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164 .IIILÍSmO RKCLÚS no v ioladas hasta ahora y ensenan á sus amigos el ca mino que hay que seguir para eecalarlas; esos espacios que llegan á. las regiones glaciales del ui re e stán sujetos á la investigaci-ón humana, lo mismo que las zonas ártica y antártica. A Jos ingleses corresponde principalmente el honor de haber dado impulso al gran movimiento de explo · rac ión de las elevadas cimas. Ha ce 125 años que Poc ocke y Wyndh am treparon al Monte Blanco. Desde aquella época memorable también han sido ingleses quienes, ven ciendo en celo y en intrepidez á los ha bitantes de los Alpes suizos y á los monta- fie ses saboyanos, italianos y franceses, han explo· ra do el mismo Monte Bl anco y los demás gigantes lpinos; ellos han estudiado con el mayor ardor el 1ar de Hielo y los demás ventisqueros de las ma- sas occide nt ales y nos han explicado la verdad e ra topogr a a de los grupos poco conocidos del Pel- vo ux, el Gran Pa raíso y el Viso; ellos, con la fun · dación del primer Alpine Club, han hecho surgir o tra s mu chas socie dades del mismo género en las dive rsas comar cas de Europa. Ahora acaban de estable cer en La bore un Club del Himala y a, espe · rando llegar á dominar sucesivamente todas aque- lla s gr a ndes cumbres del Asia Central, cuya altura es doble que la de los colosos europeos. II Conqui s ta de la tierra por el cultivo.-Irrigaciones a ntiguas y modernas . Mucho antes de apropiarse el terren o por la c iencia babia empezado el hombre á apropiárselo por el cultivo. Las tribus de cazadores y pes cado- LA viDA L A T l.IIIRRA 165 1 astores nómadas, en nada res, lo mismo que os p cto de la tierra, y si hu· habían modifica?¡ el ningún vestigio habria bi era desa pa re ct o su or continentes; pero en quedado de su p familias de una manera. cuanto se alimenticios y apren - permanente ]untoa ;el á sembrar semillas y !ru - di eron á _P lantar 6 rl o transformador a. Cada tos, se ma ug? r a de \antas útiles, como ce · punto de la tl e rra s!stituyeron á otros vege - reales 6 ár boles fru a e ' b 6 quemados por el tales, cor tados por .el hac centro alred edor del fuego, se ha en cultivos y ahora, gra- cual se han e xt . eudtdo 'd e hombres que cias á los cent e nares de licitar las fuerzas pro · traba jan sin descanso territorios han per - ductoras del terreno, m í Puede calcularse en dido su primitiva fisonom a . (décima parte de la 1.200 millones de hectáreas ·unto de espacios cul - superfici. e continental) y divididos en tiva dos por la mano e 1 Ve rdad es que la ca mpos de contornos regu artes. 'ón más bien est á d vasta ex ensl . d may or parte e esa . d pillaje que cult1va a ex plotada por una especte e con re gul a ridad. elo es na turalmente En las comarcas cuyo habi t adas por po· sa lubr e y fértil y aun no es pueden es · blac iones numerosas los agr labr an es de loa coger á gusto, ! el siquiera fecun- que producen, slD Estados Unidos, darlo con abonos . 0 . 0 .s de los ciudadanos 3 e stán todavía á libres, los millones de aluviales, las ou no cultivan más que as re adas por aguas lla s de los rios, las caña di as paiges del mundo antl - b . en os · zan 1·r ie ntes. En eam JO, . aglomeradas empte guo, donde las poblaCiones

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164 .IIILÍSmO RKCLÚS

n o violadas hasta ahora y ensenan á sus amigos el camino que hay que seguir para eecalarlas; esos espa cios que llegan á. las regiones glaciales del ui re están sujetos á la investigaci-ón humana, lo mismo que las zonas ártica y antártica. A Jos ing leses corresponde principalmente el honor de ha ber dado impulso al gran movimiento de explo · ración de las elevadas cimas. Hace 125 años que Pococke y Wyndham treparon al Monte Blanco. Desde aquella época memorable también han sido ingleses quienes, venciendo en celo y en intrepidez á los ha bitantes de los Alpes suizos y á los monta­fieses saboyanos, italianos y franceses, han explo· rado el mismo Monte B lanco y los demás gigantes

lpinos; ellos han estudiado con el mayor ardor el 1ar de Hielo y los demás ventisqueros de las ma­

sas occidenta les y nos han explicado la verdadera topogra fí a de los grupos poco conocidos del Pel­voux, el Gran P a raíso y el Viso; ellos, con la fun · d ación del primer Alpine Club, han hecho surgir otras much as sociedades del mismo género en las diversas comarcas de Europa. Ahora acaban de establecer en La bore un Club del Himalaya, espe · r ando llegar á dominar sucesivamente todas aque­llas gra ndes cumbres del Asia Central, cuya altura es doble que la de los colosos europeos.

II

Conquista de la tierra por el cultivo.-Irrigaciones antiguas y modernas .

Mucho antes de apropiarse el terreno por la c iencia babia empezado el hombre á apropiárselo por el cultivo. Las tribus de cazadores y pescado-

L A viDA .111~ L A Tl.IIIRRA 165

1 astores nómadas, en nada res, lo mismo que os p cto de la tierra, y si hu· habían modifica?¡ el ~i'z: ningún vestigio habria biera desaparect o su or l~s continentes; pero en quedado de su pas~ p familias de una manera. cuanto se e~table~ter~~tales alimenticios y apren ­permanent e ]untoa ;el á sembrar semillas y !ru­dieron á _P la ntar 6 rl o ~~'ra transformadora . Cada tos, se maug? r a de \antas útiles, como ce· punto de la tlerra td~ns s!stituyeron á otros vege­reales 6 árboles fru a e ' b 6 quemados por el tales, corta dos por .el hac u~ centro alrededor del fuego, se ha couver~tdo en cultivos y ahora , gra­cual se h a n ext.eudtdo lo~il\ones 'de hombres que cias á los centenares de licitar las fuerzas pro · trabajan sin descanso .e~:~sos territorios han per­ducto ras del terreno, m í Puede calcularse en dido su primitiva fisonom a . (décima parte de la 1.200 millones de hectáreas ·unto de espacios cul­superfici.e continental) ~ f0~~mbre y divididos en tivados por la mano e

1 Verdad es que la

campos de contornos regu artes. 'ón más bien está d vasta ex ensl . d may or parte e esa . d pillaje que cult1va a

explotada por una especte e con regula ridad. elo es naturalmente

En las comarcas cuyo s~ habitadas por po· salubre y fértil y aun no es i~ultores pueden es · blaciones numerosas los agr labran es de loa coger á gusto, ! el terr:~~c~~=rio siquiera fecun ­que producen, slD qu~ s~ Estados Unidos, dong~ dar lo con abonos . 0 .

0.s de los ciudadanos 3 están todavía á dispos~ctó~erra libres, los colon~.~ millones de hectárea~ ~\anuras aluviales, las ou no cultivan más que as re adas por aguas &~­llas de los rios, las caña di as paiges del mundo antl-

b. en os · zan 1·r ientes. En eam JO, . aglomeradas empte guo, donde las poblaCiones

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166 IIILÍBBIO RIIIOLÚS

á verse faltas de terreno ali . . rras que en otras partes serimentlcto, muchas tie-poca fertilidad están ded' ~n desdefiadas por su bao por cubrirse de cosec~:s a~l a~ cultivo Y aca­sado por la necesidad d . ombre, impul­recursos que le dan la c'y .uefio de los inmensos d 1enc1a y el t b ·

os, puede transformar en ri r~ aJo asocia · t erreno: con canalizacion e~ camptña cualquier aparecer las aguas perni e~ su terráneas hace des­tierra y corromperían l motas, que enfriarían la el riego da en la é as ra ces de las plantas· con ría a l desarrollo deploaca o~ortuna el agua ne~esa -

b sav1a y lo t "d

a onos enriquece el 1 s eJI os; con los t as; con otras mejoras ~ue of y alimenta las plan­leza dol terreno La a r~ns orma la misma natura­a ntes como al ~caso f.nc~ltura, que se practicaba vertirse en ciencia· 'lolen e cada vez más á con­las leyes de la quí~ica s~rá ft?r completo cuando Y la historia natural s' a Slca, la meteorologia

Verdaderamente ad~~onozcan con perfección. trabajos verificados ya ~ra?les son. algunos de los dor' aun desprovisto de) a tenamdad del labra· moderna. Nada má os recursos de la industria las orillas del Mos:laaso~e~roso. que los ribazos de de Provenza de Lig Y. Rhm, 6 las montafias la base hast~ la · una Y de Toscana, que desde

d c1ma están d d gra as concéntricas t d ro ea as de anchas

cereales. El pico ' f as con sus viñas, olivos 6 ~ocas' y sus restos y h:n azad_6n han demolido las mmensa escalera de servido para construir la cuales suJ'eta la ti' rpurallas, cada una de las r erra veget 1 . ICe por el declive de 1 a Y evita que se des · tall a en las alturas d a. ~oca. Si una tormenta es­la tierra, el aldea~o e;rd a l~s ll;luros y desmorona reconstruir las gradas fa. siguiente traba.ja para mente las mujeres a ' mientras otros, general ·

' carrean trabajosamente desde

LA VIDA IIIN LA TliiiRRA 167

~bajo, esportón á esportón, la preciosa tierra arrastrada por la tromba. ¡Cuán poca cosa debie· ron de ser los célebres jardines colgantes de Babi­lonia comparados con esos monumentos prodigio· sos del trabajo humano!

Las pendientes de los volcanes mediterráneos presentan asimismo ejemplos notables de cuánto puede hacer la tenaz voluntad del cultivador. En las mismas laderas del Etna, cuya cima se levanta á lo lejos en la región de las nieves, vi ven más de 300.000 habitantes. El suelo de los campos, soro· breados por muchedumbre de árboles frutales, no consiste más que en lavas y cenizas, pero el arduo trabajo diario lo ha convertido en jardín, que es la maravilla de Sicilia. El aldeano ha atacado con encarnizamiento todas las rocas y las ha conquis­tado paso á paso para transformar la superficie pedregosa en tierra vegetal. Cuando al entreabrir· se la montana vomita Java sobre cultivos y pue · blos, el trabajo agrícola queda interrumpido . Las familias conservan religiosamente sus tltulos de propiedad, como si ée¡ta no hubiera desaparecido, y después de un periodo de tiempo más 6 menos con­siderable, en cuanto queda cubierta á trechos de liquen la lava enfriada, el cultivador trabaja para utilizar todas las grietas de la roca que se prestan á la vegetación. Ciertas lavas compactas, especial· mente la que destruyó una parte de Catania en 1669, cambian de lecho con mucha lentitud, y para cultivar durante el mismo siglo las escorias supe: ri.ores hay que molerlas y mezclarlas con tier.ras fértiles, pero el trabajo acaba por lograrlo, los Jar­dineros introducen en ellas brotes de cactus, que se desarrollan rápidamente y ocultan la piedra. rojiza con el impenetrable espesor de sus pal.as esp.IDosas, <¡ue brillan al sol con resplandor metáhco. H1gueras

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16 .I!JLÍ8l!IO RIIIOLÜII

que se arrastran por el suelo ·extienden sus larga raíces por los intersticios de la rocas. En ciertos sitios hasta la viña consigue vivir y dar fruto en aquellas duras escorias que parecen de hierro. Otras la vas, por la fragilidad de sus cristales y de la cantidad de ceniza que les lleva el viento, se prestan á un cultivo rudimentario durante algunos anos . Eso pasó en las corrientes de Laffarana, que salieron del seno de la tierra en 1852 y 1853, y en cuyos huecos los habitantes de los pueblos vecinos planta ba n ya retamas cinco afios después de la erupción. Sean friables ó duras las cheires, aca­ban todas por transformarse en huertos y jardi­nes. Tan perseverantes como las hormigas, que re­construyen sin cansarse los hormigueros destruidos por la planta del caminante, los aldeanos del Etna. prosiguen siglos y siglos su encarnizada labor, y sobre cada río de piedra que cubre sus campos extienden nuevas praderas tan verdes como las desaparecidas. / De todos los trabajos agrícolas que han trans ­form a do la superficie terrestre, los canales de irri · gación son los que se han comprendido y ejecutado de más grandiosa manera en las edades pasadas. Sitiados los egipcios por la arena del desierto , puesta el alma en aquel légamo del Nilo, en el cual creían que hablan nacido sus antepasados, hicieron de las irrigaciones sus grandes ritos sa­grados; sus depósitos de agua, abiertos para poder disponer de las aguas de inundación, no habían costado más trabajo que las in útiles y fastuosas pirámides. En Lombardfa, en Toscana, el riego­general del país, dirigido por siudicatos, se practi­caba también con gran inteligencia; y los nombres más famosos de sabios y artistas , como Leonardo de Vinci, Miguel Angel, Galileo y Torricelli, están

LA VID A &N L A. Tll!IRRA

11 arte de la agri-á 1 historia de aque .a p 1 obra con

asociados E ~uestros días prosigue :el Mediodía cultur:c-tivi~ad en todas la~ cop~r:e~a~el mundo que gran y en otros vanos las llanuras de Europa Antes. de entrar en venza, padecen seqqias. tes del Piamonte, de Pro diri · casi todos los torren afia mediterránea, son de del Rosellón, de la Esp únicamente se llen_au

gidos ha~ia a~ ~:~J~'p~onto por lda tiei.rt~a 1S:d~~~!:~ agua sucia, 6 se err f cuando caen chapa~o~~s el Nilo, el Dur~n~:¿ ~~~ Grandes rios com~ o s~ empobrecen o aliza lizados para elb.r~eógn de los agricultores seErel inge~

si la am ICI ompleto años, y or desapareoer por ~ n sin tardanza a~abarLánv~ solicita que se. sudprn~a los tributarios mero o · desviaD o . rrados los rios de . Franci~'aciéndoles seg?u, e~dc:des del desde su orig~n .Y . 6' todas las smuosi en canales de IrngaCI n, rficiales para

sue~~ no basta con las agu~~~~p;erfora y va á

el rieio de las tie~a:¿r~! :~r las profund~d~~e~a~ buscar el aguab_qu á la superficie para r p~óspero la obliga á su ~r e ha hecho con muy extensión plantaciones; a~I s a ara acrecentar la lo mismo éxito en Argelia, Y p ar otros nuevos, Y

1 árido

· a para ere yo sue o de los oasis, y tras comarcas cu á . esa agua, podrá hacerse en ~erráneas. Hay m. s.da A. brotar oculta aguas sub rso natural ú obllg~ e las plan­apartada de su ~u a no sólo obra so. r sino que de debaJ·o de la tierr ' dad necesana, fi'an

la hume le con · tas, elevándoles los abonos q~e se los aluvio también influye en recorre distnbuye d'stinta na­Por los campos due de formaciones de I provecho nes que ha sac~ olos terrenos, con. gr~~ natural· tu raleza y mezc ~ ón. transforma tierr para la vegetaCI '

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170 BILÍ8810 Rlii0LÚ8

mente estériles tivo. Así como y las hace excelentes dirigidos derrib~onl chor~os de agua dfara el cul­escarpas de aren ~s mmeros californ~stramente culas de oro na grava para re •anos altas se podrlan de~r~astradas por la cor~~~~r las partí­fiascos para v ~ronar en los Pirine e, también aluviones ta er erlos en canales os muchos pe­les esté ·¡' o preciosos como 1 y repartirlos en

n es de 1 L e oro p 1 Duponchel no fas andas. Esta ide~ do\ .os arena-que Bazalgett •:ne nadd. de quimé . e mgeniero hombre ued e . a dado la prueb nca. Poco ha por ens~mo e mtentar, haciendo ~ de lo que el puras dellitora~agnfficas praderas ¿:r?cer como procedentes ' r egadas por a ua as arenas cia. El quf ~e Lo?dres, á 70 Jftló s dte alcantarillas nuda se nemgaicof Liébig afirmaba mque rlos de distan· · r a á d . e a pla d

sm embargo d pro UClr un tall d _ya es· veces h · a cada afio ·

0 e h1erba y

Ierba magnffi para segar seis ó ' ca. nueve

III

Cultivo de los pantanos.-Canalización s y ciudades. ubterránea en campos

ta Con 1~ irrigación la . L:n~~~ tierras _áridas, :og~ICultura logra conquis-pefl.ascds~:. arcilla del desi~r~~s arenales de las anegadas , con la desecación s ' las fragosidades transforU::aque nada hablan pro~ a~~dera de tierras n_agales se :~o ~agnfficos jardín~~~; j~más, y las tll. Cada etapa váertlen por su trab~jo ur te.ras y ce-

e a Humanidad en !erra fér-en !taha, en los

LA. VIDA. liJN LA TlliiRRA 171

llanos de las Galias y de Germanía, en el suelo anegado de Ba.tavia, en la Gran Breta.ila, sólo la han hecho posible la desecación y el saneamiento del territorio; cada retroceso parcial de la civiliza· ci_ón, según se ve ~oy. todavla. junto á Cartago,

1racusa. y Roma, comCide con una nueva invasión d.e lo~ pantanos, antes conquistados. Hoy, que el tr~ba~o de la colonización se hace en grande, la pnnCipal labor de los azadoneros en la Mitidja á orillas del Mississipl, en las costas de Colombia., de las Guyana.s y del Brasil, en las islas de la Son· da y en el litoral de Africa, consiste en afirmar el suelo y purificar el aire, para acrecentar con un nuevo dominio los que la Humanidad se ha apro­piado ya del todo. Obra es esa que cada año cues· ta muchas "Vidas; en diversas llanuras, hoy de ricas cosechas, más agricultores pa.cificos han muerto de trabajo que soldados han caído en los campos de carnicería como Léipzig y Sadowa; pero todo lo vence la paciencia, y tarde ó temprano, gracias al crecimiento de las poblaciones humanas, al progre· so de su industria, á la asociación de sus fuerzas, las orillas pantanosas del Amazonas, las lagunas del Paraguay, las tierras anegadas del lago Tsad, los Sunderbund del Ganges y el Brahmaputra, se convertirán en campifias salubres . En todos los climas á un tiempo prosigue esa labor de arreglo de la tierra. En Noruega, donde la superficie de los campos arables no era en 1 66 más que de 2.800 kiló metros cuadrados, los agricultores conquistan cada año en los pan tan os y en los (jo1·ds más de

100 kilómetros. Actualmente lo que proponen los hombres de ciencia consiste en establecer debajo de la super­ficie del suelo un movimiento circulatorio de agua análogo al que se verifica naturalmente en el aire

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172 .RILÍSI!lO ll.IIIOJ...ÚS

y en la superfici e de 1

~o:p:~~ ~~~~u:o:"./•::a!~:'"~:t ;.~~r el:• ~~~!~• y Hu VI a y o! ver a l Océa~:cw para precipitarse :: pero de esa agu a por los arroyo res se apodera el iue. vuelve al depósito d! { rios, Y luego en hilillos ~:~~r~tor, la reparte en e~~~=~ po~ los campos del val! go, .que distribuye, no sólo colinas y montaña e, smo por las lad das. pi vidida así ~¡ya h~sta po.r las mesetase~f:v~~ dficlaCito n.es, penetra en ~1 saueeln mnumerab!es rami ·

e erntori . o en toda 1 menta las r~fc~~~~ l::gu nda lluvia refr:s:u:erfl.a~it entonces termhJad plantas. Su obra u' ti'l y d.

