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XDO. DO PENAL N.1 OURENSE SENTENCIA: 00168/2017 Ourense, cuatro de mayo de dos mil diecieisete Vistos por don Ricardo Pailos Núñez, juez de adscripción territorial del Tribunal Superior de Justicia de Galicia con destino en los juzgados de lo penal de la ciudad de Ourense, los presentes autos de procedimiento abreviado nº 55/2.016 dimanantes de las diligencias previas nº 33/2015 del juzgado de primera instancia e instrucción de Celanova, seguidos por un delito de desobediencia, por el que es acusado don Manuel Jorge Velo Reinoso, con dni xxxx, representado por el procurador don José María Fernández Vergara y defendido por la letrada doña Beatriz Seijo Méndez, con la intervención del ministerio fiscal, representado por doña Sonia Rodríguez, se procede a dictar la siguiente sentencia. I. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- El día 14 de enero de 2.015 el juzgado de primera instancia e instrucción número de Celanova dictó auto de incoación de diligencias previas, tras la presentación de querella por parte de la Fiscalía Provincial de Ourense. Dicha querella se interpuso después de que la sección segunda de la sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Galicia acordase deducir testimonio de las actuaciones seguidas en el procedimiento ordinario 5234/1.994. SEGUNDO.- Practicadas las diligencias tendentes al esclarecimiento de los hechos se dictó auto de incoación de procedimiento abreviado. Presentado escrito de acusación por el ministerio fiscal, se dictó auto de apertura de juicio oral contra el acusado, cuya defensa presentó escrito en plazo legal. TERCERO.- Recibidas las actuaciones en este juzgado, se dictó auto de admisión de las pruebas propuestas por las partes y se señaló fecha para la celebración del juicio oral. CUARTO.- El juicio se celebró el día 25 de abril de 2.017 y en él se practicaron, con el resultado que consta en la grabación, las siguientes pruebas: documental, interrogatorio del acusado y testifical del agente de la guardia civil del puesto de Celanova don B.F.P. QUINTO.- Concluida la práctica de la prueba, se concedió la palabra a la acusación y a la defensa para ratificar o modificar las conclusiones contenidas en sus escritos y

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XDO. DO PENAL N.1 OURENSE

SENTENCIA: 00168/2017

Ourense, cuatro de mayo de dos mil diecieisete

Vistos por don Ricardo Pailos Núñez, juez de adscripción territorial del Tribunal Superior de Justicia de Galicia con

destino en los juzgados de lo penal de la ciudad de Ourense,

los presentes autos de procedimiento abreviado nº 55/2.016 dimanantes de las diligencias previas nº 33/2015 del juzgado

de primera instancia e instrucción de Celanova, seguidos por

un delito de desobediencia, por el que es acusado don Manuel Jorge Velo Reinoso, con dni xxxx, representado por el procurador don José María Fernández Vergara y defendido por la

letrada doña Beatriz Seijo Méndez, con la intervención del

ministerio fiscal, representado por doña Sonia Rodríguez, se

procede a dictar la siguiente sentencia.

I. ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- El día 14 de enero de 2.015 el juzgado de primera instancia e instrucción número de Celanova dictó auto

de incoación de diligencias previas, tras la presentación de

querella por parte de la Fiscalía Provincial de Ourense. Dicha

querella se interpuso después de que la sección segunda de la

sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior de

Justicia de Galicia acordase deducir testimonio de las

actuaciones seguidas en el procedimiento ordinario 5234/1.994.

SEGUNDO.- Practicadas las diligencias tendentes al esclarecimiento de los hechos se dictó auto de incoación de

procedimiento abreviado. Presentado escrito de acusación por

el ministerio fiscal, se dictó auto de apertura de juicio

oral contra el acusado, cuya defensa presentó escrito en plazo

legal.

TERCERO.- Recibidas las actuaciones en este juzgado, se dictó auto de admisión de las pruebas propuestas por las

partes y se señaló fecha para la celebración del juicio oral.

CUARTO.- El juicio se celebró el día 25 de abril de 2.017 y en él se practicaron, con el resultado que consta en la

grabación, las siguientes pruebas: documental, interrogatorio

del acusado y testifical del agente de la guardia civil del

puesto de Celanova don B.F.P.

QUINTO.- Concluida la práctica de la prueba, se concedió la palabra a la acusación y a la defensa para ratificar o

modificar las conclusiones contenidas en sus escritos y

Page 2: XDO. DO PENAL N.1 OURENSE - Xornal Galicia · Merca, fechado el 21 de junio de 1.994. En su sentencia, el Tribunal Superior de Justicia anuló el citado acuerdo del ayuntamiento de

exponer lo que considerasen oportuno acerca de la valoración

de la prueba practicada y la calificación jurídica de los

hechos.

El Ministerio Fiscal elevó a definitivas sus conclusiones

provisionales, solicitando la condena del acusado como autor

de un delito de desobediencia del artículo 410 del código

penal. Por tal delito solicitó la imposición de una pena de

multa de 2 meses y 10 días, con una cuota diaria de 10 euros y

responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de

libertad por cada dos cuotas no satisfechas. Como pena

accesoria se solicitó la inhabilitación especial para cargo

público durante el tiempo de condena, con expresa imposición

de costas.

La defensa del acusado solicitó su libre absolución. De

modo subsidiario, para el caso de dictarse sentencia

condenatoria, solicitó la rebaja de la pena en 2 o 1 grados,

por concurrir dos circunstancias atenuantes también apreciadas

por el ministerio fiscal. De este modo solicitó, de modo

subsidiario, la imposición de una pena de multa de 45 o 25

días, a razón de 10 euros diarios. En cuanto a la

inhabilitación para cargo público, solicitó que se redujese a

tres meses o 45 días, en función de la rebaja en 1 o 2 grados.

Concedido el derecho a la última palabra, quedaron los

autos vistos para sentencia.

II. HECHOS PROBADOS

Se declaran probados los siguientes hechos:

Ha resultado probado y así se declara que el día 18 de

julio de 1.996 la Sala de lo contencioso administrativo del

Tribunal Superior de Justicia de Galicia dictó sentencia en la

que estimaba un recurso contencioso administrativo.

Tal recurso había sido interpuesto por D.G.F. contra

el acuerdo de la comisión de gobierno del ayuntamiento de A

Merca, fechado el 21 de junio de 1.994.

En su sentencia, el Tribunal Superior de Justicia anuló el

citado acuerdo del ayuntamiento de A Merca, que había

obras delaslegalizado de construcción una vivienda unifamiliar

realizadas en el pueblo de Corbillón por D. N. G.. En

consecuencia, ordenaba la demolición de las obras de

construcción de la vivienda.

El 17 de febrero de 1.997 se notificó personalmente a

Manuel Vázquez Outeiriño, entonces alcalde de A Merca, la

resolución del tribunal, requiriéndosele en su calidad de

alcalde para que procediese a la demolición de las obras. Tal

notificación personal, con apercibimiento de poder incurrir

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en responsabilidad penal, fue reiterada a dicho alcalde el 9

de marzo y el 4 de junio de 1.998.

El 10 de agosto de 1.999 se efectuó un requerimiento

personal dirigido al alcalde, que fue recibido por Manuel Velo

Reinoso en su calidad de alcalde accidental del ayuntamiento

de A Merca.

