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XXIII. BELLE DE JOUR
Sinopsis de Belle de jour (Bella de clía). Sévérine (Catherine Deneuve) es la
bella y frígida esposa del médico Pierre 0ean Sorel). En sus suefi.os se ve so
metida a diversas depravaciones eróticas. El cínico libertino Husson (Mi
chel Piccoli) le da a Sévérine la dirección del burdel de Ana'is (Genevieve
Page). Sévérine llevará una doble vida: sefi.ora decente y prostituta de lujo
por las tardes. En el burdel conoce a varios clientes de gustos "especiales".
Uno de sus clientes, el joven gangster Marcel (Pierre Clementi), se enamo
ra de ella. Marcel dispara contra Pierre, dejándolo inválido, pero muere
luego en un encuentro con la policía. Husson revela a Pierre la prostitu
ción de Sévérine. Pierre se levanta de su silla de ruedas, curado. Pero es po
sible que esto sea una ensoñación más de Sévérine.
T.P.T.: Usted hizo Belle de jour para los hermanos Hakim, que tienen
fama de productores terribles.
Buüuel: Mi agente en París me dijo que los Hakim me proponían Be
He de jour y me dio la novela. Es una historia un poco folletinesca y yo en
principio no quería hacerla. Les dije que, en todo caso, exigía libertad total.
Particularmente, no aceptaba la cláusula según la cual los productores te
nían derecho a intervenir en el n1ontaje de acuerdo a sus intereses. Insis
tieron, finalmente nos pusimos de acuerdo, hice la adapt.a_ción con Carrie
re y todo rn.archó sobre ruedas. Terminada la película, había el peligro de
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que la censura no la dejara salir fácilmente. Los Hakim me decían: "Dejan
do que la censura corte algo, uno evita que corte aún más." Había una es
cena, la del Cristo, que podía ser considerada desagradable, y se cortó.
T.P.T.: ¿Cómo era esa escena? Según parece había en ella el Cristo de
Grünewald. Buñuel: No se cortó la escena, que es el episodio de BeUe de jour en
la mansión del necrófilo, un duque interpretado por Georges Marchal. Te
nía más valor con el Cristo de Grünewald, que es la imagen más terrible
de Cristo, ¿la conocen ustedes? De un realismo feroz. Esa imagen era im
portante porque preparaba la escena siguiente. J. de la C.: Catherine Deneuve parecía, en principio, una actriz poco
"buñueliana". ¿La eligió usted? Buñuel: Los productores ya la tenían programada. Me la presentaron
y comí con ella. Me pareció de un tipo posible para el personaje: muy be
lla, reservada y extraña. La acepté. Durante la filmación noté que no me
entendía. Se quejaba con alguien: "No comprendo por qué tengo que ha
cer tal cosa." Le decían: "Hay que hacer lo que te pide Buñuel." No quería
que se le viese el pecho y la peinadora le ponía allí una banda. Debía apa
recer un momento desnuda, poniéndose una media y, para evitar que en
un movimiento .se le viese un pecho, se recogía los dos con un tafetán. En
Tristana se portó mejor, no me dio problemas. Excelente actriz. En fin: me
la habían propuesto los productores, sí, pero yo tenía libertad de aceptarla
o no. Si no tengo esa libertad, no hago una película. T.P.T.: Creo que finalmente le convino a la película. Su belleza es un
poco asexual, un poco abstracta, y eso da un contraste interesante al per-
sonaje. Buñuel: Sí, muy bien. Por eso después la elegí para Tristana.
T.P.T.: Tampoco Jean Sorel sería un actor "buñueliano".
Buñuel: No me interesa que los actores sean "buñuelianos". Ade
más, no sé qué es un actor "buñueliano". A Sorel yo no lo había visto; lo
conocí cuando hablamos para la película. Un tipo muy simpático, muy
agradable. En el primer día de filmación estábamos en el parque: Sorel,
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Catherine, los dos cocheros y el landó, con todo listo para hacer las tomas.
Los actores debían decir un diálogo de amor convencional, del género de:
"Te amo ... Qué felicidad estar contigo ... Te adoro ... " El asistente llega a
decirme que los actores quieren hablar conmigo. Sorel había tachado sus
líneas y había escrito encima "su" diálogo. Le digo: "¿Qué ha hecho us
ted?" Muy cortés, me dice: "Perdone usted, ¿esto no le parece ridículo?" Le respondo: "Sí, pero ¿sabe usted todo lo que sucede después? Tras este diá
logo banal, usted comienza a azotarla con un látigo, la arrastra por el fango.
Díganlo ustedes tal como está escrito." Y lo dijeron así.