Po ¡ . a· SI pe . que a

en a ti erra se'rf~ f rmaneciera más tiem a boga ría 1 . . un esta para 1 d as r aJcJllas y a navegación

e l~st c.uales penetra el ~~;~a:~at l?s poros á travé~ riego puede ser enor.

fo~s~~e e~:~~~ superfici~:t:;d~ounn~ r~d s~bsuelo no

brante. ~íltrasea~~zaa :~terreno de la hur:e~~~d~~~ ~aen c:~ahzació n , lue:o lo~o~~lifl godt~ ~n los tubitos

n conducto ma os Istmtos se jun durante su curso el yor, y creciendo poco á. -~n tubo á arroja;se e~r~oyufelo invisible va de f~~~ mmenso tra ba . d u r o ó en el mar T ~~Jt~~u;et~ los 1:gr~c~~~~!~z:c~~ut' subter;áu~~ ·~:; segurame Itene por resultado mod'fiiempo en muchos

. n e, todas la I car lenta pe chmatéricas del s 1 s condiciones hidroló '· ro ~~r:pfa civiliz~da~~~pe~i~ll~se~~íses húmedg~~aesl~ grande ~an ah zación subterrá e en la Gran Bre­d k' · n Inglaterra ól ~ea se verifica en

e Ilómetros á 250 s o, equivale á. 10 mil!

~:~/! 1~:1itu'd de toX:~~~~~;~cfufereucia ,.:,~:· ' ucha de los int r as. Desgraciada-

ereses particulares y la.

LA VIDA EN LA TllllRRÁ 173

falta de iniciativa y de amplia comprensión de la mayor parte de los propietarios del suelo no ha permitido que se llevara á cabo esa tart>a con suje­ción á un plan general; cada cual trabaja en su campo, sin importarle nada el del vecino, y á veces e as canalizaciones parciales tienen por resultado hinchar los rios y convertir en pantanos campos situados aguas abajo. Tarde ó temprano esa em­presa in mensa de la ventilación y desecación del suelo habrá de volver á empezar sistemáticamente, de modo que se aplique á toda la extensión de cada cuenca fluvial. Unicamente entonces la red artifi· cial de la canalización subterránea podrá compa­rarse con la red natural de las aguas corrientes; al circuito general producido en el aire y en la tierra por la rotación del ·globo corresponderán todos los circuitos parciales establecidos en cada comarca por el trabajo humano .

La canalización subterránea empieza á hacerse ahora , sobre todo en las grandes ciudades, con arreglo á un plan sistemático . Ee sabido que los arroyos y rios de agua pura se convertían en nues­tras ciudades en receptáculos de inmundicia. Si vamos á. Londres, la gran ciudad cuyas 300.000 casas encierran más de 3.000.000 de habitantes, unida por mterminables calles á poblaciones de las afueras que crecen sin cesar, y seguimos las orillas pantanosas del ancho Támesis, que pasa en tre la inmensa co~mena humana, veremos que el pueblo que sabe apreciar mejor la Naturaleza es también el que más la mancha. Cuando baja la marea y la corriente del rio, de lentas y negruzcas aguat3, se dirige hacia el mar, se descubren poco á poco bancos de cieno semi11quido y poblado de res· tos putrefactos y lleno el aire de olor nauseabundo.

e asombra uno, con sentimiento instintivo de ho·

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rror, de ver el cielo azul y las nubes reflejarse en aquella basura húmeda. Al subir la marea, cuando se para la masa liquida, se eleva luego gradual­mente y remonta el Támesis, dejan de ser visibles las islas de cieno, pero el flujo vuelve á traer la mayor parte de los residuos inmundos que se había llevado el reflujo; un movimiento de va y ven pasea sin cesar aquellas impurezas á la vista de los ha· bitantes.

Los arroyos y ríos pequefios que se vertian en el Támesis después de haber recorrido una parte de la provincia que se ha convertido en Londres, mucho tiempo hace que han desaparecido debajo de las calles y las casas, para transformarse en alcantarillas . Lo que se ha hecho en la vasta ciu· dad británica se hace ta mbién en todas las grandes aglomeraciones humanas. París convierte también el Biévre, que tan puro sale de los cerros de Ver· salles, en un pozo de inmundicias liquidas; á veces , cuando están bajas las aguas del Sena, se puede sacar de ellas una masa sólida de basura igual á. una 40.a parte de cuanto arrastra el río.

Los grupos de hombres á quienes atrajeron las aguas corrientes han empezado por mancharlas, y á veces las han inutilizado para la bebida y hasta hécholas nocivas para la salud . Los nombres enér· gicos y toscos que los habitantes del Mediodía de Francia han dado á la mayor parte de los arroyos que atraviesan sus ciudades revelan el estado de asquerosa suciedad en que se encuentran.

Después de haberse privado de las aguas pota· bies que la Na turaleza puso á su disposición, y que pocas veces serian suficientes, han tenido que sus· tituirlas las ciudades con agua de manantial ó de rio, traidas á mucha costa. Ese es el problema ca· pital que se trata de resolver para el bienestar de

LA VID"- JIN L A TIIDRRA 17ó

blaciones que se agrupan cada vez más en las po tas ciudades. Antes la poderosa Roma, nuestrasí~a~rabajar para ella á los vencidos del que bac t había desviado con acueductos el mundo e~o~~~'las montanas vecinas y la babia di· a?~a d~acia sus plazas, en las cuales brotaba abun· rJ gJdo d ltitud de fuentes y s~ extendía en an· dante e mu s son las ciudades modernas cq~~s r:~~~~¿ut~~ ~~~~iderable cantidad de _aguda eanl

. 1 tigua Roma; cree~en o · proporCión como a~t:~e las ciudades jóvenes no acaso, la mayd~~ p todavía sus más imperiosas ne· ba~ compren 1 o cen de fuentes inagotables. Sin

~:~~~~~~ 8~ ~~¿ción se desl?ierta cada vez má:;t~ el siglo XIX no ~erminará sm que lac:Oai~~¿dan­de las grandes Ciudades se provea_n to su lim-

~~:z~~l ~!su~r~~~j~:r~~d~:~~ic~~ ~!::: g~!er~,u:~~ Prendidos y a en Marsella, ~aris, g t , babian

. superwres á cuan o York y ChiCago, son 1 belleza de los trabajos hecho los romanos, no por ~ d la capacidad de artísti cos, sino por la l~ngl :r 1i habilidad, con la los acue~ucto~, sobre to 0 :ido triunfar de los obs · cual los mgemeros han sa k está construida en taculos naturales. Nueva Ytr recibe del continente, una isla, pero el a_gua ~u~~~dson por medio de un p ::~ sa.n do por. enCima e . Chica 0 está edificada gigantesco sifón de arcos, rio pa;tanoso, á. orillas en la desembocadura de un han incesantemente de un lago cuyas aguas mane o de la ribera, pero los buques anclados á lo lar¡ dos kilómetros de ia toma el agua d~ sus fuentes,

0 túnel abierto bajo_ el

playa, por med1o de un larg u alimentación d1a· fondo del lago Micbigán; paras i

0 submar n · ría. dispone de un arroyo sucias tan urgente La expulsión de las aguas '

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176 liiLÍSIIIO REOLÚS

~?mo la traída de las lim ias . ~mguna parte en Londr:s 1~ se hace m.eJor que en tierra . us alcantarillas e ' ~ay?r cmdad de la 132 kilómetros, están c~ns~~:fd~~gJtud total es de pueden sacar fuera de la ciud d 1 ~e ma.nera que metros cúbicos de a ua a . · 00 millones de veinticuatro horas óg s Y 2~e0 mmundicias cada por segundo más d'e lo ean · 00 metros cúbicos el golfo de Méjico Pe que lleva el Mississipí hacia evacua n solamente la~oa esos ríos subterráneos no taban el Támesis· ro guas que hace poco apes­ción la fertil idad á. ~á nt~ llevarán con la irriga-70 kilómetros de dist: .e 60.000 hectáreas basta bastante para aliment neJa Y producirán hierba ':acas lecheras, más d:~oen caso necesario 100.000 tJ! de ma,nteca Y leche á l¡uc~u~ace.falta para sur­dice la Memoria del B d ad mmensa. Como el gran circulo de la 0~~ 0

( Healt, así se cerrará ducción Vl a, a muerte Y la repro

Como un ser prodi . cesar el agua con sus al~~~o, Londres absorbe sin sus ferrrocarriles y los d u~t.os, los productos con las alcantarillas 'si e ntus rechazados por mento necesario pa rven para reconstituir el ali-

. ra su enorme apetito.

IV

Desecación de lagos 1 ~ fuoino; mar de Ha~!;~ . ~ ~aritimos.-Lago Copais· lago as playae salinas. · 01 erzee. - Poldet·s.-Lavado de

Envalentonada por la . pa~tanosa.s, la agricultur ~onqU1s~a de las tierras ces1tado apoderarse d 1 a a quendo más: ha na­bajas cubiertas por le fondo de los lagos y playas

as aguas del mar. Desde re·

LA. VIDA. JIN LA. TIIIIRRA l77

111otos tiempos, se habían emprendido grandes tra­bajos de ese gé_nero. Veintidós siglos hace que, en tiempo de AleJandro d~ Macedonia, el ingeniero Krates s~ ocupó en :ractar completamente el lago de Copats en Beocia. Durante largas series de anos esa cuenca queda frecuentemente reducida á algunos charcos de agua pantanosa, y arroyos escasos se arrastran por mitad de la llanura entre ' los cafiavelares, pero en los años de lluvia es un lago hermoso de muchos miles de hectáreas hen­chido sin cesar por los torrentes que baj~n del Heli cón y otras montañas cercanas. Las aguas del ma.r, separadas por ancha muralla de rocas cali­zas, no encuentran salida más que por las hendí· duras profundas. Las rectificó Krates de modo que facilitara la salida de las aguas, pero desde aque­lla época se han obtenido de ·nuevo, y en vano se ha formado en estos últimos tiempos el proyecto de r estaurar la obra de los antiguos griegos

La industria moderna ha sido mas afortunada en Italia, reanudando y terminando una labor de desecación que los romanos no supieron acabar. El lago Fucino, situado á 80 kilómetros al Este de Roma, cerca de Avezzano y de Celano, ocupa el centro de un circo de los Apeninos en forma de cráter, cuyas escarpas están cubiertas de habita­ciones y campos cultivados. A veces inundaban las crecidas todos los campos vecinos y destruían las cosechas; luego se retiraban las aguas y que· daba el aire lleno de miasmas apestosos; la dife­rencia ·entre el nivel de las grandes crecidas y el estiaje no era inferior á 12 metros, En tiempos de Claudio 30.000 esclavos trabajaron durante once Afios para abrir un túnel de 5.625 metros á través del monte Salviano, para llevar la mayor parte del agua al Liria y al mar . Se creia que se bab(a

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terminado dichosamente la obra como se ha bfa acabado 400 fl ' que duraría siglos , a os a11 tes el b ~ ~e<', tres veces menos largo del l ' su terrA­JUllto A Roma; uo quedaba' ago de ~lballo, esclusas. Et em perador .md As que vae~ar las , van' oso y cr 1 h preparado una fiesta esplénd ' d ue' abJa glad

·. d . 1 a en el lago· 19 (\{\fl ,

Ja ore¡,l, tnpulantes d d ' . \NV' gas, hablan de traba ·ar e os escuadras euemi· ración del canal. Ver~ficó~:r:rcelebrar la inaugu­pero cuando se dió ord ' J efec.to, la matanza, agua, mezclada con san en de vac~ar el lago, el ciso y otros cortesan gre,. no quJso salir; Nar­del tesoro público se ~ibienrJquecidos á expensas mente el din ero n¿cesa . an guardado indudable­solidación. Más adelan~10 para l~s trabajos de con­pió el canal y prestó se, e~ ~anas épocas, se lim· más ó menos largos F' ervJcJOs duraute periodos bajos han sido rean~da~nal~ente, en 1854, los tra · sanchado el emisario os ormalmente, se ha en­millon s de metros cJb~na masa de agua de mil por encima del nivel de;cts ~ncerrada en el la.go acabado las calenturas une . se ha vaciado, han adelantando gradualmettaltdJC.as Y el cultivo va antigua cuenca lacust e acJa el centro de la

D re.

e todos modos la desecación entre l~s e:fpresa más importante de que babia que vence~o e~nas, por los obstáculos ha sacado es la u h Y e partido que de ella se el fondo d¿l lago qcoeno:i~econquistado por completo lem y lo ha devuelto al o c.on el nombre de Bar­lago empezó á form contmente. Parece que ese ton ces no deJ'ó de e arse en el siglo XIII, y desde en-

recer á exp d . Y aldeas cercanos En 1 . 1

eneas e los cultivos se habían dado b~tall e Sig 0 XVI ya era mar, y espa:lioles y holandes': navales en sus olas entre acrecentaba su domi . · Cada tempestad nueva

mo, Y en el invierno de 183&

L A VIDA BN LA TIBIBB& 179

un furioso viento de Oeste le hizo llegar á las puer· tas de Amsterdán. Las valladas circulares, levan­tadas á gran costa, eran impotentes para contener las aguas, que crecian sin cesar. Entonces, pre· viendo inminente peligro por las invasiones del mar de Bar le m, se dispuso su desecación. Tenia 21 k ilómetros de largo, 10 de anchura, cuatro me· tros de profundidad por término medio y contenta una masa liquida de 724 millones de metros cúbi­cos. Babia que contar también con las aguas de infiltración y lluvia que habian de penetrar en el lago mientras duraran los trabajos de agotamiento, ó sean unos 200.000.000 de metros cúbicos. En 1852 se babia verificado la obra inmensa: tres enormes máquinas de vapor, que sacaban juntas á cada golpe de émbolo 200 metros cúbicos de agua, de · volvieron al Océano todo el mar de Harlem. Hoy no le falta al vapor más que dejar libre la antigua cuenca lacustre de las aguas de lluvia é infiltra · ción ó darle, durante las sequías, el agua necesa · ria para el riego. En efecto, la tierra del fondo, privada mucho tiempo de aire y de sol, ha tenido que convertirse muy poco á poco en suelo arable, que absorba facilmente las aguas pluviales ó las devuelva rápidamente en forma de vapor. Ma.rsy dice que ha habido que ayudarla á acabar su edu­cación con ináquina. Los fondos de arcilla y turba del lago, que desde los trabajos de desecación y ca­n alización han bajado unos 30 centímetros, se han convertido ahora en campos cultivados y la rique· za total de Holanda se ha acrecentado mucho. La obra de agotamiento ha costado 33.000.000 de fran cos, y los polders, cuyo aspecto justo es decir que no es nada pintoresco, representan ya un valor de 150.000.000 lo menos.

Holanda entera venia á ser un gran mar de

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Harlem, que con su continua labor de siglos ha conseguido vaciar el pueblo enérgico y tenaz de los Paises Bajos. Al ver ese suelo llano, cuya tierra se ha revuelto tantas veces, esos canales y esos diques de defensa, que dividen el país en número infinito de parcelas, se comprende que toda una nación esté luchando con la Naturaleza y que, obrando como una fuerza geológica, no deje de es­forzarse durante toda la serie de las generaciones para coronar la gran obra de la conquista y culti· vo del suelo. Probable es que, tarde ó temprano, se arrebate al Océano el vasto golfo del Linderzee. Ya habria empezado esa labor si la mayor parte del fondo del golfo no consistiera en arena fina, difícil de cultivar.