Tras varios incidentes dentro del procedimiento ejecutivo,

entre los que cabe señalar uno de inejecutividad de la

sentencia resuelto por auto de 24 de enero del año 2.000,

confirmado por otro de 23 de marzo del mismo año y,

finalmente, por sentencia del Tribunal Supremo de 27 de abril

de 2.004, se notificaron a Manuel Jorge Velo Reinoso, en su

calidad de alcalde-presidente del ayuntamiento de A Merca, las

providencias dictadas en el procedimiento ejecutivo,

requiriéndosele para el cumplimiento exacto de la sentencia

bajo apercibimiento de deducir testimonio por delito de

desobediencia e imposición de multas coercitivas, intimándose

a Manuel Jorge Velo a cumplir con la resolución.

A pesar de tales notificaciones, efectuadas de manera

personal, Manuel Jorge Velo Reinoso, de manera consciente,

reiterada y contumaz, se opuso al cumplimiento de lo ordenado

por el Tribunal Superior de Justicia, realizando maniobras

dilatorias que tenían por finalidad evitar “de facto” el

cumplimiento de la sentencia. Así, Manuel Jorge, en su calidad

de alcalde, no sólo no cumplió con lo ordenado por el

Tribunal, sino que, con el fin de dar una apariencia de

planteamiento de cuestiones procesales, presentó varios

escritos en el procedimiento ejecutivo tramitado por el

Tribunal Superior.

Las notificaciones personales a Manuel Jorge se

practicaron, entre otras fechas, el 14 de marzo de 2.005, el

30 de mayo de 2.005, el 28 de noviembre de 2.006, el 23 de

octubre de 2.009 y el 3 de enero de 2.011.

El 29 de febrero de 2.012 la Junta de Gobierno del

Ayuntamiento de A Merca acordó autorizar un proyecto de

demolición parcial de la vivienda presentado por David N.G., particular afectado por la sentencia del Tribunal. Dicho

acuerdo fue declarado nulo por auto del Tribunal

Superior de Justicia de Galicia, dictado el 22 de abril de

2.013, confirmado por auto del mismo tribunal de 27 de marzo

de 2.013 y, posteriormente, por auto del Tribunal Supremo de

22 de mayo de 2.014.

Notificada tal resolución, efectuados nuevos

requerimientos, la sentencia se cumplió en febrero de 2.015.

El 14 de julio de 2.015 el Tribunal Superior de Justicia de

Galicia dictó auto archivando la ejecutoria.

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Además de las notificaciones personales efectuadas al

alcalde, las resoluciones del Tribunal Superior de Justicia

fueron debidamente notificadas a la representación procesal de

la corporación en el procedimiento ejecutivo.

III. FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- El artículo 410 del código penal castiga a “las autoridades o funcionarios públicos que se negaren

abiertamente a dar el debido cumplimiento a las resoluciones

judiciales, decisiones u órdenes de la autoridad superior,

dictadas dentro del ámbito de su respectiva competencia y

revestidas de las formalidades legales. La pena prevista es de

multa de 3 a 12 meses e inhabilitación especial para empleo o

cargo público de 6 meses a 2 años.

El apartado 2º del precepto exime de responsabilidad

penal a las autoridades o funcionarios que no den cumplimiento

a un mandato que constituya una infracción manifiesta, clara y

terminante de un precepto de una ley o cualquier otra

disposición general.

Es doctrina reiterada del Tribunal Supremo ( SSTS

493/1998, de 10 de junio -FJ6- y 415/1999, de 9 de abril -FJ3-

), que la comisión del delito requiere los siguientes

elementos:

a) La emisión, pronunciamiento o dictado, por un órgano

judicial, de una sentencia o resolución procesal, o de

una orden por Autoridad o funcionario administrativo;

que la sentencia, resolución u orden se haya dictado

por órgano judicial o administrativo competente y con

observancia de las normas procedimentales legales, así

como que la sentencia, resolución u orden conlleve la

existencia de un mandato expreso, concreto y terminante

de hacer o no hacer una específica conducta.

b) Que la autoridad o funcionario a quien va dirigida no

desarrolle la actuación a que le obliga la resolución u

orden, o despliegue la actividad que le prohíban tales

resoluciones. Esta negativa al cumplimiento de lo

resuelto u ordenado deberá ser abierta, lo que reclama

la necesidad de que estemos ante un comportamiento que

revele una pasividad reiterada y una actuación

insistentemente obstaculizadora.

c) El elemento subjetivo, que requiere el conocimiento del

presupuesto jurídico extrapenal, es decir de la

obligación de actuar generada por la resolución del

Tribunal o del superior administrativo, y el propósito

de incumplir, revelado ya por manifestaciones

explícitas, o implícitamente, por el reiterado actuar

opuesto al acatamiento de la orden. Este elemento solo

podrá afirmarse si la resolución o la orden, revestida

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de todas las formalidades legales, ha sido claramente

notificada al obligado a cumplirla.

El delito de desobediencia tutela el principio de

jerarquía en un sentido funcional, como garantía del correcto

funcionamiento del Estado de Derecho, que se asienta a su vez

sobre el principio de sometimiento de la Administración

pública a las decisiones judiciales. Como se recuerda en la

STS 80/2006, de 6 de febrero -FJ2-, "El normal funcionamiento

del Estado de Derecho exige un exquisito respeto por la

autonomía de los distintos poderes del Estado y obliga a todos

a procurar su normal funcionamiento. Cuando alguna persona o

Corporación pública o privada decide no cumplir con

resoluciones judiciales, cuyo contenido es claro y terminante

sin dejar espacio para la duda interpretativa o la

desorientación sobre los términos y alcance de la resolución,

existen vías racionales que cualquiera alcanza a comprender,

sin necesidad de tener profundos conocimientos del derecho.

...La democracia se basa no sólo en la división de poderes

sino en la sumisión de todos al imperio de la ley y al

cumplimiento de las resoluciones judiciales".

El delito de desobediencia se configura como un tipo penal

omisivo, pues se realiza cuando el destinatario de la

resolución, decisión u orden omite hacer aquello a lo que

viene obligado. En determinados supuestos, también es posible

que el tipo se realice a través de una conducta activa, lo que

sucederá cuando el mandato sea de no hacer y sea ignorado

por el destinatario. En todo caso, la negativa a cumplir el

mandado judicial ha de ser abierta; lo que no se hace

equivaler con una exigencia de proclamación expresa, pero sí

con que la negativa se presente como persistente y contumaz.

Responde también la desobediencia a la categoría de delitos

denominados de mera actividad, pues para su consumación no es

necesaria la aparición de un resultado. A estos contornos del

ilícito se refiere la STS 1.037/2000, de 13 de junio - FJ2-,

en la que puede leerse que: "...basta la omisión o pasividad

propia de quien se niega a ejecutar una orden legítima dictada

dentro del marco competencial de su autor. La Jurisprudencia

de esta Sala, así, comprende dentro del tipo tanto la

manifestación explícita y contundente contra la orden como la

adopción de una actitud de reiterada y evidente pasividad a lo

largo del tiempo sin dar cumplimiento a lo mandado, es decir,

la de quien sin oponerse o negar la misma, tampoco realiza la

mínima actividad exigible para su cumplimiento".

