y se llevó a casa a su mujer ciclo a todos los años, en el cuarto domingo de adviento, la iglesia...
TRANSCRIPT
Y se llevó a casa a su mujer
Ciclo A
Todos los años, en el cuarto domingo de Adviento, la Iglesia nos presenta a la Virgen María, que fue la que mejor se preparó para la Navidad.
En realidad, el Adviento de María duró nueve meses, mientras el Sol de amor y vida se preparaba para dar su resplandor a la tierra.
En este ciclo A, por tomarse principalmente el evangelio de san Mateo, aparece, junto a María, otro protagonista: San José.
El evangelio de san Mateo: Mt 1, 18-24 dice así:
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
porque él salvará a su pueblo de los pecados
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: “Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.”
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
Palabra del Señor
María, después de la anunciación, había ido a visitar a su prima Isabel. Estuvo tres meses. Cuando se despidió de su prima,
ya se notaba que iba a tener un niño.
Para los israelitas había unos meses, entre los desposorios y el verdadero matrimonio, en que se consideraban esposos, pero no vivían juntos. Algunos ya esperaban un hijo; pero los buenos israelitas esperaban al matrimonio. En ese tiempo fue la anunciación y visitación.
Para san José tuvo que ser tremendo el constatar la realidad. Vinieron las dudas y las angustias.
Alguno piensa que María se lo hubiera podido decir. No es fácil. San Juan Crisóstomo hace notar que, si María contase lo del ángel, daría la impresión de querer ocultar una falta cometida.
Así que María calla y lo deja en las manos de Dios.
San José tiene que decidir. No puede acusar a María, porque en su corazón la tiene por la persona más santa. José es “bueno”. Es de mirada clara, de corazón generoso. No entiende, pero respeta. Y reza, porque Dios siempre ayuda a quien acude a Él.
Y como es bueno, prefiere que le echen la culpa a él
Decide dejar a María, marchándose en secreto casi sin saber ni cómo ni donde.
Ahora es cuando entra en acción Dios, dando el consuelo a su siervo. Manda un ángel que le aclara todo. ¿Fue en un sueño? Era una manera para decir que tuvo una revelación celestial.
José respiró lleno de alegría y organizó el matrimonio con María.
¡Qué ejemplo para nosotros el de san José poniéndose en las manos de Dios!
Es la actitud de María repitiendo continuamente: ¡He aquí la esclava del Señor!
En la Navidad recordamos que Dios quiere salvarnos. Y lo hace por medio de María, su madre, que es al mismo tiempo virgen.
Es una señal sencilla y viva (1ª lectura), como una flor, como un amor, como una cuna, como una lluvia de besos, como una oleada de ternura, como el arco Iris que acaricia y abraza la tierra.
José y María debieron pasar ese tremendo desierto, que se suele llamar el silencio de Dios.A veces parece que todo se derrumba. Uno quisiera una respuesta clara de Dios y sólo encuentra el silencio. En este mundo, envuelto en pecados, ese sufrimiento, llevado con esperanza, se une a la Redención de Jesús.
Hoy san José, junto con María, nos enseña a esperar. No fue fácil, porque a José se le pide renunciar a su paternidad y derechos de esposo. Pero recibirá mucho más.
Debe acoger a María y dar la paternidad legal al Hijo. Eso significa lo de “poner el nombre”. Será su padre ante la sociedad, con todos los compromisos.
El profeta Isaías anun-ciaba directamente otro suceso; pero la aplicación hecha por el evangelista, inspirado, nos habla de la sorprendente señal de Dios para entrar en nuestra vida humana. El amor de una virgen hace que Dios se haga hombre.
“Enmanuel” no es sólo un nombre, sino una realidad admirable.
Dios ha visitado a su pueblo, se ha quedado, se ha hecho uno con el pueblo. Esa es la gran realidad que vivimos en la Navidad.
Era su pueblo Nazaret.
Automático
Nacida entre los humildes, Dios la había elegido para ser su Madre.
Y nadie en el pueblo sabía
Nacida entre los humildes, Dios la había elegido para ser su Madre.
También ella estaba esperando
AMÉN