Los terrenos ganados al mar ó á los pantanos, siglos ha, no presentan una regularidad geométri­ca en la red de sus canales y atarjeas de desagüe. Antes, los ingenieros, menos osados que en nues­tros días, utilizaban para sus trabajos de canaliza­ción todos los canalillos naturales y daban vuelta á todas las prominencias del suelo, casi secas, de modo que sus fosos tienen una forma generalmente sinuosa. En su conju nto, ese enrejado de venas liquidas presenta una forma análoga á la de los va os grandeB y chicos, que se ramifican en los cuerpos organizados. Las tierras nuevamente con­quistadas no presentan en su sistema de canales subterráneos esas lineas sinuosas y pintorescas; están recortadas por los canales con matemática regularidad. De trecho en trecho se han abierto canales rectilíneos y paralelos que se extienden desde un extremo á otro. Grandes arterias del mis · mo ancho las cortan en ángulo recto, y todos los campos se encuentran divididos así en grandes paralelógramos, subdivididos en otros más chicos

L A VIDA J!lN LA TIIIIRRA 18l

d' de canales más angostos. El campesino por me lO . . d inio más que en barca, no puede v¡sltar s~co o:; las cosechas. Alrededor para ab~:~~~o~!bl:ro ~e cultivos. se desarrolla el dP- e~e de circunvalación, que recibe las ~guas que

~:~~ del p~lde?'S ro~eg~~O ¿o~efu~~~~~:Iq~~~e~O~i tra inundactones e ~e de levantar el agua so­viento era el en~;r~a ode verterla directamente ó brante ~e los po t s y algún río de Holanda. Las por medio de cana ~s en

8 onian en actividad

bombas d~ agotamient~-~:s d~ viento que los pin­aquellos pmtorescos mo I ñan en todos sus paisajes; torea holandeses nos ~ns~andes los cun.les es nece­pPro ahora los polde?8 gl 'dad y seguridad, el'ltán

a rio desaguar co~ reg~ a~~por que sa.can el agua Provistos de máqumas .e 1' .ó

1 l de circunva aci n. siu cesar de cana hay que secar son

Cuando los estanques quese los conquiste para demasiado hondos para <luel s se han de vaciar el cultivo con fosos Y me:~~= Harlem, ó hay que osadamente, como el . 1 enteros para elevar resignarse á trabajar :Ifsf~tes que se unen lue~o. sobre la masa de ~gu s de los Paises BaJoS, Los valientes agncultoreé de las edades se unen comprendiendo ~ue á tr:: ~an temido emprende! con sus descendientes, d ·a alguna vez terml­tal tarea, que su deseen . en~: ues en las riberas ~ nará Empiezan por ponler qrelativamente fácil

· b · que es es h los terreqos a]OS aoto los terramonteros an secar' y luego, en e u l encima del agua, se apo· hecho surgir un cenag~ le dan una forma deran de él, lo ~~naltzr:e ~ los demás trabajos alargada que famhtará zf el estanque. Prevén cuando se convierta en p~l er rá la disposición de ruuy anticipadamente ~u de~e hoy por debajo del los campos que se extten

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agua, y cada pa1ada de lodo del estanque cada esta que sacan del fondo ha de servir ' para la pro~~c~~f6~1~ v~n en el cieno, mos formarnos una idea de e ~ obra. Pode· cia y del espiritu de métod la maravillosa pacien· campesinos neerlandeses al o con que proceden los der y otras varias regionesrecorrer el Linder Pol· mente lagos y ya son cam que aun son parcial­blos están construidas pos. Las casas de los pue­encima de las plataform:~ ~:~ lar~a calle circular el estanque, y los cam os os diquea que rodean parecen varillas de aba '·separados por canales, de la masa de agua. En o~Ico alrededor ~el centro figuración de los espaciosr~s partes, segun la con· que se trata de seca acustres ó pantanosos form as también reguli afectan los polders otras Has 6 poligonos caneé;:~, como_ cuadrados, estre­~e un globo ciertas pa~Iecsosd VIstas desde lo alto mnumerables lineas grises d e Holanda, con las recuerdan vagamente la e su~ fosos y canales, micos cristalizados en suyerfiCie de cuerpos qui­laridad del paisaje afuJas. La asombrosa regu­hacinamientos de c:o t a p~rturban más que tos ciudades, los parquesns rucmones de las grandes ras y ferrocarriles que las rodean, las carrete­oblicuamente los caJ:le de ellas salen atravesando

A t es.

cos umbrados á co . nalización los hola d nqUistar el suelo con la ca-

d . ' n eses proc d el mismo modo con la . e en con frecuencia

tivar de distinta s tterras que seria fAcil cul-. manera y h t • . pJCal de Java han t f as a en el chma tro-

de sus ciudades en H:l~~s orma~o los alrededores Paises Bajos, los frisones d:s c_htcas. Al Este de los combatiendo con las . Y abttantes de Schlerwig do vencerlas como 1 mismas dificultades, han sabi~ polde1·s inmensas s:;e~e_rlanddes?s Y convertir en etes e tierras encharca-

LA. VIDA. BN L A. TJBRRA. 188

-das. E n las costas orientales de Inglaterra, las pla­yas de Suffolk y Norfolk, los golfos de Wash y llumber, están rodeados de feus de extraordinaria fertilidad y las invasiones de la agricultura en el ()céano se verifican muy en grande. También en las regiones belgas y francesas de Flandes, cerca .de Ostende, de Dunkerque y de Calais, se han gana­do los wateringhes al mar del Norte. Cerca de Eta-ples el mar interior de Ponttien y de Marquenterre ~a sido transformado en hermosos campos; entre las desembocaduras del Loire y del Cha.renta las •tierras pantanosas están protegidas en todas partes por diques y cortadas por fosos, que salvan aldeanos y a ldeanas apoyA ndose en bicheros largos; al Sur del Gironda se extienden también terrenos seme · jan tes, y en las Landas el estanque de Orx ha sido de ecado recientemente por los mismos procedi-mien tos que el mar de Harlem.

En Holanda y en los demás paises riberello& del .mar del Norte basta con poner diques á los es· pacios pantanosos del litoral y desecados en la superficie para convertirlos en campos fértiles, pro­pios, después de cierta número de atlas, para cuan­t os cultivos tolera el clima. A orillas del Medite­r ráneo, del Caspio y de otros mares no o~urren las .cosas del mismo modo. Los terrenos mundados an tes por las aguas saladas siempre están más 6 .menos saturados de sal y se niegan al cultivo per· manen te. Asi es que en vez de convertirlos en cam· pos vale más utilizarlos como marismas. El agua marina paseada de departamento en departa­mento 'se evapora al sol y acaba por dejar en el f ondo 'tenue capa de sal que recogen lqs salineros y la colocan formando grandes pirámides. á orillas de los caminos. En las playas del Medtterráneo .occidental principalmente es importante esa indus·

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t ri a; ciertas sa lin as del litoral producen de 10 á. 20.000 toneladas a l afio.

¿De dón de nace el contraste entre la fertilidad Ila tural de los p olde1·s de Holanda y la aridez de lo& terrenos cercanos á las costas meridionales? Debe­mos buscar su principal causa en la mayor ó me­nor abundancia de agua dulce que viene á lavar eL suelo . A or illas del mar del Norte el aire suele­estar húmedo , y la can tidad de agua pluvial que­l·iega los campos es generalmente considerable. La. tierra por osa no deja de ser lavada por las lluvias ,. y gradualmen te éstas se van llevando toda la sal de la superficie; casi inmediatamente después de la colocación de diques puede empezar el cultivo del polde1·. Verdad es que á orill as del Mediterráneo­d i uelven las ll uvias las partes salinas y se las llevan a l subsuelo, pero á consecuencia de la eva­poración, que es muy activa en aquel clima vuel· ve á subir poco á poco el agua del fondo á través· de los por os con la sal que llevaba disuelta y luego· se evapor a, dejando ~n el suelo una cost;a· salina más ó menos recia . Establécese un movimiento de vaivén entre la superficie y las capas profundas; las lluvias hacen bajar el suelo, la evaporación le hace subir y los vientos del mar aumentan con una leve capa salin a la que se encontraba ya en el suelo. Charcos de agua dulce y las florescencia& salinas cubren altern ativamente la superficie del terreno. Las plan tas que el la brador intentara culti· var las abogaría el agua , las quemaría la 'sal. Afor · tunadamen te, el conocimiento del dafio ha hecho­descubri r el remedio. Puesto que las lluvias arras­tran las substa nci as sa linas al subsuelo grandes inun?aciones temporales dar án más seguramente­el mismo resultado . Despué~ de haber establecido A conveniente profundidad un sistema completo d'e

LA V.lDA JIIN L& TIBIRRA ¡sr,

- . ó subterránea, bastaria verter tempo' canallzaCI o d rio en los terrenos que bu­ralroen te un b~az~ . e.nediatamente se disolveria la.­biera que desa ar. ID - res iría á parar á los con­sal de las capas superiOl ft~ desaparecería (arreba-­ductos subterráne~s Yt·ia.) en un estanque exterior, ta.dapor tan enér~ICa ~J

0 bombas aspirantes . La­

en el cual f~nCI?nar a ~sos rocedimientos de la· frecuente aphcaCió\de ·ar d~ substan cias salinas· vado acabaria. por Im/1 enriqueciendo á la agr\· las tiPrras más satura a~, minio Ese medio de cultura con nuevo Y fértil_ do sal~dos del litoral conqui8ta r los terrenos baJOS Yimple especulación. del Mediterráneo no es una \ acito del Ródano, Cerca de aint-Gilles, en un r dedicándolos á

d lguoos terrenos, se bu.n dee~a la o ~ nte vastos espacios antes cereales . Más recientem~ F ontifián han sido la> inútiles, situados cerca e 1 r~acbuelo' Ro u bine de vados poco á poco por e medio de un canal Vic , que les da agua pura porba'o las aguas cana· de derivación Y reco~e m~~t:ncilas salinas . Seg_ún lizadas y cargadas e su . tema de unificaCión Duponcbel, inventor de ese ~~~ en el litoral de la del suelo, p~d.ria cre~rse a~indero de roagnificos Francia mend10nal to 0 un uperficie de mA-s de polder , extendidos en una a~or agricola de 700 a

iE>n mil hectáreas , de ui: conquista, no obstan· 00 millones de francos . s da con las que algúD>

te, será bien chica coropt~~s las comarcas ribere..-día se podrán lograr en salados. ñas del mar Y de los lagos

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J86 liiLÍ8JDO &JIIOL'Ó"S

y

Diques del litoral Ob d ·- ras e d "' e•ensa. -Punta d G e rave

En todas las re ¡ i~oral del Océano g l:n~~ de polde,·s situadas en el

didas para desecar las t'mensas labores empren­~on un sistema de fortifi Ie~ras deben completarse hay que defender á todac:~IOnes marítimas, porque las. olas y el soplo de la to sta contra el choque de baJosamente conquistad rm~nta los campos tra­Zelanda, Holanda F . . os. odo el contorno de ses bajos del liton{l d~~ VI a, Scbeleswig Y otros paí­de una muralla continu~aJ del.Norte está rodeado tros de altura y de 50 á 100 e diques de 8 ó 10 me­Todas esas vallada de ancho en la base ro, dirigen al mar slaconstruídas con gran esme~ da cual se estrellan la p~olon~ada pendiente en mad~ orilla está blin~ ~as . La propiamente' lfa · enreJados de vi as fa ~ a contra el oleaje con

.en las que las ol!s s~ giO~s, ó esterillas de paja ~arte de tierra, el dic~nvierten en esp.uma; por 1~ tiene un canal de d q e, de más rápido declive ~as aguas que se filtr~~agüe, en el cual se junta~ JÓ la tempestad or e por el suelo ó que arro­ma.r, en un día d/torm:::ma del murallón. i el ~e Inunda parte de 1 a, destruye una muralla tancia se eleva otro o~ . polders, pero á cierta dis ~ .que contienen las ag Jque, y más allá hay otros labor continua de másu~s d~sbordadas. Durante su

e mJ1 afios los campesinos,

187

ávidos siempre de robar un pedazo de tierra al mar, nunca han dejado de construir un muro alre· ded~r de cada masa de cieno dejado por las aguas marmas y las murallas de defensa se juntan unas á otras en todo el contorno del territorio· en mu­chos sitios donde se acumulan depósitos de cieno del mar con mucha rapidez las campifias del inte­rior están separadas de la playa por un cinturón cuádruple ó quintuple. Verdad es que á consecuen­cia de terribles tormentas, cuyo rec~erdo conser­van los habitantes, el mar ha recobrado grandes extensiones de terreno en cambio de las que el hombre le habla arrebatado, pero actualmente los ingenieros holandeses, más sabios y más expertos van invadiendo con regularidad la superficie lfqui~ da. Se calcula que la superficie de los Países Bajos crece por término medio tres hectáreas al día ó 1.000 al afio, ó sea una 4.000 a. parte del territorio. La longitud de los diques es de varios millares de k ilómetros y muy superior al desarrollo de las murallas ribereflas á orillas del Mississipi y sus afluentes .

En los lugares donde corrientes, olas y vientos del mar trabajan de concierto para destrozar la orilla, es donde ha tenido que emplear el hombre mayor perseverancia y genio más inventivo para luchar contra los elementos. En la isla de Sylt {costa de Schleswig) se les ha ocurrido hacer que el mar contribuya á la construcción de los diques .que han de sujetarlo . Se levantan á lo largo de la playa dos hileras paralelas de empalizadas, sepa­radas unos diez metros. Durante las tormentas, las olas, cargadas de arena, se desarrollan rugien­do por encima de las estacadas, pero dejan caer <6D medio de los palos las materias areniscas que t ransportan. La arena se amontona entre ambas

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188 J!JLíSHIO RIIIOLU8

vallas, y pronto se levanta rillas del mar, protegiendo ~n médano ~rtifi~ial á emejante medio no ued os campos mtenores~

éxito en todas las orillis e emplearse con buen puntos del litoral holand~sesrecJalmente en varios S~> hunden debajo del nivel defs cuales parece que­que hace agua. En Zelanda m_ar como un buque­pelle ha sido devorada fa CIUdad de Westka· ron ancha salida á travfsord ts olas, que se abrie· L as casas han sido reed¡"fi ed cordón de médanos.

d ca as más ade t guar adas por enorme di ue . n ro, res-el! tre los montecillos de ~r que Cierra la laguna h a necesitado un trabajo d ena, pero esa muralla ración tan prodigioso e conservación y repa­un muro sólido d 'b que habría costado menos e co re. A co . aucha abertura ent l nsecuenCJa de una. istmo de Petten, situ~~o os médanos del_litoral, el J"a península de Holand en la costa OCCidental de recer, dejando á Amste~d:stuvo próximo á desapa Luiderzee sin protec 'ó n Y todas las orillas del pero á fuerza de tra~~ -~ con~ra. las olas del mar, de defensa, se acabó J ' de dlq~es Y de estacadas llada temen de las in/or_ consolidar la playa; hoy tautes de aquella pa t asdJonHes del Océano los habi-

E re e olanda n Francia la punta d G ·

bocadura del dironda e rave, en la desem -et hombre tiene que 1 ~c~s, uno de los lugares en que­y puede citarse como ej ar O:ás con las rompientes ru~r. e sabe exactamen~mp o de la ~iolencia del> m1ento de las orillas desd e 1~uál ha Sido el moví­la punta de Grave avanz e 18. En aque11a época nao hasta 720 m t aba en el golfo de Cordo-

e ros al Nor t d .. actual. Desde 1818 b t oes e e su pos1c1ón tros, 15 al ano· desd ~s :o 1830 retrocedió 180 me­año cerca de '30 e hasta 1842 perdió cada. cuando los ingenie~:trsoes; ddesde _1842 hasta 1846,.

etermmaron á ampren-

LA VIDA J!JN LA TIIGRRA 189

oder la lucha contra el mar, las olas en su marcha triunfal adelantaron 190 metros, es decir, uuos 48 metros al afio. Ahora se echa la sonda a más de 10 metros de profundidad doode antes estab<tn Jos contornos de la playa. Todas las construcciones alzadas al extremo de la punta han tenido que ser demolidas y reedificadas sucesivamente en lo interior de la península. El antiguo fuerte que de­fendía la entrada del Gironda ha sido derribado por las olas, y todavía se ven, en la bajamar de los eq_uinoccios, canon s que yacen en la arena húmeda. En 1846 la anchura del e trecho que separa á Cordooan de !a península dPl B<tjn Médoc hab ia crecido una décima part~ en 28 años.

Mientras el mar roía el extremo de la penin­sttla, trataba al mismo tiempo de perforar t- U ha e. Dou de e encuentra la parte más estrecha del itl troo que junta los médanos de Grave con Médoc, se ocupaban las olas en abrir una ancha escotadura, llamada caleta de las Chozas. Desde 1 25 hasta 1854 retrocedió la playa 350 metros. En la baja­mar el istmo de las Chozas, que se desarrolla entre el Océano y las marismas del Verdón, tenia aún 400 metros de ancho, pero en la pleamar esa an­chura se reducía á 290, y cuando la tormenta levantaba oleaje llegaba la espuma basta la cima de los médanos del istmo angosto A los veinticinco años de tan rápida marcha el Atlántico rompería por fin el débil dique de arena que le opone el continente invadiría los pantanos y transformada en isla toda la masa de Grave. e reuniría el Gi­ronda con el mar en una segunda desembocadura y la generación actual podría contemplar fenóme­nos geológicos semejantes á los que ocurriero_n ~uando la isla de Cordonan, separada del conti­nente se fué convirtiendo en escollo. Era de todo

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190 BIL1SBO BBOLÚ8

punto necesario precaver la ruina de todas la. propiedades situadas en la península, y como cosa. más urgente todavía, babia que conservar para los buques el precario abrigo que les ofrece la. rada de Verdón, muy expuesta ya á la violencia. de los vientos del Oeste por la erosión constante de la punta de Grave. Muchos motivos babia para. aceptar la lucha con el Océano y acorazar la pe­n insula contra sus asaltos á fuerza de murallas.