SEGUNDO.- El acusado Manuel Jorge Velo Reinoso declaró en el juicio que es alcalde del ayuntamiento de A Merca desde el

año 2.003 e indicó que con anterioridad, cuando se recibió el

requerimiento efectuado el 10 de agosto de 1.999 se hallaba

desempeñando el cargo de manera accidental, por vacaciones de

quien entonces era alcalde de la corporación. Así, en cuanto a

su actuación en aquel momento, se definió como novato y

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explicó que prefirió dejar el asunto, por su importancia, en

manos del entonces alcalde.

A continuación, explicó el acusado que ya durante su

mandato recibió varias notificaciones del Tribunal Superior de

Justicia de Galicia. No obstante, insistiendo en que nunca

tuvo intención de desobedecer el mandato del Tribunal, declaró

que siempre se notificaba al dueño de la vivienda afectada por

el derribo, quien “siempre presentaba alegaciones”. Añadió

también que siempre había creído que David “iba a derribar” y

manifestó que, como alcalde de un pueblo pequeño, su intención

fue siempre la de evitar un conflicto social, explicando que

tanto él como su familia habían recibido amenazas.

En cuanto al acuerdo adoptado por el ayuntamiento

aprobando el proyecto de demolición parcial presentado por el

afectado, el alcalde manifestó que se le había informado de

que tal actuación era permitida por la ley de suelo aprobada

en el año 2.003. Por tal motivo, se había sometido la

aprobación de tal proyecto a la consideración del Tribunal

Superior de Justicia. Añadió el alcalde que actuó también

motivado “por miedo a tener que abonar una indemnización”.

En cuanto al recurso presentado en octubre de 2.014,

declaró que tenía por finalidad solicitar una demora en la

ejecución del derribo hasta la aprobación de los nuevos

presupuestos municipales. Explicó que la demolición exigía

llevóhacer una “modificación de crédito”, motivo que a

preferir esperar a la aprobación de los nuevos presupuestos.

Así, indicó que el coste de la demolición, que ascendía a unos

20 o 25 mil euros, suponía el 80% del presupuesto anual del

ayuntamiento para ejecución de obras.

Por último, mostró el acusado su disconformidad con lo

informado por el agente de la guardia civil que emitió informe

a solicitud del juzgado de primera instancia e instrucción de

Celanova. Manuel Jorge manifestó que el andamiaje colocado en

la casa era utilizado por su propietario para retirar

elementos constructivos de la edificación, no para colocar

otros nuevos.

TERCERO.- A preguntas de su defensa, Manuel insistió en su condición de alcalde meramente accidental cuando se realizó el

requerimiento en el año 1.999. En cuanto a la comunicación que

consta en el folio 395 de autos, en la cual manifestó al

Tribunal la pendencia de un recurso de amparo ante el Tribunal

Constitucional interpuesto por David N.G., declaró que su

intención fue la de consultar al Tribunal Superior de

Justicia por tal circunstancia. Aquí hemos de resaltar que la

respuesta del Tribunal consta en el folio 402 de las

actuaciones, informándose de que la interposición de tal

recurso carecía de efectos suspensivos, acordándose, en la

misma resolución, requerir al alcalde para el cumplimiento de

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la sentencia en iguales términos a los expresados en el oficio

de 27 de septiembre de 2.004.

A continuación, refiriéndose a su conducta ante los

requerimientos del Tribunal, manifestó que le había comunicado

a David N. que tenía que derribar la obra, poniendo tal

circunstancia en conocimiento del Tribunal. En este punto, se

refirió la defensa a los folios 426 y 454 de las actuaciones,

explicando el acusado que el ayuntamiento había procedido a

buscar una vivienda para la familia que ocupaba la casa

afectada por la orden de derribo.

Declaró también el acusado que tenía el pleno

convencimiento, apoyado por informes técnicos y jurídicos, de

que era posible la legalización de la obra y, en cuanto al

coste de la demolición, insistió en que no había forma de

haber conseguido el dinero necesario antes de la aprobación de

los presupuestos de 2.015, resaltando que el ayuntamiento

nunca había estado endeudado durante su mandato. Finalmente,

ejecutada ya la demolición, declaró que el ayuntamiento no ha

recuperado el dinero abonado para ello y que cree que no hay

posibilidad de ejecución forzosa.

En cuanto a la declaración del guardia civil del puesto de

Celanova, destacar que no sirvió para concluir de modo tajante

que se estuviesen colocando ventanas en la vivienda afectada a

fecha de la elaboración del primer informe que consta en autos

(folios 812 y ss).

CUARTO.- Junto con la actividad probatoria expuesta en el fundamento anterior, es fundamental examinar la prueba

documental que consta en autos. En particular, el testimonio

de las actuaciones del procedimiento ejecutivo tramitado ante

la sala de lo contencioso del Tribunal Superior de Justicia de

Galicia.

El día 18 de julio de 1.996 la Sala de lo contencioso

administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Galicia

dictó sentencia en la que estimaba un recurso contencioso

administrativo interpuesto por Dolores G.F. contra el

acuerdo de la comisión de gobierno del ayuntamiento de A

Merca, fechado el 21 de junio de 1.994.

En dicha sentencia, el Tribunal Superior de Justicia anuló

el citado acuerdo del ayuntamiento de A Merca, que había

legalizado las obras de construcción de una vivienda

unifamiliar realizadas en el pueblo de Corbillón por David

N.G. En consecuencia, ordenaba la demolición de las obras de construcción de la vivienda.

El 17 de febrero de 1.997 se notificó personalmente a

Manuel Vázquez Outeiriño, entonces alcalde de A Merca, la

resolución del tribunal, requiriéndosele en su calidad de

alcalde para que procediese a la demolición de las obras. Tal

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notificación personal, con apercibimiento de poder incurrir

en responsabilidad penal, fue reiterada a dicho alcalde el 9

de marzo y el 4 de junio de 1.998.

El 10 de agosto de 1.999 se efectuó un requerimiento

personal dirigido al alcalde, que fue recibido por Manuel Velo

Reinoso en su calidad de alcalde accidental del ayuntamiento

de A Merca.

En trámite de ejecución de sentencia se sustanciaron ante

el Tribunal Superior de Justica varios incidentes. A todos

ellos nos iremos refiriendo a continuación, siendo necesario

destacar, no obstante, el resuelto por auto de 24 de enero de

2.000, resolución en la que el mencionado Tribunal desestimó

el incidente de inejecutabilidad promovido por el Ayuntamiento

de A Merca. Dicha resolución fue confirmada por auto dictado

por el propio Tribunal Superior el 23 de marzo del año 2.000,

desestimatorio del recurso de súplica que David N.G. y el

Banco de Galicia S.A. habían interpuesto. Finalmente, el 27

de abril de 2.004 el Tribunal Supremo declaró no haber

lugar al recurso de casación que David N.G. interpuso contra el mencionado auto del Tribunal Superior de Justicia.

Hasta la resolución de este recurso el procedimiento de

ejecución fue paralizado, en virtud de auto dictado por el

Tribunal Superior de Justicia el 18 de septiembre del año

2.000.

El 27 de septiembre de 2.004, ya con el acusado ocupando

el cargo de alcalde del ayuntamiento de A Merca, el Tribunal

Superior de Justicia dictó providencia en la que acordaba

requerir al referido ayuntamiento a fin de que procediese a

ejecutar “la sentencia resolutoria del proceso, debiendo

informar en el plazo de un mes de las medidas adoptadas en

orden a tal ejecución” indicando a la sala el funcionario

encargado de la ejecución de la sentencia. El contenido de

dicha providencia fue comunicado a Manuel Jorge Velo Reinoso,

ya alcalde de A Merca, el 14 de marzo de 2.005.

