al recordar la expresión del hombre encargado de su seguridad, hervía de la furia. Tomó una de tantas revistas que tenía apiladas en el suelo, encendió el televisor y comenzó a cambiar de canal rápidamente hasta detenerse en uno de habla alemana. Cierto que no sabía alemán pero estaban pasando fragmentos de su video mientras dos locutores parecían comentar sobre ellas, quiso adivinarles el pensamiento, quiso saber qué podían opinar de ellas y en un momento de poca lucidez aventó al revista contra el televisor impactándose erróneamente en unos porta retratos. -¡Qué pasa!

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OJOS VERDES

Por ABC

Capítulo 1: En medio de la nada

Aquel frío departamento le tenía tendida en cama a pesar de pasar de las doce del día, estaba cansada y algo molesta por las recientes reacciones del mundo a su abierta relación con Lena, pero qué demonios le importaba lo que los demás pensarán, qué demonios le importaba si su carrera se iba a pique o mejor aún si la apedreaban en algún sitio público. Ella no cambiaría sus sentimientos. La cabeza comenzó a pulsarle de forma intermitente a veces tenía la sensación de tener un timbre dentro de su cerebro que al menos movimiento se activaba resonando todo su sistema nervioso. Se tiró en la cama con la cabeza quedando colgando estaba a punto de gritarle a Lena cuando la vio entrar en la alcoba como siempre con algún grueso libro de alguna materia rara en las manos.

-¿Cómo te sientes?

-Como si un auto me hubiera arrollado dos veces seguidas… un gato mal entonado metido en mi cabeza y mis tripas se batieran en duelo por algo raro en mi estómago

-¿Puedo tomarlo como un mejor?

-Claro - sonrió, observó con cuidado el libro que Lena sostenía en las manos y finalmente trató de leer el título en la posición en que se encontraba - ¿Te asusté ayer?

-A todos… cancelaremos cualquier evento hasta que el médico nos diga que te encuentras bien - y sin despegar la vista de su libro salió de la alcoba caminando con descuido

A veces dentro de aquel mundo en que se había formado se sentía una extraña, a veces le parecía que la propia Lena le era indiferente, se preguntaba si era tan necesario que estuviese todos su ratos de ocio metida entre ese montón de libros. Ciertamente su impulso alocado por explorar ya les había dado muchos problemas y una reprimenda por parte de su agente. Recordaba con gracia el día en que así, sin pensarlo y con la espontaneidad de que era objeto siempre había salido a pasear por el centro del Moscú. Su agente había movilizado a medio cuerpo policíaco en su búsqueda. Soltó una carcajada al recordar la expresión del hombre encargado de su seguridad, hervía de la furia. Tomó una de tantas revistas que tenía apiladas en el suelo, encendió el televisor y comenzó a cambiar de canal rápidamente hasta detenerse en uno de habla alemana. Cierto que no sabía alemán pero estaban pasando fragmentos de su video mientras dos locutores parecían comentar sobre ellas, quiso adivinarles el pensamiento, quiso saber qué podían opinar de ellas y en un momento de poca lucidez aventó al revista contra el televisor impactándose erróneamente en unos porta retratos.

-¡Qué pasa!

-¡Qué pasa! Te digo que pasa… que todo esto se está yendo a la… que ya no soporto las críticas, me marea ver que aquí nos apoyan allá nos odian por acá quieren… matan por algo nuestro y por mucho más allá están listos para censurarnos y apalearnos… ¡Quiero que me dejes en paz!

-Yo o la prensa

-¡Y de remate tú! Con tu actitud hostil, metida en esos libros… nuestra relación está terminándose, la chispa que la encendió se apaga y tú solo lees sobre el comportamiento humano… si tanto te importan los seres humanos has el favor de vernos

-¿Qué tienes Yulia?

Pero la muchacha ya se había parado de la cama y como tonta daba vueltas por el estrecho espacio que quedaba entre la cama y la pared, parecía fuera de sí, como si una fuerza extraña se hubiera apoderado de su cuerpo.

-¡Quieres saber qué pasa! Esto… estoy harta

-Volveré para que hablemos cuando te sientas mejor

No se trataba de sentirse mejor o estar de mejor humor, se trataba de libertad, lo que tanto prodigaba, por lo que tanto luchaba y hoy abría los ojos para descubrirse atrapada en una caja de cristal llamada fama. No podía salir, no podía si quiera pensar en hacer o decir tal cosa sin el temor de que medio planeta se enterara de ello… cierto la música era lo suyo, le encantaba el piano y no dejaba de sentirse sola… esa era la única cuestión se sentía abatida, sola y hasta deprimida. Volvió a tirarse a la cama observando con fijeza el liso techo que la apresaba. Se dio el parón como si un vago instinto proveniente de su alma la hubiera impulsado, se descalzó y caminó a través de las distintas habitaciones del departamento, observó a Lena sentada en la mesa de su cuarto de estudio ensimismada en sus apuntes, abrió lentamente la puerta para irse a topar con uno de los guardaespaldas.

-¡Acaso adivinan los pensamientos!

-Señorita

Hizo una mueca infantil sarcástica y finalmente pasó al Plan B que acaba de elaborar, dio algunos pasos titubeantes se recargó en la pared y con la manos se sujetó la frente temiendo que por el dolor se le desprendiera la cabeza

-No me siento bien - musitó con voz delgada

El guardaespaldas era joven por lo que dedujo que la treta le haría dejarla sola y así ocurrió el hombre salió disparado en busca del doctor que se alojaba en el siguiente piso y entonces Yulia soltó una risita burlona, sin más tiempo echó a correr rumbo a las escaleras hasta el siguiente piso donde se encontraba un balcón en el que solían pasar ella y Lena muchas horas observando al ciudad.

-Me mataré si no es que solo me rompo una pierna - no dejaba de repetirlo mientras pasaba la pierna por el balconcito para deslizarse suavemente hasta las escaleras de emergencia y dar fin a su encierro.

El lugar era lo de menos, usaba sus gafas oscuras en la cabeza y no dejaba de voltear de un lado a otro esperando que nadie en Moscú la reconociera lo cual sonaba imposible pero extrañamente se estaba volviendo una realidad. Pasó a una tienda de mascotas y pensó que no le caería mal tener un animalito en casa, entonces tuvo un insaciable deseo de un helado de vainilla y en el exacto momento que le dio la primera probada se dio cuenta de su grave error: se había escapado sin dinero. Miró pesarosa al hombre de la nevería, sonrió tiernamente y con la voz más lastimosa que tres lecciones por correo de actuación le dieron dijo

-No traigo dinero… pero puedo cantarle - se golpeó la frente débilmente ni eso tenía permiso de hacer

-¿Qué no qué?

-No dinero… - De inmediato un chiquillo de unos diez años que asomaba la cabeza sonrió maravillado

-¡Es Yulia Volkova!

-¡Cállate! - traspasó la chica la barra para poner su mano sobre la gran bocota del chico - guarda silencio o armaremos un escándalo

El helado entonces solo le costó un par de autógrafos y el interrogatorio de un niño de diez años. Para cuando salió del lugar tenía la impresión de que había sido una muy mala idea escaparse. Se sentó en la banca de un parque cualquiera solo a respira el aire de la libertad y olvidarse de lo que le esperaba cuando regresara al departamento. La cabeza comenzó a punzarle de nuevo, con mayor intensidad del lado derecho, creyó perder el conocimiento justo cuando sintió una mano conocida que recorría su espalda

-Ven regresemos a casa, te ves muy pálida - era Lena que como siempre llegaba a su rescate, subió al auto y echó la cabeza atrás el dolor se intensifico hasta que finalmente perdió toda noción de tiempo y espacio.

El proyecto de aquel grupo musical había comenzado como eso un proyecto, sin un nombre, sin nada solo una idea fija en una mente cualquiera. A cada lugar que acudían causaban controversia, había lugares en que las censuraban y otros tantos en que las insultaban aunque no fuese en público, sabía lo difícil que era sostener una relación lesbiana en estos días a pesar de la apertura de pensamiento de la que se jactaba la humanidad en estos tiempos. A veces se preguntaba cómo serían el resto de homosexuales que luchaban en otros países por conservar su identidad, por sobrellevar los problemas que su ‘amor diferente’ acarreaba. Hacía mucho que había recobrado la conciencia sin embargo seguía con los ojos cerrados escuchando a su madre hablando con Lena. Recordó extrañamente la época de su infancia y cuando había decidido ser parte de la música. Se volteó de lado para sentir de inmediato los mimos de su amante

-La próxima podemos irnos juntas

-No tenía ganas de salir con el diccionario de psicología ambulante - un ligero golpecito en su espalda fue la respuesta que recibió.

Seguramente el tono tan sarcástico de su comentario era lo que había ofendido a Lena más que el contenido mismo. No se explicaba a ciencia cierta porqué razón estaba tan irritable con todos. Suspiró profundamente tratando de conciliar el sueño.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, se veía en algún oscuro sueño, corriendo sin definir el sitio al que se dirigía vestida con su uniforme de colegiala, y finalmente al voltear atrás se veía con la imagen de Lena que le decía adiós. Lo terrible en su monstruosa pesadilla apenas empezaba, al volver la vista al frente veía a un par de gatos venírsele encima que crecían a velocidades impresionantes. Trató de correr al encuentro de Lena, por más que ponía velocidad y empeño en alcanzarla ésta siempre se alejaba más y más hasta que finalmente el suelo se sacudió haciéndola caer. Despertó jadeante en la soledad de la alcoba, Lena no estaba, había demasiada oscuridad como para poder adivinar la hora

-El baño está listo - oyó la voz de su amante

-¿El baño? ¿Cuál baño?

-Estas ardiendo en fiebre… un baño te bajará la temperatura

-No quiero bañarme ¿Qué hora es?

-Las dos y pico

Se tambaleó un poco antes de ponerse en pie encima de la cama de un saltito juguetón bajó, conforme iba caminando al baño se iba desnudando hasta llegar a la regadera sin prenda alguna encima. El chorro de agua calló sobre su cabeza aún perturbada por la pesadilla y los dolores que la debilitaban, sintió que perdía de nuevo el equilibrio así que se limitó a dejarse llevar por el devaneo de su cuerpo. Para su asombro Lena está allí para sujetarle

-Tienes que ver a un especialista esto ya es preocupante

-¡No!

Silencio. Y el chorro de agua salpicando a ambas. Yulia se quedó estupefacta mirando esos ojos verde grisáceos que tanto le gustaban, hoy, sin embargos parecían carentes de emoción. Tomó aire y se recargó en la pared del baño impidiendo que el agua tocara directamente su cuerpo

-Tengo frío… no me pasa nada simplemente es el stress…

-¿Te preocupa lo de Eurovisión?

Cómo decirle que ni siquiera se acordaba de ello, que lo único que tenía en la cabeza era el concierto tan funesto que ni siquiera habían podido dar en Inglaterra. Guardó silencio, no quería discutir con Lena y se limitó a colocarse debajo del chorro del agua tratando de apaciguar al remolino de sentimientos que se batían en duelo en su mente.