J. de la C.: En la novela de Kessel ¿hay ese doble plano de realidad e
imaginación?
Buñuel: No, eso lo puse yo de mi parte, porque era lo que me estimu
laba para filmar la historia. Al final, lo real y lo imaginario se funden. Y o
mismo no podría decirles qué es lo real y qué es lo imaginario en la pelícu
la. Para mí forman una misma cosa. Todo lo "real" estaba en la novela: la
pareja burguesa, los gangsters, el burdel, pero cambié en eso algunas co
sas. En el libro, el personaje de Rabal es un sirio. Lo hice español para que
cantara flamenco, como hace en una corta escena.
T.P.T.: ¿Por qué canta flamenco?
Buñuel: ¿Por qué no? ¿Por qué lleva usted una camisa de ese color y
no de otro?
J. de la C.: Para mí, la película tiene tres planos: la vida decente de Sé
vérine con su marido, la vida de burdel y la vida imaginaria. Ahora bien,
el burdel podría pertenecer a su vida imaginaria.
Buñuel: No. La vemos en la vida normal con su marido. En esa vida
normal ella tiene fantasías "indecentes". Luego entra en el burdel realmen
te, es decir que tiene de verdad una vida "decente" y otra "indecente". Más
claro: ella le pregunta al marido sobre los burdeles y él se extraña por la
pregunta. Esto es real. Al día siguiente ella ve a Piccoli, en el tenis, le pre
gunta dónde están esas "casas" y él le da una dirección. La vemos ir a esa
dirección, pero no se atreve a entrar y huye ... Todo tiene una secuencia ló
gica, es real.
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J. de la C.: Pero como la película se balancea entre la realidad y la ima
ginación, podría suceder que lo que ocurre luego, la vida en el burdel y la
relación con Marcel (Clementi) sea pura fantasía.
Buñuel: No. Una mujer que le pregunta a su marido qué es un bur
del no podría inventar las aberraciones que ve allí. Por ejemplo: un gine
cólogo muy digno que va al burdel para disfrazarse de mayordomo y humi
- llarse ante una prostituta. T.P.T.: ¿No es una aberración muy común?
Buüuel: Sé que es algo vivido. No por mí, sino por una amiga mía,
bailarina del Paramount de París. El personaje era un famoso tocólogo ma
drileño. ¿Cómo podría Sévérine imaginar que hay gente así? Los episodios
imaginarios son distintos. Ella está rezando a la hora del Ángelus; de pronto
"ve" una manada de toros y dice que esos toros se llaman Remordimiento y
el último Expiación. Es porque ella tiene necesidad de expiar. Pero que los
toros tengan esos nombres es bonito, ¿no? T.P.T.: Pero insisto en que algunos episodios dejarían la incertidum
bre de si son imaginarios o reales. Por ejemplo: en el episodio del ginecó
logo, precisan1ente. Como el hombre no encuentra satisfactorio el com
portamiento de ella, la echa del cuarto y llama a otra prostituta. Cuando
Sévérine sale del cuarto, no lleva sostén. Pero cuando observa furtivamente
lo que el hombre hace en el cuarto con la otra, Sévérine ya tiene sostén.
¿Esto sería un falso raccord? Buñuel: No, no podría ser un falso raccord porque en una filmación
hay muchos ojos y alguien me lo habría advertido. Vemos que el hombre
cierra la puerta y luego que ella está en otra habitación. Entre los dos pla
nos hay un momento en que no lo vemos, y en ese tiempo ella puede ha
berse colocado un sostén. T.P.T.: Otro posible falso raccord: cuando Sévérine va al castillo del
aristócrata necrófilo, entra con un abrigo y sale con otro diferente.
Buüuel: No lo creo; tendría que verlo. Ese sí sería un falso raccord, y
ni en la fantasía está permitido. Ni siquiera en una fantasía filmo lo que
me dé la gana. Porque incluso las fantasías, que no son arbitrarias, tienen
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una forma de realismo. En el caso de que Sévérine entrara con un abrigo
de piel de tigre y saliera con uno de armiño, podría ser que le han regalado
éste por sus servicios, ¿verdad? En mis primeras películas y en las de Mé
xico puede haber ocurrido un falso raccord; es más difícil que sucediera en
mis películas francesas, que técnicamente están más cuidadas, tienen más
recursos. Es verdad que en BeUe de jour la falta de transición entre lo real
y lo imaginario puede parecer un falso ra.ccord; para mí no lo es. Además,
e1 episodio del necrófilo sucede realmente, no es un sueño ni una ensoüa
ción. ¿Les parece a ustedes una réverie? No me import_a: yo hago la película
y la dejo libre. Si ustedes ven la película de otra manera de como la hice,
muy bien. Incluso aceptaría que la visión de ustedes es mejor.