El 11 de abril de 2.005 el Tribunal dictó nueva resolución

acordando requerir “nuevamente al alcalde del Ayuntamiento de

A Merca, a fin de que diese cumplimiento a la sentencia, con

apercibimiento de deducir testimonio por un delito de

desobediencia e imposición de multa coercitiva de 350 euros si

en el plazo de 7 días no daba cuenta de las actuaciones

llevadas a efecto para la ejecución y de la persona o personas

responsables y no fija un programa de actuación que conlleve a

la ejecución.” Dicha resolución fue comunicada a Manuel Jorge

Velo Reinoso el 30 de mayo de 2.005 y el 6 de junio siguiente

remitió contestación al Tribunal Superior de Justicia. En

dicha contestación se ponía en conocimiento del Tribunal que

se había notificado a David N.G. su obligación de proceder

a la demolición de la obra. Se acompañó a dicha

comunicación diligencia de notificación del secretario del

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ayuntamiento, en la cual se comunicaba a David N.G. que en

plazo de un mes debía presentar ante el ayuntamiento

proyecto técnico de demolición de su vivienda, para después

proceder a su derribo.

El 26 de mayo de 2.006 el Tribunal Superior de Justicia

dictó nueva providencia en la que acordaba requerir nuevamente

a Manuel Jorge Velo Reinoso, con apercibimiento de deducir

testimonio por delito de desobediencia, para que informase

sobre el estado de la ejecución de las obras de demolición y

para que, en todo caso, procediese a su iniciación por el

propio ayuntamiento en el plazo de 30 días, debiendo informar

mensualmente sobre las actuaciones llevadas a efecto. Este

requerimiento fue realizado personalmente el 28 de noviembre

de 2.006 y el 4 de diciembre siguiente el alcalde remitió

contestación en la que indicaba la existencia de actuaciones

tendentes a la reubicación de la familia moradora de la

vivienda a derribar. A dicha contestación se acompañó copia

del nuevo requerimiento efectuado por el ayuntamiento a David

N.G. para que procediese a la demolición de su vivienda,

así como informe del secretario del ayuntamiento, en el que

se recoge la necesidad de acudir a un concurso público para

la adjudicación del contrato de demolición. Asimismo, el 24

de enero de 2.007 el ayuntamiento comunicó que la empresa

Toporem había procedido a realizar unos trabajos de medición

tendentes a la demolición de la vivienda.

El 15 de abril de 2.009 el Tribunal Superior de Justicia

dictó nueva providencia en la que acordó remitir exhorto a fin

de diligenciar personalmente al alcalde de A Merca para que en

plazo de 30 días se iniciasen las obras de demolición,

“significándole la absoluta pasividad de ese desde el 24 de

enero de 2.007, con la advertencia de que transcurrido dicho

plazo sin dar cumplimiento a lo ordenado” se deduciría

testimonio por un delito de desobediencia.

El 4 de septiembre de 2.009 se dictó nueva providencia

requiriendo al ayuntamiento para que en plazo de 30 días

iniciase las obras de demolición, conforme a lo acordado en la

providencia de 15 de abril. Se advertía en dicha resolución de

la posible imposición de multas coercitivas y deducción de

testimonio para depuración de responsabilidades penales.

Estas dos providencias fueron notificadas personalmente a

Manuel Jorge Velo Reinoso el 23 de octubre de 2.009.

El 17 de noviembre de 2.009el secretario del Ayuntamiento

de A Merca remitió un escrito al Tribunal Superior de

Justicia. En él comunicaba un decreto de la alcaldía en el que

se acordaba requerir de nuevo a David N.G. para que en 30

días procediese a la demolición de la edificación, con

advertencia de que en caso de no hacerlo sería el ayuntamiento

quien procediese a llevar a cabo el derribo.

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El 4 de marzo de 2.010 el Tribunal Superior de Justicia

dictó nueva providencia. En ella se acordó unir a los autos la

comunicación remitida por el Ayuntamiento y se acordaba

“requerir de nuevo al ayuntamiento para que en el plazo de 20

días iniciase las obras de demolición conforme venía acordado

en las providencias de 15 de abril y 4 de septiembre de

2.009,” ordenando prevenir “de nuevo a la administración

ejecutada” de la posible imposición de multas coercitivas,

“sin perjuicio de deducir, en su momento, el oportuno

testimonio de particulares para exigir la responsabilidad pena

que pudiera corresponder”. Dicha providencia fue notificada

personalmente al alcalde el 3 de enero de 2.011.

El 10 de mayo de 2.011 el Tribunal Superior de Justicia

dictó nueva providencia con el siguiente contenido: “no

constando cumplido lo acordado por providencia dictada por

esta sala con fecha de 4 de marzo de 2.010, por la que se

requería de nuevo a la ejecutada el inicio de las obras de

demolición conforme venía acordado en las providencias de 15

de abril y 4 de septiembre de 2.009, (…) se impone la multa

coercitiva de 500 euros(…), añadiendo que “apareciendo también

de lo actuado que se da en la causa de imposibilidad de

determinación individualizada de la autoridad o funcionario

responsable del incumplimiento de lo acordado, del pago de la

multa es responsable la administración, sin perjuicio de que

se repercuta contra el responsable. El 25 de octubre de 2.011

se dictó nueva providencia imponiendo nueva multa coercitiva

por importe de 500 euros y acordando requerir nuevamente al

alcalde para que “de inmediato” procediese a la demolición de

la vivienda.

El 6 de marzo de 2.012 tuvo entrada en el Tribunal

Superior de Justicia un proyecto de derribo parcial y reforma

de la vivienda que debía ser objeto de demolición, remitido

por Manuel Jorge Velo Reinoso. A dicho proyecto se acompañó un

informe técnico municipal y otro emitido por el secretario del

ayuntamiento. En este último se informaba de la aprobación de

un nuevo plan general municipal en el año 2.003, siendo

posible llevar a cabo una demolición parcial que permitiese la

adecuación de la vivienda a la legalidad. Se informaba

asimismo de la necesidad de dar cuenta previa al Tribunal

Superior de Justicia para el control jurisdiccional en fase de

ejecución de sentencia. Se acompañó también resolución dictada

por la comisión municipal de urbanismo en la que se autorizaba

la demolición parcial de la vivienda de acuerdo con el

referido proyecto y se acordaba remitir el acuerdo al Tribunal

Superior de Justicia para su control y validación.

El 20 de marzo de 2.012 se dictó nueva providencia

reiterando la imposición de multa coercitiva. Se acordó además

requerir nuevamente al ayuntamiento de A Merca para que

cumpliese la declaraciones contenidas en la sentencia,

previniendo de la nueva imposición de multas y de la deducción

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de testimonio por posible delito de desobediencia. Asimismo,

dado traslado a las partes personadas en el procedimiento

ejecutivo, el 22 de abril de 2.013 el Tribunal Superior de

Justicia dictó auto declarando la nulidad de pleno derecho de

la resolución del Ayuntamiento de A Merca de 29 de febrero de

2.012, imponiendo nueva multa por importe de 500 euros y

advirtiendo de la posible deducción de testimonio para exigir

responsabilidad penal. Recurrido en reposición dicho auto por

David N.G., fue confirmado por auto de 23 de julio de

2.013. Interpuesto recurso de casación ante el Tribunal

Supremo, fue inadmitido a trámite por auto de 22 de mayo de

2.014.