-Déjame sola… quiero bañarme

Y Lena obedeció.

Capítulo 2: Legión

Y una legión de muchachos en combate remolinándose en un estrecho espacio, solo eran adolescentes precoces tratando de conservar el espíritu festivo de la graduación… Parecía de locos ella a plena madrugada viendo la televisión acompañada de rosetas de maíz encantada de la vida mientras Lena pedía por todos los dioses que Morfeo la llevara al mundo de los sueños y escuchar solo el silencio. Entonces descolgó el teléfono y marcó a la pizzería, tenía tanta hambre que se comería una vaca entera.

-¿Por qué no intentas dormir?

-Porque tengo hambre… cuando sacie mi apetito te prometo tratar

Era simpático que así como en segundos le hubiera subido la temperatura hasta treinta y nueve grados ahora estuviera tan fresca y jovial. Lena no soportaría mucho, cualquier cosa toleraría excepto ver interrumpido su sueño por nimiedades

-Yulia… ¿Me haces un favor?

-Cualquiera

-¡Duérmete!

De mala gana apagó el televisor se enroscó en la cobija y poco apoco fue pegando su cuerpo semidesnudo al cuerpo de Lena, sentía frío pero frío en el alma, un vació incomprensible que se acentuaba cuanto más personas le rodearan. La abrazó con ligereza quería sentirse protegida y amada pero Lena parecía dormir profundamente sin siquiera percatarse de la batalla de sentimientos que embargaban a su compañera. De nuevo un sobre salto la sobrecogió tenía la imperiosa necesidad de salir, tomar algo de aire y hasta perderse en la maleza de concreto por un par de días.

Un tenue sonido de música llegó a sus oídos, había oído hablar de un antro nuevo bastante bueno que tal vez se tratara de dónde provenía la música, pasó por un café que estaba a punto de cerrar, escuchó la radio que tocaba su canción, ahora tan renombrada. Se quedó parada observando el café hasta que finalmente salió de su ensimismamiento para encontrarse sin saber cómo en un antro. La música tecno le hacía retumbar sus oídos, sentía que sus ideas se disipaban y con ellas sus angustias, ni siquiera se atrevió a meditar el susto que le daría a Lena cuando al moverse no la encontrara. Se movió sensualmente al ritmo de la música que empezaba a tocarse.

Los reflectores con sus luces multicolores girando, el penetrante aroma a cigarrillo, el desquiciante olor a cerveza o quizá lo apretado ya de la pista de baile le hizo marearse de nueva cuenta. Estaba embotada, angustiada y su cabeza a gritos le pedía estallar. Sacó unas monedas de su chamarra, marcó rápidamente al departamento

-¿Lena? no estoy sintiéndome bien… please ven por mí

Los síntomas principales no desaparecían simplemente cambiaba o se modificaban lentamente causando más desgaste físico en Yulia. Su estómago rebelde se había vuelto delicado, ciertos alimentos dejaron de caerle bien como la leche y las frituras otros tantos le causaban repugnancia en especial el yogurt. Podía vivir con ello, el problema radicaba en el intenso dolor de cabeza que cualquier esfuerzo mental le causaba, su ligero dolor en la garganta que a veces se negaba a dejarla y esas ausencias… perder el tiempo como le había llamado Yulia o laguna mental como le había llamado más médicamente Lena.

De nuevo había desaparecido Yulia, tal vez otra vez divagaba por los parques o se le había ocurrido alguna brillante idea. Y tal vez lo más molesto para Lena era sentirse excluida de las travesuras de su amante ¿Pero no tenía ella misma la culpa? En los últimos meses se había aferrado con desesperación a los libros estaba más inquieta por su futuro como psicóloga que por el grupo… después de todo ella sabía que un día el grupo se iba a terminar que la fama se desvanecía en segundos y solo pasaban a ser celebridades notorias. Ella quería algo más para su vida, quería una profesión, un título colgando en alguna pared de su consultorio y una lista de pacientes en espera interminable, con eso soñaba, su realización personal no estaba en el grupo estaba en su carrera, su familia y la propia Yulia… Yulia, hasta entonces se había olvidado de ella, no, mejor dicho la había dejado en un plano muy secundario como si formar parte de su círculo que la unía al grupo dictara su sentencia a quedar rezagada con sus asuntos pasajeros ¡No Yulia no sería pasajera! Yulia no era alguien más cruzando su vida era la propia vida de Yulia lo que le brindaba movimiento a su existencia.

Los enfrentamientos no terminaron, al contrario aumentaron Yulia estaba de mal humor, la menor contrariedad y empezaba a chistar furiosa, Lena la ignoraba más por sentido común que por evitarse un peor escándalo. A veces Yulia se quedaba largo rato observando la nada, a veces parecía ver el televisor cuando ni siquiera pestañaba y finalmente cuando volvía en sí no sabía exactamente qué estaba haciendo o cómo se había desvanecido la hora en un parpadeo.

Ya se había salido de control la situación, Yulia presentaba un cuadro bastante extraño de sintomatología. Lena se paró frente a ella y la yema de los dedos índice jaló sus ojos un poco para observar sus pupilas.

-Repíteme creo que olvidé… ¿estudias medicina o psicología?

-Psicología… Ahora veme a los ojos no apartes la vista de mis ojos

-Sabes que los adoro… son tan hermosos…

-Ahora sigue mi dedo

Y había un punto donde aquellos ojos azules ya no seguían ni percibían el objeto. Lena se asustó un poco no se necesitaba demasiados estudios en medicina como para saber que algo andaba muy mal en la cabeza de Yulia. Entonces oyeron la llamada para estudiar las coreografías y las letras de las canciones para su próxima presentación. Yulia se sentía desubicada. Le costó trabajo tomarle el paso a Lena en los ejercicios de calentamiento de solfeo y finalmente que habían entrado a la fase fuerte a media canción Yulia simplemente se había quedado callada mientras todo el equipo de producción la observaba; finalmente reaccionó y los miró con extrañeza.

-¿Qué hice?

-Canta

-¿Cuál?

-Cuál estabas cantando Volkova

Ahora le pareció que había algo extraño en el ambiente y esta segurísima que ese acento tan gentil por parte de su agente era un mal presagio, en otras ocasiones que se le ocurrían algunas absurdas y bastante juguetonas ideas lo oía gritar

-¡Volkova!

Ahora simplemente era amable

-No lo recuerdo ¡Dejen de mirarme así! - dio media vuelta y salió chistando maldiciones para todos

En el estudio se quedaron atónitos, el agente con una seña dio por terminado el ensayo

-Algo malo le ocurre a Yulia - murmuró Lena

-Que el médico la revise minuciosamente

Encontró a Yulia tendida en la cama, con el cabello húmedo y solo vistiendo una blusa delgada, veía Nickelodion en la televisión, con su mirada ausente y su cuerpo recogido. Lena se arrodilló frente a ella

-Yulia…

Entonces notó que un par de lágrimas se escapaban de los ojos de su amante mientras otras tantas las trataba de mantener a raya. Lena la abrazó fuertemente. Y de inmediato todos esos sentimientos que se habían hecho nudo en su garganta se desataron en un llanto infantil.

-Tienes de nuevo fiebre… necesitamos vacaciones

-Necesito no sentirme vacía

Capítulo 3: Un merecido descanso

Pensar, solo por un segundo que aquel dilema en que vivía la estaba llevando a perder lo que más amaba le aterraba, amaba su carrera musical, amaba a Yulia y por ningún motivo quería que un simple desbalance de sus nervios acabaran con su hermosa relación. No había mañana ya que no empezaran con una discusión, no había evento en que Yulia no la provocara abiertamente… enfrentamientos, eso parecía querer su amante… y ella se estaba cansando de esa situación, ciertamente el raciocinio no era el fuerte de Yulia pero la tolerancia tampoco lo era para Lena.

Su productor Iván Shapovalov le miraba perplejo tratando de explicarse cómo habían cambiado los papeles, cómo de ser él la parte acusadora y juez ahora se encontraba en el banquillo de los acusados. Finalmente Yulia le soltó un par de insultos

-¡No soy de tu propiedad! ¡Soy libre de ir a donde se me plazca! Si ni a mi madre doy razón de donde voy menos te la daré a ti

-Yulia…

-No quiero oírte más

Si alguien le hubiera pedido una explicación en aquel momento se hubiera limitado a encogerse de hombros, como de costumbre Yulia se había desaparecido y ahora que la encontraba, furioso, estaba dispuesto a dejar en claro las reglas de ser una persona famosa y de la nada la situación se había tornado en su contra. Lo peor eran los disparates que dentro de la conversación tan efusiva había alegado en su contra Yulia. Iván se dejó caer en la silla rotándose el cabello.

-Algo malo pasa con ella - murmuró Lena

¡Y claro que todos lo estaban notando! Pero Yulia se negaba a recibir ayuda o si quiera dudar que su salud estaba mal.

Volar entre aquellas notas vacías que al ser interpretadas en su idioma natal cobraban vida, adquirían para ella un sentido y se impregnaba de las sensaciones más puras que su alma albergaba. Ciertamente ahora estaba en el avión y podía decirse que comenzaba su tan necesario descanso pero casi por inercia había venido a su mente la canción, quizá por el hecho de saber que tendría una semana entera para disfrutar a Lena o por el simple placer de memorar una canción que relataba la sinceridad de su corazón. Se abrochó el cinturón, impaciente como se había vuelto rutinario y desplegó el mapa que una de las azafatas le había obsequiado.

-¿A dónde dices que vamos?

-Es una cabaña de Trevor… es un pueblo cerca de Siberia… solo sé que hace bastante frío

-¿Cómo se llama el pueblo?

-No lo recuerdo… ¡Dechka! - llamó a una de las asistentes contratadas para esa semana

-¿Sí?

-¿Cómo se llama ese pueblito tan divertido al que vamos?

-Horkosov

Más de la mitad del viaje Yulia se desgastó tratando de encontrar en el mapa tan nombre singular, hasta que finalmente desesperada llamó a Dechka para pedirle le indicara dónde localizarlo

-Aquí - señaló Dechka - es poco conocido y apenas si llega a trescientos habitantes

-Pero nosotros no nos quedaremos en el pueblo sino en una de las cabañas de los alrededores… - explicaba Lena sin tener la atención de su interlocutora

Sus montañas perfectas decoradas de gala con esa nieve espesa y blanca que solo en aquella época del año se daba en Siberia, un sin fin de pinitos sobresaliendo ente el blanco paisaje y finalmente en un degradado llegaba al verde oscuro del poco pasto que empezaba a brotar de entre las espesuras de nieve. Éste fue el primer regalo que aquel singular lugar otorgó a Yulia. Fue la primera en bajar y la primera en quejarse del frío mientras Lena se aseguraba que la maleta que había llenado con libros fuera bajada y tratada con cuidado.