Para proteger la playa de la caleta se constru­yeron 13 escolleras paralelas de 160 á 180 me­tros de longitud. Esas defensas, compuestas de ar­cilla compacta, revestidas de piedras sólidamente preparadas y defendidas contra el oleaje con fagi· nas y estacas, resistían á la vez por su elasticidad y la cohesión de todas sus partes. Pero no todas las defensas tenían bastante fuerza para resistir al mar durante los dfas de tormenta: cedieron una tras otra; la construcción de un dique paralelo á la ri­bera de la caleta de las Chozas quedó decidida. Durante los trabajos las tempestades y las mareas sitiaron con frecuencia los diques y los rompieron en distintos sitios, pero los obreros, luchando con­tra las olas, pudieron cerrar las brechas y consoli­dar las partes deJa muralla que se habían derrum­bado. En Mayo de 1847, después de combatir cinco ~nos sin cesar contra la Naturaleza, el dique de 1.100 metros de largo quedó terminado por fin, y pareció que prohibia en adelante al oleaje el acer · carse á los médanos. Los ingenieros se congratula­ban ya de su labor y creian haber domado al Océa­no, pero, pocas semanas después de terminar por completo los trabajos, una terrible tempestad del Suroeste desencadenó todas las aguas del golfo contra la costa de Médoc; las últimas obras de la. caleta quedaron barridas como aristas, y las olas-

LA VIDA J1N LA TIBBRA 191

. b taron y aniquilaroiJ furibundas rompleron, arre a

el e~~~~~:;¡:re~l paso al mar apenas h~bdodti~~~~ . 1 fondo de la concavi a

d.eb cro:~t;~~~ ~~o:as, una especie de pirámide fo~~ fl e rmes masas de betún, cada una e mada por eno ba millares de kilogramos. Aquel last ~::~~: gp;:~as gigantescas resistió bi~n. é. dlas es n quedó como u m ca e · olas que le asaltaron, PtOcéano amenazaba con fensa de lll playa, Y e t'nuar más allé. su obra darle l~J: vuelta, para e¡: {a caleta de las Chozas de erosión. La playa dos ozos de mam­habia retrocedido 25 ~de:r~~i!rtos :n la arena de posteria que ha:;:~:n s~escalzos hasta la base y se los médanos es é. orillas del mar. La lavantaban c~mo ~orr~:da or el hombre, pero la victoria fué bien dispu Dor!ian los millones en el babia ganado el m~r. lvióse por último levantar fon do de las olas. eso ue naciera en el extremo un verdadero rompeolas, q nirse al Norte con meridional de la bah~ parad~ San Nicolás. De· los inconmovibles pe as~l~scaron cubos de betún, lante de la muralla s: celadas para formar como que pesaban ~uc~as d onsuave~ente, cuya longitud una escarpa mchna a altura del rompeolas. Ade­equivalia é. 10 veces la d

8 por el incesante tra-

1 os amenaza o d s mas' os zarz ' stituidos por po e roso bajo de los taretos , fue~on ~ o no ha salvado el diques de mamposter a. 1~ opuso y puede supo­Océano el valladar que eS: adelant~. Las olas, no nerse que lo res?etaré. la destrucción de aquel obstante, encarnizada~ et~ emplean la fuerza Y la obstáculo que las mo es él Mueven las masas ?ú· astucia para acabar con ia arena, , resquebraJ~n bicas de betún, se lleva~odos sentidos sus traba]o&­las murallas Y llevan en

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•192 IDLÍSIDO RBOLÚS

.de zapa y mina, desatan las faginas bien trenza­das y saltan por encima de las construcciones para atacar la playa, que está más allá.

En la punta de Grave no ha sido menos ruda la lucha entre el mar y la voluntad del hombre. En

•la parte de la ribera madtima. que se extiende á . dos kilómetros al Sur del cabo avanzan dentro del mar 14 espolones semejantes á los de la caleta de la.s Chozas. En la misma punta están sustituidos por una escollera de 120 metros de longitud, com· puesta de pedruscos artificiales y naturales, preci ­pitados en las olas desde los vagones de transporte. El extremo submarino de la escollera se prolonga con hacinamientos de peñascos, depositados por lanchas cuando el mar es fav orab le . Tal es la vio­lencia de las olas, que esos peñascos, los cuales vien en á pesar más de dos toneladas, son sacudidos muchas veces por la resaca y la marea y arrastra dos hacia alta mar. El choque de las olas resque · braja la escollara á trechos en toda su anchura, y los obreros A veces tienen que recargar las escar· pas, componer las hendiduras, con olidar las ma· sas cuyo equilibrio está amenazado . A veces el agua abre también cavernas debajo de los pefias· coa de la base; entonces hay que aprovechar la bajamar para cegar las excavaciones , fortificar sus bordes y evitar la aproximación del enemigo.

Irritado por el infranqueable obstáculo que le opone el poderoso rompeolas, se encarniza el mar contra la lengua de arena que se extiende detrás. Las olas han agrandado sin descanso la caletita del Fuerte que mira al rfo, y desde 1844 basta 1854 la playa que mira al Gironda retrocedió más de

.600 metros, ó sean 60 al año. A los pocos años la peninsula, adelgazada, habría quedado completa­mente perforada, habrian sido arrebatados el faro