El 11 de julio de 2.014 el Tribunal Superior de

Justicia dictó nueva providencia. En tal resolución se

impuso nueva multa de 500 euros y se requirió al

ayuntamiento de A Merca para cumplir, en 30 días, las

declaraciones contenidas en la sentencia. Se requería también

a la corporación para que en 15 días remitiese copia de lo

actuado en cumplimiento de la sentencia y se subrayaba

que “podría deducirse el oportuno testimonio de

particulares para exigir la responsabilidad penal que

pudiera corresponder, de conformidad con lo previsto en el

artículo 112, letra b), de la ley 29/1.998 reguladora de la

jurisdicción contenciosa.

Notificada dicha providencia, el 23 de septiembre de 2.014

el Tribunal dictó otra en la que acordó, “visto el estado de

las actuaciones” requerir nuevamente al alcalde en los

términos de la providencia de 11 de julio. Tal requerimiento

se verificó el 15 de octubre de 2.014.

El 24 de octubre de 2.014 de 2.014 el Tribunal dictó nueva

providencia. En ella expresaba que no constaba cumplido lo

acordado por las reiteradas resoluciones dictadas por la sala,

ni tampoco que se hubieran satisfecho voluntariamente las

multas impuestas. Se recogía además que se habían impuesto

tres multas con apercibimiento de deducción de testimonio y

remisión al ministerio fiscal. Dado traslado a la parte

ejecutante, el 11 de noviembre se acordó despachar ejecución

frente al Alcalde de A Merca por la cantidad de 500 euros de

principal, en concepto de multa coercitiva, así como deducir

testimonio de particulares, para exigir la responsabilidad

penal que pudiese resultar procedente, de acuerdo con

lo previsto en el artículo 112, letra b), de la ley

29/1.998 reguladora de la jurisdicción contenciosa.

El mismo día 24 de octubre de 2.014, el Ayuntamiento de A

Merca, a través de su alcalde, recurrió en reposición la

providencia de 11 de julio de 2.014. En el recurso se

solicitaba la demora en la ejecución hasta la aprobación de

los presupuestos municipales del año 2.015. Dicho recurso no

fue admitido a trámite, al ser firme la resolución recurrida.

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QUINTO.- Deducido testimonio de las actuaciones,

interpuesta querella por la Fiscalía provincial de Ourense e

incoadas diligencias previas por el juzgado de primera

instancia e instrucción único de Celanova, el 7 de febrero de

2.015 la guardia civil del puesto de Celanova cumplimentó el

oficio remitido por el juzgado y tomó unas fotos que acreditan

que, en la fecha indicada, no se había iniciado actuación

alguna de demolición de la vivienda situada en Corbillón. Como

ya se dijo, el testimonio del agente que tomó las fotografías

no permite considerar probado que se estuviesen realizando

obras de acondicionamiento. Sin embargo, sí sirven para

constatar que la orden dada por el Tribunal Superior de

Justicia no había sido cumplida en la fecha indicada.

Sí consta, por el contrario, que a fecha 3 de marzo de

2.015 la edificación ya había sido derruida, hecho este que

resulta acreditado también en virtud de las fotografías

aportadas por el ayuntamiento, que constan en los folios 843 y

siguientes y 856 y siguientes. Finalmente, el 14 de julio de

2.015, a solicitud del juzgado de instrucción de Celanova, el

Tribunal Superior de Justicia de Galicia dictó un auto

acordando tener por cumplidas las declaraciones contenidas en

la sentencia dictada el 18 de julio de 1.996, ordenando el

archivo de la ejecutoria.

SEXTO.- De lo expuesto en los fundamentos anteriores

resulta, en primer lugar, y de manera indiscutida, que el

acusado tenía la condición de alcalde cuando se le efectuaron

los requerimientos que han sido mencionados. Por tanto, tenía

la condición de autoridad o funcionario a los efectos del

mencionado artículo 410 del código penal, conforme al artículo

24 del mismo texto legal.

Asimismo, resulta indiscutible la existencia de una

sentencia firme dictada por la sala de lo contencioso del

Tribunal Superior de Justicia en el ejercicio de su potestad

jurisdiccional. Es también incuestionable que los

requerimientos para el cumplimiento de la sentencia fueron

acordados por medio de sucesivas providencias dictadas a lo

largo del procedimiento ejecutivo, debiendo tenerse en cuenta

que tal tipo de resolución judicial se halla, sin duda,

incluida entre las clases de resoluciones que menciona el

artículo 410.1 del código penal. Así, ha de repararse en que

las providencias incorporan verdaderas órdenes imperativas,

limitándose a expresar lo que en ellas se mande (art.248.1

LOPJ, art. 206.1 LEC), incluyendo, sólo en caso de

considerarse necesario, una sucinta motivación de lo ordenado.

Así, las providencias pueden estar sucintamente motivadas,

cuando así lo disponga la ley o quien deba dictarlas lo estime

conveniente (art.206.1 LEC y 248.1 LOPJ), sin que el hecho de

no estarlo cuando no venga exigido legalmente desmerezca ni en

su imperatividad ni en su ejecutividad. Tanto la sentencia

como las providencias dictadas por el Tribunal fueron

notificadas al ahora acusado, de manera personal y a través de

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la representación procesal del ayuntamiento de A Merca en el

procedimiento ejecutivo.

Partiendo de tales datos, que estimo objetivos e

indiscutibles, debemos analizar la conducta del acusado ante

los requerimientos del tribunal, para así dilucidar si se negó

o no abiertamente a dar el debido cumplimiento a la resolución

judicial.

SÉPTIMO.- Pues bien, lo primero que he de indicar es que la posible responsabilidad penal del acusado no comienza hasta

el 27 de septiembre de 2.004, cuando Manuel Jorge Velo ocupaba

ya el cargo de alcalde del ayuntamiento de A Merca, y el

Tribunal Superior de Justicia dictó providencia acordando

requerir al referido ayuntamiento a fin de que procediese a

ejecutar “la sentencia resolutoria del proceso, debiendo

informar en el plazo de un mes de las medidas adoptadas en

orden a tal ejecución” indicando a la sala el funcionario

encargado de la ejecución de la sentencia.

A partir de ese momento, como he expuesto ya del modo más

detallado posible, el tribunal requirió de manera reiterada al

alcalde ahora acusado, de manera personal y a través de la

representación procesal del ayuntamiento en el proceso

ejecutivo, para que se procediese a la demolición de la

edificación litigiosa. En tales comunicaciones se advirtió

reiteradamente de la posible imposición de multas coercitivas

y de la deducción de testimonio y, pese a ello, la obra

continuó sin ser demolida. Ante tal conducta, como se ha

expuesto, el Tribunal impuso varias multas coercitivas y,

finalmente, dedujo testimonio por posible delito de

desobediencia. Para justificar la conducta de su defendido, la

letrada de Manuel Jorge se refirió en sus conclusiones a la

concurrencia de circunstancias humanas y carencia de medios

económicos municipales, remitiéndose muchos escritos a modo de

consulta. Procede, en consecuencia, analizar tales

alegaciones.