Cuando llegaron a las cabañas ya pasaba de media noche, estaban exhaustas del viaje y Yulia se sentía sumamente mareada no sabía a qué agradecérselo si al atroz vuelo, el viaje en autobús o al parloteo que aún no cesaba por parte de Iván. Finalmente cedió a terminar con la agonía

-Me retiro… me siento muy cansada

Tomó la habitación derecha suponiendo que Lena como siempre escogería la más cercana a la Biblioteca para poder terminar sus tareas que ahora ya acumulaban un mes de retraso. Miró perpleja las habitaciones, volvió a contarlas y revisarlas todas estaban cerradas con llave excepto una en la que ya estaba tanto su equipaje como el de Lena.

-¿Vamos a dormir juntas? - gritó desde las escaleras

-Supongo… a menos que quieras dormir en el sofá

Tenía miedo de mirar a la ventana como si temiera encontrarse con algún perverso demonio. Meneó la cabeza demasiado grandecita estaba para monstruos y brujas, se arropó bien pensando que sería una noche bastante fría y se tiró a la cama entonces el televisor se encendió solo y Yulia se quedó helada, trató de ser razonable y con lentitud se dirigió al aparato, de un golpe lo apago y al dar media vuelta éste volvió a encenderse

-Mira aparatejo, te tengo gran cariño pero vuelve a prenderte y juro te echaré a patadas de la recámara

Y como si hablara con algún ser vivo la televisión obedeció apagándose. Yulia no supo ya si aterrarse, alegrarse de que algo le hiciera caso o simplemente ignorar el hecho.

Ocho de la mañana y Lena había aprovechado para tomarse un descanso de los libros y practicar un poco de equitación. Un muchacho de aproximadamente veinticuatro años de complexión robusta le ensillaba el caballo

-Es un animal hermoso… eres precioso - comentaba acariciando el hocico de la bestia - eres precioso… ¿Cómo te llamas? ¿Cómo se llama? - esta vez se dirigió al muchacho

-Zvezde

-Zvezde ¿serás bueno conmigo? - y el muchacho no dejaba de mirarle con recelo y hasta con cierto dejo de antipatía - ¡Buenos días Yulia! ¿Cabalgamos?

La joven asintió mientras se frotaba los brazos tratando de dar calor a su cuerpo

-Hola… buenos días… ¿Me ensillas un caballo?

-¿Ha montado antes?

-Sí

-¿Yegua o caballo?

-Lo que sea estará bien… Lena adelántate te alcanzaré al rato

Largo rato estuvieron paseando cerca de la vereda, hacía fresco pero el trote había calentado a los animales y sus espíritus competitivos, de dos carreras hechas y las dos las llevaba ganadas Lena, no había quien le ganara estaba hecha para ese animal como el animal para ella.

-Me estoy enamorando de Zvezde

-¿El caballo? Vaya debo empezar a preocuparme… y mucho - rió la pelinegra

El animal se movió juguetonamente y entonces el alazán que montaba Yulia se salió de control alzando las patas traseras, inquieto hasta que de la nada apareció el chico que tan amablemente les había ensillado los caballos y tomó las riendas del alazán calmándolo.

-Tenían que darte uno tan arisco como tú - comentó Lena

-Yo no soy arisca

-Ni el animal - comentó el muchacho - lo está forzando mucho ¿Qué no dijo que sabía montar?

-Y lo sé hacer - no discutiría con un caballo y mucho menos con el amaestrador se bajó de un salto del animal y se encaminó a la cabaña a pie

-¿Te llevo?

-Pasearé gracias - sonrió. Se levantó de puntillas para besar los labios de Lena sintió la mirada penetrante del chico, una mirada llena de asombro y hasta algo de morbo, para cuando volteó a confrontarlo éste ya había agachado la mirada

-Tómame el tiempo quiero saber de qué está hecho este animal

-De células señorita como todos los seres vivos

-Un amaestrador que se cree cómico - comentó Yulia molesta - te tomo tiempo.

Acomodó al caballo en línea recta unos veinte metros estaría bien para desempolvarse y medir al animal, sujetó con fuerzas las bridas y al grito de ¡Fuera! Salió a todo galope. Olvidó por completo la toma del tiempo, ahora sus ojos estaban en el muchacho, sonrió había algo en él que la tenía embobada. Oyó la voz de Lena pidiéndole resultados entonces rió más y oyó al chico murmurar un número seguramente él también había tomado el tiempo.

Ahora montaba en un corcel árabe que bajo protesta del amaestrador había escogido, estaba fuerte y tenía un brillo espectacular su pelaje, titubeó un poco ocasión que aprovechó el animal para alzarse en dos patas tratando de quitarse de encima a su carga

-Tranquilo bonito

-Se caerá señorita… es mucho caballo para usted

-Gracias por el cumplido… ¿tienes nombre?

-Rodian Alexander

-Rodian no me pasará nada… regresaré en una hora ¿Si?

-No pero como es terca como mula haga lo que mejor se le venga en gana… solo tráigame en una pieza a ese animal… tú regresa en las piezas que quieras.

Yulia rió, no estaba para niñerías y menos para que un chico cualquiera la intimidara. Soltó las bridas y el caballo comenzó a trotar algo inseguro. Rondó por las cercanías cerca de dos horas, la quitación no era lo suyo y tanto caballo como jocker estaban ya cansados del paseo, justo cuando se bajaba vio un animal desbocado… si su vista no le engañaba se trataba de un burro desbocado, que descendía de uno de los pasajes hasta la ladera como un bólido incendiario, animó al animal a asistir al lugar.

Capítulo 4: Secretos

 

El burro estaba jadeante tomando agua de un pequeño riachuelo y su dueña estaba tirada en la hierba con los ojos cerrados y aun jadeando por el susto. Tenía los brazos extendidos, usaba pantalones de mezclilla ajustados y una camisa de franela de cuadros rojos desabrochada. Yulia la miró fijamente hasta que el animal hizo ruido sacudiendo la cabeza. Estaba allí, esa perfección unos ojos como nunca había visto, de un verde exótico, cristalino como el mismo riachuelo y esa mirada desconcertante que podía a cualquiera hipnotizaría, abrió la boca para saludar pero las palabras jamás se emitieron

-¿Se te perdió algo?

-Yulia Volkova - Extendió su mano sin salir del asombro

-No te conozco - Se puso de pie un tanto aburrida.

Sus botitas cafés estaban desgastadas los pantalones algo raídos. Por las facciones supuso que era originaria de esa zona y también dedujo que no podía pasar de los dieciséis años. Esa extrañeza en el ambiente, un conjuro mal escrito o simplemente la irrealidad palpada en ese recóndito mundo. No podía apartar la vista de aquellos ojos verdes, bajó del caballo y con lentitud se aproximó a ella.

-Soy integrante del grupo t.A.T.u. - y no le decía con el afán de vanagloriarse sino de liberarse del domino de aquellos ojos

-¿Was est?

-¿Disculpa? ¿No hablas ruso? - Si no se equivocaba el acento de la muchacha era alemán

-Poco

Un silencio, una barrera invisible llamada idioma. Musitó un par de frases en alemán con tan mala pronunciación que aquella muchacha solo contestó con una mueca de enfado y que será el hipnotismo de que se dotan aquellos ojos verdes incapaces de hacerla dejar de observarlos, contenta del embriagador silencio. Una chispa enigmática que le paraliza. Platica en una manía por deshacerse del encanto por buscar ella ahora hipnotizar esos ojos verdes con su canto de sirena. Tenía su mente vacía, incapaz de concentrarse en un único pensamiento y pérdida en el inmenso verde de aquellos ojos.

-Estoy de visita - Alzó la mirada tratando de descifrar el cielo

-Lloverá… - Contestó la muchacha

-Así parece… ¿Vives lejos de aquí?

-No…

Se sentía como muerta, como un fantasma errante en un pueblo desierto, paseaba lentamente platicando con el caballo mientras la gente… la poca gente que había en el mercado la observaba de forma disimulada… la misma forma como Rodian la observaba. Bajó lentamente del animal, caminó insegura entre los puestos mientras la lluvia anunciaba su llegada con la brisa fresca. Pronto comenzó a chispear y ella se adentró en un negocio de artesanías. Miraba una y otra vez sin quitar de su pensamiento a aquella muchacha… no podía ni recordar su nombre solo estaba en su memoria esos ojos verdes. Tomó una vasija pasando sus manos por cada recóndito lugar de aquella baratija. Solo quería estar con ella, olvidar su angustia, su tristeza y desolación a su lado… la felicidad extrañamente había cambiado de nombre… de rostro.

Vagabundeó por el pueblo, solo se trataba de matar el tiempo, de olvidarse de esos ojos y poner orden a su pensamiento, la larga espera la iba a enloquecer… y con certeza ya no sabía qué estaba esperando si se trataba de volver a ver esos ojos, se trababa de ver a Lena o de que dejara simplemente de llover. Sintió un ligero roce en la espalda y volteó para atrás para encontrarse con el rostro de Lena.

-¿Paseamos?

Yulia se sentía vacía por dentro. Se seguía atormentando con los mismos pensamientos, con esa sensación de lejanía y ese dolor en el pecho que le embargaba el alma porque sentía tan distante a Lena ¿Se deja de querer de la noche a la mañana? Y no había quien le respondiera a sus preguntas o súplicas entonces aparecía ese rostro del que no recordaba su nombre y esos ojos encantadores que la tenían tan embotada. Ya le era difícil pensar sin que esas interrogantes vinieran a su cabeza.

-¿Te sucede algo?

Yulia no contestó, aún estaba sumergida en sus pensamientos

La noche sonaba a tristeza con sus gruesas gotas de agua colándose por la ventana abierta de su habitación. Cerró los ojos oliendo la exquisita fragancia de la tierra mojada, era una noche nublada, tan nublada como su propia mente. Extendió los brazos e hizo el cuerpo hacia delante tratando de callar el sin fin de canciones que a su mente venían.

-Yulia… - Oyó que el viento la llamaba en un murmullo - Yulia… - Y esta vez lo escuchó más cercano, levantó la cabeza para encontrarse con la nada, era el viento quien la llamaba.

-Lena… - Murmuró. Pero no era ese el nombre que el viento le pedía recitar, sino el de la dueña de esos hermosos ojos verdes.

Sin pensarlo mucho tomó su chamarra y salió a establo en busca de eso que la llamaba, la lluvia se acentuó comenzando a dar paso al granizo que golpeaba con fuerza los cristales y a ella. Suspiró fuertemente en aquel apagado establo, observó al caballo árabe que esa tarde había sacado, se veía indeciso y algo asustado por la fuerte tormenta. Un relámpago la hizo saltar como nunca lo había hecho. Silencio. Y una risa traviesa le obligó a contraer el rostro en una mueca de enfado infantil.

-Perdone… - Dijo la voz de Rodian

-¿Qué haces tú aquí?

-Nada. Solo me quedé aquí…

Entre aquella oscuridad no podía observarlo a tientas se guió hasta dónde provenía la voz justo cuando Rodian encendía su lámpara de petróleo

-¿Estabas dormido?

Y el chico se sonrojó

-¿Te quedaste dormido? - Ahora era ella quien tenía motivos para burlarse de él

-Eso no le importa

-Tienes razón, no me importa… me llevaré un rato a Trech… - Dijo refiriéndose al caballo

-¿Con permiso de quién?