L~ VID~ BN L~ TIBB.R~ 193

, los demás edificios, y la escollera separada del y f te seria un escollo azotado por las olas. -con m en iso cerrar el paso á toda costa al mar ' Era prec 8 uina del fuerte un rompe­construye~dot en ll~d~:fi¿ado ya en la caleta de las olas semeJan e a cho des ués y eso permite que

~~~:~;~d~s~es~i~~l~~ci:e s~s~!~u~:i:!ed:i~~.h~::~~~ el hombre Y el mar, q ba 'os desmienten la su · dos y_a. felizment~ los t~~ri~ul~ á las olas fuerza

frerres::~t\t~e~1~\e~~de~~~el fsl=~~~ opcoerá~~cot~~~~~t=~ . de las ondas aérea-s Impu ente en toneladas y kilo · puede calcularse exactam esfuerzo brutal corres

s y para vencer su . . gramo ' le resistenCia supertor' t>on de al hombre oponer bable es también que medida l?or. el cálc~lo .lr~e las leyes hidrológicas un conocm;u~nto pro. un fa esas mismas fuerzas, á permita ut1l1zar algun :flcil resistir; la marea, la las cuales es hoy tan t tan temibles á veces, resaca, las olas tormbentosa:~ acción bien dirigida, llevarán á cabo su o ra , y ' será instrumento del hombre.

VI

. . les artificiales.-Playas, de-Vias de comuntcactón natura yles ferrocarriles.-Puentes

J. -Rios cana , eiertos Y p .. rapmo~. ión 'de los istmos. y viaductos.- enorac

\izados para la conquis · Todos los pro~reso~/e~mposibles si los pueblos

ta del suelo habnan sl on relación unos con on:os no se hubieran puesto e ntes · asi se han cambia­

.eon comunicaciones fr_ecue n cÚma, se han conver· ·do los productos de chma e l B

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' ' 194 BLÍ8.HIO RIIOLÚ8

tido las ideas en patri~onio común y la inteligencia. creadora de los trabaJadores ha podido desarrollar­se crecer.

Los .P~imeros caminos utilizados por el hombre para VIaJar y transportar sus productos son la&· rutas n_aturales que ofrecen las playas del Océauo, l~s desiertos de arena, de arcilla ó de roca despro· v1sta de toda vegetación , la superficie hori zontal ó las l~rgas ondulacioues de las praderas y pAr amos. GraCJas á esas vías de comunicación he<.;has ya los pueblos, separados unos de otros' por aguas' bosques S: montañas, apreudieron A conocerse, per~ las re l~~~~nes que entre si tenían seguían siendo muy dtflc1les . Las playas están cortadas por ba· ches Y desembocaduras fluvia les peligrosas de atra· vesar; los desiertos y pAramos son el reino del h~mbre, Y el viajero que por ellos se aventura sin VlVe.res está seguro de perecer. Millares de anos y de stglos hace que son peligrosas esas vías natura· le~, Y el ?ombre ha tenido que crear cou su indus· tna ca~mos t;nás cómodos y seguros .

~a mvención de las balsas y barcas dió otros cammos á los pueblos; les facilitó el recorrido de los río~ ; aq_uello era un progreso inmenso para las­comumcamones e_ntre los pueblos, pues cada rio con sus afluentes Junta todos los países de su cuen· ca, pero luego ha sido superado ese progreso . En las comarcas civilizadas de Europa en que el hombre transforma poco á poco la Nat~raleza á su gusto, es~s caprichosas corrientes de agua sinuo· sas_ Y. ráp1das, de súbitas crecidas, de prol;ngados estiaJes, no convienen ya A comerciantes ni viaje ros! que cada vez ex!ge~ mayor velocidad y regu· landad. La navegaCión mterior disminuye excep · to en la~ desembocaduras fluviales, que' son al mismo tiempo estuarios marinos transformado

196

gradualmente por los i~genieros en canalE.'s regu· lares con gran profundidad normal; en el Clyde estaba el fondo hace un siglo á uno y dos metros debajo de la superficie, y hoy llega á siete metros y medio, de modo que los buques grandes pu_eden llegar libremente á los muelles de Glásgow. T1erra adentro se abandonan las vías de aguas naturales para recorrer las artificiales, cuya dirección y pro· fundidad puede arreglar el hombre á su gusto; mas se utilizan las carreteras, construidas en todoe sen · tidos á través del territorio como inmensa red , Y los fe rrocarriles, por la mayor velocida~ del vapor. Muchos ingenieros han pedido la supresión de nues· tros rios de E uropa, del Loire , del Gar~~a, ~el Rhin como vias de comuni cación y la utlhzactón de sd agua para regar los campos. Lore dice:_ e Los ' ríos no son caminos más que para los salvaJes, Y el civilizado no conoce más vias de transporte que las que él ha creado por completo .,. En efecto, ~os centenares de millones que ha costado el ~01re desde principios de siglo en composturas de diqu~s y otros trabajos habrian sobrado _Para constrUir un doble ferrocarril en toda la longitud del valle Y para un sistema completo de riego que tr~nsfor · mara en inmenso jardín aquellos campos, siempre amenazados de un desastre por las aguas.

De todas lae grandes invenciones modernas lo_s fer rocarriles son los que más contribuyen. al movl· miento de viajeros á la difu ión de las Ideas Y al reparto de las riqu~zas de la tierra. Incalculabl~s son los servicios que han prestado ya ~la ~uman~­dad y sin embargo el poder de la rutma; as e_xi· gen~ias del fisco; la~ barreras de adu~nas; el ávi1~~ sistema de monopolio Y lucro pra:cttcado por compafiias; la falta de amplias m~r~s en: l~~d~~nJ~ tructores de la red; los desastres mquie

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196 liiLÍBBIO RBIOLÚB

las guerras, han retrasado mucho el impulso que pueden dar las vías férreas á la actividad de los pueblos .. Además, todavía hay pocos ferrocarriles en relamón con lo extenso de la tierra. Ninguna de las grand~s líneas que han de atrevesar de mar á mar las d1versas partes del mundo está acabada t?davia. La m.ás larga, que empieza en Cá.diz y sigue _un espac1o de 6.962 kilómetros, pasando por Madnd, París, Berlín, San Petersburgo y Moscou no pas~ tod~via deNijni -Novogorod, en las llanura~ de Rus1a; tiene que duplicarse su longitud antes de que los carriles lleguen á la orilla del mar de Ochotzk. El Nuevo Mundo posee un ferrocarril de 6.000 kilómetros de largo, que atraviesa el cdnti­nente desde el Atlántico hasta el Pacifico de Port­l~nd Y Nueva York á San Francisco, y ~s la prin­Cipal arteria comercial del globo.

~lgunas regiones muy pobladas de Bélgica, Prus1a Y Massachussets tienen también muchas vías férreas, pero están muy lejos de acabarse las redes en otras partes; hay continentes casi com plet.amente desprovistos de vfas de comunicación ráptdas, e~pecialmente en Asia y en Africa.

Muchis1mos millones se han gastado en las di · versas comarcas para construir ferrocarriles y nada es lo gastado si se compara con lo que habrá de gas~arse todavía para completar la empresa acometida; pero esos gastos, bien distintos de los que emp~ean los hombres para destruirse mutua­mente, Sirven para crear nuevas riquezas y des · arrollar el afecto entre los pueblos. .Aunq~e muy escasa, la fracción de los ahorros nacionales que puede salvarse de la rapacidad del fisco ó á los derroches del lujo y del vicio sirve para llevar á cabo enor t b · ' ~es ra .aJoS que nuestros antepasados nunca pud1eron sofiar, y que, sin embargo, á nadie

LA VIDA BIN LA TliiiRRA 197

se le ocurre llamar maravillas del mundo, porque se han de intentar obras más grandes: los Pirineos, los Cevennes, los Vosgos, el Jura, los montes de Bohemia, los Apeninos, han sido perforados por el ferrocarril; trepa la locomotora por las pendientes de la Sierra N evada de California y sube hasta 2.140 metros, y al Este pasa por una garganta de las Montanas Roquizas, á 2.512 metros de altura. Eo tiempo de Anibal y de los romanos y hasta los primeros años del siglo había que ir desde la Mau­rienne á Italia por los senderos de los dos montes Cenis ó por pasos muy peligrosos, cortados por precipicios y obstruidos por los ~entisqueros. ~n 1810 permitió otro camino comumca~se ~ Jos via­j.- ros de ambos pueblos en ClialqUier tiem~o, Y ahora la presión de las dos corrientes comerciales que han de unirse á través de la muralla alpestre ha exigido la construcción de .un ferrocarril que t:irve de via internacional y supnme los Alpes entre París y Turín.

Los ingenieros que perforan las montañas t~m-poco temen suspender las vías férreas por enc1ma de los grandes ríos ó los brazos de ma~ . En el Ca· nadá un puente viaducto, de tres kilómetros de largo, salva el San Lorenzo; cerca de la catarata del Ni8gara otro puente, que sustenta cuatro lineas férreas atraviesa el abismo en el cual se sumerge el rio. En Inglaterra, por el estrecho de Anglesey, los estuarios de Mersey, de Saltarh Y ?tros ~ás, pasan magnificos puentes-tubos; muchos mgemeros proponen suprimir el paso de Calais entre 1~ red continental y la de la Gran Bretaña, ya abnendo un túnel submarino, ya echando un p~ente de

30

k ilómetros de largo entre ambos acantllados. Eso no es un sueño quimérico. El dinero gastado para las terribles fiestas de Solferino 6 Sadowa seria

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198 BLÍS KO RlllOLÜ8

bastante para tal obra En al tr!a reconstruiría un istmo qu:r:aosl aflos la indus-mtllares de siglos en destruir_

0 as han tardado

Asi como los estrechos no d b locomotoras, los istmos tienen e en de_tener las navegación, completando asi l bue abn~se á la del planeta. Los anti uos a

0 ra modificadora

grandes traba · g ya trataron de hacer esos

JOS pero DO di b sus intentos. Los griegos 1 eron uen resultado tiempo de Nerón ' y uego los romanos, en babias del mar JÓ:~~ezaron un ~a.nal entre las dos por el istmo de Corint~ d~l ar~hlpiélago separadas ron no alcanzan los t . o e terreno que eligie­chura de seis kiló terrenos perforab les una an-lados con suave P:~f::t! ~e le;;ntan por ambos ra. Teniendo en cuent as metros de altu­necesarias para un ca: 1 1~s c.ortas dimensiones griegas y romanas a a esti_nado á las . naves nario tendría ho ' quel tra_baJo nada extraordi­insuperables á 1~¿ pero 1.as dificultades parecieron las embarcaciones ~~~e~~erosd de la antigüedad, y vieron que seguir da d 1 an e un golfo á otro tu ­é islas del Pelopones~ 0 el fto~eo á los promontorios

El canal de na ' ~sa a os por el oleaje. Necao hace más v;:amón.empezado por el Faraón del Nilo y el golfo de 2~ siglos entre la corriente que el istmo de Corint uez era más fácil de abrir trazar, A través de las0

'. porque ~o babia más que canalillo de derivació tierra~! baJas del desierto, un agua dulce del rio u: p~u~ evara al Mar Rojo el de pués de algun~s si 1 ° om~o terminó la obra, y reproducir el califa O g os de mterrupción la hizo facilitó los cambios m~r' Y durante algunos allos ciudades de Arabi ~n re el delta del Nilo y las agua, abierta sin ~;ab 0 • nuestros días esa via de cos, no sólo sirve para aJ

1° tpor los ingenieros fran-

e ransporte de mercanclas

L& VID& 111M L& TIBRR& 199

y .productos en~re la cuenta fluvial y el Mar Rojo, .ahmenta tambtén de agua pura la ciudad de uez exp~esta A morirse de sed .por la {alta de fuentes y lluvias, y lleva la fecundtdad á las tierras antes desprovistas de toda vegetación, que están á

1

ambas orillas. Pero ese canal, más útil y seguramente más duradero que lo podrían haber hecho nuestros antepasados, es una pequellez dentro de la gran · diosa labor empezada en 18 4. El gran caual de Suez es un verdadero brazo de mar de 145 kilóme· tros de longitud, que restablece entre el ledite· rráneo y el Océano Indico la antigua comunicación de truida poco {1. poco durante el transcurso de las ~dades geológicas. El canal, bastante hondo para los buques de mayor calado y b~ tante ancho para que no tropiecen unos con otros, está pro visto, ade­más , de grandes puertos interiores, capaces para albergar scuadras enteras, y de dos magoificos puertos ex:tremoE~¡ el de Port- aid es, después del de :Ma rsella, el más cómodo y seguro del Medite · rrA neo . La masa de tierra sacada para abrir ese canal es de 73.000.000 de metros cúbicos, es decir, .que si se amontonara toda ella formarla una pirá­mide de 3 . 200 metros de circuuferencia en la base y 350 de altura. La obra ha dado origen á ciudades importantes y á que se acreciente de considerable modo el número de habitantes de aquellas cerca· nias. Port- aid y Suez reciben gran parte del enor­me · tráfico de .000.000 de toneladas que antes daba la vuelta al cabo de Buena Esperanza por un -camino de 12.000 kilómetros más de longitud que el actual. Bien empleados están los millones gasta dos en labor tan colosal ; no vacilaron los nego­cian tes de Amsterdán para ahorrar á sus buques un rodeo corto por el Luiderzee y el paso de Te_cel en mandar construir un primer canal de 7 ktló-

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200 liiLÍS.IliO RBOLúS

metros á través de la península de 25, que no les cuestan m de Holanda y otr~ segundo corta la raíz de 1 eno~ de 60 millones . El vés de antiguas la un as a pen nsula y pasa á tra · que se transforma~ rApTd de los pantanos de Ij ,. polders. amente en magníficos

Luego les tocará la vez á 1 . Central ; ya Cortés en 152 o~ Istmos de América cerciorado de que no habl ' . espués de habersEt 1\léjico y el mar del S a mngun estrecho entre medios de crear uno ur, se OC\lPÓ en buscar lo& huantepec con un cadai~:fo;:ndo e_l istmo de Te· las antiguas colonias . vegactón. Desde que tierra libre, se han libr~~r~canas, converti das _en les que las hacían feu d d e las trabas comercia· villa y Cádiz ha h ~-sd e algunas casas de Se­perforación t~azadosa 1 0 muchos proyectos dEt estudiados ~tros con to~0081 en mapas á capricho, conocimiento del ais 0 e esmero que permitía el de valer cientlficop L ' Y presentados por hombres por las cuales han· as p_adrtes de América Central

· quen o hace · meros sus proyectos d r pasar los wge· excepción todos los et cana les comprenden sin que une á Mé" pun os estrechos de la tierra

JICO con Colomb' E · huantepec el de H d ta . l Istmo de Te·

l ' on uras el 11 d a angosta zona de cam ' va e e San J uan y

Pacifico de las de los 1}~8que se~ara las aguas del gua, el istmo de Chiri _g de Nicaragua y Mana­el Darien , débil talloqUI~ el_ río Chagres y Panamá, del Norte la mole d

1q e JU_nta con el continente

c?enca del Atrats y d~ v~o~tmente meridional , la sido ponderados como J rJos de sus afluentes , han se había de abrir la Jl~~res en que forzosamentEt mu udo. egún Julio FJ g ~n puerta c?mercial del das por la empresa A a~ a~, las cant1dade exigí · gua, no bajarían de ~9~ á~Jl, que es la de Ni cara·

millones, Y la perforación

201

más costosa, la del Atrats y el Truands, de 750.­Poco es eso comparado con los tesoros que cada afio se emplean para comprar armas de guerra y fabri car proyectiles, pero es mucho para una obra· de interés universal cuyo resultado seria aproximar los continentes y anticipar la fecha de la gran re­conciliación. Probablemente transcurrirá mucho tiempo antes de que un istmo americano dé paso ár las flotas comerciales, y sin embargo, si las canti · dades prodigadas para constituir sociedades fa~­tásticas se hubieran empleado en algún trabaJO' serio para la unión de ambos mares, no es dudoso que estaria ya muy adelantada la obra. Especial­men te en Nicaragua, seria facilisimo abrir una comunicación de mar á m·ar. Antes los buques mercantes españoles subian libremente hasta el lago , impulsados por los vientos alisios, ! aun ahora. los barcos de vapor suelen vencer sm tra­bajo las corrientes rápidas . Mejorando el puerto de­la en trada y rectificando el curso de San Juan en los sitios diticiles, se abrir\a de nuevo el acceso al lago para los barcos de 300 á 400 toneladas; en se­guida habría que perforar la angosta. lengua de tierra de Granada, pero al Oeste de la Isla Y de _la rada de Lapatera , donde estarían las embarcacJO· nes perfectamente resguardad~s de la ~es~~a pro· duci da por los alisios, el ingeniero :Maximtllano d_e­Sounenstern ha descubierto un paso de unos 30 ki· lómetros de longitud, cuyo punto más elevad~ se­encuentra únicamente á 7'50 metros ~or encima del lago de Nicaragua y á unos 45 enctma del Pa·

cifico.

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~02 IIILÍSJIIO RIIIOLÚ8

VII ·

·Poderio industrial del ho ' b d

m re .-El t ]' f e posesión del mar - Le egr~ o eléctr ico. -Toma · a ostncultura.

Algunos estadísticos ha 1860 todas las máquinas n calcul~do que el año Breta fia en beneficio de ~~~e trab.aJan en la Gran una suma de actividad i ~dustna representaban ~e hombres útiles, mucb~u~á á la de 1.200 millones bva de toda la Huma nidad s que la fuerza colec­llones de seres humauoR ' porque de los 1.300 mi­demasiado débi les bar't' l ~ós tres cuartas pa rtes son para trabajar seg~idam o J ven es 6 sobrado viejos mdustrial de Inglaterraente. Ese enorme poderío fu "rza equivalente á la d crece cada año con una llares de brazos· en F e . muchas decenas de mi· tados Unidos, Indostá~an~~~' ~lem~nia, Ita lia, Es­todos los paises á los ' 1 tn a, Egtpto, Japón en vT . cua es lle . '

1 tz actó~, el crecimiento d l va máqumas la ci· .al ~rabaJo sigue una r e o~ motores a plicados rAptda. Gracias al sopl p ~plor?tón análoga 6 mAs .de agua, al vapor y á l~s ~ a tre, á las corrientes que el hombre ha encar emás agentes naturales acaba la industria cad ga~o de su propia labor mayor y contribu e coa ·a o una tarea cada ve~ el aspecto del pla~eta. n más actividad á modificar

y nada son las marav' l ..con la~ que algún dia ' las de hoy comparadas .á la Ciencia. Cuando ~ooct¡emos pr~ducir, gracias amos suJetar y utilizar

LA VIDA BIN LA TliDRil.l 203

para que trabaje en provecho nuestro el poder que ejerce el soplo continuo de un huracán de las Antillas en un espacio limitado; cuando podamos apoderarnos de la fuerza impulsiva desarrollada 4JOr las olas que se estrellan durante un invierno tormentoso en el dique de Cherburgo, 6 de las olas de marea que cubren cada mes la playa de la babia de Fundy; cuando sepamos arrebatar su fuerza á los v.olcanes y aprovecharnos de la formidable po­te~Cla de las lavas y los gases comprimidos que se agitan en sus profundidades, no habrá obra, por colosa:l que sea, que baga retroceder á un siglo trabaJador y audaz. De juego se puede calificar lo que hasta ahora ha hecho el hombre, si se compa· r a con lo que podrá hacer en lo futuro, cuando las f uerzas de la Humanidad trabajen de concierto, en vez de neutralizarse unas á otras. Si los rudos an­tepasados nuestros que habitaban cavernas en la e dad de piedra volvieran al mundo serian dema· siado ignorantes para comprender 6 admirar los inmensos progresos llevados á cabo desde aquellas épocas bárbaras. Nosotros tampoco estamos bas­tante adelantados para formarnos idea de lo que será la superficie del planeta cuando lo baya vuel­to á crear á su gusto, di gamóslo asi, con los medios .cada vez más poderosos que le da el conocimiento de la Naturaleza y de sus fenómenos.

De las conquistas industriales de la ciencia mo· derna la que nos da mayores esperanzas respecto á los progresos futuros de la Humanidad es la tete· .grafia eléctrica. Con ese invento el hombre, como se separa de la parte de la tierra por la cual sa arrastra lentamente, se libra de los obstáculos que la distancia le imponía y está presente en todos los puntos del espacio que pone en relación .con su pensamiento el alambre conductor. Con el

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204 ELÍSEO REOLÜ8

poderío de sus máquinas, que podrían compararse. con la fuerza muscular, suma la fuerza nerviosa que le dan esas fibras tendidas en todas direccio­nes ; las noticias, transmitidas de célula en célula ,. llegan A su cerebro desde todos los extremos del globo y sus voluntades brotan inmediatamente pa ra atravesar los continentes y transformarse en actos al otro lado del planeta.

La construcción de los telégrafos eléctricos em­pezó unos diez afios después de hacerse los prime­ros ferrocarriles, pero gracias á la sencillez relati­va que ofrece el trabajo de colocar los alambres, la longitud total de las lineas telegráficas es mucho­may or que la de las férreas. Con un gasto de unos 500.000.000 de francos se han podido tender entre las diver as estaciones cerca de 400.000 kilómetros de alambre, ó el doble, si se cuentan todos los alambres dobles ó múltiples de las lineas impor­tantes, longitud igual á la de una hélice que diera. 25 vueltas á la tierra en el Ecuador. Cada afio­crece considerablemente esa longitud; la voluntad humana se prolonga por el dominio que con la. industria ha conquistado.

También por las profundidades del mar trans­mite el flúido eléctrico el pensamiento humano al­rededor del globo. Con unos quince cables que des · cansan en el fondo del Canal de la Mancha y del mar del Norte está unida la ran Bretafia con las costas de Francia, Bélgica y Holanda. Escandina-