OCTAVO.- Como ya se ha detallado, una vez que el acusado tomó posesión de su cargo como alcalde, fue requerido ya el 27

de septiembre de 2.004. Hemos visto también que el alcalde

contestó a dicho requerimiento con un escrito en el que

informaba al Tribunal de que el dueño de la vivienda a demoler

había comunicado a la corporación la interposición de un

recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, quedando “a

la espera de la resolución del mismo o en su caso al mandato

de ese Tribunal”. En respuesta a tal comunicación, el 10 de

febrero de 2.005 el Tribunal Superior de Justicia dictó nueva

providencia en la que indicaba que la interposición del

recurso de amparo no era “motivo suficiente para paralizar la

ejecución”, haciendo notar además que no constaba la

interposición de recurso alguno. Se hacía además en la

mencionada resolución un nuevo requerimiento al alcalde para

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que procediese al cumplimiento de la sentencia, que se le

notificó personalmente el 14 de marzo de 2.005.

Visto el incumplimiento del requerimiento por parte del

ahora acusado, aquel fue reiterado nuevamente el 11 de abril

de 2.005 y en esta ocasión se apercibía ya a Manuel Jorge de

la posibilidad de deducirse testimonio por delito de

desobediencia e imposición de multa coercitiva. En

contestación a dicho requerimiento, es cierto que se comunicó

al Tribunal Superior de Justicia que se había notificado a

David N.G. su obligación de proceder a la demolición de la

obra. Sin embargo, la edificación continuaba sin ser

demolida y, ante tal situación, el 26 de mayo de 2.006 el

Tribunal Superior de Justicia dictó nueva providencia, con

nuevo apercibimiento de incurrir en delito de desobediencia y,

precisamente, en atención al contenido de la anterior

comunicación, con requerimiento para que, “en todo caso,

procediese a su iniciación por el propio ayuntamiento en el

plazo de 30 días, debiendo informar mensualmente sobre las

actuaciones llevadas a efecto.”

Pese a este mandato, de claro e inequívoco contenido,

hasta el 4 de diciembre siguiente el alcalde no cumplió con el

mandato del Tribunal ni emitió contestación al respecto.

Llegada la fecha mencionada, remitió contestación en la que

indicaba la existencia de actuaciones tendentes a la

reubicación de la familia moradora de la vivienda a derribar,

acompañando a dicha contestación copia del nuevo requerimiento

efectuado por el ayuntamiento a David N.G. para que

procediese a la demolición de su vivienda, así como informe

del secretario del ayuntamiento, en el que se recogía

la necesidad de acudir a un concurso público para la

adjudicación del contrato de demolición. De este modo,

pese a los ya reiterados requerimientos efectuados por el

Tribunal, el ahora acusado mostró una clara e

indiscutible renuencia al cumplimiento del mandato

contenido en la sentencia y a los requerimientos efectuados

en las mencionadas providencias.

En el juicio, el acusado se refirió a la conveniencia

de evitar un gasto para el ayuntamiento, motivo por el cual

se habría preferido requerir al particular para que

procediese a la demolición de la vivienda. Sin embargo ha de

repararse en que, con base en el tiempo transcurrido desde la

firmeza de la sentencia, en la providencia arriba

mencionada el Tribunal dirigió un claro mandato al

ayuntamiento para que procediese a la demolición por sus

propios medios. Ese mandato fue ya incumplido en ese

momento, pues se optó por requerir por segunda vez al

afectado para que procediese a la demolición, en lugar de

proceder conforme a lo ordenado por el Tribunal. En este punto resulta fundamental tener presente que el

artículo 209 de la Ley 9/2002, de 30 de diciembre, de

ordenación urbanística y protección del medio rural de

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Galicia, vigente la fecha en que se produjeron los hechos, le

encomendaba a las alcaldías la protección de la legalidad

urbanística. Para el caso de obras no legalizables, como es el

caso, el mencionado precepto ordenaba su demolición a costa

del interesado y, en caso de incumplimiento de tal orden,

debía ser la Administración municipal quien procediese, bien a

la ejecución subsidiaria de aquella, bien a su ejecución

forzosa mediante la imposición de multas coercitivas,

reiterables mensualmente hasta lograr la ejecución por el

sujeto obligado, en cuantía de 1.000 a 10.000 euros cada una.

Pues bien, ante el reiterado requerimiento del Tribunal, el

ahora acusado, en su calidad de alcalde, ni procedió a la

ejecución subsidiaria, como le ordenaba el Tribunal, ni

tampoco acudió al mecanismo de las multas coercitivas

legalmente previstas para lograr la ejecución forzosa a costa

del interesado. En su lugar, y en contra de lo ordenado por el

Tribunal, optó por efectuar un segundo requerimiento al

afectado con la intención de enmascarar la pasividad de la

administración.

NOVENO.- Llegados a este punto, se constata ya la

existencia de renuencia al cumplimiento del mandato contenido

en las resoluciones dictadas por el Tribunal. A partir de

aquí, por las razones que se irán exponiendo, concluyo que

verdaderamente, como exige el artículo 410 del código penal,

existió una negativa reiterada del acusado al cumplimiento de

lo ordenado.

Así, continuando con la exposición cronológica de lo

sucedido, el 15 de abril de 2.009 el Tribunal Superior de

Justicia dictó nueva providencia en la que acordó remitir

nuevo exhorto a fin de diligenciar personalmente al alcalde de

A Merca para que en plazo de 30 días se iniciasen las obras de

demolición, “significándole la absoluta pasividad de ese desde

el 24 de enero de 2.007, con la advertencia de que

transcurrido dicho plazo sin dar cumplimiento a lo ordenado”

se deduciría testimonio por un delito de desobediencia. De

este modo, el Tribunal advirtió nuevamente al acusado de lo

inadecuado de su conducta, requiriéndole nuevamente para que

iniciase a costa del ayuntamiento las obras de demolición y

recordándole que no constaba actuación alguna durante un largo

periodo de tiempo tendente a cumplir con lo ordenado.

Como ya se expuso anteriormente, el 4 de septiembre de

2.009, sin que ninguna actividad tendente al cumplimiento se

hubiera llevado a cabo por parte del acusado, el Tribunal

dictó nueva providencia conteniendo nuevo requerimiento y,

pese a que el acusado, en su condición de alcalde, había sido

ya requerido en varias ocasiones para proceder al derribo de

la edificación, el 17 de noviembre de 2.009, con patente

intención de obviar el cumplimiento de tal mandato, el

secretario del Ayuntamiento de A Merca remitió un nuevo

escrito al Tribunal Superior de Justicia, comunicando que por

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decreto de la alcaldía se había acordado requerir de nuevo a

David N.G. para que en 30 días procediese a la

demolición de la edificación, con advertencia de que en caso

de no hacerlo sería el ayuntamiento quien procediese a llevar

a cabo el derribo. De este modo, nos encontramos con una

resolución dictada por el acusado que obvió nuevamente el

cumplimiento de lo ordenado y que, bajo la apariencia de

llevar a cabo la actuación encomendada, enmascaró de nuevo la

total inactividad de la corporación municipal. Se obvió así,

una vez más, tanto el cumplimiento del mandato dado por el

Tribunal como la legalidad vigente en materia urbanística.