-No necesito pedirle permiso a nadie

-Yo soy aquí el que pone las reglas

Pero Yulia no discutiría quién tenía el mando, ensilló el caballo mientras Rodian la observaba con esa ausencia de pasiones en sus ojos. Estallaba en cólera, no quería seguir siendo observada de esa forma, alguna pasión debía existir dentro de Rodian y entonces furiosa trepó al animal.

-Volveré cuando me dé la gana

-Haga lo que le plazca… - Respondió secamente a la invitación de Yulia a confrontarse

Cabalgó por varios minutos sin un rumbo en especial hasta que finalmente se entregó a sus pasiones. Yulia dejó escapar un par de lágrimas que con la lluvia se disolvían antes de cerrar los ojos y entregarse por completo a la muerte, estaba desquiciándose, y estaba tan furiosa que esta había olvidado la causa de su enfado. En su mente se proyectó su vida antes de que aquel caballo saliera de su control, estaba guiándole a la muerte y recordó aquellos ojos verdes que la tenían horas antes ensimismada. Ya no iba a soportarlo, ya no podía cargar con una vida así, yendo por uno y otro lugar actuando mecánicamente, un concierto, firmar autógrafos pintarse una sonrisa falsa antes de ver a su público… besar a Lena… hasta esos besos le sabían huecos, sabían y eran del mismo material que su sonrisa… huecos, vacíos y tan fingidos… se hallaba sin amigos, con un amor de cristal que en el momento más inesperado terminaría por romperse y sin una verdadera razón para continuar existiendo. Y el caballo se frenó estrepitosamente resbaló cayendo pesadamente mientras el jinete rodaba colina abajo en un accidente fatal.

Apretó los ojos con mayor fuerza, para no ser partícipe de su propio fin, sintió la fuerza que la jalaba tierra abajo, sintió encima de su pierna al pesado animal y después todo fue confuso, rodaba golpeando con los árboles y en medio de aquel torrente de pasiones resonó el nombre que tanto había buscado esa tarde.

-¡Angeline! - Lo gritó con tal fuerza que pronto se hizo un eco mudo en el vacío silencio.

El silencio contestó gritando su nombre y en un ráfaga de viento llevando la esencia de Lena.

-¡Lenoshka! - La mente de Yulia se volvió más turbia, abrió los ojos y vio su fin.

Capítulo 5: Cautela

Tenía solo dieciocho años, tenía una vida perfecta forjada en ese mundo paradisíaco de la fama. Un BMW a la puerta, un contrato multimillonario con la disquera Universal Music… un amor, si eso podría llamarle un amante y en la oscuridad, en la verdad de su existencia no eran nada, solo dos personas enajenadas en sus propias vidas y egos. Y ella ya no quería vivir. Sentía ganas de soltarse a llorar, de arrepentirse por llevar a público su vida privada… cuando eso debía ser PRIVADA. Quería que fuese todo un mal sueño, estar de nuevo al lado de Lena como un principio… no, ya no quería eso… ya no deseaba nada y ahora se daba cuenta en aquel lecho de hierba fresca que ya no le importaba nada ni nadie. Se encontraba en un estado lamentable, empapada y con las ropas llenas de lodo, sangrando por dentro y por fuera, sin poder moverse y temblando de angustia y frío. Gimió, tan fuerte como el último suspiro de su existencia se lo permitía, no quería ayuda, buscaba la libertad en la muerte. No era justo y hoy más que nunca la vida le parecía cruel. Cesó el llanto y conforme la tormenta se agudizaba comprendió que pasarían horas antes de quedarse completamente deshecha, así que cerró los ojos tratando de liberarse de sus pensamientos para dormir, dormir como nunca lo había hecho… dormir eternamente.

La lluvia se había calmado, temblaba al punto de sacudirse en un recurso involuntario por sobrevivir, oyó la música de los árboles que producían al chocar una rama con otra. La depresión era peor que morir ahí en medio de la nada… ¿Y si no moría? No podía moverse y por más que intentaba gritar, el grito se ahogaba en su garganta. Yulia se quedó en silencio con los ojos cerrados meditando lo que de su vida había hecho. Recordó con enfado el motivo de su aparente disgusto. Una revista europea se había atrevido a sacar en su reportaje el porqué de t.A.T.u.

-¡Leíste esto! - Gritaba sulfurada y al punto de hacer estalla el mundo por su propia mano

-Por eso no queríamos que lo vieras

-¿Queríamos? ¿Quién está implicado en esto?

-Solo son tonterías… amarillismo al que haces caso

-A ver, aquí dice que es por publicidad por lo que hacemos esto… que me acuesto con Iván Shapovalov, y todo es sobre mí… no sobre ti.

-No estarás insinuando que no me importa lo que te pase ¿o sí?

-No insinúo nada, solo digo que la agraviada soy yo y no tú… la que está en problemas soy yo, y a la que todos pisotean es a mí mientras tú solo contemplas paradita sin hacer nada lo que sucede.

-Yulia Volkova, estás llegando al punto de mi tolerancia… no digas tonterías, yo solo digo que son invenciones para desprestigiarnos

-¿Crees que me acuesto con Iván?

-Esta plática se está volviendo un foro de acusaciones. Yo no he dicho algo así…

-¿Crees que me acuesto con Iván?

-No… - Dijo categóricamente - Y volveremos a platicar cuando te quites esas ideas raras de la cabeza. Pareciera que te importa demasiado lo que piensen los demás

¿Por qué ahora? ¿Por qué de repente le importaba lo que el resto de humanidad pensara de ella? Ya no sabía si pensaba o dormía, si escuchaba a la realidad o solo se trataban de perversas invenciones de su cansada mente… debía admitirlo, estaba más molesta con Lena por abandonarle que por evitarle ver el artículo.

Oyó el relinchido del caballo que apenas podía ponerse en pie y luchaba por sobrevivir a la fractura. Entonces sintió un calor extraño, una mano golpeando sus mejillas y al abrir los ojos se encontró con esos ojos enigmáticos… esos ojos verdes que la poseían. Olvidó el dolor, olvidó su tristeza y hasta el motivo por el que estaba tirada en aquella colina.

-¿Cuántos dedos ves? - Dijo en su mal ruso

-Dos…

-A las tres nos levantamos…

-No… - Objetó Yulia - Creo tener una pierna rota… me duele mucho…

-A las tres nos levantamos…

-Tengo un hueso roto…

-Nich… nada gebrochen (roto)

-Juro que lo oí tronar…

-A las tres. Una… dos… - pasó el brazo por debajo de la espalda de Yulia - ¡Tres!-

Yulia aulló de dolor sin lograr más que levantarse unos centímetros del suelo húmedo.

-No puedo. Tengo algo… - Se soltó a llorar desesperada

-No digas no puedo. Una vez más y estamos fuera

-¡Trae un maldito doctor!

-Nich. Una vez más…

Y sin contar ni dar oportunidad a Yulia a replicar hizo fuerza sosteniéndola con el brazo debajo de su cuerpo para que se incorporara. Yulia lloraba y gemía presa del dolor, se quería tirar a la hierba de nuevo sin embargo se encontró con el brazo de la chica que la sostenía a pesar de todo y leyó en sus ojos que no estaba dispuesta a dejarle ni permitirle darse por vencida.

-Estamos de pie… felicitaciones

-No puedo, me duele la pierna… - Y quiso mirar el daño que la caída había hecho a la pierna, pero la chica le tomó la barbilla desviando su vista a sus ojos

-¿Cuántos dedos?

-Dos… uno… - Estuvo a punto de desmayarse, le fallaron las últimas fuerzas y lo último que vio, fue al caballo cojeando.

 Yulia pensó que estaba en un sueño, o que tal vez ya había muerto y estaba en el infierno, sudaba a chorros y oía caer la fuerte granizada afuera del lecho en que se encontraba. Entre abrió los ojos y miró la chimenea despidiendo un calor asfixiante. Al observar el lugar en un vistazo rápido, se encontraba con cuatro paredes de ladrillos, una ventana en el lado izquierdo y la chimenea frente a ella, había ropa tirada, instrumentos de labranza y colgado arriba de la chimenea un rifle de los llamados cuernos de chivo.

-¿Cómo te sientes?

-¿Dónde estoy?

-En mi casa… en una parte de lo que es mi casa… ¿Cómo estás? ¿Puedes moverte?

-No, estoy… me siento adormecida… nada me duele… nada…

-Te serví brandy y te lo tomaste pero así… - Tronó los dedos - Parecías bebé pegado a su mamila…

-¿Me embriagaste? - No era que le importara mucho, pero debía saber qué era real y qué no

-Algo así… sí… supongo ¡No era a propósito!

-¿Tengo algo bueno? Digo, después de la caída…

-Si todo… te ves bien… estás bien…

Se sentó cerca de Yulia y retiró algunos mechones que se dejaban caer sobre el rostro de Yulia. Murmuró algo y se precipitó a levantarse, sacudiendo la tierra de sus jeans

-¿Tienes hambre?

-No, estoy bien

-Iré por algo que necesito a la casa… a otra casa… aguarda

Al quedarse de nuevo sola pensó en aquello que era inevitable sentir: tristeza, una tristeza embriagadora que la deprimía y la llevaba a tener pensamientos suicidas. Nunca creyó que el amor fuera tan amargo, nunca imaginó que la factura de la fama fuera tan cara. Ya no tenía nada, ya no valía la pena levantarse y mucho menos poner entusiasmo en recuperar lo perdido. Se incorporó tratando de quitarse ese sentimiento de pesadumbres que tanto tiempo llevaba albergado en su corazón. No pudo levantarse cayó desplomada y con las lágrimas corriendo como un par de ríos por sus mejillas.

Sintió un dolor vago en la pierna y en su cabeza, se revisó con la mano cuidadosamente y fue consiente de los golpes que había dejado aquella caída. Se llevó los dedos a los labios que empezaban a temblar por el frío que se colaba por la puerta por la que entraba Angeline precipitadamente y cerraba de igual rapidez.

-¿Hace mucho frío afuera?

Angeline estaba paralizada recargada en la puerta con el rostro pálido, sin respirar con una mirada perdida en un miedo profundo. Sonrió tratando de relajar los músculos de su cara y solo consiguió preocupar más a Yulia. Intentó decir algo pero Angeline le tapó la boca rápidamente mientras con los pies echaba tierra a la chimenea para que se apagara. Las dos inmóviles, una al lado de la otra, respirando con nerviosismo.

-¿Se fue?

-¿Quién? - Murmuró Yulia

-Nadie en especial… - Tomó una vela que encendió poniéndola cerca de ellas - No puedo llevarte a casa con esta lluvia… volverás mañana…

Como si eso le preocupase, solo quería deshacerse de la desolación de su corazón, de la amargura que conservaba en los labios y de ese estado tan lamentable en que la tenía la vida misma.