ia está unida directamente cou Alemania á través del Bldtico; Sicilia y Cerdeña se han convertidO­en tierra italiana ~ pesar del MediterrAneo. Toda­via se recuerda la emoción causada por los prime­ros cambios de pensamientos lanzados desde una á otra ribera del Atlántico por debajo de la inmens~ capa de agua de ~.000 metros de profundidad y.

LA VIDA BN LA TliiRRA 205

. al á la octava parte de la circun­-una a~chura JfU Aquellas primeras p¡tlabras que t erenCJa terre~ re. . ba al nuevo eran frases de el mundo antJ~~od en:~a mundo comprendió que la paz y afect~, o o mana acababa de afirmarse gran fraterDl~ad ~~ar de los obstáculos de todas solemnemente, ád p 1 s continentes de los mares y clases, A ~esar e o blos disperso~ empezaban á del espacio, los pue . Después de haber trans· sentirse con alma comun. arabateado luego mitido estas pal~b~~st~~~:zef c~ble trasatlá~tico, algunas sil.abas JD ts l ;imer esfuerzo, dejando como rendt?o por aquei P ó todo servicio á los de vivir, dJgArnoslo a ' uef·citaban desde a mbos sabios electrici¡,tas que ·l¡o so. 1 recobró su impHio A.

O é o· el s1 enClo lados del e an ' 1 'd Pero los persev t> ran tes tra és de la masa l qu~ a derrotar rabric"'rou

. se deJaron 1

anglosaJon~s no e kilómetros de alambre,, encar-otra vez millares d á diestros ingenieros y garon de nuevo á sus m :1 fondo del Océano; y marinos de co~ocarlos e~r ue en visperas de una luego con ansteda? may 9- 1.. su mejor buque

' . . VIHOn aleJarse ~ batalla declSlVS, había de unirlos con desenrollando el cablée. que Otro fracaso; rompióse

de Am riCa. 1 po· sus hermanos Fabricaron otro, y e el alambre en alta mar .. fi ó la travesía del Attán­deroso G?·eat Easte?·n ven. e un momento con las tico sin dejar de comu~l~~~ejara una larga es~ela costas de Holanda, com b más cables submannos eléctrica. Hoy hay mue oJ.snmeosa de alambre des-

una masa .colocados ya Y res cansa en el fondo de Jos maada~ ya á cabo en las

Las cosas grand~s llev ermiten decir que el orillas y abismos del ma~s~n de él. El mar ya no hombre ha tomad~ ya pos eable•, y el marino ~ue ·

h Y cel abismo mfranqu 'óo Muchos rollla-

es o toda su e:x.tenst · de explorarlo en

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206 lllLÍ81110 RBOLÚS

res de buques recorren las aguas entre las ribera& de los continentes y las islas; muchos millones de­marineros no tienen más patria que las formida­bles olas y pasan media vida lejos de las costas en embarcaciones mecidas por las olas y sacudidas por la tormenta. Las travesías marítimas cada vez son más frecuentes, y centenares de miles de viaje­ros van cada año de una á otra orilla del Atlánti­co; son tantos como los pasajeros que entre la Gran Bretaña y el continente pasan los estrechos mares del Norte, del Paso de Calais y de la Mancha. No sólo se han reformado con toda clase de trabajos hidráulicos los puertos naturales que forman las caletas y las desembocaduras de los rios, sino que se han abierto puertos nuevos para los buques en las costas más peligrosas. Los formidables escollos de Holyhead, de Kingston, de Howth , y los islotes pefiascosos de Cherburgo, de Plymouth, han servi­do de puntos de apoyo á espolones y diques que ro dean vastas superficies en las cuales encuentran abrigo seguro los buques grandes. En la desembo­cadura del Danubio se han prolongado las dos ri­beras á lo lejos en el mar hasta las aguas profun­das . En Portland se ha arrojado al mar la cima de una colina para construir enorme rompeolas que encierra un golfo en el cual pueden maniobrar es­cuadras. Thomé de Gamond ha propuesto utilizar el banco de Varnes, en medio del Paso de Calais, para establecer un gran puerto refugio en el cami­no recorrido anualmente por más de cien mil buques.

Otra tentativa de toma de posesión de los mares e_s ~a hecha por el cultivado?· de las aguas. No se limita, como el cazador en la tierra sólida ó el pescador ~n los rios y en el Océano, á apoderarse de los ammales para alimentarse con ellos; ele-

L .&. VID.&. JllN L& Tll!lllll.&. 207

d n la civilización, aprende frt. vándose un g~t 0 e tores y en vez de destruir sal· imitar los pue os pas ·vos' sin preocuparse en con· vajemente los s~res Vl sm~ra en acrecentar sus re· servar la especie, se e l . cuida para asegurar su presentan~es, los cria l s o~stricultores cubren sus subsistenCla fut?ra. deo faginas piedras y t jas, á campos submarmos la multit~d innumerable de las cuales se agarra han de transformarse en organismos pequeños qule s después de haberse

e do los mo usco , . 1 ostras . uan . de destrucClón que es librado de las m.tl causas ar ues, los recoge el rodean' han creCido e~r~~sn ~n r~ceptáculos, do? de pescador para que eng L s pescadores de la tsla acaban de desarrollarse. d o la ostricultura, ti enen de Ré, que han emp~~: c~ales pueden sacar ~ás graudes parques,_ de tras al año. Tambtén de trescientos millones de o~ancos artificiales en se cultiva este molusco en l babia de San Briene, Arcachón, en Marennes, t~n ~n Inglaterra es taro· en las orillas del Coten mi de ostras pero sobre bien muy importante la c~da ha desarrollado

E d s Unt os se todo en los sta o. t ra Las tres cuartas par· enormemente la ostncul u ~ consumen en Europa tes de todas las ostras qu: ~os Estados Unidos . y América corresponden roprendido el Norte es

Lo que todavia no ha e . as Se limita á reco­el cultivo de las plantas ma~~zciado con restos de ger en la playa el sargazo, olas y lo utiliza para conchas arrojadas por lasl d~ las algas es ll:bso· mejorar la tierra. Ese e~¿t:o poco. De los ag.ncul· lutamente local y se exp ara todas las tierras

. tores depende encont~ar ~table cantidad de abo¿ laborables del mundo. tn~~rcos á coger cargamen· nos· bástales con en_viar ·nables pr~deras de sar~

' las mterrnt tos de fucus en . . y del Pacifico. gazos del Atlántico

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IIILÍSIIIO RBOLÓS

VIII

-Inocuidad relativa de loa huracanea. - Previai6n del tiempo. Modificaciones del clima por el trabajo humano.

Una de las circunstancias que más contribuyen á apresurar esa toma de posesión consiste eu que los vientos y huracanes han perdido su poder sobre el hombre. Gracias á la previsión que da la cien cia á los marinos , esos meteoros son cada vez menos espantosos y su acción .benéfica para la mezcla de las masas aéreas no va acompañada, como en otros tiempos, de gran número de desastres locales. los · truido por el aspecto del cielo y del mar, lo mismo _que por las oscilaciones del barómetro, el capitán ve más allá del horizonte la tormenta que se apro­xima y toma sin temor sus medidas para alejarse á tiempo de las formidables espirales que se van a desenvolver por el mar . Para el buque de vapor bien dirigido no hay huracán posible; el ciclón no es más que una tromba ordinaria, á cuyo alrede­dor el barco puede girar á su gusto, alejándose si hay peligro de que el torbellino le arrastre, acer · cándose si el viento de tempestad puede ~er útil para su derrota. El huracán, terror de los nave ·

¡tntes de otro tiempo, puede ser hoy poderoso auxiliar. Verdad es que cerca de las costas siempre es muy grande el riesgo, porque el buque no tiene espacio libre delante; asf es que cuando se anuncia la tormenta, los marineros se dirigen inmediata- ' .mente hacia alta mar.

LA. VIDA BN LA. TIIIIRRA. 209

Las orillas, seguidas servilmente por Jos anti­guos navegantes, que temlan desafiar al ternble ~eptuno, las evitan hoy Jos marinos porque los naufragios suelen ocurrir cerca de las ~ostas, espe· cialmen te en las playas bajas . Los mapas que tra­zan las soci edades de salvamento para representar la proporción de Jos siniestros ocurridos Pn los di ver sos puntos de las costas de Francia y la Gran Breta- · na , prueban esos formidables peligros; de cada cien navios dos son víctimas de un desastre al afio . P oco numerosos son los mares bastante tranquilos y hon dos para que las embarcaciones puedan bo · f!ar sin zozobra cerca de la orilla. El litoral del Mediterráneo está tan sembrado de restos como el Océano, y algunos de sus parajes, especialmente la cu rva que se desarrolla entre Cette y 1arsella, son muy temidos. Para disminuir el numero de naufra · gios se trata de mejorar los puertos, abrir abras de refugio, alumbrar las costas con faros visibles desde muy lejos, marcar los escollos con boya y balizas y conversar con Jos marinos por medio del semáforo· pero Jo principal para evitar los de as­tres es el conocimiento exacto de los movimientos de la atmósfera y la clara previsión de Jos fenó me­nos del tiempo. La navegación, sobre todo á vapor, que dispone del inmenso privilegio de la v~locid~d, luchará con pocos peligros cuando la trtpulactón sepa sortear las tormentas y sea cada buque un observatorio flotante, según queria el ilustre ame ­ricano Maury.

En todas las épocas de la Historia se han ocu~a­do los hombres en la previsión del tiempo. ~r~~1as á las ventajas numerosas que nos da la ~~~IIIza ­ción, la utilidad práctica de conocer ~nticlpada­mente los próx imos cambios meteorológicos es hoy menos urgente, porque ahora podemos sustraernos

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210 JIIUS810 RJIIOLÓS

parcialmente á la influencia . . por medio de nuestras ro as de esas ~ariactone y nuestras habitaciones · ~i 't nuestra altmeotac,ón ~na vida completamen'te e~r~istt~rsouas, hacieudo· Ignorar la mayor parte d

1 Cial, llegan hasta

cos. No ocurría así en los ep~=bf.eteor?s atmosféri . . lla gente, que vivía al aire l'b o~ antiguos Aque­cerradas y pedía su sustent t /e en caballas mal á la agricultura y á la 0 la caza, á la pesca interroga ndo sin cesar ef~na?erla, tenia que esta; en él los signos precursor onzon~e para de cubrir y lluvias. Examinando e e: de VIentos, borrascas ob E!rvadores más há bileon~l antemente el cielo, Jos una manera mAsó menos egar.on A descubrir de chos que les permitían s apro~Imada muchos be­todo en las comarcas dpr~se~tJr el tiempo; sobre atmósfera se verifican on e os fenómenos de la como en Egipto y en lacon .bastante regularidad, por su conocimiento de t ' IndJa, los llamados sabios dían á pronosticar con I~mpos Y es~aciones apeen­temperatura que la acierto cambiOs próximos de formad as en proverbf!lasa no podía prever. Trans· boca, muchas de a ue'l~s, que ~as~ban de boca en hast nosotros, y ~hor:s p~edtccw_nes han llegado de veracidad en los d ·r po emos Juzgar su grado formularon . Muchos he~h~rentes 1ugar.es en que se pru eban hace millares d s mal conocidos los soro­prestaría gran servicio e B:fios . esos_ l'efranes, y las fl'ases dispersas de~ la_ c~enct_a quien reco~iera

En su deseo de con a ID anc~a. de los pueblos. cambios de temperat ocer anticipadamente los hombres á la experie~~' ~~ sólo han apelado los por medio de los moví . a. an tratado de prever de las estaciones su IDJen~os de loa astros, además riguar las variadione~~'::i~~- destino; querían ave · menos de la atmósf . tempo, no por los fenó -

era, SIDo por las apariciones y

LA VID.I. &N LA TIBRRA 211

conjunciones de los planetas lejanos. Aquellas qui· meras de la astrologla, que ofrecían á ambiciosos taumaturgos medios para dominar las almas con el prestigio de lo sobrenatural, todavia no han des· aparecido por completo de la ciencia, y se repro· ducen de cuando en cuando con disfraz más ó menos científico, sin que sea necesario afirmar ó negar la influencia. de los astros en los fenómenos de la atmósfera terrestre. Verdad es que para al­canzar el gran fin de la previsión del tiempo hay que proceder metódicamente, con observaciones rig urosas y completas hechas en todos los puntos de la tierra. Clasificando los hechos particulares y discutiéndolos para dar á cada cual su valor exac­to, se descubren sucesivamente las leyes generales y se descorre cada vez más la cortina que cubre los horizontes del campo de la vida .

Aunque los recursos de la civilización nos ha· yan dado mayor independencia de las variaciones a tmosféricas, muchos veo todavia los intereses constantemente amenazados por modificaciones imprevistas de la temperatura, sobre todo entre agricultores y marinos. Además anima en sus .es · t udios á los investigadores el poderoso atract1vo que ofrece la contemplación de las leyes de la. Na · turaleza. Hermoso es descubrir el orden y el rttmo en cuanto parecia puro capricho de los elementos y trazar anticipadamente en los aires el camino de esas fuerzas invisibles, cuyo choque incesante pro· duce todas las variaciones del tiempo. Esa es la ambición que hoy se puede tener. Arago dudaba de que el hombre pudiera llegar así á ver por adelao · tado las alternativas de la temperatura y los me· teoros, pero ya casi todos los sabios, animados por los grandes descubrimientos último~, están llenos de confianza y se consideran próximos á apode-

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212 .lllLÍS.IIlO REULÚ8

raree de los secretos del tiempo . En Inglaterra el almirante Fitz·Roy, en Holanda Buys Ballot y AudrAn, en_ Francia Marié Davy y otros meteoró­l~gos, graCias á la atenta observación de los indi­CIOs de la atmósfera y al estudio comparado de los fenómenos meteorológicos, han podido aventurarse A pre?e~ir el tiempo con dos días de anticipación, Y casi Siempre se han confirmado sus previsiones Bular~, del observatorio de Argel, avanza más; anuncia los cambios de temperatura semanas y meses a:nt~s de que ocurran. La comparación del aconte~Im1ento ~on. la predicción no puede dejar duda nmguna; sigUiendo el camino de los meteoros P?r el espacio consigue el observador señalar anti­Cipadamente los puntos y horas en que se encuen­tran las corrientes de aire, dónde se forman las nub s, dónde se precipita la humedad dónde se d~sarroll_a ~~ torbellino . Cuando en su~ compara· Clones dianas puedan servirse libremente los me­teorólogos, no sólo de toda la red de telégrafos e_uropeos, sino también de todos los a lambres de la tJ_err_a, c uando conozcan los diveroos fenómenos d1an~s de las estaciones americanas y sus obser­vatonos, á modo de atalayas , se establezcan en las Bermudas, en las Azores, en San Thomas en la ~aban a , ó. sea en los orígenes de las cor;i entes, VIentos Y Ciclones que se desarrollan oblicuamente A través del Atlántico, la previsión del tiempo P?drá hacerse con seguridad. El sabio leerá anti· c1padamente en el cielo,· el marino sabrá cuándo debe quedarse en ~1 puerto y el agricultor cono· cerá el dfa en que ha de recolectar.

Mayor triunfo que prever la sucesión de los f~nómenos metereológicos es modificar los climas. ~1empr~ los ha variado el hombre con sus trabajos

e cultivo Y preparación del suelo; pero esa obra

LA VIDA EN LA TI.I!IRRA. 213

la verHlcaba de una manera inconsciente y em· p leaba á veces su actividad en viciar la atmósfera ó en hacer mAs bruscas y desagradables las alter­nativas de frío y calor. Las ciudades, cuya tempe· ra.tura eleva siempre uno ó dos grados la aglome· ración de gran número de personas, están al mismo tie mpo convertidas en un foco de infección, en que Jos .gases envenenados emponzoBan los pulmones. También en varias comarcas las excesivas talas del arbolado han perturbado la armonía de la Na· turaleza. En cuanto un azadonero rotura una tie· rr a virgen transforma la red de lineas isotermas, i oteras é isoquimenas que pasan por encima del país. En varios distritos de Suecia cuyos bosques han sido cortados las primaveras del periodo ac­tn al empiezan, según Absjionseu. unos quince días más tarde que en el siglo último. En los Estados U ni· dos la roturación considerable de las vert tentes at legha.nianas han hecho más inconstante la tem · peratura. Puede decirse de una manera general que los bosques, comparables en eso con el mar, a tenúan las diferencias naturales de temperatura en tre las diversas estaciones, mitmtras la tala agranda los extremos de frío y calor y da mayor violencia á las corrientes atmosféricas. Algunos a utores dicen que el mismo mistral, viento terrible que baja de los Cevennes para desolar á Provenza, es una plaga creada por el hombre! sopla desde que los bosques de las montafl.as vecmas hao des· a parecido. Li:i.s fiebres palúdicas y o.tra~ enferme· dades endémicas han invadido uu d1stnto cuando se han destruido los bosques ó hileras de árboles productores. La tala de bosques también perturba la regularidad de la salida. del agua Y de las con· diciones climatéricas que de ella dependen. La lluvia que dejaban caer gota á gota las ramas cru·

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zadas de los árboles y se filtraba lentamente por entre las hojas secas y las rafees, corre ahora con rapidez por el suelo, formando arroyuelos tempo· raJes; en lugar de bajar por debajo de tierra hacia el fondo y hacer que broten fuentes fertilizadoras, resbala por la superficie y se pierde en los arroyos y rfos. La tierra se deseca aguas arriba, el vo ­lumen liquido crece aguas abajo, las crecidas se convierten en inundaciones, devastan los campos riberefios y ocurren inmensos desastres, semejan· tes á los causados por el Loire y el Ródano en 1856.

El hombre se va dando cuenta de la influencia que su trabajo ha ejercido en los climas, ya para mejorarlos, ya para empeorarlos, y el dano que hace puede deshacerlo . Sabe que con plantaciones de Arboles puede igualar las lluvias y rebajar las temperaturas extremas; sabe que puede acrecen · tar la precipitación de la humedad desarrollando el sistema de riegos, como demuestran las obser­vaciones hechas en Lombardfa hace un siglo, y puede sanear el territorio desecando pantanos, limpiando el terreno de materias corrompidas, mo · dificando los géneros de cultivo. En Toscana el valle antes inhabitable de la Chiana, al cual no se acercaban ni las golondrinas, ha quedado comple· tamente libre de miasmas palúdicos con la recti­ficación de una pendiente indecisa cubierta de charcos y lagunas. También los pantanos de la antigua Etruria son mucho menos peligrosos para la salud de los habitantes desde que los ingenieros toscanos han cegado los cenagales del litoral y han cuidado de evitar que se mezclen las aguas sala· das y las dulces que se verificaba en la desembo· cadura de los rios. Mejorando la calidad del aire respirable resolverá el hombre definitivamente el

L.A. VIO~ IIN L.A. TIJDRR.A. 21[1

• ortante problema de la aclimatación, porque ~mp únicos paises cálidos verdaderamente malsanos ;:ra los colonos procedentes de las z?nas ~~mp~a· 'das son las regiones húmedas, cuyo aire es d s\~~ r a do de miasmas A pesar de las guer~asl, ey de

. d t b · que duraron s1g os, in terrupmones e ra_ a]o, h · la barbarie casi

etrocesoe parciales aeta . ' :~~a rEuropa es sa\udabl_efi,cgarnaécsi~~s~~tr~~s~oa dl~~~~ ~... b · t tes y ahora ven ua I aAn é'. del Norte en las regiones del Plata, en la ~ nca o' en el Indostá.n . La obra en Argelia, en el Cab ' r hacer para sanear toda -co osiderab_le que queda poda día es más fácil, por­la superficte del planeta e~ el poder de la asocia.­.que \os hombr~s conocen oysirven son científicos . .ción y los med1os de que se

IX

a en la flora.-Invae ión de I nfluencia del hombre en la faun "óy dada por la agricultura

. 8 -Extenst n las espectes oomu~e · á las especies oulttvadas.

. del hombre con el mun· Las primeras relaciOnes d aban necesariamente

do de los animales que le ro esetrucción. La gran ba· habian de ser de lu_cha Y d ba con matanzas. Co· talla de la vida se ma~gurt rnativa lo mismo para mer ó ser comido era a a ~e las c~vernas, el león el hombre que para el oso oros de aquellas edades. del Atlas y todos los carn_fvm o indecisa; en bastan­La lucha est~vo mucho t~~id~ el hombre; pero des­tes sitios debiÓ de ser ve . cias del combate, las pués de las terribles penpe

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216 BLÍBIIIO RIIIOLÚS

fieras resultaron derrotadas. El hombre, más sutit que aquellos monstruos, más hábil para ocultarse y sorprenderlos, a pto para servirse de armas arti­ficiales, como palos, huesos puntiagudos hachas ó · mazos de piedra, triunfó en la batalla é hizo des· aparecer razas enteras. Sin hablar de los animales qu e fueron destruidos en épocas desconocidas de los tiempos prehistóricos, es probable que el chelk d.e Alemani~ y el ciervo grande de Islandia hayan stdo extermmados por los cazadores diez siglos an· tes del periodo actual. En nuestros días el búfalo 1 . ' e nnoceron te, el león y el elefante, retroceden sin