El 4 de marzo de 2.010 el Tribunal Superior de Justicia

dictó nueva providencia acordando “requerir de nuevo al

ayuntamiento para que en el plazo de 20 días iniciase las

obras de demolición conforme venía acordado en las

providencias de 15 de abril y 4 de septiembre de 2.009,”

ordenando prevenir “de nuevo a la administración ejecutada” de

la posible imposición de multas coercitivas, “sin perjuicio de

deducir, en su momento, el oportuno testimonio de particulares

para exigir la responsabilidad penal que pudiera

corresponder”. Notificado personalmente el alcalde el 3 de

enero de 2.011, de nuevo sin que conste la realización de

actividad alguna por parte del acusado tendente a cumplir con

el mandato recibido, el 10 de mayo de 2.011 el Tribunal

Superior de Justicia dictó nueva providencia imponiendo ya,

ante la inactividad de la administración, la primera de las

multas coercitivas, por importe de 500 euros. El 25 de octubre

de 2.011, de nuevo sin que el acusado hubiera llevado a cabo

actividad alguna tendente al cumplimiento del mandato, se

dictó nueva providencia imponiendo nueva multa coercitiva por

mismo importe de 500 euros y acordando requerir nuevamente al

alcalde para que “de inmediato” procediese a la demolición de

la vivienda.

De este modo, y como veremos a continuación, ni los

reiterados apercibimientos, ni la imposición de multas

coercitivas por parte del Tribunal, sirvieron para que el

acusado cumpliese el mandato contenido en las providencias.

Las contestaciones remitidas por el ayuntamiento al Tribunal

durante el periodo de tiempo analizado no pueden servir para

introducir dudas acerca de la conducta del acusado, pues no

cabe hablar de discrepancias jurídicas cuando nos encontramos

ante providencias que contienen una orden clara, terminante,

reiterada y realizada con apercibimiento de incurrir en delito

de desobediencia e imposición de multas. Así, desde el momento

en que el Tribunal Superior de Justicia realiza tales

requerimientos, en semejantes términos, es claro que no podía

el ayuntamiento continuar requiriendo al interesado para que

fuese él quien procediese a la demolición.

DÉCIMO.- Continuando con la exposición cronológica de los hechos, el 6 de marzo de 2.012 tuvo entrada en el Tribunal

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Superior de Justicia un proyecto de derribo parcial y reforma

de la vivienda que debía ser objeto de demolición, remitido

por Manuel Jorge Velo Reinoso. A dicho proyecto se acompañó un

informe técnico municipal y otro emitido por el secretario del

ayuntamiento. En este último se informaba de la aprobación de

un nuevo plan general municipal en el año 2.003, siendo

posible llevar a cabo una demolición parcial que permitiese la

adecuación de la vivienda a la legalidad. Se informaba

asimismo de la necesidad de dar cuenta previa al Tribunal

Superior de Justicia para el control jurisdiccional en fase de

ejecución de sentencia. Se acompañó también resolución dictada

por la comisión municipal de urbanismo en la que se autorizaba

la demolición parcial de la vivienda de acuerdo con el

referido proyecto y se acordaba remitir el acuerdo al Tribunal

Superior de Justicia para su control y validación.

Dado traslado a las partes personadas en el procedimiento

ejecutivo, el 22 de abril de 2.013 el Tribunal Superior de

Justicia dictó auto declarando la nulidad de pleno derecho de

la resolución del Ayuntamiento de A Merca de 29 de febrero de

2.012, imponiendo nueva multa por importe de 500 euros y

advirtiendo de la posible deducción de testimonio para exigir

responsabilidad penal. Recurrido en reposición dicho auto por

David N.G., fue confirmado por auto de 23 de julio de

2.013. Interpuesto recurso de casación ante el Tribunal

Supremo, fue inadmitido a trámite por auto de 22 de mayo de

2.014.

Pues bien, en ese punto resulta necesario detenerse en el

examen de la resolución de 22 de abril de 2.013 dictada por el

Tribunal Superior de Justicia. En dicha resolución, dictada a

instancias de la parte ejecutante en el procedimiento

contencioso, el Tribunal declaró la nulidad de pleno derecho

de la resolución del Ayuntamiento de A Merca de 29 de febrero

de 2.012. Examinada la fundamentación jurídica de la

mencionada resolución, resulta que en el fundamento de derecho

segundo se lee lo siguiente: “el acto, que acuerda la

demolición parcial, es contrario al fallo, que dispone la

demolición total, y se dictó con la finalidad de eludir su

cumplimiento, finalidad esa que, en este caso, se desprende

directamente de los términos del acuerdo en cuanto dice lo

contrario de lo que la sentencia afirma y es corroborada por

el resultado de los requerimientos efectuados desde 1.997

hasta 2.011 y aun hasta la fecha, todos ellos inútiles pese a

la adopción de medidas de coerción”.

Del tajante contenido de la resolución, en la que,

recordemos, se declaró la nulidad del acuerdo municipal, se

impuso nueva multa y se apercibió nuevamente de deducción de

testimonio, debe concluirse que los requerimientos que se

efectuaron a partir de este momento fueron, si era posible, de

un carácter todavía más imperativo. Asimismo, he de recordar

que el 20 de marzo de 2.012 se había dictado nueva

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providencia reiterando la imposición de multa coercitiva y que

se había acordado requerir nuevamente al ayuntamiento de A

Merca para que cumpliese la declaraciones contenidas en la

sentencia, previniendo de la nueva imposición de multas y de

la deducción de testimonio por posible delito de

desobediencia.

UNDÉCIMO.- De nuevo volviendo a lo ocurrido con

posterioridad al mencionado auto del Tribunal Superior de

Justicia, el 11 de julio de 2.014 el Tribunal dictó nueva

providencia imponiendo nueva multa de 500 euros y requiriendo

al ayuntamiento de A Merca para cumplir, en 30 días, las

declaraciones contenidas en la sentencia. Se requería también

a la corporación para que en 15 días remitiese copia de lo

actuado en cumplimiento de la sentencia y se subrayaba que

“podría deducirse el oportuno testimonio de particulares para

exigir la responsabilidad penal que pudiera corresponder, de

conformidad con lo previsto en el artículo 112, letra b), de

la ley 29/1.998 reguladora de la jurisdicción contenciosa.

Consta en autos que tal providencia se notificó a la

representación procesal del ayuntamiento el 14 de julio de

2.014 y consta también que fue entregada en el Concello por

correo certificado cuyo acuse de recibo consta unido a autos.

Ninguna contestación se recibió en el Tribunal Superior de

Justicia.

El 23 de septiembre de 2.014, sin que nada hubiese

contestado el acusado, el Tribunal dictó otra providencia en

la que acordó, “visto el estado de las actuaciones” requerir

nuevamente al alcalde en los términos de la providencia de 11

de julio. Tal requerimiento se verificó personalmente el 15 de

octubre de 2.014.

El 24 de octubre de 2.014 el Tribunal dictó nueva

providencia. En ella expresaba que no constaba cumplido lo

acordado por las reiteradas resoluciones dictadas por la sala,

ni tampoco que se hubieran satisfecho voluntariamente las

multas impuestas. Se recogía además que se habían impuesto

tres multas con apercibimiento de deducción de testimonio y

remisión al ministerio fiscal.