Angeline se apresuró a posar sus dedos sobre los labios de Yulia, no intentaría averiguar qué hacía aquella noche, ni qué se proponía haciendo tantos disparates. Yulia se quedó congelada, abrazó débilmente la idea de estar poseída por aquellos ojos y se recargó en Angeline en busca de calor humano. Terminó por quebrarse la solidez de Yulia, ese escudo invisible que venía ocasionándole estragos para dar paso a un llanto infantil desenfrenado. Angeline la abrazó fuertemente y Yulia olvidó de nuevo su vida y su dolor hasta su propio nombre se borró de su memoria.

Yulia despertó con la mirada perdida en sus sueños. Todo parecía haber sido un sueño, una broma de su mente. Estaba sola atrapada entre las cuatro paredes de ladrillo de la noche anterior, con un sentimiento de vacío y una sensación extraña. Parecía seguir soñando. Todo le parecía distinto, como lavado por la lluvia y quizá por sus lágrimas. Al sentarse se dio cuenta que sentía una pequeña punzada sobre su pierna, había una nota en la chimenea, se levantó a alcanzarla solo decía: “Buen día, hoy es un nuevo día para comenzar” la letra era curiosa tenía pequeñas terminaciones y escrito en manuscrito, dobló la hoja y la guardó cerca de su corazón. ¿Qué había pasado? Su mente no conectaba acertadamente sus ideas ni recuerdos.

Estaba en la puerta Rodian ensillando uno de los caballos, cuando le vio de reojo y hasta con un dejo burlesco que le hizo fruncir el ceño. Tenía que ser él la primera persona que encontrara en su camino, en su nuevo día.

-¡Yulia! - Gritó Lena y corrió a abrazarla

Le acariciaba el cabello, se deshacía por darle de besos por palpar con sus manos aquel cuerpo, saber que estaba ahí, que ya no se alejaría de su lado.

-Tranquila Lenoshka…

-¿Qué te pasó? - se separó un poco para observarlos múltiples raspones, la ropa llena de lodo y sangre y observar ese sombrío rostro que no parecía recobrar la cordura de tiempos mejores.

-El caballo la tiró… lo forzó mucho…

-¡Cállate imbécil!

Tomó del brazo a Lena y se dirigió al interior de la cabaña.

 Se tiró en el sofá tratando de sopesar todo lo que había sucedido anoche. Lena no dejaba de hacerle preguntas e insistirle en que la viera un médico mientras ellas seguía con la mirada pérdida en un horizonte lejano, en el recuerdo de esos ojos verdes.

-Es una suerte que estés bien…

-Sí una suerte

-Solo rasguños - rozó con el dorso de su dedo la herida de una ceja

Tal vez el cuerpo estuviera de una sola pieza y sin daño aparente pero por dentro la angustia, el miedo y la melancolía la estaban consumiendo

 A penas si pudo deshacerse de los mimos de su amada Lena y las interrogantes de Iván. Solo sentía dolor en el pecho y una voz llamándole en el interior… necesitaba ver de nuevo esos ojos verdes, aclarar el remolino de recuerdos que en su mente se albergaban de aquella disparatada noche. Tomó su chamarra y se deslizó por la parte trasera de la casa para encontrarse con Rodian.

-¿Saldrá?

-¿Qué tienes contra mí? ¿Enfadas así a toda la gente o solo te gusta fastidiarme a mí la existencia?

-Para nada… yo solo creo que después de la caída debe reposar

-No te metas en mi vida

-El caballo está bien… si le interesa

Dejó al chico hablando solo, quería encontrar a la dueña de sus pensamientos, ir a esa casa y se encaminó a pie hasta la colina.

 El fresco aroma de la tierra lavada por la lluvia, el rocío acompañándola en su recorrido. Paz y armonía, un silencio absorbente que solo era interrumpido por el trinar de algún pajarillo. Se sintió a salvo por extraño que pareciera esta intranquila con las proposiciones de ver a un especialista alegando que después de la caída sufrida debían asegurarse no tuviera alguna lamentable repercusión. Se observó la rodilla, no podría parase por algún buen tiempo al escenario con mini falda o shorts y al levantar los ojos observó a Angeline sentada en un tronco absorta en observarla, se sonrojó y caminó más aprisa hacia ella.

-¿Cómo estás? - le preguntó Angeline

-Bien gracias a ti…

Angeline le observo sonriendo ampliamente hasta que se acercó a ella y colocó su dedo índice sobre sus labios. No quería una explicación de sus deseos de morir, no quería pisar esos terrenos delicados de los que Yulia podía salir mal librada.

-Ayer fue ayer - recalcó antes de dar media vuelta y encaminarse al sendero que llevaba a su casa

-Sí…

-¿Quieres desayunar?

 Lena estaba intranquila, no había querido indagar las razones que llevarían a Yulia a arriesgar su vida, o que le había salvado anoche en la tormenta. Suspiró acariciando el hocico del alazán, antes de percatarse de la fría presencia de Rodian.

-Es un caballo hermoso

-Sí, es una hermosura señorita… claro que no iguala al jinete

Lena sonrió algo cohibida con el muchacho. Tomó las riendas en sus manos y suavemente lo forzó a seguirle el paso

-Iremos a cabalgar

-Está bien - Rodian se rascó la oreja - Sé de un sitio perfecto para cabalgar… si usted quiere

-Sí gracias ¿Sabes a dónde salió la señorita Yulia?

-No. Ella es muy… muy - hizo una mueca tratando de esforzarse por encontrar una palabra que la describiera sin agraviarla

-Está pasando por un mal momento… ella no es así, no es mala persona

-No pretendo quejarme pero conmigo sí… Usted es tan diferente a ella

Y lo era nadie daba crédito aquel romance, dos personas totalmente opuestas embonando como piezas de rompecabezas. Y tal vez era la diferencia lo que las unía más.

 Hacía un frío bestial, se frotó los brazos y terminó soplándose a las manos en busca de calor. Lena llevaba sentada en una banca de la estación de autobús desde hacía quince minutos, esperaba a Yulia que tal vez y para variar llegaría o muy retrasada o simplemente olvidaría el compromiso. Lena sentía gran curiosidad por la nueva amistad que Yulia había hecho, ni siquiera sabía el nombre o el sexo… Observó con cautela a su derecha, hacía cinco minutos que un muchacho se había sentado en el otro extremo de la banca. Vestía una gabardina de segunda clase color negro ya bastante raída, tenía el rostro sucio y una de sus manos metida en la gabardina. Lena empezó a sentir miedo, no había nadie a la redonda así que estaba sola como presa fácil para aquel individuo de tan mal aspecto. Entonces el individuo se recorrió más y Lena se paró sorprendida, el individuo sacó lo que tenía en la gabardina escondido… un pequeño cachorrito que temblaba de frío.

-Me ha seguido - murmuró el muchacho

-Es lindo - tartamudeó Lena saliendo de su asombro. Por un momento pensó que aquel extraño muchacho la iba a atacar… claro que todavía no podía contarse con la victoria

-¿Tiene un cigarrillo?

-No

-Hace frío… mucho frío… Ese animal que tiene a su lado es muy bonito - comentó refiriéndose al caballo - Es árabe y se ve que tiene madera de campeón

-Si… es algo arisco…

-¿Tiene nombre?

-Lena - balbuceó con el miedo sacudiendo todas sus fibras

-Es macho… tiene nombre de mujer

Y Lena soltó una gran carcajada olvidando al intimidante muchacho que ahora le observaba perplejo por su reacción.

-No… yo me llamo Lena, el caballo se llama Zbetser

El chico sonrió, se quitó los guantes y sacudió sus manos para saludarle

-Joel. Sé de caballos y Lenochka te aseguro que tienes una verdadera joya, este animalito debe darme para comer unos dos años ¡Dos años! - Lena se quedó perpleja ¿y si el tipo quería robarle el animal? Sonrió nerviosamente y Joel le contestó con una amplia sonrisa, silbó asombrado y se recargó en la banca - qué hace una señorita tan guapa como tú muriéndose de frío en este lugar

-Espero a alguien

-Vaya pero siéntate mujer que no te voy a morder

Lena volvió a titubear antes de volverse a sentar y sus ojos se cruzaron con la silueta de Yulia, venía riendo y con esa sonrisa traviesa que le calentó el enojo por la larga espera; de mala gana se sentó y sin pensarlo mucho besó la mejilla del chico.

-¿Lena? - dijeron al unísono Yulia y Rodian

-A vaya qué hacen aquí

-Teníamos una cita… siento llegar tarde - A Lena no le importaba las bobas excusas que Yulia le pudiera dar por su retraso - ¿Y quién es él?

-Es un vago - contestó Rodian

-Es mi amigo - sentenció Lena con un hilo de voz - se llama…

-Joel - y el chico extendió la mano sin que nadie la estrechara.

Rodian lo conocía bien, Joel solo contaba con diecinueve años pero era muy listo, le gustaba vivir a expensas de los demás a veces iba a la feria del pueblo, motivo que hoy lo tenía cerca de la estación, gustaba de hacer pequeños trabajos bien remunerados y de poco esfuerzo tenía un talento inigualable para los caballos y a veces se extendía con todos los animales. Como aquel cachorro un sin fin de pequeñas bestiecitas se le adherían, la lista iba desde inofensivos gatitos hasta depredadores que encontraban en Joel un atractivo semejante a una presa. Rodian lo odiaba y el único motivo era ese, que Joel pudiera lograr en una hora lo que él tardaba una semana como amaestrador.

Yulia no pudo evitar barrerlo con la mirada, el chico estaba sucio, olía algo mal y parecía de cabeza a pies un vago salido de algún bar de mala muerte, sonrió pensando en que se parecía mucho a un amigo que había tenido de niña uno de tantos vagabundos de la gran capital rusa. Observó sus facciones y por un reflejo involuntario miró a Rodian fue entonces que Joel le agrado más. Aquellos ojos chispeantes, aquella mirada asesina y ese semblante tan falto de emoción hoy ardía en rabia, sí ésta era la primera vez que el ‘yo no me enojo Rodian’ esbozaba emoción.

-Trae a tu amigo a casa… tal vez pueda acompañarnos a tomar la merienda

-No - casi gritó Rodian - este chico solo…

-Tú guarda silencio ¿Quieres ir Joel? - Se adelantó a decir Yulia

-No, gracias, ya veo que no soy bienvenido - miró de soslayo los penetrantes ojos de Rodian.

Y es que Joel y Rodian guardaba enemistad desde hacía varios años. Joel nunca había salido bien librado de las disputas con Rodian éste siempre lograba apalearlo mientras él no le hacía ningún rasguño, debía admitirlo le tenía miedo y ahora no se iba a arriesgar a ser triturado por su puño salvaje solo por una merienda… merienda que le caería de maravilla… no, debía pensar en salvar su pellejo antes que oír a su estómago.

Llevaba vigilándola desde su llegada al extraño pueblo, a pesar de estar metida todo el día entre libros y notas no dejaba que ningún movimiento de Yulia se escapara a sus ojos. Yulia se levantaba alrededor de las diez de la mañana, procuraba desayunar ligero y con una sonrisa en los labios más falsa que un billete americano se salía por la tangente ante las súplicas de Lena de acompañarle al Hospital de Especialidades, ella alegaba que el golpe podía haberle causado algún trastorno, que más valía prevenir que lamentar. Y el hecho era que algo raro percibía Yulia por la insistencia, así que simplemente trataba de evitar a Lena. Después el día transcurría despacio y con monotonía interrumpida por los constantes enfrentamientos entre Yulia y Rodian. En una de esas ocasiones Lena había intervenido para terminar mal parada con Yulia, se comportaba tan extraño que ya empezaba temer por sus constantes salidas a cabalgar por entre la maleza sin que nadie le acompañara. Una mañana simplemente Yulia se le escapó de la cama y para cuando Lena despertó se encontró con el frío de la habitación y la ausencia de su amor.