T.P.T.: Pasemos a otro caso. En la escena inicial, la de los créditos,
Sévérine y su esposo van en un landó, suenan las campanitas del vehículo,
etcétera. La cámara los acompaña en panorámica. De pronto, el vehículo
avanza en dirección contraria.
Bufrnel: No hay falso raccord, sino elipsis. La escena, por cierto, es
imaginaria. Ella está imaginando que van en landó, hablando de amor,
que él la baja del vehículo, la entrega a los criados para que la arrastren y
luego le den latigazos, atada a un árbol. Luego, la cámara sobre el rostro de
ella y la voz de él, fuera de cuadro; "¿En qué piensas, Sévérine?", y vemos
que están en la recámara matrimonial (esto es realidad) y ella responde:
"Pienso en ti."
J. de la C.: Puesto que usted dice que deja libre la película, puedo ima
ginar también que Bel le de jour es la historia de una prostituta_ que "sueüa"
ser una burguesita decente.
Buñuel: Muy bien, ésa es la BeUe de jour de usted. Si la filma, me gus
taría verla. Y luego lo acosaría con preguntas, como ustedes hacen conmigo.
J. de la C.: Desde luego, es inútil preguntarle qué hay en la cajita que
el cliente asiático muestra a Sévérine.
Buñuel: (Ríe.) Ya sé que la cajita inquiet:'l, y más con el zumbido que
le puse. Una prostituta rechaza al asiático por la cajita, pero Sévérine mira
su interior y acepta lo que el cliente propone. Y o mismo no sé qué hay en
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la cajita. Debe ser algo extraordinario, una cosa útil para una perversión in
sospechada. Produjo más curiosidad de la que yo podía sospechar, Una
vez el doctor Méndez, jefe de farmacología del Instituto Mexicano de Car
diología, me invitó a comer a su casa. Había invitado también al doctor
Chávez, el gran cardiólogo, jefe del Instituto, porque éste quería conversar
conmigo. Chávez llegó tarde, colgó su capa española, se disculpó por el re
tardo ... Ya sentado, me dijo de repente: "Oiga, Buñuel, ¿qué hay en la ca
jita?" Me sorprendió: un eminente científico, un savant, preocupado por el
contenido de la cajita.
T.P.T.: A todos, científicos y no científicos, nos ha intrigado eso.
J, de la C.: Un amigo, publicista, decía que la publicidad de la pelícu
la era poco imaginativa: "Y o hubiera organizado un concurso -me de
cía- sobre este tema: Adivine qué hay en la cajita y gane cinco mil pesos."
T.P.T.: He preguntado al respecto a algunos amigos y todos coin
cidíamos en que la cajita debe contener algún insecto. Un abejorro, por
ejemplo. Buñuel: Puede ser, porque hay el zumbido. Ahora yo les pregunto a
ustedes: ¿para qué serviría el abejorro?
J. de la C.: A mí me parece de una claridad meridiana. El asiático
quiere meter el abejorro en el sexo de Sévérine,
Buñuel: Y el abejorro le devoraría el sexo: ¡pzzzzzzzzz! (Ríe.) Como de
pravación no está mal.
T.P. T.: Por cierto que Sévérine, cuando ve lo que hace un cliente del
burdel, se asombra de que exista tal depravación.
Buñuel: Porque no se da cuenta de que ella misma está entrando en
otra especie de depravación. Ella separa sus fantasías eróticas de lo que
hace en la realidad. Creo que en el acto de amor a las mujeres no les gustan
las fantasías ...
T.P.T.: En México, ésta es una de las películas de usted que mayor
éxito han tenido. Tal vez la que más. Había grandes colas en los cines.
Bufiuel: Y en Italia y en España ...
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T.P.T.: Esto sería muy indicativo, porque se trata de países donde tra
dicionalmente la sexualidad femenina ha sido reprimida, y una gran parte
del público de Belle de jour lo constituían mujeres.
Buñuel: Parece que sí, que atrajo a las mujeres. ¿Cómo se explican us
tedes eso?
J. de la C.: Precisamente en la medida de esa represión. La película
demostraría que toda mujer decente desea algunas veces ser una puta. Tal
vez también muchas prostitutas fueron a ver la película, sintiendo que las
"reivindicaba".
Buñuel: Fernando Césarman, el psicoanalista, ha dicho que soy un
misógino, que en mis películas la mujer queda siempre por los suelos. No
sé. Yo no creo ser misógino. Quizá entiendo poco a las mujeres. También
es verdad que me encuentro mejor entre hombres que entre mujeres.
T.P.T.: En lo cual sería usted muy español. "La mujer honrada, pata
quebrada y en casa."
