Suplemento digital del boletín TonéEl patrimonio también es noticia

No. 15 Diciembre de 2010 Dirección: Jaime Celis Arroyave

Tel: 314 60 20 150 jaimecelisarroyave@gmail.com

NOTA. El siguiente artículo fue elaborado por José William Rueda Palacio, ex director de la Casa de la Cultura, en donde desempeñó una

valiosa labor a favor de la comunidad, lo que lo ha hecho merecedor, con sobrada razón, al título de AMIGO DEL PATRIMONIO URRAEÑO.

Consideramos importante este escrito, en la medida que avanza en el estudio de una parte fundamental de nuestra población, el sector rural,

tan olvidado por los investigadores, lo que se constituye en un ejemplo a seguir, pues precisamente es allí donde se encuentra la otra mitad de la

historia, que aún no conocemos, y a la que debemos llegar, para sentirnos realmente urraeños.

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URRAO ES MI PASIÓN.

Urrao es el segundo municipio más grande del Dpto. de Antioquia. Debido a la belleza de su topografía fue llamado por el General Rafael Uribe Uribe “El Paraíso Escondido”. Hoy en día, propios y visitantes seguimos descubriendo y disfrutando de sus encantos, que no son imaginados, sino reales; bástanos con observar el río Penderisco que, con la originalidad de sus meandros, pareciese boa gigantesca que salvaguarda la grandeza en plenitud de nuestro valle cuando serpentea alegremente por sobre la planicie. En uno de ellos comprime el templo final de los mortales para ofrecerles su compañía como viajeros en el tiempo.

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Cementerio Urrao

Cementerio de Urrao, visto desde El Peseta.

Sus gentes, gentiles y amables, siempre dispuestas a brindar la más cálida de las bienvenidas a quienes llegan con el deseo de encontrar algo nuevo, interactúan invitándole a disfrutar de las maravillas de un pueblo acogedor como el nuestro.

Y para que hablemos de él, aquí se encuentra el cerro más alto de Antioquia, el llamado Campanas, en el Páramo del Sol, que con sus 4.080 metros sobre el nivel del mar; nos permite divisar desde su cima, en días de verano, la cinta plateada, iluminada por el sol, formada por el río Atrato; lugar exótico para el habitat del oso de anteojos, que pareciese como, para cuidar de su integridad, en medio de la soledad, permitiera se murmurara su nombre; es un valor oculto y una gran riqueza para quienes alcanzan a verlo. Este obelisco ecológico, el más destacado del Departamento, es una gran madre de agua, desde donde se desprenden ríos y riachuelos que, en sus limpio recorrido, crean inimaginables cascadas que, con su cristalina belleza engrandecen la majestad del paisaje; aguas que en otros tiempos y aún ahora, salpican, mojan y calman la sed de los caminantes que abrieron y recorren caminos, en medio de la vegetación de nuestras selvas vírgenes.

En las orillas de sus lechos se han encontrado la cerbatana del indígena, el carriel del arriero y la canoa del afro, para recordar, con nostalgia, la obra de un pueblo que vive y perdura gracias a estas tres etnias que con su trabajo lo hacen posible..

Adorna nuestras selvas la más rica variedad de orquídeas, de las cuales unas se enorgullecen de ser hijas legítimas de estos montes, mientras que otras las.acompañan cuidando sus orígenes y, entre todas, le dan el nombre al

Parque Nacional las Orquídeas, gran reserva natural.

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Río Penderisco.

Urraeño Montañero.

Páramo de Sabanas.

En medio de aquellos montes y montañas, por entre los sembrados de caña, plátano, tomate, yuca y café, testigos de la bravura y estrépito del Penderisco por dejar aquel valle, se va cruzando el umbral hacia el Urrao que no conocemos; y no es olor a perfume, como el de las orquídeas, el que viene a recibirnos, sino el aroma a panela y a café; su topografía se

vuelve más hostil pero más productiva; aquí todavía se encuentra el urraeño montañero, orgullo de unos ancestros legendarios, que dejaron como herencia, el zurriago, la mulera y el carriel, así como el azadón, el machete y el recatón; estos todavía son hombres de raza bravía que se ganan la vida, día a día, con su sudor, bendiciendo a Dios en las mañanas porque les permite iniciar sus

jornadas con tesón.

Por caminos de herradura y carreteras destapadas, con la luz de las montañas, el trepidante Penderisco y el humo que en las mañanas fluye por entre las tejas de las cocinas campesinas, vamos llegando donde Urrao hace que expresemos, una vez más, nuestra admiración; estamos en el pequeño caserío, conocido como La Encarnación, con sus casas, unas en paredes de tapia y otras en cancel, que abren sus puertas para acoger a quien llega sin importarle de donde es.