Yulia no iba todos los días. A veces no se quedaba mucho tiempo y otras tantas podía pasar el día entero con Angeline. Aquella mañana le había atraído el singular sonido que se producía cerca de la cabaña donde veía a Angeline. Cuando llegó había encontrado a la chica haciendo una suerte de movimientos propios de las artes marciales al ritmo de una singular melodía

-Ven - le llamó con su dulce voz

-Yo no sé bailar eso…

-Se llama capoeda

Pero la chica no aceptaría un no como respuesta, la llevó de la mano hasta que el ritmo se apoderó de ambas y acabaran bailando una pegada a la otra. Tenía que haber algo especial, algo indiscutible que hacía que se sintiera poseída por Angeline, no era la música, ni su aroma a pinos y hierba fresca; eran sus ojos verdes, esos ojos del mismo color que su bosque secreto. Despertó del encanto, rozaba sus labios los pálidos labios de Angeline. Se mantuvo cautelosa, sin embargo algo interior la impulsó a besarlos, al saborearlos se dio cuenta que en algún lado más ya había sentido aquella cosquilleante sensación… sí, esos labios sabían a Lena, ese cuerpo que ahora recorría con sus manos se parecía al de su adorada Lena.

Guapo, fuerte, joven, galante y seductor, así se definía Joel. Llevaba media hora vigilando a Rodian, tenía que dejar la cabaña sola tarde o temprano oportunidad que aprovecharía para entrar y platicar con su nueva amiga, si por algo esa niña había cambiado su opinión sobre él ante la llegada de Rodian tal vez y habría encontrado la amistad perfecta para sobrevivir esta temporada. Se frotó la cara y peinó sus cabellos negros llenos de tierra. Debía ser cauteloso o de lo contrario no solo ganaría un ojo morado, sino perdería su derecho a pasear con libertad por Horkosov.

Se escabulló hasta la cocina donde su olfato fue atraído por el olor a pollo. Observó los guisos que estaban en la lumbre y la boca se le hizo agua, finalmente destapó una de las cazuelas para probar algo de alimento después de tres días de riguroso régimen de austeridad. Apenas había levantado la tapa cuando un fuerte golpe en la cabeza le hizo parpadear, se tambaleó hasta caer, llevándose consigo una última imagen: el techo de la cocina.

Capítulo 6: Atrapado

Lena se había quedado sola con Dechka se aburría horrores y había dejado por la paz uno de sus libros de psicología para irse a refugiar en la literatura. El título era Crimen y Castigo, estaba precisamente leyendo la parte en que asesinan a la vieja usurera cuando un rechinido de puerta llamó su atención

-¿Habrá ingresado Yulia?

-Iré a investigar señorita Lena

Esperó y esperó, volvió a oír otro ruido y siguió esperando, hasta que cansada cerró su grueso libro para bajar a averiguar qué estaba sucediendo. En media escalera estaba Dechka temblando y con el rostro pálido

-Un ladrón… un ladrón - decía aterrada y con la voz entrecortada

-A ver

-¡Cuidado señorita!

Y sí, efectivamente ahí estaba un hombre en la cocina probando los guisados. Lena tomó su grueso libro, con cautela caminó hasta estar cerca del tipo que seguía absorto en su tarea. Tomó aire y finalmente le propinó un fuerte golpe con el pesado libro. El hombre cayó estrepitosamente al suelo, ahora podía decirle a Yulia que había encontrado un nuevo uso para sus libros. Y cuando lo vio tendido en el suelo reconoció que se trataba de Joel

-¡Despierta! - gritó asustada

-¡Un ladrón!

 Le tomó más de quince minutos reponerse del golpe, estaba tendido aún en el suelo de la cocina y la cabeza le dolía mucho, no podía ni ponerse en pie hasta que finalmente reconoció el rostro de quien le atendía.

-Lenoshka… qué recibimiento

-Si entraras como la gente normal no te habría pasado esto

-No Rodian me hubiera hecho puré

Se incorporó con dificultad, observó el pesado libro y después a Lena quien sonreía tiernamente. Ahora sabía que los libros tenían su lado peligroso y hasta sonaba ridículo lo que había sucedido. Lena puso algo de hielo en su gran chichón mientras Dechka no dejaba de repetir la mala idea que era meter a un individuo como ese en la casa.

-Véalo, está sucio, está… es un vago

-En eso tienes razón, está muy sucio. Joel creo que debes bañarte

-Lo hice el mes pasado

Y bajo protestas Joel se fue a la ducha.

 Yulia se quedó parada observando cómo Angeline subía al árbol. Con un ademán le invitó a subir. Yulia no era bueno para ello, subir hasta allá le costó no solo trabajo sino dos raspones y el susto de casi caer antes de llegar a Angeline, pero la chica le sujetó del brazo antes de que la pobre Yulia fuera aparar al suelo.

-¿Te suelto?

-¡No! - gritó aterrada Yulia colgando del árbol

-No seas tontita… nunca te abandonaría

Yulia como todos los días recorrió el bosque secreto, contemplando la omnipotencia de la madre naturaleza se quedó parada observando el lago que a esas alturas se encontraba aún congelado. Caminó lentamente pisando con cuidado temerosa del pequeño crujir que se escuchaba a cada paso que daba. La temperatura extrañamente descendió hasta el punto de hacerla tiritar de frío. En esos momentos sintió las ráfagas de viento y a Angeline corriendo como bólido hasta la mitad del lago deslizándose con maestría.

A veces daba la impresión de que trataba con una niña, esa mañana precisamente le había llevado una pequeña estampita de ella y Lena pero en dibujo animado y aquel rostro sombrío se había llenado de alegría lo había visto por horas sin parar de decir cuán bueno era, hasta le había enseñado unos viejos cómics que todavía conservaba.

-Jugaremos escondidas

-¿Escondidas?

-No me digas que no sabes cómo jugarlas

Angeline tenía tanta o más batería que la propia Yulia.

 Las imágenes sucedían de forma rápida manteniendo la atención de los espectadores en el televisor mostrando una película de acción. Lena recargaba su cabeza sobre el pecho de su protegido que no paraba de atarragarse la boca de todas las frituras que había traído en su rápido viaje a saquear la alacena. Lena acarició el pecho de Joel y éste le contestó acariciando aquel largo cabello rojo suspiró y rozó sus labios la oreja de Lena. Absorta en el televisor Lena no se dio cuenta que los labios de Joel se encontraban muy cerca de los suyos. Es ese preciso instante tocaron a la puerta y Lena desvió la cabeza de lo que hubiera sido un beso delicioso.

-Adelante

-Señorita… - y a Rodian se le acabaron las palabras a l ver a Joel tirado en la cama abrazando a Lena. Apretó los puños con furia y sus ojos llamearon al punto de llevarlo a la locura.

-Esperen… esperen - repetía Lena observando que estaba por desatarse una verdadera guerra en su alcoba

-¡La mocosa me invitó! - chilló Joel poniéndose de pie listo para salir por la ventana

Ni Rodian, ni Joel hicieron caso a la persuasiva Lena. Rodian se lanzó contra el muchacho mientras éste trataba de huir por la ventana pero ya Rodian lo tenía asegurado de la punta de la camisa y apenas estuvo cerca de él apretó el puño comenzando a golpearle el rostro sin parar. Tirado en el suelo forcejeó tratando de quitarse de encima a su verdugo mientras Lena gritaba asustada pensando que Rodian acabaría por matar a su protegido

-Qué haces aquí cretino

-Le traje un cachorro huérfano a Lena - no pudo continuar hablando un golpe en el estómago lo había sofocado

Con gran desesperación se movió a un lado, brincó como nunca lo había hecho desviando su cuerpo del tremendo impacto que Rodian le tenía preparado, se sostuvo del marco de la puerta y estando a punto de saltar del segundo piso Lena gritó. El tiempo se detuvo quedaron encontrados aquellos tres seres como si se tratara de una fotografía. Rodian tirado en el suelo con su mirada colérica, Lena desde la puerta más que enfada por la actitud de los chicos y Joel sangrando de la nariz y con un ojo hinchado en cuclillas encima del marco de la ventana dispuesto a saltar.

-Joel vino porque yo lo invité… Has el favor de salir de la habitación Rodian

Y a Rodian no le quedaron alternativas

-¿Estas bien?

-Si… ¿terminamos la película?

-¿Por qué se odian tanto?

-Ya sabes cosa de tontos

Joel la tomó por la cintura aprovechando la ventaja que le llevaba en altura la levantó del suelo haciendo que Lena soltara una gran carcajada, después se dejaron caer de la cama peleando por el tazón de frituras hasta que finalmente las frituras quedaron regadas por toda la cama.

-Eres una mocosa encantadora

-No me llames mocosa…

-Si te ves tan frágil… tan niña…

Volvió a abrazarle apagando el frío de sus cuerpos. Lena sentía la respiración de Joel, sentía ese olor a jabón sobre su piel. Estaba poseída por las manos de aquel muchacho hasta que se deshizo del impacto y volteó para tomar papel de baño limpiando la sangre que se había quedado en la nariz de Joel.

El viento helado rozó su menudo cuerpo. Saboreó el olor de la tierra mojada que ahora se impregnaba en todo su ser. Se frotó las manos en un triste afán por conservar calor. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Encontrar a Angeline sería cosa de niños. Justo cuando creía saber dónde estaba sintió los brazos de Lena sobre su cuello rodeándole y brindándole calor. Las palabras hoy sobraban, las sensaciones habían dejado de existir y los pensamientos eran un murmullo lejano, cerró los ojos dejándose llevar por las caricias, pidiendo más y más, extasiándose como hacía meses no lo hacía. Dos seres distantes conquistándose el uno al otro… entregándose. Abruptamente dejó de sentir, abrió los ojos y se encontró sola en aquel bosque cubierto por la nieve, se frotó las sienes si no se equivocaba había caminado más de dos kilómetros en una hora. Yulia estaba asustada con frío y en medio de la nada, al voltearse se dio cuenta que estaba solo a dos pasos de la cabaña.

Tenían una cita a las cinco y media en quien sabe qué lugar a Yulia le pareció extraño, después de todo eran sus vacaciones, y sin embargo no dijo nada, algo andaba mal y la única forma de averiguarlo era seguirle el juego a Trevor e Iván. Había perdido de vista a Angeline, ni siquiera recordaba si se había despedido de ella y lo único que quería era terminar esa cita y volver a ver esos ojos verdes. Era tan extraño, tenían tantas cosas en común y un aparato tonto las había unido, pasaban horas en su bosque secreto o bien frente a un televisor discutiendo boberías, eso necesitaba, sentirse parte de algo tener a alguien quien poder amar.