J. de la C.: Y al mismo tiempo, podría ser usted considerado un "ci
neasta de la mujer". Hasta por los títulos: Susana, La joven, Viridiana, Tris
tana, Le journal d'une femme de chambre ...
Buñuel: Pero rara vez tomo el punto de vista de la mujer. Reconozco
que el mundo de mis películas tiene el tema del deseo, y como no soy ho
mosexual, el deseo toma naturalmente la forma de la mujer. Soy como Ro
binsón cuando ve el espantapájaros vestido con ropas femeninas ...
J. de la C.: Yo diría que en BeHe de jour se reconoce un poco usted en
el personaje de Piccoli, que parece sentirse muy a gusto, muy "familiar
mente" en un burdel.
Buñuel: Puede haber algo de mí mismo, sí. Me hubiera gustado ser
un habitué de un burdel donde me trataran como a un amigo de la casa y
me tuvieran toda clase de atenciones. "Don Luis, aquí tiene usted su vino
preferido ... Don Luis, esto ... Don Luis, lo otro."
T.P.T.: Sin embargo, el de Piccoli es un personaje negativo. Delata a
Sévérine ante su marido.
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Buüuel: Ése puede ser un acto de piedad. Piensa: "Este hombre está
paralítico, adora a su mujer y se siente disminuido ante ella. Si le digo lo
que su mujer hace, la odiará y eso puede ser para él una especie de consuelo."
T.P.T.: La idea del landó y los cocheros y de la fustigación de Sévéri
ne parecería responder a alguna obsesión suya.
Buüuel: Esa idea viene en realidad ele La femme et le pantin, de la pri
mera vez que pensé en filmarla. Es que a mí la imagen ele dos lacayos de fin
de siglo, con sombrero de copa, la escarapela, los botones en la levita, dan
do latigazos a una mujer desnuda, me parece interesante.
J. de la C.: Lo importante es que humillan y fustigan a una mujer que
en la jerarquía social está por encima de ellos.
Bufmel: En la imaginación de ella eso es eróticamente más interesan
te. Por eso, como ustedes ven, ella no es muy diferente del ginecólogo al
que le gusta ser pisoteado por una prostituta.
T.P.T.: La película tiene dos finales. Después de la delación de Picco
li, el marido se "libera", se levanta de la silla de ruedas, todo parece arregla
do ... pero vuelven a oírse las campanitas del carruaje ... Que hen1os visto
que están relacionadas con las fantasías eróticas de Sévérine.
Buüuel: No hay dos finales, sino un final ambiguo. Yo no lo entien
do. Esto indica falta de certidumbre mía. Es el momento en que no sé qué
hacer, tengo varias soluciones y no me decido por ninguna. Entonces, en
el final, he puesto mi propia incertidumbre. Ya me ha pasado otras veces.
Sólo puedo decir que en la vida hay situaciones que no terminan, que no
tienen solución.
T.P.T.: ¿Qué hará, entonces, Sévérine? ¿Volverá al burdel?
Buüuel: Sí y no. Es problema de ella.
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XXIV. LA VÍA LÁCTEA
Sinopsis de La Voie Lactée (La Vía Láctea). En su peregrinación a Santiago
de Compostela, Pierre (Paul Frankeur) y Jean (Laurent Terzieff) tienen va
rios encuentros y peripecias más allá del tiempo y el espacio: un hombre
con capa (Alain Cuny) les dice que deberán, en Santiago de Compostela,
engendrar hijos en una prostituta; en un albergue conocen a un cura loco,
roban un jamón y son sorprendidos por un guardia civil que los deja li
bres; en un bosque encuentran a Prisciliano (Jean-Claude Carriere) y su
secta, en una de sus "orgías" místicas; contemplan el duelo teológico, a es
pada, de un jesuita yun jansenista, la exhumación de los restos de un obis
po hereje, varios milagros, y conocen a una prostituta (Delphyne Seyrig)
que desea engendrar hijos con ellos; etcétera. Otros episodios intercalados
en el relato: una monja es crucificada por sus con1paüeras, la Virgen María
(Edith Scob) disuade a Jesús (Bemard Verley), que quiere afeitarse la bar
ba, las bodas de Canán, milagrosa devolución de la vista a los ciegos, Sade
(Michel Piccoli) tortura a Justine, etcétera. La historia recorre herejías que
conciernen a seis dogmas o misterios del catolicismo: la Eucaristía, la Na
turaleza de Cristo, la Trinidad, el Origen del Mal, la Inmaculada Concep
ción, el Libre Arbitrio.
J. de la C.: La Vía Láctea es un film inusitado: es como una larga discusión
que abarca siglos.
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