El mismo día 24 de octubre de 2.014, el Ayuntamiento de A

Merca, a través de su alcalde, recurrió en reposición la

providencia de 11 de julio de 2.014. En el recurso se

solicitaba la demora en la ejecución hasta la aprobación de

los presupuestos municipales del año 2.015. Dicho recurso no

fue admitido a trámite, al ser firme la resolución recurrida.

En dicho recurso, el ahora acusado expresó que “el

cumplimiento del mismo conlleva a esta administración a

incumplir la legislación vigente”. Se decía en el recurso que

el cumplimiento en plazo de la providencia conllevaría la

generación de actos administrativos ilegales y la vulneración

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de diversa legislación de estabilidad presupuestaria y

contratos del sector público. Se explicaba que no existía

partida presupuestaria suficiente para atender a la

contratación de obras de demolición y que dicho gasto

generaría inestabilidad presupuestaria. Por ello, se propuso

posponer al nuevo ejercicio económico la ejecución de lo

ordenado.

Tales alegaciones, se comprenderá, son absolutamente

inadmisibles y revelan una palmaria voluntad de no acatar el

mandato contenido en las resoluciones dictadas por el Tribunal

Superior de Justicia. Debe repararse además en que semejantes

afirmaciones contenidas en el escrito casan mal con las

declaraciones del propio acusado en el juicio, en las que vino

a afirmar que el mayor inconveniente que la ejecución de la

obra representaba para el ayuntamiento era el de tener que

acudir a una fuente de financiación externa. Por ello, resulta

claramente contradictorio que por escrito se manifieste al

Tribunal que la ejecución de la obra conllevaría la

realización de, ni más ni menos, gastos ilegales, y después,

en juicio, se matice que tales gastos ilegales hubieran

consistido en la solicitud de un crédito. Además, evidente

resulta que tal alegación no es admisible cuando durante

muchos años nada se ha hecho para proceder al cumplimiento de

los claros mandatos y requerimientos recibidos, a lo que hay

que unir la obligación de la corporación municipal de actuar

de manera diligente en para conseguir el cumplimiento no ya

sólo de los mandatos judiciales, sino de la legalidad vigente.

En este punto, he de hacer notar que resulta llamativo que el

acusado se mostrase contrariado por tener que acudir a una

fuente de financiación externa para la ejecución de la obra y,

sin embargo, no mostrase preocupación alguna por el importe de

las multas coercitivas que se impusieron por el Tribunal

Superior de Justicia.

Tampoco son atendibles las razones esgrimidas por el

acusado, referidas a la conflictividad social que pudiera

causar la ejecución de la demolición o a las amenazas

recibidas, en ningún momento acreditadas ni, que conste en

autos, denunciadas. Prueba evidente de ello es que deducido

testimonio por delito e incoadas diligencias previas, la

demolición se verificó en tiempo record, desapareciendo

entonces cualquier duda jurídica por parte del ayuntamiento

sobre la legalidad de lo ordenado, cualquier problema de

índole presupuestaria, de necesidad de financiación o de

conflictividad social de la medida.

DUODÉCIMO.- De acuerdo con lo previsto en el artículo 28 del código penal, Manuel Jorge Velo Reinoso es responsable de

un delito de desobediencia del artículo 410 del código penal.

DÉCIMOTERCERO.- En cuanto a la pena que debe ser impuesta, hemos de partir de que el arco que prevé el artículo 410 del

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código penal es de multa de 3 a 12 meses e inhabilitación

especial para empleo o cargo público de 6 meses a 2 años.

Concurren en los hechos, tal y como se recoge en los

escritos de calificaciones de las partes, las circunstancias

atenuantes de reparación del daño y dilaciones indebidas. Por

ello, el artículo 66 del código penal obliga a imponer la pena

inferior en uno o dos grados, en atención al número y la

entidad de las circunstancias atenuantes concurrentes.

Pues bien, en atención a las circunstancias concurrentes,

considero que la pena ha de ser rebajada en un solo grado. He

de decir aquí que, pese a la concurrencia de dos

circunstancias atenuantes, en la segunda de ellas resulta

ser determinante la propia pasividad del acusado. Es decir, es

claro que si se condena ahora a Manuel Jorge por unos hechos

ocurridos hace años, ello se debe a que su actitud renuente al

cumplimiento de las resoluciones judiciales se mantuvo durante

un largo periodo de tiempo. Aprecio la atenuante de

dilaciones indebidas por aplicación del principio acusatorio,

pero he de hacer notar el breve tiempo que duró la

tramitación de la causa penal por el juzgado de primera

instancia e instrucción de Celanova.

En cuanto a la atenuante de reparación del daño, he de

matizar que el cumplimiento del mandato judicial, después de

tantos años y tantos requerimientos, reduce su trascendencia.

Por lo expuesto, se considera adecuada la imposición de la

pena de multa de 2 meses y 10 días solicitada por el

ministerio fiscal, con una cuota diaria de 10 euros y

responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de

libertad por cada dos cuotas no satisfechas.

En cuanto a la pena de inhabilitación especial para empleo

o cargo público, se fija en 4 meses. De acuerdo con el

artículo 42 del código penal, dicha inhabilitación supone que

Manuel Jorge Velo Reinoso se ve privado de la condición de

alcalde del Ayuntamiento de A Merca. Por aplicación del mismo

precepto, no podrá obtener dicho cargo durante el tiempo de la

condena, ni tampoco el de teniente de alcalde, concejal o

cualquier otro de naturaleza electiva y ámbito local que

implique participación en el gobierno municipal. Tampoco podrá

obtener cargos de gobierno en el ámbito provincial, autonómico

o estatal durante el tiempo de la condena.

DÉCIMOCUARTO.- En virtud de lo dispuesto en el artículo 123 del Código penal, 239 y 240 de la ley de enjuiciamiento

criminal, las costas deben imponerse a quien resulta

condenado en el proceso. Por lo tanto procede imponer su pago

a Manuel Jorge Velo Reinoso.

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Vistos los preceptos legales citados y demás de general y

pertinente aplicación

FALLO

1. Que debo condenar y condeno a MANUEL JORGE VELO REINOSO,como autor/es criminalmente responsable de un delito de

desobediencia previsto en el art. 410 del Código penal a la

pena de:

• 2 meses y 10 días, con una cuota diaria de 10 euros y

responsabilidad personal subsidiaria de un día de

privación de libertad por cada dos cuotas no satisfechas.

• Inhabilitación especial para empleo o cargo público por un

tiempo de 4 meses. De acuerdo con el artículo 42 del

código penal, dicha inhabilitación supone que Manuel

Jorge Velo Reinoso se ve privado de la condición de

alcalde del Ayuntamiento de A Merca. Por aplicación del

mismo precepto, no podrá obtener dicho cargo durante el

tiempo de la condena, ni tampoco el de teniente de

alcalde, concejal o cualquier otro de naturaleza electiva

y ámbito local que implique participación en el gobierno

municipal. Tampoco podrá obtener cargos de gobierno en el

ámbito provincial, autonómico o estatal durante el tiempo

de la condena.

• Costas procesales

2. Notifíquese la presente resolución a las partes, haciéndoles

saber que contra la misma cabe interponer recurso de

apelación en ambos efectos en este Juzgado para ante la

Iltma. Audiencia Provincial de Ourense en el plazo de DIEZDIAS desde su notificación.

Así por ésta mi sentencia, juzgando en esta instancia, lo

pronuncio, mando y firmo.