La asistente les hizo sentarse en la sala de espera, ahora era Iván el que tenía que hace su parte. Se hincó para quedar en las rodillas de Yulia sus brazos.

-Te van a hacer un examen

Para asombro de los presente Yulia se quedó callada con la mirada ausente como de quien ha perdido el control de la realidad. Tardó cerca de dos minutos en parpadear y finalmente se quedó algo extrañada.

-¿Mande?

-Te van a hacer un examen - repitió Lena apretando fuerte su mano

-¿Examen? ¿De qué?

-De la cabeza - contestó Iván esperando que en cualquier segundo Yulia estallara

Así sucedió. Estaba molesta. Molesta por la manera en la que la habían engañado más que por el propio engaño, no pisaría ningún hospital y punto, eso estaba decidido

-Razona por favor - le pidió Iván pero Yulia le lanzó como repuesta una mirada colérica.

Comenzó entonces a maldecir en todos los idiomas que conocía desde inglés hasta ruso y una que otra frase que se le había pegado del alemán de Angeline. Simplemente ella no tenía nada y no se iba a hacer un examen. La cabeza comenzó a desquebrajar sus pensamientos, oía voces sin comprender lo que decían, veía las bocas de Iván, Lena y la propia Dechka moverse sin emitir sonido audible para ella, sus sensaciones pasaron a la lista de vértigos. Nada en su cuerpo respondía; como se había vuelto habitual perdió el control y de un manotazo le tiró accidentalmente la carpeta al médico que le practicaría la prueba. Se dejó llevar por su mareo hasta que terminó inconsciente en los brazos de Lena.

-¡Contesta Yulia!

Dos seres distantes ahora tal vez unidos por las circunstancias. Lena caminaba despacio con la vista fija en el suelo y tal vez su memoria perdida en los sin fin de términos que debía memorizar para el examen. Cómo era que dos personas totalmente opuestas pudieran llegar a amarse ¿No sería una farsa del destino? o tal vez una mala jugarreta de sus corazones.

El campo estaba recién lavado por la lluvia de la noche, pisaba con cuidado tratando de evitar los charcos y arrastras el menos lodazal que pudiera. Pensó que después de todo no había sido buena idea salir a pasear con ese clima, dirigió su vista a Lena pero ella ni cuenta se dio de ser dueña de sus cavilaciones. Se sentía tan abandonada, tan desprotegida como el cachorrito que Joel le había regalado a Lena. Suspiro y a su mente vinieron esos ojos verdes que tan fascinada la tenían.

-De verdad debería verte un especialista.

-Nop… olvidarme de una canción no significa que tenga algo mal

-Olvidarte de nuestra canción sí

-¿Jugamos unas carreras?

Lena soltó una risita juguetona

-A las tres - dijo entre risa y risa - ¡Dos! Y ¡Tres! - gritó sin darle tiempo a Yulia de reaccionar

Yulia maldijo por lo bajo y corrió detrás de su juguetona y tramposa compañera.

 Aún reía y cómo le encantaba su sonrisa, hizo un puchero fingiéndose herida, hacía tanto que no hacían algo divertido que le pareció bastante bien la carrera. Lena le miró con picardía le hizo cosquillas hasta tirarla en la cama. Lena deseaba parar de reír pero no parecía creíble, no tan solo haber ganado con amplia ventaja sino que Yulia había tropezado y casi cae al lodo por culpa de una estúpida rata que pasaba en esos instantes por ahí. Lena pergeñó una sonrisa triunfadora.

-Eres odiosa - comentó Yulia tendida en la cama

-Para que veas que soy buena contigo te invitaré de mi goma de mascar - dicho esto se sacó del bolsillo una envoltura de chicle bastante aplastada

Yulia la atrajo hacía sí juguetonamente hasta que ambas empezaron una guerra de almohadas que duró lo suficiente para hacer reír a Dechka

-Siento lo de ayer - fue Lena la primera en mencionarlo y aceptar su responsabilidad.

Yulia agitó su cabecita y finalmente se encogió de hombros. Lena reaccionó y comenzó a hacerle cosquillas hasta que sus risas se ahogaron en el llanto.

-¡Para! ¡Para! - suplicaba Yulia

-Admítelo soy tuya

-Siempre

 Rodian había salido temprano, en cuanto había visto en la puerta a Joel entrando del brazo de Lena y con Yulia como su guarda espalda. Joel se sentía temeroso y hasta llegó el momento en que creyó que Rodian se lanzaría sobre los tres solo por el placer de despellejarlo vivo. Lo primero que hicieron fue ir a la cocina, por completo había olvidado al cachorro y se abrazó sobre los alimentos del refrigerador, no le importaba si la leche no sabía buena o equis alimento era de dudosa procedencia, para él daba igual si comía galletas o un pedazo de pescado crudo. Yulia reía nunca había visto a alguien que disfrutara tanto la comida superando por mucho a Lena.

-¿Ya saben de la feria?

-Sí-contestó Yulia

-No ¿Cuál?

-La del pueblucho este

-¿Y qué dan? - interrogó Lena muy inocentemente

-Nada Lenita tontita. Es una feria - contestó el chico creyendo que no sólo era una mocosa sino también media tonta

-¿Irías Lena? - preguntó Yulia algo sonrojada

-No

-Aburrida - contestó Joel con la boca llena de espárragos

-El que no vaya a una feria no significa que no sepa divertirme… es solo que tengo mucho que hacer y que estudiar

-Aburrida - confirmó Joel

 La fría habitación estaba sumida en la oscuridad. Lena recorrió las cortinas y se sentó en una esquina del enorme escritorio. Tomó un libro de la enorme pila que amontonaba en un rincón de su estudio. Tenía los nervios de punta estaba atrasada con cinco lecciones y lo peor era que había dejado en el olvido sus lecciones de inglés. Se recostó en el sillón. El sonido prolongado de unos pasos le hizo levantar la cabeza. Ahí estaba Joel con su sonrisa seductora que le hacía perder la cabeza, tenía aún el morete del día anterior, ahora comprendía por qué Joel evitaba a toda costa a Rodian. Observó su vestimenta, como de costumbre y por el frío llevaba encima de sus ropas de segunda clase la mugrosa gabardina negra.

-Te importaría si te consigo ropa

-En lo absoluto… mientras pueda seguir asaltando la nevera haré lo que me pidas

No podía creerlo, se veía realmente muy atractivo con la ropas de Rodian pero tenía que quitar esa tonta sonrisa que en su rostro se dibujó. Frunció el ceño y con voz agridulce le dijo

-¿De qué película de cuarta te has escapado?

Joel sonrió y completó su atuendo con un sombrero de ala corta y con cierto toque vaquero dijo:

-La peque no se dignará a ir a la feria

-Tendrás que hacer algo más para convencerme

Extendió la mano para tomar la carpeta y los libros que sostenía con fuerza para no caer desplomada por el cambio suscitando en el chico. Aquel baño y toda esa ropa habían logrado sacar el lado bello del chico y ella que nunca imaginó que algo tan simple cambiara a las personas, sí el hábito hace al monje

-Te ves…

-Me veo…

-Raro

-Raro

Lena no pudo separar la mirada de aquel joven, enajenada tratando de recuperarse de la impresión

-Te ves guapo - dijo Yulia que pasaba por ahí

-Gracias pequeña

-No te soporto, pretencioso - contestó por fin Lena

Nunca pensó que la ropa hiciera al monje pero con Joel lo predecible se tornaba impredecible y lo imposible posible tanto que acabó jugando patines con él y Yulia en el patio trasero a pesar de lo atrasada que se encontraba en sus deberes escolares

-¿Iras a la feria Yulia?

-Claro

-Y Lleva a tu amigo… o amiga… lo que sea - masculló Lena con cierto tono de enfado

 La feria de Horkosov había conocido tiempos mejores. Ocupaba un prado fresco de los aledaños a la ciudad y durante casi todo el año era refugio de animales y alguno que otro vagabundo que duraba uno o dos días en el pueblo. Era un pueblecito olvidado, lleno de contrastes y que la única temporada en que gozaba de visitantes era en los primeros meses de la primavera. El resto de la temporada de vez en cuando se dejaba ver algún turista que venía a consulta al hospital de especialidades que quedaba a veinte minutos del pueblo.

Las vallas que delimitaban los corrales y la pista de rodeo llevaban años sin recibir una mano de pintura y las gradas estaban tan viejas y agrietadas que sólo se atrevían a sentarse en ellas los más optimistas o temerarios. Dispuestas por todo el perímetro sin orden alguno las casetas de vendimia que sufrían del azote de alguno que otro viento huracanado. En tiempos pretéritos, el recinto había vibrado durante todo el año con mercaditos de artesanías y concurso de tiro. Era costumbre que la feria culminara con un concierto, en mejores tiempos el cartel del concierto había incluido a estrellas de cierto renombre, no así la edición que estaba a punto de celebrarse. Simplemente Horkosov se hundía, la tecnología y el nuevo capitalismo se lo estaban llevando como a sus habitantes, cada año era mayor el número de familias que emigraban que el número de vacacionistas que los visitaban.

La cosa fue así: tras mucho rogar e insistir la pelirroja había cedido a los caprichos del temerario Joel y habían decidido ir a visitar la pintoresca y decadente feria. Tras aparcar detrás de un vehículo de esos modernos bajó Lena con sus pantalones de mezclilla entallados y una blusita blanca que dejaba ver su obligo. Joel por su parte no podía quitar esa sonrisa tonta e infantil de su rostro, la feria era uno de los motivos que lo obligaban a regresar al pueblo a mitad de la temporada… y aparte el frío.

-Mira en este sitio yo solía ganar muchos premios para mis novias

-Vaya - sonrió Lena

-Ganaré uno para ti

-No soy tu novia ¿romperás tu promedio?

Joel se abrazó a la muchacha y con su mano derecha recorrió la espalda de la escultural niña que tenía

-Eres mi mocosa… mi linda mocosa

-No me gusta que me llames mocosa - sonrió separándose de su cazador

-Sabes que me vuelves loco

 Negarse hubiera sido su fin, Joel estaba dispuesto a hacerla cantar en el festival y ahora estaba en la fila formada esperando su turno mientras el escaso público aullaba y maldecía al pésimo cómico que estaba en turno arriba de la tarima.

-Si alguien me reconoce estaré frita - repetía mientras la fila avanzaba

Joel soltó una pequeña carcajada triunfal cuando la vio subir tambaleante a la tarima tomó el micrófono que pronto hizo un ruido estruendoso.

-Me llamo Len… Yuli…

-Lenyuli ¡Bonito nombre! - gritó Joel desde el público

-¡Cállate! Voy a cantar

-Mejor desnúdate - oyó a la izquierda una voz familiar. Frunció el ceño y con su mirada de ángel observó a Yulia sentada en primera fila para verla hacer el ridículo de su vida.