cesar ante el hombre, y tardeó temprano acabarán por des.aparecer. En los paises muy poblados todos los autmales montaraces van siendo destruidos­para que los ustituyan los que nos sirven de escla­vos ó compañeros, comt' el toro el perro el caba­llo, ó sencillamente son, como ~1 cerdo ~asas am · bulantes de carne comestible. '

De las raz.as de aves, por cuya desaparición ?ebe r e?onvemrse al hombre, hay que citar el alea ~mpenms de las Feroes el d1·onto de Ma uricio el sol_itar~o de la Reunión,' el p sittacus 1·ade1·icanus: el eptorms de Madagascar y las 12 ó 14 especies de moas de _Nuev a Zelanda . Luogershansen afirma que tambtén ~an desa~arecido ó están próximas á de aparecer siete etlpecies curiosas de aves de las islas ándwich, y de Ta itf de Nueva Zelauda de la !sla Nórfol k y del archipiélago de amoa, pe~se­gutdas con saña p~r el hombre, los perros ó los ga· tos. Las vacas mannas de Heller enormes cetáceos de 10.000 kilogramos de peso, q~e el geólogo citado Y sus compa~ero8 descubrieron en 1741, y que po­blaban las nberas del estrecho de Beriog, nan quedado completamente destruidas en veiutisiete años, Y desde 1768 no se ha visto una; no uos que·

L .& VIO& IIIN L .& TlllllR.& 217

da ni un esqueleto entero. Las ballenas francas,. que disfrutaron hace poco algún descanso gracias­á la guerra de América y á la explotación de pozotJ de pretróleo, son perseguidas de nuevo co~ furor Y no ·tendrán pronto ni un mar en qué refugtarse; las focas mueren á millares; los tiburones desaparecen también con los peces de que se alimentan. Asi corn o la matanza de aves deEitructoras de inse.ctos ha lll Ultiplicado de manera formidable las tribus_ de hormigas langostas y orugas, los cetá <: eos Y

1 • ld d peces que desapa recen son su t1tu1 os por me u sas é infusorha. . .

Marsh emite respecto A eso una opm16n que al pri11 ci pi o asombra 1 pero que debe tomarse en con· sl deración. Según él, el notable . fenóme no de la fos forescencia de las aguas mannas ?s más fre · c ue11te y hermoso hoy que hace dos mll3:ftos. Ho­mero que habla con frecuencia de las •mtl voces• del m'ar Egeo, nunca comenta sus mil claridades. Los poetas que hicieron nacer á Venus de la espuma de las 'olas y poblaron las cmoradas húrned~s· de tantas ninfas y divinidades, no han descnto la: ma as de oro flúido que mecen durante la noche las res plandecientes diosas. El am~r de los .poetas grie.,.os al día y á la luz del sol pudiera exphcar en pitrt~ ese asombroso silencio, pero uo se comp~eod~ cómo han sido los sabios tan parcos de pal~ ra a d b ·r el fenómeno extraordinario del bnllo fos ·

escu n . ue habla de él forescen te del agua. Anstóteles, q . brevemente, atrib~ye esa luz á ·lt x:;td~~br:~~al~ oleosa del mar. Ellano, el rec~pi a d Ías playas y luz que se desprende de las a gas e

1 er'

0 Plinio, el enciclopedista, no~ en~~ña cf:r~oe r:s~la~­de uua especie de medusa espl e d zo de made· dor cuando se le fro~a c?ntrat un d~e l:s observacio­ra. Ahí llegaba la ciencia an es

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218 BLÍSIIIO RBOLÚS

'lles de Américo Vespucio sobre la fosforescencia .de los mares tropicales. besde aquella época ni un viajero probablemente habrá dejado de ob er var los chorros de luz que brotan por la noche al· rededor de su buque, no sólo en el mar de las An · tillas, sino también en el Mediterráneo, en las .eostas atlánticas de Europa y cerca de los bancos del Océano Polar. Si la hipótesis ingenio a. de Marsh resulta verdadera, los que se pasean por las playas ó navegan por el mar durante ciertas no­ches en que arden las olas gozan de un espectá· culo mas hermoso que cuantos pudieron contero· piar nuestros antepasados. Escasa compensac•ón es esa de los estragos ocasionados por los pesca· dores.

La acción del hombre se ha notado en la flora .de nuestro planeta por una ruptura de la armonla primitiva. Los colosos de nuestra selva escasean cada vez más, y cuando caen no son sustituidos. En los Estados Unidos y en el Canadá los árboles grandes, que asombraron á los primeros colonos, han sido echados abajo casi todos, y hace poco, antes de que los hermosos bosques de los condados de Mariposa y Calatrava llegaran á ser propiedad nacional, los azadoneros californiarios derribaron, para venderlos como madera, gigantescos árboiPS .que se erguían á 120, 130 y 140 metros de altura. Pérdida irreparable ha debido de ser esa, porque la Naturaleza necesita centenares y millares de anos para dar la savia necesaria á esas plantas enormes, y la Humanidad, demasiado impaciente .de gozar, demasiado indiferente á la suerte de las generaciones futuras, no se da bastante cuenta de su duración para pensar en éonservar preciosa· mente la belleza de los bosques. La extensión del .dominio agrícola, las necesidades de la .navega-

219

~ión y de la industria, reducen también el número de árboles grandes. Disminuyen actualmente á millones cada afio; las fábricas de juguetes y las de fósforos necesitan bosques enteros para su con­sumo actual. En cambio las plantas herbáceas se multiplican y cubren espacios cada vez más vastos -en todos los paises del mundo. Parece que el hom­bre envidioso de la Naturaleza, trata de empeque· fiec~r los productos del suelo y no les permite pasar de su nivel. Por un efecto natural de la lucha entr_e las especies vegetales, las que son comunes á dt­-versos paises tienden á colocar gradua.lm~nte á las -especies más débiles alojadas en un dtstnto estre-~ho. Además contribuye el hombre á esa destruc­-ción de las floras originales acrecentan~o el _área de las plantas invasoras .. Con sus et;nt~ractones hace conquistar nuevas tterras á la~ stmte~~es de los paises civilizados; con sus culttvos sttla las montanas, los pantanos, los páramos, d~nde se re­fugian las especies locales; con sus cammos, rutas y canales propaga á lo lejos, en un terreno que no les habri~ convenido, las plantas que rodean s11s moradas y nacen en sus campos. No sólo crecen las áreas de las especies parásitas del _hombre en una parte más ó menos extensa de una mtsma zona, sino que se anexionan en lo~ extremos del mundo los territorios recién colomzados. ~si . como las plantas de Europa invaden las espemes mdigenas, los animales importados que gustan del n~evo dima expulsan á los representantes de la an.ttgua fauna local. El cerdo, vuelto al estado salvaJe, ha tomado posesión de los bosques de Nueva Zela?~a . La rata que poblaba en otro tiempo las dos ts as ha sido destruida por la rata norm~nda, escapad~ de los barcos ingleses, y este conqUistador desapa rece á su vez ante el ratón europeo. La mosca neo-

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zelandesa huye de su rival europea, que acaba de­dar la vuelta al mundo para sustituirla en las ca­bailas de los insulares. Como dicen tristemente los maories, cla rata del hombre blanco expulsa á la nuestra, su mosca á nuestra mosca, sus tréboles. matan nuestros helechos y él matará á los maoríes•. Compréndese el grito de desesperación lanzado por Michelet en su libro La monta11a: •Prevalecerá la. vul~aridad.»

Pero no; lo que prevalecerá será el ideal del hombre. Mientras ese ideal no sea más que el cul · tivo del suelo, todo se le sacrificarA: variedad, ori­gi oalidad de especies, hermosura de la vegetación; pPro cuando con el deseo de hacer producir cose­chas á la tierra se junta el de embellecerla y darle todo el esplendor que el arte añade á la Naturale· za, cuando el agricultor, libre al fin de ese mied~ á 11:\. miseria que le persigue hoy , disponga de des­causo, sin el cual es esclavo del hambre, podrá ocuparse en variar las especies, en agruparlas con gu to, en desarrollar sus formas elegantes ó gran­diosas, indudablemente logrará modificar el mundo­vegetal según sus deseos, y darle, en vez de la an · tigua originalidad, uueva belleza que r esponda A su sentimiento de la estética.

Desde el punto de vista de la distribución de­las especies, el principal resultado de la agricultu­ra ha sido dar enorme extensión A ciertas especiesr que sirven, ya para a limento del hombre, ya para las necesidades de su industria. El arroz, el trigo, el maiz, la viña, el a lgodonero, el café, cubren millares de hectáreas cada uno. Los diversos ce­reales, poco numerosos comparados con las 500.000 especies de plantas, se extienden por una parte del Sllelo, que puede calcularse en una 50 .1\ pa rte de la superficie continental ; en ciertas regiones ,.

L4 VIDA BN LA TIBRRA 221

-como la América del Norte, pueden verse campos -de trigo de muchos millares de hectáreas, que ondulan basta el extremo del horizonte como lagos al soplo del viento. Las plantas utilizad as po r el hombre se han salido tanto de los limites de las áreas naturales, que de las 157 especies cultivadas generalmente hay 72 q?e no se han vuelt~ A e~­contrar en estado salvaJe y acerca dA cuya tdeott· dad exponen dudas los botAnicos . El trigo hace poco que sólo se conocía como . plant~ agrícol~, Y se consideraba como un a espeCie de nqueza m.t la · grosa antes de que Balansa Jo encontrara crecten­do espontáneamente en un monte del AE~ia Menor .

Los pueblos del Norte llevan sus cultivos más allá del circulo polar, cerca del limite extremo de la zona donde crecen las selvas. En las. costas de 'Noruega la cebada, que es el cereal culttvado má8 hacia el Polo, no da buen resultado al Norte del

ado 66 pero aun se la ve en las cañadas _ res­g~ardada's casi en el extremo septentrional de la ~enínsula escandinava; la última localidad en que los habitantes se atreven á cultivar.la , á pesar del clima, es Elobaken, grado 70 de Jatttud. E~ la La·

onia sueca el cultivo de la cebada se dettene 150 k ' lómetros más al Sur , pero las cosechas anuales

1 d más que á medias y Jos aldean os no ma uran ' . tienen que secarlas al horno; en Enontekts no suelen obtenerse productos satisfactorios más que cada tres años. En las demás c_omar?as borea ~ es

no están como Escandin avia, suJetas á la tn· a~:ncia del Gulf-St?·eam, la cebada: no puede cu l­tivarse con esperanzas de buen éxtto más que) en comarcas situadas muy al Sur del circ~lo po ar,

ero en todos los puntos de la zona glactal ~n ~ue h a grupos de habitantes civilizados, __ en tbe_rta, en ~l Labrador' en Groenlandia, esos hiJOS perdidos

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2~2 BILÍ8(1)0 BBIOLÜS

de la raza humana saben sacar del suelo á fuerza. de trabajo algunas legumbres de las regiones tem­pladas: patatas, coles, nabos, lechugas, espinacas, pl antas que seguramente no podrian vivir en la. tierra helada sin el tenaz y cuidadoso esmero del jardinero que las sembró . En las pendientes de las. montanas suizas el hombre también ha llevado el cultivo mAs allá de sus limites naturales. En mu­chos valles de los Alpes campos de centeno, ceba­da avena se levantan hasta 1.500 ó 1 600 metros sobre el nivel del mar y á 1.9 4 en Val Tornanche, á una distancia de 700 del lindero de las nieves perpetuas. El pueblo más alto de la Maurienne, en Saboya, se encuentra á l. 79 metros de altura me­dia, y sin embargo, los habitantes le llaman Bou· neva! (Valle Bueno) por su gratitud á las tierras que ri ega el. torrente de Are. En las pendientes que miran al Mediodia cultivan los campesinos la cebada y el centeno con perseverancia; verdad es que la cosecha es muy tardia. La siembra se hace en Ju lio en campos cuya nieve se ha derr etido echándole tierra negruzca ó borra de avena, y muchas veces á fines de Agosto ó principios de Septiembre del afio siguiente todavia están verdes los campos; catorce meses se necesitan para que madure la mies. Gracias á una conquista realmente heroica de la industria humana los cultivos suelen subir cien metros más en la vertiente septentrional de los Alpes del Valais que en la meridional, ex · puesta, no obstante, al benéfico influjo del sol; las poblaciones del Norte, que poseen menos tierras bueuas, son más asiduas para el trabajo que las del Mediodía.

Rosenthal, de Breslau, no cuenta menos de 12.000 vegetales empleados, ya por sus substancias nutritivas, ya por sus virtudes curativas, ya por-

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LA VIDA JIIN LA Tli!IRR.A. 223

su utilidad industrial; pero las principales especies> cultivadas, aquellas sin las cuales el hombre des · apareceria de la tierra, porque nos dan el alimeu · to, el vestido y las comodidades de la vida, collsti· tuy en escasa parte de la flora terrestre. Europa y el Asia Occidental han dado qu tz · s á la raz · h u­mana las especies más preciosas; desde el ti mpo de los caldeos y pelasgos esas partes del antiguo mundo han dado ya á la agricultura más de la mitad de los tesoros que posee. Las Indias y el arch ipiélago de la Sonda, cuya vegetación ed tan rica, son la patria de la cuarta parte de las pla ntas agricolas é industriales, y casi todo el resto pro· cede de la América meridional, que por la muche· dumbre de plantas es seguramente el contin en te más rico. Una sola especie de cultivo muy impor­tante la palmera, procede del Africa del Norte; Aust;alia Nueva Zelanda y los Estados Unidos no han prop~rcionado á la Humanidad ni una planta de utilidad considerable para la alimentación ni para más industrias que la construcción de casas ó buques.

Los hombres, que son muy rutinarios para el cul tivo , han aprovechado escaso número de las plantas que pueden sedes útiles, y muchas de l_as que cultivan con amor son venenosas, como el opw, el betel y el odioso tabaco, que debilita el cuerpo y adormece la inteligen cia. Sin hablar de los árboles que aun no han sido explotados por los constructo­res muchas plantas americanas hay abandonadas 6 d~sconocidas que podrían servir para alimento del hombre, para curar enfermedades, utilizándose su tallo, su corteza, sus frutos, sus flores, su goma 6 sus ralees. Los agricultores han hecho hace poco una conquista muy importante en las selvas vírge· nes de Bolivia y del Perú: se han apoderado del

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-árbol de la quinina pa t cultivada. Los indígen~~ r~nsfor~arlo en planta para utilizarlo, no conocfan e::;::lado presurosos bárbaro de denibar el árbol . que .el método corteza; recorrían la selva p~ra despoJarlo de la nas, y cuando las habían ~n ustca de las cincho ­por el pie, y en pocas hora ncon rado les daban aquellos árboles que durante s yac~an por el suelo di d~ dar muchas recoleocion un sJglo habrían po­pecJe vegeta l, tan preciosa es de corteza. Esa es-eetaba amenazada d para la raza humana viajero Clemente M~.r~~=:ei Afortunadamente eÍ algunas ramas y aho ra .ogró apoderarse de ques cultivado~ n Ceilá las cznchonas forman bes­dientes del Himala a . n, en Java y en las pen-

X

In fluencia del hom bre en 1 embellecido y afeado -A a ?;ll~~a de la tierra.-EJ terreno ~ en ti miento de la. Na~c• f •veraa de diatintoa pueblos. n1dad . ora aza.-Progreao de la Huma-

La acción del hombre fl car los pa ntanos y lo 1 , tan poderosa para dese- ) táculos entre los d'f s agos, para nivelar los obs-1 I erentes paíse . e .reparto primitivo d 1 s,. para modificar

&DJmales, tiene una i e as especies vegetales y transformaciones u mportanCia decisiva en las pla neta. Puede heim e sufre el as pecto exoerior del bién afearla· según o~ear la tierra Y puede tam­bres de cad~ pueblo e est~do social y las costum-turaleza ó á transfi contnbuye á degradar Ja Na­

gurarla; el hombre maneja A

L& VIDA. IIN LA TIIIR&4 225

"magen suya la comarca en donde habita; después de largos siglos de explotación brutal, el bárbaro <la A la tierra un aspecto de crueldad feroz y con el cultivo inteligente puede el civilizado llenarla de gracia y de penetrante encanto; puede humani­zarla, digámoslo asi , de modo que el extranjero que pase se sienta. suavemente acogido por ella y descanse confiado en su regazo.

Acampado como un viajero, el bárbaro saquea la tierra: la explota con violencia, sin de vol verle en cultivo y cuidados inteligentes la riqueza que le roba; acaba por devastar completamente la co ­marca que le sirve de morada y por hacerla inha­bitable. La superficie de la tierra ofrece numerosos ejem plos de esas devastaciones implacables . En mu­chos lugares el hombre ha transformada su patria en un desierto y la hierba no vue ve á crecer donde puso él su planta. Gran parte de Persia, Mesopota­mia, la IJumea y varias comarcas del Asia Menor y de Arabia, que en otro tiempo alimentaban á una población muy considerable, son hoy casi completa­mente estériles y las habitan miserables tribus que viven del pillaje y de una agricultura rudimenta ­ria. Cuando el poder de Roma cedió á la presión de los bárbaros, Italia y las provincia8 vecinas, extenuadas por la labor torpe de los esclavos, es · taban á trechos convertidas en soledades, y en nuestros días, después de dos mil anos, vastos es­pacios que etruscos y sículos habian .cultivado, son páramos inútiles 6 insalubres marismas. Por causas semejantes A las que han originado el empobreci­miento y ruina del imperio romano, el Nuevo Mun­-do ha perdido importantes partes de su territorio agricola; plantaciones de la Carolina y el Alaba­roa, que fueron conquistadas á la selva virgen hace menos de medio siglo, han dejado de producir y

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226 lDLÍSBIO BlDOLÚS

son hoy dominio de animales feroces. En el Brasi y en Colombia, en las comarcas más espontAnea ­mente fecundas del mundo entero, en pocos años. se agota el terreno con un cultivo que es verdadero pillaje. e queman los árboles para sembrar maiz en las cenizas, y luego se r enuevan sin cesar las siembras de la misma planta, basta que la aboga un bosquecillo de arbustos. e vuelve á quemar y otra vez se siembra maiz. Entonces los helechos y una gramínea viscosa llamada capins g01·de1·ia apa­cen; la tierra se perdió.

Saber lo que puede embellecer 6 degradar la Naturaleza el trabajo del h ombre puede parecer cosa fUtil á espíritus que alardeen de positivistas, pero tiene grandísima importancia. E l desarrollo de la Humanidad se enlaza ínti mamente con la na· turaleza que á ésta rodea. Establécese secreta ar monta entre la tierra y los pueblos que alimenta, y cuando las sociedades imprudentes se permiten po · ner mano en lo que constituye la belleza de sus dominios, acaban siempre por arrepentirse. Donde se ha afeado el suelo, donde ha desaparecido del paisaje la poesta, apágase la imaginación, empo brécese el ingenio, apodérase la rutina de las almas y las dispone al entorpecimiento y la muerte. Una de las principales causas que en la historia de la Humanidad han hecho desaparecer tantas civiliza­ciones sucesivas es la brutal violencia con que la mayor parte de las naciones han tratado á la tierra productiva. Derribaban bosques agotaban los ma · nantiales, dejaban desbordarse A los rios, echaban á perder los climas, rodeaban las ciudades de zonas cenagosas y pestilentes, y luego, cuando la Natu­raleza, profanada por ellos, les era hostil, le toma· ban aborrecimiento, y no pudiendo robustecerse como el salvaje en la vida montaraz, se dejaban

L~ VIDA BN LA TI~RBA 2~7

más por el despotismo de sa· embrutecer cada ve:s. Plinto dijo que los grandes cerdotes Y monarc d'd á Italia pero debemos dominios babian per 1 0 des domi~ios cultivados añadir que aquell~:;r:~ado la tierr~ como con por esclavos, hab

1 historiadores por la tremen­

lepra. Asom~rados oss afia desde el tiempo de Car­da decadencia de : P \'carla de diversos modos. los V' han tratado e exp_ I ·pal de la ruina fué el Según unos, la causa p~m~mérica· otros la acha­descubrimiento ?e~ oro e izado ~r la santa her ­can al terror rehgl~S? ?tgafa expufsión de judios y man dad de la In qulsl~I n, s autos de fe contra los moriscos y lo~ sangr~ent~icho que residia la causa herejes . Ta~btén s: : la alcabala y la despótica en el inicuo 1mpues 0 e a pero la especie de

l. 'ón á la trances , centra 1zac1 n 1 s han talado los bosques, fu ror con que los espa o eha influido no poco en la por miedo á los p_áJaros,tierra amarilla, pedregosa terrible decadencia. ~a un aspecto repulsivo y for . y desnuda, ha toma o cido el suelo, y la pobla· midable, se h~ e~ pobre d Los pájaros están ven­ción ha ido dismmuyen o. gados. iones uiás adelantadas,

Aun hoy' entre las nac . inan el empobrecí-muchos trabajos humanf os ~nngto de la Naturaleza.