Aquí aún se vive con la arquitectura de un pasado, donde algunas casas ya caídas dan testimonio de sus muchos años; el pequeño parque enmarcado por calles destapadas, recibe o despide, por cualquiera de sus esquinas, pequeñas recuas de mulas que, embarradas hasta el cinto de las enjalmas, nos deja ver la tediosa tarea que les toca afrontar. Lugar que podíamos llamar un sitio para el encuentro donde, llegan nuestros indígenas del resguardo de Valle de Perdidas, los viajeros de las veredas de Cruces, Calles y Venados, y nuestros

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Río Penderisco.

vecinos de Abriaquí, La Blanquita, Frontino y hasta de Murri.

En uno de sus extremos, levantada al cielo como indicando su existencia, se encuentra una pequeña capilla, decorada con toda la humildad que engrándese a Dios, donde los fieles oran por su trabajo y su vida, con la esperanza perene puesta en Él.

Y qué decir de aquel gran mirador natural, que enmarcado por el Penderisco, en su parte inferior, ofrece a quienes desafían su altura, la hermosa vista del municipio y su valle, “Pedacito de cielo esculpido por la mano de Dios” como lo dijo nuestro destacado escritor Eduardo Arroyave Vélez; El Peseta, como se conoce, es un centro de peregrinación al cual acuden los urraeños y quienes nos visitan a reafirmar su fe, en fechas especiales. A él los primeros rayos de sol en la mañana lo bañan resaltando sus verdes para darle vida a uno de nuestros guardianes, a quien señalara por siempre con uno de los dedos de su mano, aquella escultura de Rafael Uribe quien vio en él, el principio de un gran porvenir para este pueblo; pues por aquí nos uniríamos con el Chocó y nos convertiríamos en un importante puerto para el progreso.

Desde este alto se embelesa la mirada cuando se posa en el valle del río Urrao y las áreas que le circundan; pareciese como si el ingenio del creador hubiera querido extasiarse con su grandeza, dotando de belleza estas tierras productivas, donde las hadas cuidan el espíritu campesino de sus gentes, con él que se entregan a sus cosechas y parcelas para darle vida a la vida.

Por este valle descienden ondulantes y alegres las aguas del río Urrao por ser hijas del Páramo del Sol; paralelo a ellas y en línea recta lo cruza una carretera destapada la cual, en las mañanas, nos ofrece uno de los cuadros más típicos de la región, el ronquido de aquel carro de escalera que, colmado de gentes trabajadoras en su interior, muchas veces unos apretados contra otros, porque hay que dejar espacio atrás para las canecas con la leche, mercados y encomiendas; aquellos que tienen menos suerte, viajan sentados de alguna forma en el capacete acompañados de sus bicicletas, en las cuales, una vez terminado el día, emprenderán su regreso; pero hay que verlos bajar en los intermedios del recorrido, con la

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mejor de sus caras, para iniciar el día, con el azadón sobre el surco, en el cual van dejando una hilera blanca o roja de frijol.

Este carro de escalera nos adentra a uno de los lugares donde, en el silencio sus tierras, los relatos orales de sus habitantes son testimonio de la historia. Si tuviéramos un poco de conocimiento acerca de nuestro patrimonio cultural e histórico, podríamos preguntarle a cualquiera de los viajeros: ¿No es este acaso el lugar donde habitó, en las orillas del río Urrao, un indígena llamado Gaspar Urradó? Quien pudiera imaginarse que de este personaje, del cual no conocemos más que su apellido, dependiera otro hito de la idiosincrasia de nuestro municipio, porque de alguna manera hace parte de nuestra historia al dejárnoslo como herencia, para que dé él naciera, quitándole la “d”, el nombre de Urrao.

Y que de decir de aquella casona vieja de Guapantal, ¡ay… si sus aleros y paredes pudieran hablarnos sobre quien fue su fundador, de todos los hechos ocurridos allí, en sus cercanías! Si los amantes de la historia, ahora pudiéramos darnos el gusto de estar sentados alrededor de aquel viejo fogón, que aún persiste en arder, como queriendo decir “yo si se que paso aquí a través del tiempo, bienvenidos a esta tertulia porque quiero contarles…”. valoraríamos más nuestro patrimonio. Este pedazo de tierra, que muchos turistas y urraeños dejamos de visitar por las condiciones de la carretera o por ignorancia, es un verdadero baúl de recuerdos, lleno de acontecimientos históricos, donde solo faltas tú para abrirlo, y te encuentres con que salga a recibirte, aquel encomendero español Pedro de Frías para contarte como en este sitio fue donde él murió, a manos de quien, como Toné, sabía la importancia de defender la libertad.

Detrás de él vendrían muchas tumbas, unas ignoradas y otras avasalladas por la avaricia, testimonio de la existencia de un asentamiento de indígenas, quienes creían en el más allá, en un viaje sin retorno para el cual debían de estar preparados. El área que comprende esta gran necrópolis abarca una cantidad de casas campesinas, donde la memoria oral nos llega con las historias de los abuelos, dejadas por sus ancestros, que pasan desapercibidas por algunos, que las quieren ignorar, y guardadas, por otros, con recelo y amor.