No había nada que deseara, nada que llenara ese vacío. Miró a los ojos de Lena encontrando su reflejo y ese incipiente cariño que sentía desvanecido en los últimos meses, su pelirroja le dedicó una sonrisa empezando a cantar “Ya shosla S uma”. El público se quedó perplejo, la mayoría eran hombres de edad adulta, simples pueblerinos que ni en su vida habían imaginado una relación de mujer a mujer… ¿o sí? A Lena le pareció que el público entendía perfectamente y tenía conocimiento de algo así. La canción terminó y el silencio reinó. Joel quiso mitigar las asperezas producidas y aplaudió rechiflando con su usual entusiasmo. Yulia se quedó también callada, cómo sonaba de extraña aquella canción en los labios de Lena, sonaba a un canto de amor, un canto dedicado a un ser que a veces parecía no verse reflejado en su persona. ¿A quién más podría cantarle Lena? ¿Tendría razón Rodian ya estaba celosa de Joel?

-¿Qué sucedió? - preguntó Lena algo sorprendida por la respuesta del exigente público

-Que eres una chiquilla encantadora y tan mona que no saben si aplaudir o chiflar

-No de verdad ¿qué les pasa?

-No sé.

Le siguieron con la mirada mientras Lena trataba de deshacerse de la impresión, tomó de la mano a Yulia y se encaminó a la salida

-Me agrada hayas decidido venir

-Si claro - bajó la vista sabiendo que el abandono de sus estudios solo se lo debía a Joel

-¿Me concede esta pieza señorita Katina?

-Si me prometes que me dejarás volver a la cabaña a estudiar sí

-De eso nada… esto apenas empieza… eres una aburrida mocosa

Yulia soltó una carcajada que de nuevo atrajo la vista de todos los del puesto. Y así siguió riéndose de Lena hasta que ésta ya molesta se fue a la pista de baile con Joel.

 La música sonaba con sus extraños altibajos y los jóvenes, los pocos jóvenes que asistían se galopaban en la pista. Una vuelta otra más hasta terminar sus cuerpos pegados el uno al otro. Joel se abrazó a la cintura de su compañera y en un giro terminaron mirándose

-Tienes los ojos verdes… verdes - masculló Lena sin que Joel le oyera por lo fuerte de la música

-A que bailo estupendamente

-Vanidoso

-Me gustaría bailar con la otra mocosita

-Se llama Yulia y no te doy permiso

-Pero si tú la tienes toda abandonada ¿Por qué no puedo bailar con ella? ¿Celos?

-No… sí… ella podría preferirme y eso te dolería en tu orgullo de cazador

Joel soltó una gran carcajada y volvió a tomarla de espalda para terminar el baile

CAPÍTULO 7: Cuestión de niños

 

Seis de la mañana y Yulia corrió al baño a vomitar lo que a media noche había tomado como aperitivo. Estuvo a punto de perder la conciencia y de nuevo Lena llegó justo a tiempo para atraparla en lo que pudo ser una colosal caída. Se enjuagó la cara y acompañada por Lena se fue a la cama. El celular chillando como loco, su consciente pelando entre sombras volvió a dormir pero no en calma, respiró agitadamente y estuvo a punto de gritar hasta que abrió los ojos viendo los números rojos del despertador parpadeando en el número once, respiró profundamente y como pudo se incorporó de la cama.

-Vuelve a acostarte - le reprendió Lena en un tono maternal que hizo a Yulia pergeñar una sonrisa antes de obedecerla

Volvió esa asfixiante soledad a reinar mientras el silencio poco a poco se adueñaba de aquel recóndito lugar de la tierra, soñó y lo hizo con tanta fuerza que le pareció real. Yulia se revolvía en la cama sin poder dormir. Miró de nueva cuenta el reloj y los números rojos le indicaron que eran cerca de la una de la tarde. Yulia gimió pero no hubo respuesta a su quejido ni una caricia, y se volteó a mirar el techo. Raras veces consiguió conciliar el sueño y cuando lo lograba, siempre despertaba con la imagen de esos ojos verdes y los rizos pelirrojos que tanto le gustaban. Esos ojos verdes se mezclaban con los exóticos ojos verdes de Angeline, no podía explicar lo que sentía por Angeline, no estaba segura de qué significaba para ella ni por qué razón sus sueños siempre terminaban en ella. Volvió a gemir y al abrir los ojos se encontró con Angeline; afuera debía estar lloviendo, estaba empapada y su cabello escurría agua aún.

-¿Viniste a verme?

-¿Qué otra razón me traería aquí?

-¿Puedo saber por qué no quisiste ir a la feria conmigo?

-No me gusta el pueblo, deberías saber ya que tengo mala fama y si vamos te aseguro que tratarán de lincharnos

-Eso a mí no me importa

-Pero a mí sí… no terminaré donde empecé

Yulia no logró entender del todo a qué se refería Angeline

 Lena estaba preocupada, demasiado para poder concentrarse en sus libros así que dio carpetazo cerrando por hoy sus estudios y se dirigió a la alcoba, cuál fue su sorpresa al no encontrar rastro de Yulia. Apretó los puños y maldijo por lo bajo con tal enojo que si alguien se le hubiera a travesado en ese momento seguramente lo habría linchado.

-Rodian ¿Y la señorita?

-No sé señorita Lena creo que salió… ¿Quiere que la busque?

-No, yo lo haré

Un simple tiempo, un simple lugar y el momento adecuado. Rodian se había enamorado de Lena desde el primer momento en que la había visto. Cauteloso la observaba y casi la vigilaba desde el primer día en que había llegado, sabía perfectamente que mantenía una relación con Yulia y eso le importó un pepino porque estaba a punto de dar cauce a sus sueños…

Lena no iba todos los días a cabalgar pero procuraba frecuentarla para que ella se fijara en él. A veces se contentaba con solo ver la sombra que se refleja de su cuarto de estudio por las noches. Rodian se intentaba convencer que no se trataba de espiar, a fin de cuentas no era ningún mirón solo quería que estuviera a salvo de truhanes como Joel y cada que podía le pegaba al chico un susto o lo correteaba así quedando satisfecho.

Se aproximó a Lena por detrás y ésta dio vuelta quedando encontrada ante la fuerte mirada de pasión que nunca antes había visto Lena. La tomó de la cintura y siguió sus pasiones como un navegante a su mapa. Ya no esperaría más hoy daría punto inicial a su corazón… Rodian le sujetó de la cintura suavemente, sintió la respiración entre cortada de Rodian sobre su oído y su corazón palpitó a mil revoluciones por segundo. Observó los ojos de Rodian, observó las pasiones encontradas que era capaz de desatar y cerró los ojos, evitando quedar hechizada por aquella penetrante mirada. Rodian recorrió la espalda de la muchacha con su gruesa mano y en segundos desató la tormenta.

La tomó delicadamente por la cintura, Lena estaba demasiado perturbada, demasiado cohibida como para oponer resistencia, le musito una frase que no entendió en el oído para buscar con sus labios aquellos labios carmines prohibidos. La joven se estremeció al sentir su aliento, al aspirar su aroma, sabía lo que pasaría, ya no tenía salida, estaba atrapada en aquel juego de niños; se dejó llevar por el momento. Lena sintió los labios de Rodian como se unían con los suyos en un loco frenesí.

-Te amo - repitió al separase de los labios de Lena, suplicó porque el momento no terminara y se aferró con fuerza al menudo cuerpo de la joven

Sus ojos se encendieron de odio, quería llorar de rabia, ahí estaba al umbral de la caballería viendo cómo Lena besaba a Rodian, los mataría, sí, eso haría. Estaba llena de cólera, apretó los puños y golpeó impetuosamente la mejilla del muchacho cinco años de tenis le habían dado una poderosa derecha. No podría soportar más, sus pensamientos eran un mar de sentimientos encontrados, dio la vuelta y titubeó; regresó y se paró frente a Lena mientras ella trataba de aclarar lo que acaba de suceder. Para Lena se trataba de un trance, una escena de alguna loca película que transcurre demasiado deprisa como para fijarse en los detalles. Ahora tenía esos hermosos ojos azules llenos de rabia viéndole y el tiempo detenido. Yulia reaccionó, abofeteó a Lena y salió del lugar a toda prisa.

Yulia no sabía a dónde iba, tan sólo deseaba deshacerse de aquel desorden de ideas. Subió a la alcoba y sacó toda la ropa de Lena del closet y los cajones, así echa bola la tiró por las escaleras y otro tanto quedó regada por el pasillo. Gritaba incoherencias repetía en su mal alemán: ¡Aber nein! Idiotish, Lena se quedó a media escalera observando el teatro que Yulia le estaba armando por un beso que no fue consciente y tal vez la única razón por la que le dejó seguir sacando su ropa fue que, en el fondo, se sentía culpable de haberlo saboreado, sí saberle a gloria.

Joel apareció traía consigo un tarro lleno de chocolates y un emparedado en la mano derecha, observó a Yulia, después a Lena y así consecutivamente hasta que se pasó tres bocados y se atrevió a preguntar que sucedía y de verdad que de haber sabido lo que ocurriría se hubiera quedado callado. Y esta fue la respuesta.

-¡Púdrete en el infierno! - le gritó Yulia lanzándole una buena bola de ropa - Lena besó a Rodian… que te lo cuente ella - y de nuevo comenzó a hablar en alemán sin que nadie pudiera entender lo que decía; claro que tan solo los gestos delataban no era digno de oídos castos

-¿Besaste a Rodian? - y hoy definitivamente no era su día para hablar con las mujeres

-¡Idiota!

-Vaya pues

Lena hizo un pequeño puchero al que siguió una sombría mueca de enfado para terminar llorando sobre el hombre de Joel. El chico la miró desconcertado sí, hoy no era buen día para lidiar con mujeres y menos las de esa casa.

 La neblina que se cernía en el poblado era comparable con la que se había albergado en su alma. Estaba recargada en la pared escuchando el tecleo del médico, su vista quedaba centrada y daba directo a la espalda de Yulia, Yulia estaba sentada al frente con Iván. Tenía casi un día completo de no dirigirle la palabra, estaba pensando en cómo pasaría la helada noche durmiendo en la sala y después pensó que debía ofrecerle la tan renombrada disculpa a su preciosa niña. Ojalá no hubiera permitido que Rodian la besara, ahora no dejaba de pensar en ese beso y las consecuencias que ya vivía en carne propia.

-Los síntomas corresponde a lo que llamaos un tipo de epilepsia… es una disfunción del lóbulo derecho…

Y sí, los síntomas correspondían con los estados de ánimo de Yulia. De estar sentada observando el televisor parecía que un resorte la impulsaba y se paraba dando brincos haciendo y deshaciendo por toda la habitación hasta que finalmente se volvía a sentar tan relajada como si nada hubiera ocurrido. A veces se alocaba y no había poder humano que la contuviera… ni poder divino.

-Su pérdida del tiempo… el hecho de ver cosas que no están para los demás…

-Sí Yulia es así - afirmó Lena desde su exilio sin levantar la cabeza - Es tan dinámica que nadie la soporta… no puede estarse en su sitio por más de tres minutos… - y hubiera continuado pero sintió sobre sí la penetrante mirada filosa de Yulia sobre ella

-Se requiere un examen más… se d