l Y el a eam1e . h miento del sue o . t la Humamdad no a Considerada en su ~on]~n ;iva Según los géneros salido de la bar~anel~~~~s climas, la diversidad de cultivo, la vaneda t res nacionales, la obra ?e de costumbres ~ carac ~iferente manera en los ~~s ­deterioro se venfica de añoles é bispanoaménca­tintos pueblos . Arabes, esp d ·an que se sequen los nos talan los árboles ~ e?. italianos y alemanes campos y amarilleen ~ s~r'boles que respetan, y mutilan indignamente tos s 6 esdobas; los trance­les dan el aspecto de es aca

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ses dividen los terrenos en innumerables parcelas que produce~ cosechas dis~intas, las cuales pare~ cen desde leJos trapos de m1l colores tendidos en el suelo. En los Estados Unidos los terrenos se distri­buyen en cuadrados geométricos, uniformes y orien . tados del mismo modo, á pesar de las ondulaciones y cambios de relieve. Los propietarios de muchos pai_ses, plebey os ó grandes señores, rodean sus po­sesiOnes con tapias y las circunvalan con fosos ~omo fortalezas a menazadas; hasta el miserabl~ Irlandés, el más pobre de todos rodea con alta cerca de tierra su jardincillo , llend de mala hierba. Muchos paises de Europa pueden recorrerse horas ent~ras sin hal~ar un si tio en que la mirada del artista pueda fi Jarse con satisfacción.

No sólo trabaja en afear la Naturaleza el rudo lab~ador, celoso de los limi tea de su patrimoni o y ansioso de obtener produc tos a bundantes· muchos de los que se tienen por admira dores de 1~ Natura · leza degradan sistemáticamente lugares muy her ­mosos . En los alrededores de las ciudades lo que se llama campiña no es tá represen tado más que por recortados arbustos y f:l.ores que se columbran á través de las verjas. Muchos principillos alema­nes, depravados por necio sentimentalismo han estropeado los paisajes más encantadores grabando pedantescas inscripciones en las rocas adornando e.l césp~d con sepulcros caprichosos, p~niendo cen­tmelas Junto á los puntos de vista que quieren en­señar A los visitantes. Muchos burgues,~s franceses h~n llegado, llevad¡¡s por estúpido amor á lo simé­tn co Y artificial, hasta á reprimir la savia en los troncos para crear va riedades enanas y dar á los Ar boles formas geométricas ó extraña apariencia de monstruos ó demonios. Los graves negociantes holandeses del siglo XVIII no querían en sus ala -

LA VIDA BN LA TIBRR. 229

medas más que tilos pintarrajeados de bl,anco, con copas redondeadas como bolas, y los árboles de Bronk todavía se pintan al óleo y con blanco d.e cinc. Los jardineros del emperador Yang Ty sustl· t uían las hojas y f:l.ores que caían de los .árboles con follaje artificial y fi.ores de seda, que se Impreg· naban con perfumes para completar la ilusión .

A orillas del mar los acantilados mas pintores­cos las playas más hermosas, son monopolizadas, ya por propietarios mezquinos, ya por especulado­res, que aprecian las hermosuras de la Naturaleza como los cambiantes una barra de oro. ~n las ~e ­giones montañosas visitadas con frecuenCia el mi~ ­mo furor de apropiación se apodera de los habi­tantes; los paisa jes se recortan en. c~ udrados y se venden al mejor postor; cada cunosidad natur al, peñasco, gruta, cascada ó ventisquero , ha~ta el rumor del eco, puede convertirse en propiedad particular. Hay empresarios que contratan las ca­t aratas las rodean con vallas de madera par a que los viai'eros que no paguen no puedan contem~lar el agua alborotada, y a fuerza de reclamo con vier­ten en monedas la luz que irisa las g?tas y e! soplo del viento que despliega por el espacio encaJes va· porosos. Con profunda amargura puede comparar hoy el viajero el Nu\gara como lo han a1·reglado los boru bres con el antiguo e terreno de !as aguas• como lo creó la Naturaleza. Construccw~es feas, fábricas, fondas, depósitos, se han arraigado en los peñascos; anunci adores que especul an con la belleza del Niágara para vender s~s mercancías ó sus drogas han colocado carteles m mundos .ó em­busteros frente á la rugiente catarata ;. otros mdus · triales, más anti páticos todavía , qUieren ~ar al p aisaje aspecto más ~oético levantando kiosco~ chinos y torrecillas góticas. Los árboles, cuyo ver

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dor era ta n hermoso marco para la blancura de las ag uas, han sido derribados por el hacha, y la mis­ma masa liquida disminuye cada día gracias á las sangrías que le hacen al Niága ra los amos de fá­bricas para hacer girar las ruedas de sus máqui­nas. Muy bien me parece que ~l trabajo humano utilice la fuerza de la inmensa catarata, pero res ­petando las bellezas naturales . . Esa corrupción del gusto, que estropea los paisa · Jes m s hermosos , y cuy o origen reside en la igno · rancia y en la vani dad, merece severa condena· la inteligencia humana busca ahora la belleza no' en vanas imitaciones puramente exteriores ó

1 en ca­

prichoso y fa lso adorno, sino en la armonía intima Y profunda de su obra con la de la Naturaleza . El ho mbre que quiere de veras á la tierra sabe que ha de conser var y acrecentar su belleza y devol­vérsela cuando se la haya quitado una explotación brutal. Comprendiendo que su propio interés se co n ~unde con el de todos, repara los deterioros co­metidos por sus antecesores, ayuda á la tierra en vez d~ encarniz~rse bruta lmente contra ella y tra ­t rabaJa para meJor ar y hermosear su dominio. No sól o sa be, como agri cultor ó industrial utilizar c_ada vez más l_os productos y fuerzas del globo, smo que también aprende, como artista, á dar á los p_aises que le r~dean mayor encanto, gracia ó maJestad. Convertido en conciencia de la tierra asume a 1 el hombre una responsabilidad en 1~ armo n_ia y hermosura de la Naturaleza.

BaJo las ásperas ma nos de los conquistadores de Roma Y dura nte los dolorosos tiempos de la Edad Media la masa de esclavos que labraba los campos no podía comprender la belleza de la tierra en que ~ranscurrfa_ s~ miserable vida, y habría de pervertirse el sentimiento que experimentaba res -

L A VIDA IDM LA TlJIIRRA 231

-pecto al paisaje. Las amarguras de la existencia eran entonces demasiado grandes para que se ad­roiraran mucho las nubes, las rocas y los árboles. P or doquiera no había más que discordias, odios, .espanto guerras y hambres; el capricho y la crueldad del amo eran leyes para los siervos; todo desconocido era temido como un matador; extran­j ero y enemigo eran sinónimos . En semejante so­-ciedad lo único que el hombre valiente podia tra­t ar de hacer para luchar contra el destino y con servar la conciencia de su alma era estar ele­gre , ser irónico, burlarse del fuerte, y sobre todo d el propio amo, pero no ha.bfa que enternecerse .contemplando' la tierra . El esplendor de la Natu.~a­leza no podía revelarse á los hombres que, ami.a­nados por vago terror (cuidadosamente alimentado por brujos de todas clases), no dejaban de ver en las grutas en las añadas, en los alfoces de las montaña 'en los bosques umbríos y silenciosos, due ndes i

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nformes, monstruos horribles, semibes · t ias y semidemonios . Extraña idea hablan de f~r­marse de la tierra y su hermosura aquellos monJes de la Edad Media que en sus mapas del mundo nunca dejaban de dibujar, junto á Jos nomb~es de ~todos los paises remotos, animales que vomttaban fu ego, hombres con pezuñas de caballo ó colas de pez, grifos con cabeza de toro ó de carnero , m~n­drAgoras voladoras, cuerpos decapitados cuyos OJOS hoscos reluctan en el pecho .

Al salir de aquellas guerras inacabables de la Edad Media el deseo de cuantos hombres se s_al­vaban de la lucha debla de ser buscarse un ntdo hermoso y resguardado; la Naturaleza aterra_ba á ~uien ansiaba la paz. El ideal de las. g~nerac10nes <¡ue se han sucedido desde el Renactmtento h~sta Ja Reforma se revela en los lugares que prfnctpes-

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y señores elegían par a edificar sus casas de recreo. Pocos de estos palacios ocupan posiciones desd las cuales pueda contemplarse horizonte grandios() de montafi~s 6 peñascos. En muc hos sitios, especial­men te á onllas del lago de Ginebra, las casas de campo construidas por r icos propieta rios riberefios vuelven la espalda A lo que hoy nos parecería la vista mAs hermosa. A aquella Na tura leza dema­si ado poderosa y salvaje para que parecier~ enton­ce agradable, prefería el hombre espacio limitado en ~ue la imaginación se explayara á gusto , una cortma de cerros de suave inclinaci ón, un riachu elo que serpenteara A la sombra de á lamos y chopos alamedas de árbo les frondosos, praderas y estan r que, . adornados. con estatuas. Se daba más impor· taoma á Jo gramoso que á la grandiosa sencillez de lo horizontes vastos.

Los pueblos colocados hoy por su civilización á vanguardia de la Humanidad suelen curarse muy poco de embellecer la Naturaleza. Mucho más in· dustriales que artistas, prefieren la fuerza á la be l~eza . Lo que el .hombre desea más es a daptar la t1erra á sus necesidades y posesiona rse da ella por completo para explotar sus inmensas riqu ezas. La cubre con una red de carreteras, ferrocarriles y alambres te!egráficos; fertiliza los 'desier tos y doma los ~fos; tntura las co li nas para extenderlas en aluv10?~s por las l l anu~as; perfora Jos Alpes y los Andes, Junta el Mar RoJo con el Mediterrá neo· se apresta á mezclar el agua del Pacifico co n Ja 7del mar de las Antillas. Casi todos Jos hombres acto res ! testigos de e~as gr andes em presas, se ' dejan l levar por la embnaguez del trabajo y no piensa n más que en modelar la tierra á imagen suya. Sin emb_argo, c.uando el ho mbre, par a su acción sobre la t1erra, tiene ideal más elevado, siempre logr

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arreglar perfectamente la superficie sin quitarle­al paisaje su natural belleza. La Naturaleza con­serva su hermosura cuando el agricultor inteligente deja de criar como á la fuerza las plantas más di­versas en una tierrra cuyas propiedades no conoce· bien· cuando comprende que á la tierra no se la deb~ violentar, la consulta y averigua sus prefe­rencias antes de cultivarla. Los shakers de los Es­tados Unidos, para quienes el trabajo campestre es una cceremonia de amor• , que tienen caritlo á los árbo les , han logrado transformar en verdaderos paraísos sus campos de Mount Lebanon , de Han­cock y de W ater Vliet. En Ingl aterra, donde los· agricultores saben hacer producir á un campo tan abundantes cosechas, pero donde el pue? lo tiene más respeto al a rbolado que todas las nacwnes la­tin as, pocos sitios hay qu~ no sean her~osos, ya por las enor mes encinas aisladas que extienden s~ ramaje por encima de las praderas , ya por los di · versos bosqu t:. cillos sembrados con arte al~ededor de pueblos y quintas. El arte del bombr~, d1gan lo­que quieran las personas desconten tadi zas, puede­embellecer basta la Naturaleza libre, dán dole el e ncan to de la perspectiva y la. v~ri edad Y. po­J)iéndo la en armonía con los sentimientos ínt1mos de los habitantes. En Suiza, á orilla de los graod.e~t lagos , frente á las montañas azules y l~s vent1s · queros deslumbradores, hay muchas qumtas que· con sus praderas, sus bosquecillos de flores, sus alamedas umbrosas , dan mayor hermosura á la­Natura leza y encantan como suave ensueño de­v en tura a l ca mi nante.

En nuestros días la emancipación intelectual que da la ciencia, el amor A la li~ert~d que va ex­t en diéndose el sentimiento de sohdandad que pe· netra en n~sotros y sin que muchas veces nos de-

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'tilos cuenta y nos ensefla que la tierra es de todos b_an ensanchado mucho los horizontes. Al mism~ iiempo descubren cada vez más los viajes la her ­mosur~ de la tierra y la armonía de sus fu er zas. Hace tiempo que se va manifestando un verdadero -fervor en los sentimientos de afecto que u_nen con la Naturaleza á sabios y artistas. 111asas de viaje­ros se extienden por todas las comarcas de fácil acceso, notables por la hermosura de sus lugares ó los eocautos de su clima. Legiones de pintores .dibuja?tes y fotógrafos recorren el mu ndo d esd~ las onllas del Yaogtse Kiang hasta las del Amazo. nas; est~dian la tierra , el mar y los bosques en sus ~ás va~1ados aspectos; nos revelan todas las mag­mficenCias del planeta en que habitamo , y gracias á su ~rato, cada vez más intimo, con la Naturaleza, graCJas á las obras de arte traídas de a quellos in­numerables viajes, todos los hombres cultos pueden {}arse cuenta de la fisonomía de las distintas regio­nes del gl~b_o. Menos numerosos que los art i tas, per? más ut_1les en sus trabajos de exploración, los s_abws tam ~1én se han hecho Jlómadas, y toda la tierra les s1rve de gabinete de estudio. Viaja ndo .de los Andes al Altay compuso Humboldt sus admi . rabl~s Cuadros de la Naturaleza, ded icados, como .él ~ 1 ce , á aquellos que por amor á la li bertad ha n podido separarse del tempestuoso oleaje de la vida.

Desde ahora, gracias á los viajes, el mismo planeta ennoblecerá el gus to de sus ha bitantes y les dará la com prensión de lo que es verdadera­mente hermoso. Los que recorren los P irineos los Al_pes Y el Hima laya ó los a ltos acan til ados d~ las or 1llas del Océano, los que visitan los bosques vir­genes ~ contemplan los cráter es volcánicos , a pren­d en, mirando esos cuadros grandiosos, á a preciar l a verdadera belleza de otros _paisajes menos sor -

LA. VIDA. BN LA. TIBIRRA. 235

prendentes y modificarlos, cuando es ~~c~sario, ~on muchiaimo respeto. Saludemos con JUbilo esa pasión generosa que impulsa á tantos hombres, y á los mejores á recorrer selvas vírgenes, las playas, los alfoces de las montañas , á visitar la Naturaleza -en todas las legiones del g lobo en que ha conser­vado su prístina belleza. Se ve que, so pena _d_e achicamiento intelectual y moral, hay que equtlt · brtLr á toda costa, contemplando las g randes esce­nas de la tierra, la vulgaridad de_ tanta cosa ~ea, ~n la cual ven los espíritus mezqumos un t~stimomo de la civilización moderna. Es necesano que_ el estudio directo de la Natura leza y la conternplactón de esos fenómenos sea pa ra todo hombre completo u n elemento primordial de educación ; hay que des · arrollar en todo individuo la destreza y la fu erza muscular para que escale las cumbres con a legria, contemple sin temor los abismos y conserve en todo su ser ffsico aquel equilibrio natural de fuer · zas que sirve para que no se mi~en los lugares h ermosos á través de un velo de tnsteza y melan­colía. El hombre moderno debe juntar en su p~r­sona todas las virtudes de los que le ha n ~recedtdo en el mundo sin abdicar ningu no de los mmensos privilegios q~e le ha dado la civilización ; n ada h_a de perder de su antiguo vigor, y no debe consenttr que ningún salvaje le supere en fuerza, en destreza ó en conocimiento de los fenóm_enos n~turales. En la hermosa época de las repúblicas gnegas los -~ e­lenos se proponían convertir en héroes á sus hiJOS por la gracia, la fuerza y el va lor; des~ertando _e? las generaciones jóvenes todas las cuahda~es vm­les llevándolas hacia la Naturaleza y haCiéndolas ludhar con ella, podrán las sociedades mo~ernas librarse de la decadencia por la regeneraCión de t oda. la raza.

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Gracias á esa educación fuerte se desarrollar& e~ s~ntimi~nto de 1~ Naturaleza en toda su gran­diOSidad; SI se pervierte con la rutina y la servi­dumbre, renace con la inteligencia y la libertad. La ciencia, que poco á poco transforma el planeta. en numeroso organismo destinado á trabajar sin descanso en provecho de Ja Humanidad con sus, vientos, sus corrientes, sus vapores su flúido eléc­trico, nos indica también los medio~ de embellecer la superficie terrestre, de convertirla en el jardín so.liado por los poetas de todas las épocas. De todos ~odos, si la ciencia nos muestra en lo porvenir la. Imagen del globo transfigurado, no puede terminar por si sola la gran obra. A Jos progresos intelec· tuales han de corresponder los morales. Mientras lu.chen . los hombres por ensanchar los limites pa­tnmoOJal~s y las fron.teras ficticias entre pueblo y pueblo, mientras enroJezca la tierra la sangre de desdichados que combaten por un pedazo de terri­torio, ó por supuesto honor, ó por furor sólo como. l?s bárbaros de los antiguos tiempos, no s~rá la tJ.erra aquel paraíso que la mirada del investigador vislumbra ya más allá del tiempo. La fisonomía del planeta no tendrá su completa armonía mientras los hombres no se concierten para la justicia y la paz. Para adquirir BU verdadera hermosura cma­dre benéfica• , aguarda que sus hijos se abracen como hermanos y formen definitiv..amente la gran confederación de los pueblos libres.

FIN

IN DICE

CAPÍTULO PRIMERO

LA TIJIIRRA Y SU FLORA

[. Muchedumbre de los seres vivos.-Número de las especies vegetales .-Proporción entre dicotiledóneas, monocotiledóneas y criptógamas.- Bosques y pá­ramos.-II. Influencia de la temperatura, de la hu­medad, de los rayos luminosos y químicos eob.re la vegetación.-Áreas de las plantas. -~11. Estac10nes particulares de las especies.-Plantas de agua de mar y de agua dulce.-Especies de las playas.-Par&.sitos. -Especies terrestres.-Infiuencia de los terrenos en la vegetación.-Plantas asooiadas.-Mar de sargazo. -Extensión de las áreas.-IV. Contraste de las flo­ras en las diversas partes del mundo.-Las floras insulares y las continentales.-Riqueza creciente de la vegetación de los polos al Ecnador.-Bosques ~ro­picales. -Bosques del Amazonas.-V. Escalonamten­to ele la vegetación en las pendientes de las monta-1ias.-Penetraci6n reciproca de las floras superpues­tas.-Limites superiores cie las especies vegetales en varios países del mundo.-lrregularidades en el esca­lonamiento d.e las floras.-VI. Especies separadas.­-Oambio de lugar de las áreas por las variacione.s

.geológicas.-Plantas de la Gran Bretan.a. -Naturah­~aoión.-Modificaciones incesantes de las floras. · • 6

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CAPÍTULO II

LA TIERRA Y SU FAUNA

l . Los origenes de la vida.-E species an imales .-Mu­chednmbre de los organismos.-Contraste entre las tierras y los mares.-11. La fauna oceán ica.-lll. In­fluencia del clima y de las condiciones flsicas sobre las especies animales.-lV. Alimento de las especies animales.-Contraste de las faunas.-Áreas de habi­tación .-Cambios en la superficie de las rocas.-Na­cimiento y desaparición de las especies.-V . Grandes faunas terrestres.-Zonas homoiozoicas .- VI. Dis tri­bución de las e pecies en las pendientes de las mon­tanas y en las profundidades del mar.-VII. Trabajos geológicos de ciertas especies animales. -Arrecifes é islas de coral.

CAPÍTULO IH

LA TUIIRRA Y EL HOMBRE

I . Influencia de la Naturaleza en los desti nos de la Humanidad.-Antigüedad del hombre en la tierra.­:Monogenistas y poligenistas.-Fusión de las razas humanas .-II. Influencia de los climas.-Zona tro­picaL-Zona glaoial.-Zona. templada.-III. Influen­cia del relieve terrestre en la Humanidad.-Mesetas, montanas, colinas Y llanuras.-IV.Influencia del mar Y. las aguas c~rrientes.-Pueblos viajeros y comer­Ciantes. -Las 1slas y los insulares.-V. F usión de los ~ntrastes de los climas.-Modifioación de la influen-Cia de los medios según el estado de 1 . ' 1' ' ó a CIVI IZaOI n.-

Vl. Marcha de la Historia.-Armonia entre las tierras Y los pueblos que en ellas viven .

CAPÍTULO IV

EL TRABAJO DEL HOMBRE

I . R eacción del hombre sobre la Naturaleza.-Explo­ración del globo.- Viajes de descubrimiento.-As­censiones á montanas.-!!. Conquista de la. tierra por el cultivo.-Irrigaciones antiguas y modernas.­III. Cultivo de los pantanos.-Canalización subterrá­nea en campos y ciudades .-IV. Desecación de lagos y golfos maritimos.-Lago Copais; lago F uoino; mar de Harlem: Luiderzee.-Polders .-Lavado de las pla­yas salinas. - V . Diques dellitoral.-Obras de defen­sa.-Punta de Grave.-VI. Vias de comunicación naturales y artificiales.-Playas, desiertos y pára­mos.-Rios, canales, ferrocarriles .-Puentes y via­ductos .-Perforación de los istmos. - VII. Poderío industrial del hombre .-El telégrafo eléctrico.-Toma de posesión del mar.-La ostricultura.-Vlll. Ino­cuidad relativa. de los huracanes.-Previsión del t iem­po. - Modificaciones del clima por el trabajo humano. -IX. Influencia del hombre en la fauna y en la flora.-Invasión de las especies comunes.-Ex tensión dada por la agricultura á las especies cultivadas.­X. Influencia del hombre en la. belleza de la tier ra.­El terreno embellecido y afeado.-Acción diversa de distintos pueblos.-Sentimiento de la Naturaleza.­

Progreso de la Humanidad. . 15!)