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Hacienda Guapantal

Cementerio Indígena

Hablar de manifestaciones, lo que comúnmente llamamos espantos, ver lucecitas, tarde en la noche, descender o ascender por las laderas de los montes y potreros, encontrarnos en el suelo de algunos lugares grandes hoyos ya empezados a cubrir por la maleza, daría mucho en que pensar, oír o leer; pues aquí puede estar enterrado,

además, aquel indígena de nombre Gaspar Urradó, Por lo mismo, este lugar es un gran legado cultural por descubrir, recuperar, proyectar y valorar para las generaciones venideras.

Llegar a estas tierras es estar dándole vida a un gran testimonio por conocer, a una gran riqueza cultural desapercibida, que fue dejándose de valorar, a través del tiempo, por seguirle la corriente al modernismo, el cual tiene sus raíces en el comienzo de cada cultura, siendo así la única forma de medir la trascendencia de la historia, los hechos y las creaciones realizadas por el hombre hasta ahora.

Pero continuemos con nuestro recorrido y regresemos a otro lugar de mucho valor, un gran balcón natural de donde se puede apreciar, desde otro ángulo, la riqueza del hermoso valle nuestro y sus alrededores; se puede sentir la energía natural emanada de aquellos riscos, montañas y montes que circundan al Páramo del Sol. En este lugar queda, entre las confluencias de las cordilleras de El Paso y El Saladito, la colina de Nogobarco, donde el Cacique Toné hiciera gala de su inteligente y valerosa estrategia, hija de su concepción de avanzada, para defender, con ímpetu, la libertad de los suyos y su cultura amenazada por los españoles.

Aquí, este genial dirigente, defendió su fortaleza por treinta y nueve días de los españoles, por quienes estuvo sitiado hasta el último minuto, cuando tuvo que luchar contra dos enemigos irresistibles, el fuego y el humo, quienes finalmente lo vencieron; de no haber sido así, estaríamos contando otros acontecimientos. Nogobarco es otro de los

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Hacienda el Espinal.

inapreciables cimientos de nuestra historia, desafortunadamente ignorado por propios y extraños.

Si nos acercamos a la hacienda el Espinal, podemos contemplar una joya de la arquitectura de la colonización antioqueña de nuestro municipio, construida con mano de obra de oficiales europeos, quienes vieron en estas tierras un venturoso porvenir. Cautivado por el paisaje Manuel Dimas del Corral, quien las comprara, vio en este lugar un remanso de paz para su familia; y fue así, como con barro amasado por los píes de muchos peones, con maderas finas como el comino crespo, el roble y el cedro, se fue dando forma a esta casona, con ventanales y altas puertas, rodeada de un amplio corredor con barandas en chonta. En su época tuvo grandes vitrales y cortinajes, lámparas con hermosa pedrería, variedad de jardines; esclavos, indígenas y colonos trabajaron en todo tipo de labores, haciendo de ella una de las más importantes haciendas, orgullo de los urraeños como bien cultural.

Nos enriquece también culturalmente una de las leyendas, que tiene sus orígenes, en lo que conocemos como el puente de El Paso, sobre el río Urrao, llegada hasta nosotros por tradición oral y salida de la mitología ancestral para enriquecimiento de nuestro folclor, la sirena de El Espinal. Cuentan los que contaron, era una mujer

muy hermosa mitad humana, mitad pez, la cual salía a asolearse sobre una piedra situada abajo del puente, en un hondo pozo; en cierta ocasión, atrajo a un niño hacia ella mientras pasaba sobre dos maderos extendidos a lo ancho del río; lo devolvió a la superficie del agua, debido a inconvenientes causados por un poco de sal que portaba el niño en uno de los bolsillos de su pantalón y que la sirena no podía resistir,

Como bien hemos podido apreciar, la zona norte, vecina al casco urbano, está enriquecida por múltiples atractivos culturales y turísticos, hermosos paisajes con senderos ecológicos y una producción agrícola de buena demanda,

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convirtiéndola en un motivo más para que URRAO SEA MI PASIÓN.

NUESTRO PATRIMONIO ES LA HERENCIA DE UN PASADO.

Agente Cultural. Urrao.

ATENCIÓN.

SEGUNDO ENCUENTRO DE AMIGOS DEL PATRIMONIO URRAEÑO. APU.

URRAO,

FEBRERO, JUEVES DIEZ, DE 2011.

TEMARIO:

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-BALANCE 2010, PERSPECTIVAS 2011.

-POLÍTICA PATRIMONIAL PARA URRAO.

ASISTA USTED CON SUS FAMILIARES Y AMIGOS.

ALMACEN EL RETORNOOFRECE:

EL LIBRO HISTORIA GENERAL DE URRAO Y LAS FOTOCOPIAS DEL DICCIONARIO BIOGRÁFICO URRAEÑO (SEGUNDA EDICIÓN),

ASI COMO LAS COLECCIONES DEL BOLETÍN TONÉ Y DEL NOTICIERO PATRIMONIAL

URRAO, PASAJE PEATONAL, CERCA DE LA PLAZA PRINCIPAL.

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